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Ediciones Juventud 
Preparado por la 
B'nai B'rith Youth Organization 
Publicado por el Distrito Latinoamericano de la 
B'nai B'rith 
Derechos reservados 
Versión castellana de Militza Marinkovic 
Textos bíblicos: revisión de Rab. Egon Loewenstein 
B'nai B'rith. Oficina Latinoamericana 
Casilla 6015 - Santiago, Chile 
Impreso en Chile por Talleres Gráficos de E. H. S. Ltda. 
Santa Isabel 0174 * Santiago. Chile 
juòafemo 
.y 
P o r NORMAN E . FRIMER 
"Jóvenes amigas y amigos! Hoy en día los países americanos 
deben preocuparse de educar tanto las mentes de sus juven-
tudes como sus corazones. Pues la democracia alcanzará la 
victoria en el mundo de mañana tan sólo si sus ciudadanos, 
además de grandes mentes, poseen grandes corazones". 
R E L I G I O N , F U N B A C R R E N C A 
Í > E V A É N E A 
Esta introducción a un discurso pronunciado en una escue-
la secundaria en la graduación de su sexto año, pudo haber 
sido hecha por algún representante de cualquiera de las gran-
des agrupaciones religiosas. Cada religión, además de su pro-
pio modo de adorar, sus rituales, doctrinas, costumbres e ins-
tituciones, trata de establecer para sus adeptos un sistema 
3 
ético o guía de conducta equitativa o moral la que, de acuer-
do con sus preceptos, debe observar todo ser humano en sus 
relaciones con sus semejantes. 
ETICA, CORAZON DE LA RELIGION JUDIA 
Como religión madre de la civilización occidental, el ju-
daismo, que ha dado a la humanidad sus principios éticos, no 
es menos en este aspecto. Existe sí una diferencia básica. En 
el judaismo la ética no es sólo una faceta más de la religión; 
es su corazón mismo. 
Este hecho está claramente ilustrado en la famosa anécdota 
contenida en el Talmud respecto del idólatra que se acercara 
al santo Rabí Hillel para su conversión. Aquél impuso, sin 
embargo, una condición, "Enséñeme la Torah entera mien-
tras me mantengo parado en un pie". Era su manera de de-
cir: "Dírne lo que es el judaismo en una sola lección". Cual-
quier otro podría haberse molestado por tan impertinente exi-
gencia, pero no Hillel. Gentil y pacientemente, contestó: "No 
hagas a otros lo que para ti sea odioso. Eso es toda la Toraih, 
lo demás son comentarios. Anda y estudíalos". 
Estamos seguros de que Hillel no quiso decir que el judais-
mo no encerraba nada más que ética. Después de todo, mandó 
al converso que estudiáse los comentarios. Lo que insinuó es 
que los principios éticos constituyen el corazón mismo de 
nuestra religión. En consecuencia, así como ningún ser huma-
no puede vivir sin corazón, tampoco puede el judaismo. Po-
dría, no obstante, preguntarse por qué el judaismo pone tanto 
énfasis en una conducta ética. 
EL CONCEPTO DE DIOS, FI ENTE DE LA 
ETICA JUDIA 
Para la respuesta debemos recurrir a los libros básicos que 
dieron origen a nuestra religión: la Biblia y el Talmud, los 
que, podríamos decir, son tan fundamentales para compren-
der el judaismo como la Declaración de Independencia y la 
4 
Constitución lo son para apreciar debidamente nuestra idio-
sincracia en los países americanos. 
Basta un breve examen de estos textos judíos para demos-
trar que nuestras principales ideas éticas y su preeminencia 
en el judaismo tienen origen en nuestro singular concepto 
de Dios. Veamos ahora como este concepto judío de Dios está 
enlazado con el concepto judío del hombre; cómo éste, siendo 
una "criatura de Dios", tiene el derecho de ser tratado, y la 
obligación de tratar a terceros, con amor, honor y dignidad; 
y cómo habría de cumplirse esto imitando los modos de Dios, 
su bondad, su rectitud, su amorosa benevolencia. Luego, pa-
saremos al papel que desempeñaron los profetas al fomentar 
estos patrones judíos de conducta ética, continuando con un 
breve comentario sobre los puntos de vista talmúdicos respecto 
de la Justicia, Paz y Verdad en relación con nuestro actual 
mundo en conflicto. 
M O N O T E I S M O Y E T I C A 
En el mundo moderno, el monoteísmo, o sea la creencia en 
un solo Dios, se da por sentado. ¿Qué persona inteligente, pen-
samos, creería en ídolos? Si uno tiene fe en Dios, casi auto-
máticamente lo acepta como el Soberano de todo el univer-
so. No lo limitamos a la condición de Dios de sólo un país o 
sólo un pueblo. Tampoco se lo considera el Señor de la tie-
rra solamente, o de sólo las aguas o cualquiera otra fuerza de 
la naturaleza aisladamente. Esta es una actitud primitiva e 
incivilizada. El hombre ha dejado ya muy atrás ese concepto. 
Pensamos que un solo Dios es el Creador y el Guía del uni-
verso entero y de toda la humanidad, que es otra forma de 
decir que creemos en el monoteísmo. 
Esta fe en el monoteísmo constituyó en el pasado un pen-
samiento revolucionario. Es por esto que pasaron siglos antes 
de que este precio:o adelanto en el pensamiento religioso, 
traído al mundo por nuestros antepasados, fuese aceptado co-
mo una verdad universal. El monoteísmo, tal como los judíos 
lo comprendían, tuvo el efecto de verdadera dinamita, ha-
ciendo estallar los numerosos mitos y prejuicios que los pue-
5 
blos habían conservado durante largo tiempo. Estos no se 
abandonan nunca sin una fuerte lucha. 
V A L O R E S B A S I C O S Q U E S E A S O C I A N 
C O N E L M O N O T E Í S M O 
El Hombre es Sagrado. Entre los pueblos primitivos, por 
ejemplo, el valer de un hombre se medía principalmente, sino 
exclusivamente, por su fuerza física y su astucia. Merecedores 
de respeto eran sólo aquéllos que por su mayor rapidez, 
fuerza o ingenio lograban vencer al animal o al enemigo. Esta 
era la ley de la naturaleza. Aun en sociedades paganas más 
civilizadas era el poder, simbolizado por el dinero y una es-
tirpe noble, lo que daba al hombre su posición social y su 
prestigio. 
La Biblia, con su filosofía monoteísta, rompió con esta ley 
natural de la fuerza. Su conceptos, expresados en términos 
claros y definidos, constituyeron una filosofía muy radical pa-
ra la gente de esos tiempos. 
Tomemos, para empezar, la opinión de la Tora'h respecto 
del hombre. En los primeros capítulos del Génesis, la Biblia 
nos dice que el hombre, en y por sí mismo, es algo único y 
especial. El no se encuentra al mismo nivel de las demás 
criaturas de la Naturaleza, sino que, por el contrario ' ' . . . fue 
creado a imagen y semejanza de Dios". Esto significa, según 
los rabinos, que toda persona, no importa cual sea su posición 
económica o social, debe considerarse como un hijo personal 
de Dios que ha sido puesto en la tierra para actuar como 
"copartícipe de Dios en la realización de los fines de la 
creación''. 
Cada uno de nosotros, por lo tanto, tiene su propia y espe-
cial tarea que cumplir en el drama divino que llamamos vida. 
De no ser así por qué habríamos de haber recibido una 
mente, una conciencia y un alma? Seremos miembros del 
reino animal, pero, como dice la Biblia, animales no somos 
de ninguna manera. "En cuatro aspectos se parece el hombre 
a los animales que están bajo él", expresa el Talmud, "pero 
en otros cuatro aspectos se parece el hombre a las criaturas 
6 
celestes que están sobre él. Al igual que los animales, come y 
bebe, se multiplica, satisface sus necesidades naturales y mue-
re. Sin embargo, como los ángeles, se yergue sobre sus pies, 
puede hablar, usa su intelecto y mira hacia adelante y hacia 
arriba". El hombre, naturalmente, tiene la facultad o "libre 
albedrío" para preferir la conducta animal, pero también 
posee en potencia la posibilidad única de llegar a ser "poco 
menos que los ángeles". 
Desde este punto de vista, el hombre es sagrado. No es sólo 
una cosa sino una persona. No es un objeto utilizable, para 
ser explotado o manipulado, sino una creación dinámica, un 
ser humano con derecho a ser respetado y amado, con dere-
7 
cho a la libertad. Este concepto bíblico es el fundamento de 
gran parte de las leyes y normas de conducta vigentes en la 
civilización occidental. 
