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El ministerio médico 2001

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El ministerio médico
Ellen G. White
2001
Copyright © 2012
Ellen G. White Estate, Inc.
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Este libro electronic es proporcionado por Ellen G. White Estate.
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el sitio de Elena G. De White Estate Web.
Sobre el Autor
Ellen G. White (1827-1915) es considerada como el autor más
traducido de América, sus obras han sido publicadas en más de
160 idiomas. Ella escribió más de 100.000 páginas en una amplia
variedad de temas espirituales y prácticos. Guiados por el Espíritu
Santo, que exaltó a Jesús y se refirió a las Escrituras como la base
de la fe.
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G. de White en mail@whiteestate.org. Estamos agradecidos por su
interés y comentarios y les deseo la bendición de Dios a medida que
lee.
I I
mailto:mail@whiteestate.org
I I I
Prefacio de la primera edición
Cómo preservar y mejorar la salud, y cómo prevenir y tratar la
enfermedad son problemas realmente vitales en el mundo médico
contemporáneo. Nunca antes en la historia de la familia humana
estos grandes temas habían recibido el estudio serio, intenso y cien-
tífico, ni la amplia publicidad que se les está dando actualmente.
La ciencia médica ha hecho un progreso maravilloso en todas sus
ramificaciones durante la última mitad del siglo. La enumeración
y la explicación de los descubrimientos, el desarrollo y los logros
alcanzados en este vasto ramo del interés y el bienestar humanos,
requerirían varios tomos. El conocimiento que se ha obtenido en
el estudio exhaustivo de estos temas fundamentales se ha ofreci-
do al público en volúmenes altamente científicos y técnicos, como
también en forma de divulgación en libros, revistas, periódicos y
conferencias.
Esta obra, titulada El ministerio médico, es una valiosa contri-
bución más a las necesidades del mundo en la esfera del bienestar
físico, mental y espiritual. Es única en sus alcances. Identifica y re-
comienda lo verdaderamente científico en las causas y el tratamiento
de las enfermedades. Coloca un fuerte énfasis en la atención cuida-
dosa de todo lo que tiene que ver con la prevención de las dolencias.
Y aún más, la autora reconoce que el pecado, la transgresión de la
ley divina, es la causa primaria de la enfermedad, el padecimiento y
la muerte.
Puesto que la autora sostiene que la transgresión de la ley moral
induce al desacato de las leyes físicas y mentales, da gran impor-
tancia a la obediencia de la ley moral como una condición funda-[ii]
mentalmente necesaria para la salud perfecta. Y la obediencia a
la ley moral, se recuerda, se puede rendir solamente por medio de
la aceptación de Cristo el Redentor del hombre arruinado por la
transgresión, y la unión con él. De aquí que se afirma que el remedio
perfecto para las enfermedades de la raza caída es la combinación,
I V
la apreciación y la observancia de las leyes espirituales, mentales y
físicas de nuestro ser.
Es la vastedad del campo de instrucción que se expone en EI
ministerio médico, lo que recomienda tan altamente esta obra al
público. Esta instrucción no es técnica; la puede entender la persona
común. Los requerimientos expuestos para la felicidad y la salud
espiritual, mental y física, son tan racionales que se pueden cumplir
fácilmente. Lo referente a la prevención de la enfermedad es de
valor inestimable, pues, como lo dice el antiguo adagio, una onza de
prevención vale más que una libra de curación.
La señora Elena G. de White, la autora, dedicó casi setenta años
de su vida aplicada y activa, al ministerio del evangelio. En su ju-
ventud fue una inválida. En sus primeros años de vida matrimonial
luchó contra un corazón débil, con el cáncer y con otras indisposicio-
nes. A la edad de treinta y seis años experimentó un gran despertar
referente a la temperancia y su relación con la salud, a la eficiencia
física y mental como también a la vida cristiana. El estricto apego
al conocimiento obtenido en cuanto a las leyes de la mente y del
cuerpo le trajeron gran alivio y restauración, y desde aquel tiempo
hasta el fin de sus arduas labores, un período de casi cincuenta años,
fue una exponente de los principios de la salud y la temperancia.
En 1865 la señora Elena G. de White hizo una apelación a la
Iglesia Adventista del Séptimo Día, de la cual era miembro, para
que se estableciera una institución médica en la cual se diera a los [iii]
enfermos un tratamiento racional y sin drogas para sus enfermeda-
des, y también se les proveyera instrucción referente a las leyes de
la salud. En respuesta, tal institución se estableció en Battle Creek,
Míchigan. Esta empresa tuvo gran éxito. La institución creció en
forma extraordinaria y por casi medio siglo ha sido conocida extensa
y favorablemente como el Sanatorio de Battle Creek. A través de los
años subsiguientes se han establecido muchos sanatorios similares
en diferentes partes de Estados Unidos y en muchos otros países del
mundo.
Los fideicomisarios del Patrimonio de la señora White, habiendo
encontrado en sus cartas y archivos de los manuscritos muchos
documentos hasta aquí no publicados que contienen instrucción
valiosa para médicos, enfermeros, administradores de sanatorios,
auxiliares, evangelistas y obreros evangélicos, creen que este valioso
consejo debe llegar hasta el público. Nuestra sincera esperanza es
que este libro pueda convertirse en una gran bendición para sus
lectores, y por medio de ellos, para la inmensa cantidad de personas
a quienes puedan servir.
A. G. Daniells.
[iv]
Prefacio de la segunda edición
Fondo histórico de los escritos de Elena G. de White acerca de
la salud
La demanda continua que han tenido los libros de Elena G. de
White ha hecho necesaria su frecuente reimpresión y ocasionalmente
también ha requerido nuevas ediciones. Esta obra, publicada ini-
cialmente en 1932, aparece ahora en una segunda edición. Aunque
el tipo de letra y el tamaño de las páginas han sido alterados para
colocarlos en conformidad con el tamaño popular de la Biblioteca
del Hogar Cristiano, el texto no se ha cambiado y la paginación
se mantiene como en la impresión anterior. Así la nueva edición
permanece invariable con respecto a las referencias que se hacen de
ella en el Índice general de los escritos de Elena G. de White.
El ministerio médico fue el primer libro de Elena G. de White,
compilado mayormente de fuentes no publicadas, que vería la luz
después de la muerte de la autora. Las instrucciones que la señora
White dio a su junta de fideicomisarios sirvió de guía en la publica-
ción de esta obra. En su autorización a la junta, hizo provisión “para
la impresión de compilaciones de mis manuscritos.” Ella reconoció
que en las comunicaciones que dirigió a individuos y a instituciones
a través de los años había consejos que serían de gran ayuda a la
causa en general.
