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Victoria sobre la escasez - Edwin Santiango

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EDWIN SANTIAGO
SERIE: FINANZAS SIN LÍMITES
1
VICTORIA
SOBRE LA
ESCASEZ
DEDICADO
A mi amado padre, quien supo superar las dificultades por 39 años en el
ministerio de Evangelista, y nos enseñó que sembrar es el camino hacia la
cosecha de bendición.
CONTENIDO
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Introducción
Atravesando la tormenta
1. Edifica el altar
2. Invoca el Nombre del Señor
3. Planta tu tienda
4. Cava tu pozo de agua
Acerca del autor
Copyright
About the Publisher
L
INTRODUCCIÓN
os tiempos que vivimos son momentos de incertidumbre y desasosiego.
A nivel nacional e internacional el mundo ha experimentado una
profunda crisis e inestabilidad, y se tambalea ante la posibilidad de una
debacle económica. Un incremento en la inflación y una desaceleración de la
economía de los Estados Unidos son las principales causas del temor que ha
invadido los mercados mundiales. El descenso súbito de la bolsa de valores
en los Estados Unidos ha traído también como consecuencia una caída de los
indicadores económicos de naciones tan distantes como la India, que hace
poco sufrió su tercera más grande baja en términos absolutos.
La agitación de las multitudes que aun recuerdan la gran depresión de los
Estados Unidos, y que se aterrorizan ante la posibilidad de que esta se vuelva
a repetir, es algo que ya está siendo considerado aun por el gobierno Federal
de los Estados Unidos de América, que trata de forma desesperada de tomar
medidas que traigan alivio al ya maltrecho cuadro económico.
Los medios de comunicación en sus últimas noticias revelan el cuadro de
inestabilidad financiera que nos rodea, y la tenebrosa realidad de los duros
días que se aproximan. Incluso, los peritos en la materia opinan que los
indicadores económicos parecen seguir indicando que la recesión económica
es algo ineludible.
El orden de los acontecimientos ha afectado adversamente al consumidor,
y ha colocado la economía familiar en una encrucijada. Los costos de los
productos de la canasta familiar escalan de manera descontrolada. Ya que el
valor del petróleo también continúa en ascenso; los combustibles aumentan a
la par. La inflación y el devalúo van de la mano. El mercado de valores, el
dólar, el euro, las divisas, el Banco Central, la Bolsa de Comercio, todos ellos
interactúan entre sí afectando a los países más desafortunados. Nuestros
hogares se encuentran afectados abruptamente sin que lo deseemos. La crisis
económica en Latinoamérica es una lucha cuerpo a cuerpo para cada familia
que debe enfrentar la ola de desempleo y limitación.
Sin embargo, aunque la realidad pretenda asediarte y te grite todo lo
contrario, es necesario que centres toda tu atención en Aquel que te ha
levantado en medio de otras tantas circunstancias, quizás aún peores. Debes
poner tus ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe pues, el ojo del Señor
está sobre los justos, y su oído presto para escuchar el clamor de su pueblo.
A
ATRAVESANDO LA TORMENTA
hora bien, ¿cómo puedes enfrentar la escasez? Es importante que sepas
que no es la primera vez que el ser humano debe pasar por una crisis
económica severa. A lo largo de la historia, ciudades y naciones enteras se
vieron afectadas por los problemas que enfrentaron sus economías. Es tan así,
que la Biblia misma nos narra estos sucesos.
Moisés lo relata así: En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella
región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso
Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimelec, rey de los
filisteos. (…) Esa noche se le apareció el SEÑOR, y le dijo: Yo soy el
Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por
amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu
descendencia. Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del
SEÑOR. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo
(Génesis 26:1;24-25).
Isaac, el hijo prometido a Abraham, al cual el Señor le había confirmado su
pacto antes de que naciera, se encontraba pasando por un tiempo de dificultad
económica. Recuerda, que ni aun Isaac podía controlar circunstancias como
esas. ¿Acaso no era Isaac el hijo de la promesa, el bendito por el Señor? Nada
de lo que Dios había pactado con Abraham había quedado invalidado.
Pero allí se encontraba Isaac con su familia en medio de la escasez. Fue
entonces que decidió descender a Egipto impulsado por la gran necesidad que
padecía toda la región. Sin embargo, Dios se le apareció y le dijo que no
fuera a esa nación; sino a la tierra que él le estaba mostrando. Pero además
agregó que debía habitar allí como forastero. El Señor prometió que estaría
con él y lo bendeciría, y que esas tierras serían suyas y de su descendencia.
Isaac oyó a Dios declarar que él sería multiplicado en gran manera; y que tan
sólo debía creer en el Señor, el Dios de su padre Abraham. Él debía tener fe
en medio de sus circunstancias.
Fue así que Isaac habitó en Guerar y salió victorioso en medio de la
escasez. El relato continúa narrando que Isaac sembró en aquella tierra, y
cosechó ese año ciento por uno. Dios lo bendijo tal como se lo había dicho.
Isaac fue enriquecido y prosperado; y se engrandeció hasta hacerse un
hombre muy poderoso, mucho más que los mismos habitantes de esas tierras.
Isaac habitó en Guerar y salió victorioso en medio de la escasez.
