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POR UNA ESCUELA PÚBLICA Y LA INFANCIA - Félix Martí Alpera

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Colección dirigida por
Agustín Escolano Benito
SERIE CLÁSICOS DE LA EDUCACIÓN
CONSEJO ASESOR
Secretaria
Gabriela Ossenbach Sauter (UNED)
Miguel Beas Miranda (Universidad de Granada)
Carmen Colmenar Orzaes (Universidad Complutense de Madrid)
Narciso de Gabriel Fernández (Universidad de A Coruña)
Josep González-Agápito (Universidad de Barcelona)
Alejandro Mayordomo Pérez (Universidad de Valencia)
Antonio Viñao Frago (Universidad de Murcia)
María Esther Aguirre Lora (UNAM, México)
Jesús Alberto Echeverri (Universidad de Antioqui, Medellín, Colombia)
Antonio Nóvoa (Universidad de Lisboa)
Gregorio Weinberg (Buenos Aires) t
Entidad colaboradora: Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE)
Félix Martí Alpera
 
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Edición y estudio introductorio de Pedro Luis Moreno Martínez
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6
INTRODUCCIÓN, Pedro Luis Moreno Martínez
Notas biográficas
Entre la reflexión y la acción pedagógica
El estado de la escuela pública y la regeneración pedagógica
La renovación pedagógica en Europa: los viajes pedagógicos
La escuela graduada
La enseñanza
El magisterio primario
La protección a la infancia
Sobre los trabajos que componen este volumen
AGRADECIMIENTOS
BIBLIOGRAFÍA
Obras de Félix Martí Alpera
Libros
Capítulos de libros
Prólogos
Participaciones en jornadas
Publicaciones periódicas
Artículos en Avante. Revista mensual de Pedagogía (Madrid)
Artículos en Baixeras. Órgano de la Asociación «Los amigos del Grupo Escolar
Baixeras» (Barcelona)
7
Artículos en Boletín Escolar (Madrid, Casa editorial Calleja)
Artículos en Butlletí deis Amics del Grup Escolar Pere Vila (Barcelona)
Artículos en El Obrero Agrícola. Revista ilustrada. Órgano de la Federación de las
corporaciones Obrero-Católicas (Madrid)
Artículos en Escuelas de España (Madrid)
Artículos en La Escuela Moderna. Revista pedagógica hispanoamericana (Madrid)
Artículos en la prensa de Cartagena
Artículos en la prensa de Murcia
Artículos en la Revista de Educación (Sociedad General de Publicaciones, Barcelona)
Artículos en la Revista de Pedagogía (Madrid)
Artículos en La vida en la Escuela. Suplemento a la Revista de Pedagogía (Madrid)
Artículos en Murcia. Revista de Ciencias Artes-Letras e Instrucción Pública (Murcia):
Artículos en Nuevo Mundo (Madrid)
Artículos en Pro Infanca. Boletín del Consejo Superior de Protección a la Infancia y
Represión de la Mendicidad (Madrid)
Obras sobre Félix Martí Alpera -
Referencias bibliográficas
POR LA ESCUELA PÚBLICA Y LA INFANCIA
EL ESTADO DE LA ESCUELA PÚBLICA Y LA REGENERACIÓN PEDAGÓGICA
------- -- 1. AL PARTIR
2. DISCURSO DE D.FÉLIX MARTÍ ALPERA
La fórmula de nuestra regeneración. La escuela
Valor social de la escuela
8
Aspecto político
La escuela debe ser pública
Condiciones de la escuela moderna
Nuestra reforma escolar
El maestro
Conclusiones
3. LAS REFORMAS DEL CONDE DE ROMANONES
4. LAS ESCUELAS RURALES EN ESPAÑA
5. EL ESTATUTO DE CATALUÑA Y LA ENSEÑANZA
LA RENOVACIÓN PEDAGÓGICA EN EUROPA: LOS VIAJES PEDAGÓGICOS
6. NOTAS PEDAGÓGICAS DE UN VIAJE A FRANCIA
Camino de París
El Museo pedagógico de París. Librería de Ch. Delagrave
En la Exposición
Las Escuelas de París
7. VISITANDO ESCUELAS
8. LAS ESCUELAS DE ZÚRICH
9. POR LAS ISLAS DANESAS
LA ESCUELA GRADUADA
10. ORGANIZACIÓN DE LA ESCUELA GRADUADA
11. DE LA EDIFICACIÓN DE ESCUELAS
Conclusiones
9
12. EL PROBLEMA DE LAS CONSTRUCCIONES ESCOLARES DE BARCELONA
Preliminares
Los grandes edificios
Los solares
Las dependencias de la escuela
LA ENSEÑANZA
13. EL SENTIMIENTO DE LA RESPONSABILIDAD
14. OTRA EXCURSIÓN ESCOLAR
Preliminares
Camino de Escombreras
En Escombreras. Visitando la fábrica
Por la costa. En el mar
15. VENTAJAS DE LA SIMULTANEIDAD DE IDIOMAS EN LAS ESCUELAS DE
AQUELLAS REGIONES DONDE LA LENGUA NATIVA NO SEA LA OFICIAL
Admitidas por el Sr. Ponente
Adición
Proposición aceptada por la Sección para ultimar las conclusiones que deben pasar a
votación definitiva
Conclusiones rechazadas por la Sección
Enmienda a la conclusión 8á
Enmiendas retiradas
16. EL TRABAJO MANUAL EN EL GRUPO ESCOLAR BAIXERAS
17. LA EDUCACIÓN CÍVICA
10
I.Orientaciones
II. La educación cívica
III. El método de la instrucción cívica
N.Programa de instrucción social y cívica
Primer grado (de siete a nueve años)
Segundo grado (de nueve a once años)
Grado tercero (de once a catorce años)
Bibliografía
EL MAGISTERIO PRIMARIO
18. EL MAESTRO RURAL
19. LA ASOCIACIÓN NACIONAL DEL MAGISTERIO PRIMARIO
Ante sus próximas sesiones
20. LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS EN LA FORMACIÓN DE LOS MAESTROS
Nuestras clases de prácticas
La escuela y el niño
Cuerpo y espíritu
Educación moral, estética y social
21. LAS PRÁCTICAS DE ENSEÑANZA EN LA FORMACIÓN DE LOS MAESTROS
LA PROTECCIÓN A LA INFANCIA
22. DIARIO DE UNA COLONIA
Partes diarios
23. LA «CASA DEL NIÑO» EN CARTAGENA
11
 
12
PEDRO Luis MORENO MARTÍNEZ
Félix Martí Alpera (1875-1946) no fue un filósofo ni un teórico de la educación, sino
un educador práctico, un maestro, uno de los maestros españoles más destacados de las
primeras décadas del siglo xx, del que, ya en 1907, se afirmaba que treinta mil maestros
proclamaban su genio y consideraban que encarnaba «todo el prestigio de la escuela
española» (Anónimo, 1907, 137). En palabras de su biógrafo, Juan Benimeli, Martí
Alpera fue el «maestro nacional más famoso del país» (Benimeli, 1979, 28). Formó parte
de un grupo excepcional de maestros directores de escuelas graduadas emblemáticas y
de gran relevancia profesional, como Ángel Llorca, José Xandri Pich, Virgilio Hueso,
Rosa Sensat o María Sánchez Arbós, de inspectores como Lorenzo Luzuriaga, Luis
Álvarez Santullano, Antonio Ballesteros, Herminio Almendros, Juan Comas o Santiago
Hernández Ruiz, y profesores de escuelas normales como Margarita Comas, Rodolfo
Llopis o Rodolfo Tomás y Samper, que ejercieron una función de mediación
fundamental entre la recepción de las nuevas corrientes pedagógicas, su plasmación
normativa, su introducción y adaptación a la escuela española y su difusión entre el
magisterio primario.
Autor prolífico, publicó más de una treintena de obras de carácter pedagógico y
didáctico, con una importante aceptación, difusión y frecuentes reediciones, promovidas
por algunas de las editoriales más influyentes de la época (González-Agápito, 1979).
También fue colaborador asiduo de un extenso elenco de publicaciones periódicas
pedagógicas, entre las que cabe destacar, entre otras, re vistas tan prestigiosas como La
Escuela Moderna. Revista pedagógica hispano-americana (1891-1934), creada por Pedro
de Alcántara García, o la Revista de Pedagogía (1922-1936), fundada y dirigida por
Lorenzo Luzuriaga, de cuyo consejo de redacción también formó parte. Una revista que
a partir de 1927 se convirtió en portavoz oficial de la Liga Internacional para la
Educación Nueva en España y en la que participaría lo más granado de la intelectualidad
posregeneracionista, reformista y socialista (Viñao, 1994-1995, 24-43). Martí Alpera
también perteneció al consejo de redacción de Avante en el que se darían cita
conservadores y católicos sociales, así como algunos «progresistas» como nuestro autor
(Boyd, 2000, 187). Desde las páginas de sus libros y sus colaboraciones en las
publicaciones especializadas o en la prensa diaria, así como en sus conferencias y
ponencias en congresos y asambleas profesionales, denunciaría la escuela anquilosada,
memorística, caduca y abandonada por los gobernantes, y propagaría alternativas
renovadoras que contribuirían a formar y concienciar al magisterio primario de la
necesidad de crear una escuela pública moderna tomando como referencia las corrientes
13
pedagógicas internacionales de la Escuela Nueva.
La introducción a la presente antología no tiene la pretensión de ofrecer un análisis
general y exhaustivo acerca de la vida y la obra de tan excepcional maestro, un estudio
que, sorprendentemente, aún está por acometer, sino la de aproximar al lector a su
biografía, así como a las principaleslíneas programáticas presentes en su reflexión
pedagógica y en su acción educativa.
NOTAS BIOGRÁFICAS
Félix Martí Alpera nacía el 15 de junio de 1875 en Pueblo Nuevo del Mar, en la
playa del Cabañal, en Valencia. Perteneciente a una familia de armadores de barcos de
pesca y de navegación de cabotaje, su vocación por la docencia surgió en el seno de la
escuela primaria en la que colaboraría con su maestro, Vicente Ballester Fandos; una
escuela con más de un centenar de escolares. La carrera de Magisterio la estudiaría en la
Escuela Normal de Valencia, obteniendo el título de Maestro Superior a los dieciséis
años. Antes de cumplir los diecisiete ya era maestro por oposición de la Escuela de la
Casa de Misericordia de Albacete. A los veinte años Martí Alpera se acogió a la
disposición promulgada por el ministro Groizard, por la que se daba prioridad a la
formación sobre los años de servicio, de tal modo que los docentes que obtuvieran la
condición de maestro Normal, que se lograba en Madrid, quedaban en el escalafón por
delante de aquellos maestros que contaban con 15 6 20 años de servicio. Durante su
estancia en Madrid participó en las conferencias del Ateneo, del Museo Pedagógico y las
excursiones organizadas por los institucionistas Manuel B.Cossío y Agustín Sardá.
