Logo Studenta

069_007

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

CRITICÓN, 69, 1997, pp. 5-20.
Cuando Covarrubias arrimaba
el hebreo a su castellano...
Dominique Reyre
LEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail
Entre el incalculable número de los lectores del primer diccionario castellano
unilingüe, el Tesoro y su Suplemento* de Sebastián de Covarrubias, muy pocos son en
realidad los que se fijan en las líneas escritas en caracteres hebreos ni se preguntan por
qué el lexicógrafo intentó, por decirlo así, «arrimar el hebreo a su castellano»2. Queda
fuera de nuestro propósito entrar en la crítica del elenco superdimensionado de las
etimologías hebreas3 que el canónigo de Cuenca ideó para gran número de voces. Sólo
1 Nos referimos a la edición facsimilar del Tesoro de La Lengua Castellana o Española, Madrid, Turner,
1977 (a partir de aquí: Tes, seguido de la cifra de la página) y al manuscrito del Suplemento inédito, ms.
6159 de la B.N. de Madrid (a partir de aquí: Sup, seguido de la cifra del folio).
2 En el congreso de la AISO que tuvo lugar en el mes de julio de 1996 en Alcalá de Henares leímos una
versión abreviada del presente estudio que será publicada en las Actas de dicho Congreso.
3 Véase, en comparación con los trescientos diez hebraísmos recogidos por Covarrubias en el Tesoro y su
Suplemento (prescindiendo de antropónimos y topónimos), el exiguo caudal de hebraísmos que considera
como definitivos J. Corominas, quien en el índice de hebraísmos de su Diccionario Crítico Etimológico
Castellano e Hispánico, sólo entra veintitrés voces básicas hebreas y sirocaldeas, Madrid, Gredos, 1980,
p. 1213, citado por José María Fórneas Besteiro, «Los Hebraísmos del Tesoro de Covarrubias», Miscelánea
de Estudios Árabes y Hebraicos, Universidad de Granada, 1991, volumen XXXVII-XXXVIII, 1988-1989,
pp. 223-247 (estudio de la escasez del elemento hebraico en el léxico español con la lista de los cincuenta
primeros vocablos que Covarrubias consideró de procedencia hebrea). Véase también J. M. Lope Blanch, «De
Nebrija a Ménage a través de Covarrubias», Nebrija Cinco Siglos Después, Universidad Nacional Autónoma
de México, 1994, pp. 55-76 (análisis de los préstamos que hizo el lexicógrafo francés a las etimologías de
Covarrubias y entre ellas a las hebreas) y, del mismo autor, varios estudios sobre el particular en Estudios de
Lingüística Hispánica, Madrid, Arco Libros, 1983. Véanse también Margarita Morreale, «Tradiciones
populares y antigüedad clásica en el Tesoro de Sebastián de Covarrubias: Sugerencias para su estudio»,
Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, tomo XLIII, Madrid, CSIC, 1988, pp. 437-439 y
B. Lépinette «Contribution à l'Étude du Tesoro de la Lengua Española o Castellana (1611) de Sebastián de
Covarrubias», Historiographia Lingüistica, edición de E. F. Konrad Koerner, Amsterdam/Philadeiphia,
6 . DOMINIQUE REYRE Criticón, 69,1997
quisiéramos ofrecer algunas reflexiones acerca del interés particular que manifestó
Covarrubias por el idioma hebreo4, actitud que le llevó a apropiarse de los mecanismos
lingüísticos de este idioma. Por supuesto, este fenómeno, que, no pocas veces, semeja un
auténtico mimetismo cultural, y que podemos calificar de panhebraísmo5, sobrepasa
ampliamente el marco de este estudio, remitiendo a temas históricos y religiosos6, y al
problema más general de la valoración del sustrato cultural hebreo en la historia
intelectual de España. Empero, dado el impacto de la lexicografía en la transmisión de
las ideas y creencias, el aspecto lingüístico, aunque poco estudiado, no es nada
secundario y constituye una de las facetas más originales del fenómeno de apropiación.
Para entender esta actitud y sin perder de vista los objetivos apologéticos del autor
del Tesoro7, nos ha parecido esencial investigar primero la formación hebrea de
Covarrubias, para ver luego cómo el lexicógrafo ponía en práctica sus conocimientos,
aplicándolos al idioma castellano mediante procedimientos imitativos de tipo
morfológico, fonético y léxico.
volume XVI, 3, 1989, pp. 257-310 (análisis de la recepción de Covarrubias en Francia e inventario de sus
fuentes y entre ellas, de las hebreas).
4 En esta apelación englobamos las lenguas caldeas y siríacas por el parentesco de estas lenguas que el
mismo Covarrubias señaló en la entrada Lengua: «Y assí la caldea como la syríaca, se derivaron de la lengua
hebrea», Tes, 758.
5 Empleamos la expresión de «panhebraísmo» en su sentido literal para designar la voluntad de
Covarrubias de reducir los demás idiomas semíticos —árabe, fenicio, caldeo, siríaco— al idioma hebreo. Para
apreciar el grado de originalidad de dicho panhebraísmo nos hemos valido, a título de punto de comparación,
de la obra de otro lexicógrafo, coetáneo del autor del Tesoro, el médico cordobés Francisco del Rosal, quien,
en su Alfabeto (que no llegó a publicarse), puso también a sus lectores en contacto directo con la lengua
original de la Biblia sin llegar como Covarrubias a apropiarse las peculiaridades lingüísticas del idioma
hebreo. Francisco del Rosal se contentó con reconocer la influencia lingüística que tuvo la presencia histórica
de los judíos en España, diciendo: «contribuyó la hebrea con la comunicación de los judíos, de que huvo en
España gran copia»; véase su Diccionario Etimológico, Alfabeto primero de origen y Etimología de todos los
vocablos originales de la Lengua Castellana, edición facsimilar de Enrique Gómez Aguado, CSIC, Madrid,
1982, p. 18.
6 Sirva de ejemplo el tema de la venida de los judíos a España con Nabucodonosor después de la
dispersión babilónica; véase nuestro artículo «Topónimos hebreos y memoria de la España judía en el Siglo
de Oro», Criticón, 65, 1995, pp. 33-55.
7 Véase la declaración de intención de la «Dedicatoria al Rey» en la que Covarrubias, guiado por su
propósito inicial de defender y exaltar el idioma castellano frente a los extranjeros, dice: «dándome licencia le
ponga nombre de Tesoro, por conformarme con las demás naciones que han hecho diccionarios copiosos de
sus lenguas; y de éste no sólo gozará la española, pero también todas las demás, que con tanta codicia
procuran deprender nuestra lengua, pudiéndola agora saber de rayz, desengañados de que no se deve contar
entre las bárbaras, sino ygualarla con la latina y la griega, y confessar ser muy parecida a la hebrea en sus
frasis y modos de hablar» [Tes, 18). Quizás uno de estos «diccionarios copiosos» hecho por un extranjero sea
el Thésaurus tempomm complectens Eusebii Pamphili chronicon, de Josepho Scalígero (1540-1609), hijo del
famoso humanista italiano, Giulio Cesare Scaligero, a quien cita el Licenciado don Baltasar Sebastián
Navarro de Arroyta en su «Carta a Covarrubias», otra pieza preliminar del Tesoro, diciendo: «y su hijo
Josepho Scalígero, el príncipe de los humanistas de nuestro tiempo» (Tes, 11). Scalígero, en efecto, según
refiere un siglo más tarde don Gregorio Mayans y Sisear, pretendía «enriquecer el Lexicón de Nebrija con
más de dos mil palabras»; véase Orígenes de La Lengua Española, Madrid, 1737, pp. 454-455 (en la edición
de 1873). Esta referencia a Josepho Scalígero permitiría aclarar la motivación lexicográfica de Covarrubias
que no quiso dejar a un extranjero el cuidado de ensalzar su propio idioma y deseó «dar noticia a los
estranjeros del lenguaje español, y de su propiedad y elegancia, que es muy gran honor de la Nación
Española» (Tes, 10).
CUANDO COVARRUBIAS ARRIMABA EL HEBREO... 7
La formación hebrea que recibió Covarrubias
con sus dos maestros Martín Celanda y Pedro de Falencia
Fue al parecer durante sus estudios en la Universidad de Salamanca, entre los años
1565 y 15718, cuando Covarrubias estudió algo de hebreo bajo la dirección de Martín
Celanda, quien, en la época, aún no era profesor de hebreo sino de Sagrada Escritura. A
este aprendizaje se refirió en su Tesoro en la entrada correspondiente a la voz hebrea
«Behemot», diciendo:
El maestro Celanda, catedrático que oy es en Salamanca de hebreo, leyéndome el Génesis, y
romanceando esta palabra, bolvía la quadrúpea.9
He aquí una de las escasas alusionesque Covarrubias hizo a sus lecciones de hebreo10.