Isaac se apropió y usó llaves poderosas para salir de la necesidad. Y si tú
las aplicas a tus circunstancias, también serás un hombre y una mujer
victoriosos. Isaac servía al mismo Dios que tú y yo servimos.
Si nos detenemos y observamos con atención cómo sigue la Escritura,
descubriremos cuatro principios espirituales que Isaac puso por obra: edificó
un altar, invocó el Nombre del Señor, plantó allí su tienda, y ordenó que
sus siervos cavaran un pozo. Observa, en medio de la recesión económica,
los cielos cerrados, sin alimento y sin sustento, este hombre hizo cuatro cosas
que son indispensables para que tú puedas salir de la crisis donde te
encuentras, de la escasez que estás padeciendo. No importa cuán grande o
difícil sea la situación, ¡tú saldrás victorioso!
Pero Isaac no se cruzó de brazos, no se quedó paralizado lamentándose que
por lo que estaba viviendo, y solo reclamando lo que el Señor le había
prometido. No se quedó pensando qué podía hacer, sino que inmediatamente
hizo algo conforme al corazón de Dios. Ahí está el secreto, su actitud marco
la diferencia, su espíritu estaba dispuesto a agradar y obedecer al Señor.
Recuerdo hace ya unos cuantos años atrás, Argentina se enfrentó a una
cantidad de eventos terribles y el país entero atravesó por una recesión
económica increíble. El peso se devaluó contra el dólar y la situación se
convirtió en un caos interno. Las industrias se paralizaron. Miles de personas
quedaron desempleadas. No se fabricaba en absoluto nada. Los ahorros de la
gente fueron detenidos en los bancos y finalmente se esfumaron. De allí el
tan conocido internacionalmente “corralito". La producción había
desaparecido y con ella la clase media también. De buenas a primeras, la
clase media pasó a ser clase baja. Y la clase baja, descendió vertiginosamente
a la miseria. Familias enteras se hundieron en la depresión y el abandono, sin
vivienda y sin empleo. Los saqueos se multiplicaron, al igual que la violencia
y la delincuencia. Parecía que no había nada que pudiera detenerlo.
Vislumbrar un horizonte donde todo llegara a un final feliz era prácticamente
inadmisible. Pero, ¿hay para Dios alguna cosa difícil? Pues lo asombroso es
que en esa nación —aún hoy lo comentan las personas no cristianas— los
únicos que tenían dinero para seguir con las construcciones y afrontar todos
sus compromisos eran los cristianos. Ellos seguían con las obras que habían
comenzado. Las iglesias continuaban adelante, y en progreso. Nada en la
obra del Señor se paralizó, al contrario, cada día se vivía como un verdadero
milagro. Mientras todo el país sorteaba su suerte entre sus mandatarios, la
iglesia de Jesús avanzaba.
El verdadero pueblo de Dios jamás estará estancado por la escasez, porque
sus recursos no provienende la tierra, sino del cielo, del Dios que tiene poder
para suplirnos y hacer con nosotros lo que Él disponga.
De la misma manera ocurrió en Egipto. Moisés extendió su mano hacia el
cielo, y densas tinieblas cubrieron toda la tierra de esa nación durante tres
días. Nadie podía ver a su prójimo, ni siquiera levantarse. Pero los israelitas,
que veían a los egipcios sumidos en una la plaga de tinieblas, poseían luz en
sus habitaciones.
Dios se ha propuesto en su santa voluntad santificar a su pueblo. Y cuando
utilizo la palabra santificar me refiero a separar, a poner a un lado, a hacernos
diferentes. El Señor anhela santificarnos para llevarnos a un lugar especial,
donde experimentaremos algo diferente al mundo que nos rodea. Mientras
alrededor se den todo tipo de estados e incidentes inesperados, la iglesia
jamás será afectada, pues ella no opera en el sistema del cosmos. La iglesia
de Cristo opera por el gobierno del Reino de Dios. Por eso, cuando en la
tierra hay hambre y escasez, el Reino de Dios del cual somos nacidos siempre
tiene abundancia.
C
1
EDIFICA EL ALTAR
omo mencionamos anteriormente, lo primero que hizo Isaac fue edificar.
Él edificó un altar para el Señor. Edificar tiene que ver con construir,
levantar, fabricar o fundar. Así como Isaac erigió un altar al Señor, de la
misma manera tú también tienes que aprovechar para edificar, para levantarte
y construir tu hombre espiritual durante los momentos de crisis y escasez que
debas experimentar. No existe circunstancia alguna en tu vida que te impida
aprovechar el tiempo de escasez para construir tu ser interior y levantarte. No
importa qué tan grave sea tu problema, necesidad o situación por la que estés
atravesando. Nunca le digas al Señor cuán grande son tus problemas, sino
dile a tus problemas cuán grande es tu Dios.
No en vano el apóstol Santiago nos insta a tener sumo gozo cuando nos
hallemos en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de nuestra fe produce
paciencia. También el apóstol Pablo afirma que las tribulaciones producen
paciencia; y la paciencia, experiencia; y la experiencia, esperanza. Y la
esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo.
