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Ciencia y Ficción

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
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Secretario Administrativo
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Secretaria de Desarrollo Institucional
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Abogado General
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Coordinadora de Humanidades
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Coordinador de la Investigación Científica
CAMPUS MORELOS
CONSEJO DE DIRECCIÓN
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Instituto de Biotecnología
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Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias
Claudio A. Estrada Gasca
Centro de Investigación en Energía
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Instituto de Ciencias Físicas
David Romero Camarena
Centro de Ciencias Genómicas
David Romero Vargas
Unidad Cuernavaca del Instituto de Matemáticas
Arnoldo Bautista Corral - Secretario 
Coordinación de Servicios Administrativos
CONSEJO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DEL ESTADO DE MORELOS
JUNTA DIRECTIVA
Rafael Tamayo Flores - Presidente
Secretario de Desarrollo Económico
José Alejandro Jesús Villareal Gasca 
Secretario de Planeación y Finanzas
José Luis Rodríguez Martínez 
Secretario de Educación
Jorge Morales Barud
Secretario de Desarrollo Agropecuario
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Secretario de Salud
Humberto Paladinos Valdovinos 
Representante del Sector Productivo
Octavio García Martínez 
Representante del Sector Productivo
Joaquín Sánchez Castillo
Presidente de la Academia de Ciencias de Morelos
Fernando de Jesús Bilbao Marcos
Rector de la UAEM
Francisco Santillán Arredondo 
Invitado Permanente y Representante del Poder Legislativo
Manuel Martínez Fernández - Secretario Técnico 
Director General del CCyTEM
Ciencia y Ficción
antología de un taller de redacción
Compilación
Karla G. Cedano Villavicencio 
Francisco Rebolledo López 
Corrección de estilo
Pablo Levy Morones
Nicté Y. Luna Medina
Beatriz Morones Bulnes
Diseño editorial 
Nicté Y. Luna Medina
Diseño de portada 
Sodio, Comunicación Visual
Ilustraciones
Guillermo Escamilla Cordero
Primera edición: 15 de junio de 2009
D.R. © 2009, Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, México, Distrito Federal
Unidad de Difusión y Extensión - UNAM Campus Morelos 
Av. Universidad 2001, Col. Chamilpa, 62210, Cuernavaca, Morelos
http://www.morelos.unam.mx
ISBN: 978-607-02-0642-9
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio 
sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales. 
Impreso y hecho en México
Índice
Motivos 7
Ciencia 11
 Con peras y manzanas 13
 Una mirada a la diversidad 23
 ¿Qué es la entropía? 35
 Sol y pozole, combinación radiativa 59
 La era del colesterol 67
 El café 79
 La gallina no es más que un instrumento del huevo 
 para poder producir más huevos 85
 La hora oficial 95
 Minería de Textos: La ciencia básica impacta más allá 
 de donde imaginamos 103
 ¿Qué es la GFP? 111 
 Fuera Máscaras 115
 El remolino 123
 Carta a la abuela 131
 Misión: Síntesis protéica 143
Ficción 149
 A las Seis 151
 Apasionadamente 157
 Amor procario 163
 Según me acuerdo 171
 Aparentemente 181
 Temalcachtli Apozonalli 187
 La máscara o El desierto que viene 199
 Procedimientos de rutina
 Guía #17 207
 Máscaras 217
 Der Kuss 223
 Bushido: la vía del guerrero 229
 Karbalá 235
 El final 245
 Jenevié 251
 Una noche en la ciudad 257
 Vita dell’artista 265
Los autores 273
 Jesús Arnoldo Bautista Corral 275
 Karla Graciela Cedano Villavicencio 277
 Jesús Antonio del Río Portilla 279
 Sandino Estrada Mondaca 283
 Francia García García 285
 Alejandro Garciarrubio Granados 287
 Ramiro José González Duarte 289
 Francois Alain Leyvraz Waltz 291
 Agustín López-Munguía Canales 293
 Dayanira Sheira Paniagua Meza 295
 Francisco Rebolledo López 297
Ciencia y Ficción
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Conocí a Francisco Rebolledo hace cuatro años, crítico incansable y 
compañero en la ideología (él un poco más radical que yo). Tuve la fortuna 
de conocer a la persona antes que al novelista, incluso sin saber a ciencia 
cierta, que este Rebolledo era el autor de aquel Rasero, leído unos años 
atrás.
Como responsable del área de Difusión y Extensión en el Campus 
Morelos de la UNAM, me enfrenté al reto de conseguir divulgadores 
dentro de la comunidad universitaria. Fue en esta búsqueda que, en una 
de las múltiples e ilustrativas pláticas con Agustín López–Munguía, 
entrañable amigo y mentor en esto de la divulgación científica, salió a 
relucir el nombre de Francisco, quien, como anillo al dedo, podía conducir 
un taller de redacción y estilo para investigadores y estudiantes que, 
como nosotros, quisieran aprender el arte del “bien escribir” aquello que 
es nuestro objeto de trabajo, estudio y pasión perpetua: la ciencia y la 
tecnología.
Así, invitamos a Francisco Rebolledo (Paco, para quienes tenemos la 
fortuna de ser sus estudiantes, pupilos o amigos) a trabajar con un 
heterogéneo grupo de aprendices de escritor. Como parte del proceso de 
“soltar pluma”, Paco nos provocaba con algún tema y todos (unos más 
Motivos
Ciencia y Ficción
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rápido que otros) nos dábamos a la tarea de producir un ensayo con ese 
tema en mente. El resultado fue sorprendente, investigadores y estudiantes 
produciendo textos, sí de divulgación, pero también y en grandes 
cantidades, de ficción. Los mejores relatos de ambos tonos arrancaron los 
aplausos de la concurrencia y ahí, entre aplausos y entusiasmo, se gestó 
la idea de publicar los resultados de este taller que empezó siendo “para 
divulgadores” y terminó siendo “para escritores”. El título emergió en 
automático: “Ciencia y Ficción”, haciendo eco del género Ciencia Ficción 
(mejor conocido como Sci-Fi), pero planteando una diferencia sustancial. 
En este conjunto de relatos, no hay intersección entre ciencia e imaginación 
literaria, como en el género Sci-Fi; lo que hay es una unión donde conviven 
tanto el elemento académico de cada uno de nosotros, como el humano. 
Si la divulgación tiene la misión de acercar al público en general a la 
ciencia y la tecnología, ¿qué mejor manera de hacerlo que mostrando el 
lado humano de los “hacedores” de ciencia y tecnología? Así, este volumen 
presenta dos conjuntos disjuntos (dícese de aquellos que no comparten 
elementos en común) de escritos. El primero, dedicado a nuestro quehacer 
como divulgadores, que cumple el objetivo último del taller; el segundo, 
dedicado a nuestro quehacer y que-pensar como personas, que cumple el 
objetivo último de nuestro ser: compartir nuestras vidas con el resto de la 
humanidad.
El material estuvo terminado a un año de iniciar el taller, en 2007. 
Sin embargo, encontrar quien compartiera esta visión y compromiso con 
la divulgación científico–tecnológica, requirió tiempo, paciencia y sobre 
todo perseverancia. Afortunadamente, se logró la conjunción perfecta 
Ciencia y Ficción
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con el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Morelos, que en voz 
de su Director General, Manuel Martínez, tiene el objetivo de lograr que 
la ciencia, la tecnología y la innovación formen parte del quehacer 
cotidiano de todos los morelenses. Así, encontramos en el CCyTEM al 
socio perfecto que, comprometido con su razón de ser, ha hecho posible 
que este conjunto de voces, imágenes y quehaceres vea la luz en este 
compendio editorial; logrando una vez más, concretar la importante 
función de nuestra Universidad Nacional: extender con la mayor amplitud 
posible los beneficios de la cultura.
Karla Cedano
Ciencia
Ciencia
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Ciencia
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Ciencia y Ficción
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No entendemos esa manía de la gente de querer explicarlo todo con 
peras y manzanas. Nos parece un modelo bastante limitado, máxime si a 
priori hay que incluirlas a ambas. Y es que para empezar, peras y manzanas 
sólo se pueden sumar, restar, multiplicar o dividir en su calidad de frutas, 
mas no en su carácter individual de peras y manzanas. Es decir, de 10 
peras y 5 manzanas sólo se puede decir que tenemos 15 frutas, perono 15 
peras ni 15 manzanas, de acuerdo con propiedades de la suma y de la 
materia que nos fueron enseñadas hace muchos años. Aunque hoy en día 
un niño precoz quizás refutaría esta limitante haciendo uso de la biología 
molecular (y de su fantasía), para plantear que la combinación del 
material genético de ambas, permitiría tener frutas que sean a la vez 
peras y manzanas, algo así como “peranzas” o “manceras”. O sea, que ya 
se le pueden pedir “peras al olmo”. 
Pero entre que son peras o son manzanas, hay que partir de dos 
premisas. La primera es que resulta imposible mezclarlas, origen del 
refrán: “no mezcles peras con manzanas” que data de aquellos tiempos 
en que los árabes empezaron a hacer sumas; y la segunda, de que a lo 
largo de la historia, las que han salido ganando son las manzanas, mientras 
que las peras, si bien dulces y jugosas, han pasado a ser algo que no debe 
ni sumarse ni ponerse junto a las manzanas. Así, son numerosas las 
Con peras y manzanas
Ciencia
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manzanas famosas en la historia: Guillermo Tell demostró su puntería 
con el arco tirando la flecha a una manzana sobre la cabeza de un niño, 
aunque el reto hubiera sido mayor poniendo una pera; la malvada bruja 
del cuento de Charles Perrault ofreció manzanas a la bella durmiente, y 
no hay evidencia de que haya considerado la opción de envenenarla con 
peras; la diosa griega de la discordia, Eris, furiosa por no haber sido 
invitada a una fiesta organizada para personajes de la mitología, mandó 
una manzana dirigida a “la doncella más bella”, armando así una celestial 
discordia entre Hera, Atenea y Afrodita quienes se sentían merecedoras 
de la susodicha manzana. No hay por lo mismo “la pera de la discordia”. 
