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INAUGURACION DE OBRAS 
DE LA NUEVA F A C U L T A D DE 
AGRONOMIA DE LA 
U N I V E R S I D A D DE CHILE 
1967-1969 
Discursos pronunciados por el señor 
RUY BARBOSA 
Discurso pronunciado por el señor De-
cano de la Facultad de Agronomía y 
Vicerrector, don Ruy Barbosa, con 
motivo d• la iniciación de las obras 
del nuevo edificio de la Facultad de 
Agronomía en el Fundo Antumapu. 
21 cle junio de 1967. 
A L I N V I T A R O S a esta ceremonia hemos 
querido dar realce a un acontecimiento que va 
más allá de la iniciación de las obras que dota-
rán de un nuevo edificio a la Facultad de Agro-
nomía. 
Es la culminación de un proceso jalonado 
de anhelos y esperanzas. Es la oportunidad pa-
ra f i jar algunos conceptos relativos a la agri-
cultura y su necesaria y permanente implican-
cia con la comunidad. 
Y es también una ocasión para expresar el 
reconocimiento de un sector de la ciencia, el 
agropecuario, hacia quienes han hecho posible 
que avancemos por la senda de un futuro mejor. 
A pesar del esfuerzo desplegado por los agri-
cultores de Chile, luchando día a día contra los 
más variados y tenaces obstáculos, en una natu-
raleza de cambiante ecología y en un ambiente 
influido por factores no siempre consecuentes 
3 ] 
con las verdaderas necesidades del agro, la agri-
cultura no ha adelantado con el ritmo que esta 
época exige. Es indudable que una de las causas 
decisivas en este cuadro lo constituye la insa-
tisfacción de la demanda de ingenieros agróno-
mos, ingenieros forestales y otros profesionales 
afines, que esta Facultad debió satisfacer. La 
carencia de un local adecuado, la limitó en su 
positivo propósito de recibir más alumnos. 
En efecto, desde 1960 a 1967 la afluencia de 
postulantes aumentó en más de 500% mientras 
el ingreso efectivo se mantuvo estático, lo que 
en términos reales significa disminución de pro-
fesionales, si consideramos el aumento de pobla-
ción y los mayores requerimientos que la re-
estructuración agraria plantea. Mientras, el país 
se debate angustiado frente a una realidad que 
se expresa en divisas inmoladas en la importación 
de alimentos e inmensos recursos destinados a 
la medicina curativa que también se hacen insu-
ficientes, porque el pueblo de Chile no se nutre 
como merece. 
Cada petición formulada para corregir este 
déficit ha debido enfrentarse a una dura res-
puesta: no tenemos dinero; y esta carencia de-
riva de la falta de producción que es la resultan-
[ 1 6 
te, a su vez, de nuestro aún insuficiente nivel 
educacional. 
A pesar de todos los aportes de capital que 
se apliquen a la producción, ésta no aumentará 
con el ritmo de crecimiento que alcanza en los 
países desarrollados, si esos aportes o inversio-
nes no van aparejados del conocimiento cientí-
fico y técnico. 
En síntesis, un círculo vicioso que es impe-
rativo romper poniendo todo el énfasis de nues-
tros esfuerzos y de nuestros recursos en el ro-
bustecimiento de este elemento básico: la edu-
cación. Es ella la única que capacita para aplicar 
aportes, es la única que puede usar del progreso 
e impulsarlo, de evolucionar y hacer evolucio-
nar, de percibir y crear, de crear riqueza y apli-
carla al bienestar de la comunidad. 
Así lo comprendió un chileno, que ya hace 
años, a pesar de su juventud, ascendió a Ciu-
dadano de las Américas, título que lo dice todo, 
a quienes cifran la felicidad en la convivencia 
fraterna. 
Y Felipe Herrera dijo en la Conferencia de 
Gobernadores del BID en Panamá (1964) : "As-
piramos a que el Banco Interamericano de Des-
arrollo llegue a ser el Banco de la Universidad". 