Revela dos aspectos que interesan nuestra investigación: el primero es que Covarrubias
8 Covarrubias, cuyo título de bachiller en artes consta en el libro de matrículas de teología de la
Universidad de Salamanca entre estas fechas, presenció, bajo la presidencia del enemigo de los hebraístas,
León de Castro, decano de la facultad de teología, cinco actos públicos sobre los cuatro libros del «Maestro
de las sentencias» de Pedro Lombardo (Suma Teológica de Santo Tomás); véanse Ángel González Palencia,
«Datos biográficos del Licenciado Sebastián de Covarrubias y Horozco», Boletín de la Real Academia
Española, XII, 1925, pp. 39-72, 217-245, 376-396, 498-514 y Melquíades Andrés, Las Facultades de
teología españolas, Roma, 1954. Aquellos años que Covarrubias pasó en Salamanca fueron marcados por un
tenso clima conflictivo en torno al idioma hebreo: en 1565, el mismo año del ingreso de Covarrubias en el
claustro salmantino, León de Castro componía su libro monumental (1.021 folios de texto), titulado
Commentaria in Essaiam Prophetam (publicado en Salamanca en 1570), en el cual exponía sus teorías de
crítica textual acerca de la corrupción de las Biblias hebraicas, adulteradas por los rabinos (siendo
sospechosos los manuscritos hebreos de la Biblia disponibles en su tiempo) y sobre la pureza de la versión de
los LXX, efectuada sobre un texto anterior a las falsificaciones rabínicas. Cuando Covarrubias empezó sus
estudios en la Universidad de Salamanca, ya se había producido el primer choque frontal de León de Castro
con Fray Luis de León, cuyas concepciones en el campo de la exégesis escrituraria eran radicalmente
opuestas, siendo Fray Luis y sus compañeros partidarios de recurrir al texto hebreo del Antiguo Testamento
para su mejor comprensión; véanse M. Bataillon, Erasmo y España, México, 1966, pp. 741-747 y José López
Rueda, Helenistas españoles del siglo XVI, Madrid, Instituto Antonio de Nebrija, 1973, p. 224. El último año
en que estuvo Covarrubias estudiando en Salamanca, en 1571, León de Castro denunció al catedrático Fray
Luis de León y a sus dos compañeros Gaspar Grajal y Martín Martínez Cantalapiedra a la Inquisición bajo la
acusación de «judaizantes», lo que costó a Fray Luis cinco años de prisión y a Arias Montano un proceso
inquisitorial (de 1576 a 1580) a propósito de la Biblia Regia (ibid.).
9 Tes, 203. Martín Celanda, profesor de hebreo en la Universidad de Salamanca, ocupó primero la
cátedra de Sagrada Escritura y luego, al final de su vida, por los años en que Covarrubias redactaba su
Tesoro, la de hebreo (por eso dice el canónigo: «catedrático que es oy en Salamanca»). Al morir Martín
Celanda en 1610, su cátedra fue atribuida a Gonzalo Correas; véase Enriqueta de Andrés, Helenistas
españoles del siglo XVII, Madrid Fundación Universitaria Española, 1988, p. 37.
10 Para reconstruir la historia de la enseñanza y de la pedagogía del hebreo en la Universidad de
Salamanca sólo disponemos de escasas fechas: la fecha de la institución de la cátedra de hebreo por Alfonso
X (real cédula de 1252 citada por David Gonzalo Maeso, «La enseñanza del hebreo en las antiguas
universidades españolas», Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 1965-1966, XIV-XV, fase. 2, pp. 3-
21), la fecha (1311-1312) de la confirmación de la cátedra de hebreo por el concilio de Viena que, a petición
de Raimundo Lulio, favoreció la enseñanza de las lenguas antiguas en Roma, París, Oxford, Bolonia y
Salamanca; y la fecha (1520) de la nueva provisión de dicha cátedra en la Universidad de Salamanca que,
deseando elevar la enseñanza de las lenguas semíticas al rango que tenían en la joven Alcalá (inaugurada en
1508, obra del cardenal Cisneros, quien había instituido en 1511 la cátedra de hebreo y dirigió la elaboración
de la Biblia Políglota Complutense publicada en 1517) acogió en su seno al famoso profesor de Alcalá
8 DOMINIQUE REYRE Criticón, 69,1997
aprendió el idioma hebreo oyendo «leer» en voz alta el texto del Antiguo Testamento,
probablemente en la Biblia recién elaborada por los mismos profesores de la
Universidad de Salamanca, que hoy en día sigue en cabeza de estantería de su
biblioteca11 y que, en su Tesoro, Covarrubias llamó «el volumen hebreo»12 o «el texto
hebreo»13 o más bien a secas «el hebreo»14. Este tipo de aprendizaje mediante la lectura
en voz alta explica la presencia en el Tesoro de numerosas advertencias relativas a la
pronunciación de las consonantes y de las vocales hebreas que carecen de equivalentes
acústicos en castellano15, así como el punto de silencio, el «sheva»16, y el punto de
duplicación, el «dages»17 al cual el lexicógrafo dedicó una entrada específica en su
Tesoro, incluyéndolo en el léxico castellano. La segunda información que nos brinda la
referida alusión de Covarrubias a su formación hebrea está en el verbo «romancear»,
que alude a la traducción del texto hebreo de la Biblia al idioma castellano y ya no al
Alfonso de Zamora (el día 14 de julio de 1512 había inaugurado la enseñanza de hebreo en la universidad
cisneriana; véase Richard Kagan, Universidad y Sociedad en la España moderna, Madrid, Tecnos, 1981,
p. 31). Alfonso de Zamora, converso, dominaba el idioma hebreo por ser su lengua materna, y poseía sin
duda las ciencias bíblicas y judaicas aprendidas en las escuelas de sus primitivos correligionarios antes de la
expulsión; véase infra la nota 36. En tiempos de Covarrubias, entre las setenta cátedras de la Universidad de
Salamanca, había una de hebreo y una de caldeo; véase G. Reynier, La Vie Universitaire dans l'Ancienne
Espagne, Toulouse, Privât, 1902, p. 22. Pero los hebraístas que lo eran en el pleno sentido de la palabra
salían del Colegio Trilingüe (fundado en Salamanca, en 1555) que albergaba a doce colegiales durante cinco
años; entre ellos había un regente de hebreo y dos alumnos de hebreo a quienes se exigía la información de
limpieza de sangre, por dar acceso el estudio de las lenguas a los textos sagrados y no querer admitir en sus
cursos a «enemigos de la religión»; véanse los estatutos del Colegio Trilingüe de Salamanca citados por José
López Rueda, op. cit., p. 88 y 114.
11 Lo más probable es que Covarrubias durante sus estudios manejara esta versión directa de la Biblia
hebrea titulada: Translatio Chaldaica omnium librorum Vetus Testamenti, cum latina interpretatione, iura
jussuque doctissimorum Saltnanticensis Academiae praeceptorum, ex antiquissimis fidelissimisque
exemplaribus; véase Vicente de la Fuente, Historia de las Universidades en España, Madrid, 1885, tomo II,
pp. 280-282. Se puede consultar esta Biblia en la biblioteca de la Universidad salmantina (estantería Ia, cajón
Io, nos 1-2-3). También debió de manejar Covarrubias la segunda Poliglota o Biblia de Amberes (también
llamada Biblia Regia) según se puede colegir de sus frecuentes alusiones a las traducciones latinas del texto
hebreo de la paráfrasis aramea {Targum) así como a los tratados gramaticales y al diccionario hebreo-latín
del Apparatus, compuestos por Sante Pagnino; véase infra la nota 31.
12 Abacuq, Sup, Ir.
13 Cruz, Tes, 374.
14 Emprestar, Sup, 158v.
15 Véase la entrada «Guiñar», en la que Covarrubias insistió en la dificultad de pronunciar la gutural
«ayin»: «Hase de advertir que la letra s aiin es una aspiración densísima, que no se puede sinificar su
pronunciación por escrito, sino aprender de la voz viva del maestro, porque se forma en lo profundo de la
gola o garganta, con ayuda de un sonido gangoso formado juntamente en las narizes, y assí diremos "a
rahhahha" y corrompido "arrahax"»; Arraax, Tes, 148.
16 Covarrubias, como los gramáticos hebreos, distinguía entre los distintos tipos de «sheva» y
particularmente el mudo: «en latín significa que no se pronuncia», Eufrates, Tes, 574. Además subrayó el
papel fonético del «sheva»: «en el hebreo se escrive con estas letras nnon hefta, porque la primera letra E lleva
para sí la F, por tazón del seva que tiene debaxo», Efetá, Tes, 493. Covarrubias designó también el «sheva»
conla expresión «dos puntillos» y de este signo semivocálico sacó la etimología de la voz castellana «guiñar»;
véase infra.
1 7 Véase la entrada Dages: «Cerca de los hebreos es un punto en medio de las letras que le reciben, el
qual parece que las punca y despierta para que se pronuncien con más fuerça, es en dos maneras, fuerte y
leve»; Tes, 441a.
CUANDO COVARRUBIAS ARRIMABA EL HEBREO... 9
latín como lo hacían los estudiantes del decenio anterior. Este dato es de particular
relevancia histórica ya que a finales del siglo xvi iba cobrando cada vez más fuerza la
tendencia a enseñar el hebreo en castellano: el mismo rector de la Universidad de
Salamanca, Simón Abril, aconsejaba el estudio de las lenguas clásicas con «el ayuda y
favor de la vulgar»18. Además, este bilingüismo hebreo-castellano interesa directamente
nuestro tema en la medida en que favoreció el proceso analógico entre ambos idiomas,
proceso que constituyó la base de la futura labor etimológica del lexicógrafo. Así pues,
es de suponer que Covarrubias aprendió el hebreo reconociendo voces y grupos de
voces en la Biblia hebrea, sin llegar a tener una visión de conjunto del idioma hebreo19,
impulsado sobre todo por el deseo de leer las Escrituras en su lengua original. Como él,
por aquellqs años, en el claustro salmantino, cualquier estudiante interesado podía
asistir a las clases de hebreo, aunque siguiera ya otra facultad20, y muchos entendían
este idioma por haber oído leer, citar y designar los capítulos de las Escrituras en
hebreo21. Pero insistimos, no es que fueran hebraístas en el pleno sentido de la palabra.