La preferencia por las manzanas explica también por qué Newton decidió 
reposar cerca de un manzano y no de un peral, cuando inspirado, esperaba 
la caída de un fruto para explicarnos cómo opera la fuerza de gravedad. 
Poniéndonos metafísicos es quizás también por eso que Dios –en la voz 
del creacionista redactor del Génesis– sólo prohibió comer manzanas a 
los dos primeros pobladores del paraíso, y se abstuvo de opinar sobre las 
peras. Les explicó el pecado sólo con manzanas, pues de haber incluido a 
las peras se le habría complicado justificar tanta fruta prohibida, además 
de que hubiera reducido la oferta de vitaminas en el paraíso; cabe señalar 
que estos dos primeros pobladores no necesitaron ni peras ni manzanas 
para explicar las cosas, pues no había nadie más a quien explicarle algo. 
Así, debieron pasar muchos años para que Ana Botella, inspirada en el 
mismo pasaje bíblico nos explicara: si se suman dos manzanas, pues dan 
dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar 
dos manzanas, porque son componentes distintos. Hombre y mujer es 
Ciencia y Ficción
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una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra 
cosa distinta (Wikiquote, 2004). Ana, es la esposa del ex–presidente del 
gobierno español, José María Aznar y concejala de medio ambiente del 
ayuntamiento de Madrid, y la cita ya no deja dudas sobre el resultado del 
matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta cita debería de ubicarse 
dentro de los más exitosos ejemplos del uso de las peras y las manzanas 
para explicarse cosas de la vida. 
Por estos antecedentes, cuando los autores de este texto le entramos 
a la tarea que nos dejó la editora de usar las peras y las manzanas para 
introducir los textos de divulgación “se nos fue el santo al cielo”. Sentados 
en un café maldecíamos a la editora, enviándole ajos y cebollas (seguidas 
de peras y manzanas, que deben pegar más duro), consternados sobre 
nuestra falta de inspiración para disertar sobre las susodichas frutas. 
–¿Otro café? –nos ofreció la mesera. 
–Sí, pero con leche light y con un sobrecito de sucralosa –pidió 
ella–. Estoy hecha una pera –agregó, sonrojada cual manzana–. Creo que 
tengo que ponerme a dieta. 
–No creo –le contesté–. Debes medir por ahí de 1.70 m y tu peso no 
debe ser mayor de unos 60Kg, por lo que de acuerdo con el famoso índice 
de masa corporal (IMC), que resulta de dividir tus 60Kg entre tu altura al 
cuadrado (1.70 * 1.70 =2.89), debes tener un IMC de 20.76, lo cual te 
coloca dentro del grupo de gente sana de la cual ya sólo queda 
aproximadamente 1/3 en el país. Las 2/3 partes de la población o bien 
están dentro de un nivel de IMC que podría considerarse riesgoso (mayor 
Ciencia
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de 25) o tienen sobrepeso (IMC mayor de 30) o de plano están dentro de 
la población obesa (IMC > 40). 
–Pero ya dentro de los obesos los hay que parecen peras y los hay que 
manzanas, ¿no? 
–O estufas —agregué pensando en mi tía Gloria–. Para ellos existe 
otro parámetro que se denomina índice de cintura–cadera (ICC) y pues 
esta fácil porque sólo tienes que medir con una cinta cuántos centímetros 
tienes de cintura, pasando la cinta a la altura del ombligo y dividirlo entre 
lo que tienes de cadera, pasándola en la zona más amplia de tu… trasero.
–Mejor volvamos a las manzanas y a Newton –replicó ella–, no me 
está gustando este tema de divulgación.
–Pero es que justamente ahí encaja la tarea que nos dejaron de 
explicar algo con peras y manzanas: los hombres tienden a valores de ICC 
de manzanas, mientras que en las mujeres, el ICC se asemeja más al de 
una pera; es decir, el perímetro de la cadera más largo que el de la cintura. 
Bueno, esto cuando se gana peso y el individuo se adentra en los terrenos 
de la obesidad: conforme se van ganando kilos, las diferencias se hacen 
más y más notables, particularmente en ciertos lugares donde a la grasa 
le gusta acumularse. En los hombres a fuerza de cerveza, tacos de cochinita 
y mucho futbol por televisión, va aumentando la barriga, y tienden a una 
obesidad en forma de manzana, mientras que los pastelillos y los 
chocolates, aumentan en las mujeres las llamadas “cartucheras”1 lo que 
lleva a una obesidad en forma de pera. 
–Tu tía Gloria debe estar cercana al ICC de uno, ¿verdad? 
1	 También	conocidas	como	“chaparreras”
Ciencia y Ficción
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–Pues sí, aunque en esa familia, más que peras y manzanas habría 
que hablar de estufas y refrigeradores, que son casos de manzanas ya 
muy sofisticadas. En general, la obesidad tipo manzana, viene siendo más 
peligrosa que la tipo pera; digo esto para cambiarle un poco el tono al 
artículo, que empezó muy favorable para las manzanas, ¿no? Por mucho 
que estemos acostumbrados a la manzana como símbolo de salud, en 
estos casos, está asociada con una realidad muy diferente: caracterizar 
cierto tipo de obesidad a través de la medición del perímetro de la cintura 
y la cadera. La obesidad, no sobra recordarlo, aumenta dramáticamente 
el riesgo de enfermedades tales como las cardiovasculares, la hipertensión 
arterial, el infarto de miocardio, la diabetes Tipo II y la apnea del sueño, 
entre otras.
–Aunque es un hecho que un obeso que no se cuida, aunque empiece 
con forma de pera, terminará con el tiempo desarrollando una obesidad 
en forma de manzana, ya sea mujer u hombre –agregó ella, al tiempo que 
ingería el último pedazo de brownie con helado de vainilla y yo los seguía 
mentalmente en su trayecto hasta el depósito en las “cartucheras”.
–Creo que deberías aumentar las peras y las manzanas en tu dieta 
–agregué tratando de alejar la visión de “cartucheras” que apareció en mi 
mente–. ¿Sabías que el mundo produjo en el 2007 unos 47 millones de 
toneladas de manzanas, mientras que de peras apenas unos 17 millones 
de toneladas? 
–¿Y eso es mucho?
Ciencia
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–Bueno, pues si divides los 47 millones de toneladas entre los 6,700 
millones de habitantes que hay en el planeta eso nos da como a unos 7 Kg 
de manzanas y 2.5Kg de peras al año por cada terrícola. Poco, ¿no? 
–Sí, muy poco, sobre todo considerando que hay países donde se 
come muy poca fruta, generalmente ubicados en el hemisferio sur, 
mientras quelos que más consumen se ubican en el hemisferio norte –y 
entonces me aventó un torito–: ¿Sabes dónde se producen más 
manzanas? 
–¿En Zacatlán de las manzanas? –Contesté, mitad en serio, mitad en 
broma.
–No, ¡qué va! –dijo riendo–. La mitad de esa fruta la producen los 
chinos, aunque como es de suponer, se comen buena parte de lo que 
producen, y eso no se explica con peras y manzanas, sino con hambre. 
Chile e Italia son países que exportan mucha manzana y Argentina mucha 
pera. Y más del 30% de las manzanas se industrializan contra sólo el 10% 
de las peras y más de la mitad de las manzanas que entran a una fábrica 
se destinan a hacer jugo. 
–¿Sabes qué? –agregó ella después de reflexionar unos instantes 
sobre toda esta información–. Voy a inventar la dieta de “la Pera y la 
Manzana”. Tendrá efectos en la salud igual o más poderosos que las dietas 
de la Luna, la de la sangre, la de la Zona, la del Orozco o la de Atkins. 
Consistirá en un vaso de jugo de pera de unos 235 ml, seguido de otro del 
mismo volumen de jugo de manzana cada hora durante todo el día. 
No sabía si bromeaba, por lo que comenté: 
Ciencia y Ficción
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–¿Sabes cuánta azúcar es eso? Aproximadamente 25 gramos de 
azúcar del jugo de manzana y otros 38 del de pera. ¡Más de 215 calorías 
cada hora! Si pasaras ocho horas durmiendo, en 16 horas te habrás metido 
3,440 calorías provenientes del jugo. Y para alguien con tus características 
de edad y peso, se requiere de unas 1,800 calorías diarias nada más para 
que vivas. Si te la pasaras en reposo, sin hacer nada, estarías consumiendo 
1,640 calorías en exceso al día; 11,480 a la semana, y en un mes 45,920, o 
lo que es lo mismo, ¡como si comieras 5 kilos de grasa! Cuando caminas 
una milla a buen paso te consumes unas 150 cal, así que imagínate los dos 
escenarios: los kilos que te vas a echar de más o la cantidad de ejercicio 
que tendrás que hacer para no engordarlos, ¡¡¡tú que te la pasas sentada!!! 
No, ingeniera, la nutrición no es lo tuyo.
–Oye, oye, no seré nutrióloga, pero sé que todo en exceso es 
perjudicial. Además no olvido cómo durante mi embarazo, para cuidarme, 
decidí sustituir el refresco por el jugo (de naranja, pero jugo al fin) y la 
botana ocasional por unas manzanitas. En un mes, subí lo que debía subir 
en cuatro. 
–Insisto, que bueno que te dedicas a… a… ¡a lo que te dediques! 
Además, la grilla debe requerirte de muchas calorías. 
–Ja ja ja, sí, soy mejor explicando con peras y manzanas, que 
calculando su contenido calórico. Pero no todo en la manzana es azúcar, 
recuerda que las peras y las manzanas tienen un importante contenido de 
minerales y vitaminas, por eso los gringos dicen “an apple a day keeps the 
doctor away” (“una manzana al día, mantiene lejos al doctor”).
Ciencia
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–Pues sí, una pera (o para todo propósito práctico, una manzana) 
aporta el 10% de nuestro requerimento de vitamina C y cobre, 
aproximadamente el 5% de potasio, manganeso, riboflavina, vitamina B6 
y vitamina K. Aunque siempre hay mejor: una naranja aporta más del 
80% del requerimiento de vitamina C. 
–‘Tons, ¿los gringos echan puro rollo?
