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TFLACSO-2021AEMA

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Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO Ecuador 
Departamento de Asuntos Públicos 
Convocatoria 2016-2018 
 
Tesis para obtener el título de maestría de Investigación en Estudios Urbanos 
 
 
 
 
 
Consumo y desecho de alimentos: Metabolismo urbano en Quito 
Un abordaje cualitativo sobre su impacto en el ambiente 
 
 
 
 
 
Adriana Elizabeth Mejía Artieda 
 
 
 
 
 
Asesor: Marco Córdova 
Lectores: Ángela Giglia y Myriam Paredes 
 
 
 
 
 
Quito, enero de 2021 
www.flacsoandes.edu.ec
II 
 
Dedicatoria 
 
A Oswaldo, Beatriz, Gonzalo y Eulalia mis raíces, esencia y motivación 
A Mari, Fabián y Maru mi inspiración y fuerza 
A Momo por mostrarme todas las semillas del mundo. 
A mis amigas y maestras, nos cobijan las mismas causas 
 mientras el tiempo teje un abrazo eterno. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
III 
 
Tabla de contenidos 
 
Resumen ....................................................................................................................................... VII 
Agradecimientos ............................................................................................................................ IX 
Introducción ..................................................................................................................................... 1 
Capítulo 1 ......................................................................................................................................... 6 
Metabolismo Urbano- Hábitos de consumo como factor explicativo de la generación de residuos 
Sólidos un abordaje teórico .............................................................................................................. 6 
1.1. Metabolismo social y urbano ............................................................................................. 6 
1.1.1. Metabolismo urbano, las ciudades como principales consumidoras y excretoras ....... 10 
1.1.2. Degradación ambiental ................................................................................................ 13 
1.1.3. Residuos Sólidos .......................................................................................................... 16 
1.2. Hábitos de consumo como factor explicativo de la degradación ambiental por residuos 
sólidos ......................................................................................................................................... 19 
1.2.1. El Consumo, una perspectiva sociocultural ................................................................. 22 
1.2.2. El Habitus como factor explicativo de la conducta individual o social -Moda y 
distinción .................................................................................................................................... 25 
1.2.3. Generación de Residuos Sólidos, ¿cuáles son sus condicionantes? ............................ 27 
1.2.4. Factores de cambio en hábitos de consumo y su vínculo con la contaminación: Una 
revisión de la literatura ............................................................................................................... 32 
Capítulo 2 ....................................................................................................................................... 37 
Descripción Metodológica ............................................................................................................. 37 
2.1. Investigación y Unidad de Análisis ................................................................................. 40 
2.2. Antecedentes -Estructura de entrevista y registro de residuos ........................................ 42 
2.3. Registro de generación de residuos sólidos por familia .................................................. 44 
2.4. Proceso de sistematización .............................................................................................. 47 
Capítulo 3 ....................................................................................................................................... 50 
Distrito Metropolitano de Quito- Breves rasgos del consumo y del desecho vinculados a los 
alimentos en la ciudad .................................................................................................................... 50 
3.1. Metabolismo del consumo de alimentos ......................................................................... 51 
3.2. Metabolismo Urbano Del Desecho- Gestión de Residuos Sólidos en Quito ...................... 57 
IV 
 
Capítulo 4 ....................................................................................................................................... 64 
Consumo y Desecho- un hábito de clase o un anhelo de pertenencia con implicaciones 
ambientales ..................................................................................................................................... 64 
4.1. Dinámicas urbanas- Adquisición de alimentos en la ciudad de Quito ............................ 66 
4.2. El consumo y sus condicionantes .................................................................................... 73 
4.2.1. Sensaciones al comprar y pertenencia social ............................................................... 73 
4.2.2. El Deseo- El consumo subordinado a la capacidad adquisitiva ................................... 82 
4.3. Hábitos de consumo y generación de residuos sólidos .................................................... 86 
Conclusiones ................................................................................................................................ 104 
Anexos .......................................................................................................................................... 111 
Lista de referencias ....................................................................................................................... 116 
Entrevistas ................................................................................................................................ 125 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
V 
 
Ilustraciones 
 
Figuras 
 
1.1. El proceso general del metabolismo (de materia y energía)………………………………… 8 
 entre sociedad y naturaleza ...................................................................................................... 8 
1.2. Matriz de relaciones entre los tres principales campos del proceso general del…………….. 9 
metabolismo social y los cinco procesos metabólicos .............................................................. 9 
2.1. Ubicación del sector de residencia de familias entrevistadas ................................................. 48 
3.1. Ubicación de supermercados, ferias y mercados en Quito y cercanías ................................... 54 
3.2. Ferias agroecológicas .............................................................................................................. 55 
 
Tablas 
2.1. Entrevistas a expertos y solicitud de información 37 
2.2 Sistematización y agrupación de familias 48 
3.1. Inocuidad de alimentos 52 
3.2. Volumen de RSU ingresados por mes 2017 en toneladas 59 
3.3. Composición de residuos sólidos DMQ 2008 60 
3.4. Caracterización de residuos sólidos Quito 2012 60 
4.1. Descripción Alternativas de consumo 64 
4.2. Consumo con énfasis en Supermercados 1A-1B 92 
4.3. Consumo mixto con énfasis en mercados 2A- 2B- 2C 94 
4.4. Consumo Alternativo- 3A-3B-3C 96 
4.5. Comparación- Familias A 96 
4.6. Comparación Familias B- compuestas de entre 3 o 4 miembros 97 
4.7. Familias C-Familias de entre 5, 6 o más miembros 99 
VII 
 
Resumen 
 
El objetivo de la presente investigación es analizar cuáles son los hábitos de consumo que existen 
en la ciudad y de qué forma estos afectan o influyen en la generación de residuos sólidos, 
analizados desde la perspectiva de los alimentos. Se planteó la siguiente pregunta deinvestigación: ¿De qué manera los hábitos contemporáneos de consumo en la ciudad han 
influenciado: una mayor generación de residuos sólidos, una producción de residuos complejos 
en términos de tipo de desecho, la degradación ambiental y en aspectos socioculturales 
materializados en desechos? 
 
Se sostienen las siguientes hipótesis: El hábito y tipo de consumo urbano genera residuos sólidos 
cada vez más nocivos para el medio ambiente; a mayor consumo de productos procesados y 
empacados en la ciudad, mayor degradación ambiental y mayor generación de residuos sólidos 
asumidos como externalidades ambientales. 
 
El presente capítulo abordará las teorías del metabolismo social y se enfocará en sus dos últimos 
estados: el consumo y la excreción, utilizando las teorías de Toledo (2007), Leonard (2010) y 
Delgado (2012). Posteriormente, para referirnos al comportamiento social y al “habitus”, se 
abordará a Bourdieu (2007). Para conceptualizar el consumo y sus diferentes manifestaciones, 
desde una entrada sociológica, se analizarán diferentes planteamientos de Baudrillard (2007) y 
Featherstone (1991) y Simmel (1988, 1999), de igual forma, para analizar el vínculo entre ambas 
variables se recurrirá a los análisis de Barreda (2017), Duhau y Giglia (2008, 2016), Soliz (2016, 
2017), Schuld (2013) y Veraza (2008), a través de estos autores se buscará comprender las lógicas 
urbanas del consumo, sus formas de manifestarse y su efecto sobre el medio ambiente convertido 
en residuos sólidos. 
 
A modo de conclusión vemos que los hábitos de consumo en torno a alimentos responden a 
factores de urbanización y globalización que estandarizan el consumo en estructuras estériles y 
artificiales, destinadas a satisfacer necesidades y a crear otras a través de vínculos emocionales; el 
consumo se convierte en una práctica de pertenencia social. La adquisición de productos 
procesados y empacados es cada vez más frecuente y muchas familias acceden a ellos en 
VIII 
 
supermercados. De esta forma la generación de residuos sólidos antecede a los hábitos de 
consumo, puesto que los productos ya se diseñan y planifican junto con un residuo por lo que es 
necesario hablar de responsabilidades extendidas para los verdaderos generadores técnicos de 
residuos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
IX 
 
 
Agradecimientos 
 
A Marco Córdova, por guiar esta investigación y por confiar en mí. 
A las lectoras, Ángela Giglia y Myriam Paredes, por su tiempo. 
A Elena, Mariano, Feli y Stefan por su valiosa retroalimentación. 
 
 
1 
 
Introducción 
 
En la actualidad cada vez más personas viven en ciudades y se estima que un 55% de los 
habitantes del mundo ya viven en zonas urbanas (ONU 2018). Las ciudades modernas forman 
parte de una “Nueva Geografía Económica” y dependen del comercio, de sistemas de 
comunicación rápidos y eficientes y de finanzas para su desarrollo. Existen otras ciudades, sin 
embargo, que buscan desarrollarse —sin conseguirlo— de acuerdo con modelos establecidos por 
aquellas metrópolis que logran retener capital e inversiones (Roberts 2015). 
 
Las ciudades más grandes exportan modelos de planificación, gestión municipal en saneamiento 
y residuos sólidos, entre otros, muchas veces caducos, pero los procesos de urbanización poco 
planificados traen graves consecuencias socioambientales que ponen en riesgo la seguridad de las 
personas y del medio ambiente. La precarización de la calidad de vida se encuentra íntimamente 
ligada a los procesos de degradación ambiental, debido a la contaminación de agua, aire, suelo, 
escases de espacios verdes, lo que atenta además contra la seguridad y soberanía alimentaria de 
las ciudades. 
 
