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Parménides 
y la búsqueda 
de la verdad
Por: Nelly del Carmen Pavón Ortiz*
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Parménides fue un filósofo, físico, astrónomo, médico y legislador griego originario de Elea, una ciudad al sur de la Magna Grecia. Él se dis-
tingue por su deseo de saber más allá de los límites 
del mundo de los mortales y experimentar otro nivel 
de conciencia; con ello ideó un método interpretativo, 
distinto al de épocas anteriores, que se estructura a 
partir de la reflexión. Este representó la madurez del 
pensamiento griego, porque plantea la problemática 
de los sentidos y la razón como formas de obtener 
conocimiento.
Sin embargo, la única evidencia de la filosofía de 
Parménides es el poema titulado “Sobre la natura-
leza”. Este se divide en tres partes: la primera es un 
proemio, la segunda hace referencia a la verdad y, la 
tercera, a la opinión. La obra se caracteriza por des-
cribir un trayecto por medio del razonamiento.
La búsqueda de la verdad
Lo interesante de “Sobre la naturaleza” es su estructura de poema 
épico, que tiene como finalidad compartir una experiencia mítica a tra-
vés de una escritura llena de significados y basada en imágenes. Dicha 
travesía debía transmitirse, por venir de una divinidad, tal como lo 
plantea Joan Ferrer (2015: 99): 
Parménides intentó describir de manera poética y muy detallada, 
así como con auténtico entusiasmo, en qué consiste el acto de pensar. 
Como ya se ha dicho, para cumplir con este propósito se sirvió de un 
poema. En sus versos caracterizó el pensamiento como un mara-
villoso y vertiginoso viaje por un camino que llevaba a la verdad, la 
cual se encontraba en la estancia de una diosa, quién se la reveló al 
propio autor.
Parménides narra cómo su entendimiento se transforma por aque-
llo que ve más allá del mundo de los mortales. En ningún momento 
duda de que el viaje sea real, porque sabe cuál es su destino y no renun-
cia a él. No todos son capaces de llegar a tal estado de iluminación, pues 
éste sólo se alcanza con el deseo y el anhelo: 
El viaje de Parménides lo lleva justo en dirección contraria a todo 
lo que valoramos, lo aleja de la vida tal como la conocemos y lo con-
duce directamente hacia lo que más tememos. Lo aparta de la expe-
riencia ordinaria “el transitado sendero de los hombres” (Kingsley, 
2010: 66).
 
La travesía de Parménides ocurre fuera del mundo de los hombres, 
también llamado el mundo de los mortales; en él, la realidad se percibe 
con los sentidos. Alejarse de él implica dejar atrás todo lo que se creía; 
es un nuevo comienzo, una nueva forma de pensar.
A lo largo del proemio, el filósofo se prepara para recibir la epifanía 
divina. Narra su encuentro con las musas y cómo decidió ir con ellas 
para que le mostraran el camino. Ahí refiere como atravesó las puertas 
del día y la noche después de enfrentarse a la severa justicia (Diké). Es 
probable que al principio no supiera con claridad hacia dónde se dirigía; 
pero, gracias al encantamiento de las musas, logró darse cuenta de que 
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dejó atrás el mundo de los mortales; se convirtió en un vidente en el 
mundo de los muertos y vio cosas de las que antes no tenía idea. En esta 
parte del poema inicia la búsqueda de la verdad. También se expone la 
idea de que el mundo de los mortales es engañoso y, en consecuencia, 
imposibilita llegar a un saber preciso de las cosas.
El viaje de Parménides se debe considerar como mítico, también 
denominado viaje de iniciación. Durante esa época eran muy frecuen-
tes, ya que sus fines eran sanar u obtener conocimiento; en ellos se 
manifestaba la figura de una deidad, pues eran las únicas con un en-
tendimiento más allá de los sentidos. Tenían lugar en cuevas o lugares 
subterráneos, de la siguiente manera: 
La gente se acostaba en un recinto cerrado, que muchas veces era 
una caverna. Y se quedaba dormida y soñaba o bien entraba en un 
estado que, según las descripciones, no era sueño ni vigilia, hasta que 
terminaba por tener una visión: algunas veces la visión o el sueño los 
enfrentaba con el dios, la diosa o el héroe, y así se producía la cura-
ción. En aquellos tiempos la gente se curaba así (Kingsley, 2010: 80).
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A esa fase del sueño se le llama incubación y se tenía que realizar 
en lugares aislados, donde el cuerpo y la mente pudieran conectarse con 
la divinidad y estuvieran tranquilos y libres de distracciones; ésta podía 
durar días o años, según el objetivo. Todo se completaba con una re-
velación; a través de ella se podían rebasar los límites, era la entrada 
a un estado de conciencia más allá del sueño. El sueño y la visión eran 
los símbolos del paso a otro mundo. Cuando las prácticas llegaban a esa 
etapa, se recibía conocimiento.
