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Escuela Universitaria de Enfermería Gimbernat Trabajo Final de Grado Curso académico 2014-2015 Revisión de la literatura: Evaluación de los programas comunitarios de enfermería para la disminución de los reingresos en pacientes con Trastorno Mental Severo Autora: Patricia Vila Ferreres Tutora: Cecilia Brando Garrido Sant Cugat del Vallès, Junio de 2015 TUTOR/A DEL PROYECTO: _______________________________, Profesor/a de Enfermería de la E.U.I. Gimbernat CERTIFICA Que el proyecto “Revisión de la literatura: Evaluación de los programas comunitarios de enfermería para la disminución de los reingresos en pacientes con Trastorno Mental Severo” presentado por el alumno/a __________________________________, ha sido realizado bajo mi dirección y se encuentra en condiciones de ser leído. Firmado, ___________________________________________________________ 1 Índice 1. Resumen / abstract 2 2. Antecedentes y justificación 4 3. Objetivos 9 4. Metodología 10 5. Marco teórico 13 5.1. Trastorno Mental Severo 13 5.2. Reingresos hospitalarios 21 5.3. Enfermería en Salud Mental 27 5.4. Tratamientos comunitarios 32 6. Resultados y discusión 40 7. Conclusiones 42 8. Agradecimientos 43 9. Bibliografía 44 10. Anexos 51 2 1. Resumen Introducción: La atención en salud mental está en constante evolución. A finales del siglo XX se produjo la Reforma Psiquiátrica, que conllevó un gran cambio en el abordaje de los pacientes a nivel mundial, pasando de los antiguos hospitales a un sistema de atención centrado en la comunidad. Esto desencadenó un aumento en la tasa de reingresos hospitalarios, uno de los problemas más importantes en el ámbito de la psiquiatría de las últimas décadas, que tiene malas consecuencias tanto para el paciente y su familia como para el sistema sanitario. Objetivo: analizar la efectividad de los programas comunitarios de enfermería para proponer la implantación en España del más eficaz, con la finalidad de disminuir los reingresos hospitalarios en pacientes con Trastorno Mental Severo. Metodología: se realiza una búsqueda bibliográfica continua desde julio de 2014 a mayo de 2015, en bases de datos nacionales (Psiquiatria.com, Presencia, Scielo) e internacionales (Medline, PubMed, Biblioteca Cochrane Plus), incluyendo básicamente estudios, guías, artículos y revisiones bibliográficas que se ajusten a los descriptores, publicadas en los últimos 10 años. Conclusiones: De los programas de seguimiento comunitario existentes, el más efectivo en cuanto a la disminución de los reingresos de pacientes con TMS es el Tratamiento Asertivo Comunitario (TAC). Propongo implantarlo en todas las comunidades españolas, evaluando los resultados para poder seguir mejorando. Palabras clave: salud mental comunitaria, trastorno mental grave, reingreso, enfermería de salud mental, rehabilitación psiquiátrica. 3 Abstract Introduction: Psychiatric care is constantly evolving. In the late twentieth century, took place the Psychiatric Reform, which led to a big global change in patient’s approach, from the old hospitals to a system of community-centered care. This triggered an increase in the rate of hospital readmissions, one of the most important problems in the field of psychiatry in recent decades, which has negative consequences for both the patient and his family and the health system. Objective: To analyze the effectiveness of community nursing programs for proposing the introduction on Spain of the one who’s more effective, in order to reduce hospital readmissions in patients with Severe Mental Disorder. Methodology: Literature search was continued from July 2014 to May 2015, in national (Psiquiatria.com, Presencia, Scielo) and international data bases (Medline, PubMed, Cochrane Library), basically including studies, guides, articles and literature reviews that fit the descriptors, published in the last 10 years. Conclusion: Of the existing community monitoring programs, the most effective in terms of reducing readmissions of patients with Severe Mental Disorders is the Assertive Community Treatment (ACT). I propose to implement it in all Spanish Communities, evaluating the results to keep improving. Key words: community mental health, severe mental disorder, readmission, mental health nursing, psychiatric rehabilitation 4 2. Antecedentes y justificación Si viajamos en la historia de la psiquiatría y la atención psiquiátrica, vemos que ha estado en constante evolución. Las enfermedades mentales se detectaron ya en tiempos remotos, como muestran algunos escritos griegos y egipcios en los que se describen síntomas que actualmente relacionaríamos con enfermedades mentales. Sin embargo, se creía que las causaban espíritus demoníacos, al igual que el resto de enfermedades. En la Edad Media cambiaron las creencias, y se atribuían a fenómenos mágicos y religiosos, cosa que comportó la exclusión social de los enfermos, que eran confinados o incluso quemados en la hoguera[1]. Como contraposición, en el siglo XVII surgió la tendencia a proteger a los enfermos mentales, encerrándolos en diferentes tipos de asilos y hospitales. Así nació el Manicomio como institución especializada, a partir de la creencia de que la enfermedad mental era incurable y por el miedo de la sociedad a la locura[2]. El periodo entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, en el que abundaban las torturas, la privación de la libertad e incluso la guillotina, desemboca la era del “tratamiento moral”, iniciada por Philippe Pinel, con la lucha por liberarlos de las cadenas y mejorar sus condiciones de vida, que eran lamentables e inadecuadas para poder progresar. A finales del siglo XIX y principios del XX surge una nueva tendencia caracterizada por la creación y desarrollo de hospitales psiquiátricos, y con ella la Enfermería Psiquiátrica (aunque sus funciones ya existieran desde la antigüedad). Más tarde, en la segunda mitad del siglo XX, se produce un cambio de paradigma en la atención al enfermo mental, gracias a los progresos de la medicina, el movimiento a favor de los derechos humanos, y la aparición 5 de teorías que incluían la relación interpersonal y emocional como dimensiones influyentes en la enfermedad mental, haciendo necesario un tratamiento que tenga en cuenta el ambiente del paciente[1, 2]. Estas condiciones hacen que a finales del siglo XX, concretamente el año 1984, se produzca el gran cambio a nivel mundial que da pie a mi trabajo: La Reforma Psiquiátrica. Se denunció la situación de desamparo, abandono, estigmatización y precariedad en que se encontraban los enfermos mentales, y los países empezaron una serie de reformas legislativas, presupuestarias y de los sistemas de atención social y sanitaria, para poder situar la atención a estas personas en su medio, pasando de los antiguos hospitales psiquiátricos a un sistema de atención centrado en la comunidad[2, 3]. En España, sus principios se encuentran en la Ley General de Sanidad de 1986, que reconoce la asistencia psiquiátrica como una prestación más del Sistema Sanitario[4, 5]. Algunos de los aspectos positivos de esta reforma, además de tratar al enfermo en su ambiente, son la territorialización de los servicios de salud mental, el desarrollo de una red de atención a la salud mental homologable en todo el país integrada en la red sanitaria, la reducción de camas hospitalarias… [6] No obstante, este nuevo modelo no puede considerarse concluido aún, ya que tiene diversas carencias o problemas pendientes [3, 6]: Insuficiencia de recursos humanos especializados en salud mental Insuficiencia de recursos de rehabilitación yreinserción social Falta de una red asistencial apropiada Falta de programas específicos para grupos especialmente vulnerables en algunos territorios Diferencias en la organización de la información, coordinación y evaluación del sector de salud mental Oferta más equitativa y mayor colaboración entre comunidades autónomas 6 Estos problemas llevan a otros, como son el fracaso en la integración de los pacientes a causa de un cambio tan brusco, el aumento de la carga familiar y el deterioro de estas familias[7]. Todo esto acaba desencadenando un aumento en la tasa de reingresos hospitalarios, que se ha convertido en uno de los problemas más importantes en el campo de la psiquiatría de las últimas décadas, y tiene malas consecuencias tanto para el paciente y su familia como para el sistema sanitario. Desde entonces se han impulsado nuevos tratamientos para lidiar con este problema, que comentaré más adelante. Como profesionales sanitarios, debemos estar preparados para adaptarnos a los cambios y necesidades que van surgiendo, con el fin de proporcionar una buena atención y ayudar en la recuperación, y para eso el papel de enfermería es fundamental. Actualmente sabemos que la situación ha mejorado, pero los mitos, prejuicios y concepciones erróneas de la enfermedad mental siguen existiendo[8]. Igualmente, sigue sin dársele la importancia que se debe a la salud mental y las necesidades de los enfermos psiquiátricos, y es preciso concienciar a la sociedad de ello. Estos datos a nivel mundial de los últimos diez años, extraídos de diversas fuentes sanitarias, pueden ayudarnos a conseguirlo: Una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida, y se prevé que aumenten considerablemente con los años[8, 9]. Las enfermedades mentales suponen el 40% de las enfermedades crónicas y la mayor causa de los años vividos con discapacidad, causando un impacto en la calidad de vida superior al resto de las enfermedades crónicas[8]. Se espera que en 2020 la depresión sea la causa principal de enfermedad en el mundo desarrollado[10]. 