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LA BRASA ARDIENTE CONTRA LA 
CUÁDRUPLE INFAMIA 
Los levantamientos de los pueblos de las 
provincias interiores contra la Guerra del 
Paraguay. 
 
JUAN GODOY 
3 
 
Godoy, Juan 
 La brasa ardiente contra la cuádruple infamia : los levantamientos de los pueblos 
de las provincias interiores contra la Guerra del Paraguay / Juan Godoy ; editado 
por María Soledad Lohlé ; María Sol Besada ; ilustrado por Pablo López ; prólogo 
de Fernando Lugo. - 1a edición especial - Beccar : Poliedro Editorial de la 
Universidad de San Isidro, 2020. 
 Libro digital, PDF - (Periferias) 
 
 Archivo Digital: descarga y online 
 ISBN 978-987-47817-1-0 
 
 1. Historia. 2. Guerra del Paraguay. 3. Historia Política. I. Lohlé, María Soledad, 
ed. II. Besada, María Sol, ed. III. Lugo, Fernando, prolog. IV. Título. 
 CDD 989.205 
 
 
 
 
 
Colección Periferias 
 
 
Diseño editorial: María Soledad Lohlé – María Sol Besada 
Poliedro Editorial de la Universidad de San Isidro 
Universidad de San Isidro Dr. Plácido Marín 
Av. del Libertador 17175 Beccar (B1643CRD), Buenos Aires, Argentina 
 
 
 
 
 
Poliedro Editorial de la Universidad de San Isidro es propiedad de la Fundación de Estudios Superiores Dr. Plácido Marín 
4 
 
Autorizada provisoriamente por Decreto PEN Nro. 1642/2012 conforme a lo establecido en el artículo 64 inciso “c” de la Ley 24521 
Índice 
 
 
Prólogo de Fernando Lugo 7 
Agradecimientos y dedicatorias 9 
Introducción 10 
1. La experiencia del Paraguay autónomo: el país más desarrollado de 
Suramérica. 15 
2. Las causas de la guerra, y la interpretación latinoamericanista de 
Alberdi, una clave para la comprensión de los levantamientos de las 
provincias interiores. 20 
3. El imperio teje los hilos de la maniobra sobre el Paraguay 28 
4. Los coroneles de Mitre, y la brutal represión sobre los pueblos de 
las provincias como antecedente a la resistencia/represión en la 
guerra. 35 
5. De cómo el imperio metió la cola o acerca de quienes financiaron 
la guerra 42 
6. Prolegómenos de la guerra. La heroica Paysandú y cómo se ven los 
hilos de la maniobra sobre el Paraguay. La solidaridad y presencia de 
los luchadores de la Patria Grande. 46 
5 
 
7. Resistencias en el interior – Los pueblos se sublevan contra el 
imperialismo británico y las oligarquías nativas 50 
7.1. Los pueblos prefieren luchar contra Mitre que contra los hermanos 
paraguayos 50 
7.2. Revolución de los colorados - El pueblo en armas 68 
7.3. Felipe Varela y la llama Suramericana 76 
7.4. Otros manifiestos contra el mitrismo y la guerra infame. 80 
8. El rescate de las voces nacionales contra la guerra y en vinculación 
al proyecto de las provincias interiores. La emergencia de la 
“Generación del 60” 83 
9. El recrudecimiento del imperialismo y las resistencias en Nuestra 
América. Las sociedades de Unión Americana 88 
10. Los crímenes de guerra o de lo que la historiografía liberal no 
habla 93 
11. Donde la dignidad sostiene la soberanía del Paraguay / 
Independencia o muerte 97 
12. La devastación o ya no existe el Paraguay, donde nací como tú 100 
A modo de cierre y conclusión 104 
Bibliografía 111 
 
 
 
6 
 
 
 
“Los mejores patriotas serán los que pospongan los patriotismos locales al 
patriotismo continental”. 
-Manuel Ugarte. 
 
“Vengo personalmente a cumplir el sagrado mandato encomendado por el pueblo 
argentino de hacer entrega de las reliquias que, esperamos, sellen para siempre 
una inquebrantable hermandad entre nuestros pueblos y países”. 
-Juan Perón. 
 
“Ustedes saben que en toda América la mujer paraguaya es la mujer más 
gloriosa. Y no porque haya estudiado más que otra. Porque esa mujer, la mujer 
del Paraguay (ustedes las mujeres paraguayas que están acá), supo asumir un 
país derrotado por la injusticia y los intereses internacionales. Y ante esa derrota, 
llevó adelante la patria, la lengua y la fe”. 
 -Jorge Bergoglio. 
 
“Quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer 
paraguaya. En esos momentos tan dramáticos de la historia. De modo especial, 
esa guerra inicua que llegó a destruir, casi la fraternidad de nuestro pueblo. Sobre 
sus hombros de madres, esposas y viudas han llevado el peso más grande, han 
sabido sacar adelante a su familia y al país, infundiendo en las nuevas 
generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer 
paraguaya, la más gloriosa de América”. 
-Papa Francisco. 
 
 
 
7 
 
Prólogo de Fernando Lugo 
 La Guerra de la Triple Alianza sigue siendo el hecho histórico de mayor 
trascendencia en el Paraguay. La orgullosa república, que con el gobierno de Carlos 
Antonio López había ingresado definitivamente en el camino de la modernización y 
progreso, fue destruida, no solo materialmente sino como modelo de desarrollo 
económico autónomo. 
 El Imperio del Brasil, la Confederación Argentina y la República Oriental del 
Uruguay, fueron los verdugos de un pueblo que se levantaba orgulloso en medio de 
las selvas entre los milenarios ríos Paraguay y Paraná. Con sus armas cambiaron la 
disposición del Río de la Plata, rompiendo el equilibrio de la región, de la mano del 
liberalismo, que se instaló definitivamente en Paraguay como herencia de la 
desastrosa contienda. 
 Juan Godoy, nos lleva por caminos poco conocidos, hurgando en las 
complejas relaciones que se dieron entre las provincias de la Confederación 
Argentina durante la guerra. Una historia de resistencia, de apoyo a la causa 
paraguaya, de quijotes provincianos que lucharon contra el poder hegemónico de 
Buenos Aires, defendiendo el modelo autóctono paraguayo. Un relato que nos lleva 
incluso a las atrocidades cometidas por Bartolomé Mitre contra su propio pueblo, 
para destruir las bases populares que se rebelaron contra su visión de identidad 
nacional sustentada en lo extranjero, en lo liberal. La famosa disputa entre la 
civilización y barbarie, defendida a ultranza por su sucesor, Domingo Faustino 
Sarmiento. 
 El elemento inglés no podía estar ausente en este atrapante relato, donde se 
tejen nuevas visiones, en contraposición a un revisionismo concentrado muchas 
veces en lo superficial. Gran Bretaña, que se adueñó de la política interna brasilera y 
argentina a través de sus grandes empréstitos, manejó los hilos del conflicto 
uruguayo que encendió “la brasa ardiente contra la cuádruple infamia”. Paraguay 
8 
 
reaccionó, en defensa de su soberanía y en defensa de los intereses de los pueblos 
del Río de la Plata. Con Francisco Solano López, allá en Cerro Corá, murió la patria 
vieja y el modelo popular americanista soñado por varios próceres de la 
independencia sudamericana. Fue la última batalla por nuestra verdadera 
independencia. Se perdió. 
 La obra nos deja con los detalles de la devastación del país. Paraguay pagó cara 
la osadía de enfrentar a dos imperios. A la población aniquilada se sumaron los 
primeros “mimos” del liberalismo económico, que desembarcó con los empréstitos 
de la banca londinense en los años 1871 y 1872, el inicio de la deuda externa 
paraguaya, que postró a la economía nacional por décadas. Pero eso es para otro 
análisis. 
 Godoy cumplió. El titulo se condice con la cronología de los hechos. Entender 
el libro es mirar más allá de la fría narración de los sucesos bélicos de la 
conflagración. Desde hoy, un material ineludible de consulta para comprender mejor 
la contienda que destruyó un país, un ideal, un sueño. 
FERNANDO LUGO MENDEZ 
Agosto de 2020 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
9 
 
Agradecimientos y dedicatorias 
Dio, por el camino construido y por ser la esperanza de cada día. 
Dionela Guidi, por el aporte de ideas para el trabajo, por la revisión y corrección del 
mismo. 
Compañero, Ex Presidente de la República hermana de Paraguay: Fernando Lugo 
por honrarme prologando el trabajo,por su militancia y trabajo en la construcción 
de la Patria Grande. 
Enrique Del Percio, por el impulso al trabajo, y el compañerismo de siempre. En él, 
a la Universidad de San Isidro por confiar en la edición del trabajo. 
Mario Cafiero, por su incansable labor nacional, ser fuente de información e ideas, 
por la amistad y la ayuda siempre desinteresada. 
Pablo López, quien en línea con la mejor tradición muralista latinoamericana, tuvo la 
enorme generosidad al ilustrar y embellecer el libro. 
Francisco, que desde la tradición jesuita, su inconmensurable humildad, humanidad, 
solidaridad y en la mejor tradición de los patriotas latinoamericanos, siempre tiene 
presente la heroicidad del pueblo paraguayo y la infamia de la guerra. 
A los siguientes compañeros con quienes compartimos ideas, anhelos y sueños: 
Norberto Galasso, Aritz Recalde, Francisco Pestanha, César Trejo, Esteban 
Secondi, Marcelo Koenig, Graciela Cohen, Iciar Recalde, Juan Carlos Jara, Marcos 
Mele, Marcelo Ghigliazza, Federico Diaz Isenrath, todos los integrantes del 
programa Malvinas Causa Central, y del Centro de Estudios Hernández Arregui 
(CEHA). 
Mis viejos, hermanos, y padrinos. 
Lucio Aquilanti y la librería Aquilanti-Fernández Blanco que aportaron datos y 
material bibliográfico de relevancia. 
Al interior argentino que luchó contra la guerra y por el hermano pueblo paraguayo. 
Al heroico Pueblo paraguayo. 
A todos los que luchan por una Patria Grande Libre, Justa y Soberana. 
 
