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5 etapas de la solución de problemas

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Universidad Panamericana del Puerto
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
Escuela de Contaduría Pública
 
5 etapas de la solución de problemas
Metodología de la investigación 
Puerto Cabello-Mayo-2023
Resolución de problema
La resolución de problemas es un proceso psicológico complejo a través del cual intentamos encontrar el mejor camino para sortear un obstáculo o afrontar un desafío. Por desgracia, ese proceso no siempre es lineal, sino que puede seguir caminos muy tortuosos, sumiéndonos en una situación de angustia psicológica cuando creemos que no hay solución posible.
En cambio, conocer las fases para la resolución de problemas nos ahorrará muchos dolores de cabeza. Brindar una estructura coherente a la situación que nos preocupa y tener un hilo conductor que nos oriente a lo largo del camino nos ayudará a poner un poco de orden en el caos mental que suelen generar los problemas.
Para resolver un problema, la experiencia no siempre juega a nuestro favor
La experiencia puede ser un plus o, al contrario, convertirse en un impedimento para resolver problemas. Psicólogos de las universidades de Hong Kong y Princeton examinaron cómo implementamos las estrategias para resolver problemas pidiendo a un grupo de personas que resolvieran una serie de problemas con cerillas.
A los participantes les presentaron una serie de cuadrados unidos. Cada cuadrado de la matriz se componía de piezas separadas y las personas debían eliminar cierto número de cerillas manteniendo un número específico de cuadrados intactos. Lo interesante de este tipo de problemas es que generalmente tienen más de una solución, se pueden usar estrategias diferentes y estas deben cambiar según la configuración de la matriz, justo como suele ocurrir con los problemas de la vida.
Estos investigadores descubrieron que los participantes pasaban por dos grandes etapas en la resolución de problemas. En un primer momento se dejaban llevar por las características perceptuales del problema y comenzaban a explorar diferentes estrategias, algunas exitosas y otras no.
En un segundo momento usaban la experiencia acumulada para restringir sus opciones de estrategias, enfocándose en aquellas que tenían más éxito. El problema es que cuanto más confiaban los participantes en su conocimiento estratégico, más dificultades tenían para resolver problemas que demandaban la aplicación de estrategias novedosas. En práctica, sufrían una especie de fijación funcional.
Esta serie de experimentos nos demuestran que para resolver un problema debemos mantener la mente abierta porque a lo largo del camino es probable que las circunstancias cambien y necesitamos la flexibilidad mental necesaria como para cambiar nuestras estrategias de resolución de problemas. 
Existen numerosas clasificaciones de las posibles estructuras de los problemas, tanto en función del área al que pertenecen y del contenido de los mismos, como del tipo de operaciones y procesos necesarios para resolverlos o de otras características. Así, por ejemplo, se diferenciaría entre problemas de carácter deductivo o de carácter inductivo según los razonamientos que tendría que realizar un sujeto. 
Realizar la demostración de una fórmula matemática podría ser un ejemplo de problema deductivo, mientras que establecer regularidades en el comportamiento de los objetos en función de su peso sería un problema de tipo inductivo. Una de las clasificaciones clásicas de los distintos tipos de problemas es la realizada por la Gestalt en función de las actividades que realizan las personas para resolver una tarea. La Gestalt era una escuela de Psicología que se desarrolló en Alemania entre las dos guerras mundiales y que tomó su nombre de un término alemán que puede traducirse por “configuración”, ya que concebían que los procesos psicológicos debían analizarse de forma global y estructural. Los psicólogos de la Gestalt y, más concretamente, WERTHEIMER (1945) distinguían entre pensamiento productivo y reproductivo. El pensamiento productivo consiste en la producción de modos de solución nuevos a partir de una organización o reorganización de los elementos del problema, mientras que el pensamiento reproductivo consiste en la aplicación de métodos ya conocidos. Esta distinción es similar a la que hemos realizado antes entre un problema y un ejercicio. Aunque ambos suponen una conducta dirigida hacia un objetivo y la utilización de una serie de medios para obtenerlo, en el caso de los problemas nos encontramos con que esa situación supone para el sujeto algún escollo que necesita superar, bien porque tiene que conseguir nuevos medios para obtener una solución, bien porque debe organizar de distinta manera los medios que ya posee. Por el contrario, en el caso del ejercicio, el sujeto conoce y tiene automatizadas las técnicas que le llevarán a solucionar la tarea de manera inexorable.
