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Actas Dermosifiliogr 2001;92:47-52
Las lesiones elementales en la dermatología española 
actual (II): paradigmas semánticos
FRANCISCO VÁZQUEZ LÓPEZ, MARCOS GONZÁLEZ LÓPEZ, NARCISO PÉREZ OLIVA
Servicio de Dermatología. Hospital Central de Asturias. Universidad de Oviedo. Oviedo.
LENGUAJE Y DERMATOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
Es sorprendente que no haya en nuestro país revi-
siones críticas que nos planteen una reflexión sobre
la forma en que estamos utilizando nuestro vocabu-
lario más esencial: las lesiones elementales cutáneas,
y sobre los cambios en su concepto y definiciones.
Pese al aumento del interés por este tema en revistas
especializadas como Archives of Dermatology (1-4) , en
nuestro país su estudio permanece aún relegado a los
libros de texto. Dentro del interés de Actas Dermosi-
filiográficas por la precisión terminológica (5) , el 
doctor Sánchez Yus nos encargó hace tiempo un estu-
dio sobre la situación actual de la terminología básica
en España. En este estudio (6, 7) hemos podido
demostrar las contradicciones existentes en el tema.
Efectivamente, si revisamos el concepto de una lesión
elemental en un solo texto podremos tener una idea
clara de la misma, pero si revisamos su concepto en
varios textos el tema se manifiesta en toda su com-
plejidad: la homogeneidad desaparece. Ya hemos
comentado los aspectos concretos de este tema, ana-
lizando las definiciones de términos como pápula,
tubérculo, tumor, habón, placa, quiste, vesícula, pús-
tula, ampolla, mácula, liquenificación, nódulo, goma,
erosión, úlcera, escoriación, fisura, esclerosis, infil-
tración, atrofia, cicatriz, costra, escama, queratosis,
surco, comedón, vegetación o absceso (7) . 
En este segundo análisis pretendemos ampliar y
profundizar nuestro anterior estudio, identificando
sus aspectos más genéricos. Nuestro objetivo sigue
siendo el estudio de los conflictos lingüísticos que sub-
yacen en nuestro lenguaje básico y de su repercusión
práctica. No pretendemos sugerir una normativa
sobre el tema, sino tan sólo plantear una reflexión
sobre el mismo; resaltando aquellas contradicciones
que más puedan inter ferir en la eficacia de los pila-
res de nuestro sistema de comunicación y descripción.
MATERIAL Y MÉTODOS
La sistemática del presente estudio ya ha sido des-
crita previamente (6, 7) . Se revisaron y compararon
las definiciones de las lesiones elementales en 13
libros de texto de dermatología de autores españoles
y escritos en castellano como lengua original (8-20) .
Por orden alfabético los autores de los textos fueron:
Armijo, Camacho, Dulanto, Ferrándiz, García Pérez,
Gay Prieto, Gómez Orbaneja, Iglesias, Lázaro, Mas-
caró, Moragas, Peyrí y Soto Melo. El estudio se rea-
lizó inicialmente para establecer las bases de un
debate sobre el tema en el Congreso Nacional de Der-
matología de Santander en 1998 (6) . Para cada lesión
elemental se realizó una tabla con las definiciones
aportadas por cada autor y posteriormente estas defi-
niciones se compararon entre sí. Para el presente estu-
dio se identificaron los aspectos más generales o
comunes a dichas diferencias. 
RESULTADOS
El análisis comparativo de las definiciones de las
lesiones elementales aportadas por cada uno de los
autores considerados reveló importantes diferencias
entre las mismas: 1) diferencias en el número de lesio-
nes elementales; 2) diferencias cualitativas respecto a
la forma de utilización de los criterios de definición;
3) diferencias en el modelo o concepto de la lesión
elemental; 4) diferencias cuantitativas en la medición
de las lesiones elementales, y 5) diferencias en el sig-
nificado de algunos términos. 
Diferencias en el número de lesiones elementales
En los textos referidos se reconocen y definen como
lesiones elementales más de 40 términos, pero el
Actas Dermosifiliogr 2001;92:47-52
Correspondencia: FRANCISCO VÁZQUEZ LÓPEZ. Ezcurdia,
192, 3M. 33203 Gijón (Asturias).