Obtuvo sobresaliente en todas las asignaturas y premio en el título. A los veintidós años
ganaba unas oposiciones, consiguiendo la categoría máxima de maestro superior con un
sueldo anual de 2.250 pesetas, el más elevado que por aquel entonces percibían de
entrada los profesores numerarios de las Escuelas Normales (Torres, 1928, 25-27).
En la región de Murcia tomaba posesión, el 28 de agosto de 1897, de una escuela
superior de niños en Lorca. Un año más tarde, el 1 de septiembre de 1898, se
incorporaba a una escuela de idéntica categoría en Cartagena, ciudad en la que
permanecería hasta 1920. En Cartagena se casaría con Josefina Ibáñez y tendría a sus
hijos, Félix y Josefina. Para Martí Alpera también en lo profesional fue ésta una etapa
crucial. Según sus palabras, «en mis 22 años de estancia en Cartagena llevé a cabo la
obra más sólida y lograda de mi vida profesional» 1. Desde Cartagena emprendería sus
viajes pedagógicos, escribiría algunos de sus libros más emblemáticos, que tanto
contribuirían al afianzamiento y difusión de su prestigio profesional y tomaría parte
activa junto al maestro Enrique Martínez Muñoz, inspirador del proyecto, en la creación
14
de las primeras escuelas graduadas de España, modelo escolar del que llegó a ser su más
destacado promotor (Viñao, 1985, 1990). También desarrollaría una amplia labor en
defensa de la infancia, como lo atestigua su contribución a la introducción de las
colonias escolares en la región de Murcia o las iniciativas emprendidas, como Secretario,
desde su constitución en 1908 hasta su traslado a Valencia en 1920, de la Junta local de
Protección a la Infancia de Cartagena, una de las más activas y relevantes de la España
de su tiempo (Moreno Martínez, 2000). Tras veintidós años de ejercicio profesional en
Cartagena, en 1920 se trasladaría primero a la escuela aneja a la normal de Valencia y
cuatro meses después a la de Barcelona, en la que sería nombrado sucesivamente
director de dos de los grupos escolares construidos por el Patronat Escolar del
Ayuntament de Barcelona, las emblemáticas escuelas «Baixeras» y «Pere Vila»
(Martínez Álvarez, 2003, 175-176). Grupos escolares que serían ensalzados por aquellos
profesores y maestros que, animados por el prestigio de los mismos y de su director, los
visitaron. Así sucedería, por ejemplo, con el «Baixeras», del que se destacaría, entre
otros aspectos, su magnífico edificio, instalaciones y equipamiento, la compenetración
del profesorado, la enseñanza activa, las excursiones, las colonias de vacaciones, las
conferencias, la biblioteca infantil circulante, el cinematógrafo escolar, las asociaciones
de niños y de padres o la publicación de la revista Bai.xeras (Andrés, 1927, 110-119;
Chico, 1928, 301-303). Depurado y separado del magisterio tras la Guerra Civil, moría
en Barcelona en 1946 a los 71 años de edad.
ENTRE LA REFLEXIÓN Y LA ACCIÓN PEDAGÓGICA
Cuando Félix Martí Alpera comenzó su actividad docente, a finales del siglo xix, la
escuela pública española presentaba un panorama desolador. Una escuela pobre en lo
material, espacios, instalaciones y recursos, con un profesorado escasamente retribuido y
manifiestamente falto de formación, con unas tasas de escolarización que no alcanzaban
al 50 por 100 de la población entre 6 y 12 años de edad, con desequilibrios notables en la
matrícula entre ambos sexos, un absentismo escolar reseñable, unas ratios de alumnos
por profesor elevadas y una enseñanza, desde una perspectiva cualitativa, no más
halagüeña, con métodos rutinarios y programas limitados a poco más que la enseñanza
de la lectura, la escritura, el cálculo y la doctrina cristiana. Frente a dicha situación, la
llegada del siglo xx irá acompañada de transformaciones, cuyas raíces se hundían en las
últimas décadas del siglo xix, en las que ciertas él¡tes vinculadas a las corrientes krauso-
institucionistas, reformistas y regeneracionistas denunciarán la situación de la escuela
española y comenzarán a introducir iniciativas y constituir sociedades como la
Institución Libre de Enseñanza fundada en 1876, o establecimientos como el Museo de
Instrucción Primaria, creado en 1882 (Museo Pedagógico Nacional desde 1894) que
contribuirán a propiciar, junto con otras instituciones, la modernización y europeización
15
de la educación española. El 30 de marzo de 1900 se establecía el Ministerio de
Instrucción Pública y Bellas Artes, el mismo año que se colocaba la primera piedra de
las primeras escuelas graduadas en Cartagena. El Real Decreto de 26 de octubre de 1901
ampliaba las materias a impartir en la enseñanza primaria y extendía la escolaridad
obligatoria hasta los doce años, en 1904 se fundaba la primera cátedra de Pedagogía, en
1911 se creaba la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio y la Dirección General
de Enseñanza Primaria y en 1920 se constituía la Oficina Técnica de Construcciones
Escolares, proliferando, mientras tanto, la difusión de traducciones de las obras de los
representantes más destacados de la pedagogía del momento (Claparéde, Ferriére,
Montessori, Decroly o Dewey), la aparición de revistas y publicaciones pedagógicas, y
la asunción de las innovaciones emergentes en otros países (Viñao, 2004, 15-27).
16
Félix Martí Alpera en 1907 (Anónimo, 1907, 137)
El estado de la escuela pública y la regeneración pedagógica
Martí Alpera, tras el regreso del primer viaje al extranjero, a partir de finales de
1900, comenzaría a denunciar en sus escritos tanto el estado en que se hallaba la escuela
pública española como las líneas maestras por las que debiera transcurrir la regeneración
17
de la escuela primaria. Martí Alpera manifestaba a comienzos del siglo xx que en
España, pese a contar con un Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes recién
instaurado, un magisterio numeroso y miles de escuelas, carecíamos de primera
enseñanza, al menos de una primera enseñanza educativa y moderna equiparable a la
existente en los países civilizados. La enseñanza primaria no era más que una ficción,
mera apariencia. El sistema de educación nacional no había sido capaz de llegar a
concretar una orientación pedagógica europea que marcara el camino a seguir. La
escuela primaria era considerada por el maestro de origen valenciano como «un edificio
agrietado y ruinoso en el que sólo por algún resquicio van penetrando difícilmente las
claridades de la pedagogía nueva» (Martí Alpera, 1904a, 20).
Si para Martí Alpera el panorama de la enseñanza en las grandes ciudades era
desconsolador, la escuela rural estaba particularmente desatendida y olvidada:
Todos, o casi todos los trabajos llevados a cabo por reformar la escuela
española; todos, o casi todos los intentos de mejoramiento de nuestra educación
escolar han tenido por principalo por único punto de mira la escuela urbana, la
escuela de la ciudad, la escuela graduada de muchos maestros... Pero de la otra, es
decir, de la escuela incompleta, de las humildes escuelas rurales de todas las
clases, de las escuelas de los pueblos pequeños, de los lugares y de las aldeas... de
éstas, nada o casi nada. Ya no ha sido sólo nuestra legislación que las ha designado
a casi todas con el nombre deprimente de «incompletas»; ya no han sido nuestros
gobiernos que las instalaron en locales sórdidos y malsanos y las dotaron con
sueldos irrisorios... han sido también nuestros pedagogos los que, si no las miraron
con desdén, al menos las tuvieron en el mayor olvido. Y esas escuelas son más de
la mitad de las escuelas de nuestro país, y ellas representan el único centro de
cultura accesible a los hijos de los labriegos, de los pastores, de los que sacan la
pesca de nuestros mares, es decir, de todos los que llenan la despensa del pueblo
español (Martí Alpera, 1911a, 8).
Muchas eran las carencias que, a juicio de Martí Alpera, exhibía la primera
enseñanza. Las escuelas españolas no poseían las condiciones materiales más
elementales para responder a los requerimientos de una escuela moderna. Escuelas
habilitadas en viejos locales, de edificación deficiente, alquilados, que albergaban tanto
la casa del maestro como el salón de clase, y con un entorno tan antipedagógico como
antihigiénico que limitaba la actividad educativa y ponían en serio riesgo la salud de
alumnos y docentes. El estado deficiente de las escuelas primarias no era una
característica particular de las zonas rurales o las pequeñas poblaciones, sino común a las
grandes ciudades y las principales capitales como Madrid, Barcelona o Valencia. Martí
18
Alpera se quejaba amargamente de que «en todas las partes la escuela es el maestro; pero
en España no puede ser el maestro el que hace la escuela, porque es la escuela la que
deshace al maestro» (Martí Alpera, 1904a, 21).
Como veremos, los elementos que para Martí Alpera limitaban la modernización de
la escuela pública española tenían que ver, en tre otros, con el modelo organizativo
propio de la escuela unitaria, la formación inicial y permanente y las condiciones
salariales del magisterio primario, las Escuelas Normales o la inspección escolar.
Martí Alpera compartía las ideas regeneracionistas al considerar que la escuela era la
fórmula a aplicar para lograr la regeneración del país: «La revolución pedagógica que
nos hace falta ha de ser grande, extensa, profunda, que abarque el hogar, la calle y la
escuela» (Martí Alpera, 1904a, 379). Transformar la educación no era una función
exclusiva de los gobiernos y la Gaceta. El Estado y los ayuntamientos debían europeizar
la escuela; la prensa diaria tenía que estar abierta a los pedagogos para que ilustraran al
público y evitar que el medio esterilizase la labor escolar. Además, había que recabar la
cooperación de los padres, como así lo haría en el grupo escolar «Baixeras», donde se
fundaría la primera asociación de padres de España, y como también se llevaría a cabo
en el «Pere Vila».
