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Tres teorías sobre el desarrollo del niño: Erikson, Piaget y Sears Henry Maier Amorrortu editores lodo profesional que realiza tareas asistenciales con niños y jóvenes tiende a apoyarse en conceptos cir cunscriptos sobre el proceso de de sarrollo, seleccionando los más afi nes a su formación o los que cuen tan con mayor aval de su experien cia. Una visión más amplia y pro funda sobre dicho proceso, como la que pretende ofrecerle esta obra, no puede menos que beneficiarlo en la eficacia de su trabajo diario. Cada una de las teorías examinadas en el presente volumen se ocupa de una dimensión esencial del ser hu mano — el aspecto emocional, la cog nición, la conducta— , que tiene una evolución propia pero a la vez en trelazada con la de las otras dos. Reunidas en un marco de referencia conjunto, estas teorías establecen qué función cumplen en el desarro llo del niño el tiempo y la experien cia, esos factores que, al decir de Henry Adams, «modifican todas las perspectivas». Por extraño que parezca, pocas teo rías de la personalidad abarcan su evolución total desde el nacimiento hasta la madurez; las tres que aquí se analizan, además de satisfacer ese requisito, se complementan entre sí, ya que en la práctica la aplicabilidad de cada una está determinada por la índole de la actividad primordial que se desea indagar. Erikson ha reelaborado las fases de desarrolle propuestas por Freud des pojándolas de muchas de sus conno taciones biosexuales o instintivas y asignando mayor importancia a los procesos de socialización, no ya den tro del triángulo hijo-madre-padre, (Continúa en la segunda solapa.) Tres teorías sobre el desarrollo del niño: Rrikson, Piaget y Sears Henry W. Maíer Amorrortu editores Buenos Aires Director de la biblioteca de psicología, Jorge Colapinto Tbree Tbeoríes of Child Development: The Contributions of Erik H. Erikson, ]ean Piaget and Robert R. Sears, and Their Applications, Henry W. Maier Primera edición en inglés, 1965; edición revisada, 1969 Primera edición en castellano, 1971; primera reimpresión, 1974; segunda reimpresión, 1976; tercera reimpresión, 1977; cuarta reimpresión, 1979 Traducción, Aníbal C. Leal Revisión técnica, Leonor Ghinsberg de Sanguinetti Unica edición en castellano autorizada por Harper & Roto, Publishers, Incorporated, Nueva York, y debidamente pro tegida en todos los países. Queda hecho el depósito que previene la ley n? 11.723. © Todos los derechos de la edición castellana reservados por Amorrortu editores S. A.. Icalma 2001, Buenos Aires. La reproducción total o parcial de este libro en forma idén tica o modificada, escrita a máquina por el sistema multi- graph, mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los edi tores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina. ISBN 84-610-4001-5 Impreso en los Talleres Gráficos Didot S. A., Icalma 2001, Buenos Aires, en abril de 1979. Tirada de esta edición: 4.000 ejemplares. Prólogo l .mprendí este estudio en la convicción de que tanto la prác tica como la investigación deben partir de un fundamento teórico. Mi propósito es exponer las teorías de Erik H. Lrikson, Jean Piaget y Robert R. Sears, así como algunas ile las inferencias que se extraen de ellas para la práctica corriente, con la esperanza de que promuevañ nuevas ideas, afirmen nuestro compromiso intelectual y orienten la labor profesional. La exposición de estas teorías se basa en una investigación de los principales trabajos de los tres autores. (En el caso de Piaget utilicé las traducciones inglesas o alemanas, salvo cuando disponía únicamente del original francés. El propio Piaget opina que las traducciones de su obra la han resu mido y vuelto más legible; en este sentido afirma: « . . .Creo que mi texto original, bastante difícil, ha llegado a ser más comprensible en inglés, gracias a los esfuerzos de mis tra ductores» [122, pág. v ] .) Cada teoría constituye una sín tesis de la obra de su creador. He tratado de ofrecer los conceptos más recientes cuando estos sustituían a los ha llazgos anteriores. Conservé la terminología técnica de los autores y como los tres evitan comprometerse con los nive les de edad, tales períodos se citan simplemente con fines de orientación. Una idea fundamental de este libro es que el profesional dedicado a la asistencia se ocupa de las nor mas del desarrollo, más que de las referidas a la edad cronológica. El énfasis puesto en el desarrollo psicosocial parece negar el desarrollo madurativo (es decir, físico, fisiológico, mo tor y neurológico). Confiamos en que el lector llenará este vacío con su propio trabajo en tales campos. Además, el doctor Edmund A. Smith, al revisar el manuscrito, me hizo notar que estas teorías han sido elaboradas por hombres, cuando el tema — el desarrollo del niño por vía de la 7 crianza sena presuntamente más afín a las mujeres. Por añadidura, la síntesis e interpretación de dichas teorías estuvieron a cargo de un autor de sexo masculino y las críticas a que se sometió el manuscrito provinieron en su mayoría de personas de ese sexo. Hubiera sido imposible redactar esta obra si careciéramos de las sagaces y precursoras contribuciones de Erik H. Erikson, Jean Piaget y Robert R. Sears. He contraído una deuda especial con los profesores Erikson y Sears por el uso de manuscritos inéditos, así como por el permiso que otorgaron para citar pasajes de sus libros. Sin embargo, la responsabilidad por la exactitud de lo mencionado en este volumen me corresponde totalmente. Vaya mi reconocimiento a los cuarenta y tantos editores que gentilmente concedieron su autorización para utilizar los pasajes seleccionados que aquí reproducimos, y cuya nómina se hallara en la Bibliografía. Agradezco las sugerencias de carácter critico, sumamente útiles, que sobre el manuscrito total o ciertos fragmentos del mismo reabzaron los doctores Dale B. Harris, Robert W. Macdonald, Edmund A. Smith y Calvin Y. Takagi. También fue muy útil el escrupuloso trabajo de preparación de originales a cargo de la señorita Faifh N. Smith y el cuidadoso mecanografiado de muchas y pacientes secretarias. La entusiasta acogida que tuvo la primera edición de esta obra por parte de alumnos y colegas nos permitió reeditarla incorporando varias modi ficaciones esenciales, así como el material más reciente de los tres teóricos. Sin embargo, lo más importante es que este libro no podría haber sido escrito y revisado de no ser por el vital interés que manifestaron por él mi esposa, Jeanne, y mis hijos Mark, Peter y Scott, quienes participaron en su gestación primitiva y en su actual renacimiento. Henry W. Maier Universidad de Washington Seattle, Washington 8 1. Introducción a las tres teorías El tiempo y la experiencia (. . .) modifican todas las pers pectivas. Henry Adams. «E l tiempo y la experiencia modifican todas las perspec tivas»; bien podría haber sido ese el título de este libro. Reunimos aquí tres teorías paralelas y congruentes del desa rrollo infantil, que, estudiadas simultáneamente, ofrecen una perspectiva unificada del desarrollo emocional, cognos citivo y conductal. Creemos que tal perspectiva es impor tante para los profesionales dedicados a la asistencia, pues todo esfuerzo profesional influye, en definitiva, en los sen timientos, los pensamientos y la acción de quienes buscan ayuda. En los últimos dos capítulos se ofrece un análisis del proceso asistencial y de las implicaciones de las tres teorías para el profesional de cualquiera de las disciplinas asistenciales. _ Cada teoría se ocupa de un aspecto distinto del desarrollo —emocional o afectivo,1 intelectual y conductal— . Estas tres teorías, reunidas como marco de referencia asociado acerca del desarrollo infantil, sitúan en perspectiva las funciones que el tiempo y la experiencia representan en el desenvol vimiento humano, del nacimiento a laadultez y de la pa ternidad a la ciudadanía del mundo. La asistencia, en el último tercio del siglo xx, exige un esfuerzo unitario pero multidimensional. A. J. Toynbee saluda dichas actividades como una realización de este siglo, pues . . . [nosotros] comenzamos a concebir los distintos aspectos de la vida humana como otras tantas facetas de una natu raleza humana unitaria, en lugar de vernos obligados, como nuestros predecesores/ a enfocar por compartimientos el es tudio del Hombre, dividiéndolo artificialmente en una serie de «disciplinas»: historia, sociología, economía, psicología, 1 Denominado desarrollo afectivo en las paginas de este libro. 9 teología, etc. Esta nueva posibilidad de estudiar la vida humana como una unidad debería permitirnos viajes men tales de descubrimiento que apenas han sido factibles en el pasado [83, pág. 174 ].2 La comprensión de la profundidad y la amplitud reales del desarrollo infantil constituye un prerrequisito para el tra bajo eficaz con niños y jóvenes, especialmente cuando el profesional quiere ocuparse de las desviaciones respecto del desarrollo normal. En sus «viajes mentales de descubrimien to», todo profesional dedicado a la asistencia se apoya en los conceptos circunscriptos del desarrollo infantil que ha seleccionado específicamente como propios, y que cuentan con el beneficio de la compenetración y el conocimiento derivados de su propia experiencia. Tiende a subrayar los conceptos que le son más útiles en sus propias actividades, así como los que tienen una mayor afinidad con su modo' profesional de pensamiento y su sistema de valores. El psiquiatra, el psicólogo, el trabajador social o el maestro extraen del cuerpo común de conocimientos aquel que cada uno considera más apropiado para su labor con niños y jóvenes. Sin embargo, el esfuerzo por alcanzar una com prensión más vasta del desarrollo humano capacitará mejor a dicho profesional y a sus instituciones para asistir a los individuos de modo más competente y con mayor conoci miento de causa. La adquisición continua de una perspectiva más amplia representa una conquista y un desafío. Hemos reunido en un libro las teorías de Erik H. Erikson, Jean Piaget y Robert R. Sears con la convicción de que cada teórico investigó y conceptualizó una dimensión esen cial del funcionamiento humano. Cada una de ellas __el afecto, la cognición y la conducta— se desarrolla a través de un proceso particular en el marco de su propio continuo de desarrollo, y, a su vez, se entrelaza con los procesos de las otras dos. Aunque la norma que establece «trabajar con la persona integral» es válida, afrontamos la compleja paradoja de que mientras nos ocupamos del «conjunto» de bemos conocer sus partes y establecer relaciones con ellas. 