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30 EL SISTEMA DE TARJETAS DE PAGO BANCAR IAS EN ESPAÑA Y SU INFLUENCIA EN EL DESARROLLO DEL COMERCIO ELECTRÓNICO por Manuel Parras Rosa y Enrique Bernal Jurado Universidad de Jaén 1. INTRODUCCIÓN Hace poco más de dos años, existía un consenso generalizado sobre las excelentes expectativas de crecimiento del comercio electrónico en todos los países industrializados. Sin embargo,- la realidad ha mostrado que esta nueva forma comercial no se desarrolla con la velocidad esperada, obligando a corregir a la baja las previsiones sobre el volumen de negocio generado en la red. Así, para el caso de España, la Subdirección General de Estudios del Sector Exterior (1998, p. 5), estimaba que, en el año 2000, se generaría un volumen de venta a través de comercio electrónico de 80.000 millones de pesetas. Sin embargo, se han alcanzado menos de 30.000 millones, según las últimas estimaciones de la Asociación Española de Comercio Electrónico -AECE- (2000). La importante diferencia entre los ingresos esperados y los que se han producido en la realidad ha generado una situación que muchas empresas no han podido superar, dando lugar a la quiebra de numerosas compañías «puntocom» y a la «caída» de los valores tecnológicos en los mercados financieros durante los últimos meses. Esta situación es la consecuencia de las dificultades a las que se enfrenta el desarrollo de esta nueva forma de venta. En nuestro país, el comercio electrónico está creciendo, aunque más lentamente que en otros países de nuestro entorno. Así, según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico - OCDE- (2000), el número de compradores españoles en la red, durante 1999, medido como porcentaje de la población activa, era del 0,9%, cifra que sólo era superior a la de tres de los veinte países considerados. Además, este desfase entre España y el resto de los países se agrava si consideramos que la tasa de crecimiento del valor de las ventas generadas vía comercio electrónico en España, se encontraba entre las más bajas del grupo de países estudiados, con un crecimiento del 185% entre 1998 y 1999, cifra únicamente superior a la de cinco de ellos. Otras fuentes e indicadores apuntan en la misma dirección. Así, de acuerdo con la información suministrada por la Comisión Europea y el Ministerio de Ciencia y Tecnología (1), sólo el 14% de los españoles mayores de 14 años navega habitualmente por Internet, lo que supone figurar entre los peores puestos 31 de la llamada sociedad de la información del mundo civilizado. Sólo los portugueses (12%) y los griegos (6%) se sienten menos atraídos por la red. Nada tienen que ver estas cifras con el 52% que se registra para EE.UU, el 59% para Suecia, el 33% para el Reino Unido, etc. (1) Véase diario El Mundo, de 20/12/2000. Entre las posibles causas que explican esta diferente evolución del comercio electrónico entre España y el resto de los países industrializados, se señala, con insistencia, a la actitud reacia de los consumidores y empresas españolas a la aceptación de esta fórmula de venta. Tampoco es extraña esta situación diferente; conocemos que en España la comercialización de bienes y servicios a distancia no ha obtenido el éxito alcanzado en otros países desarrollados. De hecho, España posee uno de los menores niveles de utilización de cajeros automáticos (CA) y terminales en puntos de venta (TPV) del ámbito comunitario (Banco Central Europeo -BCE-, 2000). En igual sentido, la Dirección General de Comercio Interior (1995, pp. 20 y 25), señalaba que el nivel más bajo de penetración de la venta por correo en 1992, entre un total de diez países europeos considerados, correspondía a Italia, al que le seguía España (2). Por último, en la línea de lo que venimos exponiendo, la Subdirección General de Estudios del Sector Exterior (1998, p. 5) afirmaba, en 1998, que el volumen de ventas generado en España a través de Internet «... no alcanzará las cotas de otros países europeos, debido a los distintos hábitos de compra del consumidor español». (2) Sin embargo, cuando se considera el nivel de gasto per cápita a través del sistema de venta domiciliaria, en la que existe una estrecha relación entre vendedor y cliente, España e Italia se sitúan en un segundo y quinto puesto, respectivamente, en el ranking de países con mayores niveles de gasto. Otro factor apuntado como explicativo de la escasa utilización del comercio electrónico en nuestro país, se refiere a la inseguridad percibida por los consumidores a la hora de utilizar esta forma de venta, especialmente cuando se trata de pagar con tarjetas bancarias a través de la red, cuestión esta última de enorme trascendencia si tenemos en cuenta que las tarjetas de crédito constituyen el medio de pago preferido (3) por los consumidores españoles en el comercio electrónico (Asociación de Usuarios de Internet, 1998; AECE, 1998 y 2000; Consumer International, 2000). En consecuencia, el desarrollo del comercio electrónico en nuestro país y el sistema de tarjetas de pago bancarias están fuertemente vinculados. Con este trabajo pretendemos poner de manifiesto los elementos sobre los que se asienta esta relación, así como analizar la situación del mercado español de tarjetas bancarias y cómo ésta puede afectar al desarrollo futuro del comercio electrónico. No hay que olvidar, por otro lado, que la influencia es mutua, ya que el desarrollo del comercio electrónico llevará consigo la extensión del uso de las tarjetas bancarias. (3) Otros medios son: la transferencia bancaria, el dinero electrónico (basado en el pago por adelantado, Pay Before) y el 32 cheque electrónico (pago al momento, Pay Now). 2. LOS PARÁMETROS DE RELACIÓN ENTRE EL COMERCIO ELECTRÓNICO Y LAS TARJETAS DE PAGO BANCARIAS La relación entre comercio electrónico a través de Internet y las tarjetas de pago bancarias se sustenta en los tres argumentos siguientes: 1. El desarrollo del comercio electrónico Business to Consumer (B2C) difícilmente puede entenderse al margen de las tarjetas bancarias, ya que el uso de éstas hace posible disfrutar de algunas de las ventajas del comercio electrónico, como son la mayor rapidez, la comodidad y el ahorro de tiempo, al realizarse la liquidación de la transacción en el momento de la compra a través de la red Internet. Téngase en cuenta, al respecto, que muchos de los bienes y servicios cuya venta está obteniendo más éxito a través de Internet son aquellos que pueden distribuirse y pagarse directamente a través de la red, tales como música, programas informáticos, servicios financieros, reservas de billetes de avión, etc. (Asociación para la investigación de Medios de Comunicación -AIMC-, 1998). 