Fruto de este concepto es el aporte que hoy 
5 ] 
agradecemos al Presidente del Banco Inter-
americano de Desarrollo y a sus colaboradores. 
Quiso el destino que el representante del 
Gobierno de Chile en esa oportunidad, fuera 
el Decano de la Facultad de Agronomía quien, 
valorando el profundo significado de tan senci-
lla y al mismo tiempo trascendente frase, hi-
ciera su exposición en torno al concepto del pro-
greso por la vía de la educación; y uno de cuyos 
pasajes estimo oportuno repetir —"El desarrollo 
de la Universidad que intentará el BID, alienta 
en su labor a aquellos que medimos el futuro de 
nuestros pueblos, cuantificando nuestro esfuerzo 
en la formación de la juventud"—. 
Dije también entonces —"Las aulas, en mu-
chos de nuestros países, ya no alcanzan a alber-
gar las legítimas aspiraciones de miles de bachi-
lleres que no tienen cabida en ellas; frustrán-
dose. Los aportes del BID, las ensancharán, trans-
formando así moneda, en capital humano"—. 
Este nuevo encuentro me da la oportunidad 
de expresar, no sólo mi modesta admiración al 
hombre que piensa bien y cumple mejor, al 
realizador de nuestros sueños de servicio a la 
causa que motiva nuestra devoción universita-
ria, a quien viene sembrando la americanidad, 
[ 1 6 
abonada por la cultura que genera comprensión 
que es tolerancia, sino también, asegurarle que 
el aporte del BID será bien aprovechado. 
De aquí a dos años en este mismo lugar en 
otra ceremonia ya animada por el bullicio de 
una escolaridad confiada, pletórica de posibili-
dades de realizar lo que la falta de medios frus-
tró en otros, se hará presente la certeza de un 
Chile mejor mediante la agricultura asistida por 
la ciencia que aquí se forje. 
Señores Ministros, gracias por vuestra asis-
tencia que solemniza este acto y que es una reite-
ración de vuestro interés por la causa agronó-
mica. 
En mi calidad de Decano de la Facultad de 
Agronomía, deseo testimoniar nuestros agrade-
cimientos hacia el Rector don Eugenio Gonzá-
lez y al Honorable Consejo Universitario por el 
permanente apoyo prestado a esta iniciativa. 
La Fundación Rockefeller, la Fundación 
Ford, todos aquellos que de una u otra manera 
nos ayudan y los alumnos que nos han acompa-
ñado con su comprensión, estarán presentes en 
nuestra gratitud. 
Hago público en este acto, el personal re-
conocimiento a mis estimados colaboradores en 
esta Facultad, sin cuya cooperación no habría 
n 
sido posible esta realidad, que de hecho da na-
cimiento a una nueva era de la Universidad de 
Chile, la que consciente de su destino, ha re-
suelto reestructurarse y dentro de esta medida, 
contempla la creación de la sede agropecuaria 
en este sector que llamamos Antumapu, porque 
este vocablo de la lengua araucana, significa tie-
rra de sol, de claridad, que evoca los altos de-
signios universitarios: dar luz a los espíritus, 
claridad al pensamiento, esplendor a las accio-
nes que de ellos emanen. 
No se piense que nuestros desvelos acadé-
micos se circunscriben a la dotación física del 
establecimiento. No, aquello sería sucumbir al 
materialismo que nos acecha con tenacidad. Si-
multáneamente con estos edificios estamos cons-
truyendo una nueva estructura docente, basada 
en modernos planes y programas de estudios, 
acordes con la dinámica que requiere el pro-
ceso de formación académica y profesional, el 
cual involucra la investigación que supera per-
manentemente al profesor. 