Por este motivo, Franklin Delano Roosevelt podía afirmar 
sin vacilación que todo ser humano tieneel legitimo derecho 
a las ' Cuatro Libertades". El establecimiento de conceptos 
tales como la dignidad y valía de cada persona, y de prácti-
cas como los juicios por jurado, así como la promulgación de 
leyes tales como la Declaración de Derechos, todo proviene del 
concepto judío del hombre. Sin embargo, es evidente que aún 
no hemos logrado aplicar plenamente estos ideales judaicos ni 
siquiera en nuestras democracias, circunstancia que está de-
mostrada por la lucha contra la segregación, el dilema de la 
pobreza imperante en medio de la opulencia y la desigual 
posibilidad de educación. 
La Vida es Sagrada. Es cierto que aun en la sociedad más 
primitiva nadie podía quitar la vida a otro sin castigo. Sin 
embargo, la prohibición sólo se refería a miembros de una 
misma familia, tribu o nación. Los forasteros no tenían tal 
suerte. Para los hebreos, no obstante, en cuanto a asesinato 
nadie podía ser considerado forastero. Toda la gente formaba 
parte de la misma familia humana puesto que todos podían 
referirse al mismo ancestro. Este principio fundamental estaba 
escrito en la Torah, constitución de inspiración divina. "Es-
te es el libro de las generaciones del hombre", dice la Biblia. 
"El día en que Dios creó al hombre, lo hizo a su semejanza". 
No hay ninguna referencia al hombre blanco o negro, al edu-
cado o analfabeto, al poderoso y débil, al judío y no judío. 
Dios creó al HOMBRE. "No matarás" vale para todos. Las 
células sanguíneas no llevan ninguna identificación respecto 
del color o credo, origen nacional o posición social del indi-
viduo. 
Esta lección de profunda veneración por la vida se impri-
mió en la conciencia del pueblo judío en miles de formas dife-
rentes. Se les enseñó que, salvo escasísimas excepciones, todo 
mandamiento judaico podía y debía ser roto cuando se trata-
se de salvar una vida humana. El judío, por lo tanto, tenía 
la responsabilidad, formulada expresamente por la ley, de ve-
8 
lar por su salud y el bienestar de su mente y cuerpo. No le 
era permitido ocasionarse un dolor innecesario; tal práctica 
era considerada propia de paganos. Se desaprobaba la pena 
capital y se hacía prácticamente imposible su aplicación, mien-
tras que el suicidio premeditado era considerado imperdonable. 
Más todavía, aun la vida de su mortal enemigo era de se-
ria preocupación para el judío. Esta lección fue deliberada-
mente incluida en el relato de "Pesaj" cuando los judíos cele-
braron su victoria sobre los egipcios antiguos. Durante el Ser-
vicio, se sacan diez gotas de vino de cada copa mientras se re-
citan las diez plagas. La copa de júbilo y libertad de un judío 
no podía estar colmada si estas bendiciones habían sido obte-
nidas sólo al alto costo de la vida humana. Guán enérgica-
mente se destaca esta enseñanza en el cuento rabínico en que 
Dios reprende a los ángeles cuando éstos regocijados cantan al 
presenciar la destrucción de los poderosos carros egipcios y sus 
ocupantes por las aguas del Mar Rojo. "El mar está ahogan-
do la creación de mis manos", exclama el Señor, "y vosotros 
os atreveis a cantar hosannas". 
Esta sensibilidad fue promovida aún más con el estableci-
miento de leyes humanitarias incluso para el trato con anima-
les. De acuerdo con el judaismo clásico, no debe darse muerte 
a ningún animal a menos que esto sea específicamente nece-
sario paia proveer alimento o vestuario, o satisfacer otro fin 
útil. Conforme a esta norma, los judíos tienen su propio mé-
todo de matanza, llamado "shjitá", que contempla toda clase 
de precauciones para eliminar cualquier dolor innecesario. 
Además, el judío está obligado a alimentar sus animales antes 
de sentarse a comer. Cuando se pone por primera vez una 
prenda de vestir nueva debe omitir la bendición especial tra-
dicionalmente recitada en estos casos, si la prenda es de piel o 
cuero, ya que para fabricarla hubo que sacrificar a algún ser 
viviente. 
La influencia que tales ideas humanitarias han tenido en 
nuestra sociedad moderna es evidente en muchos aspectos. En 
toda comunidad de cierta importancia, es, entre otros, un de-
ber cívico establecer y mantener una Sociedad de Trato Hu-
manitario. Se resiste con vehemencia a las proposiciones que 
9 
de vez en cuando se presentan para legalizar la eutanasia o 
muerte misericordiosa (el mundo no se atreve a olvidar el 
abuso atroz que constituyó una legislación semejante en la 
Alemania nacista). El suicidio, aunque aparentemente sea de 
naturaleza privada, está prohibido en todo país civilizado. 
Por último, la pena capital está siendo eliminada en algunos 
países. 
E L M O N O T E I S M O I M P L I C A V I V I R 
E T I C A M E N T E 
Esta es la clase de filosofía que nuestros maestros y eruditos 
a través de las edades aceptaron y aplicaron como conclusio-
nes lógicas de la fe judía en el monoteísmo. Por lo tanto, 
nosotros lo llamamos monoteísmo ético. 
Acción. El judaismo insiste en que no es suficiente solamen-
te creer en la Paternidad de Dios y la Hermandad del Hom-
bre. Esto no es tan difícil También debemos actuar y convivir 
como hermanos. Esto es mucho más difícil de realizar. Aún 
más, el judaismo nos enseña que debemos tratar de ser más 
que el guardián de nuestro hermano. Debemos tratar de ser 
el hermano de nuestro hermano. 
Este concepto de responsabilidad social la han cogido nues-
tros rabinos de una estrofa de las escrituras que dice: 
"Pues, si vosotros observáis todos estos mandamientos que 
os mando observar, amar al Señor, vuestro Dios, seguir sus 
pasos y unirse a E l . . . " ¿"Como podremos seguir los pasos de 
Dios?, preguntaron. Imitando sus acciones, respondieron. Así 
como El es misericordioso, sed misericordiosos. Como El im-
parte amorosa benevolencia, impartid amorosa benevolencia". 
Convicción interior. Los actos deben ser la expresión exter-
na de convicciones interiores, .debiendo estas marchar de 
acuerdo con aquéllos. En verdad, viviendo virtuosamente es 
como llegamos a parecemos más a Dios. Esto es lo que llaman 
"Imitatio Dei", o la imitación de Dios. Por otra parte, cuando 
las ideas y la actuación no coinciden, viene al caso el conoci-
do adagio: "La voz de tus acciones no me deja oír lo que 
dices". 
10 
E L M O N O T E I S M O E X I G E U N A S O C I E D A D E T I C A 
La Torah está dirigida a la comunidad entera así como al 
individuo. Todos los judíos, colectivamente, tienen la respon-
sabilidad no sólo de regular las normas éticas sino también, y 
lo que es más importante, de fomentar la buena sociedad. 
"Y vosotros seréis ante Mí un Reino de Sacerdotes y un 
Pueblo Sagrado", fue la orden divina que el pueblo judío en 
su totalidad recibió en el Sinaí. Es, por lo tanto, una obliga-
ción del grupo garantizar una justicia igual al ciudadano co-
mo al forastero. Es la sociedad quien debe procurar el bienes-
tar del necesitado y el cuidado del enfermo. Es responsabili-
dad de cada individuo el asegurar el uso ético de los recursos 
naturales y humanos. 
PAUSA PARA REFLEXIONAR 
1. El origen de toda ética, según el punto de vista expuesto por el 
Rabí Primer, es la voluntad de Dios, la que es permanente y constan-
te, De acuerdo con esta opinión, la alternativa seria un código hecho 
por el hombre y, por ende, sujeto a los cambios impuestos por el 
capricho del hombre y la sociedad. ¿Cómo afectaría esta alternativa 
el concepto que el hombre tiene sobre la justicia y la paz? 
2. Algunos judíos piensan que su código moral es la más grande 
contribución que el pueblo judío haya hecho a la civilización. Sos-
tienen que para ser judío basta con ser moral y que las prácticas 
religiosas y culturales, tales como la oración y el ritual, no constituyen 
aspectos importantes del ser judío. ¿Están ustedes de acuerdo? ¿O 
piensan más bien que el ceremonial y el culto son esenciales para 
conducir una vida ética como la define el Dr. Frimer? 