2. El problema básico de Internet consiste en conseguir que la información que circula a través de la red lo haga de forma segura, esto es, que la transmisión cumpla los principios de autenticación, integridad, confidencialidad y no-repudio. Precisamente la dificultad de asegurar el cumplimiento de los anteriores requisitos y, en caso de conseguirlo, convencer a los consumidores de ello, especialmente cuando los mensajes enviados se refieren a datos confidenciales sobre las tarjetas de crédito del comprador, constituye, según diversos estudios, el principal obstáculo para el desarrollo actual del comercio electrónico. 3. De manera similar al comercio electrónico, los sistemas de autoservicios bancarios, principalmente los CA y los TPV, accionados mediante tarjetas, son formas de venta a distancia en los que median las tecnologías de la información para poner en contacto empresas con clientes. Ello significa que muchas barreras (legales, culturales, falta de interoperatividad...) que estuvieron y están aún hoy presentes en el desarrollo de los sistemas de pago con tarjetas bancarias, pueden ser las mismas que obstaculizan, hoy día,el desarrollo del comercio electrónico. De hecho, la evolución de ambos mercados, en nuestro país, se caracteriza por su lentitud en comparación con el que acontece en otros países de nuestro entorno. En este sentido, el análisis de la demanda en un mercado ya rodado como es el de las tarjetas de pago bancarias puede ayudar a identificar cuáles son las barreras que hoy obstaculizan el novedoso comercio electrónico a través de Internet. En el contexto mostrado, nos encontramos con un mercado español de tarjetas bancarias caracterizado por el 33 escaso uso que los consumidores hacen de estos instrumentos de pago, en comparación con el de la mayoría de los países de nuestro entorno, pese a contar con un sistema de pago con tarjetas de los más desarrollados del mundo, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. 3. OBJETIVOS Considerando lo expuesto anteriormente, el objetivo genérico que nos proponemos en el presente trabajo es aportar elementos que permitan comprender algunas de las causas del lento desarrollo del comercio electrónico en España, a partir del análisis de los factores explicativos del escaso uso de las tarjetas de pago bancarias, en nuestro país. La cuestión que proponemos es relevante por dos motivos: 1) Bajo la hipótesis de que el escaso uso de las tarjetas de pago bancarias es un freno para el desarrollo del comercio electrónico, es evidente que el conocimiento y la posterior actuación sobre las razones explicativas del escaso uso de las tarjetas han de ser de utilidad para encontrar estrategias que suavicen este déficit, de manera que permita un mejor y más rápido desarrollo del comercio electrónico, y 2) Bajo la hipótesis de que el sistema de pago con tarjetas y el comercio electrónico, al estar basados en innovaciones tecnológicas, poseen rasgos de similitud desde el punto de vista del comportamiento de comerciantes y consumidores, con el análisis propuesto podemos encontrar líneas orientadoras de lo que está ocurriendo con el comercio electrónico en España, caracterizado, como ya hemos señalado, por su lento desarrollo. Nos referimos a que las respuestas a la cuestión ¿por qué se usan tan poco las tarjetas en España? sugerirán elementos explicativos de la actitud de los españoles ante las nuevas tecnologías y, por ende, ante el comercio electrónico. 4. REVISIÓN DE LA LITERATURA 4.1. Determinantes del uso de las tarjetas de pago bancarias En la literatura sobre el uso de las tarjetas bancarias predominan los trabajos centrados únicamente en las diferencias sociodemográficas existentes entre usuarios y no usuarios, coincidiendo todos, en buena medida, en las características generales que definen el perfil de los usuarios de tarjetas, de modo que éstos tienden a ser jóvenes, de renta alta, elevado nivel de formación, casados y varones (Rodríguez y Frías, 1997; Ruiz, 1997; Ballina et al., 1993; Confederación Española de Cajas de Ahorro -CECA-, 1993; IBM, 1992; Marshall y Heslop, 1988; Plummer, 1971 y Mathews y Slocum, 1969 y 1970). Respecto a este último aspecto, cabe señalar que la mayor participación de las amas de casa en la compra familiar en España con relación a los países de nuestro entorno (véase Redondo, 1998), puede haber incidido negativamente en el nivel de uso de las 34 tarjetas como instrumentos de pago en el punto de venta. De hecho, este factor ha sido apuntado por el sector de la distribución comercial como uno de los principales problemas a la hora de difundir el uso de estos instrumentos (Nixdorf Computer, 1988). Aunque dichos factores sociodemográficos parecen ser útiles a la hora de predecir el uso de los sistemas de tarjetas, ha habido algunos estudios que se han centrado en el conocimiento de los motivos finales que permiten comprender por qué un individuo llega finalmente a utilizarlos. Destacan, en este sentido, los llevados a cabo por Marshall y Heslop (1988) en Canadá para estudiar los determinantes del uso de CA. Estos autores constataron que las variables más relevantes a la hora de explicar la aceptación por parte de un individuo del uso de los CA no eran las de tipo demográfico, sino otras referidas a la actitud general del consumidor ante el acto de compra. En concreto, demostraron que aquellos individuos que buscan en el acto de compra la conveniencia (facilidad, rapidez, etc.) son los que usan en mayor medida los CA, mientras que aquellos que valoran más el carácter lúdico en dicho acto son los que en menor medida los utilizan. Igualmente, los individuos que mostraban actitudes favorables ante las innovaciones tecnológicas aceptaban, en mayor medida, los CA que aquellos que presentaban una actitud reacia ante las nuevas tecnologías. Estos factores explicaban mejor que cualquiera otros el uso de los CA. Por otra parte, otros estudios publicados han puesto de manifiesto la existencia de diversos factores relacionados con las condiciones en las que se ofrecen estos productos que inhiben su uso por parte de sus titulares. Entre ellos, uno de los