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-Módulo 1- FACTORES PARA ANSIEDAD, ESTRÉS Y DEPRESIÓN. - Factores exógenos (externos). Cualquier análisis de la realidad nos lleva a evaluar la sobrecarga de información que manejamos hoy en día en relación a siglos pasados. Podemos decir que el mundo se ha hiper estimulado. Causas: - Avances en medicina, informática, la revolución de las comunicaciones y el marketing con sus algoritmos que leen toda nuestra vida volcada en las redes sociales. - Avances negativos, como la narco-empresa que tanto daño hace, las empresas del sexo, la armamentística, la farmacología. - El materialismo y la permisividad en aumento, para muchas personas todo pasa por satisfacciones inmediatas. - La situación económica es un factor importante. Tanto el exceso de dinero como su ausencia son causales de trastornos como ansiedad, estrés o depresión. - La exaltación del erotismo y la pornografía inflados y a la carta: el ser humano queda rebajado, envilecido, reducido a la categoría de objeto. Lo que se vende es el sexo-máquina. Y, al final, asoma de nuevo un vacío que es hartura y cansancio del ejercicio del sexo trivializado, convertido en un bien de consumo sofisticado. Consecuencias: - De ahí brotará una vivencia fugaz de la nada, que está muy cerca de lo que supone la experiencia de la ansiedad. - De aquí surge un nuevo hombre: embotado, repleto de cosas, pero vacío interiormente. Va a ir siguiendo la ruta de la ansiedad, que terminará en una forma especial de melancolía e indiferencia. - Los mercaderes del sexo ofrecen sus mercancías, atreviéndose cada vez a ir más lejos, a llegar casi al límite de la destrucción de lo más humano del hombre en un desprecio de todos los valores superiores. Indiferencia pura, hartazgo, cosificación del otro, etc. Así se alcanza la socialización de la inmadurez, que va a definirse por tres notas muy especiales: la desorientación, es decir, el no saber a qué atenerse, el carecer de criterios firmes; la inversión de los valores, el atreverse a diseñar la vida con unos esquemas descomprometidos y sin fuerza; y, en tercer lugar, el vacío espiritual, que no implica ni tragedia ni apocalipsis. Como vemos, la ansiedad y la depresión van surgiendo de aquí y de allá en este recorrido analítico. De ahí emergen dos sentimientos predominantes de forma colectiva: la melancolía y la ansiedad. La ansiedad es un termómetro que nos da la imagen del hombre de este final de siglo. El hombre está cada vez más lejos de sí mismo. Traído, llevado y tiranizado por ese conjunto de novedades antes expuestas: materialismo, hedonismo, permisividad, relativismo, deshumanización, consumismo, masificación, erotización y pornografía servidos a la carta, narcisismo y cultura del cuerpo, hasta llegar a esta decadencia singular en la que nos hallamos instalados. Este culto a lo superficial y a lo material, a lo narcisista, en definitiva, empobrece espiritualmente a la persona y la incapacita para el sufrimiento (cada vez el dolor es más temido, incluso de forma anticipada) y para asumir la muerte (cada vez hay más trastornos de hipocondría); entonces brota la ansiedad ante la menor amenaza de enfermedad, de incomodidad, de fracaso económico, de pérdida de la belleza, incluso de vejez. El hombre de hoy se olvida de por qué hace lo que hace, y actúa movido principalmente por las circunstancias que van saliendo a su paso; como si lo urgente, por urgente, fuese más importante que lo realmente importante; como si su tiempo tuviese menos valor que las cosas, cuando su tiempo es realmente su propia vida; como si lo material y lo externo fuese más importante que lo espiritual y lo íntimo. - Factores endógenos (internos). 1-Infancia Factores genéticos y/o biológicos: Se dice que alrededor del 40% de las personas que sufren de depresión tienen un vínculo genético. Pero esta vulnerabilidad siempre quedará afectada a factores socioambientales. Problemas familiares: Relaciones conflictivas entre los padres, distanciamiento entre ellos, malos tratos, problemas de comunicación, divorcio o separación, sobreprotección (generalmente materna) del niño, escasa implicación de uno de los progenitores (el padre, con mayor frecuencia), actitudes agresivas o de irritabilidad, comportamientos autoritarios y abusivos, o indiferencia y carencia afectiva, abuso sexual infantil. Ausencia de personas de apego: apego es la palabra que ayuda a describir el vínculo afectivo existente entre el niño y el adulto. Ese adulto se convierte en su figura de referencia y apoyo, el que le da la seguridad suficiente para crecer. El