Aceptado el 28 de septiembre de 2000.
grado de aceptación de estos términos es desigual.
Algunos términos son de inclusión unánime, pero
otros sólo aparecen en una minoría de los textos ana-
lizados. De acuerdo con esto podemos distinguir, de
una forma aproximada, entre lesiones elementales de
aceptación unánime (100% de los textos analizados) ,
generalizada (70-95% de los textos) , media (50-65% de
los textos) y minoritaria (menos del 40% de los textos
analizados) ( tabla I) .
Los términos que constituyen la base de nuestro len-
guaje básico son aproximadamente 20 (con aceptación
generalizada o unánime): ampolla, atrofia, cicatriz, cos-
tra, erosión, escama, esclerosis, escoriación, fisura,
goma, habón, liquenificación, mácula, nódulo, pápula,
pústula, quiste, tubérculo, tumor, úlcera y vesícula.
Diferencias en los criterios de definición 
de las lesiones
Toda definición se basa en una serie de caracterís-
ticas o criterios aceptados como esenciales o defini-
torios de cada lesión. En los textos analizados se dis-
tinguen cuatro tipos diferentes de criterios de defini-
ción: a) criterios morfológicos o clínicos; b) criterios
temporales o evolutivos; c) criterios histopatológicos,
y d) criterios etiológicos. 
Criterios morfológicos o clínicos
Hacen referencia a características físicas reconoci-
bles y objetivables en la exploración física como el
relieve, la consistencia, el tamaño o la extensión en
profundidad de la LE. Como características princi-
pales se suelen considerar el tamaño de la lesión y su
consistencia. Ejemplos: 
— «Lesión elevada, sólida, circunscrita, mayor de 0,5 cm
de diámetro» (tubérculo) (13) .
— «Lesiones elevadas sobre la superficie cutánea, de con-
tenido líquido, de dimensiones inferiores a 0,5 cm de
diámetro» (vesícula) (13) .
Criterios temporales o evolutivos
Hacen referencia a la duración breve o prolongada
de la lesión; a su carácter resolutivo o no resolutivo;
a su tendencia a producir o no afectación residual o
cicatriz; a su permanencia. En suma, hacen referen-
cia al carácter agudo o crónico de la lesión elemen-
tal. Ejemplos:
— «Lesión sólida, de forma y tamaño variables, con
tendencia a crecer o persistir indefinidamente. La evo-
lución lo diferencia claramente del tubérculo, con el que
se puede confundir al principio» (tumor) (12).
— «Elevaciones cutáneas circunscritas, consistentes,
habitualmente de pequeño tamaño y de evolución
fugaz» (pápula) (8) .
— «Lesión elevada, sólida, de diámetro menor de 
1 cm capaz de regresión total sin dejar cicatriz»
(pápula) (11) .
48 LENGUAJE Y DERMATOLOGÍA
Actas Dermosifiliogr 2001;92:47-52
TABLA I: ACEPTACIÓN DE LOS TÉRMINOS 
CONSIDERADOS COMO LESIONES ELEMENTALES
Grupo A. Términos de aceptación unánime 
(100% de los textos revisados)
— Ampolla.
— Escama.
— Goma.
— Pápula.
— Vesícula.
— Cicatriz.
— Esclerosis.
— Mácula.
— Pústula.
— Fisura.
— Nódulo.
— Úlcera.
Grupo B. Términos de aceptación generalizada
(70-95% de los textos)
— Atrofia.
— Costra.
— Erosión.
— Habón.
— Liquenificación.
— Tubérculo.
— Tumor.
— Quiste.
Grupo C. Términos de aceptación media 
(50-65% de los textos revisados)
— Absceso.
— Escara.
— Placa.
— Vegetación.
Grupo D. Términos de aceptación minoritaria
(menos del 40% de los textos)
— Aplasia.
— Alopecia.
— Comedón.
— Edema.
— Estrías.
— Escamocostra.
— Escleroatrofia.
— Eritematoescamosa.
— Gangrena.
— Herida.
— Hipertricosis.
— Hiperplasia.
— Hipertrofia.
— Hipoplasia.
— Infiltración.
— Fístula.
— Poiquilodermia.
— Queratosis.