más relevantes se refiere al grado de seguridad percibido por el titular cuando utiliza estos instrumentos. Así, en el estudio realizado por IBM (1992) se constata que el principal inconveniente asociado al uso de las tarjetas de débito es la «inseguridad/peligro de atraco». Otro relacionado con el anterior, se refería a la «pérdida de la tarjeta». Cabe señalar, además, que en el mismo estudio, entre los no usuarios de estos instrumentos, el 13% aludía como principal motivo para no utilizarlos, el «miedo a la inseguridad». En el caso de las tarjetas de crédito, el motivo «pérdida o robo de la tarjeta» era el tercer motivo más nombrado. Los resultados obtenidos en estudios más recientes, como el realizado por DBK en 1997 (4), apuntan en la misma dirección, al destacar que entre los inconvenientes más señalados por los usuarios de tarjetas de pago se encuentra la falta de seguridad ante la pérdida o robo de la tarjeta (5). Es importante señalar, al respecto, que ese riesgo percibido por los usuarios españoles puede verse agravado, en gran medida, por la falta de una regulación específica que los proteja cuando utilizan estos instrumentos y por el incumplimiento de los preceptos contenidos en la Recomendación 88/590/CE por parte de algunas de las principales entidades bancarias españolas, tal y como han puesto de manifiesto los estudios realizados por el Bureau Européen des Unions de Consommateurs -BEUC- (1990 y 1992) y las sucesivas memorias del Servicio de Reclamaciones del Banco de España (6). 35 (4) Estudio Customer de DBK: «La demanda de las tarjetas de pago», Algunos de sus resultados principales fueron hechos públicos y pueden consultarse en los principales diarios nacionales, como El País Dominical, de 20/7/97, y El País, de 10/7/97. (5) Estos temores de los clientes a sentirse indefensos en caso de robo o pérdida de sus tarjetas, ha dado lugar a la entrada en el mercado español de compañías, como la Card Protection Plan, que tratan de cubrir dicha contingencia, ofreciendo a sus clientes seguros que por unas 1.600 pesetas anuales protegen contra cualquier uso fraudulento de las tarjetas, incluso 24 horas antes de que el usuario llame a la compañía, cubriendo un total de hasta 200.000 pesetas. (6) Valga al respecto, el siguiente pronunciamiento del Servicio de Reclamaciones del Banco de España (1999, p. 91): «El Servicio estima que tampoco es ajustado a las buenas prácticas bancarias el que, habiendo transcurrido varios años desde que las entidades asumieron voluntariamente el contenido de la Recomendación citada, existan aún contratos que todavía no se hayan adaptado a la normativa comunitaria y que omitan recoger cláusulas contractuales de limitación de responsabilidad. Otro elemento de influencia lo constituye la estrategia de comunicación seguida por las entidades bancarias, cuestiónmás importante si cabe cuando, como ocurre con las tarjetas de pago bancarias, el riesgo percibido por el usuario es elevado por las razones aludidas, anteriormente. En este sentido, la estrategia general seguida por las entidades emisoras para difundir las tarjetas bancarias en el mercado, consistente en colocarlas como productos complementarios de otros más tradicionales, convirtiéndose en un valor añadido más de estos últimos y no como un producto diferenciado con entidad propia (Fainé y Tornabell, 1992; Urcelay y Moroy, 1996), parece haber contribuido, en gran medida, a una situación de desinformación generalizada en todo lo que concierne a las tarjetas de pago. De hecho, uno de los grandes problemas ante los que se enfrentan las entidades emisoras españolas para comercializar estos productos es la dificultad que tienen los clientes para diferenciar, al menos, entre las dos principales modalidades existentes, esto es, tarjetas de crédito y de débito, y la tendencia, por el contrario, a referirse a todas ellas como tarjetas de crédito, pese a las funciones distintas que cumplen unas y otras (Lafferty Publications, 1997, p. 87; Brown, 1996, p. 11 y Ballina et al., 1993) (7). Esta desinformación de los titulares se presenta también respecto al conocimiento de las tarjetas ofertadas por entidades bancarias distintas a las suyas (CECA, 1993, p. 117), a las ventajas e inconvenientes de sus distintas modalidades (IBM, 1992, pp. 106 y 115), a los distintos servicios ofrecidos a través de estos instrumentos (IBM, 1992, pp. 50 y 107) y a las condiciones económicas en las que se ofrecen (8). (7) Es interesante, al respecto, el trabajo realizado por BALUNA et al. (1993) en el que, tras realizar un análisis grupa) de las principales marcas de tarjetas con base en los atributos percibidos por las personas entrevistadas -«público en general», no sólo usuarios de servicios bancarios-, se llega a la conclusión de que aquellos sólo distinguen claramente tres grupos: uno formado por las tarjetas de viaje y entretenimiento, Travel and Entertaiment Cards-T&E- (tipo American Express), y moda- lidades «Oro» (tipo Visa Oro); otro grupo formado por las tarjetas comerciales (tipo Cortefiel o Corte Inglés); y un tercer grupo donde se agrupan tanto las tarjetas bancarias de débito como de crédito (por ejemplo, la de crédito Visa Clasic y la de débito 4B). En definitiva, de acuerdo con las conclusiones del citado estudio, el público, basándose en los atributos que percibe, habría posicionado el conjunto de tarjetas de forma distinta a como se presenta en las clasificaciones tradicionales, sin 36 distinguir claramente entre aquellas que cumplen con funciones estrictamente de débito de las que suponen una vía crediticia alternativa para sus titulares, es decir, las que incluyen funciones de crédito. (8) El estudio realizado por la consultora DBK en 1997 ponía de manifiesto que cuatro de cada diez titulares de tarjetas desconocen las comisiones de mantenimiento ligadas a las tarjetas, mientras que un 60% ignoraba las características de los seguros asociados (véanse al respecto los diarios Expansión, de fecha 21/7/97 y El País de 10/7/97). Relacionado directamente con el comercio, el rechazo de los comerciantes a que sus clientes paguen con tarjetas, o su influencia para desincentivar su utilización, como consecuencia de las condiciones de adhesión o como medio de presión para conseguir mejores condiciones ha influido en su uso (Lafferty Publications, 1997) (9). Asimismo, otros motivos de insatisfacción, tales como la lentitud en el proceso de