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QuinteroAura_2016_CaminosContraHegemonicos (1)

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Quintero, A.; Ramírez, A. (2016). Por caminos 
contra-hegemónicos hacia una contabilidad 
ecológica. Contaduría Universidad de Antioquia, 
68, 287-312.
Por caminos contra-hegemónicos 
hacia una contabilidad ecológica
Aura Cristina Quintero Cardona
Estudiante de Contaduría publica 
Universidad de Antioquia
Integrante del Grupo de Estudiantes de Contaduría Pública Universidad de 
Antioquia –GECUA–
cristinaqcardona@gmail.com
Alejandro Ramírez Galvis
Estudiante de Contaduría publica 
Universidad de Antioquia
Integrante del Grupo de Estudiantes de Contaduría Pública Universidad de 
Antioquia –GECUA–
j.alejandroramirez0@hotmail.com
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajarán para vivir;
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni 
llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas
(…)
La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a 
Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;
Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma (…)
(Galeano, 2004)
Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
Aura Cristina Quintero Cardona y Alejandro Ramírez Galvis
Resumen: La acepción de ambiente ha sido construida a través de la historia de acuerdo a unas condiciones 
materiales de existencia, imbricada en dimensiones tanto económicas como políticas y culturales, que 
han arrojado hoy una visión dominante de dicha idea, pero a la vez una disputa semiótica entre esta y las 
construcciones populares sobre la naturaleza. La crisis ambiental, en esa medida, ha sido abordada desde 
diversos fundamentos epistemológicos de ambiente, y sustentada desde distintos discursos, que abren, a su 
vez, posibles soluciones diferentes, muchas veces en conflicto. En ese contexto, la contabilidad ambiental 
ha internalizado una serie de ideas sobre el ambiente, visto este principalmente como un recurso u objeto, 
arrojando así información ambiental más relacionada con la rentabilidad empresarial que con la protección 
de la biodiversidad. Por ello se plantea la necesidad, desde el diálogo de saberes, de re-pensar los referentes 
epistemológicos desde los cuales parte la contabilidad, vistos estos desde la complejidad ambiental.
Palabras clave: contabilidad ambiental, contabilidad ecológica, complejidad ambiental, sustentabilidad, 
desarrollo sostenible. 
By counter hegemonic paths towards an ecological accounting
Aura Cristina Quintero Cardona and Alejandro Ramírez Galvis
Abstract: The meaning of environment has been built through history according to some existence 
material conditions, overlapped in economic, political and cultural dimensions that today have generated 
a dominant vision of such idea, but at the same time a semiotic dispute between this and the popular 
structure about nature. Environmental crisis, in that sense, has been presented from diverse environmental 
epistemological basis, and supported from different speeches, opening at the same time, different possible 
solutions most of the times conflicted. In that context, environmental accounting has internalized a series 
of ideas about the environment, view as a resource or object, generating environmental information 
more related to corporate profitability than to biodiversity protection. Therefore a need, from the wisdom 
dialogue, of rethinking the epistemological referents from which accounting is coming from, seen from the 
environmental complexity, is considered.
 Keywords: environmental accounting, ecological accounting, environmental complexity, sustainability, 
sustainable development.
Pour des chemins contre-hégémoniques vers une comptabilité verte
Aura Cristina Quintero Cardona et Alejandro Ramírez Galvis
Résumé : l’aception d’environement a été construite à travers de l’histoire selon des conditions 
matérielles d’existence, imbriquées dans des dimensions tant économiques que politiques et culturelles, 
qui aujourd’hui ont mis en évidence une vision dominante de cette idée, mais en même temps, une dispute 
sémiotique entre celle-ci et les constructions populaires sur la nature. La crise environnementale, dans cette 
mesure, a été abordée depuis de divers fondements épistémologiques d’environnement, et sustentée depuis 
de divers discours, qui ouvrent, simultanément, des possibles solutions différentes, souvent en conflit. 
Dans ce contexte, la comptabilité environnementale a internalisé une série d’idées de l’environnement, 
vu principalement comme un recours ou objet, mettant en évidence de cette façon de l’information 
environnementale plus impliquée avec la rentabilité de l’entreprise qu’avec la protection de la biodiversité. 
Ce pour ça qu’il se considère la nécessité, depuis le dialogue des savoirs, de repenser les référents 
épistémologiques depuis lesquels la comptabilité est créé, vus depuis la complexité environnementale.
Mots clés : comptabilité verte, comptabilité écologique, complexité environnementale, durabilité, 
développement durable.
Por caminhos contra hegemónicos para uma contabilidade ecológica
Aura Cristina Quintero Cardona e Alejandro Ramírez Galvis
Resumo: A acepção do meio ambiente tem sido construída através da história de acordo com as condições 
materiais de existência, imbricada em dimensões tanto económicas quanto políticas e culturais, que têm 
lançado hoje uma visão dominante da ideia, mas também uma disputa semiótica entre a mesma e as construções 
populares da natureza. A crise ambiental, nessa medida, tem sido abordada de diferentes fundamentos 
epistemológicos de ambiente e apoiada de diferentes discursos que abrem, por sua vez, diferentes soluções 
possíveis, muitas vezes em conflito. Neste contexto, a contabilidade ambiental internalizou uma série de 
ideias sobre o meio ambiente, visto este principalmente como um recurso ou objeto, produzindo, assim, 
informações sobre o ambiente que estão mais relacionadas com a rentabilidade do negócio do que com a 
proteção da biodiversidade. Portanto, existe uma necessidade, a partir do diálogo de saberes, de repensar os 
referentes epistemológicos dos quais a contabilidade parte, vistos desde a complexidade ambiental.
Palavras-chave: contabilidade, ambiental, contabilidade ecológica, complexidade ambiental, 
sustentabilidade, desenvolvimento sustentável.
289Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
Cont. udea (enero-junio), pp. 287-312. © Universidad de Antioquia-2016.
Por caminos contra-hegemónicos 
hacia una contabilidad ecológica
Aura Cristina Quintero Cardona y Alejandro Ramírez Galvis
Primera versión recibida en octubre de 2015 - Versión final aceptada en junio de 2016
I. Introducción 
La ciencia moderna se ha construido a partir de los preceptos del positivismo y la cultura occidental. Desde allí ha establecido una dicotomía metodológica 
entre el pensar-ser, sujeto-objeto. Ello se ha entrelazado con una visión 
economicista del mundo, que determina la valoración de las cosas y de los 
seres vivos, incluido el humano, en tanto sean útiles para la generación de 
riqueza material o, expresado en otros términos, útiles para la generación de 
rentabilidad. De ahí que la creciente preocupación por el deterioro ambiental, 
que se dio sobre todo hacia el último tercio del siglo XX, se hubiera decantado 
en la búsqueda de salidas instrumentales y mecanicistas que no captaban 
la complejidad y las interrelaciones existentes en la realidad, y que derivaron 
en medidas que no implicaron mejoras reales en términos ambientales. Allí, 
también se ha reconocido un desarrollo epistemológico sobre lo ambiental, 
desde el cual se plantean ideas distintas sobre esa categoría, a la vez que se 
pueden identificar discursos que derivan en posibles salidas, diversas y a veces 
en conflicto. 
En ese contexto, la preocupación por el ambiente también se ha 
internalizado en el campo disciplinar de la contabilidad, pero a la vez lo ha 
hecho desde esas conceptualizaciones en disputa, inclinándose hacia aquellas 
que son equiparables con su procedimientoinstrumental y su razonamiento 
a partir de las lógicas imperantes. Desde allí, entonces, se ha planteado un 
limitante para la contabilidad, si lo que se pretende es aprehender la realidad 
ambiental desde su complejidad, pues la reduce a un objeto, medible y, por 
consiguiente, mercantilizable. De ahí la importancia de plantearse otros 
referentes epistemológicos, desde los cuales parta la contabilidad ambiental, 
que se materialicen en unas prácticas que operen en relación al metabolismo 
sociedad-naturaleza y no a las dinámicas dispares de la reproducción amplia y la 
acumulación del capital.
290
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
Por todo ello, intentar ubicar a la contabilidad en otros referentes sobre 
la realidad, que comprendan que lo ambiental hace parte de una dimensión 
compleja que, por tanto, implica un pensamiento complejo, profundo, 
multidimensional, ya presupone hacer un ruptura a una serie de paradigmas 
desde los cuales se ha conformado el hacer contable y que partir de entender 
lo ambiental como sistema vivo o madre tierra conlleva a de-construir y 
transgredir lo que se ha conocido como contabilidad ambiental, o por lo 
menos a trazar algunas líneas de reflexión desde las cuales se involucren otros 
elementos y hagan más rica la construcción de saberes.
Así pues, lo que se pretende con las siguientes líneas es situar los discursos 
y representaciones conceptuales del ambiente, para ubicar allí el desarrollo 
particular de la contabilidad ambiental, y plantearle a su vez unas críticas 
y limitantes; todo ello desde un proceso histórico y una caracterización 
bajo unas dinámicas actuales. Subsiguiente a ello, trazar unos caminos para 
la construcción de una contabilidad ecológica, que se plantee desde un 
entendimiento distinto de la realidad y que sea una herramienta importante 
para la transformación social.