En este sentido el vertiginoso proceso de urbanización en el mundo ejerce una evidente presión 
sobre la gestión de los recursos naturales del planeta ya que el funcionamiento de las zonas 
urbanas depende del abastecimiento diario de energía, materiales extraídos de fuentes no 
renovables; alimentos y agua. Además, las ciudades al acumular una mayor cantidad de 
circulación y producción económica resultan atractivas y terminan albergando a cada vez más 
habitantes. De esta manera, con la concentración de personas, negocios e industrias, las ciudades 
se convierten en grandes centros de consumo de varios tipos de bienes, servicios y alimentos y 
por esta razón, resultan al mismo tiempo, ser lugares importantes de generación y acumulación de 
residuos sólidos y líquidos (ADB 2014). 
 
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura 
(FAO por sus siglas en inglés) la urbanización acelerada ha generado cambios en los hábitos de 
consumo afectando así la situación nutricional de las personas, ya que en las ciudades la demanda 
 
2 
 
de alimentos procesados —y por ende empacados— ha aumentado afectando así las costumbres 
alimentarias (FAO 2010). 
 
América Latina muestra los índices más altos de urbanización entre los países del sur global 
(CEPAL 2012), lo que a su vez tiene un fuerte impacto en los hábitos de consumo alimenticio 
debido a la pérdida de suelo agrícola destinado para consumo local y en la explosión del consumo 
de productos sobre elaborados, altos en azúcares y grasas. 
 
El efecto negativo no solo se evidencia en la nutrición de los y las ciudadanas, sino también en la 
degradación ambiental por generación de residuos sólidos. Los mismos resultan cada vez más 
sofisticados y nocivos, por ende, difíciles de descomponer. Este aspecto representa un gran 
problema para las ciudades de toda la región, donde la basura se ha vuelto un enorme reto ya que 
su disposición final en muchas ciudades aún no alcanza estándares técnicos mínimos 
(Buenrostro-Delgado 2016). 
 
Este modelo de expansión y desarrollo urbano empieza a ser insostenible en medida de su errónea 
concepción lineal donde se asumen los recursos como infinitos y donde los desechos generados 
se mantienen alejados de los centros urbanos y parecen no existir. El consumo y el desecho como 
cuarto y quinto proceso del metabolismo social y urbano son el reflejo de los sistemas 
productivos, de las relaciones establecidas al interior de la sociedad, así como con la naturaleza, 
de las relaciones de poder entre otros (Solíz 2014). 
 
A partir de lo señalado se plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿De qué manera los 
hábitos contemporáneos de consumo en la ciudad han influenciado: una mayor generación de 
residuos sólidos, una producción de residuos complejos en términos de tipo de desecho, la 
degradación ambiental y en aspectos socioculturales materializados en desechos? 
Se sostienen las siguientes hipótesis: El hábito y tipo de consumo urbano genera residuos sólidos 
cada vez más nocivos para el medio ambiente; a mayor consumo de productos procesados y 
empacados en la ciudad, mayor degradación ambiental y mayor generación de residuos sólidos 
asumidos como externalidades ambientales. 
 
3 
 
Se ha planteado un objetivo específico: analizar cuáles son los hábitos de consumo que existen en 
la ciudad y de qué forma estos afectan o influyen en la generación de residuos sólidos, analizados 
desde la perspectiva de los alimentos. 
 
Adicionalmente se plantean tres objetivos: 
 
1. Analizar de manera general las dinámicas del consumo alimentario y la generación de 
residuos sólidos en el DMQ. 
2. Entender cuáles son los hábitos de consumo alimentario de las familias urbanas 
seleccionadas. 
3. Entender de qué forma la generación de residuos sólidos de las familias se encuentra 
vinculada a dichos hábitos. 
 
Para esto, la investigación se ha desarrollado a través de diferentes estrategias analíticas que 
consistieron de revisión simultánea y exhaustiva de literatura teórica, metodológica, así como de 
líneas investigativas similares. Posteriormente se recopiló y levantó información relevantesobre 
la ciudad de Quito. Finalmente, se tomó como unidad de análisis a la familia para recopilar 
información desde un nivel más micro respecto a las dinámicas y hábitos de consumo. 
 
Se planteó un debate teórico desde el abordaje del metabolismo urbano que abarca diversas 
disciplinas como la economía, la ecología y la sociología. Se utilizó el concepto del “habitus” 
para comprender las prácticas y dinámicas socioculturales en torno al consumo, igualmente desde 
una perspectiva sociológica. De esta forma el consumo se presenta como una práctica social que 
depende a su vez de la producción. Así esta investigación se desarrolla de forma cualitativa 
realizando entrevistas semiestructuradas e incorporando parte de la metodología de la OMS para 
la caracterización de residuos sólidos domiciliarios. 
 
La presente investigación delimita la zona de estudio en la ciudad de Quito y valles cercanos 
como Cumbayá, Tumbaco, Valle de los Chillos y Sangolquí donde se llevaron a cabo entrevistas 
a personas que residían en estos lugares pero que trabajaban en los sectores urbanos de la capital. 
La ciudad de Quito sufre su mayor crecimiento urbano a partir de la década de 1970 a 
 
4 
 
consecuencia de la migración interna y desde principios de la década de 1990 se inicia un proceso 
de expansión del área urbana sobre territorios rurales y periurbanos que continúa hasta el día de 
hoy poniendo en peligro la seguridad alimentaria de sus habitantes ya que se han urbanizado 
zonas agrícolas (Estrategia Agroalimentaria de Quito 2019). 
 
Quito cuenta actualmente con una Estrategia Agroalimentaria (2019) en la cual se realiza un 
primer análisis metabólico sobre alimentos que incluye: producción, transformación, 
comercialización, consumo y residuos (2019). 
 
De esta forma el primer capítulo de la investigación, al ser un abordaje analítico teórico, busca 
presentar los principales conceptos que conforman las variables que se investigarán. En primer 
lugar, hemos tomado debates de autores que abordan teorías del metabolismo social y urbano 
haciendo especial énfasis en sus dos últimos estados, consumo y excreción —Toledo (2007), 
Leonard (2010), Delgado (2012)—. 
 
Este acercamiento marcó el carácter de la investigación para posteriormente plasmar la 
desagregación correspondiente a la variable “hábitos de consumo”. Esto se realizará desde una 
perspectiva sociocultural donde se desarrollará el concepto de “habitus” como comportamiento 
social desde la perspectiva de Bourdieu (2007). De igual manera se analizará la segunda variable, 
“generación de residuos sólidos”, desde la mirada de la degradación ambiental, donde se 
retomarán conceptos de diferentes materias como la economía, la ecología y otras ciencias 
sociales —Bellamy (2002), Martínez Alier (2011) —. 
 
Para el estudio del concepto de consumo y sus diferentes manifestaciones se analizará las 
contribuciones teóricas realizadas por Bauman (2007, 2017) Baudrillard (2007), Featherstone 
(1991) y Simmel (1988, 1999). De igual manera para analizar el vínculo entre ambas variables se 
recurrirá posteriormente a los análisis de Barreda (2017), Duhau y Giglia (2008, 2016), Soliz 
(2016, 2017), Schuld (2013) y Veraza (2008). Estos autores permitirán un acercamiento en la 
comprensión de la relación entre las lógicas del consumo como resultado de procesos de 
configuración urbana y los efectos ambientales materializados en la generación de residuos 
sólidos. 
 
5 
 
En el segundo capítulo se presentará la construcción metodológica de la investigación que fue de 
carácter cualitativo. Aquí se detallará el proceso de investigación llevado a cabo a partir del 
análisis de metodologías ya existentes implementados en otras investigaciones. De esta forma se 
construyeron entrevistas semiestructuradas que fueron empleadas en el trabajo de campo en una 
primera fase exploratoria y más adelante este constó de dos etapas con cada familia entrevistada, 
una fase de entrevistas respecto a los hábitos de consumo y una segunda fase de levantamiento de 
datos sobre residuos vinculados a alimentos generados por cada familia. Esta última se planificó a 
partir de metodologías de la OMS y de la Norma Mexicana (NMX-AA-61-1985) que son usadas 
en municipios a gran escala. Este análisis permitió considerar parámetros importantes respecto a 
la generación de residuos, así como a conceptos y características de los mismos. A pesar de no 
haber sido aplicadas en su totalidad —por su rigurosidad técnica y estadística aplicada a ciudades 
enteras a fin de realizar una caracterización de residuos minuciosa—, estas metodologías oficiales 
permitieron establecer directrices durante el proceso de generación y levantamiento de datos. 
En el tercer capítulo se presentará el análisis de caso para la ciudad de Quito, donde de manera 
general se comprenderá cuál es el funcionamiento del metabolismo urbano para las dos etapas 
seleccionadas. Esto posteriormente permitirá una proximidad al análisis de las variables desde 
una escala más micro. 
 
Finalmente, en el cuarto capítulo se conocerán los resultados del trabajo de campo con las 51 
familias entrevistadas donde se presentan y analizan las percepciones, intereses y deseos de los y 
las entrevistadas, vinculados a sus hábitos de consumo. De igual manera se presentan los 
condicionantes existentes que influyen en la capacidad de toma de decisión al momento de 
consumir. Por último, se analiza el vínculo entre las dos variables a partir de los datos 
recolectados en la segunda fase del trabajo de campo. 
 
Para cerrar se presentan las conclusiones de la investigación donde también se indican posibles 
recomendaciones y sugerencias para próximas investigaciones a partir de los hallazgos 
sistematizados. 
 