— Surco.
— Verrucoso.
— «Lesión cutánea sólida, circunscrita, compacta,
habitualmente prominente, que invade los planos
profundos de la piel, no espontáneamente resolutiva
y de evolución lenta y cicatricial» ( tubérculo) (12) .
Criterios histopatológicos
Hacen referencia a la localización de la lesión ele-
mental en la epidermis, dermis o hipodermis o a otras
características histológicas, no observables y no obje-
tivables clínicamente. Ejemplos: 
— «Lesión circunscrita, de tamaño variable, debida
a la exudación de plasma por vasodilatación y aumento
de permeabilidad capilar» (habón) (19) .
— «Cavidadcerrada, con revestimiento interior epitelial,
endotelial o fibroso, conteniendo materiales líquidos o
semisólidos» (quiste) (15) .
Criterios etiológicos
Hacen referencia a la naturaleza de la lesión.
Hemos considerado como criterios etiológicos aque-
llos que matizan en la definición el origen inflama-
torio, infeccioso, neoplásico o traumático de la lesión
como un hecho necesario y esencial para la misma o
que excluyen de su campo semántico alguno de estas
naturalezas. Ejemplos: 
— «Masa neoplásica circunscrita, no inflamatoria y per-
sistente, que progresa con lentitud, con indepen-
dencia biológica de las estructuras en que se desarrolla,
sin utilidad para el organismo» ( tumor) (8) .
— «Lesión circunscrita, mayor de 1 cm de diáme-
tro, de contenido sólido y de naturaleza infla-
matoria» ( tubérculo) (15) .
— «Cuando la ulceración es determinada por un pro-
ceso patológico se denomina úlcera y cuando lo
es por un traumatismo se denomina herida» (16).
Diferencias en el modelo de definición
de la lesión elemental
Los criterios morfológicos o clínicos son la base de
todas las definiciones de las lesiones elementales. Por
el contrario, los criterios no morfológicos (evolutivos,
histológicos y etiológicos) no son aceptados por todos
los autores, aunque sí son utilizados por una mayoría
de los estudiados. Su aplicación responde a un intento
de limitar o restringir el significado de los términos
más complejos. Entre ellos, el criterio evolutivo es el
de mayor utilización. Por el contrario, los criterios his-
tológicos y etiológicos sólo se usan por algunos auto-
res y sólo para las definiciones de mayor complejidad
descriptiva. Por tanto, los criterios fundamentales son
dos: el morfológico y el evolutivo, y según su uso
hemos distinguido dos paradigmas o modelos básicos
de definición de las lesiones elementales: a) para-
digma morfológico, y b) paradigma morfoevolutivo.
Paradigma morfológico
Utiliza únicamente criterios morfológicos para la
definición de las lesiones elementales. Rechaza, por
tanto, la utilización de cualquier otro tipo de criterio
(evolutivos, histológicos, etiológicos) . Se basa sólo en
la descripción y definición de las características físicas
esenciales de la lesión: en su apariencia externa, obje-
tivable, en el momento de la exploración física del
paciente, sin considerar otras características. Es un
modelo teórico de escasa implantación entre los tex-
tos analizados. Ejemplo:
— «Elevación sólida y circunscrita de la piel de más
de 1 cm de diámetro» (13) .
Paradigma morfoevolutivo
En este segundo modelo de definición se utilizan,
además de criterios morfológicos, otros criterios no
morfológicos (evolutivos, histológicos o etiológicos) .
Entre ellos, el criterio evolutivo es el más utilizado y
el que puede considerarse, por tanto, como la base de
este paradigma de definición. Con este modelo la defi-
nición no se basa únicamente en la descripción de la
apariencia exterior de la lesión (de su forma objetiva)
en el momento de la exploración física del paciente;
incluye además la descripción de la transformación de
dicha forma lesional a lo largo del tiempo. Es el
modelo teórico de mayor aceptación y difusión en los
textos analizados. Ejemplos: 
— «Nódulo que se reblandece y ulcera, pasando sucesi-
vamente por los estadios de crudeza, reblandeci-
miento, ulceración y reparación» (goma) (16) .
