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He aquí, soy un Dios de milagros

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2/11/23, 23:30 He aquí, soy un Dios de milagros
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He aquí, soy un Dios de milagros
Por el élder Ronald A. Rasband
Del Cuórum de los Doce Apóstoles
Los milagros, las señales y las maravillas abundan entre los seguidores de Cristo hoy en día, tanto en la
vida de ustedes como en la mía.
Mis queridos hermanos y hermanas, qué privilegio es poder estar ante ustedes hoy. Me uno a
quienes han hablado en esta conferencia y les testi�co que Jesucristo vive. Él dirige Su Iglesia; Él
habla a Su profeta, el presidente Russell M. Nelson, y Él ama a todos los hijos del Padre Celestial.
Este domingo de Pascua de Resurrección, conmemoramos la resurrección de Jesucristo, nuestro
Salvador y Redentor1, el Dios fuerte, el Príncipe de paz2 . Su expiación, que culminó con Su
resurrección luego de tres días en un sepulcro prestado, es el milagro supremo en la historia de la
humanidad. “Porque he aquí”, pronunció Él, “yo soy Dios; y soy un Dios de milagros”3.
“… ¿han cesado los milagros porque Cristo ha subido a los cielos, y se ha sentado a la diestra de
Dios?”4, pregunta el profeta Mormón en el Libro de Mormón. Él responde: “… no; ni han cesado
los ángeles de ministrar a los hijos de los hombres”5.
Después de la cruci�xión, un ángel del Señor se apareció a María, quien había ido al sepulcro junto
con otras mujeres para ungir el cuerpo de Jesús. El ángel dijo:
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”6.
“No está aquí, porque ha resucitado”7.
El profeta Abinadí, del Libro de Mormón, proclamó acerca de ese milagro:
“… si Cristo no hubiese resucitado de los muertos […], no habría habido resurrección.
“Mas hay una resurrección; por tanto, no hay victoria para el sepulcro, y el aguijón de la muerte es
consumido en Cristo”8.
Los hechos milagrosos de Jesucristo llevaron a los antiguos discípulos a exclamar: “¿Quién es este,
que aun manda a los vientos y al agua, y le obedecen?”9.
Al seguir a Jesucristo y escucharlo enseñar el Evangelio, los antiguos Apóstoles fueron testigos de
muchos milagros. Ellos vieron que “los ciegos [veían], los cojos [andaban], los leprosos [eran]
limpiados, y los sordos [oían]; los muertos [eran] resucitados y a los pobres [era] anunciado el
evangelio”10.
Los milagros, las señales y las maravillas abundan entre los seguidores de Cristo hoy en día, tanto
en la vida de ustedes como en la mía. Los milagros son actos, manifestaciones y expresiones divinos
del poder ilimitado de Dios y una con�rmación de que Él es “el mismo ayer, hoy y para siempre”11.
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Jesucristo, que creó los mares, puede calmarlos; Él, que dio vista a los ciegos, puede elevar nuestra
mira hacia los cielos; Él, que limpió al leproso, puede curar nuestras enfermedades; Él, que sanó al
paralítico, puede llamarnos a que nos levantemos, diciéndonos “Ven, sígueme”12 .
Muchos de ustedes han presenciado milagros, más de lo que se dan cuenta. Puede que parezcan
pequeños comparados con los que hizo Jesús al levantar a los muertos, pero no es la magnitud lo
que los hace ser milagros, sino el hecho de que vienen de Dios. Algunos insinúan que los milagros
son simples coincidencias o pura suerte, pero el profeta Ne� condenó a quienes “menosprecian el
poder y los milagros de Dios, y se predican su propia sabiduría y su propia instrucción, para
enriquecerse”13.
Los milagros se producen mediante el poder divino de Aquel que es “poderoso para salvar”14. Los
milagros son extensiones del plan eterno de Dios; son una ayuda esencial del cielo a la tierra.
El otoño pasado, la hermana Rasband y yo nos dirigíamos hacia Goshen, Utah, para un evento
Cara a Cara que se iba a transmitir a más de 600 000 personas en 16 idiomas diferentes15. El
programa se centraría en los eventos de la restauración del evangelio de Jesucristo y preguntas
enviadas por jóvenes adultos de todo el mundo. La hermana Rasband y yo habíamos revisado las
preguntas, y vimos que nos daban la oportunidad de testi�car de José Smith como profeta de Dios,
del poder de la revelación en nuestra vida, de la restauración continua del evangelio de Jesucristo y
de las verdades y los mandamientos que más atesoramos. Muchos de ustedes que hoy están
escuchando fueron parte de aquel evento milagroso.
