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Prospectiva. Revista de Trabajo Social e intervención social No. 27, enero-junio 2019: pp. 13-28 IS
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Ensayo sobre la cuestión social1
Essay on social question
Alfredo Juan Manuel Carballeda*
Resumen
La Cuestión Social se presenta hoy como una forma de interpelación 
hacia el orden social, económico y cultural impuesto por las formas 
actuales del Capitalismo. Se expresa a través de la desigualdad social 
y la exclusión que afecta a grandes sectores de la población en todo el 
planeta en forma peligrosamente inequitativa. Sobresalen en ella formas 
singulares de construcción de subjetividad en un contexto mundial donde 
la desigualdad se enuncia de forma relevante a partir de niveles hasta ahora 
desconocidos de concentración de la riqueza en porcentajes ínfimos de la 
población. Por otra parte, en nuestro continente reaparecen nuevas formas 
del colonialismo, a veces, de manera disimulada a través de importantes 
construcciones discursivas donde sobresale lo mediático como instrumento 
apreciable, sumado a nuevas y sofisticadas formas de control social. Estas, 
poseen diferentes expresiones de orden punitivo que conjugan de manera 
novedosa diferentes aspectos objetivos y subjetivos.
Palabras clave: Cuestión Social; Desigualdad; Colonialismo; 
Fragmentación Social; Intervención Social.
Abstract
Social Question present it now as a way of interpellation to social, 
economic and cultural order that current Capitalism impose. It express 
throw-out social inequality and exclusion that affects several population 
sectors in whole planet in a nastily inequity form.
1 Artículo publicado previamente en la Revista de Trabajo Social Margen Nº 89. El texto 
se reproduce con autorización del editor de la Publicación.
* Doctor en Trabajo Social. Magister en Trabajo Social. Diplomado Superior en Ciencias 
Sociales con Orientación en Sociología. Profesor Titular Ordinario. Investigador Categoría 
1 (CONEAU). Universidad Nacional de la Plata. Correo electrónico: alfredocarballeda@
gmail.com.
Universidad del Valle. Recibido: 30/07/2018 Aprobado: 06/11/2018
 ISSN: 0122-1213 ISSN-e: 2389-993X Doi: 10.25100/prts.v0i27.7271.]
Alfredo Juan Manuel Carballeda
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They protrude in it, singular forms of subjectivity construction in a 
global context where inequality is strongly enunciated hitherto unknown 
levels of wealth concentration in tiny population percentages.
On the other hand, in our continent new forms of colonialism appears, 
sometimes, in dissimulated way throw-out greate discursive constructions 
were media excels and new and sophisticated social control instruments 
appears. This possesses different punitive expressions that conjugated in a 
novel manner with different objective and subjective aspects.
Keywords: Social Question; Inequality; Colonialism; Social 
Fragmentation; Social Intervention.
Sumario: 1. Cuestión Social la tensión Integración–desintegración de 
la sociedad; 2. Cuestión Social y construcción de Subjetividad; 3. Cuestión 
Social y la justificación de la Desigualdad; 4. Algunas reflexiones acerca 
de la desigualdad; 5. Cuestión Social, obscenidad y angustia; 6. Cuestión 
Social y caída de los valores democráticos; 7. Colonización, Cuestión 
Social, Cuestión Nacional; 8. Algunas conclusiones; 9. Referencias 
bibliográficas.
 El subdesarrollo no es consecuencia de la supervivencia de instituciones 
arcaicas, de la falta de capitales en las regiones que se han mantenido alejadas 
del torrente de la historia del mundo, por el contrario, el subdesarrollo ha sido y 
es aun generado por el mismo proceso histórico que genera también el desarrollo 
económico del propio capitalismo.
Gunder-Frank, 1963.
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan 
en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos 
América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en 
que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron 
los dientes en la garganta.
Galeano, 2002.