La ubicación de este establecimiento frente 
a la Estación Experimental La Platina, en esta 
hermosa comuna de la Granja, no es obra del 
azar. Es el resultado de nuestro permanente 
sentido de la integración, el mismo que nos mo-
[ 8 
viera a fundar el Instituto de Investigaciones 
Agropecuarias asociando al Estado y a las Uni-
versidades pará desterrar el oneroso paralelismo 
que impedía mancomunar las capacidades cien-
tíficas que sirven a la agricultura. Aquí, con-
juntamente con la Facultad de Medicina Vete-
rinaria, habremos de constituir un ejemplo más 
de lo que puede la unión, el uso de los mismos 
recursos para servir a los más diversos intereses, 
orientados al desarrollo. 
La historia señala cómo los hechos relacio-
nados con el avance cultural de los pueblos, son 
los únicos que adquieren valor de permanencia. 
Es por ello, que la firma de esta acta que 
simboliza la iniciación de las obras de la nueva 
Facultad de Agronomía tiene para laUniversi-
dad de Chile tan honda significación. Su rama 
agropecuaria inicia una nueva era y con ella se 
abren nuevas esperanzas de bienestar para la 
Nación. 
9 ] 
Discurso pronunciado por el señor 
Rector de la Universidad cle Chile, 
don Ruy Barbosa, con motivo de la 
inauguración de la nueva sede de la 
Facultad de Agronomía. 
31 de julio de 1969. 
El viejo edificio de la Quinta Normal, tal vez 
demasiado recargado de tradiciones y afectos, 
cedió al empuje violento de las fuerzas de la 
naturaleza, y tuvimos que aceptar con congoja 
que esa casa tan querida y tan llena de nuestros 
recuerdos de juventud, tendría que ser reem-
plazada. 
Dos inviernos atrás, en un acto en que la 
esperanza y el escepticismo cruzaban desafíos, 
.iniciamos simbólicamente esta obra material 
que anhelábamos para cobijar el valioso acervo 
acumulado en años de esfuerzos docentes, cien-
tíficos y administrativos, que hacían prever una 
progresiva expansión. En efecto, al asumir el 
decanato de la Facultad de Agronomía en 1960, 
sólo dos colegas dedicaban todo su tiempo a las 
labores docentes y de investigación. A fines de 
1967, ya más de 180 docentes e investigadores 
con obligaciones de tiempo completo o dedica-
ción exclusiva laboraban en las más variadas 
[ 1 0 
actividades universitarias, aplicando su prepa-
ración lograda por más de una centena de ellos, 
en la más altas escuelas para graduados del 
mundo. Este ritmo de crecimiento y perfeccio-
namiento plasmó la política con que concebi-
mos esta obra: asegurar la integral utilización 
de esos y otros recursos humanos en la creación, 
hasta ahora obstaculizada por la carencia de 
facilidades materiales. 
No sólo el crecimiento y prestigio de nuestra 
Corporación acrecentados día a día por quienes 
de ella han egresado, sino principalmente las 
necesidades nacionales cada vez mayores, acen-
tuadas por la importancia de la aplicación de 
las nuevas técnicas para que la actividad agro-
pecuaria aporte una mayor cuota de progreso 
a este país, hicieron indispensable un nuevo, más 
amplio y adecuado lugar de trabajo. 
Inspirados por la fe que asiste a quienes se 
entregan a las grandes causas; estimulados por 
aquellos que depositaron en nosotros su confian-
za, alentados por el amor sin reservas a nuestra 
profesión, y animados por nuestro deseo de ser-
vir aún más a la juventud y a través de ella a la 
patria, desestimamos nuestras limitaciones per-
1 1 ] 
sonales y las alternativas de fracaso que algunos 
se empeñaban en destacar. 
Y decidimos que ese lugar estaba aquí, al 
lado del Instituto de Investigaciones Agrope-
cuarias que fundáramos en 1964, cuya labor en 
beneficio de la agricultura y de nuestro pueblo 
ya eran evidentes, para posibilitar así, con su 
proximidad, una más estrecha y fácil coordina-
ción con las actividades propias de la Facultad 
de Agronomía. 