— «Lesión cutánea sólida, circunscrita, compacta,
habitualmente prominente, que invade los planos
profundos de la piel, no espontáneamente resolutiva
y de evolución lenta y cicatricial» ( tubérculo) (12) . 
En algunas definiciones se añaden además otros cri-
terios (histológico, etiológico) para restringir el sig-
nificado de un término, pero a diferencia de la evo-
lución, no de forma general. Ejemplo: 
— «Lesión mayor de 1 cm de diámetro, de conte-
nido sólido y de naturaleza inflamatoria, localizada
en dermis alta» ( tubérculo) (15) .
Diferencias en la medición de las lesiones elementales
Respecto a la medición de las lesiones elementales
existen diferencias importantes de dos tipos: a) res-
pecto al sistema de medición utilizado, y b) respecto
al tamaño considerado como característico o defini-
torio de la lesión elemental.
Actas Dermosifiliogr 2001;92:47-52
LENGUAJE Y DERMATOLOGÍA 49
Diferencias respecto al sistema utilizado
De una forma general, se pueden reconocer dife-
rentes formas de expresar el tamaño característico de
cada lesión elemental, como se puede apreciar en
estas definiciones de la vesícula: 
— En algunas definiciones no se llega a precisar el
tamaño. Ejemplo:
«Pequeña elevación llena de líquido seroso, situada
en el cuerpo mucoso de Malpighio; tiene evolución
rápida, aguda o subaguda» (9) . 
— En otras definiciones se utilizan términos ana-
lógicos. Ejemplo: 
«Elevación circunscrita de la piel cuyas dimensiones
varían entre el tamaño de la punta de un alfiler y el
de un guisante llena de líquido seroso» (12) .
— En un tercer tipo se consigna una cuantificación
exacta de la lesión, expresando su tamaño en
centímetros. Ejemplo: 
«Formación elevada, circunscrita, de diámetro menor
de 0,5 cm, con contenido líquido seroso o hemorrági-
co» (11) .
Diferencias respecto al tamaño considerado 
como característico
Independientemente del sistema utilizado, hay
notorias diferencias en cuanto al tamaño que se con-
sidera como característico o definitorio de algunas
lesiones elementales como estos ejemplos de vesícula: 
— «Lesiones elevadas de contenido líquido menores de 
0,5 cm de diámetro» (13) .
— «Lesiones sobreelevadas de contenido líquido menores
de 1 cm» (18) .
Diferencias en el significado de las 
lesiones elementales
Las contradicciones que hemos expuesto no impli-
can necesariamente que dichas definiciones no pue-
dan tener una base de significado común. Sin
embargo, algunos términos sí presentan una colisión
entre sus diferentes acepciones. Este fenómeno (poli-
semia) ocurre respecto al término nódulo, como ya
hemos expuesto previamente (7, 21) . 
El término nódulo presenta dos significados dife-
rentes y opuestos: 
— Concepto restringido: el nódulo como lesión
localizada exclusivamente en la profundidad de
la piel. Es la definición predominante. 
— Concepto ampliado: el nódulo como lesión de
localización ubicua, tanto en la superficie como
en la profundidad del tegumento. 
Otras diferencias
Existen, además, otras diferencias que no hemos
valorado dado que su análisis excedía nuestras inten-
ciones de limitarnos a los aspectos más generales del
tema, tales como la aceptación de términos com-
puestos (maculopapuloso, etc.) o la diferenciación
entre lesiones elementales primitivas y secundarias. 
DISCUSIÓN
Nuestro estudio demuestra la existencia de múlti-
ples diferencias respecto a la conceptualización de las
lesiones elementales entre los diferentes autores ana-
lizados (8-20) y que complementan los aspectos que
ya hemos referido previamente (7, 21) . Respecto al
lenguaje específico de la semiología cutánea podemos
decir que actualmente no compartimos de forma sufi-
ciente el significado de muchos términos básicos. Una
parte de las diferencias demostradas son diferencias
de estilo, pero otras contradicciones sí pueden reper-
cutir de forma importante en la claridad de nuestro
lenguaje básico. Estos conflictos lingüísticos, aunque
pasen inadvertidos, debilitan y deterioran el proceso
de la comunicación dermatológica. 
