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bde 35 marx dinero 2010

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ISSN 1692-2611 
 
Borradores Departamento de Economía 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Medellín - Colombia 
 
_______________________________________________________________________________________ 
La serie Borradores Departamento de Economía está conformada por documentos de carácter 
provisional en los que se presentan avances de proyectos y actividades de investigación, con miras a 
su publicación posterior en revistas o libros nacionales e internacionales. El contenido de los 
Borradores es responsabilidad de los autores y no compromete a la institución. 
 
 Click aquí para consultar todos los borradores en texto completo 
 
N°35 Octubre de 2010 
 
 
Karl Marx: dinero, capital y crisis 
 
 
Elaborado por: 
 
 
 Ghislain Deleplace 
 
 
 
 
 
 
Esta traducción es un producto del proyecto de investigación autónomo CODI 
titulado "Un estudio sobre el capital en la teoría clásica de los precios de 
reproducción", el cual fue aprobado en el Acta CODI 574 del 13 de abril de 2010 
http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/portal/A.InformacionInstitucional/H.UnidadesAcademicas/A.Facultades/CienciasEconomicas/F.PublicacionesMedios/Econom%C3%ADa/BorradoresDepartamentoEconom%C3%ADa
Borradores Departamento de Economía no. 35 
 
 
1 
 
Karl Marx: dinero, capital y crisis 
 
 
Ghislain Deleplace* 
Profesor de la Universidad Paris 8 Vincennes-Saint-Denis 
 
Introducción – I. ECONOMÍA Y POLÍTICA – II. LA TEORIA DEL 
VALOR: ¿SOCIALIDAD DEL INDIVIDUO O “TRABAJO 
ABSTRACTO”? – III. LA TEORÍA DEL DINERO: DINERO-
MERCANCÍA, DINERO “IDEAL”, DINERO “REAL” – IV. LA 
TEORÍA DEL CAPITAL Y DE LA PLUSVALÍA 
 
Resumen: 
 
El objetivo de este texto es hacer una presentación sintética de la teoría económica de Marx. El núcleo central 
de su teoría consta de tres estudios: un análisis sobre el valor, un análisis del capital y de la plusvalía y un 
análisis sobre el dinero. El análisis del valor está basado en el doble carácter del trabajo: trabajo privado 
concreto que produce valor de uso y trabajo social abstracto productor de valor. El análisis del capital y de la 
plusvalía está basado en la existencia de una mercancía particular: la fuerza de trabajo, la cual produce una 
plusvalía apropiada por el capital, puesto que su uso en la producción permite la creación de un valor que 
resulta ser superior a aquel constatado en el intercambio. La teoría del dinero, una vez descartamos la 
demostración imposible de que el dinero es una mercancía particular, se concibe en Marx en torno a dos 
conceptos: unidad de cuenta (dinero “ideal”) y medio de compra (dinero “real”). Esta teoría abre entonces una 
vía para responder a las preguntas dejadas sin respuesta por la teoría del valor y la teoría del capital y de la 
plusvalía. 
 
Abstract: 
 
Karl Marx: Money, Capital and Crises. The aim of this paper is to make an overview of Marx‟s economic 
theory. The fundamental problems of this theory are related to three studies: the theory of value, theory of 
capital and surplus, and theory of money. The theory of value is built on the double character of the labor: 
concrete private labor that produces value of use and abstract social labor that produces value. The analysis of 
capital and surplus is based on the existence of a particular merchandise: the labor force, which produces a 
surplus hoarded by the capital, since its use in production allows the creation of a value which is greater than 
the one obtained through the exchange. The theory of money, once we discarded the impossible 
demonstration that money is a particular merchandise, we conceived this theory focused on two concepts: the 
unit of account (“ideal” money) and the means of purchase (“real” money). This theory gives answers to the 
questions left aside by the theory of value and the theory of capital and surplus. 
 
Key Words: Marx, Marxian Economics, Capital, Exploitation, Theory of Value, Surplus, Money. 
 
JEL Classification: B14, B51, E11, P16 
 
 
*
 Deleplace, Ghislain (2007) Histoire de la pensée économique : Du « royaume agricole » 
de Quesnay au « monde à la Arrow-Debreu », Dunod : Paris, capítulo 5. Traducción de 
Eduardo Bolaños (Universidad de Antioquia), José Félix Cataño (Universidad Nacional de 
Colombia-Bogotá) y Alexander Tobón (Universidad de Antioquia). Agradecemos a 
Esteban Martínez por su colaboración en la búsqueda de algunas citas. La presente 
traducción cuenta con la debida autorización del autor. 
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2 
 
Introducción 
 
 
La teoría económica de Marx, tal como la encontramos en su obra principal El 
Capital, se destaca entre todas sus teorías. El resumen más neutro de esta teoría deja 
percibir su singularidad. 
 
El libro I de El Capital se inicia con una teoría de la mercancía dado que la economía 
capitalista se define como una economía mercantil. Una mercancía es a la vez un valor de 
uso, producido por un trabajo concreto, y un valor, dado que la mercancía se intercambia 
por las otras, es decir que se trata de una cantidad de trabajo social que resulta de la 
abstracción de las particularidades de los trabajos concretos (esta es la razón por la cual 
Marx designe el trabajo social como trabajo abstracto). En una sociedad mercantil, cada 
individuo solo puede ver reconocido su trabajo en el intercambio. De esta manera, no es su 
calidad particular lo que hace al individuo un miembro del cuerpo social, sino su capacidad 
de proveer una cantidad de trabajo medida en el valor de su producto. Existe así la 
alienación: al producir para el mercado, el trabajador se convierte en extraño de sí mismo. 
La medida social del trabajo necesita de un instrumento: el dinero. Toda sociedad 
mercantil desarrollada es necesariamente monetaria dado que únicamente por medio de la 
confrontación con un equivalente general se permite a las mercancías, y a través de ellas a 
sus productores, ser llevadas a una medida común. Hay dos usos del dinero. Por un lado, el 
dinero es medio de cambio, lo cual permite cambiar una mercancía contra otra; pero por 
otro lado, el dinero puede ser utilizado para aumentar su propio monto: el dinero se 
convierte así en capital. El aumento del valor así generado, llamado plusvalía, solo es 
posible si el dinero compra una mercancía particular: la fuerza de trabajo. Esta última es 
vendida por el trabajador por un salario dado que no posee el capital, y en consecuencia, no 
puede procurarse las condiciones necesarias para el ejercicio de su actividad. Dado que es 
necesario vender una mercancía para ser reconocido por la sociedad, solo le queda vender 
su fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, el producto de su trabajo, y en particular la 
plusvalía que trabajador crea más allá de su salario, no le pertenece. Hay entonces una 
explotación, no por medio de un robo sino el hecho de que la relación salarial es un 
intercambio. Apropiada por el capitalista, la plusvalía se convierte en beneficio. 
El libro II de El Capital tiene por objeto estudiar las leyes de la circulación, es decir, 
las condiciones bajo las cuales se puede asegurar por medio del mercado la reproducción de 
una economía donde impera la división del trabajo. La conclusión principal es que una 
sociedad mercantil está condenada a sufrir las crisis en razón de que la falta de 
coordinación en las decisiones de los agentes suscita desproporciones entre sectores. El 
libro III se refiere a las leyes de la acumulación, o sea, las consecuencias del crecimiento 
del capital en el largo plazo. Según Marx, el capitalismo posee una tendencia a la baja de la 
tasa de beneficio, dado que la competencia empuja a los empresarios a sustituir 
trabajadores por máquinas, sabiendo que son los trabajadores los que crean a nivel global la 
plusvalía. Las crisis y la bajatendencia de la tasa de beneficio crean entonces para Marx las 
condiciones para la caída del capitalismo. 
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3 
 
Más allá de esta construcción aparentemente homogénea y aislada del resto de la 
ciencia económica, es necesario buscar los lazos ambivalentes con la economía política 
clásica, y reconocer en ciertas de sus dificultades algunas interrogaciones comunes. Solo en 
este caso puede aparecer su verdadera especificidad y su aporte irreductible en la formación 
de una teoría de la sociedad mercantil. No parece conveniente aquí de proveer un panorama 
de la obra económica de Marx, ni mucho menos de los tres libros de El Capital. Nos 
centraremos en lo que, según Marx, constituye lo mejor del libro I (el único publicado 
durante su vida) y que está contenido en los primeros seis capítulos: 
 Lo que hay de mejor en mi libro es: 1) (y es sobre lo que reposa toda la 
inteligibilidad de los hechos) el énfasis, desde el primer capítulo, del doble carácter del 
trabajo, según que se exprese en valor de uso o en valor de cambio; 2) el análisis de la 
plusvalía, independiente de sus formas particulares: beneficio, renta de la tierra, etc. 
(énfasis de Marx).
*
 
Veremos más adelante que la comprensión del punto 1) (la teoría del valor) y su paso 
a 2) (la teoría del capital y del plusvalía) exigen entre las dos una teoría del dinero: a 
diferencia de la gran mayoría de los economistas después de Adam Smith (Keynes 
constituye una excepción), el dinero es uno de los conceptos fundamentales de la 
representación de la economía del mercado. Luego evocaremos los principales temas 
tratados en los libros II y III de El Capital, los cuales, a pesar de numerosas dificultades, 
tienen en común una interrogación sobre las crisis del capitalismo. Terminaremos por una 
evaluación crítica del enfoque económico de Marx, subrayando la posibilidad de fundar el 
análisis de la estructuración de la sociedad en clases sobre su teoría del dinero. Sin 
embargo, para comenzar, es necesario situar este enfoque al interior de su vida y su obra, 
que se puede resumir por una expresión: economía y política. 
Objetivo del capítulo: identificar la estructura interna de la teoría económica de 
Marx, mostrando el papel central de la teoría del dinero. Establecer su especificidad 
respecto a la economía política clásica y a la teoría marginalista. 
Conceptos claves estudiados: valor de uso social, valor, trabajo abstracto, formas del 
valor, equivalente general, unidad de cuenta, medio de compra, circulación, capital, 
plusvalía, fuerza de trabajo, explotación, reproducción, precios de producción, tasa de 
beneficio. 
I. ECONOMÍA Y POLÍTICA 
 
1. La vida 
Karl Marx nació en Tréveris (Prusia), de padres judíos convertidos al protestantismo. 
Estudió en las universidades de Bonn y Berlín y obtuvo a los 23 años un doctorado en 
 
*
 Carta a Friedrich Engels del 24/8/1867 respecto al libro I de El Capital, en Marx y Engels (1964), p.174. 
 
