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1 B) MAINTZ: “LA ESTRUCTURA DE LA ORGANIZACIÓN” Por estructura se entiende, en general, el ensamblaje de una construcción, una ordenación relativamente duradera de las partes en un todo. La estructura de la organización es, por lo tanto, el modelo relativamente estable de la organización; es tan sólo un aspecto del todo y nunca es idéntica al sistema social. Es preciso preguntarse, en primer lugar, por los requisitos de cierta estabilidad relativa. Entre estos elementos estructurados figuran, en primera línea, la división de los cometidos, la distribución de los puestos y la ordenación de las instancias; en suma, todo lo referente a relaciones, actividades, derechos y obligaciones, y que es preciso fijar mediante reglas y ordenanzas. Esta ordenación programática no coincide exactamente, desde luego, con la ordenación de los modos de proceder y las actividades que rigen de hecho en la organización. De un parte, siempre hay reglas que no se cumplen o se cumplen de manera esporádica, y de otra parte, en toda organización hay relaciones y modos de proceder estables que no han sido reglamentados. Mientras que la ordenación programática de una organización puede ser deducida de las reglas fijadas parcialmente por escrito, su estructura efectiva sólo se descubre a través de la observación adicional de lo que sucede realmente en la organización. Para que el análisis de la organización sea completo tiene que determinar tanto su estructura intencional como su estructura real. LA ESTRUCTURA FUNCIONAL DE LA ORGANIZACIÓN: El análisis de la estructura de la organización puede comenzar por describir los papeles que desempeñan todo los miembros. Por papel se entiende un complejo de normas o de expectativas sociales que se refiere a titular de un puesto determinado de la organización. “Expectativa” tiene aquí un doble sentido. En primer lugar, se entiende por ella que el titular de un puesto debe comportarse de una manera determinada; al mismo tiempo, y por lo que se sabe de esta expectativa programática (deber ser), se admite también que se comportará así de hecho y se espera esto en el sentido de una predicción. Por lo demás, las expectativas respecto de los papeles no se refieren solamente al comportamiento visible, sino también a determinadas actitudes y posturas valorativas del titular del puesto en tanto que tengan algo que ver con sus cometidos en la organización. Para el análisis de la organización puede recurrirse sin más a la teoría sociológica de los papeles, en la cual se explica este proceso con más determinamiento. En la descripción de un papel hay que preguntarse, en primer término, lo que se exige de un miembro determinado. Prescindiendo del contenido de las expectativas, hay que distinguir en ellas si están formuladas positiva o negativamente (hacer algo o dejar de hacer algo) y si se trata de expectativas de tener que hacer, de deber hacer o de poder hacer.. también es importante si lo que se espera de un miembro está esbozado sólo en términos generales o está definido con precisión en todos sus detalles. Aquí hay una distinción característica entre los distintos rangos inferiores de los miembros suelen estar formulados con mayor precisión y con un carácter más coactivo (como expectativa de tener que hacer) que los papeles de los miembros 2 directivos, en las cuales queda más espacio para las decisiones propias. En las organizaciones estructuradas democráticamente puede darse fácilmente la inversa. Las expectativas de papeles pueden ya haberse aprendido en parte fuera de la organización. Así en el curso de su formación profesional el médico ha aprendido parcialmente su papel en el hospital, etc. En esta manera de aprender los papeles es importante para la organización que las instituciones docentes conozcan de hecho los requisitos de ésta y los tengan en cuenta. La fuente más importante de las expectativas de los papeles, entonces, son las instituciones escritas y verbales dictadas por la dirección de la organización, es decir, por los jefes que está tenga en un momento determinado. Las expectativas así trasmitidas suelen ser complementadas mediante comunicaciones de los colegas, en las cuales irrumpe, desde luego, el peligro de la desfiguración. Todavía más problemática es si el titular del puesto deduce lo que hace realmente por otros que desempeñan su puesto; esta especie de trasmisión fortalece las desviaciones de la norma directiva. Un caso análogo es cuando alguien orienta su comportamiento con arreglo a lo que es especialmente recompensado o castigado, pues estas sanciones sobrevienen solamente cuando alguien hace más de lo esperado o bien contraviene las expectativas de lo que