Así entendemos cómo Covarrubias, en el manuscrito del Suplemento, pudo dejar
huecos sin rellenar al lado de la traducción latina de sus etimologías hebreas, y no citar,
en dicho manuscrito, más de quince raíces en caracteres hebreos, con la mitad de ellas
en la letra A22, dejando a un copista el cuidado de completar su trabajo. Sin duda el
lexicógrafo, agotado al final de su vida, quiso acortar su labor y ahorrarse el tiempo de
averiguar las raíces en sus diccionarios23. Pero el dato no carece de interés porque, en la
mayoría de los casos, los espacios dejados en blanco corresponden con raíces de
nombres propios que cualquier principiante se sabe de memoria, lo que permite afirmar
que lo que Covarrubias aprendió de hebreo en Salamanca no fue nada más que una
iniciación. Sin embargo, fue suficiente para despertar su avidez y su curiosidad
insaciable por este idioma.
Este interés fue alentado por otro profesor de hebreo de Salamanca, el padre fray
Pedro de Palencia, a quien Covarrubias cita con frecuencia en el Tesoro por ser una
autoridad entre los hebraístas de su Universidad24. Por su intermediario25 el lexicógrafo
1 8 Mientras el Brócense había mantenido la obligación para los estudiantes salmantinos de hablar latín
en la Universidad y sobre todo en el Colegio Trilingüe, el rector Simón Abril fue partidario de impartir las
clases en castellano; véase José López Rueda, op. cit., p. 245.
1 9 A diferencia del conocimiento sistemático y teórico que se podía adquirir en el Colegio Trilingüe.
2 0 Véanse José López Rueda, op. cit., p. 261 y Vicente de la Fuente, op. cit., tomo II, cap. L, titulado:
«El Claustro de Salamanca a mediados del siglo XVI», pp. 279-287.
2 1 En hebreo, los capítulos de la Biblia se designan por las palabras liminares; así hizo Covarrubias en la
entrada Génesis: «Sinifica la creación del mundo y el libro de la Sagrada Escritura [...] el primero de todos, al
qual los hebreos llaman Beresith, por ser ordinario cerca de ellos poner nombre al libro con las primeras
palabras del... vale tanto en lengua hebrea como in principio. Este con los quatro que le siguen escribió
Moisén» (Tes, 636).
2 2 Y sobre todo, a diferencia del Tesoro, bajo forma vocalizada.
2^ En apoyo de esta hipótesis sobre la intervención de otra persona para la inserción del idioma hebreo
en el Suplemento, se puede alegar la incongruencia lingüística que consta la entrada «Egipto» en la cual
aparece una raíz hebrea escrita en caracteres árabes (Covarrubias no empleó nunca caracteres árabes:
«Egipto... los hebreos la llamaron [espacio en blanco seguido de la voz árabe] mizarim que vale angustiae,
sive tribulatioties» (Sup, 156r).
2 4 Tenemos pocos datos sobre el padre de Palencia, quien no publicó ningún trabajo suyo. No obstante,
en el Tesoro, Covarrubias se refiere a su autoridad más de veintitrés veces. Sirvan de ejemplo las entradas
10 D O M I N I Q U E REYRE Criticón, 69,1997
pudo entrar en contacto con judíos y consultar a algunos rabinos cuya presencia se
toleraba, en la época, por razones filológicas, lo que recordó en el Tesoro, diciendo: «de
un gran rabino oí que...»26.
En este apartado no podemos dejar de mencionar la influencia que tuvo en la obra
del lexicógrafo el mayor hebraísta español de su época, Arias Montano, quien tanto
admiró el celo de los judíos por conservar el idioma de las Escrituras y su fidelidad en
leerla27. Covarrubias aprovechó la enseñanza legada por el maestro en su Apparatus de
la segunda Poliglota, refiriéndose a él en varias entradas de su Tesoro1*. Además, no es
ocioso recordar que, para la publicación del Tesoro, otro gran hebraísta, el discípulo
preferido de Arias Montano, Pedro de Valencia29 escribió una aprobación (Tes, 8).
El hebreo de las gramáticas y diccionarios
Para terminar con la evocación de la formación hebrea de Covarrubias e identificar
la tradición de la que proceden sus conocimientos, es preciso evocar uno de los tres
Cama: «según lo advierte el padre fray el padre Pedro de Palencia» (Tes, 273); Canasta: «el padre Pedro de
Palencia dize ser nombre caldeo» (Tes, 282); Carámbano: «como lo siente el padre Pedro de Palencia» (Tes,
300).
2 5 En 1610, siendo vacante la cátedra de hebreo del primer profesor de Covarrubias, Martín de Celanda,
Pedro de Palencia fue encargado de examinar al candidato Gonzalo Correas, junto con el maestro Aguayo y
un judío de Valladolid. Pero no se presentaron Pedro de Palencia ni el judío, por lo cual la Universidad
nombró a los padres fray Luis Bernardo y fray Dionisio Jubero para ayudar al maestro Aguayo. Éste, al
examinar a Correas, dijo que había tenido aciertos y errores en hebreo, pero que trabajando en ello, llegaría a
ser persona de importancia; en cambio, dijo que en caldeo lo había errado casi todo y que no era suficiente
para regentar la cátedra de lenguas. Luego se leyó una carta del Padre Palencia en la que decía que Correas
era suficiente para desempeñar esta cátedra; véase Enriqueta de Andrés, op. cit., pp. 37-38.
26 Godo, Tes, 645.
2 7 Véase el principio del prefacio del tratado titulado «De varia in hebraicis libris lectione ac de
Mazzoreth ratione atque usu» donde Arias Montano expresó su admiración para los judíos: «Magna olim
antiquis Israelitis sacrorum librorum lectionis conservandae religio magnaque cura suit, et ille sibi divinitus
creditus et commendatus thésaurus, in quo vitae aeternae mysteria continebatur, omni diligencia atque
custodia dignissimus habitus...» (Desde muy antiguo y con extremo cuidado y devoción fueron conservados
los textos de los sagrados libros por los israelitas quienes los consideraban como tesoros en los cuales estaba
encerrado el misterio de la vida eterna; por eso acostumbraban guardarlos con suma dignidad, diligencia y
devoción). Este tratado fue insertado en el Apparatus de la Biblia Regia que Covarrubias tuvo a su alcance y
publicado bajo el título Communes et Familiares Hebraicae Linguae Idiotismi (Antverpiae 1572, sin
paginación en la edición inicial).
2^ Véanse las entradas Abacuq: «verás a Benito Arias Montano sobre el mismo profeta...» {Sup, Ir);
Cana: «Arias Montano Tubal Cain sive De Mensuris» (Tes, 282); Cántaro: «Arias Montano...» (Tes, 289);
Çaraguelles: «Arias Montano vuelve...» (Tes, 395); Tavaque: «Verás a Arias Montano, De Arcae Fabrica, in
principio...» (Tes, 955).
2 9 «En parte me assegura aver passado por él los ojos el Licentiado Pedro de Valencia, por mandado de
los señoresdel Supremo Consejo, hombre de tantas partes, como a todos es notorio, que se crió a los pechos
de la santa y universal dotrina de Benedicto Arias Montano, y al presente es coronista general de España y del
Rey nuestro señor» (Respuesta a la carta del Licenciado Don Baltasar Sebastián Navarro de Arroyta, Tes,
15).
CUANDO COVARRUBIAS ARRIMABA EL HEBREO... 11
libros30 de hebreo que manejó el lexicógrafo, el Thesauri Hebraicae Linguae31 del
dominico hebraísta Sante Pagnino, que fue publicado en Amberes en 1572. Es una
3 0 La primera de las otras dos gramáticas hebreas manejadas por Covarrubias es la de Juan Isach,
titulada Grammatica Hebraea, Absolutísima in duos libros distincta. Este libro no figura en la obra
bibliográfica de Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana nova, sive Hispanorum scriptorutn qui ab armo MD.
ad MDCLXXX1V floruere noticia, 2' edición, 2 vols., Madrid, 1783-1788. Consultamos el ejemplar de la B.
