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0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE 1 Umbral Literatura para infancia, adolescencia y juventud Colección de Propuestas Críticas CiEL Chile Centro de Investigación y Estudios Literarios: discursos para infancia, adolescencia y juventud EDITORA GENERAL: Claudia Andrade Ecchio. EDICIÓN DE ESTILO: Hugo Hinojosa Lobos. Camila Valenzuela León. EDICIÓN DE PRUEBA: Carla Silva Contreras. CORREO ELECTRÓNICO: contacto@cielchile.org OTROS CONTACTOS: http://cielchile.org/ https://www.facebook.com/CIELChile 0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE 2 ÍNDICE DÁMASO RABANAL GATICA Aproximaciones a la literatura para adolescentes y jóvenes: desafíos de lectura en Al sur de la Alameda y Trilogía del Malamor..................................................................................................... 3 CIELO OSPINA CANENCIO Razones para mirar atrás: lo que nos dicen las revistas para la infancia sobre sus lectores en la dé- cada de 1930. El caso particular de Colombia y Chile.................................................................. 17 PERFIL COLABORADORES-AS 27 Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. APROXIMACIONES A LA LITERATURA PARA ADOLESCENTES Y JÓVENES: DESAFÍOS DE LECTURA EN AL SUR DE LA ALAMEDA Y TRILOGÍA DEL MALAMOR DÁMASO RABANAL GATICA Valenzuela, José Ignacio. Trilogía del Malamor. Hacia el fin del mundo. Libro I. Santiago de Chile: Alfaguara, 2012. 429 páginas. Larra, Lola y Vicente Reinamontes. Al sur de la Alameda. Santiago de Chile: Ekaré, 2014. 288 páginas. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. APROXIMACIONES A LA LITERATURA PARA ADOLESCENTES Y JÓVENES: DESAFÍOS DE LECTURA EN AL SUR DE LA ALAMEDA Y TRILOGÍA DEL MALAMOR DÁMASO RABANAL GATICA DOCTOR © EN LITERATURA DARABANAL@UC.CL RESUMEN La presente investigación corresponde a una propuesta de lectura para las novelas Al sur de la Alameda (2014) de Lola Larra y Vicente Reinamontes y Trilogía del Malamor (2012a–2012b–2013) de José Ignacio Valenzuela, abordándolas como producciones literarias y culturales pertenecientes a la literatura para adolescentes y jóvenes. Se establecen cuatro vías interpretativas: voces juveniles, creación de terri- torios, recursos gráficos, lector participante integral, además de proponer una resignificación y actuali- zación del lector tradicional, desde una interpretación integral de múltiples discursos y la colectivización de la lectura para consolidar una comunidad de lectores. PALABRAS CLAVES: LITERATURA PARA ADOLESCENTES Y JÓVENES, LECTOR PARTICIPANTE INTEGRAL, COMUNIDAD DE LECTORES. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. «Se trata en verdad de textos litera- rios escritos por adultos para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, lo que lo constituye en un campo multifa- cético y de una gran complejidad teórica». (König 11) ( a propuesta que presento puede ser escrita y descrita como los capítulos de una novela tan intensa y extensa que no es posible establecer un parámetro o fijar un límite con respecto a cuál es el momento en que podríamos atisbar un posible final. El ejer- cicio de leer se posiciona como un sendero ili- mitado de experiencias que, paso a paso, contri- buyen con una nueva reflexión, una larga carre- tera enloquecida con detenciones llamadas lite- ratura que permiten problematizar tanto lo leí- do como lo vivido. La realidad, impregnada de ficciones uti- litarias montadas desde voces transitoriamente autorizadas o autoproclamadas a través de algún influjo poderoso, creyó y transmitió que los-as jóvenes y adolescentes de los últimos veinte años habían forjado una brecha insalvable con la aventura de leer. Afortunadamente, y en una elogiable acción, han sido los-as mismos-as prejuiciados-as quienes se han encargado de desmitificar esa situación, fortaleciendo, demos- trando y colectivizando ideas en torno a intere- ses variados por la lectura1. La literatura, una vez más, se vuelve un campo de lucha donde el poder, apropiado de la letra legitimada y diseñador del canon, disputa ‘la palabra’ a una comunidad lectora etiquetada con un doble estigma heredado desde la tradi- ción, pues los-as jóvenes serían incapaces de decidir por un libro sin tener un modelo y, al mismo tiempo, la supuesta inmadurez los-as inhabilitaría para emitir un juicio contundente de su proceso de lectura. Este conflicto es una de las situaciones fundantes que posicionan la literatura para adolescentes y jóvenes dentro del campo creativo, pues desde esta inestabilidad del canon, los-as lectores-as han generado, co- mo diría María Teresa Andruetto, una lectura a contra canon2, fortalecida en la consolidación de una comunidad de lectores que utilizan in- sumos, plataformas y prácticas de su época para instalar sus intereses. Así, por ejemplo, quienes ingresan a la li- teratura para adolescentes y jóvenes salen de la 1Destaco las situaciones actuales relacionadas con la auto- nomía y articulación de jóvenes y adolescentes en sus prácticas culturales, pues se orientan hacia “[…] una experiencia que remite a un aprendizaje fundado menos en la dependencia de los adultos que en la propia explora- ción que los jóvenes, habitantes del nuevo mundo tecno- cultural, hacen de la visión, la audición, el tacto o la velo- cidad” (Barbero 40). 2Es particularmente relevante esta concepción de la auto- ra al señalar que “[…] todo canon necesita de la amenaza exterior —la amenaza de lo no canónico— y es de ese exterior no canonizado de donde provienen las reservas de la literatura que vendrá” (Andruetto s/p). L Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. materialidad del texto para transformarse en agentes culturales activos de sus preferencias literarias: crean fandom asociados a ciertos tex- tos o escritores3; participan de agrupaciones nacionales e internacionales de lectura y escritu- ra en sitios de internet como wattpad4; lideran actividades performáticas, posicionando el cuer- po como el lugar de enunciación y visibilidad de sus preferencias literarias, para hacer del cosplay una práctica de colectividad; favorecen el inter- cambio y la masificación de la lectura en jorna- das de intercambio de libros; participan de ges- tiones y acciones culturales correspondientes a nuevas propuestas de lectura o reescritura de libros en diversos formatos como teatro, docu- mental, o cine, entre otros. La literatura para jóvenes y adolescentes, así como sus lectores, ha generado un pacto de lectura alternativo que va más allá de la verosi- militud en el ejercicio de leer. Además de las habilidades asociadas al desafío de enfrentarse a un texto por medio de sus competencias litera- rias, se agregan necesariamente otras competen- cias comunicativas que potencian la experiencia de lectura, pues el-la lector-a no interpreta solo a través de las palabras en el texto, sino que lee con el cuerpo individual y con el cuerpo de la