No es tiempo para descansar y sentarnos a esperar. Es el momento de
avanzar y marchar. Estamos a la puerta de una dimensión sobrenatural que
nos acerca más a Dios. El tiempo de crisis debe ser la escalera de ascenso que
me eleva hacia el lugar que el Señor me ha destinado. Si hoy tú decides
construir en medio de la dificultad, no habrá nada que te pueda alejar del
propósito que el Señor ha trazado para tu vida. Tu hombre espiritual crecerá y
se levantará como nunca antes, porque tú sabes que estando cerca en la
presencia del Señor está la respuesta que necesitas. Edifica tu ser interior
sobre tu fe, ora en el Espíritu y consérvate en el amor de Dios, esperando su
misericordia. La fe es la que nos sostiene en tiempos de prueba y angustia.
Ella es nuestro fundamento para que no nos cansemos de edificar y seamos
levantados en el poder que opera en cada uno de nosotros.
Ignoro si tú has crecido y tu hombre espiritual ha sido edificado en medio
de las tribulaciones. Lo que sí sé es que aquellos que pusieron sus ojos en
Jesús, supieron con certeza que debían aprovechar ese momento en sus vidas,
y con el fundamento en su fe construyeron su espiritualidad. No te enfoques
en la tormenta que hay fuera, porque allí no hay nada que pueda ayudarte.
Céntrate en lo que tienes dentro, tu fe; sólo ella te sostendrá para salir
victorioso.
Quizás estés pensando y hasta te digas: “Yo no tengo una fe tan poderosa,
la mía es apenas una pequeña medida". Pues debes saber que Jesús dijo que el
tamaño de tu fe no es lo importante, sino en quién está fundamentada. Si está
centrada en el Todopoderoso, en Aquel que hace posible todas las cosas,
entonces lograrás alcanzar tu meta y obtendrás la victoria.
No importa lo que pase, no importa lo que venga, la fe que tú tienes,
aunque sea como un grano de mostaza, es poderosa para cambiar y alterar la
historia de cualquier acontecimiento.
La semilla de mostaza es sumamente pequeña, pero cuando es sembrada
echa raíces muy profundas. Esto hace que el árbol que crece sea muy grande,
robusto y frondoso. Cualquiera que ignora cómo es esa semilla no podría
imaginar siquiera de dónde nació el árbol. ¡Anímate, el diablo tiembla más
frente a un cristiano que posee una fe del tamaño de un grano de mostaza,
que a mil ejércitos en esta tierra!
Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican. Y a
veces, esta verdad se ha mal interpretado creyendo que Dios es el que va a
hacer todo. Sin embargo, debes saber que en los momentos decisivos de tu
vida tú tienes la decisión final de edificar tu casa espiritual. Cada uno de
nosotros somos colaboradores juntamente con el Señor para levantar la casa
en la que él quiere morar. Si Dios no está presente, si él no es el constructor
principal, el gran arquitecto, el que dirige la obra, en vano trabajaremos
nosotros. Sigue sus indicaciones, Él es el gran ingeniero.
Del mismo modo que Isaac, todos los grandes hombres de fe, de la historia
cristiana pasaron sus tiempos de angustia, tribulación y desierto. El mismo
David lo expresó así: Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras
me echan en cara a todas horas: ¿Dónde está tu Dios? Mortal agonía me
penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan
en cara a todas horas: ¿Dónde está tu Dios? (Salmo 42:3 y 10).
David, el rey de Israel, también atravesó crisis y problemas; y estando en
medio del desierto, sus enemigos le gritaban a la cara: ¿dónde está tu Dios?
Al igual que a él, el enemigo retará tu fe. Pero él decidió no inquietarse ni
angustiarse, sino confiar en el Dios de su salvación. Él no temía lo que
pudieran hacerle los hombres. Su fe estaba fundada en la Roca. El Señor es la
Roca sólida que sostiene todas las cosas con la palabra de su poder.
Han venido tormentas, y con ellas las noches calmas y serenas, pero en
todas ellas el Señor es el que nos ha guiado y guardado. Podemos decir a viva
voz: ¡Gloria a Dios!
Si nos acercamos a la Roca Viva, la principal piedra del ángulo, Jesucristo,
en lugar de correr desorientados y temerosos por doquier, él nos sostendrá
con su mano poderosa.
Ya no somos extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de todos los
santos, miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de
los apóstoles y profetas. En Jesús todo el edificio, bien armado, se va
levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. Y en él también,
edificados juntamente por el Espíritu de Dios para ser su morada (Efesios
2:19-22).
Cuando somos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los
profetas, la piedra principal siempre es Jesucristo; la enseñanza independiente
de un hombre nunca puede ser nuestro fundamento. Lo único que puede
sostenernos en medio de todas las crisis es la Piedra angular, la Piedra
Principal que se llama Jesucristo.
Aunque el mundo entero entrara en una recesión económica mañana
mismo, la iglesia de Jesucristo no va a pasar necesidad. Si hubiere escasez,
ella tendrá abundancia. Los gobernantes, principados, reyes y autoridades,
todos se asombrarán del poder que se desata en el Nombre de Jesús.
Levántate y edifica en tu vida un altar de devoción a tu Dios y Señor.
Aprovecha cada situación de prueba, y continúa la carrera que tienes por
delante, puestos los ojos en Cristo Jesús. No es tiempo de dudar. Este es el
tiempo de creer y crecer en él.
L
2
INVOCA EL NOMBRE DEL SEÑOR
o segundo que realizó Isaac fue invocar el Nombre de Jehová. Invocar es
justamente rogar, implorar, suplicar y clamar, entre otras cosas.