3. ¿Han oído alguna vez de alguien que sea el objeto de todas las 
bromas por ser menos inteligente que el resto, o porque tartamudea 
o tiene mala vista?Discutan este tema a la luz del concepto judio 
referente al carácter sagrado del hombre. 
11 
aspecto P K O F É A C O 
Í > E I _ V I V I R É N E O 
De la fértil semilla del monoteísmo ético emergió en Israel 
un grupo de maestros excepcionales llamados profetas. Sin te-
mor ni componendas, estos inspirados caudillos lucharon con-
tra la tiranía, la injusticia y toda clase de corrupción a lo lar-
go y ancho del entonces conocido mundo mediterráneo. A 
menudo lucharon solos, sin ayuda, en desigualdad de condi-
ciones, pero rara vez titubearon o retrocedieron. Pues ellos no 
luchaban en representación de sí mismo, ni por una clase 
social determinada, ni por alguna filosofía política o ideología 
social especial. Ellos eran los voceros del "Dios Unico", del 
"Padre de los desamparados" y "Juez en toda la tierra". "Así 
dice el Señor" era su santo y seña, la fuente de su coraje in-
creíble. 
MOISES 
En cumplimiento de tan divina misión, Moisés, el más 
grande de los profetas, llegó ante el poderoso Faraón de Egip-
to y, sin temor alguno, exigió para sus oprimidos hermanos 
hebreos, "Dejad ir a mi Pueblo". Tiempo después, al congre-
garse este pueblo esclavo en el desierto de Sinaí, Moisés as-
cendió a la cima del Monte Sinaí y desde sus alturas transmi-
tió a los hijos de Israel los Diez Mandamientos de Dios. Estas 
eran las palabras sagradas por medio de las cuales los corazo-
nes, mentes y almas de hombres esclavos del fanatismo, la 
idolatría y superstición, podían ser liberados. Aun abreviadas 
son imponentes y conmovedoras. 
12 
LOS DIEZ MANDAMIENTOS 
I. Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado de la tierra 
de Egipto, de la casa de los esclavos. 
II. No tendrás otros Dioses delante de Mí. 
No te harás escultura ni imagen alguna. 
No te postrarás ante ellas ni las servirás. . . 
III. No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu 
Dios. .. 
IV. Recuerda el día Sábado para santificarlo... 
V. Honra a tu padre y a tu madre ... 
VI. No matarás. 
VII. No cometerás adulterio . . . 
VIH. No robarás. 
IX. No levantarás falso testimonio contra tu prójimo . . . 
X. No codiciarás . . . 
13 
E L I A S 
Algunos siglos después, el Profeta Elias, sobre quien pendía 
sentencia de muerte, se presentó resueltamente ante el tirano 
gobernante del Reinado del Norte, llamado Israel, para des-
enmascarar el asesinato legal que éste había cometido en la 
persona de Nabotih el Jezraelita, cuyo ancestral viñedo co-
diciaba el rey. 
Dios habló a Elias el Tishbita diciendo: Ve y baja al encuentro 
de Ajáb Rey de Israel que está en Samaría. 
Helo en la Viña de Naboth, adonde ha bajado para tomar de 
ella posesión. Y le ¡dirás: Así ka dicho Dios ¡Has matado, 
pues, y encima has tomado posesión! 
I . REYES 21 :17 -19 . 
I S A I A S 
Isaías, también, poco más de cien años después, se rebela 
contra la corrupción y perversidad del pueblo de Judea. Los 
fieles repletaban el Templo de Jerusalén, pero su multitud de 
sacrificios y oraciones sólo eran una pantalla para esconder 
sus ambiciones personales y su violencia contra sus deudores 
y competidores comerciales. El profeta no pudo contener su 
justa ira y gritó amargamente en contra de esta hipocresía: 
"Oíd la voz del Señor, 
Vosotros Principes de Sodoma; 
Prestad oído a la enseñanza de nuestro Dios, 
Vosotros Pueblo de Gomorra" 
",:Qué pueden significar para Mí vuestros sacrificios?" 
Dice el Señor: 
"Estoy harto de holocaustos de carneros 
y de grasa de animales cebados". 
ISAÍAS 1 :10-11 
» * - * • • * * 
"Y cuando extendéis las palmas, 
Aparto mis ojos de vosotros; 
Aunque multipliquéis las plegarias, 
No escucho; 
Vuestras manos están llenas de sangre. 
14 
Lavaos, purificaos. 
Apartad la maldad de vuestras acciones de delante de mis 
ojos . . . 
Cesad de obrar mal..." 
ISAÍAS 1 :15-17 
Y en ocasión de un importante día de ayuno, (Yom Kipur), 
Isaías vuelve a expresar desafiante: 
"¿Es acaso así el ayuno que Yo escogí? 
¿El dia en que el hombre se aflige al inclinar como un junco 
su cabeza y servirse de saco y ceniza como lecho ? 
¿A eso le llamas ayuno y día grato a Dios?" 
"¿No es más bien esto el ayuno que Yo elijo?: 
Desligad coyundas de yugo. 
Dejad libres a los oprimidos 
y que todo yugo rompan. 
No es compartir el pan con el hambriento 
y acoger en casa al desposeído 
cubrir al que va desnudo 
y de tu carne no te ocultes". 
Estos emotivos mensajes no eran simplemente hermosas ge-
neralidades ni sólo píos sermones. Eran la aplicación franca y 
directa de las enseñanzas de Dios a los problemas personales 
y sociales de la época. Eran una fiera defensa de los esclavos y 
oprimidos. Eran una acusación contra la corrupción, donde-
quiera que se encontrase, ya fuese en las masas o en las clases 
altas, entre los pobres o los ricos. 
M A L A Q U I A S 
Los profetas fueron intrépidos maestros de aquellas leccio-
nes que ellos extraían como conclusiones lógicas y concluyen-
tes del principio judaico, las que especialmente Malaquías 
expresó con tanto ardor: 
"¿Acaso no tenemos un mismo Padre todos nosotros? 
¿No vos ha creado un mismo Dios? 
¿Por qué obran pérfidamente unos con otros 
profanando el Pacto de nuestros Padres? 
MALAQUÍAS 2 : 1 0 
15 
No es de extrañarse, entonces, que la voz de la profecía ha-
ya permanecido eterna y que sus enseñanzas tengan tanta ac-
tualidad hoy como cuando fueron dictadas por vez primera. 
Pues la opresión, la hipocresía y la injusticia aún subsiste en-
tre nosotros. La voz y la palabra de Dios se encuentran toda-
vía confinadas a la sinagoga. Y aun cuando hay muchos que 
oran a Dios en Sabbath, muchísimos otros persiguen a sus 
hijos los demás días de la semana. 
/ <1 SA PARA l.hl I.EXIOXAR 
1. Imagínense un profeta en el siglo veinte. ¿Qué nos diría? 
2. ¿ Qué aplicación tienen hoy los Diez Mandamientos y los prin-
cipios éticos predicados por los profetas? 
3. ¿Han vacilado por un momento alguna vez mientras deciden 
qué hacer al recibir vuelto en exceso en la caja de algún estableci-
miento? ¿Se han preguntado si el cajero tendrá que pagar una vez 
descubierta la diferencia? ¿Serta diferente el pensamiento de ustedes 
si supiesen que el negocio absorbería la pérdida sin multar al cajero? 
16 
A S P E C C O Í X I L M I Í B I C O 
Í > E I _ V I V I H É N E O 
Sin embargo, ni el judaismo ni la ética judía dejaron de 
existir al término del período bíblico. En la época talmúdica, 
que lo sucedió, los rabinos aplicaron estos principios y precep-
tos básicos a todo aspecto de la vida y actividad judías, per-
sonal y social. Una sección completa del Talmud fue dedica-
da exclusivamente a la ética. Se titula "Pirke Abotih", "Las 
Enseñanzas de nuestros Padres", y representa una de las tan-
tas escrituras éticas que se encuentran diseminadas en la lite-
ratura rabínica. 
Las verdades espirituales que contiene el "Pirke Aboth" lle-
garon a popularizarse tanto que eventualmente el libro com-
pleto pasó a formar parte del "Sidur" o devocionario diario. 
También llegó a ser usual en Sabbath, especialmente durante 
los largos días de verano, que estos textos fuesen estudiados 
en la sinagoga, como parte del programa de educación adulta. 
Las "Enseñanzas" enfrentan al judío, por simple que sea, 
con innumerables interrogantes, cruciales para el hombre y la 
sociedad de cualquier época. 
-—¿Cuál es el buen camino que el hombre debe seguir? 