7 Los trastornos mentales son la causa del 10.5% de días perdidos por incapacidad temporal y en torno al 6.8% de los años de vida laboral perdidos por invalidez permanente[11]. Concretando en la zona geográfica estudiada, podemos comparar datos de España y Europa. En España... El 9% de la población padece algún tipo de trastorno mental (grave o leve) y el 15% lo tendrá a lo largo de su vida[8, 9]. Más de la mitad de las personas que necesitan tratamiento no lo reciben, y gran parte de las que sí no recibe el adecuado[9]. Los trastornos que aparecen más frecuentemente son la depresión (26,23%) y la ansiedad (17,48%)[10]. En 1998, se estimó una repercusión económica de las enfermedades mentales de 3.005 millones de euros entre costes directos (hospitalización, medicamentos) e indirectos (invalidez, perdida de vida laboral, muerte prematura)[10, 12]. El 56% de la población confunde la enfermedad mental con retraso mental[10]. Un 18% de la población general, 28% de los familiares y 20% de las personas con enfermedad mental crónica cree que suponen un riesgo si no se las hospitaliza; el 99% de los profesionales no[10]. El principal ámbito de discriminación para las personas con enfermedad mental es el laboral, solo el 5% tienen empleo regular [13]. Además, el 18% de los enfermos afirma no tener ninguna amistad[10]. 8 En Europa... El 38,2% de los europeos (164,8 millones de personas) sufre algún tipo de enfermedad mental[9]. Los trastornos neuropsiquiátricos son la segunda causa de carga por enfermedad y la depresión la tercera, siendo la primera las enfermedades cardiovasculares[10]. El 20% del gasto sanitario en los sistemas sanitarios de la Unión Europea lo ocupan los procesos de tratamiento y rehabilitación de la enfermedad mental[10]. En muchos países, las enfermedades mentales son la causa del 45-55% del absentismo laboral[10]. Estos datos también corroboran que actualmente, a raíz de la reforma psiquiátrica y el paso de los enfermos a la comunidad, cobran más importancia los aspectos sociales de la enfermedad para su bienestar y recuperación. 9 3. Objetivos El objetivo general de este trabajo es analizar la efectividad de los programas comunitarios de enfermería que surgieron a raíz de la Reforma Psiquiátrica, para proponer la implantación en España del más eficaz, con la finalidad de disminuir los reingresos hospitalarios en pacientes con Trastorno Mental Severo. Para ello, me planteo los siguientes objetivos específicos: Mostrar las principales características del paciente que sufre un trastorno mental severo crónico. Averiguar la tasa de reingreso de estos pacientes y sus causas. Definir las funciones e importancia de la enfermera en este ámbito, así como la utilización de sus herramientas de valoración y diagnóstico. Recopilar los diferentes servicios y terapias de los que dispone el enfermo mental crónico en los que interviene enfermería. 10 4. Metodología Descriptores La búsqueda se centra en los objetivos específicos mencionados, por lo que he empleado los siguientes descriptores o palabras clave, usando tanto el inglés como el español y también sinónimos de cada término para ampliar el número de resultados: Salud mental comunitaria / community mental health Trastorno mental grave / Severe mental disorder Reingreso, rehospitalización / readmission, rehospitalization Enfermería de salud mental / Mental health nursing Rehabilitación psiquiátrica / Psychiatric rehabilitation Para unos resultados más acotados, me he servido de los operadores booleanos “AND” (“Y”) y “OR” (“O”), combinando los términos anteriores según la necesidad. El primer operador me ha servido para obtener resultados más concretos, ya que muestra los que contengan ambos términos en un mismo documento; en cambio el segundo operador lo he usado en casos en que la información obtenida no era suficiente, para ampliar, ya que busca textos en que aparezca cualquiera de los dos. Un ejemplo sería readmission AND mental health, para encontrar los archivos que hablen de reingresos, concretamente en el ámbito de la salud mental. Estrategia de búsqueda y bases de datos escogidas Para realizar el presente documento, me he servido del apoyo de libros y guías especializadas en salud mental, así como de una infinidad de artículos, estudios y revisiones bibliográficas, administradas mediante el gestor bibliográfico EndNote. 11 Éstos pertenecen a bases de datos relacionadas con la enfermería y la psiquiatría, tanto nacionales (Psiquiatria.com, Presencia, Scielo) como internacionales (Medline, PubMed, Biblioteca Cochrane Plus). También he revisado manualmente el libro “Trastorno mental grave de larga evolución” (2010). Mi proceso de búsqueda empieza por conocer las principales características que definen a los pacientes con trastornos mentales severos crónicos, así como sus necesidades, para saber que hay que tener en cuenta en su tratamiento. Tras conocer mejor a este tipo de pacientes, pasamos a la búsqueda de la tasa de reingresos que se producen en el ámbito de la salud mental y sus causas. Encuentro menos datos de los que esperaba, pero me sirven para tener una idea y darme cuenta de la importancia del problema. Falta por conocer entonces el papel que tiene enfermería en el abordaje de estos pacientes, así como las herramientas de valoración y de diagnóstico utilizadas. Teniendo toda esta información, llegamos al punto final, que es recopilar las intervenciones y terapias de las que disponemos actualmente para tratar a estos pacientes, revisar las aportaciones científicas sobre su eficaciay analizar si son adecuadas a las necesidades observadas anteriormente. El periodo de búsqueda bibliográfica se produce desde julio de 2014 hasta mayo de 2015, siendo constante para poder ampliar y contrastar información. 12 Criterios de inclusión y exclusión Como criterios de inclusión, me marco los siguientes: Estudios o revisiones que se hayan publicado en los últimos diez años, priorizando los más recientes y de mayor rigor científico para obtener resultados lo más actuales y fiables posible Selección de estudios y revisiones realizados tanto en España como en Europa, para poder comparar y complementar Artículos que aborden los trastornos mentales desde el ámbito comunitario Por otro lado, los criterios de exclusión han sido: Estudios centrados en el ámbito hospitalario de la salud mental Documentos inaccesibles, por no ser gratuitos Artículos sobre intervenciones terapéuticas psiquiátricas en las que no intervenga enfermería Limitaciones Las limitaciones encontradas durante el desarrollo del trabajo, que me han impedido profundizar en ciertas temáticas e incluso me han hecho redirigir el tema de estudio en diversas ocasiones son éstas: Inaccesibilidad a artículos que por el abstract parecían de interés, pero no he podido utilizar por no ser de acceso gratuito Inexistencia de suficientes estudios cuantitativos sobre la prevalencia del trastorno mental severo y de los reingresos que se producen en este tipo de pacientes Pocos estudios de la zona geográfica que se pretende estudiar Falta de estudios sobre los diagnósticos NANDA prevalentes en salud mental, concretamente en el paciente con TMS 13 5. Marco teórico 5.1. Trastorno mental severo Definición El concepto de Trastorno Mental Severo (TMS) o Trastorno Mental Grave (TMG) se usa para definir un amplio y variado grupo de personas que sufren trastornos psiquiátricos graves. No hay definición única, pero la más consensuada y por la que apuestan la mayoría de fuentes