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Martiarena, Oscar - La formación del ciudadano del mundo La antropología pragmática de Kant como arte de vivir en una sociedad cosmopolita

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Óscar Martiarena
LA FORMACIÓN 
DEL CIUDADANO 
DEL MUNDO
La antropología pragmática de Kant 
como arte de vivir 
en una sociedad cosmopolita
Ó sca r M a rtia re n a
LA FORMACIÓN DEL CIUDADANO 
DEL MUNDO
La antropología pragmática de Kant 
como arte de vivir en una sociedad cosmopolita
dr © Óscar Martiarena 
Progreso 228-3 
Col. Escandón 
Deleg. Miguel Hidalgo 
11800 México, D. F.
la. edición, 2009
ISBN: 978-60700-116 10
Impreso y hecho en México 
Prínled and made ¡n México
Edición al cuidado de Rubén Lozano, Rodolfo Bucio y el autor. 
Diseño: Oak Editorial, SA de CV.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser re* 
producida, registrada, almacenada o transmitida por medio alguno sin permiso 
previo del editor.
Sei standhaft, duldsam und verschwiegen.
Die Zauberflóte
L ista de a b r e v ia t u r a s
Ak. Kant, I., Kant’s Gessamelte Schriften, ed. de la Kóni- 
glich Preussischen und der Deutschen Akademie der 
Wissenchaften, Berlín u. alia, 1902 ss.
ApH Anthropoloyie in pragmatische Hinsicht (Antropolo­
gía en sentido pragmático)
GMS Grundlegung der Metaphysik der Sitten (Fundamen- 
tación de la metafísica de las costumbres)
KpV Kritik der praktischen Vernunft (Critica de la razón 
práctica)
KrV Kritik der reinen Vernunft (Crítica de la razón pura)
KU Kritik der Urtheilskraft (Critica de la facultad de juz-
9ar)
MS Metaphysik der Sitten (Metafísica de las costumbres)
A lo largo del libro las referencias a la obra de Kant, salvo las 
de la Critica de la razón pura, se harán conforme a la edición de 
los Kant’s Gessamelte Schriften, siguiendo el procedimiento 
usual: a la abreviatura Ak. sigue, en números romanos, el tomo 
aludido y, en arábigos, el número de la página del volumen. A 
menos que se indique lo contrario, las citas de la ApH se harán 
conforme a la traducción de ), Gaos. Las referencias de la KrV 
proceden de la traducción de P. Ribas, y las de la KU de la de R. 
Rodríguez Aramayo y S. Mas, titulada Crítica del discernimien­
to (vid. "Bibliografía"). El resto de las citas son traducción mía.
I n t r o d u c c ió n
En una nota que añade al final de Sobre las diversas razas hu­
manas (1775), Kant apunta que en sus Lecciones sobre geogra­
fía física realiza "un ejercicio en el conocimiento del mundo" 
cuya finalidad es proporcionar lo pragmático a todas las demás 
ciencias y habilidades adquiridas a fin de que devengan útiles, 
no sólo para la escuela sino también para la vida, con lo que el 
aprendiz, agrega, es introducido en el escenario de su destino 
[Bestimmung], es decir, en el mundo.'
Poco tiempo después, en una carta que envía a C. H. Wolke, 
en agosto de 1778, al distanciarse de quien piensa que la edu­
cación de los seres humanos debe contener sólo conocimientos 
científicos, escribe: “Él considera que lo único necesario es el 
estudio de la ciencia, y yo, la formación |Bildung) del hombre, 
no sólo de sus talentos sino también de su carácter".1 2
Veinte años más tarde, en el "Prólogo" de la Antropología 
en sentido pragmático (ApH), sostiene que una doctrina como 
la que presenta es un conocimiento de los seres humanos en 
tanto ciudadanos del mundo, que debe completar los adquiridos 
en la escuela y, como todo progreso de la cultura por medio del 
cual el hombre se educa, tiene la finalidad de ser aplicado en
1. Ak. II 443.
2. Ak. X 238.
11
el mundo y, por tanto, también a su objeto más importante: el 
hombre mismo.3
Las referencias muestran que, al menos desde mediados 
de la década de los setenta hasta la publicación de la ApH, Kant 
sostiene que la formación de los seres humanos requiere algo 
más que conocimientos y habilidades. En la nota sobre sus 
Lecciones sobre geografía física, ese más es un ingrediente, al 
que ya ahí denomina pragmático, el cual, afirma, al tiempo de 
introducir a sus alumnos al mundo como escenario de su des­
tino, habrá de permitirles que los conocimientos y las habili­
dades adquiridas les sean útiles tanto en la escuela como en 
la vida. Por su parte, la carta a Wolke da cuenta del interés de 
Kant en que la educación de los seres humanos no se reduzca 
a proporcionar conocimientos científicos, sino que procure una 
formación más completa; que forme el carácter y no sólo los 
talentos. Dos décadas después de la carta a Wolke, en el "Prólo­
go" de la ApH, afirma de nuevo que a lo aprendido en la escuela 
debe añadirse algo más que complete la formación de los seres 
humanos. No obstante, a diferencia de la nota sobre sus Lec­
ciones sobre geografía física, en la que sólo informa sobre lo 
que llama "un ejercicio en el conocimiento del mundo” y de la 
carta a Wolke, en la que sostiene la necesidad de la formación 
del carácter, ahora presenta una doctrina, la antropología desa­
rrollada en sentido pragmático, la cual, afirma, debe completar 
los conocimientos adquiridos en la escuela, al proporcionar, a 
quienes a través de ella se formen, un saber sobre los seres hu­
manos como ciudadanos del mundo. Pero, además, dado que, 
para Kant, de acuerdo con el primer párrafo del “Prólogo” de la 
ApH, lodo progreso alcanzado en el campo de la cultura tiene la 
finalidad de ser aplicado al mundo y, por tanto, a su objeto más 
importante, esto es, a los seres humanos, el que proporciona la 
ApH es un conocimiento que quienes se formen a través de él 
habrán de aplicar a sí mismos.
3. Ak. Vil 119-120.
12
De modo que el ingrediente pragmático que pone en 
práctica en sus Lecciones sobre geograf ía física, y el breve co­
mentario a Wolke sobre la necesidad de formar, además de los 
talentos, el carácter de los estudiantes, pueden ser vistos como 
indicios, incluso antecedentes, de lo que, de acuerdo con lo ape­
nas esbozado sobre su "Prólogo", Kant presenta en la ApH: un 
conocimiento sobre los seres humanos cuya finalidad es com­
pletar lo aprendido en la escuela, conocimiento que, quienes a 
través de él se instruyen, deben aplicar a sí mismos.
Ahora bien, dado que se trata de un conocimiento sobre 
los seres humanos como ciudadanos del mundo, cuyo objeti­
vo, además de completar los de la escuela, es que quienes lo 
estudien lo apliquen a sí mismos, completando así una forma­
ción que, para Kant, no debe reducirse al aprendizaje de cono­
cimientos y al desarrollo de habilidades, la ApH bien puede ser 
vista como una doctrina cuya finalidad es formar al ciudadano 
del mundo. Es decir, dado que se trata de un conocimiento so­
bre los seres humanos como ciudadanos del mundo, cuyos con­
tenidos rebasan los que proporciona la escuela, y que, quienes 
se forman en ella, a) tiempo de estudiarlo, deben aplicarlo a sí 
mismos, la ApH se revela como una disciplina cuyo objetivo es 
formar ciudadanos del mundo.
A lo largo de estas páginas pretendo mostrar que el objeti­
vo de Kant en la ApH es presentar una doctrina cuya finalidad 
es la formación del ciudadano del mundo, la cual, de acuer­
do con los elementos referidos de su "Prólogo", debe comple­
tar los conocimientos y habilidades adquiridas en la escuela.
Además, dado que, como se lee en las primeras líneas de 
su "Prólogo”, la ApH demanda, a quienes se forman en ella, la 
aplicación de lo aprendido a sí mismos y, con ello, su prácti­
ca, es de mi interés mostrar también que, en tanto contiene 
principios conforme a los cuales los ciudadanos libres habitan­
tes de una sociedad cosmopolita deben orientar sus acciones, 
el conocimiento del mundo que la ApH proporciona puede 
considerarse un arte de vivir, sobre todo si, lejos de cualquier
13
esteticismo, asumimos, con H. Blumenberg, que la expresión 
refiere la “destreza elemental de tratarse y gobernarse a sí mis­
mo",4 y con W. Schmid, que el propósito original del arte de 
vivir es "instruir para la correcta conducción y organización de 
la vida".5 Así, intentaré mostrar también que los principios que 
Kant formula a lo largo de la ApH tienen la intención de dotar, a 
quienes mediante ella se forman, de una capacidad de tratarse y 
gobernarse a si mismos como ciudadanos delmundo, al tiempo 
de proporcionar una instrucción para la correcta conducción y 
organización de su vida en una sociedad cosmopolita.
Ahora bien, aunque de los elementos del “Prólogo’’ men­
cionados se desprende que la finalidad de la ApH es alentar, 
procurar la formación del ciudadano del mundo, no deja de lla­
mar la atención que, después de más de doscientos años de ha­
ber salido a la luz, no haya sido aún estudiada en tal dirección. 
En efecto, como podrá verse en el “Apéndice” del libro, en el que 
me detengo en diversas interpretaciones de las que ha sido ob­
jeto, ninguna se refiere a la ApH como doctrina cuya finalidad 
es formar ciudadanos del mundo.
Los motivos de ello pueden ser diversos. No obstante, en 
principio, pueden sugerirse dos. En primer lugar, la peculiari­
dad de la ApH con respecto al conjunto de la obra de Kant; y, 
en segundo, la escasa atención que la filosofía del siglo xx ha 
puesto en la noción de arte de vivir.
En efecto, la ApH es un libro singular dentro de la produc­
ción kantiana. Su primera edición data de 1798 y es el último 
libro que Kant entregó a la imprenta con fines de publicación, 
poco después de haberse retirado, en el semestre de invierno de
4. H. Blumenberg, Arbeit am Mythos, Frankfurt am Main, Suhr- 
kamp, 1979, p. 13 (tr. casi. Trabajo sobre el mito, Barcelona, Pai- 
dós, 2003).
5 . W. Schmid, Auf der Suche nach einer neuen Lebenskimst, 
Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1991, p. 19 (tr. cast. En busca de 
un nuevo arte de vivir, Valencia, Pre-Textos, 2002).