Para tal fin, el texto está estructurado en diversas secciones. La siguiente 
recoge el desarrollo de la idea de ambiente tanto desde el punto de vista 
hegemónico como alternativo y crítico. La tercera, expone de manera general 
el desarrollo que ha tenido la contabilidad ambiental, para luego, desde la 
cuarta parte, plantear algunas críticas y avances de dicho desarrollo. La quinta 
parte esboza unas líneas gruesas a tener en cuenta en la construcción de una 
contabilidad ecológica. Por último, se consignan algunas reflexiones finales, 
que más que concluir dejan abiertos algunos interrogantes con la intención 
de seguir construyendo desde el diálogo de saberes una contabilidad que se 
posibilite como herramienta para la transformación de nuestras realidades, en 
este caso en referencia a la problemática ambiental que pone en peligro la vida. 
II. Imágenes y concepciones de lo ambiental
Hacia los primeros años de la década del setenta del siglo pasado, ya 
se había consolidado una preocupación que venía creciendo respecto al 
deterioro ambiental, ya que después de largos años de desarrollo industrial y 
de crecimiento demográfico, la sociedad se dio cuenta de que la naturaleza no 
era ilimitada como se llegó a pensar en siglos anteriores y que la incidencia de 
la humanidad sobre el medio circundante era tal que los efectos eran visibles. 
Por ejemplo, en el cambio climático y en la desaparición de especies de flora 
y fauna, sobre todo en los países que tenían más adelantado su proceso de 
industrialización.
Precisamente en el año 1972, en la ciudad de Estocolmo, hubo lugar a la 
Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el ambiente y el desarrollo, 
291Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
en la cual se abordó la preocupación creciente por el deterioro ambiental en 
muchos países, la mayoría industrializados. Por un lado, estos países veían 
diezmadas sus fuentes de recursos naturales y, por otro, se hacían previsibles 
cambios profundos en la biosfera por la intervención del humano. Así pues, esta 
conferencia estuvo marcada por un amplio sentido conservacionista, donde no 
se replantea el relacionamiento con la naturaleza, pero sí se dan unos límites 
en la utilización de los recursos naturales. Además, desde allí, se coloca el 
problema ambiental como una preocupación global que, por ende, demandaría 
alternativas de solución a este mismo nivel.
Más adelante, se promovió el ecodesarrollo como una de las iniciativas que 
indirectamente esta conferencia originó a nivel mundial en pro de pensarse la 
cuestión ambiental. Esta postura reconocía la incidencia de causas estructurales 
asociadas al modelo económico en el problema ambiental (Eschenhagen, 2010). 
No obstante, esta posición cuestionante del sistema y que presuponía reformas 
de fondo para tratar el problema ambiental, no tuvo mucha fuerza, suerte muy 
distinta a la del concepto de desarrollo sostenible, que apareció años después.
Si bien ya en los primeros años de la década del setenta se discutía el 
concepto de desarrollo sostenible, se hizo visible a nivel mundial sobre 
todo con el reporte de la Comisión sobre el medio ambiente y desarrollo de 
las Naciones Unidas, Our Common Future, (Morán, 2000), publicado en 1987, 
también llamado Reporte Brundtland. Este documento definía el desarrollo 
sostenible como “aquel desarrollo que satisface las necesidades de las presentes 
generaciones sin comprometer la habilidad de las futuras para satisfacer sus 
propias necesidades” (Morán, 2000, p. 184).
Dicho informe generó variados comentarios a nivel mundial, que se unieron 
con avances sobre el tema ambiental, que en diferentes latitudes ya se venían 
dando como producto de esa creciente preocupación por el detrimento de las 
condiciones de vida en la tierra. Uno de los cuestionamientos está relacionado 
con que el concepto era ambiguo, ya que no definía límites en el desarrollo de 
la sostenibilidad ni mucho menos proponía formas de medirla. En ese sentido, 
algunos autores han intentado subsanar esos vacíos al implementar dicho 
concepto. Por ejemplo, Bojo, Maler y Unemo (1990 citados en Morán, 2000) 
indican que el informe Brundtland puede ser interpretado como si demandara 
la preservación de todo género de recursos, lo que según ellos sería ridículo 
en recursos como el petróleo, por lo cual proponen una definición en vía de 
dar operatividad al concepto de sostenibilidad. Dicen ellos que “el desarrollo 
económico en un área específica (región, nación, el globo) es sostenible si la 
reserva total de recursos –capital humano, capital físico reproductivo, recursos 
ambientales, recursos agotables– no decrece con el tiempo” (Bojo, Maler y 
Unemo, 1990, citados en Morán, 2000, p.185). Es decir, la deforestación o el 
agotamiento de cualquier recurso natural es familiar a la sostenibilidad, en 
292
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
tanto las ganancias generadas sean reinvertidas, por ejemplo, en el aumento 
de la fuerza productiva. Dicha visión no deja de ser reducida, ya que equipara 
el bienestar de las futuras generaciones con el crecimiento económico que en 
nada coadyuva a tratar la problemática ambiental. 
Posteriormente, se dio un desarrollo de dicho concepto que le apuntaba a 
cuantificar los daños y efectos sobre el ambiente de la actividad productiva, en 
esos términos, se podría ir haciendo seguimiento a la sostenibilidad de nuestras 
actividades. Así mismo, emergieron posturas neomarxistas que aportaron 
al debate sobre el desarrollo sostenible. Sobre ello Redclift (1987, citado en 
Moran, 2000) relacionaba al ambiente no solo con el crecimiento económico 
sino también con el control político, a la vez, fijaba límites del desarrollo 
sostenible tanto en el campo natural como en un origen estructural, referido 
este al sistema productivo; complejizaba entonces el análisis y hacía una crítica 
importante a los verdaderos objetivos del informe en mención. A propósito, 
Redclift (1987 citado en Morán, 2000) argumentaba que “la constante referenciaa la ‘sostenibilidad’ como un objeto deseable, ha servido [en ocasiones] para 
obscurecer las contradicciones que el ‘desarrollo’ implica para el medio 
ambiente” (p. 185).
Y es que el propio reporte no plantea una concepción distinta de la 
naturaleza que nos presente como sociedad una relación diferente con el 
ambiente, más allá de un sentido utilitarista y económico, y aunque pone de 
relieve que la naturaleza realmente tiene unos límites, no deja de plantear el 
crecimiento económico constante como imperativo. Así, para el ambiente, lejos 
de significar una cosmovisión distinta del mismo, lo que origina es que incluso 
el tratamiento que se le da posibilite mayores niveles de crecimiento y ganancia 
económica. Uno de los críticos, precisamente del desarrollo y en esa medida 
en la relación de este concepto con el ambiente, ha sido el alemán Wolfgang 
Sachs, para quien la noción de sostenibilidad es una utopía (Morán, 2000), ya 
que el término sólo sirve para “revitalizar el desarrollo”, dándole un nuevo aire 
vinculándolo a las preocupaciones por el medio ambiente.
Además, argumenta que:
Etiquetar a las cosas como ‘recursos’ conduce a quitarles cualquier identidad 
protectora que éstas puedan tener y abrirlas a la intervención desde el exterior. 
Considerar el agua, los suelos, los animales, la gente como recursos los convierte en 
objetos para la administración por parte de los planificadores, y para la tasación por 
parte de los economistas. (Sachs, 1988, p. 4, citado en Morán, 2000, p. 191)
Hasta este punto, Sachs abre la puerta para reconocer que existen distintas 
concepciones de naturaleza, ambiente y hasta de desarrollo, que a su vez 
se sitúan desde un entendimiento particular de la realidad y de un método 
específico para su estudio. En ese caso, también sobre la problemática 
ambiental hay diferentes formas de acercamiento y entendimiento, tal como 
293Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
lo plantea Eschenhagen (2010, citada por Cardona, 2015), “dependiendo desde 
qué categoría de ambiente se plantee una propuesta sociológica, política o 
económica específica, esta tendrá unos análisis y respuestas de entendimiento 
y soluciones respectivamente diferentes” (p. 6).
Así pues, se entiende porque a pesar de las reuniones e informes que se 
han hecho desde Estocolmo (1972) hasta Río (1992), lejos de dejar un futuro 
promisorio para la solución a la problemática ambiental, cada vez se notan 
más los efectos de las prácticas de la sociedad en la naturaleza. Esto atraviesa 
no solo la falta de voluntad política para adoptar las medidas propuestas, 
por ejemplo, desde el protocolo de Kyoto, sino que pasa también por unas 
causas estructurales del orden económico en cuanto a los fines y forma de 
organización del sistema de producción capitalista, así como la concepción 
que tenemos de ambiente, naturaleza e incluso de desarrollo. Concepción que 
hasta el momento es funcional al sistema económico, en tanto no cuestiona las 
bases estructurales de este, y también es funcional a un tipo de ciencia erigida 
a partir del positivismo y que se enmarca dentro del proyecto no solo cultural 
sino también político y económico de la modernidad. 