consultadas [4, 5, 7, 14-16], es la que formuló el Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU (NIMH) en 1987, que los define como “un grupo de personas heterogéneas, que sufren trastornos psiquiátricos graves que cursan con alteraciones mentales de duración prolongada, que conllevan un grado variable de discapacidad y de disfunción social, y que han de ser atendidas mediante diversos recursos sociosanitarios de la red de atención psiquiátrica y social”. Por tanto, se basa en tres dimensiones: el diagnóstico, la cronicidad y la presencia de discapacidades. En cuanto al diagnóstico, distintos manuales (CIE-10; APA) incluyen a los siguientes trastornos en el concepto[14]: Esquizofrenia Trastorno esquizotípico Trastornos de ideas delirantes persistentes e inducidas Trastorno esquizoafectivo Otros trastornos psicóticos no orgánicos Trastorno bipolar Trastornos depresivos graves recurrentes Trastorno obsesivo compulsivo 14 Algunas fuentes incluyen también los trastornos de la personalidad graves, pero hay debate con eso, no acaban de estar de acuerdo[2, 5, 8]. El carácter crónico de estos trastornos implica que su evolución será larga y en ocasiones de por vida. Se ha utilizado como criterio para establecer el TMS una evolución del trastorno superior a dos años, o deterioro progresivo durante al menos 6 meses[14]. Otra fuente difiere diciendo 2 años de duración de tratamiento y no de la enfermedad, ya que es difícil delimitar el tiempo y puede haber un periodo premórbido o con sintomatología activa sin tratar [8]. Finalmente, se habla de presencia de discapacidad cuando hay déficit o incapacidad en alguna o varias de las siguientes áreas[4, 14, 15, 17]: Autocuidado: falta de higiene personal, deficiente manejo de su entorno, hábitos de vida no saludables… Autonomía: deficiente manejo del dinero, falta de autonomía en el manejo de transportes, nula utilización del ocio y tiempo libre, dependencia económica y mal desempeño laboral. Autocontrol: incapacidad de manejo de situaciones de estrés, falta de competencia personal… Relaciones Interpersonales: falta de red social, inadecuado manejo de situaciones sociales, déficit en habilidades sociales. Ocio y tiempo libre: aislamiento, incapacidad de manejar el ocio, incapacidad de disfrutar, falta de motivación e interés. Funcionamiento cognitivo: dificultades de atención, percepción, concentración y procesamiento de información. Funcionamiento laboral: falta de experiencia o fracaso laboral, expectativas laborales desajustadas, falta de hábitos básicos de trabajo, dificultades de manejo sociolaboral… 15 El grado de discapacidad varía a lo largo de un “continuum”, y por ello disponemos de escalas para medirlo. Las más utilizadas son la Escala de Evaluación de la Actividad Global (EEAG) y la Escala de discapacidad de la OMS (WHO/DAS), mostradas en los anexos[5] (anexo 1). Prevalencia y factores de aparición Es difícil hacer una estimación de la prevalencia de los trastornos mentales graves a causa de la ambigüedad del concepto, además de los diferentes métodos utilizados. [14, 17] Aun así, en general se cree que entre el 2,5 y el 3% de la población adulta tiene una enfermedad mental grave, lo que supone más de un millón de personas[6, 9, 17]. El hecho de que la población sea cada vez más envejecida, hace pensar que este número de personas y la carga que comportan (tanto en sufrimiento, discapacidad y económicamente) aumentará[18]. Estos trastornos, aunque pueden aparecer durante todo el ciclo vital, suelen hacerlo en la adolescencia o principio de la edad adulta[8]. Analizando por sexos, en hombres suele aparecer de jóvenes, y en mujeres a partir de los 40 años[6]. El inicio está condicionado por la interacción de varios factores[2, 8]: Biológicos: predisposición genética, edad, factores bioquímico o cerebrales, alteraciones en el embarazo o parto… Psicológicos: factores de la personalidad, estilo de afrontamiento, habilidad en la solución de problemas.. Sociales: conflictos, situaciones estresantes, soporte social, consumo de drogas, nivel socioeconómico y de estudios… 16 Principales síntomas, problemas y necesidades derivadas Los síntomas más frecuentes de la persona con TMS son las alteraciones del pensamiento, del estado de ánimo y de la sensopercepción, alteraciones neurocognitivas, alteraciones de la conducta y el control de impulsos, y síntomas negativos (pasividad, falta de motivación) [2]. Estos síntomas se traducen en problemas como[2]: Expectativa de vida 10 años inferior a la población sana, además de alta incidencia de muerte por suicidio (10%) y menos probabilidad de que se detecten otros problemas médicos Frecuentes situaciones conflictivas en su familia Dependencia económica por la gran tasa de desempleo (60-90%) Tendencia al consumo abusivo de sustancias Estigmatización Por tanto, las necesidades de estas personas son [5, 14, 15]: Detección, evaluación y atención de los problemas de salud mental, atención en crisis y provisión de tratamiento Rehabilitación psicosocial y apoyo a la integración social Rehabilitación laboral y apoyo a la integración en el mundo laboral Alojamiento y atención residencial comunitaria Apoyo económico (prestaciones y ayudas individualizadas) Protección y defensa de sus derechos de atención y vitales Apoyo a las familias y cuidadores, mediante educación e información Recursos sociosanitarios de que disponen Datos registrados en la Región Europea atribuyen al paciente con TMS la utilización del 50% de los recursos asistenciales de salud mental. Los dispositivos de atención necesarios durante el curso de la enfermedad forman la red de recursos de salud mental, cuya coordinaciónfacilita el 17 flujo de pacientes entre servicios, y en la que se entra desde atención primaria[13]. En España pueden variar según la comunidad, pero básicamente son los siguientes[5, 8, 14] : Unidades de Salud Mental (USM): el dispositivo básico de la atención especializada en la comunidad, formado por un equipo multidisciplinar responsable de articular todo el proceso terapéutico y de rehabilitación. Hospital o Centro de día: para los que viven en su contexto de origen pero necesitan apoyo y seguimiento para mantener el nivel de autonomía y las competencias adquiridas durante la rehabilitación. Unidades de Hospitalización Breve (UHB): para pacientes en crisis, reagudización de síntomas, comportamientos desorganizados o agitados… Unidades de Media Estancia (UME): para estabilizar y rehabilitar a pacientes cuya situación psicopatológica persiste después del tratamiento habitual implantado en los dispositivos anteriores (sintomatología que no remite, reingresos frecuentes, abandonos de medicación…). Unidades de Rehabilitación Hospitalaria (URH): para pacientes crónicos o con déficits psicosociales que necesitan una hospitalización más larga, que permita un abordaje terapéutico y rehabilitador a largo plazo. Unidades de rehabilitación comunitaria (URC): para disminuir los déficits, potenciar el autocuidado y las habilidades sociales. Centros de Rehabilitación Psicosocial (CRPS): ofrecen programas de rehabilitación para recuperar y fomentar sus habilidades y competencias, potenciando su autonomía e integración, así como apoyo y orientación laboral y residencial. Dispositivos residenciales comunitarios: alternativas residenciales para los pacientes que no tengan cubiertas sus necesidades básicas de alojamiento y sustento, ubicadas en un contexto comunitario, para facilitar 18 el acceso y la adaptación al entorno. Hay diversos tipos según sus necesidades: Centro Residencial de Rehabilitación (CRR): para los que requieren supervisión intensa, ya que tienen alta dependencia o discapacidad. Un equipo interdisciplinar ofrece apoyo y supervisión 24h al día. Pisos Supervisados (PS): para pacientes con menor discapacidad o dependencia, que requieren supervisión moderada. Pisos de Apoyo a CRPS (PA): para facilitarles el acceso y asistencia a sus actividades de rehabilitación. Con baja supervisión (18h). También hay diversas plazas según la estancia: larga estancia (más de un año; como alternativa a la hospitalización prolongada para evitar situaciones de abandono o marginación social por ausencia de apoyo o red social), media estancia (de un mes a un año; como transición del hospital a la comunidad o preparación para la reinserción e independencia) y corta estancia (de un fin de semana a un mes; por urgencias sociales, descanso familiar, separación preventiva de la familia…). Centro de Rehabilitación e Integración Social (CRIS): para mejorar la autonomía de los que han perdido algunas capacidades del día a día. También se trabaja con los familiares. Centro de Rehabilitación Laboral (CRL): para que el paciente adquiera los conocimientos y habilidades necesarias para favorecer su integración sociolaboral, con seguimiento, apoyo y orientación a la formación. Centro de ocio: para que en su tiempo libre desarrollen actividades relacionadas con el descanso, la diversión o el desarrollo personal, que les proporcionen bienestar y satisfacción. 