10 
 
Introducción 
Corría el mes de junio de 1974 cuando llega a Asunción procedente de 
Formosa, a bordo del barreminas “Neuquén”, un General del Ejército paraguayo, y 
bajo una fuerte y persistente lluvia se realiza una emotiva ceremonia. En la misma, la 
cañonera Humaitá (anteriormente llamada Paraguay cuyo nombre recuerda la ciudad 
de una de las batallas de la infame guerra terminada hace más de 100 años), lanza 
una descarga de 21 cañonazos. Seguramente ese General al cual se lo observa 
emocionado, debió recordar no sólo que esa cañonera lo había acogido del odio 
oligárquico en el funesto septiembre del 55, sino también su viaje en 1954 donde 
había devuelto los trofeos de la Guerra contra el pueblo hermano, retomando la 
tradición de hermandad de la Patria Grande que se expresa a lo largo de nuestra 
historia, como asimismo en esa acogida fraternal del 55 cuando en su cumpleaños es 
visitado por más de tres mil personas y homenajeado con flores en las rejas de la 
casa, tantas que según sus palabras “¡parecía que se habían acabado las flores en 
Asunción!”. Ese día las arpas paraguayas sonaron hasta el amanecer. Más tarde, al 
General le otorgan la máxima condecoración paraguaya que evoca al Mariscal 
Solano López. El pueblo paraguayo generosamente tampoco había olvidado la 
historia. Seguramente vino a su memoria y escuchó resonar en sus oídos a la 
multitud paraguaya que en el 54 coreaba “¡Perón paraguayo!”. 
Una profunda tradición compartida de recuerdos, esperanzas y luchas recorre 
esta historia. Esas arpas también sonaban en las noches de los campos de batalla 
para festejar un triunfo y también para velar los muertos, o bien en nuestro Litoral 
para festejar las victorias paraguayas. A los criollos, gauchos y montoneros bien 
podría valerles también el gentilicio de paraguayos, o más precisamente el de 
hispanoamericanos. 
Decimos esto, porque solo en este marco puede comprenderse los sucesos 
que tratamos en este libro. Hay que recorrer el hilo de nuestro pasado que va desde 
11 
 
la irrupción de América en la historia con la expansión europea y su proceso de 
mestizaje que en el ámbito geográfico que tratamos aquí tiene sus manifestaciones 
más profundas en términos culturales, y luego el proceso de emancipación de 
hispanoamericano que apunta al establecimiento de una Patria Grande. Somos parte 
de una historia en común, de un conjunto de tradiciones culturales compartidas, al 
fin y al cabo una identidad que nos une. Y de ahí también que nos integramos en un 
proyecto de nación. 
Vale decir que el nacimiento del proyecto de una Gran Nación, se ve en gran 
medida frustrado en los años posteriores a nuestra emancipación. Terminamos 
siendo una gran nación inconclusa. Esa frustración viene dada fundamentalmente 
por el papel británico (en alianza con las burguesías comerciales locales, y luego de 
las oligarquías de las “patrias chicas”), que avanza en un profundo proceso de 
balcanización de nuestro continente, que va de la mano con nuestra subordinación e 
impotencia en ser naciones con una soberanía real. Nacemos como patrias-chicas, 
semi-coloniales con una independencia formal y una dependencia real. 
No obstante la derrota en ese sentido del proyecto de emancipación no 
implica que sea definitiva, ni que quede en el olvido. Esa identidad en común de 
nuestros pueblos, esos lazos compartidos permanecen, y hacen brotar una y otra vez 
el sentimiento de unidad que se cristaliza en diferentes proyectos políticos. Por más 
que Gran Bretaña se ocupó de dividirnos e incluso enfrentarnos, los lazos que se 
establecen por lo bajo son más profundos y perduran. 
Hay que destacar que dos identidades recorren la historia de nuestros 
pueblos, las de las oligarquías locales (siempre aliadas al extranjero), ajenas a realidad 
nacional, que buscan la subordinación de nuestros países a la potencia extranjera de 
turno, en nuestro caso Gran Bretaña; y por otro lado la identidad de nuestros 
pueblos (y los líderes populares que los representan), que se mantienen “aferrados al 
suelo”, que permanecen bajo el influjo telúrico de la tierra, las tradiciones propias y 
procuran su defensa ante el avance extranjero. 
Este es el marco que tomamos a lo largo de nuestro trabajo. Una mirada 
latinoamericana, desde el punto de vista de los pueblos y los proyectos políticos 
contrapuestos. 
12 
 
Entendemos desde aquí que si bien la guerra infame contra el Paraguay ha 
llevado la marca de la vergüenza a nuestro país, como bien indican varios de 
nuestros pensadores, esa es una parte de la verdad, pues si la observamos desde el 
punto de vista de los pueblos (visión que, incluso, esos mismos pensadores nos 
ayudan a develar), se observa otra puerta de entrada a la cuestión que nos lleva a un 
camino contrario: el orgullo de la valentía de nuestros pueblos levantados en favor 
del Paraguay, contra la guerra, el mitrismo y el imperialismo británico. 
En este sentido, sostenemos más certeramente que en la guerra se expresan 
dos proyectos políticos contrapuestos: el modelo semi-colonial de las oligarquías 
locales (de cara a Europa y de espaldas al interior y continente Suramericano), 
impulsadas por Gran Bretaña y el de los pueblos del interior en defensa de un 
proyecto de país diametralmente opuesto: la reivindicación de la cultura nacional, las 
formas de ser, hacer y las creencias propias, la defensa de la industria artesanal 
contra la baratura de las mercancías británicas, y la integración de la Patria Grande. 
Vale destacar de esta forma que la Guerra de la triple infamia como la 
denomina Alberdi es la parte visible del conflicto armado más grande de la historia 
sudamericana luego del periodo de la emancipación hasta nuestros días, mientras 
que la invisible es la cuádruple. Decimos estos porque nosotros sabemos a esta 
altura de los acontecimientos que el entramado de la guerra es tejido pacientemente 
por la hábil diplomacia británica. 
Es en la política que diseña Gran Bretaña a principios de siglo y los proyectos 
que se encuentran en pugna desde ese tiempo donde se encuentra la clave develada 
de la guerra, al mismo tiempo que la comprensión profunda de los diferentes 
levantamientos del interior en tanto la brasa que se extiende por todo nuestro 
interior en contra de la política mitrista y la guerra también es la parte visible de los 
levantamientos que si los abordamos en este marco profundo se comprende que 
soncontra esa política británica, y por tanto parte de la larga lucha de nuestros 
pueblos contra Su Majestad. 
De esta forma, en este trabajo abordamos no la guerra del Paraguay, ya que el 
revisionismo ha desarrollado grandes trabajos al respecto, sino fundamentalmente 
un aspecto particular de la misma: las sublevaciones de las provincias interiores 
desde antes del estallido de la guerra en sí, hasta casi los últimos años de la misma 
13 
 
que si bien hay trabajos que lo tratan, mayormente lo hacen como una parte de los 
trabajos sobre la Guerra contra el Paraguay, o bien en torno a las historias de las 
provincias argentinas (mayormente ligadas a la historia de las montoneras), pero no 
como una cuestión en sí. 
Para tener una mirada más profunda de la cuestión, abordamos diferentes 
aristas que hacen la comprensión profunda de esos levantamientos. Así, los 
diferentes capítulos donde analizamos diferentes aspectos no apuntan a ser 
totalizadores en relación a las temáticas que exceden el marco analítico de este 
trabajo, sino que lo hacemos en función de nuestra temática principal. 
Nuestro trabajo se divide de esta forma en varios capítulos que analizan 
desde las características particulares del Paraguay antes de la guerra que lo llevan a 
ser el país más desarrollado de Hispanoamérica, las causas de la guerra abordadas 
mayormente desde un perspectiva latinoamericana que nos permite delinear un 
marco general para la comprensión profunda de los levantamientos, el accionar sutil 
(parte de su política invisible), y a la vez central de Gran Bretaña en la maniobra que 
lleva al conflicto, la relación entre el diseño de la política del imperio para nuestro 
continente y los levantamientos de las provincias, como asimismo la trama de 
endeudamiento-financiamiento por parte del imperio de los países para la guerra. 
También abordamos el antecedente de la represión mitrista sobre los pueblos 
de las provincias y la resistencia de éstos que resulta nodal para el desarrollo 
posterior de la guerra y también se encuentra parte de la explicación en relación al 
estallido de la rebelión durante el conflicto bélico. En ese mismo sentido la acción 
del imperio de Brasil sobre Paysandú, la resistencia heroica del pueblo al mismo 
tiempo que la solidaridad y acción de los luchadores de la Patria Grande lo que 
también resulta un antecedente inmediato a los sucesos que narramos cuando estalla 
la guerra contra el Paraguay en sí. 
Realizamos también, a partir de todos estos elementos que están vinculados, 
un desarrollo detallado de cada uno de los levantamientos en las provincias del 
interior, observando por un lado que es todo el interior argentino el que se levanta 
en mayor o menor medida contra la guerra con tres epicentros en el Litoral, el 
Noroeste Argentino y Cuyo; y por otro lado, el estallido de un movimiento 
revolucionario de amplio alcance que complica la situación en el frente de batalla al 
14 
 
bando aliado, y pone en cuestión el gobierno de Mitre, a la vez que el estallido tiene 
resonancias en torno a la Patria Grande con la voz resonante del gran caudillo de la 
Patria Grande: Felipe Varela, y la emergencia de las Sociedades de Unión 
Americana. En ese marco también abordamos la aparición de un conjunto de voces 
disonantes, incluso en Buenos Aires, de una generación que resulta la contracara del 
mitrismo. En último lugar, desarrollamos algunos crímenes del imperialismo que la 
historiografía liberal oculta, y un balance de los acontecimientos finales. 
 Hablar en términos de la unidad latinoamericana en el marco de la guerra 
más cruenta y fratricida puede parecer desatinado, pero paradójicamente 
consideramos que no lo es, ya que indagar los lazos que unen a los pueblos aún en 
ese funesto acontecimiento resulta primordial, porque como vamos a observar en 
nuestro recorrido si bien el aspecto fratricida de la guerra está presente, lo está en 
torno a las oligarquías locales, y no en relación a los pueblos. Y es justamente esa 
unidad de los pueblos que hay que cimentar para lograr rebasar los avatares de 
nuestra historia y avanzar en la senda definitiva de la Patria Grande. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
15 
 