Pero, ¿te has preguntado por qué Isaac invocó el Nombre de Dios?
Evidentemente él conocía al Señor y sabía que si lo invocaba en el día de la
aflicción, el Señor lo asistiría. Tal es la promesa: … invócame en el día de la
angustia; te libraré, y tú me honrarás (Salmo 50:15).
¡Qué garantíatan preciosa! ¡Qué promesa tremenda y sólo para el pueblo
de Dios! El Señor nos está diciendo que clamemos a su Nombre, que es sobre
todo nombre, y él nos responderá y librará.
Todo aquel que invoque el Nombre del Señor será salvo. Y esto no es
exclusivo para aquellos que alcanzarán la salvación; sino que es un principio
para aplicar en todas las áreas de la vida cristiana. Cada vez que imploremos
su Nombre, él siempre responderá y nos auxiliará.
Salvar implica liberar, romper las cadenas, ser libre. Y cuando tú pasas por
una circunstancia difícil, lo único que puede librarte y ayudarte a permanecer
firme es que tú invoques el Nombre del Señor, que clames desde lo más
profundo de tu ser al Nombre que tiene el poder para sacarte de cualquier
lugar o circunstancia donde te encuentres.
Debes saber que Dios está cercano a todos los que le invocan de verdad.
Ora con fe. Él escuchará tu oración y clamor en medio de la crisis, si tú le
imploras de todo tu corazón.
Cuando tú clamas e invocas al Señor, estás orando presentando toda tu
vida delante de él. Reconoces así tu necesidad y tu imposibilidad de hacer
absolutamente nada si Dios no está en el asunto. En esos momentos no hay
protocolo, no hay un maestro de ceremonias que te diga cómo hay que hacer
las cosas. Qué decir antes o después. Sólo estás tú y el Señor. Él todo lo sabe
y conoce de ti. Pero anhela que te acerques al Trono de la gracia
confiadamente.
Cuando los discípulos de Jesús estaban en la barca, se levantó en el mar
una gran tempestad. La tormenta era tan grande que las olas cubrían
totalmente la barca. Jesús dormía y parecía no enterarse de lo que estaba
sucediendo. Entonces sus discípulos lo despertaron desesperadamente y le
dijeron con gran clamor: ¡Señor, sálvanos, que moriremos! Pero Jesús, en
completa paz, les respondió por qué temían. Y agregó que eran hombres de
poca fe. Inmediatamente se levantó y reprendió al viento y al mar, y la
tormenta cesó. Si estás a punto de hundirte en medio de la tempestad, clama,
ruega, implora en sencillez: ¡Señor, ayúdame!, y el Señor te salvará. Deja de
lado la formalidad, lo ceremonial, y acércate a tu Señor y Salvador.
Cada vez que yo he invocado su Nombre, él siempre me ha respondido y
salido a mi encuentro. No podemos acudir a nadie de esta tierra para que nos
supla y nos solucione los problemas. Sin él, nada somos. Él conoce nuestra
necesidad mejor que nosotros mismos. Y lo que nosotros necesitamos no
proviene de esta tierra; por lo tanto, yo no tengo que comunicarme con nadie
más que con Él. En Cristo están todas las soluciones posibles e imposibles
para tu vida, y te dará mucho más abundantemente de lo que siquiera puedas
imaginar, conforme al poder que opera en ti.
Isaac supo reconocer su necesidad y a quién acudir para salir victorioso de
la escasez que lo rodeaba. Tú también debes saber identificar cuál es tu falta
y así rogar al Señor por su ayuda. Si escuchas malas noticias en la radio o en
el televisor, o lees el periódico, en vez de lamentarte y apabullarte, échate de
rodillas al piso de tu habitación, clama al Nombre del Señor y confía que él
es tu pronto auxilio en las tribulaciones.
Jesús nos aseguró que todo cuanto pidamos al Padre en su Nombre, él nos
lo dará (Juan 16:23). Y es indudable que no hay una fórmula, o una elite de
personas adjudicadas para que el Señor les responda. Él es el que dispone,
aunque nosotros no entendamos demasiado. Nuestros pensamientos están tan
altos de los suyos como el cielo de la tierra. Por eso, el Señor le declaró a
Moisés que le daría pruebas de su bondad y le daría a conocer su Nombre. De
este modo vería su clemencia y su compasión para con quien Él quisiera
darlas (Éxodo 33:19). El Señor es más que la ley y él mismo la establece.
Para que nuestro gozo sea cumplido, debemos pedir en el Nombre de Jesús y
recibiremos la respuesta.
Recuerdo la ilustración de un gran predicador del 1800 aproximadamente.