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4 
 
filosofía en la universidad de Ièna. Cercano a los jóvenes hegelianos, los cuales se 
apoyaban sobre la filosofía de Friedrich Hegel (1770-1831) para proponer una crítica a la 
sociedad, fue separado de una carrera académica y se dirigió hacia el periodismo. En 1843 
las autoridades prusianas prohibieron el periódico en el cual colaboraba, La Rheinische 
Zeitung, lo cual obligó a Marx al exilio en París donde frecuentó los medios socialistas. 
Señaló su adhesión al principio de la propiedad colectiva de los medios de producción en 
los manuscritos económicos y filosóficos escritos en 1844. Expulsado a Bruselas, redactó 
junto con Freidrich Engels (1820-1895) el programa de la Liga de los comunistas, Manifest 
der Kommunistischen Partei (Manifiesto del Partido Comunista, llamado a partir de la 
edición de 1872, El Manifiesto Comunista). Este se termina con el lema de la Liga de los 
comunistas: “proletarios de todos los países, únanse” (Marx y Engels, 1848: 195) que será 
retomada en 1864 en el discurso inaugural escrito por Marx para la fundación de la 
Internacional. 
Con las revoluciones de 1848, Marx vivió en Francia y después en Alemania, de la 
cual fue expulsado en 1849 tras el éxito de la contrarrevolución. Fijó entonces su residencia 
en Londres donde permanecerá hasta su muerte. Allí vivió en una gran miseria material, 
subsistiendo de su trabajo periodístico y de las ayudas de su amigo Engels. Pero este 
periodo fue marcado por una intensa actividad de investigación, según muestra una gran 
masa de escritos. Esta obra económica en proceso de elaboración está hoy disponible bajo 
muchas formas: 
- obras publicadas durante la vida de Marx: Zur Kritik der politischen Okonomie 
(Contribución a la crítica de la economía política, 1859), retomada y desarrollada en 
una obra mayor, Das Capital, Kritik der politischen Okonomie (El Capital, Crítica 
de la economía política) cuyo libro I es publicado en 1867. 
- Manuscritos destinados a la publicación pero que solo serán publicados tras la 
muerte de Marx: los libros II (1861-1879) y III (1864-1875) de El Capital son 
reunidos por Engels y publicados respectivamente en 1885 y 1894. El libro IV, 
concebido como una historia de las teorías económicas y cuyos fragmentos (que 
datan de 1861 y1863) son arreglados y publicados por Karl Kausky (21854-1938) 
en 1905-1910, bajo el título Theorien uber den Mehrwert (Teorías de la plusvalía). 
- Materiales preparatorios redactados en 1857-1858, encontrados en 1923 y 
publicados en 1939-1941 bajo el título Grundrisse der Kritik der politischen 
Okonomie (Fundamentos de la crítica de la economía política). 
Adicionalmente, la actividad política de Marx finalizó en 1864 con la fundación en 
Londres de la “Working Men‟s international Association” (“Asociación Internacional de 
los Trabajadores”), que será normalmente llamada “La internacional”). Frente a esta 
asociación, Marx expuso en 1865 una versión vulgar de su teoría, publicada por su hijas 
tras su muerte bajo el título Value, Price and Profit (Salario, precio y salarios). Socavado 
por la enfermedad y cada día más absorbido por la organización del movimiento obrero 
internacional durante los años 1870, Marx no pudo dar a su obra económica una forma 
definitiva y este estado de inacabamiento fue el origen de numerosas controversias sobre 
ella en los años siguientes. Murió en Londres en 1883 y su cuerpo fue enterrado en el 
cementerio de Highgate. 
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5 
 
2. La obra 
La obra económica de Marx puede ser pensada de dos maneras. Por un lado, como 
un componente inseparable de la totalidad de su obra, la cual tiene por objeto el estudio de 
la sociedad humana en todas sus dimensiones (económicas, sociológica, política e histórica, 
etc.) y cuya unidad reside en una filosofía de la historia: el materialismo histórico. La 
historia de las sociedades aparece allí entendida como la lucha de clases, y su dinámica 
resulta de una contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas materiales y la 
naturaleza de las relaciones sociales de producción. De esta manera, el capitalismo es un 
modo de producción específico, superior a los antiguos modos por el nivel de fuerzas 
productivas pero condenado a sí mismo por las condiciones de su propio desarrollo. La 
lucha del movimiento obrero internacional debe acelerar esta autodestrucción y apresurar la 
llegada del comunismo. Esta lectura de Marx hace que el alcance de sus escritos 
económicos sea muy dependiente de la evolución histórica de los países capitalistas y 
socialistas. Sin embargo, la capacidad de los países capitalistas para superar las crisis 
económicas e integrar las protestas sociales y el hundimiento de los países socialistas, han 
conducido a una desvalorización acelerada de las ideasde Marx, confundidas con el 
marxismo. 
Pero, por otro lado, podemos observar que a los ojos del mismo Marx, lo especial de 
su obra (más de 10 mil páginas) tiene que ver con la teoría económica. Su obra principal, El 
Capital, lleva como subtítulo Crítica de la economía política. La ambición de Marx por 
tanto es doble: elaborar una teoría del capitalismo pero basándose en una crítica radical a 
los otros economistas, los clásicos en particular. Por lo tanto, sus escritos económicos 
deben ser evaluados como parte integrante de la historia del pensamiento económico
†
. Esta 
concepción de Marx como economista levanta de inmediato otra dificultad, precisamente la 
de su relación con la economía clásica. Respecto a los temas de la reproducción, del 
intercambio y de la distribución, Marx parece situarse en la corriente clásica y es innegable 
que una parte de su obra tiene como objetivo desarrollar ese punto de vista, y estudiar 
ciertas dificultades que esa corriente presenta. Del mismo modo que en Quesnay, Smith y 
Ricardo, la producción es para Marx un excendete, más allá de la simple reproducción de la 
economía. Del mismo modo que en Smith y Ricardo, el intercambio es regulado por las 
condiciones de producción, y la influencia de la demanda sobre los precios solo es 
reconocida a través de los precios de mercado. Del mismo modo que en Ricardo, la 
distribución de los ingresos está centrada en el conflicto entre capitalistas y asalariados. 
Sin embargo, el enfoque de Marx es ambiguo respecto al enfoque “clásico” ya que 
para Marx la producción, el intercambio y la distribución no son fenómenos “reales”, es 
decir que el dinero juega allí un papel esencial y aparece desde el capítulo I de El Capital, 
para nunca más dejar la escena. La producción aparece orientada hacia la venta de 
mercancías contra dinero. El contenido material de las mercancías siendo indiferente, el 
intercambio es un modo de circulación del dinero, la permuta de mercancías es solo la 
oportunidad para esa circulación y no el fin. La distribución se opera entre grupos 
diferenciados por las condiciones de su acceso al dinero y dichos grupos se oponen por la 
 
†
 Los escritos económicos de Marx están fuertemente impregnados de la filosofía. Ver 
Denis (1980). 
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6 
 
distribución de una riqueza nominal. Tanto para los clásicos como para Marx, se cuestiona 
explícitamente la relación entre la coordinación mercantil de los actos económicos y el 
fundamento económicos de las clases sociales en el capitalismo, sin embargo en Marx este 
cuestionamiento se elabora a través del dinero: es la existencia de éste lo que permite la 
validación social de los actos económicos individuales y son las diferencias en las 
condiciones de acceso al dinero (dinero de crédito para los capitalistas, salario monetario 
para los trabajadores) lo que reproduce la polarización en términos de clases sociales. 
Es cierto que la ambigüedad de Marx no le permite elaborar una teoría acabada del 
concepto de capital, el cual constituye el objeto de análisis que da el título a su obra 
principal. En forma particular, la relación entre los conceptos de mercancía y dinero, de un 
lado, y la relación ente dinero y capital, de otro lado, enfrentan dificultades serias. Pero de 
todas maneras, Marx se opone a una economía política “real” fundada sobre leyes 
económicas universales y esboza el análisis de una sociedad monetarias dividida en clases, 
en la cual el dinero es un lazo social específico
‡
. 
II. LA TEORIA DEL VALOR: ¿SOCIALIDAD DEL INDIVIDUO O 
“TRABAJO ABSTRACTO”? 
El Capital comienza por el análisis del concepto de mercancía: 
La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se 
presenta como un “enorme cúmulo de mercancías” y la mercancía individual como la 
forma elemental de esa. Nuestra investigación, por consiguiente, se inicia riqueza con el 
análisis de la mercancía (p.43) 
 