Para Martí Alpera, la necesidad más acuciante de la enseñanza primaria a comienzos
del siglo xx era la construcción de edificios escolares que permitieran mejorar la higiene
del escolar, pero sobre todo implantar la enseñanza graduada. Martí Alpera hacía suyas
las conclusiones de la Asamblea Pedagógica de Valencia de 1902, en la que él mismo
había sido ponente - cuyo texto se incluye en esta antología-, en cuanto a la construcción
de escuelas, al reclamar su reglamentación urgente y asunción por parte del Estado. El
tipo de construcciones escolares que debían adoptarse, por ejemplo, en las grandes
ciudades, debía consistir en un edificio para una escuela de niños y otro para una de
niñas, de seis grados cada una de ellas, que también dispusieran de cantina, comedor,
gimnasio, campo escolar, aseos y dependencias para clases especiales. En los pueblos
con una sola escuela de cada sexo, la enseñanza debía ser mixta y graduada, en dos
secciones, y el tipo de construcción escolar un edificio de dos salas de clase, huerta o
jardín y con alojamientos para la maestra y el maestro (Martí Alpera, 1904a, 380-381).
La reforma escolar requería, para envolver al niño en un medio moral, cívico y
social, un sistema de instituciones escolares tendentes a completar la obra del maestro y
de la escuela. Entre tales instituciones, que tanto auge habían adquirido en otros países,
mencionaría las cantinas, los roperos, los viajes y excursiones, las colonias de
vacaciones, las cajas escolares de ahorro y las mutualidades y fiestas escolares (Martí
19
Alpera, 1910a, 86). Iniciativas que, Martí Alpera, no sólo proclamaría sino que cultivaría
a través tanto de las instituciones educativas que regentó en Cartagena y Barcelona como
de la entidad de protección a la infancia de la que fue su secretario desde 1908 a 1920, la
junta local de Protección a la Infancia de Cartagena (Moreno Martínez, 2000).
Martí Alpera abogaba a comienzos del siglo xx, tras el desastre de 1898, en un
momento en el que tantas miradas se volvían hacia la escuela para regenerar el país, por
una nueva escuela pública, la escuela nacional, una «escuela de todos» y para todos: la
escuela del pueblo en la que convivieran, sin exclusiones, todas las clases sociales (Martí
Alpera, 1904a, 342). Como manifestaría en el «Discurso» pronunciado en el Congreso
Nacional Pedagógico celebrado en Zaragoza en octubre de 1908 - incluido en esta
antología-, la escuela educativa, extendida a todos, igual para todos, independiente de
partidos y sectas, «no puede ser más que la escuela pública» (Martí Alpera, 1910a, 81),
aquella escuela fundada y sostenida por los municipios, las diputaciones provinciales o
el Estado. Entre las reformas que, en 1908, Martí Alpera consideraba inaplazables
mencionaría la de una escuela de párvulos inspirada en los jardines de infancia o
escuelas froebelianas, la organización de escuelas graduadas en todas las localidades, su
reglamentación, la elevación a la categoría de completas de todas las escuelas llamadas
incompletas, la construcción de edificios ad hoc en las ciudades y en el campo, la
dotación de las escuelas con mobiliario y material moderno; y la independización de la
escuela, respecto del municipio, del maestro.
La renovación pedagógica en Europa: los viajes pedagógicos
En contra de lo que sucediera en las últimas décadas del siglo xix, período en el que
los viajes pedagógicos emprendidos por maestros de primera enseñanza en ejercicio
fueron una práctica casi inexistente, los inicios del siglo xx trajeron consigo nuevas
oportunidades. La más prolífica de todas ellas fue consecuencia de la creación, por parte
del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en 1907, de la junta para
Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). La salida de profesionales
de la enseñanza propiciada por la JAE supuso, en el ámbito de la pedagogía, un
enriquecimiento sin precedentes. Las ayudas oficiales posibilitarían que, de las 280
personas pensionadas relacionadas con el mundo de la educación entre 1907 y 1936, el
grupo más numeroso formado por 85 pensionados, el 30,4 por 100 del total, estuviera
formado por maestros de primera enseñanza (Marín Eced, 1990, 142). Entre los
beneficiados por estas ayudas encontramos a personas muy prestigiosas que, a lo largo
de su carrera profesional, ejercerían como maestros y desempeñarían puestos
relacionados con la dirección de grupos escolares, la inspección escolar o la actividad
docente en Escuelas Normales: José Xandri Pich, Ángel Llorca, Luis Álvarez
20
Santullano, Antonio Ballesteros, Matilde García del Real, José Capó Valls, Eladio
García Martínez, Antonio Gil Muñiz, Lorenzo Luzuriaga, Rodolfo Llopis, Antonio Juan
Onieva, Pedro Roselló, Concepción Sáinz-Amor, Rosa Sensat, Ezequiel Solana o Félix
Martí Alpera, entre otros.
La conciencia del atraso español y la actitud regeneracionista constituyeron dos de
los factores detonantesque impulsaron a una minoría inquieta a conocer las experiencias
de los países europeos con el propósito de impulsar, a partir de las mismas, reformas
educativas en España. Como declaraba Adolfo Posada, catedrático de la Universidad de
Oviedo, plenamente identificado con los ideales de renovación y de europeización
planteados por la Institución Libre de Enseñanza, «de lo que más necesitados nos
encontramos es de saber lo que por otras partes se hace, de las reformas que en la
enseñanza pública se emprenden, para aprender lo que más nos conviene realizar, a fin
no de quedarnos, como siempre, los últimos entre las naciones civilizadas» (Posada,
1892, 181).
Martí Alpera realizó tres viajes pedagógicos al extranjero. Cada uno de ellos
presentó características diferenciadas. El primero de ellos, llevado a cabo conjuntamente
con el maestro cartagenero Enrique Martínez Muñoz, tuvo como principal objetivo
visitar la Exposición Universal de París de 1900, unos meses antes de que Cartagena
colocara, el nueve de diciembre de ese mismo año, la primera piedra de sus escuelas
graduadas. Un viaje - cuya crónica queda recogida en esta antología - que presentaba la
novedad de ser la primera vez, que tengamos constancia, en la que maestros españoles de
primera enseñanza en ejercicio efectuaban un viaje pedagógico animados por sus
intereses profesionales haciéndose cargo ellos mismos de los gastos originados (Martí
Alpera, 1900c).
El segundo viaje lo llevarían a cabo ambos maestros en el verano de 1902, en un
momento en el que el Ayuntamiento de Cartage na construía las escuelas graduadas. La
corporación municipal, a petición de Martí Alpera y Martínez Muñoz, los pensionaría
con la finalidad de que adquirieran los conocimientos científicos necesarios para poner
en funcionamiento, con éxito, las escuelas graduadas. El viaje se efectuaría por Francia,
Bélgica, Alemania, Suiza e Italia, acordando el ayuntamiento cartagenero que lo llevaran
a cabo sin limitación de gastos. Se trataba, probablemente, de la primera ocasión en el
siglo xx, en nuestro país, en la que un organismo público, ajeno al gobierno central,
comisionaba a maestros de primera enseñanza para efectuar un viaje pedagógico. A su
vez, era un viaje sin precedentes, pues nunca antes dos maestros habían emprendido un
periplo pedagógico por varios países europeos.
21
Para su tercer viaje, Martí Alpera solicitaría una pensión a la JAE el 20 de febrero de
1911 con el fin de estudiar la organización y funcionamiento de la escuela rural en
Francia, Suiza, Holanda, Dinamarca y Noruega. Martí alegaba que se trataba de una
cuestión de extraordinario interés para España, tanto por las doce a catorce mil escuelas
rurales existentes, como por la escasa atención prestada por nuestros maestros y
pedagogos a las mismas. La JAE le concedió la pensión solicitada2.
22
Martí Alpera prestaría especial atención a la difusión de sus observaciones,
anotaciones, narraciones y descripciones de los lugares visitados, así como de sus
reflexiones acerca de los mismos a través de dos vías: la publicación de numerosos
artículos, en la mayoría de los casos, en la prestigiosa revista La Escuela Moderna.
Revista pedagógica hispano-americana, y de dos libros. El primero de ellos, titulado Por
las Escuelas de Europa, correspondía al segundo de sus viajes. Prologada por el conde de
Romanones, la primera edición de 1904 se agotaría en un mes escaso, publicándose una
segunda edición del libro «corregido» y «notablemente mejorado» (Martí Alpera, 1904a,
8) ese mismo año y, con posterioridad, una reedición facsímile, de su primera edición, el
año 2000. El valor de los aprendizajes del viaje, tanto para el propio Martí Alpera como
para sus lectores, sería subrayado por su prologuista, el conde de Romanones, ex
ministro de Instrucción Pública, quien destacaría que, su libro, «enseñará más a los
maestros que lo lean que un tratado de Pedagogía, como seguramente a usted le ha
enseñado más el viaje que ha realizado [...] que la lectura de las obras más completas que
tratan de la ciencia de la educación» (Martí Alpera, 1904a, 11). En 1911, el mismo año
en el que se celebró el tercero de los viajes, Martí Alpera publicó Las escuelas rurales, en
cuyos últimos capítulos analizaba las escuelas rurales visitadas en Francia, Suiza,
Holanda, Dinamarca y Noruega (191 la, 299-444). En la primera parte del libro, la más
extensa, estudiaba el estado de tales escuelas en España y formulaba, lo que a su juicio,
debieran ser en el futuro. Una segunda edición corregida, renovada y actualizada de la
obra sería publicada, años más tarde, en 1934.
23
Los viajes pedagógicos transformaron a Martí Alpera, le pusieron en contacto con las
corrientes pedagógicas europeas modernas, aprehendiendo de ellas todo aquello que, a
su juicio, fuera adaptable a la escuela primaria española3. Martí Alpera vería en sus
viajes por las escuelas de Europa, un medio fundamental para conocer con cierto detalle
los modelos educativos más desarrollados, la cultura escolar de los países
educativamente más avanzados, con un fin claro, el de aprender de ellos y orientar la
24
organización y las prácticas escolares en España hacia un horizonte de convergencia con
los mismos. Martí Alpera fue, en una época en la que los maestros españoles no salían al
extranjero, un viajero precoz y perseverante. Sus viajes, que contaron con una amplia
proyección y notoriedad, pronto se convirtieron en un referente para otras maestras y
maestros de su tiempo y de las décadas inmediatamente posteriores. Su conocimiento de
los movimientos internacionales de renovación pedagógica y lo aprendido en sus viajes,
divulgado directa e indirectamente en sus publicaciones, constituyeron una fuente de
referencia para la configuración en Cartagena y en España del nuevo modelo
organizativo de la escuela graduada, del que fue uno de sus más destacados impulsores,
así como para introducir un amplio espectro de iniciativas renovadoras tanto en los
grupos escolares que dirigió en Cartagena y Barcelona, como en las iniciativas de
educación no formal y de protección a la infancia en las que tomó parte.
