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FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA 
I.E TECNICO COMERCIAL “LAS AMERICAS” 
Guía básica para la enseñanza de filosofía. 
Lic Gustavo Balon Grado 11 
Las bases del pensamiento del Siglo XX: Darwin, Marx, Nietzsche, Freud. 
A partir de la Revolución Francesa, las concepciones filosóficas sobre la realidad del ser humano se 
van transformando. En buena medida gracias a un mejor conocimiento del mundo y de la historia. A 
partir de Darwin, el ser humano tomará conciencia de su lugar en el conjunto de los seres vivos y 
descubrirá que somos un producto de la evolución. De la mano de Marx, aparecemos como el 
resultado de la economía y de la historia. Nietzsche y Freud criticarán la racionalidad y libertad 
humanas, mostrando que estamos a merced de fuerzas biológicas e inconscientes que no podemos 
dominar. Junto a otros pensadores como Comte, Stuart Mill o Kieerkegaard marcarán las líneas del 
pensamiento del s.XX. 
La teoría de la evolución de los seres vivos presentada por Charles Darwin (1809-1882) en su libro 
“El origen de las especies” causó en su época un revuelo semejante al de Nicolás Copérnico durante 
el Renacimiento, cuando explicó que la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol. Con 
el evolucionismo desapareció la idea de que las especies vivas eran fijas e inmutables desde que 
fueran creadas por Dios. Según explicó Darwin, todos los seres vivos están emparentados y todos 
han evolucionado a partir de algún antepasado común. El ser humano también. Para Darwin, pues, 
el hombre es una especie animal como las otras, fruto de la evolución de la vida sobre la Tierra. La 
selección natural y la lucha por la existencia determinan la supervivencia de las especies más aptas. 
Esta teoría, en esencia biológica, fue llevada al terreno social (darwinismo social de Spencer) y fue 
aprovechada por los ideólogos racistas para apoyar su tesis de la superioridad de la raza. Según 
Hannah Arendt, la teoría de Darwin explicita la Ley de la Naturaleza que el totalitarismo pretende 
cumplir. 
Como podía esperarse, la teoría darwinista provocó una feroz oposición entre los círculos religiosos 
más conservadores. Darwin conmocionó una imagen del ser humano que gozaba de una venerable 
tradición. A la mayoría de personas no le gustaba la idea de estar emparentados con los monos, y a 
través de estos con el resto de animales. Con las ideas de Darwin, el ser humano había perdido su 
lugar privilegiado en este mundo. 
Para Karl Marx (1818-1883), el ser humano es, ante todo, un producto de la naturaleza, como 
afirmaba Darwin, pero su actividad no se limita al terreno biológico. A diferencia de los otros 
animales, el hombre puede romper los límites que le impone la naturaleza y producir sus propios 
medios de vida mediante el trabajo. El ser humano es el animal que trabaja, según Marx. A través 
de esta «praxis», el ser humano puede producir bienes, realizarse como persona, construir 
sociedades y hacer avanzar la historia. 
En cada momento histórico, el trabajo humano se organiza en diferentes modos de producción. 
Cuando el modo de producción se basa en la división del trabajo, en el reparto desigual de la 
riqueza y en la explotación del hombre por el hombre, el ser humano, en lugar de realizarse como 
persona, se des-realiza, pierde humanidad y se cosifica al convertirse e en un objeto -mercancia- en 
manos de los demás. Un ejemplo de esta situación lo encuentra Marx en la sociedad de su época, 
caracterizada por el modo de producción capitalista. 
En la sociedad capitalista, el trabajo es social, pero la propiedad de los medios de producción es 
privada. La burguesía capitalista es dueña de los medios de producción (fábricas, herramientas, 
materias primas … ) y también del producto fabricado. Los obreros son quienes producen las 
mercancías recibiendo a cambio un salario. Pero este salario está muy por debajo del precio de las 
mercancías producidas. El obrero es, pues, explotado. En estas condiciones, el trabajador no mejora 
como persona, sino que cada vez se embrutece más: cuanta más riqueza produce, más se empobrece 
como ser humano. Es lo que Marx llama “alienación” un proceso en el cual los seres humanos solo 
sirven como instrumentos de producción y su fuerza de trabajo es una mera mercancía. Para que el 
hombre recupere su auténtica dimensión humana es necesario transformar radicalmente el modo de 
producción capitalista y crear la sociedad comunista donde cada uno debería dar según sus 
capacidades y recibir según sus necesidades. Este es un proceso histórico necesario, si bien puede y 
debe ser acelerado por el proletariado. Hannah Arendt se referirá a este proceso denominándolo Ley 
de la Historia. 
