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Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Facultad de Filosofía y Educación Instituto de Filosofía Herencias homéricas: algunas imágenes de Ilíada presentes en el Poema de Parménides Francisco Bahamonde Farías RESUMEN: El presente trabajo pretende dar cuenta de algunas de las imágenes presentes en la Ilíada de Homero que Parménides de Elea recoge en su Poema Περὶ φύσεως, para luego analizarlas y presentar algunas conexiones entre ambos autores. En particular, nos centraremos en las escenas de la Ilíada relativas a las descripciones de los carros de los dioses, al uso del sustantivo νόος y a la expresión relacionada νοεῖν ὀφθαλµοῖσιν, entre otras. Palabras clave: Parménides, Poema Περὶ φύσεως, Homero, Ilíada. Una de las afirmaciones más famosas de Platón sobre Homero es la que recoge Werner Jaeger en su Paideia, según la cual el poeta es el educador de toda la Hélade1. Y sin duda, la influencia de Homero en toda la cultura griega es innegable: en su obra encontramos en estado germinal las distintas formas de la literatura posterior, como observa Aristóteles en su Poética; podemos hallar las pautas métricas para la composición de la épica, y claramente su influencia se extiende más allá de la literatura, diseminando, ampliando y muchas veces llegando a moldear las distintas formas culturales de las póleis griegas. Con esto en mente, es patente que la figura de Homero significó una enorme fuente de inspiración para muchos autores, entre los cuales podemos encontrar a Parménides de Elea. Una lectura de su Poema Περὶ φύσεως revelará rápidamente algunas figuras que pueden remontarse a la poesía homérica. Entre ellas, destacan ampliamente los usos del sustantivo νόος, que adquiere una significación especialísima y central en el pensamiento 1 Cfr. PLATÓN, República 606e, en JAEGER, W., Paideia, p. 48. del eleata, y algunas expresiones que derivan de ella, que veremos hacia el final de este trabajo. Pasemos a ver algunas de estas figuras más en detalle. a. El carro y los corceles de Parménides El primer elemento que encontramos en el Poema son las yeguas que llevan el carro de Parménides, de las cuales el poeta dice que son πολύφραστοι (sapientes, sagaces, hábiles). A lo largo de toda la Ilíada encontramos referencias a carros y corceles, dado el contenido bélico del poema. Así, ocurre una gran cantidad de hechos en torno a ellos: son descritos, los aqueos los roban de manos de los teucros (Antíloco roba el carro de Midón en Ilíada X, 588-589 y luego el de Asio en Ilíada XIII, 399-401, mientras que Odiseo hurta los caballos de Reso en Ilíada X, 498-501), son ofrecidos como premio (vemos los doce corceles de regalo de Agamenón para Aquiles en Ilíada IX, 123-124.265-266, o el carro y los caballos del Pelida que Héctor ofrece al espía que se atreva a entrar en el campamento aqueo en Ilíada X, 305.323.402), etcétera. Cada uno de los personajes más importantes y de mayor rango en la batalla posee su carro propio: desde los primeros cantos encontramos el de Príamo (Ilíada III, 261), el de Agamenón (Ilíada IV, 226), el del rey Reso (Ilíada X, 474), los veloces y destacados corceles de Pisandro e Hipóloco (Ilíada XI, 127), y los corceles que Neleo había enviado, que habían sido vencedores en anteriores juegos, y venían uncidos a un carro (Ilíada XI, 699-700), por ejemplo. Más en concreto, en el texto destacan tres carros pertenecientes a los hombres mortales: el carro de Eneas (Ilíada V, 221), el cual es codiciado por Diomedes en Ilíada V, 263-267 y mencionado de nuevo en Ilíada VIII, 105-108: “No se te olvide apoderarte de los corceles de Eneas (…), pues pertenecen a la raza de aquellos que el largovidente Zeus dio a Tros en pago de su hijo Ganimedes, y son, por tanto, los mejores de cuantos viven debajo del sol y la aurora”2. 