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Keynes

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KEYES: “EL ECONOMISTA MÁS GRANDE DEL SIGLO XX” 
 
 
Las opiniones de Keynes (1883-1946) constituyen un necesario punto 
de referencia para toda cuestión planteada en la economía del capitalismo. 
Directa o indirectamente, explícitamente o no, la “política keynesiana” es una 
alternativa a considerar, tanto cuando se discuten los gastos en armamento o 
las medidas impulsadas por el Partido Demócrata en Estados Unidos o el 
Laborista en Gran Bretaña, como en las discusiones en Uruguay de si el déficit 
fiscal es positivo o negativo. 
Un elemento imprescindible para comprender los análisis y propuestas 
keynesianas es ubicar la época en que vivió, las preocupaciones generales a 
las que se intentaba responder, los avances, y cuestionamientos en que estuvo 
inmerso. 
 
Keynes y su época: 
 
A partir de –aproximadamente- 1850, el capitalismo europeo y 
norteamericano tuvo uno de sus períodos de auge, de crecimiento y de 
expansión. Es la época de oro de los ferrocarriles en tanto sector dinamizar, de 
arrastre del conjunto de la actividad económica, junto con los fabulosos 
beneficios –extracción de excedente económico- apropiados por Europa 
Occidental derivados de enormes imperios coloniales. Esto no quiere decir que 
no haya tenido problemas; un historiador destaca que entre 1825 y 1913 se 
dieron 10 crisis. Fue también una época en la cual se acrecentó el proceso de 
concentración y centralización económica acentuando así el fenómeno 
señalado por los ciclos anteriores; el desarrollo del capitalismo tiene sus 
beneficios, pero también muchos perjudicados. 
Estas disparidades se dieron también entre distintas naciones 
europeas, lo que condujo a la Primera Guerra Mundial, por el reparto colonial 
del mundo. Una vez superada y salvando los problemas generados por las 
“reparaciones de guerra” exigidas por ejemplo a Alemania, nuevamente Europa 
y Estados Unidos entraron en una fase expansiva. Ya los sectores 
dinamizadores habían pasado a ser el petróleo y la electricidad y comenzaba 
su auge el automotor. Es el período en que Gran Bretaña pierde 
definitivamente su hegemonía en el concierto internacional. 
Nada hacía prever la crisis. Opiniones del mundo político, empresarial 
y académico en momentos previos a dicha crisis, nos hacen comprender hasta 
qué punto los terribles sucesos ocurridos fueron una absoluta sorpresa. 
Empero, en octubre de 1929, un “viernes negro”, la Bolsa de Valores –
caja de resonancia de fenómenos más profundos- se derrumbó, y en su caída 
arrastró al mundo occidental. 
Frente al optimismo anterior, bastaron tres meses para sumir al país 
más poderoso (Estados Unidos) en la desesperación. Comenzó con la 
desaparición de 40.000 millones de dólares en valores y títulos desaparecidos 
y se perdieron nueve millones de cuentas bancarias empresariales; la inversión 
privada norteamericana se redujo más de la mitad; las ganancias de los 
capitalistas se habían reducido un 56% aunque las familias y grupos 
económicos más fuertes lograban sobreponerse (unas 24.000 familias 
acaudaladas) y recibían un ingreso tres veces mayor que los 6 millones de 
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familias de ingresos inferiores. Pero lo más terrible era la falta de empleo; la 
crisis elevó la cifra al 25% en 1932-33 que significaba que 14 millones de 
trabajadores y sus familias no tenían qué comer. Aquellos que conservaban un 
empleo veían disminuir sus salarios un 60%. Las instituciones que 
tradicionalmente se encargaban de ellos (beneficencia, iglesias, etc) eran 
impotentes ante la masividad del problema. 
El liderazgo estadounidense provocó la difusión de la crisis fuera 
incontenible hacia el resto del mundo occidental. En las colonias y en los 
países subdesarrollados, los efectos fueron también muy graves, ya que los 
precios y la demanda por sus materias primas exportables disminuyeron 
catastróficamente; el comercio internacional disminuyó en gran medida, las 
posibilidades de desarrollo se vieron postergadas aún más. 
Ninguno de los economistas preveía que lago así pudiera suceder, 
hasta el mismo Keynes en sus escritos y discursos de 1929 no daba indicios de 
que previera la crisis. Era coherente que estas opiniones tuvieran este tono; la 
teoría neoclásica, en la modalidad prevaleciente hasta ese momento, planteaba 
que si se dejaba en libertad al capitalismo para que el mercado asignara los 
recursos, alcanzaba naturalmente el punto de equilibrio; en él se daba la 