El ministerio médico ocupó su lugar junto a otros libros de la
misma autora, después de lo cual se han publicado nuevas obras
sobre el tema de la salud. Ya que este es sólo un eslabón de una ca-
dena de libros dedicados a este importante asunto, parece apropiado
hacer un recuento histórico de las varias producciones de Elena G. [v]
de White, tanto en el pasado como en el presente, quese relacionan
con los principios de la salud y la obra médica. Esto ayudará al
lector a identificar las publicaciones en circulación y las que ya no
se imprimen, en este campo vital.
V I I
En 1848 Elena G. de White recibió instrucción referente a la
naturaleza dañina del té y el café; y en 1854 se le impartió luz sobre
la importancia de la limpieza y el uso de alimentos no altamente
refinados ni demasiado grasosos. Sin embargo, no fue sino hasta
1863 que recibió la primera visión general con relación a la reforma
pro salud. Acerca de ella escribio: “Fue en la casa del hermano A.
Hilliard, en Otsego, Míchigan, el 6 de junio de 1863, donde el gran
tema de la reforma pro salud se abrió ante mí en visión”.—The
Review and Herald, 8 de octubre de 1867. En visiones subsiguientes
se le presentaron muchos detalles concernientes a este tema, y estas
visiones constituyeron la base para escritos más detallados en lo
relativo a la salud y a la conducción de la obra de la salud en la
Iglesia.
Los primeros artículos de Elena G. de White sobre salud
La primera presentación general escrita por la señora de White
sobre el tema de la salud apareció en un capítulo de treinta y dos
páginas titulado “La salud.” Este se publicó en Spiritual Gifts (Dones
espirituales) 4:120-151, en el verano de 1864. En este artículo expuso
en forma condensada los grandes principios que se le dieron en la
visión de 1863. Este material está disponible hoy en reimpresión en
forma de facsímil de los volúmenes de Spiritual Gifts.
Reconociendo de alguna manera la magnitud de la obra de guiar
a 3500 adventistas del séptimo día hasta una comprensión plena
del mensaje de la reforma pro salud, en 1865 Jaime y Elena White[vi]
publicaron seis folletos titulados “La salud, o cómo vivir.” Cinco de
ellos contenían sesenta y cuatro páginas, y uno, ochenta páginas. En
cada uno había un artículo de la pluma de Elena de White, titulado,
“La enfermedad y sus causas.” Junto con los artículos de la señora
White había materiales afines tomados de los escritos de médicos
y ministros, y artículos especialmente preparados por Jaime White
y otros, para estos tratados. Cada uno estaba dedicado a un tema
de salud fundamental: el régimen alimentario, el matrimonio y la
vida hogareña, el uso de las drogas, el cuidado de los enfermos y la
higiene, el cuidado de los niños y la vestimenta apropiada para éstos,
como también la vestimenta saludable. En 1899 y en 1900, los seis
mensajes de Elena G. de White fueron publicados como artículos en
la Review and Herald. En 1958 fueron incluídos en un apéndice de
sesenta y nueve páginas en el tomo dos del libro Mensajes selectos.
El artículo titulado “Una apelación a las madres” fue al comienzo
un tratado de salud sobre un área más especializada, y se imprimió
en 1864 en un folleto con ese título. En 1870 Jaime White lo incluyó,
como una contribución, en una obra de 270 páginas titulada Una
solemne apelación referente al vicio solitario. Amplias porciones de
este artículo aparecen hoy en La conducción del niño en la sección
titulada “La preservación de la integridad moral.” Los mismos con-
sejos básicos se encuentran en Testimonios para la iglesia, tomos 2
y 5.
La temperancia cristiana y la higiene bíblica, 1890
Una obra titulada La temperancia cristiana y la higiene bíblica se
publicó en 1890. La primera porción, La temperancia cristiana, fue
escrita por Elena de White y la segunda, acerca de la Higiene bíblica,
fue compilada de los escritos de Jaime White. En las primeras 162
páginas la señora White presentaba principios básicos de salud [vii]
en una forma más popular y abarcante. Cincuenta años después
este material formó la base para el libro El ministerio de curación.
Además 9 de los 18 capítulos escritos por la señora de White en el
libro de 1890 fueron reimpresos total o parcialmente en 1923, en
Consejos sobre salud y en Fundamentos de la educación cristiana.
Los otros capítulos fueron detalladamente utilizados en El ministerio
de curación.
La vida saludable, 1897
En 1897, mientras la señora White estaba en Australia, el doctor
David Paulson, entonces obrero del Sanatorio de Battle Creek, com-
piló un gran número de extractos y párrafos de los escritos de Elena
White referentes a la salud, y los arregló en orden temático. Esta
colección, titulada La vida saludable, apareció ocho años antes de la
publicación de El ministerio de curación. El libro, de 284 páginas, se
convirtió en una ayuda valiosa para la enseñanza, y se hicieron por lo
menos tres impresiones de este trabajo. No obstante, con la aparición
de El ministerio de curación, en 1905, la compilación de Paulson
se dejó de publicar. La señora White apreció esta compilación, pero
por supuesto carecía de la continuidad que caracteriza sus libros.
El ministerio de curación, 1905
La señora White hizo una presentación completa del tema de
la salud en El ministerio de curación, un libro de 516 páginas que
dirigió tanto a lectores adventistas como a no adventistas, de Nor-
teamérica y el extranjero. Al preparar sus cuarenta y tres capítulos
dependió ampliamente del material publicado en La temperancia
cristiana y en La higiene bíblica, aunque amplió y escribió de nuevo
el material. Al tiempo del fallecimiento de la señora White en 1915,
éste era su único libro obtenible referente a la salud.[viii]
Consejos sobre salud, 1923
Los amplios principios de la vida saludable se habían presentado
en El ministerio de curación. Sin embargo, en los artículos de la
señora White que habían aparecido en los periódicos de la iglesia,
en los Testimonios para la iglesia; y en ciertos libros que ya no
se imprimían, había muchos mensajes adicionales. Estos contenían
instrucción necesaria relativa a los principios de la salud, al manejo
de las instituciones adventistas del séptimo día y en cuanto a la
promulgación del mensaje de la salud. Los fideicomisarios del patri-
monio White reunieron dichos materiales en el libro Consejos sobre
salud, publicado en 1923. Este tomo, de 634 páginas, reunía todo lo
que había aparecido impreso en una u otra forma, transformándose
en una obra de gran servicio para la Iglesia y especialmente para el
personal médico.