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1. Cuestión Social la tensión Integración–Desintegración de la sociedad 
La fragmentación de la sociedad avanza generando nuevos espacios de 
exclusión y desencanto. Allí, donde hasta hace poco tiempo se construía 
futuro y esperanza hoy nos gobierna autoritariamente la incertidumbre 
acompañada por una falta de expectativa impuesta violentamente que 
agobia y dificulta la integración social. El Neoliberalismo logra una vez 
más, tal vez en su etapa de mayor virulencia, socavar los cimientos de 
sociedades que habían comenzado a recorrer caminos de recuperación de su 
integración perdida de la mano de la perspectiva de derechos. El retroceso 
hacia lugares y circunstancias que nunca hubiésemos sospechado invade a 
nuestra región como una enfermedad contagiosa y endémica que parece no 
detenerse y va generando más y nuevas formas de dolor y padecimiento. 
En la historia de los últimos doscientos años nunca hubo una diferencia tan 
marcada entre quienes concentran la riqueza y quienes quedan afuera de 
las condiciones mínimas de vida. 
La pérdida de derechos fragmenta, individualiza, tanto al conflicto como 
sus posibles formas de resolución. La presión que se impone a la necesidad 
de seguir perteneciendo es tal, que se construyen formas de naturalización 
consensuada de la pérdida de derechos que hasta hace poco tiempo eran 
consideradas irrenunciables. Se desdibuja lentamente la idea básica de los 
derechos sociales en una suerte de retroceso al siglo XVIII asentado en que 
cuando una persona pierde un derecho, automáticamente lo pierde toda la 
sociedad. El enunciado, tal vez más potente de la Revolución Francesa 
que afirmaba que todos los hombres nacen libres e iguales se desdibuja 
en los laberintos oscuros de una economía salvaje de mercado, mostrando 
probablemente la peor etapa del capitalismo a través de su rostro financiero 
y codicioso.
Al fragmentarse la sociedad, estallan nuevamente las instituciones 
y los territorios vuelven a tomar las formas de guetos urbanos donde la 
presencia del Estado se restringe día a día en la esfera de los derechos y 
se incrementa en lo punitivo. Esa fragmentación construye nuevas formas 
de subjetividad donde también se multiplica la inseguridad con respecto al 
Otro, a la sociedad, a la organización de la vida cotidiana. El padecimiento 
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recorre caminos complejos que van desde la singularidad, dialogan con lo 
territorial y se entremezclan con las circunstancias que marcan el sentido 
de lo macro social. 
2. Cuestión Social y construcción de Subjetividad
El sentido común y la vida cotidiana se edifican en gran parte a partir 
de la violencia que forma la concentración de la información. Mientras 
tanto, el terrorismo de mercado genera nuevos signos en la construcción 
de subjetividad; en ellos, el temor a perder lo poco que a cada uno le queda 
genera tensiones y violencia. Vivimos en Sociedades donde se fomenta y 
exalta el egoísmo, mientras que la meritocracia se propone a sí misma como 
el único camino posible para escapar de una hecatombe que es producto 
de niveles nunca vistos de concentración de la riqueza a nivel mundial. Al 
naturalizarse la pérdida de derechos sociales, subrepticiamente, nuestras 
sociedades se hacen más injustas y cada vez menos libres. La ecuación 
donde sencillamente una necesidad se transforma de manera automática 
en un derecho social no cumplido es olvidada, reprimida, ocultada por 
los dueños de la comunicación, quedando relegada a espacios cada vez 
menos visitados en la esfera del sentido común. Así,la pérdida de derechos 
sociales trae un consecuente impacto en los derechos civiles que queda 
naturalizada e invisible. La noción de igualdad se separa de la de libertad 
y olvida premeditadamente la de fraternidad. La vinculación entre mérito 
y derecho es también una bandera que ostenta el triunfo del neoliberalismo 
mientras avanza en su batalla cultural conquistando puntos de vista y 
construyendo sentido común.