colectividad, construyendo así una red de inter- 3Fan Club “Trilogía del Malamor”: https://www.facebook.com/trilogiadelmalamor/?fref=ts 4Sitio web de “Wattpad”: https://www.wattpad.com/?locale=es_ES pretaciones físicas y afectivas que forjan una comunidad5, como si la discusión del “ser en común” de Esposito (2012) cobrara mayor sen- tido y se incorporara como una vía certera de agenciamiento sociopolítico disruptor de la tra- dición atomizadora de lossujetos en favor de la coexistencia y la convivencia. Dimensionado o no, planificado o no, la situación de la literatura para adolescentes y jóvenes —entendida como distinta de la litera- tura infantil y juvenil (LIJ)6— dentro del campo cultural se consolida poco a poco. Desde las consideraciones del mercado y alguna propuesta editorial aisladas, ha conseguido posicionarse hasta el lugar de la catalogación y publicación de textos con declarada intención de lectura para un grupo específico; desde las vías publici- tarias y de la crítica periodística, participa en ferias con locales específicos para esta literatura. Sin embargo, aún no ha sido posible ingresar a los umbrales de la crítica académica, posible de evidenciar en los escasos trabajos específicos relacionados con estas literaturas. 5Considero el término comunidad desde Espósito, pues el autor no lo propone como un concepto rígido sino muta- ble, fluctuante, dúctil, en el entendido que está organiza- do y compuesto por sujetos diferentes, en tránsito, que contribuyen cotidianamente a rediseñar la comunidad. 6Es pertinente considerar distinciones entre “Literatura para infancia, adolescencia y juventud” y “Literatura in- fantil y juvenil” que declara el equipo de investigación CiEL en la introducción de su libro Literatura para la infancia, adolescencia y juventud: reflexiones desde los estudios literarios (2016). Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. LECTURA DESAFIANTE De acuerdo con el escenario descrito, las prácti- cas de lectura de la literatura de adolescentes y jóvenes, así como las propuestas escriturales de los textos, están posicionando y exigiendo un compromiso frente al acto de leer. Se encuen- tran, entonces, una literatura y un-a lector-a desafiante, que proporciona y organiza claves para la interpretación múltiple y culturalmente activa, sobre todo en la construcción y diseño de los textos donde la letra se nutre de diferentes discursos, objetos, ilustraciones y formatos. Las producciones literarias chilenas Al sur de la Alameda (2014) de Lola Larra y Vicente Reinamontes y Trilogía del Malamor (2012a- 2012b-2014) de José Ignacio Valenzuela, co- rresponden a dos obras posibles de acercar a los parámetros de la literatura para adolescentes y jóvenes. La primera, una obra literaria híbrida donde texto e ilustración conviven y se com- plementan para dar forma al relato7, ficcionaliza 7Es importante mencionar que esta obra también ha sido leída e interpretada como novela gráfica (Santa María Muxica, 2015), sin embargo, existen lecturas que la con- sideran más bien un relato donde operan múltiples len- guajes, dentro de ellos el de las ilustraciones. Gemma Lluch (2014) señala que la obra “Narra una historia en dos niveles: el del texto, reproduce el diario que escribió Nicolás durante los días que duró el encierro de los estu- diantes en su colegio; el de la ilustración, nos traslada a una casa, a unos prismáticos, a unos recuerdos, a otros momentos muy parecidos a los actuales” (s/p), para con- seguir así “[…] una lectura desde lenguajes múltiples, una mirada reflexiva a la realidad política y social desde las vivencias de dos generaciones, un relato sencillo y pro- fundo que describe y reflexiona sobre lo que significa ser una ciudadano crítico” (s/p). y narra la situación de un colegio privado de Santiago de Chile en el contexto de las movili- zaciones estudiantiles; la segunda, una trilogía que construye las aventuras, trayectos amorosos y familiares de diferentes jóvenes en el pueblo patagónico de Almahue y sus alrededores. En ambos textos es posible evidenciar cuatro rasgos fundamentales y necesarios para llevar adelante la comprensión e interpretación. Cuatro aspectos que, en estos dos casos litera- rios, se transforman en clave de lectura para vincular la propuesta escritural y la lectura de la literatura de adolescentes y jóvenes: voces juve- niles, creación de territorios, componentes grá- ficos y lector participante integral. Posicionar la narración sobre las voces de jóvenes y adolescentes es una acción particular- mente interesante, pues permite construir el imaginario diseñado en el texto desde la óptica de subjetividades tradicionalmente desplazadas a lugares narrativos adyacentes. En Al sur de la Alameda, el narrador, Nicolás —estudiante y destacado futbolista del colegio—, menciona: “Todos dicen que somos una generación perdi- da, que somos egoístas, que “no estamos ni ahí”… Seguramente les han dicho mil veces que son unos consentidos a los que solo les preocupa vestirse bien, escuchar mala música y salir a emborracharse en las plazas” (Larra y Reinamontes 34), ubicando al narrador en las veredas de la discusión por la representación Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. estudiantil de sujetos adolescentes8. En este sentido, y complementando la construcción de la voz, es necesario considerar el lugar enuncia- tivo desde donde se posicionan los estudiantes. Valentín —presidente del Centro de Alum- nos— señala que “[…] estamos en medio de un hecho histórico, algo que cambiará completa- mente el panorama escolar y la política del go- bierno hacia todos los estudiantes. Se trata de pensar más allá de nosotros. De ver más allá” (114), estableciendo una mirada de colectividad, de proyección, de conocimiento del contexto y de fascinación enérgica por la participación es- tudiantil en la incidencia política. En Trilogía del Malamor, encontramos a Ángela, una estudiante de 19 años que debe buscar un nuevo tema de seminario de investi- gación, pues la ‘Leyenda del Malamor’ ha sido robada por Patricia, su amiga, a quien desea rescatar de Almahue luego de saber que está en peligro. Si bien su madre no accedía a autorizar el viaje, ella insistió en “[…] demostrar que se estaba convirtiendo en una mujer en la cual po- día confiar” (Valenzuela, Trilogía I 29)9, pues 8Es importante considerar, sobre todo en términos de propiciar una lectura desde la representación, lo que men- ciona la investigadora Luz Santa María Muxica con res- pecto a la existencia de un segundo narrador, un testigo, la ex profesora Luisa Garretón, al mencionar que “[…] la novela gráfica representa todo lo que ella ve por sus bino- culares a través de las ilustraciones” (Santa María 16). 