—¿Cuál el mal camino que debe evitar? 
—¿Qu¿ significado tiene la conducta externa y la intención 
interior? 
—¿Cuan importante es el saber judio? ¿Cuál es la posición 
del intelectual judio? 
—¿Debe algo el hombre a la sociedad? 
—Eticamente hablando, ¿quién es sabio, quisn fuerte, rico, 
honorable? 
17 
Resumiendo, cubren toda la gama de la experiencia huma-
na pero con acentos de sabiduría eterna. No es extraño, pues, 
que esta obra clásica guarde siempre tanta vitalidad y fres-
cura. 
De su diadema de joyas preciosas, extraigamos sólo una ge-
ma (qus encaja tan bien en nuestros días) y examinémosla a 
fondo. Por ejemplo, tomemos al rabinoSimón, hijo de Gama-
liel, quien dijo que el mundo subsiste por tres razones: la 
justicia, ia verdad y la paz. 
J U S T I C I A 
El idioma hebreo tiene varias palabras para expresar el 
concepto de justicia. Una de ellas representa la decisión judi-
cial, corta y precisa, cuya base estricta es la ley. Otra, sin em-
bargo, puede referirse al equilibrio justo y delicado que debe 
observarse en un conflicto de derechos. Por otra parte, una 
tercera refleja la aplicación del más alto grado de equidad y, 
aun, de clemencia, tan indispensable en la realidad humana 
pero a menudo indefinible en la terminología legal. No obs-
tante, todas ellas en sus más profundas implicaciones se refie-
ren a la conducta justa y recta que debe caracterizar nuestras 
relaciones con terceros. En verdad, pocos hombres en nuestros 
países discreparían con e! salmista en cuanto a que la justicia 
y virtud deberían "alcanzar hasta el más remoto punto de la 
tierra". Este es uno de nuestros valiosos ideales democráticos 
y humanos. 
T Z ' D A K A H 
Para nuestro limitado propósito, tomemos solamente uno de 
estos términos hebreos, definiéndolo únicamente en su sentido 
limitado. La palabra "Tz'dakah". 
Como un Derecho y no un Favor. Para algunos de nosotros 
la palabra sonará familiar, e, inmediatamente, la traducirán 
como caridad. Esta traducción no sería completamente acer-
tada, sin embargo, ya que, lamentablemente, la palabra ca-
ridad ha llegado a tener un acento de compasión y, aun, de 
18 
superioridad. La gente habla de hacer caridad a las "clases 
bajas" y clasifican como un "caso de caridad" a aquél que 
recibe la ayuda. La palabra hebrea "Tz'dakah" rechaza abier-
tamente tal acepción. Otros, por lo tanto, podrán preferir la 
traducción de filantropía. Esta estaría más próxima a su ver-
dadero significado pues filantropía significa "amor al ham-
bre". Sin embargo, como ya lo hemos expresado, "Tz'dakah" 
es en realidad uno de los sinónimos para justicia o equidad. 
Expresa, por tanto, la idea de que el judío, al dar "Tz'dakah", 
no está haciendo un favor a nadie. El está sólo cumpliendo 
con su justa obligación, porque cuando un judío necesita 
ayuda, está en su deredho al esperar tal ayuda de otro judío. 
Esta clase de actitud quizás sea radical aún en nuestros días. 
Si así fuere, habla en favor del judaismo el que su pensamien-
to social sea tan avanzado. 
Como una Obligación Social. Aún más, para el judío esta 
responsabilidad no era de carácter individual solamente, sino 
que descansaba en la comunidad entera también. La sociedad 
debe abastecer a aquéllos que, debido a alguna desgracia, 
han sido privados de las abundantes bendiciones de la vida. 
Entre los judíos del período bíblico, por ejemplo, se enseñaba 
a cada ciudadano: "No endurecéréis el corazón ni cerraréis 
la mano ante vuestro hermano necesitado, sino, más bien, 
abriréis la mano ante él". La prédica no era suficiente. Por 
consiguiente, en la legislación social se incluyeron disposicio-
nes que obligaban a los agricultores a reservar parte de su 
cosecha para "los pobres y los forasteros". 
Como una Institución Social. Más adelante, en la época 
talmúdica, junto con la mayor urbanización de los judíos y su 
traslado a la ciudad, se formó oficialmente un fondo comunal 
o "kuppah". A menudo, estos programas los dirigía el erudito 
más distinguido de la ciudad. De estos fondos se otorgaban 
donaciones periódicas a individuos y familias para cubrir sus 
necesidades primordiales. Esta responsabildad comunal tuvo 
tan amplia acogida que varios centenares de años después un 
gran erudito pudo informar con orgullo que "casi no había 
una comunidad judía que no contase con una "kuppaíh". 
19 
A fines del período medieval, los judíos habían formado un 
complejo sistema de hospederías públicas, cocinas comunales, 
baños públicos, empresas funerarias sin cargo, asociaciones de 
préstamo sin interés, roperías gratis y otras instituciones 
"Tz'dakah" similares. Además, no hay capítulo más noble en 
la historia judía que aquel episodio en que la generosidad ju-
día fluyó para rescatar a sus hermanos judíos de la esclavitud. 
Muchos hombres, mujeres y niños, huyendo de algún "po-
grom" o persecusión, eran capturados por bandidos y piratas 
quienes cobraban rescate o los vendían como esclavos. Los 
judíos no permanecieron inactivos frente a estos aconteci-
mientos. Para tan noble fin o "mitzvah", la ley ordena que 
aun los Rollos Sagrados sean sacados del Arca para su venta. 
Y así se hizo! 
Como una Responsabilidad Personal. El judaismo nunca ha 
considerado a la pobreza una bendición. Para el que la sufre, 
la experiencia puede ser demoledora. Diversas medidas se es-
20 
tablecieron, ipor lo tanto, para ayudar a mantener la moral 
de los pobres. En primer lugar, tenía gran importancia el in-
vitarlos personalmente como huéspedes al hogar propio, es-
pecialmente en Sabbath o alguna festividad, en que se consi-
deraba una gran "mitzvalí" otorgar hospitalidad a algún ne-
cesitado o forastero. En verdad, nunca se sabía si bajo la 
frágil y polvorienta vestimenta de un viandante no se escon-
día un gran erudito o santo. El "folklore" judío contiene nu-
merosas historias en las que se identifica al harapiento vaga-
bundo con algún renombrado santo, e incluso, con el profeta 
Elias, quien regresó deliberadamente a la tierra para poner 
a prueba los méritos del pueblo judío. 
Como Formador de Carácter. Pero además de cultivar aque-
llas virtudes sociales en terceros, la ley judaica también orde-
naba al mendigo dar "Tz'dakaih" por su cuenta. Jamás debía 
llegar tan bajo que perdiese su perspectiva como ser humano 
y la responsabilidad que esto involucra. Tampoco debía olvi-
darse de sus sentimientos humanitarios; antes bien, se le re-
cordaba que podía haber alguien más necesitado que él. El 
acto de dar previene el caer en la indigencia. El compartir 
con otros, ayuda a mantener nuestras propias esperanzas. Res-
tablece nuestra dignidad y ayuda a devolver su lustre original 
a la opacada "imagen de Dios". 
Como Medio de Ayuda a Sí Mismo. Con este propósito en 
mente, Maimónides, el más grande pensador judío de la épo-
ca medieval, propuso como la más alta expresión de "Tz'da-
kah" la dádiva que permite a los necesitados a ayudarse a sí 
mismos. Decía: "Hay ocho grados de "Tz'dakah", uno más 
alto que el otro": 
—El más alto grado es fortalecer las manos del judío nece-
sitado, dándole un regalo o préstamo, haciéndolo copar-
tícipe de nuestra empresa u ofreciéndole una ocupación 
para que se independice. 
•—Después de -este grado, viene la "Tz'dakah" en que la 
identidad del donante como la del beneficiario son des-
conocidos para ambos. 
—Luego e tá la "Tz'dakah" en que el donante conoce la 
identidad del beneficiario pero no éste la de aquél. 
21 
—Enseguida tenemos la contribución que es otorgada de 
tal modo que el beneficiario conoce la identidad del do-
nante pero no éste la de aquél. 
—Viene luego la ayuda que se da sin que nos haya sido 
solicitada. 
—Después viene la "Tz'dakah" que se da sólo después de 
que nos haya sido solicitado. 
—Más abajo se encuentra la ayuda que ofrecemos de bue-
nas ganas pero siendo menos que lo que podríamos dar. 
—El más bajo grado de "Tz'dakah" es la contribución que 
damos a regañadientes. 