H
1796-1797* de su intensa labor docente en la Universidad de 
Kónigsberg, y poco más de cinco años antes de su muerte. Aca­
so por publicarse en un momento en el que Kant gozaba de 
gran reconocimiento, la ApH fue objeto de una amplia difusión. 
La primera edición constó de dos mil ejemplares, tiraje con el 
que superó el de todas las obras kantianas precedentes, y ya 
para la Pascua de 1800, todavía en vida de su autor, apareció la 
segunda edición.6
La peculiaridad de la ApH es patente no sólo por el mo­
mento de su publicación y el tiraje de sus primeras ediciones, 
sino también por sus antecedentes. En una nota al final del 
"Prólogo", Kant informa a sus lectores sobre su procedencia. 
Dice ahí que, entre sus trabajos de filosofía pura, durante al­
rededor de treinta años,7 8 ha impartido dos cursos referentes al 
conocimiento del mundo: Antropología (en el semestre de in­
vierno) y Geografía física (en el de verano), y añade que del 
primero procede propiamente el libro, al que se refiere como “el 
presente manual", al tiempo de afirmar que, dada su avanzada 
edad, le será imposible publicar el segundo.® De manera que, 
además de ser el último libro que publicó en vida y del tiraje 
de sus primeras ediciones, la ApH es peculiar por ser una doc­
trina que él mismo sitúa entre sus trabajos de filosofía pura-, 
doctrina que cultivó por más de veinte años en el seno de sus 
Lecciones, cuyo contenido es el conocimiento del mundo.
Una particularidad más radica en las interpretaciones y 
silencios que, desde su publicación, la ApH ha generado. A pe­
sar de haberse difundido ampliamente, recibió escasos comen­
tarios, entre los que destaca una recensión, sumamente crítica.
6 . R. Brandt, Kritischer Kommentar zu Kants Anthropologie in pray- 
matischer Hinsicht, Hamburg, Félix Meiner, 1999, p. 7.
7 . Kant impartió ininterrumpidamente en la Universidad de Ko­
nigsberg sus Lecciones sobre antropología en los semestres de 
invierno de los años lectivos que van de 1772-1773 a 1795-1796.
8 . Ak. VII 122.
*5
publicada al año siguiente de su primera edición, en la que F. D. 
E. Schleiermacher afirma que un resumen que hiciera hincapié 
en las particularidades de la obra casi no podría ser otra cosa 
que "una colección de trivialidades”.9 * Más de cien años después 
E. Cassirer apenas alude a ella,,Dy no es sino hasta 1965 cuando, 
con entusiasmo, O. Marquard sostiene que, en el último libro 
que Kant entregó a la imprenta, la antropología filosófica se 
funda de manera ejemplar, como consecuencia de un giro hacia 
“el mundo de la vida".11 Y si bien, en 2003, R. Brandt, editor del 
volumen xxv de los Kant’s Gesammelte Schriften, que contiene 
algunas de las Lecciones sobre antropología que Kant impartió 
por más de veinte años, se refiere a ella como “una enciclopedia 
de la filosofía kantiana sobre un plano empírico",1' W. Stark, 
editor junto con Brandt del volumen xxv de la Academia, asegu­
ra que, para Kant, la ApH formaba parte integral de su filosofía, 
incluida la filosofía crítica.'3 Por lo demás, es sólo a raíz de la 
publicación, en 1997, del volumen xxv de las obras completas 
de Kant referido, que contamos con más comentarios e inter­
pretaciones sobre la ApH.H
9 . F. D. E. Schleiermacher, “Anthropologie v. Immanuel Kant. Kd- 
nigsb. 98.” en Schriften aus der Berliner Zeit 1796-1799, Kritis- 
che Gesamtausgabe. Erste Abteilung, Band 2, Berlín, de Cniyter, 
1984, p. 365.
10. E. Cassirer, Kant, vida y doctrina, tr. W. Roces, México, Fondo de 
Cultura Económica, 1993, p. 474.
11. O. Marquard, “Zur Geschichte des Begriffs 'Anthropologie' seit 
dem Ende des achtzenten |ahrhunderts”, en E. W. Bockenforde 
(Hrsg.), Collegium philosophicum, Basel/Stuttgart, Schwabe & 
Co., 1965, p. 212.
12. R. Brandt, Kritischer Kommentar zu Kants Anthropologie in prag- 
matischer Hinsicht, op. cit., p. 8.
13. W. Stark, “Historical Notes and Interpretative Qiiestions about Kant’s 
Lectures on Anthropology”, en B. Jacobs & P. Kain, Essays on Kant's An- 
thropology, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, p. 21.
14. En el “Apéndice” de este libro, consagrado a la recepción de la 
ApH, me detengo en los comentarios apenas esbozados.
16
Ahora bien, si, en efecto, la ApH se caracteriza por el mo­
mento de su publicación, el tiraje de sus primeras ediciones y 
su origen en los cursos sobre antropología que Kant impartió 
por muchos años, estos elementos no explican lo diverso de 
las interpretaciones de las que ha sido objeto. La razón de ello 
radica más bien en que, a pesar de la nota del "Prólogo", en la 
que Kant afirma que sus cursos sobre antropología, de donde 
el libro procede, se inscriben dentro de sus trabajos de filosofía 
pura, a lo largo de la ApH aparecen múltiples observaciones 
empíricas, lo cual contrasta, de manera radical, con la filosofía 
critica, cuyo objeto de estudio está constituido fundamenta] 
mente por principios a priori, independientes de la experiencia. 
Es decir, lo que ha extrañado a muchos de sus intérpretes es 
la presencia de contenidos empíricos a lo largo de la ApH, sin 
que Kant explique la relación que mantienen con principios a 
priori, ni enuncie los que la sustentan.
A la presencia de contenidos empíricos en su seno y a la 
ausencia de explicaciones sobre la relación que los principios 
formulados en ella tienen con principios a priori y, por tanto, 
con los que la fundamentan, como causas de la falta de recono­
cimiento de la ApH como doctrina que procura la formación 
del ciudadano del mundo, hay que añadir, decíamos, la escasa 
atención que la filosofía ha puesto, en buena parte del siglo xx, 
en la noción de arte de vivir, del que la formación que la ApH 
procura bien puede ser un ejemplo. En particular en tanto que, 
como veremos, mediante principios pragmáticos, la ApH busca 
dotar, a quienes se forman en ella, de la destreza de tratarse y 
gobernarse a sí mismos, al tiempo de instruirlos para la correc­
ta conducción de su vida en una sociedad cosmopolita, lo cual 
cumple con las características elementales de un arte de vivir, 
de acuerdo con la breve definición de Blumenberg y la indica­
ción de Schmid sobre su propósito.
A lo anterior hay que añadir que la presencia, dentro de la 
ApH, de nociones como “dieta psicológica" o “dietética del alma”, 
las cuales aluden a prácticas que Kant sugiere con el objetivo
>7
de orientar el uso de nuestras facultades del ánimo, además de 
diversas referencias a Epicuro y al pensamiento estoico, apar­
tir de las cuales Kant busca guiar al lector a la posesión de sí 
mismo y, con ello, al dominio de sus emociones y pasiones, nos 
remiten al pensamiento helenístico y romano, donde la filoso­
fía además de conocimiento es saber cómo vivir, cómo condu­
cirse ante uno mismo y ante los otros, cómo gobernarse a sí 
mismo; en suma, donde la filosofía es arte de vivir. Así, en la 
medida que proporciona principios cuya finalidad es orientar 
la conducta de los habitantes de una sociedad cosmopolita y, en 
diversos momentos, recurre a la filosofía helenística y romana, 
la ApH, en tanto conocimiento de los seres humanos como ciu­
dadanos del mundo, que induce, a quienes en ella se forman, a 
aplicar a sí mismos los principios que formula, bien puede ser 
vista como un arte de vivir en una sociedad cosmopolita.
Ahora bien, destaco que al referirme a los motivos por los 
que la ApH no ha sido reconocida como doctrina cuya finalidad 
es la formación del ciudadano del mundo, sostuve que ello se 
debe, en primer lugar, a su peculiaridad dentro del conjunto de 
la obra de Kant, y con ello, a la presencia de contenidos empí­
ricos en su seno y a la falta de explicaciones sobre su relación 
con principios a priori y sobre aquellos que la gobiernan; y, en 
segundo lugar, a la poca atención que la filosofía del siglo xx ha 
prestado a la noción de arte de vivir, del que la ApH bien puede 
ser una expresión.
Con el fin de superar el primer impedimento, en el capí­
tulo i, a partir de una lectura de su “Prólogo”, de la revisión de 
la noción de antropología como doctrina y del significado del 
término pragmático en la obra de Kant, presento los que pue­
den considerarse los principios que ordenan y dirigen a la ApH 
y, con ello, determinan su finalidad. En particular, sostengo que 
si ponemos suficiente atención en el significado que, en Kant, 
tiene el término que le da sentido, es decir, si nos centramos en 
el término pragmático y, al hacerlo, reconocemos que, para su 
formulación, los principios pragmáticos defienden, en todo mo-
18
mentó, de principios a priori, tendremos también que reconocer 
que la desarrollada en sentido pragmático es una antropología 
ordenada y dirigida por principios a priori dictados por la fi­
losofía, a la que, conforme a la Crítica de la razón pura (KrV), 
Kant concibe como la ciencia de la relación de todos los cono­
cimientos con los fines esenciales de la razón humana. Aunque 
además, en tanto conocimiento que se propone completar los 
adquiridos en la escuela, y que quienes lo estudien lo apliquen 
a sí mismos, habiendo mostrado que los principios pragmáticos 
contenidos en la ApH dependen, en todo momento, de princi­
pios a priori formulados por la filosofía, me propongo mostrar 
que la formación del ciudadano del mundo que la obra induce 
es también ordenada y dirigida por principios prescritos por la 
filosofía.