autorización de los terminales y la dificultad de acceso a la central de autorizaciones han influido, también, en el uso de las tarjetas (Nixdorf Computer, 1988; CECA, 1993 y la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios -Ausbanc-, 1999). No obstante, una buena parte de los establecimientos comerciales mantienen una actitud muy favorable hacia estos instrumentos, debido a que facilitan las compras de los clientes y potencian sus ventas. Por otro lado, algunos estudios han constatado que el volumen de facturación realizado a través de cualquiera de las modalidades de tarjetas existentes en el mercado se reduce considerablemente a medida que lo hace la dimensión de los establecimientos considerados (Dirección General de Comercio Interior, 1992). Asimismo, el estudio de la CECA (1993) pone de manifiesto que, independientemente de la categoría de producto de que se trate, el tipo de establecimiento en el que se realiza la acción de compra influye en el medio de pago finalmente empleado. De este modo, en las dos categorías de productos para cuya compra se utiliza en mayor medida las tarjetas como medio de pago, «alimentación» y «ropa y calzado» (IBM, 1992; Visa International, 1996 y Erquicia, 1995), son los hipermercados y grandes almacenes los tipos de establecimientos en los que se utilizan en mayor medida estos instrumentos. En este sentido, González et al. (1998), confirman en su trabajo la hipótesis según la cual el establecimiento habitual de compra determina un mayor o menor grado de utilización de las tarjetas por parte de los consumidores. En concreto, encontraron que en las grandes superficies se utilizaban, por término medio, más las tarjetas como instrumento de pago que en las tiendas especializadas u otros tipos de establecimientos. (9) Un análisis en profundidad, referido al ámbito de la UE, de las condiciones en las que se ofrecen los servicios de pago con tarjetas a los comerciantes, así como la estructura y formación de los descuentos sobre ventas aplicados a los comercios puede verse en BERNAL (2001). 37 4.2. Determinantes del uso del comercio electrónico La revisión de la literatura permite comprobar que son múltiples los factores tangibles e intangibles explicativos del grado de desarrollo del comercio electrónico en cada país. Desde una perspectiva de oferta suele señalarse (OCDE, 2000, p. 11; Comisión Europea, 1997; Subdirección General de Estudios del Sector Exterior, 1998) la cantidad y calidad de la infraestructura instalada (ordenadores personales, líneas telefónicas fijas y móviles, redes RDSI, etc.), junto a los costes de acceso asociados, como algunos de los principales determinantes del grado de penetración entre la población .de la red Internet y, por tanto, del disfrute de las ventajas del comercio electrónico a través de estas vías de comunicación. A estos problemas técnicos-económicos, se unen otros aspectos del en-torno relacionados con la jurisdicción y regulación aplicable a las transacciones realizadas mediante comercio electrónico. Así, la determinación de la legislación aplicable a cada operación, la regulación de los contenidos en la red Internet, la seguridad y privacidad de los datos transferidos o los aspectos fiscales de las transacciones efectuadas son cuestiones aún pendientes de resolver que ton señaladas, habitualmente, como inhibidores del grado de confianza y de seguridad percibida por los usuarios del comercio electrónico y, por tanto, conforman obstáculos importantes para desarrollar el potencial completo de estas nuevas formas de venta. Desde la perspectiva de la demanda, los principales factores que se señalan como frenos para el desarrollo del comercio electrónico son diversos. Así, centrándonos en el lado empresarial, los diversos estudios realizados por la Asociación Española de Comercio Electrónico en nuestro país apuntan la existencia de una falta de formación y de cultura empresarial como algunas de las principales barreras para el desarrollo del comercio electrónico, únicamente superada en importancia por la falta de adecuación de los productos vendidos (AECE, 1998, 1999 y 2000). En relación con ello, es interesante destacar los resultados del proyecto TAMCRA (Telematics Application to Create Alternative Marketing Channels for SMEs in Urbanand Rural Areas) (10), entre los que se encuentra el importante desconocimiento y, por tanto, uso de las tecnologías de la información por parte de las PYMES de las cuatro regiones que fueron objeto de estudio, no sólo en actividades comerciales sino en la propia gestión de las empresas. De lo anterior se deduce la necesidad de combinar las inversiones en infraestructuras, con conocimientos y capacidades de aprendizaje relacionadas con estas tecnologías de la información y la comunicación. (10) Este proyecto fue desarrollado dentro del Telematics Applications Programme, sector Telematics for Urban and Rural Areas, del IV Programa Marco de I+D de la Comisión Europea y, tras una duración de doce meses, finalizó a principios de 1997. El objetivo principal del proyecto era contribuir a la utilización de la infraestructura y tecnologías telemáticas por parte de las PYMES europeas para crear canales alternativos por los que acercar sus productos a una comunidad más amplia que la que le puede ofrecer el ámbito local donde se asientan. Las cuatros regiones objeto de estudio fueron, en España, Galicia y Comarca de Es Raiguer (Baleares); en Alemania, Apenburg; y, en Austria, Upper Austria. 