1. La experiencia del Paraguay autónomo: el país 
más desarrollado de Suramérica. 
 
En el centro de Suramérica en la etapa final de la lucha por la emancipación 
continental, se erige un caso particular: el Paraguay. En este país, herencia del 
particular e imponente modelo jesuita-guaraní, gran ejemplo del mestizaje 
nuestroamericano, con un conjunto de particularidades en su geografía que hacen 
que se encuentre en una situación de cierto aislamiento en relación a los otros 
dominios españoles, se montan en esos años las bases de un modelo de desarrollo 
que se profundiza hacia 1840-1865. 
El Paraguay se potencia a partir de la síntesis fantástica del mestizaje. El 
influjo telúrico de la tierra está presente. La conformación de un espíritu y una 
cultura propia se manifiesta desde la expansión europea y la experiencia jesuítica-
guaraní. El paraguayo Natalicio González afirma al respecto que “el intento del jesuita, 
de desenvolver y acrecentar los valores autóctonos de la cultura, se advierte en todas sus actividades. 
Estudia el idioma aborigen; forma el vocabulario y escribe la gramática del mismo; publica libros en 
dicha lengua; sus médicos se apropian de la farmacología botánica de los guaraníes y la consignan 
en sus tratados de medina”. (González, 1935: 38) No se trata de europeizar, sino de 
abonar el espíritu americano con el elemento europeo. 
Este modelo de desarrollo se desenvuelve a partir del gobierno de José 
Gaspar de Francia, quien detenta el poder absoluto tiempo después de la 
Revolución de 1811, entre los años 1814 y 1840 cuando fallece. En esos años 
Francia estructura un rol vital para la economía del país, para el desarrollo de la 
misma de modo de avanzar en la independencia económica. El gobierno 
centralizado o el Estado, si se quiere, toma una acción primordial en este desarrollo. 
José Gaspar de Francia detenta el cargo de “Dictador Supremo”, White afirma que 
16 
 
“la forma democrática no era un fin en sí mismo, sino un medio a través del cual las masas de 
paraguayos podrían expresar sus verdaderos intereses”. (White, 2014: 111) 
Francia emprende una trasformación profunda en el Paraguay. En un país 
mayormente ligado a la agricultura y el comercio exportador. Estos sectores también 
son atendidos y profundizados, pero en función de la industria, ya que “pensó que el 
único modo de dominar esa política, en vez de ser dominado por ella, era conseguir que el Paraguay 
se bastase a sí mismo. Quiso que la soberanía nacional se sustentase sobre bases económicas”. 
(Cháves, 1942: 234) Para ello diagrama la dirección férrea de los resortes de la 
economía por parte del Estado. Así será, pues el Estado el que pasa a intervenir en 
toda la vida económica. 
En este marco, la mayor parte de la tierra se encuentra en manos del Estado 
a través de una organización particular que se denomina “las estancias de la Patria”, 
repartiéndola en forma equitativa entre la población. Así, el latifundio, la tenencia de 
grandes extensiones de tierra en pocas manos, que aparece tempranamente en 
Latinoamérica como una problemática central, no tiene importante presencia en 
Paraguay. En la cuestión del latifundio también es importante señalar que, como 
dijimos, hereda la estructura económica del modelo jesuítico-guaraní. Sostiene 
Norberto Galasso al respecto que “los jesuitas habían obstaculizado la formación de una 
clase terrateniente dueña de latifundios y el Dr. Francia, a su vez, se habría apoyado en una base 
social de pequeños y medianos productores agrarios y artesanos, asumiendo el Estado un rol cada 
vez más protagónico”. (Galasso, 2011: 406) 
También Francia avanza en el dictado de medidas de protección sobre las 
artesanías y productos localessanciona los abusos de precios. Debemos tener en 
cuenta que es una industria artesanal en ciernes, por lo que se hace necesaria la 
fuerte protección del estado, pues de lo contrario la “avalancha” de productos 
manufacturados hace que la producción local desaparezca. Así, rompe con los 
patrones del liberalismo económico tan presentes en las burguesías comerciales en 
los años de la emancipación y posteriores. Mientras, en el Paraguay de Francia se 
“produce casi todo lo necesario para la población manteniéndola suficientemente abastecida”. 
(Areces y González de Bosio, S.f.: 57) 
Resulta interesante rescatar algunas medidas en torno a la educación, sobre 
todo la temprana sanción en 1828 de una Ley que establece la enseñanza gratuita y 
17 
 
obligatoria hasta los 14 años (recordemos por ejemplo que la Ley 1420 en nuestro 
país se sanciona en 1884). A los maestros se les hace entrega de ropa adecuada, e 
incluso de ganado de la “estancia de la Patria” más cercana. Asimismo, en 1836 
inaugura una biblioteca con cinco mil libros. Es importante esta tarea en materia 
educativa, ya que Julio José Chiavenato (2011), afirma que varios europeos certifican 
que no existía el analfabetismo al terminar su gobierno. 
Entre otras medidas, también crea el cargo de “Defensor de Pobres”, que 
incluía la representación de los esclavos contra sus “amos”. Es importante destacar 
que si bien en Paraguay la esclavitud no estaba tan difundida como en otros países, 
existía, y durante su gobierno el “Dictador Supremo” no la discute. Al mismo 
tiempo, rompe con las elites tradicionales. Asimismo, realiza un programa profundo 
de obras públicas, no obstante lo cual el presupuesto nacional muestra una 
estabilidad en el orden fiscal. El comercio exterior también está monopolizado por 
el Estado. Durante los años de su gobierno se sigue el principio según el cual “el bien 
particular debe ceder al bien común y general”. (Areces y González de Bosio, S.f.: 64) 
A la defensa nacional también se le otorga singular importancia. Importa 
algunos materiales bélicos, al mismo tiempo que apunta a incrementar la producción 
nacional de armas y municiones. Recolecta materiales para hacer piezas de rifles, 
crea armerías y fábricas de telas, donde se hacen los uniformes para el ejército. 
También se pone en marcha la fabricación de buques (llega a contar con cien 
embarcaciones fluviales). Los trabajadores de las industrias del estado y bajo su 
operación alcanzan el 8 por ciento del presupuesto. Esta política “no era agresiva sino 
de defensa de la soberanía nacional”. (White, 2014: 152) 
Un importante estudioso de esta época del Paraguay, Richard Alan White 
(2014), afirma que José Gaspar de Francia apunta a establecer una política 
revolucionaria de justicia social y el mantenimiento del orden, política que lo lleva a 
tener una fuerte oposición de la elite local perjudicada por la misma. Sostiene: “la 
temprana acción revolucionaria de Francia al establecer la justicia social y el orden: la designación 
de nuevos funcionarios y jueces de entre las masas, la campaña de limpieza contra la corrupción en 
los cargos públicos, el asalto contra las bases socioeconómicas de la anterior clase dominante 
española, la reorganización de las fuerzas armadas, la creación de nuevas fortificaciones contra las 
recientes correrías indígenas y portuguesas, la contención de las facciones porteñistas federalistas, y el 
18 
 
comienzo de la reglamentación nacional de la iglesia (…) Aun cuando la insatisfacción de la élite 
con Francia comenzó antes de que asumiera el poder absoluto, sus actos después de su elección como 
Dictador sirvieron para aumentar su descontento”. (White, 2014: 112) 
Luego del gobierno de Francia, y de un breve interregno, asume el poder 
Carlos Antonio López (hasta 1862), del cual José María Rosa asevera que “era un 
hombre de la tierra y procuró que Paraguay fuera de los paraguayos: ningún extranjero poseía 
adquirir propiedades ni especular con el comercio exterior, lo que jamás le perdonaría el cónsul de 
Inglaterra, Mr. Henderson”. (Rosa, 1964: 13-14) 
Francia muere el 10 de septiembre de 1862. El pueblo en forma profunda, 
“lloró al caudillo que veló, solitario y trágico, la suerte de la patria y la salvó de miles de 
acechanzas”. (Cháves, 1942: 11) Su hijo: Francisco Solano López, que contaba con 36 
años, lleva a partir de ese momento adelante el rumbo soberano del gobierno (para 
el que es elegido por 10 años), hasta que en 1870 cae asesinado en Cerro Corá. 
En el Paraguay, en los años de “los López” hasta antes del estallido de la 
guerra en 1865 se da una profundización de varios de los aspectos que vienen del 
gobierno de Francia. El Paraguay hacia 1860, ya constituye “el país más desarrollado del 
Centro y Sur de América. El nacionalismo defensivo del primero (Francia), y la vocación 
progresista de sus sucesores había generado un fuerte crecimiento económico y una intensa 
modernización, en una sociedad donde no existían marcadas diferencias sociales”. (Galasso, 
2011: 406) Asimismo, “hay una armonía profunda entre el régimen de los López y los ideales 
de su pueblo”. (González, 1935: 51) 
Así Paraguay, en esos años, profundiza su desarrollo construyendo una 
industria metalúrgica de importancia fundamentalmente a partir de la instalación de 
altos hornos de acero en Ybicuí (esta fundición en particular logra ocupar a 117 
obreros). De esta acería salen tanto armas para la defensa (como cañones), como 
instrumentos de trabajo (por ejemplo rastrillos). Se elabora pólvora. También 
construye en 1961 su primer ferrocarril, la primera línea telegráfica, desarrolla una 
marina mercante que llega a contar con once buques de vapor y cincuenta veleros, y 
en 1855 funda el arsenal de Asunción. 
Asimismo, el estado se hace del control monopólico de importantes 
industrias y explotaciones como la de la madera (que mayormente se exportaba a 
Europa), la yerba mate y los tabacales (que abastecían gran parte del consumo del 
19 
 