tiene que hacer. Otras dos cuestiones de la descripción de un papel se refieren finalmente a quién vigila el cumplimiento de las expectativas y a cómo y por quién son castigadas las infracciones a las mismas. Aquí puede tratarse de varios grupos de personas distintos. Llegados a este punto en la descripción de los papeles, es posible estudiar los conflictos de papeles, que constituyen una fuente muy importante de tensiones dentro del sistema de la organización. Conflictos de papeles surgen, por ejemplo, cuando un miembro debe cumplir órdenes de varias personas o de varios grupos de personas cuyas expectativas respecto a su comportamiento son diferentes. También las expectativas de un solo superior pueden ocultar en sí materia de conflictos, por ejemplo cuando se exige que el cometido sea cumplido con la mayor rapidez y el mayor cuidado. La manera como el superior único resuelva tales conflictos tiene especial trascendencia cuando se trata de puestos directivos, porque entonces la decisión para una u otra expectativa repercute en el comportamiento de los subordinados. Un magnífico ejemplo de esto lo proporcionó cierto estudio sobre empresas. Una posibilidad de conflictos especialmente importante consiste en que el conflicto mismo conciba sus papeles, sus obligaciones y sus derechos en la organización de manera distinta a la que corresponde a las expectativas de los papeles. Más importante que la existencia de preceptos de comportamiento incompatibles y de antítesis entre las expectativas de papeles y las valoraciones de un miembro es en muchas organizaciones, sobre todo en las empresas. En este caso, las expectativas puestas en un miembro son compatibles entre sí e incluso sus propias valoraciones, pero lo que se espera de él es sencillamente demasiado. El miembro acabará por defraudar por no poder dejar de descuidar ciertas exigencias de las que se le hacen. Al tormento interior de la sobrecarga suele añadirse una presión más fuerte por parte de quienes sienten postergados sus expectativas. En las empresas parece ser que los conflictos de papeles se hacen más intensos cuanto más elevado sea el 3 rango en la organización, ocupando, por así decirlo, posiciones en la frontera entre la organización y el mundo circundante. La manera como reaccionen los individuos ante tales situaciones conflictivas depende, entre otras cosas, de los rangos de su personalidad. La manera individual de reaccionar puede igualmente agudizar o suavizar los conflictos. El conflicto de papeles conduce notoriamente a tensiones (stress) psíquicas, disminuye la satisfacción por la propia actividad, menoscaba la confianza en sí mismo y perjudica las relaciones con los demás miembros de la organización. Prescindiendo del elevado costo psíquico de tales conflictos, éstos conducen también a una especie de pérdida por fricción en la administración de la energía de la organización y pueden menoscabar sensiblemente su funcionamiento y su rendimiento. Una descripción de la estructura de los papeles de una organización presupone ya un análisis; puede estudiarse empíricamente las características en cuestión. Se han hecho repetidas intentos de desarrollar características cuantitativas simples para la descripción dela estructura de la organización, como, por ejemplo, el número de los rangos, la magnitud del las esferas de vigilancia, el porcentaje del personal administrativo entre los miembros, el número de los diferentes papeles dentro de la organización o la medida de centralización o descentralización de la autoridad. Cuanto más simples sean tales características más cuestionables suele ser, por desgracia, su significación. Por ello, vamos a ocuparnos preferentemente de características algo más complejas, como la formalización de la organización o determinadas propiedades de la estructura de las comunicaciones y de la autoridad los ensayos de esta especie solamente tiene sentido cuando se pregunta además cuales son los factores que condicionan ésta o aquélla característica estructural y cuáles son las repercusiones que tales factores tienen sobre la organización y sobre los procesos que se desarrollan en la misma. FORMALIZACIÓN Y BUROCRATIZACIÓN: Las organizaciones tienen siempre por definición una estructura funcional; es decir, las actividades diferenciadas con arreglo a la división del trabajo están establecidas en ellas mediante reglas y encomendadas como cometidos a los titulares de determinados cargos. Ciertamente hay también una cooperación no reglamentada, espontánea, basada en la división del trabajo que no son organizaciones. Si han de cooperar un mayor número de hombres a un fin específico, entonces es imprescindible una reglamentación de sus actividades y relaciones. Pero, la