El ministerio médico, 1932
La promulgación del mensaje de la salud fue por cincuenta años
un tema de la más alta preocupación para Elena G. de White. Ella
escribió más sobre el campo de la salud que sobre cualquier otro
tema de aconsejamiento. Muchos de sus documentos manuscritos,
dirigidos a médicos, administradores institucionales, enfermeras
y personal de sanatorios contenían consejos de importancia vital.
Las copias de estos escritos se guardaron en archivos. Muchos
de los consejos dan dirección a la obra médica. Otros, escritos en
tiempos cruciales durante el desarrollo de los diversos aspectos
de nuestra obra médica, son importantes amonestaciones. Algunos
fueron mensajes escritos para salvar a un obrero que enfrentaba un
peligro especial. La instrucción en sí misma es siempre actualizada.
Este libro, El ministerio médico, es en esencia una selección de
estos consejos dirigidos al personal médico y a otros vinculados con [ix]
las instituciones médicas adventistas del séptimo día. Los consejos se
han redactado y se han publicado para que otros puedan beneficiarse
de ellos. El prefacio fue escrito por A. G. Daniells, presidente por
muchos años de la Asociación General y uno de los fideicomisarios
escogidos por la señora White para cuidar de sus escritos. Cuando
se publicó el libro por primer vez, el pastor Daniells era también
presidente de la Junta del Colegio de Médicos Evangelistas.
Consejos sobre el régimen alimenticio, 1938
Para 1926 el doctor H. M. Walton, entonces maestro en el campo
de la nutrición en el Colegio de Médicos Evangelistas, reunió los
materiales de Elena G. de White, de fuentes publicadas y no publi-
cadas, que tenían relación con el tema del régimen alimentario y de
los alimentos en general. Este material, preparado en colaboración
con los fideicomisarios del Patrimonio White, fue impreso enLoma
Linda con fines didácticos, en una obra de 200 páginas, en rústica,
a dos columnas, titulada Estudios basados en los testimonios sobre
el régimen alimentario. Los materiales fueron ordenados por temas
para una referencia más fácil. Finalmente se discernió el valor de
una circulación más amplia de este material entre los adventistas del
séptimo día. Los fideicomisarios del Patrimonio White tomaron es-
tos materiales, omitieron algunas repeticiones, y los suplementaron
con nuevos materiales de fuentes no publicadas; también añadieron
algunas secciones; así salió a la luz lo que ha resultado ser la obra
más popular, el libro de 600 páginas Consejos sobre el régimen ali-
menticio. Sus consejos, ordenados en forma de temas y con un índice
cuidadoso, hacen que las declaraciones combinadas del Espíritu de
Profecía sobre la dieta, sean asequibles fácilmente para el estudio. [x]
La temperancia, 1949
El libro de 300 páginas adecuadamente titulado La temperancia,
coloca ante la iglesia toda la gama de consejos de la pluma de Elena
de White, tomados de todas las fuentes, publicadas y no publicadas,
que tienen relación con ese tema.
Aparecen allí como apéndice tres apelaciones que hace la autora
acerca de la temperancia. Este libro se ha convertido en un verdadero
manual para los obreros de la temperancia.
El ministerio de la bondad, 1952
La obra de bienestar social de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día combina la obra de la salud con las acciones de servicio cristiano
en el vecindario. En sus 350 páginas, El ministerio de la bondad
provee los consejos de Elena G. de White acerca de estos importantes
aspectos del ministerio. Las experiencias de la señora White en el
terreno del bienestar social culminan esta obra. Este libro también
es un manual en su campo.
Estos cinco volúmenes disponibles actualmente, junto con por-
ciones del tomo dos de Mensajes selectos, contienen toda la serie
de consejos de Elena G. de White sobre el tema de la salud y del
manejo de nuestra obra de la salud.
Consejos vitales para hoy
Es interesante observar que ha transcurrido un siglo desde que
se llamó la atención de los adventistas del séptimo día al tema
de la salud por medio de las visiones dadas a Elena G. de White.
Estos consejos han resistido el escrutinio más estricto de científicos
renombrados. Los hallazgos de investigadores serios añaden día a
día evidencia confirmatoria a la exactitud científica de los consejos
de Elena G. de White.
Cuando la señora White, una lega en el campo de la ciencia[xi]
médica, con una educación muy limitada, empezó en la década de
1860 a exponer sus puntos de vista sobre la salud, era natural que
algunos buscaran asociar sus exposiciones con los escritos de ciertos
médicos contemporáneos. A la sugerencia de parte de unos pocos de
que las opiniones de los que la rodeaban habrían sido la inspiración
real de sus escritos en el campo de la salud, ella respondió franca y
simplemente, después de referirse a la visión del 6 de junio de 1863:
“Yo no leí ninguna obra sobre salud hasta después de escribir
Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomos III y IV, Una apelación a
las madres, y hasta después de haber bosquejado la mayoría de mis
seis artículos para los seis Números de Cómo vivir. ...
“Al presentar el tema de la salud a amigos donde yo trabajaba
en Míchigan, en New England y en el Estado de Nueva York, y al
hablar en contra de las drogas y la alimentación a base de carne,
y en favor del agua, el aire puro y una dieta apropiada, a menudo
la respuesta era: ‘Usted habla muy parecido a las opiniones que se
enseñan en Las leyes de la vida y otras publicaciones de los doctores
Trali, Jackson y otros. ¿Ha leído usted esa publicación y esas obras?’
Mi respuesta fue que no lo había hecho, ni las había leído hasta
después de escribir completamente mis puntos de vista, no fuera que
se llegara a decir que había recibido mi luz sobre el tema de la salud
de parte de los médicos, y no del Señor”.—The Review and Herald,
8 de octubre de 1867.
De nuevo ese año al referirse a sus escritos sobre el tema de la
salud, ella declaró:
“Mis puntos de vista fueron escritos independientemente de los
libros o de las opiniones de otros”.—Manuscrito 7, 1867.
Ciertos hombres líderes en nuestras filas en 1864 comentaron [xii]
acerca de este punto en conexión con la publicación del artículo
de Elena G. de White en Una apelación a las madres. Después
de la presentación de 29 páginas que ella hace, se introdujo cierto
testimonio médico allí. Entre el artículo de Elena G. de White y
estas declaraciones de otros escritores, los fideicomisarios de la Aso-
ciación Publicadora de los Adventistas del Séptimo Día insertaron
la siguiente nota significativa:
“Hemos creído pertinente añadir a lo anterior los siguientes testi-
monios de hombres de alta posición y autoridad en el mundo médico,
que corroboran los puntos de vista presentados en las páginas pre-
cedentes. Y en justicia a la escritora de aquellas páginas, diríamos
que no había leído nada de los autores aquí citados, ni había leído
otros trabajos sobre este tema, en forma previa a colocar en nuestras
manos lo que ella ha escrito. Ella no es, por lo tanto, una plagia-
ria, a pesar de haber declarado verdades importantes a favor de las
cuales han dado testimonio hombres que merecen nuestra más alta
confianza.