La incertidumbre atraviesa y se naturaliza en la vida cotidiana y, el 
solo pensar en el futuro puede transformarse en malestar, padecimiento, 
evocación del dolor que se vincula con la frustración. Las sociedades 
de mercado intentan convencer mediante estrategias publicitarias y 
comunicacionales la separación y sensación de extrañeza frente al Otro, 
afirmándose en la ilusión de que es posible sobrevivir individualmente, 
mejorar sin sociedad, sin cultura, sin historia. Se reproduce el discurso 
de los manuales y procedimientos que se apoyan en un individualismo 
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exaltado, fundamentalista y patético, donde pareciera que se pretende que 
los restos de los lazos sociales queden simplemente propuestos y enunciados 
a través de la lógica del costo y el beneficio. En la cultura neoliberal, la 
libertad individual se enuncia desde un egoísmo que transforma al prójimo 
en un instrumento, en un medio para un supuesto bienestar hedonista e 
indefectiblemente efímero, solitario y aislado. Pareciera que cada vez más 
la vinculación con los otros se desarrolla a través de la violencia cotidiana, 
política, verbal, física, las peleas entre personas que circulan por las 
calles, expresan lo que muestran las pantallas de televisión y desde allí 
multiplican la sensación de espanto frente al Otro. La inseguridad social 
es una construcción que tiene gran parte de su condición objetiva en la 
ausencia, en nuestro caso, repentina de un Estado que lentamente estaba 
intentando acompañar, cuidar cobijar, para mutar de pronto en una especie 
de monstruo, cada vez más parecido a un Leviatán que desenmascara su 
faceta más arrogante y represiva. 
De esta manera, a partir de las promesas de éxito que exaltan solo el 
esfuerzo individual y competitivo, el futuro se torna angustiante en un mundo 
donde la capacidad de consumo muestra el lugar que cada uno posee en 
nuevas formas de estratificación social, mientras que el Otro es presentado 
y vivido como alguien que está al acecho esperando el momento para la 
usurpación de la ilusión de las seguridades conseguidas. El padecimiento se 
multiplica en una cultura donde desde muchos sectores se acepta y se sabe 
en forma implícita, silenciosa y con vergüenza. Como así también desde 
lo explícito y prepotente, que no hay lugar para todos en las sociedades 
que se construyen teniendo como base a la desigualdad. Sociedades, 
donde, la angustia se presenta como una construcción permanente o un 
efecto, porque no premeditado, para disciplinar y generar nuevas formas 
de control. En ellas se reafirma la construcción de diferentes cadenas 
causales de desventajas que operan desde las perspectivas de los discursos 
hegemónicos como producto de déficits personales, individuales, desde la 
“falta de superación” o la “desmotivación”. De esta forma la secuencia 
que va desde el estereotipo al prejuicio y desde allí a la estigmatización se 
reproduce y sostiene, no solo como una conjunción entre la justificación y 
la explicación de lo social, sino como una forma de padecimiento subjetivo 
que es vivido esencialmente como culpa. 
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3. Cuestión Social y la justificación de la Desigualdad
La pobreza, los efectos de la desigualdad se tornan vergonzantes, así 
el padecimiento se inscribe a través de una doble vía: por un lado, la de la 
necesidad objetiva no cumplida y por otro, la de la situación de habitar en 
el mundo de los excluidos. La comunicación prácticamente secuestrada 
por un periodismo que se autodenominó “de guerra”, pulverizó la idea de 
opinión pública y nos demuestra sin pudor cómo la verdad puede ocultarse, 
negarse, hacer que sea olvidada Así, en esa forma de comunicación que 
se constituye también como relación social predomina la violencia, la 
coerción, la presión del más fuerte, logrando operar como control social 
de la vida cotidiana, el sentido común y la democracia. De este modo, la 
comunicación además de ser el instrumento preferido en estas sociedades 
de control, es también control en sí misma, a partir de imperativos, 
afirmaciones y violencias. 
El Otro deja de ser sujeto si está en situación de exclusión social, ingresa 
a un oscuro espacio de los que están por fuera del ser, se deshumaniza, 
queda invisibilizado así, reaparecen formas de explicación que sirvieron 
para justificar desde la “ley” en la conquista y la expoliación, la esclavitud, 
la desigualdad, la inferioridad. 
Ese Otro es precedido por su imaginario y desde allí también se 
gesta una forma de control dual que opera, por un lado, como un auto 
disciplinamiento y por otro, se conjuga con la mirada de quienes transitan 
los espacios de la inclusión, la normalidad o cumplen con las expectativas 
del mercado. 
Pareciera que al estallar el trabajo como forma de organización de la 
sociedad, se vuelve a los viejos esquemas de sociedades estamentales que se 
utilizaron para la conquista de nuestro continente donde las desigualdades 
sociales fueron construidas especialmente desde la noción de raza. 