38 De manera similar, los consumidores han puesto de manifiesto en diversos estudios, tanto de ámbito nacional como internacional, que las principales barreras al comercio electrónico provienen de factores intangibles, tales como la falta de confianza a la hora de dar datos personales en la red, en el proveedor, en la entrega de los pedidos y, sobre todo, en las formas de pago más utilizadas en la red, esto es, las tarjetas de crédito (AECE, 1998, 1999 y 2000). Centrándonos en este último aspecto, en el ámbito internacional, en el estudio de Ernst and Young (1999) se señala que el 97% de los no compradores vía comercio electrónico aludían como principal motivo para esta actitud su inquietud cuando envían datos de su tarjeta de crédito a través de la red. De forma similar, la novena encuesta realizada por el Graphics, Visualization and Usability Center (GVU, 1998), coincidía con lo indicado antes, al señalar que la principal razón para no comprar a través de internet señalada por los en- cuestados era la falta de confianza respecto a la seguridad al transmitir el número de tarjeta de crédito a través de la red. En España, los resultados de un estudio realizado por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), en 1998, puso de manifiesto que únicamente el 21,1 % de los usuarios de internet consideraba altamente seguro pagar suministrando el número de tarjeta a través de la red, porcentaje únicamente superior al que correspondía al pago proporcionando el número secreto de la tarjeta por fax. 5. MÉTODO Con la finalidad de alcanzar el objetivo propuesto, hemos efectuado una investigación (11) que ha consistido en encuestar a responsables (12) -expertos- pertenecientes a los dos grupos de organizaciones implicadas en la demanda de las tarjetas bancarias: organizaciones de consumidores y organizaciones de comerciantes. A tal efecto, se les envió por correo (13) a cada institución de las que configuraban el marco muestra) (46 en total) un cuestionario estructurado, en el que se incluían una serie de cuestiones para que los encuestados manifestasen sus puntos de vista sobre la situación del mercado de tarjetas bancarias en España. Los resultados han permitido: a) constatar en qué medida los factores apuntados en la literatura como explicativos de la demanda de tarjetas bancarias son los que explican el reducido uso de estos instrumentos de pago en nuestro país, esto es, conocer el grado de importancia que los entrevistados atribuyen a cada una de las causas propuestas; b) conocer si existen diferentes puntos de vista, al respecto, entre los responsables encuestados, considerando el distinto papel que juegan en el mercado de tarjetas bancarias. (11) Un análisis pormenorizado del proceso de investigación seguido, puede verse en BERNAL (2001), en donde se recoge el cuestionario utilizado y parte de la explotación del mismo. Para conseguir el objetivo propuesto en este trabajo, hemos analizado las respuestas a algunas de las cuestiones planteadas en el mencionado cuestionario. (12) El cuestionario iba dirigido a los responsables de medios de pago o, en su defecto, a los más altos responsables de las principales organizaciones incluidas en el estudio. (13) Como es habitual en estos casos, con anterioridad al envío del cuestionario, se contactó telefónicamente con cada uno 39 de los miembros que constituían el marco muestra). Como hemos señalado, se enviaron un total de 46 cuestionarios a expertos y recibimos respuesta de 29 de ellos que representaban a otras tantas entidades (véase Anexo), tras el reenvío en algunos casos y el seguimiento telefónico en otros, lo que representa una tasa de respuesta del 63%. La distribución por grupos de expertos de los cuestionarios enviados y recibidos aparece en el cuadro 1. El tipo de muestreo utilizado fue no probabilístico (14), por juicio, al objeto de dirigirnos a aquellas personas que ofrecen una mayor oportunidad de comprensión del fenómeno que está siendo estudiado. Se pretendió, desde el primer momento, con el fin de alcanzar los objetivos mencionados antes, obtener un número suficiente de respuestas en cada uno de los sectores analizados, así como la participación de entidades distribuidas por toda la geografía nacional. El trabajo de campo comenzó el 15 de julio de 1999, concluyéndose a principios de noviembre del mismo año. En el cuadro 2 se resume la ficha técnica de la investigación. (14) Consecuentemente, los resultados apuntados en este estudio han de tomarse con las debidas reservas, sobre todo, considerando que las opiniones de comerciantes y consumidores se han recogido a través de lo manifestado por las organizaciones que los representan. No obstante, el alto grado de coincidencia en las opiniones, nos hace sospechar que la situación del mercado de tarjetas bancarias que se recoge en el trabajo se aproxima bastante a la realidad. 6. RESULTADOS Y DISCUSIÓN Dos cuestiones de interés convienen recordarantes de exponer los resultados y analizarlos. Tal y como expusimos en el apartado de objetivos, el conocimiento de las causas del escaso uso de las tarjetas bancarias en nuestro país es relevante en el mercado del comercio electrónico, por dos motivos: a) nos puede ayudar a implementar estrategias tendentes a incrementar el uso de las tarjetas, de tal modo que el mayor hábito de utilización de este instrumento de pago entre la población española, puede contribuir al desarrollo del comercio electrónico; y b) al estar basados ambos mercados en innovaciones tecnológicas, podemos encontrar similitudes entre uno y otro, que expliquen la evolución del comercio electrónico. Esto es, podemos aproximarnos a las causas explicativas del lento crecimiento del comercio electrónico, en nuestro país, a través del conocimiento de los motivos por los que se usan tan poco las tarjetas bancarias. 40 CUADRO 1. Distribución de encuestas por organizaciones Organizaciones Cuestionarios enviados Número de respuestas Porcentaj e de tDe consumidores o usuarios De comerciantes 25 21 17 12 68,0 57,1 TOTAL 46 29 63,0 Fuente: Elaboración propia. CUADRO 2. Ficha técnica POBLACIÓN Unidades de muestreo: Elementos de muestreo: Alcance: Tiempo: Organizaciones de consumidores y organizaciones de comerciantes Responsables de medios de pago o, en su defecto, los máximos representantes de las instituciones Nacional 15 de julio-1 de noviembre, 1999 MUESTREO Tipo: Tamaño muestral: Tipo de encuesta: Tasa de respuesta: No probabilístico, por juicio 29 Autoadministrada (postal) 63 por 100 Hechas las consideraciones anteriores,a continuación, expondremos los resultados del estudio de investigación llevado a cabo, en el que, basándonos en la opinión de responsables de organizaciones de consumidores y comerciantes, conoceremos las causas de la reducida utilización de las tarjetas bancarias en nuestro país, aunque nos centraremos exclusivamente en aquellas que, a nuestro juicio, son de mayor interés para explicar la menor progresión del comercio electrónico vía internet (15), en España, en comparación con la de otros países de nuestro entorno. (15) Un análisis más detallado, en el que se analizan la influencia de otros factores explicativos del escaso uso de las tarjetas bancarias en nuestro país, puede verse en BERNAL (2001). En este sentido, la literatura señala una serie de causas o factores explicativos, de modo