‡
 Existen dos ediciones de referencia de las obras de Marx y Engels, todas publicadas por el 
instituto de marxismo-leninismo de Moscú y Berlín (RDA): Marx-Engels Werke (MEW), 
Berlín: Dietz, 39 volúmenes, 1956-1968; y una edición sin acabar de las obras completas en 
una centena de volúmenes: Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA). Las controversias 
alrededor de las obras de Marx también se han llevado a cabo sobre su edición, en la 
medida que el cubrimiento parcial y el estado sin terminar de numerosos manuscritos hacía 
necesario su elección y su arreglo, y esto, en primer lugar, por Engels mismo. A esto se 
agrega la utilización por Marx, al lado de nociones tomadas de la economía política clásica 
inglesa, de un vocabulario filosófico pintado de hegelianismo que da lugar a múltiples 
variantes en el momento de su traducción al francés. Felizmente, la edición francesa del 
libro I de El Capital (publicada en 1872-1875) fue enteramente revisada por Marx y en la 
cual escribe partes directamente en francés; este texto tiene, por lo tanto, autoridad. Las 
tres ediciones sucesivas del tomo I en alemán (y particularmente la tercera edición de 1883, 
integra las modificaciones introducidas en la edición francesa) han sido objeto de una 
traducción francesa comentada por Dognin (1977). Salvo alguna excepción, todas las citas 
son extraídas del libro I de El Capital. [Nota de los traductores: en español se toma como 
referencia la edición de Siglo XXI que es una primera edición crítica con correcciones a la 
traducción de Wenceslao Rosas para el Fondo de Cultura Económica e incorpora las 
variantes de Rubel]. 
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7 
 
La referencia de pié de página hecha en esta cita es a la primera obra de economía 
publicada por Marx en 1859, Contribución a la crítica de la economía política, cuya 
continuación es El Capital. Esta interrogación sobre la riqueza en una sociedad mercantil 
ya se encontraba en Smith, mientras que los Principios de Ricardo se inician con una 
definición de la mercancía, seguido, como en Marx, de un examen sobre la distinción valor 
de uso y valor de cambio. ¿En qué entonces este “punto de partida” de Marx es diferente a 
lo que encontramos en sus predecesores? La respuesta reside en el concepto de valor 
(distinto del valor de uso y del valor de cambio) el cual conduce al concepto de individuo 
social (definido como un propietario de mercancía) y, luego, al al concepto de trabajo 
abstracto (“sustancia del valor”). 
1. Valor de uso, valor de cambio y valor 
 
Esos tres conceptos permiten caracterizar el concepto de mercancía en Marx 
 
A. El valor de uso 
 
Como valor de uso, una mercancía satisface una necesidad: La mercancía es, en 
primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface 
necesidades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de esas necesidades, el que se 
originen, por ejemplo, en el estómago o en la fantasía, en nada modifica el problema 
(p.43). Pero, de manera recíproca, su utilidad no hace una cosa ipso facto una mercancía: 
Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor […]. Quien, con su producto, satisface su 
propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso pero no una mercancía. Para 
producir una mercancía, no solo debe producir valor de uso, sino valores de uso para 
otros, valores de uso sociales (p.50). 
 
Esta noción de “valor de uso social” significa que un bien no posee en sí mismo una 
utilidad por el simple hecho de, como decía Smith, ser “una cosa necesaria a la vida”. Esta 
utilidad tampoco proviene, como en Menger y Jevons, de una relación objetiva entre el 
individuo y el bien en el consumo. El valor de uso es un carácter distintivo de las 
mercancías y solo existe entonces en las cosas trasferidas por el intercambio de un 
individuo a otro, constituyendo deesta manera el objeto de su relación social. Este atributo 
cualitativo solo tiene la función de poner a los comerciantes en la posición de comprador o 
de vendedor, que es lo que subraya Marx más adelante: Todas las mercancías son no-
valores-de uso-para sus poseedores, valores de su para sus no-poseedores (p.105). La 
utilidad de una mercancía es entonces relativa, no en el sentido de los autores marginalistas 
donde dependería de la cantidad consumida, sino de que solo tendría existencia en una 
relación entre dos comerciantes. 
 
B. El valor de cambio 
 
El valor de cambio es también una noción relativa, pero tiene un carácter cuantitativo. 
Es esta la razón de por qué el valor de cambio no está determinado por el valor de uso de 
las mercancías intercambiadas: En primer lugar, el valor de cambio se presenta como 
relación cuantitativa, proporción en que se intercambian valores de uso de una clase por 
valores de uso de otra clase […]. Pero, por otra parte, salta a la vista que es precisamente 
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8 
 
la abstracción de sus valores de uso lo que caracteriza la relación de intercambio entre las 
mercancías. Dentro de tal relación, un valor de uso vale exactamente lo mismo que 
cualquier otro, siempre que esté presente en la proporción que corresponda […]. En 
cuanto valores de uso, las mercancías son, ante todo, diferentes en cuanto a la cualidad; 
como valores de cambio solo difieren por su cantidad (p.45-46). 
 
Esta separación entre el valor de uso y el valor de cambio ya estaba presente en Smith 
con la “paradoja del agua y el diamante”. Pero su fundamento estaba poco claro, lo que 
permitió a los marginalistas criticarlo, argumentando que Smith había olvidado otra 
determinación del valor de cambio entre dos bienes: las cantidades disponibles. En Marx la 
exclusión del valor de uso del campo del valor de cambio se explica por el hecho de que no 
presenta el carácter necesario a la determinación del valor de cambio: la 
conmensurabilidad. De acuerdo con la cita anterior, el valor de uso de una mercancía está 
presente o no lo está, según la posición (comprador o vendedor) del individuo en el 
intercambio, ese valor no es ni grande ni pequeño. La determinación del valor de cambio 
requiere la definición de la noción de valor. 
 
C. El valor 
 
Marx nombra “valor” a la propiedad común que hace que todas las mercancías sean 
conmensurables. Esta propiedad posee dos características: a) se representa por medio de 
una magnitud, dado que es por esta condición que el valor de cambio entre dos mercancías 
puede ser concebido como la relación de sus valores respectivos; b) es social, dado que solo 
se manifiesta en la relación de intercambio, la cual constituye la forma de sociabilidad en la 
economía de mercado. La cita siguiente resume esta definición del valor: 
 
La objetividad de las mercancías en cuanto valores se diferencia de mistress Quickly 
[personaje de Henry IV de Shakespeare] en que no se sabe por dónde agarrarla. En 
contradicción directa con la objetividad sensorialmente grosera del cuerpo de las 
mercancías, ni un sólo átomo de sustancia natural forma parte de su objetividad en cuanto 
valores. De ahí que por más que se dé vuelta y se manipule una mercancía cualquiera 
resultará inasequible en cuanto cosa que es valor. Si recordamos, empero, que las 
mercancías sólo poseen objetividad como valores en la medida en que son expresiones de 
la misma unidad social, del trabajo humano; que su objetividad en cuanto valores, por 
tanto, es de naturaleza puramente social, se comprenderá de suyo, asimismo, que dicha 
objetividad como valores sólo puede ponerse de manifiesto en la relación social entre 
diversas mercancías. Habíamos partido, en realidad, del valor de cambio o de la relación 
de intercambio entre las mercancías, para descubrir el valor de las mismas, oculto en esa 
relación. Es menester, ahora, que volvamos a esa forma en que se manifieste el valor 
(p.58). 
 
La referencia al “trabajo humano” proviene del hecho de que Marx considera el 
trabajo como una “sustancia” que confiere a las mercancías un valor (ver más adelante). 
Pero se observará que esta referencia es un elemento subsidiario, destinada a calificar “la 
unidad social” cuyas “expresiones” son los valores. Dicho de otro modo, el concepto de 
valor es inteligible independientemente de esta referencia al trabajo, como magnitud que 
expresa la unidad social. La traducción formal que se puede dar a esta idea es la siguiente 
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9 
 
(ver Deleplace, 1979): si el valor total que expresa la sociedad se hace igual a 1, la cantidad 
total intercambiada de una mercancía cualquiera (donde = 1,….., ) tiene un valor 
igual a una fracción de esta unidad: 
 
 , con 1
1



ni
i
ia (1) 
 
El valor de cambio de una unidad de en términos de está entonces determinado por: 
 
 (2) 
 
Marx reprocha a los economistas no haber distinguido entre valor y valor de cambio y 
critica a los “ignorantones”, como su contemporáneo Adolph Wagner (1835-1917)
§
, que no 
comprenden esta distinción introducida desde las primeras páginas de El Capital. ¿Por qué 
es importante? Porque esa distinción prohíbe concebir la determinación del valor de cambio 
entre dos mercancías y como resultado de un trueque bilateral. Gracias a las ecuaciones 
(1) y (2) no tiene sentido en Marx determinar independientemente de todas las otras 
mercancías. Se trata entonces, para decirlo en términos modernos, de una concepción del 
precios relativos como componente de un sistema de precios, cualquiera que sea el 
principio (lo que Marx llama la “sustancia”) que determina precisamente los valores . 
Siete años antes de los Elementos de economía política pura de León Walras (1874), El 
Capital ofrece por la primera vez una representación explícita de la economía de mercado 
como un sistema de magnitudes relativas.
**
 Sin embargo, se trata de una representación 
diferente porque como lo veremos, el dinero juega en Marx un papel esencial en la 
formación de los valores, de manera tal que los valores de cambio no son precios reales 
como en Walras. 
 
