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Global Health Promotion 1757-9759; Vol 22(2): 91 –93; 584992 Copyright © The Author(s) 2015, Reprints and permissions: http://www.sagepub.co.uk/journalsPermissions.nav DOI: 10.1177/1757975915584992 http://ghp.sagepub.com A pesar de los esfuerzos de la promoción de la salud por centrarse más en ésta que en la enfermedad, en su breve historia, se ha asociado a esta disciplina, en tanto el campo de investigación como de la práctica, con la prevención de la enfermedad. Además y a pesar de la ampliación de la base teórica de este campo realizada hasta la fecha, sigue vigente el énfasis en la enfermedad, y se centra principalmente en las enfermedades no transmisibles (ENTs) (1). Mientras tanto, el campo más amplio de la salud pública ha seguido haciendo hincapié principalmente, y dedicando sus mayores recursos, a las enfermedades infecciosas. Incluso en países industriales avanzados, en los que las causas de muerte y de discapacidad están relacionadas de manera evidente con las enfermedades crónicas y las lesiones, los recursos económicos del sector de la salud pública se destinan a las enfermedades infecciosas clásicas. La aparición del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) agudizó todavía más la posición secundaria de las ENTs y de las lesiones, en cuanto a la asignación de recursos por parte de las principales instituciones de salud pública y de los ministerios gubernamentales. El resultado de todo ello es la marginalización de los enfoques de la promoción de la salud. ¿O no? Un estudio reciente realizado bajo los auspicios de la Unión Internacional de Promoción de la Salud y Educación para la Salud (UIPES) (2) pretendía examinar con cierta profundidad la tesis de que los enfoques de la promoción de la salud para las ENTs podrían ser relevantes y útiles también, para las enfermedades infecciosas en las economías desarrolladas. Para empezar, existen limitaciones conceptuales importantes al intentar demostrar esta tesis. La primera de ellas, es que los enfoques de la salud pública hacia las enfermedades infecciosas se hallan casi siempre en silos que se basan en la propia enfermedad. Así pues, existe una gran cantidad de literatura sobre la malaria, la sífilis, la tuberculosis, la poliomielitis, el SIDA, e infecciones varias, parásitos, etc. La lista es larga, y existen enormes departamentos en escuelas e instituciones de salud pública que están basados en una gran especialización y en la literatura; y al respecto, las revistas científicas se diferencian mucho unas de otras. Por el contrario, a las ENTs se las agrupa indiscriminadamente en institutos, centros o departamentos sobre cánceres, enfermedades cardiovasculares, lesiones, etc. Otro aspecto decisivo de esta cuestión es que, con frecuencia, las actividades y los departamentos de las ciencias del comportamiento y de las ciencias sociales están muy vinculados a las ENTs y funcionan independientemente, como departamentos. Por el contrario, cuando existe este tipo de enfoque de prevención y control de las enfermedades infecciosas, cada investigador de las ciencias sociales trabaja en el entorno concreto de la enfermedad de que se trate. En nuestro estudio de la literatura existente para abordar nuestra tesis, estos aspectos estructurales se hicieron evidentes, tanto en los resultados como en los enfoques. En segundo lugar, vale la pena destacar que la base teórica de la promoción de la salud procede en gran medida de las ciencias sociales y del comportamiento, concretamente, de la educación, la sociología, la psicología y las ciencias políticas. No obstante, la práctica de la promoción de la salud, y concretamente el componente de la educación para la salud se aplica casi siempre en entornos médicos y no sociales. Como consecuencia de estos aspectos limitadores, históricamente se han producido pocos enfoques de promoción de la salud, en el campo de los enfoques de población a las enfermedades infecciosas. Por todo ello, hemos elegido estudiar la importancia de los enfoques de la promoción de la salud sobre las enfermedades infecciosas, a través de un argumento analógico. Nos hemos centrado en examinar los modelos de promoción de la salud ampliamente utilizados y adaptados para su aplicación a las ENTs, y en determinar si estos enfoques serían útiles y apropiados para las enfermedades infecciosas. Con 584992 PED22210.1177/1757975915584992D.V. McQueenEditorial editorial2015 Consultor Global, Tucker, GA, Estados Unidos de América (EUA). Email: dvmcqueengc@comcast.net La promoción de la salud aplicada a las enfermedades infecciosas David V. McQueen Editorial D.V. McQueen92 IUHPE – Global Health Promotion Vol. 22, No. 2 2015 todo, no es fácil establecer esta analogía. En primer lugar, hemos descubierto una cierta duplicidad, una diferenciación artificial vigente, a saber, que muchas enfermedades crónicas tienen elementos infecciosos; por ejemplo, determinados cánceres, enfermedades cardiovasculares, etc. Además, muchas enfermedades denominadas infecciosas, están definidas en principio por la causalidad inicial, pero tienen efectos crónicos, por ejemplo, la polio y el SIDA. La realidad que ha surgido es que probablemente toda enfermedad, independientemente de su etiología, ha tenido unos antecedentes esenciales de causalidades relacionadas. Esto ha sido y es particularmente cierto en el caso denominado las “causas de las causas”. Es decir, independientemente de los efectos de la enfermedad, las causas subyacentes de desigualdad, pobreza, entorno, etc. han aparecido como evidentes y relevantes. Así pues, los modelos de promoción de la salud basados en hechos tan distales son intrínsecamente importantes para las intervenciones que abordan las enfermedades infecciosas. La tesis analógica subyacente es muy potente. La dificultad de demostrar