Los Fideicomisarios.”
Para aquellos que sugerían que los escritos de la señora White
reflejaban las conclusiones de los innovadores médicos contemporá-
neos, uno sólo necesita observar los pronunciamientos conflictivos
de aquellos tiempos y preguntar: “¿Cómo podía una lega sin infor-
mación de aquel día conocer qué seleccionar y qué rechazar?” Pocos
de los conceptos populares de aquel día sobreviven, sin embargo
los consejos de la señora White no solamente permanecen hoy sino
que son reforzados por los últimos descubrimientos en clínica y
laboratorio.
Objetivos y condiciones de prosperidad constantes
Se han hecho grandes avances en el mundo médico desde la[xiii]
muerte de Elena de White en 1915. Aunque estos avances han
traído ajustes en los detalles de la práctica de la medicina, no han
hecho pasar de moda el valor terapéutico del “aire puro, el ejercicio,
la dieta apropiada, el uso del agua,” y “la confianza en el poder
divino,” los cuales Elena G. de White enumeró como “los remedios
verdaderos”. Mientras los métodos modernos de diagnóstico rápido
y de tratamiento de las enfermedades han acortado el tiempo en
que los pacientes deben permanecer en una institución médica, y si
bien es cierto que esto tiene su consecuencia sobre la operación de
las instituciones adventistas del séptimo día, los principios básicos
establecidos en los consejos de Elena de White constituyen una guía
segura y realizable hoy. Escribiendo reflexivamente, la señora White
declaró:
Mientras nuestra obra se ha extendido y las instituciones se
han multiplicado, el propósito de Dios en el establecimiento de ellas
permanece igual. Las condiciones de prosperidad son las mismas”.—
Testimonios para la Iglesia 6:224.
Se nos puede dar certeza una y otra vez de la permanencia
continua de estos consejos en las líneas médicas. Al estar de pie
frente al Congreso de la Asociación General en 1909, ella dijo:
“Se me ha mostrado que los principios que se nos dieron en
los primeros días del mensaje son muy importantes y deben ser
considerados, en realidad tan conscientemente hoy, como se hizo
entonces”.—Testimonios para la Iglesia 9:158.
Los principios se mantienen, aunque las circunstancias cambian-
tes pueden hacer necesarios ajustes en la aplicación de algunos de
los principios. En efecto, Elena G. de White escribió con relación a
la obra de la recién establecida facultad en Loma Linda: [xiv]
“No podemos establecer una línea precisa para que se siga incon-
dicionalmente. Las circunstancias y las emergencias se presentarán y
el Señor debe dar instrucción especial; pero si empezamos a trabajar
dependiendo completamente del Señor, velando, orando y andando
en armonía con la luz queél nos envía, no seremos dejados para
avanzar en tinieblas”.—Carta 192, 1906.
Los Testimonios y el significado de las palabras
El significado de ciertos términos también puede cambiar nota-
blemente en un período de años. Sin embargo, un estudio cuidadoso
de los principios básicos que se revelan mediante una acumulación
de consejos, aclara la intención de la autora y con ello el debido
curso de acción.
El estudiante de los consejos sobre salud de Elena G. de White
es consciente de la condenación frecuente del uso de drogas y la
apelación para el empleo de remedios sencillos. Hace cien años,
y por muchos años subsiguientes, los remedios que emplearon los
médicos fueron normalmente los que hoy reconocemos como vene-
nos potentes. La causa de la enfermedad era desconocida a menudo.
La teoría del germen todavía no estaba bien establecida y los tra-
tamientos usualmente atacaban los síntomas. Cualquiera que esté
familiarizado con la literatura médica de aquel tiempo reconoce la
alta tasa de mortalidad y la corta expectativa de vida; es consciente
de la naturaleza de muchos de los medicamentos que utilizaban los
médicos. Muchos murieron como resultado del uso de las drogas
prescritas.* La voz de Elena G. de White clamando contra este me-
nosprecio de la vida no era una voz aislada, ella hablaba con un
corazón que podía sentir y una mente iluminada e inspirada.
El estudiante cuidadoso evitará aplicar mal las referencias a las
drogas. No aplicará en forma general la condenación de las drogas
a los remedios probados, obtenidos por medio de la investigación[xv]
científica. Hallará al revisar las declaraciones de Elena G. de White,
colocando línea sobre línea y precepto tras precepto, que sus re-
ferencias a “las drogas fuertes,” a “las drogas venenosas” y al uso
de “medicinas que dejan tras sí efectos dañinos en el sistema,” son
factores calificativos que deben tomarse en cuenta. Ver las declara-
ciones compiladas sobre el uso de drogas en.—Mensajes selectos
2:319-327.
Descubrirá que la señora White empleó los medios curativos y
aprovechó las ventajas de los verdaderos avances de la ciencia médi-
ca durante los últimos años de su vida. Observará que su posición no
fue ni extrema ni fanática, sino racional y al día con los verdaderos
avances científicos, con una estimación conservadora de aquellos
hallazgos. Observará que en los consejos del Espíritu de Profecía
en cuanto a la salud, el énfasis está sobre la medicina preventiva.
Hay un llamamiento a cuidar el cuerpo, a cultivar hábitos sencillos
de vida y a aprovechar los agentes restauradores disponibles para
todos.
El personal médico, al buscar entender la prevención, la causa y
el tratamiento de la enfermedad, y al tratar de emplear la obra médica
como el “brazo derecho” del mensaje del tercer ángel, hallará que
estos consejos, advertencias y palabras de aliento, son de origen
divino, y constituyen una ayuda adecuada.
La Junta de Fideicomisarios de los Escritos de Elena G. de
White.
Washington, D. C.
1 de noviembre de 1962.
[xvi]
*Nota: Para un cuadro documentado que ilustra esto, ver La historia de nuestro
mensaje de la salud,” cap. I, titulado “Los tiempos de esta ignorancia.”