2 Los números entre corchetes remiten a las Referencias bibliográ ficas (veanse pag. 322 y sigs.). 10 El profesional dedicado a la asistencia tiene que decidir en determinado punto de su diagnóstico o su tratamiento si se ocupará básicamente de los aspectos afectivos, cognoscitivos o conducíales del desarrollo, y, por consiguiente, con qué procesos de desarrollo se relacionará esencialmente. Su acti tud obedece a la comprensión cabal,de que un cambio en los procesos afectivos puede ayudar al individuo a entender con mayor claridad las experiencias de la vida y a condu cirse de modo más competente. Inversamente, una modi ficación en el funcionamiento cognoscitivo puede contribuir para que una persona sienta y se conduzca de diferente modo. Al mismo tiempo, la adquisición de una conducta y un conocimiento práctico más competentes promoverán un cambio en las experiencias cognoscitivas y afectivas. Abrigamos la esperanza de que este libro acreciente la com prensión que el lector tiene de cada una de estas dimen siones de desarrollo cuando estudie, trabaje y se relacione con las personas concebidas como seres humanos con futuro. Significado del desarrollo En un principio, la palabra desarrollo fue un termino bio lógico referido al crecimiento físicamente observable^ del tamaño o la estructura de un organismo durante un período determinado. Aplicada a las ciencias de la conducta, denota los procesos vinculados temporalmente, los cambios progre sivos del funcionamiento adaptativo. En este libro, la palabra maduración sugiere el crecimiento orgánico, mientras^ que el término desarrollo se relaciona con el desarrollo sociopsico- lógico. En este sentido, el desarrollo alude a una integración de los cambios constitucionales y aprendidos que conforman la personalidad en constante desarrollo de un individuo. Debe distinguirse entre desarrollo y cambio. Cambio implica una transición de un estado a otro, en tanto que desarrollo se refiere a los elementos dinámicos y unidireccionales del cambio. Por consiguiente, el desarrollo es un proceso, y el cambio, un producto. El primero tiene lugar dentro de sistemas que se definen por sus estructuras y sus procesos dinámicos inherentes. Las teorías de Piaget y Erikson tratan 11 de ambas cuestiones; Sears hace hincapié en el Ínter juego de las fuerzas dinámicas y se ocupa poco de los aspectos es tructurales. Aunque pueda parecer contradictorio, el desarrollo se basa tanto en el cambio como en la constancia. Por definición, el desarrollo implica cambio; pero precisamente porque se fun da en el cambio previsible incluye la constancia del cambio. La aceptación de una regularidad rítmica en los procesos de desarrollo normal abre el camino a nuestro examen de los problemas del desarrollo. De hecho, el desarrollo anor mal o patológico es extraordinario, es decir, un desarrollo imprevisible, en el que varían el ritmo y lá intensidad pre vistos de los procesos de desarrollo «normal». En cual quier caso, el desarrollo «normal» o «anormal» entraña, procesos de desarrollo. En su condición de agente del cam bio, el profesional dedicado a la asistencia debe estar fami liarizado con estos procesos a fin de crear condiciones que promuevan su vitalización de acuerdo con un curso de desarrollo «normal». En la introducción a cada uno de los capítulos se examinan los supuestos básicos de cada teórico. Corresponde formular aquí algunos supuestos generales relacionados con el estudio de las tres teorías. Cualquier teoría del desarrollo infantil debe dar una respuesta al problema de la oposición entre la «unidad en la continuidad» y la «unidad en la disconti nuidad». Las tres teorías han sido elegidas porque, en opi nión del autor, satisfacen los criterios de la «unidad en la continuidad». En las tres la conducta cuantitativa deriva de niveles de conducta anteriores. Desde el punto de vista cualitativo, todos los cambios de conducta se convierten en productos de capas de conducta preexistentes, y este hecho determina que la conducta en desarrollo sea cualitativa mente original comparada con la correspondiente / al nivel anterior. . Aunque la mayoría de las teorías de la personalidad han reconocido que la niñez es el período formativo de la per sonalidad humana, cada una de las que se tratan aquí im plica una interpretación más o menos diferente del alcance que el desarrollo ulterior de la niñez tiene para modificar anteriores adquisiciones aportadas por el desarrollo. Cada teoría incluye su propio ordenamiento del desarrollo, con 12 su propia serie de fases secuenciales. La comprensión del ordenamiento del desarrollo peculiar de una teoría es esen cial para la comprensión de la misma. Cada teoría establece un comienzo que suministra el fundamento de todo el desa rrollo ulterior. Siempre es posible remontarse de este último a una fase anterior — y, en definitiva, a una primera fase— . A medida que cada nueva fase se hace evidente, podemos me dirla por sus propios logros inmediatos. Cuando los modos de cada fase se han definido e integrado con los de fases anteriores, sirven como fundamentos de nuevas caracterís ticas de desarrollo. Selección de las tresteorías Al principio, el autor decidió que para ser incluida en este volumen una teoría debía ocuparse del desarrollo de la personalidad como un proceso continuo y secuencial, que partiese del status del niño como infante y se ocupase de cada etapa subsiguiente del crecimiento psicológico: niñez temprana, niñez y adolescencia. Más aún, las teorías selec cionadas debían complementarse mutuamente para ofrecer una explicación compleja del desarrollo de la personalidad humana. Aunque los procesos físicos, psicológicos y neuro- lógicos son componentes importantes del desarrollo de la personalidad, se ha omitido intencionalmente el examen de estas áreas porque dicha información aparece en otras pu blicaciones. Por extraño que parezca, aunque había un elevado número de teorías de la personalidad, eran muy escasas las que satisfacían los criterios mencionados. La mayoría de ellas se refieren al hombre como un producto virtualmente com pleto; solo unas pocas se ocupan del estudio del desarrollo de la personalidad desde el nacimiento hasta la madurez. Kurt Lewin y Harry Stack Sullivan, por ejemplo, han con tribuido mucho a la comprensión de las relaciones entre los hombres [7 5 ], pero ofrecen una limitada información acerca del continuo total de desarrollo. Unicamente los sistemas conceptuales de Erik H. Erikson, Sigmund Freud, O. H. Mowrer, Jean Piaget y Robert R. Sears se prestaban a un 13 examen más atento dentro de los límites que habíamos esta blecido. Estos cinco sistemas teóricos abordaron de tres modos el estudio del desarrollo de la personalidad: 1) el psicoanalí- tico, que hace hincapié en los procesos emocionales, tanto conscientes como inconscientes, y les atribuye el carácter de fuerzas motivacionales básicas; 2) la exploración de la con ducta aprendida, que se apoya en las manifestaciones de la conducta; y 3) la investigación del funcionamiento cognos citivo, que destaca la conquista intelectual del individuo respecto de sus experiencias de vida. En el dominio psicoanalítico, se prefirió en definitiva el trabajo de Erikson al de Freud o sus demás discípulos —Karen Horney, Cari Jung y Otto Rank— . El autor estima que solo la obra de aquel ha progresado hasta el punto de que sea justificado reconocerla como una teoría nueva y sustancialmente distinta, claramente diferenciada de la teoría psicoanalítica freudiana.3 Es evidente que Jean Piaget debía' ser incluido en este volumen, porque su insuperada labor precursora acerca del desarrollo cognoscitivo comprende muchos conocimientos todavía no utilizados que pueden ser valiosos para los pro fesionales modernos. Entre los teóricos del aprendizaje, hemos escogido la inter pretación de Sears, quien considera que aquel es una fuerza fundamental del desarrollo de la personalidad, en lugar de la ofrecida anteriormente por Mowrer. El trabajo de Sears es menos ecléctico y aparentemente ha hallado un público más amplio que el intento de Mowrer [97] de «casar» la teoría del aprendizaje con las formulaciones psicoanalíticas. Importancia de las tres teorías Como ya lo mencionamos, Erikson extiende las enseñanzas psicoanalíticas más allá de las anteriores formulaciones de 3 Llamamos particularmente la atención sobre las publicaciones más recientes de R. W. White [174], cuyos trabajos representan otro impulso hacia la comprensión de la psicología del yo. 14 Freud. En conjunto, la investigación y los escritos de dicho autor han ampliado significativamente el pensamiento psico analítico mediante la integración de conocimientos origi nados en campos como la antropología cultural, la psicología social, el desarrollo infantil, la psicología de la Gestalt, la literatura, las artes y el estudio del hombre en la historia. El trabajo de Erikson señala a la imaginación de quienes se dedican a la asistencia, dominios más vastos que los- frecuentados por los estudiosos y profesionales del psico análisis — entre ellos, la asistencia social, la educación es pecial, la educación en la niñez