2. La definición del individuo como productor o propietario de mercancía 
Esta concepción de la mercancía como valor, es decir, como objeto social, conduce a 
que nos interesemos en el estatuto del agente económico que encontramos en Marx. El 
problema planteado puede resumirse en una pregunta: ¿este agente se define como 
productor o como propietario de mercancía? 
 
 
§
 Véase Marx (1880). 
**
 Se ha dicho que un sistema de precios clásico está presente desde Boisguilbert (1646-
1714) y que está presente en una forma diferente en Quesnay, Smith y Ricardo (véase 
Cartelier 1976). Este sistema reposa sobre una norma de distribución del excedente global 
producido en la economía y no, como en Marx, sobre el intercambio de mercancías. 
Además, ese sistema puede ser reconstruido tras la lectura de los autores pero no es 
reivindicado como tal por ellos. 
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10 
 
A. Lo que está en juego en esta distinción 
Hay dos asuntos que están en juego. En primer lugar, volvemos a encontrar el 
problema ya planteado con Smith de la relación entre la división del trabajo y el 
intercambio. La definición del agente económico como productor conduce a insistir en su 
universalidad: se producen bienes en toda sociedad, cualquiera que sea el lugar y la época, 
y esta producción pasa por un cierto tipo de división del trabajo, lo que Marx llama “un 
modo de producción”. A diferencia de Smith, es esta división deltrabajo la que es 
lógicamente primera, mientras que el desarrollo eventual del mercado en el modo de 
producción “mercantil, solo es una consecuencia. Estamos así conducidos naturalmente a 
ligar la existencia del valor de las mercancías al trabajo de aquellos que las producen, y a 
orientarnos hacia una teoría del “valor-trabajo”. A la inversa, la definición del agente 
económico como propietario de mercancías sólo tiene sentido allí donde el lazo social es el 
intercambio. Esto no tiene nada que ver con la universalidad o la historicidad de ese lazo: 
el intercambio puede ser considerado como la forma natural de las formas humanas (como 
en Smith) o una forma “históricamente determinada” (como lo es para Marx). Pero 
cualquiera que sea la posición sobre este punto, el punto de partida es la propiedad privada, 
dado que ello hace posible la venta del objeto (solo puede venderse lo que se posee) y 
deseable su compra (para el comprador). La cuestión central es la la validación social de la 
propiedad privada (por medio de su evaluación), y, por ende, el concepto de trabajo debe 
ser adaptado para tratarse en ese marco. 
En segundo lugar, la adopción de una u otra definición conduce a representaciones 
diferentes de lo que es central en la economía clásica desde Quesnay: la estructuración de 
la sociedad en clases. Si el agente económico es definido como productor de mercancías y 
si la producción es concebida como gasto de trabajo, la existencia de otra clase diferente a 
la clase trabajadora, entonces solo se puede pensar por medio del papel de los no 
trabajadores en la misma producción. Se hace necesario comprender, en el “modo de 
producción capitalista”, que la división del trabajo se acompaña necesariamente de una 
organización de la producción por parte de los que no poseen el estatus de trabajadores (los 
propietarios del capital). Por el contrario, si el agente económico es definido como 
propietario de mercancías, la distinción de clases proviene de la manera en que socialmente 
es validada la propiedad privada según el tipo de mercancía poseída. La asimetría entre 
capitalistas y los trabajadores traduce un modo de reconocimiento social (es decir, un modo 
de evaluación) fundamentalmente diferente para el capital y el trabajo. 
Se puede observar que las dos definiciones del agente económico como productor o 
como propietarios no se excluyen en Marx. Como en Ricardo, Marx solo se interesa en el 
intercambio de lo que se produce y el objeto de estudio de El Capital es efectivamente el 
análisis de un modo de producción para el mercado y no el estudio de la historia de todos 
los modos de producción. De todas maneras, queda que al adoptar una u otra definición, se 
da la primacía lógica a una teoría de la producción o a una teoría del intercambio. El 
marxismo, en tanto corriente de pensamiento propuesta por Marx, privilegió de manera 
dominante la primera definición, la cual permite incluir la teoría del capitalismo en una 
teoría general de la historia de los modos de producción (que resulta de la “contradicción 
entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la naturaleza de las relaciones de 
producción”) y pone en el centro del análisis económico de la sociedad la figura del 
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11 
 
trabajador
††
. Sin embargo, puede defenderse una interpretación de El Capital basada en la 
segunda definición. 
B. Propiedad privada e independencia de los individuos 
La justificación de esta interpretación se puede encontrar en la manera en que Marx 
sitúa el surgimiento del productor individual tanto en la historia de las sociedades como en 
la economía política clásica. El texto siguiente es sacado de una “Introducción” a los 
Elementos a la crítica de la economía política en 1857, la cual no fue publicada mientras 
Marx estaba vivo: El objeto a considerar es en primer término la producción material. 
Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente 
determinada; este es naturalmente el punto de partida. El cazador o el pescador sueltos y 
aislados con los que comienzan Smith y Ricardo pertenecen a las imaginaciones 
desprovistas de fantasía que produjeron las robinsonadas del siglo XVIII, las cuales, a 
diferencia de lo que creen los historiadores de la civilización, en modo alguno expresan 
una simple reacción contra un exceso de refinamiento y un retorno a una malentendida 
vida natural. El contrato social de Rousseau, que pone en relación y conexión a través del 
contrato a sujetos por naturaleza independientes, tampoco reposa sobre semejante 
naturalismo. Este es sólo la apariencia, y la apariencia puramente estética, de las grandes 
y pequeñas robinsonadas. En realidad, se trata más bien de una anticipación de la 
“sociedad civil”que se preparaba desde el siglo XVI y que en el siglo XVIII marchaba a 
pasos de gigante hacia su madurez. En esta sociedad de libre competencia cada individuo 
aparece como desprendido de los lazos naturales, etc., que en las épocas históricas 
precedentes hacen de él una parte integrante de un conglomerado humano determinado y 
circunscrito. A los profetas del siglo XVIII, sobre cuyos hombros aún se apoyan totalmente 
Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII […] se les aparece como un ideal cuya 
existencia habría pertenecido al pasado. No como un resultado histórico, sino como punto 
de partida de la historia. Según la concepción que tenían de la naturaleza humana, el 
individuo aparecía como conforme a la naturaleza en cuanto puesto por la naturaleza y no 
en cuanto producto de la historia. Hasta hoy, esta ilusión ha sido propia de toda época 
nueva (Marx, 1857, vol. 1, p.3-4). 
Cuatro puntos retienen nuestra atención: a) El “individuo” no es natural sino que es 
un producto de la sociedad (más adelante Marx observa: El hombre es […] no solamente 
un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la sociedad (Marx, 
1857, vol. 1, p.4). b) Es en el siglo XVIII que nace esta idea del individuo aislado” (Marx, 
1857, vol. 1, p.4). c) Tanto es así que se establece una “sociedad de libre competencia”. d) 
Esta reúne “sujetos independientes”, desprendidos de lazos de dependencia colectivos de 
las sociedades anteriores. Dicho de otra manera, el agente individual solo parece (y con él 
la ilusión del carácter “natural”) cuando el intercambio se convierte en el vínculo entre los 
sujetos independientes. La siguiente cita muestra que esta posición se encuentra en El 
Capital (el término “alienación” es aquí el término jurídico para “venta”, y la “alienación 
recíproca” es entonces el intercambio mercantil): Las cosas, en sí y para sí, son ajenas al 
hombre y por ende enajenables. Para que esta enajenación sea recíproca, los hombres no 
 
