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LAS POÉTICAS DE LA MINIFICCIÓN 
Graciela Tomassini-Stella Maris Colombo 
Consejo de Investigaciones 
Universidad Nacional de Rosario, Argentina / ANLE 
Presentación 
Han transcurrido más de tres décadas desde la publicación de los estudios pioneros sobre la 
ficción brevísima por parte de la Dra. Dolores Koch (1) y, desde entonces, las 
exploraciones teórico-críticas sobre esa parcela literaria en permanente expansión no han 
cesado de multiplicarse, dando lugar a la formación de un voluminoso metatexto construido 
mediante las aportaciones de investigadores de variadas latitudes. Los repertorios 
bibliográficos por países publicados en los números 26 y 29 de esta apreciada revista virtual 
–cuya sostenida contribución al avance de los estudios sobre la ficción breve a partir del 
año 2000, nos parece oportuno destacar- son una muestra elocuente de la creciente atención 
crítica prestada desde entonces a esta forma escrituraria. 
En razón de su constitutiva hibridez, su naturaleza transgenérica y su fecunda 
polisemia, la minificción ha representado un objeto de estudio tan problemático como 
altamente estimulante para quienes se sientan convocados a desentrañar la complejidad 
textual disimulada tras su engañosa apariencia minimalista. Además, se ha tornado 
necesario historiar el devenir de esta modalidad escrituraria, explorar sus vínculos con 
géneros aledaños, contribuir al diseño de corpus, elucidar el proceso de su legitimación 
como forma estética autónoma. De allí, la productiva expansión y diversificación registrada 
en el campo de los estudios sobre el tema. Además de las ya mencionadas aportaciones 
seminales, en el largo camino recorrido hasta la fecha destacan algunos hitos insoslayables 
en materia de publicaciones sobre el tema: el número especial de la RIB XLVI 1-4 (1996) 
coordinado por Juan A. Epple, las actas de los ocho congresos internacionales sobre 
minificción realizados desde 1998 hasta el presente y el volumen monográfico Entre el ojo 
y la letra. El microrrelato hispanoamericano actual (2014), publicado por la Academia 
Norteamericana de la Lengua Española, con edición de Laura Pollastri y Carlos Paldao. Se 
trata de documentos de imprescindible consulta, en especial para quienes continúen 
sumándose a este campo de estudio, ya que permiten tomar nota de las diversas líneas de 
 
 
 
 
 
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investigación suscitadas por esta textualidad desde que comenzó a demandar atención 
investigativa, así como también apreciar los avances realizados en cada una de ellas a lo 
largo de los últimos treinta años. 
Desde el surgimiento de este campo de estudios, la producción metatextual ha 
explorado diversas problemáticas: el estatuto genérico de la microficción y sus vínculos con 
formas aledañas; el proceso de legitimación y canonización de esta escritura nacida en los 
márgenes del polisistema; los nuevos modos de lectura promovidos por esta textualidad 
concentrada, elíptica y densamente intertextual; el devenir histórico de sus formulaciones -
desde sus orígenes modernistas y vanguardistas hasta las expresiones actuales-; su 
productividad didáctica; los mecanismos difusores, con especial atención a la labor 
antológica; los nuevos modos de producción y publicación facilitados por las nuevas 
tecnologías. Otras áreas relevantes de investigación son las constituidas por los estudios 
comparativos entre la minificción en español y la producida en otras lenguas; los problemas 
derivados de la traducción de brevedades; las poéticas individuales y regionales 
responsables de la rica diversidad del texto minificcional hispanoamericano. Con respecto a 
las dos primeras, hemos contribuido a promoverlas a través de la realización de las 
primeras jornadas bilingües en Rosario, Argentina, y la compilación del volumen La 
minificción en español y en inglés (2011), que recoge las actas de ese evento. Sin embargo, 
se trata de dos áreas que continúan demandando atención crítica. Lo mismo puede decirse 
con respecto a la exploración de las poéticas regionales y de autor, cuya profundización 
habrá de redundar no sólo en el completamiento de la cartografía de la ficción mínima, sino 
que contribuirá al esclarecimiento de cuestiones teóricas vinculadas a esta textualidad; de 
allí la necesidad de seguir ahondando en este promisorio cauce. 
En esta ocasión, en respuesta a la cordial invitación del Dr. Lauro Zavala para 
coordinar este número especialmente dedicado a la minificción hemos propuesto un eje 
temático destinado a sumar aportes en tal sentido. Con vistas a su concreción, hemos 
convocado a un grupo de reconocidos especialistas en el estudio de la ficción mínima para 
que compartan con los lectores de El cuento en red sus recientes avances en esa línea de 
investigación. 
 