sur del continente), desarrolla también los Campos de la Patria y Monte. Instala 
fábricas de armamentos para la defensa. También el estado se hace cargo de la 
entrega de libros, útiles, ropa e incluso la alimentación de los niños más humildes. 
Para 1862, reseña Galasso, existían 435 escuelas que contaban con 25 mil 
estudiantes. Todo este desarrollo lo hace sin contraer ningún empréstito con el 
extranjero. 
 Sigue sin existir el latifundio, al mismo tiempo que se desarrolla en forma 
importante una industria artesanal, con el algodón y el caraguatá se fabrica papel, y 
también tejidos y ropa. Produce loza fina. Se hacen pergaminos con el cuero, tinta 
con un haba negra, jabón y sal. Diseña un moderno sistema de moneda que se 
acuñan en Asunción y de papel-moneda que se imprime en la misma ciudad. 
Tampoco existe una burguesía comercial ligada estrechamente al extranjero como el 
caso de varios de nuestros países. Además, se prohíbe la adquisición de tierras a los 
extranjeros. En el gobierno de Carlos Antonio López cuando se contrata técnicos 
y/o se compra tecnología en el extranjero, se procura que haya lo que hoy 
denominamos como “transferencia tecnológica”, y la capacitación de la mano de 
obra local. 
Las historiadoras paraguayas Areces y González de Bosio definen la 
capacidad del Mariscal López sosteniendo que “era un orador convincente y su liderazgo se 
basaba en una voz de mando imponente (…) cuando arengaba a las tropas era capaz de extraer 
las mayores muestras de entusiasmo y devoción a su persona y a la causa nacional”. (Areces y 
González de Bosio, S.f.: 130) Este rasgo resulta importante en torno a la conducción 
de la guerra, y a los vínculos que se pueden tejer con los diferentes sectores 
populares de la región, como el caso de nuestro interior. 
Paraguay constituía sin dudas un modelo incómodo para las oligarquías de 
los países vecinos y también para el imperiobritánico, “era un modelo (…) donde la vida 
era sumamente fácil con la sola condición de haberse tenido la dicha de nacer allí y prestar en forma 
de trabajo manual, de labor intelectual o de tareas militares, su parte de servicio a la comunidad”. 
(Rosa, 1964: 18) 
 
 
 
20 
 
2. Las causas de la guerra, y la interpretación 
latinoamericanista de Alberdi, una clave para la 
comprensión de los levantamientos de las 
provincias interiores. 
 
En el capítulo anterior ya comenzamos a avizorar las causas de la infame 
guerra que va a sufrir el Paraguay. En este apartado profundizamos en las mismas, 
como asimismo en su interpretación, pues en ese modelo soberano que describimos 
se encuentra una parte importante del rompe-cabezas para su explicación. Esto lo 
hacemos, tanto desde pensadores y políticos de la época, es decir cuando sucede la 
guerra, como desde autores posteriores a la misma. La interpretación que abonamos 
aquí es sustancial para comprender los levantamientos de nuestras provincias 
interiores contra la guerra. 
Ese modelo que describimos constituye un mal ejemplo que demuestra en 
los hechos el éxito de un modelo de desarrollo industrial, antagónico al de los otros 
países cercanos, y al mismo tiempo actúa como barrera de contención de la 
penetración imperialista. A partir del desarrollo de esta política pasa a ser “un ejemplo 
pésimo para América (…) esa estructura de nación puede incomodar al “laissez-faire” que los 
cañones ingleses imponían al mundo (…) comienza a romper todo un sistema político y económico 
cuando planea su emancipación nacional frente a los métodos ingleses”. (Chiavenato, 2011: 23-
32) Sobre el Paraguay, un año antes de la guerra, escribe el Cónsul norteamericano 
Hopkins quien afirma que dicho país “es la nación más poderosa del mundo, después de los 
Estados unidos (…) su pueblo es el más unido (…) el gobierno es el más rico que el de cualquiera 
de los Estados de este continente (…) ¡Insólito Paraguay! Menos bárbaro de lo que quieren sus 
enemigos”. (Hopkins. Cit. en Pomer, 2011: 49) 
21 
 
Es este desarrollo autónomo el que en parte hace posible que un país resista 
el ataque conjunto de otros tres: Argentina, Brasil y Uruguay, que en realidad son 
cuatro por el apoyo de una potencia como Gran Bretaña durante cinco años. Vale 
decir entonces que a la Guerra que se la llama como la Triple Alianza (y Alberdi, en 
sus años mayores rebautiza como Triple Infamia), en realidad es de la Cuádruple 
Infamia, por el papel británico. 
Cabe destacar que en el siglo XIX solo tres guerras tienen más de 600 mil 
muertos. En todas está implicada Gran Bretaña y su interés de imponer el libre-
comercio. Se trata de la Guerra del Paraguay que nos concierne aquí, la del Opio (en 
China), en las cuales se encuentra la mano de Inglaterra y la imposición del libre-
cambio; y por último la de Secesión en el Norte de América, donde también está 
Inglaterra pero con el resultado contrario. 
Gran Bretaña entonces en 1865 acababa de perder el algodón en la guerra 
civil en Estados Unidos (materia prima esencial para su industria textil), donde 
como dijimos anteriormente gana el Norte industrialista contra el sur esclavista. Al 
mismo tiempo, el imperialismo británico no desea el desarrollo de un polo industrial 
en el centro de América del Sur, un modelo antagónico al que procura construir 
desde que finaliza el proceso de emancipación continental. Paraguay rompe con la 
lógica del librecambismo, el famoso laissez faire, y muestra al mundo (y sobre todo a 
la región), un modelo exitoso. 
Ese proyecto nacional proteccionista del Paraguay entonces resulta 
inaceptable para Gran Bretaña. En este sentido en los años 60 el imperio diagrama 
una estrategia no solo para destruir al modelo paraguayo, sino también para la 
destrucción de cualquier proyecto autónomo, fortaleciendo la balcanización que 
venía desde los años de nuestra emancipación, constituyéndonos en “patrias chicas” 
impotentes. En este sentido, “el ataque a México, la guerra del guano (contra Perú y Chile) y 
la invasión al Paraguay son tres momentos límites del vasto plan británico en el que intervendrán –
atrapados en su red financiera- Francia, España, y las oligarquías locales con Mitre y Pedro II a 
la cabeza”. (Ortega Peña y Duhalde, 1969: 16) 
Scalabrini Ortíz, gran descubridor del accionar británico en nuestro país, 
indica que “la diplomacia inglesa desencadenó (la triple Alianza), para exterminar hasta la 
semilla de ese régimen de progreso realizado al margen de su predominio financiero”. (Scalabrini 
22 
 
Ortíz 2009: 144) John William Cooke también observa que la guerra de exterminio 
del Paraguay llevada adelante en nuestro país por el mitrismo se diseña “conforme a la 
estrategia británica”. (Cooke, 2009: 264) 
Paraguay es un modelo incómodo como decíamos, no le resulta 
“conveniente” a la elite Argentina en tanto quiere incorporarse al mercado mundial 
a partir de la producción de productos primarios en forma dependiente a Gran 
Bretaña.1 Tampoco al Gobierno colorado uruguayo de Venancio Flores opuesto a 
los blancos (es éste quien empuja al país oriental a la guerra). Flores invade Uruguay 
en 1863 con la venia y el apoyo de Mitre, la intención inmediata derrocar al gobierno 
Blanco de Berro. Navarro Viola, quien considera que esta invasión es el puntal 
inicial que terminará desembocando en los sucesos del Paraguay, escribe en las 
páginas de “La América”: “empezaba el año 1863, cuando un renombrado caudillo uruguayo, 
que acababa de prestar su brazo en las luchas domésticas de la Confederación Argentina, llevó el 
incendio a su propio país, regido a la sazón por un gobierno ilustrado y prudente”. (Navarro 
Viola. Cit. González, 1968: 21) 
Al Imperio esclavista del Brasil2, al cual Chiavenato califica como un 
“gigante anémico”, desde ya que tampoco le resulta grato el modelo de Solano 
López, ya que tiene pretensiones territoriales sobre Paraguay, y de eliminación de los 
focos de protesta en Río Grande do Sul (el sistema esclavista brasileño en general se 
encuentra en crisis al momento de la guerra). Carlos Pereyra (1962), remarca 
fuertemente la cuestión geográfica, entre las causas de la guerra, sobre todo en 
relación al Brasil, en tanto este último ve a Paraguay como una amenaza, al mismo 
tiempo que tiene pretensiones territoriales sobre el país guaraní. 
No obstante, Brasil tiene una gran extensión territorial, y tierras de 
excelente calidad que atraían la avidez extranjera, de esta forma, si bien Brasil tenía 
una producción importante “toda esa riqueza estaba al servicio de un sistema mundial 
imperialista en manos de Inglaterra; lo que nos sobraba era mal vendido para el sostenimiento de 
una nobleza mestiza, alimentando y autoalimentándose del latifundio improductivo o de cargos 
 
