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EnfClin2003GPCyefectividadcuidados

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Resumen
La incertidumbre preside la práctica clínica 
de los profesionales sanitarios, fenómeno al 
que no permanecen ajenas las enfermeras. La toma 
de decisiones es una de las principales fuentes de
variabilidad en la prestación de cuidados y el centro 
de los esfuerzos dirigidos a mejorar la efectividad. 
Pese a las críticas y limitaciones que la evidencia acusa, 
no deja de ser una respuesta válida al aumento de la
complejidad de las organizaciones sanitarias y de 
la necesidad de mejorar los resultados de la atención
en términos de coste-efectividad, coste-beneficio y
coste-utilidad. En la enfermería, la evidencia ha sido
conceptualizada como el medio de acercar el
conocimiento científico y el conocimiento tácito,
proporcionando instrumentos que facilitan la toma 
de decisiones tanto a profesionales como a usuarios.
Entre estos instrumentos figuran las guías de práctica
clínica, pero su uso requiere una adecuada elaboración,
evaluación e implementación para que se conviertan en
verdaderos motores de mejora de la efectividad de los
cuidados. En este artículo se detallan sus principales
características, en qué consisten y cómo discernir 
su calidad metodológica para que las enfermeras
puedan incorporarlas a su práctica habitual.
Palabras clave: Guías de práctica clínica. Enfermería basada
en la evidencia. Toma de decisiones. Variabilidad.
Clinical Practice Guidelines: Do They
Increase the Effectiveness of Care?
Clinical practice is characterized by uncertainty, a
phenomenon with which nurses are familiar. Decision
taking is one of the main sources of variability in the
provision of healthcare and is the focus of efforts
directed at increasing effectiveness. Despite the
criticisms and limitations made of evidence, it remains
a valid response to the increased complexity of health
organizations and to the need to improve the results
of healthcare in terms of cost-effectiveness, cost-
benefit and cost-utility. In nursing, evidence has been
conceptualized as a means of approaching scientific
and tacit knowledge, providing instruments that
facilitate decision-making among both professionals
and users. Among these instruments are Clinical
Practice Guidelines but their use requires appropriate
drawing up, evaluation and implementation for them
to become a driving force for improving the
effectiveness of care. This article describes their main
characteristics, what they consist of, and how to
determine their methodological quality so that nurses
can incorporate them into their daily clinical practice.
Key words: Clinical practice guidelines. Evidence-based
nursing. Decision-making. Variability.
¿Por qué la evidencia?
Desde principios de los años noventa se habla de
la medicina basada en la evidencia (MBE) y la
atención sanitaria basada en la evidencia (ASBE)
como nuevos paradigmas que tuvieron su origen en
las propuestas de un grupo de epidemiólogos cana-
dienses y británicos, preocupados por el análisis críti-
Competencias profesionales
ENFERMERÍA CLÍNICA 2003;13(1):41-47 41
Guías de práctica clínica: 
¿mejoran la efectividad de los cuidados?
JOSÉ MIGUEL MORALES ASENCIOa, ELENA GONZALO JIMÉNEZb, FRANCISCO MARTÍN SANTOSc, JUAN
CARLOS MORILLA HERRERAd, JAVIER TEROL FERNÁNDEZe Y CARMEN RUIZ BARBOSAf
aEnfermero. Servicio Andaluz de Salud. Profesor colaborador Escuela Andaluza de Salud Pública. bEnfermera. Profesora Titular del Área de
Gestión. Escuela Andaluza de Salud Pública. cEnfermero. Coordinador del Distrito Sanitario Málaga de Atención Primaria. Servicio Andaluz
de Salud. Profesor colaborador Escuela Andaluza de Salud Pública. dEnfermero. Director Unidad de Residencias de Ancianos. Distrito
Sanitario Málaga de Atención Primaria. Servicio Andaluz de Salud. Profesor colaborador Escuela Andaluza de Salud Pública. eEnfermero.