En ese sentido, se entrará a develar tanto las ideas que se han construido 
de ambiente como los discursos que hay detrás de los debates sobre la 
problemática ambiental.
II.1. Del discurso liberal al ecosocialista y de la visión de ambiente 
como objeto a la crítica de la visión dominante
Pensar en la idea de ambiente es adentrarse en un escenario complejo, 
donde a través de la historia ha existido un desarrollo particular del concepto 
y que aún hoy sigue en construcción. Y es que el ambiente desde el punto 
de vista conceptual sigue siendo una construcción social, que se decanta y 
configura mediado por unas relaciones de poder presentes. Dependiendo desde 
que fundamentos teóricos y filosóficos se parta, se tendrá un entendimiento 
particular de la cuestión ambiental y, por ende, líneas de acción diferentes para 
tratar con su problemática. Así pues, “no es lo mismo, como señala Gudynas 
(1999 y 2010) entender la naturaleza como recurso o capital que entenderla 
como sistema o como Madre tierra” (Cardona, 2015, p. 7). Desde ese punto 
de vista, hay una brecha entre las distintas concepciones del ambiente, desde 
situarse en el ambiente como objeto, o como sistema, hasta el ambiente como 
una crítica a la visión dominante. Sin duda, desde cada concepción se plantean 
marcos analíticos diferentes (Eschenhagen, 2010).
En el primer nivel de este análisis (ambiente como objeto), se puede 
reconocer que hay un fundamento desde el positivismo, en tanto ve a la 
realidad en una dicotomía sujeto-objeto. Así, desde esta base epistemológica 
se “fragmenta, cosifica y objetiviza todos los elementos del entorno” 
294
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
(Eschenhagen, 2010, p. 112) dando pie a que el análisis hecho desde este 
fundamento epistemológico esté enfocado a medir y cuantificar aspectos 
de la problemática ambiental, tomando elementos de manera aislada, lo que 
imposibilita una comprensión de la realidad en su complejidad. 
Por otro lado, existe una visión del ambiente como sistema en tanto se 
reconocen unos procesos y unos elementos que tienen unas interrelaciones y un 
funcionamiento específico. Por supuesto, su base epistemológica se encuentra 
en la teoría de sistemas, en la cual los objetos no existen ni se pueden analizar 
aisladamente, y son tratados como parte de varios sistemas, por tanto, vistos en 
esa interrelación (Eschenhagen, 2010).
No obstante, si bien ofrece una visión más completa de los elementos de 
la realidad, se presenta mecanicista y sigue recayendo en el estudio de los 
impactos y daños ambientales, lejos de plantearse la cuestión del ambiente 
desde una perspectiva más profunda que permita determinar nuevas 
cosmovisiones del entendimiento del ser humano con lo que le rodea. 
En ese sentido, emerge el ambiente como crítica a la visión dominante, 
donde más que abordar la problemática y los impactos del daño ambiental, se 
cuestionan asuntos como “¿cuál es la racionalidad y cuáles son las formas de 
conocer que justifican y legitiman semejante resultado?, ¿cómo y por qué estas 
racionalidades –como la cientificista, instrumental y economicista– destruyen 
las bases de la vida?” (Eschenhagen, 2010, p. 113). Así, desde estos referentes 
epistemológicos lo que se plantea es un acercamiento al estudio de la realidad 
desde la complejidad de la misma, que no puede ser vista de manera lineal, 
instrumental ni mecanicista, como ha predominado en la ciencia moderna, ni de 
una manera reduccionista, poniendo en cuestión, además, las disyuntivas que 
emergieron con el proyecto de la modernidad como ser-pensar, sujeto-objeto, 
sociedad-naturaleza. 
Desde la mencionada deconstrucción de los conceptos se han situado 
autores como Jeff (1998, 2003), que plantean el problema ambiental como 
una crisis civilizatoria, directamente relacionada a esos preceptos de la 
cultura occidental y de la modernidad, que han determinado a la ciencia y 
a la forma de entender el mundo y que, por tanto, se han impregnado en el 
accionar como sociedad. Para ello, el autor propone un camino a seguir desde 
el entendimiento de la realidad ambiental, desde la complejidad, en cuyo caso 
el humano hace parte del ambiente donde también existe una dimensión de 
poder y de disputa, no solo desde el punto de vista conceptual, sino también 
operativo.
Por otra parte, retomando las perspectivas del informe Brundtland, desde 
las cuales los problemas ambientales tenían la connotación de ser globales, las 
alternativas de solución están igualmente globalizadas, pero se sitúan desde 
distintos puntos de análisis. El mismo informe y el concepto de desarrollo 
295Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
sostenible se situaría en una percepciónparticular del mundo, desde una visión 
que ensalza las construcciones de la modernidad liberal de occidente, donde 
hay una creencia de la posibilidad de un conocimiento científico objetivo que 
se puede asegurar y corroborar mediante la instrumentalización; una división 
entre el observador y lo observado a la hora de investigar, o lo que es lo mismo, 
esa división cartesiana del sujeto y el objeto; y que la realidad social puede ser 
gestionada y manejada (Escobar, 1999).
De ahí que se reconozcan unos discursos como sustentos de esas 
construcciones de ambiente, en este caso identificando un discurso liberal 
(en el sentido económico). Desde allí se instaura la idea del ambiente o de la 
naturaleza como un conglomerado de recursos y por ello el informe Brundtland 
es claro en decir que “el objetivo de la gestión ambiental deber ser producir 
más a partir de menos” (Word Commíssion, 1987, p. 15, citado en Escobar, 1999, 
p. 74). Allí se sitúa uno de los asuntos neurálgicos del desarrollo sostenible en 
tanto se tienen en cuenta unos límites de la naturaleza, pero a la vez se sostiene 
la idea de un crecimiento económico acelerado. Esto se constituye como 
una contradicción y se demuestra con la situación ambiental que atraviesa el 
planeta y que no ha mejorado, ni siquiera un poco, después del informe, los 
protocolos y los acuerdos que han firmado los países.
De otra parte, se puede reconocer un discurso culturalista en la 
construcción de nociones de ambiente, en donde se plantea la cultura como 
instancia fundamental de nuestra relación con la naturaleza (Escobar, 1999). 
Desde este discurso, más que una propuesta concreta, lo que se presenta es 
una crítica al discurso liberal, manifestando la existencia de una crisis originada 
de la cultura instrumental y economicista de occidente, en la cual se percibe 
la naturaleza como mercancía. Los culturalistas son enfáticos, al igual que los 
ecosocialistas, en realizar una crítica al desarrollo sostenible en cuanto intentan 
conciliar crecimiento económico con la protección del ambiente, lo que ha sido 
insostenible tanto desde el discurso como desde la realidad. 
Es preciso dar claridades con respecto a la diferencia entre los ecosocialistas 
(tercer discurso que se puede identificar) y los culturalistas: en términos 
generales, los primeros hacen una crítica al discurso liberal, pero ponen 
énfasis en la economía política para comprender las superpuestas relaciones 
que se tejen alrededor de la problemática ambiental, reconociendo el papel 
que desempeñan las relaciones de producción actuales. Desde ese punto de 
vista se reconoce una fase ecológica del capital expresado en distintas formas 
(Escobar, 1999). Por un lado, la naturaleza que toma valor en tanto sea útil para 
la reproducción y acumulación del capital; es pues monetarizada e ingresada al 
mercado para su transacción. Desde otro punto de vista, teniendo en cuenta 
la hegemonía del capital financiero y un mercado especulativo en lo que Lenin 
llamaría la fase imperialista como fase superior del capitalismo, la naturaleza 
296
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
toma valor en sí misma, no en términos de respeto por la vida, sino, por el 
contrario, en la mercantilización de la misma. Un ejemplo, es cómo a través 
de los adelantos en biotecnología se han capitalizado especies y propiedades 
existentes en los ecosistemas. 
Teniendo en cuenta lo ya planteado, se puede decir que para abordar la 
problemática ambiental no basta con construir cifras y cuantificar el impacto, 
es imperioso ir más allá y profundizar en las causas también estructurales y las 
relaciones de poder que se constituyen alrededor del ambiente. Es pertinente, 
entonces, interrogarse sobre cómo se comprende el ambiente, la naturaleza e 
incluso el desarrollo, y qué presupuestos metodológicos y filosóficos se poseen 
para entender la realidad. Cuando se avanza en responder esas preguntas se 
vislumbra la idea hegemónica de ambiente, constituida como una canasta de 
recursos, debido a la imposición del mercado en todas las esferas de la vida. 
También se observa el papel de la ciencia moderna en la reproducción de esas 
ideas; no obstante, se han dado construcciones populares que se entrelazan 
en cosmovisiones del mundo distintas y que hoy aportan al debate, no solo 
de la problemática ambiental sino de la organización como sociedad haciendo 
parte del ambiente. Como lo plantea Gudynas (2010), “se defiende que las 
ideas de Naturaleza son construidas socialmente, donde las tensiones actuales 
más importantes se deben a los intentos de romper con las perspectivas 
antropocéntricas que defienden el dualismo que separa sociedad y ambiente” 
(p. 268). Así, se reconoce el diálogo de saberes para la construcción de una 
salida emergente que posibilite la vida, y que parta del entendimiento de la 
realidad desde una complejidad mayor. 