Había que lograr el financiamiento para una 
obra de tanta envergadura. Lo busqué en los 
más variados sectores. Lo hallé tan pronto como 
pude dar a conocer el proyecto al Presidente 
del Banco Interamericano de Desarrollo, don 
Felipe Herrera. Ofreció de inmediato su apo-
yo. Le entregamos los antecedentes necesarios y 
ordenó se llevara adelante la operación. Se ma-
terializó así el préstamo más rápido que haya 
concedido el Banco Interamericano de Desarro-
llo. Recuerdo aun cuando Felipe Herrera reunió 
a sus eficientes colaboradores y, luego de ex-
presarles su decisión de apoyarnos, hizo gene-
rosa y exacta referencia a los conceptos que ha-
bíamos vertido tiempo atrás en la Conferencia 
de Gobernadores del BID en Panamá, en la que 
habíamos expuesto la importancia de la educa-
[ 1 6 
ción superior y su rol en los programas que a 
nuestro juicio correspondían al BID en su con-
tribución al desarrollo de América Latina, evi-
denció así su prodigiosa memoria, la que segu-
ramente le permitiría reproducir ahora aquel 
párrafo del discurso que pronunciáramos al 
inaugurar estas obras y que decía: "De aquí a 
dos años, en este mismo lugar en otra ceremo-
nia ya animada por el bullicio de una escolari-
dad confiada, pletórica de posibilidades de rea-
lizar lo que la falta de medios frustró en otros, 
se hará presente la certeza de un Chile mejor 
mediante la agricultura asistida por la ciencia 
que aquí se forje", y recordar que esos dos años 
se cumplirán en octubre próximo. Deseosos de 
no lastimar la confianza que depositó en nos-
otros, procedemos hoy a esta inauguración, con 
la conciencia de haber cumplido con el señor 
Herrera, con el Banco de su digna presidencia, 
con nuestros colaboradores, con la Universidad, 
con Chile y con nosotros mismos. 
Señor Representante del BID: con toda mo-
destia, pero con orgullo que estimamos legítimo, 
os exhibimos una muestra de como la Univer-
sidad de Chile ha sabido aplicar los fondos que 
vuestra institución le confiara y esperamos que 
este ejemplo se tenga en cuenta cuando, nue-
1 3 ] 
vamente, la Universidad presente a la conside-
ración de ese Banco el proyecto de reestructu-
ración física que estimamos indispensable para 
afianzar las transformaciones estructurales que 
tanto anhelamos. 
La ayuda facilitada por el BID a la Univer-
sidad de Chile, y concretamente a la Facultad 
de Agronomía, corresponde a uno de los he-
chos más relevantes en la historia de la educa-
ción y de la economía chilenas. Los mejores 
propósitos de transformación económica y so-
cial de un país se pueden malograr —y de hecho 
así ha ocurrido—, si no se acompañan, correla-
tivamente, de fundamentales transformaciones 
en las estructuras educativas. 
No necesito abundar ante vosotros en mayo-
res consideraciones respecto de lo que significa 
para el desenvolvimiento social y económico 
de Chile, contar con una vigorosa agricultura, 
que le libere de los graves flagelos de la des-
nutrición humana, y de la estatal en lo que a 
drenaje de divisas se refiere. 
De ahí, pues, la inobjetable trascendencia que 
tiene para la educación superior y para todo el 
sistema nacional de enseñanza, el hecho de que 
en nuestra Universidad, la Facultad de Agrono-
mía quede en situación de adelantar las disci-
[ 1 6 
plinas científicas agropecuarias, aumentar la 
formación de profesionales y técnicos que ne-
cesita el campo chileno y contribuir a una me-
jor transformación de la agricultura. 
La Universidad de Chile vive en estos ins-
tantes un proceso de cambios que es del cono-
cimiento de la opinión pública. No deseo en 
esta oportunidad formular un análisis autocrí-
tico de las tendencias que se observan en sus 
distintas facultades y niveles académicos. Em-
pero, estimo oportuno trazar en grandes líneas 
lo que, a mi juicio, posee un valor de perma-
nencia en la vida universitaria, o sea, lo que de-
fine lo esencial de la Universidad. Nada más a 
propósito en esta ocasión, para introducirse en 
la materia, que reflexionar sobre las tareas que 
competen a una Facultad de Agronomía. 