Contaba que su hija se había enfermado seriamente y no podía levantarse de
la cama, y mucho menos caminar. Su cuarto se encontraba en el primer piso y
este hombre escuchaba constantemente el gemido de la niña. Así que entró a
la habitación con el deseo profundo de ayudarla de alguna manera. Todo lo
que hizo fue infructuoso. Parecía que nada podía aliviar a su hija. Entonces,
después de varios intentos, bajó las escaleras para desayunar. Pero los
sollozos de la niña continuaban e iban en aumento. Su padre ya no toleraba
más la situación. La tristeza, la angustia y la confusión lo invadían. Sin
embargo, el Señor lo sorprendió. Escuchó su voz apacible que le decía: “Pide,
y recibirás para que tu gozo sea cumplido". Y agregó: “¿Qué es lo que
cumple tu gozo hoy? Entonces aquel hombre ya agobiado y sin fuerzas, le
respondió: “Señor, tú lo sabes, que mi hija se levante". La historia narra que
aún antes que ella se levantara, el milagro se produjo y la niña fue totalmente
sana. Sólo tenía que clamar y pedir en el Nombre del Señor que su pequeña
fuera sanada. ¡Señor, sánala. Te lo pido en el Nombre de Jesús! Pero lo
tremendo es que el primero que recibió el milagro fue su padre, pues en su
espíritu sintió el gozo de que salud había venido sobre su hija.
Todavía la pequeña estaba en su cuarto, acostada sobre su cama y aún
seguía llorando y sin levantarse. Pero él dice que se incorporó de la mesa,
empezó a caminar y a subir la escalera hacia la habitación de la niña. Cuando
apenas le faltaba el último peldaño, su hija dio un grito a plena voz, corrió
hacia su padre y lo abrazó.
Este es el día que el Señor ha preparado para que tu gozo sea cumplido.
Levanta tu voz y clama, invoca su Nombre y pide con fe. No dudes, porque el
que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y
echada de un lado a otro. Confía y acércate confiadamente delante de su
presencia y Él concederá las peticiones de tu corazón. Él es el Dios de los
imposibles.
E
3
PLANTA TU TIENDA
n tercer lugar, Isaac acampó en el lugar que el Señor le había indicado.
Plantó allí su tienda. Él se estableció, se instaló, echó el fundamento. Se
determinó con decisión en medio de la crisis confiando en lo que el Señor le
había hablado. Se aferró a la promesa de que sería bendecido y multiplicado
en gran manera.
Su primer pensamiento fue trasladarse a Egipto; sin embargo, el Señor le
dijo que se dirigiera a Guerar. Y sin titubear hacia esa región se dirigió y se
ubicó con su familia.
Hay algunos que prefieren seguir sus propios razonamientos y ante una
situación de crisis, se trasladan hacia otros lugares pensando que allí la vida
será diferente. Pero yo quiero decirte que serás un triunfador y lograrás la
victoria si permaneces en el lugar donde Dios te ha plantado. Dios te puede
hacer fructificar justo en medio de donde tú estás. No precisas mudarte, solo
necesitas establecerte, plantarte y determinarte en el lugar donde estás para
que el Señor te bendiga. Por lo tanto, si tú te plantas y te determinas donde
Dios te ha colocado, no hay diablo ni infierno que pueda maldecirte ni sacarte
del centro de la bendición de Dios.
David había entendido lo que significaba permanecer en el centro de la
bendición de Dios, pues aunque cayeran a su izquierda mil, y diez mil a su
derecha, a él no le alcanzaría ni le afectaría ningún daño, fuera en la ciudad
que estuviera (Salmo 91:7).
Tienes que saber que la ciudad donde tú vives no es la que hará que tú
fracases; tampoco lo es la ciudad de la cual emigraste. Si Dios te plantó allí,
tienes que reforzar tus estacas y declarar: ¡De aquí no me mueve nadie,
porque el mismo Dios que me plantó en este lugar es el que me va a bendecir
mañana, tarde y noche! ¡No necesito mudarme para ser bendecido; lo que
necesito es creer a los principios que sustenta la Palabra de Dios!
Muchos olvidan los estatutos y preceptos que atesoran las Escrituras, y
cuando se avecina una recesión o una escasez económica, lo primero que
hacen es guardar sus diezmos y esconder sus ofrendas. Las decisiones hay
que tomarlas antes de las crisis; y cuando losproblemas aparecen,
determinarse en continuar con las decisiones adoptadas. Sin embargo, la
tendencia general es que cuando las cosas aprietan en la economía del hogar,
las ofrendas y los diezmos desaparecen de la lista de prioridades. Pues quiero
decirte que eso es como dispararte en el pie, porque si hay algo que tienes
que continuar haciendo es determinarte a cumplir con lo que la Palabra del
Señor te exhorta a hacer. No importa la situación en la que te encuentres.
Sería muy fácil obedecer lo que el Señor nos dice cuando todo marcha bien.
¿Qué mérito tiene eso? Difícil resultaría acatarlo cuando las cosas se estancan
y la economía se entorpece: cuando en el negocio no está entrando el mismo
dinero o cuando en el trabajo no te están pagando la cantidad acordada. Si la
situación te urge y comienza a apretarte, lo menos que tienes que hacer es
dejar al Señor en el último lugar. Muy por el contrario, él siempre debe ser lo
primero, la primicia; y aún añadirle un poco más. Si buscamos primeramente
su Reino y su justicia, todas las otras cosas serán añadidas y de nada
tendremos necesidad.
Isaac había decidido voluntariamente darle el primer lugar al Señor. Y en
medio de la crisis y la escasez sembró en la tierra de Guerar y cosechó ese
año ciento por uno. La bendición de Dios lo había alcanzado y llegó a
acumular muchas riquezas y ser un hombre muy rico.