Para allanar el segundo impedimento, después de haber 
mostrado que los que la sustentan son principios a priori, en 
el capitulo 2 emprendo una lectura minuciosa de las dos partes 
de la ApH. Al hacerlo, muestro cómo, en la primera parte de la 
obra, Kant se propone conducir al aprendiz de ciudadano del 
mundo a un buen uso de las facultades del ánimo y, en la segun­
da, alentar la formación de su carácter. Además, a lo largo de la 
lectura señalo algunos de los vínculos de la ApH con el conjunto 
de la obra de Kant, y hago notar la presencia de elementos de la 
filosofía helenística y romana en su seno.'5
A partir de la lectura realizada en el segundo capítulo, en 
el primer apartado del capítulo 3 expongo las razones por las 
cuales la ApH puede ser vista como un arte de vivir. A conti­
nuación, presento, en dos momentos que coinciden con las dos 15
15. El capítulo 2 puede verse como una lectura comentada de la ApH, 
en la que destaco algunos de sus vínculos con el conjunto de la 
obra de Kant, con los principios que la ordenan y dirigen, y con 
el pensamiento helenístico y romano. En el cuerpo del texto des­
cribo los aspectos que, a mi juicio, son los más relevantes de la 
ApH y, en notas a pie de página, presento mis comentarios.
19
partes de la ApH, los contenidos cardinales de la formación del 
ciudadano del mundo y, con ello, los constitutivos de un arte de 
vivir en una sociedad cosmopolita. Al respecto, sostengo que, 
en la primera parte, el interés de Kant se concentra en la for­
mación de un ciudadano libre, y en la segunda, en la formación 
del carácter del ciudadano libre formado en la primera, que 
además es situado en el mundo como escenario de su destino. 
Asimismo, en el primero de los dos últimos apartados del ter­
cer capítulo me detengo en el significado de la noción de tener 
mundo, utilizada por Kant en el "Prólogo" de la ApH y, en el 
segundo, en la singularidad del arte de vivir en una sociedad 
cosmopolita.
Finalmente, en el "Apéndice" hago un recorrido por las 
lecturas e interpretaciones realizadas en torno a la ApH que 
he considerado más relevantes, a las cuales añado algunos co­
mentarios críticos, en particular, hacia las que se refieren a ella 
con cierto escepticismo.16 Apenas habría que decir que el lugar 
desde el cual presento mis críticas está constituido por los ar­
gumentos de mi interpretación, de acuerdo con la cual, lejos 
de ser “una colección de trivialidades" como afirmaba Schleier- 
macher, o "una enciclopedia de la filosofía kantiana sobre un 
plano empírico”, como sugiere Brandt, la finalidad de la ApH es 
la formación del ciudadano del mundo.
Como una especie de Rayuelo, el libro acepta varias lectu­
ras. Desde luego, la normal. Otras opciones son: i ) quien quiera 
inicialmente conocer las características de la recepción de la 
ApH, puede comenzar la lectura en el “Apéndice" y luego regre­
sar al primer capítulo; 2) quien inicie la lectura normal y tenga 
un amplio conocimiento de la ApH, después de leer el primer 
capitulo puede pasar directamente al tercero, aunque bajo la ad­
vertencia de que, al no leer el segundo, no tendrá conocimiento
16. A fin de presentar en su originalidad mi propuesta de interpre­
tación, he preferido, a lo largo de los tres primeros capítulos, no 
hacer referencias a las que presento en el ‘Apéndice*.
zo
de un buen número de notas aclaratorias sobre sus vínculos 
con el conjunto de la obra de Kant, con los principios a príori 
que la gobiernan y, en especial, con la filosofía helenística y ro­
mana; 3) quien esté interesado en hacer una lectura instrumen­
tal del libro y, por tanto, conocer los rasgos de la formación del 
ciudadano del mundo, es decir, del arte de vivir en una sociedad 
cosmopolita contenidos en la ApH, puede iniciar la lectura di­
rectamente en el capitulo tercero; y, claro está, 4) la lectura que 
el amable lector decida.
21
1
Principios y finalidad de la ApH
El primer acercamiento a la ApH produce, en particular a quie­
nes conocen al menos algún fragmento de la obra kantiana, 
cierto extrañamiento. Si bien inicia, como Kant nos tiene acos­
tumbrados, con una observación general, en este caso en torno 
a la finalidad de todos los progresos de la cultura y, en seguida, 
ofrece una definición, también general, de lo que entiende por 
una antropología desarrollada en sentido pragmático, el "Prólo­
go” en su conjunto no informa al lector sobre los principios que 
gobiernan el libro ni sobre la finalidad que persigue. Aunado 
a ello, dado que Kant señala que, a diferencia de una antro­
pología en sentido fisiológico, la cual estudia lo que la natura­
leza hace del hombre, la desarrollada en sentido pragmático 
se ocupa de lo que el hombre, como ser que actúa libremente, 
hace o puede y debe hacer de sí mismo, el lector puede imagi­
nar de inmediato que la que Kant prologa es una antropología 
que, dado que estudia lo que el hombre hace o puede hacer 
de sí mismo, tendrá elementos empíricos; pero que, en tanto 
se ocupa de lo que el hombre debe hacer de sí mismo, tendrá 
elementos normativos. Con esto el panorama se complica, dado 
que sepresiente, y el “Prólogo" no dice nada al respecto, que la 
ApH se desarrolla en una extraña mezcla de lo empírico con lo 
trascendental; es decir, una combinación de lo que es producto
23
de observaciones empíricas con principios a priori, indepen­
dientes de la experiencia.
No obstante, en el presente capítulo pretendo mostrar que 
tanto las observaciones empíricas como los principios pragmá­
ticos presentes en la ApH, más que ser producto de una mezcla 
extraña son posibles a partir de principios a priori, y que la 
desarrollada en sentido pragmático es una antropología cuya 
finalidad es la formación del ciudadano del mundo. Para ello, 
inicialmente me detengo en los aspectos fundamentales del 
“Prólogo", lo cual me permite sostener que la finalidad de la 
ApH es la formación del ciudadano del mundo. A continuación, 
a partir de la noción de antropología como doctrina y del uso 
que Kant hace del término pragmático en diversos momentos 
de su obra, busco dar cuenta, de acuerdo con una afirmación 
del "Prólogo" del papel que cumple la filosofía al ordenar y di­
rigir las observaciones empíricas y los principios pragmáticos 
presentes en la ApH y, con ello, el que juegan los principios a 
priori que la gobiernan. Finalmente, con lo avanzado, sostengo 
de nuevo, aunque ahora con más elementos, que la desarrollada 
en sentido pragmático es una antropología cuyo objetivo es la 
formación del ciudadano del mundo, a lo que añado algunas 
notas sobre la estructura del último libro que Kant entregó a la 
imprenta.
1 . 1 El "Prologo”
Al inicio del "Prólogo” de la ApH Kant afirma que todos los pro­
gresos que se realizan en el ámbito de la cultura por los que el 
hombre se educa tienen un fin, el cual consiste en aplicar los co­
nocimientos y las habilidades adquiridas para su empleo en el 
mundo.' A su afirmación, añade que el objeto más importante 
del mundo al que el hombre puede aplicar tales conocimientos 
y habilidades es el hombre mismo, dado que "él es su propio fin
i . En este apartado seguiré de cerca el "Prólogo" de la ApH.
24
último \letzter Zweck]".* Ahora bien, dado que todos los progre­
sos de la cultura tienen la finalidad de que los conocimientos y 
las habilidades sean aplicadas al mundo, cuyo objeto más im­
portante es el hombre, conocer a los seres humanos, que son, 
para sí mismos, su propio fin, podrá llamarse, apunta Kant, un 
conocimiento del mundo: "El conocerle, pues, como un ser do­
tado de razón por su esencia específica, merece llamarse parti­
cularmente un conocimiento del mundo, aun cuando el hombre 
sólo constituye una parte de las criaturas naturales”.*
La doctrina del conocimiento del hombre desarrollada sis­
temáticamente es, continúa Kant, la antropología, la cual puede 
ser un conocimiento en sentido fisiológico, en el que se inves­
tiga lo que la naturaleza hace del hombre, o bien pragmático, 
sentido en el que se indaga, enfatiza, "lo que él mismo, como 
ser que obra libremente, hace, o puede y debe hacer, de sí mis­
mo".4 A fin de explicar la diferencia entre los dos sentidos en 
los que una antropología puede desarrollarse, Kant presenta 
un ejemplo del que se desprenden dos formas de investigación 
distintas sobre la capacidad humana de recordar. Quien inda­
ga, dice, sobre las causas naturales en las que descansa nuestra 
memoria, estudiará, como Descartes, las huellas dejadas en el 
cerebro por las impresiones que son producto de las sensacio­
nes experimentadas. Una investigación tal seria propia de una 
antropologia en sentido fisiológico, y el estudioso que la practi­
que, observa, tendrá que aceptar que en su proceder no es más 
que un mero espectador y que, al respecto, tiene que dejar hacer 
a la naturaleza. Ahora bien, si el investigador sigue un cami­
no distinto, de tal manera que utiliza las observaciones sobre 
lo que es nocivo o favorable a la memoria, a fin de ampliarla o 
bien hacerla más flexible, y para ello se sirve del conocimiento 
del hombre, desarrollará una parte de la antropología en sen- 2 3 4
2. Ak. Vil 119.
3. Idem.
4. Idem.
25
tido pragmático, que es precisamente de la que Kant quiere 
ocuparse.5 6
Una antropología tal, en tanto conocimiento del mundo 
que debe completar los conocimientos de la escuela, no es toda­
vía pragmática, advierte Kant, cuando se refiere a conocimien­
tos sobre las cosas del mundo tales como animales, plantas, 
minerales y climas, sino sólo cuando encierra un conocimiento 
del hombre en tanto ciudadano del mundo* Es decir, es prag­
mática una antropología que no consiste en la descripción de 
determinados objetos o cosas que están en el mundo, sino que 
se refiere a un conocimiento del hombre en la medida que es 
un habitante del mundo. Pero, además, apunta a un tipo de co­
nocimiento que no es el mero resultado de haber observado 
el mundo. De hecho, a continuación precisa: "Las expresiones: 
conocer el mundo y tener mundo, difieren bastante en su signi­
ficación, pues el que conoce el mundo se limita a entender el 
juego que ha presenciado, mientras que el que tiene mundo 
ha entrado en juego en él".7 Es decir, para Kant, el de la ApH 
es un conocimiento que implica haber entrado en juego en el 
mundo y no sólo haberlo observado. Al respecto, añade una 
observación sobre la frágil posición en la que se encuentra el 
antropólogo pragmático en algunas circunstancias: "En cuanto 
al llamado gran mundo, la clase de las personas distinguidas, 
encuéntrase el antropólogo, para juzgarlo, en una posición muy 
desfavorable, porque dichas personas se encuentran demasiado 
cerca entre si, pero demasiado lejos de los demás".8
Kant sugiere que una forma de ampliar los conocimientos 
propios de la antropología pragmática es viajar o, al menos, leer
5. Idem.
6. Para Kant un estudio sobre las razas humanas, como producto de 
las fuerzas de la naturaleza, no sería propio de una antropología 
desarrollada en sentido pragmático, cuyo objetivo es el conoci­
miento del hombre como ciudadano del mundo. Ak. Vil 120.