††
 La literatura sobre este punto es evidentemente considerable. Para un primer enfoque 
crítico de esta posición, véase Deleplace (1979), capítulos III y IV. 
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12 
 
necesitan más que enfrentarse implícitamente como propietarios privados de esas cosas 
enajenables, enfrentándose, precisamente por eso, como personas independientes entre sí 
(p.107). 
La definición del individuo como “persona independiente” en razón de la propiedad 
privada, constituye la especificidad del capitalismo en relación a los otros modos de 
producción precapitalistas, y Marx comienza lógicamente su análisis por el concepto de 
mercancía, siendo el intercambio una “alienación recíproca” de esta propiedad. En efecto, 
los individuos solo existen socialmente como propietarios de mercancías, y su 
independencia es simplemente su capacidad para hacer parte de los intercambios 
voluntarios: Para vincular esas cosas entre sí como mercancías, los custodios de las 
mismas deben relacionarse mutuamente como personas cuya voluntad reside en dichos 
objetos,de tal suerte que el uno, solo con acuerdo de la voluntad del otro, o sea mediante 
un acto voluntario común a ambos, va a apropiarse de la mercancía ajena al enajenar la 
propia. Los dos, por consiguiente, deben reconocerse uno al otro como propietarios 
privados […]. Aquí, las personas sólo existen unas para otras como representantes de la 
mercancía, y por ende como poseedores de mercancías (p.103). 
Se obtiene de inmediato una consecuencia. Vimos antes que Marx concibe las 
mercancías como magnitudes de valor, es decir, como fracciones de la unidad social; por el 
mismo hecho, eso significa concebir los individuos, propietarios de mercancías, como 
fracciones determinadas de la unidad social. La diferenciación social de los individuos es 
entonces la constitución de un sistema de funcionamiento de la sociedad. Cada individuo es 
evaluado en el intercambio como fracción determinada de la sociedad y se objetiviza en 
esta fracción en el sentido que adquiere una realidad (social) distinta de su existencia 
inmediata en tanto ser privado. Esta fracción en la cual cada individuo se objetiviza y que 
indica que está relacionado con los otros en la sociedad, es el valor de las mercancías que él 
posee, que es en los términos de Marx, una “relación social”. Dos observaciones permiten 
precisar la significación de este fraccionamiento de la sociedad: 
- Dado que por medio del intercambio los individuos se socializan, éstos se 
objetivizan como valores, es decir, como fracciones determinadas, se puede decir que el 
hombre solo existe socialmente en el capitalismo bajo la forma de un número. El individuo 
es socialmente un número, sólo puede ser socializado al ser evaluado. Esto no es un 
atributo eterno del hombre que viven en sociedad, sino la manifestación necesaria de un 
modo específico de socialización de los individuos: el intercambio. Esta concepción del 
individuo-número invade progresivamente todas las esferas de la vida social a medida que 
las formas de socialización heredadas del pasado son sumergidas por el “agua glacial del 
cálculo egoísta”
‡‡
. 
 
- El individuo no se socializa en razón de su singularidad o de su personalidad. Al 
contrario, estas características son negadas por el intercambio, el cual se caracteriza 
precisamente por su abstracción. Es en tanto que el individuo es idéntico a todos los demás, 
considerado su igual, que es reconocido como ser social. Su expresión social en la igualdad 
 
‡‡
 Marx, K., Engels, F. (1848). 
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13 
 
es la negación de su “libertad” personal y la persona sufre una alienación y es víctima del 
“fetichismo de la mercancía”
§§
. 
 
Se puede notar que las definiciones de valor y de agente económico no presuponen el 
concepto de trabajo. Para seguir a Marx, podemos introducirlo, particularmente 
distinguiendo entre “trabajo concreto” y “trabajo abstracto”. 
 
3. Trabajo concreto, trabajo abstracto 
 
Según Marx, el trabajo es a la vez la sustancia y la medida del valor: Ese algo común 
que se manifiesta en la relación de intercambio o en el valor de cambio de las mercancías 
es, pues, su valor […]. Un valor de uso o un bien, por ende, sólo tiene valor porque en él 
está objetivado o materializado trabajo abstractactamente humano. ¿Cómo medir, 
entonces, la magnitud de su valor? Por la cantidad de “sustancia generadora de valor” -
por la cantidad de trabajo- contenida en ese valor de uso. La cantidad de trabajo misma se 
mide por su duración, y el tiempo de trabajo, a su vez, reconoce su patrón de medida en 
determinadas fracciones temporales, tales como hora, día, etcétera (p.47). Y Marx termina 
su presentación del valor con la siguiente frase: Conocemos ahora la sustancia del valor: es 
el trabajo. Conocemos la medida de su cantidad: es la duración del trabajo. 
 
La primera cita muestra que el “carácter doble del trabajo”, junto con el análisis de la 
plusvalía, era lo que Marx consideraba como lo mejor de [su] libro. Ahora se hace 
necesario examinar lo que recubre esta idea, antes de volver a la noción de valor de cambio. 
 
A. El “doble carácter del trabajo” 
 
Es necesario retomar una cita dada antes sobre del paso del valor de uso al valor de 
cambio: es la abstracción de sus valores de uso lo que caracteriza la relación de 
intercambio entre las mercancías (p.45-46). Esta “abstracción” se aplica en igual medida a 
los trabajos particulares (“concretos”) que se gastaron para producir las mercancías: Con el 
carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los trabajos 
representados en ellos y, por ende, se desvanecen también las diversas formas concretas de 
esos trabajos; estos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano 
indiferenciado, a trabajo abstractamente humano (p.47). 
 
No son entonces las condiciones inmediatas de producción de una mercancía lo que 
determinan su valor; por el contrario, esta última es una fracción del trabajo total gastado en 
la sociedad, en donde cada unidad es igualada a todas las demás en el intercambio: Podría 
parecer que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo gastada 
en su producción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre tanto más valioso sería su 
mercancía, porque aquél necesitaría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo, el 
 
§§
 Para los desarrollos de esta interpretación del modo de socialización en Marx, véase 
Deleplace (1979), capítulo IV. Para otro análisis de la socialidad mercantil sobre la base de 
la separación de los individuos por la propiedad privada, ver Benetti y Cartelier (1980), 
cuyo título resume su intención: Marchands , salariat et capitalistes. Ver también Benetti y 
Cartelier (1987) 
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14 
 
trabajo que genera la sustancia de los valores es trabajo humano indiferenciado, gasto de 
la misma fuerza humana de trabajo. El conjunto de la fuerza de trabajo de la sociedad, 
representado en los valores del mundo las mercancías, hace las veces aquí de una y la 
misma fuerza humana de trabajo, por más que se componga de innumerables fuerzas de 
trabajo individuales (p.48). 
 
La afirmación del “carácter doble del trabajo” no es más que la manera de expresar lo 
que antes se puso en evidencia: en la sociedad mercantil, el individuo es reconocido como 
fracción de la totalidad de la sociedad, esta existencia social hace abstracción de su 
singularidad en cuanto persona. Marx tiene razón en subrayar la importancia de este 
resultado, inédito en el pensamiento económico, pero de ninguna manera implica que la 
persona singular sea entendida como trabajo concreto, y que el individuo social sea un 
quantum de trabajo abstracto. Es el individuo mismo quien tiene un “carácter doble”, 
privado y social, y su eventual trabajo no interviene en nada. En las expresiones “trabajo 
privado” y “trabajo social” es la distinción entre los adjetivos que es importante, no el 
sustantivo común. La “división social el trabajo” no es más que una manera de designar una 
sociedad de propiedad privada. 
 
La referencia al trabajo es tal vez redundante y fuente de dificultades, las cuales 
alimentan la abundante literatura interpretativa del primer capítulo de El Capital: ¿cómo 
explicar la existencia de los que no trabajan? ¿Cómo calcular de manera práctica el 
quantum de trabajo? Marx mismo es responsable de falsas pistas en razón de la utilización 
de términos tales como trabajo en un sentido fisiológico (p.57), el cual es un gasto 
productivo de cerebro, músculo, nervio, mano, etc (p.54); o también “tiempo socialmente 
necesario a la producción de las mercancías”, el cual sería un tiempo promedio requerido 
para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de la producción 
vigentes enuna sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad del trabajo 
(p.48). No obstante, el análisis de la sociedad mercantil presente en El Capital resiste esas 
dificultades a condición que nos abstengamos de darles un libre uso
***
. Otra dificultad tiene 
que ver con el uso del término “trabajo”. 
 
B. Valor, equivalente general y precio monetario 
 
A la pareja valor de uso/valor, Marx hace corresponder la pareja persona/individuo 
social y la pareja trabajo concreto (privado)/trabajo abstracto (social). Es de esta manera 
que una mercancía es a la vez producto de un trabajo privado y una cantidad de trabajo 
social. En cuanto producto de un trabajo privado, Marx sostiene que: Solo los productos de 
trabajos privados autónomos, y recíprocamente independientes, se enfrentan entre sí como 
mercancías. Mientras que en cuanto una cantidad de trabajo social tiene que ver con lo que 
indicaba la cita de Mrs. Quincly: Si recordamos, empero, que las mercancías sólo poseen 
objetividad como valores en la medida en que son expresiones de la misma unidad social, 
 
***
 Puede parecer impertinente sustraer el trabajo de la teoría del valor de Marx puesto que 
su nombre está universalmente asociado a la teoría del valor-trabajo. Este mismo problema 
se plantea (pero por razones diferentes en Marx) para Ricardo. Se trata solamente de una 
sugerencia de interpretación, la cual no implica rechazar las conclusiones basadas en esta 
teoría. 
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15 
 
del trabajo humano; que su objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza 
puramente social (p.58). 
 
Recordemos que esta cita continuaba con: se comprenderá de suyo, asimismo, que 
dicha objetividad como valores sólo puede ponerse de manifiesto en la relación social 
entre diversas mercancías (ibid). Esta transformación de trabajos privados en trabajos 
sociales por el intercambio solo es posible, según Marx, gracias al dinero, por medio del 
cual ellos se han hecho conmensurables, durante el intercambio de las mercancías. Así, el 
dinero es introducido en la teoría del valor como equivalente general, es decir, un objeto 
cuya cantidad determinada es de valor igual al valor de la mercancía contra la cual se 
intercambia. De esa manera, el equivalente general hace visible el carácter social de la 
mercancía y del trabajo que la produjo. El valor de cambio de una mercancía, expresión 
objetiva de su valor (su “forma fenomenal” en los términos de Marx) es necesariamente 
una cantidad de este equivalente general, un precio monetario, y no un precio real 
expresado en un patrón arbitrario como en la economía política clásica o en un numerario 
arbitrario como en Walras. 
 