1 Más adelante, cuando abordemos la política mitrista, profundizamos en esta cuestión, en los intereses y 
entramado que llevan a la oligarquía argentina a llevar adelante una guerra fratricida. 
2 Hacia 1850 contaba con unos 2, 5 millones de esclavos, sobre una población total de 8 millones, lo cual 
indica que la mayor parte de la mano de obra era esclava. Ese mismo año se complica mucho la situación de 
esta economía en ese país, dado que el “flujo” de esclavos provenientes de África comienza a declinar. 
(Chiavenato, 2011) 
23 
 
burocráticos distribuidos por el Imperio. En fin, el Brasil, era el prototipo del servilismo económico 
y político (…) que necesitaba el imperialismo inglés para mantener el status quo de dominación 
imperial. El imperio del Brasil era el paladín como representante de la “civilización” de la época, 
tan celosamente divulgada por Inglaterra”. (Chiavenato, 2011: 70-71) 
Cabe destacar que parte de la elite asunceña desde el comienzo de la guerra 
apoyó al bando aliado. Se trata de un grupo de paraguayos radicadosen Buenos 
Aires que cuando estalla la guerra con Brasil en 1864 asumen la representación de la 
soberanía paraguaya conformando la “Asociación Paraguaya”. 
En este sentido, existe un entramado que es sustancial tener en cuenta, 
referimos a los vínculos estrechos entre Gran Bretaña y el imperio brasileño, León 
Pomer rastrea profundamente en los mismos, y observa que luego de la 
independencia de Brasil de la metrópoli, su comercio crece significativamente, 
mayormente explicado por el que tiene con Gran Bretaña, y también destaca los 
importantes empréstitos que recibe de parte de la banca Rothschild que llegan en 
1825 a un total de 3 millones de libras esterlinas, y se van incrementando 
fuertemente hasta el conflicto (justo antes del mismo, entre 1863-1865 recibe más 
de 10 millones de libras esterlinas), “números que sobrecogen: van conformando los eslabones 
de la áurea cadena (…) un país endeudado hasta tal punto, ¿puede iniciar una guerra sin la 
anuencia, sin la buena voluntad y sobre todo sin el dinero de su único acreedor?”. (Pomer, 2011: 
67) Los financistas de la guerra son, sobre todo, Rothschild y la Baring, no obstante 
también hay algún aporte (aunque menor), del banco de Londres.3 
Resulta claro que Gran Bretaña no tenía ningún interés en que se desarrolle 
un polo de poder importante industrial en el centro de Suramérica, se contrapone a 
su política desde los tiempos de nuestra emancipación. El imperio pretende imponer 
el libre-comercio, que Paraguay se quede en el “primitivismo agropecuario”, y 
colocar sus productos manufacturados. Es importante resaltar que también se 
encuentra (más aún luego del triunfo del Norte de los Estados Unidos en su guerra 
civil -1860/1865-), ávido del algodón para su proceso de industrialización en avance. 
Es más, ya en el comienzo de la guerra civil en los Estados Unidos, donde Gran 
Bretaña se posiciona evidentemente en apoyo al Sur esclavista abastecedor de la 
materia prima, se bloquea el Litoral Sur y se impide la salida del algodón, este es “el 
 
3 Más adelante, en otro apartado, profundizamos en torno a los financistas de la guerra. 
24 
 
primer golpe que recibe el gran parque industrial (británico). Sus fábricas se paralizan totalmente 
de 1861 a 1862. Ese paro provocó una baja en las reservas bancarias y el aumento de la tasa de 
interés”. (Chiavenato, 2011: 88) 
En este marco, nos interesa tomar a Marcelo Gullo quien destaca que 
Inglaterra, luego de su Revolución Industrial se convierte en el primer gran Estado-
Nación industrial del mundo, y en el “gran Estado subordinante del sistema internacional”. 
(Gullo 2010: 71) Para no caer bajo esa subordinación los Estados debían producir 
una rápida industrialización, convirtiéndose a su vez en centro de poder. Para evitar 
esa escalada en su umbral de poder procura imponer el librecambio a los demás 
países (aquí Adam Smith y su célebre libro en torno a la naturaleza y causa de las 
riquezas de las naciones constituyen un elemento central). 
Mitre es claro en este aspecto cuando en una de sus famosas arengas afirma: 
“cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que 
el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptas en sus banderas los grandes principios que los 
apóstoles del libre cambio han proclamado para mayor felicidad de los hombres”. (Mitre. Cit. en 
Jauretche, 2008: 80-81) Lo mismo que Pelham Hox quien afirma que “los aliados 
fueron a libertar a los guaraníes de su tirano y a abrir de par en par las puertas de la civilización 
moderna, en forma de concesiones, financiación, inversiones extranjeras y otras emanaciones de la 
Bolsa de Londres, New York y Buenos Aires. Las bendiciones del laissez faire reemplazaron a los 
males del paternalismo”. (Pelham Hox. Cit. en Hernández Arregui, 2004b: 101) 
Asimismo, debemos tener en cuenta el marco histórico de la política 
británica posterior al proceso de emancipación del siglo XIX en nuestro continente. 
Esa estrategia balcanizadora que apunta a segregar y dividir los territorios liberados. 
Gran Bretaña, como afirma Natalicio González, siempre procuró la independencia 
de la Banda Oriental y también del Paraguay. La independencia, claro, como 
separación de los vínculos que lo unen a la región, la carencia de independencia 
económica y por lo tanto de soberanía política (que era justamente lo que se 
levantaba en el Paraguay), independencia no de la gran potencia británica. Una patria 
chica subordinada a los designios de Londres. 
El poder soberano que se levanta en Paraguay disgusta a los británicos. Vale 
recordar un acontecimiento de años antes de la guerra que resulta elocuente al 
respecto. En febrero de 1859 es descubierto un complot para asesinar al Presidente 
25 
 
López, entre los complotados se encuentra Santiago Canstatt que había nacido en 
Uruguay pero era descendiente de ingleses. Éste es, lógicamente, apresado. 
El cónsul inglés Henderson protesta y pide por su libertad, obtiene como 
respuesta que el ciudadano ha realizado un grave delito contra el orden público. 
Londres se disgusta aún más, tan así que cuando Solano López regresa de la 
mediación entre Urquiza y Mitre, el barco en que viaja (el Tacuarí), es bombardeado 
por buques británicos. Asimismo “el Almirante inglés Lushington anuncia públicamente que 
su escuadra -de 14 buques y 2000 hombres- atacará al Paraguay”. (Pérez Amuschástegui, 
1972: 154) Finalmente Paraguay, luego de las gestiones de Carlos Calvo, logra el 
desagravio ante la afrenta. Pérez Amuchástegui considera probable que el Jefe del 
Foreing Office: Lord John Russel considera que no vale la pena recurrir en ese 
momento a medidas de fuerza, y que la situación en el Plata da la señal que otros 
tomarán las medidas por Gran Bretaña. 
En esta misma lógica de subordinación, tiene la “precaución” de entregar el 
país a políticos entreguistas, de modo de lograr hacerse con sus riquezas 
(fundamentalmente el algodón), como impedir que Brasil se quede con el Uruguay, 
sosteniendo a rajatabla su independencia (la lógica del estado tapón, creado por “la 
mano” de Ponsomby); y romper con la posibilidad que Argentina anexe el Paraguay. 
 Certeramente argumenta León Pomer en torno al papel de Gran Bretaña (y 
de los países de la región), negado por la historiografía liberal-oficial, que “en eso de 
dominar ellos tenían artes varias; y hete aquí que se encuentran con un Estado sudamericano que 
escapa a su manaza de hierro y anda queriendo construir su destino con su sola voluntad. Se trata 
del Paraguay, con el que han tenido sus más y sus menos. Un país pequeño, selvático y caluroso, 
que busca y parece haber encontrado un camino propio de desarrollo sin burgueses ingleses (…) que 
aquí también había unos cuantos que andaban codiciando al Paraguay y teniéndole miedo por el 
mal ejemplo que ostentaba ante los pueblos de esta y de otras partes de América”. (Pomer, 2011: 
31) Por eso, más adelante afirma que “no es una conclusión excesiva admitir que el grande y 
definitivo beneficiario de la guerra es el capitalismo inglés, que no solamente remacha áureas 
cadenas con que sujeta al Brasil a través de una deuda en pavoroso crecimiento, si no que el libre 
acceso al Mato Grosso y otras zonas del Imperio le brindará el disfrute de minerales, piedras 
preciosas y materias primas, y la posibilidad de vender mayor volumen de producción industrial”. 
(ibídem: 72) 
26 
 
Hay una interpretación de la Guerra contra el Paraguay que resulta nodal 
para el análisis y comprensión de nuestro tema central: los levantamientos del 
interior contra la guerra. Nos referimos a la realizada por Juan Bautista Alberdi4, 
quien rebautiza la llamada “triple alianza” como “triple infamia”. Recordemos que 
este personaje en sus últimos años revisa muchas de las posiciones que había tenido 
años antes que podemoscaracterizar como liberales. Alberdi argumenta que la 
guerra contra el Paraguay es una de las últimas etapas de las guerras civiles, pues se 
enfrentan dos modelos de nación posibles: el que apunta a la soberanía política 
desde el logro de la independencia económica a partir del desarrollo de las fuerzas 
productivas propias, con la integración de todos los sectores sociales y el resguardo 
de la cultura nacional; y por el otro, el modelo dependiente, solo productor de 
materias primas, elitista y europeísta. 
La guerra también, como la piensa José María Rosa, puede ser tomada como 
la parte final del drama que comienza con Caseros en el 52. (Rosa, 1964) En ese 
mismo sentido se manifiesta Giménez Vega: “una misma línea de conducta, mejor dicho: de 
inconducta, guía a los pocos hombres que llevaron adelante la hazaña de Caseros y del Paraguay 
(…) dos nombres unidos en una distancia de trece años (…) que llevó el unitarismo entreguista 
rivadaviano a sus últimas consecuencias”. (Giménez Vega, 1961: 9) 
La triple alianza es la “consecuencia lógica de la política inaugurada en Caseros” 
(Jauretche, 2008: 69), donde se rompe la defensa de los límites de los países 
hispanoamericanos, no obstante la del Paraguay tiene en cierto punto finalidades 
distintas, en tanto en el caso de Brasil se trata de una política-nacional (no de 
partido), mientras que para el mitrismo y los colorados se trata de una política de 
facción. Miguel Ángel Scenna destaca que la guerra bien pudo evitarse, y que la 
misma constituye un peligro geopolítico, ya que se antepuso lo ideológico al interés 
nacional, y luego de Caseros la fuerza del Imperio Brasilero es enorme, y Paraguay 
sirve en cierto punto de contrapeso en la región. 
La guerra entonces como una guerra civil, nos lleva por la “huella” de la 
perspectiva latinoamericana, entendiendo que sin la misma resulta imposible 
comprenderla, no se puede analizar desde la óptica de las “patrias chicas”. 
 
