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Bartolomé, Leopoldo J. Ciencia, anticiencia y el fetichismo de la epistemología en antropología: Las vestiduras del emperador en las ciencias sociales V Congreso Argentino de Antropología Social 29 de julio al 1 de agosto de 1997 Bartolomé, L. (1999). Ciencia, anticiencia y el fetichismo de la epistemología en antropología: Las vestiduras del emperador en las ciencias sociales. V Congreso Argentino de Antropología Social, 29 de julio al 1 de agosto de 1997, La Plata. Temas de Antropología Social. EN: Temas de antropología social : Lo local y lo global. La antropología ante un mundo en transición. La Plata : Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Secretaría de Extensión Universitaria. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.7095/ev.7095.pdf Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ Ciencia, anticiencia y el fetichismo de la epistemologla en antropologia Las vestiduras del emperador en las ciencias sociales Leopo/do J. Bart%mé .. Me propongo retomar aquí un tema que abordé recientemente en un artículo publicado en el diario Página 12 (El irracionalismo en las ciencias sociales, 14/06/97). Si bien la referencia inmediata para el mismo es el llamado "escándalo Sokal", toca un nervio vivo para las ciencias sociales y en particular para la antropología social y/o cultural: su ubicación como emprendimiento cognoscitivo. Si bien su imbricación tanto con temáticas compartidas con las ciencias naturales como con las "humanidades", generó desde antiguo una tensión epistemológica que tuvo diferentes manifestaciones, ha sido en las últimas décadas y en consonancia con el desarrollo de uf} conjunto un tanto amorfo de actitudes y tendencias intelectuales, englobadas en la denominación de "postmodernismo", cuando la fuga hacia el polo literario/artístico adquirió prestigio y poder académico. Las reverberaciones del escándalo desatado por el físico Alan D. Sokal con la publicación en la prestigiosa revista postmodernista Social Text (1996, número 46/47), de un tan brillantemente "construido" como conceptualmente falso artículo titulado Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quaritum Gravity (Transgrediendo las Fronteras: Hacia una Hermenéutica Transformativa de la Gravedad Cuántica), • Versión ampliada de un artículo publicado por el diario Página 12 (14/06/97) con el título de "El irracionalismo en las ciencias sociales." •• Ph.D. en Antropología (U. of Wisconsin, EEUU). Director de la Maestria en Antropología Social de la Universidad Nacional de Misiones. 89 90 - están llegando a nuestro país y, es de esperar, que de lugar a un necesario debate dentro de las ciencias sociales. Porque no se podría cometer un error mayor que confundirla con una elaborada broma del Día de los Inocentes o con un "ataque a las ciencias sociales" por parte de un obtuso científico "duro." Desafortunadamente, la primera reacción de parte de un científico social a la publicación por parte de Página 12 (24/05/97) de una nota sobre este caso, la del sociólogo Sergio Caletti, cae en dicha trampa. Sokal está lejos de ser un "Newtoniano" trasnochado que ataca a las ciencias sociales en defensa de una supuesta ortodoxia científica. Sencillamente es un científico (para más datos, políticamente "progresista") que se animó a avisarnos que "el emperador está desnudo."' Y el emperador viene paseándose desnudo hace rato, sin que surjan voces de nuestro lado (es decir, de los llamados "científicos sociales"), no por lo menos con la contundencia necesaria. Lo que quizás ha confundido a Caletti es el desconocimiento de la intensidad que han alcanzado en los EE.UU. las interpretaciones New Age y el llamado Pensamiento Políticamente Correcto (PPC). La primera "corriente" (?), mediante la apropiación distorsionada de ciertos conceptos de la física contemporánea, tales como los de "relatividad", "estados apartados del equilibrio", y "caos", entre otros, pretende fundamentar las más extrañas ideas mágico-religiosas-terapéuticas. Así, por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein concluye en la afirmación de que todo es relativo, confluyendo con el anarquismo