El pensamiento de Friedrich Nietzsche (1844-1900) conviene enmarcarlo en la crisis de valores que 
acompaña al hombre europeo desde la ilustración, pasando por la Revolución Francesa y el 
extraordinario desarrollo de la ciencia experimental del siglo XIX. Progresivamente, los europeos 
han ido perdiendo la fe en Dios y desoyendo la voz de la Iglesia. La secularización o la pérdida del 
sentido de Dios se va extendiendo, y Nietzsche cree llegado el momento de ponerlo por escrito y 
sacar algunas consecuencias. Si ya no creemos en Dios, si «Dios ha muerto», según frase del propio 
Nietzsche, ¿en qué lugar queda el hombre? ¿Quién nos dirá lo que está bien y lo que está mal? 
¿Cómo orientaremos nuestras vidas? 
Según Nietzsche podemos hacer dos cosas. Primera, continuar viviendo como si Dios realmente 
existiese y los valores convencionales y prefijados fuesen los únicos existentes. Esta posibilidad, 
desde su punto de vista, ofrece una forma de vida mediocre y pobre, que niega todo lo positivo, 
vital y espontáneo que hay en nosotros. 
La otra posibilidad consiste en superar al hombre actual, crear nuevos valores y liberarnos de Dios, 
transformando la vida humana en la de un superhombre. El superhombre (o mejor, el ultrahombre) 
es, para Nietzsche, la gran oportunidad que se nos abre tras la muerte de Dios y la desaparición de 
cualesquiera valores prefijados. Ahora que Dios ya no existe, el superhombre mira hacia la tierra, 
hacia los instintos vitales, de creación y superación, que palpitan en el fondo de nuestra naturaleza, 
pues, según Nietzsche, el ser humano es voluntad de poder. Esa voluntad de poder se manifiesta a 
través de la creación de nuevos valores y la búsqueda y persecución de nuevos objetivos. 
Nietzsche encuentra en el tipo de valores del mundo griego, previos a la racionalidad de Sócrates y 
Platón y a la predicación cristiana, los valores auténticos del hombre heroico: la vida fuerte, 
creativa, sana, ascendente, deseosa de vivir y gozar sin limite. Esta es, a ojos de nuestro autor, la 
moral noble, aristocrática, propia de señores y no de esclavos, construida sobre la voluntad de 
poder. Esta será la actitud del superhombre. 
Sigmund Freud (1865-1939) fue el creador del psicoanálisis. Sus teorías, junto con las ideas de 
Darwin, Marx y Nietzsche, han ejercido una enorme influencia durante todo el siglo xx, y han 
ayudado a crear la concepción del hombre que tenemos en la actualidad. 
Según Freud, el ser humano desconoce buena parte de lo que es en realidad, porque bajo una capa 
superficial de racionalidad y conciencia, se esconde un elemento oscuro e ingobernable: el 
inconsciente, origen y causa fundamental de nuestro comportamiento. El inconsciente freudiano se 
rige por el principio del placer: desea satisfacer sus tendencias sexuales y agresivas, pero la 
sociedad y la cultura no se lo permiten. Como consecuencia de esta represión, el ser humano solo 
puede exteriorizar sus impulsos de una manera indirecta, por ejemplo, a través de los sueños, la 
creación artística, el trabajo o el sacrificio por los demás. Cuando ni siquiera así lo consigue, cae en 
la enfermedad mental, en la neurosis. 
Para Freud, no hay aspecto de la vida humana que no puede ser interpretado desde susteorías: la 
sexualidad es vista como la causa principal de las acciones humanas; las enfermedades mentales son 
la consecuencia de un deseo o instinto reprimido; el yo es solo una parte de la personalidad, en 
tensión con el inconsciente; incluso los actos más cotidianos, los olvidos, los sueños o las 
equivocaciones, que hasta entonces se habían considerado irrelevantes, se convierten en medios 
donde el psicoanalista puede bucear para acceder a las profundidades del inconsciente. También el 
arte o la religión se pueden interpretar desde el psicoanálisis. 
II. Aproximación general a las corrientes filosóficas del siglo xx 
Como se ha dicho, son muchas las corrientes filosóficas que han quedado prefiguradas por los 
autores ya citados. Lo que llamamos filosofía contemporánea no puede entenderse adecuadamente 
sin la influencia ejercida por su pensamiento. 
Así, el marxismo, originalmente una reacción frente al pensamiento idealista de Hegel, ha estado 
presente en todo el siglo XX, bien en su forma ortodoxa, o bien revisada en ocasiones gracias a 
otras influencias filosóficas y científicas que no estaban en el marxismo original (el psicoanálisis, 
por ejemplo), como sucede en el caso de algunos representantes de la Escuela de Francfort, como 
Adorno, Marcuse, y su cabeza visible actual, Jürgen Habermas. 