2 Cfr. HOMERO, Ilíada V, 263-267. Encontramos, además, el carro de Héctor (Ilíada VIII, 88-90), siendo éste uno de los dos casos en los que se conoce los nombres de los corceles: Janto, Podargo, Etón y Lampo (cfr. Ilíada VIII, 185), y el de Aquiles, con sus famosos caballos Janto y Balio. Éstos últimos son los que con mayor propiedad pueden llamarse πολύφραστοι, ya que en Ilíada XIX, 404-417 encontramos a Janto revelándole un mal augurio a Aquiles: “Y Janto, el corcel de ligeros pies, bajó la cabeza –sus crines, cayendo en torno de la extremidad del yugo, llegaban al suelo–, y habiéndole dotado de voz Hera, la diosa de los níveos brazos, respondió desde debajo del yugo: ‘Hoy te salvaremos aún, impetuoso Aquileo; pero está cercano el día de tu muerte, y los culpables no seremos nosotros, sino un dios poderoso y la Parca cruel. No fue por nuestra lentitud ni por nuestra pereza que los teucros quitaron la armadura de los hombros de Patroclo; sino que el más fuerte de los dioses, a quien parió Leto, la de hermosa cabellera, matole entre los combatientes delanteros y dio gloria a Héctor. Nosotros correríamos tan veloces como el soplo del Céfiro, que es tenido por el más rápido. Pero también tú estás destinado a sucumbir a manos de un dios y de un hombre’”3. Por otra parte, encontramos alusiones a carros divinos en varias partes de la obra, los cuales son capaces de prodigios dignos de los dioses: los corceles de Hera, por ejemplo, que vuelan entre la tierra y el cielo4, el carro y los caballos de Poseidón, descritos en Ilíada XIII, 23-27.31, el carruaje de Hera y Atenea en Ilíada V, 720-748 e Ilíada VIII, 374.381- 396, y el carro de Zeus, que emprende el vuelo entre la tierra y el estrellado cielo5. Podríamos encontrar una relación con el texto de fr. 1, 3, ya que estos vehículos llevan a su conductor κατὰ πάντ’ ἄστη; así, el Carro del Sol en el que viaja Parménides podría estar inspirado en alguno de éstos. Más aún, puede establecerse un paralelo entre el εἰδότα φῶτα que viaja en el carro del Sol en el fr. 1, 3 e Ilíada III, 277, donde Agamenón, invocando al Sol, lo califica diciendo: 3 HOMERO, Ilíada XIX, 404.417. 4 Cfr. HOMERO, Ilíada V, 768-769. 5 Cfr. HOMERO, Ilíada VIII, 41-46. “Sol, que todo lo ves y todo lo oyes”6. Con esto, se insinúa que aquel que viaja por encima de todas las ciudades tiene acceso a saberlo todo habiéndolo visto todo. Esto está claramente en conexión con el otro nombre épico de Apolo, Hiperión (ὑπέρ-ἰών, literalmente, “quien deambula por encima”). Otra idea semejante está presente en Ilíada X, 547, donde Néstor señala que los caballos robados por Odiseo “muy semejantes son a los rayos del Sol”7. Algunos otros carros divinos pueden ser hallados en Ilíada V, 358-360, donde Afrodita le pide a Ares su vehículo para volver al Olimpo, del cual Iris es la auriga (cfr. Ilíada V, 364). En esta misma línea podemos ver a las Jóvenes Helíades, hijas del Sol, con las cuales se acentúa el carácter destacado de la comitiva que conduce a Parménides, como señala la diosa: “Joven acompañante de aurigas inmortales, / con yeguas que te traen…”8. Otro paralelo a este mismo fragmento está en Ilíada V, 835-841, donde leemos que Atenea conduce el carro de Diomedes, lo cual sólo puede llevar al héroe a buen puerto en su empresa, tal como Parménides en su encuentro con la Diosa: “Apenas hubo dicho estas palabras, asió de la mano a Esténelo, que saltó diligentemente del carro a tierra. Montó la enardecida diosa, colocándose al lado del ilustre Diomedes, y el eje de encina recrujió a causa del peso porque llevaba a una diosa terrible y a un varón fortísimo. Palas Atenea, habiendo recogido el látigo y las riendas, guió los solípedos caballos hacia Ares el primero…”9. 6 Ἠέλιος θ’, ὃς πάντα ἐφορᾷς καὶ πάντα ἐπακούεις; cfr. HOMERO, IlíadaIII, 277. 7 αἰνῶς ἀκτίνεσσιν ἐοικότες ἠελίοιο; cfr. HOMERO, Ilíada X, 547. 8 ἀθανάτοισι συνάορος ἡνιόχοισιν, / ἵπποις ταί σε φέρουσιν…; cfr. DK 28 B 1, 24-25. 