Esta Facultad debe trabajar en dos direc-
ciones básicas: una que se orienta hacia su vida 
interior, que es de carácter sistemático, dispues-
ta para los alumnos que en ella se forman; la 
otra, organizada "hacia afuera", y cuyos cons-
tituyentes ya no corresponden al grupo privi-
legiado de los estudiantes que gozan de la edu-
cación superior gracias al esfuerzo de toda la 
ciudadanía, sino a las diversas capas sociales 
1 5 ] 
que constituyen el ambiente humano de la rea-
lidad nacional. 
La Facultad de Agronomía, en cuanto a 
Corporación Universitaria de trabajo "hacia 
adentro" debe cumplir a lo menos con las fun-
ciones siguientes, intrínsecamente solidarias: 
1) Formar al estudiante bajo la inspiración de 
una enseñanza eminentemente HUMANA, O sea, 
liberada de las inevitables deformaciones y es-
trecheces a que lo condena un profesionalismo 
restrictivo. Tal espíritu humanista permite a 
los jóvenes asumir una posición inteligente y 
animada de un sentido crítico y responsable 
frente a la sociedad y al universo que los rodea. 
2) Formar al estudiantedesde el punto de vista 
estrictamente técnico o profesional, de acuerdo 
con las necesidades que plantea la realidad ac-
tual y el desarrollo dinámico del país y 3) 
Adelantar la investigación en el campo de las 
ciencias y técnicas agropecuarias. 
La Facultad de Agronomía, en cuanto a or-
ganismo universitario que trabaja "hacia afue-
ra", debe tender a la transformación del medio 
agrícola chileno, naturalmente de acuerdo con 
los propósitos y métodos que definen las labo-
res de la Universidad. La Facultad debe incor-
porarse al medio ambiente exterior, con el pro-
[ 1 6 
pósito de investigar la realidad agrícola nacio-
nal, formada por hombres y elementos natura-
les. Pero esta investigación debe realizarla con 
un carácter peculiar, con estilo, principios y 
métodos propios, esto es con los principios y las 
técnicas que definen a la ciencia. O, lo que es 
lo mismo, por encima de intereses transitorios, 
de capillas políticas y religiosas, de presiones 
gubernativas o ideológicas. Los caminos que 
ofrezca la Universidad deben ser el resultado de 
formas de trabajo investigativo que se logran en 
una atmósfera de serenidad e impersonalismo, 
consustantivo del espíritu científico. 
Esta misión que se cumple "hacia afuera" 
no debe confundirse con la acción a que se en-
tregan las personas y grupos que representan 
la política contingente. La Universidad no es 
una Corporación cuya finalidad sea la de re-
solver los problemas de la realidad nacional, 
porque ello significaría arrancarla de su órbita 
propia, situándola en el papel que corresponde 
a los órganos de Gobierno o a los partidos po-
líticos. Nada más nefasto para las entidades de 
enseñanza superior que situarlas, en calidad de 
parte, en el sistema movedizo e inestable de las 
fuerzas y sectores contingentes de la realidad 
social. Si la Universidad, incurre en la seduc-
1 7 ] 
tora debilidad de comprometerse con el destino 
fraccional de las tendencias sociopolíticas vi-
gentes, inevitablemente hipoteca la naturaleza 
peculiar de su misión y funciones, pierde su 
jerarquía moral e intelectual y renuncia al ca-
rácter tutelar y de superior orientación de los 
espíritus que le confía la sociedad y el Estado. 