9En un gesto anterior y de acuerdo con el avance en las posiciones de independencia de los sujetos, el narrador señala que Ángela a los trece años “[…] algo había cam- “[…] iba a ir al encuentro de su amiga, costara lo que costara. Y ésa no era la decisión de una adolescente: por primera vez en su vida, se sin- tió toda una mujer” (34). En las novelas de Larra y Valenzuela, los- as jóvenes y adolescentes son los protagonistas y principales responsables de las decisiones que favorecen el progreso narrativo. Esta decisión propuesta por los autores establece un primer puente de interpretación con los-as lectores-as adolescentes y jóvenes, pues disponen la actuali- zación de la lectura mediada por sus experien- cias como sujetos participantes de contextos y situaciones similares. El segundo rasgo, correspondiente a la creación de territorios, es uno de los aspectos que considero de especial relevancia. En Al sur de la Alameda, los personajes resignifican el contexto escolar, construyendo un espacio alter- nativo renovado, con nuevas reglas y formas de constitución de comunidad y experiencias, un mundo de adultos que pareciera existir sola- mente en las memorias de los personajes. El texto señala: “Eso fue hace tres días. Cuando losprofesores y también el director, se fueron. Y cuando la mayoría de los alumnos también lo hizo. Cuando los treinta y cinco que estamos aquí adentro, tomamos oficialmente el colegio” (Larra y Reinamontes 30), evidenciando el des- biado: no podía decir aún que era una mujer, pero tampo- co que seguía siendo una niña” (25-26). Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. plazamiento del poder y las autoridades adultas en el imaginario escolar para que ingresen las voces empoderadas de los-as estudiantes. En Trilogía del Malamor se diseña un es- pacio completo, un imaginario de fantasías y naturaleza en torno al pueblo patagónico de Almahue, distante a más de dos mil kilómetros de Santiago, lugar donde las jóvenes antropólo- gas pretenden levantar los datos de su investiga- ción. En el texto, Carlos —profesor y líder de la biblioteca móvil de Puerto Chacabuco— des- cribe Almahue hablando con Ángela y señala que ese lugar […] está metido en un hoyo, rodeado por una altísima cordillera […]. No hay internet. Sólo hay un teléfono pú- blico que, según me contaron, hace al- gún tiempo se echó a perder después de una intensa nevada […]. Tengo en- tendido que hay uno o dos radioafi- cionados, que en caso de emergencia transmiten por un aparato de onda corta más viejo que mi bisabuela (Va- lenzuela, Trilogía I 59). Corresponde, en síntesis, a un espacio distante, un territorio instalado en algún lugar de la Patagonia donde las particularidades aisla- das y la precariedad comunicacional del mundo moderno no se erigen como urgencia, sino que se transforma en preocupación a los ojos del forastero, del turista, de aquel que no conoce los códigos y lenguajes de ese estilo de vida donde la leyenda aún vive y no ha sido consumida por los soundtrack de los iphone que poseen las antropólogas. El ejercicio creativo que utilizan estos dos textos de literatura para adolescentes y jóvenes con respecto a la creación de territorios es tam- bién el giño material y simbólico hacia una tra- dición literaria que optó fundamentalmente por dos propuestas literarias espaciales: crear mun- dos completos o desarrollar adaptaciones de lugares existentes, para ofrecer al lector distintas posibilidades en el contrato de verosimilitud. De esta manera, Trilogía del Malamor se orien- ta hacia la creación de territorios únicos, ingre- sando a las propuestas escriturales de García Márquez o Juan Rulfo, pues Almahue comparte nociones y concepciones con Macondo y Co- mala. Por su parte, Al sur de la Alameda se ins- tala dentro de las tradiciones literarias del siglo XXI que posicionan los escenarios escolares y la problematización de la representación estudian- til como centro de su historia y dialoga con otras producciones literarias y culturales recien- tes como Incompetentes (2014) de Constanza Gutiérrez, Señoritas en toma (2016) de Valeria Barahona o Liceo de niñas (2015) de Nona Fernández, entre otras. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. El tercer rasgo, relacionado con la utiliza- ción de componentes gráficos en la producción de los textos, se relaciona directamente con la atención y tensión estética que existe en los di- seños de los libros y en los horizontes de expec- tativas de los-as lectores-as por los desafíos que ofrezca el tratamiento de la imagen, color y tex- tura. Desde ese punto de vista, las novelas selec- cionadas para el análisis dan cuenta de la alta importancia que significa el cuidado y reflexión desde lo gráfico. En Trilogía del Malamor existe un deta- llado trabajo en cada uno de sus tomos. Las portadas de los libros, al estar unidas, forman una imagen que tiene implicancias profundas con la historia narrada —desde un enfoque pe- dagógico es posible considerar esas portadas como una hipótesis de lectura para la novela—; las páginas han sido diseñadas con marcos de hojas, ramas y flores, dando un énfasis particu- lar al componente naturaleza dentro de la nove- la10, pues el exterior cambia, se modifica, influye y participa de las vidas de los personajes e inclu- 10Una posibilidad de investigación futura es leer Trilogía del Malamor en clave ecocrítica. Para profundizar en esta teoría de análisis literario y cultural, recomiendo leer a los-as investigadores-as Juan Gabriel Araya («Otra ética para un nuevo mundo: el ‘principio de responsabilidad’ de Hans Jonas en Mundo del fin del mundo (1994) de Luis Sepúlveda. Notas para una investigación ecocrítica»), Mauricio Ostria González («Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos literarios latinoamericanos»), Andrea Casals Hill («Ecocriticism and Ecological Writing in Chile») y Arnaldo Donoso Aceituno («Estudios literarios ecocríticos, transdisciplina- ridad y literatura chilena»). so ese ecosistema puede ser dominado por la magia. Es así como, por ejemplo, en la primera parte del segundo tomo de la trilogía se señala: “Rayen, satisfecha con su nuevo cuerpo, dejó que el viento de fin del mundo se hiciera cargo de hacer desaparecer el cadáver. Una ráfaga lo levantó de entre los muebles y adornos rotos, para llevárselo lejos, tan lejos donde nadie pu- diera encontrarla. Se harían cargo de su rápida descomposición el humus y las hojas podridas del bosque” (Valenzuela, Trilogía II 23), dise- ñando la descripción escenográfica en que los elementos de la naturaleza participan de una asumida secuencia de desaparición de los cuer- pos. Un gesto de escritura para ubicar la imagen de una fuerza indómita sobre la finitud de los sujetos. Sumado a lo anterior, es fundamental destacar que además la novela propone una ico- nografía específica, un lenguaje cifrado único y exclusivo presente en cada apartado de la trilo- gía. Esta propuesta creativa abre un diálogo entre la historia ficcional y los-as lectores-as, pues ambos participan de un proceso de alfabe- tización en la medida que avanzan la lectura y develan los enigmas que representan esos sím- bolos. Por su parte, en Al sur de la Alameda, se propone