7. Idem.
8. Idem.
26
libros de viajes. Aunque para saber qué es aquello que con tal 
fin se debe buscar, conviene contar con un conocimiento del 
hombre previamente formado en el trato con los conciudada­
nos, dado que si se carece de él, agrega, el ciudadano del mundo 
permanece muy limitado en relación con su antropología.9 10
A continuación, Kant advierte que para consolidarse como 
doctrina en la que los conocimientos adquiridos sean más que 
un tanteo fragmentario, la antropología pragmática debe de ser 
ordenada y dirigida por la filosofía, por lo que, en su desarrollo, 
los conocimientos generales deben preceder en todo momento 
a los locales.'0
Cabe agregar que, a pesar de los fundamentos que la fi­
losofía le tendría que proporcionar, Kant encuentra ciertos 
obstáculos en la conformación de la antropología pragmática 
que atribuye a la naturaleza humana. Al respecto, menciona al­
gunos problemas que conlleva la observación empírica de los 
seres humanos. En particular, refiere las siguientes dificultades:
i) cuando una persona advierte que se le trata de observar, se 
sorprende o se molesta, no se muestra como es o, incluso, fin­
ge; 2) aun cuando una persona quiere estudiarse a sí misma, 
se encuentra en una situación crítica: cuando entran en acción
9. Kant introduce al respecto una nota a pie de página, acaso para 
salir al paso de quienes pudieran recordarle que él nunca había 
salido de Kónigsberg, aunque también a fin de dar sugerencias a 
los lectores de la ApH para ampliar sus conocimientos como ciu­
dadanos del mundo: “Una gran ciudad, que es el centro de un rei­
no en el que se encuentran los cuerpos territoriales del gobierno 
de éste, que tiene una Universidad (para el cultivo de las ciencias) 
y una situación propicia a la navegación, que favorece por medio 
de los ríos las relaciones con el interior del país como con ale­
jados países colindantes de diversas lenguas y costumbres; una 
ciudad semejante, como es Kónigsberg, a orillas del Pregel, pue­
de considerarsecomo un lugar adecuado para ensanchar tanto 
el conocimiento del hombre como también el conocimiento del 
mundo, donde éste puede adquirirse incluso sin viajar* Idem.
10. Idem.
27
los resortes impulsivos, la persona no se observa y, cuando se 
observa, los impulsos descansan; 3) los hábitos dificultan a la 
persona el formarse un juicio sobre sí misma y más sobre el 
prójimo."
Otros medios con los que la antropología pragmática 
puede auxiliarse son la historia, las biografías e, incluso, las 
obras de teatro y las novelas, a pesar de que en la base de las 
últimas dos se encuentre, dice Kant, la invención poética y la 
exageración, más que la experiencia y la verdad. Aunque lo cier­
to, añade, es que los rasgos de los caracteres teatrales en autores 
como Moliere están tomados "de lo que los hombres hacen y 
dejan de hacer realmenteV1
Al final del "Prólogo" Kant asienta una característica más 
de su antropología al señalar que se trata de un saber sistemá­
ticamente organizado y, precisa, popularmente desarrollado en 
sentido pragmático, que remite a ejemplos que todo lector pue­
de comprobar por sí mismo y que, en múltiples ocasiones, tiene 
la ventaja, para los lectores, de hacer de cada cualidad humana 
un tema propio, favoreciendo así el crecimiento de una doctri­
na útil a todas las personas.
Así, a partir del "Prólogo" de la ApH, es posible afirmar que 
para Kant:
• El conocimiento del hombre es también un conoci­
miento del mundo, dado que el hombre, como ser do­
tado de razón, es su objeto más importante.
* Como doctrina sistemática del conocimiento del 
hombre, a diferencia de una desarrollada en sentido 
fisiológico, que estudia lo que la naturaleza hace de 
él, la ApH investiga lo que el hombre, como ser que 
obra libremente, hace, puede y debe hacer de sí mis­
mo. Así, podemos suponer que, en tanto investiga lo 11 12
11. Ak. Vil 121.
12. Idem.
28
que el hombre hace o puede hacer de sí mismo, la 
ApH tendrá elementos empíricos; aunque, en tanto 
se detiene en lo que el hombre debe hacer de sí mis­
mo, tendrá elementos normativos.
• En tanto conocimiento del mundo, la ApH debe com­
pletar los conocimientos de la escuela.
• La antropología de la que Kant se ocupa es pragmá­
tica sólo en la medida que encierra un conocimiento 
del hombre como ciudadano del mundo; es decir, es­
tudia al hombre en tanto ha entrado en juego en el 
mundo.
• La ApH debe de ser ordenada y dirigida por la filosofía.
• Para ampliar los conocimientos de la ApH, al apren­
diz de ciudadano del mundo le conviene viajar o leer 
libros de viajes; aunque, antes de hacerlo, le es útil 
haber adquirido, entre sus conciudadanos, ciertos co­
nocimientos sobre los seres humanos.
• La historia, las biografías, incluso las obras de teatro 
y las novelas, son medios auxiliares de los que, para 
su formación, el aprendiz de ciudadano del mundo 
puede valerse.
• La ApH presenta, en forma sistemática y popular, di­
versos ejemplos que todo lector puede hacer suyos.
Así, dado que su horizonte es el mundo y su objeto los seres 
humanos como ciudadanos del mundo-, dado que, podemos 
suponer, contiene elementos empíricos de lo que los seres hu­
manos hacen y pueden hacer de sí mismos, aunque también 
normativos de lo que deben hacer de sí mismos; dado que debe 
completar los conocimientos adquiridos en la escuela; y dado 
que cualquiera de sus lectores puede ampliar los conocimientos 
contenidos en ella mediante el trato con sus conciudadanos y a 
través de viajes y de la lectura de la historia, de biografías, obras 
de teatro, novelas e, incluso, de narraciones de viajes, podemos 
afirmar, a partir de su "Prólogo", que la ApH se formula como
29
un conocimiento sobre los seres humanos como ciudadanos del 
mundo que, en tanto debe completar los conocimientos de la 
escuela y demanda que, quienes en ella se forman, apliquen el 
saber adquirido a sí mismos, tiene la finalidad de formar ciuda­
danos del mundo.
1.2 La antropología como doctrina en la obra de Kant
Más allá de señalar la diferencia entre una antropología desa­
rrollada en sentido pragmático y otra en sentido fisiológico, y de 
afirmar que por más de veinte años ha impartido cursos sobre 
el tema, Kant no alude, ni en el "Prólogo" ni a lo largo de la ApH, 
a los distintos momentos de su obra en los que se ha referido al 
tema de la antropología. No obstante, bien puede afirmarse que 
su interés de hacer de la antropología una doctrina específica se 
muestra ya en los primeros años de su labor docente en la Uni­
versidad de Kónigsberg. En efecto, en una carta a Marcus Herz, 
de fines de 1773, escribe: “Este invierno imparto por segunda 
vez un curso privado de antropología de la cual pienso hacer 
una disciplina académica sistemática".'3
Por su parte, en la KrV, cuya primera edición data de 178 1, 
la antropología es entendida como una doctrina paralela a la 
doctrina empírica de la naturaleza. De hecho, Kant separa ahí 
la antropología, por su carácter empírico, de la filosofía moral, 
cuyo objeto es la moral pura.13 14 Asimismo, a pesar de conceder 
a la psicología empírica “un pequeño rincón en la metafísica",
13. Ak. X 145.
14. Dice Kant: "la metafísica de las costumbres |Metaphysik der Sit- 
ten] es, en realidad, la moral pura en la que no se toma por base 
la antropología (las condiciones empiricas)”. KrV A 841. Como 
es usual, las referencias a la Crítica de la razón pura se harán 
a partir de la paginación de la primera y segunda ediciones de 
la obra, en las que se identifica con A a la primera, y con B a la 
segunda. A la letra correspondiente le sigue la página de la cita o 
referencia.
30
señala, no obstante, que su destino es 'instalar su residencia en 
una antropología completa’.19
En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres 
(CMS}, publicada en 1785, Kant se refiere de nuevo a la antro­
pología. Dentro del “Prólogo’, después de señalar la diferencia 
entre filosofía empírica, que encuentra sus fundamentos en la 
experiencia, y filosofía pura, que deriva sus postulados única­
mente de principios a priori, y afirmar que la filosofía pura es 
propiamente metafísica, en tanto se limita a objetos del enten­
dimiento, sostiene la existencia de una doble metafísica, una 
metafísica de la naturaleza y una metafísica de las costumbres, 
a lo cual añade: “La física tendrá por tanto su parte empírica, 
aunque también una parte racional; igualmente la ética, si bien 
aquí la parte empírica puede llamarse en particular antropolo­
gía práctica y la parte racional propiamente moral’.'*
En una dirección similar, en La metafísica de las costum­
bres (MS), de 1797, sobre el vínculo entre metafísica y antro­
pología, advierte: “una metafísica de las costumbres no puede 
fundarse en la antropología, aunque sí aplicarse a ella*.15 16 17 Señala, 
asimismo, que la antropología moral es la parte complementa­
ria de la metafísica de las costumbres, con la que forma el todo 
de la filosofía práctica, la cual tiene funciones específicas: si 
bien es la parte complementaria que, con la metafísica de las 
costumbres, forma la filosofía práctica, una antropología, ahora 
calificada por Kant como moral, se detiene en las condiciones 
subjetivas que obstaculizan o favorecen la realización de las le­
yes propuestas por la metafísica de las costumbres, así como en 
la creación, difusión y consolidación de los fundamentos mora­
les y, en general, de otras prescripciones que emanan de la ex­
periencia. Todo ello, la antropología habrá de realizarlo tanto en
15. KrV A 849.
16. Ak. V 388. Kant se refiere aquí a la física como filosofía natural 
que contiene una parte empírica y una parte racional.