Sección 1—El poder de curación y su
fuente
Índice general
Información sobre este libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I
Prefacio de la primera edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I V
Prefacio de la segunda edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V I I
Fondo histórico de los escritos de Elena G. de White
acerca de la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V I I
Los primeros artículos de Elena G. de White sobre salud V I I I
La temperancia cristiana y la higiene bíblica, 1890 . . . . . . . I X
La vida saludable, 1897 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I X
El ministerio de curación, 1905 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X
Consejos sobre salud, 1923 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X
El ministerio médico, 1932 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X
Consejos sobre el régimen alimenticio, 1938 . . . . . . . . . . . . X I
La temperancia, 1949 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X I I
El ministerio de la bondad, 1952 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X I I
Consejos vitales para hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . X I I
Objetivos y condiciones de prosperidad constantes . . . . . X I V
Los Testimonios y el significado de las palabras . . . . . . . . X V
Sección 1—El poder de curación y su fuente . . . . . . . . . . . . . . . . 17
La naturaleza es la sierva de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Cristo, la vida y la luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
La vida por el poder de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Vida de Dios en la naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Dios alimenta a los millones de la tierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Mantenidos en actividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Por medio de las leyes naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Dios en la naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Las leyes de la vida física . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
El mensaje de la naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
El mensaje de amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
La naturaleza no es Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
La fuente de curación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
El gran sanador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Una obra combinada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
El Espíritu Santo renueva el cuerpo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
18
Índice general 19
La mejor medicina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Lo que intenta el médico, lo logra Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
La educación es mejor que la curación milagrosa . . . . . . . . . . 53
Cuando la oración por sanidad es presunción . . . . . . . . . . . . . 54
Provisión para la obra evangelística médica misionera . . . . . . 55
Los milagros no son evidencia segura del favor de Dios . . . . . 56
Cuando Cristo se negó a hacer milagros . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
La reforma precede a los milagros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
La oración por el enfermo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Sección 2—El plan divino en la obra médica misionera . . . . . . . 61
La majestad del cielo como médico misionero . . . . . . . . . . . . 62
Un siervo de todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
Una expresión del amor de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Tras las huellas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Su nombre debe honrarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Se comprende por medio de la práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Seguid al maestro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Tiempo para avanzar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
El propósito de la humildad de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Los discípulos de Cristo deben representar su carácter . . . . . . 68
Hacia las alturas de la fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
Limpios de mundanalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
La fuente del éxito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Tipos delpoder salvador de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
El más alto objetivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Monumentos recordativos para Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Para reformar las prácticas médicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Un honor para Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Para exaltar a Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Cristo otorga alivio y curación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Para despertar fe en el gran sanador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Sección 3—El médico cristiano y su obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Responsabilidad por el cuerpo y el alma . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Un error lamentable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Fidelidad y perseverancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
Cuando se desacredita la obra del señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
20 El Ministerio Médico
Debe prestarse atención a la edificación del carácter . . . . . . . . 86
La influencia del médico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Una pauta de buen juicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
Asistentes celestiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Dad a Dios la gloria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Dios es la eficiencia del médico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
El peligro de la popularidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Seguridad únicamente por un milagro . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Rasgos malignos fortalecidos por la complacencia . . . . . . . 93
Ejemplo de éxito en la humildad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
El primer trabajo del médico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Hay que preparar a los enfermos para la muerte . . . . . . . . . . . 96
El deber de la veracidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Conducción de la gente al poderoso sanador . . . . . . . . . . . . . . 98
Deberes evangelísticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Un anhelo más profundo por las almas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Dedique tiempo para la comunión con Dios . . . . . . . . . . . . . 101
A un joven médico desanimado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Sin excusa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Hay que edificar un carácter para la eternidad . . . . . . . . . . 103
La elección de los asociados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
Dé lo mejor a Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
A un médico confundido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Hay que impartir el amor de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Hay que unirse a los hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Consulte con sus hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
¿Debe gobernar el yo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Tentación a sentirse autosuficiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Exhortación a la unión fraternal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Los médicos deben asesorarse mutuamente . . . . . . . . . . . . 113
Un estudiante de causa y efecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
El médico como observador del sábado . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Descanso para los que están agotados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
Contemplemos lo eterno y lo invisible . . . . . . . . . . . . . . . . 116
Ocultando el yo en Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Sección 4—Nuestra facultad de medicina . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Por la providencia de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Índice general 21
Para ser un centro educativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Un lugar para ser estimado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
Una preparación práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Un llamamiento en favor de nuestra facultad de medicina . . 126
Provisión de lo esencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Necesidad de los mejores talentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
La clase de obreros que deben educarse . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Para prepararlos en muchas ramas de trabajo . . . . . . . . . . . . . 130
Preparación especial de las mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
Sin componendas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
La parte de Cristo y la nuestra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Misioneros genuinos como pioneros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
El estudiante de medicina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
Oportunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
No desperdiciéis las horas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Cabalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Un alto objetivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Integridad de los estudiantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Sin jactancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
La victoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
El bienestar de los pacientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
La educación preparatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Importancia del estudio de la Biblia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
Clases de Biblia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
El crecimiento espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Sed fieles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Sed constantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Estudiad a vuestro líder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Precaución necesaria al animar a los estudiantes . . . . . . . . . . 150
Un llamado al mejor talento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Alta calidad de la facultad de Loma Linda . . . . . . . . . . . . . . . 152
Quiénes deben solicitar cupo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
Los estudiantes deben tener fortaleza moral . . . . . . . . . . . . . . 154
La fortaleza de carácter es esencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
Sujeción a la autoridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
Esfuerzo mental y físico proporcionado . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Mentes entenebrecidas y errores dietéticos . . . . . . . . . . . . 157
Hábitos de salud del maestro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
22 El Ministerio Médico
Educad en la sencillez de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
Calculad el costo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
Debe conocerse a sí mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
Responsabilidad ante Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Sin recargar el cuerpo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Labor manual en las escuelas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162Estudiad materias prácticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Intemperancia en el estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
No diversiones, sino una obra consagrada . . . . . . . . . . . . . . . 164
Labor misionera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
No permitáis que se suplante la verdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
Consejo a los que tienen capacidad limitada de perseverancia167
Nuestra relación con los requerimientos legales . . . . . . . . . . 168