 
 
 
 
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Algunos de los trabajos aquí reunidos apuntan a delinear poéticas nacionales o 
regionales de la ficción brevísima a partir del estudio y lectura analítica de la producción de 
connotados creadores. México es, sin duda, uno de los países hispanoamericanos que 
cuenta con mayor tradición en este cauce de escritura, manifestada tanto en el creciente 
volumen de su producción como en la diversidad de sus configuraciones. Lauro Zavala 
examina, en textos representativos de cinco autores mexicanos, un conjunto de estrategias 
metaficcionales que delinean una poética típicamente posmoderna, al sostener en forma 
simultánea o alternativa diversos simulacros de temporalidad (clásica y moderna), 
suponiendo, además, la cooperación activa de un lector capaz de recoger los desafíos de 
una escritura que pone en juego pliegues paradojales y articulaciones intertextuales con 
orientación lúdica, irónica o alegórica. A su vez, Francisca Noguerol indaga en el volumen 
Para viajeros improbables, de Cecilia Eudave la productividad del cruce entre 
neofantástico y microrrelato para el cuestionamiento crítico de los límites del lenguaje y las 
fronteras de la realidad perceptible. La escritora mexicana recurre a las posibilidades de la 
heterotopía para el diseño de la estructura del volumen, que mima la forma de un inventario 
(catálogo de inventos) de seres y espacios insólitos o sobrenaturales. La expansión 
imaginativa de su heterocósmica encuentra su cauce en una poética definida por Noguerol 
como esencial en la ficción mínima: la contención -aquí manifestada en el estilo elíptico e 
intencionalmente neutro de la prosa. 
La creación minificcional reviste características peculiares en la amplia región 
conformada por la Patagonia argentino-chilena, estudiadas en numerosos trabajos por Laura 
Pollastri, Gabriela Espinosa y otras investigadoras de la Universidad Nacional del 
Comahue, Argentina, desde una perspectiva donde convergen categorías como margen y 
frontera con la definición deleuziana de “literatura menor”. En el trabajo integrado en el 
presente número, Laura Pollastri lee en diversas claves la obra Microfilm de Carlos Blasco 
donde el vínculo entre economía y escritura troquela una poética de la privación que 
multiplica en sus hiatos la polivalencia del petróleo como significante central. Por su parte, 
Gabriela Espinosa ofrece un recorrido panorámico por la obra escritural de Pedro 
Guillermo Jara, referente insoslayable de la microficción patagónica chilena, para detenerse 
en los modos de autofiguración del yo, nostálgico y reminiscente de experiencias 
 
 
 
 
 
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personales cuanto mediador de un sujeto resistente y colectivo capaz de construir su 
identidad reterritorializando la lengua en la interacción de plurales discursos en el acotado 
espacio de la ficción mínima. 
En virtud de su sustantiva síntesis, expresión quintaesenciada de la poética de la 
brevedad, el aforismo ha sido señalado como uno de los géneros aledaños a la minificción 
moderna, con el que suele compartir –en clave paródica y absurda, o en tono irónico- su 
contundente estilo asertivo. Javier Peruchofocaliza su atención en el Calendario de las más 
antiguas ideas de Carlos Barrera uno de los primeros libros publicados en México 
íntegramente dedicados a este género que, sin embargo registró su hora de mayor 
florecimiento durante el siglo anterior, como expresión cabal del pensamiento 
decimonónico. 
La estudiosa venezolana Violeta Rojo realiza una revisión de las características de 
la ficción mínima -en relación a las cuales ha venido predicando desde temprano su 
hibridez y su carácter des-generado- a partir del examen de la célebre antología Cuentos 
breves y extraordinarios, compilada por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en 1955, 
considerada como una de las antologías pioneras en el campo de la minificción. También 
dedica su atención a un procedimiento constructivo allí anticipado, cual es la construcción a 
partir de recortes que, recontextualizados, dan lugar a ficciones autónomas. 
Sin duda, la minificción asume en el panorama literario comprendido entre 
mediados del S. XX hasta la actualidad, la expresión de una poética de la brevedad presente 
a través de la historia de la escritura desde tiempos remotos, revestida por manifestaciones 
genéricas vinculadas con diversas cronotopías e investidas de ethoi específicos. La 
constante que persiste bajo esa rica pluralidad es la intensidad y aún la contundencia que 
resulta de la economía del lenguaje. Pero mientras en las formas breves funcionales, o no 
ficcionales, como el proverbio, el aforismo, la parábola, el spot publicitario, el slogan 
comercial o político, esta contundencia está orientada a afirmar una doxa (muchas veces 
mediante la apelación al estereotipo y al “sentido común”), la intensidad propia de la 
microficción opera en sentido contrario, socavando las ideas recibidas, proponiendo la 
desconstrucción de mitos y creencias, reinventando, en fin, la realidad. Intensidad y 
contundencia son rasgos generalmente asociados a la brevedad que se manifiestan incluso 
 
 
 
 
 
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en las minificciones que lindan con el poema en prosa, o las que elaboran, en la encrucijada 
de lenguas y discursos de la frontería, una construcción desterritorializada y comunitaria de 
la identidad. 
En este sentido, y retomando la observación de Dolores Koch de que la ficción 
brevísima “siempre tiene algo detrás”, hemos sostenido en varios trabajos que, más allá de 
la heterogeneidad de sus configuraciones, la microficción siempre guarda, en sus 
manifestaciones más logradas, un doble fondo de carácter argumentativo. Si bien apela con 
frecuencia a la narración, su objetivo no consiste en contar un cuento; apunta, más bien, a 
transformar los parámetros desde los que se reflexiona sobre algún aspecto de lo real. Por 
ello la historia, cuando está presente, es elíptica, más sugerida que contada, y su finalidad 
es estratégica. La minificción es una pequeña pero efectiva máquina de pensar, y su poder 
multiplicador reside en su capacidad de resonancia.

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