La escuela graduada
La escuela graduada pública, instaurada legalmente en España en 1898, intentaba
introducir, a título de ensayo, un modelo organizativo sólo aplicable, inicialmente, a las
escuelas de prácticas anejas a las Normales. Pero esta tentativa no alcanzó a todas las
provincias y en aquellas que se introdujo, en realidad, nada tuvieron de graduadas
(Viñao Frago, 1990, 13). Las escuelas graduadas propiamente dichas comenzarían a
crearse en España con posterioridad y las primeras de ellas se erigirían en Cartagena, en
un clima de regeneración y de cambios educativos en el contexto nacional y en un
momento en el que Martí Alpera desempeñaba su labor docente en dicha ciudad.
Como Martí Alpera expresaría, el promotor de la iniciativa fue Enrique Martínez
Muñoz, al que consideraba «un verdadero apóstol de la enseñanza graduada en esta
ciudad» (Martí Alpera, 1900d, 414). Los antecedentes de su tentativa databan de 1887,
aunque tales empeños no prosperarían hasta 1899 cuando, tras la publicación, por
Martínez Muñoz de una tercera Memoria sobre la enseñanza en Cartagena, lograra
interesar al alcalde, Mariano Sanz. El proyecto del edificio sería encargado al arquitecto
Tomás Rico.
La labor de propaganda y difusión de las escuelas graduadas desarrollada por
Martínez Muñoz quedó circunscrita al ámbito regional y local, mientras que Martí se
convertiría en el valedor de las mismas en el resto del país (Viñao Frago, 1985, 148).
Martí abogaría por la implantación de la escuela graduada desde las páginas de La
Escuela Moderna, en sus obras más emblemáticas, en diferentes foros como en Cullera
en 1904, en la Asamblea Pedagógica Regional de Valencia, en 1908 en el Congreso
Nacional Pedagógico celebrado en Zaragoza y en 1932 en la Semana Pedagógica de
25
Navarra (Martí Alpera, 1900d; 1901d; 1902a-b; 1910a; 1932b). La defensa, difusión y
profundización en el desarrollode la escuela graduada impregnaron, en gran medida, a
lo largo de su vida, su obra pedagógica. Bien puede afirmarse que Martí Alpera fue el
adalid de la escuela graduada en España (Viñao Frago, 1990, 93).
Las escuelas graduadas eran percibidas por Martí Alpera tanto por su construcción,
su régimen pedagógico y su espíritu como escuelas nuevas, sanas, educativas, europeas y
modernas. Escuelas grandes, con patios y jardines, con edificios sencillos, baratos e
higiénicos, sin los cuales no podría haber enseñanza primaria. Un nuevo modelo escolar
que requería fijar cuestiones fundamentales como el número de grados de cada escuela,
las condiciones higiénicas y pedagógicas de la construcción, las dependencias y el
mobiliario escolar, su funcionamiento, la clasificación de los niños, la distribución del
tiempo escolar, la dirección de la escuela, la inspección de todos los grados, la relación
con las familias, etc. Como señalara Martí, «de todas las reformas que pide hoy la
enseñanza primaria, la más apremiante, la inaplazable es la implantación de la escuela
graduada» (Martí Alpera, 1901c, 459). Su implantación lenta y progresiva supondría, de
hecho, la transformación y modernización radical del modelo de organización escolar.
No sólo sus ideas, expresadas por medio de sus escritos en su prolífica labor publicista
fueron un referente fundamental en la configuración del nuevo modelo organizativo
emergente, sino que las propias escuelas graduadas que regentó en Cartagena o los
emblemáticos grupos escolares dirigidos en Barcelona, el «Baixeras» y el «Pere Vila»,
se convirtieron en polos de atracción para maestros, profesores e inspectores interesados
en conocer la concreción de sus planteamientos pedagógicos.
La enseñanza
La implicación de Martí Alpera en la modernización de la escuela pública en España
no quedó reducida a la promoción de un nuevo modelo organizativo como era la escuela
graduada. La construcción de dicho modelo requería, entre otros extremos, la definición
del currículo o la renovación pedagógica de una institución escolar nueva.
Tras la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1900, la
administración educativa comenzó a introducir medidas tendentes a modernizar la
deficiente realidad de la escuela española. Una de tales medidas, promulgada por un
ministro liberal, el conde de Romanones, radicó en el establecimiento, por Real Decreto
de 26 de octubre de 1901, del plan de estudios para las escuelas de enseñanza primaria.
Pero dicho plan no fue acompañado de la inmediata aprobación de los cuestionarios que
facilitaran al magisterio la concreción y la elaboración de los programas. Una situación
que perduraría más allá de la primera mitad del siglo xx, hasta 1953. Tales carencias
26
legislativas fueron paliadas, sino suplidas, por iniciativas comerciales que ejercieron una
función de mediación entre unos planes de estudio no desarrollados y su traslación al
aula, auxiliando a un magisterio que, poco formado, quedó con frecuencia cautivo de las
mismas. La labor desarrollada por las colecciones o series de publicaciones de casas
comerciales y editoriales tan prestigiosas como, entre otras, Hernando, Dalmáu Carles,
Calleja, El Magisterio Español o la Revista de Pedagogía fue crucial (Luis Gómez;
Romero Morante, 2007, 166-168).
Martí Alpera contribuiría de un modo destacado a la elaboración de programas
escolares para un amplio abanico de materias. La prestigiosa editorial de la Revista de
Pedagogía, que sería una de las vías de difusión más importantes de la pedagogía
contemporánea en España, crearía la serie de Programas Escolares en 1925. Martí Alpera
sería el autor de las seis obras difundidas en la misma, cuyos títulos fueron Nociones de
ciencias físicas, químicas y naturales con aplicaciones a la fisiología y la higiene;
Lengua española. Lectura, escritura, gramática; Geografía; Historia; Aritmética,
geometría y trabajo manual y, por último, Doctrina cristiana, historia sagrada, moral,
urbanidad y derecho. Esta última obra sería sustituida, en 1935, por la publicación de
Moral y Derecho que, como señalaría el autor, más que una segunda edición de la misma
se trataba de «un libro nuevo» (Martí Alpera, 1935, 5). La primera edición de los
primeros cinco títulos tuvo lugar en 1925 y la del sexto, en 1927. Estas seis obras,
vendidas sus primeras ediciones al precio de tres pesetas, contarían con una amplia
demanda y aceptación del magisterio primario, lo que traería consigo que la mayor parte
de las mismas alcanzara, hacia 1936, cuatro y cinco ediciones y que algunas de ellas,
como sucedería con otros textos del autor, siguieran reeditándose durante el franquismo
por editoriales como Hijos de Santiago Rodríguez. La serie constituyó un auténtico best
seller en su época al no existir en las librerías obras de similares característi cas, al contar
con un enfoque sistemático y cíclico, adaptado a las necesidades de la escuela graduada,
prudentemente escolanovista, con sentido crítico hacia el memorismo y el verbalismo de
la escuela tradicional y abierto a los nuevos métodos al tiempo que cauteloso ante los
espejismos deslumbrantes de la novedad (Mainer Baqué, 2007, 239).
Martí Alpera explicaría, en el prólogo de la primera obra de la serie, que con ella
trataba de dar respuesta al requerimiento de maestros e inspectores de toda España que le
solicitaban los programas que había llevado a cabo en sus escuelas. En realidad, las
pretensiones de Martí Alpera iban más allá de lo mencionado. La publicación de guías
para maestros y de modelos de programas por la editorial de la Revista de Pedagogía:
formaba parte de una estrategia consciente para difundir los métodos de la
Institución y otras organizaciones subsidiarias entre un amplio público de maestros
27
e inspectores escolares [...]. Era una forma de educación continua encaminada a
ampliar y reforzar las lecciones transmitidas en la Escuela Normal Central y en la
Escuela de Estudios Superiores del Magisterio en Madrid (Boyd, 2000, 149).
Como Martí Alpera señalaba, no eran «un índice de materias. Un índice de materias
no sirve para nada o de casi nada. Son lecciones completas en las que se anuncia el tema.
Se indica el material, se expone el desarrollo y se dan consejos y direcciones» (1925a, 5-
6). Martí Alpera abogaba, por ejemplo, en la primera obra referida, por una enseñanza
que partiera de la realidad próxima al alumnado, de los hechos naturales, de la
observación, la experimentación y la enseñanza activa. En los programas de Geografía
también se advertían principios pedagógicos afines con la defensa de postulados
progresivistas, el principio de actividad o el contacto con la realidad circundante
mediante paseos y excursiones.
Las aportaciones de Martí Alpera a la renovación de la enseñanza también se
canalizaron a través de otras colecciones de la editorial de la Revista de Pedagogía. La
serie «Metodológica», que contenía propuestas eminentemente prácticas, se iniciaría en
1923 con la obra de Martí Alpera Cómo se enseña el idioma, que a mediados de los 30
llegaría a alcanzar su sexta edición. Una obra a la que continuarían en la misma serie
textos, entre otros, de personas tan reseñables como Margarita Comas, de Juan Dantín,
de Modesto Bargalló, de Enrique Rioja, de Víctor Masriera o Rosa Sensat; la serie
«Escuela Activa. Textos escolares», incluiría Gramática, que se publicaría en 1925. La
serie «La Nueva Educación» incorporaría en 1934 Ensayos del método de proyectos y en
la serie «Cuadernos de Trabajo» daría a conocer, en 1933, Metodología del lenguaje, un
texto que llegaría a alcanzar su sexta edición en la editorial Losada en 1965. Otras
editoriales destacadas de la época publicarían también obras de carácter pedagógico o
metodológico de Martí Alpera como, por ejemplo, la Librería de los Sucesores de
Hernando, en 1914, El Trabajo manual en la Escuela; en Hijos de Santiago Rodríguez
aparecerían Las primeras lecciones de Geometría. Grado elemental, que en 1922 ya
había alcanzado la decimotercera edicióny, en 1935, Lengua Española; y en la editorial
Espasa-Calpe, en 1936, en una obra tan relevante como el Libro-Guía del Maestro, Martí
Alpera publicaría un capítulo dedicado a la «Educación cívica» - incluido en esta
antología- en el que tras definirla, ofrecía orientaciones metodológicas para su enseñanza
y su programa por grados.