17. Ak. VI 217.
3»
el ámbito de la escuela como en el de la vida cotidiana.18 Acaso 
por ello, a los ojos del Kant de la AÍS, no es posible prescindir de 
la antropología, aunque ella misma no deberá pretender antici­
par a la metafísica de las costumbres o mezclarse con ella.
Además de los mencionados, existen algunos textos más 
donde Kantse refiere a la antropología, aunque en ellos lo hace 
de tal manera que la noción rebasa la de una doctrina empírica 
complementaria de la filosof ía moral.
Es conocido el texto de la KrV donde Kant señala: “Todos 
los intereses de mi razón (tanto los especulativos como los prác­
ticos) se concentran en las tres preguntas siguientes: i) ¿Qué 
puedo saber? 2) ¿Qué debo hacer? 3) ¿Qué puedo esperar?""> Asi­
mismo, en una carta que, en 1793, envía a C. F. Staudlin, teólogo 
de Gotinga, aparece un texto en principio semejante, aunque 
incluye algunas variantes significativas:
Mi plan, hecho ya desde hace bastante tiempo, por el que 
me he dedicado al cultivo del campo de la filosofía pura, 
condujo a la solución de tres cuestiones: 1) ¿Qué puedo 
saber? (metafísica), 2 ¿Qué debo hacer? (moral), 3) ¿Qué 
puedo esperar? (religión); a las cuales, por último, debería 
seguir la cuarta: ¿Qué es el hombre? (antropología; sobre 
la que desde hace más de veinte años he impartido anual­
mente un curso).*
Al confrontar ambos textos, tenemos que si bien el de la KrV 
indica que los intereses de mi razón se concentran en las pre­
guntas enunciadas, ahora, en la carta a Staudlin, a las tres pri­
meras interrogaciones Kant añade una cuarta que, afirma, las 
debería seguir; pregunta a la cual, por su parte, la antropología 
debería responder. Pero además, en la carta, señala que esta 
cuarta pregunta ha merecido su atención en un curso que ha
18.
19 -
20.
Idem.
KrV A 804-5. 
Ak. XI 429.
32
impartido anualmente por no menos de veinte años. De modo 
que, a partir de tal aseveración, es posible pensar que lo que 
Kant dice a Stáudlin es que en sus Lecciones sobre antropología 
ha desarrollado una doctrina, la antropología, que da respuesta 
a la pregunta ¿Qué es el hombre?
Las complicaciones que la carta a Stáudlin introduce en 
la noción kantiana de antropología se presentan en dos textos 
más. En primer lugar, en la nota final del "Prólogo” de la ApH, 
a la que ya me he referido, en donde, entre sus trabajos de filo­
sofía pura Kant sitúa sus cursos de Antropología cuyo objeto, al 
lado de los de Geografía física, es el conocimiento del mundo.11 
Y, en segundo lugar, en el célebre fragmento de la Lógica, curso 
publicado por su alumno G. B. Jásche en 1801, donde Kant su­
giere que las tres preguntas, ya formuladas en la KrV, pueden 
referirse a una cuarta, que es la misma que Kant menciona en 
su carta a Stáudlin, aunque ahora añade que la última incluye a 
las tres primeras. Dice en la Lógica:
El campo de la filosofía en sentido cosmopolita se puede 
resumir en las siguientes preguntas: 1) ¿Qué puedo saber?,
2) ¿Qué debo hacer?, 3) ¿Qué puedo esperar?, 4) ¿Qué es el 
hombre? A la primera pregunta responde la metafísica, a la 
segunda la moral, a la tercera la religión y a la cuarta la an­
tropología. Empero, en el fondo, todo esto podría incluirse 
en la antropología, porque las tres primeras preguntas se 
refieren a la última.11
Así, tenemos que la noción de antropología como doctrina se 
encuentra en diversos escritos de Kant que van desde la carta 21 22
21. La nota dice a la letra: "Entre mis trabajos de filosofía pura, em­
prendidos en un principio libremente, obligatorios más tarde 
para mí como un deber profesional, he dado durante unos trein­
ta años dos cursos referentes al conocimiento del mundo: Antro­
pología (en el semestre de invierno) y Ceográfia física (en el de 
verano)". Ak. VII 122.
22. Ak. IX 25.
33
a Marcus Herz (1773) y la KrV (1781), hasta la publicación de 
la ApH (1798), e incluso en textos publicados posteriormente, 
como es el caso de la Lógica (1801). Como se advierte, el térmi­
no aparece con matices distintos: desde ser una doctrina empí­
rica complementaria de la moral, en la CMS, o de la metafísica 
de las costumbres, en la MS, con la tarea, en la última, de dete­
nerse en las condiciones subjetivas que obstaculizan o favore­
cen las leyes establecidas por la razón, y la creación, definición 
y consolidación de los fundamentos morales, hasta presentarse 
como una disciplina capaz de incluir a la metafísica, a la moral 
y a la religión.
En la ApH, publicada en 1798 y reeditada en 1800, Kant 
no se detiene a especificar a qué noción de antropología, entre 
las mencionadas, se refiere. Es claro que lo que el libro presenta 
es una doctrina, pero el texto no especifica su lugar en relación 
con la moral o con la metafísica de las costumbres, o bien si su 
pretensión es la de ser incluyente de la metafísica, la moral y la 
religión, o bien si intenta dar respuesta a la pregunta ¿Qué es el 
hombre? En todo caso, lo que Kant advierte, desde la primera 
página del libro, es que se trata de una antropología desarrolla­
da en sentido pragmático.
Así, dado que no precisa sus similitudes o diferencias con 
las antropologías a las que en otro momento se refirió, y dado 
que, entre sus escritos publicados, Kant no hace mención de 
una antropología pragmática, sino que es hasta la aparición del 
libro, en 1798, cuando la presenta como doctrina, acaso una 
indagación en torno del término que la califica nos ayude a pre­
cisar la índole de una antropología asi desarrollada.
No obstante, antes de emprender la indagación en torno 
del significado del término pragmático en la obra de Kant, con­
viene mencionar que en un fragmento poco conocido, pertene­
ciente a los escritos postumos, específicamente en los "bosquejos 
de cursos" |Kollegentwürfe| de la década de los años ochenta, se 
encuentra una sucinta alusión a una antropología pragmática 
que, a pesar de su precariedad, anuncia que, antes de darse a la
34
tarea de formularla y publicarla en 1798, Kant tenía los esbo­
zos de la idea general que años después gobernará la composi­
ción de la ApH. En el bosquejo del curso se lee:
El conocimiento del hombre puede ser entendido o bien 
como conocimiento de la escuela, o bien como conocimien­
to del mundo. El último, es la antropología pragmática. La 
última investiga lo que el hombre es, para de ello extraer 
reglas de lo que puede necesitar hacer de sí mismo o de 
otro.*1
De modo que, de acuerdo con la breve alusión contenida en 
el bosquejo del curso, es posible pensar que una antropología 
pragmática, conforme a la idea que Kant esboza, tiene el propó­
sito de conocer al hombre, a fin de formular reglas sobre lo que 
el hombre “puede necesitar" hacer de sí mismo o de otros, y que, 
en tal medida, es un conocimiento del mundo, lo cual se acerca 
a la definición de antropología pragmática que presenta en el 
“Prólogo" de la ApH, cuando afirma que, a diferencia de una 
antropología fisiológica, que trata de investigar lo que la natura­
leza hace del hombre, una desarrollada en sentido pragmático 
estudia lo que el hombre "como ser que actúa libremente, hace, 
o puede y debe hacer de sí mismo".14 Además, habría que con­
siderar que, en el mismo bosquejo del curso, líneas adelante, 
apunta:
El conocimiento del hombre como conocimiento del mun­
do parte de la idea de que podemos utilizar la naturaleza 
conforme a nuestros propósitos, si sabemos utilizar a los 
hombres conforme a tales propósitos. Para ello, debemos 
conocernos también a nosotros mismos. Lo último no tiene 
el mero propósito de civilizamos, sino de moralizamos.15 23 24 25
23. Ak. XV 801 (las cursivas son mías).
24. Ak. Vil 119.
25. Ak. XV 801.
35
Así, a partir de las últimas líneas, es posible afirmar, de 
acuerdo con el bosquejo, que las reglas que se pueden extraer 
de una antropología pragmática como conocimiento del mundo 
tienen la finalidad no sólo de procurar que los seres humanos 
nos civilicemos sino, sobre todo, que nos moralicemos. Para lo 
cual debemos conocernos, incluso, a nosotros mismos.
Ahora bien, si asumimos, de acuerdo con el bosquejo de 
su curso, que una antropología pragmática tiene el propósito 
de que los seres humanos no sólo nos civilicemos sino que nos 
moralicemos y, además, tomamos en cuenta que, en la Crítica 
de la facultad de juzgar (KU), Kant afirma que "si debe admitir­se un fin final | Endzweck] que la razón ha de suministrar a prio- 
ri, éste no puede ser otro que el hombre bajo leyes morales",16 
una antropología pragmática tendría, dentro del pensamiento 
kantiano, una importancia fundamental, dado que, como cono­
cimiento del mundo, habría de procurar que, quienes se ins­
truyen en ella, encaminen su existencia hacia la realización del 
fin final. Incluso, a partir de la referencia que hemos hecho a la 
KU, puede inferirse, conforme a la idea que apenas se esboza en 
los Kollegentwürfe, que una antropología pragmática, en tanto 
que habrá de procurar que los seres humanos nos civilicemos 
y, ante todo, nos moralicemos, y, con ello, conduzca, a quienes 
en ella se formen, a la paulatina realización del fin final, deberá 
ser ordenada por un principio a priori, en este caso por el único 
fin final suministrado a priori por la razón: el hombre bajo leyes 
morales.