Esta necesidad de un equivalente general está justificada en Marx en la Contribución 
a la crítica de la economía política, donde Marx sostiene que: [El término social significa] 
un modo específico del carácter social. Ante todo, la simplicidad indiferenciada del trabajo 
es la igualdad de los trabajos de diferentes individuos, la relación recíproca de sus trabajos 
entre sí como tratándose de trabajos iguales, cosa que ocurre mediante la reducción 
efectiva de todos los trabajos a trabajos de la misma índole. El trabajo de cualquier 
individuo, en la medida que se manifiesta como valores de cambio, posee este carácter 
social de la igualdad, y sólo se manifiesta en el valor de cambio en la medida que él mismo 
se refiere al trabajo de todos los demás individuos, considerado como igual. Además, en el 
valor de cambio el tiempo de trabajo del individuo asilado se manifiesta directamente 
como tiempo de trabajo general, y este carácter general del trabajo individual se manifiesta 
como el carácter social del mismo […]. En cuanto tiempo general de trabajo se manifiesta 
en un producto general, en un equivalente general, en una cantidad determinada de tiempo 
de trabajo materializado, indiferente con respecto a la forma determinada del valor de uso 
en que aparece en forma inmediata como producto del individuo, convertible a voluntad en 
cualquier otra forma de valor de uso en la cual se manifiesta como producto de cualquier 
otro. Sólo es magnitud social en cuanto magnitud general. El trabajo del individuo, para 
dar por resultado un valor de cambio, debe dar por resultado un equivalente general. 
(Marx 1859, p. 282-3) 
 
Es conveniente entonces ahora estudiar la relación entre valor y dinero. Este estudio 
debe permitir además responder a una pregunta que la presentación de la teoría del valor de 
Marx plantea de manera inevitable: dado que el modo mercantil de socialización no 
presupone la referencia al concepto de trabajo (que es solo un agregado), ¿es de todas 
formas necesario este concepto para comprender la forma bajo la cual la socialización de 
los individuos se manifiesta en los intercambios, es decir, en el análisis de la formación de 
los precios de las mercancías? 
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16 
 
III. LA TEORÍA DEL DINERO: DINERO-MERCANCÍA, DINERO “IDEAL”, 
DINERO “REAL” 
La teoría monetaria atribuida generalmente a Marx descansa sobre la idea según la 
cual el dinero es una mercancía especial
†††
. Se sostendrá aquí que Marx proporciona 
argumentos para considerar el dinero como una condición de la existencia de las 
mercancías sin que ella misma lo sea. El dinero se presente entonces como unidad de 
cuenta ("dinero ideal”) y medio de compra (“dinero real”). Esta teoría monetaria aún 
permanece inacabada pero es específica. 
1. El dinero-mercancía 
El punto de partida del análisis es el papel del dinero en la homogeneización de los 
trabajos privados. Este análisis lleva a un estudio de las “formas del valor” donde Marx 
intenta la integración del dinero en la teoría del valor. 
A. Dinero y heterogeneidad de los trabajos 
El dinero es para Marx aquello que, en el intercambio, permite hacer conmensurables 
las mercancías heterogéneas a través de sus valores de uso y, por tanto, se trata de hacerlas 
existir como magnitudes de valor. Dado que a la pareja valor de uso/valor Marx le hace 
corresponder la pareja trabajo concreto (privado)/trabajo abstracto (social), el dinero 
aparece también como lo que permite hacer conmensurables los trabajos privados 
heterogéneos y, por lo tanto, dichos trabajos aparecen como cantidades de trabajo social. 
Pero esto es una consecuencia de ello, y no su causa. A pesar de la importancia que Marx 
atribuye al trabajo como “sustancia” del valor, la constitución de la unidad social (el valor) 
se hace a través de la evaluación de las mercancías en dinero en el momento del 
intercambio, y no por la evaluación de los trabajos en dinero cuando estos se intercambian 
en la relación salarial. La prueba es que el dinero es introducido por Marx desde el análisis 
del intercambio, en el capítulo 1 de El Capital, mucho antes de la introducción del salario 
(que sólo se hace en el capítulo 6). 
Se trata de una diferencia evidente con Ricardo. En la agregación de las distintas 
cantidades de trabajo incorporadas en las mercancías, Ricardo encuentra también el 
problema de la proporcionalidad del trabajo: las horas proporcionadas por los diferentes 
trabajadores no deben ser contabilizadas de la misma manera. Ricardo resuelve este 
problema, después de Smith, suponiendo que la escala dada de salarios constituye una 
aproximación aceptable de la jerarquía de los trabajos
‡‡‡
: si a un trabajador se le paga dos 
 
†††
 Para un análisis detallado correspondiente a este enfoque, ver De Brunhoff (1967) y 
(1979). 
‡‡‡
 Ver la sección II del capítulo 1 de Principios donde Ricardo cita ampliamente La 
riqueza de las naciones para justificar que “los trabajos cualitativamente distintos son 
diferentemente remunerados”, respecto a “la relación entre las diferentes tasasde salario 
[…] en los diferentes empleos del trabajo” (Ricardo, 1817-1821, p.60-1). Sobre esta 
concepción “clásica” de la homogeneización de los trabajos por los salarios, ver Klimovsky 
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17 
 
veces el salario de base, la hora de trabajo que el proporciona debe ser contabilizada por el 
doble de la hora ordinaria. Es pues la relación salarial misma la que proporciona los 
diferentes trabajos. Esto sucede de manera distinta en Marx: esta tarea incumbe, no al 
intercambio de los trabajos sino al intercambio de sus productos; y el dinero que es el 
instrumento de esta manera social particular de contar el trabajo empleado en la producción 
de un objeto desempeña este papel como medio de intercambio general y no como medio 
de pago de los salarios. 
Pero al mismo tiempo se tiene el presentimiento que la referencia al trabajo ya no es 
necesaria para la comprensión del dinero, como tampoco lo es para la comprensión del 
valor. Es lo que se verificará con las dificultades encontradas por Marx para caracterizar el 
trabajo del productor y de lo que es el dinero por excelencia: el oro. En el estudio del 
intercambio en general, considerado como relación social, que puede descubrirse la 
naturaleza del dinero, y no en el análisis de las características del trabajo, cualquiera sea su 
forma (asalariada o no). Ahora, es precisamente este rol del dinero para expresar el valor de 
las mercancías en las transacciones que, según Marx, los economistas (incluso los mejores) 
han sido incapaces de analizar: 
 Una de las fallas fundamentales de la economía política clásica es que nunca logro 
desentrañar, partiendo del análisis de la mercancía y más específicamente del valor de la 
misma, la forma del valor, la forma misma que hace de él un valor de cambio. 
Precisamente en el caso de sus mejores expositores, como Adam Smith y Ricardo, trata la 
forma del valor como cosa completamente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de 
la mercancía. Ello no solo se debe a que el análisis centrado en la magnitud del valor 
absorba por entero su atención. Obedece a una razón más profunda. La forma del valor 
asumida por el producto del trabajo es la forma más abstracta, pero también la más 
general, del modo de producción burgués, que de tal manera queda caracterizado con tipo 
particular de producción social y con esto, a la vez como algo histórico. Si nos 
confundimos y la tomamos por la forma natural eterna de la producción social, pasaremos 
también por alto, necesariamente, lo que hay de específico en la forma de valor y por tanto 
en la forma de la mercancía, desarrollada luego en la forma de dinero, la de capital (p.98-
99, nota 32). 
Se observará que para Marx, la debilidad de los economistas clásicos reside en su 
incapacidad de “desarrollar” una teoría del valor de cambio a través de una teoría 
monetaria. El estudio de ésta, tanto antes de Marx como después, confirma lo acertado de 
este punto de vista. Sin embargo, es necesario preguntarse si Marx tuvo más éxito en este 
“desarrollo”. En todo caso Marx concede a esta cuestión una atención mucho más marcada 
que sus predecesores o sucesores (con la excepción notable de Keynes), ya que su teoría del 
dinero aparece desde las primeras páginas de El Capital, con el análisis de las “formas del 
valor”. 
 