Unidad de Calidad y Evaluación. Hospital de Antequera. Servicio Andaluz de Salud. Profesor colaborador Escuela Andaluza de Salud
Pública. fEnfermera. Coordinadora de Distrito Sanitario Cádiz- Bahía-Vejer de Atención Primaria. Servicio Andaluz de Salud. 
Profesora colaboradora Escuela Andaluza de Salud Pública. España
47
Correspondencia: José Miguel Morales Asencio.
Diego López de Zúñiga, 10, 1.O, 4. 29010 Málaga. España
Correo electrónico: jmmasen@terra.es
Aceptado para su publicación el 17-10-2002.
Nota: La variabilidad de las direcciones web de muchas instituciones y re-
ferencias en internet puede ocasionar que algunos enlaces no coincidan
con el referenciado en el momento de la elaboración de este artículo.
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co de la bibliografía existente y cómo ésta influía en la
toma de decisiones en la práctica clínica1.
La producción científica actual es imparable e im-
posible de asumir de forma individual por cualquier
lector. Como contrapartida, los profesionales deberí-
an preguntarse acerca de si “todo lo escrito es váli-
do”. En esta línea, ya es clásica la definición propor-
cionada por Sackett et al2 acerca de la MBE como la
“utilización consciente, explícita y juiciosa de la me-
jor evidencia científica clínica disponible para tomar
decisiones sobre el cuidado de cada paciente”.
French3 propone una definición de la práctica basa-
da en la evidencia más cercana a la realidad de la enfer-
mería proporcionada por el Evidence Based Nursing
Practice Project, conceptualizándola como la “interco-
nexión sistemática de la evidencia generada científica-
mente con el conocimiento tácito de las enfermeras clí-
nicas para aplicar cambios en alguna práctica en parti-
cular en beneficio de un grupo de pacientes bien
definido”. Carroll define el conocimiento tácito como
aquel que no figura en la bibliografía científica, pero es
bien conocido por los que lo aplican en la clínica4.
La ASBE no ha dejado de recibir críticas, empe-
zando por las dudas acerca de su carácter neopara-
digmático5, ya que está basada en el uso de los ensa-
yos clínicos aleatorios (ECA) como “patrón oro” pa-
ra la toma de decisiones, y éste es el elemento clave
decisorio en la práctica clínica de los últimos 30
años. Por otra parte, los ECA no constituyen siem-
pre el mejor diseño para investigar muchos proble-
mas del área de conocimiento de la enfermera al no
contar con la visión cualitativa que requieren mu-
chas de las variables con las que se enfrenta en su
tarea investigadora6,7.
Otra debilidad que se la ha achacado al movimien-
to de la MBE es que “medicaliza” el ámbito de los
servicios de salud, relegando la perspectiva de otras
disciplinas y elevando el enfoque positivista a las
más altas cotas3. Por último, se ha comprobado que
muchos de los conocimientos basados en evidencias
disponibles, no se emplean en la práctica8,9.
Pero, al margen de las objeciones que se le pue-
dan hacer a esta corriente, es innegable que existen
razones más que suficientes para cuestionar lo he-
cho hasta ahora en materia de incorporación de la
investigación a la práctica:
– En primer lugar, el incremento de la tecnología
sanitaria de tipo inventariable (farmacología, apara-
tología, electromedicina) y clínica (nuevas técnicas,
procedimientos, sistemas de provisión de cuidados,
etc.), está disparando los costes asistenciales por la
presión, tanto social como comercial, que recibe el
sistema sanitario para su uso. Este hecho hace que
no siempre se seleccionen y evalúen las innovacio-
nes de acuerdo con su idoneidad desde el punto de
vista del coste-efectividad, coste-beneficio y coste-
utilidad, sino por intereses más espurios y difusos.