medida de reglamentación, el grado en que están organizadas las organizaciones, puede ser muy diferente. Estas diferencias dependen de presupuestos muy determinados de los cuales vamos a tratar ahora. La palabra “formalización” la emplearemos para expresar en qué medida las actividades y relaciones en una organización vienen determinadas por reglas firmemente establecidas. Con el grado de formalización se indica, pues, lo que la teoría económico-empresarial de la organización llama diferencias en relación con la organización, la improvisación y la disposición. Estos conceptos tienen pleno sentido para el análisis sociológico de organización. Organizar significa crear reglas generales o duraderas para la 4 actuación dirigida a un fin. Por improvisación se entiende, por el contrario dar órdenes preliminares o provisionales, y por disposición, las instrucciones específicas válidas para un asola vez que pueden estar completamente desvinculadas o bien hallarse dentro del marco de una reglamentación organizativa duradera. En sentido sociológico, una organización está tanto más formalizada cuanto más definidas se hallan las actividades dirigidas a un fin que se ejercen en ella mediante reglamentaciones organizativas duraderas y no por la disposición y por la improvisación. La formalización de una organización depende, ante todo, de que los miembros se atengan a reglas (ejemplo: empresas y los departamentos administrativos). Tales organizaciones están generalmente estructuradas en forma de una jerarquía escalonada. Son organizaciones que responden ampliamente al tipo ideal de la burocracia moderna de Max Weber, cuya forma de denominación se legitima por la creencia de los miembros en la legalidad del orden establecido. Formalización se refiere tan sólo a una parte de las características que Max Weber ha señalado para la burocracia moderna. Las organizaciones burocráticas en el sentido de dicho autor se caracterizan por una ordenación de reglas, por una delimitación precisa de las competencias y, por lo tanto, también por una ordenación de aquellas relaciones que confieren a un miembro facultades de mando y señalan sus obligaciones de obediencia. Cuando aquí se habla de formalización se dan a entender estas características, las cuales son válidas para todas las organizaciones aun cuando en determinadas circunstancias no aparezcan muy marcadas. Pero Max Weber cita todavía otras características de la burocracia moderna: la estructura jerárquica, la separación entre los miembros y los medios de explotación, el hecho de que los empleos (los puestos en las organizaciones) no son propiedad personal ni hereditaria, el nexo contractual de los miembros son la organización, la selección según la clasificación profesional y el ascenso de una carrera. Estas características de la burocracia no constituyen una parte fundamental de lo que aquí se llama formalización y no son tampoco válidas para todas las organizaciones. Pero es muy importante el hecho de que las características que acaban de mencionarse son condiciones que facilitan una formalización. En otras palabras: las organizaciones burocráticas están formalizadas con un vigor especialmente fuerte porque en ellas se cumplen condiciones previas importantes para una formalización. Una reglamentación precisa y duradera de las actividades y las relaciones en una organización resulta especialmente difícil cuando ésta no está estructurada jerárquicamente y cuando sus miembros no actúan en ella sobre la base de un nexo contractual y por una remuneración fija Estas conexiones resultan más claras si nos dirigimos ahora a las organizaciones en las que no se cumplen estos presupuestos y cuyo grado de formalización es correspondientemente más débil que en las organizaciones burocráticas). Son en primer lugar las organizaciones con carácter coercitivo interno, en las que los miembros del rango inferior forman parte de ellas involuntariamente (ejemplo, los reclusos en las prisiones). Un comportamiento forzado sólo puede ser abarcado en reglas en tanto que pueda estar constantemente vigilado. Esta vigilancia permanente no sólo es costosa sino que, en general, sólo es posible tratándose de actividades físicas relativamente simples. Por ello, en las organizaciones con carácter coactivo interno, las 5 reglas que hay para el comportamiento de los miembros inferiores suelen estar formuladas con sencillez, a veces de una manera negativa y casi siempre como expectativa de tener que hacer. También en la mayoría de las asociaciones voluntarias faltan presupuestos importantes para una formalización intensiva. Como la teoría de la organización subraya con mucha razón, solamente pueden regularse de una manera adecuada para