que, para el caso del mercado español y considerando la interacción comercio electrónico- tarjetas, el limitado uso de estos instrumentos de pago podría estar relacionado con: 41 a) La preferencia histórica del público español por el uso de efectivo en lugar del resto de instrumentos de pago ofrecidos por el sistema. b) La inseguridad o desconfianza del público e pañol ante el empleo de las tarjetas bancarias (seguridad percibida), que entronca de lleno con problema de la confianza y seguridad percibidos por los usuarios de comercio electrónico. c) Los altos precios de algunos de los servicios ofrecidos. En este caso, puede tener su traducción para el caso del comercio electrónico en los costes de acceso asociados. d) Las inadecuadas estrategias de comunicación de las entidades emisoras. En este apartad el equivalente con el comercio electrónico lo tenemos en la apuntada necesidad de combinar inversiones en infraestructuras, con conocimientos capacidades de aprendizaje relacionadas con e tas tecnologías de la información y la comunicación. En definitiva, como sucede con el sistema e pañol de pago con tarjetas, en donde se ha demostrado que la existencia de una excelente red de CA y TPV no es suficiente para impulsar el uso de las mismas, el aumento de la red de ordenadores conectados a Internet no tiene demasiada influencia en el desarrollo del comercio electrónico per se. En el cuadro 3 se muestran los resultados obtenidos a partir de la opinión de los expertos consultados sobre las anteriores cuestiones generales. Los resultados ponen de manifiesto que hay consenso en señalar a la preferencia histórica del público español por el uso del efectivo, en lugar del resto de instrumentos de pago ofrecidos por el sistema bancario, como cheques o tarjetas, como el motivo que más explica el escaso uso de las tarjetas en nuestro país. De hecho, el 94,1% de los expertos encuestados pertenecientes a las asociaciones de consumidores lo consideran como bastante o muy importante, guarismo que se sitúa en el 91,6% cuando los entrevistados han sido los responsables de las organizaciones de comerciantes. Igualmente, hay amplio consenso en considerar la desconfianza del público hacia el uso de los medios de pago electrónicos, como un motivo altamente influyente en el limitado uso de las tarjetas bancarias en nuestro país. Así lo creen el 70,6% de los responsables de organizaciones de consumidores y el 58,4% de los de organizaciones de comerciantes. Asimismo, los resultados confirman que la escasa cultura financiera de los españoles, así como las deficientes estrategias de comunicación de las entidades emisoras, son dos factores con no demasiada influencia en la infrautilización de las tarjetas en nuestro país, desempeñando, por lo tanto, un papel sencundario. 42 Una ligera discrepancia entre organizaciones de consumidores y comerciantes surge cuando se trata de evaluar la influencia negativa sobre el uso de tarjetas de los precios o comisiones por los servicios prestados. Así, mientras que los consumidores consideran este factor como relevante -64,7% lo catalogan como bastante o muy importante-, los comerciantes tienen una opinión muy dividida, el 50% opina que es bastante o muy importante y el 50% restante opina lo contrario. En cualquier caso, estos guarismos no hacen sino confirmar que es un factor de influencia, cuando menos, considerable. Finalmente, una reflexión pertinente es que las distribuciones de frecuencias que aparecen en el cuadro 3 confirman que los cinco factores de influencia recogidos en el cuestionario, a partir de la revisión de la literatura, influyen, en mayor o menor medida, en el empleo de las tarjetas, aunque, como hemos destacado con anterioridad, hay algunas que son consideradas más determinantes. Efectuado el análisis de tipo general, a continuación, discutiremos otros resultados obtenidos en el estudio, mediante los que tratamos de profundizar en las causas explicativas del reducido uso de las tarjetas bancarias en España. A tal efecto, mostramos, en el cuadro 4, una serie de ítem, la mayoría relacionados con los aspectos recogidos en el cuadro 3, aunque se incorporan otros que tratan de confirmar otros factores explicativos contemplados en la literatura. 43 Así, en el cuadro 4, aparecen cuatro afirmaciones relacionadas con el comportamiento de la demanda. Con ellas, tratamos de medir, respectivamente, el efecto sobre el uso de las tarjetas de: a) Las características culturales de nuestro país, ya que como se apunta en la literatura (véase Hofstede, 1991), la cultura mediterránea se asocia a una preferencia por el trato personal y a una aversión al riesgo, que puede provocar un rechazo al uso de canales de distribución a distancia de bienes y servicios, tales como CA, TPV, Internet, etc.; b) La desconfianza del titular español de tarjetas bancarias, ante posibles conflictos con las entidades emisoras ocasionados por contingencias diversas; c) La elevada influencia de los comerciantes sobre el instrumento de pago elegido finalmente por el consumidor; y d) La actitud pasiva de los titulares de tarjetas, en el sentido del escaso interés que muestran por conocer el producto en profundidad. De los resultados contenidos en el cuadro 4, podemos concluir lo siguiente: 44 1. Las características culturales de nuestro país es el principal motivo de influencia en la actitud reacia de los españoles hacia el uso de tarjetas bancarias y, por consiguiente, un factor clave explicativo del reducido uso de estos instrumentos en nuestro país. Así lo creen el 82,4% de los responsables de consumidores, y el 75% de los de las organizaciones de comerciantes. 2. Otra causa relacionada con el limitado empleo de tarjetas es la desconfianza o inseguridad de los usuarios de las mismas, ante posibles contingencias. Así opinan el 82,4% de los responsables de organizaciones de consumidores y el 58,4% de los de las organizaciones de comerciantes. Estos resultados vienen a corroborar los obtenidos en el cuadro 3. 3. Otro elemento explicativo a considerar es la influencia del comerciante sobre la elección final del instrumento de pago por parte del cliente. Los responsables de los consumidores mantienen, en este aspecto, una actitud menos clara, aunque el 47% muestra parcialmente su acuerdo con ello. Hemos de señalar, en ese sentido, que la influencia de los comerciantes no ha podido ser más que negativa, si tenemos en cuenta las continuas muestras de descontento del sector comercial respecto a las condiciones impuestas por las entidades bancarias por la prestación de servicios de pago con tarjetas en sus establecimientos (Bernal, 2001, p. 294). 