Martí Alpera sería uno de los maestros directores de escuelas graduadas que más
contribuyeron al impulso de la renovación pedagógica y la modernización educativa, al
cambio y mejora de la realidad de las prácticas escolares en España. Un proceso de
renovación cuyos referentes fundamentales los encontramos en los principios
28
establecidos por el movimiento de la Escuela Nueva. Martí Alpera, a través de sus obras,
artículos en las revistas profesionales y en la prensa diaria, en sus colaboraciones en
congresos o en escuelas de verano, denunciaría la escuela tradicional, intelectualista y
caduca y propagaría la escuela activa. Los postulados renovadores propuestos por Martí
Alpera, no sólo los plasmaría en su producción escrita, contribuyendo a difundir y
construir entre el magisterio el imaginario de la renovación pedagógica, sino que
también aplicaría en la escuela, como por ejemplo, la enseñanza por objetivos, la
enseñanza intuitiva, la observación, la experimentación, el trabajo manual, el contacto
con el entorno, la coeducación, el bilingüismo o el método de proyectos (Cuesta, 1979,
53-73).
El magisterio primario
Martí Alpera se preguntaba, en 1904, en su libro Por las Escuelas de Europa - en el
capítulo titulado «Al partir» incluido en esta antología-, ¿pero tenemos maestros?, ¿pero
tenemos buenos maes tros?, afirmando que «no podemos tenerlos. No se ha hecho nada
para que los tengamos» (1904a, 25). Achacaba a la sociedad y a los políticos tal
responsabilidad denunciando que:
ese maestro rutinario, pusilánime, encogido, era obra suya. Sí, obra fue de los
gobiernos que reclutaron sin exigirle condiciones, que le dieron una enseñanza
incompleta y anticuada y una educación profesional detestable, para arrojarle a una
escuela maldita, que extinguió sus ilusiones y mató sus entusiasmos, y en la que
quedó en el mayor desamparo. Obra de la sociedad toda que ha visto pasar
regocijada durante medio siglo la figura ridícula, triste, envilecida del educador de
niños (1904a, 25).
Martí Alpera insistiría, reiteradamente, en la mezquindad de los salarios de los
docentes, unos ingresos que para unos 14.000 maestros rurales se situaban a comienzos
del pasado siglo xx entre las 500 y las 625 pesetas anuales, y en la necesidad de contar
con «un magisterio que sienta y practique la dignidad de sus funciones, que se
enorgullezca con el título de maestro y que tenga asegurada su independencia
económica, para que se consagre por entero a la escuela y para que cifre exclusivamente
en los niños todas sus ilusiones y todas sus esperanzas» (1910a, 87).
La reforma del magisterio primario, el reconocimiento social del maestro y su
dignificación salarial, requerían profundizar en el proceso de profesionalización que este
oficio venía experimentando a lo largo del siglo xix y que se intensificaría en las
primeras décadas del siglo xx. Un proceso que se vería impulsado por el surgimiento del
29
asociacionismo profesional del magisterio. Quizá una de las facetas menos conocidas y
estudiadas de Martí Alpera sean sus aportaciones al proceso de fortalecimiento de la
profesión docente. La presencia pública de Martí Alpera a través de conferencias en
Congresos, Asambleas Pedagógicas, Escuelas d'Estiu y otros foros; sus publicaciones
difundidas en importantes editoriales con tiradas considerables y frecuentes reediciones,
convirtiéndose, con frecuencia, en auténticos best sellers; y su asidua colaboración en
algunas de las revistas profesionales más importantes, así como en la prensa diaria, entre
otros méritos profesionales a los que venimos haciendo referencia, convirtieron a Martí
Alpera, como se ha dicho, en un destacado mediador entre la recepción de las corrientes
de renovación pedagógica, su adaptación a la escuela pública y su difusión entre el
magisterio primario, contribuyendo a generar lazos entre el magisterio. A ello hay que
añadir su implicación en el desarrollo del asociacionismo profesional, una labor cuyo
alcance está por determinar. Pertenecería a la Asociación Nacional del Magisterio, la
asociación profesional más importante de España, una organización estatal de estructura
federal gestada en 1901 (Terrón Bañuelos, 199, 164). Su colaboración con dicha
Asociación pudo iniciarse, o intensificarse, a partir de 1905. Fue presidente de la
Asociación de Maestros de Cartagena y La Unión, integrada en la misma, al menos entre
1914 y 1918. Representante de los maestros murcianos ante la Asociación Nacional y
vocal de su junta directiva, sería comisionado por la misma, en 1918, para participar en
las negociaciones llevadas a cabo con el Ministerio sobre las retribuciones del magisterio
(Fábregas, 1914, 622; Martí Alpera, 1918a). Años más tarde, en 1927, en un artículo
publicado en la Revista de Pedagogía, incluido en esta antología, mostraba algunas de
las carencias de la Asociación Nacional y planteaba la necesidad, más allá de las
reivindicaciones retributivas, de aspirar a «ideas elevadas» que enaltecieran al magisterio
y constituyeran el alma de la Asociación. Para ello, la Asociación Nacional tenía que
cambiar de estructura, de propósitos y de táctica e impulsar, por ejemplo, la sección de
socorros, organizar viajes pedagógicos, cursos de perfeccionamiento o publicaciones,
establecer un servicio de material didáctico, reformar su órgano de prensa y participar
activamente en la transformación de la escuela pública española.
Martí Alpera reflexionaría y se ocuparía de la formación inicial del magisterio
primario. Ya en sus primeros escritos denunciaba la vida lánguida y penosa que habían
atravesado unas Escuelas Normales impotentes para producir un magisterio formado,
capaz de transformar la escuela. Así, centraría su atención en una dimensión
fundamental para la formación profesional del maestro: las prácticas escolares. Una
actividad en la que contaba con una dilatada experiencia como regente de la Escuela
práctica aneja a la Normal de Maestros de Barcelona a partir de 1920, y como director
del grupo escolar «Baixeras» que, tras su inauguración en 1923, se convertiría en la
escuela práctica graduada de niños anexa a dicha Escuela Normal, y con posterioridad,
30
en 1931, del grupo escolar «Pere Vila», una institución docente que sería considerada su
obra maestra, la culminación de su dilatada vida profesional (Cuesta Escudero, 1979, 65-
67). Sus ideas y experiencia como maestro de maestros las plasmaría,
fundamentalmente, en dos artículos publicados en la Revis ta de Pedagogía, asimismo
incluidos en esta antología, en los que detallaba el programa seguido. El primer curso,
las denominadas «prácticas de educación», comprendía cuestiones relativas al
conocimiento de los espacios escolares, el niño y la educación del cuerpo, intelectual,
moral, estética y social. En el segundo curso, en las «prácticas de enseñanza», se
formaba a los futuros maestros en organización escolar y didáctica de un modo reflexivo
y fundamentado desde las orientaciones y los principios de la escuela activa (Martí
Alpera, 1928c, 298-306; 1930c, 263-271).
Con anterioridad a que el Ministerio de Instrucción Pública regulara, por orden
ministerial de 28 de marzo de 1913, la organización de cursos de perfeccionamiento y
especialización para maestros, Martí Alpera venía interesándose por la formación
permanente del magisterio, con especial referencia al magisterio rural, para el que
reclamaba la organización de cursos breves de carácter práctico y experimental sobre
materias como la agricultura, las ciencias físico-naturales o los trabajos manuales. Una
formación que debía estar a cargo del profesorado de las escuelas normales con la
colaboración de la inspección que debía asumir, entre otras funciones,las de estimular,
aconsejar e ilustrar a los maestros (Martínez Muñoz; Martí Alpera, 1901, 211). También
instaba a los maestros a su autoformación, a leer, a estar al día del movimiento
pedagógico contemporáneo. Sugería que debía ser obligatorio que, con cargo al
presupuesto de material, el maestro rural estuviera suscrito a una revista pedagógica y a
otra agrícola (Martí Alpera, 191 la, 36-37).
La protección a la infancia
La labor profesional de Félix Martí Alpera con las niñas y los niños no se limitó al
seno de la escuela, o a la redacción de casi una veintena de libros dirigidos a los
escolares, sino que se llevó a cabo también mediante una serie de iniciativas que ponían
de relieve su talla humana y el compromiso social desarrollado en la protección a la
infancia.
Martí Alpera participaría en el proceso de gestación de las primeras colonias
escolares de vacaciones de la Región de Murcia, llevadas a cabo en 1907, y dirigiría una
de las dos colonias efectuadas, la que se instalaría en las playas de Santa Pola (Alicante).
Asimismo, dejaría constancia de su experiencia al frente de la colonia a través de la
prensa local El Eco de Cartagena (1907j-u), el diario regional El Liberal (1907x) y la
31
revista profesional La Escuela Moderna, en la que se difundirían, entre otras
colaboraciones, los diarios de la colonia incluidos en esta antología (1907g-i; 1908a). La
iniciativa, que suscitó gran interés, también fue conocida y reconocida gracias a los
artículos redactados por inspectores de primera enseñanza, maestros, visitantes y
simpatizantes en publicaciones regionales y nacionales como El Liberal, El Popular de
Málaga, el Heraldo de Madrid o el Suplemento a La Escuela Moderna (Moreno
Martínez, 2000, 73-96).
Félix Martí Alpera jugando con las niñas y los niños de la colonia escolar de vacaciones
de Cartagena en las playas de Santa Pola (Martí Alpera, 1907h, 814)
Los fines de las colonias escolares conciliaban a un tiempo los objetivos higiénicos
con los educativos. A la colonia, transcurrida entre el 17 de agosto y el 14 de septiembre,
asistirían trece niñas y trece niños procedentes de las escuelas públicas de Cartagena
seleccionados entre los que por su estado de salud más lo precisaban. El fortalecimiento
del cuerpo y la salud de los niños constituyeron los objetivos prioritarios. El régimen
alimenticio y las actividades dirigidas al robustecimiento físico de los colonos fueron un
interés constante. Exploraciones, paseos, juegos, canciones y excursiones serían
prácticas cotidianas. Los juegos en la arena de la playa, los baños de mar y sol
constituyeron unos de los principales deleites de los colonos. Martí Alpera se manifestó
32
en contra de establecer una reglamentación minuciosa y estricta de la vida en la colonia
optando por favorecer la libre espontaneidad de los colonos y el respeto hacia su
personalidad hasta el límite al que pudiera llegar una educación discreta y liberal. Como
diría Martí, suprimidos «los reglamentos, los horarios, los rótulos, las láminas, los
aparatos, los timbres, los silbatos y los libros de estudio», la «naturaleza y la sociedad,
los hombres y las cosas serán nuestro libro» (1907g, 667). Favoreció la enseñanza
ocasional, la educación del cuerpo y la formación de hábitos higiénicos, así como la
educación ambiental, estética, social y moral de las colonas y los colonos. No sería ésta
la única ocasión en la que Martí Alpera desarrollaría un papel destacado en favor de la
infancia debilitada a través de las colonias escolares. Además de otras propuestas que
mencionaremos, impulsadas en Cartagena, también durante su etapa catalana, se
organizarían colonias escolares en el grupo escolar «Baixeras».