4 Para la contextualización de la crítica puede consultarse el libro Peña, David. (1965). Alberdi, los mitristas y la 
guerra de la Triple Alianza. Buenos Aires: Peña Lillo. 
27 
 
Argumenta Alberdi “si Buenos Aires deseara la unión de los argentinos, no habría necesitado 
buscarla por el camino de la guerra con el Paraguay. Hay un camino más corto, que está siempre en 
su mano, y sería el de devolver a la nación lo que es de la nación –su renta, su tesoro. Pero 
devolverla de palabra, o en principio, no es devolverla de hecho (…) las guerras exteriores de ese 
país (Argentina) no son más que expedientes suscitados a propósito, ya por la una, ya por la otra 
de sus dos fracciones, para encontrar la solución interior que cada una desea. Son guerras civiles en 
el fondo, bajo la forma de guerras internacionales, como la presente (refiere a la del Paraguay)”. 
(Alberdi, 20015: 153-154) 
Recordemos que también los años de la guerra civil, también en la 
interpretación del tucumano, está marcada porque Buenos Aires acapara para sí la 
renta de la aduana y el puerto. En este sentido afirma que “la federación argentina es una 
especie de alcancía en que todas las provincias guardan sus rentas, pero cuya llave está en manos de 
Buenos Aires y cuyo tesoro sólo sirve al que tiene la llave. La llave es el puerto de Buenos Aires”. 
(Alberdi, 2007: 88) Es por ello que considera que “no son los unitarios y federales, son 
Buenos Aires y las provincias. Es una división de geografías, no de personas; es local, no política. 
Con razón cuando se averigua quiénes son los unitarios y federales y donde están, nadie los 
encuentra; y convienen todos en que esos partidos no existen hoy; lo que sí existe a la vista de todos 
es Buenos Aires y las provincias, alimentando a Buenos Aires”. (ibídem: 94) 
Ortega Peña y Duhalde afirman que a partir de su condena a la agresión 
imperialista contra el Paraguay y contra el mitrismo, “la oligarquía no podría perdonárselo 
jamás. Era uno de los suyos, que denunciaba la infamia”. (Ortega Peña y Duhalde. En 
Peña, 1965: 20) No obstante, destacamos que una clara limitación de la 
interpretación de Alberdi, es no abordar el accionar de la “política invisible” 
británica en la guerra. 
 
 
 
 
 
 
5 Esta cita (y otras en adelante), corresponden al libro editado en Paraguay bajo el nombre de “La guerra del 
Paraguay” (de Juan B. Alberdi), se trata de la reproducción de una importante parte del libro de Alberdi “El 
imperio de Brasil ante la democracia en América”. En los fragmentos que son repetidos en la edición de 
Paraguay utilizamos esa versión, mientras que en los demás (es decir, los que no incluye la edición paraguaya 
bajo ese título), utilizamos la original. 
28 
 
3. El imperio teje los hilos de la maniobra sobre el 
Paraguay 
 
Gran Bretaña, que había intentado colonizar el Plata en 1806-1807 pero el 
pueblo criollo lo había hecho morder “el polvo de la derrota”, procura un cambio 
en su estrategia virando el intento de dominación formal-directa, a una indirecta-
informal como se establece en el famoso Memorial de Casterleagh (redactado en 
mismo momento de las invasiones). A partir de allí y a lo largo de todo nuestro 
proceso de emancipación Gran Bretaña “juega la carta” de la balcanización de 
nuestro continente. Procura que no se establezcan polos de poder importantes y 
busca sostener un equilibrio en que solo exista su beneficio. 
Consumada la segregación luego de la emancipación de nuestro continente, 
no quiere dejar “cabos sueltos”. El sostenimiento de las “patrias chicas”, divididas 
unas de las otras, en la postración económica en tanto su dependencia (a partir de la 
producción y exportación de materias primas), de Gran Bretaña. Paraguay, además y 
por las razones expuestas anteriormente, viene a romper este equilibrio, de ahí que 
maniobre fuertemente sobre los intereses diversos de la región para cimentar un 
statu quo que beneficie al imperio. Si para ello es necesario “ir a la guerra” y destruir 
una nación, no le temblará el pulso (acostumbrado a los atropellos, piratería, 
ocupaciones, crímenes, etc.). Vale aclarar que no queremos significar que solo es una 
maniobra británica, sin interés y “culpabilidad” de los actores internos, Mitre, 
Flores, el Imperio brasilero son parte de esta estrategia por razones diversas. Aquí 
no hay “inocencia” desde ya, hay intereses políticos y económicos. 
 Hay una cuestión que resulta central para comprender los acontecimiento: 
José María Rosa, a partir de su investigación, afirma que la Triple Alianza no surge el 
1 de mayo con la firma formal del tratado, sino el año anterior en Puntas del Rosario 
(18 de junio de 1864). Incluso el diplomático brasilero Saraiva afirma, años más 
29 
 
tarde, que allí nació la alianza contra el Paraguay. Así el tratado es anterior al 
“ataque” perpetrado por Paraguay sobre Corrientes de abril de 1865. Quien se 
encuentra “entre bambalinas” presionando para la guerra y constituye el “verdadero 
autor del drama” es el Ministro inglés en Buenos Aires: Edward Thorton. 
La idea que “vende” el diplomático británico es que una alianza Argentina-
Brasilera en torno al Uruguay “calmaría” al Paraguay de López. Cabe mencionar que 
Mitre tenía en Flores la carta para derrocar al gobierno blanco (Flores había iniciado 
su rebelión en los años del gobierno de Berro, que es presidente de marzo de 1860 
al mismo mes de 1864), y que Gran Bretaña piensa su posición estratégicamente en 
tanto procura que Uruguay no “caiga” en manos argentinas o brasileras. El viejo 
anhelo del imperio, el “algodón” entre dos cristales o el estado tapón que tanto 
había hecho por crear no podía ahora caer bajo el dominio de algunos de los dos 
países quedando con el dominio sobre el Plata y los ríos interiores. 
En la trama este último presiona sobre el Ministro de RelacionesExteriores 
Rufino de Elizalde, por intermedio de quien “persuade” al vacilante diplomático 
brasileño José Antonio Saraiva, y llegan al oriental Flores. La firma del 
“compromiso” la hacen este último con Andrés Lamas y Florentino Castellanos. No 
obstante, las condiciones que se ponen, Thorton lo sabe (es parte de la trama), son 
inaceptables para Aguirre y Herrera (incluso ante el gobierno de Aguirre dispuesto a 
aceptar, tejerá nuevamente la intriga para que éstas sí sean inaceptables totalmente –
éstas incluían la entrega del gabinete a los colorados-), de ahí entonces será la 
intervención argentino-brasilera en favor de Flores. 
 Otro acontecimiento nodal lo constituye la firma del “protocolo” entre 
Elizalde y Saraiva, que sella la alianza Argentino-Brasileña contra el gobierno blanco 
de Montevideo (y por lo tanto contra el paraguayo). El 22 de agosto se firma el 
ignominioso acuerdo, Rosa lo reproduce y comenta elocuentemente: “en interés de 
mantener la Independencia, Integridad territorial y Soberanía de la República Oriental del 
Uruguay (con mayúscula para mayor solemnidad), la Argentina "garante de esa Integridad, 
Independencia y Soberanía" (se repiten las mayúsculas) deja manos libres a Brasil para "proceder 
contra la Nación Oriental, como proceden todas las naciones en caso de desinteligencias". Para 
invadirla, ocuparla, saquearla y destruirla "sin mengua de la Independencia, Integridad y 
Soberanía". El mitrismo salvaba las formas con las mayúsculas del protocolo, y Saraiva ataba a la 
30 
 
Argentina a la suerte de Brasil”. (Rosa, 1964: 166) Unos días más tarde la escuadra 
brasilera ataca un buquecillo de guerra oriental, y poco después comienzan los 
ataques y ocupación sobre diversas ciudades orientales. Argentina profesa, como 
veremos a continuación, un falso neutralismo. 
 El acuerdo se revela recién el 5 de junio de 1865 en el Congreso de Brasil. 
Estanislao Zeballos, quien lo tradujo y lo publicó por primera vez en nuestro país, 
sostiene que “pocas veces se ha consagrado una ironía más honda en un documento público. 
Pactar la intervención de dos potencias fuertes en un país débil, a fin de cambiar un gobierno por 
otro que responda a los intereses del Brasil (y a los de Mitre, como bien agrega León 
Pomer), fue el objeto de las conferencias Mitre-Saraiva”. (Zeballos. Cit. en Pomer, 2010: 
94) 
Cuando comienzan los primeros movimientos del imperio brasilero sobre el 
Uruguay, Paraguay había enviado su respuesta al ultimátum sobre el Uruguay: 
“Paraguay juzgará cualquier ocupación del territorio oriental… como atentatorio al equilibrio de 
los Estados del Plata… descargándose desde luego, toda responsabilidad de las ulterioridades”. 
(Cit. en Rosa, 1964: 168) La trama está consumada, los acontecimientos tienen la 
huella que marca el camino hacia la Guerra contra el Paraguay. 
La invasión brasilera genera la temprana repulsa del interior argentino sobre 
la misma, y también sobre el mitrismo cómplice. Urquiza mientras, fiel a su 
tradición, coquetea con López y su definición a favor del Paraguay, pero también 
fiel a su accionar termina pactando con Brasil y Buenos Aires contra el interior 
argentino, el pueblo y gobierno paraguayo. Vale resaltar que Urquiza, en este 
momento de la invasión brasilera al Uruguay, más que árbitro probablemente su 
accionar y definición por uno u otro bando sería definitivo, no casualmente Brasil 
envía a un diplomático de alta reputación: José María Paranhos (que ya conocía a 
Urquiza de los tiempos en que se armaba Caseros, y de otras ocasiones). 
Privilegió nuevamente, como en Caseros a decir de Jauretche, su condición 
de estanciero a la de político, entre sus intereses están por ejemplo la consumación 
de la venta de 30 mil caballos (prácticamente todos los de la provincia) al imperio 
brasilero por unos 13 patacones cada uno (totalizando unos 390 mil patacones), así 
mientras se consuma el ataque final sobre Paysandú “(Manuel) Osorio (futuro 
Marqués de Erval y jefe de la caballería), ganaba río por medio otra batalla –la de “los 
31 
 