II.2. Una alternativa epistemológica de lo ambiental
En contraste a las miradas hegemónicas de lo ambiental, que como ya se ha 
visto han pretendido poner el ambiente en las lógicas del capital, reduciéndolo 
a un factor potencializador del crecimiento o mal llamado desarrollo, han 
surgido nuevas perspectivas, en las cuales se deconstruye la noción de 
ambiente hegemónica y se construye una nueva desde la complejidad de la 
realidad.
Es así como se crea una nueva epistemología ambiental, ampliamente 
desarrollada por Enrique Leff, que coloca la ciencia mucho más allá de la 
corriente dominante, la positiva, permitiendo develar los intereses del 
llamado desarrollo sostenible y generando un nuevo espectro con relación 
a la comprensión del ambiente, que incluye una nueva racionalidad desde la 
complejidad y el saber ambiental.
En esos términos, 
El ambiente aparece como un nuevo potencial de desarrollo, basado en 
la articulación sinergética de la productividad ecológica del sistema de 
297Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
recursos naturales, de la productividad de sistemas tecnológicos apropiados, 
y de la productividad cultural que proviene de la movilización de los valores 
conservacionistas, de la creatividad social y de la diversidad cultural. (Leff, s.f., p. 2)
En ese sentido, conceptualizar lo ambiental desde otra perspectiva implica 
un marco de pensamiento mucho más amplio, la complejidad ambiental. Este 
marco de pensamiento va a permitir eliminar la separación del objeto y el sujeto 
que realiza la ciencia desde la corriente ortodoxa poniendo en cuestión las 
pretensiones de la misma; representadas en el alcance de la verdad absoluta y 
el uso utilitarista del conocimiento (Leff, 2006). De allí, que el saber ambiental 
se constituye como una alternativa al saber totalizante y homogeniezante, 
comprendiendo la diversidad de cosmovisiones, racionalidades e identidades 
(Leff, 2006.), donde no solo se entiende el ser humano por fuera de la 
naturaleza sino dentro de ella, creando así distintas culturas y formas de 
reconocerse en el mundo, dando paso al diálogo de saberes. Ese diálogo de 
saberes está dado en términos de la compresión de los contextos sociales 
y culturales en los cuales el hombre significa y comprende la naturaleza, 
es indudablemente un desafío por el reconocimiento de las construcciones 
sociales y colectivas que se dan en torno al territorio. 
Pues bien, esa nueva forma de pensamiento, de saber, da lugar a una 
nueva racionalidad, la racionalidad ambiental, en contraste con la racionalidad 
instrumental que ha consolidado el capitalismo, en la cual la cosificación, 
financiarización y economización del hombre y de la naturaleza han sido una 
constante. Es esta nueva racionalidad la que hace un llamado a las ciencias a 
resignificarse desde el saber ambiental, no como complemento sino como 
idea fundante, así lo señala Leff (2006), “el saber ambiental no se integra a las 
ciencias, sino que las impulsa a reconstituirse desde el cuestionamiento de una 
racionalidadambiental, y a abrirse a nuevas relaciones entre ciencias y saberes” 
(p. 12).
Es así como la racionalidad ambiental entra en disputa con los intereses 
del capital, al poner en discusión la relación del hombre con la naturaleza 
y al propugnar por la sustentabilidad, la equidad y la justicia social. En 
consecuencia, la constitución de esa nueva racionalidad se plantea también 
como una lucha política; se enfrentan los intereses del capital y los del hombre 
y la naturaleza, cuando se avanza hacia el cambio social que requiere la 
sustentabilidad ambiental.
Esos son los fundamentos ideológicos de lo que se ha denominado ecología 
política, planteando la superación de la crisis ambiental originada por el 
capitalismo y su conjunto de valores y sentidos. Sin embargo, las razones de 
dicha crisis no paran allí, en el fondo la racionalidad instrumental crea una crisis 
del conocimiento, en la cual el mismo “ha desconocido y negado la naturaleza” 
(Leff, 2006, p.11). Es por ello que emerge la epistemología ambiental, como 
298
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
epistemología política y alternativa material que deconstruye la idea de 
lo ambiental y de la racionalidad que de allí se desprende, para mediante 
el diálogo de saberes construir nuevos paradigmas desde las diversidades 
ideológicas, étnicas y culturales, es decir, desde las formas de ser y saber el 
mundo.
De ahí, que la sustentabilidad ambiental cobre gran importancia como 
praxis de la racionalidad ambiental, que va a permitir generar nuevas dinámicas 
económicas, políticas, sociales y culturales transformadoras del conocimiento y 
de la relación del hombre con la naturaleza.
 No obstante, es importante aclarar que la sustentabilidad en el marco de 
la epistemología ambiental, aparece a causa del agotamiento de un sistema 
económico que ha arrasado el planeta y que está encontrando límites para 
la reproducción y acumulación del capital. Es por esto que para que la 
sustentabilidad no sea un discurso más que es apropiado por el capital1, debe 
constituirse como práctica transformadora orientada desde la construcción 
colectiva del saber ambiental; solo así es posible superar la crisis ambiental 
como crisis del conocimiento y avanzar en el camino de la transformación 
social.
III. Algunos elementos sobre el desarrollo de la contabilidad 
ambiental
Después de analizar el desarrollo histórico, en términos conceptuales, 
discursivos y prácticos, de la noción de ambiente tanto ortodoxa como 
heterodoxa y de proponer unas nuevas categorías epistemológicas para 
entender lo ambiental, lo que se pretende en este apartado es realizar un 
recorrido por las distintas etapas de la contabilidad ambiental que permitan 
vislumbrar las dinámicas que han determinado el desarrollo de la misma, con 
miras a su deconstrucción y reconstrucción. Para esto se retomarán a los 
autores Mauricio Gómez y Fabián Quinche, quienes han realizado en algunos de 
sus trabajos esta síntesis. Se pretende, entonces, vislumbrar cómo el desarrollo 
de la contabilidad ha estado ligado a unas dinámicas económicas, políticas y 
sociales que implican el reconocimiento de la contabilidad como parte de una 
superestructura social.
Pues bien, se plantean cuatro etapas del desarrollo de la contabilidad 
ambiental: la primera corresponde al periodo de 1970; la segunda a la década 
1	 	Se	hace	énfasis	en	esto	dado	que,	como	se	ha	evidenciado	a	lo	largo	del	texto,	de	alguna	manera	
u	otra	 la	preocupación	por	 las	condiciones	ambientales	y	 las	 iniciativas	que	surgieron	en	algún	
momento	a	partir	de	ello,	fueron	envueltas	por	un	discurso	proteccionista	que,	no	obstante,	mate-
rialmente	llevó	a	revitalizar	el	crecimiento	económico	lejos	de	posibilitar	una	manera	diferente	de	
vivir	en	naturaleza,	v.g.	con	la	construcción	del	término	“desarrollo	sostenible”.			
299Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
de 1980; la tercera al decenio de 1990 y la cuarta a desarrollos más recientes 
ubicados hacia el año 2000 (Gómez, 2009; Quinche, 2008).
Los primeros acercamientos de la contabilidad a lo ambiental están 
marcados por la reflexión acerca del problema ambiental realizados 
fundamentalmente desde la academia (Gómez, 2009) y que se planteaban 
la importancia de reflejar en los informes contables de carácter financiero 
algunos costos y gastos ambientales, es decir, erogaciones relacionadas con la 
mitigación del impacto generado por la acción empresarial. En estos términos, 
El primer momento de la contabilidad ambiental a nivel micro-contable u 
organizacional, consistió en incluir en el Balance General y en el Estado de Resultados, 
partidas que estimaban valores, tanto de activos, pasivos, como de algunos gastos, 
relativos a condiciones del entorno natural, concretamente de “recursos naturales”, 
posibles demandas, costos por actividades de mitigación de la contaminación, entre 
otras. (Gómez, 2009, p. 60)
A pesar del planteamiento de nuevas reflexiones en torno a lo ambiental, 
que incursionan en la contabilidad en este momento histórico, se puede ver que 
no van más allá de la inclusión de cifras dentro de los estados financieros, es 
decir, no hay un avance en la disciplina contable en sí, permanece entonces el 
paradigma de la utilidad dominante en la contabilidad financiera.
Para la década de 1980 se genera una construcción técnica alrededor de 
la medición y valoración de los costos ambientales. Es importante resaltar 
aquí que el desenvolvimiento que se da de la contabilidad ambiental está 
transversalizado por las ideas dominantes en términos políticos y económicos. 