19 Figura 1, Esquema de la red, concretamente la de Madrid (Plan Estratégico de Salud Mental, 2011) Exclusión social La presencia de discapacidad necesita del apoyo social para mejorar, pero a su vez es la sociedad quien provoca esa discapacidad, a la que se une la desventaja social y marginación. Tal como enuncia el Banco Mundial, "las personas con limitaciones físicas, sensoriales o mentales suelen ser discapacitadas no debido a afecciones diagnosticadas, sino a causa de la exclusión de las oportunidades educativas, laborales y de los servicios públicos. Esta exclusión se traduce en pobreza, constituyendo un círculo vicioso, aumenta la discapacidad por cuanto incrementa la vulnerabilidad de las personas ante problemas como desnutrición, enfermedades y condiciones de vida y trabajo poco seguras"[19]. Estudios epidemiológicos transculturales afirman que las personas con trastorno mental muestran un pronóstico muy diferente dependiendo de su red social, expectativas de la familia y otros sujetos sociales respecto a su curación, de sus posibilidades de acceso al empleo y de los prejuicios 20 y estigmas sobre su estado[20, 21]. En este aspecto aún queda mucho por mejorar. Hay que desmentir los mitos, como que sean violentos, peligrosos, menos inteligentes, vagos… o que nunca se recuperan, ya que aunque la enfermedad no se puede erradicar, se considera recuperación su adaptación a la sociedad[8]. Sólo se trata de una enfermedad más. Importancia de la familia Las familias asumen la mayor parte de los cuidados de las personas con enfermedad mental. El 88% de la atención y cuidados a los pacientes en España los realizan cuidadores informales[6, 9]. Al verse reducido drásticamente el número de camas hospitalarias, la familia ha pasado a considerarse una “institución” más, quienes se encuentran con dificultades tanto económicas como psicológicas para llevar a cabo los cuidados que necesite el enfermo. Un panorama muy frecuente es encontrarse con padres mayores que se ven obligados a cuidar de pacientes mentales de larga evolución[3]. Para que estos cuidados sean positivos, los familiares deben proporcionar apoyo y motivación, teniendo un trato cálido y cercano, evitando la sobreprotección para no dificultar la autonomía, evitando también las críticas, promoviendo los aspectos positivos y alabando los logros, tratándolos como adultos y estableciendo límites en la conducta sin llegar a ser autoritarios[8]. Llevar a cabo todos estos consejos no es fácil, y estudios coinciden en la carga elevada que les produce[6], lo que justifica que los tratamientos deban incluir también a las familias o que tengan programas especiales para ellos. 21 5.2. Reingresos hospitalarios Definición Como definición general, el reingreso es aquel ingreso programado o urgente producido tiempo después del alta del paciente, por un motivo relacionado o no con el del ingreso anterior. En salud mental, los reingresos se producen de forma urgente, principalmente por una descompensación, incremento o reaparición de los síntomas de la enfermedad que debe ser tratada de inmediato. También puede tener otras causas de carácter social como sintomatología suicida o agresiva, problemas de alojamiento, desestructuración del ambiente familiar…[22] En los pacientes con trastorno mental severo, el curso largo de la enfermedad y el deterioro progresivo tanto a causa de la enfermedad como de los reingresos, pueden hacer que se produzca el fenómeno llamado “revolving door” o “puerta giratoria”, que se refiere a los múltiples reingresos de los mismos[3, 14, 23]. No debe confundirse el reingreso con la recaída, ya que esta simplemente es una descompensación de la sintomatología, que puede llevar o no a un reingreso[22]. Tasa de reingresos Desde la reforma psiquiátrica, el cambio brusco de los hospitales a la comunidad ha aumentado considerablemente los reingresos de los pacientes psiquiátricos por la falta de adaptación. Creía que dispondría de más datos cuantitativos sobre los reingresos en España, pero la poca información encontrada (de estudios de diversas ciudades) muestra resultados similares. En general, los diagnósticos más frecuentes entre los pacientes que reingresan son, con aproximadamente 22 un 50%, los trastornos psicóticos (esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo y trastorno bipolar),seguidos de los trastornos de personalidad y afectivos (ambos alrededor del 20%)[24, 25]. Hablando por edades y sexos, parece que reingresan más los hombres, en las primeras etapas de la enfermedad y por trastornos psicóticos especialmente. Las mujeres no reingresan tanto, lo hacen de forma más homogénea en el tiempo y suele ser por trastornos afectivos o de la personalidad. A pesar de un buen abordaje de la enfermedad, es común que los pacientes con TMS reingresen durante su evolución. Hay estudios que sugieren que entre el 75 i 85% de experimentaran algún reingreso [14, 21]. Confirma estos datos un estudio de hace unos años, que controló durante tres años a pacientes con TMS de larga evolución que seguían diferentes tratamientos comunitarios, obteniendo como resultado el reingreso de un 22% de la muestra. Concretando en la esquizofrenia, la patología más frecuente y estudiada entre los TMS, aunque los pacientes tomen correctamente su medicación, un 30% recaerá durante los dos primeros años. Sin embargo, tienen mayor riesgo de reingreso entre el segundo y quinto año de enfermedad[22]. Para comparar la tasa de reingreso con más países europeos, contamos con el “proyecto refinement” (perfeccionamiento), cuyos resultados salieron en 2013, y en el cual se comparó la atención prestada en salud mental en nueve regiones europeas: Italia, Reino Unido, Finlandia, Austria, Francia, Estonia, Rumania, Noruega y España. Concluyó que la ciudad de Gerona era el referente europeo por su eficiencia al analizar financiación, calidad del sistema y resultados. Su red de atención a la salud mental logró una de las tasas más bajas de reingresos hospitalarios de Europa, con un 18% de casos frente al 40% de media. Esto es debido principalmente a la continuidad asistencial que han logrado integrando la atención primaria y hospitalaria en el seguimiento, que es del 90% en comparación al 57% de media. Así, el intervalo de tiempo entre el alta hospitalaria y la primera visita a un centro de salud es de los más bajos, el 70% no tardan más de un mes[26]. 23 Informar a la población de estos datos puede ser muy útil para fomentar la competitividad entre centros y que se sientan impulsados a hacerlo mejor, a pesar del riesgo de crear tensiones entre ellos. Causas más frecuentes A partir de la bibliografía encontrada, se puede deducir que las principales causas de reingreso son las siguientes: Falta de adherencia al tratamiento. La adherencia se define como el grado de coincidencia entre el comportamiento del paciente y el consejo terapéutico ofrecido, que implica una negociación del plan terapéutico[14, 27, 28]. Según datos del Ministerio de Sanidad, sólo entre el 4 y 12% de los pacientes siguen el tratamiento farmacológico rigurosamente; y entre un 30 y un 60% de los pacientes lo abandonan al primer año[14, 28]. En algunos estudios sobre reingresos el incumplimiento terapéutico se ha encontrado en un 40-50% de los pacientes; al abandonar la medicación, aunque estén estables, se incrementa el riesgo de recaída un 70%, y este tipo de recaída es más fuerte que el resto, con peor pronóstico y recuperación más larga[24, 27]. El abandono del tratamiento hace que el proceso de mejora se estanque o involucione, repitiéndose toda una serie de procesos sanitario y generando un gran coste económico[28]. Los principales factores implicados en la adherencia son[14, 27, 28]: las características del paciente y de su enfermedad, el “null insight”, la edad (los jóvenes se niegan más), el tipo de tratamiento y sus efectos secundarios, las dificultades para entenderlo o la desconfianza en él, la mejoría de la patología… Se pone en manifiesto la eficacia de la psicoeducación y de la alianza terapéutica para una buena adherencia. 