– En segundo lugar, la práctica clínica, ofrece már-
genes de variabilidad no explicables desde el punto
de vista del conocimiento actual, sobre todo cuando
se comparan datos entre países10. Ante procesos idén-
ticos hay una diferencia de resultados demasiado
grande11 que genera lo que Schrabranek denominó es-
cepticemia, es decir: serias dudas acerca de que los
sanitarios están aplicando la práctica más adecuada
de manera uniforme a cada problema de salud12.
– Hay un marcado desconocimiento de la efectivi-
dad de la mayoríade las intervenciones enfermeras,
y ante la necesidad de los sistemas de salud de cono-
cer los servicios que ofrece cada profesional y el cos-
te que le supone, es imprescindible conocer el im-
pacto de los servicios enfermeros mediante resulta-
dos sensibles a la práctica enfermera13.
Ante esta tendencia, se ha objetivado que muchas de
las intervenciones que actualmente realiza la enfermera
están basadas en la experiencia, la tradición, la intui-
ción, el sentido común o teorías no probadas14,15. Como
analiza Hunt16, las enfermeras no conocen los hallazgos
de la investigación porque muchas no los comprenden,
otras no los creen, otro grupo no sabe cómo hacer uso
de ellos y, aún más grave, a otras no les está permitido
aplicar hallazgos procedentes de la investigación. En
definitiva, por una razón u otra, existe una diferencia
entre lo que se conoce y lo que se practica17.
Guías de práctica clínica
Las guías de práctica clínica (GPC) son directri-
ces elaboradas sistemáticamente para ayudar a
los clínicos y a los usuarios en la toma de decisiones
sobre la atención sanitaria más apropiada en situa-
ciones específicas18,19. Un elemento clave de las GPC
es que incorporan recomendaciones basadas en la
evidencia, lo que significa que proceden de revisio-
nes sistemáticas o, en su defecto, de paneles de ex-
pertos y técnicas de consenso.
El impacto de las GPC reside fundamentalmente
en recoger una síntesis de la evidencia disponible
acerca de un problema clínico concreto, facilitando
así la diseminación de resultados de investigación
que, de otra manera, sería mucho más difícil y de du-
doso rigor en su evaluación crítica por parte de cual-
quier profesional clínico. Constituyen, pues, un buen
instrumento para “empezar a aplicar la evidencia” a
la práctica diaria y, generalmente, suelen ser muy
accesibles a cualquier profesional o usuario. En la ta-
bla 1 se detallan las ventajas y los posibles inconve-
nientes asociados con las GPC en la bibliografía.
Las GPC basan sus recomendaciones con arreglo
a los niveles de evidencia en que están basadas. Para
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categorizar la naturaleza de las recomendaciones,
generalmente se emplean códigos de representación
estandarizados (tabla 2), de forma que permita al
usuario de la misma reconocerla fácilmente.
Desde un punto de vista superficial, se podría lle-
gar a pensar que para cada problema clínico objeto
de decisión o de incertidumbre, existe una “verdad”
aportada por la evidencia y escrita en una GPC20. Es
más, la GPC en sí misma no implica una mejora de la
efectividad clínica, y la mejora de resultados es un
proceso en el que se conjuga la información aporta-
da de fuentes externas (a través de la metodología
clásica de la revisión sistemática, publicaciones es-
pecializadas –Evidence Based Nursing, Effective-
ness Matters, ACP Journal, Clinical Evidence–,
bancos de datos evaluados críticamente, etc.) con la
evidencia interna6, adaptándola al contexto clínico
específico y combinando una serie de estrategias de
implementación de cambios, refuerzo y feed-back de
profesionales implicados, así como la monitorización
y evaluación de resultados.