temprana, la enfermería, la psiquiatría, la psicología y el asesoramiento pastoral— . Sus ideas han tenido eco en una amplia gama de revistas y libros (véanse págs. 343-48). Aunque anterior a los de Sears y Erikson, el trabajo de Piaget constituye sin duda un hito no superado en el es tudio del pensamiento cognoscitivo. Sus publicaciones ini ciales hallaron reconocimiento en la literatura especializada de Estados Unidos y estimularon el interés en la noción en términos de estadios. Recientemente se reavivó en dicho país el interés suscitado por Piaget, y han menudeado las traducciones y publicaciones de sus escritos anteriores. En este libro, las publicaciones de Piaget y los hallazgos de su investigación han sido integrados en un marco de desarrollo único, con el fin de sintetizar sus diferentes contribuciones en una teoría significativa y unificada. La investigación y los trabajos de Sears se fundan en con ceptos y técnicas asociados con la teoría del aprendizaje, pero incorporan otra dimensión a la comprensión del desa rrollo infantil. Gran parte de su obra consiste en la infor mación y el resumen de la investigación realizada en colabo ración con otros. Sin embargo, fue Sears quien tuvo el valor de arriesgar su propia reputación publicando estos hallazgos. Se aventuró en terrenos que otros teóricos norteamericanos del aprendizaje no se atrevieron a transitar y extrajo infe rencias generales para el profesional a partir de estudios empíricos.4 En esencia, su labor abarca la crianza de los 4 Una excepción puede ser el esfuerzo más reciente de S. Bijou y D. M. Baer en Child Development: A Systematic and Empírical Theory [12]. 15 niños, el influjo que ejercen las fuerzas ambientales en los procesos de desarrollo del niño en crecimiento, según él los observa en la escena norteamericana contemporánea, específicamente entre familias enteras de la clase media. Su obra merece ser incluida aquí, no solo por su importancia, sino también porque refleja los principales métodos de in vestigación utilizados en los centros contemporáneos de Estados Unidos para el estudio del niño. Las tres teorías com o m arco in tegral de referencia Las teorías de Erikson, Piaget y Sears se ocupan de enfo ques evidentemente distintos pero complementarios del de sarrollo de la personalidad. Cada una de ellas contribuye en algo a la comprensión del individuo como un todo in divisible. Cada una se relaciona con las otras, a la manera de un engranaje, sin que ello implique la modificación de las fases secuenciales de desarrollo dentro de su propio marco conceptual. Puede afirmarse que, desde un punto de vista longitudinal, cada teoría describe un continuo de desarrollo que tiene su propia coherencia interna, al mismo tiempo que confirma la integridad de las otras dos. En un plano horizontal, cada una puede tratar en cierta etapa un episodio más o menos diferenciado, que es posible defi nir en términos de una teoría, sin absolver o refutar los principios expresados en las otras. En la práctica, la apli- cabilidad de cada teoría está determinada por la naturaleza de la actividad. Por ejemplo, si el motivo de la interven ción es un problema de conducta social y de formación de hábitos, los hallazgos particulares de Sears parecen los más pertinentes. Si la necesidad de ayuda tiene que ver con la comprensión de una situación por el niño, la reseña deta llada del desarrollo intelectual efectuada por Piaget será instructiva y confiable. Y 'si el problema del niño se vincula con la madurez emocional, los conceptos de Erikson per mitirán a quien presta asistencia asumir el carácter de posible mentor. Es necesario considerar las tres dimensiones del funcionamiento humano cuando se ayuda al niño en su 16 desarrollo o se diagnostica y trata un problema referido al mismo. Una rápida ojeada á la carrera profesional, la metodología de investigación y los hallazgos de los tres teóricos puedesuscitar la pregunta de si este libro no está reuniendo a autores contradictorios entre sí. Pero un examen más atento de los trabajos respectivos sugiere que la compatibilidad entre las diferentes teorías es más significativa que la diver gencia. Para Sybil Escalona la teoría cognoscitiva de Piaget es compatible y se complementa con la teoría psicoanalítica. En el mismo sentido, Charles Odier comenta: . . .el aspecto más vigoroso de la doctrina psicoanalítica freudiana es el más débil de la doctrina de Piaget, y vice versa. ( . . . ) Comparando la evaluación del individuo con un río, diría que tanto Freud [con su enfoque psicoanalí- tico] como Piaget llegaron a la fuente del mismo, pero cada uno por su propia orilla. Por definición, este para- lelismb las condenó a no reunirse nunca [103, pág. 32]. * En la monografía publicada a fines de 1960, Peter H. Wolff agrega: A pesar de sus diferencias metodológicas y sus objetivos divergentes, ambos métodos [el análisis de Piaget y el psico análisis de Freud] pueden complementarse mutuamente y suministrar una imagen exhaustiva del proceso de desarrollo, aportando cada uno datos en las áreas en que el otro es deficiente [177, págs. 11-12], En una publicación reciente, el propio Erikson vincula su trabajo con los hallazgos de Piaget [6 5 ], como si cada uno de ellos estuviese tejiendo la misma «trama de desarrollo» con hilos diferentes. A su vez, el esfuerzo consciente de Sears para unificar los conceptos básicos de la teoría psi coanalítica con los de su propia teoría del aprendizaje con firma nuestros esfuerzos orientados a interrelacionar las tres teorías. Por ahora permítasenos sugerir que cada teoría introduce de modo convincente un conjunto de procesos básicos y que, en conjunto, las tres pueden proporcionar un conve- 17 rúente «núcleo de procesos básicos». El eje de este libro es la disposición para el desarrollo y la realización del mis mo, aspectos ambos que se vinculan constantemente con las fases de desarrollo. Pero, en contraste con los índices de maduración, como la edad ósea, la talla física y el peso, o con intervalos cronológicos como los días, los meses y los años transcurridos desde el nacimiento, no hay normas reales que permitan medir la disposición para el desarrollo, su progreso o sus fases. Debemos recordar que solo es po sible medir o evaluar a cada individuo en el contexto de su propio desenvolvimiento, y que, si bien la teoría del desa rrollo puede ayudar a la elaboración de una comprensión generalizada de los procesos del desarrollo infantil, única mente cabe utilizarla con eficacia cuando se la aplica al individuo de acuerdo con los rasgos específicos de su propia y original situación. 2. La teoría psicoanalítica de Erik H. Erikson Esbozo biográfico de Erikson Erik H. Erikson — uno de los más cabales analistas y eru ditos de la escena norteamericana contemporánea— nació de padres daneses en Francfort, Alemania, en 1902. Su padre murió poco después de su nacimiento; su madre volvió a casarse, y su padrastro, Homburger, adoptó al niño. Por esta razón, sus primeros trabajos llevan el nombre de Homburger. Cuando adoptó la ciudadanía norteamericana, en 1939, decidió atenerse a su apellido original. Erik Erikson asistió a la escuela elemental y al «gimnasio de humanidades» de Karlsruhe, Alemania, antes de comen zar su Wanderjahre en Europa Central. De acuerdo con sus propias palabras, «entonces era artista, eufemismo europeo que designa al joven de cierto talento pero que carece de destino definido» [62 b, pág. 40]. Durante esos años des cubrió su verdadero interés e, involuntariamente, su primer vínculo con Estados Unidos, cuando se le pidió que ense ñara con Dorothy Burlingham y Peter Blos en una pequeña escuela norteamericana de Viena. Adquirió su entrenamien to psicoanalítico bajo la dirección de Anna Freud y August Aichhorn, en el Instituto Psicoanalítico de Viena. Estas enseñanzas fueron su único curso académico formal, además de un certificado otorgado por la Escuela María Montes- sori; probablemente haya sido de los pocos integrantes va rones de la Montessori Lehrerinnen Verein. También cono ció personalmente a Sigmund Freud. Enseñó y practicó el psicoanálisis, y escribió sus primeros artículos [48-50], en los que aplicó el pensamiento psicoanalítico a los problemas educacionales. Erikson entró en contacto con Estados Unidos, primero al contraer matrimonio con una norteamericana,1 y luego al 1 Erikson no solo vinculó el viejo y el nuevo mundo, sino que se relacionó con las artes, al contraer matrimonio con Joan Mowat 19 aceptar en 1933 una invitación para ejercer y dictar con ferencias en Boston durante dos años. Después, durante un año, fue investigador asociado de psicología del Depar tamento de Neuropsiquiatría de la Escuela Médica de Har vard. De 1936 a 1939 ocupó un cargo en el Departamento de Psiquiatría del Instituto de Relaciones Humanas y en la Escuela de Medicina de Yale. En ese lapso trabajó en tres problemas fundamentales del desarrollo del yo: 1) los ' conceptos de las modalidades sociales, según se manifiestan en la conducta espacial lúdicra de los niños [31, 52, -55, 7 0 ]; 2) el desarrollo del yo como un continuo — resumido en el capítulo «Problemas de la infancia y la niñez tem prana» de la Cyclopedia of Medicine [4 7 ]— ; y 3) investi gaciones antropológicas acerca del hombre en el tiempo y el espacio. En relación con este último aspecto, realizó ex cursiones de campo a una reserva india, acompañado por H. Scudder Mekkeel, y trató de aplicar el enfoque clínico a los estudios antropológicos de los individuos dentro de su grupo sociocultural [42], De 1939 a 1944, Erikson participó en el «Estudio [longi tudinal] de orientación infantil» de la Universidad de Cali fornia. También en este caso sus esfuerzos abarcaron tres áreas fundamentales: 1) diferencias sexuales en la cons trucción de los juegos infantiles [27, 52, 5 3 ]; 2 ) resolu ciones de conflictos en diferentes fases de los ciclos vitales del hombre [3 3 ], y 3) permanentes indagaciones antropoló- gico-culturales respecto de problemas concernientes al desa rrollo infantil [42, 43]. Durante los seis años siguientes, !enseñó en el Instituto Psicoanalítico de San Francisco, la Universidad de Califor nia y la Fundación Menninger de Topeka, Kansas. Los escritos de Erikson de este período reflejan una extensión de sus tenues conceptos anteriores acerca de las modalidades y los esfuerzos del hombre por conformar la educación del niño según la imagen de su destino hístórico-sociai. Asimismo, estableció el marco de la teoría que desarrolló en su primer libro, Chiidhood and Society [2 5 ], cuyo título condensa bien la inquietud teórica del propio Erikson — la Serson, artista norteamericana —profesional por derecho propio como terapeuta ocupacional y escritora—. 