No obstante, si bien el bosquejo del curso nos permite 
acercarnos a la idea de una antropología pragmática, no dice 
nada sobre su contenido. De modo que tal vez convenga revi­
sar el uso que hace Kant del término pragmático en diversos 
momentos de su obra, a fin de precisar el sentido con el que 
desarrolló el último libro que entregó a la imprenta. 26
26. Ak. V 448.
36
i .3 El t é r m i n o pragmático e n l a o b r a d e K a n t
Como señalé ya en la “Introducción" en una nota al final de 
su ensayo titulado Sobre las diversas razas humanas, texto con 
el que presenta sus Lecciones sobre geografía física correspon­
dientes al verano de 1775, Kant escribe:
La Geografía física que aquí anuncio, pertenece a una idea 
sobre la que doy un útil curso académico al que puedo lla­
mar ejercicio en el conocimiento del mundo. Este conoci­
miento del mundo \Weltk.enntnifi\ sirve para proporcionar 
lo pragmático a todas las demás ciencias y habilidades ad­
quiridas, de tal manera que ellas se vuelven útiles, no sólo 
para la escuela, sino también para la vida, por lo que el 
aprendiz ya formado es introducido en el escenario de su 
destino lUesítmmung],'7 a saber, en el mundo.1*
De la nota sobre su curso, tenemos que Kant anuncia la enseñan­
za de los contenidos empíricos propios de la Geografía física, de 
acuerdo con una idea de lo que él mismo llama “ejercicio en el co­
nocimiento del mundo”. De acuerdo con el anuncio de la lección, 
pragmático es el conocimiento del mundo que permite que co­
nocimientos y habilidades, incluso de naturaleza empírica, como 
en el caso de la Geografía física, sean útiles tanto para la escuela 17
17. Traduzco aquí Bestimmung por “destino", aunque la traducción 
también puede ser “determinación". Elijo aquí "destino" dado el 
sentido de la frase de Kant: el destino del aprendiz es el mundo, 
donde habrá de utilizar los conocimientos adquiridos. 
a8. En el texto, Kant añade: “Aquí yace un campo doble frente al 
aprendiz, del cual requiere un bosquejo provisional para des­
pués poder ordenar conforme a reglas todas las experiencias 
futuras: a saber, la naturaleza y el hombre. No obstante, ambas 
partes deben ser examinadas cosmológicamente, es decir, no se 
gún aquello que encierra de peculiar en su singularidad cada uno 
de sus objetos (física y doctrina empírica del alma), sino en lo 
que su relación total, en la que ellas se encuentra y cómo ocupa 
cada una su posición, nos obliga a tomar nota*. Ak. II 443.
37
como para la vida, y que conduce, a quienes en tal conocimiento 
se forman, al lugar al que están destinados: el mundo.
A fin de diferenciarlo del uso práctico de la razón, Kant se 
refiere al término pragmático al final de la KrV, donde indica que 
el ámbito de lo práctico es lo propio de una voluntad libre, es de­
cir, de una voluntad en la que priva el uso puro de la razón, con 
independencia de cualquier tipo de condición empírica. A ello 
añade que si las condiciones en las que nuestra voluntad se ejer­
ce son empíricas, la razón práctica tendrá entonces únicamente 
un papel regulativo, al que Kant denomina pragmático, limitado 
a proporcionar principios que permiten establecer la unidad de 
las leyes empíricas.19 El ejemplo de Kant en el fragmento men­
cionado es el de una doctrina de la prudencia en la que el trabajo 
de la razón práctica se limita a dar unidad a todos nuestros fines, 
los cuales se unifican en uno solo, la felicidad, y a coordinar los 
medios y suministrar las leyes de la conducta libre para alcan­
zarla.29 30 Esto es, a las leyes de una doctrina de la prudencia que, 
sin ser enteramente a priori, la razón práctica proporciona en 
forma regulativa a fin de procurar, por ejemplo, la felicidad de 
todos los seres humanos, Kant las denomina pragmáticas.
En la GMS, entre los imperativos técnicos o reglas de ha­
bilidad (que pueden ser útiles a múltiples fines) y los morales
29. “Práctico es todo lo que es posible mediante la libertad. Pero si 
las condiciones del ejercicio de nuestra voluntad libre son em­
píricas, la razón no puede tener a este respecto más que un uso 
regulador ni servir más que para llevar a cabo la unidad de las 
leyes empíricas". KrV A 800.
30. Dice Kant: “así, por ejemplo, en la doctrina de la prudencia, [la 
razónj sirve para unificar todos los fines que nos proponen nues­
tras inclinaciones en uno solo, la felicidad; la coordinación de 
los medios para conseguirla constituye toda la tarea de la razón. 
De ahí que las únicas leyes que ésta puede suministrarnos sean, 
no leyes puras y enteramente determinadas a priori, sino leyes 
pragmáticas de la conducta libre encaminadas a la consecución 
de los fines que los sentidos nos recomiendan". Idem.
38 '
o leyes de la moralidad (que son mandatos de la razón pura y 
por tanto son posibles sólo mediante la libertad), Kant ubica 
los imperativos pragmáticos o consejos de prudencia, que re­
presentan la necesidad práctica de la acción como medio, dice, 
para promover la felicidad, la cual puede suponerse que es un 
propósito a priori, esto es, un fin de todos los seres racionales.3' 
A la par, en una nota, Kant se refiere a las reglas pragmáticas: 
"Se llaman pragmáticas las sanciones que no se originan pro­
piamente del derecho de los Estados como leyes necesarias, 
sino de la previsión de la prosperidad general”. Y a manera de 
ejemplo, añade: “Una historia escrita es pragmática cuando nos 
hace prudentes, es decir, enseña al mundo cómo puede procurar 
su provecho mejor o, al menos, tan bien como en los tiempos 
pasados”.3' Así, el término pragmático en la GMS se refiere a un 
imperativo cuya particularidad es la de originarse a partir de 
un propósito a priori sobre la prosperidad de todos los seres ra­
cionales que, como en una historia pragmática, enseña al mun­
do la manera de procurar su beneficio y, con ello, tiende a hacer 
prudentes nuestras acciones.
En forma semejante, si bien más general, Kant define la 
noción de pragmático en su Anuncio de la próxima conclusión 
de un tratado sobre la paz perpetua en filosofía (1796), donde 
apunta que un principio no es moral, sino pragmático, cuando 
se refiere a cómo utilizar diversos medios con vistas a alcanzar 
cierto fin [Zwedk|.JJ
Asi, a partir de los textos referidos, el término pragmático 
puede entenderse como: 1) el conocimiento del mundo que per­
mite que ciencias y habilidades sean útiles, tanto en la escuela 31 32 33
31. No está de más recordar la definición kantiana de imperativo: 
"La representación de un principio objetivo, en tanto que es 
constrictivo, se llama un mandato (de la razón) y la fórmula del 
mandato-se llama imperativo". Ak. IV 412.
32. Ak. IV 417.
33. Ak. VIII 420.
39
como en la vida, y que conduce, a quienes en él se instruyen, al 
mundo como escenario de su destino (de acuerdo con el texto 
en el que Kant presenta sus lecciones sobre Geografía); 2) diver­
sas reglas de la conducta libre que, sin ser enteramente a priori, 
la razón práctica formula con el objetivo de unificar en uno solo 
nuestros fines y de establecer los medios para su consecución 
(de acuerdocon la KrV); 3) imperativos que se originan a partir 
de un propósito a priori sobre la prosperidad de todos los seres 
racionales y que tienden a hacer prudentes nuestras acciones 
(de acuerdo con la GMS); 4) principios que se refieren a cómo 
utilizar diversos medios con vistas a alcanzar un fin (de acuerdo 
con el Anuncio).
De manera que, como puede verse, con el término prag­
mático nos encontramos en una situación que está lejos de las 
complicaciones que surgieron cuando nos referimos al uso de la 
noción de antropología en diversos momentos de la obra de 
Kant. En todo caso, los atributos del término pragmático, en 
tanto que se refiere a conocimientos, reglas, imperativos, prin­
cipios, que son útiles tanto para la escuela como para la vida, 
y que, sin ser enteramente a priori, la razón práctica establece 
para unificar todos nuestros fines en uno solo y suministrar 
los medios para alcanzarlo; principios que pueden tener como 
horizonte la prosperidad de todos los seres racionales, y que su­
gieren diversos medios para alcanzar un fin, mantienen cierta 
unidad en distintos momentos de la obra de Kant.
No obstante, conviene detenernos un poco más en el tér­
mino. Como hemos visto, de acuerdo con su uso en la KrV, la 
GMS y el Anuncio, los principios pragmáticos se distinguen con 
claridad de los prácticos. Tal como los define Kant en la KrV, 
los pragmáticos son principios que la razón práctica formula 
con el objetivo de unificar en uno todos los fines de los seres 
humanos; en la GMS, las pragmáticas son reglas que se originan 
a partir de un propósito a priori sobre nuestra prosperidad, y 
tienden a hacer prudentes nuestras acciones; en fin, en el Anun­
cio, los pragmáticos son principios que, sin ser puros, se refie­
40
ren a cómo utilizar diversos medios con vistas a alcanzar cierto 
Fin. Es decir, en los tres casos los pragmáticos son principios 
que no son formulados enteramente a priori.
Sin embargo, es importante señalar que, sin ser entera­
mente a priori, los imperativos pragmáticos están estrechamen­
te vinculados con principios cuya formulación sí es a priori. 
Así, en el caso del ejemplo de la KrV, los principios pragmáticos 
no pueden enunciarse sin un trabajo de la razón práctica que 
previamente haya unificado todos nuestros fines. Por igual, de 
acuerdo con la GMS, para establecer las reglas pragmáticas so­
bre la prosperidad de todos los seres racionales que tienden a 
hacer prudentes nuestras acciones, es necesaria la formulación 
previa de un propósito a priori, trabajo que sólo puede realizar 
la razón práctica. Por último, de acuerdo con el Anuncio, un 
principio es pragmático cuando se refiere a cómo utilizar diver­
sos medios para alcanzar un fin, aunque es claro que, para la 
formulación del fin para el cual los principios pragmáticos son 
medios, es necesario un trabajo anterior de la razón práctica.
De modo que si bien se distinguen de los principios a 
priori, los pragmáticos se encuentran estrechamente vinculados 
con ellos. Más aún, para que los pragmáticos puedan enunciar­
se es necesaria la formulación previa de principios a priori, es 
decir, de principios prácticos, independientes de toda experien­
cia, que son propios de una voluntad libre. Así, de acuerdo con 
lo visto, los pragmáticos dependen por entero de principios a 
priori; sin los últimos, los primeros no pueden ser formulados.
Sólo falta añadir que si bien la formulación de principios 
pragmáticos depende de principios prácticos, ello no se opone 
a que constituyan un conocimiento del mundo que permita que 
ciencias y habilidades sean útiles, tanto en la escuela como en 
la vida, y que conduzca, a quienes en él se formen, al mundo 
como escenario de su destino, tal y como Kant define lo prag­
mático en sus Lecciones sobre geografía física de 1775.