Wolf et al sostienen que “lo que es válido para los pa-
cientes en general puede ser inadecuado para una per-
sona en particular”21. Por otro lado, no es fácil este
equilibrio entre evidencia externa e interna, ya que sin
experiencia clínica la práctica puede verse tiranizada
por la evidencia y, al contrario, la práctica sin evidencia
corre el riesgo de quedarse obsoleta, en detrimento de
los pacientes22. La mejor evidencia disponible, en este
caso en forma de GPC, regulada por las circunstancias
del paciente y sus preferencias, debe aplicarse para
mejorar la calidad de los juicios que los profesionales
establezcan23, y aquí reside otra de las grandes aporta-
ciones de las GPC: incluyen las consideraciones, las
opiniones y las preferencias de los pacientes y los fami-
liares a los que va destinada, con lo que se alejan de esa
visión de “meras recetas de cocina” que algunos críti-
cos han esbozado24 y se convierten en auténticos ins-
trumentos para la toma de decisiones compartidas.
Tipos de guías de práctica clínica
De acuerdo con el tipo de conocimiento científico
disponible procedente de la investigación y la natu-
raleza de las recomendaciones, se pueden establecer
tres tipos de GPC25:
1. Basadas en la opinión de expertos.
2. Basadas en el consenso.
3. Basadas en la evidencia.
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TABLA 1. Ventajas e inconvenientes de las guías de práctica clínica (GPC)
Ventajas Inconvenientes y limitaciones
Mejoran los resultados de la atención sanitaria Riesgo de elaboración poco rigurosa y de establecer 
recomendaciones equívocas
Proporcionan claridad acerca de intervenciones o prácticas Ausencia de evidencia sólida en muchos campos de la práctica 
de dudosa eficacia o efectividad clínica
Facilitan la toma y la calidad de las decisiones clínicas Existencia de GPC que no tienen en cuenta en el proceso 
de elaboración las preferencias de usuarios
Incorporan las preferencias de usuarios Aplicación rígida e indiscriminada a cualquier paciente
Mantienen actualizado el conocimiento de los profesionales Reduccionismo de la complejidad clínica a algoritmos dicotómicos 
o simples árboles de decisión
Mejoran la aportación de resultados de la investigación 
a la práctica Posibles implicaciones legales
Disminuyen la variabilidad de la práctica Difusión de escaso impacto
Mejoran el nivel de información de la población en materia 
de salud Implementación irregular e inconsistente
Sirven como instrumento de mejora de la calidad Ausencia de evaluación del impacto de su aplicación
Permiten orientar la formación pregrado y posgrado La ausencia de evidencia en algún campo clínico puede inducir 
a la desincentivación de investigación en ese campo por parte
de la administración
Orientan hacia nuevas áreas de investigación Establecimiento de recomendaciones inasumibles por el sistema 
sanitario
Constituyen una fuente secundaria de información50
Elaboración lenta y costosa
TABLA 2. Niveles de evidencia y recomendaciones
de una guías de práctica clínica (GPC)34
Fuente Grado
Nivel de la de la
evidencia recomendación
I Evidencia obtenida de revisiones 
sistemáticas, metaanálisis o ECA 
bien diseñados A
II Evidencia obtenida de estudios 
de cohortes o de casos y controles 
bien diseñados
III Evidencia obtenida de estudios B
descriptivos bien diseñados no 
experimentales, como estudios 
comparativos, de correlación, etc.
IV Evidencia obtenida de informes 
de comités de expertos o de la 
opinión/experiencia de autoridades 
en la materia C
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La elección de una u otra fuente vendrá determina-
da por variables como la existencia de evidencia en el
tema en cuestión, la disponibilidad de recursos finan-
cieros y estructurales para la elaboración de la GPC, la
disponibilidad de tiempo por parte de los interesados y
la experiencia y grado de formación de los redactores.
Así, a modo de ejemplo, si las enfermeras de cuidados
intensivos quisieran elaborar una GPC sobre el cuida-
do del paciente crítico con desesperanza, probable-
mente tendrían que recurrir a la opinión de expertos o
realizar una conferencia de consenso, empleando las
técnicas existentes para ello26-28, combinándolas con
una revisión bibliográfica exhaustiva. Ésta es otra de
las ventajas implícitas de la aplicación de las GPC: fo-
calizan la atención de los investigadores en las áreas
de conocimiento que aún se presentan difusas y con
escasa investigación que aporte evidencia suficiente.