Además de los elementos que acabamos de reseñar, e independientemente de que una tarea esté bien o mal definida, la solución del problema exige una comprensión de la tarea, la concepción de un plan que nos lleve hacia la meta, la ejecución del mencionado plan y, por último, un análisis que nos lleve a determinar si hemos alcanzado o no la meta. Esta secuencia que acabamos de describir es similar a la que establecía el matemático POLYA (1945) como necesaria para resolver un problema (véase el cuadro l. l., p. 26). Aunque POLYA basó su libro en observaciones sobre la forma en que expertos matemáticos (incluido él mismo) solucionaban problemas, tanto la secuencia descrita acerca de cómo se deben solucionar como los consejos sobre la utilización e introducción de los problemas en el aula han servido de base para diseñar problemas escolares en diversos ámbitos del saber. Expresado con otras palabras, las fases de solución de problemas y los métodos heurísticos para buscar esta solución descritos por POLYA han sido consideradas como métodos generales de resolución de tareas independientes de su contenido. De forma similar, gran parte de los modelos sobre cómo “enseñar a pensar y a resolver problemas” desde este enfoque se han centrado también en tareas de carácter matemático o numérico (véase, por ejemplo, para una revisión, NICKERSON, PERKINS y SMITH, 1985) que, según se pretende, se pueden generalizar fácilmente a otras tareas. Por tanto, según POLYA y otros autores, el primer paso en la resolución de problemas consiste en la comprensión de los mismos. Seguramente resulta una perogrullada la afirmación de que es imposible resolver una tarea sin una comprensión previa de ella, pero comprender un problema no sólo significa entender las palabras, el lenguaje o los símbolos en los que está planteado sino también asumir la situación como tal problema y adquirir una disposición de búsqueda de esa solución. Generalmente, para que nos planteemos una situación como un problema debemos tomar conciencia de que estamos ante una situación nueva, o de que se ha producido un cambio respecto a alguna situación anterior, o bien de que nos enfrentamos ante una tarea para la cual sólo tenemos una explicación insuficiente. 
Expresado con otras palabras, comprender un problema implica darse cuenta de las dificultades y escollos que presenta una tarea y la voluntad de intentar superarlas. Para que se dé esta comprensión es, por supuesto, necesario que además de los elementos de novedad, el problema contenga aspectos ya conocidos que nos permitan guiar nuestra búsqueda de solución. Partamos, como ejemplo, del famoso problema criptoaritmético propuesto por BARTLETT (1958).
Las etapas de la resolución de problemas que todos podemos aplicar
1. Identificar el problema
Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero lo cierto es que identificar el verdadero problema no es tan fácil como parece, en especial cuando se trata de una situación que nos afectan emocionalmente. De hecho, cuando el problema es demasiado atemorizante o intuimos queno tenemos las herramientas psicológicas para solucionarlo solemos poner en práctica mecanismos de defensa como el desplazamiento que nos permiten borrar de nuestra mente consciente la situación problemática.
En cambio, ser capaces de identificar el problema es el primer paso para buscar una solución. Muchas veces eso implica dejar de mirar fuera en busca de culpables y escudriñar dentro preguntándonos por qué una situación nos molesta u obstaculiza de forma particular.
2. Comprender el problema
Muchas veces el problema trae consigo la semilla de la solución. Por eso, una de las fases para resolver un problema consiste en asegurarnos de que lo comprendemos. No basta con identificar el problema, necesitamos definirlo. Para ello necesitamos analizarlo desde diferentes perspectivas.
Por ejemplo, si estamos intentando llevar adelante un proyecto profesional que no termina de despegar, tenemos que aclarar las razones. ¿Necesitamos más formación? ¿Estamos en un sector demasiado competitivo? ¿Tenemos suficientes recursos? Necesitamos comprender el origen del problema.
Organizar la información disponible es otro paso crucial del proceso de resolución de problemas. Tenemos que preguntarnos tanto lo que sabemos del problema como todo lo que desconocemos. A fin de cuentas, la precisión de la solución dependerá en gran medida de la cantidad de información disponible.