En cierto modo, el trabajo social moderno ha hecho suyos 
los conceptos de Maimónides, ya que para mudhas de las 
instituciones sociales que proveen ayuda económica a familias 
necesitadas, prima la preocupación por la persona. Existe 
hoy la tendencia de descorazonar a las personas de buenas 
intenciones que, en ocasión de ciertas festividades, pretenden 
hacer regalos de vituallas directamente a los beneficiarios con 
el fin de que éstos reciban "el áureo calor que ofrece la dádiva 
de persona a persona". La experiencia indica que para mu-
chos beneficiarios el acto ha resultado degradante, habiéndo-
les llenado de una vergüenza que perduró mucho más tiempo 
que los alimentos. 
G ' M I L U T J A S A D IM 
De lo que acabamos de comentar se desprende que la con-
ciencia judía se preocupa tanto de la calidad, vale decir la 
intención, y el modo de la dádiva como de la cantidad del 
regalo. La última afecta solamente el estado físico y económi-
co del beneficiario, mientras que la primera influye tanto en 
el estado espiritual como en el moral, no sólo del beneficiario 
sino también del donante. El judaismo, por lo tanto, se ha 
propuesto un ideal aún más noble, la dádiva que yendo más 
allá de los medios del donante alcanza a la persona misma. 
Este concepto-hermano de benevolencia, "G'milut Jasadim", 
tenia más valor para nuestros rabinos porque, decían, "la 
Tz'dakah sólo involucra ayuda financiera, pero la benevolen-
22 
cia envuelve, además, toda clase de servicios personales. La 
Tz'dakah se limita a los pobres; la benevolencia alcanza tanto 
a los pobres como a los ricos. La Tz'dakah puede ofrecerse sólo 
a los vivos; la benevolencia puede extenderse tanto a los vivos 
como a los muertos". 
Un extraordinario cuento del gran escritor ruso Turgenev 
ilustra en forma excelente la idea hebraica del "G'milut Ja-
sadim". Mientras caminaba por las calles un día, un viejo 
mendigo, harapiento y débil, lo detuvo extendiendo su mano 
en actitud suplicante. Turgenev inmediatamente llevó las ma-
nos a los bolsillos pero no encontró nada, ni su cartera ni una 
moneda. El mendigo esperaba mientras la mano que exten-
día temblaba ligeramente. Turgenev, hondamente turbado, 
contestó: "No te enojes, hermano. Lo siento profundamente, 
pero no tengo nada que darte". Los ojos del mendigo se ilu-
minaron y con una sonrisa, balbuceó: "No importa. Gracias, 
muchas gracias, esto también es un gran regalo. Me has llama-
do hermano". 
La comunidad judía americana puede, sin lugar a duda, 
enorgullecerse de haber hecho realidad esta gran "mitzvaih" 
del "Tz'dakah". En época alguna de la historia judía ha res-
pondido nuestra gente con tanta generosidad al llamado de 
nuestros agobiados y esforzados hermanos en el extranjero. 
A.un más, la serie de instituciones de servicio social y benefi-
cencia que se han constituido y se mantienen a través de nues-
tros continentes, nos han hecho merecedores del respeto y es-
timación de toda la comunidad americana. No se habría 
alcanzado todo esto de no mediar la generosidad sin prece-
dentes de nuestros hermanos judíos. 
Sin embargo, se han suscitado algunas críticas en este te-
rreno que debemos analizar atentamente. 
En primer lugar, se dice que en los tiempos modernos el 
dar se ha convertido en un acto demasiado impersonal. El 
"Tz'dakah" se ofrece sin un toque o calor personal y, por con-
siguiente, corre el peligro de perder el alma, por decirlo así. 
Suele ocurrir que se haga una donación a alguna institución 
solamente por compromiso con la persona que la solicita, per-
diendo así toda significación la importancia de la causa y el 
valor del trabajo que aquélla realiza. Resulta, entonces, que 
sea la presión y no el programa de la institución lo que deter-
mine la donación. 
En segundo lugar, las críticas mantienen que el servicio ac-
tual se reduce a dar dinero y no algo del "ser" mismo. Una 
persona podrá responder de buenas ganas a una solicitud de 
dinero pero no así ante un requerimiento de su tiempo, de 
su capacidad como dirigente, de sus talentos. Organizaciones 
comunales y educacionales requieren de la acción de diri-
gentes y trabajadores llanos. Los hospitales, casas de reposo 
y otras instituciones, claman por voluntarios para servicios 
personales tales como leer o dar de comer, escuchar y com-
partir, hacer las mil y una cosas pequeñas que son necesarias 
para alegrar y reconfortar el corazón humano. Frente a tales 
24 
llamamientos para contribuciones personales o "G'milut Ja-
sadim", las respuestas son muy escasas. 
Una falla similar se encuentra en nuestra práctica de hos-
pitalidad hogareña. En la actualidad, esta "mitzvaih" parece 
haber perdido su encanto. Nadie invita a un extraño, aun 
cuando éste sea uno "de los nuestros", a compartir la hospita-
lidad del Sabbath o día festivo. 
Es en estos aspectos del servicio comunitario que los jóve-
nes, como miembros de grupos juveniles pueden producir 
importantes cambios. Podrían contribuir, reviviendo el espíri-
tu y contenido judío del "Tz'dakah" y el "G'milut Jasadim". 
PAUSA PARA Itíí-LEXJONAR 
1. ¿De qué manera se recaudan los fondos en la comunidad de 
ustedes y cómo se comparan estos métodos con el Código de Maimó-
nides? 
2. Los judíos suelen ser más generosos en filantropía que otros 
grupos de la población. ¿Sucede esto en la comunidad de ustedes? 
¿Siendo así, cómo ¡o explican ustedes? 
3. ¿Se les ocurren algunos proyectos en que los miembros de su 
grupo juvenil podrían realizar el espíritu de "G'milut Jasadim"? 
I,A V) RDAD 
Sin duda todos nosotros concordaremos en que nuestra 
capacidad para hablar y comunicarnos con terceros es uno 
de nuestros más preciados bienes. Según nuestros sabios ju-
díos, esta capacidad debía considerarse como un don especial 
otorgado por Dios al hombre para elevarlo por sobre el mun-
do de las bestias. Así mismo, si contemplamos a nuestro alre-
dedor, no podremos menos que maravillarnos ante lo que el 
hombre ha heaho con esta habilidad. El poder humano de 
comunicación se ha multiplicado un millón de veces, gracias 
a inventor tales como la escritura, la imprenta, el teléfono, 
telégrafo, radio, televisión, etc. Los historiadores del futuro 
probablemente califiquen nuestra era como la "Edad de la 
Palabra". 
Fue sin duda este mismo pensamiento el que inspiró a un 
25 
caricaturista inglés su dibujo del hombre moderno, que es el 
diseño de una persona con un cuerpo sumamente delgado y 
una cabeza gigantesca. La mayor parte de la cabeza, sin em-
bargo, consiste en una boca abierta en cuyo centro se mueve 
incesantemente una enorme lengua. El seco humor de esta 
caricatura se pierde un poco cuando pensamos que esta gran 
capacidad de comunicación con la que contamos hoy en día, 
se puede usar tanto para la Gran Mentira como para la Gran 
Verdad. Y es únicamente el hombre quien puede elegir entre 
una y otra. 
Mayor motivo de reflexión tendríamos al descubrir, tras un 
estudio objetivo de la historia actual en diferentes niveles, 
que la verdad, como valor, ha sido honrada más en la prédica 
que en la práctica. Un tan sabio estadista como David Ben 
Gurión, ex Primer Ministro del Estado de Israel, dijo en cier-
ta oportunidad: 
"La palabra ha perdido todo verdadero significado. El arte 
de la estafa política nunca había alcanzado tan alta explota-
ción como hoy. La terminología aceptada para designar mo-
vimientos sociales y políticos ha perdido su verdadera inten-
ción y no hay prácticamente ninguna relación entre el espíritu 
que se proclama y su verdadero significado. Un régimen com-
pletamente opresivo se auto califica de democracia del pue-
blo y a la sujección de otras naciones se la llama liberación 
nacional". 
Nuestra propia vida nacional, desgraciadamente, da mar-
gen a críticas de este orden. En política, por ejemplo, los 
programas de partidos se preparan cuidadosamente con vistas 
a los votos y no a los valores, evitando los temas polémicos 
sin tratar de explicarlos. En el ambiente comercial, la publi-
cidad ha alcanzado gran poder como juego de palabras don-
de el propósito no es describir un producto siqo venderlo 
simplemente, no informando al cliente pero sí explotando su 
inocencia. El público está ya dándose cuenta del gran peli-
gro que encierra esta propaganda "subconsciente". Los expe-
dientes de juzgados y abogados muestran un triste cuadro de 
26 
violación de convenios, asi como los yertos remanentes de 
apasionadas promesas de fidelidad eterna. 