Cooperación con el gran médico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Sección 5—Una advertencia contra la sofistería espiritista . . . 171
Construyamos sobre la roca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
Teorías científicas falsas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
La verdadera educación superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174
La verdad fortalece el entendimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
El efecto mental de recibir el error . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
La iglesia es la fortaleza de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
Exaltación de la naturaleza sobre el Dios de la naturaleza . . 178
La obra de los falsos educadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
La teoría de la inmutabilidad de la naturaleza . . . . . . . . . . 179
Un conocimiento correcto de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
Donde el silencio es elocuencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
La sencillez de las enseñanzas de Cristo . . . . . . . . . . . . . . 181
Resistencia al enemigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
Una advertencia a despertar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
Dios revelado en su palabra y en sus obras . . . . . . . . . . . . . . . 184
Conjeturas referentes a Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
¿nace el hombre como rey? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Peligro en la vanidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Especulación concerniente a la personalidad de Dios . . . . . . 186
Teorías sutiles acerca de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
La restricción y el control moral destruidos . . . . . . . . . . . . . . 188
Ni una hebra de panteísmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
Índice general 23
El asunto previsto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
La moralidad es inseparable de la religión . . . . . . . . . . . . . 191
Especulación acerca de la vida futura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
Predicad la palabra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
Engaño acerca de la afinidad espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Un cielo falso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
Descuido de las verdades fundamentales por especulación
ociosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
Cuando se honra la superstición y la falsedad . . . . . . . . . . . . 196
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Sección 6—Sistemas de cura mental verdaderos y falsos . . . . . 199
Felicidad y salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200
Miles están enfermos sin necesidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
La salud por medio del servicio a los demás . . . . . . . . . . . . . 202
Trabajo pesado versus actividad saludable . . . . . . . . . . . . . . . 203
El entusiasmo y la alegría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
Hay que alistar el poder de la voluntad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
Molestias engañosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
El Espíritu Santo como restaurador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
La cura mental santificada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
Invalidez crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
Indigestión ocasionada por el temor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
Inspirad al desanimado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
Falsos milagros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
Aferrémonos de lo eterno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
Los milagros aparentes de Satanás . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
Esfuerzos de Satanás para confundir la mente . . . . . . . . . . . . 215
Un sistema peligroso de cura mental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
Una engañosa falacia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
Un llamamiento a la perfección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
La experiencia personal al confrontar la falsa ciencia . . . . 218
Satanás puede controlar el cuerpo por medio de la mente 219
Peligro real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
Dirijamos la mente a Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
Una ciencia peligrosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
Sección 7—Honorarios y sueldos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
Honorarios exorbitantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226
24 El Ministerio Médico
La lección de Dios para Israel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226
En lugar de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
La fuente de la habilidad del médico . . . . . . . . . . . . . . . . . 228
Llamados a un juicio correcto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
La purificación del templo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
Una conciencia enseñada por Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
¿Qué haría Jesús? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
Métodos nuevos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232
Representad los principios correctos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Deben mantenerse los principios religiosos . . . . . . . . . . . . 234
El plan de porcentaje es una trampa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
El deber de ser santo e incorrupto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
El cuidado con los gastos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
La política de las componendas es una deshonra para Dios . 238
Promesas para obreros abnegados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Preparación para la eternidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
Consejo a un médico jóven . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241
Cultive integridad, abnegación y humildad . . . . . . . . . . . . 241
La iglesia es un ángel de luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242
El cielo nos contempla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242
Un ejemplo contagioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Se debe reconocer la autoridad divina . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Como siervos de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Preguntas para examinar la conciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
Dos clases de siervos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246
Encomio para ganadores de almas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
Ganancia que es pérdida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
Sección 8—Consejos y amonestaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Nuestra actitud hacia las instituciones del señor . . . . . . . . . . 252
La relación de los miembros de iglesia hacia los obreros
médicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
La crítica imprudente y cruel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Se requiere experiencia y sabiduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
El ministro y su esposa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
El médico y su esposa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
Tentaciones sutiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Mantenimiento de una alta norma moral . . . . . . . . . . . . . . . . 258
Índice general 25
Precauciones necesarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258
Instrucción concerniente a la asociación . . . . . . . . . . . . . . 259
El pecado de la época . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
Evite el primer paso errado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
Como corrientes de una fuente pura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262
Educar para la pureza del pensamiento . . . . . . . . . . . . . . . . 262
Evitad el favoritismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
Cuando se guía a otros a la perdición . . . . . . . . . . . . . . . . . 264
Una apelación a ejercer más simpatía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266
Hay que ganar la confianza de los pacientes . . . . . . . . . . . 266
El error de pensar en asuntos desagradables . . . . . . . . . . . 267
Cortesía y delicadeza cristianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
La gratitud se dirige a Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268
Las falsas ideas de la etiqueta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
El testigo invisible . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
Establecimiento de nuevos sanatorios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270
Sanatorios para ganancia personal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270
Pérdida espiritual ocasionada por objetivos egoístas . . . . . 271
En sabiduría y equidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272
Calculad los gastos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Labor del sanatorio como especulación . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
Los obreros deben ser puros, santos y elevados . . . . . . . . . 275
Alejamiento de los principios correctos . . . . . . . . . . . . . . . 276
Una solemne amonestación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
Hay que actuar cuidadosamente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
Satisfechos con un crecimiento lento . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
Honor mediante la humildad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
Desventajas de las instituciones grandes . . . . . . . . . . . . . . . . 282
El peligro de separarse del evangelio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
El sábado es una prueba para este tiempo . . . . . . . . . . . . . 283
Hay mayor poder en la verdad que en la ostentación
mundana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
Sin contemporización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285
Sección 9—La administración de los sanatorios . . . . . . . . . . . . 287
Un trabajo noble . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
Una norma elevada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
Cualidades esenciales para la administración . . . . . . . . . . . . . 290
26 El Ministerio Médico
El uso de los recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
Todos vosotros sois hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
Disposición a recibir consejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Rápido para discernir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Deudas innecesarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294
Sin ostentación exterior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
La sencillez en el mobiliario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296
La manera de Dios es mejor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296
El ministerio de las pruebas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 298
Se necesitan hombres de discernimiento . . . . . . . . . . . . . . . . 299
Moderación en las tarifas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
Se requiere un cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
A un administrador inexperto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302
Consideración por un obrero lastimado . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
Sed amables con los humildes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 304
Debe preservarse una dignidad santificada . . . . . . . . . . . . . . . 305
La influencia de un carácter hermoso . . . . . . . . . . . . . . . . . 305
Se necesitan obreros experimentados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
Dedicados plenamente a Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 308
La selección de obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
Los sanatorios y la educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
Son escuelas de preparación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
La eliminación del desperdicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311
El espíritu del servicio alegre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312