 
 
 
6 
 
Capítulo 1 
Metabolismo Urbano- Hábitos de consumo como factor explicativo de la generación de 
residuos Sólidos un abordaje teórico 
 
1.1. Metabolismo social y urbano 
Desde la economía ambiental se estudian las externalidades y posibles conflictos 
intergeneracionales por asignación de recursos. En esta materia se asegura que Pigou (1920) y 
Coase (1960) desarrollaron “las bases conceptuales” que más adelante nos permitiría hablar de 
Economía Ambiental (Aguilera y Alcántara 2011). 
 
Posteriormente, la economía ecológica surge como la disciplina científica que busca integrar 
elementos interdisciplinarios de la ecología, la termodinámica, las ciencias sociales, la economía 
y otras ciencias. La economía clásica no muestra interés en todas estas materias, por ejemplo: la 
economía tradicional no toma en cuenta procesos de la termodinámica “(o energía de la física) 
que registra las pérdidas e irreversibilidades inherentes a los procesos físicos, y la ecología (o 
economía de la naturaleza) que registra la productividad energética y material de los sistemas 
naturales” (Naredo 1992 en Castiblanco 2007,3). De esta manera la economía ecológica surge 
como una crítica a la economía tradicional para que, desde un enfoque interdisciplinario, sea 
posible explicar el impacto de las actividades humanas sobre el mundo y sus ecosistemas. Esta 
disciplina se enfoca en el estudio de “las relaciones e interacciones entre los sistemas ecológicos 
y los sistemas económicos, con un enfoque integrador y con bases científicas” (2007, 1-5). 
 
En esta misma línea, el concepto de “metabolismo” empieza a ser incluido en los estudios de 
flujos energéticos y económicos y, adicionalmente, la degradación de ecosistemas por 
contaminación también empieza a considerarse dentro de los aspectos de la economía ecológica 
(2007). Pero, para comprender el vínculo de este concepto con la degradación ambiental, es 
necesario retomar la noción de “fractura metabólica”, término acuñado inicialmente por Marx 
(1862).1 El autor, después de estudiar a Liebig y Schönbein, desarrolla un análisis desde la 
perspectiva de la química agrícola.De esta manera Marx menciona que se trata de la “sistemática 
 
1 “[L]os excrementos producidos por el metabolismo humano natural, junto con los desechos de la producción 
industrial y del consumo, tenían que ser devueltos al suelo, como parte de un ciclo metabólico completo” (Marx 
1971 en Solíz 2016, 39). 
 
7 
 
[…] explotación capitalista (en sentido de robo que no conserva los medios de reproducción) del 
suelo” (Bellamy 2000, 240).2 
 
En este sentido, Liebig menciona que los métodos de agricultura intensiva eran un sistema de 
robo, en parte debido al transporte distante desde las granjas hacia las ciudades, provocando que 
no regresen a la tierra materiales necesarios como fósforo, nitrógeno o potasio, extraídos del 
suelo rural al momento de la producción. Esto contribuía a la contaminación urbana en forma de 
desechos orgánicos al mezclarse con desechos humanos y animales. Por esta razón, Marx 
menciona que el capitalismo causó una “brecha irreparable” en la interacción metabólica entre los 
seres humanos y la tierra (Bellamy 2002). 
 
De esta manera, el planteamiento de Marx pone en evidencia el relacionamiento de carácter 
antropocéntrico entre las sociedades y la naturaleza donde los recursos naturales se piensan 
ilimitados y donde la degradación ambiental no es considerada (Bellamy 2002; Soliz 2018). 
Así, el concepto de metabolismo social resurge o se reinventa con la aparición del libro 
“Handbook of Environmental Sociology” de la autora Marina Fisher-Kowalski en 1997 (Redclift 
y Woodgate 1997), posteriormente este es asumido para realizar un “análisis de flujos de 
materiales” que generalmente era utilizado para explicar flujos de intercambio de energía (Toledo 
2013). En consecuencia, Toledo (2013) plantea que el metabolismo social inicia en el momento 
en el que los seres humanos se apropian de materiales y energías de la naturaleza y culmina 
cuando los desechos, emanaciones o residuos, producidos por la acción inicial, son depositados 
en algún lugar o liberados a la atmósfera. 
 
Así mismo, dentro de la economía de los materiales se muestra de qué forma “las cosas” se 
mueven a través de un sistema que va desde la extracción, producción, distribución y consumo 
hasta la disposición final. La autora Annie Leonard (2010) realiza una crítica al sistema 
anteriormente señalado, puesto que este presenta un sistema lineal o infinito, de forma que resulta 
incompatible con la realidad, ya que habitamos un planeta finito (Leonard 2010). 
 
 
2 El término “metabolismo” (Stoffwechsel) fue introducido en el año 1815 por fisiólogos alemanes. El mismo se 
refería al proceso respiratorio, pero su significado se amplió. Más tarde Liebig (1842), lo utiliza en la Química 
animal (Bellamy 2000, 246-247). 
 
8 
 
Figura 1.1. El proceso general del metabolismo (de materia y energía) entre sociedad y naturaleza 
 
Fuente: González de Molina y Toledo 2011 en Toledo 2013 
 
Como vemos en la Figura 1.1 el metabolismo social consta de 5 etapas, de acuerdo a Toledo y 
Molina (2011): 1. Apropiación, 2. Transformación, 3. Distribución, 4. Consumo y 5. Excreción. 
 
Podemos apreciar que el metabolismo abarca diferentes procesos que dejan en evidencia la 
relación entre sociedad y naturaleza, “así, la forma en que los seres humanos se organizan en 
sociedad, determina la forma en que ellos afectan, transforman y se apropian de la naturaleza, 
[…]” (González y Toledo 2005, 4). Adicionalmente se identifican tres áreas importantes para el 
estudio del metabolismo social como son: el rural, el urbano y el industrial. Estos diferentes 
campos muestran mayor o menor actividad en cada una de los diferentes procesos de la cadena 
metabólica (Toledo 2013). 
 
Toledo profundiza este abordaje e indica que existen dos dimensiones: material o tangible y otra 
inmaterial o intangible. Refiriéndonos a la primera, conocemos que el metabolismo social inicia 
con la apropiación humana –organizada en sociedades– de materiales o energías provenientes de 
la naturaleza y finaliza con la obtención de residuos, desechos o emanaciones que se depositan 
igualmente en la naturaleza. Pues bien, los seres humanos, más allá de limitarse a seguir ciclos 
netamente biológicos o a crear estructuras y utensilios que faciliten su vida, también sueñan, 
anhelan, imaginan, aprenden, “establecen relaciones entre ellos, producen reglas, normas y leyes, 
diseñan tecnologías, hacen transacciones y construyen instituciones con diferentes fines y en 
 
9 
 
distintas escalas. Y es esta parte intangible de la sociedad la que opera como un armazón para los 
procesos materiales del metabolismo” (Toledo 2013, 51). Por lo tanto, si bien el metabolismo ha 
sido explicado desde la economía, el autor señala la importancia de buscar abordajes sociológicos 
que expliquen el carácter inmaterial del metabolismo. 
 
Retomando las diferentes fases del metabolismo expuestas anteriormente, en la Figura 1.2, se 
puede observar que el metabolismo urbano presenta mayores niveles de consumo y de excreción. 
Entonces se puede asumir que “la naturaleza juega el doble papel de suministradora de recursos y 
receptora de residuos” (Martínez Alier et al, 2001, 13) y de acuerdo a lo planteado vemos que las 
ciudades son importantes generadoras de externalidades ambientales negativas, principalmente en 
las dos últimas fases del metabolismo social: consumo y excreción. 
 
Figura 1.1.11. Matriz de relaciones entre los tres principales campos del proceso general del metabolismo 
social y los cinco procesos metabólicos 
 
Fuente: González de Molina y Toledo, 2011. En Toledo 2013, 54 
 
En la etapa de consumo, el proceso metabólico envuelve a toda la sociedad. Es indispensable 
comprender y diferenciar entre las necesidades intrínsecas del ser humano y las necesidades 
generadas, donde el consumo es comprendido como un “poderoso factor de demanda que 
incentiva y en alguna medida subordina a los demás procesos metabólicos” (Toledo 2013, 50). 
Martínez Alier (2011) amplía la perspectiva del consumo explicando la existencia de distintos 
tipos de necesidades humanas que se ubican en orden jerárquico: en primer lugar, se encuentran 
 
10 
 
las necesidades materiales básicas (alimentación, necesidad de abrigo/protección, ropa y 
vivienda). Posteriormente se ubican las no materiales: conocimiento, ocio, etc. (Martínez Alier et 
al 2001,17). 
 
De esta manera las necesidades de las sociedades establecen demandas de consumo y posterior 
descarte (2001, 19-20). A su vez, Leonnard (2010), en “La historia de las cosas”, explica que el 
origen de la palabra “consumir” proviene de “destruir por fuego o enfermedad, dilapidar, agotar”. 
El término consunción (consumption) era usado como referencia de tuberculosis. “Esto significa 
que una sociedad de consumo es una sociedad de destructores y dilapidadores” (Leonard 
2010,39). 
 
Posteriormente, en el proceso de “Excresencia” evidenciamos cómo las actividades humanas 
generan —en términos económicos— externalidades ambientales. Las ciudades se abastecen por 
fuera del sistema urbano para asegurar su funcionamiento y de igual manera generan residuos 
contaminantes que se depositan en lugares apartados de los límites urbanos, es decir, el impacto 
urbano es alto. Por esta razón la literatura señala que el crecimiento descontrolado de las ciudades 
y la densidad poblacional está relacionado con la creciente generación de residuos (Delgado 
2016, Solíz 2014). 
 