Sin duda, esta etapa de construcción de la contabilidad ambiental no escapa a 
ello, por el contrario, esta nueva forma de entender lo ambiental dentro de la 
contabilidad está ligada a las reconfiguraciones que tiene el sistema económico 
en esta época, dadas por el afán de mantener el desarrollo económico sin frenar 
la producción. Todas estas ideas se constituyen en el concepto de desarrollo 
sostenible promulgado por la ONU (Gómez, 2009); de esta forma, los entes 
empresariales deberán responsabilizarse en términos monetarios del impacto 
ambiental que generen en la producción, tal como lo indica Gómez (2009) 
“quien contamina paga” (p. 60).
La siguiente etapa del desarrollo de la contabilidad ambiental se da hacia 
la década de 1990 y está marcada por la construcción de informes públicos 
(Quinche, 2008), que develen las variables ambientales impactadas por la 
acción empresarial, lo que implicaría que, además de la información contable 
financiera, se presente alguna información cualitativa. Ello entraría a constituir 
la denominada sostenibilidad ambiental, la cual en el ámbito empresarial se 
enmarca en la responsabilidad social empresarial (RSE).
La naciente necesidad de que las empresas presenten esta información de 
forma pública, llevó a que los organismos gubernamentales de distintos países 
300
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
ofrecieran beneficios tributarios o fiscales para incentivar la elaboración de 
dicha información. De igual forma, estos informes permitían a los distintos 
inversores evaluar el buen nombre de la empresa, ya que mediante los mismos 
se le daba una suerte de aceptación de la sociedad, en general, a las prácticas 
empresariales “responsables”. 
La divulgación de este tipo de información puede ser utilizada como medio para 
justificar la recuperación a largo plazo de las inversiones medioambientales e incluso 
para desviar la atención en los resultados negativos; pues los grupos de interés esperan 
mayor rendición de cuentas y trasparencia por parte de las organizaciones. (Gómez y 
Quintanilla, 2012 citado en Carbal, 2012, p.69)
En ese sentido, las empresas buscarían mostrar su compromiso con el 
cuidado y la preservación del ambiente, como una estrategia de marketing que 
a través del discurso de la sostenibilidad con lanaturaleza fideliza sus clientes 
y, por tanto, incrementa su rentabilidad. Sin duda, esta etapa de la contabilidad 
ambiental representa un avance en términos del alcance de la disciplina y de 
las posibilidades de representación de la realidad; sin embargo, es ese mismo 
elemento el que se convierte en herramienta de legitimación del crecimiento 
desmedido de la producción, que implica la destrucción del ambiente. 
La etapa más reciente de la contabilidad ambiental está dada por la 
constitución de nuevas formas de concepción de lo ambiental. Si bien en las 
anteriores etapas también se concibe lo ambiental en la contabilidad en 
términos de recursos, aquí se trasciende hacia nuevas formas de apropiación, 
tales como el intercambio de derechos de propiedad. Además, según Quinche 
(2008), en este periodo se afianza el enfoque de la utilidad de la información 
para la toma de decisiones, ya que los informes adquieren especial importancia 
para los inversores que se mueven en las dinámicas de los mercados de valores. 
Un ejemplo que ilustra cómo la contabilidad sumerge las variables de lo 
ambiental al mercado lo presenta Gómez (2009):
Se construye así un “mercado” para los derechos de emisión de gases, que implica la 
posibilidad de que los países no industrializados, o con menor nivel de impacto sobre 
el entorno por sus exiguos procesos productivos industriales, vendan a los países de 
mayor nivel de emisión, los “derechos” por tal cupo de contaminación. (p. 63)
Como se puede ver a lo largo de cada una de las etapas ya mencionadas, 
la contabilidad no trasciende de los preceptos tradicionales de financiarización, 
lo que genera que en términos reales no se construya una contabilidad bajo 
unas ideas de ambiente distintas que contribuyan a la conservación del mismo, 
sino que por el contrario se busca la apropiación de las distintas variables 
ambientales. Así, agentes como el Estado y las organizaciones empresariales 
ven en lo que se ha conocido como contabilidad ambiental un elemento 
que potencializa la rentabilidad, validando el ilimitado crecimiento de la 
producción, y en consecuencia la destrucción de la naturaleza.
301Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
Derivado de la crítica a ese tipo de contabilidad ambiental, en distintos 
espacios de encuentro y construcción colectiva, han surgido propuestas para 
darle otro enfoque a este ámbito de la disciplina, aunque aún se mantienen al 
margen y no han tenido el peso necesario para encontrarle un sentido diferente 
a la construcción de información ambiental desde la contabilidad. No obstante, 
es importante considerarlos en tanto hacen parte de desarrollos desde la 
heterodoxia que van acumulando a la construcción histórica y colectiva de lo 
que se ha llamado contabilidad ambiental.
Así, en el contexto local, luego de la propuesta de Araujo (1995) sobre 
contabilidad ambiental, quien la definía como un subsistema de la contabilidad 
que se ocupaba del impacto de la entidad e individuos en la sociedad y el 
ambiente, vinieron unos desarrollos posteriores y complementarios.
En ese contexto, a la propuesta, en varios momentos de las Naciones Unidas 
sobre la inclusión en cada país de unas cuentas ambientales en el sistema 
de cuentas Nacionales que iba acorde con la preocupación por el ambiente y 
el impulso del desarrollo sostenible como alternativa visible, Araujo (2002) 
adicionó una propuesta también en términos de cuentas pero a nivel micro, 
de la organización, de cada ente, en el sentido que permitiría no solo tener 
información general y conglomerada en cada país sobre el deterioro de los 
recursos naturales, sino también que recogiera información particular, todo 
ello ligado a ese sistema de cuentas nacionales. Para lo anterior, el mencionado 
autor elaboró una propuesta de cuentas alrededor de lo ambiental (en términos 
de recurso) que se incluían en la estructura del sistema de contabilidad 
financiera de las empresas, y que permitían ver la información referente a este 
tema en términos de activos, obligaciones, ingresos y erogaciones que estaban 
orientadas a la preservación del medio ambiente. 
Ese desarrollo es retomado luego por Sánchez (2013), quien le da otro 
enfoque y cuya propuesta se fundamenta en la percepción de contabilidad 
de gestión propuesta por Braga et al. (2007) que es considerada como una 
vertiente a la contabilidad meramente financiera. Esta propuesta funde su 
centro en la gerencia del uso de los recursos de manera óptima para alcanzar 
los objetivos de la empresa (Sánchez, 2013), y se plantea metodológicamente el 
costeo integral-costeo por actividades para precisamente evaluar el resultado 
de dicho enfoque. Por ello es considerable este aporte, en tanto recoge la 
preocupación por el medio ambiente y la internaliza desde la contabilidad 
mediante un sistema de contabilidad ambiental que permita valorar, en otros 
términos, la operación empresarial, así como crear una correspondencia del 
gasto y costo de la organización en términos ambientales con el deterioro del 
stock de recursos naturales, y, en el mismo orden de importancia, permitiendo 
medir los residuos que dicha operación empresarial genera y que son lanzados 
al ambiente. Para ello, entonces, es necesario que haya unos cambios 
302
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
estructurales en las prácticas contables, en tanto se disminuya esa dicotomía 
entre elaborar información cualitativa o cuantitativa.
IV. Crítica a los desarrollos hegemónicos de la contabilidad 
ambiental
Como se ha planteado a lo largo del texto, la categoría de lo ambiental 
se puede abordar desde distintas miradas, que determinan la forma de 
entender el mismo, ya sea como objeto o como parte de un inherente vínculo 
e interrelación del hombre con la naturaleza. A la vez, las diversas miradas 
de lo ambiental van a constituir ciertos discursos que legitiman o critican 
las acciones que se ejercen hoy sobre la naturaleza. En esos términos, 
la contabilidad se ubica en dichos discursos para consolidar sus bases 
epistemológicas y desarrollar lo que se ha denominado contabilidad ambiental 
que, en términos generales, desde la racionalidad instrumental, ha legitimado 
la destrucción del ambiente en búsqueda de la maximización de la rentabilidad 
y la creciente acumulación del capital. Así, la mayoría de los desarrollos que 
se han dado en la disciplina se constituyen como hegemónicos en cuanto 
responden a los intereses de sistema imperante y del orden que este impone.
Y es que no puede verse la contabilidad aislada de unas relaciones de 
producción existentes a la hora de analizar sus prácticas y fundamentos 
epistemológicos. Por demás, hay que problematizar el discurso que sustenta la 
neutralidad de la investigación, de la ciencia y del conocimiento. A cada época 
ha correspondido una conciencia determinada (Marx, 1846) que se erige a partir 
de unas condiciones materiales de existencia y que, en ese orden de ideas, 
determinan la manera de entender la realidad, estudiarla y crear conocimiento. 
En particular, la contabilidad, está en el centro de la actividad de producción y 
distribución de la vida económica y social, ha sido determinada históricamente 
a partir de dichas relaciones de producción, ubicándola, según el planteamiento 
de Marx, sobre la estructura y la superestructura de la sociedad, en esa última 
categoría. Partir de lo anterior, permite entender la contabilidad en una 
dimensión más compleja, que involucra elementos económicos, culturales, 
ideológicos, es decir, como constructo social. Esta visión vislumbra como la 
contabilidad está arraigada en el racionalismo instrumental que hace posible 
la implementación de un sistema de producción y que determina la forma de 
entender y comprender a realidad.