Términos considerados como lesiones elementales
Como ya hemos referido, el catálogo de las lesiones
elementales no es el mismo entre los diferentes tex-
tos estudiados. Respecto al número de términos defi-
nidos, el rango oscilaba entre 20 y más de 30. El
número de términos definidos por al menos alguno
de los autores fue bastante amplio (más de 40 térmi-
nos) . De todos los términos definidos, 20 aproxima-
damente eran aceptados de forma general (más del
70% de los textos analizados) y, por tanto, constitu-
yen el núcleo fundamental de nuestro lenguaje
básico. Estos términos eran ampolla, cicatriz,costra,
escama, esclerosis, fisura, goma, mácula, nódulo,
pápula, pústula, úlcera, vesícula, atrofia, erosión, esco-
riación, habón, liquenificación, tubérculo, tumor y
quiste. 
Los factores que pueden influir en que un término
se considere o no como lesión elemental de forma
generalizada son varios. En primer lugar, el peso de
la tradición. El número de términos considerados
como tales ha variado a lo largo de la historia de la
dermatología. Los pioneros del concepto y de la defi-
nición de las lesiones elementales (Plenck, Willan y
Bateman) definieron 14 y ocho términos, respectiva-
mente (22, 23) . Generalmente, los términos de acep-
tación más generalizada son los definidos por estos
autores y pueden considerarse como las lesiones ele-
mentales más «tradicionales» (como pápula, escama,
vesícula, ampolla, mácula, etc.) ; sin embargo, algunos
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términos de introducción más reciente son, asi-
mismo, de aceptación unánime o general (como lique-
nificación, tumor o quiste) . Otro factor que influye es
el incluir o no como lesiones elementales cutáneas a
términos que no son específicamente dermatológicos
y que son compartidos con otras especialidades
(como edema, absceso, herida, queratosis o hiper-
trofia) . Los términos referidos a anejos (alopecia,
hipertricosis) sólo tienen actualmente una aceptación
minoritaria como lesiones elementales. 
Otro factor muy importante es el tipo y grado de
influencia foránea en cada autor. Así, por ejemplo, tér-
minos como habón, tumor o tubérculo no se reco-
nocen en otros países y en España presentan una acep-
tación desigual, según la mayor o menor influencia en
cada autor de la literatura en lengua francesa o
inglesa. 
Como una interesante alternativa a estas variaciones
en el catálogo (o número) de las lesiones elementa-
les cutáneas, el profesor García Pérez (uno de los auto-
res, junto con el profesor Mascaró, del primer glosa-
rio internacional de lesiones básicas cutáneas) (24)
establece en su texto dos apartados (11) : en uno
define las «lesiones elementales clásicas»; en el otro,
«otras lesiones o conceptos básicos». 
Modelos de definición de las lesiones elementales
Uno de los aspectos más interesantes que pueden
extraerse del presente estudio es la demostración de
la existencia en nuestro país de importantes diferen-
cias respecto a la forma en que son concebidas y defi-
nidas la mayoría de las lesiones elementales. En nues-
tra opinión este hecho permanece aún larvado y desa-
percibido y por ello repercute en gran medida en la
eficacia de nuestro lenguaje. Se pueden distinguir dos
conceptos o códigos lingüísticos opuestos: el código
o paradigma morfológico y el paradigma morfoevo-
lutivo. Los dos sistemas permanecen vigentes en nues-
tro país y de su coexistencia se derivan conflictos lin-
güísticos relevantes. Gráficamente podemos decir
incluso que utilizan unidades diferentes y que, por
tanto, representan realmente dos «dialectos» dife-
rentes, con su normativa correspondiente. 
En el paradigma morfológico se considera únicamente
como definitorio el criterio morfológico. Las lesiones
elementales se definen: a) por sus características exter-
nas ( aspecto objetivo) , y b) ún icamente en el
momento de la exploración física del paciente.
Rechaza, por tanto, la valoración del aspecto interno
de la lesión (histológico) , de su proyección futura
(evolución) y de su etiología, que considera variable
en cada caso. Valora únicamente una forma y la valora
únicamente en el momento presente. Es una defini-
ción basada en una sola coordenada: espacio; en un
solo tipo de dato: el clínico. Ha sido una tendencia
de escasa implantación en nuestro país. El profesor
Gómez Orbaneja ha sido su más firme defensor.
