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_Anatomia con Orientacion Clinica (588)

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se invaginan en (crecen hacia) los conductos pericardioperitoneales, los precursores
de las cavidades pleurales. El epitelio celómico invaginado cubre los primordios de
los pulmones y se convierte en la pleura visceral de la misma manera en que el globo
cubre el puño. El epitelio que reviste las paredes de los conductos
pericardioperitoneales forma la pleura parietal. Durante la embriogénesis, las
cavidades pleurales se separan de las cavidades pericárdica y peritoneal.
PLEURAS
Cada pulmón está revestido y rodeado por un saco pleural seroso que consta de dos
membranas continuas: la pleura visceral, que cubre los pulmones formando su
brillante superficie externa, y la pleura parietal que reviste las cavidades pulmonares
(fig. 4-30 B y C).
La cavidad pleural —el potencial espacio entre las hojas de la pleura— contiene
una lámina capilar de líquido seroso pleural, que lubrica las superficies pleurales y
permite a las hojas de la pleura deslizarse suavemente una sobre otra durante la
respiración. La tensión superficial del líquido pleural proporciona la cohesión que
mantiene la superficie del pulmón en contacto con la pared torácica; por consiguiente,
el pulmón se expande y se llena de aire cuando se expande el tórax y mientras sigue
siendo posible el deslizamiento, de modo similar a una capa de agua entre dos placas
de vidrio.
La pleura visceral (pleura pulmonar) cubre íntimamente al pulmón y se adhiere a
todas sus superficies, incluida la situada dentro de las fisuras horizontal y oblicua
(figs. 4-30 B y C, y 4-31 A). En el cadáver, la pleura visceral no puede disecarse de la
superficie del pulmón. Dota al pulmón de una superficie lisa resbaladiza,
permitiéndole moverse libremente sobre la pleura parietal. La pleura visceral se
continúa con la pleura parietal en el hilio del pulmón, por donde entran y salen de
este las diferentes estructuras que forman la raíz del pulmón (p. ej., bronquios y vasos
pulmonares) (fig. 4-30 C).
La pleura parietal reviste las cavidades pulmonares, adhiriéndose de ese modo a
la pared torácica, el mediastino y el diafragma. Es más gruesa que la pleura visceral,
y en las disecciones quirúrgicas y del cadáver puede separarse de las superficies que
cubre. La pleura parietal consta de tres porciones —costal, mediastínica y
diafragmática— y de la pleura cervical.
La porción costal de la pleura parietal (pleura costal o costovertebral) recubre
las superficies internas de la pared torácica (figs. 4-30 B y C, y 4-32). Está separada
de la cara interna de la pared torácica (esternón, costillas, cartílagos costales,
músculos y membranas intercostales, y los lados de las vértebras torácicas) por la
fascia endotorácica. Esta fina membrana extrapleural de tejido conectivo laxo forma
un plano de separación natural para la separación quirúrgica de la pleura costal de la
pared torácica (v. cuadro clínico «Abordaje quirúrgico intratorácico extrapleural»).
La porción mediastínica de la pleura parietal (pleura mediastínica) recubre las
caras laterales del mediastino, el compartimento de tejidos y órganos que separa las
cavidades pulmonares y sus sacos pleurales. Se continúa superiormente en la raíz del
cuello como pleura cervical. Se continúa anterior y posteriormente con la pleura
costal, e inferiormente con la pleura diafragmática. Superior a la raíz del pulmón, la
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