Ahora bien, ¿cómo pudo haber sucedido esto si en aquel tiempo había
hambre en la tierra? Esto significa que la tierra no producía el fruto, no daba
fruto como debía darlo. ¿Acaso Isaac era diferente a los demás? Pues él era el
hijo de la promesa. En su simiente serían benditas todas las familias de la
tierra y su descendencia. Él podría haber consumido todas las semillas que
tenía hasta que se acabaran. Pero en lugar de eso, decidió creerle a Dios y
sembró lo que tenía confiando en que daría fruto.
Sin embargo, no todas las personas invierten lo poco o mucho que tienen
esperando cosechar más de lo que sembraron. Piensan que es un riesgo que
no pueden correr. Entonces deciden arbitrariamente guardar lo que tienen. Y
aún lo que tienen les es quitado.
No funciona así en el reino de Dios e Isaac lo sabía. Si él sembraba lo que
tenía, esto se multiplicaría, el fruto sería más grande y la recompensa vendría
en abundancia. Dios es glorificado en medio de la crisis y cuando tú siembras
y decides creer en el poder que opera en ti, es allí donde la bendición de Dios
se hace real y se manifiesta lo que el Señor ha prometido.
El momento de la siembra es justamente en medio de la crisis. Si te
encuentras atravesando problemas económicos, debes saber que éste es el
tiempo para sembrar. Isaac sembró la tierra que el Señor le había dado. Esa
tierra no era suya todavía, pero Dios le había dicho que donde sembrara, él le
daría la cosecha. Así que Isaac obedeció al Señor y pronto vio el fruto, la
bendición del cielo. Su semilla había dado fruto al ciento por uno. Por cada
semilla que sembró recogió cien más.
Pues quiero decirte que estás a la puerta de una dimensión espiritual
diferente, la dimensión del ciento por uno. Ahora más que nunca
experimentarás este principio. Donde tú siembres, de seguro vas a cosechar
cien veces más. Si hay escasez, allí se hará evidente la bendición y los
recursos del Señor. ¡No retengas tu semilla! Si la siembras, prosperará.
Isaac fue enriquecido grandemente hasta hacerse muy poderoso. Tuvo
ganado y muchos cultivos. Pero esto trajo envidia en aquellos que habitaban
las regiones vecinas. Sin embargo, finalmente todos reconocieron la mano
poderosa del Señor sobre su vida. Tienes que saber que si tú le tienes miedo a
los que te envidian, entonces tendrás que quedarte sin nada.
Aquellos que tienen envidia y codician los bienes de otros, generalmente
no pueden disimular sus rostros cada vez que el Señor trae su bendición.
Ellos anhelan lo que tú tienes y se les pasa la vida sin recibir y apreciar lo que
Dios les tiene preparado. Ignoran que Dios le da a cada uno conforme a la
medida de fe que la persona tenga. Dios ha prometido su bendición y así lo
hará.
La prosperidad que viene de Dios tiene que ver con su bendición fluyendo
desde tu alma, espíritu y cuerpo, porque él quiere llevarte a niveles que tú
nunca hubieras imaginado, dimensiones que jamás habrías soñado. Dios te va
a enriquecer en tu hogar, en tus finanzas y en todo lo que encares en su
Nombre.
El rey Salomón escribió el libro de Eclesiastés durante los últimos años de
su vida. Es interesante observar todos los cuestionamientos que él mismo se
plantea al haber vivido la vida con sus aciertos y equivocaciones. En este
libro se puede discernir cómo Salomón reflexiona, siendo ya anciano, frente a
determinados momentos dificultosos de la vida. Es así que también hace
mención en cuanto a cómo afrontar tiempos de escasez. Dice así: Lanza tu
pan sobre el agua; después de algún tiempo volverás a encontrarlo.
Comparte lo que tienes entre siete, y aún entre ocho, pues no sabes qué
calamidad pueda venir sobre la tierra. Cuando las nubes están cargadas,
derraman su lluvia sobre la tierra. Si el árbol cae hacia el sur, o cae hacia el
norte, donde cae allí se queda. Quien vigila al viento, no siembra; quien
contempla las nubes, no cosecha. Así como no sabes por dónde va el viento
ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la
obra de Dios, creador de todas las cosas. Siembra tu semilla en la mañana, y
no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si
ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas (Eclesiastés 11:1-6).
Es llamativo que aquí se esté hablando de prepararse para enfrentar el mal
que vendrá sobre la tierra con simplemente el acto de sembrar, invertir y
repartir. Si dabas un poco, da entonces más. Aprovecha este momento y
prepárate para el que sobrevendrá. El Señor no te está diciendo que guardes el
dinero o que lo conserves contigo. Lo que dice es determinante: ¡Siembra!
Si tus nubes están cargadas de agua, no faltará mucho para que se
derramen sobre la tierra. Algunos no comprenden esta ley fundamental en la
economía de Dios y de inmediato deciden dejar de hacer lo que deben. Y el
árbol que tanto esperabas que creciera, donde cayere allí se quedará. Pero
tienes que ser perseverante y constante. Hay nubes que son muy oscuras, pero
pasan tan rápido que no sueltan gota de agua alguna. Sin embargo, existen
otras que del mismo modo se hinchan de agua, se colman de humedad de tal
manera que el mismo cielo no puede contenerlas, y cuando tú menos lo
sospechabas dejan caer toda el agua acumulada por tanto tiempo.