20 síntesis de las tareas de desarrollo y sociales— . Este libro incorporó a la teoría psicoanalítica freudiana los esfuerzos del hombre para vivir eficazmente en un medio social dado. Su publicación hizo que Erikson se convirtiese en uno de los principales expositores de la psicología del yo en Estados Unidos, jerarquía que su antigua maestra, Anna Freud, ha bía alcanzado en Inglaterra. El trabajo de Erikson refleja las inquietudes de nuestra época: las relaciones interperso nales, lá salud mental y el desarrollo humano en el contexto de una nueva cultura en una sociedad nueva. Sus ideas acerca de las condiciones básicas de una personalidad sana [63, pág. 76] y sus publicaciones ulteriores [44, págs. 65- 136] representaron una nueva teoría del desarrollo infantil. En 1951, Erikson se trasladó nuevamente al Este para incor porarse al equipo del Austen Riggs Center, en Stockbridge, Massachusetts, al mismo tiempo que continuó cumpliendo tareas docentes de dedicación parcial en el Instituto Psiquiá trico del Oeste, la Universidad de Pittsburgh y el Instituto de Tecnologíade Massachusetts. Desde entonces, su inves tigación y sus escritos se basan en la teoría que desarrolló antes y durante las deliberaciones relacionadas con su con tribución a la Conferencia del Medio Siglo en la Casa Blanca [33, 44, 47, 56, 63]. En los últimos quince años, el pensamiento creador y erudito de Erikson ha despertado interés fuera de los Estados Unidos. Chiidhood and Society y otras obras han sido traducidas y publicadas en muchos países, y Erikson ha participado en gran número de colo quios científicos interdisciplinarios [34, 44, 62, 64]. Perió dicamente se consagró a estudios especiales — p. ej., un año en el Centro de Estudios Avanzados de las Ciencias de la Conducta en Palo Alto, California, 1960-1961; y una ex cursión a la India en 1965, para realizar estudios acerca de las cuestiones generacionales, incluidos los años de infan cia del Mahatma Gandhi— . Erikson es un hombre de nuestro tiempo. Sus trabajos más recientes se han ocupado de muchos problemas contemporá neos inquietantes: el negro, que quiere hallar un lugar ade cuado en la sociedad; la variación del papel de las mujeres; la búsqueda de sentido y reconocimiento por parte de la juventud alienada en un mundo cambiante y cada día más anónimo [29, 30, 36, 38, 40, 41, 49, 65]. 21 A partir de 1961, Erikson ha sido profesor de Desarrollo Humanó en la Universidad de Harvard, justa distinción otorgada a un estudioso que no realizó una carrera univer sitaria formal y a un hombre imbuido de un auténtico sentido de humildad. En sus trabajos Erikson supone que los lectores aceptan y comprenden las formulaciones psicoanalíticas fundamentales. Sus escritos son los de un artista; pinta el trasfondo con amplias pinceladas y completa los detalles particulares y me nudos del primer plano inmediato. Como Freud, la mayoría de su material proviene de casos clínicos. Si aquel utilizó el drama mitológico griego, Erikson aclara sus conceptos con referencias a la poesía, el folklore y la sabiduría de la vida cotidiana. Aunque Erikson elevó a una nueva jerarquía el pensamiento psicoanalítico, constituye uno de los principales expositores e intérpretes del pensamiento freudiano [32, 35 ]. Su compenetración con la obra de Freud y su inte gridad como uno de lós analistas y teóricos contemporáneos más destacados fueron justamente honrados cuando se le- solicitó en 1956 que pronunciase la Alocución del Cente nario de Goethe, en Francfort — su ciudad natal— , en honor del centésimo aniversario del natalicio de Sigmund Freud. Sin embargo, Erikson merece reconocimiento como erudito y científico por derecho propio; en un artículo re ciente y sugestivo, Robert W. White rinde tributo a Erikson por su capacidad de avanzar más allá de los límites esta blecidos por Freud.2 . La teoría de Erikson y la teoría psicoanalítica freudiana Sobre la base de la teoría analítica freudiana, Erikson levan ta una sólida construcción; él mismo afirma que Freud es la «roca» que sirve de fundamento a todo el desarrollo de la teoría de la personalidad [57, pág. 8], En sus primeros tra 2 La nueva concepción de White acerca de un sentido de la com petencia merece atención, lo mismo que su sugestivo análisis y críti ca de las fases de desarrollo de Erikson [174, pág. 106-07]. 22 bajos, Erikson asumió el papel del teórico que aplica las enseñanzas de Freud. Recientemente ha sugerido que si Freud viviese incorporaría a su teoría de la libido los co nocimientos contemporáneos adquiridos en los campos de la biología, la bioquímica y la fisiología. En su opinión, aun hoy la teoría de Freud mantendría su carácter esencialmente biológico [ 65, pág. 85 ]. Erikson se muestra ahora más dis puesto a aceptar el hecho de que su propio pensamiento representa un progreso decisivo con respecto a la psicología freudiana. Mientras Freud reaccionaba ante los escrúpulos y las tensiones de una sociedad que se modificaba como con secuencia de los progresos tecnológicos y de los efectos de las rígidas costumbres sexuales sobre la competencia social del individuo, Erikson relaciona su obra con la pro blemática y el dilema de su tiempo — las variables condi ciones de una era de cambio, los movimientos sociales con síntomas de alienación [30, 38]— . La teoría de Erikson se aparta del modelo freudiano al destacar la importancia de tres áreas fundamentales. En primer lugar, más que el ello, Erikson destaca el yo, actitud que Freud insinuó en El problema de la ansiedad [69]. Erikson afirma que su primer tratado fundamental, Child- hood and Society, es una «obra psicoanalítica acerca de las relaciones del yo con la sociedad» [25, pág. 12], Su premisa básica supone que el individuo tiene la capacidad innata de relacionarse de manera coordinada con un ambiente tí pico y predecible. La importancia capital que Erikson atri buye a la continuidad de la experiencia implita que la fun ción del yo trasciende las fases del desarrollo sexual (libi dinoso) postulados por Freud. Erikson reelabora las fases orgánicas de Freud, de modo que estas pierden muchas de sus connotaciones biosexuales; sin embargo, no rompe del todo con el modelo freudiano. Para Erikson, la motivación inconsciente es un hecho aceptado. Por lo tanto, se siente con derecho a asignar una mayor importancia al estudio de los procesos de socialización. David Rapaport afirma con razón que la formulación de Erikson es una «teoría de las relaciones con la realidad» [135, pág. 14]. Puesto que le interesa la lucha del hombre por controlar, dominar y ven cer, presta menos atención a los instintos, incluido el de muerte. 23 En segundo lugar, Erikson introduce una nueva formulación básica: la relación del individuo con los padres dentro del contexto familiar, y con un medio social más amplio dentro del marco de la herencia histórico-cultural de la familia. Este complejo social reemplaza a la clásica matriz freudiana de la dinámica del individuo en una realidad constituida por el triángulo niño-madre-padre. Erikson se ocupa de la dinámica que opera entre los integrantes de la familia y su realidad sociocultural. Hace poco afirmó: No podemos separar el crecimiento personal del cambio comunal, como tampoco podemos disociar ( . . . ) las crisis de identidad en la vida individual y las crisis contempo ráneas del desarrollo histórico, porque ambos tipos de crisis contribuyen a definirse mutuamente y en verdad dependen las unas de las otras [38, pág. 23]. Tercero, si la misión de Freud fue demostrar la existencia y el funcionamiento del inconsciente, la misión de Erikson, en respuesta a los reclamos de su época, ha sido señalar las oportunidades de desarrollo del individuo qué lé ayudan a triunfar sobre los riesgos psicológicos de la vida. La adver tencia de Freud acerca de la condenación social del hombre si se lo abandona a sus inclinaciones innatas halla respuesta en la premisa optimista de Erikson, en el sentido de que toda crisis personal y social aporta elementos que se orientan hacia el crecimiento. En tanto Freud consagró sus estudios a la etiología del desarrollo patológico, Erikson se con centra en la solución exitosa de las crisis del desarrollo. Además, se aventura «a conjeturar sobre las implicaciones psicosociales de la evolución humana» [51, pág. 149]. Por lo tanto, Erikson imprime una nueva orientación a la teoría psicoanalítica. Este enfoque permite una interpreta ción más optimista y una mayor aplicación a la vida cotidia na. Ademas, se presta de modo más inmediato que su pre— decesora freudiana a la formulación de hipótesis y a la investigación. 