N. de Jerusalén, Givat Ram, editio quarta, Antverpiae, 1563; el primer libro, que se titula «De verbis,
nominibus qui perfectis», estudia la vocalización (pp. 3-6), la pronunciación (pp. 6-18), el «sheva» y los
verbos (pp. 19-39), los sustantivos regulares (pp. 40-55) y las letras matrices (pp. 56-72); el segundo libro,
titulado «Verborum et nominum defectivorum», estudia los verbos irregulares (pp. 73-113), los sustantivos
irregulares (pp. 114-132), los sufijos, las preposiciones y los accentos (pp. 133-162); el tercer libro se titula
«Tractacionem de accentibus» e incluye al final un Alphabetum Hebraicum con un estudio de las letras
hebreas con su significación, nombre y figura. La segunda gramática utilizada por Covarrubias es la del
teólogo portugués fray Luis de San Francisco, titulada Globo linguae sanctae; véase Nicolás Antonio, op cit.,
tomo II, pp. 27 y 308: «Ludovicus A Sancto Francisco, Lusitanus, Doctor Theologus, olimque Iuris Pontifici
interpres, ad album tandem fratrum minorum pertinere voluit, sacrum ordinem observantiae in S. Iacobi
provincia ingressus, quinquagenarius, Romae ediddit: Globum canonum et arcanorum linguae sanctae, ac
divinae scripturae, 1586. Ad hune autorem et opus respexit Lucas Vuadingus in opúsculo De Hebraicae
linguae origine, quod cum Marii Calasii Concordantiis sacrorum Bibliorum editum fuit» (Luis de San
Francisco, portugués, doctor en teología, fue primero intérprete de derecho pontificio; siendo muy joven, se
hizo fraile franciscano e ingresó en la provincia de Santiago donde pronunció sus votos; en Roma, con
cincuenta años de edad, publicó Globo de cañones y secretos de la Lengua santa. Este autor y su obra refiere
Lucas Vuadingus en su opúsculo De los orígenes de la Lengua santa, que fue editado con la Concordancia de
las sagradas Biblias de Mario Calasio). Véase el único estudio publicado sobre esta obra (en latín) por
Arduino Kleihaus, OFM, «De grammatica hebraica Ludovici Sancti Francisci, seculo xvi», Antonianum
(Roma) 1, 1926, pp. 102-108. Ben Rekers indica al final de su libro Arias Montano, Madrid, Taurus, 1973,
p. 214, una carta de Plantino a Luis de San Francisco, Correspondencia de Plantino, éd. M. Rooses y
J. Denulé, 8 vols., Amberes, 1883-1914, n° 894. Hasta hoy, no hemos podido consultar la obra de fray Luis
de San Francisco sino de manera indirecta por las citas que de ella hicieron autores contemporáneos de
Covarrubias; véase el libro del hebraísta francés Claude Duret, presidente de la ciudad de Moulins, titulado
Thrésor de l'Histoire des langues de cet Univers, Ayverdon (Suiza), 1619, quien cita a menudo a fray Luís de
San Francisco bajo el nombre de Frère Louys Portugais: «F. Louys Portugais en son Globe des canons et
secrets de la langue sainte, livre I, chapitre I, dit qu'Abraham fut appelé Heber "trans ultra", le traverseur
pour avoir le premier passé l'Euphrate» (ibid, p. 43); y del mismo capítulo: «F. Louys Portugais dit que les
anges et âmes des bienheureux chantent et chanteront les psaumes de David en langue hébraïque au ciel»
(ibid, p. 259); «au livre I, chapitres 9, 10, 11, F. Louys Portugais traite des points, accents et autres notes et
marques des hébreux, comment les consonnes n'ont ni actions ni mouvements, ni âme pour les faire se
mouvoir et comment les hébreux ont mis des points "tenungot" ou 'motions' du verbe » nuang 'mouvoir', et
"nekoudoth", de nakad, 'petitesse', puis 'ponctuer' ou "rescamim" 'notation' comme le dit amplement
F. Louys Portugais» (ibid, p. 237); «Observations sur les lettres de la Cabale par F. Louys Portugais» (ibid, p.
140). Covarrubias cita esta obra varias veces en su Tesoro (en las entradas Besar: «Globo linguae sanctae, lib.
i, cap. 12, De forma et significatione punctorum punctorum ad finem, dize...» (Tes, 209); Buz: «Algo desto
insinúa el padre fray Luis de San Francisco en su Globo de la lengua santa, lib. I, cap. 12» (Tes, 247-248);
Derramar: «vide Globum linguae sanctae, lib 2, cap. I. Esaias, cap. 10» (Tes, 452); Gata: «Globus linguae
sanctae, lib. i, cap. 10» (Tes, 632a); Cahiz: «assí lo advierte Globus Linguae Sanctae, lib. i, cap. 15, fol. 101 »
(Tes, 262). Ambos autores facilitaron a Covarrubias gran parte de su argumentación lingüística de índole
mimética (véase infra).
3 1 Consultamos la versión que tuvo a su alcance Covarrubias o sea el texto revisado por Arias Montano
titulado El Thesauri Hebraicae Linguae, Antverpiae, 1572. El lexicógrafo designó el libro bajo varios títulos:
sea Tbesauro («yo no le he topado en el Thesauro...»; Capa, Tes, 293), sea Thesauro linguae sanctae («ex
Thesauro linguae Sanctae...; Canela, Tes, 287) o Thesauro Hebrae {«vide Thesauro Hebrae verbo nacaf...»;
Derramar, Tes, 452) o en latín y castellano Thesauro de la lengua santa («algunos destos verbos no he
12 D O M I N I Q U E R E Y R E Criticón, 69,1997
gramática hebrea con un léxico hebreo-latín32 cuya presencia en el Tesoro evidencia la
herencia judía legada al lexicógrafo por el biblismo. Con Pagnino, en efecto, aparece el
entronque con la línea de los hebraístas judíos de la Edad Media33, ] o que sitúa a
Covarrubias en una perspectiva distinta de la de los primeros humanistas y entre ellos,
la de Nebrija, quien, a principios del siglo xvi, se había inspirado, para redactar un
tratado sobre las letras hebreas, de San Jerónimo, es decir de un hebraísta cristiano34.
En cambio, en el caso de Covarrubias, el nexo de enlace con la tradición filológica de
los judíos hispanos, la del gran rabino David Kimhi35, que en el siglo xn produjo una
de las primeras gramáticas hebreas, se dio por la traducción al latín de su obra por
Alfonso de Zamora36 (quien la insertó en la Políglota de Alcalá), texto que fue retocado
hallado en el Thesauro de la lengua santa...; Boda, Tes, 224) o por fin Thesauro Hebraico {«Thesauro
Hebraico: significat...»; Jara, Tes, 712).
3 2 Dominico italiano, nacido en 1470, Sante Pagnino acabó en 1528 una labor de treinta años, su
traducción de los dos Testamentos, publicada en 1542, en Lyon, e insertada en la segunda Poliglota, después
de revisarla Arias Montano; la traducción iba acompañada de la gramática titulada Hebraicaes Institutionis
gramatices hebraicae (Lugduni, 1526) y del Thésaurus Linguae Sanctae (Lyon 1529, París 1548) primer
diccionario hebreo latín, abreviado en Thesauri Pagnini (Amberes, 1599), con doble entrada, la del lexicón
latín-hebreo y la del lexicón hebreo-latín. Adviértase que a partir de las ediciones de 1599, en la segunda
Poliglota o Biblia Regia el texto hebreo y su traducción latina se daban de forma interlinea] (palabra por
palabra, el texto latino debajo del hebreo) con la vocalizacón. De modo que la traducción de Pagnino marcó
una etapa decisiva en la pedagogía del idioma hebreo, ofreciendo a los principiantes un instrumento idóneo
que hoy sigue sirviendo de ejemplar de referencia para cuantos empiezan a estudiar el idioma hebreo (la
primera parte de este libro es una gramática hebrea que describe las letras consonantes y vocales, el «dagesh»,
las reglas de ortografía, el sistema verbal, la morfología de los sustantivos, de los adjetivos,de las
conjunciones; la segunda parte es un léxico hebreo-latino).
3 3 En su prefacio al Thésaurus de Pagnino, Francíscus Raphaelengius señaló este entronque: «interdum
etiam non pauca a Pagnino ex Radicibus David Kimhi aut minus opposite citata...», p. 12 de la edición
consultada.
3 4 Véase Ángel Sáenz Badillos, «Antonio de Nebrija ante la lengua hebrea y la Biblia», en Antonio de
Nebrija: Edad Media y Renacimiento, edición de Carmen Codoñer y Juan Antonio González Iglesias,
Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, pp. 109-120. No obstante esta influencia ejercida por los
hebraístas judíos sobre Covarrubias, es de advertir al mismo tiempo su fuerte dependencia con el hebraísmo
patrístico y el de los exégetas medievales, debida sin duda a su formación teológica; el lexicógrafo no dejó de
referirse con frecuencia a los hebraítas antiguos según el adagio «veritas hebraicas per Origenem prodita, per
Hieronymum edita, per Agustinum laudata y per Josephum confirmata», citado por Henri de Lubac, Exégèse
Médiévale, tome II, Paris, Aubier, 1961, p. 238. Covarrubias, en efecto, heredó las preocupaciones de crítica
textual de la tradición latina de la Vulgata de San Jerónimo, lo que le diferencia de los hebraístas del siglo
xvi, como Arias Montano quien fue censurado por haber comentado los textos sagrados sin citar autores, o
Fray Luis de León y Pedro de Valencia a quienes reprochó la Inquisición un descuido de los Santos Padres (la
advertencia es de Luis Gómez Canseco, El humanismo después de 1600: Pedro de Valencia, Universidad de
Sevilla, 1993, p. 173. En cambio, las frecuentes citas patrísticas de Covarrubias marcan el apego del
lexicógrafo a la tradición eclesiástica y su deseo de escapar a la censura que la Inquisición hizo del
humanismo cristiano del siglo xvi.