Quizás tú has venido sembrando pacientemente esperando que la lluvia
germine tus semillas; y tu nube a la vez, se ha estado llenando de agua. Has
plantado día tras día a pesar de ver que el terreno se está resquebrajando y
cada vez está más desértico debido a la falta de agua. Pero no te das por
vencido, y continúas adelante. Has decidido ir por más. Diezmas y ofrendas
con un corazón alegre, pero tu nube aún no cae con su lluvia. Necesita seguir
recargándose. Y tú estás allí, en medio de la tormenta de tierra y viento seco.
Piensas en dejar de sembrar, ya que el resultado no es el que esperabas. La
lluvia que tanto ansías se demora más de lo que tú esperabas. Hasta has
llegado a cuestionarte que Dios no te responde. Con todo, hay algo dentro de
ti que te impulsa a continuar, a no rendirte. La nube está a punto de derramar
todo lo que estuviste plantando. La lluvia copiosa de abundancia está por ser
vertida sobre tu vida.
Observar el viento hasta que pase o las nubes hasta que se vacíen sólo te
harán desperdiciar tu valioso tiempo. No mires tus circunstancias, así no
progresarás. Anímate y obra por fe. Cree y aférrate a las promesas del Señor
que son eternas. Del mismo modo que ignoras el milagro de la vida, cómo
crece y se desarrolla un niño en el vientre de su madre, no puedes saber
cuándo la lluvia irrumpirá sobre tu sembradío con todo su caudal de agua
fresca y abundante. Esa es la obra del Señor. Élsabe qué es lo mejor para tu
vida y cuándo es el momento para recibirlo.
Debes verte a ti mismo como un agricultor, con su mente. El que cultiva,
siembra y cosecha con el mismo tesón, esperando obtener aquello para lo
cual trabaja día tras día. Es maravilloso sembrar cómo cosechar. Si no haces
lo uno, no puedes relacionar lo otro. En la dimensión de la vida donde tú
estás ahora, en la recesión económica que puedas estar atravesando, el Señor
te dice: ¡El momento es ahora! ¡Tienes que sembrar! ¡Y hazlo con un espíritu
gozoso, porque los que sembraron con lágrimas, con regocijo cegarán!
Éste es tu momento. Tú tienes que sembrar tu semilla; y sin saber cómo, la
semilla crecerá, aparecerá la espiga, la hoja, el fruto. Cuando el fruto esté
maduro y listo para ser arrancado, entonces tú meterás la hoz y recogerás tu
semilla. No te detengas, sigue sembrando. En el Señor, siempre lo mejor está
por venir.
Una estadística que se realizó en algunas iglesias, arrojó datos muy
interesantes. De aquellas personas que recientemente habían nacido a la fe, en
el año 2003 diezmaba un 20%. En el año 2004, había descendido a un 14%; y
en el año 2005, apenas un 6%. Esto nos está diciendo que cuánta más
necesidad y recesión económica ha habido en estos últimos años, menos son
los que deciden obedecer y adorar al Señor con sus diezmos y ofrendas. Si la
iglesia quiere prever para mañana, entonces tendrá que sembrar hoy. Siempre
hay terreno disponible para que puedas sembrar tu semilla; y aunque tú no
veas qué es lo que está pasando debajo del suelo, esa semilla es portadora de
vida, el proceso de la naturaleza continuará su curso y dará su fruto en su
tiempo.
A lo largo de todos estos años de ministerio, he aprendido que en la vida
tienes que hacer lo que debes.
Hace un tiempo atrás, tuve que renunciar a mi salario. La situación fue
bastante difícil y parecía que siempre faltaba algo de todo lo que necesitaba.
Sin embargo, el Señor permaneció fiel y me instó a poner en práctica los
principios que están plasmados en su Palabra. Entonces comencé a sembrar
aquello que tenía. Relojes, prendas, y algunas otras cosas. No quería que
nadie me comprara nada. Sólo sembraba día a día. Sentía en mi espíritu que
ésa era la manera de salir de la situación en la que me hallaba. No iba a
quedarme con los brazos cruzados.
Un día estaba mirando la televisión, y escuché una entrevista que estaban
haciéndole a un boxeador muy famoso. Era un deportista muy hábil
boxeando. Cuando de repente le preguntaron: «¿Cómo sales cuando estás
acorralado en una esquina del cuadrilátero?». Entonces él sonriendo
respondió: “Yo salgo dando". Esas palabras se metieron en mi corazón y
sellaron mi actitud a partir de ese momento. Yo también salgo de mi encierro
económico “dándole al enemigo". No voy a esperar con los brazos cruzados a
que la situación me destruya. Si el enemigo me quiere acorralar, saldré de mi
esquina «dándole».
A partir de ese momento decidí seguir sembrando a pesar de todas las
cosas; y hubo una explosión que aún no se ha detenido. La onda expansiva
continúa hasta hoy, y yo declaro que así seguirá. Porque cuando tú siembras
estás preparado en tu espíritu para recibir todo lo que viene de Dios con su
bendición. No hay nada que tú plantes en el terreno del Reino de los Cielos
que no produzca fruto.
Recuerda, éste es el tiempo del ciento por uno; y todo lo que plantes hoy,
va a producir su fruto al ciento por uno.
