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caPíTulo 36 | Tratamiento nutricional médico en las enfermedades renales 827 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. La mayor osmolalidad causada por las altas concentracio- nes séricas de glucosa puede hacer que el agua y el potasio sean expulsados de la célula, con hiperpotasemia secundaria. La interpretación de valores de laboratorio habitualmente usados cambiará cuando el paciente desarrolle insuficiencia renal, porque la hemoglobina A1c estará afectada por la menor semivida de los eritrocitos en la uremia (Rigalleau et al., 2006). enfermedad renal crónica y enfermedad renal terminal en niños Aunque la ERC puede ocurrir en niños de cualquier edad, desde recién nacidos hasta adolescentes, es un diagnóstico relativa- mente infrecuente. Factores causales en niños comprenden alteraciones congénitas, defectos anatómicos (malformaciones urológicas o riñones displásicos), enfermedad heredada (en- fermedad renal poliquística autosómica recesiva), trastornos metabólicos que finalmente producen insuficiencia renal (cis- tinosis o aciduria metilmalónica), o trastornos y enfermedades adquiridos (infecciones renales no tratadas, traumatismos físicos a los riñones, exposición a sustancias químicas o fármacos ne- frotóxicos, anemia hemolítica secundaria a Escherichia coli 0157, o nefritis glomerular). Al igual que en todos los niños, la cuestión principal es pro- mover un crecimiento y desarrollo normales. Sin una vigilancia intensiva y recomendaciones acordes, el niño con insuficiencia renal casi nunca alcanza sus necesidades nutricionales. Si la enfermedad renal está presente desde el nacimiento, el soporte nutricional debe comenzar inmediatamente para evitar perder el potencial de crecimiento de los primeros meses de vida. El crecimiento en los niños con ERC suele estar retrasado. Aunque ningún tratamiento específico asegura un crecimiento normal, los factores susceptibles de responder al tratamien- to son acidosis metabólica, depleción de electrólitos, osteodis- trofia, infección crónica y desnutrición proteico-calórica. Las necesidades de calorías y proteínas en niños con enfermedad renal crónica son, como mínimo, las correspondientes a las IDR para niños normales de la misma altura y edad. Si el es- tado nutricional es malo, las necesidades energéticas pueden ser incluso mayores, para promover el aumento de peso y el crecimiento lineal. La alimentación por sondas es necesaria cuando la ingesta sea escasa, especialmente en el período crítico para el crecimiento de los 2 primeros años de vida. En estos niños casi siempre se realizan gastrostomías para favorecer el aporte nutricional y facilitar el crecimiento. La NP casi nunca se aplica, a no ser que el tubo GI no sea funcional. Véanse las necesidades nutricionales de niños con insuficiencia renal en la Kidney Disease Outcome Quality Initiative (www.kdoqi.org). El control del equilibrio entre calcio y fósforo es especialmen- te importante para asegurar un buen crecimiento. El objetivo es restringir la ingesta de fósforo y promover la absorción de calcio con la ayuda de 1,25-(OH)2D3. Esto ayuda a prevenir la osteodis- trofia renal, que puede causar un retraso grave del crecimiento. El uso de preparados de carbonato cálcico para suplementar la ingesta dietética favorece el aporte de calcio, al mismo tiempo que fija el fósforo en exceso. La acidosis metabólica persistente se asocia a menudo con crecimiento insuficiente en la lactancia. En la acidosis crónica, el tamponamiento de ácidos por parte del hueso provoca pérdida de calcio y contribuye a la desminerali- zación ósea. Se puede añadir bicarbonato a la leche maternizada para contrarrestar este efecto. La restricción de proteínas en las dietas pediátricas resulta controvertida. El presunto efecto «protector» sobre la función renal debe contrapesarse con el efecto claramente negativo de la posible malnutrición proteica sobre el crecimiento (National Kidney Foundation, 2009). Las cantidades diarias recomenda- das de proteínas según la edad suelen ser la cantidad mínima administrada. La dieta de cada niño debería adaptarse a sus preferencias, hábitos familiares de alimentación y necesidades bioquímicas. A menudo esto no resulta una tarea fácil. Además, hay que tener cuidado de no poner demasiado énfasis en la dieta para impedir que esta se convierta en una herramienta del niño para manipular y conseguir atención. Es preciso demostrar una forma especial de animar y convencer, creatividad y atención para ayudar al niño con ERC a consumir las calorías necesarias. Siempre que sea posible, la DPCC se administra de forma intermitente por el día y continuamente por la noche, porque permite liberalizar la dieta. Es más probable que el niño alcance sus necesidades nutricionales con menos restricciones dietéticas y, por tanto, su crecimiento sea mejor. En www.kidney.org se pueden encontrar más detalles sobre el soporte nutricional renal pediátrico. Otros tratamientos útiles para las enfermedades renales en niños son el uso de rHuEPO y hormona del crecimiento humana producida mediante ácido desoxirribonucleico recombinante. La EPO suele iniciarse cuando la hemoglobina sérica del niño baja de 10 g/dl, con el objetivo de mantener la hemoglobina entre 11 y 12 g/dl. La corrección de la anemia mediante rHuEPO puede aumentar el apetito, la ingesta y la sensación de bienestar, pero no se ha encontrado que afecte al crecimiento, incluso con un soporte nutricional aparentemente adecuado. Tratamiento nutricional médico en el trasplante El tratamiento nutricional del paciente adulto que ha recibido un trasplante de riñón se basa, principalmente, en los efectos metabólicos del tratamiento inmunosupresor necesario. Los medicamentos usados habitualmente a largo plazo comprenden azatioprina, corticoesteroides (p. ej., prednisona), inhibidores de la calcineurina (ciclosporina A, tacrolimús), sirolimús, micofe- nolato de mofetilo y ácido micofenólico. Los corticoesteroides se asocian con catabolismo proteico acelerado, hiperlipidemia, retención de sodio, aumento de peso, hiperglucemia, osteoporo- sis y alteraciones electrolíticas. Los inhibidores de la calcineurina se asocian con hiperpotasemia, hipertensión, hiperglucemia e hiperlipidemia. Las dosis de estos fármacos usados después del trasplante se reducen con el tiempo hasta alcanzar el «nivel de mantenimiento». En las primeras 6 semanas después de la cirugía suele re- comendarse una dieta rica en proteínas (1,2-1,5 g/kg del peso corporal ideal [PCI]), con una ingesta calórica de 30-35 kcal/ kg del PCI, para impedir un equilibrio nitrogenado negativo. Una restricción moderada de sodio de 2-3 g/día durante este período minimiza la retención de líquidos y ayuda a controlar la presión arterial (Keven, K. 2006). Tras la recuperación, la ingesta proteica debería disminuir hasta 1 g/kg del PCI, con una ingesta calórica que proporcione la energía necesaria para mantener o lograr un peso apropiado para la altura. Una dieta equilibrada y baja en grasa ayuda a reducir las complicaciones cardíacas (National Kidney Foundation, 2009). La ingesta de sodio debe ser personalizada, según la retención de líquidos y la presión arterial (v. apéndice 37). Parte 5 - Tratamiento nutricional médico Capítulo 36 - Tratamiento nutricional médico en las enfermedades renales Enfermedad renal terminal Enfermedad renal crónica y enfermedad renal terminal en niños Tratamiento nutricional médico en el trasplante
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