La experiencia de Parménides se vuelve real cuando es capaz de 
plasmarla con el uso de símbolos. Es así como Parménides señala cuál 
vía se debe seguir; menciona que la senda de los mortales o de lo que no 
es resulta engañosa, porque descubre que los sentidos no son confiables. 
¿Qué significa pensar?
Parménides es un buscador de la verdad. Esta labor corresponde al 
hombre; solo él tiene la facultad, el deseo y el interés de cuestionarse 
sobre aquello que lo rodea, ningún otro ser vivo posee estas capaci-
dades. El hombre tiene una de las tareas más difíciles: fundamentar y 
explicar la realidad; es el único capacitado para distinguir entre lo real 
y lo falso. 
Cuando el poema habla sobre el camino de lo que es, lo mítico queda 
atrás. El discurso se enfoca en cómo es posible alcanzar un saber sobre 
la existencia de las cosas, de aquello que es. Así, Parménides ya no se 
fundamenta en un dios creador del mundo, sino en el razonamiento.
El hombre tiene una de las tareas más 
difíciles: fundamentar y explicar la 
realidad; es el único capacitado para 
distinguir entre lo real y lo falso.
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El pensamiento es la facultad que posee el hombre para percibir 
lo existente; no se percibe lo que no es, aquello que no tiene existen-
cia. Todo lo aprehendido debe existir. Al agrupar los objetos por sus 
características en común, desaparece la posibilidad de confundirlos y 
la percepción es más certera. Formula conceptos que permiten nom-
brar a las cosas de acuerdo con su existencia auténtica, como lo explica 
Cordero (2005: 107):
 
En otros términos: el pensar no existe sino cuando expresa algo 
sobre lo que está siendo. Y como “ni hay, ni habrá, otra cosa aparte 
de lo que está siendo” (8.36-37), el pensamiento tiene un solo corre-
lato: lo que es. Cuando de lo que se piensa o de lo que dice el ser está 
ausente, solo hay palabras vacías, “nombres” engañadores (8.52), 
cuyo conjunto forma parte de las opiniones.
El pensar existe solamente cuando hay algo que está siendo: lo pre-
sente; es el camino correcto para aquel guiado por el deseo de conocer 
con mayor profundidad lo que es.
Si no fuera así, uno se condenaría a sí mismo a hablar de falseda-
des, engaños, mentiras e ilusiones; se encerraría en un laberinto de pa-
labras vacías que nada dicen ni expresan; se conduciría al mundo de los 
mortales, en donde reinan la apariencia y las opiniones. Permanecerá 
encerrado en la mentira, no conocerá el auténtico ser de las cosas y 
se conformará con lo que perciben sus sentidos. Para conseguir lo que se 
desea, se debe asumir cada obstáculo, porque la verdad está oculta.
Esta idea se complementa en el fragmento ocho del poema, cuando 
el no-ente es negado, porque es impensable: 
Lo mismo es pensar y el pensamiento de que es. Porque sin lo que 
es, cuando ha sido expresado no hallarás el pensar; pues ninguna otra 
cosa es ni será aparte de lo que es, ya que el Destino lo ató para que sea 
un todo e inmóvil (Parménides, citado en Gómez-Lobo, 1985: 135). 
Sólo del ente se obtendrá un conocimiento; de lo contrario se caería 
enlo impensable. Hay una relación recíproca entre pensamiento y ente, 
pues sin el primero no existiría el segundo y viceversa. Ambos se per-
tenecen y se dan validez.
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Finalmente, a Parménides se le considera como aquel hombre 
que profundizó en el ser. Se convirtió en un auténtico pensador, capaz de 
cuestionarse por la existencia de las cosas y ahondar en ellas, porque el 
hombre que cumpla con la tarea del pensar podrá comprender la reali-
dad y será poseedor de la verdad.
Ilustrado por: 
Uriel Efrain Luja Zareñana, 
Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, 
Facultad de Humanidades, Uaemex
uriellz.lujazareana@gmail.com
Referencias
Cordero, N. L. (2005). Siendo, se es. La tesis de 
Parménides. Buenos Aires: Biblos.
Ferrer, J. (2015). Heráclito y Parménides. ¿Cuál 
es el origen de todas las cosas? El primer 
intento de dar una explicación racional 
del universo. Barcelona: rba.
Gómez-Lobo, A. (1985). Parménides. 
Buenos Aires: Charcas.
Kingsley, P. (2010). En los oscuros lugares 
del saber. Girona: Atalanta.
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