24 Supuestos fundamentales de la teoría de Erikson Una reseña de los supuestos fundamentales de la teoría de Erikson debe incluir, inevitablemente, las formulaciones freu- dianas que dicho autor considera sobrentendidas. En el material que sigue se especificarán los supuestos freudianos; aquellos que no tienen ese carácter pueden atribuirse a Erikson. Siete subtítulosbastan para resumir tales supuestos: 1. Enfoque de la elaboración teórica 2. El orden de la vida humana 3. Valores humanos fundamentales 4. Etiología de la conducta humana 5. El núcleo del funcionamiento humano 6. El recién nacido 7. El ambiente físico, social, cultural e ideacional Enfoque de la elaboración teórica Para obtener sus datos, Erikson confía naturalmente en las técnicas y los métodos psicoanalíticos. En sus investigaciones presta particular atención a las «señales» del material incons ciente y preconsciente, según este se manifiesta en la comu nicación verbal y en la conducta lúdicra. Según Erikson, el psicoanálisis depende de la comprensión de los hábitos indi viduales que son idiosincrásicos, y que se convierten en los «medios oficiosos» — el placer franco o la inquietud secre ta— del individuo en el proceso de su vida cotidiana. Para Erikson, el psicoanálisis está entre la ciencia y el arte [65, pág. 62]. Supone que, como los procesos fundamentales del desarrollo humano se revelan solo en sus síntomas de discre pancia aparente, un estudio de la desviación grave de la personalidad puede suministrar los indicios necesarios para la comprensión del desarrollo normal. Amplía el dominio psicoanalítico de la apreciación analítica del individuo a grupos de individuos y culturas íntegras. Así como Freud pensaba que el estudio de los sueños era el camino que llevaba al inconsciente del adulto, Erikson sugiere que el juego constituye la situación más adecuada para estudiar el yo del niño. 25 También supone Erikson que no es posible iniciar una ‘inves tigación científica sin una teoría orientadora. Cualquier as pecto particular del desarrollo debe evaluarse en el marco de una comprensión teórica del contexto total de desarrollo. Sus muestras se componen de casos clínicos. Observa a los individuos en su medio natural y estudia las biografías po pulares. Destaca que cada estudio de casos contribuye a comprobar y a enriquecer la trama de su teoría total. Como él mismo escribe: «Aquí nos interesa más la configuración general y la integración de los enfoques de desarrollo en el mundo que la aparición inicial de habilidades específicas que han sido tan bien explicadas en la literatura dedicada al desarrollo infantil» [63, pág. 104]. En general, Erikson muestra una audaz confianza en su propio sentido intuitivo de la oportunidad, la selección de muestras y la elección de técnicas. Le interesan más los datos cualitativos que las mediciones cuantitativas. Su teoría nace de deducciones rea lizadas a partir de datos suministrados por su propia com penetración con problemas muy seleccionados y pertinentes. Su modelo es una fusión de sus propios esfuerzos psicoana- líticos y de su conocimiento de la psicología freudiana, el desarrollo infantil, la antropología cultural y la historia. El'orden de la vida humana Erikson admite que «al indicar una serie de equilibrios bá sicos, de los cuales parece depender la salud psicosocial de una personalidad, encontré implícito un sistema latente de valores universales basado en la naturaleza del creci miento humano, las necesidades del yo en proceso de desa rrollo y ciertos elementos comunes en los sistemas de edu cación infantil» [81, pág. 185]. A su juicio, los fenómenos psicológicos y las estructuras biológicas han seguido una historia evolutiva similar; los fenómenos de ambos órdenes se hallan estrechamente interrelacionados. En la historia evolutiva del hombre hubo un desarrollo simultáneo de la estructura fisiológica y de la dotación psicológica. Por ejem plo, la estructura primaria de los organismos vivos más primitivos consiste casi exclusivamente en una cavidad oral, y su modo esencial de vida es la ingestión — es decir, la 26 incorporación—-. Los organismos más complejos poseen es tructuras funcionales adicionales y modos psicológicos más complejos; Erikson ve en el ciclo de vida psicogenética de cada individuo una repetición de su historia evolutiva filo- genética. La primera fase de desarrollo del infante, similar a los esfuerzos orales de incorporación, no es muy distinta de la naturaleza básica de la medusa. Cada fase.de desarrollo tiene su contraparte en la evolución filogenética del hombre; el desarrollo de la personalidad se ajusta a principios bio lógicos. Pero la evolución biológica cesa con el nacimiento: «El organismo que madura continúa desenvolviéndose, no por el desarrollo de nuevos órganos, sino mediante una se cuencia prescripta de capacidades locomotrices, sensoriales y sociales» [63, pág. 97], El desarrollo psicológico y social sucede al biológico; el desarrollo del yo determina la con fluencia recíproca del organismo humano y su mundo: «Los mismos actos que ayudan al bebé a sobrevivir ayudan a la cultura a sobrevivir en él» [26, pág. 325]. Erikson también concilia la unidad en la continuidad con los reclamos socia les de unidad en k discontinuidad. La unidad es la resul tante de presiones contrarias y continuas durante las dife rentes fases de desarrollo. El individuo que se desarrolla se esfuerza por alcanzar la unidad depositando su confianza en un pasado y un futuro continuos, y en su identidad con ambos. Sin embargo, la mayoría de las culturas exigen diferentes pautas de conducta para los distintos niveles de edad. Erikson supone que las leyes epigenéticas espacio- temporales operan siempre que hay crecimiento: El crecimiento constituye una diferenciación de partes pre establecidas a lo largo de una secuencia dada de períodos críticos. En el crecimiento de la personalidad, es tarea del yo (en el sentido psicoanalítico) y del proceso social reunidos mantener esa continuidad que salva la inexorable disconti nuidad entre cada una de estas etapas [34, pág. 7]. En última instancia, el individuo unifica las fuerzas biológi cas, psicológicas y sociales. Para citar a Erikson, «un ser humano, por lo tanto, es siempre un organismo, un yo y un miembro de la sociedad, y está comprometido en los tres procesos de organización» [25, pág. 32], 27 Valores humanos fundamentales Erikson destaca el poder creador y adaptativo del individuo, y respeta la capacidad original de cada uno para crear su modo de vida, para asumir su propia fe y su propia indig nación. No cree que la conducta humana sea «buena» ni «mala»; se trata más bien de que cada ser humano puede, potencialmente, producir tanto lo «bueno» como lo «malo». Erikson nos recuerda uno de los más promisorios axiomas de Freud: «Los hombres son no solo peores, sino también mejores de lo que ellos mismos creen» [25, pág. 288]. La fe de Erikson en la capacidad de creación social del hombre se refleja en su propio comentario optimista: «Poco es lo que no puede remediarse después, y mucho lo que puede impedirse absolutamente» [63, pág. 104]. La preservación de la inviolabilidad del individuo requiere la confianza y el respeto de la sociedad y la cultura circundan tes. A su vez, la perpetuación de las instituciones sociales exige el respeto y el reconocimiento correspondientes de los individuos que dependen de ellas. Por lo tanto, la inviola bilidad del individuo está garantizada en su mundo social. «A fin de que el mundo sea más seguro para la democracia, debemos asegurar esta para el niño sano» [63, pág. 145]. Etiología de la conducta humana Erikson acepta el modelo freudiano de un organismo car gado de energía psicosexual. Esta energía o impulso existe desde el nacimiento y genera todos los procesos psicoló gicos. Como Freud, Erikson denomina libido a dicha energía — instinto omnímodo y fuerza motivadora— . 3 Esta libido abarca dos inclinaciones humanas que se oponen dinámica 3 La libido debe definirse como una fuerza o energía innata, indi ferenciada e inespecífica, que en parte es sexual (incorporando así la interpretación de Freud), pero que es sobre todo un aspecto no especificado del sistema humano que impulsa a su realización. En esencia, energía libidinosaes la denominación de una fuerza toda vía desconocida que dirige el desarrollo epigenético del sistema hu mano. En diferentes puntos de este capítulo, se utilizarán los tér minos descriptivos «impulso», «deseo» y «compulsión», en lugar de energía libidinosa. 28 mente y crean una polaridad básica. Tenemos en primer lugar el impulso de vivir, de gratificarse y de sobrepasar los propios límites. Este concepto es afín a la formulación íreudiana original del impulso sexual de vivir, de expan dirse y de gratificarse. En segundo término está el impulso opuesto, que implica una incitación a retornar a la condición anterior al nacimiento, o por lo menos a una fase previa de menor complejidad. Este deseo de retornar o de regresar entraña otro: el de autodestrucción, y puede afirmarse que es paralelo al concepto íreítdiano del instinto de muerte, el deseo de deshacer todo vínculo con la vida. Estos dos im pulsos contrarios están siempre presentes y crean una pola ridad que estimula la conducta en todas y cada una de las fases de desarrollo de la vida. En esencia, es la lucha del individuo, que tiene su contraparte social en la lucha entre las fuerzas progresistas y reaccionarias. Los componentes psicológicos de masculinidad y feminidad representan otra polaridad fundamental del individuo; la bisexualidad es inherente a todos los seres. Puesto que todas las formas de conducta tienen su origen en el interjuego de las pola ridades, Erikson sugiere que la etiología del conflicto y la recurrencia de las crisis son componentes esenciales y cons tantes de la vida. Desde las primeras experiencias biológicas ( respiración, des canso y alimentación), la mayoría de los procesos corpo rales asimilan lentamente energía libidinosa como carga emocional de refuerzo. Dichos procesos se desarrollan y varían con la maduración somática y fisiológica del indi viduo. Crean diferentes demandas en cuanto a expresiones de. conducta por intermedio de las zonas libidinosas,4 y originan, asimismo, distintos modos de expresión. Este últi mo es, evidentemente, un concepto propio de Erikson, y será descripto con todo detalle cuando se realice la expo sición de cada fase de desarrollo. En otras palabras, la maduración corporal halla su contraparte emocional en el desarrollo de la personalidad. La experiencia sensorial, que como tal apenas ocupa un lugar en las enseñanzas de Freud o de Erikson, aumenta los componentes emocionales de las 4 La palabra zona se refiere a un concepto psicológico de un área corporal circunscripta por su coherencia neurológica más que por su proximidad anatómica. 