9 HOMERO, Ilíada V, 835-841. b. Las puertas y llaves de doble uso Otra figura de interés en el Poema de Parménides son las puertas y las llaves de doble uso. En los versos del eleata, leemos que él, en su camino, llega al dintel de las puertas de los caminos del Día y de la Noche (cfr. fr. 1, 11), las cuales están guardadas por Díke polýpoinos, quien maneja una sola llave para abrir y para cerrar. En Ilíada XII, 455-456, encontramos una descripción similar para la puerta del campamento aqueo: “… las tablas que fuertemente unidas formaban las dos hojas de la alta puerta y estaban aseguradas por dos cerrojos puestos en dirección contraria, que abría y cerraba una sola llave”10. Por otra parte, el que las puertas sean custodiadas por una divinidad también está en Homero. En Ilíada V, 749-752 e Ilíada VIII, 393-395, leemos que las Horas guardan las puertas del Cielo, y ellas las abren para que puedan pasar Hera y Atenea en su carro: “… y de propio impulso abriéronse rechinando las puertas del cielo de que cuidan las Horas –a ellas está confiado el espacioso cielo y el Olimpo…”11. c. El rol de la Diosa como reveladora de la Verdad Para Parménides, es claro que la verdad acerca del ἐστιν sólo es conocida en forma de revelación12. Esta idea puede estar tomada directamente de la épica, pues Homero reconoce 10 HOMERO, Ilíada XII, 455-456. 11 HOMERO, Ilíada V, 749-752. abiertamente la necesidad de la inspiración divina para poder cantar las proezas que leemos tanto en la Ilíada como en la Odisea. Así, cada una de estas obras comienza con una invocación a la Musa: “Canta, oh diosa, la funesta cólera del Pélida Aquileo…” 13, “Cuéntame, oh Musa, acerca del hombre…” 14. Más aún, el famoso Catálogo de las Naves está encabezado por la misma petición del poeta: “Decidme ahora, Musas que poseéis olímpicos palacios y como diosas lo presenciáis y conocéis todo, mientras nosotros oímos tan sólo la fama y nada cierto sabemos, cuáles eran los caudillos y príncipes de los dánaos”15. Esta es, claramente, una invocación a la Musa para decir la “Verdad”. Homero tiene plena conciencia de que requiere la asistencia divina, pues de lo contrario “a la muchedumbre no podría enumerarla ni nombrarla, aunque tuviera diez lenguas, diez bocas, voz infatigable y corazón de bronce: sólo las Musas olímpicas, hijas de Zeus, que lleva la égida, podrían decir cuántos a Ilión fueron”16. d. Entre la µοῖρα κακή y Θέµις En Ilíada V, 627, leemos que una µοῖρα κακή lleva a Tlepólemo a luchar con Sarpedón, resultando ambos heridos; y es precisamente esta mala fata la que, para su fortuna, ha sido 12 Esto es claramente apreciable en DK 28 B 2, 1, cuando la Diosa, tomando la palabra, dice: “Ea, pues, que yo voy a hablarte – y tú retén lo que te diga, tras oírlo - de los únicos caminos de búsqueda que cabe concebir”. 13 µῆνιν ἄειδε, θεά, Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος / οὐλοµένην; HOMERO, Ilíada I, 1-2. 14 ἄνδρα µοι ἔννεπε, µοῦσα…; HOMERO, Odisea I, 1. 15 HOMERO, Ilíada II, 484-487. 16 Cfr. HOMERO, Ilíada II, 488-492. evitada por Parménides (fr. 1, 26). Sobre esta figura, Jaeger observa que Homero comprende a la moira “de un modo estrictamente religioso, como una fuerza divina que el hombre apenas puede resistir”17. Así ha de entenderse el ∆ιὸς δ’ ἐτελείετο βουλή de Ilíada I, 5; y del mismo modo lo asume Parménides, al expresar su Poema como una revelación de la Diosa. Sólo se llega a conocer el corazón imperturbable de la bien redonda Verdad en cuanto se cumple la voluntad de la Diosa que desea revelarlo. Del mismo modo, Homero señala esta idea a través de Agamenón, quien señala que “el dios lo tiene todo dispuesto”18. De este modo, ante la voluntad de los dioses es poco y nada lo que el hombre puede hacer. Sobre la misma idea, Hermann Fränkel señala que “Ocasionalmente los dioses son designados como dadores de la <<parte>>. Pero normalmente el destino, en contraste con su significado original de <<parte>> es entendido como una fuerza activa que <<reclama>>, <<apresa>>, <<envuelve>>, <<somete>>, <<fuerza>> y <<mata>> a su víctima (…). En Homero, el destino (µοῖρα) es llamado a veces <<dispensación de los dioses>> y en cierto modo se les atribuye”19. Ahora bien, en contrapunto con la µοῖρα, Parménides coloca a Θέµις (fr. 1, 28). Ésta puede ser comprendida como el derecho, el orden y lo firmemente establecido, pero que tiene el matiz de ser, por así decirlo, “querido por los dioses”. Al respecto, Fränkel observa: 17 JAEGER, W., Paideia, p. 60. En ese mismo sentido, en el mundo de Homero “nada grande ocurre sin la cooperación de una fuerza divina” (JAEGER, W., op. cit., p. 62). 