24 No conciencia de enfermedad o “null insight”. El concepto de insight implica la conciencia de padecer un trastorno mental y también de que éste afecta al entorno social, de que es necesario el tratamiento farmacológico o de atribuir los síntomas a la propia enfermedad. Como es multidimensional, puede estar presente en algunas áreas y en otras no. Se considera también un factor de la causa anterior, ya que al no tener conciencia de la enfermedad no se cree necesario el tratamiento. Diversos estudios confirman que a medida que aumenta la sintomatología, la conciencia de la misma y de la enfermedad disminuye. La falta de insight es muy común en pacientes con TMS, que también se relaciona con un peor funcionamiento psicosocial y comportamiento más violento. Por todo esto es muy importante su valoración, mediantes escalas o entrevistas[29]. Consumo de tóxicos: la facilidad de acceso a sustancias tóxicas como las drogas y el alcohol, hace que los pacientes con trastornos mentales aumenten su consumo[8]. Cuando ya tienen este hábito instaurado, podrían servir terapias de concienciación y programas de rehabilitación para que consigan dejarlo poco a poco. Problemas sociales: ya he comentado anteriormente la importancia de recibir apoyo de las personas cercanas y sentirse aceptado por el resto de la sociedad. Cuando esto no pasa, es muy fácil que el paciente se descompense o cometa acciones peligrosas que precisen del ingreso hospitalario. Lo más importante es dar a conocer a la sociedad a estos pacientes y desmentir los mitos y prejuicios que se crean. Para ello es básica la función de enfermería de promoción y prevención de la salud mental[14]. 25 Factores protectores y predisponentes Los factores protectores para los reingresos, es decir, aquellos que ayudan a mejorar la enfermedad y prevenir la aparición de crisis en pacientes con TMS son: la conciencia de enfermedad, la adherencia a la medicación, un adecuado ambiente familiar, el apoyo social, las habilidades en solución de problemas, tener empleo y el reconocimiento precoz de los síntomas que anteceden a las crisis[8]. Por otro lado tenemos los factores predisponentes, que son aquellos que pueden contribuir a una readmisión temprana. La mayoría están relacionados con la medicación, como abandonarla o tomarla de forma incorrecta, cansarse de tomarla por el recordatorio constante de que está enfermo, los molestos efectos secundarios, el miedo a volverse dependiente de los fármacos, que la medicación haya perdido el efecto deseado y necesite un reajuste… Influyen también muchos otros factores, como agentes estresores (ruptura, fallecimiento, estrés laboral o familiar) o el consumo de drogas o alcohol[8]. Además, diversos estudios coinciden en que tener ingresos previos aumenta las posibilidades de rehospitalización. Hechos sucedidos durante el anterior ingreso también pueden provocar una readmisión temprana: la baja eficacia del tratamiento en el hospital, la mala planificación del alta y la inadecuada atención de seguimiento [30] . Además de estos datos conocidos por la experiencia asistencial, se creó un modelo explicativo de las recaídas en pacientes con TMS[22], especialmente en trastornos psicóticos crónicos, que es el modelo de vulnerabilidad al estrés, mostrado en los anexos (anexo 2). Es interesante conocer también la opinión de los profesionales psiquiátricos y las familias de estos pacientes, ya que son los que tienen más contacto con ellos y pueden conocerlos y “estudiarlos” mejor. En 2007 se realizó un estudio mediante cuestionarios a familiares y profesionales sobre cuales creían que eran las causas de los reingresos[22]. Los familiares se centraban en factores biológicos 26 internos, mientras los profesionales señalaban factores psicosociales, sobretodo relacionados con la familia. Consecuencias derivadas de los reingresos Los reingresos sólo traen consecuencias negativas, tanto para el paciente y su familia como para el sistema sanitario. La bibliografía consultadaconfirma que las múltiples hospitalizaciones van a empeorar el pronóstico de los pacientes[24]. Interrumpen fuertemente la vida de los pacientes y sus familias, creando un impacto negativo y duradero en el funcionamiento social y ocupacional del enfermo (afectando a sus relaciones amistosas, estudio o trabajo que a menudo se pierden) e incrementando el estigma, que dificulta su readaptación; junto a la desesperanza que surge en la familia[22]. También comentan otras fuentes que cada brote provoca un mayor deterioro cognitivo, que acaba reduciendo la calidad de vida y aumenta los años de vida perdidos[14]. En cuanto a los efectos para el sistema sanitario, las fuentes afirman que cuando un paciente reingresa tres o más veces en un año representa una carga para el sistema sanitario, ya que consume una cantidad desproporcionada de recursos sanitarios[24]. Además, diversos estudios afirman que en las últimas décadas se ha producido una demanda creciente en salud mental, que ocupa gran parte del tiempo en las consultas médicas de atención primaria, provocando sobrecarga asistencial y saturación de los servicios[31]. Estos problemas se traducen en costes económicos, y con la actual crisis es importante una buena gestión para evitar costes adicionales innecesarios. 27 5.3. Enfermería en Salud Mental Misión y competencias La enfermera es el profesional clave en la atención al enfermo psiquiátrico comunitario. Su misión es proporcionar los cuidados necesarios tanto al paciente como a su familia, ayudándolos a potenciar sus capacidades y recursos para conseguir la autonomía, el autocuidado y la rehabilitación y reinserción social del enfermo; adaptándose continuamente a las necesidades de los pacientes y la sociedad[14]. Como sabemos, enfermería puede actuar desde cuatro ámbitos: asistencia, docencia, gestión e investigación. Para cumplir su misión y ofrecer una mejora continua en la atención, necesita de todos ellos. En la asistencia, encontramos dos actuaciones básicas: la promoción y prevención de la salud mental y los cuidados directos. La primera se centra en el empoderamiento del paciente, en educar sobre salud mental a grupos o a la comunidad, asesorar a otros profesionales, ser consultora en diferentes medios (sanidad, educación, comunicación…) y realizar programas de lucha contra el estigma. La segunda se centra en el Proceso de Atención de Enfermería y ofrecer las intervenciones, terapias y programas que necesite, coordinándose con el resto de estructuras para cumplir la continuidad de cuidados. En la docencia, debe dar enseñanza teórica y práctica en el grado y especialidad de salud mental, además de a otros profesionales relacionados con la enfermería. También realizar y fomentar la formación continuada de los profesionales, participar en congresos, realizar artículo y publicaciones… En gestión, debe gestionar tanto recursos personales como materiales, en relación a los cuidados, planificar una coordinación inter e intrainstitucional. 28 Finalmente en cuanto a la investigación, se deben realizar estudios de investigación y ensayos clínicos, participar en grupos y actividades de innovación y practicar siempre una enfermería basada en la evidencia[14]. Valoración psiquiátrica de enfermería La valoración es el proceso de obtener información sobre la persona en su conjunto. Cuanto más completa sea, más probabilidades hay de que el tratamiento sea eficaz, ya que a partir de la valoración se inicia cualquier práctica terapéutica, identificando los problemas y posteriormente los diagnósticos de enfermería [32, 33]. Todo paciente necesita una valoración inicial para poder abordar adecuadamente sus necesidades. La valoración de enfermería es la clave para poder planificar los cuidados, de ahí que sea preciso crear una estandarizada, sin olvidar que cada ser es único y hay que valorarlo de forma holística. Existen diferentes tipos de valoración[32]: Amplia: la inicial (menos en casos de urgencia), para valorar el estado de salud del cliente, identificar cualquier problema o disfunción y establecer un plan terapéutico fomentando las relaciones interpersonales. Incluye historia de enfermería psicosocial y cultural, exploración física, información general según los criterios que evaluaran los cambios. Focalizada: para valorar la ausencia o presencia de problemas o diagnósticos particulares, anticipar nuevos problemas y alertar sobre problemas olvidados o no descubiertos y problemas erróneos. 