3. Asumir una distancia psicológica
La mayoría de los problemas importantes en la vida tienen el potencial para generar un tsunami emocional. Sin embargo, muchas veces esa implicación afectiva nos ofusca e impide pensar con claridad. Por eso en muchas ocasiones una de las fases para la resolución de problemas más importante pero menos conocida consiste en alejarnos de lo que nos preocupa. Para asumir una distancia psicológica podemos alejarnos unos días del ambiente problemático o intentar dejar de pensar en lo que nos preocupa durante un tiempo.
Durante ese tiempo la mente inconsciente seguirá trabajando y es probable que genere un recuerdo creativo y perfectamente válido que conducen a la solución del problema. Ese distanciamiento nos permite sobrepasar las fijaciones funcionales que nos impiden pensar fuera de la caja dando paso a una reestructuración mental que nos permitirá ver el problema desde otra perspectiva.
4. Buscar soluciones y elaborar estrategias
Cada problema es diferente, de manera que requerirá una solución específica. No siempre se puede llegar a una solución por insight, de manera que será necesario pensar en posibles alternativas para resolver el problema. La sinéctica, por ejemplo, es un método de resolución de problemas que recurre a la creatividad para encontrar soluciones originales.
El siguiente paso consiste en elaborar una estrategia ya que las soluciones que no se materializan en pasos concretos son muy difíciles de poner en práctica. Por tanto, debemos preguntarnos cómo vamos a poner en marcha nuestra solución. En esta fase de resolución de problemas es importante ser sinceros con nosotros mismos y “aterrizar” esa estrategia teniendo en cuenta nuestros recursos y disponibilidad real. De nada vale trazar una estrategia estupenda si luego no podemos aplicarla.
5. Evaluación del progreso
Muy pocos problemas se resuelven de la noche a la mañana. Generalmente se trata de situaciones complejas que debemos ir “desenrollando” con paciencia a lo largo del tiempo. Por eso, otra de las fases para resolver un problema consiste en ir monitorizando los resultados que vamos alcanzando. Así nos aseguramos de que vamos por el camino correcto y no estamos malgastando energía y tiempo inútilmente.
En esta última etapa de la resolución de problemas es importante que seamos capaces de adaptar nuestras expectativas. Es difícil que un proyecto profesional despegue en un abrir y cerrar de ojos, por lo que debemos enfocarnos en los pequeños pasos que indican que la solución está dando frutos. Para ello, es importante sentarnos a reflexionar sobre el impacto de la solución cada cierto tiempo.
También debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones las circunstancias van cambiando, de manera que quizá necesitemos aplicar ajustes a nuestra solución inicial. Ello demanda una gran flexibilidad mental para cambiar de rumbo cuando nos demos cuenta de que la estrategia no es tan eficaz como desearíamos.
Fuentes bibliográficas presentadas:
· BARTLETT, F. C. (1958) Thinking: an experimental and social study. Londres: Allen and Unwin. (Trad. cast. de C. SIMÓN: Pensamiento: un estudio de psicología experimental y social. Madrid: Debate, 1988).
· Fedor, A. et. Al. (2015) Problem solving stages in the five square problem. Front. Psychol; 6: 1050.
· Gillen, G. (2009) Managing Executive Function Impairments to Optimize Function. Cognitive and Perceptual Rehabilitation; 245-283.
· NICKERSON, R. S.; PERKINS, D. H. y SMITH, E. (1985) The teaching of the thinking. Hillsdale, N. J.: Er1baum (Trad. cast. de L. ROMERO y C. GIRARD: Enseñar a pensar. Barcelona: Paidós, 1987).
· Louis Lee, N. Y. & Johnson-Laird, P. N. (2013) Strategic changes in problem solving. Journal of Cognitive Psychology; 25: 165–173. 
· POLYA, J. (1945) How to solve it. Princeton: Princeton University Press (21 ed., 1973). (Trad. cast. de la 2ª ed.: Cómo plantear y resolver problemas. México: Trillas, 1981)
· WERTHEIMER, M. (1945) Productive thinking. Chicago: University Press.

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