1.1.1. Metabolismo urbano, las ciudades como principales consumidoras y excretoras 
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la vida urbana, vinculada a lo cosmopolita y a la 
modernidad, empieza a manifestarse y consumarse en las metrópolis. Sus habitantes adquieren 
prácticas cotidianas dentro del espacio urbano que empiezan a diferenciarse de “las formas 
urbanas del pasado”, todo esto como resultado del “desarrollo industrial capitalista, la acelerada 
urbanizaciónde la población y el desarrollo de nuevas tecnologías de transporte […]” (Duhau y 
Giglia 2016, 12), entre otras. Por esta razón, las metrópolis empiezan a ser consideradas como 
modelos de desarrollo a seguir y como la “expresión por excelencia del progreso” (2016, 13). 
El metabolismo urbano, permite entender a la ciudad como un súper organismo vivo o un sistema 
abierto donde existe un intercambio de flujos, energía y materiales, este organismo se aprovisiona 
fuera del sistema (urbano) y desecha energía disipada y materia degradada, en ocasiones, también 
fuera del sistema urbano (Delgado 2012). El metabolismo urbano también es definido como: “la 
 
11 
 
suma total de los procesos técnicos y socioeconómicos que ocurren en las ciudades, lo que resulta 
en el crecimiento, la producción de energía y la eliminación de desechos” (Kennedy et al., 2007, 
44).3 
 
Este proceso de degradación de materia y energía se complejiza a causa, entre otras razones, de la 
extensión de la mancha urbana mal planificada, debido a la obtención de materiales para el 
abastecimiento de las ciudades, así como la excreción de desechos y residuos (Delgado 2012, 
Toledo 2013). Adicionalmente se menciona que el sistema urbano se encuentra contenido en un 
sistema mayor, que, por el contrario, se trata de un sistema “cerrado a flujos de materiales y 
abierto a flujos de energía —la luz solar—” (Delgado 2012, 4). 
 
Los flujos que ingresan a las ciudades en forma de “agua, alimentos y combustibles, son 
expulsados desde las ciudades en forma de aguas residuales, residuos sólidos y contaminantes 
atmosféricos” (2012,4-5). Por lo que estas deben utilizar más energía para alejar las 
externalidades de sus fronteras habitables, además, los procesos de reciclaje también demandan 
un ingreso energético que, de igual manera, liberará gases a la atmósfera, lo que nos permite 
constatar el metabolismo extremadamente intenso de las ciudades (Zaman y Lehmann 2011). 
En la actualidad es posible analizar los flujos energéticos de las ciudades (Zucchetto1975; Barles 
2007; Huang1998), o el metabolismo urbano del agua y sus diferentes ciclos (Hermanowicz y 
Asano 1999; Gandy 2004; Thériault et al., 2009). Resulta de gran importancia, no solo para el 
metabolismo urbano sino justamente para mantener la perspectiva del vínculo urbano rural, 
analizar el ciclo de nutrientes del suelo (Forkes 2007; Færge et al., 2001; Baker et al., 2001; 
Nilson, 1995). Además de abordar la perspectiva de residuos sólidos en el marco del 
metabolismo urbano, se busca también presentar alternativas y soluciones (Leach, Bauen y Lucas 
1997; Colon y Fawcett 2006; Snyman y Vorster 2010; Young y Fan 2010; Phillips et al., 2011; 
Lehmann 2011; Zaman y Lehmann, 2011, en Delgado 2012). 
 
Por otro lado, las ciudades requieren del desarrollo de mecanismos, infraestructuras, procesos y 
servicios específicos para su adecuado funcionamiento. Varios servicios urbanos han tratado de 
evolucionar en pos de precautelar la salud y el bienestar de sus habitantes, sin embargo, existen, 
 
3 Traducción realizada por la autora. 
 
12 
 
como vimos, muchos procesos perjudiciales durante las diferentes fases metabólicas que 
terminan afectando a terceros más allá de las fronteras urbanas. Solíz (2014) se refiere al 
“Neohigienismo” para explicar la forma actual de producir desechos. En primera instancia el 
higienismo surge durante la primera mitad del siglo XIX como una medida de prevención de 
enfermedades, manteniendo y proveyendo a los centros urbanos de condiciones salubres, es decir 
con “acceso a agua potable, servicio de eliminación de excretas, recolección de basura, 
alumbrado eléctrico, etc.” (Solíz 2014 58). Como se planteó anteriormente existen estructuras 
sociales y administrativas que forman parte del aspecto intangible del metabolismo, por lo que la 
gestión urbana es correspondiente. 
 
Sin embargo, desde la perspectiva de Solíz “[…] el neohigienismo se convierte en una suerte de 
disfraz, que mantiene las díadas de sobreacumulación-infraconsumo, promoviendo un discurso de 
esterilidad y limpieza, que se construye a costa de intensificar las crisis de sanidad que afecta 
sobre todo a los más pobres” (2014, 59). La principal característica del neohigienismo es la 
planificación espacial de “procesos socio ambientales destructivos” en lugares lo más distante 
posible a los límites urbanos, mientras que por un lado se muestra una clara aversión a la 
contaminación biológica, por otro lado, existe permisividad y tolerancia frente a la “creciente 
contaminación química4 (Solíz 2014, 58). 
 
De esta forma vemos que el metabolismo de las ciudades puede tener diferentes niveles de 
intensidad dependiendo de diversos factores. Sin duda esta noción de metabolismo urbano se 
encuentra estrechamente relacionada con el concepto de huella ecológica (Wackernagel and Rees 
1996), que se especializa en la cuantificación del impacto de los seres humanos sobre el planeta, 
de acuerdo a la capacidad de regeneración y carga de los ecosistemas. Los autores Wackernagel y 
Rees (1996) introdujeron el indicador de la huella ecológica a inicios de los años 90 y se trata de 
una “herramienta de contabilidad que estima el consumo de recursos y los requerimientos de 
asimilación de desperdicios de una población humana específica” (Falconí, 2006, 174), puede 
 
4 Solíz (2014) además indica que existe un importante vínculo estatal que al promover la higiene, esta se presenta 
como una opción individual, mientras se desconocen estructuras sociales más profundas. “A esto se suma la 
promoción estatal de “estilos de vida de higiene y descarte […] campañas de prevención que insisten en el 
planteamiento de la libertad individual como posibilidad real de evitar la enfermedad, omitiendo las 
responsabilidades estatales, el contexto de inequidad, opresión y relaciones de poder” (Solíz 2014, 59) 
 
 
13 
 
evaluarse desde el nivel individual, familiar, regional, nacional, hasta el nivel mundial. Por lo 
tanto, este indicador biofísico describe el área requerida para proporcionar recursos a una entidad 
determinada y para absorber sus desechos. De acuerdo a los autores, la Huella Ecológica brinda 
información respecto a la sostenibilidad según la capacidad de carga del planeta. 
 
Esto nos lleva a pensar en la siguiente discusión, la degradación ambiental, puesto que como se 
puede apreciar, la intensidad de las dinámicas urbanas se refleja finalmente en el impacto 
ambiental. 
 
1.1.2. Degradación ambiental 
La literatura define degradación como: una “reducción de grado o a un rango menor” o como: 
“cambios en la homeóstasis de un sistema” generando una “reducción en productividad” (Herzer, 
Gurevich, 1996,76). El concepto de degradación no abarca únicamente al entorno natural, sino 
que también puede describir situaciones específicas de los ambientes construidos, como las 
ciudades. 
 
Entonces, al hablar de la degradación del medio ambiente urbano, vinculamos a los elementos 
que la naturaleza ha provisto con un sistema “construido socialmente (la ciudad y sus estructuras 
físicas, patrones sociales y culturales). La degradación, en este caso, hace referencia a la totalidad 
ambiental: lo natural, lo físico y lo social” (Lavell 1996,18 en Herzer, Gurevich 1996). 
 
Los efectos de la degradación ambiental se evalúan en el ámbito social, económico e incluso, 
como las autoras señalan, en el ámbito político. Todo esto debido a que: “la […] variación […] 
del clima, movimientos del suelo, la alteración química del aire y de las aguas” (1996:77) y el 
suelo, así como un hábitat poco saludable, alteran la calidad y estilo de vida de los habitantes y de 
su entorno natural. 
 
La Ecología es la ciencia que se encarga de estudiar la degradación ambiental por la pérdida de 
características que permiten la reproducción de la vida o la amenazan. Al hablar por ejemplo de la 
degradación de losrecursos, podemos comprender que el agua o la tierra han dejado de ser aptos 
para la reproducción de la vida plena, de una o varias especies (Paulson,1998; Bernache, 2006). 
 
14 
 
Pero la concepción de la degradación ambiental y lo que esto representaba ya había sido 
observado y percibido desde hace algunos siglos, de acuerdo a lo que Cuvi (2015) señala: 
 
[…] en los avisos de los ingenieros forestales franceses en el siglo XVIII frente al impacto de la 
explotación forestal en Santa Helena y Mauricio, en las respuestas de los ingenieros de montes 
españoles en el siglo XVIII ante el esquilme de los bosques, o en las reacciones sobre el Tazón de 
Polvo (Dust Bowl) en Estados Unidos hacia 1930” (2015, 1). 
 