la organización, es decir, de una manera general y duradera, aquellos procesos que se repiten o que se presentan en un número suficiente de casos. Por el contrario, si el objetivo de una organización exige que las actividades se adapten a situaciones cambiantes, entonces una regulación duradera solo puede producir un efecto inhibidor y restringir la capacidad de adaptación y el éxito de la organización. En la teoría de la organización se habla de aquí de una sobreorganización. Estas consideraciones llevan necesariamente a la conclusión de que una ordenación burocrática que consiste en parte en una formalización, no es siempre en modo alguno beneficiosa. En la medida en que para dirigir las organizaciones es menos importante el conocimiento técnico aprendido que la habilidad para mandar hombres, tampoco basta el principio burocrático de la selección con arreglo a la clasificación profesional. El funcionamiento continuado de la organización seguirá exigiendo, como condición previa, una cantidad mínima de reglas establecidas. En casos particulares concretos hay que tener siempre en cuenta todos estos factores para encontrar el punto que represente el óptimo de la formalización y la burocratización. Este punto se halla situado allí donde cualquier aumento o disminución en las reglamentaciones duraderas sería perjudicial para el funcionamiento. LA ESTRUCTURA DE LAS COMUNICACIONES: Nos ocuparemos a continuación de la estructura de las comunicaciones y de la estructura de la autoridad. Estos dos aspectos de la estructura de la organización se entrecortan, ya que de las comunicaciones forma parte también la trasmisión de órdenes y mandatos, mientras que lasinformaciones a su vez son necesarias para poder decidir y ordenar con miras a un fin. Las comunicaciones y la autoridad son así fenómenos centrales en toda organización. Nos vamos a ocuparnos de cómo pueden clasificarse estos múltiples contenidos de las comunicaciones; para el análisis de las organizaciones, la clasificación más fecunda puede ser la que tenga por base los propósitos perseguidos con la comunicación. Finalmente es también importante el que una comunicación sea trasmitida a su destinatario directa o indirectamente por medio de un tercero. Con la ayuda de estas categorías descriptivas puede explicarse la estructura característica de comunicación de las distintas organizaciones. Las estructuras de la comunicación no siempre necesitan estar descritas con palabras, pues también pueden estar representadas gráficamente. Si se quieren entender las peculiaridades de una estructura no debe pasarse por alto este medio auxiliar. La representaciones gráficas de esta especie son conocidas en la práctica bajo la forma de organigramas. Sociológicamente suelen ser insuficientes, ya que por lo general solamente 6 bosquejan el esquema planeado y no la red de las comunicaciones que tienen lugar de hecho, porque no distinguen entre los distintos contenidos de las comunicaciones o se limitan a los canales de órdenes prescritos, porque no distinguen los dos sentidos de la comunicación horizontal (a no ser que se trate de croquis del curso de trabajo). Las representaciones sociométricas utilizadas hasta ahora en la sociología han sido, desde luego, muy incompletas. En los últimos tiempos, sin embargo, se entrevé un progreso estimulado por la teoría matemática de os grafos. La teoría de los grafos proporciona no sólo un vocabulario analítico, sino también fórmulas para computar los factores cuantitativos de las estructuras de las comunicaciones. Como regla fundamental para la construcción de una estructura de comunicaciones rige, naturalmente, la regla de que cada miembro tiene que recibir interrumpidamente todas las informaciones que necesita para poder actuar con arreglo a un fin. Como los miembros desempeñan papeles distintos y tienen asignados distintos, no todos necesitan la misma información, es decir, las comunicaciones tienen que estar ordenadas selectivamente. Lo que necesita para su actuación un miembro simplemente ejecutante es a primera vista poco: fundamentalmente deben bastarle indicaciones cuyo sentido y fin no necesite analizar para poder realizarlas. Estas limitaciones tendrán para la organización la ventaja de la previsibilidad de un comportamiento tan poco independiente. En las organizaciones ilegales o siempre que se mantenga un comportamiento secreto frente al mundo circundante, es importante que la masa de informaciones que le miembro singular, posea sobre la organización esté limitada al mínimo indispensable, con el fin de disminuir el peligro de delación. Pero prescindiendo de tales casos, normalmente predominan los inconvenientes de una información demasiado limitada. Un miembro