A la vista del desarrollo de la investigación enfer-
mera, no cabe duda de que la mayoría de GPC que
existen en la actualidad estánbasadas en la opinión
de expertos, por lo que los mecanismos de evaluación
de las GPC, que se verán más adelante, deben utilizar-
se celosamente antes de decidir su aplicación.
Elaboración de una guía de práctica clínica
El proceso que va desde la determinación de un
problema clínico relevante hasta su difusión y aplica-
ción de la correspondiente GPC no es fácil ni accesi-
ble a cualquier profesional. Hay que diferenciar níti-
damente lo que supone la elaboración de GPC y la
difusión y utilización de éstas. Así, en la actualidad
se observa una proliferación de GPC emitidas por
múltiples organismos y sociedades que hacen dudar
de su validez y que invitan a pensar que o no se tuvo
en cuenta algún paso de la elaboración o se descono-
ce el significado de una GPC (es frecuente su confu-
sión con términos como protocolos, estándares, pla-
nes de cuidados o vías clínicas, entre otros29).
El proceso de elaboración se detalla en la tabla 3 y
consiste fundamentalmente en la elección de un área
clínica de interés (por su prevalencia, la demanda de
los usuarios, la alta variabilidad en la práctica, las im-
plicaciones financieras, etc.), la revisión sistemática
(con todo el proceso que conlleva de búsqueda ma-
nual, electrónica, elaboración de criterios de selección
de artículos, evaluación crítica, metaanálisis [si se trata
de análisis cuantitativo] y elaboración de las recomen-
daciones), el desarrollo y validación de las recomenda-
ciones, la revisión por expertos y usuarios, y por últi-
mo el pilotaje clínico de la guía.
¿Quién debe elaborar la GPC? No es fácil de respon-
der a esta cuestión, máxime teniendo en cuenta que
para su elaboración se precisan equipos con integran-
tes con conocimientos de epidemiología, estadística,
técnicas de búsqueda bibliográfica y manejo de las
principales bases de datos biomédicas y enfermeras,
metodología de investigación, inglés científico, etcéte-
ra30. Por otra parte, el proceso de revisión sistemática
implica una inversión de tiempo y recursos importan-
te, con personal que pueda brindar una alta dedica-
ción al mismo, y en las circunstancias actuales de pro-
moción de la investigación en la enfermería clínica, es-
te hecho dificulta enormemente la selección de
redactores de una GPC. En este sentido, no deberían
escatimarse esfuerzos por parte de los grupos de en-
fermeras clínicas interesadas en la solicitud de finan-
ciación para tales fines a los distintos organismos de la
Administración Sanitaria. Otro tipo de entidades, co-
mo las sociedades científicas y las organizaciones pro-
fesionales, también pueden contribuir a la promoción
de elaboración de GPC. De este modo, se garantiza
parcialmente la calidad en el proceso de elaboración,
lo que redunda en una mejor difusión posterior y acep-
tación por parte de los profesionales. Ejemplos de este
tipo los encontramos en el Reino Unido, donde el Ro-
yal College of Nursing está desempeñando un papel
protagonista y decisivo, junto con el NHS, en la incor-
poración de la evidencia a la disciplina enfermera.
La composición ideal de un equipo de elaboración
de GPC debe ser de tipo multidisciplinario25,31,32 e in-
cluir a todos aquellos expertos afectados por los aspec-
tos concernientes al área de cuidado estudiada, ade-
más de usuarios afectados por el área de incertidum-
bre. De este modo, se asegura un adecuado debate en
caso de ideas contradictorias que la evidencia no escla-
rezca debidamente, y la aceptación por los implicados
una vez esté en fase de difusión. La multidisciplinarie-
dad va en consonancia con las circunstancias en las
que transcurre, hoy día, la mayoría de actos clínicos y,
por tanto, prescindir del punto de vista de alguna parte
clave en el proceso, puede desembocar en GPC incom-
pletas o faltas de conexión con la realidad33.