Teniendo en cuenta lo anterior, a pesar de que la disciplina contable se 
planteó la preocupación sobre el deterioro ambiental y a partir de allí se teorizó 
yse buscaron mecanismos que ayudaran a contribuir a una salida a dicha crisis, 
como se vio en el capítulo precedente, tales avances en lo que se denominaría 
contabilidad ambiental se dieron desde unos referentes epistemológicos y 
metodológicos que no presupusieron una previa conceptualización profunda 
303Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
de la mencionada crisis ambiental, incluso de qué se entendía por ambiente. 
Partió, pues, de una predominancia del positivismo como manera de acercarse 
a la realidad, que no sólo influyó a esta disciplina, sino que, por el contrario, 
demarcó la creación de conocimiento de toda una etapa histórica que aún hoy 
tiene eco en la ciencia moderna y que se presenta como una visión hegemónica 
a la hora de construir conocimiento. Desde esta visión, que surgiera en 
la época de la ilustración con alta influencia de Descartes, mantendría un 
precepto fundamental de entender al sujeto-objeto de investigación, que 
creaba una dicotomía entre uno y otro, y no presuponía al sujeto cognoscente 
entre la realidad estudiada. Ello sumado a la pretensión de comprender y, 
posteriormente, gestionar la realidad social (Escobar, 1999), demarcaría una 
manera particular para la contabilidad construirse y aprehender la realidad. 
Así pues, la contabilidad introdujo esa preocupación por el ambiente, 
objetivando este último y aprehendiéndolo como una cosa, como un objeto, 
no como una forma determinada de vida o como ecosistema, delimitando 
su comprensión compleja y posibilitando su posterior monetarización y 
transabilidad en el mercado. En otras palabras, “la naturaleza es re-significada 
por la contabilidad como cuasi-mercancía, porque aunque no es producida, sí 
puede ser apropiable y dimensionable” (Ariza, 2009, p. 33).
Por otro lado, al introducir las preocupaciones del desarrollo sostenible, 
sobre todo bajo la influencia del informe Brundtland, la contabilidad operativiza 
un discurso liberal en términos económicos, y desde esa perspectiva es 
funcional a la llamada sostenibilidad, pero en clave del crecimiento económico, 
sin fijar una preocupación real por el ambiente y sin cuestionar siquiera la forma 
en que la sociedad se relaciona con él. 
Desde ese punto de vista, la contabilidad internaliza los presupuestos 
gruesos de buscar alternativas para el problema ambiental, pero que parten 
de entender la naturaleza como un objeto o, en otras palabras, como una 
canasta de recursos. Desde dicha conceptualización, la contabilidad ambiental 
financiera entrega a la sociedad una imagen de relación con la naturaleza vía 
insumo-producto, como sucede en el estado de resultados o de derechos y 
obligaciones, como se da en el balance general (Ariza, 2009). Además, de allí 
se desprende que, desde la lógica instrumental, la contabilidad introduzca 
el discurso de “quien contamina paga”, operativizando las llamadas 
externalidades del crecimiento como un gasto o costo, y las acciones tendientes 
a la producción con el menor impacto posible sobre el ambiente, como una 
inversión por parte de la empresa. “De esta manera, la naturaleza es mirada 
como capital en sí, y la perspectiva adoptada para su manejo deberá orientarse 
hacia la lógica del crecimiento por la vía de la creación de valor financiero” 
(Gómez, 2004, p. 94), reduciéndose la pretensión del desarrollo sostenible 
304
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
al análisis del costo beneficio; así, en muchas ocasiones, resulta más rentable 
contaminar y pagar multas que cambiar la forma de operar sobre el ambiente. 
Así pues, a pesar de que la contabilidad se ha insertado en la preocupación 
por el ambiente, y a partir de allí se ha venido desarrollando un cuerpo 
teórico y práctico sobre la denominada contabilidad ambiental, sigue 
circunscribiéndose a las lógicas y dinámicas del orden económico y social 
dominante, lo que presupone un limitante fundamental para la construcción 
de una disciplina que posibilite develar y denunciar un sistema productivo 
depredador de la naturaleza. Por el contrario, se inserta y se mecaniza la 
pretensión de conciliar crecimiento económico infinito con la conservación 
del ambiente y hace de las demandas por una producción limpia un factor 
financiero. Adicionalmente, comunica a la sociedad que sí es posible conciliar 
crecimiento económico y conservación del ambiente, porque aborda la realidad 
objeto de estudio desde la unidimensionalidad. 
Es necesario partir, entonces, de otros fundamentos epistemológicos y 
metodológicos para, por una parte, develar el papel de la contabilidad como 
constituyente y a la vez legitimadora de la realidad, y por otro lado, entender su 
potencial para contribuir a una sociedad totalmente diferente.
En ese sentido, Gómez (2004) siguiendo los planteamientos de Mattessich 
(1996), Tua (1982) y Ariza (2002) desde los tres axiomas que definen, de forma 
concreta, el cuerpo teórico de la contabilidad como disciplina, dilucida unos 
puntos referenciales para tener en cuenta a la hora de analizar la aprehensión 
de la naturaleza bajo la racionalidad instrumental y economizadora.
El primero de dichos axiomas tiene que ver con la pluralidad y la 
homogenización de la misma, “siempre existirán al menos dos objetos 
que tengan una propiedad en común. A esa propiedad en común de estos 
elementos se le atribuye una medida” (Tua, 1982, citado en Gómez, 2004, p. 
105). Desde ese punto de vista, existe en las relaciones sociales de producción 
y distribución un parámetro que homogeniza y permite la relación de uno a 
uno entre al menos dos de los diversos tipos de mercancías productos de esos 
procesos (Gómez, 2004). Así, dos mercancías socialmente producidas ostentan 
distintas cualidades y características que determinan su valor de uso, también 
en relación con la propiedad de satisfacer necesidades, son equiparadas 
y comparables para el intercambio a través del valor de cambio que, para las 
relaciones de producción actuales, es expresado en términos financieros. Desde 
ese punto de vista, la contabilidad, en relación con la teoría del valor, capta y 
clasifica esa realidad ya homogenizada en términos monetarios. 
Desde el axioma de doble efecto, como lo aborda Gómez (2004), y 
continuando con el planteamiento de Tua (1982), existe un hecho que produce 
un aumento en la magnitud de propiedad de un objeto y una disminución del 
mismo grado, correspondiente en la magnitud de propiedad de otro objeto. 
305Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
Desde este punto de vista, se está hablando de propiedad como uno de los 
elementos centrales de las relaciones sociales de producción existentes, y 
a la cual se le han agregado los valores de cambio antes mencionados y que, 
por tanto, entran en las lógicas de mercado para su transabilidad. En dicha 
dinámica, la contabilidad se centra en la acumulación de mayor valor de cambio 
en un punto y la disminución de valor de cambio en otro que ya corresponde 
a un expropietario y que se da a partir de un hecho como la distribución y el 
intercambio. Allí se puede observar el proceso de circulación de la riqueza y 
determinar la lógica que operativiza la contabilidad; como lo expresó Gómez 
(2004), “representar y controlar la riqueza adscrita a una propiedad, y la manera 
como esta circula (o se concentra) al interior de la organización social” (p. 107).
Por último, el tercer axioma expresado por Mattessich plantea que en “los 
sistemas de circulación y, en consecuencia, los sistemas contables, se dividen en 
períodos de tiempo” (Tua, 1982, citado en Gómez, 2004, p. 107). Esto no es más 
que la síntesis de hablar del ciclo de circulación de transformación del capital, 
que bajo una figura industrial se planteaba dinero-mercancía-dinero, y que para 
una época como la de ahora se plantea dinero-dinero. Esa misma dinámica es 
internalizada por la contabilidad y partir de allí crea una estructura conceptualy metodológica para mecanizarla, y a su vez legitimar un orden existente.
Así pues, según todo el desarrollo axiomático que se retoma desde estos 
teóricos, pensar el desarrollo de una contabilidad ambiental sin preguntarse por 
los fundamentos epistemológicos, tanto de la contabilidad como del ambiente, 
es un despropósito si lo que se pretende es contribuir, desde la disciplina 
contable, a una posible salida al estado actual de crisis de la naturaleza. Por 
ejemplo, algunas reflexiones que se deben originar es si ¿la realidad ambiental, 
vista en su complejidad, pueda ser homogenizable en algún atributo, de manera 
que la pueda captar la contabilidad? O si ¿los ciclos que se han establecido 
en contabilidad como sistema circulante son equiparables con los ciclos de 
naturaleza, de manera que pueda ser captada su dinámica como se capta la 
dinámica financiera de cualquier organización? o incluso, si a lo que se refiere 
con entender la contabilidad desde otras perspectivas baste con entender, por 
ejemplo, el mismo componente axiomático pero desde otros atributos, v.g. la 
propiedad no en términos financieros sino energéticos, como una circulación de 
energía en el proceso productivo, como lo han intentado algunos teóricos. 