No son mejores las impresiones que se obtienen de algunos 
recientes estudios sobre la vida estudiantil. De acuerdo con 
éstos, los estudiantes, en general, "copian" sin escrúpulos. Pa-
ra ellos el único pecado consiste en que los "sorprendan". 
Hay un cuentotrági-cómico, típico de esta situación, en el 
que un director de escuela, al inaugurar el año escolar, soli-
cita la cooperación del estudiantado para poner en práctica 
un nuevo sistema de honor. Al término de su cálido mensaje, 
se oye una voz que dice: "Muy bien, señor, para Ud. dejamos 
el honor y nosotros conservaremos el sistema". 
Nuestros antepasados no eran tan sofisticados ni recibían 
una educación tan formal como la nuestra. Sin embargo, pa-
ra ellos las palabras eran sagradas. Citaban la frase bíblica 
aquella: "Lo que de vuestros labios saliere, eso observareis y 
haréis". Genuinamente creían que la palabra debía ser la me-
jor garantía de un judío, siendo pecado el contrariar la indi-
cación rabínica que dice: "Que vuestro sí sea sí y vuestro 
no sea no; no digáis con la boca aquéllo que no guarde vues-
tro corazón". El Talmud hace hincapié en que "está prohi-
bido robar la mente de un hombre, aunque fuere un pagano". 
Las normas de los judíos no podían ser menos! Si la verdad 
era "el sello de Dios", luego, la falsedad, como el engaño, 
eran su negación. 
Nuestros sabios maestros también destacaban con gran én-
fasis otra clase de violación de la verdad: la murmuración y 
la calumnia. Bien sabían ellos cuán fuerte era la tentación 
por intercambiar, transmitir o, por lo menos, escuchar algún 
comentario aparentemente inofensivo. Consideraban este há-
bito tan fuerte que precavían contra él como el pecado del 
cual difícilmente podía escapar una persona. Evidencia de 
que la Toraih también consideraba muy grave esta transgre-
sión, es su inclusión en el importante Código de Santidad: 
"No andaréis de arriba abajo llevando cuentos entre la gente". 
Los rabinos condenaban la calumnia como un crimen ma-
yor que el asesinato. Destruir la reputación de un hombre 
inocente es despojarle de algo mucho más valioso que la vida 
27 
misma. Desgraciadamente, en nuestra época hemos tenido 
una dolorosa evidencia de los efectos trágicos de esta clase de 
crimen, mediante verdades a medias o falsedades, campañas 
de difamación, acusaciones sin fundamento o prueba. No obs-
tante, éticamente hablando, la calumnia no sólo destruye a 
su víctima: tanto el que calumnia como el calumniado, dice 
el Talmud, son víctimas de su mortífero veneno. 
Nuestros sabios también llamaban la atención sobre aque-
llas personas tan sinceras que transmiten sus chismes o calum-
nias estrictamente por el bien de la humanidad. Su argumento 
es siempre el mismo: "Te decimos esto solamente en pro de 
la verdad". Lo extraordinario es que, generalmente, la verdad 
se refiere sólo a terceros. 
Los comentaristas bíblicos se refieren a ciertos versos muy 
papulares de las Escrituras en los que se describe a Dios, pri-
mero como "fuente de benevolencia" y luego como "fuente 
de verdad". Para ellos este orden tenía un propósito determi-
nado. Su intención sería la de enseñarnos que, en imitación 
de Dios, nuestra verdad también debe contener amor. Pues, 
como decía Blake, el poeta inglés: "La verdad mal intencio-
28 
nada puede más que todas las falsedades que podáis inven-
tar". O, como dicen las enseñanzas Jasídicas: "La franqueza 
y honestidad son nobles virtudes cuando por su intermedio 
deseamos ayudar a terceros y no a nosotros mismos". 
Fue con gran visión, por tanto, que nuestra tradición inclu-
yó en una de nuestras principales oraciones la petición perso-
nal aquella: "Guarda mi lengua del pecado y mis labios de la 
maledicencia". Pues la palabra tiene origen divino. A través 
de ella nos es posible propagar el conocimiento y la compren-
sión entre los hombres. Gracias al invencible poder de la ver-
dad podemos ayudar a construir un pilar para cimentar la 
seguridad, paz y libertad del mundQ. 
En esta tarea los jóvenes tienen también una participación 
vital. Primeramente, deben ser sinceros, manteniendo sus 
mentes y espíritus libres de toda superstición, prejuicio o fa-
natismo. Estos son enemigos de la verdad y obstaculizan las 
líneas de comunicación entre un individuo y otro. Además, la 
juventud debe permanecer alerta contra los atentados por ter-
giversar la verdad o silenciarla. La democracia y libertad no 
sobrevivirán largo tiempo si se secan los pozos de la verdad. 
La labor más dura, sin embargo, será la de hacer prevalecer 
la verdad como principio rector dentro de la trama misma 
de la sociedad y como vara de medir en nuestra vida personal. 
Sólo entonces podrán los jóvenes de hoy esperar con más opti-
mismo un mañana mejor, pues ambos habrán sido construi-
dos sin 'as falsedades del aiyer. 
PAUSA PARA REFLEXIONAR 
1. En vista de que algunos políticos son elegidos gracias a decla-
raciones que luego resultan exageradas o falsas, y considerando que 
los comerciantes muchas veces obtienen pingües ganancias engañando 
al público con respecto a sus mercaderías, ¿valdrá la pena ser hon-
rado ? 
2. ¿Recuerdan algún incidente reciente en la vida nacional o de 
su localidad en el que se haya tergiversado la verdad? 
3. En relación con los conceptos del Rab. Frimer, planteen el 
siguiente problema que podría presentársele a un grupo juvenil. Se 
proyecta un baile con el fin de reunir dinero para la caja del grupo. 
Un miembro sugiere que se podría reunir más dinero si en las en-
29 
tradas se indicase que parte de los fondos será destinado a obras de 
caridad. Luego se apartaría una pequeña cantidad para tales fines y 
nadie se enteraría de la diferencia. 
P A Z 
Desde los primeros tiempos, la tradición judía ha mantenido 
el ideal de la paz como uno de los inapreciables sueños y ben-
diciones de la vida. Indudablemente, la experiencia de nues-
tro pueblo no está libre de guerras y derramamiento de sangre. 
Sin embargo, tales hechos nunca fueron glorificados como em-
presas cautivantes ni mucho menos, sagradas, dignas de los 
nobles hijos de una raza superior. En el mejor de los casos, la 
guerra fue una necesidad y, siempre, una desafortunada nece-
sidad. Se recurría a ella, por lo tanto, sólo una vez agotados 
todos los genuinos recursos por mantener la paz. 
En este aspecto, también, la Biblia y el Talmud dan la pau-
ta. Los primeros capítulos del Génesis destacan el origen co-
mún de la humanidad. Aún más, se presenta a Adán como el 
único antecesor del hombre —dicen nuestros maestros— pa-
ra que ninguna nación se erija como la llamada a dominar el 
mundo y esclavizarlo, pretextando ser de una raza superior. 
Todos los pueblos, así como todos los individuos, deben vivir 
en paz los unos con los otros, ya que son, después de todo, 
miembros de la misma familia humana. La guerra no provo-
cada entre un hermano y otro no es irrecusable, por lo tanto. 
En la historia de Caín y Abel nuestra tradición veía un ejem-
plo de la lucha primitiva del hombre por el poder y la pose-
sión. En su envidia y codicia, Caín deseaba el mundo entero 
cuando ya le pertenecía la mitad. 
Inevitablemente, el fruto de la codicia colectiva es la gue-
rra, y la guerra destruye no sólo gran parte del presente sino 
también mucho del futuro: el rico potencial de innumerables 
generaciones por nacer. Es por esto que los rabinos indicaban 
que la Torah usa el plural de la palabra hebrea correspondien-
te a "sangre" cuando Dios dice a Caín: "¿Qué has hecho? La 
voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra". 
Un milenio después, este odio hacia el derramamiento de san-
30 
gre y el fervor por la paz, impide al Rey David realizar su 
más noble deseo. Siendo el muy amado conductor y trovador 
de su pueblo, había él pasado gran parte de su vida en la gue-
rra. Dios, por consiguiente, lo consideró indigno de construir 
el santuario del Señor en Jerusalén, ciudad dedicada a la paz. 