De forma concreta podemos volver la mirada al año 1858 en Londres, cuando se declaró el año 
del “Great Stink” tras una epidemia de cólera, el río Támesis se encontraba gravemente 
contaminado, a tal punto que los ciudadanos no podían transitar por las calles de la ciudad y los 
habitantes más afectados o aquellos que pudieron, se mudaron a las afueras, huyendo de la 
“insalubridad” y de las terribles condiciones de vida (Abel 1996 en Encalada 2010). En Europa la 
contaminación de los ríos alcanzaba niveles alarmantes de forma que se comprendió que los 
cuerpos de agua no servían únicamente como sistemas de transporte de basura y desperdicios 
lejos de las ciudades, sino que conformaban ecosistemas únicos con funciones irremplazables y 
beneficiosos para la ciudad (Encalada 2010). 
 
[A]demás del H2O y otros químicos disueltos, había en los ríos un millar de organismos que 
habitaban y habían evolucionado en este ecosistema. Estos organismos, que pudieron sobrevivir a 
la contaminación (i.e. hongos, bacterias y algunos invertebrados), estaban descomponiendo el 
material orgánico y desechos que los seres humanos echaron en su cauce. Es decir, recién a final 
del siglo XIX, se empezó a considerar a los ríos, y otros cuerpos de agua dulce, como ecosistemas 
únicos, con un ensamblaje de especies diverso, y donde se realizaban procesos ecosistémicos 
cruciales para el funcionamiento del planeta (Encalada 2010, 41). 
 
De esta forma, en el entorno urbano, cuando la degradación ocurre, se generan conflictos que 
devienen en una disminución, no solo de su productividad, sino también de su calidad de vida. 
 
Las amenazas ambientales en los entornos urbanos son variadas, entre ellas encontramos: la 
contaminación atmosférica, la contaminación del agua potable o escasez del recurso hídrico, la 
creciente generación de residuos sólidos, “la aparición de focos de contaminación química del 
 
15 
 
suelo”, la disminución de espacios verdes y humedales o la contaminación de redes fluviales al 
interior de las urbes (Bettini 1998, 164; Lavell 1996). 
 
La expansión territorial, el abrumante crecimiento demográfico y la generación de nuevos 
núcleos urbanos, donde la mayoría de la población mundial se ubica, se convierte en una 
amenaza en muchos de los casos. Existen diversos riesgos, ante los cuales la población se vuelve 
altamente vulnerable, como epidemias que generan emergencias sanitarias, las mismas que 
pueden ser desatadas por eventos climáticos extremos, hambre o sequías que pueden ser causadas 
por desabastecimiento (Terradas 2011). 
 
Como se mencionó anteriormente, el abastecimiento de las ciudades forma parte del ciclo 
metabólico social. Alimentos, agua y energía, son elementos que provienen de las periferias, 
campos y fuentes lejanas. Como resultado del proceso obtenemos aguas residuales que regresan a 
su cauce sin ser tratadas, contaminando a su paso otras fuentes de agua, suelo etc, generando un 
impacto ambiental irreversible que sobrepasa las fronteras urbanas (IEA, 2009; Thériault et al., 
2009; Díaz 2014). Dentro de este aspecto es importante señalar que la expansión de la mancha 
urbana sobre suelos agrícolas, amenaza la seguridad y soberanía alimentaria de los centros 
urbanos. Su abastecimiento requiere cada vez de una mayor inversión energética por las 
distancias que se deben recorrer y las cadenas de frío que se deben seguir, situación que a largo 
plazo atenta contra la vida humana (FAO 2018). 
 
La energía que la ciudad utiliza para su funcionamiento cotidiano se libera a la atmósfera en 
forma de gases contaminantes o calor. La polución del aire es quizás lo más preocupante, pues 
tiene efectos nocivos y directos en los seres humanos por el contacto constante y en ocasiones 
poco perceptible. La contaminación por partículas de plomo ha disminuido debido a normas 
internacionales de salud que han ejercido presión para su control (Borrego et al 2015; Terradas 
2011). 
 
La escasez de espacios verdes al interior de las ciudades afecta la regulación del microclima 
urbano, generando islas de calor. Se presentan fuertes cambios de temperatura en una misma 
ciudad. La temperatura de los centros urbanos aumenta en relación a las periferias debido a que el 
 
16 
 
calor se acumula como resultado de: los materiales de los cuales se construyen las ciudades, la 
emisión de gases causada por vehículos que requieren combustible, el uso de calefacciones o aire 
acondicionado, entre otras actividades humanas. El calor acumulado no logra salir debido a la 
contaminación de los centros. A menor número de espacios verdes aislantes de calor y menor 
cantidad de árboles que proporcionen sombra, mayor es la contaminación, resultando en ciudades 
degradadas (Sánchez-Guevara, 2017 en Rivas, 2017; Terradas, 2011). Como vemos, las ciudades 
alrededor del mundo han generado dinámicas diversas para asegurar su abastecimiento y 
funcionamiento, generando externalidades y costos ambientales en lugares cada vez más distantes 
(Cuvi 2015, 37). 
 
Las ciudades concentran grandes cantidades de residuos, aire contaminado y aguas residuales, 
como resultado de la aglomeración de habitantes y el desarrollo de las diferentes actividades 
como comercio e industrias, por lo que la gestión debe concentrarse en —para el caso de residuos 
sólidos, por ejemplo— recogerlos y trasladarlos hasta el destino de deposición, “a fin de proteger 
la salud de la población y el medio ambiente” (Donoso 2017, 74-75). 
 
Durante el ciclo de vida humana se generan desechos y esto ha ocurrido en todas las sociedades a 
lo largo de la historia (Melosi 2005). “Since human beings have inhabited the earth, they have 
generated, produced, manufactured, excreted, secreted, discarded, and otherwise disposed of all 
manner of waste. [...] Beginning with ancient civilizations, there has always been refuse” (Melosi 
2005, 1). De esta forma, esta problemática planetaria será analizada de manera específica a 
continuación. 
 
1.1.3. Residuos Sólidos 
La basura es considerada, desde la economía, como una externalidad ambiental, es decir que se 
trata de un coste excluido de los precios del mercado. A pesar de tener un impacto externo estos 
son “efectos secundarios de la producción o del consumo” (Morcillo 2006,133). Sin embargo, 
desde otras miradas, la basura es el resultado de la relación entre estructuras sociales y sistemas 
de producción con los ecosistemas, es la evidencia de “[…] la (in)sustentabilidad de su modelo 
económico, la (in)justicia social y ambiental en los procesos de extracción, transformación y 
distribución” (Solíz 2014, 79). Esta es además el resultado final del consumo que deja entrever la 
 
17 
 
especialización y elaborada “diversificación” de todo tipo de productos y “valores” así como la 
adaptación de los seres humanos a las reglas del mercado que “nos educa y acostumbra a 
consumir, usar y tirar sin límite alguno […] en nuestros basureros los problemas y desechos que 
generamos” (Barreda5 2017, 98). 
 
La basura pertenece al quinto proceso metabólico, la excreción, se trata por consiguiente del 
producto final del metabolismo social, su generación está ligada a procesos suscitados en lacadena metabólica, es decir, durante la Apropiación, Transformación, Distribución y Consumo. 
Por esta razón al indagar respecto a la generación de los desechos y el tratamiento que se les da, 
podemos constatar de manera más específica el funcionamiento de las estructuras sociales y sus 
relaciones de poder (Solíz 2017). Por consiguiente, es posible cuestionar si “la [actual] crisis de la 
basura” responde a un modelo de producción vinculado a patrones específicos de consumo 
desarrollados durante el último siglo (2014). 
 
Ninguna otra forma de sociedad anterior o exterior a la moderna ha producido basuras en una 
cantidad, calidad y velocidad comparables a las de las nuestras. Ninguna otra ha llegada a alcanzar 
el punto que han alcanzado las nuestras, es decir, el punto en el que la basura ha llegado a 
convertirse en una amenaza para la propia sociedad (Pardo 2010, 163). 
 
De esta manera la basura se convierte en un “síntoma de riqueza, (...) despilfarro, excedente” 
(Pardo 2010, 164 en Mancheno 2014,35), la basura es “lo que no tiene lugar, lo que no está en su 
sitio y, por tanto, es la materialidad que se debe trasladar a otro sitio con la esperanza de que allí 
pueda desaparecer como basura, reactivarse, reciclarse, extinguirse: lo que busca otro lugar para 
poder progresar” (Pardo 2010, 165). En este sentido Barreda (2017) habla sobre el pensamiento 
mágico de la basura y señala que detrás de cada actividad desempeñada por el ser humano existe 
un rastro de “inmundicia” a la que no se le presta importancia puesto que estas “desaparecen 
mágicamente” gracias a diferentes factores tecnológicos, de planificación y económicos” (2017, 
96). 
 
En la actualidad, existen diversos factores que promueven un tipo de consumo y aumentan de 
 
5 (Kozlik 1973; Viale 1994; Packard 1961; Ililich 2006a; 2006b; 2006c en Barreda 2017, 98) 
 
18 
 
forma acelerada la producción de desechos, como hemos visto anteriormente. Uno de los 
problemas más graves para las ciudades tiene que ver con la generación de residuos sólidos, la 
gestión de los mismos se ha vuelto inmanejable alrededor del mundo y más aún en ciudades del 
continente africano, asiático y por supuesto en Sudamérica. Las estadísticas señalan que, en las 
ciudades de países en desarrollo, la basura que se depone de manera correcta oscila entre el 30% 
y el 70%, el resto se deposita de manera equivocada en cuerpos de agua, calles o en basurales a 
cielo abierto (Solíz 2014, 20). 
 