Formato de una guía de práctica clínica
Duff et al29 establecen dos tipos de GPC: determi-
nística y en árbol. El primer formato comprende un lis-
tado de recomendaciones que deberían seguirse como
grados mínimos de cuidados. El segundo implica el
Morales Asencio JM, et al. Guías de práctica clínica: ¿mejoran la efectividad de los cuidados?
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TABLA 3. Fases de elaboración de una guías 
de práctica clínica (GPC)26
Identificación del problema
Revisión sistemática y metaanálisis de la literatura disponible
Desarrollo de las recomendaciones para la práctica a partir 
de la evidencia obtenida
Contraste con expertos y usuarios
Establecimiento de consenso sobre qué recomendaciones 
sobre todas las obtenidas son relevantes para el problema
en cuestión
Desarrollo de la GPC
Identificación de los protocolos asistenciales y GPC existentes 
en los contextos donde se va a aplicar
Pilotaje de la efectividad y utilidad de la GPC
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uso de algoritmos de decisión que se constituyen de
acuerdo con la información disponible para la toma de
decisiones. Incluso, hay instituciones que ofrecen va-
rios formatos: uno completo, otro abreviado y otra ver-
sión para usuarios, como es el caso de la Agency of He-
alth Research and Quality de los EE.UU. (AHRQ)34 o
el Scottish Intercollegiate Guidelines Group35.
Todas las GPC deben incluir la naturaleza de las re-
comendaciones que aporta y en qué tipo de evidencia
está basada. A estos efectos, existen varios tipos de
clasificación de los grados de evidencia, con arreglo al
origen de las investigaciones de las que proviene36,37,
sin que haya una escala única de gradación de los gra-
dos de evidencia y recomendaciones. En la tabla 2 se
expone una de las disponibles, del Health Care Eva-
luation Unit, Department of Public Health Sciences,
St. George’s Hospital Medical School38.
Otra cuestión muy recomendable en la redacción
de la GPC es la aparición expresa de los integrantes
del panel, categoría profesional, área de conocimien-
to, si se trata de usuarios o representantes de orga-
nizaciones de consumidores, apoyos financieros que
ha recibido el grupo y si existe interés manifiesto
por parte de la entidad financiadora.
Por último, toda GPC debe acompañar la fecha de
la última revisión realizada a efectos de referenciar
desde el punto de vista del avance del conocimiento
científico su grado de actualización.
Evaluación de las guías de práctica clínica
Ante lo expuesto, es obvio inferir que no todas
las GPC son iguales y que el rigor con el que se
han diseñado constituye el elemento decisorio a la
hora de su aplicación. Además, como todo proceso
de difusión científica, están sometidas a la enorme
dispersión actual del conocimiento. De este modo,
es imprescindible la existencia de instrumentos eva-
luadores de la calidad y el rigor de las GPC. Así, de
forma paralela al surgimiento de las GPC, se han ido
constituyendo centros de evaluación en los que se
dedica un importante número de recursos a esta ta-
rea. Algunos de estos centros son:
– St. George’s Hospital Medical School.
– NHS: Appraisal Centre for Clinical Guidelines.
– Data Collection Checklist de la Cochrane.
– Guideline Appraisal Project de los EE.UU. y Ca-
nadá39.
– AGREE: Appraisal of Guidelines for Research and
Evaluation40. Ésta es una iniciativa internacional de es-
tablecimiento de estándares de evaluación de GPC a
través de 23 ítems distribuidos en seis dominios y que
establece la revisión interobservadores como método
idóneo de evaluación. En la actualidad constituye uno
de los mejores instrumentos de evaluación de GPC.
Difusión y aplicación
El desarrollo o la existencia de buenas GPC no im-
plica que se usen en la práctica, aunque hay un es-
collo muy importante que es la incorporación de sus re-
comendaciones a la práctica diaria de los profesionales
clínicos. La incorporación de intervenciones clínicamen-
te efectivas en la práctica de los profesionales no se ga-
rantiza con el simple hallazgo de la evidencia disponible.