Recientemente, debido a la cada vez mayor influen-
cia de la literatura en lengua inglesa, su difusión se está
incrementando. 
E1 paradigma morfoevolutivo utiliza, a diferencia del
modelo anterior, diferentes tipos de criterios de defi-
nición (morfológico, evolutivo, histológicos y etioló-
gicos) . Entre ellos, las definiciones se basan general-
mente en los dos primeros: criterios morfológicos y
evolutivos; los otros dos criterios se utilizan con escasa
frecuencia y sólo en las lesiones de mayor compleji-
dad descriptiva. 
En este modelo la definición se basa no sólo en la
apariencia externa de cada lesión en el momento de
la exploración física del paciente, sino, además, en los
cambios o transformaciones sucesivas, secuenciales, de
su forma a lo largo del tiempo; en su evolución tem-
poral. Es una definición basada en dos coordenadas:
espacio y tiempo.
A estos criterios básicos se añaden ocasionalmente
otros criterios (histológico y etiológico) que motivan
que pueda plantearse su imbricación con la nosolo-
gía dermatológica. Utiliza, por tanto, datos no obser-
vables clínicamente. El modelo morfoevolutivo ha sido
claramente el predominante en España en los últinos
años debido probablemente a la gran influencia de la
dermatología francesa en la que ha sido el modelo
prevalente. 
Según estos dos modelos podemos hablar de dos sis-
temas de unidades, de dos dicotomías centrales y
opuestas: tamaño frente a evolución. Lesiones defi-
nidas por su tamaño horizontal (diámetro) o vertical
(superficiales o profundas) frente a lesiones definidas
por su evolución (agudas o crónicas) . 
Diferencias en la medición de las lesiones
Otro «conflicto» que consideramos «relevante» es la
ausencia de unas medidas estándar y fijas para la deli-
mitación del tamaño característico de algunas lesiones
elementales como la pápula, la placa o el tubérculo.
El límite de estas lesiones oscila con rapidez de 0,5 a
1 cm, según el autor que consideremos. Por el con-
trario, en otras lesiones (como la ampolla o la vesícula)
sí se ha adoptado un criterio general casi único.
Respecto al sistema de medición, se puede obser-
var claramente una tendencia general a utilizar un sis-
tema métrico de medición (expresión en centímetros
del tamaño) en los textos de edición más reciente. 
Términos básicos con polisemia
Finalmente, uno de los conflictos lingüísticos más
preocupantes es la existencia de términos con signi-
ficados opuestos. La polisemia es, en nuestra opinión,
LENGUAJE Y DERMATOLOGÍA 51
Actas Dermosifiliogr 2001;92:47-52
una causa importante de pérdida de claridad y preci-
sión en el discurso dermatológico. Esto ocurre con el
término nódulo (21) . La inter ferencia de sus dos sig-
nificados opuestos (concepto restringido y concepto
ampliado del nódulo) y, por otra parte, la excesiva
amplitud y falta de precisión de una de sus acepcio-
nes ha motivado que su significado ya no dependa de
la palabra en sí, sino de su contexto. Si, por ejemplo,
leemos «nódulo de 2 cm de diámetro en hemitórax
izquierdo», no sabremos, si no es por el contexto,
cómo puede ser la morfología de dicha lesión. 
En resumen, hemos demostrado la existencia de
numerosas diferencias respecto al concepto de las
lesiones elementales en los textos dermatológicos ana-
lizados. El estudio de estas diferencias presenta inte-
rés en varios niveles. Un interés lingüístico, en tanto
que estudia la aplicación de un lenguaje especializado;
histórico, en tanto que contribuye a la comprensión
de la evolución más reciente de nuestro lenguaje
básico; pero principalmente creemos que presenta un
claro interés práctico, en cuanto que puede contribuir
a una mejora de la eficacia del subsistema del lenguaje
de la semiología cutánea. El lenguaje es un hecho
social, y la identificación de los conflictos que subya-
cen en el mismo y de su relevancia es el primer paso
para tratar de promover una situación de consenso
que permita un acuerdo general sobre su utilización.
Dadas las diferencias observadas, lo sorprendente es
que esta iniciativa de consenso aún no se haya hecho. 
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