Así, de acuerdo con lo expuesto por Kant en diversos mo­
mentos de su obra, podemos afirmar que los pragmáticos son
41
principios que, sin ser enteramente a priori, son formulados 
por la razón práctica con el objetivo de unificar nuestros fines 
en uno solo, que pueden ser resultado del establecimiento de 
un propósito a priori sobre la prosperidad de todos los seres ra­
cionales, que tienden a hacer prudentes nuestras acciones y que 
se refieren a cómo utilizar diversos medios para alcanzar un fin. 
Asimismo, es posible aseverar que los pragmáticos son princi­
pios que permiten que ciencias y habilidades sean útiles tanto 
en la escuela como en la vida, y que conducen, a quienes en 
ellos se forman, al escenario de su destino: el mundo. Aunque, 
además, habremos de tener en cuenta que, para su formulación, 
los principios pragmáticos dependen por entero de principios 
prácticos, esto es, de principios a priori.
De modo que, a partir del uso que Kant hace del término 
pragmático en diversos momentos de su obra, podemos afirmar, 
incluso sin pensar por ahora en el "Prólogo" de la ApH, que una 
antropología desarrollada en sentido pragmático será una doc­
trina sistemática del hombre, la cual deberá contener principios 
normativos que, sin ser enteramente a priori, la razón prácti­
ca formule con el fin de unificar nuestros fines en uno solo; 
principios que pueden ser resultado del establecimiento de un 
propósito a priori sobre la prosperidad de todos los seres racio­
nales, que tienden a hacer prudentes nuestras acciones y que se 
refieren a cómo utilizar diversos medios para alcanzar un fin. 
Asimismo, una antropología desarrollada en sentido pragmáti­
co habrá de propiciar que ciencias y habilidades sean útiles tan­
to en la escuela como en la vida, y conducir, a quienes a través 
de ella se formen, al mundo como escenario de su destino.
Conviene añadir que el bosquejo del curso al que me refe­
rí al final del apartado anterior, de acuerdo con el cual una an­
tropología pragmática, en tanto procura que los seres humanos 
nos civilicemos y, sobre todo, nos moralicemos y, con ello, nos 
induce a la realización del fin final, corrobora nuestra afirma­
ción de que para Kant lo pragmático depende, en todo momen­
to, de principios a priori formulados por la razón.
42
Como señalé en i . i, Kant advierte, en el "Prólogo" de la ApH, que 
una doctrina como la que emprende habrá de ser ordenada y di­
rigida por la filosofía, sin lo cual corre el riesgo de quedarse en 
un tanteo fragmentario. Sin embargo, si bien lo señala, no nos 
dice, ni en el “Prólogo" ni a lo largo del libro, de qué manera la 
filosofía ordena y dirige lo que en la ApH formula. No obstante, 
acaso una indagación sobre lo que Kant entiende por filosofía, 
aunada al recorrido que hemos hecho por la noción de antropo­
logía y por el uso del término pragmático en su obra, nos den la 
clave del papel que cumple la filosofía en la ApH, en tanto que, 
insisto, a la luz de su "Prólogo", debe ordenarla y dirigirla.
A diferencia de un mero concepto escolar [Schulbegriff], de 
acuerdo con el cual la filosofía "es un sistema de conocimientos 
que sólo se buscan como ciencia, sin otro objetivo que la unidad 
sistemática de ese saber y, consiguientemente, que la perfec­
ción lógica del conocimiento”, e n "La arquitectónica de la ra­
zón pura", capítulo m de la “Doctrina trascendental del método” 
de la KrV, Kant se refiere a un concepto cósmico \Weltbegriff\, 
que ha servido, afirma, de fundamento a la filosofía, en especial 
cuando se personificó y representó en el arquetipo del filósofo. 
Dice Kant: “Desde este punto de vista, la filosofía es la ciencia de 
la relación de todos los conocimientos con los fines esenciales 
de la razón humana (teleología rationis humanae), y el filósofo 
es un legislador de esa misma razón, no un artífice de ella".55 
Añade que sería una “gran arrogancia" darse a sí mismo el nom­
bre de filósofo y, con ello, pretender encarnar un prototipo que 
sólo se encuentra en la idea, y sostiene que, por relevantes que 
sean el matemático, el naturalista o el lógico, son sólo artífices 34 35
1 . 4 L o s P R IN C IP IO S A PRIORI Q U E G O B IER N AN LA A pH
34. KrV A 838.
35. KrV A 839. Lineas adelante, Kant introduce una nota en la que 
señala: "'Concepto cósmico’ | Welthegriff\ significa aquí lo que ne­
cesariamente interesa a todos". KrV A 8400.
4 3
de la razón y, con ello, instrumentos del prototipo. Sin embargo, 
continúa, dado que la idea de legislación, más allá de personi­
ficación alguna, se encuentra siempre en toda razón humana, 
"nos atendremos simplemente a tal legislación y determinare­
mos con mayor detalle cuál es la unidad sistemática que prescri­
be la filosofía, entendida de acuerdo con ese concepto cósmico, 
desde el punto de vista de sus fines”.36
Para Kant, en una completa unidad sistemática de la ra­
zón, el único fin esencial supremo que prescribe la filosofía "no 
es otro que el destino [Bestimmung] entero del hombre",37 38 el cual 
es también su fin final \Endzweck\, y agrega que la filosofía que 
de ello se ocupa se llama moral. Asimismo, sostiene que la filo­
sofía moral se consagra a lo que debe ser y que, como conoci­
miento que parte de la razón pura, y no de principios empíricos, 
puede llamarse metafísica de las costumbres, la cual "abarca los 
principios que determinan a priori y convierten en necesarios 
el hacer y el no hacer"? Añade que “la única legalidad de las ac­
ciones completamente derivable a priori a partir de principios 
es la moralidad", y que, como ya mencioné en 1.2, "la metafísica 
de las costumbres es, en realidad, la moral pura en la que no se 
toma por base a la antropología (las condiciones empíricas)'39 
En fin, sostiene que "la metafísica, tanto la de la naturaleza como 
la de las costumbres (...] es lo único que constituye realmente lo 
que podemos llamar filosofía en sentido propio".40
De modo que si, tal como se lee en su "Prólogo", la filosofía 
debe ordenar y dirigir a la ApH, no lo hará, de acuerdo con la 
KrV, desde una "concepción escolar”, sino desde la que Kant de­
nomina "cósmica* conforme a la cual la filosofía es la ciencia de
36. KrV A 839.
37. KrV A 840.
38. KrV A 841. Por Metaphysik der Sitien, P. Ribas traduce metafísica 
de ¡a moral.
39. KrV A 841-2.
40. KrV A 850.
44
la relación de todos los conocimientos con los ñnes esenciales 
de la razón humana, a la cual prescribe desde el punto de vista 
de sus fines. Además, dado que el único fin supremo que la 
filosofía prescribe es el destino del hombre y, con él, su fin final, 
es sólo en tanto metafísica de las costumbres, es decir, como 
conocimiento que se ocupa no de principios empíricos sino de 
los que determinan a priori y hacen necesarios el hacer y el no 
hacer, que debe ordenar y dirigir a la ApH. De manera que, si 
como dice Kant en su "Prólogo”, la ApH debe ser ordenada y 
dirigida por la filosofía, será, de acuerdo con la KrV, a partir de 
principios a priori, entre los cuales deberá estar el fin esencial 
supremo que prescribe la filosofía: el destino entero del hom­
bre, esto es, su fin final.
Ahora bien, de acuerdo con lo visto en 1.3, los principios 
pragmáticos dependen por entero de principios prácticos, es 
decir, de principios a priori. Por tanto, los que formula una an­
tropología desarrollada en sentido pragmático serán principios 
siempre dependientes de principios a priori. Pero, además, por 
la nota de las Lecciones sobre geografía física de 1775, sabemos 
que los principios pragmáticos habrán de ser formulados de tal 
manera que permitan que ciencias y habilidades sean útiles, 
tanto en la escuela como en la vida, y conduzcan, a quienes me­
diante ellos se formen, al mundo como escenario de su destino; 
y, por el "Prólogo” de la ApH, sabemos que deberán encerrar un 
conocimiento de los seres humanos como ciudadanos del mun­
do, que habrá de permitir que, quienes se instruyan a través de 
él y, con ello, lo apliquen a sí mismos, se formen como ciudada­
nos cosmopolitas.
Asimismo, sabemos que si la filosofía ha de ordenar y di­
rigir a la ApH, ello será, de acuerdo con la KrV, a partir de prin­
cipios a priori, entre los que deberá encontrarse el fin final que 
la filosofía prescribe. De manera que si la totalidad de la ApH se 
desarrolla a partir de principios a priori y, por tanto, los princi­
pios pragmáticos formulados en ella también, lo conducente es 
indagar cuáles son aquellos que la ordenan y dirigen, entre los
45
que deberá contarse, sin duda, el fin final: el hombre bajo leyes 
morales.
A lo largo de la ApH encontramos continuamente princi­
pios pragmáticos. Es decir, principios normativos formulados 
a partir de observaciones empíricas; principios que, sin ser 
enteramente a priori, buscan orientar la conducta libre de los 
individuos. Así, por ejemplo, podemos detenernos en el $ 2, 
consagrado al egoísmo. Dice Kant ahí: “Desde el día en que el 
hombre empieza a expresarse diciendo yo, saca a relucir su que­
rido yo allí donde puede, y el egoísmo progresa incesante”.41
Para Kant el egoísmo puede encerrar tres arrogancias: la 
del entendimiento, la del gusto y la del interés práctico; es decir, 
el egoísta puede ser lógico, estético o moral: el egoísta del enten­
dimiento (egoísta lógico) es el que piensa innecesario contrastar 
su propio juicio apelando al entendimiento de los demás; al 
egoísta estético le basta su propio gusto; y el egoísta moral, ade­
más de reducir todos los fines a sí mismo, no ve más provecho 
que el que hay en lo que a él le conviene, ni ve en el deber el 
fundamento que determina su voluntad.42
Kant acompaña tal división con observaciones empíricas, 
de las que se desprende una crítica del egoísmo en sus tres ver­
tientes.43 Además, formula un principio que tiene el fin de com­
batirlo; principio pragmático de lo que el hombre debe hacer 
consigo mismo: ‘Al egoísmo sólo puede oponérsele el pluralismo, 
esto es, el modo de pensar [Denkungsart| conforme al cual uno 
no se considera a sí mismo el portador del mundo entero, sino se 
contempla y conduce como un mero ciudadano del mundo'.44
Ahora bien, en el ejemplo podemos ver que el principio 
pragmático es formulado con el fin de orientar la conducta de
41. Ak. V II128.
42. Ak. Vil 129-130.
43. En 2.1 me detendré en las observaciones empíricas que Kant pre­
senta en relación con el egoísmo.