3 5 El libro del rabino del siglo XII, David Kimhi, conocido bajo su título hebreo de Mikhlol, lelkn o su
título latín Thésaurus o Compcndium (consultamos la edición de Venecia de 1545, en la Biblioteca Nacional
de Israel, Givat Ram) fue la obra maestra de la lexicografía judía medieval. Se inspiraron de ella los judíos y
los cristianos que elaboraron diccionarios hebreos y traducciones de la Biblia hebrea. La primera parte de este
libro es una gramática de los verbos titulada Shaar diqduq hapealim, 'Puerta de la Gramática de los Verbos'
(pp. 2a-69b) y la segunda, titulada Sefer Hashorashim, 'Libro de las Raíces', explica las palabras difíciles de
la Biblia a manera de concordancia.
C U A N D O C O V A R R U B I A S A R R I M A B A EL H E B R E O . . . 13
por Santo Pagnino y revisado por Arias Montano para el Apparatus de la segunda
Políglota. De manera que la obra de Quimhi llegó a manos de Covarrubias por la
versión latina hecha por los biblistas. A este Thesauro Hebraico recurrió con frecuencia
el lexicógrafo buscando en él étimos que no siempre encontró como esperaba: por
ejemplo no halló las raíces hebreas correspondientes a las voces castellanas «boda» y a
la voz «capa», por lo que dijo: «no la he topado en el Thesauro»37. De este Thesauro
Hebraico, instrumento básico de los biblistas, no sólo entresacó el canónigo etimologías
sino también glosas de voces oscuras de la Biblia, recogiéndolas palabra por palabra38.
Resumiendo: Tales medios de formación y fuentes de inspiración hacen constar una
rica, aunque fragmentaria, documentación sobre la lengua hebrea y permiten entender
cómo a Covarrubias le sonaban tantas veces las voces castellanas a hebreas. Así
inmerso en el mundo de la Biblia hebrea, a la hora de redactar su Tesoro de la lengua
castellana, al final de su vida, se dejó simplemente llevar por sus reminiscencias.
3 6 Alfonso de Zamora, nacido en 1492, gramático, filósofo y talmudista, abjuró el judaismo y fue
encargado de supervisar la elaboración de la Políglota de Alcalá; según el bibliógrafo Joseph Rodríguez de
Castro, Alfonso de Zamora copió literalmente la obra de Quimhi en hebreo, anotándola en latín y en
español: «Moseh Quimhi, su Miclol o Colección, copiada en hebreo e ilustrada con notas marginales e
interlineales españolas y latinas por Alfonso de Zamora», Biblioteca Española Rabínica, Madrid 1781, ed.
Georg Olms Verlag Hildesheim, New York, 1977, tomo I, p. 399. La obra de Alfonso de Zamora fue
insertada en el sexto volumen de la Políglota de Alcalá, titulado Introductiones artis grammaticae hebraicae,
et commentarum Biblia; con un diccionario hebraico Nominum ac verborum hebraeorum dictionarium
copiasum (Alcalá, 1526). Según el bibliógrafo Meyer Kayserling, Biblioteca Española-Judaica, New York,
Publishing House, 1971, p. 118, la gramática hebrea de Alfonso de Zamora fue publicada también en lengua
vulgar en 1526, en Alcalá {Kayserling, op. cit., p. 28). Pero Julián Martín Abad no confirma este dato al
referir por esta fecha la edición de dicho libro en latín; véase La imprenta en Alcalá de Henares (1502-1600),
Madrid, Arco Libros, 1991, p. 329, n° 159: «Alfonso de Zamora, Introducciones Artis Gramatice nunc
recenter edite, in Academia Complutensi. lit aedibus Michaelis de Eguia. 1526, Mayo (secunda editio)»; en la
portada está escrito: «Fons erat hebreus siccus nec clarus abunde» (El hebreo era una fuente sobre tierras
áridas y manaba clara y abundante).
3 7 Boda, Tes, 224; Capa, Tes, 293.
3^ Valga de ejemplo la voz hebrea «iemim», 'mulos', a propósito de la cual dice Pagnino «muli Gen; 36,
24; hanah enim coire faciebat asinum cum equa, quae peperit mulum, Tharg; fortes, potentes gigantes Hieron
dicit quosdam maria aut congregationem aquarum (cuius rei inventio in eremo difficultis est alios vero aquas
calidas, vide illum in Hebrai quaest.» (Ana juntaba el asno con la yegua, que parieron mulos, Targum; San
Jerónimo [interpreta por esta voz] los mares o las congregaciones de aguas (que [Ana] hizo brotar en el
desierto, cosa verdaderamente difícil, véanlo en Quaestiones Hebaicae), Pagnino, op. cit., p. 24a. Covarrubias
copió casi todo este comentario en la entrada correspondiente al nombre propio «Ana»: «Escrito con sola
una N es nombre de varón, del qual haze mención el sagrado texto, Génesis, cap. 36: Iste est Ana, qui invenit
aquas calidas in solituditie; y otra versión; qui invenit mulos in deserto. Hanah enim coire faciebat asinum
cum equa, quae peperit mulum. La palabra hebrea n'ai, iemim, puede sinificar los mares, los mulos, los
fuertes, los poderosos, los gigantes, la congregación de aguas que concurren de diversas partes a un lugar, y
porque a éstas les puso nombre el Señor, mares, Génesis, capite I. Congregaciones aquarum appelavit maria.
Por semejança los mulos se llaman »'»', iemim, porque se congregaron para su generación dos diversas
especies de animales, como son el asno y la yegua, los fuertes, poderosos y gigantes»; Tes, 114-115.
Covarrubias insertó también el comentario de Pagnino en la entrada correspondiente al sustantivo
«Azémila»: «Mulo grande... pero derechamente es nombre hebreo, azémila, quasi ayemila. Génesis, cap. 36:
Ipse est Ana qui invenit in deserto o'»^, hayemim. El Thesauro interpreta esta palabra: animalia mixta ex
asino et equa, id est mulos»; Tes, 174. Nótese que para quien no sabe hebreo ni está acostumbrado al estilo
rabínko, las dos glosas referidas resultan prácticamente ilegibles.
14 DOMINIQUE REYRE Criticón, 69,1997
Los humanistas y el idioma hebreo
Pero antes de analizar las similitudes que Covarrubias estableció entre el idioma
castellano y el hebreo, recordemos que dicha inclinación por equiparar ambas lenguas
no fue propia de él39 sino de todos los hebraístas del humanismo español que, como
hizo Fray Luis de León en su prólogo al Cantar de los Cantares, no vacilaron en
«confessar ser muy parecida [la lengua castellana] a la hebrea en sus frasis y modos de
hablar»40. Esta- búsqueda de semejanzas se relaciona, como ya es sabido, con las
apologías de las lenguas que procuraron exaltar las llamadas «vulgares» alzándolas al
nivel de las tres lenguas llamadas «nobles» o sea el latín, el griego y el hebreo41. En esta
perspectiva, el idioma hebreo llegó a ocuparun sitio privilegiado por ser considerado,
según las creencias patrísticas y medievales, como la «lengua santa»42, de origen divino,
la lengua original de la humanidad, la lengua madre de la que procedían los demás
idiomas y la lengua de la armonía universal, la que ofrecía mayor adecuación entre la
letra y el sonido, el significado y el significante, atestiguando una relación de naturaleza
entre ellos y no de mera convención arbitraria43. De ahí la fascinación que el idioma
hebreo ejerció sobre los humanistas y sobre el mismo Covarrubias, quien en el Tesoro,
en la entrada correspondiente a la voz «Lengua», recordó la preeminencia de la lengua
de la Biblia, diciendo:
Lo cierto y sin contradicción es que la primera lengua que se habló en el mundo fue la lengua
hebrea, infundida por Dios a nuestro primero padre [...]. Por manera que si alcancáramos la
pureza desta lengua y su verdarera etimología, no se inorara tanto como se inora de las cosas.
Duró esta lengua —sin que huviesse otra— hasta después del diluvio [...]. Desta confusión
resultaron las setenta y dos lenguas, en que se dividieron [...] y no es de maravillar que en
3 9 Véase supra, en la nota 6, la cita de la frase de la Dedicatoria en la cual Covarrubias expresó esta
comparación del idioma castellano con el hebreo: «confessar ser muy parecida a la hebrea en sus frasis y
modos de hablar» {Tes, 18).
4 0 Fray Luis de León, Obras Completas Castellanas, ed. de Félix García, Madrid, BAC, 1957, Primera
parte, p. 74.
4 1 Antonio de Nebrija en su Gramática castellana publicada en 1492 se refirió al hebreo como al modelo
de las lenguas para confortar su tesis de que «siempre la lengua fue compañera del imperio», y exaltar el
papel de Moisés: «Assi que comencé a florecer la lengua ebraica en el tiempo de Moisén; el cual, después de
enseñar en la filosofía y letras de los sabios de Egipto, y mereció hablar con Dios, y comunicar las cosas de su
pueblo, fue el primero que osó escribir las antigüedades de los judíos y dar comienzo a la lengua ebraica. La
cual de allí en adelante, sin ninguna contención, nunca estuvo tan empinada cuanto en la edad de Salomón, el
cual se interpreta pacífico, porque en su tiempo con la monarchía floreció la paz, creadora de todas las
buenas artes y onestas. Mas después que se comencó a desmembrar el reino de los judíos, juntamente se
comencó a perder la lengua, hasta que vino al estado en que agora la vemos, tan perdida que, de cuantos
judios oi biven, ninguno sabe dar mas razón de la lengua de su lei, que de como perdieron su reino, y del
Ungido que en vano esperan», citado por José Francisco Pastor, Las Apologías de la lengua castellana del
Siglo de Oro, Madrid, Comp. Iberoamericana de Publicaciones, 1929, pp. 3-6.