Originalmente se iba a transmitir desde la Arboleda Sagrada en el norte del estado de Nueva York,
como José Smith testi�có: “Vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no
admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al
otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!”16. Eso, hermanos y hermanas, fue un milagro.
Debido a la pandemia mundial, nos vimos obligados a reubicar la transmisión desde Goshen,
Utah, donde La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha reproducido un sector
del antiguo Jerusalén para hacer �lmaciones. Ese domingo, faltando pocos kilómetros para llegar a
Goshen, la hermana Rasband y yo vimos un espeso humo que provenía de esa dirección. Los
incendios forestales estaban azotando la región y nos inquietó el riesgo que eso suponía para la
transmisión. Efectivamente, faltando veinte minutos para las seis de la tarde, que era el horario de
nuestra transmisión, se fue la electricidad en todo el complejo. ¡Sin electricidad, no hay
transmisión! Había un generador que algunos pensaban que podríamos utilizar, pero no había
garantías de que fuera su�ciente para los so�sticados equipos que teníamos.
Todos nosotros en el programa, incluso los narradores, los músicos, los técnicos —además de los
veinte jóvenes adultos de nuestra propia familia— estábamos muy comprometidos con lo que se iba
a hacer. Me aparté de sus lágrimas y confusión reinantes para suplicar al Señor un milagro. “Padre
Celestial, rara vez he pedido un milagro, pero te pido uno ahora”, dije en mi oración. “Esta
reunión debe darse para todos nuestros jóvenes adultos en todo el mundo. Necesitamos la
electricidad para hacerlo, si es Tu voluntad”.
Siete minutos después de las seis de la tarde, volvió la electricidad tan súbitamente como se había
ido. Todo comenzó a funcionar, desde la música y los micrófonos hasta los videos y todo el equipo
de transmisión. Comenzamos inmediatamente. Habíamos experimentado un milagro.
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Más tarde, cuando la hermana Rasband y yo volvíamos en auto a casa, el presidente Nelson y su
esposa nos enviaron este mensaje: “Ron, queremos que sepan que apenas nos enteramos de que se
habían quedado sin electricidad, oramos pidiendo un milagro”.
Está escrito en las Escrituras de los últimos días: “Porque yo, el Señor, he extendido mi mano para
ejercer los poderes del cielo; no lo podéis ver ahora, pero dentro de un corto plazo lo veréis, y
sabréis que yo soy, y que vendré y reinaré con mi pueblo”17.
Eso es exactamente lo que sucedió. El Señor extendió Su mano y la electricidad volvió.
Los milagros se producen mediante el poder de la fe, como nos enseñó tan potentemente el
presidenteNelson en la última sesión. El profeta Moroni exhortó a las personas: “Porque si no hay
fe entre los hijos de los hombres, Dios no puede hacer ningún milagro entre ellos; por tanto, no se
mostró sino hasta después de su fe”.
Él continuó:
“He aquí, fue la fe de Alma y de Amulek lo que hizo que se derribara la prisión.
“He aquí, fue la fe de Ne� y de Lehi lo que obró el cambio en los lamanitas, de modo que fueron
bautizados con fuego y con el Espíritu Santo.
“He aquí, fue la fe de Ammón y de sus hermanos lo que obró tan gran milagro entre los
lamanitas […].
“Y en ningún tiempo persona alguna ha obrado milagros sino hasta después de su fe; por tanto,
primero creyeron en el Hijo de Dios”18.
Y a esta secuencia de las Escrituras, yo podría agregar: “Y fue la fe del elenco de jóvenes adultos, de
los técnicos de la transmisión, de los líderes y de los miembros de la Iglesia, de un apóstol y de un
profeta de Dios lo que obró tan gran milagro de que fuese restaurada la electricidad a un remoto
estudio de �lmaciones en Goshen, Utah”.
Los milagros pueden venir como respuesta a las oraciones. No siempre consisten en aquello que
pedimos o esperamos, pero si con�amos en el Señor, Él estará allí y tendrá la razón. Él adaptará el
milagro al momento que lo necesitemos.
El Señor efectúa milagros para que recordemos Su poder, Su amor por nosotros, Su participación
desde los cielos en nuestra experiencia terrenal y Su deseo de enseñarnos lo que es de más valor. “El
que tuviere fe en mí para ser sanado”, dijo Él a los santos en 1831, y la promesa sigue siendo
vigente, “y no estuviere señalado para morir, sanará”19. Hay leyes decretadas en los cielos y
nosotros siempre estamos sujetos a ellas.