29 zonas erógenas del individuo. Estas zonas, y sus expresiones — o modos— de conducta, sirven como prototipos a partir de los cuales se desarrollan todas las actitudes futuras, aun las más complejas del adulto. Las fuerzas libidinosas se asocian a distintos niveles de la experiencia vital. Como Freud, Erikson reconoce experien cias conscientes, preconscientes e inconscientes. Sin embar go, al pasar de una teoría libidinosa a una teoría del yo, Erikson desecha la idea de una «dinastía» de los impulsos.5 Afirma que las fuerzas instintivas del hombre no están vinculadas con unas pocas pautas instintivas, como en el caso de los animales, sino más bien con pautas muy flexibles, transferibles y sobre todo adaptables a ilimitados estilos de vida [65, pág. 87] , Las energías libidinosas y sus manifestaciones en estas tres capas de la conciencia forman diferentes constelaciones psi cológicas, conocidas como estructuras hipotéticas o como los tres procesos analíticos fundamentales. Tanto las estructuras como sus respectivos procesos dinámicos llevan nombres idénticos, y es posible describirlos en términos de la tríada freudiana del ello, el yo y el superyó. Al igual que Freud, Erikson supone que el ello comprende la suma de las «pre siones de los deseos excesivos» originados en la energía libidinosa no consumida, no reorganizada e inconsciente. Además, incl¡ re en el ello depósitos fiiogenéticos de ten dencias libidino:,; _ insatisfechas en el curso de la historia evolutiva del organismo. El ello es «todo lo que nos haría meras criaturas ( . . . ) la suma del deseo que debe ser su perado para alcanzar la condición humana» [25, pág. 167]. Se atribuye al yo el carácter de una configuración psicoló gica constituida por los actos conscientes, que son contro lados a su vez por ella — síntesis e integración de la experiencia anterior con las tareas actuales que el individuo afronta en su campo perceptual-cognoscitivo— . Implícita mente, Erikson afirma que el yo imprime al individuo una 5 Esta variación se ha acentuado paulatinamente en el curso de los años, y es interesante que recién en 1967 Erikson acepte su condi ción de hombre del siglo xx que se orienta hacia los elementos, mientras que en el período darviniano Freud ya tenía puestos los ojos en la falta de solución de continuidad entre el hombre’ y el reino animal. 30 dirección específica y «fragua» la historia de su desarrollo. Se supone que el superyó se compone de la experiencia personal y de las ideas y actitudes de los adultos y pares significa tivos. Freud formuló la idea de que el ello sufre varias transfigu raciones en el curso del desarrollo psicosexual del individuo, las cuales, por consiguiente, alteran el contenido del yo y el superyó. Erikson modifica este supuesto atribuyendo igual importancia al yo, síntesis de la experiencia anterior y pre sente. El yo « ...p e rm ite que el hombre reúna los dos grandes desarrollos evolutivos, su vida interior y su proyecto social» [51, pág. 149]. El yo no es aquí el producto freu- diano de las presiones del ello y el superyó; Erikson señala más bien la fuerza y la debilidad relativas del yo, que delinea el curso del desarrollo psicosexual y que decide el «destino» de cada individuo; la dirección de la conducta individual está determinada por la capacidad del individuó para desa rrollar y utilizar sus procesos yoicos. Los mecanismos de defensa freudianos dejan de ser importantes para el manejo de los procesos del ello; el eje fundamental es ahora la naturaleza de los procesos del yo — el juego, el lenguaje, el pensamiento y los actos— . Estas son las maniobras de adap tación ante las influyentes fuerzas internas y externas. Por consiguiente, la adaptación viene a ser no solo un modo, sino también un triunfo de la vida humana. El núcleo del funcionamiento humano En total acuerdo con Freud, Erikson supone que los aspec tos emocionales ( libidinosos) de la vida impregnan todas las funciones humanas. La naturaleza del contenido emocional, o la calidad de las relaciones interpersonales, determinan el núcleo básico de la estructura del hombre. Por lo tanto, Erikson, al igual que Freud, se interesa por la relación emo cional entre las personas, más que por la personalidad en sí misma. La vida de cada individuo — su modo de percibir, pensar, hacer y sentir-— depende sobre todo del equilibrio relativo de jos tres procesos afectivos fundamentales: el ello, el yo y el superyó. En el desarrollo del niño, el juego es particularmente im 31 portante. Erikson piensa que constituye una de las princi pales funciones del yo. El juego generalmente implica tres dimensiones fundamentales: 1) el contenido y la configu ración de sus partes, que crean e l tema subyacente: 2) los componentes comunicativos verbales y no verbales; y 3) los modos de conclusión, o interrupción del juego. El juego se vincula con la experiencia de vida que el niño intenta repetir, dominar o negar con el fin de organizar su mundo interior en relación con el exterior. Además, el juego entraña autoenseñanza y autocuración: «E l niño utiliza el juego para compensar las derrotas, los sufrimientos y las frustraciones, en especial las que se originan en un uso limitado, técnica y culturalmente, del lenguaje» [53, pág. 561]. «Jugar a tal o cual cosa» es una expresión común paraesta forma de con ducta. En la niñez, la actividad lúdicra se convierte en el medio de razonar y permite que el niño se libere de los límites impuestos al yo por el tiempo, el espacio y la reali dad, manteniendo al mismo tiempo una noción de realidad, porque él y los demás saben que se trata «solo de un juego». En otras palabras, el juego constituye el medio de autoexpresión más adecuado del yo, del mismo modo que los sueños permiten expresarse al ello. Para Erikson, el niño que juega se encamina hacia una nueva forma de dominio y hacia nuevas etapas de desarrollo. Dicho autor cita a William Blake: «Los juguetes del niño y las razones del anciano son el fruto de las dos estaciones» [25, pág. 195]. Además de destacar, como Freud, la gravitación de las ex periencias de los primeros años, Erikson reconoce la posi bilidad de que existan diferencias constitucionales en cuan to a la sensibilidad inicial. Sin embargo, básicamente los primeros dos años de vida, los años de formación, suminis tran los fundamentos de toda motivación ulterior y de las disposiciones personales. Erikson subraya que los mismos fac tores que determinan las relaciones interpersonales san»", contribuyen al establecimiento de relaciones patológicas. 'L¡ perturbación de la personalidad constituye un desequilibro «de la economía libidinosa total». La desviación emocional no es un producto ni una condición irreversible; una perso nalidad desviada posee una configuración diferente de ros mismos procesos en curso de desarrollo que hallamos en una personalidad sana. Erikson propone tres logros del yo como 32 prerrequisitos para una personalidad madura y sana: «1 ) la conciliación del orgasmo genital y las necesidades sexuales extragenitales; 2 ) la conciliación del amor y la sexualidad; 3} la conciliación de las pautas procreadoras sexuales y pro ductoras de trabajo» [25, pág. 87], Los rasgos característicos de una personalidad madura y sana serían, en resumen, la felicidad individual combinada con la ciudadanía responsable. El recién nacido Desde el punto de vista orgánico, el bebé recién nacido no es muy distinto de su contraparte prenatal; psicológicamen te, ya está dotado de personalidad; tiene su herencia indivi dual, así como todas las potencialidades innatas para un desarrollo original de la personalidad. Sin más explicaciones, Erikson supone que las diferencias sexuales determinan di ferentes experiencias de desarrollo y que el ambiente gravita profundamente en el nacimiento — es posible que aun antes del mismo— . En conjunto, el individuo continúa siendo un participante activo en la formación de su propio destino. A medida que un niño madura, influye sobre la familia, pero también sufre la influencia de esta. La sociedad necesita del recién nacido para prolongarse, y este necesita de la sociedad para su propia crianza. El ambiente físico, social, cultural e ideacional Los influjos del ambiente físico, social e ideacional corren parejos con los procesos biológicos y psicológicos innatos que plasman el desarrollo de la personalidad. Por ejemplo, gran parte del futuro de un individuo depende de un hecho casual — v. gr., el modo como una persona dada reacciona frente a él— o del lugar o del tiempo en que ocurre tal acontecimiento. Las fuerzas ambientales limitan y al mismo tiempo liberan al individuo. El ambiente típico ofrece am plio margen para la elección individual, y el individuo quiere que su sociedad lo diríja así como la sociedad desea dirigirlo. Puesto que en la civilización avanzada hallamos una división del trabajo, el niño moderno se encuentra en manos de dife 33 rentes adultos, que lo educan, le enseñan y ayudan, y que asumen la responsabilidad de establecer un equilibrio ade cuado entre su conducta, su aprendizaje y su bienestar. Nor malmente, cada adulto tiende a dirigir el desarrollo natural del niño haciendo hincapié en la gama circunscripta por su sociedad y su herencia, y con el tiempo las pautas poten ciales adoptan la forma de una pauta de