Excelentes y sólidas recomendaciones de la evidencia
pueden quedar olvidadas en cualquier cajón de un cen-
tro sanitario, sin que los profesionales modifiquensu
práctica. Los valores del profesional41, el predominio del
criterio de la experiencia o la tradición, la intuición, el
sentido común o teorías no probadas42,43 gobiernan la to-
ma de decisiones clínicas. Esto implica un proceso de
cambio que abarca desde las técnicas de difusión, hasta
las estrategias de implantación. Acerca de las alternati-
vas disponibles para difundir las GPC se ha comprobado
que las medidas de tipo pasivo son las menos eficaces
(publicación en revistas especializadas, envío por co-
rreo)44,45. Las acciones formativas específicas parecen
ser las más recomendadas para la diseminación de
GPC46 que, en combinación con la exigencia de los usua-
rios, garantiza una alta aplicación al campo clínico de la
evidencia disponible. Así, el establecimiento de un clima
de confianza entre los promotores de la GPC y el resto
del personal, con transmisión frecuente de información
acerca de la misma de forma personalizada, haciendo
ver los beneficios que aporta. En el campo de la enfer-
mería destacan los hallazgos de Thompson et al47 sobre
el uso de resultados de investigación en la práctica clíni-
ca de las enfermeras. Entre sus conclusiones resalta que
el conocimiento de las investigaciones per se no es el
que otorga poco peso específico en las decisiones clíni-
cas, sino el medio de difusión de éstos; así, los medios
electrónicos y escritos se consideran menos resolutivos
que la opinión de compañeros con credibilidad contras-
tada y apuntan a la necesidad de investigar mejor cuál es
el perfil y la calidad de estos “informantes clave” que pa-
recen tener tanta influencia en las enfermeras.
Otros elementos muy importantes son los derivados
de la organización en la que se va a implementar la
GPC48. Aspectos como actitud hacia los cambios disponi-
bilidad de recursos, características del equipo asisten-
cial, sistemas clínicos organizados, propósito de cambio,
en los líderes de opinión, inclusión de las GPC en las líne-
as estratégicas de la organización, cambio en las habili-
dades de los directivos, etc., son decisivos en el éxito de
la aplicación. En esta línea, el Royal College of Nursing
del Reino Unido propone una estrategia de 10 aspectos
clave para su aplicación en el campo clínico (tabla 4)49.
Otro factor muy significativo a tener en cuenta es
la existencia de GPC previas o protocolos que pue-
dan entrar en conflicto con las nuevas recomenda-
ciones aportadas.
Morales Asencio JM, et al. Guías de práctica clínica: ¿mejoran la efectividad de los cuidados?
ENFERMERÍA CLÍNICA 2003;13(1):41-7 4551
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Acceso a las guías de práctica clínica
Las GPC, dada su reciente incorporación a la bi-
bliografía científica, tienen una característica
muy particular respecto a su difusión: la mayoría es-
tán en Internet o en la literatura gris. Este hecho
puede ser a la vez una enorme ventaja (por su fácil
acceso) o un inconveniente: inestabilidad de la red y
desconocimiento del usuario de las técnicas mínimas
de navegación para hallarlas. Otro lugar de fácil ha-
llazgo de GPC son las Agencias de Evaluación de
Tecnología Sanitaria.
En la tabla 5 se facilitan algunas direcciones en las
que se puede hallar información sobre GPC y revi-
siones sistemáticas. No obstante, las fuentes en In-
ternet sobre evidencia son múltiples y se recomien-
da la búsqueda a través de páginas web especializa-
das en estos temas (a modo de ejemplo, Rafa Bravo:
http://www.infodoctor.org/rafabravo; Netting the
Evidence: http://www.shef.ac.uk/~scharr/ir/netting/;
Exploraevidencia: http://www.easp.es/exploraevi-
dencia.htm).