–No, bueno, al menos no por culpa de las manzanas (o las peras). En 
su favor diría que una sola manzana nos aporta la quinta parte de la fibra 
que necesitamos al día pues tienen mucha pectina. Así que, por lo menos 
al proctólogo y al gastroenterólogo lo podemos mantener alejado si nos 
acercamos a las manzanas. Además contiene toda una serie de compuestos 
que previenen enfermedades y que no tienen que ver con calorías ni con 
requerimientos diarios, como son los flavonoides, que tienen muchas 
propiedades además de ser antioxidantes. 
–Y bueno a todo esto, ¿quieres una rebanadita de pay de queso para 
tu café?
–¡Qué pasó! Mejor un strudel de pera —¿hay de otro?— para celebrar 
el feliz inicio de este texto de divulgación.
Karla Cedano
Agustín López-Munguía
Ciencia
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Ciencia y Ficción
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A simple vista
¿Cuántas veces hemos oído el término “diversidad biológica”? ¿Qué 
debemos entender por esto? Se refiere a las diferentes formas en que la 
vida se presenta en nuestro planeta. Esta biodiversidad es la riqueza de 
recursos, ya sean animales o vegetales, con los que cuenta una región 
dada. Por razones estrictamente climáticas, las diferentes formas de vida 
se han distribuido en nuestro planeta de manera que en los polos existe 
poca diversidad; es decir, un número reducido de especies. Entre los 
trópicos, por el contrario, se encuentra una mayor diversidad de especies. 
Esto es fácil de entender en virtud de la existencia de un mayor número 
de “nichos” que pueden ser habitados en las regiones tropicales, 
entendiendo por nicho el conjunto de características geográficas, recursos 
alimenticios y espacio-temporales, y cómo cada especie los ocupa, explota 
y aprovecha. La existencia de nichos característicos para cada especie les 
permite convivir en un mismo espacio geográfico al mismo tiempo, sin 
que tengan que recurrir a la competencia. Es una manera de distribuir los 
recursos de un sitio entre sus pobladores. Un ejemplo estupendo de esto 
lo representan los insectos, de los cuales aún no conocemos todas las 
especies existentes, y quienes han encontrado en los trópicos infinidad de 
nichos. Siguiendo con los insectos, y para ilustrar el otro lado de la 
Una mirada a la diversidad
Ciencia
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moneda, pensemos en la agricultura, éxito cultural indiscutible del 
hombre que le permitió llevar una vida sedentaria. Sin embargo, la 
agricultura también trajo consigo una ruptura del equilibrio de la 
diversidad biológica; especialmente la agricultura moderna, que implica 
grandes extensiones de terreno en las que se explota una sola especie 
vegetal. Estos ambientes poco diversos han favorecido el establecimiento 
y desarrollo exitoso de un número restringido de especies de insectos 
cuyas poblaciones son muy numerosas y que se alimentan de ese cultivo 
en particular. El mantenimiento de la diversidad es el fundamento de la 
rotación de cultivos, estrategia que limita el establecimiento de las 
plagas. 
A través del microscopio
Visitemos ahora comunidades formadas por organismos menos 
conspicuos, ya que son unicelulares y microscópicos: las bacterias. 
Evidencias fósiles indican que, hace aproximadamente tres mil quinientos 
millones de años, la Tierra primitiva estaba poblada por comunidades de 
bacterias. La presencia de bacterias en ambientes tan variados como una 
mancha de petróleo, o la emulsión de las películas fotográficas, indica su 
amplia capacidad de adaptación. De hecho, las bacterias son más comunes 
de lo que estaríamos dispuestos a aceptar. Se han adaptado a ambientes 
tan extremos como son el estómago o la boca de los vertebrados. Son 
capaces de tolerar temperaturas próximas a los 100ºC, o de vivir en 
atmósferas saturadas de químicos corrosivos. Para desgracia del ser 
humano, han sido inclusive capaces de adaptarse a la presencia de 
Ciencia y Ficción
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moléculas que controlan su reproducción, iniciando así una época de 
resurgimiento de enfermedades que se pensaban erradicadas gracias al 
uso de los antibióticos (la tuberculosis, por ejemplo). Cepas bacterianas 
resistentes a antibióticos son también responsables de procesos 
infecciosos que se presentan en medios hospitalarios y que constituyen 
una de las formas de las llamadas infecciones nosocomiales. 
¿Qué produce esta diversidad?
Ahora bien, la diversidad que observamos tanto en macro como en 
microorganismos es el resultado de eventos que ocurren a escala 
molecular; eventos que además deben transmitirse y perdurar entre las 
generaciones. En esta escala molecular, existen mecanismos que actúan 
a nivel de la lectura de la información genética contenida en el ADN 
(ácido desoxirribonucléico), que harán que el mensaje final pueda tener 
un significado distinto. Pensemos en el ADN como una larga lista de 
instruccionesque deben realizarse en un orden específico. Para que las 
instrucciones se lleven a cabo es necesario primero cambiar el tipo de 
letra, ya que quien efectúa las instrucciones no puede leer la fuente en la 
que está escrito el ADN; es necesario cambiarlo a ARN (ácido ribonucléico), 
proceso llamado transcripción. El transcrito —o texto escrito en forma 
de ARN— es el mensaje que se traduce en una forma final, que por sí solo 
puede ser funcional. En estos cambios de lenguaje existen controles de 
calidad que garantizan, de la mejor manera posible, que se mantenga el 
mensaje original. Sin embargo, de cuando en cuando existe un cambio en 
Ciencia
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la información que puede ser silencioso o no; son las mutaciones que 
representan una de las formas de la variabilidad de las que hablamos. 
Veamos el siguiente ejemplo de una mutación posible. El mensaje al 
que se le ha cambiado el tipo de letra, está puntuado, como este texto, con 
señales que indican qué leer y hasta dónde leer. El mensaje leído es 
traducido en aminoácidos, y se requieren muchos de estos unidos entre sí 
para conformar una proteína. Entre sus funciones, las proteínas garantizan 
tanto la funcionalidad como la estructura celular. En organismos de 
especies emparentadas es frecuente encontrar proteínas que cumplen la 
misma función pero que presentan diferencias en su estructura. Una de 
esas diferencias puede ser simplemente la longitud, esto resulta de los 
signos de puntuación ubicados en diferentes posiciones del mensaje y 
que indican al traductor una lectura más o menos corta, produciendo, 
por ende, proteínas más o menos cortas (con más o menos aminoácidos). 
Es necesario aclarar que en organismos multicelulares no todo lo que es 
transcrito termina traducido en proteínas; existen porciones del transcrito 
que son eliminadas y nunca forman parte del mensaje final que sí es 
traducido. Una fuente de variabilidad muy importante se presenta cuando 
un mismo transcrito origina diferentes mensajes (y finalmente proteínas) 
al incluir o eliminar algunas de esas porciones de ARN. Esto reviste una 
gran importancia como estrategia evolutiva, ya que un mismo transcrito 
instruye la construcción de proteínas diferentes; sería como tener en un 
mismo libro los textos de El Quijote y La Divina Comedia, intercalados, 
en el que, para leer el primero, bastara con empezar en la primera hoja, 
pero para leer la segunda obra, habría que saltarse las primeras sesenta 
Ciencia y Ficción
29
hojas, comenzar la lectura y proseguirla por doscientas hojas más, volver 
a saltarse ciento cincuenta hojas esta vez, y así sucesivamente.
Más sutil aún, y menos entendida hasta el momento, es la variabilidad 
que las proteínas presentan gracias a diferencias en una serie de 
modificaciones que ocurren después de que han sido fabricadas. Una de 
estas modificaciones consiste en el decorado de la superficie de las 
proteínas con azúcares (una vez decoradas reciben el nombre genérico de 
glicoproteínas). En muchas proteínas esta decoración condiciona ya sea 
su actividad biológica, su estabilidad, o bien su permanencia en el sistema 
—por ejemplo, circulatorio—. Esta variabilidad ocurre en una sola célula 
y repercute en el producto final de una línea de producción. Imaginemos 
una planta ensambladora de vehículos. Este ejemplo es particularmente 
útil hoy en día en que la alianza entre empresas es práctica común. Estas 
alianzas permiten el empleo de plataformas comunes, es decir, los 
primeros pasos en el ensamble son comunes a todos los vehículos, pero 
hacia el final del proceso ocurre la personalización del producto en la que 
cada firma agregará el logotipo propio a su producto final. Algo así ocurre 
con las células y las modificaciones que realizan a las proteínas que salen 
de la línea de producción. Todos los ejemplares de una proteína son 
producidos de manera similar de inicio a fin, pero al salir de la línea de 
ensamblado reciben un toque que las diferenciará del resto. En el caso 
particular de la adición de azúcares, aún cuando las cadenas de azúcares 
se asocian a aminoácidos específicos, no existe un perfil predeterminado 
para dicha adición. El hecho de que cada una de las proteínas que sale de 
la línea de producción reciba una decoración con azúcares diferente, les 
Ciencia
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confiere propiedades diferentes. Siguiendo con el paralelo entre el 
ensamblado de proteínas y el de autos, las consecuencias de tener una 
decoración u otra, va mucho más allá del aspecto estético; es más bien 
similar a agregar o no bolsas de aire o frenos antibloqueo a los vehículos. 
Esto es, las repercusiones que resultan de la existencia o no de modificación, 
o de cómo ésta se realiza, pueden significar, en algunos casos, la vida o la 
muerte. 
Existen ejemplos de padecimientos ocasionados tanto por la 
presencia de azúcares, como por su ausencia. Como ejemplo del primer 
caso, podemos mencionar a la proteína responsable de la enfermedad de 
las vacas locas. Aparentemente, dicha proteína se encuentra tanto en 
cerebros de animales sanos como enfermos. Sin embargo, su arreglo en el 
espacio y su decoración con azúcares son diferentes; la estructura de la 
proteína hallada en cerebros enfermos parece estabilizarse gracias al 
decorado con azúcares. Entre los padecimientos ocasionados por la 
ausencia de azúcares se encuentra un grupo de raras enfermedades 
congénitas caracterizadas por defectos neurológicos y del desarrollo. Una 
parte de estos padecimientos se origina por defectos en las primeras 
etapas del procesamiento de las glicoproteínas; volviendo a nuestro 
ejemplo del armado de autos, es como si se olvidara instalar el sistema 
hidráulico que permite accionar los frenos. 