La Universidad, por definición, admite y 
estimula la pluralidad de las ideas. En conse-
cuencia, el dogmatismo y el sectarismo consti-
tuyen su más abierta negación. Asimismo, se 
festina el concepto de tolerancia ideológica 
cuando se pretende, bajo su amparo, aceptar la 
violencia, el terrorismo, como expresión de ideas 
y como raciocinio. Por lo menos en la Universi-
dad, corporación al servicio de la cultura que 
tiene su origen en el pensamiento ilustrado, no 
aceptamos substituir la razón por la fuerza. Los 
elementos de que se vale son los de la inteli-
gencia, del espíritu crítico más acrisolado, de 
la experiencia fundada en el rigor del método 
científico y de las aplicaciones de la técnica. 
En este sentido sigue la prestigiosa tradición 
de dos figuras tan altas como Andrés Bello y 
Valentín Letelier, al contribuir con su preocu-
pación y esfuerzos al estudio de los problemas 
nacionales, al t rabajar "haeia afuera" con el 
[ 1 8 
propósito de guiar y auxiliar con espíritu pú-
blico. 
La Universidad de Chile tiene una honrosa 
tradición que defender y cautelar. Cuando en 
otras partes, incluidas venerables corporaciones 
de enseñanza superior de Europa y de Norte-
américa —a las que mucho debemos en el orden 
del desarrollo científico, tecnológico y docen-
te— se generaron críticos procesos internos que, 
ante el asombro del mundo, degeneraron en 
violencia, nosotros manteníamos fecundos ca-
nales de comunicación entre profesores y alum-
nos, una actitud abierta hacia los cambios acon-
sejados por la realidad universitaria y por el 
ambiente externo, una actitud flexible y demo-
crática en la totalidad de los niveles académi-
cos. Sin que lo anterior signifique sostener que 
la organización de la Casa de Bello fuera algo 
perfecto, la verdad es que el genio democrático 
que histórica y realmente la ha inspirado cons-
tituye un caso difícilmente parangonable en el 
conjunto de las Universidades de América La-
tina y de otros Continentes. Se comete una ofen-
sa gratuita a la verdad histórica al establecer 
falsas sinonimias con realidades universitarias 
nacionales o extranacionales, cuya problemática 
1 9 ] 
y necesidades de rectificación obedecen a varia-
bles del todo distintas. 
Cuando se habla de la urgencia que existe 
en orden a democratizar nuestra Universidad, 
en verdad lo que se hace es empujar puertas 
que estaban abiertas. Se trataba exclusivamente 
de acentuar y crear procedimientos de partici-
pación de todos los sectores en que se asienta 
la actividad universitaria. Las modificaciones 
que se impulsan en las presentes circunstancias, 
con ser muchas de ellas muy plausibles, son de 
naturaleza instrumental, o sea, son medios que 
se estiman más aconsejables para la organiza-
ción de los estudios y la administración de los 
servicios. Pero en cuanto a los fines y principios 
que han inspirado las labores de la más antigua 
Casa de Estudios Superiores del país, permítan-
me decirles que ellos no requieren de cambios 
fundamentales sino de adaptación a nuevas rea-
lidades inherentes a la hora presente, ya que 
en su esencia responden a la más defendible y 
actual teoría universitaria. 
La Facultad de Agronomía, ha concentrado 
sus mejores esfuerzos en la tarea de modernizar 
sus planes, programas y métodos de enseñanza. 
Simultáneamente con estas labores de perfec-
cionamiento interno, están las que se realizan 
[ 1 6 
con propósitos de extensión cultural en la es-
fera científica y técnica que le concierne. Cree-
mos que los nexos de universidad y sociedad, 
se cumplen cabalmente entregando al país inge-
nieros agrónomos cultos y profesionalmente efi-
cientes; atendiendo las necesidades de cambio 
del agro chileno conforme a lo que indique una 
tecnología de superior nivel; venciendo las re-
sistencias mentales de algunos de nuestros agri-
cultores a las modalidades de una planeada 
transformación agraria o, lo que es lo mismo, 
realizando profundos estudios de antropología y 
sociología rural susceptibles de contribuir a no-
tables cambios de actitudes y conductas entre 
cuantos t rabajan la tierra, y, en suma, promo-
viendo toda suerte de iniciativas tendientes a 
producir cambios cualitativos y cuantitativos en 
la agricultura chilena. Insistimos, no obstante, 
en que todo lo anterior no implica confundir la 
obra universitaria con la que es propia de los 
gobernantes y administradores de la nación. 