epistemológico de Feyarabend y, "por lo tanto", cualquier forma de pensamiento resulta igualmente válida. Prigoyine es leído como una justificación para los más variados irracionalismos, y las teorías del caos determinístico son forzadas para justificar desde las "cámaras Kirlian" hasta las tablas de adivinación. Cabe señalar que no pocos científicos "duros" han desempeñado su parte en este proceso, tales como Frítzjob Capra y otros, que se han convertido en gurúes "nuevaera", pontificando sobre temas que son de su absoluto desconocimiento. El PPC - versión vulgarizada de una sociología voluntarística -, por su parte, ha contribuido notablemente a reforzar esta creencia en que todo es de naturaleza 1 Para quienes la desconozcan, la referencia es a la vieja historia del astuto sastre que convenció a un emperador de que le estaba confeccionando unas vestimentas tan espl~ndidas, que sólo las personas inteligentes y de buen gusto las podían ver. El resultado fue que el emperador se paseaba orgullo por su ciudad, sin que nadie se animase a advertirle que estaba desnudo. excluyentemente social y subordinada a las relaciones de poder; una cosmovisión que se sacraliza citando a Foucault y a otros influyentes intelectuales.2 Así, por ejemplo, al prohibir hablar de "petisos" (personas verticalmente disminuidas, en la nueva parla), se supone que se elimina la discriminación. Al modificar las escenas de Disneylandia, de manera que los piratas aparezcan persiguiendo a las mujeres por las joyas que llevan y no por deseos sexuales, se elimina la categorización de la mujer como "objeto sexual", y así sucesivamente. De alguna manera, el feminismo a ultranza y cierta "izquierda" postmo norteamericana han impulsado decididamente estas tendencias.3 Y esta afirmación no es un ataque al feminismo ni al "tercermundismo", sino un reconocimiento a la validez del dicho que "los sueños de la razón engendran monstruos." Simultáneamente con el auge del interpretativismo y el recurso a la crítica literaria en búsqueda de modelos para el análisis antropológico, muchos antropólogos han asumido un "anti-biologismo" militante, que excede en mucho a los propios excesos de los sociobiólogos. Tanto es así, que una autora de reconocida trayectoria en el feminismo, como Barbara Ehrenreich y la antropóloga Janet Maclntosh, dedicaron recientemente un interesante artículo al análisis de este "solipsismo sociológico" ( The New Creationism: Biology Under Attack, The Nation, 1997), al que asimilan a un "nuevo creacionismo" en su celo fundamentalista, refiriéndose al movimiento confesional norteamericano de ataque al evolucionismo. La negación de cualquier base biológica para el comportamiento humano asume características de dogma, a partir de lo cual todo intento de interpretación que busque integrar variables sociales y biológicas resulta tachado, y activamente repudiado, como una herejía "reduccionista" y un intento de restringir la autonomía de lo cultural. Como dicen Ehrenreich y Maclntosh: "El nuevo creacionismo no es sencillamente un caso de buenas intenciones políticas llevadas al absurdo: constituye una seria malinterpretación de la biología y de la ciencia en general. Irónicamente, los creacionistas atribuyen a las ciencias naturales un potencial determinativo que ningún científico serio soñaría reclamar. Desde su perspectiva, la biología es retóricamente atada al "determinismo", un concepto que amenaza cortarnos 2 Que estos autores no sean totalmente responsablespor las interpretaciones de sus autoasumidos discípulos no los exculpa del papel que han jugado en este proceso, al haber exagerado el papel autónomo de lo social vis-á-vis lo natural. 3 La extensísima bibliografía que Sokal adosa a su articulo original, puede ser leída como un vademécum sobre quién es quién en esas corrientes. 