Un auxiliar en el diagnóstico de algunas de estas enfermedades es el 
análisis de una proteína del suero sanguíneo, la transferrina, normalmente 
decorada con dos cadenas de azúcares en una secuencia conocida. Aun 
cuando esta glicoproteína no está directamente relacionada con todos los 
Ciencia y Ficción
31
padecimientos que resultan de una adición deficiente de azúcares a las 
proteínas, el hecho de identificar variantes de ella es indicativo de 
problemas en el procesamiento general. 
La transmisión de la información
Los cambios, o mutaciones, a los que hemos hecho referencia líneas 
arriba, necesitan ser heredados para que puedan tener un significado 
evolutivo. El efecto será de mayor importancia si suficientes miembros de 
la descendencia adquieren dicha mutación, y si se producen descendientes 
lo suficientemente rápido. Las mutaciones pueden tener efectos 
diametralmente opuestos en el destino de los individuos que las presenten. 
Supongamos que una de estas mutaciones en el ADN afecta la secuencia 
que dicta un aumento en la síntesis de la proteína que da color al pelaje 
de una rata de campo. La rata de campo que porta dicha mutación es más 
oscura que el resto y, supongamos que por el hecho de ser más oscura, es 
más difícilmente localizable por los búhos que se alimentan de ellas. 
Solamente por el hecho de escabullirse de su depredador, tiene más 
probabilidades de reproducirse, por lo tanto, de transmitir esta 
característica a sus descendientes. Si la mutación del ejemplo produjera 
la disminución de la síntesis del pigmento, la rata de campo sería más 
clara y más fácilmente localizable por el depredador, aumentando las 
probabilidades de ser cazada, con lo que se reduce la probabilidad de 
transmitir dicha característica a nuevas generaciones. 
La transmisión de las características genéticas es garantizada en el 
momento de la reproducción de los individuos y, básicamente, son dos 
Ciencia
32
los modos de reproducción que se conocen. La reproducción asexual 
observada, por ejemplo, en bacterias, consiste en la bipartición (división 
en dos) de la célula progenitora para dar origen a dos células hijas. En 
ellas, aproximadamente cada 25minutos ocurre una división. De este 
modo, y siguiendo una progresión geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32... etc), se 
pueden alcanzar poblaciones de bacterias relativamente numerosas al 
cabo de algunas horas en condiciones óptimas de crecimiento. Este tipo 
de reproducción garantiza que la descendencia herede una copia idéntica 
de la información genética de la célula progenitora. Cuando ocurre una 
mutación en alguna de las células, es inmediatamente heredada a las 
células hijas; si dicha mutación permite a las hijas sobrevivir, por ejemplo, 
en presencia de antibióticos, entonces esas células resistentes heredarán 
a su descendencia la capacidad para vivir en presencia de antibióticos, 
obteniéndose entonces una cepa resistente. 
La carta fuerte de la evolución que ha permitido la explosión de las 
formas de vida en el planeta es sin duda el sexo; es decir, la forma sexuada 
de reproducción, ya que ésta implica que el producto presentará una 
combinación de las características de los padres, al heredar solamente la 
mitad de los genes de cada uno de ellos. Entre los organismos que se 
reproducen sexualmente no existen dos individuos idénticos, y esto tiene 
un significado evolutivo al presentarse diferentes aptitudes y habilidades 
generación tras generación. Ahora bien, la variabilidad que el sexo 
permite se basa en que el proceso de combinación de la información 
genética es aleatorio, no hay manera de saber cuáles de los genes de los 
padres serán escogidos y heredados a un descendiente específico. Se ha 
Ciencia y Ficción
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sugerido que la reproducción sexual se ha conservado ya que es una 
manera de dispersar mutaciones ventajosas, separándolas de las que no 
lo son. Otra corriente del pensamiento sugiere que la reproducción sexual 
existe y se ha mantenido para que los organismos que la practican puedan 
hacer frente a los genes de virulencia de organismos patógenos, de modo 
que una batería de genes que favorezcan la patogenicidad de un agente 
infeccioso, sean enfrentados por un conjunto de genes del huésped que 
refuercen su resistencia ante tal patogenicidad. La ventaja aportada por 
el sexo consiste, entonces, en la combinación aleatoria de genes de 
resistencia que, sumados, pueden representar la victoria ante el 
patógeno. 
Para llevar a casa
Una de las características de la vida en el planeta es la diversidad de 
formas en que se presenta. La variabilidad introducida por los mecanismos 
moleculares y que es trasmitida a la descendencia, ha permitido que 
innumerables organismos hayan conseguido adaptarse a las cambiantes 
condiciones de nuestro planeta (cambiantes en la escala del tiempo 
geológico). Uno de los primeros cambios de grandes consecuencias fue 
inducido por el desarrollo de comunidades de bacterias fotosintéticas, 
quienes produjeron el oxígeno que poco a poco se acumuló en la atmósfera. 
Esto permitió el desarrollo de formas de vida con metabolismo dependiente 
de oxígeno, base de la vida que conocemos hoy día. 
La llegada y permanencia del hombre en el planeta —cuyo desarrollo 
cultural ha sido único— se ha caracterizado por una gran capacidad de 
Ciencia
34
modificación del medio ambiente. Los primeros vestigios de herramientas 
fabricadas por el hombre datan de hace dos millones de años, marcando 
el comienzo de la transformación del entorno. Esta siempre creciente 
capacidad de transformación, cada vez más compleja, ha conducido a 
cambios dramáticos en nuestro planeta, que no sólo han aumentado la 
diversidad de ciertas formas de vida, han resultado también en la extinción 
de otras. Los conocimientos científico y técnico (dos de las características 
propias del desarrollo cultural del hombre) alcanzados en las últimas 
décadas, nos han permitido bosquejar una explicación para el origen y 
mantenimiento de la diversidad biológica, y en estas páginas hemos 
esbozado un retrato hablado de dichos mecanismos. 
Sandino Estrada 
Ciencia
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Ciencia y Ficción
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Hace algunos años, en una pequeña ciudad del Medio Oeste en 
Estados Unidos, se dieron varias protestas en contra de la segunda ley de 
la termodinámica. Éstas tomaban su raíz en libros de texto en los que se 
enseñaba, tal vez de manera algo desafortunada, la posibilidad de que el 
universo termine en una “muerte térmica”; es decir, en un estado carente 
de cualquier tipo de estructura, y por lo tanto, de vida. Esto les pareció a 
varias almas sensibles una blasfemia hacia un Creador todopoderoso, de 
cuya infinita bondad habían logrado convencerse a tal grado que no 
podían tolerar la exposición de tales ideas a sus inocentes hijos. Tomaron 
por ende las calles, pidiendo que no se enseñaran ya semejantes herejías. 
Al enterarse de este extraño suceso, un amigo mío, muy culto pero con 
pocos conocimientos de física, me preguntó:
–Y en esto, ¿cuál es tu opinión?
Externé, como me parecía obvio, que en semejantes asuntos no era 
posible tener opinión, sino que sólo le quedaba a uno atenerse a los hechos 
y a las teorías ampliamente verificadas por la experiencia, como lo son, 
muy seguramente, las leyes fundamentales de la termodinámica.
–Pero, ¿no hay posibilidad de tener opiniones propias? ¿No hay 
lugar para que cada cual tenga una visión individual de las cosas? ¿No es, 
¿Qué es la entropía?
Ciencia
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como lo dicen algunos, un acuerdo social en la comunidad de los físicos 
que determina qué leyes supuestamente rigen la naturaleza? Y si es así, 
¿qué derecho tienen ustedes a imponer su enfoque particular a personas 
que desean vivir con otros puntos de vista, como lo es el religioso?
–Me parece –le dije– que estamos confundiendo varios niveles de la 
realidad. La termodinámica, en sus orígenes, se desarrolló para describir 
el desempeño de las máquinas de vapor. En esto ha sido extraordinariamente 
exitosa. Sus aplicaciones en el mundo de hoy son innumerables: no dudo 
ni por un instante que aquellos que estuvieron protestando contra la 
segunda ley, la están aprovechando cada día en los motores de sus 
automóviles, en sus refrigeradores o cuando disfrutan del aire 
acondicionado.
–Probablemente necesito que me lo expliques un poco –me 
contestó–. Siempre había creído que la entropía era algo muy desvinculado 
de la realidad concreta, algo que tiene que ver con información, y con un 
significado mucho más profundo de lo que corresponde a máquinas de 
vapor o refrigeradores.
–Primero hagamos una aclaración –le respondí–. Si un concepto 
explica un dato real de manera sencilla y precisa, entonces éste es tan 
profundo como necesita serlo. Explicar cómo funciona un refrigerador es 
importante, entre otras cosas porque sólo así se podrá diseñar uno mejor. 
Lograr esto con pocas ideas sencillas es el ideal de la ciencia, que en pocos 
casos se ha realizado tan perfectamente como en la termodinámica. El 
afán de ser profundo a expensas de la sencillez es del todo ajeno a la 
ciencia. Si a veces no parece así, es que la ciencia tiene un cierto vocabulario 
Ciencia y Ficción
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técnico, que muchos no dominan. Pero en lo básico, las ideas importantes 
suelen ser sencillas.
“¿Qué es la entropía? La respuesta requiere de tres conceptos: la 
temperatura, el calor y la reversibilidad. Vamos por partes: la temperatura 
es algo que siempre se encuentra igual para dos cuerpos que pueden 
intercambiar calor. Un trozo de hierro y otro de madera que quedaron 
cierto tiempo en un cuarto tienen ambos la misma temperatura. Esto no 
corresponde necesariamente a nuestro sentido subjetivo de lo que es 
caliente o frío: en este caso, el hierro parecerá más frío que la madera, 
pero en realidad ambos tendrán la misma temperatura.”
–Esto me parece razonable –me dijo–, pero hasta ahora, sólo me has 
dicho cómo saber cuándo dos temperaturas son iguales. ¿Cómo, con lo 
que me dijiste, puedo determinar el intervalo entre dos temperaturas 
distintas? y, ¿de qué manera puedo determinar una escalade 
temperaturas?