Adicional a ello, este debate encarna una complejidad mayor, que va desde 
plantearse los preceptos fundacionales de la sociedad occidental, pasando por 
una visión más rica de la realidad y su estudio como totalidad concreta (Kosik 
seguido por Cardona, 2015) hasta plantearnos, desde el diálogo de saberes 
(Escobar, 1999), una cosmovisión más rica del mundo que posibilite así la 
construcción colectiva de otras alternativas de organización social y económica, 
y de relacionamiento y entendimiento con el ambiente.
306
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
Es la ruptura, pues, de una mirada antropocéntrica, así como del quiebre con 
la división de la ciencia en islotes. Es el abordaje del problema ambiental desde 
la complejidad y en relación con diversas dimensiones que se tejen sobre la idea 
de ambiente como la económica, la política, la cultural, así como una dimensión 
de poder. Hasta ahora la unidimensionalidad en el estado de la contabilidad 
ambiental ha llevado a que los principales desarrollos se den en términos de 
cómo se identifica, clasifica y presenta la información ambiental con relación 
a la financiera. No obstante, ha existido un debate aplazado en términos de 
medición y valoración o incluso sobre el cuestionamiento de qué es lo que la 
contabilidad debe informar en materia social y ambiental. 
De prevalecer una mirada unidimensional, lineal de la realidad, se estará 
legitimando una serie de ordenamientos sociales y económicos injustos y 
dañinos con el ambiente, así como una mirada ficticia de que algunos, agentes 
por el solo hecho de contabilizar algunos costos e inversiones ambientales, ya 
pueden estar caminando hacia mejoras reales en la situación de la naturaleza. 
Gómez (2004) así lo expresa:
La instrumentalización realizada por parte de algunas expresiones de la contabilidad 
medioambiental (financiera, de gestión, de costos y la auditoría), revisten de valoración 
social positiva a las actuaciones de las organizaciones con su aplicación, ya que el 
poder constitutivo de la contabilidad entrega aparentes visibilidades sobre problemas 
que aparecen como “gestionados” para su mejoramiento o solución. (p. 104)
La contabilidad al asumir la preocupación por lo ambiental desde una 
óptica financiera, desde el criterio del costo-beneficio y bajo los referentes 
epistemológicos que determinan una mirada particular del ambiente como 
mero recurso (mercancía), y por supuesto, al afrontar su problemática y posibles 
soluciones desde un sentido utilitarista y monetarizado, se determina en esa 
preocupación por la maximización del valor de la compañía, vía valoración 
financiera, y de esta manera la disciplina termina desde la cifras financieras 
duras brindadas en los informes, “legitimando actuaciones bajo los parámetros 
de actuación de siempre, aquellos que conllevan la actual crisis ambiental” 
(Gray, 1997, citado en Gómez, 2004, p.104).
En ese orden de ideas, la contabilidad ha sido funcional al interpretar la 
realidad desde el criterio de la utilidad económica, subsumiendo los demás 
factores como al humano, la naturaleza o la vida misma, a este paradigma de 
la organización capitalista. Desde sus informes, que son constitutivos de la 
realidad en tanto permiten apropiarse, por ejemplo, de la naturaleza como 
un activo, se ha introducido las maneras de explotación del entorno, por 
ejemplo, presentando las ganancias del arrasamiento de grandes extensiones 
de tierra para la utilización de monocultivos como la palma de aceite o para 
proyectos como las hidroeléctricas, nocivos tanto para el ecosistema como 
para el humano. Ante las preocupaciones por el medio ambiente se superpuso 
307Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
la racionalidad instrumental del capitalismo, y desde allí se predispuso de 
unos mecanismos de conservación de la naturaleza como los límites de 
contaminación y explotación fijados en el anexo 1 del protocolo de Kyoto 
(orientando sobre todo a los países desarrollados) y el anexo 2 del mismo 
(orientando a los países en vía de desarrollo), que no fueron eficaces al plantear 
dicha iniciativa en términos de obligaciones y derechos que podían ser objeto 
de negociación. Eso sucedió precisamente con los derechos de emisión de GEI 
(gases de efecto invernadero), que supusieron un tope para la contaminación, 
pero que a la vez eran transables en un mercado creciente donde se adquirían 
derechos de emisión de otras corporaciones que estaban por debajo de sus 
límites de contaminación. Otro ejemplo son los bonos de carbono que no han 
hecho otra cosa que determinar un papel particular en la división internacional 
del trabajo, tanto para países de centro como de la periferia. ¿Qué es eso sino 
la financiarización de la naturaleza? ¿Cómo hablar de una verdadera política de 
preservación del ambiente para generaciones futuras al mismo tiempo que se 
sobrepone el sentido mercantil y económico a la dinámica de la vida misma? 
En palabras de Moreno (2014) citando a O Ćonnor (2010) ha sido “una larga 
historia de desarrollo desigual y combinado, una ruptura a nivel global del 
metabolismo sociedad-naturaleza, que penaliza crecientemente a la naturaleza 
latinoamericana y a los pueblos que en ella hacen su vida” (p. 273).
Pues bien, como ya se ha visto, la contabilidad tiene un alto poder 
constitutivo y desde allí, antes que posibilitar un entendimiento diferente con 
la naturaleza, lo que ha hecho es servir de distractora, legitimar una serie de 
preceptos culturales y una forma particular de organización económica y 
social, donde el capital y el interés individual del inversor prevalece sobre las 
dinámicas de producción, reproducción y restablecimiento de la biodiversidad. 
Allí, la naturaleza adquiere valor en tanto sirva para generar utilidad, 
reduciéndola así a un objeto-mercancía, apropiable y explotable con una 
contribución posterior equivalente a un costo o gasto, que en contabilidad 
hemos empezado a asociar a la “preservación” del ambiente, pero que no es 
más que el punto central para construir un discurso que legitime este tipo de 
prácticas. O, dicho de otra manera, en palabras de Ariza (2009):
El poder constitutivo de este modelo radicó en que tornó valioso el mecanismo 
cosificador de la biodiversidad, para mutarlo en mercancía (activo), deseable 
de obtener, conservar e incrementar, a través de su principio de dualidad, que 
simultáneamente liga el valor de cambio con el valor de uso, subsumiendo y reduciendo 
el segundo en el primero y a su vez dar cuenta del tránsito de la propiedad de la 
mercancía (uso, tenencia, usufructo, enajenación). (p. 34)
Así pues, entender que en la contabilidad está arraigada la racionalidad 
instrumentaldel modo de producción capitalista, permite develar el discurso 
que desde allí se ha creado con relación a lo ambiental y que en la práctica se 
308
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
materializa en la financiarización de las variables ambientales. Teniendo en 
cuenta esos elementos, se plantea que la contabilidad tiene un inmenso poder 
constitutivo, en términos de como construye una realidad que luego comunica 
a los agentes, tanto internos como externos. Es ese poder constitutivo de la 
contabilidad lo que plantea a la misma como institución de legitimación social.
Proponer la contabilidad como institución de legitimación social 
indudablemente la extrae de la perspectiva financiera para ubicarla como parte 
de las dinámicas sociales y políticas. Así, tal como lo platea Quinche (2008), 
la contabilidad desde esta perspectiva “es un constructo social histórico 
determinado por una realidad política, económica, cultural, determinada, 
es decir, por intereses, posturas y percepciones particulares que la llevan a 
construir la misma realidad ya sea reproduciéndola o transformándola” (p. 201). 
Dicha intervención está atravesada por un proceso lingüístico, institucional 
y sociológico (Gómez, 2009b). Lo anterior, se ve claramente en el plano de la 
contabilidad ambiental, allí la contabilidad, respondiendo a las lógicas del 
capital en los distintos contextos, intervine la realidad, cuando mediante 
ciertos informes y prácticas valida la acción empresarial destructora de la 
naturaleza con el discurso del desarrollo sostenible y la RSE. 
Y es que los informes ambientales han cobrado real relevancia para la 
construcción de legitimidad de las empresas. Como se mostró en el apartado 
anterior, estos informes surgen del requerimiento que hacen agentes externos 
a las organizaciones para que revelen información con relación al impacto 
ambiental que en las dinámicas de la producción acelerada están creando. Así, 
estos entes propenden por reflejar una acción empresarial responsable con el 
ambiente, lo que hace que la sociedad le dé validez a su actividad, es decir, la 
legitime. De allí que la perspectiva institucional de la contabilidad sea acertada 
cuando afirman que “los informes financieros externos pueden jugar un rol de 
legitimidad organizacional con el entorno y, por tanto, constituirse en un medio 
de supervivencia de la organización” (Richardson, 1987; Gutiérrez y Núñez, 
1997 citados en Gómez, 2009b, p. 319). De esta forma, las organizaciones 
empresariales, a través de las prácticas contables, construyen realidades que les 
permiten mantener su legitimidad y seguir obteniendo rentabilidad (Quinche, 
2008). 