30.000 caballos”-, más fácil quizás y menos gloriosa, pero más decisiva para la causa del 
imperio”. (Rosa, 1964: 185) 
A Solano López no le queda otra alternativa que avanzar sobre Uruguay para 
combatir contra el imperio. El “falso neutralismo” argentino se evidencia cuando 
Solano López pide “permiso” a la Argentina para pasar por el territorio de 
Corrientes, para auxiliar al Uruguay. Mitre lo niega, mientras permite el paso fluvial 
de la escuadra brasileña, lo que determina la declaración de guerra de Paraguay 
contra la Argentina el 18 de marzo 1865. Esta declaración pública es 
deliberadamente ocultada por el gobierno argentino (que, al menos, el 8 de abril está 
certificado tenía conocimiento de la misma). Resulta que “la inmensa mayoría de los 
argentinos era partidaria de Paraguay en una guerra contra Brasil en defensa de la libre 
determinación de los estados del Plata. Solamente una minoría (los liberales mitristas de Buenos 
Aires) querían enredar a la República en la alianza con el Imperio”. (Rosa, 1964: 210) 
Mitre pretende hacer ver a la Argentina como agredida, su intención es 
plantear la guerra contra el Paraguay como una “cruzada” de la civilización contra la 
barbarie. De esta forma, además de ocultar y hacerse el desentendido sobre la 
declaración (que se conocía ya en todo el mundo), realiza una maniobra para hacer 
aparecer a la Argentina como “agredida”. La estrategia es, al saber del inicio de las 
hostilidades paraguayas por tierra pero también por agua, dejar dos buques (uno en 
malas condiciones, y otro de poco poder –se trata del Gualeguay y el 25 de Mayo-), en 
la “ruta” de modo que las fuerzas paraguayas (como era lógico), se apoderaran de 
los mismos. Finalmente es lo que sucede. No por casualidad Elizalde escribe en una 
carta “López pisó la celada: nos llevó los vapores de Corrientes”. (Elizalde. Cit. en Pomer, 
2010: 12) León Pomer suma que la provincia de Corrientes había sido 
deliberadamente desamparada. 
El clima de guerra se viene preparando, observamos por ejemplo que a fines 
de 1864 escribe el diario “La Nación Argentina” bajo el título “El Atila Americano”, 
que “al triunfo del Paraguay seguirá para nosotros el reinado de la barbarie. Inclinarse al 
Paraguay no es sólo defeccionar la causa de la civilización y el derecho de los pueblos oprimidos, es 
traicionar a la República Argentina”. (La Nación Argentina. Cit. en Bray, 1945: 237) 
Ahora sí, la Argentina “civilizada y pacífica”, aparecía como la agredida por la 
barbarie paraguaya del Dictador López. Manifestaciones de repudio se suceden en 
32 
 
Buenos Aires. Mitre pronuncia allí, desde los balcones de su casa, la conocida arenga 
que dice: “en 24 horas a los cuarteles, en quince días en Corrientes, en tres meses ¡en Asunción!”. 
(Mitre, cit. en Rosa, 1964: 213) El Tratado formal de la Triple Alianza ya estaba en el 
“horno”. Evidentemente los tres meses terminaron siendo una expresión de deseo, 
pues no fue así, sino que la guerra se extiende por cinco años, consumiendo el resto 
del gobierno de Mitre, y parte de los dos primeros años del gobierno de Sarmiento. 
La historiadora Liliana Brezzo indica que la promesa de Mitre (compartida 
con Elizalde, quien pensaba que con la alianza con el Brasil, la guerra duraría tres o 
cuatro meses), era difícil de cumplir, pues el ejército argentino no tenía la 
preparación para ese rápido accionar. (Brezzo, 2004) A lo que debemos sumar que 
tampoco tuvo en cuenta el odio por el mitrismo en las provincias y los lazos de 
hermandad con el Paraguay. 
Cabe destacar en este punto también que Francisco Solano López se 
desempeña, durante el gobierno de su padre, como General en Jefe del Ejército y 
Ministro de Guerra (antes de cumplir los 19 años). Desde allí, “emprendió con 
inteligencia y ardor la organización de las Fuerzas Armadas del país”. (Bray, 1945:103) Y 
una vez en la Presidencia, la defensa nacional es una de sus preocupaciones 
predilectas, no por belicista, sino más bien “porque a la paz y a la tranquilidad reinantes 
en el pequeño país mediterráneo, que vive su existencia casi mística en el retiro del trabajo y de la 
disciplina, no corresponde por desventura el estado de anarquía disolvente que destroza, desangra y 
divide a sus vecinos (…) se arma para defenderse y es contra el Imperio de Don Pedro que van 
dirigidas su medidas de previsión”. (ibídem: 180) En la férrea resistencia del pueblo 
paraguayo se demuestra el valor de “la identificación del pueblo con la idea nacional”. 
(Jauretche, 2008: 70) 
 Resulta pertinente aquí destacar que el Mariscal López unos años antes en la 
consideración del Coronel Arturo Bray “desea paz y unión en la familia argentina, porque 
la sabe necesarias para la suya propia”. (Bray, 1945: 181) Por eso escribe ante la guerra 
civil en el Plata que hace “votos porque los pueblos argentinos hallen un medio de dirimir sus 
diferencias si efusión de sangre”. (López. Cit. en ibídem) En este sentido, resulta claro que 
López no tiene intenciones de avanzar sobre la Argentina, pues no resultaría lógico 
pretender la unión del enemigo. 
33 
 
 El 1º de Mayo de 1865, el mismo día en Bartolomé Mitre abre las sesiones 
del Congreso, finalmente se firma el Tratado de la Triple Alianza6 en Buenos Aires. 
La firma del mismo como su ratificación (del 24 de mayo), es secreta, lo que lleva a 
Navarro Viola desde las páginas de La América a decir certeramente que “el tratado es 
secreto, la sesión es secreta, ¡sólo la vergüenza es pública!”. (Navarro Viola. 1866. Cit. en 
Rosa, 1964: 216) 
Como ya sabemos a esta altura, por lo expresado anteriormente, este tratado 
no es una consecuencia de la “agresión” paraguaya o bien de la declaración de 
guerra de López, sino que el tratado viene de tiempo atrás, desde Puntas del Rosario 
y/o desde el protocolo de agosto del 64 firmado por Elizalde y Saraiva. Asimismo 
Mitre hace referencia al tratado tres meses antes de su firma, dice que en “la república 
Argentina está el imprescindible deber de formar alianza con el Brasil a fin de derribar esa 
abominable dictadura de López y abrir el comercio del mundo a esa abominable y magnífica región 
que posee, tal vez, los más variados y preciosos productos de los trópicos y ríos navegables para 
explotarlos”. (Mitre. 3-2-1865. Cit. en Chiavenato, 2011: 118) En el diario de Mitre 
también se encuentran varias referencias al mismo antes de su firma. Estos puntos a 
que hace referencia el argentino, aparecen claramente expresados en el Tratado. 
Este último, casi increíblemente, no deja lugar a dudas de las intenciones de 
la infame alianza, no por casualidad Chiavenato sostiene que es el “cuerpo del delito”, 
lo llamativo es el descaro, no obstante algún intento de ocultar las verdaderas 
intenciones tanto en el tratado como en el entramado que lleva a la guerra que 
desarrollamos, y también en la prensa, el texto del mismo es muy claro. 
Probablemente es la soberbia de las elites locales la que se manifiesta, el poder que 
les da impunidad, sumado el apoyo británico que seguramente sienten como un 
“escudo protector”. Este tratado y sus cláusulas decretaron “la guerra sin cuartel; porque 
ese acuerdo secreto dictó sentencia tremenda, como igual no la conocen los fastos de un mundo; 
porque allí perecía el Paraguay y perecía, como pereció, su pueblo legendario”. (Herrera, 1965. 
T1: 78) 
Una breve referencia al Tratado nos permite observar lo que argumentamos, 
pues si bien el mismo sostiene que la alianza está obligada “a respetar la independencia, 
soberanía e integridad del Paraguay”, otros artículos manifiestan las verdaderas 
 
6 Lo firman Octaviano, De Castro y Rufino de Elizalde. 
34 
 
intenciones, como sostiene José María Rosa, que contradicen esa “apariencia”. 
Veamos, establece en el art. 11 “quitarle a Paraguay la soberanía de sus ríos”, en el art. 14 
“cargar a lo que quedase de Paraguay toda la deuda de la guerra”, en el art. 16 “repartirse entre 
Brasil y Argentina – para “evitar las discusiones que traen consigo las cuestiones de límites”-una 
inmensa cantidad de territorio en litigio, o exclusivamente paraguayo”. (Rosa, 1964: 216-217) 
Julio José Chiavenato lo condena fuertemente en tanto considera que el tratado 
“determinaba inequívocamente, la destrucción del Paraguay”. (Chiavenato, 2011: 120) 
Por su parte, casi cien años antes que estos autores, Alberdi hace referencia al 
tercer artículo del protocolo, y a los argumentos del bando aliado para la guerra, 
sosteniendo que “la guerra es hecha en nombre de la civilización, y tiene por mira la redención 
del Paraguay, según dicen los aliados; pero el artículo 3 del protocolo admite que el Paraguay, por 
vía de redención sin duda, puede ser saqueado y devastado, a cuyo fin da la regla en que debe ser 
distribuido el botín, es decir, la propiedad privada pillada al enemigo. ¡Y es un tratado que 
pretende organizar una cruzada de civilización, el que consagra este principio!”. (Alberdi, 2001: 
230) 
Ese mismo 1 de Mayo, Elizalde, Octaviano y de Castro rubrican el protocolo 
adicional (también mantenido en secreto), donde establecen que “las fortificaciones de 
Humaitá serán demolidas, y no será permitido erigir otras de igual naturaleza (…) No dejar en 
Paraguay armas ni elementos de guerra; los que se encuentran serán divididos en partes iguales 
entre los aliados (…) los trofeos y botín que se tomen al enemigo serán divididos entre los aliados 
que hagan la captura”. (Cit. en Rosa, 1979: 135) Tiempo más tarde el tratado del 1º de 
mayo sale a la luz pública lo que obtiene una fuerte repulsa en nuestro continente (y 
en algunos otros países del mundo), como veremos más adelante. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
35 
 
4. Los coroneles de Mitre, y la brutal represión 
sobre los pueblos de las provincias como 
antecedente a la resistencia/represión en la 
guerra. 
 