4 2 Orígenes (siglo n) fue el primero en hacer uso de la la apelación rabínica de «lashon ha qodesh»,
'lengua santa'.
4 3 Los humanistas acudieron al viejo planteamiento, socrático en el Cratilo o De Institutionem
Nominorum y a la filosofía escolástica que buscaron la harmonía universal de todos los conocimientos y la
de la lengua en su adecuación con la realidad, pensando que en la lengua original las voces y las cosas
estuvieron vinculadas, toda palabra siendo motivada.
C U A N D O C O V A R R U B I A S A R R I M A B A EL H E B R E O . . . 15
lenguas muy estrañas se hallen algunas palabras que tiren a las hebreas, pues desgajándose
della, como de su madre, llevassen algún rastro de su primer origen.44
Veamos pues ahora cómo Covarrubias puso en práctica estas concepciones en sus
etimologías45
La aplicación de los mecanismos lingüísticos del idioma hebreo al castellano
Escogimos dejar de lado los nombres propios de la Biblia así como los hebraísmos
autentificados por Corominas46 y las voces castellanas que Covarrubias identificó
inmediatamente como voces hebreas por ofrecer similitudes sonoras y semánticas con
ellas47. Nos centramos en las etimologías que requirieron, por parte del lexicógrafo,
algún esfuerzo de adaptación lingüística, algún ajuste de las voces castellanas a las
hebreas48, cuando las analogías entre ambas no parecían tan evidentes. En este nivel
preciso del análisis se plasmó la intención mimética del lexicógrafo mediante la
aplicación al idioma castellano de las leyes propias de la morfología y de la fonética del
idioma hebreo.
Así, Covarrubias afirmó que la estructura consonantica triradical, característica de
la lengua de la Biblia, se hallaba en el idioma castellano en numerosos verbos como
4 4 Lengua Tes, 758-759. Véanse también las entradas, Etymología: «Si nuestro primer padre nos dexara
los nombres que puso a las cosas con sus etimologías, poco avía que dudar en ellas; porque como se escrive
en el cap. 2 del Génesis: Omne enim quod vocavit Adam anintae viventis, ipsunt est nomen eius.
Appellavitque Adam nominibus suis cuneta animantia, et universa volatilia coeli, et omnes bestias terrae.
Mucho desto comunicaría con sus hijos, de que podría aver agora algún rastro, especialmente en la lengua
santa, fuente y principio de todas las demás» (Tes, 573); Cacique: «Y presupuesto que los que poblaron el
mundo después del diluvio, dividiéndose en la confusión de las lenguas al fabricar la torre de Babel o
Babilonia, cada nación de las que se apartaron llevaron consigo algún rastro de la lengua primera, en la qual
avían todos hablado, y quedó con Heber y su familia, de donde procedieron los hebreos; y assí digo que este
nombre cazique puede traer origen del verbo hebreo...» (Tes, 259); Harón: «porque en hebreo, que es la
primera raíz de todas las lenguas y particularmente de la arábiga...» (Tes, 676); Letra: «Pero lo más verisímil,
y aun cierto, es que Adán daría principio a la invención de las letras; quáles fuessen los caracteres no se sabe.
Podrían ser aquellos mesmos en que el Señor escrivió la Ley en las tablas que dio a Moysén, y los hebreos
huviessen conservado hasta entonces, no sólo la lengua pero también la escritura» (Tes, 763).
4 5 Juan M. Lope Blanch recuerda que Covarrubias concede al concepto de etimología «el amplio alcance
que tuvo en el pasado —por ejemplo, en San Isidoro— en que se suma la consideración del origen lingüístico
de la palabra ai estudio enciclopédico de su historia y de la historia de lo designado por ella», op. cit., p. 59.
Sobre la especulación etimológica heredada de la Edad Media, véase Paul Zumthor, Étymologies, Langue,
Texte, Énigme, Paris, Seuil, 1975, pp. 144-158.
4 6 Véase supra la nota 1.
4 7 Para no citar sino algunos ejemplos, véanse las voces castellanas «cofre», «saco», «tesoro», «toro»,
«res», derivadas por el lexicógrafo de las voces hebreas «cafar», «saq», «tesurah», «tor», «rosh» y el verbo
«bailar» que Covarrubias, según los usos etimológicos metatésicos de su tiempo, derivó de su equivalente
hebreo semántico «iabal». Sobre el recurso a la metátesis en materia de etimología, véase Francisco del Rosal:
«Muchos vocablos castellanos fueron formados del hebreo enteros como estaban pero trocadas las sílabas y
leídas al revés como en las palabras Arrope, Blanco, Borras, Tacaño...», op. cit., p. Lxxxvni.
4 8 En este caso, el lexicógrafo tuvo que matizar sus afirmaciones con las fórmulas: «unos quieren que sea
hebreo» o «puede ser hebreo» o «eso no quita que es hebreo (esta última frase la empleó Covarrubias tras
exponer una raíz del idioma árabe que como se sabe, él hizo derivar del hebreo). Y, muchas veces
Covarrubias llegó a proponer para una palabra castellana varios étimos hebreos; véanse las entradas «Gala»,
«Engazar», «Çamarro», «Jara», «Maleta», etc.
16 DOMINIQUE REYRE Criticón, 69,1997
«cortar» del hebreo «carat»49, «recamar» de «racam»50, «casar» de «qasar»51,
deduciendo etimologías hebreas de este paralelismo morfológico y diciendo: «es hebreo
[...] y assí tiene todas tres radicales»52. Insistimos: al destacar esta similitud entre el
castellano y el hebreo53, Covarrubias no sólo iba proponiendo etimologías sino que
confería a la lengua castellana una de las principales cualidades del idioma hebreo, o
sea, su brevedad,que causaba la admiración de los filólogos de la época54, por ser
contenido el sentido en pocas letras.
En la misma perspectiva comparativa, Covarrubias se valió de la fonética hebrea
para formar etimologías de tipo onomatopéyico. Basándose en el ruido producido por
la pronunciación de la consonante gutural «Ayin», propia del hebreo, derivó las voces
castellanas «gangoso»55, «arraax»56 así como la interyección «ay» y la voz «guaya»57,
por evocar dichas voces a quien habla desde el fondo de la garganta con ayuda de un
soplo nasal. De modo que, según el lexicógrafo, las citadas voces castellanas no serían
más que trasliteraciones al castellano del ruido producido por la gutural hebrea5».
Otra manera de conferir al idioma castellano características fonéticas del idioma
hebreo se dio en las etimologías «fisiomiméticas», o sea, las que consistieron en derivar
las voces de la forma que tomaba la boca al pronunciarlas. Ahora bien, este proceso de
mimetismo no es otro sino el que pusieron en práctica los Masoretas, unos sabios
judíos que, a partir del siglo V de nuestra era, idearon el sistema vocálico hebreo59,
designando las vocales por la gestual de la boca. Sirva de ejemplo la vocal «qubutz»
4 9 Corso, Tes, 363.
50 Recamar, Tes, 897.
5 1 Casado, Tes, 314.
5 2 Corso, Tes, 363.
5 3 Este paralelismo estructural entre los idiomas hebreo y castellano no se encuentra solamente bajo la
pluma de Covarrubias: el etimologista Valverde alegó también este concepto morfológico hebreo de las raíces
triradicales en que está «la sustancia de la dicción», diciendo: «Para venir a la fuente o raíz del vocablo de
sólo las consonantes se ha de hacer cuenta, y ninguna de ninguna vocal: quiero decir, que aunque en el
vocablo que se ha hallado ser la fuente y origen deste que se dudaba, no venga a quedar ninguna vocal de las
que tiene el vulgar que se inquiere, o otras muy diferentes, esto no hace a la sustancia, mayormente que en la
hebrea a la cual en fin hemos de acudir, ninguna letra es vocal, porque las vocales son unos puntitos
extraordinarios, y fuera de la sustancia de la dicción», Bartholomé Valverde, Tratado de etimologías de voces
castellanas en estas lenguas latina, hebrea, griega, árabe, Madrid, 1600 (consultamos el microfilm del
manuscrito 1-96 de la BN de Madrid, f. 2v).
5 4 Véase lo que dice el hebraísta francés C. Duret: «La perfection de cette langue consiste dans sa
brièveté, tous les mots sont simples, leur substance est toute entière enfermée dans trois consonnes radicales
auxquelles sont ajoutées des voyelles qui ont leur fonction propre», Duret, op. cit, cap. I, «De l'origine des
langues», p . 43. Duret repite esta argumentación en el cap. XXXV, «Comparaison de la langue hébraïque
avec la grecque» diciendo: «la langue hébraïque est merveilleusement significative, en peu de mots on
comprend les choses», ibid., p. 302.
