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Evolución y perspectivas del empleo y del desempleo La Nación 09/4/00 por Roberto Frenkel La información que recoge habitualmente la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC permite un seguimiento bastante preciso de la evolución de las condiciones de empleo de la población urbana del país. Sin embargo, los boletines periódicos que difunde el organismo no facilitan al público una lectura directa de esa información. Por ejemplo, mientras la tasa de desempleo publicada es el cociente entre el número de desempleados y la población activa, la tasa de subempleo involuntario se presenta como el cociente entre el número de subempleados y la población total. (Los subempleados involuntarios son las personas que trabajan involuntariamente menos de treintaicinco horas a la semana. Su ingreso promedio es aproximadamente la mitad del ingreso medio de los trabajadores a tiempo completo). En el Gráfico 1 se procura subsanar esa dificultad mostrando el desempleo y el subempleo involuntario como porcentajes de la población activa, lo que permite sumarlos y considerar el agregado. Como puede verse, la tasa de desempleo, la de subempleo involuntario y consecuentemente, el agregado de ambas, tuvieron una tendencia creciente en los años ochenta hasta alcanzar un pico en el primer semestre de 1990. Luego se redujeron, en correspondencia con la reactivación que comenzó en el segundo semestre de ese año, y permanecieron prácticamente constantes hasta 1992. En estos años el agregado representaba aproximadamente 15% de la población activa. Actualmente (en la encuesta de octubre de 1999) esa suma representa 28%, dividida por mitades entre desempleados y subempleados involuntarios. Puede observarse que ese verdadero salto se produjo entre 1993 y 1995 y que buena parte de éste tuvo lugar antes de la recesión del tequila, aún con la economía en franco crecimiento. Una perspectiva más detallada puede obtenerse expresando los datos que suministra la encuesta como porcentajes de la población urbana total del país. Esto es lo que hacemos en el Gráfico 2. Sobre cada una de las series está dibujada la línea de tendencia correspondiente. La línea superior es la tasa de actividad: el porcentaje de la población que participa (o, mejor, quiere participar) en el mercado de trabajo. Era 38% en 1980 y es casi 43% en la actualidad. Esto es bueno. El potencial de crecimiento y la capacidad de sustentación de la población dependen de la participación en el trabajo. A mayor desarrollo corresponde mayor participación. La línea inferior representa el porcentaje de la población ocupada a tiempo completo (esto es, más de trintaicinco horas semanales; en promedio trabajan unas 55 horas a la semana). Está incluído en este porcentaje la proporción de la población que trabaja voluntariamente menos de treinticinco horas a la semana (significa alrededor de 3%). Entre las líneas correspondientes a la tasa de actividad y a la tasa de ocupación a tiempo completo se observan el subempleo involuntario (entre la línea inferior y la línea central) y el desempleo (entre la línea central y la línea superior). El Gráfico 2 ofrece una explicación más rica sobre los problemas de empleo. Puede observarse, en primer lugar, que la ampliación del desempleo y del subempleo involuntario desde 1992 está asociada con la contracción del porcentaje de la población ocupada a tiempo completo, que muestra una acentuada tendencia negativa desde entonces. Entre 1992 y 1996 ese porcentaje se redujo algo más de 5 puntos, como consecuencia de la reestructuración, primero, y de la recesión, en 1995-96. Unos dos tercios de esta caída corresponden a la contracción del empleo en la industria. Pero también se contrajo el empleo en comercio y en la construcción. Con la expansión que siguió a la crisis del tequila el porcentaje de empleo a tiempo completo se incrementó algo más de 2 puntos y volvió a contraerse con la recesión más reciente. En resumen, entre 1992 y 1999 el porcentaje se redujo 4.5 puntos (número equivalente a un 10% de la población activa). La tasa de empleo a tiempo completo es la variable del mercado de trabajo que más refleja los procesos económicos, tanto los efectos de la reestructuración como la incidencia del ciclo del nivel de actividad. En cambio, el porcentaje de subempleo involuntario (que se adiciona al de empleo a tiempo completo para totalizar el porcentaje de empleo total) tiene un comportamiento contracíclico similar al del desempleo. Cuando cae el empleo a tiempo completo, por reestructuración o por recesión, el subempleo involuntario aumenta junto con el desempleo. A la inversa, cuando aumenta el nivel de actividad, se incrementa el empleo a tiempo completo y se reducen el subempleo involuntario y el desempleo. Las mencionadas características de la variable hacen de ésta el mejor instrumento para ensayar un pronóstico de la evolución del empleo y del desempleo. A este fin consideramos en primer lugar el efecto de la reactivación sobre la tasa de empleo a tiempo completo. Mediante técnicas econométricas estimamos que el porcentaje de la población total empleada a tiempo completo tiende a crecer aporximadamente un octavo de punto (0.13) por cada 1% de crecimiento del PIB. Esto implica que si se verifica la hipótesis oficial de crecimiento de 4%, ese porcentaje aumentaría en un año 0.5 punto porcentual. Ese crecimiento no se reflejaría completamente en la tasa de empleo total, porque se observará también una reducción de la tasa de subempleo involuntario. Tomando esto en cuenta, estimamos (econométricamente) que un 80% del aumento de la tasa de empleo a tiempo completo se refleja en la tasa de empleo total (el 20% restante se refleja en la contracción del subempleo involuntario). En consecuencia, la tasa de empleo aumentaría el 80% de 0.5 punto, esto es, 0.4 punto porcentual. Para pronosticar la evolución del desempleo nos resta considerar la tasa de actividad. Esta tiene una tendencia creciente desde mediados de la década de los ochenta que significa 1 punto porcentual cada tres años. Resulta principalmente de la progresiva incorporación de la mujer. Dado que la tasa de participación femenina es aún bien inferior a la observada en muchos países desarrollados y subdesarrollados, puede suponerse razonablemente que la tendencia observada permanecerá en el futuro cercano. A favor del argumento puede agregarse que desde 1996 los datos de tasa de actividad se colocaron casi exactamente sobre su línea de tendencia, como puede verse en el gráfico, aún con cambiantes condiciones económicas. La hipótesis implica que en el año que estamos pronosticando la tasa de actividad aumentaría un tercio de punto, digamos 0.3 punto porcentual para redondear. Se concluye que si el PIB crece 4%, el porcentaje de desempleados en la población urbana total se reduciría en 0.1 punto porcentual (0.4 de aumento de la tasa de empleo menos 0.3 de aumento de la tasa de actividad). Puesto el número en porcentaje de la población activa, como se publica habitualmente, la tasa de desempleo se reduciría en un año en 0.24 punto porcentual. Digamos, aproximadamente, del 13.8% de la última medición, a 13.6% ó 13.5%. Roberto Frenkel es investigador del CEDES y profesor de las universidades de Buenos Aires y Palermo. 0 5 10 15 20 25 30 35 80 82 84 86 88 90 92 94 96 98 00 DESEMPLEO DESEMPLEO+SUBEMPLEO INVOLUNTARIO Gráfico 1 Tasas de desempleo y subempleo involuntario En porcentajes de la población activa 28 32 36 40 44 80 82 84 86 88 90 92 94 96 98 00 ACTIVOS EMPLEO OCUPADOS TIEMPO COMPLETO desempleo subempleo involuntario Gráfico 2 Tasas de actividad y empleo En porcentajes de la población urbana del país
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