–En realidad –respondí– ésta es una pregunta difícil, y no la puedo 
contestar aquí de manera satisfactoria. Lo que resulta es que existe una 
escala natural de temperatura determinada por el comportamiento de los 
gases a baja presión. Ésta es siempre mayor que cero, y se anula a 273.16 
grados centígrados debajo de la temperatura a la que se derrite el hielo. 
El calor, por otro lado, sencillamente es una forma de energía: si 
recordamos que hay varios tipos de energía (cinética, potencial, eléctrica, 
química...), veremos que la energía total a veces disminuye de manera 
inexplicable. Esto es un tanto extraño ya que, de manera general, la 
energía se conserva. Por ejemplo, al dejar caer un huevo al suelo, la 
Ciencia
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energía que dio lugar al rápido movimiento de caída del huevo no aparece 
en ningún lugar obvio después de que el huevo se estrelle. Resulta que, en 
realidad, toda energía que parece perderse se encuentra bajo la forma de 
calor, y tiene el efecto de hacer subir la temperatura: el huevo es un poco 
más caliente después de estrellarse. En el siglo XIX, Joule hizo un gran 
número de experimentos para comprobar esto, y en todos encontró que 
la energía mecánica de un kilogramo cayendo de una altura de 425 metros 
basta para calentar un litro de agua en un grado centígrado; en otras 
palabras, esta energía es siempre la misma cantidad de calor, con lo que 
se llega a la idea de que calor es energía, pero en una forma en la que no 
se puede aprovechar de manera directa.
–Pero entonces, ¿no será el calor un mero comodín para hacer que la 
energía se conserve? ¿No se tratará precisamente de una pura convención 
usada entre físicos, pero que no tiene base real?
–No realmente –le contesté–. Estás pasando por alto el dato básico 
de que los cambios de temperatura nos permiten medir los cambios de 
calor de manera objetiva. No decimos que el calor aumentó sólo porque 
perdimos algo de energía: los experimentos de Joule siguieron tanto los 
cambios de temperatura como la energía añadida con mucha precisión 
para llegar a la conclusión que el calor era realmente la energía faltante. 
Ahora llegamos a otra idea esencial: la reversibilidad. Decimos que un 
proceso es reversible si se puede recorrer en el sentido opuesto. Dicho de 
otra manera, si al pasar el video que se tomó de un proceso dado, no se 
puede estar seguro en qué sentido va la película, entonces el proceso es 
reversible; si no, no lo es. Abrir una lata de refresco sacudida, por ejemplo, 
Ciencia y Ficción
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no es reversible: nunca sucede que el refresco, del que uno tiene toda la 
cara empapada, se junte ordenadamente para entrar en una lata, mientras 
el proceso inverso es demasiado fácil de realizar. Por otro lado, dejar que 
un gas se expanda, aprovechando el proceso para levantar un peso, es 
perfectamente reversible, ya que se puede hacer bajar el peso para volver 
a comprimir el gas. Muchos procesos reales son aproximadamente 
reversibles. Ahora ya tenemos todos los elementos para definir la 
entropía: cuando se pasa reversiblemente de un estado a otro, el 
incremento de la entropía es el incremento de calor dividido entre la 
temperatura.
–Me pregunto cuál es la ventaja de semejante definición –preguntó 
mi amigo–. ¿No basta ya con temperatura y calor? ¿De qué sirve esta 
nueva definición?
–Su utilidad es la siguiente: La Segunda Ley de la termodinámica 
ahora dice que el incremento de entropía no depende del camino que se 
usa para llegar de un estado a otro. En particular, si tengo una máquina 
cíclica, la entropía al final de un ciclo es la misma que al principio.
–Tal vez no lo entienda bien –me dijo–, pero me lo estoy imaginando 
de la manera siguiente: el calor tiene un “valor entrópico”, que es pequeño 
cuando la temperatura es alta y grande cuando es baja. En otras palabras, 
puedo sacar mucho calor a alta temperatura por la misma entropía que 
corresponde a poco calor a temperatura baja.
–Tienes toda la razón –le dije–, es exactamente como dices.
–Entonces, ¿será posible hacer negocio con el calor, comprando 
barato y vendiendo caro? Por ejemplo, podría tomar, al principio de un 
Ciencia
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ciclo, cierta cantidad de entropía de una fuente de alta temperatura, luego 
desecharla a temperatura más baja para finalmente regresar al principio 
otra vez. En total habría entonces ganado calor. Me parece que lo estoy 
sacando de la nada, lo que no puede ser.
–Y no obstante tienes razón: sí se puede –le contesté–. Lo que pasa 
es que estás confundiendo calor y energía: el calor es una de las formas de 
la energía, pero existen muchas otras, en particular la que se expresa en 
trabajo mecánico. Podemos decir que la energía es calor cuando la 
observamos pasar de un sistema a otro, pero una vez que llega, es energía 
nada más: no se puede decir si será calor o trabajo...
–Ya entendí –me interrumpió–. Lo que pasa en el sistema que 
describí es que saqué energía de la fuente de temperatura alta, puse una 
parte en forma de calor a la temperatura inferior y me quedé con un 
sobrante de energía para efectuar trabajo. Pero, ¡me parece que esto es de 
gran utilidad práctica! Si esta máquina funciona cíclicamente, puede 
seguir suministrándonos trabajo para siempre.
–¡Felicidades! –le dije–. El procedimiento que describes es, de 
hecho, la base del mecanismo de casi todos los motores que se usan. La 
máquina de vapor así funciona, y también los varios tipos de motores de 
vehículos: sean de dos o de cuatro tiempos, de gasolina o diesel, siempre 
la idea es sacar energía a la más alta temperatura posible, para después 
deshacerse del calor sobrante a una temperatura cercana a la del ambiente. 
El refrigerador, dicho sea de paso, funciona de la misma manera, pero al 
revés...
Ciencia y Ficción
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 –¡Lo veo!– Se debe quitar entropía al refri para ponerla en la cocina. 
Como el calor de baja temperatura es entrópicamente caro, es malo el 
negocio. Por esto debo poner energía de mi parte, que es la que me cobra 
la compañía de electricidad.
”Pero sigo con una duda –prosiguió–: hasta ahora me has dicho lo 
que pasa con la entropía en procesos reversibles. ¿Qué pasa en el caso de 
cambios irreversibles? He oído que la entropía siempre crece y, hasta 
ahora, sólo me has dicho que se mantiene constante en un ciclo. ¿Qué hay 
de verdad, entonces, en esto del crecimiento de la entropía?”
–Ésta es la otra vertiente de la Segunda Ley, y es la que causa 
problemas a la gente de tiernas conciencias: se afirma que no puede existir 
máquina cíclica alguna que opere a una sola temperatura. En otras 
palabras, no es posible sacar calor de una sola fuente y convertirlo 
íntegramente a trabajo. Que esto no se puede hacer de manera reversible 
resulta claro de la definición de la entropía que te acabo de dar.
–Tienes razón –dijo después de cierto tiempo–. Implicaría sacar 
calor a una sola temperatura, es decir, a un solo precio: en estas 
circunstancias no hay manera de hacer negocio, y hay que regresar todo 
el calor que se tomó si se quiere regresar al valor original de la entropía. 
Pero esto debe ser, ya que se trata de una máquina cíclica.
–Exactamente, pero hay más: no sólo suponemos que esto no se 
puede hacer con un proceso reversible, sino que afirmamos que no se 
puede de ninguna manera. Dicho de otro modo, los procesos reversibles 
son los más eficientes en cuanto al porcentaje de energía que logran 
aprovechar. Si llevo a cabo un ciclo irreversible, entonces la eficiencia es 
Ciencia
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menor, llevando a un crecimiento total de la entropía. Como te lo platiqué, 
las máquinas aprovechan diferencias de temperatura para realizar 
trabajo. Conforme éstas se van aminorando, la máquina pierde eficiencia 
y, al fin, se para.
–Entiendo: si nos representamos al universo entero como si fuera 
una gran máquina, este crecimiento constante de la entropía debería 
acabar por llevarnos a un estadode cosas en el que no hay ninguna 
diferencia de temperatura en ningún sitio y donde, por lo tanto, ninguna 
actividad sería realizable.
–Así es lo que a veces se dice, y son éstas las ideas que llevaron a las 
protestas que discutíamos al principio de esta conversación. Sin embargo, 
no se debe tomar esto demasiado en serio: hay muchas cosas que no 
sabemos acerca del universo, y no es para nada obvio que se le puede 
equiparar a una máquina. En particular, la naturaleza de la gravedad 
hace dudar si se puede realmente aplicar la termodinámica al universo 
entero. Existe aún cierta incertidumbre sobre lo que le sucederá después 
de mucho tiempo; pero ésta tiene su origen en nuestros conocimientos de 
las leyes de la física, y no en nuestras creencias acerca de las intenciones 
de un ser que está, por lo demás, totalmente oculto.
Entropía e irreversibilidad
–Estoy muy contento de volver a verte –me dijo mi amigo–. Desde 
nuestra última plática sobre entropía me he quedado con varias dudas, 
que me gustaría mucho aclarar contigo.
–Con todo gusto.
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–La principal se refiere a la idea de reversibilidad e irreversibilidad. 
Si considero lo que pasa en el mundo real, no puede haber duda alguna: 
los fenómenos que observamos son, en su gran mayoría, obviamente 
irreversibles. Las películas que marchan al revés siempre se ven del todo 
imposibles, justamente porque lo que ocurre en la vida cotidiana es 
irreversible. Sin embargo, siempre se nos está diciendo que el mundo 
está constituido de pequeñas bolitas, los átomos, que se mueven con un 
movimiento absolutamente mecánico, semejante al de los planetas. Pero 
en tal movimiento no es posible que haya irreversibilidad alguna. O acaso, 
¿hay fricción en los choques entre átomos? ¿Se deberá la irreversibilidad 
a gran escala a otra a escala atómica?