Para la comprensión más profunda del entramado de la guerra en nuestro 
país, y más aún del levantamiento de los pueblos de las provincias interiores contra 
la infame guerra, resulta necesario abordar (aunque sea muy brevemente), algunos 
aspectos del gobierno de Mitre, y sobre todo, su avance sobre las montoneras. 
Coincidimos así con Natalicio González cuando afirma que la alianza con Brasil es 
notoriamente impopular, y que “si el gobierno de Mitre pudo consumar (el avance sobre 
Paraguay), fue avasallando previamente, a sangre y fuego, la voluntad de los pueblos”. 
(González, 1968: 13) 
Luis Alberto de Herrera considera certeramente que es un error deslindar la 
guerra del Paraguay de los acontecimientos del Uruguay (Herrera, 1965. T2). En ese 
mismo sentido, nosotros aquí pensamos que también es erróneo deslindarla de la 
política mitrista en la pre-guerra (y desde ya, en la política hacia el interior durante la 
misma). Todo forma parte del rompe-cabezas de subordinación de nuestro país a 
los designios de su Majestad. 
Había pasado una década del derrocamiento de Juan Manuel de Rosas, el país 
se había dividido en virtud del golpe del 11 de septiembre dado por la oligarquía 
porteña con tal de no repartir la renta de la aduana y federalizar el puerto, matanzas 
sangrientas como las de Villamayor7 o Cañada de Gómez8, hasta la defección de 
 
7 La matanza de Villamayor, “olvidada” por la historiografía oficial-liberal, se produce en 1856 cuando las 
fuerzas de la Confederación intentan reintegrar a la díscola Buenos Aires, pero fracasan y se produce la feroz 
represión dejando 115 fusilados por orden de Mitre, Alsina, Obligado y De la Riestra. 
8 La matanza de Cañada de Gómez (1861), también “olvidada” como tal por los historiadores mitristas (y 
contada entre sus “victorias”), se producedos meses después de Pavón cuando las fuerzas mitristas con la 
36 
 
Urquiza (y la traición a la causa del interior), en Pavón. Mitre, “ganador”9 de la 
batalla se hace con la Presidencia del país, supuestamente unificado, pero realmente 
dividido porque el porteño imposibilita la organización nacional en tanto sostiene 
las causas que llevaron a los enfrentamiento de los años inmediatamente anteriores. 
Mitre decide dos cuestiones que se ligan entre sí: por un lado, sentar las bases 
de la Argentina como una semi-colonia de Gran Bretaña; y por otro lado, sabe que 
para hacerlo necesita derrotar a los pueblos del interior con sus caudillos que 
pretenden un modelo de país diferente. El historiador riojano Ricardo Mercado 
Luna pinta el retrato de ese momento: “un día, después de Cañada de Gómez –secuela 
sangrienta de Pavón-, El General Bartolomé Mitre (…) Tuvo un sueño mientras reposaba en la 
almohada de sus triunfos. Era una visión. La visión del país portuario (…) librecambista y 
agrario, con pocas y selectas familias dueñas de la riqueza y el poder, un pueblo disciplinado, 
sobrellevando su pobreza con pulcritud y buenos modales, un ejército fuerte, brazo armado de la 
civilización y de los buenos negocios”. (Mercado Luna, 2006: 21) 
El mitrismo entonces comienza a establecer o profundizar las bases del país 
dependiente de Gran Bretaña, con una economía abastecedora de materias primas 
para la industrialización del imperio. Para ese país subordinado se avanza en el 
trazado de los ferrocarriles, bajo la injerencia británica, en forma de abanico al 
puerto de Buenos Aires, la “tela de araña” metálica que aprisiona a la mosca que es 
la nación a decir de Raúl Scalabrini Ortíz, la instalación de bancos extranjeros 
(británicos), el aumento de la deuda externa que venía de los años de otro personajes 
pro-británico (Bernardino Rivadavia), la dependencia de la flota mercante extranjera, 
el permiso a los diarios extranjeros (entre ellos británicos), en nuestro país, la 
apropiación privada de la renta agraria diferencial que va conformando y/o 
consolidando una clase oligárquica atada al disfrute de la misma, todo claro bajo los 
designios e influjo del liberalismo económico. La “patria chica” de cara al Atlántico 
 
dirección de Venancio Flores sorprenden una partida federal, y asesinan sin piedad a 400 federales. El método 
utilizado es el degüello. De ahí el apodo de Flores como “El degollador de Cañada de Gómez”, título que no 
lo horrorizaba según cuenta José Luis Busaniche, en tanto se jactaba de su acción. Paunero le escribe a Mitre: 
“es la segunda edición de Villamayor corregida y aumentada”. (Paunero a Mitre. Cit. en Busaniche, 1984: 714) 
9 Recordamos que en la batalla de Pavón, Urquiza teniendo ganada la contienda decide dar la orden de 
retirada y dejar el triunfo a Mitre. Por eso, Rufino Blanco Fombona destaca la poca capacidad militar de 
Mitre, recordando que Pavón no puede considerarse una victoria, también que éste había perdido una batalla 
contra los pueblos indígenas estando éstos mucho peor pertrechados para la batalla, y también destacando el 
desastre de Curupayty, comentando que “si Mitre es pequeño como poeta, más pequeño aún como político, y microscópico 
como militar, es, como historiador, un hombre sin escrúpulos que falsificado la historia de todo el Continente”. (Blanco 
Fombona, 1981: 259) 
37 
 
y de espaldas el interior provinciano y a Suramérica. Sin independencia económica, y 
por lo tanto con escasos márgenes de soberanía política. Un país de pocos para 
pocos. El pueblo reprimido o explotado 
Como decíamos anteriormente para esto se encuentra con un “escollo”: el de 
los pueblos de las provincias, “aferrados al suelo”, a las tradiciones propias, 
defensores de las mejores banderas del proceso de emancipación y del federalismo 
argentino, insurreccionadas contra un modelo de país que los deja afuera, nos 
somete al interés británico, rompe con nuestra identidad común de pueblo criollo, 
mestizo, ligado al continente Suramericano, somete nuestra industria artesanal (que 
en los años de Rosas había resurgido en base a la de la época virreinal), a la 
extranjera10. La imposición modelo económico dependiente se apoya para 
imponerse en un modelo represivo. En este sentido, cabe resaltar que lo que 
“introducía Buenos Aries en las provincias del Noroeste no era el progreso capitalista, sino, 
precisamente, el estancamiento. Luego haría lo mismo en el Paraguay, a mayor escala y con más 
tremendo costo”. (Terzaga, 1976: 148-149) 
Así, Mitre define una campaña militar al interior argentino, con epicentro en 
el Noroeste. En marzo de 1863, luego de más de un año de avance sobre las 
provincias, y luego del Tratado de Banderita (que haremos referencia poco más 
adelante), Mitre contesta una carta a Sarmiento donde explica la naturaleza de la 
intervención que piensa: “mi idea se resume en dos palabras: quiero hacer en La Rioja una 
guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones (…) Declarando ladrones a los montoneros 
sin hacerles el honor de considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango 
de reacciones, lo que hay que hacer es muy sencillo”. (Mitre a Sarmiento. Cit. en Rosa, 1979: 
35) 
Sarmiento clarifica a los coroneles a qué se refiere el Presidente con 
“sencillo”: “está establecido en este documento, en derecho, la guerra a muerte (…) Es permitido 
entonces quitarles la vida donde se los encuentre”. (ibídem) Fermín Chávez afirma que “es casi 
seguro que la “guerra de policía” fue un recurso sugerido por la inteligencia imperial para eliminar 
las perturbaciones a cualquier precio”. (Chávez, 1975: 75) 
 
10 Esta cuestión puede profundizarse en Rosa, José María. (1967). Defensa y pérdida de nuestra independencia 
económica. Buenos Aires: Huemul. 
38 
 
En este marco, esa campaña es de una feroz represión. El historiador 
cordobés Alfredo Terzaga afirma enfáticamente que “no sólo consiguió el General Mitre 
hacer contra la montonera una cumplida guerra de policía, sino que también incrustó el concepto en 
la conciencia histórica de varias generaciones, esclavas todas, en un grado o en otro, de la opción 
maniqueísta entre civilización y barbarie”. (Terzaga, 1976: 142-143) 
No resulta casual que Mitre para la “tarea” de represión sobre la montonera 
“contrate” varios mercenarios extranjeros como Rivas, Arredondo, Sandes, 
Irrazábal, Flores, en tanto especula “con que cumplirían mejor las órdenes de exterminio, 
dada su condición de extranjeros (…) Suponía con mucha razón que los orientales estaban en 
mejores condiciones que los nuestros para confiarles este ejército portador no sólo de armas de guerra, 
sino también de instrumentos de tortura”. (Mercado Luna, 2006: 16 y 42) No obstante, 
como marca bien el mismo autor también hay “compatriotas”, porteños desde ya, 
pero incluso del interior como los casos de los riojanos Vera, Dávila, Barrios, etc. 
Estos, como también los Linares, Echegaray, Loyola, etc. son los Coroneles de Mitre. 
Los autores materiales de un plan diseñado por otros. 
La estrategia que se lleva a cabo en un primer momento para la ocupación 
del interior luego de Pavón se desarrolla en varios frentes: los Taboada, desde 
Santiago del Estero, invaden Salta (Antonio), y Tucumán (Manuel); Paunero y 
Marcos Paz que se encuentran en Córdoba avanzan sobre Catamarca, y el primero 
da la orden de ocupar La Rioja (se lo hace desde tres frentes: con Echegaray y 
Carranza desde Córdoba, Loyola desde San Luis, y Sandes desde San Juan); Rivas y 
Sarmiento actúan sobre la región cuyana; mientras sobre el Litoral avanzan Flores, 
Ferré y Reguera. La situación del mitrismo en las provincias es compleja,

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