Lo antes expuesto no ha sido diferente en Sudamérica, puesto que quebradas y ríos han sido por 
décadas los sumideros de residuos sólidos y líquidos (Cuvi 2015,39). Una inadecuada disposición 
final de residuos sólidos urbanos genera diversos riesgos y afectaciones a la seguridad y salud de 
los seres humanos. Los riesgos constituyen: contaminación de agua debido a procesos de 
descomposición y de lixiviación y generación de gases emitidos a la atmósfera debido a la 
incineración de residuos sólidos. La materia orgánica mal administrada genera la aparición y 
propagación de enfermedades y epidemias. Por otro lado, la concentración de residuos sólidos 
recuperables, combinados con desechos no recuperables, dificulta la correcta disposición final de 
los mismos (Aguilar, Köfalusi 2006). Otro aspecto importante respecto al inadecuado y deficiente 
manejo de los residuos sólidos es la no utilización de residuos orgánicos para la generación de 
suelo fértil. El flujo de alimentos desde el suelo agrícola hacia las ciudades no retorna a él en 
forma de nutrientes o materia orgánica, generando un desbalance en la composición del suelo, 
empobreciéndolo y motivando el uso de compuestos químicos para sustituir aquellos 
componentes que el suelo va perdiendo (Færge et al. 2011). 
 
Los autores Zaman y Lehmann (2011) señalan que la generación de desechos está directamente 
relacionada con el consumo de recursos. También mencionan que el “alto consumo” se asocia en 
la actualidad al éxito y el reconocimiento. Entonces el comportamiento humano tiene un impacto 
alto en la generación de desechos (2011, 179). 
 
De esta manera se señala que uno de los mayores retos es “la disminución de los patrones de 
consumo” y que así, una de las principales formas de mitigación sea “emisiones evitadas y 
residuos no generados” (Delgado, 2012,19). Pensar en patrones y hábitos de consumo en la 
 
19 
 
actualidad, como los causantes de la creciente generación de residuos sólidos y otros 
contaminantes, nos invita a analizarlos de forma más específica y centrar la atención en otros 
condicionantes. 
 
1.2. Hábitos de consumo como factor explicativo de la degradación ambiental por 
residuos sólidos 
En las últimas décadas, tratar de mantener el dinamismo económico, ha significado influenciar el 
modo de vida de los seres humanos a través del consumo. Las técnicas que se han desarrollado 
para lograr este objetivo se pueden explicar desde ciencias como la psicología, la sociología o la 
economía, entre otras. El consumo y posterior consumismo, además, responde a momentos 
políticos e históricos que marcaron el desarrollo de patrones y hábitos de consumo en la 
actualidad. 
 
“La sociedad de productores se ha transformado en una sociedad de consumidores; para alcanzar 
el codiciado reconocimiento social cada sujeto debe reciclar su identidad y presentarse como bien 
de cambio […]” (Bauman 2007, I). Esta afirmación puede ser corroborada a través de varios 
momentos históricos que influenciaron el comportamiento humano alrededor de sus hábitos de 
consumo y los transformó, convirtiéndose en políticas de Estado e identidades culturales 
occidentales. 
 
Concretamente, el momento histórico que da inicio a la “sociedad del consumo” es el Fordista, 
que se constituye a finales del siglo XIX. La infraestructura instaurada en la línea de producción, 
distribución y comunicación, permitió reducir las horas de trabajo destinadas al ensamblaje y 
terminación de productos. De esta manera, mientras en el año 1910 el ensamblaje de un chasis de 
un vehículo Ford duraba doce horas y media, para el año 1914 el tiempo se redujo a una hora y 
media. La implementación de la cadena de montaje permitió reducir el valor de los automóviles 
hasta un 50%, aumentando las ventas de los mismos (Lipovetzky 2007 en Dettano 2015). 
 
Este modo de producción en serie, que aumenta el volumen de productos manufacturados y 
disminuye el costo de sus bienes, encuentra en los obreros nuevos consumidores. Posteriormente, 
en la época de la posguerra se evidencia “la importancia ideológica del consumismo” donde 
 
20 
 
comprar se vuelve una “responsabilidad cívica” y el consumo va a ser legitimado desde la 
política (Cohen 2004 en Dettano 2015). 
 
[…] beginning during the war and with great fervor after it, business leaders, labor unions, 
government agencies, the mass media, advertisers, and many other purveyors of the new postwar 
order conveyed the message that mass consumption was not a personal indulgence. Rather, it was 
a civic responsibility designed to improve the living standards of all Americans, a critical part of a 
prosperity producing cycle of expanded consumer demand fueling greater production, thereby 
creating more well-paying jobs and in turn more affluent consumers capable of stoking the 
economy with their purchases (Cohen 2004, 236).6 
 
Más adelante, durante la Gran Depresión, en 1930, el Keynesianismo aparece como una respuesta 
a las frecuentes crisis suscitadas y uno de sus resultados más concretos fue fomentar el consumo: 
“Since social demand was institutionally regulated through the capital-labor compromise and the 
institutions of the Keynesian welfare state, rising productivity translated into incremental 
increases in workers’ wages which were a key source of demand” (Ivanova 2011, 336).7 
 
El tercer momento ocurre tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, 
dondeel presidente de la época, George Bush, tan solo a pocas semanas del suceso, motiva a los 
ciudadanos a visitar Florida y Disney, a seguir viajando y haciendo negocios. Más tarde, tras 
cumplirse un mes del atentado, Bush motiva otra vez a los habitantes a ir de compras como una 
forma de vencer el temor que aparentemente se trata de apoderar del país (Discurso Bush 2001).8 
 
6 Al inicio, durante la guerra y con gran fervor después de ella, líderes empresariales, sindicatos, organismos 
gubernamentales, medios de comunicación, anunciantes, y muchos otros proveedores del nuevo orden de la posguerra 
transmitieron el mensaje de que el consumo de masas no se trataba de satisfacción personal. Más bien, era una 
responsabilidad cívica diseñada para mejorar el nivel de vida de todos los estadounidenses, una parte crítica de un ciclo 
de producción de prosperidad por la expandida demanda del consumidor, alimentando una mayor producción, creando 
así más empleos bien remunerados y, a su vez volviendo a los consumidores más pudientes y capaces de avivar la 
economía con sus compras. 
7 Dado que la demanda social estaba regulada institucionalmente a través del compromiso capital-trabajo y las 
instituciones del estado de bienestar keynesiano, el aumento de la productividad se tradujo en incrementos graduales 
en los salarios de los trabajadores que eran una fuente clave de demanda. 
8 “When they struck, they wanted to create an atmosphere of fear. And one of the great goals of this Nation's war is to 
restore public confidence in the airline industry. It's to tell the traveling public: Get on board; do your business around 
the country; fly and enjoy America's great destination spots; get down to Disney World in Florida; take your families 
and enjoy life the way we want it to be enjoyed” (Bush 27.09.2001). 
 
 
21 
 
Finalmente, y como antítesis constante, encontramos a Fidel Castro desde Cuba. En este punto la 
“sociedad del consumo” es identificada por Castro en su discurso de mayo de 1994 como la 
autora de la devastación y contaminación ambiental, la causante de desaparición de especies, 
exterminación de bosques a nivel mundial (Cuba Gob. s.a.).9 
 
Una vez que se han presentado los momentos históricos dónde el consumo ha sido un factor 
importante en la búsqueda del desarrollo es preciso retomar a Marx quien explica que el consumo 
no existe sin la producción, es decir el consumo aumenta en medida que la producción también lo 
hace, de forma que al final la producción hace al consumidor y el consumo es, a su vez, 
producción por lo que se refiere a la “producción consumidora”. Adicionalmente señala que “la 
producción no solamente produce un objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto.” 
Entonces reitera que la producción produce el consumo, por lo que no es posible disociar ambos 
procesos que se crean simultáneamente. 
 
Finalmente en el consumo los productos se convierten en objetos de disfrute, de apropiación 
individual. La producción crea los objetos que responden a las necesidades; la distribución los 
reparte según leyes sociales; el cambio reparte lo ya repartido según las necesidades individuales; 
finalmente, en el consumo el producto abandona este movimiento social, se convierte 
directamente en servidor y objeto de la necesidad individual, a la que satisface en el acto de su 
disfrute (Marx 1857, 9). 
 
“Now, the American people have got to go about their business. We cannot let the terrorists achieve the objective of 
frightening our Nation to the point where we don't--where we don't conduct business, where people don't shop. That's 
their intention. Their intention was not only to kill and maim and destroy. Their intention was to frighten to the point 
where our Nation would not act. Their intention was to so frighten our Government that we wouldn't seek justice, that 
somehow we would cower in the face of their threats and not respond, abroad or at home” (Bush 11.10.2001). 
9 “Los pobres y los países pequeños tratamos de saber cómo vamos a sobrevivir en las próximas décadas. Si somos 
islas a unos cuantos metros sobre el mar, nos preguntamos qué ocurrirá cuando las aguas suban de nivel y si podremos 
enfrentar las sequías, los ciclones y demás catástrofes climáticas que nos esperan. No se trata solo de nuestros valores 
culturales y humanos. Se trata de nuestras propias vidas, de nuestra existencia como naciones. No somos nosotros los 
culpables; otros nos colonizaron y nos explotaron. Las sociedades de consumo destrozaron el medio ambiente, 
liquidaron millones de especies de plantas y animales, envenenaron los mares, los ríos y los lagos, contaminaron el 
aire, saturaron la atmósfera de bióxido de carbono y otros gases nocivos, rasgaron la capa de ozono, agotaron 
yacimientos de petróleo, carbón, gas natural y enormes riquezas de minerales sólidos, exterminaron nuestros bosques 
y arruinaron los suyos. ¿Qué quedó para nosotros? El subdesarrollo, la pobreza, la dependencia, el atraso, la deuda y 
la incertidumbre. ¿De qué nos hablan ahora? Del desarrollo sostenible. ¡Magnífico!, eso queremos, a eso aspiramos. 
¿Pero es posible tal desarrollo con sociedades inmensamente ricas que solo sobre la base de crecer pueden sobrevivir, 
y solo a costa de agotar los recursos naturales pueden crecer? ¿Para qué necesitan más riquezas? Mientras Suiza tiene 
un producto bruto per cápita de 34 000 dólares, Bangladesh, con más de 100 millones de habitantes, amenazado con 
quedar bajo las aguas […]” (Castro,1994). 
 