–Para nada –contesté–; al contrario, cuando las colisiones entre las 
partículas de las que consiste el sistema son inelásticas, entonces pasan 
muchas cosas muy extrañas que todavía no se comprenden bien. Es, por 
ejemplo, lo que sucede cuando fluye la arena. Los granos chocan 
irreversiblemente, lo que hace que este sistema sea muy difícil de 
analizar.
–Vaya –se rió–, los físicos saben del final del Universo, pero no cómo 
fluye la arena...
–Así es –le contesté con toda seriedad–. Lo que la gente considera 
como la “profundidad” de un problema no corresponde, por lo general, ni 
a su importancia práctica ni a su grado de dificultad. Si lo dudas, piensa 
tan sólo en el movimiento de las dunas en los desiertos, y entenderás 
pronto por qué los movimientos de la arena son de mayor importancia 
que la posible muerte térmica del Universo.
Ciencia
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–Pero entonces, sigo sin entender ¿cómo de un movimiento 
meramente mecánico y reversible de las partes puede hacerse un 
fenómeno a gran escala que parezca espontáneo e irreversible?
–Veamos un ejemplo –contesté–. Piensa en un recipiente separado 
en dos partes: una contiene un gas a presión alta y la otra está vacía. De 
repente la pared que separa ambas mitades se elimina de manera casi 
instantánea; por ejemplo, vaporizándola con una fuerte corriente eléctrica. 
Es obvio que el gas va a llenar todo el recinto de manera espontánea e 
irreversible, para usar tus propias palabras.
–Sin duda –dijo pensativo–. Y ahora adivino lo que me vas a decir: 
si en lugar de un gas, me imagino una mesa de billar separada en dos 
partes, llena, una de ellas, de bolas moviéndose al azar y vacía la otra, 
seguramente al quitarse la pared divisoria, las canicas se irán 
mecánicamente del lado más lleno al más vacío; sin embargo, nunca se 
volverán a juntar todas en el lado donde todas empezaron. ¿Es realmente 
así?
–Más o menos. Lo único que te faltó recalcar es la importancia del 
gran número de bolitas en la caja: obviamente, de haber sólo una, sí 
regresaría muy pronto del lado de donde salió. Aún con cinco o diez bolas, 
semejantes retornos se pueden observar en un tiempo razonable. Pero el 
tiempo medio de regreso se duplica por cada bola adicional...
–Claro –respondió divertido–. No se me ha olvidado la historia de 
aquel rey, que se arruinó al prometerle a uno de sus sabios un grano de 
trigo en la primera casilla de un tablero de ajedrez, dos en la segunda, 
cuatro en la tercera y así duplicando sucesivamente. Así que, ya para 64 
Ciencia y Ficción
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bolas se puede descartar cualquier posibilidad de retorno en cualquier 
tiempo sensato.
–Déjame darte otro ejemplo de la importancia de los grandes 
números. Imagínate dos urnas que contienen bolas idénticas, digamos 
veinte en total. Cada segundo, alguien elige una bola al azar y la pasa de 
la urna donde se encuentra a la otra: veremos que esto se parece bastante 
al ejemplo del gas que acabamos de discutir. En efecto, está claro, por un 
lado, que este proceso sí es reversible: si se filma, será imposible decir si 
la película fue tomada en el mismo sentido que la estamos viendo o no. 
Por otro lado, si se empieza con las veinte bolas en una urna, veremos 
cómo pasan de manera irreversible de la urna más ocupada a la otra. La 
apariencia también será de algo inevitable, irreversible y espontáneo. 
Pero si esperamos bastante tiempo, veremos cómo, en medio de una larga 
serie de pasos en los que ambas urnas tienen aproximadamente diez bolas 
cada cual, de repente ocurre, por casualidad, que una de las dos urnas se 
vacía. Una vez ocurrido esto, la urna llena se vacía de la misma manera 
que se había llenado: muestra cómo lo que aparenta ser irreversible puede 
suceder en un sistema reversible si se espera mucho tiempo...
–Creo entender: lo que crea la irreversibilidad es el hecho de que 
empiece con una situación muy improbable: todas las bolas en una sola 
urna, o todas las moléculas de gas de un solo lado de la caja. Dada la 
condición inicial improbable, el desarrollo puede aparentar ser 
irreversible, aunque el sistema sea reversible. Esperando lo suficiente, la 
condición inicial aparecería, como dices, de la misma manera en la que la 
vemos desaparecer.
Ciencia
48
–Sí, lo has entendido muy bien.
–Ahora, sin embargo, me quedo con otra duda: si entiendo bien lo 
que me dices, las bolas se comportan de manera azarosa, es decir 
imprevisible. Pero, por otro lado, al pasar irreversiblemente de un lado al 
otro, actúan de manera muy previsible y, por así decirlo, inexorablemente. 
Parece algo contradictorio.
–A primera vista puede dar esta impresión –contesté–, pero si lo 
piensas un poco, verás que se trata de algo bastante familiar. Sabes, por 
ejemplo, que ningún romance individual es predecible: no sabemos si va 
a resultar, si llegará al matrimonio o no, y mucho menos nos atreveríamos 
a predecir el día y la hora de la boda. Sin embargo, si consideramos una 
gran población, no hay dificultad en prever con muy buena aproximación 
el número de casamientos que se realizarán en un año dado. No se trata, 
sin embargo, de la mano del destino llevando a un número fijo de parejas 
al altar. Más bien, el azar junto con un gran número de individuos lleva a 
una certeza en ciertas predicciones. Aquí se trata de algo parecido: no 
puedes, para nada, predecir lo que pasará con una sola molécula, pero sí 
queda claro de qué manera se moverán, grosso modo, si se sueltan de una 
mitad de la caja del modo que hemos supuesto.
–Es verdad –contestó mi amigo–. Muchas veces me había llamado la 
atención cómo, al salir del metro, los pasajeros fluíamos de manera 
bastante parecida a la del agua que se vierte de una jarra. Me había 
preguntado, ya varias veces, dónde quedaba nuestro libre albedrío si, en 
este caso, nuestra actuación era equiparable a la de un objeto sin voluntad 
alguna. Lo que me estás diciendo, entonces, es que las muchedumbres 
Ciencia y Ficción
49
son todas parecidas, ya sea que estén conformadas de moléculas o de 
personas. Pero lo que decías acerca de las bodas pareceser sencillamente 
estadística. Acaso ¿me estás diciendo que ustedes los físicos hacen 
estadística con las moléculas?
— Tan es así –contesté algo divertido–, que el nombre de esta rama 
de la física es el de Mecánica Estadística.
–Entonces ¿qué es lo que juega en la física el papel del azar, de la 
casualidad, de todo aquello que no se puede predecir de ningún modo? 
Seguramente, no se puede hablar de probabilidades sin incertidumbre, 
cosa que no puede haber, si entiendo bien, en un sistema mecánico.
–¡Ay!, he aquí una pregunta que no tiene respuesta obvia. Déjame 
contestarte con otra: ¿estarías dispuesto a apostar que la diezmilésima 
decimal de pi es un ocho? Y, si dices que sí, ¿con qué ventaja?
–No veo muy bien a dónde quieres llegar –contestó–, pero la 
respuesta es obvia: si me ofrecen más que nueve a uno, ¡claro que lo 
acepto!
–Pero, ¿no ves que tampoco hay probabilidad alguna en el valor de 
este decimal? Su valor está ya determinado desde siempre, por la mera 
definición de pi. Sin embargo, si apuestas, quiere decir que consideras el 
asunto del valor de la diezmilésima decimal de pi como azaroso. Es un 
enfoque que es probablemente insostenible desde un punto de vista 
fundamental, pero que sí es muy natural. Pues bien, nosotros los físicos 
tenemos el mismo tipo de actitud hacia el comportamiento impredecible, 
pero predeterminado de antemano, de las moléculas de un gas. Es posible 
Ciencia
50
que esta actitud sea absurda, pero entonces también lo sería lo que acabas 
de decir.
–De acuerdo, pero esto es más un chiste que una explicación.
–Lo admito. Estoy evadiendo la pregunta, pero más vale esto que 
una falsa y engañosa explicación. Sin embargo, en esta evasión, hay ya 
varios elementos que entrarían en una respuesta honesta: las decimales 
de pi, al igual que la trayectoria de un sistema molecular determinista, 
están fijadas de antemano. Por otro lado, tanto ésta como aquéllas son 
bastante difíciles de conocer de antemano. Esto es particularmente cierto 
para la trayectoria: no sólo depende de las posiciones y velocidades 
iniciales de las moléculas con una inmensa sensibilidad, sino que además 
se encuentra bajo las influencias incontrolables del entorno. Por lo tanto, 
ya que no tenemos modo alguno de predecir esta trayectoria, la describimos 
en términos probabilistas, como lo quisiste hacer tú con los decimales de 
pi.
–Bien –contestó riendo–, y supongo que vas a decir que para procesos 
irreversibles como los que acabamos de platicar, la entropía, que me 
definiste en términos de calor y temperatura, siempre sube.
–Es verdad; pero me temo que hoy no tengamos tiempo para 
discutirlo: ya son las siete...
–¡Las siete! Con tanta plática se me olvidó una cena a la que tenía 
que ir ahora. Perdón, Paco, pero me tengo que ir.
Y se fue, tan apresuradamente que ni notó cómo, al pasar cerca de un 
florero de mi casa, lo hizo estrellarse irreversiblemente...
Ciencia y Ficción
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Entropía e información
Era el cumpleaños de uno de los hijos de mi amigo; mi esposa y yo 
nos fuimos a la fiesta. Había gran cantidad de niños jugando, estaba muy 
buena la comida, varios de mis amigos se encontraban allí; vaya, todos 
nos divertíamos mucho. Al fin, mi amigo, mi esposa y yo nos encontramos 
en un lugar un poco apartado, y él retomó la plática interrumpida acerca 
de la entropía:
–Me habías dicho que la irreversibilidad se da cuando la entropía de 
un sistema sube –empezó–, y habías definido la entropía en términos de 
calor que se suma de manera reversible a un sistema: dividiendo el 
incremento de calor entre la temperatura en este instante, obtienes el 
incremento de entropía, ¿verdad?
–Perfectamente –contesté.
–Lo que no entiendo es el porqué. ¿Por qué debería hacer precisamente 
esta extraña operación para descubrir si algo es o no reversible? 