29 Continuada: o revaloración después de un periodo de tiempo, para evaluar los cambios en los problemas detectados y en los patrones funcionales, así como la aparición de nuevos problemas o patrones disfuncionales. De urgencia: se centra en identificar si la situación es o no urgente, determinar rápidamente la naturaleza de la emergencia e intervenir rápidamente. Posteriormente puede ser enfocada como amplia o focalizada. Teniendo en cuenta las funciones físicas, culturales, sociológicas, espirituales, cognitivas y emocionales, los principales aspectos a valorar son[32]: Descripción general: todo lo que se puede observar a primera vista (características físicas inusuales, grado de higiene corporal y atuendo, expresión facial, modo de hablar, actividad motora – gestos, posturas, tics-, reacciones o comportamientos) Evaluación física: para detectar cualquier problema físico que pueda suponer amenaza para el bienestar. Muchas alteraciones de la conducta están relacionadas con una causa física. Evaluación de factores de riesgo: para detectar factores que puedan suponer una amenaza potencial inmediata, centrándose en probabilidad suicida o autolesiva, de agresión, de síndrome de abstinencia, de reacciones alérgicas o adversas a fármacos, de convulsiones, de caídas o accidentes y de fuga. Evaluación sociocultural: aspectos culturales, sociales y espirituales que pueden interferir. Estado emocional: considerar su estado de ánimo (que son los sentimientos de la persona, subjetivos) y afecto (la muestra emocional de su estado de ánimo). 30 A raíz de la comunicación enfermera-paciente, se generará una mayor confianza y un vínculo a partir del cual el paciente podrá ser más comunicativo en cuanto a los cambios sensoriales, de pensamiento o que perciba en su vida diaria y que sin esta comunicación podrían pasar desapercibidos. La enfermera debe conocer habilidades de comunicación con este tipo de pacientes y detección de las emociones, evitando juzgar su comportamiento. Después de realizar la valoración y entrevista, es esencial el registro clínico, que constituye el principal vehículo de comunicación de la información sobre el paciente entre los miembros del equipo interdisciplinar, y una herramienta importante para evaluar y medir la calidad de los servicios de salud[34]. En los anexos muestro un ejemplo de hoja de valoración de enfermería de psiquiatría, encontrada en la Guía de planes cuidados de enfermeros en Salud Mental (anexo 3). Estandarización de cuidados Para una atención lo más adecuada posible, es necesaria una estandarización de los cuidados, basados en la evidencia científica. En enfermería, además de la valoración disponemos de otras herramientas para gestionar los cuidados, que son el Proceso de Atención de Enfermería (PAE), los Modelos de atención y la Taxonomía NANDA/NOC/NIC. El PAE es un método sistemático, dinámico, flexible e interactivo que permite la gestión de los cuidados de forma racional, lógica y razonada. Contiene la valoración de enfermería, y los pasos a seguir posteriormente: elaboración de diagnósticos enfermeros a partir de los problemas detectados, planificar la actuación para abordar esos problemas, ejecución de lo planificado y evaluación de la efectividad[14].31 Entre sus ventajas encontramos la validez universal, la terminología que puede ser comprendida por todos los profesionales y que está centrada en el paciente. Los modelos nos indican cómo deben ser los cuidados. Los más utilizados son las 14 necesidades básicas de Virginia Henderson y los patrones funcionales de Marjory Gordon. En los anexos se muestran las equivalencias entre ambos (anexo 4). Finalmente la Taxonomía NANDA/NOC/NIC ofrece orientación para tomar decisiones sobre salud, estableciendo prioridades sobre los cuidados. Tienen reconocimiento nacional e internacional, y nos permite la comparación de datos, demostrar la eficacia en la prestación de cuidados, y asignar recursos en base a un fenómeno o diagnóstico de enfermería[34]. Concretamente, NANDA (North American Diagnosis Association) organiza sistemáticamente los diagnósticos de enfermería, que son juicios clínicos sobre la respuesta de una persona a determinados procesos vitales o problemas de salud, reales o potenciales. NOC (Nursing Outcomes Classification) organiza resultados, que son estados, comportamientos o percepciones del individuo relacionados con el diagnóstico, en grupos según su relación. Y NIC (Nursing Intervention Classification) organiza sistemáticamente las intervenciones de enfermería según similitudes. No se han encontrado datos para generalizar sobre los diagnósticos NANDA prevalentes en los pacientes con TMS a nivel de España, pero a partir de un estudio realizado en dos centros de salud de Barcelona durante los años 2007-2008 podemos tener una aproximación. De entre los 188 diagnósticos globales de la taxonomía NANDA en ese momento, se diagnosticaron 42 en los TMS, teniendo una media de 7 diagnósticos por paciente. Los más comunes (pasando del 50%) juntando los dos centros son 3: deterioro de la interacción social, mantenimiento inefectivo de la salud y trastorno de los procesos de pensamiento. Estos varían si estudiamos los centros por separado; se cree que puede ser debido a una 32 diferente interpretación y uso de las etiquetas por su ambigüedad. También influye la valoración usada y la experiencia del profesional. Los dominios en los que se encuentra un mayor número de diagnósticos son los de actividad/reposo, afrontamiento y tolerancia al estrés y rol/relaciones[35]. Próximos estudios deberían abarcar más territorio y utilizar los mismos métodos de valoración. 5.4. Tratamientos comunitarios Definición actual de la recuperación y uso del PIR Mucha gente cree que los trastornos mentales no pueden “curarse” nunca, pero los de larga duración son como cualquier otra enfermedad crónica, si se tiene bien controlada puede seguirse una vida normal. El concepto de recuperación en salud mental es un proceso personal de cambios para llevar una vida satisfactoria a pesar de las limitaciones que les genera la enfermedad. Se centra en la superación del trastorno mental más que en el control de los síntomas[3]. Pueden recuperar su vida sin recuperarse de su trastorno mental; pero no pueden hacerlo solos. Necesitan el apoyo de su entorno más cercano y de la sociedad, además de la ayuda de los profesionales sanitarios para su empoderamiento, consiguiendo que cooperen en el manejo de su enfermedad, y mediante la proporción de apoyo, información y acceso a los recursos que necesite, tanto sanitarios como de inserción social[5, 14, 36]. No hay que olvidar que aunque los pacientes con TMS compartan problemáticas comunes, en cada individuo son diferentes, ya que se ven influidas por sus factores biológicos, pero también psicológicos y sociales, además de la atención y servicios que reciben[17]. Para eso se creó el Plan Individualizado de Rehabilitación (PIR), obtenido a partir de la evaluación inicial, que especifica cómo aprenderá nuevas habilidades y 33 cómo utilizara las que conserva. Mediante objetivos para una fase de corto, medio y largo plazo, se estructuran los diferentes programas de intervención necesarios en cada ocasión[14]. Tipos de tratamiento para el paciente con TMS A partir del cambio causado por la Reforma Psiquiátrica, se ha pasado de un modelo de atención centrado en la enfermedad a otro basado en la rehabilitación y la recuperación. El abordaje debe ser integral, y para ello se combinan diferentes tipos de tratamiento: el farmacológico, el psicoterapéutico y la rehabilitación psicosocial[8, 14]. El más común y usado primero es el farmacológico. Se utiliza para controlar o reducir los síntomas, consiguiendo una estabilización psicopatológica. Normalmente se combinan varios fármacos para obtener mejores resultados. Los tipos y dosis varían según la persona. Los principales fármacos utilizados para prevenir recaídas son[8, 14, 22]: Antipsicóticos: convencionales (como el haloperidol) y atípicos (como la clozapina), que controlan la liberación de la dopamina, neurotransmisor asociado a la psicosis en altas cantidades. Antidepresivos: como la sertralina, que sirven para la mayoría de patologías psiquiátricas por su amplio abanico terapéutico. Estabilizadores del humor: como el litio, para normalizar el estado de ánimo. Ansiolíticos e hipnóticos: para la ansiedad e insomnio, dos síntomas altamente prevalentes en el TMG La mayoría de estos fármacos tienen molestos efectos secundarios, como alteraciones del sueño, excesiva somnolencia, dificultades de concentración, disfunción sexual, temblores…[8] Por eso también es conveniente combinar diversas terapias para conseguir mayor eficiencia y poder tomar menos fármacos, disminuyendo los efectos secundarios. 