Como una de las explicaciones, en los postulados neoliberales actuales, 
reaparece una forma de positivismo que se pretende imponer a través 
de la auto superación, la autoayuda y el voluntarismo individualista, 
construyéndose así una extraña mezcla entre la condición genética de las 
personas y su capacidad de incorporar una suerte de voluntad puritana, que 
opera como una forma de justificación sin pudor de la desigualdad.
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Como signo de la época surge el rechazo al excluido, al pobre, 
esencialmente a su condición humana. De este modo, al perder su 
humanidad, la violencia del mercado también llega en lo micro social y, de 
manera capilar, bajo la forma de violencias que van desde el rechazo y la 
insensibilización, el insulto, la agresión, y llegando hasta al linchamiento y a 
los llamados crímenes de odio. Una feroz y espantosa amalgama que integra 
miedo y rechazo a los desposeídos, los expoliados, los excluidos, es uno de 
los efectos naturalizados en las sociedades donde el terrorismo de mercado 
es el gran constructor de subjetividad. Justamente, esta construcción puede 
ser entendida como un proceso en el cual, desde los discursos de poder 
se construye la explicación individualizada que busca las causas de lo 
que ocurre solamente en la esfera de quienes padecen la desigualdad. De 
este modo, se logra una sugestiva construcción, que posee a veces altos 
niveles de consenso, donde las víctimas son las primeras culpables de lo 
que les ocurre y como en los escenarios dominados por psicópatas, estas 
también se ubican en ese lugar de la culpa. Consecuentemente, la pobreza 
se construye como amenaza y situación degradante que sirve para justificar 
todo tipo de violencia que se ejerza sobre quienes la padecen. 
Así se justifican las persecuciones a las diferentes víctimas de 
la desigualdad; los inmigrantes, los campos de concentración para 
“indocumentados”, la discriminación y otras formas de violencia. Mientras 
tanto, en nuestros barrios y ciudades, se multiplican los comedores 
comunitarios, el número de familias que vive en las calles, los hogares que 
van restringiendo silenciosamente sus hábitos hasta llegar a lo alimentario. 
Por los barrios más castigadospor el neoliberalismo circula un aullido 
de desesperanza, tan fuerte que no puede ser escuchado, tan potente que 
genera silencio, pero, también rabia y resistencia en aquellos que logran 
percibirlo como una fuerza que se instaló para logar la desigualdad. Las 
miradas tristes del desempleo, de los padres que saben que ya no alcanza 
para comer, evocan en forma de añoranza, posiblemente como en un sueño, 
un pasado reciente donde los derechos estaban ahí, como algo natural e 
insustituible.
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4. Algunas reflexiones acerca de la desigualdad 
Según los informes de diferentes organismos internacionales, es posible 
concluir que la riqueza extrema de unos pocos se erige sobre el trabajo 
esclavo y mal remunerado de la mayoría a nivel mundial. La economía 
genera confort y buenas condiciones de vida para grupos sociales cada 
vez más restringidos. El trabajo, prácticamente no remunerado o esclavo 
de personas apresadas en la pobreza por las políticas económicas del 
sometimiento, genera una siniestra ecuación donde los beneficios del 
crecimiento económico van a parar a grupos cada vez más reducidos. 
Las grandes corporaciones, el poder financiero internacional, y las 
personas más ricas aparecen como un factor significativo de esta crisis 
de desigualdad. Utilizan su poder e influencia para garantizar que las 
políticas gubernamentales vayan a favor de sus intereses y se sostienen 
a través de la desolación que genera el endeudamiento de las naciones 
más pobres del mundo. Así, el 94% de la riqueza mundial se concentra 
en los países más ricos. Quienes se les oponen, suelen ser perseguidos, 
asesinados o acusados de corrupción a través de medios de comunicación 
concentrados y afines, contando muchas veces con complicidad judicial 
y de otros políticos. Estas nuevas formas de alteración del orden 
democrático atraviesan nuestra región, van desde la mentira blindada a 
través del monopolio de la información, hasta la desestabilización y 
caída de gobiernos democráticos, pasando por el encarcelamiento de 
opositores. De esta manera, la contradicción entre igualdad y desigualdad 
es ocultada, sobresaliendo los discursos que denuncian de manera fatalista 
a la corrupción dejándose de lado las principales causas de la desigualdad. 