armonía y la máxima satisfacción y tal situación era estable, lo que quería decir 
que si algo ocurría y se perdía el equilibrio por causas exógenas, el sistema, 
por su propio dinamismo, retornaba a él. 
La situación indicaba, por tanto, que la teoría estaba equivocada. Los 
economistas y políticos estaban perplejos y no encontraban explicaciones ni 
eran capaces de sugerir salidas diferentes a las propuestas tradicionales, cuyo 
contenido chocaba abiertamente con la realidad imperante. 
En este contexto debemos ubicar a Keynes quien era un convencido 
de que el mejor sistema económico era el capitalista. De cualquier modo, las 
alternativas que se le presentaban no eran de su agrado: ni el paso al 
socialismo representado en la época de Lenin, Stalin y la revolución 
bolchevique, ni tampoco la modalidad del capitalismo impulsada por Hitler y el 
partido nazi en Alemania. De ahí que dedicara todos sus esfuerzos a tratar de 
desentrañar aquellos elementos en los que –a su juicio- la teoría económica 
prevaleciente del capitalismo era insuficiente o errónea. 
Antes de la crisis, Keynes creía que por medio de reformas monetarias 
era posible alcanzar las reformas sociales que se necesitasen. Ya en 1929, con 
motivo delas elecciones en Gran Bretaña, las reformas monetarias fueron 
completadas con un programa de obras públicas y con el apoyo del propio 
gobierno a programas sociales. 
En 1932 accede a la presidencia Franklin Delano Roosvelt en Estados 
Unidos y ya en 1934 se llega al convencimiento de que el gobierno debe 
enfrentar directamente el desempleo. Hasta entonces habían transcurrido ya 
cinco años de profunda depresión, y la iniciativa privada había demostrado que 
era incapaz de impulsar la recuperación. Esto no quiere decir que el gobierno 
de Roosevelt se lanzara a un programa masivo de gastos (obras públicas, 
oportunidades de empleo en programas sociales, etc). En rigor, sólo a 
regañadientes decicó algunas sumas a actividades mínimas, y lo hizo con la 
única finalidad de disminuir tensiones en los puntos donde éstas alcanzaron un 
punto crítico. Junto con estas medidas, la administración norteamericana emitió 
leyes para restringir la producción agrícola con el objeto de elevar los precios 
de sus productos (pese a la extrema necesidad de alimentos prevaleciente). 
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Además se decretaron moratorias bancarias y se implementaron programas 
regionales tales como el del río Tennessee. Otro elemento a tener en cuenta 
fue la Ley de Relaciones Laborales, que posibilitó el reconocimiento de 
sindicatos y obligó a los empresarios a la negociación colectiva de los salarios. 
Todo lo anterior formó parte de lo que pasó a denominarse New Deal, Nuevo 
Trato o nueva política. Keynes consideró insuficiente a esta “nueva política” 
porque opinaba que los gastors realizados por el gobierno norteamericano no 
generaban impulsos suficientes como para disminuir adecuadamente el 
desempleo. Según Keynes, debía dinamizarse la inversión en obras públicas 
para promover la ocupación, pero si esto fallaba, se debía recurrir a otros 
mecanismos. Una sugerencia (extrema, pero que sirve como ejemplo ilustrativo 
de su razonamiento económico) consistía en que el gobierno debía contratar 
trabajadores desocupados para formar cuadrillas que abriesen pozos y otras 
que los tapasen a continuación. 
Los empresarios norteamericanos no veían con buenos ojos la 
igerencia estatal en la actividad económica. Ellos opinaban que el Estado les 
invadía su ámbito de actividad y eso constituía un antecedente inadmisible de 
socialización de las relacionessociales. Llevó mucho tiempo para que se 
generalizase la comprensión de que el New Deal era la mejor forma de 
defender el capitalismo en crisis y preparar una nueva etapa de auge 
empresarial. 
La recesión de 1937 terminó por inclinar a la administración de 
Roosvelt a favor de la política keynesiana. Sin embargo, la demostración más 
convincente de su efectividad se daría con la brusca expansión de los gastos 
estatales ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial. Esta expansión significó 
el anhelado fin de la crisis iniciada en 1929 y provocó un auge tal que consagró 
a la Economía de Estados Unidos, como rectora a escala mundial. Sólo con la 
guerra y, luego, durante las administraciones Kennedy, la política económica 
keynsesiana se incorporó a la rutina administrativa del gobierno 
norteamericano y de otros gobiernos occidentales. La era Regan marcó el fin 
de la aplicación de las políticas keynesianas e inició el apogeo del monetarismo 
y del neoliberalismo a ultranza. 
 