44. Ak. VII 130 (la traducción es mía).
46
sus lectores y, en particular, contribuir a la formación del ciu­
dadano del mundo al que, de acuerdo con la regla enunciada, se 
le conmina a no considerarse portador del mundo entero, sino 
sólo a asumir una actitud pluralista. Y sin embargo, si bien en 
el principio pragmático enunciado puede apreciarse cómo co­
nocimientos y habilidades pueden ser útiles tanto en la escuela 
como en la vida, cómo sus lectores son conducidos al escenario 
de su destino, y cómo es inducida la conducta libre de los indivi­
duos, el parágrafo no nos revela cuál o cuáles son los principios 
puros que unifican en uno solo nuestros fines, para cuya con­
secución el principio pragmático ha sido enunciado. Es decir, 
del ejemplo no se desprenden los principios prácticos, esto es, a 
priori, que gobiernan la formulación del principio pragmático 
enunciado. Incluso, podríamos añadir que, así como en el $ 2 no 
lo hace, a lo largo de la ApH Kant no asocia explícitamente los 
principios pragmáticos con principios prácticos (de hecho, sólo 
después de identificar los principios a priori que gobiernan la 
ApH es posible reconocer cómo éstos ordenan y dirigen tanto 
las observaciones empíricas como los principios pragmáticos 
que presenta a lo largo del libro).
No obstante, en las últimas páginas de la segunda parte 
de la ApH, Kant presenta algunas máximas que bien podríamos 
pensar son los principios prácticos que la ordenan y dirigen y 
que, por tanto, gobiernan las observaciones empíricas y la for­
mulación de cada uno de los principios pragmáticos presentes 
a lo largo de la obra. Tales principios son la Suma de la antropo­
logía pragmática y los Principios de la descripción del carácter 
de la especie humana.
Con respecto al destino o determinación \Bestimmung\ delhombre y la característica de su formación [Ausbildung], Kant se­
ñala que la Suma de la antropología pragmática es la siguiente:
El hombre está destinado, por su razón, a estar en una so­
ciedad con hombres y en ella, y por medio de las artes y
las ciencias, a cultivarse, a civilizarse y a moralizarse, por
47
grande que pueda ser su propensión animal a abandonarse 
pasivamente a los incentivos de la comodidad y de la bue­
na vida que él llama felicidad, y en hacerse activamente (...) 
digno de la humanidad.45 46
Ahora bien, si admitimos que al enunciar la Suma de la ApH 
Kant se está refiriendo a lo esencial de ella, habremos también 
de considerarla el principio general que la gobierna. Aunque 
habríamos de reconocer que, además de principio general, es 
un principio a priori que no procede de otra fuente que no sea 
la razón: en la Suma, el propio Kant señala que los seres huma­
nos están destinados, por su razón, a vivir en sociedad y, por 
medio de las artes y las ciencias, a cultivarse, civilizarse y mora­
lizarse, y hacerse dignos de la humanidad [Menschheit\.^
Es claro que, en tanto principio práctico, es decir, a priori, 
la Suma no procede de ningún ámbito empírico y, por tanto, 
de acuerdo con el señalamiento de Kant en el “Prólogo", bien 
puede considerarse uno de los principios a priori con los que 
la filosofía ordena y dirige la ApH. Asimismo, en la medida que 
sostiene que los seres humanos están destinados, por su razón, 
a cultivarse, civilizarse y, moralizarse, la Suma de la antropo­
logía pragmática incorpora el que, de acuerdo con la KU, es el 
único fin final que la razón prescribe: el hombre bajo leyes mo­
rales.
45. Ak. Vil 324-5. La Suma de la antropología pragmática, en tanto 
sostiene que los seres humanos están destinados, por su razón, a 
cultivarse, civilizarse y moralizarse, incorpora los propósitos de 
una antropología pragmática como conocimiento del mundo, tal 
y como Kant apunta en el bosquejo de uno de sus cursos, al que 
me referí al final de 1.2: civilizarnos y moralizarnos.
46. En la KU, Kant apunta que la humanidad \Menschheit\ “significa, 
por una parte, el sentimiento universal de participación, por otra 
la capacidad de poder comunicarse íntima y universalmente; 
propiedades estas que unidas conjuntamente constituyen la fe­
licidad adecuada a la humanidad, mediante la cual se diferencia 
de la limitación animal". Ak. V 355.
48
Pero, además, conviene añadir que, al incorporar en su 
formulación el fin final, la Suma de la ApH, en tanto princi­
pio a priori, es expresión de un juicio reflexionante, tal y como 
Kant lo define en la KU, donde lo distingue del determinante. 
En el apartado iv de la "Introducción" a la KU, señala que si 
lo universal, esto es, la regla, el principio, la ley, está dado, el 
juicio que subsume lo particular bajo lo universal es determi­
nante, mientras que si sólo lo particular está dado, para lo cual 
el juicio debe buscar lo universal, se trata entonces de un juicio 
reflexionante. Kant añade que el juicio determinante, bajo leyes 
universales trascendentales dadas por el entendimiento, se li­
mita a subsumir, y la ley le es asignada a priori, por lo que, para 
subordinar lo particular de la naturaleza a lo universal, no re­
quiere pensar por sí mismo en una ley. No obstante, señala que, 
dada la diversidad de la naturaleza y, con ello, la diversidad de 
los conceptos trascendentales de la naturaleza que quedan sin 
determinar por leyes dadas a priori, se hace necesaria la tarea 
que realiza el juicio reflexionante, al que le es propio ascender 
de lo particular a lo universal y, por consiguiente, requiere de 
un principio que no puede tomar de la experiencia, dado que 
debe fundamentar la unidad de todos los principios empíricos. 
A lo anterior, agrega que, puesto que la atribución de fines a la 
naturaleza sólo puede utilizarse para reflexionar sobre el en­
lace de los fenómenos que se dan dentro de ella, la noción de 
finalidad es un concepto a priori que tiene su origen en el juicio 
reflexionanteA1
Asimismo, en el % 88 de la KU, Kant sostiene que la rea­
lidad objetiva del concepto de fin final \Endzweck\ no puede 
ser demostrada a través del juicio determinante, aunque sí con 
arreglo al principio del juicio reflexionante. Además, sostiene 
que el fin final es un concepto cuyo uso es sólo para la razón 
práctica y agrega que, por la ley moral que nos lo impone, 47
47. Cfr. Ak.V 179-181.
49
tenemos en él "un fundamento con un propósito práctico, o sea, 
para aplicar nuestras fuerzas a la realización de dicho fin”.48 49
Así, en tanto sostiene que los seres humanos están desti­
nados, por su razón, a cultivarse, civilizarse y, en particular, mo­
ralizarse, es decir a procurar la realización del fin final, la Suma 
de la antropología pragmática se muestra como un principio 
formulado por la facultad de juzgar reflexionante y, con ello, 
como un principio a priori que procede de la razón práctica, del 
cual dependen los principios pragmáticos formulados a lo largo 
de la ApH-, principio en el que, además, tenemos un fundamen­
to con el propósito de aplicar nuestras fuerzas a su realización.
Ahora bien, junto con la Suma de la antropología prag­
mática, los que Kant denomina Principios de la descripción del 
carácter de la especie humana, con cuya exposición concluye 
el libro, pueden ser considerados también principios a priori 
formulados por la filosofía que ordenan y dirigen a la ApH, en 
particular al apartado correspondiente al carácter de la especie. 
En el primero de ellos, Kant apunta que, a pesar de continuas 
luchas y conflictos, es propio de los seres humanos tener ne­
cesidad de ser miembros de una sociedad civil, y agrega que, 
a pesar de ser un gran mal, la guerra exterior o interior es "el 
resorte que impulsa a nuestra especie a pasar del rudo estado 
de naturaleza al estado civil".*9
Al primero, Kant añade un segundo principio que amplía 
la perspectiva de la propia Suma de la antropología pragmática, 
al precisar el destino o determinación \Bestimmung\ de la espe­
cie humana. Al respecto, sostiene que,
tomada colectivamente [nuestra especie| es un conjunto de 
personas existentes sucesivas y simultáneas, que no pue­
den prescindir de la convivencia pacífica, ni, sin embargo, 
evitar el ser constante y reciprocamente antagonistas; por
48. Ak. V 455.
49. Ak. Vil 330.
50
consiguiente, que se sienten destinadas por naturaleza, 
mediante la recíproca y forzosa sumisión a leyes emanadas 
de ellas mismas, a formar una coalición, constantemente 
amenazada de disensión, pero en general progresiva, en 
una sociedad civil universal (cosmopolitismos); idea inase­
quible en sí que no es un principio constitutivo (de la ex­
pectativa de una paz establecida en medio de la más viva 
acción y reacción de los hombres), sino sólo un principio 
regulativo: el de perseguirla diligentemente como destino 
de la especie humana.5®
Como la Suma de la antropología pragmática, los Principios de 
la descripción del carácter de la especie son principios a prio- 
ri. De hecho, bien puede pensarse que el primero de ellos, de 
acuerdo con el cual los seres humanos tienen necesidad de per­
tenecer a una sociedad civil, emana de la Suma, donde se afirma 
que, "por su razón” los seres humanos están "destinados” a vivir 
en sociedad.
Por su parte, el segundo principio, en el que Kant sostiene 
que a partir de leyes emanadas de ellos mismos los seres huma­
nos se sienten destinados a formar una sociedad civil universal, 
esto es, una sociedad cosmopolita, lo cual bien puede pensarse 
como destino o determinación de la especie humana, hace én­
fasis en que no se trata de un principio constitutivo, sino de 
una idea regulativa y, por tanto, a priori.5' Aunque, además, en 
la medida que se refiere al destino de la especie humana, ahora 
expresado a través de la idea de una sociedad civil universal, 
es decir, cosmopolita, cuya formación debemos perseguir con 50 51
50. Ak. VII 331.
51. En el $ 43 de la ApH, Kant

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