4. Finalmente, hay discrepancias sobre la influencia en el uso de tarjetas de la actitud de escasa implicación de los titulares de las mismas, aunque son los propios expertos de organizaciones de consumidores quienes opinan que éstos tienen una actitud pasiva, al respecto. Conviene que nos detengamos en el análisisde las tarjetas de crédito, de forma específica, ya que, como hemos señalado anteriormente, constituyen el mecanismo de pago preferido por los consumidores que utilizan el comercio electrónico. En el cuadro 5, se recogen las opiniones de los encuestadores acerca de las posibles razones de su reducido uso. En general, las opiniones de los expertos revelan que la infrautilización de las tarjetas de crédito se debe a una postura pasiva de los oferentes. Así, la mayoría de los encuestados, con independencia de las organizaciones a las que representa, opinan que los clientes se encuentran desinformados, como consecuencia de que las estrategias seguidas por las entidades bancarias no han sido las correctas y que no ha interesado a las mismas fomentar el uso de las tarjetas como vía de financiación, provocando, todo ello, que el titular de las tarjetas las perciba, no como instrumento financiero sino como un medio para diferir el pago de sus compras. Las únicas discrepancias entre los expertos se dan cuando se plantea que las fórmulas utilizadas por las entidades para dar acceso a sus clientes al crédito vía tarjetas son complejas, de tal modo que mientras que los responsables de las organizaciones de consumidores señalan que lo son, los responsables de las organizaciones de comerciantes mantienen una postura neutra. 45 46 47 Concluido el análisis de la demanda, en el cuadro 6, aparecen diez afirmaciones relacionadas con el comportamiento de la oferta, proposiciones que han de entenderse como la percepción que los demandantes - consumidores y comerciantes- tienen de las estrategias llevadas a cabo por las entidades emisoras de tarjetas. Con ellas, tratamos de medir, respectivamente, el efecto percibido sobre el uso de las tarjetas bancarias de: a) Las estrategias de comunicación seguidas por las entidades emisoras (1 a 6); b) La política de precios seguida por las entidades emisoras (7 a 10). De los resultados contenidos en el cuadro 6, podemos concluir lo siguiente: 1. Respecto a las estrategias de comunicación, hay una opinión mayoritaria en considerarlas deficientes o inadecuadas, lo que ha podido influenciar en el uso de las tarjetas bancarias, tal y como apunta la literatura, aunque, como antes señalamos, éste es un factor secundario en la demanda de tarjetas. En definitiva, los expertos consultados reconocen, con independencia del sector al que pertenezcan, que el titular español de tarjetas es un usuario desinformado sobre los servicios ofrecidos, sobre las condiciones económicas de éstos y en relación 48 con las demás condiciones contractuales relacionadas con el uso de las tarjetas bancarias, sobre todo, de las emitidas por entidades distintas a las suyas. La única discrepancia surge cuando se trata de valorar la información sobre la tarjeta que dan las mismas entidades y no a través de campañas de comunicación. En este caso, mientras que los responsables de los consumidores opinan que es deficiente, los responsables de los comerciantes creen que es suficiente. 2. Con relación a la política de precios seguida por las entidades emisoras, tal y como se muestra en el cuadro 6, los responsables de los dos sectores encuestados coinciden plenamente en afirmar que los precios que rigen en el mercado han tenido un efecto negativo sobre el nivel de utilización de las tarjetas. 7. CONCLUSIONES E IMPLICACIONES Hace pocos años, se anunciaba un espectacular crecimiento del comercio electrónico en España. Sin embargo, la realidad ha mostrado que esta nueva forma comercial no se desarrolla a la velocidad prevista, obligando a corregir a la baja las previsiones sobre el volumen de negocio generado en la red. El comercio electrónico está creciendo en nuestro país, aunque más lentamente que en otros países de nuestro entorno. Una de las razones de esta diferente evolución, considerando que el medio de pago preferido por los consumidores españoles en el comercio electrónico son las tarjetas bancarias, se encuentra, a nuestro juicio, en el comportamiento de los españoles respecto de estos instrumentos de pago, caracterizado por el escaso uso que hacen de los mismos. En suma, el comercio electrónico en nuestro país y el sistema de tarjetas de pago bancarias están fuertemente vinculados, de tal manera que el desarrollo del primero precisa de una mejora en la evolución del segundo y viceversa. Por otro lado, al estar basados ambos mercados en innovaciones tecnológicas, comparten buena parte de los elementos que los impulsan o los frenan, sobre todo, en los aspectos relativos a la actitud de los españoles ante las nuevas tecnologías. En el contexto descrito, los resultados mostrados en el presente trabajo ponen de manifiesto que, como se apunta en la literatura, los aspectos culturales que hacen que, por un lado, en España, se prefiera el uso del efectivo frente a cualquier otro medio de pago ofrecido por el sistema bancario y, de otro lado, que se rechace el uso de canales de distribución a distancia de bienes y servicios en beneficio del trato personal; la desconfianza del público hacia el uso de medios de pago electrónicos, como consecuencia de la inseguridad que perciben; y, en menor medida, los precios o comisiones cobrados por los servicios prestados, son los factores más determinantes que explican el escaso uso de las tarjetas bancarias en nuestro país, a juicio de los responsables de comerciantes y 49 consumidores. Asimismo, éstos opinan que, para el caso de las tarjetas de crédito, la causa fundamental de su escaso empleo se debe a la actitud pasiva de las entidades emisoras de tarjetas que, tal vez porque no han estado interesadas en el fomento del uso de las tarjetas como vía de financiación, no han impulsado las estrategias correctas para posicionarlas como un instrumento financiero, de tal modo que, actualmente, el titular de las tarjetas las percibe como un medio para diferir