Algunos conceptos básicos: 
 
a) Ingreso (Y) 
 
La diferencia entre el valor de la producción y su costo constituye el 
beneficio de los empresarios. La ganancia de los empresarios, más los 
ingresos que perciben los otros factores (según los otros neoclásicos: tierra, 
trabajo y capital) que participan en la producción de bienes y servicios de un 
país durante un período dado, constituye el Ingreso Global de la sociedad, o 
Ingreso Nacional. Visto desde el lado de la producción, el Ingreso Nacional 
es equivalente en valor al Producto Nacional. El Ingreso Nacional se peude 
destinar al consumo o al ahorro. 
 
b) Consumo ( C ) 
 
El consumo es aquella parte del Ingreso Nacional que la sociedad gasta en 
adquirir bienes o utilizar servicios con el fin de satisfacer sus necesidades 
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básicas (biológicas y culturales). Cualquiera sea el nivel de ingresos de la 
sociedad, una cierta proporción de los mismos se gasta en bienes de 
consumo y servicios (alimentación, abrigo, vivienda, salud, transporte, 
educación, recreación). Los bienes de consumo pueden ser durables (un 
vestido, una heladera, un automóvil) o no durables, y en este caso, 
desaparecen en el momento en que se consumen (refrescos, alimentos en 
general, cigarrillos, etc). La diferencia no modifica sus características 
esenciales: satisfacen necesidades y no se utilizan en nuevos procesos 
productivos. 
 
c) Ahorro ( A) 
 
Es la parte del Ingreso Nacional que no se gasta en consumo. Existe una 
estrecha relación entre el monto de ahorro existente y el volumen de 
inversiones que puede realizarse. 
 
d) Inversión (I) 
 
Es la parte del ingreso que se ha ahorrado y se utiliza en la formación de 
nuevo capital. Para mantener el Ingreso Nacional y el nivel general de la 
actividad económica, el ahorro debe ser invertido y no atesorado. El ahorro 
que no se invierte no impulsa la actividad económica, no genera empleo. En 
el capitalismo se genera continuamente un importante volumen de ahorros, 
del cual sólo una parte de destina a la inversión. Normalmente, grandes 
masas de dinero se hallan fuera de circulación (están atesoradas) bajo la 
forma de ganancias empresariales y ahorros de los sectores adinerados. 
 
e) Equilibrios. 
 