Martí Alpera participó, igualmente, en la junta local de Protección a la Infancia y
Represión de la Mendicidad de Cartagena, una entidad creada en 1908 tras la
promulgación de la Ley de Protección a la Infancia de 1904 y su Reglamento de 1908.
Martí sería su primer Secretario, cargo que ejerció a lo largo de doce años hasta su
traslado en 1920. El desempeño de dicho cargo le confirió una especial responsabilidad
en la organización y el desarrollo de las actividades promovidas por la junta.
Tras la discreta actuación llevada a cabo por la junta en sus primeros años de
existencia, derivada de la escasez de recursos disponibles, a partir de 1917, y en especial
de 1918, las iniciativas de la junta experimentarían un gran impulso. La solución a las
limitaciones económicas de la Junta residió en una propuesta de Martí Alpera: la
organización de una rifa benéfica. Una rifa que generaría a la junta unos ingresos
ingentes próximos a las 500.000 pesetas anuales y que haría posible dar un fuerte
impulso a la protección de la infancia en Cartagena.
Una de las iniciativas más emblemáticas emprendidas por la Junta, en septiembre de
1917, fue la construcción de la Casa del Niño. A Martí Alpera se debió la idea y el
nombre. La Casa del Niño surgió como una institución complementaria de la escuela,
con la pretensión de contribuir a la protección y la educación social e in tegral de los
niños socialmente desfavorecidos. En la Casa del Niño se ubicarían la sede de la junta y,
progresivamente, la mayor parte de las instituciones promovidas por la misma. Su
inauguración oficial tendría lugar el 24 de diciembre de 1918. Un acto, del que se ocupó
la prensa local y regional, que adquirió proyección nacional al publicarse el discurso
inaugural, a cargo de Martí Alpera - incluido en esta antología-, en las revistas La
Escuela Moderna yPro Infantia. Boletín Oficial del Consejo Superior de Protección a la
Infancia y Represión de la Mendicidad (Martí Alpera, 1919a-b).
33
Entre las iniciativas llevadas a cabo por la junta local, impulsadas a propuesta de
Martí Alpera, también podemos destacar la creación, ya en 1915, en un momento de
fuerte crisis local, del comedor o cantina escolar, con el que se aspiraba no sólo a atenuar
el hambre de los niños pobres, sino también a convertir ese momento en un medio de
educación integral. Un servicio en el que el número medio de comensales, que
almorzaban a diario incluidos los días festivos, pasaría de los 120, a finales de 1918, a
200 en marzo de 1920 y continuaría incrementándose tras la marcha de Martí Alpera,
triplicándose tres años más tarde.
Martí planteó a la junta, en junio de 1919, organizar una modalidad de colonias
escolares que había comenzado a introducirse en ciudades como Barcelona o Bilbao: las
semicolonias. En estas semicolonias, que él denominaba de «día campestre», los niños
estarían durante el día en un lugar agreste, sano y poblado de árboles, harían dos
comidas, y pasarían la jornada dedicados a juegos, cantos y ejercicios físicos, regresando
a sus hogares al anochecer. La junta las llevaría a cabo a partir del verano de 1921.
También se debió a Martí Alpera, en abril de 1918, la propuesta de crear, en los jardines
de la Casa del Niño, una innovadora Escuela al aire libre, en un momento en el cual sólo
se había inaugurado en España una escuela de este tipo: la escuela del Bosque de
Montjuic en Barcelona. Con cargo a los presupuestos de la junta, se construyó una
escuela graduada de seis secciones diseñada por el arquitecto Lorenzo Ros Costa. La
escuela contaba, además de las aulas correspondientes, con sala destinada a biblioteca,
museo y conferencias, taller para trabajos manuales, sala de visitas y dirección. Un
proyecto, decía Martí, que asesorado por los profesionales de la medicina y de la
enseñanza de la junta, pretendía organizar un tipo de escuela en el que el niño
permaneciera el mayor tiempo posible bajo la acción tonificadora del sol y el aire puro.
En marzo de 1920 la Es cuela Nacional graduada de niños «San Fulgencio», dirigida por
Martí Alpera, ocupaba la escuela-jardín de la Casa del Niño, su último destino al frente
de una escuela en Cartagena.
La junta local de Protección a la Infancia de Cartagena fue, gracias a Martí Alpera y
a personalidades como, entre otras, Francisco Ramos Bascuñana, José Maestre,
DomingoMadrona, Ginés de Arlés García, Carmen Conde o Antonio Oliver, una de las
juntas locales más prolíficas de cuantas existieron en España hasta 1936 (Moreno
Martínez, 2000, 50-71; 2008, 237-244).
SOBRE LOS TRABAJOS QUE COMPONEN ESTE VOLUMEN
Efectuar una selección representativa de los textos publicados por Félix Martí Alpera
no es tarea fácil. Entre las principales dificultades que tal labor comporta podemos
34
mencionar, en primer lugar, la amplia producción del autor. Como puede apreciarse en la
bibliografia adjunta, Martí Alpera publicó una treintena de libros y otros diez trabajos
entre capítulos en obras colectivas, prólogos y actas de jornadas. Su presencia en
publicaciones periódicas también fue muy destacada. Tenemos constancia de la
redacción, al menos, de unos ciento treinta artículos de los que más de la mitad fueron
recogidos en las páginas de publicaciones tan relevantes como La Escuela Moderna y la
Revista de Pedagogía y, los restantes, en un variado elenco de revistas, entre las que cabe
citar Avante, Baixeras, Boletín Escolar, Butlletí dels Amics del Grup Escolar Pere Vila,
El Obrero Agrícola, Escuelas de España, La vida en la Escuela, Murcia, Nuevo Mundo,
Pro Infantia o Revista de Educación, así como en rotativos de Cartagena o Murcia. Una
extensa producción difundida a lo largo de una dilatada trayectoria profesional que, sin
considerar reediciones posteriores, se extiende durante cuarenta años, desde 1896 hasta
el inicio de la Guerra Civil en 1936, e incluso alcanzaría, simbólicamente, a los
comienzos del franquismo con la tardía redacción en 1944 de un «Prologuillo» a una
obra de literatura infantil que sería editada una vez fallecido nuestro autor (Martí Alpera,
1947). Otra dificultad añadida es el amplio espectro de temas relacionados con la
educación objeto de su atención.
La selección de textos se ha efectuado atendiendo a seis núcleos temáticos que, a
nuestro juicio, mejor aglutinan las líneas maestras de la reflexión pedagógica y la acción
educativa de Félix Martí Al pera. Se trata de aquellos sobre los que básicamente hemos
centrado el contenido de esta Introducción: el estado de la escuela pública y la
regeneración pedagógica; la renovación pedagógica en Europa: los viajes pedagógicos;
la escuela graduada; la enseñanza; el magisterio primario y la protección a la infancia.
Los textos seleccionados se presentan agrupados temáticamente bajo los epígrafes
mencionados. En cada uno de ellos, el lector los hallará ordenados por orden
cronológico. En cuanto a la procedencia de los veintitrés trabajos escogidos podemos
señalar que seis corresponden a otros tantos capítulos de dos de sus obras más
emblemáticas: Por las Escuelas de Europa (1904a) y Las escuelas rurales (1911a), ambas
referidas, en gran medida, a los viajes pedagógicos que constituyeron una de las fuentes
principales para conformar sus ideas pedagógicas y orientar sus prácticas educativas,
libros y viajes que tantas repercusiones tendrían. Un número importante de los trabajos
seleccionados, doce en total, fueron publicados en dos de las revistas pedagógicas
coetáneas más importantes del país: La Escuela Moderna (1896a; 1900c; 1902a-b;
1907e; 1907g; 1910p) y la Revista de Pedagogía (1927d; 1928d; 1930c; 1931d; 1936b),
de las que Martí Alpera fue un asiduo colaborador. Otro bloque de textos, que tuvieron
importantes repercusiones entre el magisterio y en el debate del proceso de renovación
de la escuela pública, corresponden a tres aportaciones a congresos pedagógicos y una
35
memoria. Dos de ellos fueron publicados en las actas de los congresos respectivos, uno
en la revista Pro Infantia y el cuarto fue uno de los trabajos, ya aludidos, difundidos en
las páginas de La Escuela Moderna (1902a). Sus colaboraciones en congresos - como
puede apreciarse en la bibliografía adjunta - no fueron abundantes pero sí de gran interés,
como se evidencia en las incluidas en esta obra: la ponencia acerca «De la edificación de
escuelas» presentada en la Asamblea Pedagógica Regional de Valencia de 1902 (1902a),
el «Discurso» pronunciado en el Congreso Nacional Pedagógico de Zaragoza de 1908
(1910a), la conferencia sobre las «Ventajas de la simultaneidad de idiomas en las
escuelas de aquellas regiones donde la lengua nativa no sea la oficial» presentada en el
Congreso de Primera Enseñanza de Barcelona celebrado a finales de 1909 y primeros de
1910 (1911c) y la memoria leída con motivo de la inauguración de «La "Casa del Niño"
de Cartagena» en 1918 (1919b). Los dos trabajos restantes corresponden a un artículo
publicado en la revistaBaixeras (1928a), cuyo texto sería transcrito li teralmente en el
libro de Martí Alpera, escrito en colaboración con maestras y maestros del «Baixeras»,
titulado La enseñanza del trabajo manual en el Grupo Escolar Baixeras (1928?, 5-11), y
un capítulo de una obra colectiva tan relevante como Libro-Guía del Maestro de la
editorial Espasa-Calpe (1936a).