Ni siquiera el altar del Tabernáculo podía ser hecho de pie-
dra labrada con herramienta de hierro. "Un arma de hierro", 
subrayan los rabinos "es símbolo de la guerra, mientras que el 
altar es el símbolo de la paz entre Dios y el hombre". 
De la misma manera, la bendición sacerdotal pronunciada 
sobre los Hijos de Israelalcanza su climax en las siguientes 
palabras: "Y El os otorgará la paz". Los judíos de todas las 
épocas no han podido seleccionar una palabra con mayor sen-
tido y dramatismo para saludar o despedir a un semejante 
que "Shalom", la palabra que tan elocuentemente habla 
de paz! 
La paz, sin embargo, no es sólo un concepto negativo. Im-
plica algo más que la ausencia de guerra. Es la hermana de la 
justicia y la verdad. Para los maestros judíos, estos tres idea-
les son uno solo en realidad. "Cuando vence la justicia, la ver-
dad también resulta victoriosa, promoviendo, por tanto, la 
paz". Siendo así, los verdaderos fundamentos de la paz no se 
establecen en los altos niveles de conferencias internacionales, 
sino que en el diario vivir de los pueblos. Cada acto personal 
de justicia ,todo proyecto de la comunidad en pro de la ver-
dad, la eliminación de la pobreza y enfermedad, la extinción 
de fanatismos y de la corrupción, la propagación de buena 
salud y buena voluntad, la generalización del conocimiento 
y comprensión, estos son el cemento y el acero para la cons-
trucción de la comunidad mundial y la familia de naciones. 
En este esfuerzo deberíamos invertir, por lo menos, tanta ener-
gía, tiempo y dinero como dedicamos a la preparación y pro-
secución de la guerra. 
La paz, como la justicia y la verdad, es indivisible. No reco-
noce barreras de raza, credo u origen nacional. Este pensamien-
to es también una deducción natural de nuestra creencia en el 
Monoteísmo Etico. Nuestra visión de paz debe abarcar a to-
da la humanidad, con todos los hombres como posibles com-
31 
pañeros de faena en esta sagrada tarea. El salmista dice: "Es-
te es el propósito del judaismo. Pues sus caminos son caminos 
placenteros y todas sus vías convergen a la paz". Estos cami-
nos de paz requieren, insiste el Talmud: "que toda comunidad 
judía provea al necesitado, judío o no judío por igual, que se 
dé de comer al hambriento, se visite y cuide al enfermo, se dé 
sepultura apropiada a los muertos y se consuele a los deudos". 
Guán necesario es este sentido de responsabilidad mundial en 
nuestra época, en que la amenaza de una guerra total sólo pue-
de ser contrarrestada por un esfuerzo supremo de paz total! 
Esto no significa que el judaismo profese la "paz a cual-
quier precio". La historia antigua como la moderna dan prue-
ba veraz del valor de los judíos y su voluntad para luchar con-
tra tiranos y opresores. Esto concuerda con el precepto judío 
de "exigir justicia, suprimir la opresión, defender al huérfano 
y tomar a su cargo el pleito de la viuda". No podemos, por 
lo tanto, aceptar la doctrina expresada en el Nuevo Testa-
mento que ordena a uno "dar la otra mejilla". Según las pala-
bras de un gran ensayista moderno, Ahad Haam (seudónimo 
de Asher Ginsburg): "Si practico el amor hasta el extremo 
de que cuando me golpeas la mejilla derecha, te ofrezco la iz-
quierda además, estoy alentando la injusticia. Como tú seré, 
pues, culpable de la injusticia cometida". Como se ha dicho 
antes, el judaismo insiste en que la justicia, verdad y paz son, 
en esencia, inseparables. 
Este contraste refleja la diferencia básica que existe entre 
las dos más grandes religiones del occidente. Desde sus comien-
zos el corazón del cristianismo ha sido su énfasis en el centra-
lismo de la fe y el llamado a la salvación personal. Este se in-
fiere del propio nombre cristianismo. En consecuencia, no im-
porta cuan moral sea nuestra conducta, cuán numerosas nues-
tras buenas acciones, no podríamos ser considerados "buenos 
cristianos" por la mayor parte de las agrupaciones cristianas, 
si no hiciéramos, primero y principalmente, profesión de fe 
en las enseñanzas básicas de la iglesia respecto a Jesús. 
No sucede así en el judaismo. Aquí el énfasis está puesto en 
la observancia de la Torah y sus "mitzvot" o mandamientos". 
"Observaréis por tanto, mis leyes y mandamientos", orde-
32 
na la Torah, "que si lo hacéis, viviréis por ellos". La acción 
es el santo y seña de nuestra religión. Esto no significa que se 
niegue al cristianismo GU insistencia en las buenas acciones o 
que se pretenda decir que e,l judaismo no contiene una doc-
trina. No obstante, para el cristianismo la fe no es sólo cen-
tral sino decisiva. En cuanto al judaismo, los rabinos presen-
tan al Todopoderoso diciendo: "Podría ser que ellos me aban-
donasen pero que obedecieran mi Torah; ésta los iluminaría 
y eventualmente retornarían por el buen camino". 
Debido al énfasis que el judaismo pone en la ética, no le 
basta con decir: "Seréis puros" o "Amareis a vuestros seme-
jantes como a vosotros mismos". La Torah va al detalle pa-
ra definir las implicaciones personales y sociales del amor y 
la santidad. 
"Y cuando cosecheis el producto de vuestras tierras, deja-
reis un rincón sin cosechar y no recolectareis todo el produc-
to . . . Dejareis algo para los pobres y los forasteros". 
"No robareis, no haréis tratos deshonestos, ni mentiréis los 
unos, a los otros". 
"No retendreis durante la noche y hasta la mañana siguien-
te el saiario de vuestro sirviente". 
"Y cuando un extraño sea acogido en vuestros dominio, no 
lo engañareis". 
"Balanzas justas, pesos justos . . . tendreis". 
Es sorprendente, entonces, que el judaismo haya considera-
do como su más grande tarea la creación de la Buena Socie-
dad en la tierra. Esta era una tarea en la que debían partici-
par colectivamente todos los judíos y en la que esperábamos 
se uniese la humanidad entera. Individualmente, el judío tam-
bién tenía la obligación precisa de participar en este Gran 
Plan viviendo una vida buena. Este era el modo judío de 
salvación personal. 
Es, naturalmente, un hecho obvio el que el hombre se en-
cuentra aún muy lejos de alcanzar la Buena Sociedad o, si-
quiera, la paz duradera. El último medio siglo, con dos gue-
rras mundiales y otros muchos conflictos grandes y pequeños, 
33 
no nos da mucha esperanza de alcanzar este objetivo fácil-
mente. Además, nuestra experiencia con nacistas y comunistas 
nos ha demostrado que existen puntos de vista en que se 
considera normal, y aún necesaria y noble, la guerra y no la 
paz. Sin embargo, a pesar de este triste cuadro, el judaismo 
rehusa dejar de ser una religión optimista. Aún más, el sueño 
judaico de una paz final ha llegado a convertirse en parte 
integral de nuestra doctrina democrática. El judío, por tanto, 
continúa contemplando con ansias la radiante imagen que del 
futuro vislumbraban los profetas. 
"Más, finalmente sucederá . . . 
Y sus espadas convertirán en arados 
Y sus lanzas en podaderas; 
No alzará espada pueblo contra pueblo 
Ni se adiestrarán en la guerra nunca más. 
Y se sentará cada uno bajo su parra y bajo su higuera 
Sin que haya quien atemorice . . . 
MIQUEAS 4 : 1 , 3-4 
De buenas o malas ganas, los pueblos americanos se han 
visto envueltos en los sucesos mundiales. Una gran parte de 
la población del mundo se vuelve hacia nosotros en su bús-
queda de paz. Para materializar estos propósitos debemos 
mantenernos fuertes, no sólo física y económicamente, sino 
moral y espiritualmente también. Sólo entonces nuestra fe 
en los ideales democráticos y la confianza que otras naciones 
han depositado en nosotros, podrán permanecer inmutables. 