que actúa solamente bajo instrucciones no puede comportarse adecuadamente en un situación imprevista; en este sentido, la obediencia e siempre “ciega”. Las instrucciones que deben ser cumplidas ciegamente, es decir, sin analizar su relación con el objetivo de la organización, aparecen fácilmente para su receptor como arbitrarias y es posible que no esté dispuesto a cumplirlas porque se sienta degradado a una herramienta. El estar informado proporciona el sentimiento de estar presente en la organización y de formar parte de ella. Por supuesto, este efecto psicológico de la información no es, con frecuencia, como opinan ciertos redactores de periódicos caseros impregnados por la teoría de las Human Relations que es también difícil que una información más precisa conduzca a una mayor diligencia. La información es especialmente importante para todos los miembros que actúan con independencia o que tienen que dar órdenes. La información es la materia prima del decidir racional. Por ello constituye un defecto el que en una organización se preste más atención a que funcionen los canales de trasmisión de las órdenes que a conseguir que lleguen todas las informaciones pertinentes a los puestos facultados para tomar decisiones. Esto rige también para las organizaciones democráticas en la que no se preocupan de que a sus miembros se les trasmita regularmente una información suficiente no deben extrañarse si rara vez se forma una voluntad en los planos inferiores. Ahora bien, la facultad del individuo para ello es limitada. En las organizaciones grandes tiene que haber siempre puestos encargados de someter las informaciones en forma ya evaluada a los miembros facultados para tomar decisiones. Esta labor de tamizar, de compilar y evaluar 7 informaciones significa con frecuencia una predecisión y hace que el directivo de la organización que toma las decisiones dependa del encargado de preparar para él las informaciones. Tal encargado puede, por consiguiente, ejercer influencia aun sin estar dotado de facultades de mando. Esto plantea problemas cuando la idea del objetivo que tiene la persona encargada de evaluar la información discrepa del objetivo de la organización. De ordinario, en las organizaciones se presta muy poca atención a tales peligros potenciales para su funcionamiento eficiente; lo mismo ocurre con las reglas mencionadas anteriormente, pues como parecen lugares comunes, no se las suele tener en cuenta. LA ESTRUCTURA DE LA AUTORIDAD: Las organizaciones no sólo están siempre estructuradas por definición, sino que también poseen siempre e inevitablemente una estructura de autoridad, como llamaremos, sin propósito valorativo, a la división entre las facultades de decisión y de mando establecidas en reglas y papeles, de una parte y las obligaciones de ejecución y obediencia de la otra. Atendiendo al modo en que el mandar y el obedecer, el decidir y el ejecutar, están distribuidos en las distintas organizaciones, saltan sobre todo a la vista las organizaciones estructuradas jerárquicamente, con canales de mando que van de arriba abajo. Ala cabeza se encuentran las decisiones sobre las actividades encaminadas directamente al objetivo. El jefe de una instancia intermedia posee autoridad delegada para tomar decisiones sobre la ejecución y sobre las actividades mediatas, pero está sometido a las instrucciones de a dirección suprema. El prototipo de una organización semejante lo constituyen la empresa, el departamento administrativo y el ejército. El ejemplo opuesto es la organización estructurada según los principios democráticos, en la que los miembros deciden en común sobre los objetivos y las actividades y la autoridad se delega de abajo arriba. El hecho de que los puestos directivos vengan determinados por elección no basta para convertir en democrática a una organización, pues pueden ocurrir que los elegidos dispongan de un poder limitado de decisión y de mando. Para que su actuación sea responsable y esté controlada por los miembros, los directivos deberían quedar más bien vinculados a las instrucciones de los miembros. Tanto en las organizaciones jerarquizadas como las democráticas pueden reflejar casi siempre en la manera de estar ordenadas respecto a una unidad mayor. Junto a estos existe aún aquel tercer tipo de organizaciones repetidamente observado, en el cual un grupo superior de miembros, que generalmente actúa profesionalmente, ejerce influencia sobre otro inferior. El grupo superior toma las decisiones y ejerce por sí mismo estas actividades. Los miembros inferiores son el objeto o los destinados de estas actividades, a cuya ejecución cooperan de una manera más o menos voluntaria, sin que puedan por ello tomar parte en las determinaciones. El