la fuerza que posee esta tesis aparece cuando se buscan estudios empíricos que lo muestren y al presentar la base probatoria de que las causas subyacentes resultan válidas, también para las enfermedades infecciosas. Se llevó a cabo una revisión e investigación clásica de la literatura existente, tanto publicada como “no convencional”. Al emplear el motor de búsqueda típico, se demostró lo limitado que es sólo contar con esta herramienta. En primer lugar, porque los modelos de promoción de la salud y los enfoques comunitarios ampliamente empleados no son fácilmente accesibles a través de los sistemas de clasificación que se basan en palabras clave y en la clasificación normal de los resultados de las enfermedades. Así pues, también acudimos a instituciones que se dedican a recopilar evidencia, como la Cochrane Collaboration, la Guía Comunitaria de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el Instituto nacional de Excelencia en Salud y atención sanitario (NICE) y otros. La ventaja de sus enfoques fue que tenían en cuenta el tipo y el contenido de la intervención de cada resultado de enfermedad específico, desde el punto de vista de la evidencia. No obstante, los resultados de nuestra búsqueda fueron escasos, en el mejor de los casos, porque normalmente cuando se lleva a cabo una investigación basada en los contenidos, la metodología y el diseño determinan el éxito o el fracaso de la intervención sea incluida y evaluada por estas iniciativas institucionales. Al final, el enfoque clásico de revisar la literatura revela una gran cantidad de textos sin examinar, imposible de clasificar, y el enfoque institucional produce una cifra insignificante de intervenciones exitosas y, en la mayoría de los casos, conclusiones insuficientes. Nuestro estudio ha servido para revelar este fallo y al mismo tiempo, ofrecer recomendaciones sobre lo que se podría hacer para remediar esta situación y promover la defensa de los enfoques de promoción de la salud, como forma de abordar todos los problemas desalud y de enfermedad. En primer lugar, el campo de la promoción de la salud comparte muchos elementos con el campo emergente de la investigación de las intervenciones de salud pública, y la necesidad de comprender: a) los mecanismos procesales que conlleva una intervención, en lugar de concentrarse en los resultados; b) la necesidad de ver la dificultad de determinar la causalidad cuando las intervenciones son complicadas y múltiples; y c) la necesidad de desarrollar nuevas formas de entender los éxitos y fracasos de las intervenciones. En segundo lugar, las intervenciones de promoción de la salud son a la vez prácticas y dinámicas. Las variables que se mantienen en cuenta en cada intervención son por sí mismas muy dinámicas y están sujetas a cambios a lo largo de la intervención, y, lo que es más importante, los participantes no se consideran sujetos de estudio, sino participantes activos en el mismo. Las intervenciones con diseños muy rígidos no son aplicables a la promoción de la salud, pero lamentablemente son de uso corriente en la mayor parte de los estudios de salud pública. Existe la urgente necesidad de desarrollar mejores metodologías participativas, y de que sean reconocidas por la literatura científica y los protocolos de investigación. Por último, la promoción de la salud beneficiaría de un estudio en profundidad de un área en la que las intervenciones de promoción de la salud en materia de enfermedades crónicas han cosechado grandes éxitos: el tabaco y la salud. Conocemos los resultados de muchas iniciativas de promoción de la salud relativas al tabaco, desde el ámbito de la política, como el Convenio Marco para el Control Editorial 93 IUHPE – Global Health Promotion Vol. 22, No. 2 2015 del Tabaco (3), a iniciativas individuales y la educación para la salud aplicada a la reducción de las conductas individuales del consumo del tabaco. Pero necesitamos una mayor comprensión y una investigación sistemática de la dinámica de estas iniciativas, y de cómo podrían establecerse modelos que nos orienten a la hora de comprender los contextos y mecanismos de las intervenciones en las que participa una pluralidad de componentes. Agradecimientos Mis más sinceras gracias a mi compañera de investigación, Erma Manoncourt, en este estimulante proyecto. Se ha ocupado de manera brillante de revisar la inextricable y difícil literatura no convencional, en relación a este tema; a Yuri Cartier, del equipo de la UIPES, por su diligencia, perseverancia y supervisión, lo cual ayudó a juntar los esfuerzos para que el proyecto fuera una realidad, y quien contribuyó enormemente con sus ideas; y a Marie-Claude Lamarre, directora ejecutiva de la UIPES, siempre competente e intuitiva, cuyos ánimos y consejos han sido imprescindibles. Agradezco también a los financiadores de este proyecto, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), por destinar recursos a este fascinante campo de la salud pública. Naturalmente, las opiniones expresadas en este editorial corresponden exclusivamente al autor y no necesariamente representan las de mis colegas ni financiadores de la UIPES. Financiamiento Esta investigación recibió financiación del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC). Referencias 1. McQueen DV. The health promotion argument: NCDs and public health. Chapter 22. En: McQueen DV (ed). Global Handbook on. New York: Springer; 2013, pp. 337–342. 2. McQueen DV, Manoncourt E, Cartier Y. Transferability of health promotion and health education approaches between communicable and non-communicable diseases: Analysis of current evidence. Technical report. Stockholm, Suecia: ECDC; 2014. 3. Organización Mundial de la Salud (OMS). Convenio Marco para el Control del Tabaco. Reporte, 2003. Ginebra, Suiza : OMS.
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