En este sentido, entiendo a la Universidad como 
una agencia estimulante del cambio social. Cosa 
distinta es querer identificarla como herramien-
ta al servicio de concretos procesos "revolucio-
narios" que nadie se encarga de definir. Como 
las revoluciones son de muy diverso matiz doc-
2 1 ] 
trinario, tendríamos que admitir la obediencia 
de la Universidad a una determinada ideología, 
lo cual significaría matar en su raíz la esencia 
misma de la enseñanza superior. 
En varias oportunidades hemos evidenciado 
la conveniencia de coordinar las funciones de 
las Facultades de Agronomía y de Medicina 
Veterinaria; la operación con el BID llevaba im-
plícito, en cierto modo, un compromiso de acer-
camiento geográfico entre ambas. Hoy, desde un 
plano alejado de los naturales y humanos inte-
reses profesionales, hacemos un llamado más 
a los sectores universitarios comprometidos con 
las actividades agropecuarias para lograr una 
amplia complementación de sus funciones —para 
unir sus ideales de servicio público en una or-
ganización que los armonice y que, borrando 
viejos celos profesionales, restablezca y estreche 
los nexos indispensables a ambas disciplinas, 
de las cuales depende, en gran medida, el des-
arrollo nacional. En esta obra tenéis la piedra 
angular de la confraternidad agropecuaria. 
Dejo constancia de nuestra profunda grati-
tud al Gobierno de Chile que,haciendo con-
fianza en nosotros, avaló la operación con el 
BID; a la Fundación Rockefeller, a la Funda-
ción Ford , al Instituto Interamericano de Cien-
[ 1 6 
cias Agrícolas, a la FAO, al Fondo Especial de 
las Naciones Unidas y al Gobierno de Francia, 
que han contribuido en diferentes aspectos, pero 
en gran medida, al perfeccionamiento de la 
Facultad de Agronomía y a la materialización 
de pbras que aseguran un brillante futuro a la 
docencia e investigación agropecuarias. Nuestros 
agradecimientos, asimismo, a los Arquitectos que 
proyectaron estos edificios, que tendréis la oca-
sión de criticar para concluir en que son acree-
dores de nuestro aplauso, y a los Constructores 
que dieron, en estas obras, cumplida satisfacción 
a nuestros anhelos. 
Agradecemos igualmente a todo el personal 
obrero que, en forma anónima, se incorporó con 
su esfuerzo, emulando los gestos heroicos que 
son consustanciales al acontecer de nuestro pue-
blo, a esta cruzada de realizaciones. 
A vosotros, estudiantes que usaréis de estas 
aulas y laboratorios, al despedirme de la docen-
cia que albergara mis mejores inquietudes, sólo 
os pido que me permitáis desde mi retiro, ob-
servar como avanzáis sin que os lo impida aquel 
a quien en una cierta y única oportunidad sin-
dicasteis como obstáculo para vuestro avance. 
Con el afecto que siempre os he profesado, con 
la conciencia de haber retribuido a mi profe-
2 3 ] 
sión algo de lo mucho que ella me dio, y con la 
franqueza que nos da la paz que nos invade al 
término de labores y afanes tan queridos, puedo 
recordaros que estos miles de metros cúbicos 
de hormigón no se construyeron para contener 
vuestros ímpetus de superación, sino para servir 
de plataforma material desde la cual elevaréis 
vuestro espíritu y vuestra acción. 
Inauguramos, pues, esta sede, en la seguri-
dad de que ella constituye un valioso aporte a 
la educación, la ciencia y la técnica agropecua-
rias y, como consecuencia lógica, al mejoramien-
to y desarrollo de la agricultura de nuestro país, 
elemento esencial del bienestar y felicidad de 
Chile. 
[ 1 6

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