Durante muchos años prevaleció la opinión de que todo el ingreso de la 
sociedad se traducía en gastos. En la historia del pensamiento económico 
esta igualdad se conoce como la “ley de Say”. Este equilibrio entre ingresos 
y gastos significaba que a medida que se produce y se genera ingresos, 
éstos se vuelcan todos a gastos, ya sean en consumo o en inversión. De 
aquí la formación más conocida de dicha ley: “la oferta crea su propia 
demanda”. En otras palabras, la producción impulsa a la oferta, que 
encuentra demandantes –en un momento igual- a partir de los ingresos que 
la misma producción va generando. En esta situación, no habría posibilidad 
de que se presentaran crisis, porque todo lo que se produce encontraría 
compradores en el mercado. Keynes critica este razonamiento y señala que 
el sistema no distribuye de manera eficaz los ingresos como para que la 
sociedad adquiera toda la producción generada. Del mismo modo, también 
critica la supuesta igualdad entre ahorro e inversión que propugnaban los 
economistas clásicos y neoclásicos. 
 
f) Principio del multiplicador: 
 
Keynes se valió de diversos instrumentos de análisis económicos, uno de 
los cuales es dicho principio. El multiplicador es un mecanismo mediante el 
cual se trasmite una determinada dinámica de crecimiento o de depresión al 
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conjunto del sistema, según carezcan o disminuyan respectivamente las 
inversiones. Del proceso multiplicador analizado en la práctica podemos 
extraer las primeras conclusiones: 
 
a. En economía, un gasto no desaparece. No hay duda que si 
realizamos un análisis macroeconómico, individual o empresarial) 
el individuo que comienza el proceso perdió el dinero invertido. 
Sin embargo, para la economía en su conjunto (macroeconomía) 
esto no es así, ese dinero siguió impulsando otras actividades. 
b. El proceso presupone una serie de actividades económicas 
originadas a partir del “ingreso extra”. Si este ingreso no se 
hubiera presentado, toda la serie desaparecería. 
c. Al querer cuantificar el impacto del gasto inicial, surge como 
importante que es mucho más elevado que el simple monto de 
dicho gasto. Dicho en otras palabras: al sumar a fin de año todas 
las actividades realizadas en la economía, el monto al que 
llegamos no es sólo el correspondiente a lo que se ya se venía 
haciendo sino que debemos agregarle todas las operaciones 
posteriores que se originaron por este gasto y que de no haberse 
efectuado no existirían. 
 
Este es el concepto de multiplicador: un gasto inicial trasmitió al conjunto 
del sistema una dinámica que culmina en un impacto final que supera el 
monto del gasto, por lo cual se habla de “multiplicador”. 
 
d. Este impacto del gasto inicial, cabe preguntarse, ¿es infinito, no 
tiene fin y se repite permanentemente?. El impacto multiplicador 
del gasto inicial no es infinito; se va perdiendo a medida que las 
sucesivas transacciones a que da lugar adoptan modalidades, 
transacciones a las cuales se les denomina “filtraciones” y 
constituyen pérdidas de impacto, disminuciones de la capacidad 
de multiplicar del gasto realizado. Como criterio general, el 
multiplicador será mayor si es alta la proporción del ingreso 
generado que se gasta y, además, que se gasta en bienes y 
servicios producidos en el país. 
 
Algunas variables keynesianas: 
 
El sistema económico keynesiano está integrado por un conjunto de 
factores interrelacionados. Dichos factores son: 
 
a) Las condiciones objetivas, que en el corto plazo se suponen dadas. Son: 
i) una estructura social que determina la distribución del 
ingreso 
ii) la cantidad y calidad del equipo de capital existente 
iii) la cantidad y calificación de la mano de obra disponible 
iv) el nivel tecnológico alcanzado 
v) la estructura del consumo, dada por las preferencias y 
costumbres de los consumidores 
 
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b) Las variables independientes de carácter subjetivo (psicológico) cuya acción 
incide sobre el modelo económico y condiciona los comportamientos 
económicos, la magnitud de otras variables de carácter dependiente y por tanto 
el comportamiento de todo el modelo(*) 
c) Las variables dependientes, cuyas magnitudes van a estar determinadas 
por las condiciones objetivas supuestas y por las variables independientes. 
 