 
(1996) y sobre las consecuencias de su aplicación a la teoría del valor de Marx, Ver 
Klimovsky (1998). 
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18 
 
B. Las “formas del valor” 
Marx introdujo el dinero en la teoría del valor examinando sucesivamente las 
diferentes “formas” bajo las cuales el valor de una mercancía se manifiesta. Una “forma del 
valor” es la forma concreta que ese valor adopta en el intercambio, como la imagen de un 
cuerpo que se refleja en un espejo, que no es más que el valor de cambio de la mercancía, y 
la distinción entre estas diferentes “formas” se refiere simplemente a lo que sirve para 
medir este valor de cambio. Marx distingue cuatro “formas”: 
I. La “forma simple o accidental”: el valor de cambio de i es una cantidad de una 
mercancía j cualquiera contra la cual ella se cambia. 
II. La "forma desarrollada": el valor de cambio de i es la serie de las cantidades 
de las mercancías 1 ... j ... n contra las cuales ella se cambia: El valor de una mercancía, 
por ejemplo el lienzo, queda expresado ahora en otros innumerables elementos del mundo 
de las mercancías. Todo cuerpo de una mercancía se convierte en espejo del valor del 
lienzo (p.77). 
III. La “forma general”: ahora son los valores de cambio de las mercancías 1 ... j 
... n que son medidos por cantidades de i, que es su unidad de medida común o “equivalente 
general”: las mercancías se manifiestan ahora no sólo como cualitativamente iguales, 
como valores en general, sino, a la vez, como magnitudes de valor comparables 
cuantitativamente. Como aquellas ven reflejadas sus magnitudes de valor en un único 
material, en lienzo, dichas magnitudes de valor se reflejan recíprocamente, unas a otras 
(p.82). 
IV. La “forma dinero u oro”: el valor de cambio se convierte en el precio 
monetario; el “equivalente general” de todas las mercancías ya no es un mercancía i 
arbitraria, sino esta mercancía que la sociedad ha consagrado como dinero, el oro: La forma 
IV, al contrario, no se distingue en nada de la forma III, si no es en que ahora, en vez del 
lienzo, es el oro el que reviste la forma de equivalente general. El progreso consiste tan 
solo en que ahora la forma de intercambiabilidad general directa, o la forma de equivalente 
general, se ha soldado de modo definitivo, por la costumbre social, con la específica forma 
natural de la mercancía oro (p.85-86). 
¿En qué difiere este análisis de las “formas del valor” de la relación entre el valor y el 
dinero de los economistas clásicos? Difiere en un aspecto importante: Tanto en Smith como 
en Ricardo, el problema de la medida del valor de cambio (el patrón) es separado del 
problema del medio de cambio (dinero)
§§§
. Si el primer problema es esencial para la 
elaboración de una teoría de los precios relativos, el segundo no puede ser articulado a esta 
última teoría de una manera satisfactoria, de tal manera que el valor de cambio sigue siendo 
real. En Marx, la única unidad de medida del valor de cambio socialmente reconocida es el 
medio de cambio, es decir el dinero; y la existencia de intercambio monetario es la 
negación de una ficción atribuida por Marx a los economistas clásicos: el intercambio de 
trueque. Al respecto Marx escribe: Cabría imaginarse, por consiguiente, que se podría 
grabar en todas las mercancías, a la vez, la impronta de ser directamente intercambiables, 
 
§§§
 Esta separación se encuentra también en Walras y en la teoría moderna del equilibrio 
general walrasiano, aunque la teoría de los precios relativos sea muy diferente de aquella de 
los clásicos. 
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19 
 
tal como cabría conjeturar que es posible convertir a todo católico en el papa. Para el 
pequeño burgués, que ve en la producción de mercancías el nec plus ultra (extremo 
insuperable) de la libertad, humana y de la independencia individual (p.84, nota 24). 
Pero parece contradictorio, como lo hace Marx, querer deducir la “forma monetaria 
del valor” de su “forma simple”, de la misma manera que en Smith el intercambio 
monetario aparece como la generalización del intercambio de trueque
****
. Marx vio 
claramente que el desafío de este enfoque es el tratamiento de dinero como una mercancía. 
En el análisis de las formas del valor, el punto nodal es la transición de la forma II a la 
forma III, que hace aparecer el concepto de equivalentegeneral. La forma IV “no difiere en 
nada”, dijo Marx, de la forma III, salvo la sustitución de i por el oro. Que el dinero sea así 
deducido del equivalente general implica suponer que tiene un valor y que es una 
mercancía igual que los “espejos” utilizados para las formas I y II. El dinero es incluso la 
mercancía por excelencia puesto que el equivalente general es, de acuerdo con la cita 
tomada de Marx (1859), un “trabajo general materializado”. 
El análisis de las “formas del valor” lleva a la conclusión siguiente: el dinero es 
integrado por Marx en su teoría del valor como una mercancía. Ahora Marx debe, como 
cualquier autor, plantearse la siguiente pregunta: ¿esta integración es exitosa, es decir, es 
coherente tanto con la teoría del valor como con la definición de dinero? 
2. El dinero, condición de existencia de las mercancías 
La crítica de la integración del dinero en la teoría del valor es realizada por Marx a 
partir del capítulo 2 de El Capital (titulado “El proceso del intercambio”). Esta crítica se 
apoya, no sin ambigüedades, sobre la “exclusión” del dinero y aparece contradictoria con el 
deseo de mantenerle al dinero un estatus de mercancía a través del “trueque del oro”. 
A. El dinero, mercancía “excluida” 
El punto de partida del capítulo 2 es la afirmación según la cual la concepción del 
intercambio es una relación social entre propietarios privados. Volvemos a encontrar la cita 
de la sección anterior: Para vincular esas cosas entre sí como mercancías, los custodios de 
las mismas deben relacionarse mutuamente como personas cuya voluntad reside en dichos 
objetos, de tal suerte que el uno, solo con la voluntad del otro, o sea mediante un acto 
voluntario común a ambos, va a apropiarse de la mercancía ajena al enajenar la propia. 
Los dos, por consiguiente, deben reconocerse uno al otro como propietarios privados 
(p.103). 
La naturaleza del intercambio combina dos actos voluntarios: 
- Como comprador, el individuo es atraído por el valor de uso de la mercancía que 
compra (la cual no tiene ningún valor de uso para su vendedor). Se trata solamente de una 
cuestión de gustos y el intercambio no es para el más que un asunto individual (p.105). 
 
