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MUJERES CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO 
Lucila Herrera 
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM 
lucila_herrera@yahoo.com.mx 
Hombre-mujer, maltrato físico-verbal, violencia-ultraje y abuso; sueños perdidos-esperanzas rotas; 
venganzas-heridas en el cuerpo y el alma, dolor-culpa y muerte se transmutan en: coraje-valentía; 
dignidad-conciencia; denuncia-legalidad; atención a las víctimas y un compromiso: nunca más. 
¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género es el último libro de microficción de Macedonia Edicio-
nes que se presentó recientemente el 4 de septiembre en Buenos Aires. 
El libro está constituido por cien microrrelatos de diversas plumas argentinas que con base en 
el tema de la violencia en contra de las mujeres constituye el tercer esfuerzo colectivo que se realiza 
para despertar conciencia, combatir el feminicidio y denunciar la impericia de las autoridades quie-
nes se han mostrado ciegas en el momento de impartir justicia o, en el peor de los casos, disculpar al 
victimario. La idea pionera surgió en 2010 de un grupo de escritoras chilenas: Pía Barros, Gabriela 
Aguilera, Susana Sánchez, Lilian Elphick y Silvia Guajardo quienes aceptaron por primera vez el 
desafío de contar historias sobre violencia contra la mujer en no más de 150 palabras, el resultado 
fue la consolidación de una antología publicada por el Grupo Editorial Asterión. Cabe mencionar 
que el proyecto ha tenido un gran impacto y en el 2012, en Lima se publicó ¡Basta! con una temática 
y estructura similares, ahora con historias de mujeres reales y ficticias de Perú.
Paradójicamente, al adentrarse en los mundos narrados en el pequeño y ligero volumen de 
116 páginas y de 14 x 10 cm de Macedonia Ediciones, el texto explota en la cara del lector y deja 
secuelas, al mismo tiempo que provoca una profunda indignación por la existencia de este hecho 
reiterado tan arraigado y, desgraciadamente, común en las sociedades de todas las épocas. Uno de 
los propósitos de su publicación queda enunciado en la segunda página: “Quienes elaboramos la 
versión argentina… sentimos la satisfacción de ser parte de la construcción de este entramado de 
religación solidaria y social.” 
El recurso de la prosa poética es utilizado por algunas como un homenaje a las mujeres que 
perdieron la vida en la lucha doméstica por conservar su integridad moral o física como lo muestra 
“Indeshojable” de Adriana Trecco, quien se refiere a una chica llamada Otoño: “¿Sabes? Todas 
las vocales suenan en tu nombre, pero todo sonido es mudo si manos asesinan lo silencian.” La 
mayoría de las brevedades contiene una poderosa fuerza narrativa, son historias terribles, laceran-
tes contadas por mujeres que sobrevivieron o que hablan desde el más allá, que van a morir, que 
desvelan su alma torturada, reviven el trauma de la infancia, describen las violaciones y vejaciones 
más abyectas. Y es que ¡Basta! (versión argentina) debe ser leído con ánimo sereno y en partes, ya 
que el lector más ecuánime, termina sintiéndose abatido y rebasado por la cantidad de dolor que 
los microrrelatos contienen. 
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La sordidez del tema y su unicidad temática es compensada por la variedad de plumas que 
intervienen en su factura: Ana María Shua, Beatriz Cano, Graciela Tomassini, Luisa Valenzuela, 
entre otras, muchas, consolidan esta polifonía que consigue perturbar y enmudecer al lector. La nó-
mina de relatos destacables es amplia: “Manchas” de Ana María Mopty; “Ella también se cansó” 
de Sofía Criach Montilla; “Yo soy” de Caro Fernández; “Última vez” de Carola Martínez; “Eva y 
Lilith” de Gilda Manso; “El silencio” de Evangelina Rosa Mayol; “Como el agua” de María Rosa 
Lojo; “Esa voz” de María Selva Cappella; “Bodas de algodón” de Mariángeles Abelli Bonardi, y 
“Rebeldía del silencio” de Marisa Álvarez, entre muchos otros, llaman la atención por su habilidad 
creativa, la concisión de lo narrado, la fuerza de las palabras y su poderosa contundencia. 
La gran mayoría son minicuentos escritos con inicio, desarrollo y final abierto o cerrado 
dramático como el feminicidio. Asimismo, hay elaboraciones más sofisticadas hechas a base de 
diálogo, elementos poéticos, como se mencionó arriba y estrategias lúdicas como en “Revancha” 
de Ana María Mopty o “Viceversa” de Rosalba Campra cuyos finales logrados e inesperados 
sorprenden al lector y logran dibujar una sonrisa en el rostro.
 En definitiva, ¡Basta! cumple su cometido al utilizar la escritura y, en específico, a la narrativa 
breve para despertar conciencia en el lector, persuadirlo y conmoverlo, hacerlo dudar si lo que lee 
es real o inventado. El texto es un lugar de privilegio que permite que la escritura logre resignificar 
el acto violento y convertirlo —por qué no— en una forma distinta de aproximarse a una verdad 
ineludible, desgraciadamente, las estadísticas no mienten y cada minuto hay una mujer que es 
lastimada por un hombre en alguna parte del mundo, sin embargo, este tipo de ejercicios, acercan 
a la víctima a la denuncia, a los de afuera a involucrarnos como condición humana, me parece que 
aquí la única vencedora es la escritura que redime y restaña la herida, la letra cuya función es sanar 
y quizá traer esperanza de cambio.
ADVERTENCIAS 
Susana Szwarc 
De la boca para afuera nada, escuchaste, ni una palabra. Si me entero que alguien se entera… ¿Te queda claro? No quiero 
tener que repetir ni una sola vez ¿Escuchaste? 
¿Qué escuchaste? Te estoy preguntando. Contéstame ¿No sabes hablar? Escribí, entonces, escribí. 
AAVV, ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género, edición a cargo de Amor Hernández, Fabián 
Vique, Leandro Hidalgo, Miriam Di Gerónimo y Sandra Bianchi, Macedonia, Morón, 2013.

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