vida.; el individuo se ajusta poco a poco a un estilo particular de vida. Además de servir como guía para la formación del individuo, los conceptos religiosos e idealistas ayudan a este en la búsqueda de un futuro que trascienda los datos inmediatos de su vida. Cada individuo necesita una explicación clara de la exis tencia a la luz de una teoría o una creencia inteligible. La religión y la ideología proporcionan una explicación que el hombre necesita y que excede los límites de la razón indi vidual. La cultura enriquece el aspecto humano de la vida. El hom bre vive movido por fuerzas instintivas, y la cultura insiste en el uso «apropiado» de estas fuerzas. Es el medio cultural, según como el individuo lo interprete, el que selecciona la naturaleza de cada experiencia individual. El niño y sus padres nunca están solos; por intermedio de la conciencia del progenitor, las generaciones contemplan los actos del niño, con su aprobación le ayudan a integrar sus relaciones, o con su desaprobación las dividen en innumerables detalles perturbadores [47]. El infante realiza sus primeras expe riencias en la sociedad mediante su propio cuerpo. Los con tactos físicos significativos son los primeros hechos sociales del niño y constituyen los comienzos de las pautas psicoló gicas de su conducta social ulterior. Los modos básicos en que una cultura, una clase o un grupo étnico organizan la experiencia se trasmiten a las primeras experiencias corpo rales del infante y vinculan permanentemente al niño con su medio original. En general, dicho adoctrinamiento cultural temprano se trasmite y se percibe inconscientemente. Erikson supone que la adolescencia prolongada que obser vamos en la mayor parte del mundo occidental crea una distancia considerable entre la maduración psicosomática y psicosocial, y afecta el desarrollo de la personalidad de un modo similar al que se manifiesta en los años de formación de la niñez temprana: «Es humano tener una niñez pro 34 longada; es civilizado tener una niñez aún más prolongada. La niñez prolongada hace del hombre un virtuoso técnico y mental, pero también deja en él un perdurable residuo de inmadurez emocional» [25, pág. 12]. Erikson supone que las grandes variaciones entre las culturas y los grupos sociales no aportan variables independientes ni explican las diferencias individuales. Concibe a estas últimas como factores recíprocos e interrelacionados. El entrena miento del niño sirve para mantener vivo y sano al pequeño individuo dependiente; también sirve automáticamente como garantía de la continuación y preservación de las cualidades particulares de una sociedad. «En cada paso, el niño que crece debe extraer un vitalizador sentido de realidad a partir de la conciencia de que su propio modo de asimilar la expe riencia (su síntesis del yo) es una variante eficaz de una identidad grupal y concuerda con su plan espacio-tempo ral y de vida» [25, pág. 208], Más recientemente, Erikson destacó que estamos ante un divorcio entre la cultura tradi cional y las tareas de la sociedad actual. Este nuevo énfasis se trasmite también a la crianza de los niños, a medida que estos perciben la conciencia de pares de sus padres y la preocupación parental por las variables culturales contempo ráneas y una nueva «sociedad en construcción» [38, pág. 41]. En suma, el niño que se desarrolla necesita de la socie dad, y esta de él. El concepto de desarrollo en Erikson El desarrollo es un proceso evolutivo que se funda en una secuencia de hechos biológicos, psicológicos y sociales expe rimentada universalmente, e implica un proceso autotera- péutico destinado a curar las heridas provocadas por las crisis naturales y accidentales inherentes al desarrollo. En sí mismo, este último «consiste en una serie de infancias que reclaman una variedad de subambientes, de acuerdo con la etapa que el niño haya alcanzado y el ambiente vivido en las etapasprevias» [62a, pág. 304]. Las primeras cinco etapas de Erikson son esencialmente una reformulación y ampliación de las etapas de desarrollo psico- >5 sexual de Freud. Sin embargo, para Erikson constituyen fases en constante movimiento; un individuo nunca tiene una per sonalidad, siempre está volviendo a desarrollar su persona lidad. En la concepción de este autor, una fase se distingue por su propio tema de desarrollo, por su relación con las fases anteriores y ulteriores, y por el papel que desempeña en el plan total de desarrollo. El desarrollo sigue un curso en zigzag de una fase a otra; pero se lo conoce por su regula ridad fundamental. La vida se ajusta a una secuencia epige- nética, y la conciencia de*este hecho ayuda a los padres a alcanzar «una convicción casi somática de que lo que están haciendo tiene sentido» [63, pág. 107]. Erikson cita a Ben jamín Spock: «Para ser un buen padre uno tiene que creer en la especie — de un modo o de otro— » [63, pág. 109]. De hecho, según Erikson, el progenitor y el niño solo per ciben el sentido real del desarrollo y se comunican entre sí su comprensión inconsciente de los procesos de desarrollo a medida que relacionan su historia conjunta de desarrollo. Aunque en la exposición que sigue no se mencionen estas comunicaciones inconscientes, su presencia debe considerarse un hecho real. Puede afirmarse que un recién nacido es un «generalista» que tiende a acentuar su especialización durante una niñez cada vez más prolongada [45, pág. 606], En cada fase de desa rrollo el individuo debe afrontar y dominar cierto problema fundamental, que es su dilema en ella. La crisis de desarrollo subyacente es universal, y la situación particular se define culturalmente. A modo de ilustración, señalaremos que en muchas culturas occidentales se trata el destete como si fuese una crisis de desarrollo; en realidad, es la primera crisis en el aprendizaje del desarrollo de la confianza — confianza en la regularidad y en la posibilidad de vaticinar los hechos fun damentales de la vida, y aceptación del cambio como parte de ella— . A medida que se resuelve cada dilema, el individuo puede pasar a la fase siguiente. Por lo tanto, el desarrollo es un proceso continuo en el que cada fase tiene la misma jerarquía como parte del continuo, pues halla su antecedente en las fases anteriores y su solución final en las ulteriores. Cada etapa sucesiva ofrece la posibilidad de nuevas solu ciones a los problemas previos, y al mismo tiempo siempre existe un elemento de conservadorismo, porque cada adqui 36 sición temprana perdura en una u otra forma en las fases posteriores. Las etapas de desarrollo constituyen el calendario del yo y reflejan la estructura de lás instituciones sociales pertinentes. Un individuo pasa a la fase siguiente tan pronto está prepa rado biológica, psicológica y socialmente, y cuando su pre paración individual coincide con la preparación social. Cada fase introduce una nueva serie de cargas sociales intensivas, y, en conjunto, las fases abarcan una serie de cargas institui das en la vida humana. Hay tres variables esenciales: pri mero, las leyes internas del desarrollo que, como los procesos biológicos, son irreversibles; segundo, las influencias cultu rales, que especifican el índice deseable de desarrollo y fa vorecen ciertos aspectos de las leyes interiores a expensas de otros; y tercero, la reacción idiosincrásica de cada indi viduo y el modo particular de manejar su propio desarrollo en respuesta a los reclamos de su sociedad. Debe señalarse que la regresión temporaria en cualquiera de las diferentes áreas fundamentales del desarrollo es considerada como un subproducto natural del proceso de desarrollo. Para demos trar la fe de Erikson en el poder del yo, citamos esté comentario optimista: «Los niños “ se rompen” una y otra vez, y a diferencia de Humpty Dumpty, se reconstituyen nuevamente» [63, pág. 83]. Este poder de integración del yo establece puentes entre etapas que en caso contrario serían inevitablemente discontinuas. Al mismo tiempo, en cada fase de desarrollo se reúnen dos fuerzas contrarias que exigen una solución conjunta o síntesis. La coexistencia de dichas fuerzas contrarias genera los auténticos desafíos al yo y la activación de éste alrededor de las oportunidades ofrecidas en cada fase de desarrollo. La solución eficaz de los conflictos de cada fase provoca un movimiento ascen dente en la escala de madurez. Erikson compara las contra partes negativas de cada fase con los riesgos de descompo sición en el metabolismo del cuerpo [58 ]. Siempre hay ries gos físicos y psicológicos, y el individuo debe superarlos para impedir la descomposición y el deterioro. El retraso o el fracaso del desarrollo despojará al individuo de su posible supremacía y amenazará toda su jerarquía de desarrollo. Erikson describe ocho etapas epigenéticas de desarrollo (las tres últimas corresponden a la adultez), pero la primera 37 y la última de la niñez (fases I y V) han recibido una aten ción más cuidadosa que las restantes fases infantiles. Puede que su especial interés responda a la fascinación que ejercen en él estos períodos y a su importancia estratégica para los esfuerzos contemporáneos en torno de la crianza en el mundo occidental. Es posible concebir cada fase como una crisis vertical, que culmina en una solución psicosocial individual, y al mismo tiempo como una crisis horizontal, que exige resolver satis factoriamente, desde el punto de vista personal y social, el problema de las fuerzas motivacionales. La infancia, la niñez y la adolescencia abarcan las primeras cinco fases: 1) sentido de la confianza básica; 2) sentido de la autonomía; 3) sen tido de la iniciativa; 4) sentido de la industria; y 5) sentido de la identidad. Las tres fases de la adultez son: 6) senti do de la intimidad; 7) sentido de la generatividad; y 8) sentido de la integridad. Erikson antecede intencionadamente el título que describe cada fase con la expresión «sentido de», porque el sentimiento afectivo de haber logrado la rea lización de una etapa de confianza, autonomía, iniciativa, etcétera, o de verse frustrado en la empresa es el factor determinante de mayor importancia para el desarrollo de las fases sucesivas. El individuo que se desarrolla procura domi nar el tema de la fase (y superar sus acechanzas). Alcanzar un «sentido de» positivo — es decir, una idea de competencia en las esferas más relevantes para ese punto particular de su desarrollo— se transforma, por consiguiente, en el problema más importante para cada individuo. Por lo tanto, recomen damos al lector que inserte mentalmente la expresión «sen tido de. . . » dondequiera que el autor utilice sin aditamen tos, en honor a la brevedad, los rótulos descriptivos de Erikson. Además, este último utiliza la palabra versas para indicar la lucha vital entre los dos polos.6 Debe señalarse que el reconocimiento de que el desarrollo continúa una vez superadas la fase y la edad de la adoles cencia constituye en sí mismo un descubrimiento contempo 6 E l autor ha parafraseado la palabra versus de Erikson, con el fin de describir más específicamente el proceso observado en el niño que se desarrolla, y para evitar la implicación errónea de que los movimientos contradirecdonales pueden neutralizarse mutua mente. 