grupo superior de miembros puede estar estructurado de una manera fuertemente jerárquica. Pero puede tener también una estructuradual característica de los hospitales y en las universidades. Ahora nos ocuparemos brevemente de los requisitos prácticos para la estructura de su autoridad que puede deducirse de las condiciones para la 8 realización del objetivo de una organización. Si es necesario que la organización reaccione rápidamente y con fuerzas plenamente coordinadas ante situaciones cambiantes imprevisibles que garantice que las decisiones tomadas por un puesto central sean trasmitidas inmediatamente a los ejecutantes y sean puestas en práctica por éstas sin resistencia, sin discusión y sin larga reflexión. Las mismas medidas de supraordenación y subordinación estrictas, de centralización de las decisiones y de estrecha vigilancia no solamente son superfluas, sino incluso perjudiciales para el objetivo cuando se trata de prestaciones independientes o incluso creadoras o cuando las actividades directamente orientadas al objetivo son ejecutadas por un personal altamente calificado, como por ejemplo en las instituciones de investigación o las universidades. La especie de los miembros, su capacidad y su independencia, su actitud respecto al objetivo de la organización y los móviles de su colaboración imprimen una presión especial hacia una determinada estructura de la autoridad. En general puede decirse que cuanto más capaces son y mejor dispuestos están los miembros para desempeñar los papeles que les corresponden, tanto menos necesarios son un poder de mando estrictamente jerárquico, dotado de sanciones penales impresionantes, y una vigilancia estricta de todas las actividades de ejecución. Un hecho fundamental de la vida social y es que el comportamiento humano puede ser guiado tanto desde dentro como desde fuera. En este hecho se apoya la idea, apenas calificable de general, de que es posible lograr convencimiento y la influencia normativa de los miembros en un cierto círculo mediante la persuasión en vez de emplear para ello la presión, a amenaza de castigo y la vigilancia estricta. A los directivos tienen que atenerse al ordenamiento jurídico, a los convencionalismos sociales y a los valores vigentes de la época. La elección entre estos medios constituye una decisión valorativa socialmente delineada, que en modo alguno es la misma para todos los tipos en todas las sociedades. Para nosotros, nos resulta preferible el medio de influencia normativa. Hoy parece que la coacción sólo debería aplicarse cuando algo absolutamente necesario no pudiera conseguirse voluntariamente. LA “CURVA DE CONTROL”: COMPRENSIÓN EMPÍRICA DE LA ESTRUCTURA DE LA AUTORIDAD: Hay un método que ya se ha empleado repetidas veces para la presentación mensural de las distintas estructuras de la autoridad, el cual, por simple que parezca y por poco que satisfaga las exigencias de una descripción diferenciada, ha dado, sin embargo, valiosos resultados empíricos. Se trata de la llamada “curva de control”, donde la palabra control hay que entenderla en el sentido anglosajón, como poder de mando y de dominación, y no en el sentido de verificación. Tal curva expresa cuánto control ejerce un grupo determinado o una instancia determinada sobre otros grupos o sobre otras instancias en una organización. En análisis de las organizaciones con ayuda de curvas de control puede perfeccionarse más. En efecto, pueden descomponerse las curvas de control de tal manera que muestren cuánto control ejerce un grupo de determinado rango sobre cada uno de los grupos de otros rangos. Para una 9 organización sería una fuente de problemas el que un análisis tal de distribución de las influencias mostrase que un determinado grupo de superiores ejerciese sobre los miembros dependientes directamente de ellos menos control que otro grupo de un rango situado por encima de ellos. Para aludir a otras posibilidades analíticas de las curvas de control, que la distribución de las influencias que los miembros consideran como realmente existente puede también compararse con la deseada por ellos y que taimen puede investigarse hasta qué punto los distintos grupos de una organización aprecian igual o distintamente la curva de control LA ESTRUCURURA DE LA AUTORIDAD Y LOS TIPOS DE DOMINACIÓN DE MAX WEBWE: La conocida tipología de las formas de dominación de Weber ofrece un punto de partida para ello. La dominación o la autoridad es para dicho autor la probabilidad de que las órdenes específicas encuentren obediencia en grupos dados de personas. Se trata pues, de una relación entre puestos o funciones y no del poder o de la influencia que se ejerce sobre una persona cualquiera. De la dominación o