Un trato paciente con los que yerran . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
Hay que contrarrestar el descuido de los padres . . . . . . . . 314
Las responsabilidades de los líderes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315
Amabilidad en la disciplina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 316
Propóngase seguir el ejemplo de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . 317
En lugar de un padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
Un trato justo con relación a los sueldos . . . . . . . . . . . . . . 320
El registro celestial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
“Purificaos” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 322
Sección 10—Oportunidades para el ministerio en los
hospitales y los sanatorios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325
La restauración por medio de la reforma . . . . . . . . . . . . . . . . 326
Para revelar los principios del reino de Dios . . . . . . . . . . . 326
Índice general 27
La apertura de puertas bien trancadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328
Señalad a un salvador que perdona el pecado . . . . . . . . . . 328
Con ternura y sabiduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
Aprendamos a trabajar como él lo hizo . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
Prestad atención al esfuerzo por ganar almas . . . . . . . . . . . . . 332
Esfuerzos diarios en la ganancia de almas . . . . . . . . . . . . . . . 333
Un servicio fiel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333
Un portavoz de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 334
Los obreros que se necesitan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 335
Para vencer la timidez nerviosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 335
Puntualidad en el cumplimiento de las citas . . . . . . . . . . . . . . 337
Prontitud y eficiencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
El privilegio del ministerio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 340
La oración por el enfermo . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 340
Debe experimentarse el amor del salvador . . . . . . . . . . . . . 341
Para enseñar y aliviar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342
Una influencia victoriosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
Enfermeros consagrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
Muchos convertidos y sanados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
Sección 11—La familia del sanatorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
Los cristianos deben ser portaantorchas . . . . . . . . . . . . . . . . . 348
Para irradiar luz y conocimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
Preparación para diversas ramas de trabajo . . . . . . . . . . . . . . 350
La preparación de los enfermeros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 351
Vestíos de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352
No es un trabajo casual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352
Instrucción bíblica regular para los enfermeros . . . . . . . . . . . 354
Dejemos nuestras cargas a sus pies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
En la ronda de labores cotidianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
Imitad los métodos perfectos de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 358
Una responsabilidad sagrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360
Resultados de los principios correctos . . . . . . . . . . . . . . . . 360
Elegidos para la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362
La armonía entre los obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
Cualidades de la jefa de enfermeras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 364
Una mujer de experiencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
Para exaltar la palabra de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
28 El Ministerio Médico
Para otorgar alivio y aliento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367
Consideración por los desconsiderados . . . . . . . . . . . . . . . . . 368
Relación con los irrazonables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 370
El estudiante lento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
Actitud del instructor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373
El mundo no es el cielo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 374
Cultivad una atmósfera de alabanza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 375
Pulcritud y orden . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
El chisme . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377
Gozaos en el señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
Profundo fervor y gozo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
La observancia del sábado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 380
El médico no está exento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381
Con peligro del alma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383
Trabajo en sábado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 384
El diezmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
Un lugar que se presta a la apostasía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 386
Construir armoniosamente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387
Transformados a la semejanza divina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 388
Modestia en el comportamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 388
No del mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 390
Sección 12—Prevención de enfermedades y su tratamiento
por métodos racionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391
Prevención de enfermedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 392
Enseñanza temprana de la fisiología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393
Educad al enfermo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 394
Estimulantes y narcóticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 394
El ejemplo del médico como una influencia educadora . . 396
La obediencia a las leyes de la naturaleza . . . . . . . . . . . . . 396
Confianza en los remedios de la naturaleza . . . . . . . . . . . . 397
La complacencia propia es causa de enfermedad . . . . . . . 398
La ley de la fe y las obras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
Combatid la enfermedad con métodos sencillos . . . . . . . . . . 400
Principios higiénicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401
La medicación con drogas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401
Semillas de muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
Miles pudieron haberse recuperado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404
Índice general 29
Lo que podemos hacer por nosotros mismos . . . . . . . . . . . . . 405
La presunción y la indolencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 405
Instrucción para los misioneros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Luz del sol, ventilación y temperatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . 408
Los grandes recursos medicinales de la naturaleza . . . . . . . . 409
El poder curativo de la vida al aire libre . . . . . . . . . . . . . . . . . 410
Un elixir de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
Vida solamente en Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
Los beneficios del ejercicio al aire libre . . . . . . . . . . . . . . . 412
La salud y el gozo en el campo y el huerto . . . . . . . . . . . . 412
Despertad fe en el gran sanador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 414
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 414
Sección 13—La obra médica misionera y el ministerio del
evangelio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417
Una obra unida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418
El cuerpo—El brazo—la cabeza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418
Para abrir puertas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 420
Ninguna otra obra tiene tanto éxito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 420
Una revelación de la compasión de Cristo . . . . . . . . . . . . . 421
Trae rayos de brillo celestial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 421
Este es el ministerio verdadero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 421
Un instrumento eficaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 423
Animad a los obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 424
El peor mal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 425
Un medio de entrada al corazón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 426
Una ferviente apelación a los médicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427
Muchos salvados de la degradación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 428
No se debe descuidar a los pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429
El trabajo en favor de los ricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 430
Por medio de esfuerzos personales y fe viviente . . . . . . . . 431
Valor de la obra médica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Disipará prejuicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Lo que los enfermeros misioneros pueden hacer . . . . . . . . . . 435
Sin motivación de alabanza ni compensación . . . . . . . . . . 435
Eficiencia y poder . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 436
Un ejemplo de curación y de ganancia de almas . . . . . . . . . . 437
Un ministerio combinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 438
Médicos como evangelistas en la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . 439
30 El Ministerio Médico
Un servicio doble . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 440
Enviados de dos en dos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 441
Cooperación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 442
Desprovista de todo egoísmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 442
No por medio de representantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443
Señal distintiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 444
Verdadera caridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
La atmósfera de amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 446
Siembra y cosecha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447
Los ministros deben combatir la enfermedad . . . . . . . . . . . 447
Cómo él es perfecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449
Amad a vuestros enemigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449
Una experiencia amplia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450
Haced el bien sin tener en cuenta los resultados . . . . . . . . 451
Celo y perseverancia en la obra médica misionera . . . . . . . . 453
En excelente compañía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 454
Vendrá un reavivamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455
Sección 14—Enseñanza de los principios de salud . . . . . . . . . . 457
El evangelio de la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 458
La primera obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
Educad en las leyes de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 460
La ciencia del renunciamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
Consejo a un médico del sanatorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 462
Cómo presentar los principios de alimentación saludable . . 463
Guiad a la gente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 463
Trabajo perdido si no hay instrucción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
Educad, educad, educad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 466
Las obras del ministerio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467
Enseñad la abnegación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 468
Abstinencia y salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 468
La victoria de Cristo es una lección para nosotros . . . . . . 469
Responsabilidad de médicos y ministros . . . . . . . . . . . . . . 469
Restaurantes saludables como escuelas . . . . . . . . . . . . . . . . . 470