Cronológicamente hemos pretendido contar con una selección de textos
representativos de las diferentes etapas del autor. También se han recogido, por su
simbolismo, tanto el primer artículo publicado por Martí Alpera en 1896 por La Escuela
Moderna, difundido con antelación en las páginas de El Eco del Magisterio de Valencia,
titulado «El sentimiento de responsabilidad» (1896a), así como - si exceptuamos el
«Prologuillo» editado, tras su muerte, en 1947-, sus dos últimos trabajos, publicados en
1936, en concreto, el capítulo dedicado a la «Educación cívica» incluido en el LibroGuía
del Maestro (1936a) y el artículo «El problema de las construcciones escolares de
Barcelona» publicado en el penúltimo número editado, en junio de 1936, por la Revista
de Pedagogía (1936b).
Los textos seleccionados permiten apreciar la destacada labor de renovación y
mediación ejercida por Martí Alpera en la construcción de una escuela pública moderna,
en consonancia con las nuevas corrientes pedagógicas de la Escuela Nueva, así como el
compromiso social asumido con la infancia más allá de los muros de la escuela. Un
conjunto de trabajos que ayudan a comprender la relevancia profesional del autor y que
fuera considerado uno de los maestros de más prestigio e influencia de su tiempo.
 
36
Quisiera expresar públicamente mi gratitud a aquellas personas a las que tanto debe
esta obra. Al personal del Archivo Histórico Municipal de Lorca, de la Biblioteca San
Isidoro y el Archivo Municipal de Cartagena, del Archivo Municipal de Murcia, del
Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, de la Hemeroteca
Municipal de Madrid, la Biblioteca Nacional y la Biblioteca de la Residencia de
Estudiantes del CSIC. A Gabriela Ossenbach Sauter, por su atención, meticulosidad y
paciencia en todo el proceso de edición de la misma. Por las observaciones, sugerencias
y las informaciones facilitadas en diferentes fases de la redacción de este trabajo he de
mostrar mi reconocimiento a Alberto Luis Gómez, María del Mar del Pozo Andrés, Aída
Terrón Bañuelos y Conrad Vilanou Torrano y, muy especialmente, a Josep González-
Agápito, Jordi Monés Pujol-Busquets y Antonio Viñao Frago. A Antonio Viñao también
he de referirlo por la lectura minuciosa de los borradores de este texto y sus
recomendaciones siempre atinadas. Muchas gracias a todas las personas que han
contribuido a que esta obra haya sido posible.
 
37
OBRAS DE FÉLIX MARTÍ ALPERA
A continuación se incluye una relación de publicaciones de Martí Alpera en la que se
pretende ofrecer al lector interesado en su obra una aproximación a la misma. Por una
parte, se señalan los libros de los que fue autor, las obras colectivas en las que participó,
sus aportaciones plasmadas en las actas de jornadas de diversa índole o los prólogos. Por
otra parte, se detallan las colaboraciones difundidas a través de revistas profesionales,
culturales, escolares y la prensa diaria. La panoplia de publicaciones periódicas incluida,
clasificada por los títulos de las revistas y, en el caso de prensa local o regional por su
lugar de edición, hade ser considerada como un catálogo in- dicativo y abierto. En unos
casos, la información referente a revistas como Baixeras. Organo de la Asociación «Los
amigos del Grupo Escolar Baixeras», Butlletí dels Amics del Grup Escolar Pere TVila,
La Escuela Moderna, Revista de Pedagogía o La vida en la Escuela. Suplemento a la
Revista de Pedagogía, cuyas series han podido ser consultadas íntegramente, las
referencias son exhaustivas. Sin embargo, de otras revistas como Avante, Boletín
Escolar, El Obrero Agrícola o Escuelas de España, las series localizadas y consultadas
no eran completas, por lo que es más que probable que la relación de artículos pueda
verse incrementada. Asimismo, sería preciso extender la búsqueda a otras publicaciones
pedagógicas y profesionales de la época y efectuar un estudio exhaustivo de la prensa
local y regional y además de los periódicos murcianos recogidos, de al menos los
rotativos valencianos y catalanes en los que, en algunos casos como, por ejemplo, El Eco
del Magisterio de Valen cia o El Día Gráfico de Barcelona, sabemos que Martí Alpera
también difundió sus ideas, pero cuya consulta no ha sido factible.
Libros
MARTÍ ALPERA, F., (1904a): Por las Escuelas de Europa, Madrid, Suc. de Hernando,
2.' ed. [1.a ed. Valencia, F.Sempere, 1904. Existe reedición facsimilar de la 1.a ed.,
Murcia, Asociación Escuelas Graduadas de Cartagena, 2000].
-(1907a): joyas literarias para los niños. Breve reseña histórica de nuestra literatura y
colección de biografías de notables escritores españoles, antiguos y modernos,
seguidas de artículos, poesías o trozos literarios de los mismos, Madrid, Perlado,
Páez y C.a.
-(191la): Las escuelas rurales. Enseñanzas, organización, construcción, instalación,
Gerona, Dalmáu Carles.
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-(191 lb): Nuevas lecciones de Geometría con aplicaciones al dibujo, a la agrimensura, a
la arquitectura y al trabajo manual. Grado medio y superior, Burgos, Hijos de
Santiago Rodríguez.
-(1914a): El trabajo manual en la escuela. Libro del alumno, Madrid, Librería de los
Sucesores de Hernando.
-(1914b): El trabajo manual en la escuela. Libro del alumno. Grado primero, Madrid,
Librería de los Sucesores de Hernando.
-(1914c): El trabajo manual en la escuela. Libro del alumno. Grado segundo, Madrid,
Librería de los Sucesores de Hernando.
-(1917a): Cosas y hechos, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando.
-(1922a): Las primeras lecciones de Geometría. Grado elemental, Burgos, Hijos de
Santiago Rodríguez, 13.' ed. corregida e ilustrada.
-(1923a): Cómo se enseña el idioma, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía,
(Serie Metodológica I).
-(1925a):~Nociones de Ciencias Físicas, Químicas y Naturales con aplicación a la
Fisiología y la Higiene, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía (Serie
Programas Escolares I).
-(1925b): Lengua Española. Lectura, Escritura y Gramática, Madrid, Publicaciones de la
Revista de Pedagogía (Serie Programas Escolares II).
(1925c): Geografía, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía (Serie Programas
Escolares III).
-(1925d): Historia, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía (Serie Programas
Escolares IV).
-(1925e):Aritmética, Geometría y Trabajo Manual, Madrid, Publicaciones de la Revista
de Pedagogía (Serie Programas Escolares V).
-(1927a): Doctrina cristiana, historia sagrada, moral, urbanidad y derecho, Madrid,
Publicaciones de la Revista de Pedagogía (Serie Programas Escolares VI).
-(1927b): Cabeza y corazón, Madrid, Imprenta y casa editorial Yagües, 2.a ed.
-(1927?): Catón-Lápiz, Madrid, Librería de Hernando, 2 á ed.
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-(1928?): La enseñanza del trabajo manual en el Grupo Escolar Baixeras, Barcelona
Publicaciones Baixeras [en colaboración con J.Faig, A.Garriga, J.Casanovas,
D.Ricart, M.Expectante, L.Alabart, M.Rexach, J.Montúa y L.Jou].
(1929): Gramática, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía (Serie La escuela
activa (textos escolares) II).
-(1931a): Llibret-Llapis, Barcelona, Seix Barral.
-(1931b): Nueva Enciclopedia Escolar. Grado Primero, Burgos, Hijos de Santiago
Rodríguez.
-(1932a): Nueva Enciclopedia Escolar. Grado Segundo, Burgos, Hijos de Santiago
Rodríguez.
-(1933a): Ideas y ejemplos, Madrid, Imprenta y casa editorial Yagües, 7.a ed.
-(1933b): Metodología de lenguaje, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía
(Serie Cuadernos de trabajo VII).
(1934a) Ensayos del método de proyectos, Madrid, Publicaciones de la Revista de
Pedagogía (Serie La nueva educación XXXV).
-(1935a): Lenguavespañola. Grado segundo, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez.
-(1935b): Moral y Derecho, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía (Serie
Programas Escolares VI).
-(1935c): Nueva Enciclopedia Escolar. Grado Tercero, Burgos, Hijos de Santiago
Rodríguez.
-(1962)_Más lecturas de chicos, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, [Versión
adaptada de Lecturas de chicos].
-(s.a.): Lecturas de chicos, Barcelona, Imprenta Borrás y Madrid, Librería y Casa
Editorial Hernando.
Capítulos de libros
-(1915a): «Notas biográficas de Doña María Carbonell Sánchez», en M.a Carbonell
Sánchez, Obras publicadas con motivo del homenaje que le ofrecen sus admiradores,
Valencia, Hijos de F.Vives Mora, 1-23.
-(1936a): «La educación cívica», en Libro-Guía del Maestro, Madrid, Espasa Calpe,
40
555-580.
Prólogos
-(1947): «Prologuillo», en L.Marqués Canós, El pirata, Barcelona, Araluce, IX-XI.
Participaciones en jornadas
-(1902a): «De la edificación de escuelas», La Escuela Moderna 139, Madrid, 290-303 y
núm. 140, 355-359. [Ponencia presentada en la Asamblea Pedagógica Regional de
Valencia de 1902].
-(1910a): «Discurso de D.Félix Martí Alpera», en Crónica del Congreso Nacional
Pedagógico celebrado en Zaragoza en octubre de 1908 con motivo de la
conmemoración de sus gloriosos sitios, Zaragoza, Tip. La Editorial, 76-93.
-(1911c): «Ventajas de la simultaneidad de idiomas en las escuelas de aquellas regiones
donde la lengua nativa no sea la oficial», en Congreso de Primera Enseñanza de
Barcelona. Celebrado en el Palacio de Bellas Artes a últimos de diciembre del año
1909 y primeros de enero de 1910, Barcelona, Tipografía «La Industria» de Manuel
Tasis, 123-128.
-(1922b): «Práctiques d'educació moral i social en l'Escola», en Mancomunitat de
Catalunya, Escola d'Estiu. Any 1922. Conferéncies-Resums de lliccons-Informació,
Barcelona, Consell de Pedagogía, 41-71. [Conferencias pronunciadas en la Escola
d'Estiu de 1921].
-(1932b): «Cómo se pone en marcha un Grupo escolar», en Consejo Provincial de
Primera Enseñanza de Navarra, Semana Pedagógica de Navarra 1932, Pamplona,
Bengaray impresor, 79-83.
-(1934b): «Una lección de moral a una clase de niños mayores», en Patronato Escolar de
Bilbao, jornadas de la Semana Pedagógica de Vizcaya. 28 de mayo al 4 de junio de
1933, Bilbao, Escuela Gráfica de la Santa Casa de Misericordia, 189-197.