Indudablemente, aquí se plantea la contabilidad mucho más allá de la 
perspectiva financiera, desde la perspectiva de la contabilidad como institución 
de legitimación, la contabilidad no tiene su potencial por la rigurosidad 
de las mediciones, valoraciones o estimaciones que esta hace. Más bien, la 
contabilidad posibilita la legitimación de las organizaciones por la confianza 
que la sociedad deposita en ella (Gómez, 2009b); desde este punto de vista, “la 
contabilidad y los informes contables no son objetivos, ni exactos, ni logran la 
eficiencia y la eficacia” (p. 330).
309Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
La compresión de la contabilidad como institución de legitimación, 
además de develar la real influencia de la disciplina sobre la realidad, permite 
vislumbrar otros referentes para la misma. Es decir, si se plantea que la 
contabilidad trasciende del ámbito técnico y financiero, bajo esta perspectiva 
de legitimación se puede plantear que la contabilidad tiene potencial de 
transformación de la realidad social, sin embargo, es necesario construir otros 
referentes para tal fin.
V. Líneas generales para el desarrollo de la contabilidad 
ecológica
Según lo anterior, partiendo de la preocupación por la naturaleza y por la 
vida, desde una postura sentí-pensante con el entorno, se aventura hacia la 
elaboración de unas líneas generales de las cuales partir para la construcción 
colectiva y desde el diálogo de saberes de una contabilidad al servicio de la 
naturaleza.
Para acercarse a la construcción de dichas perspectivas de la contabilidad es 
imperioso replantear las bases epistemológicas de la misma, para ello se retoma 
la propuesta de Enrique Leff consolidada en una nueva categoría, la complejidad 
ambiental, originada desde la epistemología ambiental y que se abordó en el 
primer apartado.
Pues bien, la complejidad ambiental se desarrolla replanteando ciertos 
conceptos fundamentales a la hora de comprender la realidad ambiental 
en términos discursivos, pero también prácticos, es decir, en la forma en 
la cual se entiende el ambiente y en la cual se interactúa con él. En términos 
de la forma en que se establecen relaciones con el ambiente se plantea la 
racionalidad ambiental, la cual presenta una ruptura de la idea de naturaleza 
como objeto, donde por el contrario es vista como un sistema vivo del cual 
hace parte el hombre. En este plano surge la sustentabilidad como una 
alternativa real para mantener el equilibrio del planeta y armonizar la actividad 
productiva con los ciclos naturales. Sin embargo, esta nueva racionalidad 
no surge per se, es necesario deconstruir y construir conceptos que permitan 
entender lo ambiental desde una perspectiva no cosificadora, unidimensional, 
instrumentalizante, así el saber ambiental aparece como una alternativa 
para concebir que el ambiente es una construcción social, determinada por 
la combinación de las cosmovisiones del mundo, dadas por las diferentes 
percepciones culturales, étnicas y de relacionamiento con el territorio.
Así pues, se plantea una contabilidad desde estas categorías 
epistemológicas, considerando que no es posible plantear posibilidades 
distintas en la disciplina sin repensarse de fondo los preceptos epistemológicos 
que determinan la práctica. Teniendo en cuenta la complejidad ambiental 
como elemento central para vislumbrar una nueva contabilidad, se plantea 
310
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
una contabilidad ecológica, que sirva para la construcción de nuevos sentidos 
y sentires del ser en relación con el mundo, entendiendo la realidad en su 
complejidad no limitada a las lógicas destructivas del capital. 
Desde una propuesta de contabilidad ecológica, la disciplina se plantea 
en una dinámica de vida, en la cual la naturaleza no puede ser vista como un 
recurso, como cosa apropiable, tal como lo ha hecho hasta el momento la 
llamada contabilidad ambiental. Por ello se debe clasificar la contabilidad 
ecológica como un sistema de información paralelo a la información financiera 
que debe tener en cuenta una serie de variables cualitativas y cuantitativas 
que permitan representar la circulación de la riqueza ecológica. Dicha riqueza 
no puede ser vista en términos monetarios ni determinado su valor en tanto 
sea útil para la generación de rentabilidad. Por el contrario, debe ser vista 
en su valor como unidad de vida, y en ese sentido los informes que de allí se 
desprendan irán orientados a capturar la dinámica de la naturaleza, en sus 
tiempos de producción y reproducción, teniendo en cuenta la transformación 
e intercambio energético que se da entre la biodiversidad y la producción de la 
vida material.
Con relación a la forma de operar de esta contabilidad ecológica en la 
práctica, es necesario trazar algunas líneas que permitan avanzar hacia la 
superación de lo ambiental como una extensión de la contabilidad financiera, 
intentando valorarlo o medirlo no en términos monetarios, es decir, aquí se 
entiende que lo ambiental no es comparable con las partidas de la contabilidad 
financiera como activos, pasivos o patrimonio.
Desde autores como Gómez (2004) y Rojas (2008) se retoman algunos 
caminos para el ejercicio de construcción deotra contabilidad. Ambos 
reconocen la importancia de introducir los lineamientos de la economía 
ecológica en contraposición a la economía ambiental, que no plantea limitantes 
de la naturaleza para soportar la producción y la generación de desechos. 
Gómez (2004) citando a Martínez (2001) platea que:
La diferencia existente entre la economía ecológica y la ambiental, radica en la 
aceptación de la primera, de las incapacidades y limitaciones de los precios como 
expresión del valor de los bienes naturales, sociales y culturales. No obstante, sus 
implicaciones son más profundas y se relacionan con el seguimiento a los f lujos de 
energía de los procesos económicos. (p. 112)
Rojas (2008), además, parte de allí para enriquecer el enfoque de sistema de 
gestión ambiental que, ligado a la visión de la empresa como sistema, reconoce 
unos limitantes físicos para la naturaleza, determinados y a la vez expresados en 
los tres principios de la termodinámica que recoge de Aguilera y Alcantara (1994):
1. Principio de la conservación de la Energía: La materia y la energía no se crean ni 
se destruyen, solo se transforman. 2. Principio de la Entropía: La energía y la materia 
se degradan de forma irrevocable de una forma disponible a otra no disponible. 3. No 
311Contaduría Universidad de Antioquia – No. 68. Medellín, enero-junio 2016
pueden producirse más residuos de los que los ecosistemas pueden soportar y no se 
puede obtener de estos más de lo que se pueden producir. (p. 85)
Desde ese planteamiento, entonces, la contabilidad ecológica dista de 
plantearse su objetivo en la representación de la utilidad en esa dinámica de 
ingresos y costos, pues desde esos principios de la materia y la energía que 
se vienen hilando no sería equiparable. Mas se convierte en una herramienta 
para, a partir de la transformación de la energía, establecerse como un insumo 
fundamental para restablecer la comunión entre los tiempos de producción y 
los tiempos de restablecimiento de la naturaleza.
A parte de estos referentes prácticos para la contabilidad ecológica, se 
plantea la necesaria relación que la disciplina contable tiene que tener con un 
saber también emergente, la ecología política. Esto se plantea ya que no es 
posible pensarse esta contabilidad sin la movilización social, que comprenda 
que las relaciones con el ambiente deben considerar al ser humano como parte 
de él y que, por tanto, existe una lucha por la permanencia de los ecosistemas 
y del hombre en el mundo, ambos como parte del ambiente. Así, dicha lucha 
se constituye en una lucha política que debe avanzar hacia la superación del 
estado de cosas imperante y hacia la búsqueda de formas comunitarias de vida 
más allá del interés privado o privatizante del sistema económico capitalista.
Así pues, recogiendo lo abordado, acá más que elaboraciones terminadas, 
lo que se plantean son caminos a tener en cuenta a la hora de emprender la 
construcción de una contabilidad que aprehenda la realidad ambiental. Va, a 
partir su enriquecimiento conceptual y práctico del diálogo de saberes que se 
establezca, por ejemplo, entre la investigación científica y las construcciones 
populares. Habrá además que reconstruir categorías y conceptos, por un lado, 
y cuestionarse por asuntos fundamentales como hasta qué punto de la realidad 
debe llegar la contabilidad para su representación, de tal manera que no se 
reduzca la complejidad de la realidad a un sentido meramente mecánico.
VI. Consideraciones finales
Como se pudo ver a lo largo del trabajo, los desarrollos que se han dado para 
incluir variables ambientales dentro de la contabilidad no han transcendido 
de presentarse como extensión de la contabilidad financiera. Los intentos por 
construir otro tipo de información que devele el impacto que en términos 
materiales las empresas tienen sobre el ambiente, han sido usados por las 
organizaciones para mediante la contabilidad legitimar el acelerado crecimiento 
de la producción a costa de la destrucción de la naturaleza. Por todo lo anterior, 
se hace necesario repensarse lo ambiental en la contabilidad en términos 
complejos, es decir, comprender lo ambiental como una construcción social, 
mediada por las diversidades culturales, étnicas y de relacionamiento con el 
ambiente. Para ello se presentan las categorías de la epistemología ambiental 
312
Quintero - Ramírez. Por caminos contra-hegemónicos hacia una contabilidad ecológica
desarrolladas por Enrique Leff, para proponer la contabilidad ecológica, y se 
retoman los planteamientos de otros autores para proponer unos lineamientos 
prácticos desde las leyes de la termodinámica.
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