autoridad también forma parte para Max Weber, un mínimo determinado de voluntad de obediencia por parte de los subordinados a ella. Eso indica ya que una relación de autoridad hay que estudiarla en ambas direcciones. Max Weber ha desarrollado sus tres tipos de dominación legítima, que se disntiguen por la manera de imponer su pretensión de legitimidad. La dominación legal se justifica por su referencia a la legalidad de un orden establecido, en virtud del cual los titulares de determinados puestos tienen un poder de mando establecido por este ordenamiento. La dominación tradicional se apoya en las tradiciones vigentes, en virtud de las cuales determinadas personas se basa, finalmente, en la pretensión de que hay que prestar obediencia a determinadas personas por razón de sus cualidades extraordinarias. Consideradas desde el punto de vista de su pretensión de legalidad, las organizaciones parecen pertenecer al tipo de dominación legal. El ordenamiento de una organización puede apoyarse en la voluntad expresada democráticamente, en el consenso de los miembros (ej: asociaciones voluntarias, ejercito); puede haber sido creado por un particular dentro del marco del ordenamiento jurídico vigente (empresa privada); puede haber sido trasmitido desde mucho tiempo atrás y reivindicar la vigencia de una costumbre; o, finalmente, puede haber sido establecido por una personalidad carismática (la iglesias). No debe pensarse por alto en modo alguno que en toda organización, junto a la autoridad del cargo hay siempre también la autoridad personal, ya sea de carácter carismático o tradicional. El hecho de que al que manda se le exija una determinada legitimidad no quiere decir, sin embargo, que esta exigencia sea aceptada también por sus subordinados y que sea el fundamento de su obediencia. Pero para el análisis de la organización, la segunda dimensión de la autoridad, esto es, los motivos para la obediencia de los miembros, es tan importante como la pretensión de legitimidad de los que mandan. 10 Un miembro de una organización puede cumplir las órdenes de otro miembro porque aquél posee a sus ojos autoridad legal, es decir, porque actúa dentro del marco de ordenamiento jurídico que el miembro aceptó al ingresar en la organización; y quizá haya aceptado este ordenamiento porque le pareciese una pretensión de legitimidad con fundamento. Aquí coincide la pretensión de legitimidad de los que mandan con los motivos para la obediencia. Es posible que el miembro impute su obligación de obedecer a la reglamentación de la organización, pero que también la acepte como algo conveniente o que cumpla ciertas órdenes porque venga de alguien que posea a sus ojos autoridad personal, sin oponerse a meditar si esta obediencia forma parte o no de las obligaciones inherentes la los papeles convenidos. En este caso, una autoridad que reclama validez legal en virtud del ordenamiento establecido no sería aceptada como tal, sino en virtud de una creencia tradicional o carismática en su legitimidad. Pero el que manda puede no poseer, a sus ojos del miembro que obedece, ni siquiera esta autoridad. El miembro quizá obedezca únicamente porque tema que de otra forma no va a recibir la remuneración deseada; para Weber habla aquí de obediencia por interés propio material. Sin duda, la ventajadeseada puede ser de naturaleza no material o constituir, por ejemplo, en prestigio, asenso o distinción honorífica. La discrepancia entre la prestación de legitimidad del que manda y los motivos para obedecer del miembro, aparecen finalmente con la mayor claridad cuando los miembros son reclutados coactivamente y rechazan el objetivo de la organización o, por lo menos, los papeles que se les asignan personalmente a ellos. Parece haber una división por lo menos tripartita, según la cual junto a la instancia del mando supremo estaría lo que Max Weber llama estado de mando o estado mayor de administrativo, figurando como tercer grupo los miembros, quienes a lo máximo tienen poder de determinación sobre sí mismos pero no sobre otros. El poder de mando de los miembros del estado mayor es un poder delegado y al ejercerlo obedecen o bien a un ordenamiento impersonal o bien a las instituciones directas de sus superiores. El estado mayor del mando aceptará con frecuencia la retensión de legitimidad de la instancia suprema y la afirmará, a su vez, frente a sus subordinados. Todo dirigente de organización está ligado sin o por el ordenamiento establecido o por la voluntad de los miembros, al menos por el ordenamiento jurídico. TENDENCIAS DEL CAMBIO ESTRUCTURAL: Nosotros vamos a limitarnos a aquellas tendencias del desarrollo que están relacionadas con el crecimiento en magnitud y en edad de una organización, porque