-(1934c): «Las normas didácticas de la instrucción moral», en ibíd., 209-210.
Publicaciones periódicas
Artículos en Avante. Revista mensual de Pedagogía (Madrid)
-(1934d): ¿Qué leen nuestros hijos?», Avante 68, Madrid, 18-20.
Artículos en Baixeras. Órgano de la Asociación «Los amigos del Grupo Escolar
41
Baixeras» (Barcelona)
-(1925f): «La disciplina escolar», Baixeras 1, Barcelona, 26-27 [«De Revista de
Pedagogía].
-(1926a): «La enseñanza de la escritura en el Grupo Escolar Baixeras. Unas palabras
previas», Baixeras 2, Barcelona, 7-8.
-(1927c): «El centenario de Pestalozzi», Baixeras 3, Barcelona, 21-35.
-(1928a): «El trabajo manual en el Grupo Escolar Baixeras», Baixeras 4, Barcelona, 5-
11.
-(1928b): «Bocetos escolares», Baixeras 4, Barcelona, 45-50.
-(1928c): «Las escuelas de Barcelona», Baixeras 4, Barcelona, 70-72. [De El Día
Gráfico].
-(1930a): «La clase de prácticas», Baixeras 6, Barcelona, 69-72.
Artículos en Boletín Escolar (Madrid, Casa editorial Calleja)
-(1917b): «La educación del gesto», Boletín Escolar 8, Madrid, 151-152.
-(1918a): «Una asignatura más y algunas menos», Boletín Escolar 96, Madrid, 1369-
1370.
-(1918b): «Los librosde texto. Texto único, no; programa único», Boletín Escolar 167,
Madrid, 2225-2226.
-(1918c): «Los maestros españoles en la hora actual», Boletín Escolar 209, Madrid,
2655-2657.
-(1919a): «Labor de previsión», Boletín Escolar 232, Madrid, 155-156 y núm. 241, 275-
276.
-(1919b): «La agricultura y la escuela», Boletín Escolar 268, Madrid, 779-780 y núm.
286, 1031-1033.
Artículos en Butlletí dels Amics del Grup Escolar Pere V la (Barcelona)
-(1935d): «Discurs del Sr. Martí Alpera en la inauguració del monument a Pere Vila»,
Butlletí deis Amics del Grup Escolar Pere V la 1, Barcelona, págs. 14-16.
42
-(1935e): «Sin título», Butlletí deis Amics del Grup Escolar Pere Vila 2, Barcelona, 20-
21.
Artículos en El Obrero Agrícola. Revista ilustrada. órgano de la Federación de las
corporaciones Obrero-Católicas (Madrid)
-(1910b): «La escuela rural en España. Reformas y mejoras que necesita», El Obrero
Agrícola 1, Madrid, 24-26.
-(1910c): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 2, Madrid, 55-57.
-(1910d): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 3, Madrid. 84-85.
-(1910e): «La Biblioteca en las escuelas rurales», El Obrero Agrícola 3, Madrid, 85-87.
-(1910f) «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 4, Madrid, 114-115.
-(1910g): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 5, Madrid, 146.
-(1910h): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 6, Madrid, 182-185.
-(1910i): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 7, Madrid, 212-214.
-(1910j): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 8, Madrid, 239-241.
-(1910k): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 9, Madrid, 271-273.
-(19101): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 10, Madrid, 308-309.
-(1910m): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 11, Madrid, 337 y 340.
-(1910n): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 12, Madrid, 374-375.
-(1911d): «La escuela rural en España. [...]», El Obrero Agrícola 1, Madrid, 33-35.
Artículos en Escuelas de España (Madrid)
-(1930b): «La empresa escolar de Barcelona», Escuelas de España 4, Madrid, 3-12.
Artículos en La Escuela Moderna. Revista pedagógica hispano-americana (Madrid)
-(1896a): «El sentimiento de la responsabilidad», La Escuela Moderna 61, Madrid, 279-
283 [publicado en El Eco del Magisterio, Valencia].
-(1896b): «Causas perturbadoras: I La pereza», La Escuela Moderna 63, Madrid, 426-
43
438.
-(1898a): «La conversación», La Escuela Moderna 83, Madrid, 93-98.
-(1899): «La novedad y el trabajo ordenado», La Escuela Moderna 103, Madrid, 249-
255.
-(1900a)': «Lo que deben ser los juegos de los niños», La Escuela Moderna 110, Madrid,
362 - 368.
(1900b): «Educación cívica», La Escuela Moderna 112, Madrid, 11-15.
-(1900c): «Notas pedagógicas de un viaje a Francia», La Escuela Moderna 115, Madrid,
269-282.
-(1900d) «Las escuelas de Cartagena», La Escuela Moderna 117, Madrid,413-417.
-(1961a): «Campañas pedagógicas», La Escuela Moderna 118, Madrid, 78-81.
-(1901b): «Del diario de un maestro», La Escuela Moderna 123, Madrid, 552-557.
-(1901c): «Proyecto de inspección de Primera Enseñanza», La Escuela Moderna 126,
Madrid, 210-215. [En colaboración con E.Martínez Muñoz].
-(1961d): «La construcción de escuelas en Madrid», La Escuela Moderna 129, Madrid,
457-463.
-(1902b): «Organización de la escuela graduada», La Escuela Moderna 131, Madrid, 98-
102.
-(1902c): «Campos, fábricas y talleres», La Escuela Moderna 132, Madrid, 208-213.
-(1902d): «Sección escolar», La Escuela Modema 132, Madrid, 214-219.
-(1902e): «Sección escolar», La Escuela Moderna 135, Madrid, 310-315.
-(1902f): «Amor y Pedagogía», La Escuela Moderna 135, Madrid, 474477.
-(1902g): «Dos escuelas de trabajo manual: Lausana y Ripatransone», La Escuela
Moderna 138, Madrid, 184-190.
-(1902h): «La escuela de Ripatransone», La Escuela Moderna 140, Madrid, 345-350.
-(1902-1903): «En una escuela de París», La Escuela Moderna 141, Madrid, 416-424 y
núm. 142, 1-11.
44
-(1903a): «En un grupo escolar>, La Escuela Moderna 144, 176-181; núm. 145, 295-304
y núm. 147, 433-442.
-(1903b): «La escuela de anormales en Bruselas», La Escuela Moderna 144, Madrid,
231-239.
-(1903c): «Las escuelas de Zürich», La Escuela Moderna 148, Madrid, 35-43.
-(1905a): «Quijotes o Sanchos», La Escuela Moderna 169, Madrid, 272- 275.
-(1905b): «Ventajas de la degeneración», La Escuela Moderna 173, Madrid, 513-518.
-(1905c): «Por fuera de la escuela», La Escuela Moderna 177, Madrid, 801-816.
-(1906): «El "Education Bill"», La Escuela Moderna 182, Madrid, 35-43 y núm. 183,
393-394.
-(1906b): «Bibliotecas circulantes», La Escuela Moderna 186, Madrid, 474-477.
-(1907b): «La duda de Don Marcelino. Cuento pedagógico», La Escuela Modema 191,
Madrid, 95-102.
-(1907c): «La gran revolución», La Escuela Moderna 193, Madrid, 254- 257.
-(1907d): «Los niños en el Museo del Prado», La Escuela Modema 194, Madrid, 330-
333.
(1907e): «Otra excursión escolar», La Escuela Moderna 195, Madrid, 401-413.
-(1907f): «Un hombre bueno», La Escuela Modema 196, Madrid, 500- 502.
-(1907g): «Diario de una colonia», La Escuela Moderna 193, Madrid, 666-675.
-(1907h): «La colonia en la playa», La Escuela Moderna 195, Madrid, 806-815.
-(1907i): «La colonia en las salinas», La Escuela Moderna 196, Madrid, 886-891.
-(1908a): «La colonia en la casa», La Escuela Moderna 199, Madrid, 166-173.
-(1908b): «El presupuesto de cultura de Barcelona», La Escuela Moderna 200, Madrid,
250-258 y núm. 201, 327-331.
-(1908c): «El último libro de Unamuno», La Escuela Moderna 202, Madrid, 419-421.
-(1908d): «El órgano del alma según el Dr. Maestre», La Escuela Moderna 203, Madrid,
45
508-517.
-(1909a): «La mutualidad escolar», La Escuela Moderna 217, Madrid, 669-672.
-(1910o): «La deuda pedagógica de Barcelona», La Escuela Moderna 224, Madrid, 246-
251.
-(1910p): «Las reformas del conde de Romanones», La Escuela Moderna 227, Madrid,
493-501.
-(1913): «En la escuela de Juan Legthart», La Escuela Moderna 259, Madrid, 169-182.
-(1919a): «La "Casa del Niño" de Cartagena», La Escuela Moderna 328, Madrid, 24-31.
-(1924a): «La escuela y la elección de oficio», La Escuela Moderna 391, Madrid, 321-
328.
-(1932b): «En el seminario de Pedagogía, de Barcelona», La Escuela Moderna 484,
Madrid, 104-107.
Artículos en la prensa de Cartagena
-(1907j): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13722, Cartagena, 22
de agosto, s.p.
-(1907k): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13724, Cartagena, 24
de agosto, s.p.
-(190Í1): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13726, Cartagena, 27
de agosto, s.p.
-(1907m): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13.727, Cartagena, 28
de agosto, s. p.
-(1907n): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13728, Cartagena, 29
de agosto, s.p.
-(19070): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13732, Cartagena, 3
de septiembre, s.p.
-(1907p): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13733, Cartagena, 4
de septiembre, s.p.
-(1907q): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13736, Cartagena, 7
46
de septiembre, s.p.
-(1907r): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13738, Cartagena, 10
de septiembre, s.p.
-(1907-s): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13739, Cartagena, 11
de septiembre, s.p.
-(1907t): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13741, Cartagena, 13
de septiembre, s.p.
-(1907u): «Colonias escolares. Parte diario», El Eco de Cartagena 13742, Cartagena, 14
de septiembre, s.p.
-(1907v): «Los niños en el Museo del Prado», Lunes de la Tierra 3, Cartagena, s.p.
-(1907w): «La duda de D.Marcelino. Cuento pedagógico», Lunes de la Tierra 30, s.p. y
núm. 31, s.p.
Artículos en la prensa de Murcia
-(1907x): «La colonia marítima. En la albufera de Elche», El Liberal 1834, Murcia, 31
de agosto, s.p.
-(1912): «Las escuelas

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