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Anual San Marcos Filosofía Responde Áreas A, B y C 1 al 6 Área D y E 1 al 8 1. Durante el periodo inicial de la filosofía me- dieval, denominado la patrística, se buscó ela- borar la doctrina cristiana, así como, defender sus dogmas frente a las herejías y al paganis- mo. Para tal fin, los padres de la iglesia A) Tuvieron interés por adaptar la filosofía anti- gua al cristianismo. B) Rechazaron a la filosofía por la insuficiencia del cristianismo. C) Concibieron que la verdad plena se en- cuentra en la filosofía griega. D) Se plantearon como proyecto helenizar al cristianismo. E) buscaron censurar todas las ideas platónicas. 2. Juan menciona que es natural en el hombre que emprenda una búsqueda racional sobre preguntas que afectan su existencia. El inte- rrogarse sobre el porqué de las cosas es inhe- rente a nuestra razón, aunque nuestra razón solo ayuda a profundizar los principios de fe. Respecto a lo anterior, Agustín de Hipona afir- maría que A) Primero es la razón, después la fe. B) La razón no necesita auxiliarse de la fe. C) La fe tiene primacía sobre la razón. D) La razón ilumina a la fe. E) la razón es suficiente para alcanzar la verdad. 3. Todos los seres -presentes, pasados y futuros- están representados en las ideas divinas. Pero ¿cómo pasan esos seres de la posibilidad a la exis- tencia, de su realidad como ideas en la mente di- vina, a su realidad como seres fuera de Dios? San Agustín responde a esta pregunta por medio de la creación. Dios es el Sol del mundo inteligible, la luz increada, de la cual se derivan las cosas a manera de luces creadas y participadas. Fraile. Historia de la filosofía. El cristianismo y la filosofía patrística. Del texto anterior, podemos afirmar que A) El mundo es producto de una emanación de Dios. B) De una materia preexistente surgió el mundo. C) Dios creó el mundo desde sí mismo. D) Dios pensó las cosas para que existieran. E) la creación significa evolución. Del texto anterior, responda las preguntas 4 y 5 respectivamente. Evodio: ¿De dónde procede, pues, que el hombre obre el mal, si no lo ha aprendido? Agustín: Quizá de que se aparta de la discipli- na y se hace completamente extraño a ella. Mas, sea de ello lo que fuere, lo cierto es que la disciplina es un bien, y que se deriva de discendo, y que el mal no se puede en modo alguno aprender; porque, si se aprendiera, estaría contenido en la disciplina, y entonces no sería ésta un bien, como tú mismo acabas de decirme. No se aprende, pues, el mal, y es, por tanto, inútil que preguntes quien sea aquel de quien aprendemos a hacer el mal; y si aprendemos el mal, lo aprendemos para evitarlo, no para hacerlo. De donde se infiere que obrar mal no es otra cosa que alejarse de la disciplina. Agustín de Hipona. Del libre albedrio. Filosofía medieval I: Patrística AnuAl SAn MArcoS - 2023 1 Práctica dirigida de Filosofía semana 10 Academia ADUNI Semana 10 4. De acuerdo al texto, el mal A) Coexiste con el bien. B) Está contenido en la disciplina. C) Es privación del bien. D) Existe al igual que el bien. E) es una cualidad del alma. 5. En base al texto, ¿por qué el mal no puede ser aprendido? A) Porque el mal no existe. B) Ya que es paralelo al bien. C) Porque lo practicamos. D) Pues el bien no existe. E) pues ya es innato en el ser humano. 6. En la siguiente afirmación planteada por Agus- tín de Hipona “Ningún tiempo hubo, pues, en que nada habíais hecho, puesto que el mismo tiempo Vos lo habíais hecho”, se estaría evi- denciando que el tiempo A) Existe antes de Dios. B) Es anterior a toda creación. C) Es creado con el mundo. D) Siempre existió. E) es coetáneo a Dios. Lea el siguiente texto y conteste las preguntas 7 y 8 respectivamente. Mas los hombres que no viven de la fe bus- can la paz terrena en los bienes y comodida- des de esta vida. En cambio, los hombres que viven de la fe esperan en los bienes futuros y eternos, según la promesa. Y usan de los bie- nes terrenos y temporales como viajeros. Estos no los prenden ni desvían del camino que lle- va a Dios, sino que los sustentan para tolerar con más facilidad y no aumentar las cargas del cuerpo corruptible que apesga al alma. Por tanto, el uso de los bienes necesarios a esta vida mortal es común a las dos clases de hom- bres y a las dos casas; pero, en el uso, cada uno tiene un fin propio y un pensar muy diverso del otro. Así, la ciudad terrena, que no vive de la fe, apetece también la paz, pero fija la concor- dia entre los ciudadanos que mandan y los que obedecen en que sus quereres estén acordes de algún modo en lo concerniente a la vida mortal. Empero, la ciudad celestial, o mejor, la parte de ella que peregrina en este valle y vive de la fe, usa de esta paz por necesidad, hasta que pase la mortalidad, que precisa de tal paz. Y por eso, mientras que ella está como viajero cautivo en la ciudad terrena, donde ha recibido la promesa de su redención y el don espiritual como prenda de ella, no duda en obedecer es- tas leyes que reglamentan las cosas necesarias y el mantenimiento de la vida mortal. Y como ésta es común, entre las dos ciudades hay con- cordia en relación a esas cosas. Agustín de Hipona. La ciudad de Dios 7. De acuerdo al texto, para la ciudad terrenal, los bienes materiales A) Permiten llegar a Dios. B) Son fines en sí mismos. C) No hacen la felicidad. D) No desvían el camino a Dios. E) deben evitarse. 8. En el texto se sugiere que la ciudad terrenal y la ciudad celestial A) Persiguen objetivos diferentes. B) No usan los bienes materiales. C) Están reguladas por leyes humanas. D) Son modelo de ciudades justas. E) poseen la misma naturaleza moral. 2
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