38 ráneo original.7 En el estudio del desarrollo infantil, la comprensión del período total de desarrollo es esencial, sobre todo porque el adulto que presta ayuda afronta sus propias tareas de desarrollo a la par que sirve también como instru mento del desarrollo del niño. I Fase I: Adquisición de un sentido de la confianza básica al mismo tiempo que se supera un sentido de la desconfianza básica: Realización de la esperanza Erikson ubica el fundamento de todo el desarrollo ulterior en esta primera fase: la adquisición de esperanza [6 5 ]. Des pués de una vida de regularidad rítmica, calor yprotección en el útero, el infante experimenta la realidad de la vida en sus primeros contactos con el mundo exterior. Aunque nació desnudo, dócil y vulnerable, . . .posee una apariencia y una serie de respuestas que des piertan la ternura de los adultos que lo cuidan y provocan en ellos el deseo de atender a sus necesidades ( . . . ) la vul nerabilidad de su condición de recién nacido y la manse dumbre de su inocente estado de necesidad tienen su propio poder. Los bebés están indefensos, pero tienen madres a su disposición, familias que protegen a las madres, sociedades que sostienen la estructura de las familias y tradiciones que confieren continuidad cultural a los sistemas de cuidado y educación [51, págs. 150-51]. El niño desarrolla un sentido de la expectativa gracias a una mezcla de confianza y desconfianza. Su sentido de la con fianza básica —como factor opuesto a un sentido de la des confianza básica— se convierte en el tema crítico de su pri mera fase de desarrollo. En el caso del neonato, el sentido de la confianza exige una sensación de comodidad física y una experiencia mínima del temor o la incertidumbre. Si se le aseguran estos elementos, 7 Platón y muchos otros filósofos del pasado han descripto etapas de desarrollo posteriores a la adolescencia. Sin embargo, en esencia los modernos teóricos del desarrollo se han referido solo al desarrollo de la niñez como si no hubiese un desarrollo adulto continuo. 39 extenderá su confianza a nuevas experiencias. Por el contra rio, las experiencias físicas y psicológicas insatisfactorias de terminan un sentido de la desconfianza, y conducen a una percepción temerosa de las situaciones futuras. Un sentido de la confianza básica ayuda al individuo a crecer psicológicamente y a aceptar de buena gana las experiencias nuevas. Cada vez que su confianza le dé buenos resultados, se acentuará la tendencia a las expectativas favorables res pecto de nuevas experiencias, las cuales siempre ofrecerán ocasiones para sentir desconfianza. Sin embargo, el niño pequeño debe aprender a confiar aun en su propia descon fianza. Por ejemplo, el hecho de confiar en la experiencia de meter en la boca objetos nuevos también incluye la des confianza frente a lo desconocido. Solo la atmósfera confia ble de su ambiente inmediato mantiene su equilibrio general de confianza. A lo largo de la infancia, la fe y la convicción de los padres aseguran la confianza básica del pequeño en el bienestar y el orden de su universo, y su auténtica depen dencia respecto del mismo — incluida la confianza en lo desconocido y lo imprevisible— . Los propios padres pueden hallar seguridad frente a sus sentimientos de incertidumbre y desconfianza por medio de la religión o la filosofía. En general, la primera y fundamental tarea de desarrollo, que consiste en establecer el sentido de la confianza básica, coincide con el rápido período de maduración de la infan cia. Es un período durante el cual el crecimiento del cuerpo puede ser abrumador y suscitar considerable desconfianza, a menos que nuevos modos de conducta corporales ofrezcan una adecuada compensación. El mantenimiento de las fun ciones corporales representadas por la respiración, la inges tión, la digestión y los movimientos motores son las únicas preocupaciones del organismo joven, y estas últimas incluyen su finalidad inmediata de interacción con el medio. Por lo tanto, las experiencias corporales proporcionan la base, de un estado psicológico de confianza; las sensaciones corporales se convierten en la primera experiencia «social», y la mente del individuo las generaliza para utilizarlas como referencia futura. Que el infante se convierta en una persona confiada y satisfecha de la sociedad, o en una desconfiada y exigente, preocupada por las necesidades corporales, depende en gran medida de cómo se lo trate en esta primera fase. 40 Antes de continuar ocupándonos del entrelazamiento de las condiciones físicas y psicológicas, será necesario rastrear el origen de todas las.fuerzas psicológicas. La energía psico lógica ( libido) aparece con el nacimiento e impulsa al orga nismo a sobrevivir y evitar la destrucción. Esta energía se desenvuelve a partir de la experiencia psicosocial, de las sensaciones corporales, las necesidades somáticas y la res puesta ambiental a estas sensaciones. Tales hechos orgánico- sociales generan la energía libidinosa y se expresan mediante los procesos del ello. La energía libidinosa indefinida, «ex cedente», no asociada hasta ahora con ninguna experiencia de vida, adopta la forma de fuerzas potenciales del ello, dis puestas a hallar expresión cuando y donde parezca apropiado. Si bien la energía libidinosa se manifiesta primariamente en las funciones del ello, también se muestra en los primeros rasgos de las funciones del yo. El llanto y- lá succión del infante, los reflejos visuales y los movimientos motores están dotados de energía libidinosa, pero luego se establece paula tinamente el control cortical (Eriksón reconoce que la ma duración neurológica es un componente importante del desa rrollo del yo) y se convierten en procesos diferenciados del yo; hasta aquí no es posible discernir todavía las funciones del superyó. El infante depende totalmente de la atención y el control externos. La energía libidinosa se entrelaza estrechamente con las zonas corporales, en torno de las cuales se desenvuelven las más decisivas experiencias de vida; por consiguiente, estas zonas se transforman en centros erógenos significativos de los pro cesos del ello y el yo potencial. Durante los primeros 3 a 4 meses, gran parte de la rutina del infante se centra alrededor de la absorción de aire, alimento, luz,- sonido y otros estí mulos corporales. Los contactos más regulares y significa tivos entre el infante y su medio social se realizan a través de la absorción de alimento; su boca y su actividad de suc ción establecen el contacto primario con el mundo exterior; el contacto oral y la succión alivian una sensación generali zada de incomodidad y constituyen en sí mismos una fuente de satisfacción. Así, el infante se encuentra oralmente con su sociedad; recibe y da amor con su boca, mediante la con ducta modal de incorporación; sin embargo, no es la duración del contacto oral ni la cantidad de alimento y de succión lo que determina la calidad de la experiencia, sino la naturaleza de los contactos interpersonales que regulan dichos vínculos orales y la incorporación oral — es decir, la calidad de la comodidad física y psicológica inspirada por la alimentación y su conclusión— la que determina el sentimiento del orga nismo joven con respecto a su vida social temprana. La madre, o la persona que cuida al niño, le acerca a este el mundo social. El medio se expresa a través del pecho de la madre, o del sustituto, que es la mamadera. El amor y el placer de la dependencia, tan importantes en esta fase, son trasmitidos al niño por el abrazo de la madre, su reconfor tante calidez, su sonrisa y el modo en que ella le habla. Pronto el pequeño infante incorpora las cualidades orales, olfatorias, visuales, auditivas y motoras, a medida que se acentúa el desarrollo de las mismas. Erikson habla de una etapa oral-respiratoria-sensorial en la cual todos los contactos sociales implican un modo incorporativo. La calidad de un sentido de la confianza o de la desconfianza se halla estre chamente relacionada con la primera modalidad social — la aceptación del medio tal cual es— . La experiencia emocional depende de la reciprocidad del recibir y el dar, y entraña el grado de relajación y confianza vinculados con estos actos. El organismo joven aprende a regular su sistema de acuerdo con el modo en que están organizados los métodos de aten ción infantil del ambiente materno. El infante coordina el recibir y el confiar como una sola experiencia, de acuerdo con el modo en que su madre o cualquier otra persona funda mental
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