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Merton: Estructura social y anomia La estructura social y cultural consiste en los fines, propósitos e intereses culturalmente definidos, propuestos como objetivos legítimos a todo o algunos miembros diversamente situados en la sociedad. Los fines prevalecientes comprenden un marco de referencia “aspiracional”. Son las cosas “dignas de luchar por ellas”. Un segundo elemento de la estructura cultural, define regula y controla los modos aceptables de alcanza esos fines. Cada grupo social relaciona invariablemente sus objetivos culturales con regulaciones, enraizadas en las costumbres o instituciones, respecto a los procedimientos permitidos para dirigirse hacia aquellos objetivos. La elección de expedientes para lograr los fines culturales es limitada por las normas institucionalizadas. El énfasis cultural otorgado a ciertos fines varía independientemente del grado de énfasis otorgados a los medios institucionalizados. El caso límite de este tipo se alcanza cuando la serie de procedimientos alternativos es gobernada sólo por normas técnicas y no por normas institucionales. Es este caso polar hipotético, cualquiera y todos los procedimientos que prometan el logro del fin muy importante serán permitidos. Un segundo tipo polar puede verse en grupos en donde las actividades concebidas originariamente como instrumentales se transforman en prácticas cerradas en sí mismas y carentes de objetivos adicionales. Entre estas dos fases de la estructura social se mantiene un equilibrio efectivo mientras existen satisfacciones para los individuos que se conforman a ambas coacciones culturales, es decir, satisfacciones por el logro de fines y satisfacciones que emergen directamente de los modos canalizados de actuar para alcanzarlos. Si el orden mismo ha de mantenerse, deben obtenerse satisfacciones continuas. Si el interés se desvía, aquellos que sufren derrotas en forma permanente pueden luchar por un cambio en las reglas del juego. Merton, intenta realizar una teoría general del comportamiento desviado en su obra “Teoría y estructura social” (1938). Este propone el concepto de anomia como discrepancia entre metas o fines prescritos culturalmente y los medios legítimos para alcanzarlos. Opina que la cultura determina que cosas debe desear la gente, lo mismo que la manera legítima de lograrlas. En la sociedad occidental es una meta importante el éxito y las posiciones materiales son símbolos de ese éxito. Esas metas materiales se convierten en símbolos de la propia valía y del éxito, por lo tanto son muy estimadas, pero, si bien a todos los miembros de la sociedad se les enseña a valorar el éxito material, hay miembros que tienen negado el acceso a los medios culturalmente aprobados para lograr ese éxito. De tal manera que, esas personas a quienes se les tiene negado el acceso a los medios culturalmente prescritos como “legítimos”, tienen más probabilidades de acudir a los medios “ilegítimos” para lograr las metas. La mayor presión conducente al desvío se da entre los grupos socioeconómicos más bajos y las conductas desviadas son: el crimen, el suicidio, los desórdenes mentales, el alcoholismo,etc... En ese proceso de disciplinar a la gente para que mantenga sus aspiraciones no cumplidas resultan fundamentales los propósitos culturales del éxito, los documentos vivientes que atestiguan que el Sueño Norteamericano puede hacerse realidad con solo poseer la habilidad requerida. Junto con este énfasis positivo en la obligación de mantener objetivos elevados aparece en énfasis correlativo en las penalidades para aquellos que bajan el nivel de sus ambiciones. Para los norteamericano el manifiesto cultural es claro : no hay que renunciar, no hay que cesar en la lucha, no hay que disminuir las metas, puesto que “el crimen no está en el fracaso, sino en apuntar bajo”. El individuo, ante este medio cultural, responde con cinco formas de alcanzar las metas: la adaptación es la única aprobada, las otras cuatro son desviadas. La teoría de la anomia se refiere sólo a aquellas personas que no han tenido acceso a los medios aceptados para lograr el éxito: -Conformidad: Si no existe la conformidad tanto con los fines culturales como con los medios institucionalizados, la estabilidad y continuidad de la sociedad no podría mantenerse. La red de expectativas que constituye todo orden social está sustentada por la conducta moral de sus miembros que representa conformidad con las pautas culturales establecidas, aunque quizá secularmente cambiantes. -Innovación: El gran énfasis cultural n el fin-éxito estimula este tipo de adaptación mediante el uso de medios institucionalmente proscriptos pero a menudo efectivos para alcanza por lo menos el simulacro del éxito: riqueza y poder. Esta respuesta aparece cuando el individuo ha asimilado el énfasis cultural en el objetivo sin alternalizar igualmente las normas institucionales que rigen las vías y los medios para su logro. En los niveles económicos más altos, la presión hacia la innovación borra con frecuencia la distinción entre los esfuerzos formales aceptados por las costumbres y las prácticas astutas situadas más allá de las costumbres. Las presiones mayores para la desviación son ejercidas sobre las clases bajas. Numerosas investigaciones han demostrado que las áreas especializadas del vicio y del crimen constituyen una respuesta “normal” a una situación en que se ha absorbido el énfasis cultural en el éxito pecuniario, pero en que existe poco acceso a los medios convencionales y legítimos para lograr tal éxito. Los incentivos para el éxito son provistos por los valores establecidos de la cultura y segundo, los caminos disponibles para distinguirse hacia esos objetivos están ampliamente limitados, por