El positivismo de Comte, inicialmente otra reacción reacción contra el hegelianismo pretende 
instaurar un saber positivo, capaz de fundamentar una organización socio-política nueva basada en 
las ideas de orden y progreso frente a las tendencias revolucionarias y disolventes de la sociedad 
de entonces. Cabe reconocer esta línea de pensamiento en el positivismo lógico o empirismo 
lógico del siglo XX. Éste último constituye (junto con la llamada filosofía analítica) uno de los 
movimientos integrantes de la corriente analítica de nuestros días, cuya máxima originalidad 
consiste en haber transformado el concepto mismo de filosofía: para la corriente analítica (Carnap, 
Wittgenstein, Moore, Ayer…), la filosofía no tiene como objeto la realidad, sino el análisis del 
lenguaje acerca de la realidad (trátese del lenguaje ordinario o científico). Dentro del 
neopositivismo se suele mencionar también a Popper, si bien éste mantuvo siempre una distancia 
crítica con las tesis fuertes de dicha corriente. 
Otras corrientes de la filosofía contemporánea han tomado como principal objeto de consideración 
el fenómeno de la vida, en su vertiente puramente biológica o bien biográfico-histórica y la 
irreductibilidad de la existencia personal a otras realidades: son las denominadas filosofías 
historicistas y vitalistas que originadas en el siglo XIX se extienden por todo el siglo XX 
influyendo de diversas maneras en distintas tendencias filosóficas: existencialismo, personalismo 
(Mounier). Otras tendencias filosóficas de este siglo son la fenomenológía (Husserl) y el 
pragmatismo (Dewey). 
El historicismo engloba un conjunto de doctrinas que coinciden en subrayar el carácter histórico 
del hombre y tratan de determinar el método propio de las ciencias históricas. Entre los 
representantes más conocidos se encuentra Wilhelm Dilthey que asume la tarea de llevar a cabo 
una crítica -en el sentido kantiano- de la razón histórica. Las ciencias históricas (o ciencias del 
espíritu) estudian la vida no como lo hacen las ciencias naturales sino desde dentro de la vida 
misma por medio de la comprensión y la vivencia. 
Suele calificarse de vitalismo toda filosofía que admita un principio vital o una fuerza vital 
irreductible a los procesos físico-químicos de los organismos. Así pueden englobarse bajo esta 
etiqueta los sistemas de pensamiento más dispares siempre que entiendan la realidad no de un modo 
estático, sino dinámico, que valoren lo singular e irrepetible, es decir, lo vivencial e incluso lo 
irracional. Ya hemos visto como la filosofía de F. Nietzsche representa una reacción no sólo contra 
el espíritu de la Ilustración y contra Hegel, sino en realidad contra toda la tradición filosófica 
occidental que, originada en Platón y prosiguiendo con el cristianismo, es acusada de oponerse a la 
vida y a los valores vitales. Otros pensadores vitalistas son H. Bergson y J. Ortega y Gasset 
aunque éste último prefiere denominar raciovitalista a su filosofía. Efectivamente además del 
vitalismo, el filósofo español recibe también el influjo del historicismo de Dilthey, así como del 
existencialismo de Heidegger. 
Para terminar, diremos algo acerca de este último movimiento. El existencialismo analiza la 
existencia humana como modo fundamental de ser del hombre en el mundo, pero hay muchas 
diferencias entre los filósofos que son normalmente llamados existencialistas. Se reconoce como 
precursor de esta tendencia al filosofo danés Sören Kierkegaard y entre los principales 
representantes en este siglo se puede señalar a J.P. Sartre (muy influenciado por Husserl), K. 
Jaspers y al ya citado Heidegger. El existencialismo es una filosofía que afirma la originalidad de 
la existencia individual. La realidad individual única por antonomasia es la existencia del propio yo, 
pero no un yo puro sino concreto y mundano. La existencia es el fenómeno fundamental en el 
sentido de que es desde ella como se decide y establece el significado y valor de toda la realidad. 
Ahora bien la estructura fundamental y originaria de la existencia humana es la libertad y desde ella 
se entiende al hombre como un continuo proyecto. 
ACTIVIDAD. 
ARGUMENTE: 
1-Por que l a teoría de Darwin hace perder el lugar de privilegio del hombre en este mundo.? 
2-Por que para Marx,el hombre es un animal que trabaja? 
3-Por que el hombre se cosifica? 
4-Como el ser humano romperá con la alienación promovida por el capitalismo.? 
5-por que plantea Nietzsche su teoría del super hombre,al plantear que “Dios ha muerto” 
6-Como conceptua Freud el inconciente? 
7-Que argumenta :El positivismo,el vitalismo y el existencialismo.

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