Desde la descripción de complejos procesos de corrupción que terminan 
siendo explicados de manera infantil se oculta la violencia del saqueo de 
nuestros pueblos. Mientras tanto, en el campo de las Ciencias Sociales, 
surgen múltiples debates acerca de los porcentajes y número de pobres, 
pero poco se discute acerca de la desigualdad y sus causas económicas y 
financieras.
El año pasado (2017), se produjo el mayor aumento de la historia 
conocida y registrada en el número de personas cuyas fortunas superan los 
mil millones de dólares, con un nuevo “milmillonario” cada dos días. En tan 
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solo 12 meses, la riqueza de esta élite ha aumentado en 762.000 millones 
de dólares. Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema 
en el mundo hasta siete veces y generado niveles relevantes de igualdad 
social. Pero, el 82% de la riqueza generada fue a parar a manos del 1% más 
rico, mientras el 50% más pobre de la población mundial obtuvo el 0%.2
A través de la coacción y otras formas de presión política, económica, 
mediática y militar el poder financiero internacional le asigna a las 
economías de los países que paulatinamente fue empobreciendo, 
especialmente en las últimas décadas, el papel de productores y exportadores 
de materias primas y productos agrícolas. Pero también, los ubica en el 
lugar de consumidores y consecuentemente de importadores de productos 
industriales y tecnológicamente que los países centrales producen gracias 
a los insumos que saquean. Desde la política, los países más poderosos 
generan una presión permanente para que nuestros países se endeuden, 
generando de esta manera una doble forma de sometimiento. La toma de 
deuda por parte de los países periféricos se transforma en otra forma de 
obtención de beneficios para los países centrales que de esta forma van 
sosteniendo la concentración y estabilidad de su economía.
5. Cuestión Social, obscenidad y angustia
Por otro, lado, y de manera peligrosamente naturalizada, la 
concentración de la riqueza se transforma en una ostentación obscena, 
donde los beneficiarios de un modelo económico que excluye y genera 
dolor muestran sus fortunas, sus bienes exhibiéndolos de manera impúdica, 
así, la pompa, el alarde, la suntuosidad, se tornan obscenos y son mostrados 
como una provocación perversa. También es hediondo y espantoso que, 
como respuesta a la desigualdad reaparezca una forma denigrante de la 
caridad que es utilizada como marketing comercial o, simple estrategia de 
evasión de impuestos. La obscenidad en nuestras sociedades se construye en 
definitiva a través de que todo, incluidos los cuerpos, se fue transformando 
lentamente en mercancía. 
2 https://www.oxfam.org/es/iguales/cinco-datos-escandalosos-sobre-la-desigualdad-extrema-
global-y-como-combatirla. 
Alfredo Juan Manuel Carballeda
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Así, la identidad, la pertenencia, la socialización, tienen el precio 
que decide el mercado y son mercancías negociables. Desde allí se 
construye una nueva forma de integración social que excluye o incluye 
premeditadamente a través del poder económico de cada uno. Por otra 
parte, la sensación de no pertenecer a un todo social genera la aparición de 
derechos subjetivos, donde pareciera que cada individuo construye desde 
su propia perspectiva su esfera de derechos y obligaciones, donde lo que 
sobresale es la preponderancia de “uno mismo”. 
La noción de responsabilidad en la cultura actual poco tiene que ver con 
una idea de sociedad como algo que integra, sostiene y da sentido, identidad 
y pertenencia. El neoliberalismo construye una forma de subjetividad que 
es atravesada por la angustia. Como en una ciudad permanentemente 
bombardeada, el miedo, el temor ante lo impreciso, la posibilidad de 
presencia de circunstancias amenazantes de todo tipo, trae una espera que 
anuncia lo irremediable del próximo golpe y multiplica la desesperanza. 
Así actúa el terrorismo de mercado, amenazando con múltiples formas de 
inseguridad. El temor a la muerte social, a caer en los oscuros espacios de 
la exclusión se relaciona con la precarización del trabajo, las violencias 
cotidianas, la amenaza permanente de agresión física o psíquica, la 
inseguridad, así es una construcción social, un producto del clima de época 
y de las estrategias de comunicación. Una inseguridad que se expande en 
forma geométrica y genera que la certeza pase solamente por la esfera 
de lo individual. Una inseguridad que genera fundamentalmente soledad. 