–Hay varias maneras de contestar a tu pregunta, pero creo que la 
más sencilla es hablar de la conexión entre entropía e información: 
cuando sube la entropía, se pierde una cantidad enorme de información 
que no hay manera de reconstituir. Pasa un poco como cuando decides, 
en un texto que escribiste en la computadora, reemplazar cada ‘mas’ por 
un ‘más’, siguiendo los excelentes consejos de quienes saben de acentos. 
Cuando te das cuenta de que ahora tu texto tiene palabras como ‘mástil’ 
y ‘Alejandro Dumás’, el asunto ya no tiene remedio: tienes que volver a 
revisar todo el escrito, porque destruiste la información que te permite 
distinguir entre las sílabas ‘mas’ y ‘más’. En particular, si buscas ahora 
Ciencia
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sustituir al revés todos los ‘más’ por ‘mas’, no regresarás a la situación 
original. Es un buen ejemplo de algo irreversible en nuestra vida diaria, y 
resulta que, en la física, los fenómenos irreversibles lo son por motivos 
muy parecidos.
–Pero la entropía, tal y como me la definiste, es un número –dijo 
sorprendido–. ¿Acaso puedes medir la información? Me parece tan 
absurdo como querer pesar un pensamiento.
–No del todo. Sí se puede definir una medida sensata de la 
información: se trata del promedio del logaritmo...
–¡Párale, por Dios! –intervino mi esposa riéndose a carcajadas. 
Nadie te va a entender con semejante definición. No –dijo volteándose 
hacia mi amigo–, es un poco más sencillo que esto. ¿Ves aquí a esos dos 
niños jugando? ¿Qué están haciendo?
–Parecen estar jugando a “veinte preguntas”... sí, acabo de escuchar 
a uno de los dos, preguntando “¿se encuentra en este jardín?” Claramente, 
está buscando adivinar un objeto desconocido con el menor número de 
preguntas posible. ¿Qué puede tener que ver este juego tan infantil con 
medir información?
–No trates con tanta sorna los juegos de niños –dijo ella–. Creo que 
explican este asunto mejor que los logaritmos. Podemos decir que el niño 
que escogió el objeto tiene más información que el que lo quiere adivinar 
¿no te parece?
–Sin duda, pero con esto no puedes medir la cantidad de 
información...
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Mi esposa lo miraba atentamente y le preguntó si realmente no veía 
ninguna posibilidad de usar las preguntas para lograrlo.
–A lo mejor –musitó–, podríamos pensar en tomar el número de 
preguntas, o cuando menos, el número mínimo de preguntas que se 
requiere para adivinar lo escondido.
–Eso es –dijo ella–, esta definición tiene varias ventajas. Primero, 
crece con el número de posibilidades: si se sabe ya que un niño eligió un 
objeto en el jardín, o si se sabe que tal otro siempre elige algo relacionado 
con alguna niña particular, se requieren menos preguntas que si realmente 
no se sabe nada. Es decir, se está midiendo algo que sí tiene que ver con 
nuestra intuición de la cantidad de información...
–Y, por otro lado –prosiguió él–, si dos niños eligen dos cosas de 
manera independiente, las preguntas que se van a necesitar serán la suma 
de las que van dirigidas al primer niño más las que van para el segundo. 
Esto parece muy sensato: en estas circunstancias la cantidad de 
información total debería ser la suma de las dos.
–Vas rápido –contestó ella–, y aquí estamos muy cerca del asunto de 
los logaritmos, si quieres que hablemos de ellos...
–No, gracias –dijo con fingido temor–. Nunca he logrado entenderlos. 
Pero tengo un par de dudas: primero, el número de preguntas, ¿no podría 
depender algo de la suerte de quien pregunta? Recuerdo que ganar a 
“veinte preguntas” siempre era en gran medida asunto de suerte.
–Cierto –respondió mi esposa–, pero se puede eliminar esta 
ambigüedad definiendo la información como el número promedio de 
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preguntas que hay que hacer si uno está siguiendo la mejor estrategia 
para ello.
–Esto es, precisamente, mi segunda duda: ¿Cuál será una buena 
estrategia para lograr averiguar el objeto desconocido lo más rápido 
posible?
–Estoy segura que lo podrás encontrar por tu propia cuenta –contestó 
sonriendo. 
Debió hacer efecto la sonrisa, porque las habilidades deductivasde 
mi amigo, que habían sido muy escasas hasta ahora, lucieron 
deslumbrantes este día:
–Hagamos un problema bien definido –reflexionó–. Supongo que 
has elegido un número entre uno y diez. ¿Qué haré para averiguarlo? Se 
me ocurre que hay que preguntar de tal manera que un sí me sea igual de 
útil que un no. Por esto, no debo empezar preguntando: ¿es un siete? Un 
“sí” sería maravilloso, pero un “no” me dejaría desconsolado. No hay que 
arriesgarse tanto. Mejor entonces preguntar: ¿es menor que cinco? Aquí 
me da igual si me dices sí o no, en ambos casos gano la misma cantidad 
de conocimiento. Por cierto, con un número entre uno y diez, me voy a 
meter en líos tontos. Mejor hubiera empezado con un número desconocido 
entre uno y dieciséis.
–Exacto –dijo ella–. A ver si realmente lo sabes hacer. Ya elegí un 
número. Tienes cuatro preguntas.
–¿Es mayor o igual a ocho?
–No.
–¿Mayor o igual a cuatro?
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–Sí.
–¿Mayor o igual a seis?
–Sí.
–¿Es seis?
–¡No!
–Entonces es siete.
–En efecto. Como ves, has respondido a la perfección a tu propia 
duda.
–Sí, pero sigo con otra. El modo más común de transmitir información 
son los textos escritos. ¿Podrán aprovecharse estas ideas para decir 
cuánta información tiene una novela o un poema?
–¿Por qué no? Basta con averiguar cuántas preguntas son necesarias 
para identificar un texto desconocido.
–Ya veo. Ya que el Diccionario de la Real Academia tiene más o 
menos 80,000 definiciones, voy a necesitar entre... veamos... diecisiete y 
dieciocho preguntas para cada palabra. ¡Guau! Es muchísimo.
–Lo siento, pero no creo que tengas razón: digamos, de la palabra 
“mujer” es más probable encontrar voces como “madura” o “hermosa” 
que, por ejemplo, “verde” o “metálica”. Esto permite evitar muchísimas 
preguntas inútiles.
–¿Cuánta información por palabra tendrá un texto entonces?
–No lo sé. Sería cosa de hacer una investigación lingüística bastante 
complicada. Lo difícil en este caso es saber cuál es la mejor estrategia 
para adivinar un texto desconocido en el menor número posible de 
preguntas. Esto requiere de muchos conocimientos de gramática y hasta 
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del tema del texto, que también se puede aprovechar. En todo caso es 
mucho menor de lo que se obtiene suponiendo que todas las palabras son 
igualmente probables.
–Entonces lo que dices es que un texto normal podría expresarse con 
mucho menos signos de los que usamos en el lenguaje escrito.
Así es. Aquí entramos en el tema de compresión de datos, que es de 
gran importancia hoy en día, en particular en el Internet: cuando se trata 
de transmitir archivos de gran tamaño, es muy ventajoso encontrar 
alguna regularidad en ellos que permita comprimirlos para la transmisión. 
Esto no es tan importante para textos, pero sí para imágenes...
–Cambiando de tema –dijo mi amigo–, creo haber entendido lo de la 
información pero, ¿cómo se usará para caracterizar un sistema físico?
–Creo que esto te toca a ti, cariño –me dijo, como era de esperarse: 
yo soy el físico, mientras su especialidad son las matemáticas.
–De acuerdo –intervine–. Si tengo un sistema físico, lo puedo 
describir de dos maneras: puedo sencillamente dar una descripción del 
tipo que hemos discutido al principio, basada en cantidades como la 
temperatura y la presión, que caracterizan el estado macroscópico; es 
decir, tal y como lo vemos, sin más detalle que lo que nos es inmediatamente 
accesible con instrumentos sencillos, como el termómetro. Por otro lado, 
puedo imaginar una descripción del sistema en la que cada molécula tiene 
una posición y una velocidad definida con alguna precisión. Ésta no se 
puede realmente averiguar, pero sí se puede imaginar. Ahora bien, está 
claro que hay mucho más información en esta segunda descripción que 
en la primera. Es un poco como en el ejemplo que dabas del texto: cada 
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molécula es como una palabra y las que son cercanas se ajustan entre sí, 
de modo que no están puestas del todo al azar. De la misma manera que 
en el texto hablabas de información por palabra, aquí tenemos la 
información por molécula, que resulta ser lo mismo que la entropía por 
molécula.
–¿Puedes mostrar esto que dices?
–Lo tengo que pensar. En todo caso no ahora: se trata de algo bastante 
técnico, pero déjame ver si alcanzo a explicarlo de manera sencilla...
Y, como la fiesta ya se estaba acabando, mi esposa y yo nos despedimos, 
no sin prometernos seguir con esta plática en otra ocasión.
Francois Leyvraz 
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Con la boca reseca, la lengua como una piedra, la cara y los brazos 
ardiendo; acurrucado, pero deseando extenderse, se trataba de proteger 
tras una duna de los ardientes rayos de sol. Ese implacable Sol que 
calentaba, cocinaba todo alrededor en ese día de verano allá por el Norte, 
allá por el Pinacate, muy cerca del otro lado y muy cerca del agua. Así se 
recuerda antes de que una mano amiga le tendiera la cantimplora que 
estaba a unos pasos de él, después de haberla guardado como un 
inmaculado tesoro, allá en el desierto.
Ese recuerdo le viene de la memoria ahora, que bajo los rayos del sol 
en Temixco, saborea un rico pozole radiado, acompañado de una cerveza 
Sol bien helodia, piensa: “un pozole radiado, cuando oí esa frase pensé 
en una comida hecha con granos de maíz cacahuazintle que habían sido 
sometidos a radiación para evitar el crecimiento de hongos o bacterias; 
pero, ¡qué diferencia al probar esta rica comida! La verdad es que nunca 
pensé que en el Centro de Investigación en Energía de la UNAM (CIE) 
hubiera este tipo de alimentos hechos en el cocedor solar”.