34 En cuanto al tratamiento psicoterapéutico, sirve para tomar conciencia de la enfermedad, aprender a convivir con ella y enfrentarse a sus crisis, logrando el mayor grado posible de autonomía e integración social. Para ello dispone de modalidades individuales, grupales o familiares[8, 14, 15]. Finalmente la rehabilitación psicosocial se centra en actuar sobre todas las áreas que se han visto afectadas por la enfermedad, para tener un mayor nivel de autonomía y mantenerse en su entorno social en las condiciones más normales posibles. Se pretenden recuperar las capacidades, aptitudes y habilidades sociales mediante técnicas como el entrenamiento en habilidades sociales, laborales y de la vida diaria, la psicoeducación, la rehabilitación cognitiva y la terapia ocupacional. Programas de seguimiento comunitario El término “seguimiento comunitario” engloba las intervenciones que consisten en acompañar a la persona en su medio de vida, ofrecerle ayuda para superar las dificultades que surgen a diario y derribar las barreras que le impiden utilizar los recursos necesarios para su integración social. Los programas no son tratamientos en sí mismos, sino formas de organizar el acceso a la atención que precisan, facilitando los tratamientos, rehabilitación, cuidados y apoyo necesarios[37]. Según Mueser hay seis tipos de programas, que fueron surgiendo a lo largo de las últimas décadas para mejorar la atención –los tres primeros pueden considerarse la subdivisión de un solo modelo, que es la gestión de casos- [4, 14, 16, 37]: El primero en aparecer fue el Modelo de agencia de servicios. Surgió para intentar asegurar que los pacientes pudieran acceder a los recursos y tratamientos adecuados, fomentando la continuidad y eficiencia de los cuidados al ser dados de alta del hospital. Lo desempeña un profesional no-clínico, quien evalúa las necesidades del paciente y planifica la intervención, derivándolo a los servicios adecuados. Es decir, coordina los 35 cuidados pero no los proporciona directamente. Los encuentros son a petición del paciente, sin demasiada frecuencia ni regularidad, ni tampoco vínculo afectivo entre ambos. Seguidamente surge el modelo de Case ManagementClínico (CMC), que aporta novedades en respuesta de las necesidades del modelo anterior. Se enfatiza la relación paciente-profesional, y éstos últimos requieren formación en psicoterapia y psicoeducación, por lo que el profesional que coordina también interviene en diversas áreas. Los encuentros son más regulares, y la necesidad de contacto la inician ambos, hay reprocidad de lazos afectivos. Se enfatiza en el enganche del paciente con el programa y se centra en la adherencia al tratamiento. Más tarde aparece el modelo de Case Management Intensivo (CMI), útil para cuando el anterior no es suficiente, ya que las necesidades del paciente son más complejas. Además de las tareas y funciones de los modelos anteriores, añade una ratio paciente-profesional pequeña y actitud asertiva para favorecer el enganche del paciente y evitar abandonos. Se enfatiza en la intervención en la comunidad, centrándose en el apoyo para solucionar los problemas de la vida diaria. Emerge también el Modelo de competencias, desarrollado como respuesta al excesivo énfasis de otros modelos hacia los déficits y discapacidades. Por eso se centra en sus competencias y habilidades, para que sigan aprendiendo, creciendo y cambiando. Se basa en los deseos de los pacientes, respetando la autonomía en las decisiones. Ve a la comunidad como un apoyo en vez de un obstáculo. Otro de los modelos es el Rehabilitador, que igual que el anterior, se centra en prestar servicios y cuidados según los deseos y metas del paciente. Se distingue por poner especial énfasis en entrenar las actividades instrumentales y sociales necesarias para la vida autónoma en la comunidad. 36 Finalmente tenemos el Tratamiento Asertivo Comunitario (TAC), creado como alternativa al tratamiento hospitalario, basado en la evidencia que los tratamientos efectivos durante la hospitalización dejan de serlo cuando salen, causando una nueva hospitalización. Va más allá de los anteriores. Su principal objetivo es combatir el fenómeno de “puerta giratoria” y mejorar la calidad de vida de los pacientes, implicándolos activamente en su tratamiento y motivándolos mediante la asertividad. Está formado por un equipo multidisciplinar de profesionales sanitarios y sociales, que proporcionan los cuidados de forma integrada, sin derivar a otros programas, contribuyendo cada uno con su experiencia y especialidad, y recayendo la responsabilidad en todo el equipo. La ratio paciente-profesional es pequeña, y se interviene en la comunidad, aportando apoyo individualizado y ajustado a las necesidades del paciente. Está disponible de forma indefinida, y proporciona cobertura las 24h del día, todos los días del año. Se establece vínculo con los diferentes miembros, que se centran en que haga un uso adecuado de la medicación y en solucionar sus problemas de la vida diaria.[3, 4, 7, 14, 16, 37] Existen otros programas relevantes, como el de Acompañamiento Terapéutico o el Programa de Atención Domiciliaria de Enfermería (PADE), pero los seis descritos son los más extendidos. Programas de intervención a las familias Viendo el papel tan importante que tiene la familia respecto al tratamiento y evolución del enfermo, y la carga que éste les supone, debe ser apoyada en su rol de cuidadora, proporcionándoles la información, formación y orientación que precisen. La mayoría de intervenciones para los pacientes con TMS también incluye a la familia cuando lo necesita. 37 Algunos estudios mencionan que las familias no necesitan psicoeducación, sino simplemente educación sobre el afrontamiento y la adaptación a la situación. Existen muchos programas educativos dirigidos por profesionales, destinados solo a la familia, así como familiares capacitados que ofrecen programas de educación sobre la enfermedad a través de la Alianza Nacional de Enfermos Mentales (NAMI). Los primeros básicamente revisan los tópicos de la enfermedad, y pueden realizarse tanto en la clínica como en casa, e incluyendo o no al enfermo. Los segundos han mostrado ser una ayuda clave, impartiendo información estandarizada con manual, en sesiones en las que no asisten los enfermos[38]. Nuevas ideas de tratamiento Además de los tratamientos mencionados, la preocupación por atender todas las necesidades de los enfermos de la forma más eficaz posible, hace que se sigan probando nuevos. A continuación recojo algunos proyectos surgidos en los últimos años a nivel europeo, que parecen ser efectivos. En 2009, con la intención de evitar las rehospitalizaciones en personas con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo, se ideó en Alemania una intervención con mejor cooperación entre los servicios de consulta internos y externos, basada en un módulo informatizado de apoyo a la decisión (sustituyendo 8 psiquiatras mediante un software que obtiene recomendaciones de actuación basadas en guías, de acuerdo con su psicopatología y estado clínico del momento). Al probarlo durante un año, se logró reducir los reingresos y la duración media del tratamiento de hospitalización hasta casi el 50%. También aumentó la satisfacción del paciente con el tratamiento. Dado que estas mejoras se realizaron con menores costes (en términos de la atención hospitalaria), se considera rentable[39]. 