18 θεὸς διὰ πάντα τελευτᾷ; cfr. HOMERO, Ilíada XIX, 90. 19 FRÄNKEL, H., Poesía y Filosofía de la Grecia Arcaica, p. 67. “El <<orden>> ( θέµις) designa la regla inalterable que gobierna o debe gobernar las relaciones entre hombres. Comprende las normas y hechos del derecho, la ética y las instituciones sociales; incluso el intercambio sexual es <<orden>> (Il. 9.134)”20. e. El papel del νοῦς El fragmento 4 del Poema de Parménides presenta la figura del νοῦς, en relación con un verbo eminentemente épico, que luego se fue perdiendo: λεῦσσειν. Ahora bien, aunque en Homero este verbo está presente, el fragmento 4 puede conectarse con otro que está en íntima vinculación con λεῦσσειν: νοεῖν ὀφθαλµοῖσιν. A nuestro juicio, ésta es la acción propia del νοῦς, y el sentido más apropiado de νοεῖν es “ver sapientemente” o “saber eidéticamente / noéticamente”, y éste es el sentido que Parménides atribuye a νοεῖν en los fragmentos 2, 2 (αἵπερ ὀδοὶ µοῦναι διζησιός εἰσι νοῆσαι), 3 (el famoso τὸ γὰρ αὐτὸ νοεῖν ἐστίν τε καὶ εἶναι) 6, 1 (χρὴ τὸ λέγειν τὸ νοεῖν τ’ ἐὸν ἔµµεναι) y 8, 7-8 (οὐδ’ ἐκ µὴ ἐόντος ἐάσω / φάσθαι σ’ οὐδὲ νοεῖν), entre otros. Al respecto, Bruno Snell en El Descubrimiento del Espíritu señala que νοεῖν mienta “comprender”, “penetrar con la mirada” o en ocasiones simplemente “ver”21, aunque siempre con un matiz de inmediatez: “El conocimiento de la verdad se produce siempre en virtud de una súbita intuición. La verdad es ‘vista’”22. Por su parte, en su Historia de la Filosofía Griega, W. K. C. Guthrie observa con relación a νοεῖν: “Para mayor precisión, se usa cuando, a través de la visión de un objeto concreto, un personaje recibe, de repente, el significado pleno de una situación (…). En este sentido, puede significar la sustitución de una impresión falsa por una verdadera, sin 20 FRÄNKEL, H., op. cit., p. 66. 21 Cfr. SNELL, B., El Descubrimiento del Espíritu, p. 38. 22 SNELL, B., op. cit., p. 41. considerarlo como un proceso de razonamiento, sino como una iluminación súbita, un ver con la mente”23. Podemos encontrar este verbo, por ejemplo, en Ilíada III, 21, donde Menelao vio (ἐνόησεν) venir a Paris; y luego encontramos un verbo análogo, ὀφθαλµοῖσιν ἰδών: “Así Menelao se holgó de ver con sus propios ojos (ὀφθαλµοῖσιν ἰδών) al deiforme Alejandro”24, y lo propio hace Paris en Ilíada III, 30. De modo semejante, Helena reconoce a Afrodita “cuando vio (ἐνόησε)” las características de la diosa25. Asimismo, podemos ver esta misma idea en Ilíada XV, 422, cuando Héctor reconoce a su primo Calétor caído en combate, o en Ilíada XXIV, 294.312, en relación a un ave agorera. Por su parte, el νοῦς/νόος abarca una gran cantidad de significados.No sólo es el órgano propiamente tal del pensar, sino que además puede significar “alma”, “espíritu”, “mente”, “ánimo”, etcétera. Revisemos algunos ejemplos tomados de la Ilíada, con lo que nos limitamos meramente a señalar algunos de los significados que posee este término: - en el campo de batalla, Paris le dice a Héctor: “Así, para ti, en el pecho el pensar (νόος) es intrépido” (Ilíada III, 63); - Néstor invita a los aqueos a luchar, imitando a los antiguos, quienes, “con tal prudencia y ánimo en el pecho (τόνδε νόον καὶ θυµόν)”, destruyeron muchas ciudades (Ilíada IV, 309); - Poseidón increpa a su hermano diciendo: “¡Padre Zeus! ¿Cuál de los mortales de la vasta tierra consultará con los dioses sus pensamientos y proyectos (νόον καὶ µῆτιν)?” (Ilíada VII, 447). 