Una conjunción siniestra de angustia e incertidumbre que permite más 
eficientes formas de control y disciplinamiento social.
6. Cuestión Social y caída de los valores democráticos
El neoliberalismo condiciona, encierra y si lo necesita, arrasa con la 
democracia. De esta forma, la sociedad bajo ese sistema económico, deja 
de concebirse como un todo conformado por ciudadanos soberanos para 
convertirse en un conjunto de consumidores donde, los derechos dependen 
de la capacidad de compra u ahorro de cada uno de sus integrantes.
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Por otro lado, la caída de los valores democráticos hace que se relativice 
la Justicia, las instituciones o las prácticas que se desarrollan en ellas. 
Estas se encuentran nuevamente deslegitimadas al no poder cumplir con 
sus mandatos fundacionales.La separación de las nociones de Libertad, 
Igualdad y Fraternidad, hacen que cada una de ellas compita con la otra 
y dejen de potenciarse. Así, la Igualdad de unos puede ser vista como 
producto de la pérdida de libertad de otros, mientras que la noción de 
fraternidad, asociada a la de Pueblo y Nación pareciera estar censurada u 
olvidada.
La crisis de los espacios de socialización ha retornado con vehemencia: 
la familia, el barrio, la escuela se encuentran reiteradamente cambiando 
de sentido y también atraviesan nuevamente por una fuerte crisis de 
legitimidad. La desigualdad torna violentas a las sociedades en muchísimos 
aspectos pero, solo se ponen en evidencia y son percibidos subjetivamente 
como importantes aquellos que implican algún atentado contra la 
propiedad privada. Las violencias que llevan adelante los que detentan el 
poder a través de la degradación de la economía, generación de desempleo 
y concentración de la riqueza, raramente se registran como problema que 
afecte la integridad individual. 
Ante la conflictividad creciente, las nuevas expresiones de la biopolítica 
intentan desde una forma remozada del positivismo la psiquiatrización 
del conflicto, nominando el padecimiento en clave de nuevas y viejas 
clasificaciones psicopatológicas que colateralmente también se utilizan 
para la justificación de la inferioridad genética de quien está en situación 
de desigualdad. 
La estrategia neoliberal hoy, pareciera que va más allá del control de 
los cuerpos, muchas veces no necesita del encierro, genera cárceles que 
cada uno de nosotros construye y habita para sentirse seguro y separado 
de los otros; así, avanza sin pausa en la construcción de subjetividad y 
la enunciación de los problemas sociales desde lo individual. La vida 
cotidiana, en estos escenarios, sufre una suerte de psicologización donde, 
los condicionantes de lo que ocurre se restringen a la esfera de lo íntimo y 
solitario. En la actualidad, el poder colonial, el poder que nos sujeta retorna 
de manera más evidente y sofisticada como biopoder y construcción 
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subjetiva, intentando disciplinar desde la subjetividad, los cuerpos y el 
lenguaje. 
La represión es justificada como necesaria para mantener un supuesto 
orden donde los que tienen los derechos y las libertades de las ciudadanías 
plenas son cada vez menos. Los fantasmas de la Dictadura Militar, 
ya cohabitan con nosotros y volvemos a ver ahora como reaparecen 
disfrazados de una especie “necesidad de seguridad” que reflotó el 
fascismo latente de una parte de nuestras sociedades. Se justifica que las 
policías actúen por fuera o en el límite de la ley en nombre de restablecer 
una seguridad que el mismo modelo económico y social de manera cada 
vez más autoritaria genera. De esta forma la Democracia se restringe en 
las libertades individuales castigando también a la sociedad como un todo.
Así, la cuestión social se hace más compleja y dolorosa cuando la 
sociedad es fragmentada, cuando lo social se desvaloriza desde diferentes 
discursos y perspectivas, cuando la desigualdad social es tan evidente 
que deja de verse. En un nuevo período histórico donde lo económico 
condiciona a lo político, lo social y lo cultural.