5 5 Gangoso: «y tomaron este nombre de la pronunciación de una letra hebrea dicha gain, v, profertur
enim in profundo guturis aun adminiculo flatus narium...» (Tes, 628).
5^ Arraax (voz que designa los huesos de las aceitunas); Tes, 628.
5 7 Guaya: «empeçado a formar con la letra gutural g, de que usan mucho los hebreos; y assí cuando ellos
lloran decimos que hacen la guaya» (Tes, 663).
5» Covarrubias derivó también la voz castellana «taimado» de la última letra del alfabeto hebreo, la
«tav»; véase la entrada Taimado: «Pudo tomar el nombre de la letra, n , tau, signum, del verbo nin, tana
signare, porque estos tales siempre andan como señalados y todos se guardan y recatan dellos» (Tes, 951).
5 9 Dictionnaire Encyclopédique du Judaïsme, Paris, Cerf, 1993, p. 714.
C U A N D O C O V A R R U B I A S A R R I M A B A EL H E B R E O . . . 17
que corresponde con la V castellana y saca su nombre del verbo hebreo «qabetz» que
significa 'apretar' porque su pronunciación se hace 'apretando' o juntando los labios.
Covarrubias se inspiró del Globo de la Lengua Santa60, obra del gramático fray Luis de
San Francisco, quien había aplicado dicho mecanismo fonético hebreo al idioma
castellano y más precisamente a la etimología hebrea del verbo castellano «besar»,
derivándola de la vocal «qubutz»61, por expresar este verbo «besar» la misma acción de
«apretar los labios». El lexicógrafo siguió poniendo en práctica esta teoría mimética en
su etimología del verbo castellano «guiñar» que, según él, venía del signo hebreo
«sheva», que consiste en dos puntitos colocados por los Masoretas debajo de una
consonante para indicar la ausencia de su vocalización y la necesidad de pronunciarla
con la precedente o la siguiente62. Inspirándose de otro gramático, Juan Isaach63, a
quien citó en su Tesoro, Covarrubias estableció una similitud entre este fenómeno
lingüístico de asimilación consonantica y la gestual del guiño que sirve para «atraer» a
una persona, de lo cual infirió que la voz «guiñar» se derivaba del «sheva» hebreo.
No vamos a extendernos más en esta argumentación de índole rabínica64 del
canónigo. Basten estos ejemplos para evidenciar la preocupación esencial de
Covarrubias: probar que existe tanto en el idioma castellano como en el hebreo cierta
adecuación entre la forma de las voces y su significado según el concepto de la pureza
de la primera lengua de la humanidad, que el mismo Covarrubias expresó así:
Con ésta [lengua hebrea] puso nombre Adán a todos los animales de la tierra y las aves del
cielo, y el nombre que a cada uno puso era el propio suyo, según su calidad y naturaleza65.
Las referencias léxicas a la lengua santa
Notemos por fin que este afán de hallar en el castellano huellas de la lengua madre
se plasmó no sólo en las etimologías sino también en numerosas referencias léxicas a la
lengua santa. No pocas veces, Covarrubias enriqueció sus etimologías con glosas de
voces hebreas dando a entender que en éstas últimas residía la plenitud del sentido:
sirva de ejemplo la entrada correspondiente al verbo «escuchar», en la cual Covarrubias
6 0 Véase supra la nota 30.
6 1 Besar, Tes, 209.
6 2 Guiñar: «Hazer señal a uno con el ojo, cerrándole y abriéndole [...] Es nombre arábigo, y tray origen
de la palabra gizme, que es cierta señal que los arábigos ponen encima de la letra que se ha de retirar con la
precedente; y como los hebreos ponen debaxo de la dicha letra dos puntillos uno sobre otro, los arábigos
ponen encima una O. Juan Isach, en su Grammaíica Hebraea dize assí: Arabes, si quando literam
subsequentem praecedenti annectendatn, et ad eam quasi attrahendam in pronunciatione esse, significare
volunt, effigunt ad eius literae caput circulum, o latinorum persimilem, quem ob id gisme vocant, id est,
reditum, seu retractionem. Y assí el que guiña retrae para sí la persona, advirtiéndola se allegue a su voluntad
e intención» (Tes, 670).
6 3 Véase supra la nota 30.
6 4 Sobre la utilización por los exégetas cristianos de los procedimientos rabínicos y midrashicos y, en
particular de los aspectos morfológicos y fonéticos, véase Gilbert Dahan, Les intellectuels chrétiens et les juifs
au Moyen Âge, Paris, Le Cerf, 1990, pp. 268, 280, 303, 306.
6 5 Véase Lengua, Tes 758-759.
18 DOMINIQUE REYRE Criticón, 69,1997
apuntó la voz hebrea equivalente, formada de la raíz «ozen» es decir 'oreja',
subrayando que «escuchar» es acercar la oreja66.
Para que quede más completo el estudio sería preciso evocar también las glosas
bíblicas de las voces castellanas67, en las que el lexicógrafo expresó la misma
motivación asimiladora y su aspiración a hacer pasar el idioma castellano por muy
semejante al hebreo. Dichas glosas dieron ocasión a la creación de amalgamas
lingüísticos, marcados por un vaivén entre el hebreo y el castellano como si se tratara
de un mismo idioma68, y merecerían ser analizadas en el marco más general de un
estudio sobre el tema de la presencia de la exégesis hebrea de la Biblia en el Tesoro.
6 6 Escuchar: «Vale oyr con atención... Viene bien con ésto el verbo hebreo hizon JW, in piel, auscultare,
formado del nombre ¡tu, hozen, vide olem vau, que vale auris, como si dixésemosorejear o dar orejas» (Tes,
542). Véanse también «Abeja», «Almendra», «Agua», «Crepúsculo», «Bruja», «Candelero», «Hierva»,
«Encienso», «Golondrina», etc.
6 7 Glosas que el lexicógrafo mencionó cada vez que correspondían con palabras bíblicas difíciles o
controvertidas en aquella época de intensa labor filológica sobre los textos sagrados. Muchas veces
Covarrubias quiso proporcionar a sus lectores las confrontaciones de las distintas traducciones de las voces
bíblicas, la latina de San Jerónimo, la siríaca de la paráfrasis aramea del Targum, la hebrea de códices
antiguos o de versiones anteriores a San Jerónimo tales como las de Teodocio o Simaco. Sirva de ejemplo el
nombre castellano de un animal feroz de la Biblia llamado «bada» que fue traducido en el griego de los
Setenta por rhinoceronte, en el latín de la Vulgata siguiendo el texto hebreo por unicornio, mientras que el
texto siríaco del Targum dice tiaricornis (Bada: «Animal ferocíssimo [...]. El nombre de bada es impuesto de
los mesmos indios; mas presupuesto que no ay lengua que no aya tenido origen de la hebrea en la confusión
del edificio de la torre de Babilonia, no será fuera de camino dezir que bada es nombre hebreo, de 77a, badad,
solus, solitarius, por quanto este animal se cría en desiertos y lugares muy remotos y solitarios |...] Por otro
nombre se llama unicornio; pero éste es genérico a todos los animales que no tienen más que un cuerno,
dichos monocerotes... y de aquí ha nacido la equivocación de algunos lugares de la Escritura, en los quales
unos vuelven unicornio y otros rhinoceronte, como en aquel del psalmo 28, la Vulgata: Et comminuet eas
tanquam vitulum Libani et dilectus quem ad modum filius unicornium; el hebreo: Et exilire fecit eas velut
vitulum Libamtm et Sirion velut filium unicornium; el caldeo: Et insilire eas fecit sicut vitulum Libani et
montent producentem fructus sicut filium tiaricornis.... y la palabra n'asi, rheemim, unicornium. En los
lugares donde se halla, algunas vezes la buelve San Gerónimo por unicornio y otras por rhinoceronte. En el
psalmo 21, núm. 22, la Vulgara tiene: Salva me ex ore leoiiis et a cornibus unicornium bumilitatem meam. El
hebreo: Salva me ex ore leonis et a cornibus s'ttKT respondisti mihi. Unos buelven unicornium, y otros
naricornuum [...] El caldeo non, rhimenin: Salva me a feroci fortissimo sicut leone et a Rege potenti cuius
superbia sicut naricornis, acceptisti orationem meam, Numerorum, cap. 23. Vulgata: Deus eduxit illmn de
Aegypto cuius fortitudo similis est rhinocerotis. Son palabras de Job, cap. 39: Nunquid volet rhinocéros
serviré tibi, aut morabitur ad praesepe tuum? Nunquid alligabis rhinoceota ad arandum loro tuo aut
confringet glebas valliwn post te? En la bendición de Moysés a los doze tribus, Deuteronomio, cap. 33:
loseph quoque sit, etc., ibi: Quasi primogeniti tauri pulchritudo eius, cornua rhinocerotis cornua illius in ipsis
ventilabit gentes, usque ad términos terrae. De todos estos lugares consta la fortaleza y ferocidad desta
bestia» (Tes, 180-181). Y no pocas veces alegó Covarrubias la autoridad de Arias Montano para zanjar la
cuestión del significado de las palabras; así lo hizo por ejemplo para la voz «Caragüelles» (Caragüelles: «Este
vocablo no se determina Urrea si es arábigo, porque no le halla origen; sospecha ser bárbaro, conviene a
saber de otra lengua. Dizen algunos estar compuesto de mí, cara [...]. Otros dizen ser griego ... haec Lexicón
Graecum, Danielis, cap. 3, num. 21 donde la Vulgata buelve: Cum bracas suis, Arias Montano cum
Saraballis suis. Y el vocablo caldeo lóns vale femoralia, y assí buelven otros: cum femoralibus. Deste mesmo
parecer es el padre fray Pedro de Palencia» (Tes, 395).