Es un estudiante de maestría en ingeniería que goza de los deportes 
al aire libre; durante sus estudios de licenciatura había formado parte del 
grupo de montañismo y exploración de la UNAM. Por culpa de un examen 
de álgebra se perdió la clase de desiertos, donde habían indicado que en 
Sol y pozole, combinación radiativa
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el desierto se debe tomar agua constantemente y no guardarla para 
después. Así es, en aquella ocasión había guardado la cantimplora como 
un tesoro, no había bebido agua y se había deshidratado. Hoy miércoles 
está comiendo en el CIE. “Desde el nombre cocedor solar, me sorprende; 
yo sabía que existían hornos o estufas solares, pero no cocedores solares.” 
Una semana antes se enteró, platicando con sus compañeros, que ese 
nombre fue acuñado para diferenciarlo de otros dispositivos que no están 
diseñados para cocinar sabroso, sino para ser eficientes, desde el punto 
de vista energético, o ser económicos. “Este cocedor sí está pensado para 
el sabor”. Al dar otro bocado a los granos de cacahuazintle con un poco de 
lechuga, rábano, pescado y calamar, pensó: “Este pozole de pescado ¡qué 
rico! Otra cosa que aprendo aquí en el CIE. No se me había ocurrido 
hacerlo”. Unos momentos antes había probado el de pollo y el de puerco 
y la verdad es que todos estaban deliciosos. “La textura de las tres carnes 
es estupenda, ni parece que se hayan cocido al mismo tiempo. Nunca 
hubiera creído esto: las tres diferentes carnes cociéndose a la vez y en el 
mismo tiempo”.
Tras un sorbo de la Sol para disminuir el efecto del Sol, recuerda 
aquella mano amiga que había tenido que regresar unas dos horas 
caminando sobre sus pasos para ver qué le había pasado al de la 
retaguardia. Esa mano, que no descansó hasta que vio una silueta encogida 
atrás de la última duna y, a unos pasos de la figura, una mochila tirada 
junto a una cantimplora llena, intacta, que al ver los estragos de la 
deshidratación, le había ofrecido a su blancuzca boca un poco de agua 
con sales y azúcar. Su recuerdo salta al hospital de Punta Peñasco donde 
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caviló la idea de construir una estufa solar después de haber sentido su 
piel cocinada por los rayos del sol. En ese momento mira al cocedor: “Los 
espejosreflectores son similares a los que tengo en mente y también la 
idea de cocinar con ollas pintadas de negro. Este sistema de orientación 
para recibir los rayos solares en el cocedor de una forma perpendicular 
todos los días del año es muy interesante y sencillo”. Su diseño es una 
caja cuadrada, el cocedor del CIE es un receptáculo semicilíndrico. “Este 
sistema mecánico, que al mismo tiempo sujeta al semicilindro y permite 
moverlo día a día para hacer que su cara plana apunte al Sol, es muy 
buena idea. Aunque lo más ingenioso es el modelo que describe cómo el 
cocedor se calentará con el Sol, o con la energía de respaldo, a través del 
tiempo y que obligó a usar materiales específicos en su construcción, de 
tal forma que nunca pudiera alcanzar temperaturas mayores a 130 grados 
centígrados, para que no se quemara la comida; además, este modelo 
predice una curva lisa de temperaturas en función del tiempo para 
conseguir un cocimiento lento, como el paciente y aletargado cocimiento 
que solamente las abuelas pueden dar a la comida. Bueno, eso aquí en 
Temixco... ¡ya quiero ver este cocedor en el Pinacate!... pero hay que ser 
justos, estoy seguro que el modelo indica cómo seleccionar los materiales 
para que este cocedor también funcione en el desierto”. Una de las 
bondades del cocedor del CIE es que, dados los máximos valores de 
temperatura ambiente e irradiancia que ocurren en Temixco a lo largo 
del año, no sobrepasará los 130 grados en su interior, ya que el estado 
estacionario del sistema está calculado, con el modelo, para alcanzar a lo 
más esa temperatura bajo las condiciones extremas: a 130 grados con 
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una irradiancia de 1,000W/m2 y una temperatura ambiente de 38 grados 
centígrados toda la energía que entra sale por la envolvente, de esta 
manera el cocedor no se calienta ni se enfría.
A su regreso del Pinacate a la ciudad de México, decidió terminar 
rápido su licenciatura en ingeniería e irse a hacer el posgrado en el CIE 
para terminar de diseñar su estufa solar. Mientras saborea el pescado 
reflexiona “¡Se me adelantaron!... este cocedor con respaldo eléctrico 
asegura que cada día que se pone a funcionar se degustará una rica comida 
solar. Nunca se me hubiera ocurrido usar alta tecnología en el control de 
la temperatura de mi estufa solar. Siempre quise hacerla de materiales 
baratos para usarla en el desierto... pero la cochinita pibil del miércoles 
pasado, que estuvo nublado, quedó de rechupete. Ese día vimos cómo 
funciona el control electrónico de temperatura. Primero pusimos la 
cochinita en las ollas y conectamos el control a las diez de la mañana; 
como a las once se empezó a nublar y pensé que ya no íbamos a comer. 
Cuando me di una vuelta a las doce, vi que la temperatura era de 81 grados 
centígrados, lejos de ser suficiente para cocinar una cochinita. El Sol y las 
nubes sólo habían permitido alcanzar esa temperatura; en ese momento 
oí el ‘trac’ del actuador conectando las resistencias eléctricas que 
empezaron a calentar el cocedor. A la una de la tarde el Sol salió 
nuevamente y a partir de ahí, cuando la temperatura era de 125 grados, 
las resistencias eléctricas dejaron de funcionar por la acción del control 
electrónico. A las dos sonó la chicharra, me dio gusto saber que la comida 
estaba lista. La verdad es que, aunque olía muy bien, con mucho 
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escepticismo me serví la cochinita en el plato y la probé. Realmente sabía 
muy rica”. 
Termina su tercer plato de pozole satisfecho y agradecido con las 
nubes que se han portado bien y no han aparecido evitando que el cocedor 
consuma energía eléctrica este día, degustando tres pozoles completamente 
solares. Al dar un último trago a la Sol piensa: “¡Qué gracia me dio cuando 
comentaron que no iban a comer del pozole porque estaba irradiado!, 
pues había sido cocinado con radiación solar, haciendo referencia a la 
radiactividad en lugar de a la radiación solar. La verdad... yo sí fui 
irradiado aquel día en el Pinacate.”
Antonio del Río
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En la actualidad existe una cierta tendencia dirigida a “satanizar” al 
colesterol, fomentada principalmente por los medios masivos de 
comunicación y asimilada por nosotros gracias a esa cualidad humana 
tan persistente, aun en estos días: la ignorancia. 
Esto ha sido aprovechado por la industria alimentaria, nacional y 
extranjera, y por aquélla otra caracterizada por incluir en sus productos 
la leyenda: “este producto no es un medicamento” (que no necesariamente 
es la farmacéutica), que responsabiliza a quien lo consume de los efectos 
secundarios no previstos que pudieran ocurrirle.
La población en general debiera estar más y mejor informada sobre 
este tema para evitar caer en el consumismo descontrolado tan 
característico del capitalismo. Se dice que uno teme a lo que no entiende, 
y el colesterol es una de esas cosas. Es por lo ya mencionado que considero 
importante entender y reconocer el papel del colesterol como una 
sustancia química útil en el organismo y, por otro lado, aclarar en qué 
situaciones representa un factor de riesgo para la salud humana que ha 
cobrado especial importancia en la actualidad.
 El colesterol no es un compuesto químico nuevo; de hecho, hace 
como 300 años fue aislado por primera vez. Lo encontramos ampliamente 
distribuido en los animales vertebrados e invertebrados. En los animales 
La era del colesterol
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superiores, como nosotros los humanos, el colesterol se localiza en todos 
los tejidos y las concentraciones más altas de este compuesto las hallamos 
en cerebro, hígado, piel y glándulas adrenales. 
Es interesante mencionar que las células animales pueden sintetizar 
colesterol en su interior (citoplasma), pero también pueden tomarlo de la 
sangre. Además de que el colesterol es un componente esencial de todas 
las membranas de las células del cuerpo (les proporciona rigidez), es un 
importante precursor de muchos otros esteroides biológicamente activos 
(todos fundamentales para el organismo), como los ácidos biliares, 
numerosas hormonas y la vitamina D3, también denominada 
colecalciferol. 
El colesterol se encuentra comúnmente presente en nuestra dieta, 
principalmente en productos de origen animal, por ello se considera como 
un nutrimento. Específicamente, es un nutrimento dispensable de la 
dieta, ya que el organismo es capaz de sintetizarlo en cantidades suficientes 
para sus requerimientos.
En cierta ocasión, estaba viendo por televisión el canal del Congreso 
y recuerdo que el tema que estaban discutiendo era la creación del 
Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN). Los diputados y 
senadores de los diversos partidos subían al estrado a dar sus argumentos, 
ya fuera para apoyar o para rechazar la creación de dicho Instituto. 
Particularmente, recuerdo la peculiar participación de una reconocida 
senadora priísta que en su discurso hacía mención a la “terrible enfermedad 
del colesterol”; en ese momento me preocupé no sólo porque el destino 
de aquel Instituto estuviera en manos de ese grupo de individuos mal 
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informados, sino también por el concepto que aquella senadora tenía 
sobre el colesterol, y que seguramente no difiere mucho del concepto del 
resto de los ahí presentes. Pero, ¿es el colesterol una enfermedad?, pues 
creo que con lo expuesto hasta ahora podemos decir con toda seguridad 
que no. Sin embargo, su mala reputación tiene algo de cierto, 
principalmente cuando hablamos de un exceso en su ingesta diaria.Las 
enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de 
mortalidad en países industrializados; se considera que el riesgo de morir 
por un infarto cardiaco es incluso mayor que el de morir por cáncer. En 
este caso, el interés por conocer las causas del infarto ha generado toda 
una serie de investigaciones científicas en todo el mundo y se

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