una declaración creativa e ideológica con respecto a la importancia de ofrecer una lectura más allá de la palabra, sino que también Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. por medio de las imágenes, colores y diseños. Este texto consigue establecer una propuesta unificada coherente con respecto a los mensajes que ofrecen sus diferentes páginas, pues se in- terpreta la convicción que existe tras las líneas del texto. Sintetizo esta idea en la siguiente cita: La aventura creativa que ofrece Al sur de la Alameda en términos ilustrativos también es desafiante pues apela a una estética del cartel, del anuncio y la consigna con que se diseñan los lien- zos para marchar y gritar a la sociedad el descontento por una representación y sistema educativo que no les perte- nece, del que no se sienten partícipes en derecho, sino que esa vinculación con la escuela está mediada por una decisión de mercado sustentada por el capital económico de quienes pueden pagar por un tipo de educación distin- ta a la oferta pública del Estado. (Ra- banal 7-8) Ambas escrituras, considerando sus rasgos de producción individual, permiten establecer una asociación interpretativa desde el diseño de producción y las ilustraciones, relevando la im- portancia y el uso de los recursos y disposiciones gráficas como constituyentes de aportación para consolidar un proyecto de escritura integral que prevé las inquietudes de los-as lectores-as de literatura para adolescentes y jóvenespor los trabajos estéticos. Finalmente, el cuarto rasgo es a la vez un vínculo que condensa en parte algunos compo- nentes de los tres anteriores, pues tiene relación específica con los-as lectores-as y cómo estos-as se posicionan necesariamente frente a los textos con una postura participante integral11. Al considerar esta posición del lector, es posible sostener que la comunidad de lectores- as de literatura para adolescentes y jóvenes se ubica como agente interpretador —el homo fabulators destacado por Scolari (2013)— de muchos discursos que viven, dialogan y constru- yen propuestas en un solo objeto material, pero aglutinando distintos saberes, ideas, recursos y expresiones. Así, por ejemplo, en obras están presentes ilustraciones, colores, formas, otros discursos, diferentes géneros, lenguajes corres- pondientes a grupos o nuevos lenguajes que se deben llenar de sentido. En definitiva, un-a lector-a de esta literatura es también un-a lec- tor-a de la cultura, pues conoce y aprende los 11Incluso, en una proyección de las lecturas — considerándolas inacabadas— y los nexos propuestos por las interpretaciones de los-as lectores-as compartidos en diferentes soportes, así como la mediatización tecnológica y la socialización de las propuestas escriturales de las novelas, es posible señalar que las lecturas analizadas podrían corresponder y sostener un diseño transmedial en el entendido de que se acercan a una “[…] forma narrati- va que se expande a través de diferentes sistemas de signi- ficación (verbal, icónico, audiovisual, interactivo, etc.) y medios (cine, cómic, televisión, videojuegos, teatro, etc.)” (Scolari 24). Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. códigos propuestos por los textos y, en la bús- queda de la interpretación, son problematizados con sus capitales culturales situados en contexto. El desafío de leer la cultura es, entonces, una de las metas ineludibles e importantes para los-as lectores-as de estas literaturas. Los lenguajes de Al sur de la Alameda entregan oportunidades de leer colaborativa- mente distintos discursos que se articulan desde ilustraciones, textos, e incluso imágenes asocia- das con el muralismo político que grita cotidia- namente las consignas de una sociedad disgus- tada, haciendo de las murallas el espacio de la contracultura. Mientras los personajes mencio- nan que “Primero todos los estudiantes éramos unos encapuchados que destrozaban la ciudad y, ahora, los dirigentes salen en primera plana y los entrevistan como si fueran estrellas de rock” (Larra y Reinamontes 193), los tonos azules, rojos y negros dan forma a una viñeta donde se aprecian los carteles de una marcha que enuncia ‘educación gratis’ o ‘la educación no se vende, se defiende’, agregando a la lectura el ritmo insta- lado de los pasos en marcha y activando en el cerebro del lector las melodías de las consignas que hacen hablar la ciudad en un cuerpo múlti- ple de descontento y posición política frente al fenómeno educativo. Trilogía del Malamor también ofrece para los-as lectores-as diferentes discursos que ar- monizan el diseño del libro, proponiendo en la narración cartas, citas de otros textos no necesa- riamente literarios, música, tecnología y defini- ciones conceptuales. Incluso el concepto ‘Ma- lamor’ responde a una propuesta de neologismo clave para la comprensión de la novela. Si el texto se titula con una palabra (re)creada por el autor, los-as lectores-as tendrán que descubrir esta clave para avanzar en la lectura. En defini- tiva, el-la adolescente y joven que lea este texto tendrá que comprender y dar sentido a distintos géneros discursivos y discursos culturales, ha- ciendo fundamental la lectura participativa in- tegral. Desde el primer tomo, la narración consi- dera la aparición de la tecnología dentro de la historia, así como el conocimiento de la lengua extranjera. Conceptos como iphone, message inbox o ipod se enfrentan a otros tradicionales como leyenda, significantes que deben ser in- terpretados desde los-as lectores-as por medio de experiencias culturales de distinto origen y período histórico. Asimismo, el capítulo doce del segundo libro del Malamor, llamado ‘¿Todo fue un sueño?’, señala como epígrafe “Cogollo de toronjil/ cuando me aumenten las penas…/ las flores de mi jardín/ han de ser mis enferme- ras” (Valenzuela, Trilogía II 101), dejando la música como ingreso a los acontecimientos de la novela y, en un ejercicio similar, cada parte del texto está encabezada por una cita que en- trega antecedentes posibles para (re)formular Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. hipótesis de continuidad en la historia (frag- mentos del Libro del Apocalipsis, poemas de Eugenio Montejo, canciones de Violeta Parra, entre otros). En definitiva, el-la lector-a de es- tas producciones literarias tendrá que activar una red de saberes, discursos y medios para avanzar en la comprensión del texto y proponer vías interpretativas múltiples. Posicionar la comunidad de lectores-as de literatura para adolescentes y jóvenes atribuyén- doles el rasgo participativo integral es enunciar que su máquina de lectura opera desde ese lugar para la actualización de los textos. Si conside- ramos, por ejemplo, que ningún sujeto lee en/desde el vacío y que activa sus intertextos lectores en cada desafío de interpretación dis- cursiva y cultural —en la teoría de Mendoza Fillola (2001)—, estas literaturas permiten re- conocer y legitimar diferentes capitales cultura- les