P
4
CAVA TU POZO DE AGUA
or último, Isaac ordenó a sus siervos que abrieran un pozo. Ellos cavaron
y para su asombro, hallaron agua. Corrieron a avisar a Isaac y le
informaron que habían encontrado agua en aquel lugar. Entonces Isaac lo
llamó el Pozo del Juramento, en hebreo “Beerseba". En ese mismo lugar se
halla hoy una ciudad con aquel nombre.
Isaac abrió esos estanques de agua. Ellos representan la revelación del
Espíritu. Y nosotros necesitamos destapar esas cisternas y estanques de
revelaciones, pues son las llaves poderosas que el Señor nos ha dado para
descubrir y abrir las puertas a dimensiones espirituales que aún permanecen
tapadas. Cada puerta cerrada posee una llave diferente; y a cada situación le
corresponde una de esas llaves que Dios te otorga con revelación.
El Señor te va dar las llaves que abrirán las puertas que han guardado
tesoros escondidos para otras generaciones.
Abraham también había abierto cisternas que luego fueron cerradas para la
generación de Isaac. De igual modo, esas llaves manifestarán a la iglesia lo
que por años estuvo encubierto hasta esta generación. Pero, si el Señor no es
el que te indica dónde abrir el pozo, dónde están esas llaves de revelación
para tu vida, tú no podrás hacerlo solo.
En el libro de Deuteronomio se halla una palabra profética para la iglesia
hoy: El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido
tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos.
Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. El
Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima,
nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del
Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado (Deuteronomio
28:12-13).
El Señor está diciendo que va a entregarnos su buen tesoro. Ese tesoro
generoso no está en la tierra, ni es el oro o la plata; tampoco lo son los
automóviles o las propiedades. Su buen tesoro no son las cosas ni las
posesiones de esta tierra, sino el mismo cielo, la revelación de su Palabra.
Es por este motivo que Santiago decía de cada uno de nosotros que somos
ricos en fe y herederos de las promesas.
No importa la situación que estés atravesando, porque tú tienes en tu poder
las llaves del cielo. Esas llaves te abrirán las puertas del gran tesoro de Dios,
y será tu pasaporte a dimensiones espirituales totalmente desconocidas hasta
ahora.
De algún modo, el Señor te está diciendo que tu mente será transformada, a
partir de esos pozos de revelación que tú mismo abrirás. Todo el sistema del
cosmos será cambiado por el sistema de Dios. Y a medida que recibas
revelación, el espíritu de tu mente será renovado. ¡Vive conforme a su
Palabra, los cielos serán abiertos y serás trasladado a dimensiones que
generaciones completas no descubrieron!
El Señor abrirá puertas que no se cerrarán y las entradas serán libres. Él irá
delante de ti y enderezará los lugares torcidos. Destruirá las puertas de bronce
y los cerrojos de hierro hará pedazos. Él te dará los tesoros escondidos y los
secretos muy guardados, para que sepas y no olvides que Él es el Señor
(Isaías 45:1-3).
ACERCA DEL AUTOR
Apóstol Edwin Santiago
El Dr. Edwin Santiago es Apóstol de la Iglesia Tabernáculo Internacional
en West Palm Beach, Florida. También posee un Doctorado en Divinidades y
es ministro ordenado de las Asambleas de Dios. Durante más de 30 años ha
ministrado la Palabra de Dios en Estados Unidos, Iberoamérica, y Europa. El
apóstol Edwin Santiago es parte del Consejo Pastoral de Editorial Vida,
fundador y Presidente de E.S. Ministries. También es anfitrión de su propio
Congreso anual de liderazgo Rompiendo Los Limites, evento internacional
que se realiza durante todo el año en distintos países. Conduce programas de
televisión a través de CTNI y ENLACE TBN a todo el globo.
A través de su mensaje el Edwin Santiago comunica las estrategias
esenciales para alcanzar las dimensiones espirituales que Dios desea, y
capacita a líderes, empresarios, y pastores para ser líderes en la iglesia del
siglo 21. También es autor de los libros: Rompiendo Los Límites, Fe
Explosiva, Paternidad Espiritual, y Códigos de Sabiduría.
La misión de Editorial Vida es ser la compañía líder en satisfacer las necesidades de las
personas con recursos cuyo contenido glorifique al Señor Jesucristo y promueva principios
bíblicos.
VICTORIA SOBRE LA ESCASEZ
Serie – Finanzas sin límites
Edición en español publicada por
EDITORIAL VIDA -2008
Miami, Florida
© 2008 por Edwin Santiago
All rights reserved under Internationaland Pan-American Copyright Conventions. By
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right to access and read the text of this e-book on-screen. No part of this text may be
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EPub Edition © APRIL 2013 ISBN: 978-0-829-77889-2
Edición: Gisela Sawin Group
Diseño interior: Gisela Sawin Group
Diseño de cubierta: William Hernández
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CONTRARIO, EL TEXTO BÍBLICO SE TOMÓ DE LA SANTA BIBLIA NUEVA
VERSIÓN INTERNACIONAL. © 1999 POR BÍBLICA INTERNACIONAL.
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	Title Page
	DEDICADO
	CONTENIDO
	Introducción
	Atravesando la tormenta
	1. Edifica el altar
	2. Invoca el Nombre del Señor
	3. Planta tu tienda
	4. Cava tu pozo de agua
	Acerca del autor
	Copyright
	About the Publisher

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