Nuestras juventudes, en consecuencia, deben comprender 
que su papel es diferente ya. Hasta ahora los jóvenes se con-
sideraban combatientes, listos para presentar batalla a los ene-
migos de fuera. Los jóvenes de hoy deben considerarse solda-
dos de la paz y prepararse para combatir a los enemigos inter-
nos. La juventud debe declarar guerra eterna a los enemigos 
de una democracia sana, cuales son: ignorancia de los gran-
des acontecimientos de nuestros tiempos; indiferencia ante los 
principios democráticos; inmadurez política y analfabetismo; 
traición a los derechos civiles; irresponsabilidad social. Para 
realizar esto, los jóvenes de los países americanos deben emú-
34 
lar a las juventudes de otros países quienes demuestran una 
mayor preocupaciónpor los problemas mundiales, están com-
prometidos personal y más profundamente frente a los desafíos 
de nuestra época y participan más ampliamente, y muchas 
veces como conductores, en las decisiones importantes. Estos 
son los lentos, vacilantes y, no obstante, progresivos pasos que 
nos conducen hacia la paz. 
PAUSA PARA REFLEXIONAR 
1. Comparen el punto de vista judío sobre la paz con otras opi-
niones al respecto. 
2. ¿Es posible justificarla guerra? ¿En caso afirmativo, en qué 
circunstancias? 
3. ¿En qué forma pueden los grupos juveniles preparar a sus 
miembros para comprender mejor los problemas de la guerra y la 
paz? 
35 
M I S I Ó N A 
C O M P R & V C X K 
C O N C L U S I O N P E R O N O E L F I N 
En el Seder de Pesaj el judío proclama con orgullo que él, 
como pueblo, nació en medio de la esclavitud egipcia. De esta 
degradación y sufrimiento, nuestros antepasados desarrollaron 
un fuerte odio por la tiranía y un gran anhelo de libertad y 
dignidad humana. Al despojarse de las cadenas, se propusie-
ron construir una nueva forma de vida sobre fundamentos de 
justicia, verdad y paz. Este es el significado del pacto que 
nuestros antepasados hicieron con Dios al pie del monte Sinaí 
y de la misión claramente implícita en la introducción a los 
Diez Mandamientos: 
"Yo soy el Señor, tu Dios, que te he sacado de la tierra de 
Egipto". De nuestros antepasados ha sido, y continuará sien-
do nuestra, la tarea de convertir en realidad estos ideales. 
Para lograrlo, sin embargo, todo judío tiene la obligación de 
conducir personalmente una vida tal que con su ejemplo 
acerque los ideales éticos de nuestra fe por lo menos un paso 
más hacia su realización en pro de la humanidad entera. No 
seremos nosotros, naturalmente, quienes demos por terminada 
esta labor. Cientos de generaciones de todas las creencias, 
razas, nacionalidades, del pasado, del presente y del futuro, 
están unidas como copartícipes permanentes en este objetivo 
mesiánico. No obstante, no podemos permitirnos olvidar que, 
individual y colectivamente, estamos comprometidos,-a cumplir 
con nuestra responsabilidad, haciendo uso de la oportunidad 
que se nos ofrece para contribuir con nuestra acción. 
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MATERIAL PARA DEBATE 
El discernir en materia de ética no es cosa del pasado es-
trictamente. Todos los días los miembros de un grupo deben 
tomar decisiones que obedecen a ciertas normas. En conse-
cuencia, generalmente resulta fácil promover un debate res-
pecto de las normas en que los diversos elementos se fundan 
para determinar sus actos. Estos debates cobrarán un sentido 
más amplio y pertinente si se los relaciona con los principios 
éticos judíos presentados por el Dr. Frimer. 
Esta sección ha sido preparada por el Departamento de 
Programas de la BBYO con el fin de ayudarles a concebir un 
programa para debate. 
ALGUNOS PROBLEMAS PARA RESOLVER 
1. Los miembros del grupo juvenil discuten acerca de un 
compañero de colegio al que se considera un poco "raro": 
no tiene amigos, viste pobremente y su apariencia es, gene-
ralmente, peculiar. Al ridiculizar al muchacho (o niña) uno 
de los miembros, otro propone que en vez de mofarse de él 
(o ella) el grupo le tienda la mano invitándole a participar 
en él. Un tercer miembro responde que tal medida bajaría el 
nivel del grupo y que, por lo demás, el grupo no tiene obliga-
ción alguna con el muchacho (o niña) puesto que éste (o és-
ta) no ha solicitado su ingreso. ¿Cuál sería su opinión al 
respecto?. 
2. Ud. se encuentra dando un examen de selección para 
Obtener una beca que le permitiría ingresar a la universidad 
de su preferencia. Al mismo tiempo, ha sido notificado de un 
premio que le asegurará una educación superior en cualquie-
ra de varias otras universidades, de modo que el resultado de 
este examen no es de vital importancia para Ud. Durante el 
examen, se da cuenta que dos de los demás postulantes están 
copiando. ¿Se justificaría el que Ud. no hiciese nada? ¿Qué 
haría? 
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3. Ud. ansia ser elegido delegado para asistir a una Con-
vención ya que esto le permitiría recibir una subvención por 
ser delegado. Su mejor amigo le ha confesado igual deseo. Sin 
embargo, sólo un delegado puede ser elegido y ambos necesi-
tarían recibir la subvención entera para poder asistir a la 
convención. ¿Cómo resolvería el problema? 
PROYECTO PARA UNA COMISION DE ESTUDIO 
¿Cuáles son las semejanzas y las diferencias entre la ética 
judía y la cristiana? ¿Cuáles son algunos aspectos éticos de 
otras religiones principales? 
Este proyecto tiene muchas posibilidades. Una vez efectua-
do el trabajo de investigación en biblioteca, los miembros del 
grupo pueden entrevistar a clérigos de diversos grupos reli-
giosos en su comunidad, y luego comparar las diferentes res-
puestas a las mismas preguntas sobre ética. Sería de gran in-
terés organizar a continuación una sesión para informar al 
grupo, con la presencia de algunos de los entrevistados. 
ALGUNAS TECNICAS PARA REALIZAR PROGRAMAS 
Es de conocimiento de todos que las discusiones de grupo, 
las exposiciones de oradores y los debates, son buenos métodos 
para divulgar la información y principios expuestos en este 
folleto. He aquí, no obstante, algunas indicaciones adicionales 
que les ayudarán a desarrollar una actividad de gran valor e 
interés. 
Dada la naturaleza de este material, sería de positivo inte-
rés invitar a alguna persona versada en la materia, una educa-
dor judío .o rabino, por ejemplo, para colaborar en el pro-
grama. 
1. "Clínica del Rumor". ¿"Qué es Verdad?" es la pre-
gunta que nos hemos hedho desde siempre. Los psicólogos 
han demostrado que diferentes personas, testigos de un mismo 
incidente, pueden informar sobre lo que han visto de manera 
muy diversa, cada uno sosteniendo la verdad según su crite-
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rio. Esludios realizados sobre la materia han demostrado tam-
bién cómo se deforma un hecho al ser contado por una perso-
na a su amigo o vecino y éste, a su vez, a otros y así sucesiva-
mente. La "Clínica del Rumor" es un excelente medio para 
demostrar lo complejo que es llegar a la verdad. 
Hay muchas formas de dirigir una clínica del rumor. Una 
es proyectar una película y dejar que una persona la vea du-
rante 30 segundos y luego se vuelva y la cuente al público. 
Una de seis personas que no han visto la película ni escucha-
do su descripción, entra al auditorio, dando la espalda a la 
película. La primera persona repite su descripción a la segun-
da persona, mientras el público ve la película. Este procedi-
miento se repite hasta que las seis personas la hayan descrito. 
Las diferencias que reflejen las diversas descripciones ilus-
trarán cómo se puede deformar la "verdad" . . . 
Otra manera es que seis personas vean la misma película y 
la cuenten. Cada una la contará en ausencia de los otros. La 
gran disparidad entre las diferentes descripciones estimularán 
fácilmente un debate sobre "¿Qué es Verdad?". 
2. Un Poco de Drama. Algunos miembros pueden repre-
sentar algún problema relacionado con el texto y terminar 
el acto una vez formulado el problema. En seguida, los miem-
bros del grupo discutirán el problema, buscando su solución. 
Una alternativa interesante es que diferentes miembros ter-
minen la representación de diferente manera, para luego eva-
luar los principios éticos implicados en las diversas soluciones. 
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E N P R E P A R A C I O N : 
— " J u d a i s m o y Cristianismo", Samuel Sandmel. 
— " E l Ritual en la Vida Judía", Robert Gordis y David M. Feldman. 
— " V i s i ó n Judía de Amor y Matrimonio", Stanley Rabinowitz . 
— " C o n c e p t o Judio del Hombre", Wil l iam B. Silverman.