dentro del ejercicio de leer. Esta situación entrega a la literatura para adolescentes y jóve- nes un particular posicionamiento desde la equidad, pues cada lector-a tiene la posibilidad de ingresar al texto por la vía interpretativa más natural para él o ella entre las múltiples opcio- nes que presentan los textos. En este sentido, los-as lectores-as podrán construir su propia lectura que, al momento de ser socializada en los circuitos culturales mencionados inicialmen- te, dialogará con otras formas de leer para for- mar un entramado de perspectivas que se con- solidarán como la propuesta comunitaria de lectura. CONCLUSIONES La literatura para adolescentes y jóvenes abre espacios que dinamizan el campo cultural e ins- talan dentro de la producción literaria tradicio- nal voces y discursos alternativos y múltiples que obligan al lector a preguntarse recurrente- mente por el acto de leer. Estas producciones literarias, y en específico las comentadas, son posibles de poner en diálogo con las propuestas de la denominada narrativa chilena reciente12, quienes, sobre todo la posterior a los años dos mil, se preguntan permanentemente por el yo, por la búsqueda incesante de saber quiénes son y cómo participan dentro del diseño social local y global, así como también se preguntan por la construcción de identidades socioculturales y comunitarias. En Trilogía del Malamor y Al sur de la Alameda, los personajes y la narración se orientan hacia develar el misterio de su cons- trucción de sujeto y la posición que tienen, o 12Comprendo esta denominación de acuerdo con la pro- puesta de Macarena Areco en su Cartografía de la novela chilena reciente. Realismos, experimentalismos, hibrida- ciones y subgéneros (2015). Parafraseando a la investiga- dora, estas narrativas mantienen un valor significativo para el realismo, aunque minimalista y mediado por la tecnología, la industria popular y los medios masivos. Asimismo, diseñan nuevas formas de escritura o escritu- ras alternativas y, en ellas, existe una participación priori- taria de la ciencia ficción y la novela romántica,ingresan- do al entramado cultural preocupaciones por la familia, las relaciones más íntimas y la subjetividad en 1990 y 2000. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. aquella en que se les ha ubicado dentro del ima- ginario, ya sea para aceptarla o discutirla. Las novelas propuestas en esta oportuni- dad se erigen como narraciones puente materia- les, al ficcionalizar la escuela, y emocionales, en las propuestas amorosas y experiencias vitales. Establecen asociaciones de lectura entre los-as lectores-as estudiantes-jóvenes, incluso con sus padres y madres o adultos cercanos, por medio de situaciones comunes, contextos posibles, de escenarios personales y colectivos donde los personajes de esas novelas son en parte el lector, formando un nexo emocional con la lectura desde los-as jóvenes y adolescentes, con sus problemáticas y cuestionamientos. La cotidianidad de la escuela o las expe- riencias emocionales de estas novelas posicionan parte de sus desafíos y disyunciones diarias a través de los ejercicios de lectura, posibilitando, una vez más, la instalación de una vía comuni- cacional y analítica con su entorno, con sus pa- res y con ellos-as mismos-as, proyectándolos como lectores-as críticos-as y emocionalmente comprometidos-as con su lectura y la colectivi- dad, situación muy distante del prejuicio tradi- cional instalado sobre el imaginario juvenil del desinterés. Como menciona Mabel Moraña, “[…] las políticas del afecto, por su parte, avanzan mu- cho más fluidamente entre creación y recepción (el afectar y ser afectado) y en cuanto a la circu- lación de percepciones, saberes y sentires en el espacio compartido de la subjetividad socializa- da” (317), estableciendo, desde la literatura para adolescentes y jóvenes, líneas de diálogo sustan- ciales entre las identidades individuales y colec- tivas de los-as lectores-as, para concretar dife- rentes conexiones y vías de interpretación entre el sujeto y el objeto literario-cultural. La posibi- lidad de actualización de las propuestas escritu- rales en esta literatura será tan fructífera en tan- to el producto literario dialogue fruitivamente con el capital cultural y experiencia emocional del lector-a. BIBLIOGRAFÍA Andrade, Claudia; Ibaceta, Isabel; Troncoso, Anahí; Valenzuela, Camila (eds.). «Intro- ducción». Literatura para infancia, adoles- cencia y juventud: reflexiones desde los estudios literarios. Santiago de Chile: Universitaria, 2016. 15-25. Impreso. Andruetto, María Teresa. «Algunas cuestiones en torno al canon». Imaginaria. Revista quincenal de literatura infantil y juvenil 217 (2007). Digital. http://www.imaginaria.com.ar/21/7/andr uetto.htm Araya, Juan Gabriel. «Otra ética para un nuevo mundo: el ‘principio de responsabilidad’ de Hans Jonas en Mundo del fin del mundo (1994) de Luis Sepúlveda. Notas Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 3-16. para una investigación ecocrítica». Revista Acta Literaria 44 (2012): 153-165. Im- preso. Areco, Macarena. Cartografía de la novela chi- lena reciente. Realismos, experimentalis- mos, hibridaciones y subgéneros. Santiago de Chile: Ceibo, 2015. Impreso. Barahona, Valeria. Señoritas en toma. Un cole- gio de monjas en la revolución pingüina. Santiago de Chile: Emergencia Narrativa, 2016. 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EL CASO PARTICULAR DE COLOMBIA Y CHILE CIELO OSPINA CANENCIO DOCTORA © EN LITERATURA CHILENA E HISPANOAMERICANA CIELOERIKAO@GMAIL.COM RESUMEN Entre la variedad de géneros discursivos dedicados a la infancia, este artículo se referirá a un formato específico: el de las revistas que circularon en contextos comerciales, las cuales fueron culturales o exclu- sivamente literarias, publicadas en la década de 1930 en Colombia y Chile. A continuación, se expon- drán algunas características generales de las revistas para la infancia, se definirán algunos de los proble- mas metodológicos al abordarlas como objeto de estudio; y se presentarán algunasrazones provisorias por las cuales son un formato fundamental en la historia de los-as lectores-as y de la lectura de la litera- tura para la infancia. PALABRAS CLAVES: REVISTAS INFANTILES, RECEPCIÓN, HISTORIA DE LA LITERATURA PARA LA INFANCIA. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. e algún modo, nada es más viejo que una revista vieja” (9), dice Beatriz Sarlo cuando ca- racteriza este formato y su perdurabilidad en el tiempo. Si en este momento imagináramos un cúmulo de revistas apiladas, amarillas y desven- cijadas no podríamos dejar de darle la razón. Sus hojas, después de ser leídas, podrían ser utilizadas para limpiar espejos, rellenar zapatos o ser recortadas a elección. Su cuerpo o materia- lidad, si se quiere, no se proyecta tan sublime como un libro, pues la anatomía fragmentada de las revistas exhorta a su disección. Desde las metáforas anteriores es posible definir a la revis- ta como un formato caleidoscópico de discursos que se edita para determinada época y cuya vi- gencia, a diferencia del libro, se desvanece en el tiempo. Ahora bien, estas revistas definen a su público lector desde sus portadas y títulos, esta- bleciendo una imagen idealizada sobre sus lec- tores-as y sobre cómo deben constituirse. Sobre las revistas, además, existen determinadas con- cepciones y características lingüísticas, estilísti- cas y funciones inherentes de su recepción, dan- do cuenta del lugar que ocupan en el campo literario y en el mundo de la niñez, en un de- terminado espacio temporal. En esta dirección, al reconstruir y evaluar su temporalidad es posi- ble considerar a la revista como un recurso para analizar determinados fenómenos culturales y literarios de un periodo específico. Es por ello que este formato es utilizado de manera recurrente por estudiosos de la histo- ria que examinan este impreso como un recurso para reconstruir las historiografías sobre la in- fancia, la historia de las instituciones de la lec- tura como la escuela y la historia de niños y niñas como lectores y lectoras. Un ejemplo de ello en Latinoamérica son las investigaciones sobre los impresos para la niñez durante el siglo XIX, llevadas a cabo sobre todo en México y Argentina1. Estos aportes se han venido desarrollan- do, por un lado, a la luz de la historia social del libro y de la historia cultural desde la perspecti- va de Roger Chartier y Guglielmo Caravallo (2001) y, por otro, por un renovado interés en la prensa en Latinoamérica que ha llevado a cabo el estudio de diferentes tipos de publicaciones periódicas. En palabras de Paula Alonso (2003): La prensa irrumpió con fuerza en América Latina con los conflictos po- líticos e ideológicos que rodearon la Independencia y continuó siendo a lo largo del siglo, y aun entrando en el siguiente, uno de los principales ámbi- 1Una bibliografía sobre el caso mexicano puede encon- trarse en Escalante Fernández Carlos. «Niñez, familia y prensa en la segunda mitad del siglo XIX en México». 4tas Jornadas de Estudios sobre la Infancia. Buenos Aires, Argentina (2015). “D Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. tos de discusión pública y una de las principales formas de hacer política. (8) Es así que las revistas para niños y niñas conformaron un repertorio de discursos en los que se articularon ideas sobre determinadas infancias, creando adaptaciones o creaciones inéditas para ciertos usos y prácticas de lectura. Sin embargo, pese a este interés por las contrucciones impresas, se evidencia que existe una menor cantidad de investigaciones dirigidas a este público lector desde los estudios literarios2, razón de peso para particularizar este corpus. Esta producción de objetos y dispositivos dedicados a estos-as destinatarios-as proviene de “el descubrimiento de la infancia”, concepto acuñado por Philippe Ariés (1987), en cuanto fase específica de la vida que tiene sus propios problemas y necesidades. En la actualidad ya no podríamos hablar de una sola infancia, sino de varias formas de definirla e investigarla; en ese sentido, el acceso a ciertos productos solo lo realizan determinadas clases sociales3. 2Una evidencia de esta particularidad a nivel local es el número de ponencias presentadas en el I Congreso Inter- nacional sobre Revistas y Redes Culturales en América Latina, realizado por la Pontifica Universidad Católica de Chile en 2016, el que contó con solo dos ponencias sobre publicaciones periódicas dirigidas a este público particu- lar. 3Aspecto en que no profundizaré en el presente artículo, pero que es posible rastrearlos en publicaciones recientes La proliferación de impresos se enmarca en los procesos de modernización, las políticas de alfabetización y la escolarización de la niñez, lo que permitió el acceso, o no, a ciertas clases sociales a la cultura escrita y visual. Además, las pedagogías de la enseñanza de la lectura y la escritura con sus artefactos y sus prácticas de lectura influyeron en las formas de codificación de los textos. De esta forma, los primeros im- presos se enmarcaban dentro de los tres pilares que sustentaban la educación: “el temor a Dios, el castigo a la desobediencia y el premio a la virtud”, inscribiendo las obras en una matriz doctrinaria de la iglesia católica (Rodríguez 26). Posteriormente, la devoción a los santos se con- virtió en la devoción a los héroes patrios, que constituyó gran parte de las secciones de las revistas para niños y niñas4. Esto será visible en casi todas las publicaciones seriadas para la in- fancia a partir del siglo XIX, empezando por la Edad de Oro de José Martí con el texto «Tres en diferentes países. Al respecto, revisar: Rodríguez, Pablo y María Emma Mannarelli (coord.). Historia de la infancia en América Latina Bogotá: Universidad Nacio- nal del Externado Colombia, 2007. En el caso colom- biano, revisar: Londoño, Patricia y Santiago Londoño. Los niños que fuimos. Huellas de la infancia en Colom- bia. Bogotá: Banco de la República. Biblioteca, 2012. 4En Chanchito, revista ilustrada para niños se encuentra una sección dedicada a las niñas llamada “Los consejos de Clarita”, la cual presenta recetas de cocina y se dirige a las niñas lectoras específicamente. Sin embargo, su director nunca establece que el lector de la totalidad de la revista es unívocamente masculino o femenino, ya que en algu- nas notas editoriales comenta varias visitas a colegios femeninos, en las cuales regalaba la revista a niñas que no tenían acceso a este dispositivo. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. héroes», hasta publicaciones en países como Argentina, Chile y Colombia, entre otros, que exaltaban a su propio panteón nacional. PROBLEMAS METODOLÓGICOS Una primera dificultad metodológica que trae consigo el estudio de las revistas es su tempora- lidad. Sarlo (1992) advierte: “Las revistas no se producen para alcanzar un reconocimiento futu- ro (positiva fatalidad que puede sucederles) sino para la escucha contemporánea” (9) y, más ade- lante, añade: “[…] toda su autenticidad está en un presente, en el que siguen incrustadas, pero que se ha convertido en pasado” (10). Esta ca- racterística influye estrechamente con su mate- rialidad, con las concepciones inherentes a ella y con sus condiciones de conservación. Es por esto que el estudio de las revistas como recurso no permite generalizaciones ni miradas absolu- tas: cada una de ellas responde a una sintaxis y a unas preocupaciones propias de su tiempo. La materialidad perecedera afecta las condiciones de su conservación, lo que implica que no se cuenta siempre con la totalidad del acervo de untiempo determinado. En el sentido anterior, no solo será nece- sario considerar el contexto de producción, en- tendido como un proceso, que posee un inicio y leyes que enmarcan determinado producto cul- tural (Macherey 14-15), sino que también será necesario observar e interpretar las condiciones de preservación de las revistas. Esto implica que el material seleccionado y sistematizado no siempre responde al material que se publicó en la época. A su vez, da cuenta de políticas públi- cas o institucionales de preservación, en las que solo ciertos materiales tienen una validez patri- monial, artística o académica en el tiempo5. Como hemos visto en el caso de las revis- tas, la fragilidad temporal de sus ideas y la ma- terialidad de su cuerpo y anatomía no respon- den a estos requerimientos. Por consiguiente, es fundamental partir por interrogarse sobre las razones por las cuales se encuentran determina- das revistas en el trabajo de archivo, mientras que otras no están catalogadas ni son accesibles. Esto brindará algunos signos sobre el valor de los dispositivos a través del tiempo y dará cuen- ta tal vez de las publicaciones que no se conser- varon. 