22 
 
De esta manera podemos adentrarnos en el análisis del consumo desde una perspectiva vinculada 
a las prácticas socioculturales, las mismas que pueden volverse identitarias. 
 
1.2.1. El Consumo, una perspectiva sociocultural 
Una perspectiva sociológica señala que el consumo, en la actualidad, se relaciona con la 
búsqueda de placeres, pertenencia a un nivel socioeconómico, o el anhelo de pertenecer a uno en 
específico. Bauman (2007) señala que mientras el “consumo” se trata de una característica del 
“individuo humano”, “el consumismo es un atributo de la sociedad”. Además, menciona que 
existe un tipo de acuerdo social que es el resultado de la “reconversión de los deseos, ganas o 
anhelos humanos”. Adicionalmente indica que es necesario conocer el para qué y por qué del 
surgimiento de la necesidad de lujos de los seres humanos, para incluso poder pensar y analizar 
los problemas que emergen de la desigualdad (2007, 47). 
 
Leonard (2010) ensaya una diferenciación adicional a la de Bauman, la autora habla del 
consumismo y el hiperconsumismo, ambos conceptos se alejan de la lógica de satisfacer las 
necesidades propias al adquirir o usar “bienes y servicios”. El consumismo se refiere a “una 
relación particular con el consumo, en la cual buscamos satisfacer nuestras necesidades 
emocionales y sociales haciendo compras, a la vez que demostramos y definimos nuestra 
autoestima mediante las cosas que poseemos”. Mientras que el hiperconsumismo se refiere a la 
apropiación de más recursos de los que se necesitan e incluso más allá de los que el planeta puede 
proveer (2010, 204). 
 
La literatura sostiene que la cultura del consumo se caracteriza por tener tres perspectivas 
principales: 
 
1. La cultura del consumo “se asienta en la expansión de la producción capitalista de 
mercancías”. Dando como resultado “acumulación de la cultura material en la forma de 
bienes de consumo y de lugares de compra y de consumo” (Featherstone 1991, 38). 
2. 
De acuerdo al autor, esto promueve la capacidad de “manipulación ideológica” atrapándola 
mediante la “seducción”. De esto nos habla Lipovetsky (2007), quien menciona que, a partir del 
 
23 
 
momento en que los gastos de publicidad de las compañías aumentan, más crece su presupuesto 
para las mismas, lo que indica un margen de ganancia creciente. “Esto da cuenta de que junto con 
la producción en escala se va conformando unconsumidor que sería guiado por una labor 
publicitaria cada vez más presente” (Dettano 2015, 4). 
 
2. Una perspectiva sociológica que explica que la satisfacción obtenida a través de los bienes está 
relacionada con el “acceso socialmente estructurado […]” (Featherstone 1991, 39). 
Aquí la “satisfacción y el estatus dependen de la exhibición y el mantenimiento de 
las diferencias en condiciones de inflación. La atención se centra, en este caso, en las variadas 
formas en que las personas emplean los bienes a fin de crear vínculos o distinciones sociales” 
(1991, 39). 
 
3. Placeres emocionales vinculados al consumo, también relacionado a los placeres estéticos. 
La producción capitalista, que surge gracias al impulso fordista, empieza a buscar y a “construir 
nuevos mercados y a educar al público a través de la publicidad y de otros medios para 
transformarlo en consumidor” (Ewen 1976 en Featherstone 1991, 39). 
 
De esta manera el autor señala que, si se habla de una “lógica del capital” perteneciente a la 
producción, debe ser posible referirnos a una “lógica del consumo” vinculada a “las formas 
socialmente estructuradas en que se usan los bienes para demarcar las relaciones sociales” (1991, 
42). 
 
Por otro lado, Alonso (2009) hace alusión a Baudrillard (1970) al mencionar que la lógica del 
consumo no es el resultado ni refleja “la realidad de las necesidades ni de la fuerza o prioridad 
que tengan, tampoco de la funcionalidad y utilidad de los objetos, sino de las aspiraciones 
simbólicas instituidas por el sistema de signos” (2009, SXXXII). 
 
Finalmente, el autor infiere que el consumo tampoco es un producto de las necesidades, sino que 
por el contrario es el consumo el multiplicador de necesidades. Al establecer las diferencias entre 
“necesidad, demanda y deseo” vemos que desde la perspectiva de Dettano (2015) y Stavrakakis 
(2010) no existen necesidades “falsas” o “reales”, sino más bien diferentes formas de alimentar la 
 
24 
 
ilusión respecto a unas u otras. De esta manera, por ejemplo, la publicidad nutre “la fijación” 
generando necesidades y “enseña a desear” (Dettano 2015, 10) a lo que se puede añadir que “[s]i 
la hegemonía consumista es posible, lo es precisamente porque el deseo humano no está dado ni 
es natural” (Stavrakakis 2010, 267). 
 
El deseo humano siempre es deseo de otra cosa […], de lo que falta, de esa parte de lo real que 
resulta imposible articular en la demanda. En sentido estricto, el deseo no tiene un objeto fijo, sino 
solo un objeto causa del deseo: algo que encarna la falta y conlleva la promesa de solucionarla. 
Desde este punto de vista el deseo y la falta siempre van juntos, sobre determinando la aporía 
dialéctica de la vida humana (Stavrakakis 2010, 266 en Dettano 2015, 10). 
 
Baudrillard (1970) menciona que “el consumo supone la activa manipulación de los signos” 
(Featherstone 1991, 41) que se alcanza a través de la publicidad y los medios. Los signos se 
liberan de los objetos y son capaces de generar relaciones asociativas. La imagen y la realidad se 
dejan de distinguir y “la sociedad del consumo se vuelve esencialmente cultural” (1991, 41). 
 
Todo el discurso sobre las necesidades se basa en una antropología ingenua: la de la propensión 
natural del ser humano a la felicidad. La felicidad, inscrita en letras de fuego detrás de la más 
trivial publicidad de unas vacaciones en las Canarias o de unas sales de baño, es la referencia 
absoluta de la sociedad de consumo: es propiamente el equivalente de la salvación. Pero ¿cuál es 
esa felicidad cuya búsqueda atormenta a la civilización moderna con semejante fuerza ideológica? 
(Baudrillard 2009, 39). 
 
Sin duda, hacer referencia a otros dos conceptos dentro de la obra de Baudrillard (2009) es 
importante: el despilfarro y la abundancia. Por un lado, la sociedad del crecimiento, menciona, es 
lo contrario a la sociedad de la abundancia. Esto se debe pues a la “producción de privilegios” 
que a su vez se relaciona con la producción de carestía y hace énfasis en que: “No podría 
(independientemente de la sociedad que se trate) haber privilegio sin carestía. Ambos están 
estructuralmente ligados. De modo que el crecimiento, a través de su lógica social, se define 
paradójicamente por la reproducción de una escasez estructural” (Baudrillard 2009, 63). 
 
 
25 
 
En relación a lo antes señalado, el autor encuentra un vínculo directo entre las sociedades ricas y 
el despilfarro. Una prueba de esto es que también exista una “sociedad de residuos” donde se 
deba también tratar una “sociología de la basura: Dime que tiras y te diré quién eres” (Baudrillard 
2009, 29). 
 
1.2.2. El Habitus como factor explicativo de la conducta individual o social -Moda y 
distinción 
El Habitus responde a una parte esencial de esta investigación y se analiza a través de la obra de 
Bourdieu. El autor señala que se trata de un “[…] sistema de esquemas adquiridos que funcionan 
en estado práctico como categorías de percepción y de apreciación o como principios de 
clasificación al mismo tiempo que como principios organizadores de la acción” (Bourdieu 2000, 
26). El concepto de Habitus en la obra de Bourdiue es vital pues busca “articular lo individual y 
lo social”, es decir, estructuras internas y estructuras sociales externas, de esta manera ambas 
estructuras guardan relación (De Certeau 1990). 
 
“El habitus le permite compaginar la libre iniciativa del individuo con influencia exterior de las 
organizaciones. Bourdieu prefiere hablar, más que de actor social, de agente social. Este último 
parece combinar tanto la influencia que recibe interiormente como la influencia que realiza hacia 
el exterior” (De Certeau 1990). 
 
Bourdieu busca vincular prácticas y estructuras, aquí se presenta la adquisición como mediación 
entre “las estructuras que la organizan y las disposiciones que produce”. 
 