la estructura de clases, a los correspondientes a la conducta desviada. La combinación del énfasis cultural y de la estructura social es la que produce una presión intensa hacia la desviación. La presión dominante conduce a la atenuación gradual de los esfuerzos legítimos pero absolutamente inefectivos, al creciente uso de expediente ilegítimos, pero más o menos efectivos. La consecuencia de esta inconsistencia estructural es un alto porcentaje de conducta desviada. Un buen ejemplo de esto es “Al Capone”, quien representa el triunfo de la inteligencia amoral sobre el “fracaso” moralmente prescrito, cuando los caminos de la movilidad vertical están cerrados o reducidos en una sociedad que otorga una enorme importancia a la abundancia económica y al ascenso para todos sus miembros. La conducta desviada se desarrolla en gran escala solo cuando un sistema de valores culturales ensalza, virtualmente por encima de todas las cosas, ciertos fines comunes para el total de la población, mientras que la estructura social restringe de modo riguroso o cierra por completo el acceso a los medios aprobados para alcanzar aquellos fines a una parte considerable de la misma población. -Ritualismo: Implica el abandono o la reducción de los objetivos culturales muy altos, referidos al éxito pecuniario y a la movilidad social rápida, hasta el punto en que pueden ser satisfechas las propias aspiraciones. Puesto que la adaptación constituye, en efecto, una decisión interna y puesto que la conducta pública es institucionalmente permitida, aunque no culturalmente preferida, no se considera por lo general un problema social. Se la describa o no como conducta desviada, ella representa claramente un apartamiento del modelo cultural en el cual los hombres están obligados a competir activamente de preferencia mediante procedimientos institucionalizados, a moverse hacia delante y hacia arriba en la jerarquía social. -Retraimiento: El retraimiento, o sea, el rechazo de los fines culturales y de los medios institucionales, es probablemente la menos común. Las personas que se adaptan (o se mal-adaptan) de esta manera están, estrictamente hablando, en la sociedad pero noforman parte de ella. Sociológicamente constituyen los extranjeros. Como no comparten la estructura común de valores, solo pueden ser incluidos como miembros de la sociedad en un sentido ficticio. En esta categoría entran algunas de las actividades adaptativas de lo psicóticos, autistas, vagabundos, borrachos, drogadictos, etc. Estos han renunciado a los fines culturalmente proscriptos y su conducta no se adapta a las normas institucionales. En la vida pública y ceremonial, este tipo de conducta desviada es el más condenado por los representantes convencionales de la sociedad. La sociedad no acepta fácilmente tal repudio de sus valores. Hacerlo significa ponerlos en duda. Aquellos que han abandonado la búsqueda del éxito son implacablemente perseguidos en sus refugios por una sociedad que insiste en que todos sus miembros se orientan hacia el esfuerzo por el éxito. Este cuarto modo de “adaptación” es pues el de los socialmente desheredados. Constituye un modo de adaptación privado, más que colectivo. Aunque las personas que exhiben esta conducta desviada pueden inclinarse hacia centros en donde se ponen en contacto con otros desviados y aunque pueden llegar a compartir la sub-cultura de esos grandes desviados, sus adaptaciones son ampliamente privadas y aisladas. -Rebelión: Esta adaptación lleva a los hombres colocados fuera de la estructura social ambiente a contempla y a buscar el surgimiento de una nueva- es decir una muy modificada- estructura social. En nuestra sociedad, los movimientos organizados de rebelón apuntar aparentemente a introducir una estructura social en la que las pautas culturales de éxito serían profundamente modificadas y se procuraría una correspondencia más estrecha entre mérito, esfuerzo y recompensa. Debemos diferenciar el concepto de rebelón con el de resentimiento. El resentimiento tiene tres elementos engendrados entre sí: sentimientos difusos de odio, envidia y hostilidad; de ser impotente para expresar activamente esos sentimientos contra la persona o contra el estrato social que los provoca y por último, una continua re-experiencia de esta hostilidad importante. El punto esencial que distingue al resentimiento de la rebelión es que el primero no involucra un cambio genuino en los valores. El resentimiento implica un patrón; sostiene simplemente que los objetivos deseados pero inalcanzables no representan realmente los valores estimados. La rebelión por otra parte, implica una transvaloración genuina, en laque la experiencia directa o sustitutiva de la frustración conduce a la denuncia completa de los valores previamente estimados. Resulta típico que los que organizan a los resentidos y rebeldes en grupo revolucionario sean de una clase social en ascenso. La tensión hacia la anomia La estructura social que hemos examinado produce una tensión conducente a la anomia y a la conducta desviada. Cuando el énfasis cultural se traslada de las satisfacciones que derivan de la competencia en si a un interés casi exclusivo en el resultado, el esfuerzo consiguiente contribuye al derrumbe de la estructura regulatoria. Esta tensión conducente a la anomia no actúa igualmente en toda la sociedad, el éxito monetario se consideró como el principal objeto cultural, aunque existen por supuesto, objetivos alternativos en el repertorio de los valores comunes. En tanto la estructura cultural atribuya prestigio a esas alternativas y la estructura social permita el acceso a ellas, el sistema estará un tanto estabilizado. Pero la tendencias centrales hacia la anomia persisten.
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