apego se suele asociar a la relación con los padres, pero no solo se produce con los progenitores, sino que puede llevarse a cabo también con otros adultos como los educadores, cuidadores y familiares más próximos. Cuando no se produce un apego seguro y estable, el niño desarrolla una serie de miedos e inseguridades que le harán actuar de modo desadaptado provocando situaciones de bloqueo emocional o reacciones de rebeldía importantes (irritabilidad). Bullying: Los niños objeto de bullying siguen estando en riesgo social y de salud, en muchos casos, hasta casi 40 años después de la exposición al acoso. El impacto del bullying se deja sentir también en el ámbito familiar. Así, hasta en un 56% de los entornos familiares algún miembro sufre problemas psicológicos a causa del acoso escolar como ansiedad (50%), miedo (31,7%) y síntomas depresivos (29%). El acoso escolar se asocia con mayor riesgo de depresión y trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia y en la edad adulta. Existe una reacción inmediata ante el acoso, pero también una relación directa entre ser acosado y cambios en el desarrollo cerebral que afectan al afrontamiento de situaciones de estrés. El acoso es, por tanto, un factor de riesgo social y ambiental que produce alteraciones biológicas en el cerebro”. (Veremos el funcionamiento del “Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal” en el módulo de estrés como reacción y mecanismo de defensa y las secuelas de estar en permanente estado de vigilancia). El acoso escolar crónico de cualquier tipo aumenta el riesgo de sufrir depresión en el futuro e incrementa también la ideación suicida. Así mismo, la depresión también aumenta la posibilidad de ser objeto de bullying. Abandono: No hay vacío más profundo que no sentirse mirado, no sentirse reconocido como persona en el mundo. Un niño puede ser abandonado de muchos modos. Ser entregado al nacer, vivir en situación calle, o vivir en un hogar bien constituido, pero con carencia total de afectividad. La indiferencia puede ser uno de los más graves detonantes de depresión infantil. Trastornos de salud y/o fracaso escolar: Toda circunstancia que afecte la imagen personal interna y/o externa provocará alteraciones en la psiquis del niño. Los trastornos infantiles, indudablemente, alteran el proceso de formación de yo y de la propia identidad. No solo por las diferencias de capacidades que representan con respecto al resto de los niños de edad correlativa, sino por la mirada que el mundo pone sobre él. 2-Crisis vitales. -Crisis adolescente: En esta etapa el niño ya comienza el proceso de separación de los padres. Además, debe realizar un duelo por la pérdida de su cuerpo anterior y soportar cambios hormonales. Una de las tareas principales en la adolescencia es la separación de los padres y comenzar el proceso de individuación mediante el cual un sujeto emerge de su estado de simbiosis con la familia y se convierte en un individuo autónomo. Todavía no es económicamente independiente y su discernimiento seguirá estando controlado por los adultos. Sobre todo, al comienzo se moverá entre el impulso al desprendimiento y el temor a desprenderse del todo por la pérdida de lo conocido. Es un periodo de contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones con el medio familiar y social, y con muchos cambios corporales y de etapa de iniciación sexual. Es una etapade alto riesgo para desarrollar ansiedad o depresión en especial si se ve atravesado por un cuadro de violencia intrafamiliar. En esta etapa también pueden desarrollarse patologías latentes debido a los cambios hormonales. --El período del galanteo y el matrimonio/convivencia: Se atribuye al período en el cual dos personas desean unirse y forjar un proyecto de vida juntos. Cuando la pareja casada empieza a convivir y ha entrado en un nuevo aprendizaje, el de la intimidad. A partir de ahora debe elaborar una cantidad de acuerdos necesarios para cualquier par de personas que viven en íntima asociación. Deben acordar nuevas maneras de manejarse con sus familias de origen, sus pares, los aspectos prácticos de la vida en común, y las diferencias sutiles y gruesas que existen entre ellos como individuos. Implícita o explícitamente han de resolver una extraordinaria cantidad de cuestiones, algunas de las cuales son imposibles de prever antes del casamiento/unión. Algunos matrimonios enfrentan dificultades desde el comienzo debido a la finalidad que los animó. Por ejemplo, es posible que los jóvenes que se casan principalmente para escapar de sus familias descubran, una vez casados, que ha