(*) Variables keynesianas de carácter subjetivo o psicológico: 
 
a. Propensión al consumo (Pc) 
 
 Este concepto nos indica qué proporción del ingreso gastamos 
en consumo. Según sea la Pc en un momento dado, los 
individuos gastarán una parte mayor o menor de sus ingresos 
en consumo presente y reservarán la otra parte para el 
consumo futuro por medio del ahorro. 
 La Pc presenta dos características; una de ellas nos indica 
que, en el corto plazo, es estable. La población no altera 
súbitamente sus hábitos deconsumo. 
 La otra característica es más importante y nos indica que 
cuando la población aumenta sus ingresos, también eleva sus 
gastos en consumo de bienes y servicios, pero lo hace en una 
proporción inferior al aumento de sus ingresos. Lo mismo 
sucede cuando los ingresos disminuyen; los niveles de consumo 
también disminuyen, pero a un ritmo más lento que el de los 
ingresos. 
 Ante variaciones del ingreso de la población, el ahorro de la 
gente aumenta o disminuye más rápidamente que el nivel de su 
consumo. 
 El consumo ha aumentado en términos absolutos; pero en 
comparación con el incremento del ingreso, lo hizo en menor 
proporción. 
 La propensión al consumo depende de un conjunto de 
factores objetivos y subjetivos entre los que destacan: 
 
En el plano objetivo: 
 
a. la variación de los salarios, principal componente 
del ingreso global y factor del que dependen los 
gastos en consumo 
b. la política fiscal; las reformas impositivas pueden 
influir sobre el consumo, sobre todo cuando tienen 
como objetivo la modificación de la distribución social 
del ingreso. 
 
Los factores subjetivos que inciden actúan esencialmente en el 
plano individual, desde el sentido de previsión hasta el deseo de 
ostentación o avaricia. 
 
 
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b) Preferencia por la liquidez: 
 
 La propensión a consumir determina qué porcentaje de sus 
ingresos gastará en consumo la población y qué porcentaje 
reservará para consumo futuro. Pero no alcanza con conocer el 
volumen de las reservas hechas por la población. Es importante 
saber en qué forma se hará esta reserva. Tal vez la población 
prefiera renunciar a la liquidez por un período más o menos 
prolongado y, en ese caso, invierta el dinero en algo que le 
posibilite, en un futuro recuperar nuevamente ese dinero para 
gastarlo. 
 La preferencia por la liquidez de los individuos indica qué 
cantidades de sus recursos desean retener en forma líquida, en 
dinero constante y sonante para disponer de él ante diversas 
circunstancias. Hay tres motivos por los cuales la gente quiere 
tener riquezas en forma de dinero líquido: 
 
a. para realizar transacciones 
b. para hacer frente a gastos súbitos u otras 
contingencias-motivo precaución- 
c. para especular. 
 
Podríamos definir la preferencia por la liquidez como una 
relación negativa entre el mantenimiento de saldos monetarios 
ociosos por parte de la comunidad y el tipo de interés. 
 
d) Eficiencia marginal del capital (EmgK) 
 
Cuando se adquiere una inversión o capital, se está 
comprando el derecho de obtener una serie de rendimientos 
futuros. Estos rendimientos se esperan dela venta de su 
correspondiente producción, durante su vida útil, después de 
haber descontado los gastos de explotación pertinentes. 
La relación entre el probable rendimiento futuro que se espera 
obtener de una unidad adicional de capital y su costo de 
sustitución, es lo que se denomina eficiencia marginal del 
capital. 
Importa destacar que la EmgK se refiere a los futuros 
rendimientos de tal o cual tipo de activo, y que esos 
rendimientos son el resultado de estimaciones conjeturales, es 
decir, no hay certeza en cuanto a cuáles serán esos 
rendimientos. 
Dichas estimaciones conjeturales están supeditadas a 
grandes e inesperadas alteraciones derivadas de dos tipos de 
factores: 
 
a. La abundancia o escasez actual de los bienes de 
capital en cuestión, así como su actual rendimiento y 
costo de producción. Se tiene en cuenta, además, el 
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futuro desarrollo más o menos previsible de dichas 
cantidades, rendimientos y costos 
b. El estado de confianza imperante entre los 
empresarios, es decir, la existencia de una cierta 
seguridad, confianza y optimismo en los hombres de 
empresa que les hace asumir ciertos riesgos al 
margen de los meros cálculos en frío. 
 