Instrucción en hogares y escuelas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471
Cooperación con otros obreros de la temperancia . . . . . . . . . 472
Educad a los pobres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
La voz de la sabiduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
Índice general 31
Propósito de la obra con alimentos saludables . . . . . . . . . . . . 474
Como el maná . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 475
El señor enseñará al obediente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 476
Instrucción en el arte de cocinar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 477
Se necesita una acción unida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 478
Incentivos para la actividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479
Tolerancia con las opiniones ajenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480
Enseñanza de ideas extremistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481
La buena cocina es una ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 482
Escuelas de cocina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 482
Un talento del más alto valor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483
Muchos serán rescatados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 484
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 484
Sección 15—El régimen alimentario y la salud . . . . . . . . . . . . . 485
Principios importantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 486
Proveed una alimentación nutritiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 486
Un adelanto inteligente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 487
Santificación y dominio propio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 489
Mostrad el valor de la reforma pro salud . . . . . . . . . . . . . . . . 490
Para la gloria de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491
Derechos individuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491
La integridad de Daniel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 492
Apelación a un médico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
De vuelta a la dieta primitiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
La murmuración de Israel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
Una causa de mortalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
Apelación a un ministro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 496
No contrarrestéis la reforma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 496
Llamamiento a los padres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 498
Ejemplos en el bien hacer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499
En peligro de hacernos dispépticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500
Comidas demasiado frecuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501
El plan de dos comidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502
Perseverancia para vencer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 503
Orad por valor moral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504
Alimentaos de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504
El verdadero ayuno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504
Sugerencias para la alimentación en el sanatorio . . . . . . . . . . 506
32 El Ministerio Médico
Evitad los cambios repentinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 506
No debe haber carne sobre las mesas del sanatorio . . . . . . . . 508
Una variedad liberal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 508
Deben darse conferencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 510
A un médico moribundo por exceso de trabajo y una
alimentación exigua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 511
Uso de leche y huevos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 511
Úsense alimentos apetitosos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 512
Es esencial una alimentación nutritiva y sabrosa . . . . . . . . 512
Sabiduría en la enseñanza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 513
Luz comunicada en amor y compasión . . . . . . . . . . . . . . . . . . 514
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 514
Sección 16—La salud del obrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
Pertenecemos a Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 518
Importancia de los hábitos de regularidad . . . . . . . . . . . . . 519
Guardianes fieles de sus facultades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 520
Quebrantados bajo la carga . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 521
El médico debe conservar sus energías . . . . . . . . . . . . . . . . . . 522
Pérdida espiritual por agotamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 523
El ministro debe salvaguardar su salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . 524
Fortaleciendo las facultades mentales y morales . . . . . . . . . . 526
En los climas cálidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527
La jardinería y la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 528
Ejercicio regular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 528
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 529
Sección 17—Obra médica misionera en grandes ciudades . . . . 531
Las faenas de Cristo en ciudades y pueblos . . . . . . . . . . . . . . 532
Evangelismo médico en las ciudades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534
Preparación de obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 536
Las dificultades aumentarán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 537
No es tiempo de establecer colonias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 538
Nuestro retraso es la oportunidad de Satanás . . . . . . . . . . . 539
Una misión en cada ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 540
Un movimiento poderoso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 541
La cooperación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 542
Avanzad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543
Una parábola de lo que debiera ser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 544
Puestos rurales de avanzada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 545
Índice general 33
Sanatorios y restaurantes saludables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 546
Peligro de no dar en el blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547
Debe hacerse obra personal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547
La utilidad decidida por los resultados . . . . . . . . . . . . . . . . 548
Un sanatorio cerca de Nueva York . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 549
La adquisición de edificios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 550
Ubicación de los obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 550
Hay que redimir el tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 552
Buscad hogares rurales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553
Ubicación rural para las instituciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 554
Obra en favor de los desechados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555
Salvaguardad a la juventud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 557
Dificultades vencidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 558
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 558
Sección 18—La extensión de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 561
Colaboradores con Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 562
El propósito de las iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 562
Ministros como misioneros médicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 562
Un ejército de obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563
Haced las obras de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563
Una iglesia viva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 564
Oportunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 564
Mil corrientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565
El trabajo de la vida es una escuela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565
La verdad debe presentarse en muchas formas . . . . . . . . . . . 566
Cómo revelar a Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 567
Un elemento nuevo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 568
Oportunidades para todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 569
Reavivará las iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570
Sed misioneros prácticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 571
Trabajo para niños y jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 572
En el tiempo de la persecución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 573
Llamamientos de campos poco promisorios . . . . . . . . . . . . . 574
Esfuerzo de sostén propio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575
Misiones médicas en cada ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 576
Ventajas de las escuelas pequeñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 577
Muchas escuelas de preparación profesional . . . . . . . . . . . . . 578
Sanatorios junto a escuelas grandes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 579
34 El Ministerio Médico
Muchos sanatorios pequeños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 580
Oportunidades de comprar propiedades para sanatorios . . . . 581
Sanatorios para educar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 582
No como negocio especulativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 583
Se necesita fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 584
La luz debe brillar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 584
Una obra unida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 584
Sed vigilantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 585
Actuad con sabiduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 586
Ejecución de los planes de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 587
Ayuda de los ricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 588
Se deben presentar nuestras necesidades . . . . . . . . . . . . . . . . 589
Instalaciones en campos extranjeros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 590
Instituciones de salud en muchos países . . . . . . . . . . . . . . . . . 591
Avanzad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 592
Todo medio debe ponerse en actividad . . . . . . . . . . . . . . . . 592
Un tiempo de interés abrumador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 594
Como lámpara encendida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 594
Una apelación a un mayor sacrificio . . . . . . . . . . . . . . . . . . 595
Para estudio adicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 596
La naturaleza es la sierva de Dios
El mundo material está bajo el control de Dios. Toda la naturaleza
obedece las leyes que la gobiernan. Todo habla y actúa de acuerdo
con la voluntad del Creador. Las nubes, la lluvia, el rocío, la luz
del sol, los chubascos, el viento y la tormenta, todos están bajo la
supervisión de Dios y rinden obediencia implícita a quien los emplea.
El diminuto retoño de trigo brota de la tierra, primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga. El Señor utiliza a estos
siervos obedientes para hacer su voluntad.—Carta 131, 1897.
35
Cristo, la vida y la luz
Cristo, quien creó el mundo y todas las cosas que hay en él, es
la vida y la luz de todo lo que vive.—Testimonies for the Church
6:182.
Nuestra vida se deriva de Jesús. En él hay vida original, propia,
vida que proviene de él. En nosotros hay un manantial que mana
de la fuente de vida. En él está la fuente de la vida. Nuestra vida[8]
es algo que recibimos, algo que el Dador toma nuevamente para
sí. Si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, cuando se
manifieste, también nos manifestaremos con él en gloria. Y mientras
tanto en este mundo daremos a Dios, en servicio santificado, todas
las facultades que él nos ha legado.—Carta 309, 1905.
36
La vida por el poder de Dios
La parábola de la semilla revela que Dios obra en la naturaleza.

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