Por otra parte como todo Poder, la construcción neoliberal de éste, 
genera Resistencia y desde allí, cada acto de reflexión se transforma en este 
aspecto también en una manera de resistir, de espera analítica y estratégica, 
de necesidad de los otros, de lo colectivo, de lo social.
7. Colonización, Cuestión Social, Cuestión Nacional
A partir de la conquista de América surge la modernidad, su sustento es 
el colonialismo que viene operando desde hace más de quinientos años en 
la forma de construcción de diferentes formas de dominación que pasan por 
lo económico, lo cultural y lo subjetivo. El colonialismo también permitió 
y facilitó la universalización de las relaciones mercantiles, la generación 
de sociedades que justificaron los tipos de individualización que fueron 
y le son funcionales. También generó los condicionantes de distintas 
formas de construcción de subjetividad intentando elaborar y establecer 
ontologías que se pretenden universales. Gracias al sometimiento colonial 
de América se constituyó y se sigue construyendo la universalización del 
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saqueo que proponen las formas actuales del capitalismo, donde tal vez, las 
mayores victorias fueron conseguidas en los momentos en que los esclavos 
quisieron parecerse a los amos. 
El sujeto en América Latina se construye a partir de su condición de 
colonizado, tanto desde lo material como lo cultural. Es la expresión de 
una subjetividad producida desde prácticas que dominan, condicionan, 
pero también fundamentalmente generan resistencia. Esa subjetividad es 
el resultado de un proceso socio histórico que se inicia con la conquista y 
lo atraviesa más allá de su condición social, étnica, económica o cultural. 
El colonialismo, de esta manera, es como un fantasma que se presenta en 
el momento menos esperado, opera y construye formas de hacer, pensar, 
comprender y explicar. 
En tanto sujetos americanos, nuestra subjetividad es constituida 
en complejos juegos de interrelación con la otredad que también se 
presenta situada y enredada a partir del devenir que constituyen los 
condicionamientos que impone el colonialismo y las diferentes formas de 
dominación que lo acompañaron desde la conquista. 
El colonialismo tradicional se expresaba a través de ejércitos que 
entraban a países, regiones, espacios estratégicos que eran adicionados para 
obtener diferentes tipos de recursos, imponer un sistema de dominación 
político y económico por medio del ejercicio de la fuerza y la complicidad 
de aliados internos. En la actualidad, el colonialismo posee componentes 
mediáticos, financieros y militares. Al igual que en su etapa anterior, 
desarrolla diferentes empresas o financieras que se apropian de tierras, 
recursos monetarios, naturales que son saqueados y llevados nuevamente 
a las metrópolis y allí generan a través de la imposición financiera fuertes 
lazos de sujeción desde lo económico, lo político y lo cultural. Así…
El colonialismo es todo aquel modo de dominación basado en la degradación 
ontológica de las poblaciones dominadas por razones etnorraciales. A las 
poblaciones y a los cuerpos racializados no se les reconoce la misma dignidad 
humana que se atribuye a quienes los dominan. Son poblaciones y cuerpos que, 
a pesar de todas las declaraciones universales de los derechos humanos, son 
existencialmente considerados como subhumanos, seres inferiores en la escala del 
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ser. Sus vidas tienen poco valor para quien los oprime, siendo, por tanto, fácilmente 
desechables…3
La colonización cultural hace que la subjetividad surja en espacios 
dificultosos para la construcción de autonomía. Quizás, el análisis, estudio 
y exposición de sus procedimientos, donde sobresale la potencialidad del 
funcionamiento del discurso colonial para generar subjetividad sea un 
campo político necesario a trabajar. Así, el discurso colonial por un lado 
deshumaniza al colonizado pero, por otro genera una forma de deseo que 
a veces es la única mediación con el mundo de los colonizados (Fanon, 
1973). El sujeto deja de ser esclavo cuando tiene una utopía, un lugar 
a donde ir, una sociedad a construir una condición humana a recuperar, 
cuando vuelve a tener la fortaleza política de su capacidad de mediar con 
la cultura del colonizador desde un lugar de poder generado en su propia 
pertenencia, identidad, historia y anclaje en lo colectivo.