La política económica keynesiana: 
 
Estudiaremos los elementos más destacados de la política económica 
keynesiana, cuyo principal objetivo era superar los problemas planteados y 
poner nuevamente al sistema en la senda del desarrollo “virtuoso”. 
La propuesta de Keynes consistía en aumentar el nivel de la demanda 
efectiva. Para ello estimaba necesario que aumentase el consumo y con ello se 
indujese a los capitalistas a realizar inversiones. Ambos fenómenos 
provocarían el deseado aumento de la demanda efectiva y, por consiguiente, 
se posibilitaría el desarrollo normal del sistema capitalista. 
Consideraremos la política económica como “las acciones u omisiones 
llevadas a cabo por el gobierno, en busca de determinados objetivos” 
El gasto estatal sí puede ser un medio de intervención gubernamental 
en la economía de un país. 
Cuando hablamos de tener un control, nos referimos a la posibilidad de 
manejar las variables económicas y, al mismo tiempo, de prevenir las 
eventuales reacciones que pudieran producirse a partir del manejo de una u 
otra variable económica. Por lo tanto, consideraremos como medios o 
instrumentos de la política económica, entre otros, a la cantidad de dinero 
existente en la economía, a los impuestos, al monto de los gastos públicos, etc. 
El gobierno puede variar la magnitud de los instrumentos mencionados y, al 
mismo tiempo, puede determinar qué sujetos económicos y sociales serán 
afectados por estas variaciones. Es perfectamente posible cambiar tanto la 
cuantía de un impuesto como el sector social que habrá de pagarlo. 
 
¿Qué propone Keynes?: 
 
La propuesta keynesiana se compone delo que él mismo llamó las tres 
“armas”: recurrir a los “estabilizadores internos”, implementar una política 
monetaria con objetivos preciosos y desarrollar el gasto público. 
 