Conclusión
Son muchas las áreas de incertidumbre en la to-
ma de decisiones clínicas de las enfermeras, con
la variabilidad que ello genera. Dentro del desarrollo
científico de la enfermería las GPC ofrecen un po-
tencial enorme como instrumento de implementa-
ción de los resultados de investigación, precisamen-
te uno de los grandes retos de las enfermeras en la
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46 ENFERMERÍA CLÍNICA 2003;13(1):41-7 52
TABLA 4. Estrategias de implementación de
práctica basada en la evidencia del Royal College
of Nursing británico
1. Establezca un grupo multidisciplinario
2. Comunique sin disimulo a todos los miembros del equipo 
los beneficios que reportará a los pacientes
3. Haga coincidir la implementación de la GPC con otra 
medida de cambio, por ejemplo mejora continua de la
calidad
4. Elija el formato en el que se va a presentar
5. Evalúe la GPC con un instrumento adecuado
6. Mentalice al personal sobre el cambio y fije una fecha para 
empezar
7. Asigne responsabilidades entre los miembros del equipo. 
Persuada a los líderes de opinión
8. Refuerce los mensajes
9. Audite los resultados pre y postimplantación
10. Revise periódicamente la GPC
TABLA 5. Direcciones de interés para la búsqueda de guías de práctica clínica (GPC) y evidencia
Canadian Task Force on Preventive Health Care
Tiene algunas GPC sin revisar desde hace tiempo http://www.ctfphc.org
Centre for Health Services Research Guidelines
Universidad de Newcastle http://www.ncl.ac.uk/chsr/publicn/guide/guide.htm
CMA Infobase-Clinical Practice Guidelines
Incluye un motor de búsqueda, aunque no discrimina la calidad 
de las GPC http://mdm.ca/cpgsnew/cpgs/index.asp
National Guideline Clearinghouse (EE.UU.)
Almacena cientos de GPC (incluidas las del AHRQ) y tiene 
un buen motor de búsqueda. Permite comparar GPC entre 
sí. La calidad de las GPC es variable http://www.guidelines.gov
CDC Preventive Guidelines (EE.UU.)
Gran número de GPC, con motor de búsqueda, pero algunas http://www.phppo.cdc.gov/cdcRecommends/
muy obsoletas AdvSearchV.asp
New Zealand Guidelines Group (Nueva Zelanda)
Buena calidad de sus GPC http://www.nzgg.org.nz/library.cfm
Royal College of Nursing (RCN)
Organización colegial de enfermería del Reino Unido. 
No incluye un gran número de GPC, aunque ofrece garantía http://www.rcn.org.uk/proffessional/proffessional_ 
metodológica clinical_guidlines.html
Scottish Intercollegiate Guidelines Network (Escocia)
Muy buena calidad de las GPC http://www.sign.ac.uk/
National Health and Medical Research Council (Australia)
Excelentes GPC http://www.health.gov.au/nhmrc/publications/cphome.htm
Alberta Medical Association Guidelines (Canadá)
GPC bastante actualizadas entre las que se incluyen guías 
para pacientes http://www.albertadoctors.org/resources/guideline.html
Guideline Advisory Committee Ontario (Canadá)
GPC evaluadas y revisadas con los criterios del
St. George. Excelente calidad y garantía de las GPC incluidas 
y evaluadas http://www.gacguidelines.ca/
Nota: sólo se incluyen direcciones web con información sobre GPC, para enlaces a webs sobre enfermería y evidencia consultar algunos de los enlaces
sugeridos en el texto, en los cuales se incluyen las principales fuentes actuales de evidencia.
07 Competencias 1245 15/1/03 11:57 Página 46
actualidad: acercar lo que se sabe a lo que se hace.
Pero sólo se transformarán en intervenciones enfer-
meras efectivas aquellas recomendaciones de GPC
evaluadas con rigor, mediante instrumentos adecua-
dos y fruto de estrategias de difusión, aplicación y
monitorización de resultados.
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