91 92 --- las alas y devastar nuestras visiones utópicas, mientras que la cultura es considerada como un dominio en donde las relaciones de poder con otros seres humanos constituyen el único obstáculo para el logro de la libertad." De nuevo nos encontramos con la negación semántica: al "destruir" (o "desconstruir" , Derrida dixit) el nombre de los fenómenos, les quitamos toda realidad . El supuesto subyacente es el que la "realidad" es un discurso sin ninguna vinculación externa (no cultural) y que, por lo tanto, puede ser borrado e inclusive re-escrito (Lo cual , como intención, no constituye ninguna novedad en la historia humana.) Retornando a la "Polémica Sokal", en su "defensa" de las ciencias sociales Caletti se pregunta si existe algún teórico serio de las ciencias sociales que sostenga que la realidad externa es un "constructo lingüístico". Desgraciadamente la respuesta no es la negativa rotunda que imagina. Por supuesto, todo depende de qué entendamos por "serio." Lo cierto es que, aún sin afirmarlo taxativamente, muchos se comportan como si as í lo creyesen y obran en consecuencia. Más aún, se dedica mucho esfuerzo ensayístico y análisis crítico para denostar los presuntos sesgos chauvinistas y masculinistas de las ciencias exactas y naturales. Las últimas décadas han sido testigo de un abrupto crecimiento en la brecha existente entre las ciencias sociales y las naturales; fenómeno asociado con una fuerte tendencia en las primeras hacia el abandono de los enfoques nomotéticos, volcándose hacia distintas variedades de perspectivas Diltheyanas, unidas por la creencia en diferencias ontológicas irreductibles entre las Naturwissenschaften , o ciencias de la naturaleza , y las Geisteswissenschaften o ciencias del "espíritu." Estas tendencias, evidentemente congruentes con el clima sociopolítico e intelectual del que se nutre el postmodernismo, el relativismo cultural extremo, y el "anarquismo epistemológico", se vieron también, hay q UE' rpr,(')nocer!o , favorecidas por la difundida insatisfacción con los magros resultados alcanzados hasta el presente por los enfoques más científicos. Estos están aún lejos de desarrollar una verdadera ciencia de la sociedad, y de cumplir con las promesas de construir modelos verdaderamente universales y de alcanzar la capacidad predictiva que se supone poseen las ciencias naturales. Para muchos científicos sociales (algunos rechazan inclusive esa denominación) , la respuesta a esa insatisfacción fue el rechazo a cualquier homología entre los fenómenos naturales y los sociales, buscando refugio en los dominios más confortables y menos exigentes de la hermenéutica, la Verstehen, el desconstructivismo y la crítica literaria. Pero no nos equivoquemos. No es a Marx, ni a Weber, ni a Steward, ni a Marvis Harris, ni a Eric Wolf, que les cae el sayo propuesto por Sokal, sino a una corriente de las ciencias sociales contemporáneas que si bien han afectado prácticamente todas las disciplinas de las mismas, son particularmente notables en el campo de los llamados "estudios culturales", en que precisamente se ubica Social Text . En los textos que "develan" su superchería (Transgressing the Boundaries: An Afterword, Dissent 43 (4), 93-99, 1996; Y A Physicist Experiments with Cultural Studies, Lingua Franca, May/June 1996, 62-64) Sokal pone bien en claro a quiénes estaba dirigido su "experimento." Es cierto que Social Text carece de referato. Es cierto que podrían haber consultado a un físico antes de aceptar el artículo. Pero también es cierto que no es necesario ser un físico profesional para advertir las "barbaridades" en que intencionalmente incurre el artículo. " Cualquier lector con una mediana versación en las ciencias físicas y naturales (digamos, un lector de buenas revistas de divulgación) está en condiciones de advertirlas y de reírse de ellas. También es cierto que las extensas citas que incluye Sokal son verdaderas y corresponden a varios de los máximos gurúes de las diversas corrientes que convergen en lo que podríamos denominar "solipsismo lingüístico", más que sociológico o antropológico, dado el énfasis que ponen en las acciones nominativas y en la naturaleza textual de la vida social. También es cierto que las absurdas afirmaciones de Sokal están aparentemente fundadas en ese mismo criterio de "autoridad" que los postmodernistas sostienen rechazar. De hecho, se trata de una verdadera inversión del "reduccionismo" tan criticado y de una aplicación del "desconstructivismo" tan pregonado. No se trata, como podría arguirse, de citas "descontextualizadas", sino de extensas citas que dicen lo que dicen. ¿ No nos llaman la atención en las obras de esos autores y sí cuando su "desnudez" es expuesta por Sokal.? ¿Acaso algunos de nuestros "colegas" no nos han acostumbrado a este estilo construido a partir de afirmaciones sin fundamentación, críticas falaces y acrobacias lógicas.? En el campo de la antropología la ofensiva irracionalista asumió y asume diversas formas, pero todas tienen en común el rechazo a los "estrechos límites de la ciencia." Desde el relativismo extremo que suspende toda presunción de la existencia de una común naturaleza humana, el rechazo a toda perspectiva intersubjetiva (etic) por la exaltación de las diferencias, el repudio a las teorías abarcantes (despreciables "metadiscursos"), la desconstrucción de las etnografías a través del análisis y la crítíca "literarias" y su reemplazo por experimentos 93 94 - "polifónicos" que supuestamente inhiben el predominio de la perspectiva hegemónica construida por "varones, Victorianos, blancos", etc., todas han conocido y conocen períodos de auge acunados por el PPC. ¿Es posible que alguien crea seriamente que el reemplazo de las etnografías clásicas por hipertextos y "collages" abre paso a la preciada polifonía. ? Cualquier aprendiz de escritor sabe que ésos son recursos estilísticos y no substantivos. El que escribe estas palabras no es ningún defensor "cuadrado" de la mecánica Newtoniana ni alguien cerrado ante posibles formas alternativas de conocimiento. Antes bien, siempre he creído que las preguntas importan más que las ortodoxias y que la marca de agua de un emprendimiento científico es el estar dispuesto a aceptar los resultados aunque no nos gusten. Pero ello implica aceptar que la tarea básica del antropólogo se centra en la detección de "patrones" y en el esfuerzo por construir "explicaciones", es decir, modelos conceptuales que avancen más allá de los modelos emicos propios y ajenos. Reducir la antropología a un esfuerzo, siempre fracasado, por "traducir" realidades sociales y culturales que se postulan como axiomática mente inconmensurables y ontológicamente diversas, constituye un acto de renuncia no sólo a la "ciencia" sino a la misma posibilidad del pensamiento crítico. Esa renuncia está lejos de conducirnos a nuevas percepciones y a nuevos paradigmas. Sobre las ruinas del pensamiento científico sólo campean los fundamentalismos y las epistemologías fragmentarias de las diferentes tribus New Age .. La recuperación de una perspectiva científica para la antropología no constituye una tarea sencilla y probablemente carezca del "charm" de la pirotecnia verbal a la que nos han acostumbrado algunos autores en boga. Los recursos estilísticos de la literatura y de la crítica literaria no persiguen la verdad sino el efecto y en el mejor de los casos la belleza. Por eso me parece más respetable la actitud de un Carlos Castañeda, quien abandonó sus pretensiones de antropólogo para asumirplenamente las de propagandista de una visión chamánica del mundo, que la de aquellos que pretenden usar los dos sombreros. Para concluir, considero que Sokal nos ha prestado un servicio a todos los científicos sociales: mostró que para la aceptación de su artículo importó más su aparente alineamiento con cierta tendencia ideológica que la substancia del mismo. Mostró que cuando el más difícil y perdurable de los emprendimientos humanos, la búsqueda del conocimiento, se tiñe de ideología y se torna permeable a las presiones de las modas intelectuales, se convierte en una parodia risible. La "broma" no la ha hecho Sokal a costa de los pensadores sociales. Antes bien, esa "broma" la han estado haciendo ciertos supuestos teoristas sociales a costa del intelecto humano. Ellos creen, como Humpty Dumpty, que "las palabras significan lo que yo quiero que signifiquen." Tal vez harían bien en recordar el poema de Gertrude Stein: "una rosa, es una rosa, es una rosa." 95 96 -- 20160902104007570_0001 20160902104007570_0002 20160902104007570_0003 20160902104007570_0004 20160902104007570_0005 20160902104007570_0006 20160902104007570_0007 20160902104007570_0008
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