a) Los estabilizadores internos se han incorporado ya a la elección 
estatal de todos los gobiernos, y se les considera como componentes 
estables de ellas. Estos consisten esencialmente en la seguridad 
social y en el impuesto sobre la renta personal. Por medio del primero, 
el estado garantiza un flujo mínimo y permanente de ingresos a 
aquellas personas que abandonaron el mercado de trabajo., sin que 
tengan que depender de fondos privados o de inversiones colectivas 
de ahorros destinados a generar un ingreso jubilatorio. De este modo, 
el estado evita que un contingente muy numeroso de personas se vea 
sometido a los riesgos implícitos en los ciclos de la economía 
capitalista o que su suerte dependa de la actividad más o menos 
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exitosa de empresas privadas de seguridad social. Este contingente de 
jubilados tendrá asegurado un nivel de ingresos que, más allá de que 
resulte suficiente o no, le proporcionará una cierta capacidad de 
compra para volcar al mercado y así contribuir con el mantenimiento 
de la demanda efectiva. Al traspasar al estado parte de esos ingresos 
por medio de los impuestos a la renta personal, éste puede volcarlos a 
la circulación de manera que compensen las fluctuaciones en la 
demanda efectiva, garantizando así su nivel normal y por lo tanto, el 
ciclo “virtuoso” anteriormente descrito. 
b) La segunda arma keynesiana fue una política monetaria que 
revirtiese la actividad psicológica de los capitalistas a no invertir ante el 
descenso de la eficiencia marginal del capital. Keynes propuso que el 
estado contrarrestase el efecto causado por el descenso dela 
eficiencia marginal del capital, induciendo a su vez, el descenso de la 
tasa de interés. Con esta medida se lograría que los capitalistas 
mantuviesen su nivel de inversiones productivas, porque invirtiendo 
ganarían más que colocando su dinero a interés en el sector 
financiero. La política monetaria implementada por Keynes consistía 
en incrementar la cantidad de dinero en circulación mediante la 
emisión monetaria y la compra o la venta, por medio de los bancos, de 
diversos documentos: títulos activos financieros, etc. Esta expansión 
de oferta (suponiendo que se mantenga la demanda de dinero de la 
población) lleva a descender la tasa de interés, pues el “bien” dinero se 
vuelve abundante, lo que hace descender su precio, que es interés. Si 
consideramosa los pequeños ahorristas que no pueden “invertir” en 
negocios, su alternativa, ante descensos de la tasa de interés será 
bajar su nivel de ahorro y aumentar su consumo con lo cual se 
incrementará la demanda efectiva. En todos los casos actuará lo que 
Keynes llamó “preferencia por la liquidez”, ello hará que el empresario 
y la población mantengan dinero en metálico en su poder en función 
de tres motivos: transacción, especulación y precaución. 
c) El desarrollo del gasto público es el “arma” keynesiana más 
conocida, la de mayor importancia para el desarrollo del capitalismo, y 
sobre la que más se ha polemizado. En su formulación más sencilla, el 
gasto que lleva a cabo el estado constituye en esencia un intento de 
volcar en el ciclo económico aquellos fondos ociosos existentes en la 
sociedad, que se encuentran bajo la forma de ahorros no destinados ni 
al consumo ni a la inversión. El estado los capta mediante diversos 
procedimientos y los gasta, es decir, los pone en movimiento, los 
integra a la circulación. Con respecto al aspecto en qué debía gastar el 
gobierno, fue secundario para Keynes, lo que realmente le importaba 
era que el estado gastara y con ello recuperase la demanda efectiva. 
Razonaba así: al invertir los capitalistas o al contratar las cuadrillas el 
estado, se pondría en actividad económica una serie de factores de 
producción que hasta ese momento osocios. Por esa actividad 
realizada, los diversos factores de producción recibirían un ingreso 
que, en proporciones dependientes a su propensión a consumir, 
gastarían. Este gasto alimentaría la demanda efectiva y, de este modo, 
se recuperaría el ciclo capitalista normal. Keynes consideraba que, en 
ciertas etapas del desarrollo del capitalismo, el déficit fiscal no tenía 
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por qué ser malo. Si el estado debía gastar para reactivar una 
situación de estancamiento motivada, según su opinión, por una 
insuficiente demanda efectiva, no había nada de malo en que realizase 
este gasto aun cuando para ello tuviese que emitir dinero sin respaldo 
y gastarlo generando así un déficit fiscal. Esto era positivo. 
 
Papel del Estado: 
 
Todo el razonamiento keynesiano, desde su enfoque de los problemas 
del capitalismo contemporáneo hasta las formas que propone a efectos de 
superarlos, lleva implícita la propuesta de cambiar sustancialmente el papel 
que debe jugar el estado. La “neutralidad” estatal era un requisito básico para 
el buen funcionamiento del capitalismo según la teoría neoclásica tradicional. 
Keynes rompió con esta tradición. Habida cuenta delas acciones que 
era preciso emprender para que el capitalismo retornarse a la senda del 
desarrollo normal, surge como conclusión que sólo el estado está en 
condiciones de llevar dichas acciones a cabo. Señala tres aspectos de esta 
intervención estatal:; 
 
1) El objetivo fundamental de esta acción consiste tan sólo en “restituir 
el equilibrio perdido”, lo que se concreta específicamente por la 
dinamización de la demanda efectiva. 
2) La intervención estatal tiene un carácter coyuntural, actúa solo en 
el corto plazo. En otras palabras, una vez dinamizada la actividad 
económica, el estado debe retirarse y permitir el libre juego de los 
mecanismos propios del mercado definidos por Adam Smith 
3) La intervención estatal no debe realizarse en oposición a la 
iniciativa privada. Esta última sigue siendo el motor central del 
desarrollo y las decisiones de los empresarios no deben ser 
obstaculizadas puesto que conducen al óptimo de la sociedad. Con 
este aspecto se observa claramente la coherencia de las propuestas 
keynesianas con su ideología.

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