estos factores desempeñan un papel en todos los tiempos y en todos los lugares. A medida que las organizaciones avanzan en edad y en número de miembros, suelen experimentar un proceso progresivo de diferenciación estructural y de formalización. Estas tendencias están especialmente marcadas en la etapa inicial del desarrollo de una organización y se hace más lenta cuando la organización a alcanzado una magnitud y un funcionamiento que permanecen más o menos constantes. El establecimiento de un ordenamiento y por tanto de reglas impersonales, sólo será necesario cuando el número de personas que tiene 11 una participación activa haya sobrepasado cierta magnitud de manera que ya no basten instrucciones dadas personalmente. Esta etapa se alcanza cuando el dirigente no puede supervisar ya de una manera inmediata y constante las actividades de todos los miembros. Un segundo presupuesto para la formalización es la división de cometidos; las actividades especializadas pueden entonces ser abarcadas en reglas. Con esta diferenciación basada en la división del trabajo se hace más perentoria la formalización ya que plantea simultáneamente el problema de la coordinación de las actividades especializadas. Un tercer factor es el tiempo: se necesita un cierto tiempo para que se desarrollen hábitos y para que estos hábitos puedan convertirse en reglas. La reglamentación de una organización es la consagración de un procedimiento probado y ya ejercitado. En cuarto lugar, la formalización presupone que el funcionamiento de una organización haya alcanzado un cierto equilibrio, el cual suele faltar por completo al comienzo, por lo que tiene que ser creado con el tiempo. Estos fundamentos particulares para la creciente formalización de las organizaciones, a medida que éstas aumentan y crecen, son independientes de los presupuestos generales de la formalización. Los factores determinan hasta dónde puede llegar convenientemente al proceso de la formalización en un caso concreto. Pero aquí nos referimos a los procesos dinámicos que tienen lugar en toda organización independientemente de tales diferencias. La diferenciación estructural de una organización puede incrementarse, ante todo, debido a que las actividades de los miembros se separan más fuertemente entre sí a consecuencias de la división del trabajo, de forma que se configuran más y más papeles distintos. Esta diferenciación funcional no sólo nace por el fraccionamiento de los cometidos relacionados directamente con el objetivo, sino también porque con el tiempo y el crecimiento de la organización se hacen necesarias nuevas actividades mediatas. Junto a esta diferenciación funcional puede incrementarse también la diferenciación vertical al aumentar el número de rangos o de planos supraordenados en la escala jerárquica. La diferenciación vertical nace como consecuencia de la necesidad de que las actividades de varios miembros sean coordinadas, dirigidas o fiscalizadas. Así como las esferas de fiscalización pueden ser ampliadas en el desarrollo de una organización pueden surgir también, a la inversa, situaciones que conduzcan a una reducción de las esferas de fiscalización existentes hasta entonces, y en ciertas circunstancias, al establecimiento de nuevos rangos. Parece ser una regla general que al crecer la magnitud de una organización, determinadas actividades mediatas que sirven ante todo a las comunicaciones, a la administración y a la preservación de la organización, adquieren una mayor envergadura no sólo en términos absolutos, sino también proporcionalmente, en relación con las actividades encaminadas directivamente al objetivo. Las quejas populares sobre la creciente burocratización y sobre el hecho comprobado científicamente de que dentro de la industria de los países occidentales modernos se eleva desde hace ya bastante tiempo el porcentaje de empleados, apuntan en la misma dirección. No cabe duda de que la creciente magnitud de las organizaciones de las actividades desempeñan aquí cierto papel, pero también contribuyen a esto las posibilidades técnicas de 12 disminuir el número de los ocupados directamente en la producción, conservando el mismo rendimiento productivo, así como la aspiración a una administración cada vez menos lagunas y otras tendencias más. Sigue siendo importante comprobar que la creciente magnitud de las organizaciones exige de por sí un cierto aumento proporcional de las actividades mediatas, especialmente de las actividades de dirección, coordinación, comunicaciones, recopilación, archivo y elaboración de informaciones así como de una serie de actividades auxiliares especialmente para la dirección de las organizaciones.
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