6 ^ Así ocurrió en la entrada correspondiente a la voz «asno» en la cual Covarrubias documentó la voz
hebrea «hamor» indicando que al quitarle la consonante hebrea inicial «queda amor, en el qual se puede
entender el racional.» (Asno: «También devían ser los de Palestina de color bermeja, pues en hebreo se llama
el asno "lian, hamor, del verbo "inn, hamar, rubescere, el qual nombre da ocasión a que empecemos los
CUANDO COVARRUBIAS ARRIMABA EL HEBREO.. . 19
Detendremos pues aquí el análisis de los procesos analógicos con los cuales
«Covarrubias arrimaba el hebreo a su castellano» y concluiremos advirtiendo que lo
más relevante de la lexicografía hebrea de Covarrubias es sin duda su estrecha relación
con el biblisrho español que se preocupó ante todo por el retorno a la lengua original
como a una fuente pura cuyas aguas se habían ido enturbiando a lo largo de los siglos
pero que todavía ofrecían huellas de su transparencia primera69. En esta perspectiva, el
Tesoro no hizo sino vulgarizar y generalizar los conceptos del biblismo, marcando una
última etapa en la trayectoria de los hebraístas españoles. Se sabe cómo, después de su
formidable despegue con la publicación de la Poliglota de Alcalá y de su auge con la de
la Biblia Regia de Amberes, el biblismo sufrió una caída brutal con la prohibición de
esta última obra. Y por consiguiente podemos pensar que vivió sus últimas horas áureas
símbolos que se forman deste anima). Y e] primero sea sinificar el apetito desenfrenado y bestial que le
podemos considerar en aquella primera letra del nombre n, por ser una aspiración fuertíssima, hamor, que si
se la quitamos queda amor; en el qual se puede entender el racional... el asno es bestia, aunque provechosa,
para servicio ordinario, inútil para largo camino, semejante al hombre torreznero que no se sabe despegar de
la teta de su madre, a que parece aludir la bendición de Israel a su hijo Isachar, Génesis, cap. 49; Issachar
asinus fortis accumans ínter términos, vidit requiem quod esset bona, et terram quod óptima et supposait
humerum ad portandum, factusque est tributis serviens.... Es el asno símbolo del criado que ha de andar
mantenido y vestido, ocupado y castigado; Ecclesiatici, cap. 33: Cibaria et virga et onus asino, pañis et
disciplina et opus servo. En el Deutoronomio, cap. 22, mandava Dios que no hiziessen junta del buey y del
asno: Non arabis in bove simul et asino. El Abulense dize que se compadece Dios de sus criaturas, Sapientia,
cap. II: Misereris omnium, quonian omnia potes, nihil odisti eorum quae fecisti, etc. Y porque juntando el
buey con el asno, que es más débil, le avía de llevar arrastrando y fuera de su passo. Esto es a lo literal; la
interlineal lo interpreta del judío y del gentil. Isidoro: In bove et asino arat, qui recipit Evangelia cum
ludaeorum observantia, quae praecessit in umbra. Procopio: Bos victimae ciboque sacer est, cum asinus
neutrius usum praebat, Nicolás de Lira concurre con el Abulense; y finalmente es una locución parabólica
que nos advierte que en la obra de la predicación no se han de parear el sabio y el discreto con el necio y
arrojado» (Tes, 157). Y, como teólogo que era, Covarrubias se adentró tanto en estas discusiones exegéticas
que a veces llegó a perder el hilo conductor etimológico, dejándose llevar por los procedimientos rabínicos de
tipo midrashico, ensartando voces hebreas que sólo tenían una relación lejana con la voz castellana inicial y
practicando el notaricón o cabala de las letras y la cabala acróstica (como en la voz «Gafo») así como los
trastrueques y las mutaciones de letras que los rabinos operaban en las voces de la Biblia (Gafo: «es un
enfermo de cierto género de lepra muy malo... Y díxose gafo (según la más recebida opinión) quasi cafo, del
verbo hebreo BBS, cafaf, incurvare, mudando la muta tenue capa, en la media gama... San Gerónimo en el
libro de las Questiones hebraicas, dize que la palabra hebrea taran, nimrezeth, que la Vulgata buelve
maledictione pessima, contiene en cada una de sus cinco letras una maldición, poniendo letra por parte, y a
esta causa se puede dezir maledictio roborata, por ser una dición injuriosa que contiene en sí tantas injurias
como letras. En la Primera, que es 3, N, está cifrado el nombre BK:, noeph, que vale adulter; en la segunda »,
m •'asín , moabi, moabita; enla tercera i, r, »sn, rasah, impius; en la quarta s, ts, snx, tsaruaah, leprosus; la
quinta n, thau, ssn, thabab, abominan; et in niphal, abominabile esse inde nasui, thobabah, abominatus. De
manera, que en la palabra nimrezeth están incluydas todas estas afrentas, adúltero, moabita, impío, leproso,
abominable» (Tes, 618).
69 Para Covarrubias como para los teólogos cristianos de su tiempo existe una gran diferencia entre el
idioma hebreo del Génesis y el de los rabinos acusados de haber falsificado los textos bíblicos; dice el
canónigo en la entrada correspondiente a la voz «cruz»: «Y con ser la cruz tan áspera e ignominiosa, la
escoge por silla y trono de su Reyno, y quiere que assí se publique por todo el mundo; Psalmo 95: Dicite in
gentibus quia Dominus regnavit a ligno. La qual palabra a ligno, dize Justino que en su tiempo se leya en la
versión de los Setenta; pero que los rabinos, en odio a la Cruz, rayeron esta palabra, primero del texto hebreo
y después de los Setenta» (Tes. 374)
20 DOMINIQUE REYRE Criticón, 69,1997
bajo la pluma de Covarrubias. Por cierto, al pasar del campo de la exégesis hebrea de la
Biblia (que sólo existió al principio en la mente de una pequeña élite intelectual) al de la
lexicografía etimológica de la lengua castellana, el hebraísmo español adquirió un
protagonismo mayor gozando de gran difusión a lo largo de los siglos. Pero, al mismo
tiempo, conoció también una de sus más graves distorciones debida al anhelo de
generalización70 constitutivo de la lexicalización y más que todo a la constante
preocupación de Covarrubias, que fue, para probar sus excelencias, unir el idioma
castellano y la lengua santa.
REYRE, Dominique, «Cuando Covarrubias arrimaba el idioma hebreo a su castellano». En
Criticón (Toulouse), 69, 1997, pp. S-20.
Resumen. El análisis de las etimologías hebreas de Covarrubias en el primer diccionario español unilingüe, el
Tesoro y su Suplemento (inédito), revela que el lexicógrafo aplica mecanismos morfológicos y fonéticos
propios del idioma hebreo a la lengua castellana, para hacerla pasar por muy parecida a la lengua «santa».
Esta actitud se puede calificar de panhebraísmo y se relaciona con el propósito apologético de la lengua
castellana.
Resume. L'analyse des étymologies hébraïques de Covarrubias dans le premier dictionnaire espagnol
unilingüe, le Tesoro et son Suplemento (inédit), révèle que le lexicographe applique au castillan des
mécanismes morphologiques et phonétiques propres à la langue hébraïque. Cette attitude de panhébraïsme
s'explique par la visée apologétique de l'auteur, désireux d'établir que la langue castillane est très proche de
l'hébreu, la langue «sainte».
Summary. This essay tries to highlight in the first Spanish dictionary Tesoro (1611) by Covarrubias and in its
unpublished Suplemento the application of morfological and fonetical mechanisms of Hebrew language to
Spanish according to an apologetical approach.
Palabras clave. Covarrubias. Etimologías hebreas. Apologética de la lengua. Tesoro de la Lengua Española o
Castellana.
7 0 Se puede interpretar la actitud de Covarrubias como una respuesta a una voluntad colectiva de
clarificar y de ordenar las ideas del biblismo tras un período de intenso dinamismo intelectual caracterizado
por la adquisición de conocimientos, de conceptos nuevos. Así, comparando el movimiento de las ideas con el
flujo y el reflujo del mar (la idea es de Georges Matoré, Histoire des dictionnaires français, Paris, Larousse,
1968, p. 29), la elaboración del Tesoro, como la de todo diccionario, satisfaría un deseo de estabilización o
sea de «reflujo», siendo al fin y al cabo una tentativa de fijar y de grabar en las memorias el legado de los
biblistas antes de que éste cayera en el olvido.
	CampoTexto: CRITICÓN. Núm. 69 (1997). Dominique REYRE. Cuando Covarrubias arrimaba el hebreo a su ...

Continuar navegando

Materiales relacionados

199 pag.
Libro-Las-artes-del-escribano

SIN SIGLA

User badge image

Materiales y Contenidos

341 pag.
(COLEC~1 - Renata García

User badge image

Desafio PASSEI DIRETO