38 En 2014, en las Islas Baleares, se creó un servicio de atención integral al paciente con TMS mediante un equipo de seguimiento asertivo comunitario (ESAC) formado por diversos profesionales: psiquiatra, trabajador social, enfermera, auxiliar de enfermería y otros que pretenden sumar, como terapeuta ocupacional o expacientes. Su objetivo principal es suplir o minimizar los ingresos hospitalarios en pacientes complejos que requieren hospitalizaciones frecuentes (principalmente los más desvinculados a los servicios psiquiátricos). Por eso se atiende tanto al paciente como a la familia en su domicilio, para intervenir en el propio entorno social y evitar el aislamiento y el rechazo que padecen, uno de los factores de riesgo de recaídas y sufrimiento añadido. Se aborda el tratamiento, apoyo y rehabilitación, ofreciéndoles el modelo de asistencia que necesiten. En su primer trimestre de funcionamiento, se atendieron 23 pacientes cuya patología predominante era la esquizofrenia y los primeros datos obtenidos fueron muy positivos gracias a la coordinación de profesionales y servicios, que atendieron también a personas no diagnosticadas (y que por tanto no seguían tratamiento) en riesgo de exclusión[40]. Centrándose únicamente en la falta de adherencia al tratamiento, que hemos visto que es uno de los principales causantes de los reingresos, el año 2011 se aconseja en Sevilla, a partir de datos obtenidos, el rol primordial de la enfermera como “coach” en la gestión del tratamiento farmacológico, con la elaboración de un plan de prevención de recaídas que contenga actividades como talleres de automedicación, en los que enseñe a los enfermos todo lo que necesita saber (efectos terapéuticos, efectos secundarios y su manejo, qué hacer cuando sientan la necesidad de dejar la medicación, manejo de recetas…). Además, la enfermera debe usar las estrategias basadas en la evidencia disponible para mejorar la adherencia: uso de pastilleros, planificación de citas, uso de calendarios de recuerdo, repasar los prospectos con los pacientes, el uso de 39 telemedicina, trabajar con la familia y con los facultativos para que prescriban de forma más sencilla[36]. Propuestas para nuevos programas o servicios de intervención De toda la documentación revisada, diversos estudios proponen nuevas ideas de tratamiento o de investigación según los datos que han obtenido. Comentaré algunos que creo importantes y que podrían abrir camino a futuros trabajos. En cuanto a ideas de investigación, en un estudio realizado en Badalonasobre los diagnósticos enfermeros prevalentes en el enfermo con TMS[35], se propone seguirlos estudiando en profundidad a nivel estatal, cosa que entienden como dar un primer paso hacia la estandarización de cuidados de enfermería en los CSMA. También podría hacerse por trastorno concreto. En cuanto a los programas de intervención, en dos estudios sobre los reingresos llevados a cabo en Canarias y Zaragoza[24, 25], concluyen que deberían crearse programas que se centren en el abuso de sustancias y el incumplimiento de la medicación, ya que son factores que no variaron con sucesivos ingresos y por suerte son altamente modificables. Otro estudio, a partir de las opiniones de familiares y profesionales sobre los reingresos[22], se proponen intervenciones con programas de control del estrés, visitas al domicilio y reducción del tiempo de revisión, ya que estos eran los factores modificables en que más coincidían, y eso favorecería su implicación. 40 6. Resultados y discusión De los datos mostrados en el marco teórico, me centro en analizar los programas de seguimiento comunitario, para conocer y comparar la efectividad de las herramientas de las que disponemos que están centradas en la rehabilitación de los pacientes con trastorno mental grave, y la consecuente disminución de los reingresos hospitalarios. Como he mencionado anteriormente, son seis los modelos de provisión de servicios asistenciales que más se usan, y existen múltiples estudios que examinan su eficacia. Analizando los tres primeros modelos, englobados en el concepto de Case Management, diversos estudios demuestran que el paciente tiene más probabilidad de mantenerse en contacto con los servicios sanitarios y que mejora el cumplimiento de la medicación. Sin embargo no hay diferencias en el funcionamiento social, estado mental ni calidad de vida[15]. Otras fuentes contradicen la efectividad, manifestando un incremento en los reingresos hospitalarios[4, 16]. Hablando en concreto del Case Management Intensivo, que parece ser el más efectivo de los tres ya que incluye mejoras a los dos anteriores, se ha demostrado que mejora la tasa de reingresos, el estado mental y el funcionamiento social del paciente. No hay evidencia de que mejore la adherencia al tratamiento, pero se asocia a un incremento de contacto con los servicios. Parece funcionar mejor cuando los pacientes tienden a usar mucho los cuidados hospitalarios[15]. Sobre los Modelos de competencias y rehabilitación no se ha encontrado información respecto a la efectividad. 41 En cuanto al Tratamiento Asertivo Comunitario, es el modelo más estudiado y según la mayoría de fuentes el más completo y efectivo para la gestión de la atención de los pacientes con TMS. Si bien su coste es algo superior al resto, todas las investigaciones realizadas demuestran que la valoración coste-beneficio es positiva, por los buenos resultados que proporciona: reduce significativamente los costes sanitarios al disminuir los reingresos, mejora la satisfacción del paciente, su evolución, calidad de vida e integración social. También muestra mayor probabilidad de que permanezcan en contacto con los servicios y de vivir de forma independiente, además de un menor riesgo de desempleo [3, 4, 7, 13-16]. En España ha tenido un notable éxito y aceptación, tanto por parte de los profesionales como de los pacientes. Pasando a las intervenciones mencionadas sobre educación a la familia, ambas proporcionan mejora en los conocimientos del cuidador y en el afrontamiento de actitudes. La educación proporcionada por familiares también aporta mayor satisfacción y sensación de bienestar emocional, aceptación de la enfermedad, disminución de la angustia y mejora en la resolución de problemas. Sin embargo no se han estudiado los efectos que pueda tener sobre la enfermedad y estado del paciente[38]. De todos los modelos analizados, vemos que el que cuenta con más estudios y que ha demostrado mayor eficacia es el TAC. Mi propuesta respecto a estos resultados sería implantar el modelo en todas las comunidades españolas (en algunas ya se está llevando a cabo), controlando la efectividad mediante estudios de seguimiento y revisando las tasas de reingreso de los pacientes. Igualmente, antes de implantar cualquier modelo hay que conocer bien a la población, el tipo de paciente y las necesidades de cada zona, y escoger entonces el más adecuado. No hay que olvidar los nuevos proyectos o propuestas como algunas de las que he mostrado, fomentando la investigación de su eficacia. 42 7. Conclusiones Con el presente documento quiero dar a conocer y resaltar la importancia de los pacientes con TMS crónico, que a pesar de ser un grupo minoritario si lo comparamos con otros trastornos, son de difícil abordaje por las complicaciones añadidas a la enfermedad, cuya incidencia va en aumento. Precisan de una supervisión estrecha y contacto continuo con los profesionales de salud mental, consumiendo la mayoría de recursos sanitarios. Si no se les proporciona un buen abordaje acaban siendo una carga, tanto para el sistema sanitario por los gastos añadidos y saturación de servicios, como para la familia por la necesidad de cuidados y atención constante en la realización de las actividades de la vida diaria, dejando a un lado su vida propia. El fenómeno de la “puerta giratoria” surgido a raíz del proceso de desinstitucionalización de estos pacientes, se trata desgraciadamente de un hecho cada vez más frecuente. Por ello es importante actuar, para evitar los efectos negativos que provoca, mencionados anteriormente. Los sistemas públicos de salud disponen de recursos limitados, por lo que es necesario determinar qué programas puede ser más útil poner en funcionamiento para controlar la enfermedad, y acercarnos a la integración social y normalización del paciente. También es fundamental avanzar en los tratamientos de rehabilitación, evaluando siempre las intervenciones para comprobar su efectividad proporcionando evidencia científica, ya que pueden aparecer tratamientos nuevos los cuales no han sido evaluados y se ponen en marcha sin aportar ningún beneficio, sino lo contrario, produciendo más gasto sanitario y estancando la evolución del paciente. Los profesionales, y especialmente enfermería, que es quien tiene más contacto con los pacientes, deben formarse continuamente e investigar, para saber actuar en cada momento, poder proporcionar los mejores cuidados y adaptarse a las nuevas situaciones. 43 8. Agradecimientos Me gustaría agradecer a Cecilia, mi profesora y tutora, su ayuda durante la realización de este trabajo. El asesoramiento y el material que me ha proporcionado han sido de gran utilidad. También agradecer a mi familia y mi pareja el apoyo recibido durante estos cuatro años, y especialmente ahora. 44 9. Bibliografía 1. Belmont Molina, A. La evolución de la Enfermería Psiquiátrica. Enf Neurol [revista en Internet]. 2011 [consultado el 12 de enero de 2015]; 10: 53-55. Disponible en: http://www.medigraphic.com/pdfs/enfneu/ene-2011/ene111j.pdf 2. Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO). Modelo de atención a las personas con enfermedad mental grave. Madrid: 2007. 3. 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