el pago de las compras y no como una forma de alternativa de disponer crédito al consumo. Por último, los encuestados opinan, que las estrategias de comunicación seguidas por las entidades emisoras son deficientes o inadecuadas, aunque, como antes señalamos, éste es un factor de influencia secundario en la demanda de tarjetas. Las conclusiones anteriores pueden ayudar a explicar, en parte, el lento desarrollo del comercio electrónico en España, a la vez que han de sugerir líneas de actuación para acelerar este proceso. Así, se sugiere la influencia negativa de la «cultura española» en el proceso de evolución del comercio electrónico, que exige importantes esfuerzos en comunicación y, sobre todo, en formación de usuarios, además, lógicamente, de dotar de segu- ridad a las transacciones en la red, cuestión a la que más adelante nos referiremos. No obstante, es necesario hacer alusión a los cambios socioculturales que se están produciendo entre la población española. En este sentido, como apunta Bernal (2001, p. 328), una de las fuerzas dominantes del desarrollo futuro del comercio electrónico será la presencia en el lado de la demanda de una nueva generación de individuos (16) altamente familiarizada con instrumentos de base electrónica y en la que difícilmente estarán presentes con la misma intensidad aquellos factores de índole psicosociológica que hoy en día justifican la actitud reacia de la población frente a la aceptación de nuevas tecnologías. (16) La propia OCDE ha dado en llamarla “generación Nintendo”. En segundo lugar, se ha puesto de manifiesto, no sólo la importancia de los precios -costes de acceso y servicios asociados en el comercio electrónico-, sino la relevancia de la percepción de los consumidores de los precios pagados, como elementos que pueden influir negativamente en el crecimiento del comercio electrónico. En este punto, tanto las entidades emisorasde tarjetas, las empresas punto.com, las empresas suministradoras de Internet, las entidades certificadoras, los comerciantes, etc., tienen que hacer esfuerzos, tanto por rebajar los precios, como por comunicar los servicios que reciben los clientes. Precisamente este último aspecto, la comunicación, es sumamente importante. Los agentes implicados en el proceso del comercio electrónico han de diseñar estrategias de comunicación que eduquen a los consumidores reales y potenciales de comercio electrónico, ya que, hasta el momento la atención ha estado 50 más volcada -casi exclusivamente- en procurar infraestructuras. Hay que atender, en definitiva, la formación y la educación, tareas en las que se puede y debe contar con la complicidad de la propia Administración. Finalmente, y no por ello menos importante, sino todo lo contrario, está el problema de la inseguridad y desconfianza en el uso de los medios electrónicos, déficit acrecentado por lo que hemos denominado «cultura española». En este sentido, los esfuerzos para solucionar los problemas de seguridad en los pagos realizados en la red deben de desarrollarse en dos planos distintos: uno, objetivo, de contenido técnico, en el que hay que conseguir unos niveles de seguridad suficientes para quo la circulación de la información a través de la red esté protegida de receptores no deseados (17); otro, subjetivo, de contenido psicológico, en el que es necesario transmitir confianza a sus usuarios y que depende no sólo del contenido ético, sino también de la capacidad para hacer que el público general lo comprenda y acepte. (17) En BERNAL (2001, pp. 325-328) se recogen las medidas que se han puesto en marcha para permitir la utilización con seguridad de las tarjetas de crédito. En definitiva, ante el importante papel que las tarjetas bancarias están llamadas a desempeñar en el comercio electrónico, los oferentes de las mismas deben suministrarlas al público en condiciones lo suficientemente atractivas como para animar su utilización. En este sentido, es razonable pensar que, a medida que las entidades bancarias penetren más en el comercio electrónico, fomentarán el uso de las tarjetas como medio de pago; de este modo se conseguiría un mayor hábito en su utilización y, por ende, una mejora sustancial en la situación del comercio electrónico. Ahora bien, a nuestro juicio, los comerciantes también están llamados a jugar un papel primordial, sobre todo, considerando la influencia que tienen sobre el medio de pago utilizado por el cliente. Los comerciantes son también parte interesada en que se incremente el uso de las tarjetas como medio de pago, de manera que sus clientes tomen confianza para operar en el mercado electrónico, un campo en el que tarde o temprano los comerciantes, en general, tendrán que operar. Nada mejor, por lo tanto, que ir creando hábito. BIBLIOGRAFÍA ASOCIACIÓN DE USUARIOS DE INTERNET (1998): Encuesta general de usuarios, AUI, http://www.aui.es. AECE (1998): Estudio sobre el comercio electrónico entre empresas y consumidor, en Internet y en España. Avance de las primeras conclusiones, http:// www.aece.org. 51 - (1999): Segundo estudio sobre comercio electrónico en España, http:// www.aece.org. - (2000): Tercer estudio sobre comercio electrónico en España, http:// www.aece.org. ASOCIACIÓN PARA LA INVESTIGACIÓN DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN -AIMC- (1998): Encuesta abril- mayo de 1998, AIMC, http://www.arroba.es/aimc. CONSUMER INTERNATIONAL (1999): Consumers©Shopping. 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Asociación de Comerciantes de Alcoy 1. Organización de Consumidores y Usuarios de Catalunya (OCUC) 2. Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (AUSBANC) 3. Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) 4. Unión de Consumidores de Galicia 5. Unión de Consumidores de Catalunya 6. Asociación para la Defensa de los Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorro y Seguros de España (ADICAE) 7. Unión de Consumidores de Tenerife 8. Unión de Consumidores de La Rioja 9. Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) 10. Unión de Consumidores de Aragón 11. Federación de Consumidores, Usuarios y Amas de Casa Al-Andalus 12. Federación de Consumidores de Euskadi (EKE) 13. Unión de Consumidores de Andalucía 14. Unión de Consumidores de Castilla-León 15. Unión de Consumidores de Albacete 16. Unión de Consumidores de Guipúzcoa 17. Instituto Catalán de Consumo 324
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