8. Algunas conclusiones
Es posiblepensar que el lugar de las Ciencias Sociales hoy más que 
nunca trasciende la descripción de los hechos y a la denuncia de éstos, 
necesitando generar formas de aplicación, de hacer que logren estar allí 
donde el dolor se hace cuerpo y palabra. De este modo el Trabajo Social se 
hace necesidad, especialmente desde su capacidad de hacer ver, de generar 
acontecimiento.
El conocimiento acerca de la cuestión social en nuestra región puede 
dar cuenta de una serie de elementos que no solo pueden ser útiles para 
describir las deformaciones del capitalismo actual, sino también para 
explicarlas y entender por qué se reproducen. Las particularidades del 
capitalismo dependiente no son resultado de su incapacidad de crecer o de 
permanecer en el estancamiento, sino, al contrario, del crecimiento de la 
reproducción del capital.4
3 https://www.pagina12.com.ar/105534-el-colonialismo-insidioso. Boaventura de 
Sousa Santos. El Colonialismo insidioso. 
4 http://www.ungs.edu.ar/noticiasungs/?portfolio=la-teoria-de-la-dependencia-hoy. 
Ensayo sobre la cuestión social
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Prospectiva. Revista de Trabajo Social e intervención social No. 27, enero-junio 2019: pp. 13-28
Buscando formas de intervención en lo social que fundamentalmente 
logren la visibilidad del Otro, construyendo formas de re encuentro, 
colonizando prácticas y saberes que nos permitan pensar desde América y 
hagan salir a nuestras sociedades de la dominación que las pone en el lugar 
de la imposibilidad, de la impotencia. Facilitando así la reconstrucción de 
las subjetividades devastadas en las diferentes crisis, generando prácticas 
situadas e implicadas que construyen una diferente forma de mirar, de 
comprender, de explicar.
Son momentos difíciles, complejos, oscuros. Tiempos donde la 
impotencia, la bronca, el desencanto nos invaden desde una especie de 
melancolía y nostalgia ligadas a un pasado reciente y esperanzador. Instantes 
que se transforman en infinito donde nos es difícil entender a través de la 
razón. Tal vez, sea el camino de la pasión, de los sentimientos, de la épica, 
lo que nuevamente nos sirva para la explicación de los acontecimientos. 
Sencillamente viendo, sintiendo, observando donde se festeja lo que nos 
está ocurriendo y donde la tristeza se expande. 
Los procesos de nuestro continente son épicos y heroicos, lentos, 
construidos desde un sinnúmero de condiciones de sometimiento que nos 
llegan de quienes nos venden desde adentro y quienes permanentemente nos 
saquean desde fuera. Pero, la historia nos va mostrando cómo superamos 
los escollos, cómo cumplimos con el destino cargando de sentido luchas 
donde siempre peleamos en inferioridad de condiciones, batallas que 
ganamos y perdemos. 
Hoy, en los tiempos donde la oscuridad de la derrota atraviesa 
prácticamente todo el continente, es seguro que están empezando a brotar 
muy despacio, y de manera estratégica, nuevas primaveras que nos llenarán 
nuevamente de proyecto. Tiempos donde la perplejidad y el agobio se 
transforman en el combustible de la lucha y resistencia. Pero también en 
la certeza de que los sueños se alejan rápidamente del espectáculo del 
marketing individual para apresuradamente resguardarse en lo colectivo, 
quizás, solo para seguir siendo. 
Tal vez esa sea la magia que tenemos en América y que estamos 
aprendiendo con mucho dolor a utilizar, transformando la adversidad en 
victoria en forma colectiva, hermanada y solidaria.
Alfredo Juan Manuel Carballeda
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Prospectiva. Revista de Trabajo Social e intervención social No. 27, enero-junio 2019: pp. 13-28 
9. Referencias bibliográficas
Fanon, F. (1973). Piel negra, Máscaras blancas. Buenos Aires: Editorial Abraxas. 
Galeano, E. (2002). Las venas abiertas de América Latina. Buenos Aires: Editorial 
Siglo veintiuno editores. 
Gunder-Frank. A. (1963). América Latina: Subdesarrollo o Revolución. México: 
Editorial ERA.
Cómo citar: 
Carballeda, A. (2019). Ensayo sobre la cuestión social. Prospectiva. Revista de 
Trabajo Social e intervención social, (27), 13-28. Doi: 10.25100/prts.v0i27.7271.

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