5Es necesario tener en cuenta que cuando se emprende una investigación en el que el corpus está preservado por instituciones de la cultura y de la lectura como museos, bibliotecas o archivos, hay que considerar las políticas de preservación y conservación de dichas instituciones en los periodos estudiados y problematizar por qué determina- das colecciones están completas, otras incompletas, y otras, definitivamente perdidas, deterioradas o que no se incluyeron como relevantes para estudios posteriores. Para profundizar sobre este aspecto, recomiendo el libro de Claudia Amigo Pino y Roberto Zular. Escrever sobre escrever: uma introdução crítica à crítica genética. São Paulo: Martins Fontes, 2007. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL FORMATO Variadas son las características del formato de las revistas y sería interesante observar las fisio- logías de su consumo, las condiciones materiales de su lectura o una revisión exhaustiva sobre la anatomía de su formato. En primer lugar, en Latinoamérica, las revistas fueron proyectos editoriales que comen- zaron tardíamente, hacia finales del siglo XIX, y vieron su esplendor hacia principios del siglo XX (Alonso 8), configurándose como un vehículo potente al servicio de movimientos culturales, literarios y políticos. Respecto de su produc- ción, un estudio específico de la prensa francesa establece algunas características que hago exten- sivas a las revistas para niños y niñas. La prime- ra particularidad es su creación colectiva: “[…] le journal est collectif. Chaque numéro est l´émanation d´une collectivité de rédacteurs, animée par une personnalité remarquable: colle- ctivité de collaborateurs […] qui sont unis par une vrai connivence”6 (Kalifa, Philippe y Thé- renty 18). Esta perspectiva es compartida por estudios argentinos especializados en las revistas para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que 6“[…] el periódico es colectivo. Cada número es la ema- nación de una colectividad de redactores, animada por una personalidad notable: colectividad de colaboradores […] que están unidos por una verdadera connivencia”. Traducción realizada por Ana María Ayala, Doctora © en Filosofía de la Pontifica Universidad Católica de Val- paraíso. consideran que el trabajo de producción de estas implica crear un equipo con distintas especiali- dades (Silveyra 91). Esta comunidad de lectores y lectoras conformada por los editores, ilustra- dores, periodistas o maestros en algunos casos, es un reflejo de la multimodalidad de los dife- rentes discursos que constituyen las secciones. Pese a ello, no existen muchos estudios que den indicios de estas interacciones (Szir 26), ya que esta cadena es difícil de rastrear en publicaciones donde, en muchas oportunidades, la figuración autorial o la comunicación directa con los-as lectores-as —sobre todo en las publi- caciones del siglo XIX para niños y niñas— no proporciona mayores especificaciones sobre esta “cadena de intervenciones”. Una excepción la encontramos en una revista ilustrada para infan- cia del siglo XX en Colombia, publicada en 1934. En la nota editorial, el editor y director Víctor Eduardo Caro trata de explicarles a dos niñas —que él denomina como sus sobrinas— el proceso de reproducción de las revistas: Esta revista es el resultado de una má- quina que tiene unas ruedas de carne y hueso y otras de metal. Hay una rueda que me la prestan cada ocho días y que puesta en su sitio produce Retazos de Historia. El material que producen esas ruedas pasa a la imprenta en don- de cajistas, fotograbadores y linotipis- Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. tas lo transforman y lo alistan para en- trar a otras máquinas de las que sale CHANCHITO casi terminado (Caro s/p). El ejemplo anterior sirve para ilustrar, de manera muy local y restringida, la tras- formación en la concepción de público lector por parte de los consejos editoriales de las revistas: un sujeto lector que pregunta por los sistemas de reproducción técnica de la revista, que lee y que es visto como interlo- cutor válido, al que se le pueden develar las disposiciones técnicas detrás de una tecno- logía. Respecto a su contenido, Marina Al- varado (2016) define la revista y su formato como “[…] el resultado del cruce de signos; un conglomerado de elementos disímiles que le otorgan su significación y su configu- ración” (15). También considera que son artefactos culturales que abordan una varie- dad de discursos no exclusivamente literarios (25). En este mismo sentido, se le define desde el campo de las revistas para la infan- cia y la juventud como un formato de “hete- rogeneidad discursiva” (De Almada et al. 44) y de naturaleza híbrida, que se remite a varios campos de pertenencia (periodístico, intelectual y artístico) de acuerdo a Patiño y Schwartz (648-649). Esto permite diferen- ciar algunos rasgos entre revistas solamente literarias y revistas culturales, en las que convergen otros discursos. Respecto a las revistas literarias, podemos citar como ejem- plo la Revista de Cuentos Infantiles Mami- ta, en la que, en sus inicios, solo se publican cuentos populares y de hadas. Por su parte, en las revistas culturales se ubican la mayoría de las publicaciones para la infancia, como por ejemplo, Topazín (1931-1932) y la re- vista colombiana Chanchito, Revista ilustra- da para niños (1933-1934), que cuentan con variadas secciones de cine, arte, novela por entregas, cuentos de carácter moral, poesía, entre otros géneros. Gracias a esta variedad es posible observar de cerca las continuida- des y las transformaciones de los contenidos a lo largo de sus números. Un ejemplo de ello es la inclusión de referentes del cine como Mickey Mouse que suplantan cómics españoles en sus secciones y la incorporación de diversas imágenes provenientes de los medios masivos de comunicación. RAZONES PARA ACERCARNOS AL ESTUDIO DE LAS REVISTAS Y HALLAZGOS PROVISIONALES Ahora bien, frente a estas problemáticas y ca- racterísticas de las revistas, esbozaré algunas razones que considero relevantes para examinar el lugar de los-as lectores-as en el marco de los estudios literarios dirigidos a la infancia. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. En primer lugar, las prácticas de lectura que rodean las revistas no solo permiten identi- ficar una recepción ubicada en una edad especí- fica, sino que también es posible observar la circulación de los textos al interior de un circui-to familiar y social. En su calidad de producto cultural y comercial, el consumo está mediado y controlado por los adultos; esto quiere decir que el circuito de lectura es más amplio porque también se dirige a padres, madres y profesores- as a través de anuncios clasificados o algunos textos con mayor extensión y complejidad7. Por otro lado, la labor de selección, adap- tación y captación de textos responde a unas prácticas de lectura de un colectivo, como carac- terística de su producción ya mencionada ante- riormente, y de unos consejos de redacción que fungen como críticos literarios y establecen un canon de lecturas adecuadas para sus lectores imaginados. En segundo lugar, el análisis del lector permite identificar una comunidad de lectores escolarizados y a la escuela como institución de la lectura por antonomasia. Los niños y las ni- ñas que han accedido a la cultura impresa, a imágenes verbales y visuales por medio de las revistas, hacen manifiesta su voz a través de sus escritos. Ejemplos de lo anterior son dos diálo- 7Por ejemplo, las novelas por entrega o anuncios publici- tarios dirigidos a maestros-as de escuela para que adquie- ran determinados libros de educación o de didácticas específicas. gos, donde se incorpora la supuesta voz infantil dentro de la revista. El primero corresponde a la respuesta del director de la revista chilena El Pibe a una niña lectora, Geraldine Ficher, de Illapel: “Mucho me alegra su entrada al Liceo N°3 de Santiago y espero que con su compor- tamiento y contracción al estudio sabrá corres- ponder a los sacrificios que hacen sus papás” (nota editorial s/p). El segundo es una carta aparecida en las últimas páginas de la revista Mamita en la que, a través de una redacción que imita un poema, los estudiantes expresan la apasionada lectura de la revista: En medio del alma colosal/ Y el alma plena de bondad infinita, llegó un día al Colegio Nacional/ Una revista sin igual “Mamita”./ En sus páginas blan- cas primorosas,/ Tan frescas como el aura del pensil, un mundo de ilusiones venturosas/ Logró encontrar el alma juvenil/ “Los cuentos de Hada, la le- yenda sana/ La estrofa educativa y de- licada/ La exaltación a la piedad hu- mana. (Homenaje del Colegio Nacio- nal a la Revista Infantil Mamita, 1932). Estos dos ejemplos dan cuenta de lec- tores escolarizados, lo que señala, tal vez, el acceso restringido de las revistas a otros ti- Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. pos de lectores. Sin embargo, no se descar- tan otros lectores, niños trabajadores, por ejemplo, que podrían en algún momento acceder a la suscripción. En lo que respecta a la parte textual, se pueden deducir algunos aspectos relaciona- dos con la idealización de la niñez y la ju- ventud ligada a un modelo inmaculado de valores cristianos. Lo anterior se visualiza, incluso, en la materialidad de la revista, la que es descrita como “blanca y primorosa”. Más adelante, se mencionan algunos géne- ros literarios y su función particular ligada a la enseñanza moral. En esta dirección, el tópico horaciano docere at delectare no ha podido alejarse de la literatura dirigida a la infancia, permaneciendo en el tiempo más allá de los formatos textuales y géneros lite- rarios. CONCLUSIONES La concepción sobre lo literario que atraviesa las revistas infantiles permite identificar un reper- torio de obras creadas, adaptadas y selecciona- das para estos-as lectores-as en particular. De todas formas no basta con realizar una relación mecánica entre texto y su denominación genéri- ca, sino que se debe analizar también cómo son clasificados los textos dentro de estas revistas, si son cuentos, novelas por entregas, poemas, o discursos que son vistos como literarios pero que, a luz de un examen estético y temporal, cambiarían de estatus literario. Al respecto cabe mencionar aquí lo que señala Shaeffer (2006) sobre esta problemática: “[…] los términos genéricos no son puros tér- minos analíticos que se aplican desde el exterior a la historia de los textos, sino que forman par- te, en diversos grados, de esa misma historia” (45). En este sentido, las revistas permitirán reconocer los repertorios y formas discursivas que constituían el canon para niños y niñas en el momento particular de su publicación. En futuras investigaciones, será necesario proble- matizar la aparición de determinadas formas discursivas ligadas así como indagar de dónde provienen las fuentes y a qué tradiciones o re- gímenes escópicos responden. BIBLIOGRAFÍA Alonso, Paula. «Introducción». Construcciones impresas: panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. México: Fondo de Cultura Económica, 2003. 7- 12. Impreso. Alvarado Cornejo, Marina. Revistas culturales y literarias chilenas de 1900 a 1920: legiti- madoras del campo literario nacional. Santiago de Chile: Cuarto Propio, 2016. Impreso. Umbral. Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud. Número 1, Año 3 (Enero 2017): 17-26. Caro, Víctor. «Ruedas y palancas». Chanchito. Revista ilustrada para niño (17 de mayo de 1934): 2. Impreso. Chartier, Roger. El orden de los libros. Trad. Viviana Ackerman. 3ra ed. México: Fon- do de Cultura Económica, 1999. Impre- so. 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Magíster en Educación en la Lí- nea de Lenguaje y Literatura de la Universidad Nacional de Colombia. Licenciada en Literatu- ra de la Universidad del Valle (Cali-Colombia). Docente en programas virtuales del Cerlalc (Centro para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe UNESCO). Actualmente se desempeña como tesista del proyecto Fondecyt de investigación en Chile «Representaciones e imaginarios de la lectura en la narrativa chilena de 1940 a 1960». 0719-6016ISSN Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE De publicación mensual, Umbral. Literatura para infancia, adolescencia y juventud es una colección de propuestas críticas en torno a textos narrativos, poéticos u otros, lati- noamericanos y españoles, que han sido destinados para niños, niñas, adolescentes y jó- venes. Asimismo, incorpora revisiones teórico-críticas actuales respecto de la literatura escrita y/o pensada para estos-as destinatarios-as desde una perspectiva abierta y dialógi- ca. Nuestra finalidad con esta publicación es crear una instancia de reflexión y diálogo multidisciplinario que contribuya a la construcción de conocimiento, tanto para la co- munidad académica como al público en general. 01_Umbral Enero 03_Inicio 01_Dámaso Rabanal Gatica 02_Cielo Ospina Canencio 04_Cierre
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