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 Para una crítica detallada de la teoría de las “formas del valor”, ver Benetti y Cartelier 
(1980), Benetti (1985) y Cartelier (1991b). 
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- Como vendedor, el individuo quiere realizar el valor de la mercancía que posee, 
independientemente de la razón por la cual otro individuo se la compra. Se trata de la 
cuestión de la evaluación por los demás y el intercambio es para él un proceso social 
general (p.105). 
Considerado así, el intercambio no puede existir: Pero el mismo proceso no puede ser 
a un mismo tiempo, para todos los poseedores de mercancías, exclusivamente individual y 
a la vez exclusivamente social general. Si examinamos el punto más de cerca, veremos que 
a todo poseedor de mercancías toda mercancía ajena se le presenta como equivalente 
particular de la suya, y ésta como equivalente general de todas las demás. Pero como esto 
se aplica igualmente a todos los poseedores de mercancías, ninguna de ellas es 
equivalente general y, en consecuencia, las mercancías no poseen una forma de valor 
relativa general en la que puedan equipararse los valores, compararse en cuanto 
magnitudes de valor. Las mercancías, pues, en absoluto se enfrentan entre sí como 
mercancías, sino solamente como productos o valores de uso (p.105). 
Esta afirmación es una crítica lúcida de la idea, expresada por Marx en el capítulo 1, 
según la cual las formas no monetarias del valor son relevantes para la comprensión de una 
sociedad de mercado. La expresión de los valores de las mercancías exige una medida 
común de todos los trabajos privados; las relaciones espontáneas entre los individuos 
generan tantas medidas posibles de las mercancías que no puede haber ninguna que sea 
común. Estas medidas sólo son subjetivas y las relaciones de trueque entre los agentes 
privados no tienen un carácter social. 
Para que el intercambio pueda ser una relación social (o, dicho de otra manera, que 
una sociedad de mercado pueda existir), algo debe ocurrir que no sea un simple 
“desarrollo” de las relaciones de trueque entre individuos. En contraste con lo que Marx 
escribió en el capítulo 1, “la forma dinero” del valor IV no es un “progreso” de la “forma 
valor general” III (y, en consecuencia, de las formas “simple” I y “desarrollada” II). La 
“forma dinero” constituye una ruptura fundamental que cambia completamente la 
naturaleza del intercambio. ¿Qué fue lo que ocurrió entonces? Responde Marx: solo un acto 
social puede convertir a una mercancía determinada en equivalente general. Por eso la 
acción social de todas las demás mercancías aparta de las mismas una mercancía 
determinada, en las cuales todas ellas representan sus valores. Su carácter de ser 
equivalente general se convierte, a través del proceso social, en función específicamente 
social de la mercancía apartada. Es de este modo como se convierte en dinero (p.106). 
Se nota la ambigüedad de estas frases. Por un lado, el dinero es concebido como 
equivalente general, y como tal, es una “mercancía especial”. Por otro lado, es el “resultado 
de una acción social” específica que lo “excluye”. Esta “acción social” no tiene nada con 
un proceso histórico (como en Smith) en el cual la humanidad descubriría progresivamente 
que los metales preciosos tienen propiedades naturales que los hacen elegibles para 
desempeñar la función de medio de cambio, transformando así una economía de trueque en 
una economía monetaria. El dinero interviene en el funcionamiento regular de la sociedad 
de mercado: es en el proceso de la creación de dinero que, según Marx, una mercancía (el 
oro) llega a ser dinero: La dificultad no estriba en comprender que el dinero es mercancía, 
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sino en cómo, por qué por intermedio de qué una mercancía es dinero" (p.112). 
Pero ¿cómo el oro llega a ser dinero? Pues a través de su propio trueque. 
B. El “trueque del oro” 
De acuerdo con Marx, dado que el dinero es una mercancía, entonces se le aplica una 
teoría del valor como a cualquier otra mercancía: Al igual que todas las mercancías, el 
dinero solo puede expresar su propia magnitud de valor relativamente, en otras 
mercancías. Su propio valor lo determina el tiempo de trabajo requerido para su 
producción y se expresa en la cantidad de toda otra mercancía en la que se haya 
solidificado el mismo tiempo de trabajo. Esta fijación de su magnitud relativa de valor se 
verifica en su fuente de producción, por medio del trueque directo. No bien entra en la 
circulación como dinero, su valor ya está dado (p.112). Esta afirmación es repetida en el 
capítulo 3, cuando es analizado el medio de circulación: Para que el oro funcione en 
cuanto dinero, tiene que ingresar, naturalmente, por algún punto cualquiera en el 
mercado. Ese punto está en su fuente de producción, donde, como producto directo del 
trabajo, se intercambia por otro producto laboral de valor idéntico (p.133). 
A diferencia de otras mercancías para las cuales el trueque no tiene carácter social 
sino que es una relación puramente privada, el trueque del oro (es decir el intercambio que 
hace su productor contra cualquier otra mercancía) es la “acción social” a través de la cual 
se crea el dinero. Aquí residiría la “especialidad” de la mercancía-dinero. Esta afirmación 
es sorprendente si se la compara con la insistencia de Marx en el “doble carácter” del 
trabajo (privado y social). El trabajo del productor de oro está, en efecto, desprovisto de 
este doble carácter, pues ocurre solo una de dos cosas: 
- O el trabajo del productor de oro es inmediatamente social en el momento en el cual es 
gastado,lo que permite a las mercancías intercambiadas contra este trabajo expresar su 
valor, pero este trabajo no es, por definición, jamás privado; 
- O es el oro producido por trabajo privado, pero este trabajo no puede ser evaluado 
socialmente cuando se hace trueque contra un bien cualquiera puesto que sólo el 
intercambio contra dinero permite tal evaluación. 
En la ausencia del doble carácter del trabajo que lo produce, el oro que es trocado al 
momento de salir de la mina no puede ser considerado como una mercancía. Tal trueque es 
una relación puramente privada entre el productor de oro y el poseedor del bien 
intercambiado, sin ningún contenido social. La identificación de la “acción social” en la 
cual “una mercancía llega a ser dinero” se queda corta. El dinero no es pues la 
consecuencia (como quería establecerlo Marx con su teoría de las “formas de valor”) de la 
existencia de las mercancías, sino al contrario su condición. El dinero no puede ser 
deducido del valor, sino que es la condición de la evaluación social de los individuos en la 
sociedad de mercado. 
Observamos que esta sorprendente conclusión no se alcanza mediante la exclusión 
del trabajo de la teoría del valor, como se había sugerido hacerlo, sino apoyándose en el 
“doble carácter del trabajo” subrayado por Marx. Evidentemente, el resultado habría sido el 
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mismo si en lugar del productor de oro se hubiera considerado el poseedor de oro, para 
hacernos la pregunta de su doble carácter de persona privada y de individuo social: hablar 
de la división social del trabajo, es en efecto, hablar de una sociedad de propiedad privada. 
3. La unidad de cuenta y el medio de compra 
El análisis anterior lleva a rechazar una concepción del dinero-mercancía, aún 
considerándolo como “especial”. Este rechazo va más allá de la simple constatación del 
fracaso de Marx en la integración del dinero en su teoría del valor, el mismo fracaso de los 
demás economistas. Esto se debe a que, persiguiendo un objetivo inalcanzable, se plantean 
dos cuestiones fundamentales: por un lado, el dinero como unidad de cuenta (que es la 
condición de la evaluación social de los individuos) y, por otro lado, la creación monetaria 
(¿cuál es el procedimiento –“la acción social”- que permite a un objeto -el oro- convertirse 
en dinero?). Ambas cuestiones deben ser tratadas en conjunto: el dinero es la condición del 
intercambio como relación social ya que proporciona una medida común de las mercancías 
y de sus propietarios, pero no es creado a través de un intercambio. Para entender cómo se 
crea el dinero, debemos examinarlo bajo dos aspectos: la unidad de cuenta y el medio de 
compra, lo que revela una posibilidad de crisis. 
A. El “dinero ideal” (la unidad de cuenta) 
El valor de las mercancías, como se ha visto, debe “manifestarse en las transacciones 
sociales”. ¿Cómo? Ese es el objeto del capítulo 3 de El Capital: “El dinero o la circulación 
de mercancías” a lo largo del cual los términos “oro” y “dinero” son utilizados 
indiferentemente puesto que, con el objeto de simplificar, [se parte] del supuesto de que el 
oro es la mercancía dineraria (p.115). Cuando el poseedor de la mercancía se presenta en 
el mercado, él le atribuye un “precio ideal”, es decir, una cantidad definida de esta unidad 
de medida del valor de cambio socialmente reconocida, el dinero: 
El precio o la forma dineraria del valor característica de las mercancías es, al igual 
que su forma de valor en general, una forma ideal o figurada, diferente de su forma 
corpórea real y palpable. El valor del hierro, del lienzo, del trigo, etc., aunque invisible, 
existe en esas cosas mismas; se lo representa mediante su igualdad con el oro, mediante 
una relación con el oro, la cual, por así decirlo, es sólo como un duende que anduviera en 
sus cabezas. De ahí que el custodio de las mercancías tenga que prestarles su propia 
lengua, o bien colgarles un rótulo, para comunicar sus precios al mundo exterior (p.116-
117). 
Para que el comerciante “anuncie su precio”, el dinero es necesario, pero solamente 
bajo una forma “ideal”: Como la expresión de los valores mercantiles en oro es ideal, el 
oro que se emplea en esta operación es también puramente figurado o ideal. [...] En su 
función de medida del valor, por consiguiente, el dinero sirve como dinero puramente 
figurado o ideal (p.117). Este “dinero ideal” es simplemente la unidad de cuenta que 
proporciona el lenguaje común en el cual los precios de las mercancías deben ser medidos 
para que sus valores puedan expresarse cuando ellas entran en el intercambio: Las 
mercancías se dicen así lo que valen, en sus nombres dinerarios, y el dinero sirve como 
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dinero de cuenta toda vez que corresponde fijar una cosa como valor, y por tanto fijarla 
bajo un forma dineraria (p.123). 
Para ser común, este lenguaje debe ser único, lo que excluye la coexistencia de dos 
unidades de cuenta: la duplicación de la medida del valor contradice la función de la 
misma (p.118). Observamos que la función de unidad de cuenta hace parte en Marx de la 
definición de dinero; esto contrasta con su ausencia en la economía política tanto clásica 
como marginalista, donde la medida de los valores de cambio es no monetaria (habrá que 
esperar a Keynes, 1930, y por supuesto, a Keynes, 1936, para reencontrar un análisis 
monetario fundado en la unidad de cuenta). 
B. El “dinero real” (el medio de pago) 
Esta expresión del valor de las mercancías “anunciado” por su vendedor es 
meramente “ideal”. Por un lado, la mercancía tiene una forma completamente real (“la 
rudeza de su cuerpo” se entiende en la cita de mistress Quickly), pero no social puesto que 
está desprovista de una medida común. Por otro lado, tiene una forma social (su precio en 
dinero), pero meramente “ideal” hasta tanto la venta no haya concluido. La mercancía es 
realmente valor de uso; su carácter de ser valor se pone de manifiesto sólo de manera ideal 
en el precio, que la refiere al término opuesto, al oro, como su figura real de valor (p.128). 
En efecto no es sino porque su vendedor la estima en un cierto precio en dinero que los 
compradores están dispuestos a pagarla. La prueba es pues que el precio “ideal” propuesto 
por el vendedor se convierte en “real”, debido a que la venta se realiza efectivamente a este 
precio, contra la entrega de un dinero que ya no es unidad de cuenta (“dinero ideal”), sino 
medio de compra (“dinero real”): 
La realización del precio o de la forma de valor sólo ideal de la mercancía, es a la 
vez, y a la inversa, realización del valor de uso sólo ideal del dinero. [...] Si el oro se 
transformó en dinero ideal o medida del valor, ello obedeció a que todas las mercancías 
midieron en oro sus valores, convirtiéndolo así en contraparte figurada de la figura de 
unos de ellas, en la figura que reviste el valor de las mismas. El oro deviene dinero real 
porque las mercancías, a través de su enajenación generalizada, lo convierten en la figura 
de uso efectivamente enajenada o transformada de ellas mismas, y por tanto en su figura 
efectiva de valor. En su figura de valor, la mercancía hace desaparecer todas las huellas 
de su valor de uso natural y del trabajo útil particular al que debe su origen, para devenir 
esa crisálida que es solo concreción material social uniforme de trabajo humano 
diferenciado. El aspecto exterior del dinero, pues, no da margen para descubrir de qué tipo 
era la mercancía convertida en él. En su forma dineraria, la una tiene exactamente la 
misma apariencia que la otra. Por consiguiente, bien puede ser que el dinero sea una 
basura pero la basura no es dinero (p.132-134). 
¿En qué condiciones se puede producir la “realización” del precio “ideal”? En otras 
palabras, ¿en qué condiciones el precio monetario efectivamente constatado en el

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