Esta "génesis" implica una interiorización de las estructuras (mediante la adquisición) y una 
exteriorización de la experiencia (o habitus) en prácticas. Así se introduce una dimensión 
temporal: las prácticas (que expresan la experiencia) responden adecuadamente a las situaciones 
(que manifiestan la estructura) si, y sólo si, en el tiempo que dura la interiorización —
exteriorización, la estructura permanece estable; si no, las prácticas se encuentran desfasadas, al 
corresponder todavía— a lo que era la estructura en el momento de su interiorización por medio 
del habitus (De Certeau 1990, 66). 
 
 
26 
 
Entonces vemos que el habitus genera prácticas que también pueden ser colectivas (Rizo 2006). 
Adicionalmente, debemos situar un lugar que vincule hábitos de consumo con infraestructura en 
las ciudades, Goss (1999) logra ver la materialización de lo que Foucault (1986) llama 
"heterotopías de compensación" en los centros comerciales. Menciona que son "contra-sitios" en 
dónde un sin número de “imágenes de tiempos y lugares ideales” crean de forma conjunta una 
ilusión de un mundo alejado de la cotidianidad y de la vida real (Goss 1999, 45). 
 
Prácticas de consumo, ocio o arte se explican a través del “gusto”, que delimita las preferencias, 
comportamientos y acciones, y es el habitus, a su vez el orden, como lo llama Bourdieu (1979), el 
que delinea el “gusto”. El habitus además permite establecer y vincular prácticas con “clases” 
sociales (alta, burguesa, pequeño burgués etc.) 
 
Es la pequeña burguesía la que juega un papel más serio en relación a la cultura dominante, ya que 
poseerla es el fin que pretenden conseguir y con ello alcanzar mayores cotas de distinción social, 
pero, al contrario de la gran burguesía, no pueden permitirse una relación distendida con la 
cultura, pues no existe una familiaridad tradicionalmente adquirida. Es por esta razón, por la que 
las expectativas se centran en el sistema educativo como fuente de provisión de esta relación y 
delegan, por tanto, en muchos casosla satisfacción cultural que no pueden conseguir en el 
presente, en sucesivas generaciones que puedan cumplir el deseo de ascensión (y distinción) 
social (Orta-González 2004, 1). 
 
A través del consumo, finalmente, se manifiestan deseos individuales donde prima la necesidad 
de diferenciarse, pero, al mismo tiempo se generan “vínculos con el grupo y la pertenencia 
social”, por lo que se busca asemejarse a “los que forman parte de nuestro grupo social”. El 
consumo pasa entonces a ser una actividad que vincula “lo posible con lo deseable” (Duhau y 
Giglia 2016, 21). 
 
Simmel (1988) percibe la ciudad como la “sede de la economía monetaria” y menciona que es 
esta la que domina la metrópoli, de esta manera, otras formas de producción han sido desplazadas 
—“trueque” o “producción doméstica” — y el valor de cambio limita y reduce toda calidad e 
individualidad a un mismo nivel que responde ante la interrogante de su valor monetario, ¿cuánto 
cuesta? El autor señala, además, que un fenómeno psíquico de la ciudad es la “actitud blasée” y 
 
27 
 
es el resultado, de los “estímulos a los nervios” que crea un habitante de la ciudad, indiferente, 
debido al vertiginoso ritmo de la metrópoli (Simmel 1988, 50-52). El autor además señala otros 
aspectos y sensaciones importantes que se materializan en la metrópoli, uno de ellos es la moda, 
que se manifiesta como la imitación de un modelo dado y que ofrece el beneficio de conseguir 
apoyo en la sociedad al encontrar normas o reglas preestablecidas, pero además satisface la 
necesidad de distinguirse, a través de la cual se busca la diferenciación, el cambio o destacarse 
individualmente. Si bien la moda es cambiante y así es posible reconocer entre lo pasado y lo 
actual o moderno, esta consigue imponerse debido a que “las modas son modas clase” y así la 
moda de estratos sociales pudientes se diferencian de la moda de las clases “inferior[es] y son 
abandonadas en el momento en que ésta comienza a apropiarse de aquéllas. No es de esta suerte 
la moda más que una de tantas formas vitales en que se compagina la tendencia hacia la 
igualación social con la que postula la diferenciación y variedad individuales” (Simmel 1905,9). 
“Significa, por tanto, la moda, nuestro ayuntamiento a los pares, la unidad de un círculo que ella 
define y, consecuentemente, la oclusión hermética de este círculo para los inferiores, que quedan 
caracterizados por su exclusión de él” (Simmel 1999, 144-145). 
 
1.2.3. Generación de Residuos Sólidos, ¿cuáles son sus condicionantes? 
Como se ha podido evidenciar, la literatura señala que existe una estrecha relación entre la 
generación de desechos, el consumo de recursos y el descontrolado crecimiento urbano. 
Posteriormente se menciona la existencia de un vínculo entre los niveles y tipos de consumo con 
estratos socioeconómicos, por ejemplo, un consumo elevado se asocia con un nivel de éxito 
(Lehmann y Zaman 2011, ECCO DMQ 2011, Orccosupa 2002). 
 
Además, se señala que el incremento de los residuos sólidos que se generan, es proporcional al 
crecimiento demográfico y dependen de los hábitos de consumo en el área urbana (ECCO DMQ 
2011). 
 
Solid waste is inextricably linked to urbanization and economic development. […] Solid waste is 
generally considered an ‘urban’ issue. Waste generation rates tend to be much lower in rural areas 
since, on average, residents are usually poorer, purchase fewer store-bought items (which results 
in less packaging), and have higher levels of reuse and recycling” (Hoornweg, Bhada 2012, 2-3). 
 
 
28 
 
De acuerdo a datos del 2016 los desechos que se generan en el mundo son de 2.5 a 4 mil millones 
de toneladas métricas anuales, pero estas cifras no incluyen desechos como escombros de 
construcción o de actividades mineras o agrícolas. Adicionalmente se habla de basura 
“gestionada de manera ilegal” que no se contabiliza dentro de la cifra (Delgado 2016, 75). El 
autor señala que: “las dimensiones del flujo de desechos tienen directa correspondencia con la 
capacidad del poder adquisitivo, de ahí que haya una correlación proporcional entre el 
incremento del PIB, el consumo energético, material y la generación de residuos” (2016,75). 
De forma que, a medida que el consumo de materiales y energía aumenta, también se evidencia el 
aumento de la generación de residuos de forma general. La literatura señala que, al reportarse 
incrementos en la economía, la demografía igualmente se había expandido, así como el consumo 
de energía, la demanda de metales y materiales de construcción (Delgado 2016, Lehmann y 
Zaman 2011). 
 
El aumento de la población se relaciona con el crecimiento urbano. Ciudades en India y China 
siguiendo el modelo de crecimiento y desarrollo de países industrializados, impulsan y motivan 
altos niveles de consumo (siguiendo modelos de países occidentales) con el fin de aumentar su 
PIB y esto trae consecuencias ambientales devastadoras (Lehmann y Zaman 2011). 
 
Entonces, mientras la generación de residuos sólidos va en aumento en todo el mundo, podemos 
también ver como los lugares donde los desperdicios y basura son confinados, se saturan y los 
espacios disponibles para procesar residuos empiezan a escasear (Delgado 2016), debido a un 
manejo deficiente y poco planificado. 
 
Por otro lado, lo que resulta alarmante para autores como Lacoste y Chalmin (2006) es el hecho 
de que los desechos generados por “bienes de consumo cada vez más sofisticados” son a su vez 
más complejos.10 Si observamos, desde la escala global, el panorama de degradación ambiental 
vinculada a la producción industrial y al consumo urbano, advertimos que el metabolismo social 
 
10 “At international level, the Basel Convention of March 1989 sets up an international control system for hazardous 
waste flows. However, there is still no real standardization in the definitions of hazardous waste and in its 
quantification. Increasingly strict application of the precautionary principle on the one hand, and the complexity of 
waste produced from increasingly sophisticated consumer goods on the other, have induced real awareness of the 
importance of hazardous waste management in some countries, whereas neighbouring countries were still continuing 
to underestimate the phenomenon” (Lacoste y Chalmin 2006 25). 
 
29 
 
de países productores de desechos altamente contaminantes finaliza su proceso de excreción en 
lugares distantes a sus fronteras geográficas, debido a estrictas normas y elevados costos que 
rigen al interior de comunidades como la europea, o la del Atlántico Norte. 
 
Al hablar de desechos peligrosos o no, la literatura sostiene que se ha desarrollado un negocio 
alrededor de la basura en todo el mundo, en diferentes grados y con efectos adversos de salud 
pública en los lugares con población más vulnerable (Lacoste y Chalmin 2006). 
 
Global system boundaries and consumption ‐based accounting: Urban areas are hotspots of human 
life with high concentrations of people and activities. Due to these space limitations cities and 
urban areas are often highly reliant on their (regional and global) hinterland. A considerable share 
of environmental pressures associated with urban life are generated elsewhere in the world and 
imported to cities (Minx et al. 2011, 8). 
 
Si además analizamos el fenómeno de la obsolescencia programada y el de la obsolescencia 
percibida, veremos que este hecho cambió la forma de producir, consumir y desechar de las 
personas y se presenta como el motor secreto de la sociedad del consumo.11 Se manifiestan 
diferentes formas en las que se incita o se obliga a consumir y la literatura sugiere diferentes 
significados para “obsolescencia”. Para The Economist (2009), se trata de una estrategia de 
negocio en la que la obsolescencia de un producto se “planifica y se construye con el producto 
desde su concepción”. Se especifica además que la obsolescencia es el proceso

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