23 GUTHRIE, W. K. C., Historia de la Filosofía Griega, p. 32. 24 HOMERO, Ilíada III, 28. 25 HOMERO, Ilíada III, 396. - Sobre Eurípilo, Homero señala que, a pesar de su herida, “su pensar (νόος) firme estaba” (Ilíada XI, 813); - Zeus de ancha voz situó en el pecho de un guerrero un pensamiento sabio (νόον ἐσθλόν; Il.13.732-733); - “El νόος de Zeus es siempre más poderoso que el de los hombres” (Ilíada XVI, 688; Ilíada XVII, 176). - Como corre veloz el pensamiento del hombre que, habiendo viajado por muchas tierras, las recuerda en su reflexivo espíritu (ὠς δ’ ὄτ’ ἂν ἀΐξῃ νόος ἀνέρος, ὃς τ’ ἐπὶ πολλὴν / γαῖαν ἐληλουθώς φρεσὶ πευκαλίµῃσι νοήσῃ; Ilíada XV, 80-81). - Una observación interesante puede hacerse en relación al texto de Ilíada XXIV, 358, pues allí podemos ver que el νοῦς puede turbarse (νόος χύτο) por temor, como le sucede a Príamo. En la misma línea, al discutir sobre si marchar solo o acompañado al campamento de los teucros, Diomedes comenta que “cuando se está solo, aunque se piense, la inteligencia (νόος) es más tarda” (Ilíada X, 225-226), o el caso en el que, para alentar a los troyanos, Zeus “ablandó el ánimo (νόον) de los aqueos” (Ilíada XII, 254- 255). Tal vez en este mismo sentido Parménides entiende el πλακτὸν νόον del fragmento 6, 6. Ahora bien, aunque es cierto que el νοῦς es el órgano más relacionado con el “saber”, para Homero también es posible “saber con el θυµός” (ᾔδεε κατὰ θυµόν; cfr. Ilíada II, 410). No obstante, este uso pero puede entenderse por el contexto, ya que es Menelao quien “supo con el θυµός” que su hermano Agamenón requería de su presencia. El lazo afectivo prima por sobre la dimensión cognoscitiva en la situación: fue casi como una “intuición fraternal”. Así, es posible ver que todos estos sentidos reflejan la polisemia del νοῦς. La mayoría de ellos apuntan a un “saber”, que no siempre se restringe a una situación “intelectual” o “intelectiva”, sino que abarca un número mayor de sentidos: el νοῦς incluye el ánimo, el conocimiento y el pensamiento. Más aún, el νοῦς eventualmente puede turbarse y ser afectado por situaciones de miedo, inseguridad o afecciones físicas: con esto, vemos que para Homero el νοῦς y el θυµός no siempre se distinguen bien, pudiendo confundirse y solaparse. Y esto claramente ya no está en Parménides, para quien el νοῦς posee una concreción y una función estrictamente intelectual, intelectiva y “ontológica”. Ciertamente, Parménides no es el único autor que recoge imágenes de la poesía homérica. Como ya señalamos, la influencia de Homero en la Hélade fue enorme, por lo que no es extraño que el filósofo de Elea haya bebido de las fuentes de la épica. Sin embargo, Parménides es uno de los pocos pensadores (si no el único) que toma ciertos motivos de la poesía y los incorpora en su reflexión como medios para mostrar algunas imágenes importantes. Ahora bien, esta influencia se hace notar fuertemente en particular en el fragmento 1, lleno de imágenes poéticas, pero a medida que avanzamos en el contenido del Poema y la temática adquiere un cariz propiamente metafísico, la presencia de Homero va diluyéndose, hasta ser prácticamente sobrepasada por la genialidad de Parménides. Bibliografía - Bernabé, A., Parménides. Poema, fragmentos y tradición textual. Ed. Istmo, Madrid, 2007. - Fränkel, H., Poesía y Filosofía de la Grecia Arcaica. A. Machado Libros, S. A., Madrid, 2004. - Guthrie, W. K. C., Historia de la Filosofía Griega, tomo II. Ed. Gredos, Madrid, 1993. - Homero: * Ilíada, traducción de Luis Segalá y Estalella. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 2007. * Ilíada, traducción de Rubén Bonifaz Nuño. Ed. UNAM, México, 2005. - Jaeger, W., Paideia. Fondo de Cultura Económica, México, 1957. - Snell, B., El descubrimiento del Espíritu. Ed. Acantilado, Barcelona, 2007.
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