En ocasiones, esperamos un milagro que sane a un ser querido, que revierta un hecho injusto o que
suavice el corazón de un alma amargada o desilusionada. Desde nuestra perspectiva terrenal,
queremos que el Señor intervenga para arreglar lo que esté dañado. Mediante la fe se producirá el
milagro, aunque no necesariamente en el momento o con la solución que deseábamos. ¿Signi�ca
eso que somos menos �eles o que no merecemos Su intervención? No, el Señor nos ama a todos; Él
dio Su vida por todos nosotros y Su expiación continúa librándonos de cargas y del pecado
conforme nos arrepentimos y acercamos a Él.
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El Señor nos ha recordado que “vuestros caminos [no son] mis caminos”2 0. Él nos ofrece: “Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”2 1, descansar de los
problemas, las desilusiones, los temores, la desobediencia, las preocupaciones por los seres queridos,
por los sueños rotos o perdidos. El sentir paz en medio de la confusión o la a�icción es un milagro.
Recuerden las palabras del Señor: “¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto? ¿Qué mayor
testimonio puedes tener que de Dios?”2 2 . El milagro consiste en que Jesucristo, el Gran Jehová, el
Hijo del Altísimo, nos responda con paz.
Tal como Él se apareció a María en el jardín y la llamó por su nombre, Él nos llama a que
ejerzamos la fe. María procuraba servirle y cuidar de Él. Su resurrección no es lo que ella esperaba,
pero sucedió de acuerdo con el gran plan de felicidad.
“Desciende de la cruz”2 3, le gritó la multitud de incrédulos en son de burla en el Calvario. Él
podría haber hecho tal milagro, pero Él conocía el �n desde el principio y procuraba ser �el al plan
de Su Padre. No debemos pasar por alto ese ejemplo.
Él nos ha dicho en tiempos de pruebas: “Mirad las heridas que traspasaron mi costado, y también
las marcas de los clavos en mis manos y pies; sed �eles; guardad mis mandamientos y heredaréis el
reino de los cielos”2 4. Ese es el milagro, hermanos y hermanas, que se nos ha prometido a todos
nosotros.
Este domingo de Pascua de Resurrección, en el que celebramos el milagro de la resurrección de
nuestro Señor, como apóstol de Jesucristo les dejo mi bendición para que sientan el poder del
Redentor en sus vidas y que sus invocaciones a nuestro Padre Celestial sean contestadas con el
amor y el compromiso que Jesucristo manifestó en Su ministerio. Oro para que permanezcan �rmes
y �eles en todo lo que ha de venir y los bendigo para que haya milagros en sus vidas, como el que
experimentamos en Goshen, si es la voluntad del Señor. Procuren estas bendiciones del cielo para
sus vidas al “buscar a este Jesús de quien han escrito los profetas y apóstoles, a �n de que la gracia
de Dios el Padre, y también del Señor Jesucristo, y del Espíritu Santo, que da testimonio de ellos,
esté y permanezca en vosotros para siempre jamás”2 5. En el nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
1. Véase Job 19:25.
2. Véase Isaías 9:6.
3. 2 Ne� 27:23.
4. Moroni 7:27.
5. Moroni 7:29.
6. Lucas 24:5.
7. Mateo 28:6.
8. Mosíah 16:7–8.
9. Lucas 8:25.
10. Mateo 11:5.
11. Moroni 10:19.
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/isa/9.6?lang=spa#p6
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/2-ne/27.23?lang=spa#p23
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/7.27?lang=spa#p27
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/moro/7.29?lang=spa#p29
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/24.5?lang=spa#p5
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/28.6?lang=spa#p6
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https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/11.5?lang=spa#p5
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2/11/23, 23:30 He aquí, soy un Dios de milagros
https://w w w.churchof jesuschrist.org/study/general-conference/2021/04/52rasband?lang=spa 5/5
12. Lucas 18:22.
13. 2 Ne� 26:20.
14. Doctrina y Convenios 133:47.
15. Según Michael Madsen, 11 de enero de 2021.
16. José Smith—Historia 1:17.
17. Doctrina y Convenios 84:119.
18. Éter 12:12–15, 18.
19. Doctrina y Convenios 42:48.
20. Isaías 55:8.
21. Mateo 11:28.
22. Doctrina y Convenios 6:23.
23. Mateo 27:40.
24. Doctrina y Convenios 6:37.
25. Éter 12:41.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/luke/18.22?lang=spa#p22
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/2-ne/26.20?lang=spa#p20
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/133.47?lang=spa#p47
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/pgp/js-h/1.17?lang=spa#p17
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/84.119?lang=spa#p119
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/bofm/ether/12.12-15,18?lang=spa#p12
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/42.48?lang=spa#p48
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/ot/isa/55.8?lang=spa#p8
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/11.28?lang=spa#p28
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/6.23?lang=spa#p23
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/nt/matt/27.40?lang=spa#p40
https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/6.37?lang=spa#p37
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