desaparecido la razón del matrimonio. Han escapado, pero están en un matrimonio que carece de otra finalidad, y para que él continúe es necesario encontrarle otra base. La ilusión de lo que puede lograrse con el matrimonio suele estar muy alejada de la realidad. --El nacimiento de los hijos Cuando surge un problema durante este período no es fácil determinar la «causa», porque en el sistema familiar son muchos y diversos los ordenamientos establecidos que se revisan como resultado de la llegada de un hijo. Parejas jóvenes que consideran a su matrimonio un ensayo, se encuentran con que la separación es menos posible. Otras parejas que se creían mutuamente comprometidas, se descubren sintiéndose atrapadas con la llegada de un niño y aprenden, por primera vez, la fragilidad de su original contrato matrimonial. -Dificultades matrimoniales del período intermedio Para muchas familias es una época difícil. Podríamos mencionar una gran serie de dificultades en esta etapa. Con frecuencia el marido ha alcanzado un punto de su carrera en que comprende que no va a cumplir con las ambiciones de su juventud. Su desilusión tal vez afecte a toda la familia y particularmente a su situación respecto de su mujer. O, a la inversa, el marido puede tener un éxito superior al que preveía, y mientras goza de gran respeto fuera del hogar, su esposa sigue vinculándose con él como lo hacía cuando él era menos importante, con los consiguientes resentimientos y conflictos. Uno de los inevitables problemas que aquejan es que si un hombre alcanza la mitad de la vida y ha progresado en estatus y en posición se vuelve más atractivo para las mujeres jóvenes, mientras que su mujer, más dependiente de su apariencia física, se siente menos atractiva para los hombres. La resolución de un problema conyugal en la etapa media del matrimonio suele ser más difícil que en los primeros años, cuando la joven pareja atraviesa aún por un estado de inestabilidad y está elaborando pautas nuevas. En la etapa media las pautas se hallan establecidas y son habituales. Frecuentemente, la pareja ha probado diversos modos de reconciliar las diferencias y ha regresado a los viejos problemas a pesar del sufrimiento. Un modo usado con mucha frecuencia para estabilizar el matrimonio es que la pareja se comunique a través de los hijos; por eso, si estos dejan el hogar y la pareja vuelve a quedar frente a frente, surge una crisis. -El destete de los padres Parece que toda familia ingresa en un período de crisis cuando los hijos comienzan a irse de casa, y las consecuencias son variadas. Frecuentemente, el matrimonio entra en estado de turbulencia, que se va acomodando progresivamente a medida que los hijos se van y los padres elaboran una nueva relación como pareja. Logran resolver sus conflictos y se las arreglan para permitir que los hijos tengan sus propias parejas y elijan su propia vida. -El retiro de la vida activa y la vejez Pueden presentarse problemas cuando los hijos, ocupados con sus propias vidas, descuidan afectivamente sus padres ya en edad mayor. Entonces suele aumentar las peleas entre hermanos respecto a los cuidados de sus padres, convirtiéndolos en depositarios de múltiples quejas de los hijos. Aunque muchas personas pasan airosamente la vejez y enfrentan la muerte con dignidad, no siempre ocurre así. Estos problemas aumentan cuando la cultura en que se vive valora mucho la juventud y poco la vejez: en vez de considerárselos un miembro positivo por la sabiduría que les da la edad, tal vez perciban que en esta época de cambios rápidos los viejos resultan anticuados. También suele ocurrir que los problemas familiares se hacen más intolerables con la edad. Las personas de tercera edad que presencian conflictos familiares están en una situación más vulnerable para sufrir ansiedad y depresión. 3-Crisis no vitales o accidentales: -Accidente: algún evento fortuito inesperado que altera la vida y/o el futuro de la persona. Las decisiones giran en torno a la forma de incorporar a la vida esa nueva experiencia que se ha presentado de manera imprevista. Por lo tanto, suponen un proceso de choque, inestabilidad y reacomodación. -Salud: especialmente cuando se trata de una vivencia a largo plazo, y más aun cuando implica riesgo de muerte, como en el caso del cáncer, por ejemplo. O la afectación de algún órgano sexual y/o reproductivo. Muchas mujeres sufren gravemente la mastectomía o la histerectomía, por ejemplo. -Familiar enfermo: la eventualidad de el ingreso de un familiar enfermo al hogar suele provocar muchas situaciones familiares de estrés y conflicto. El cuidador entra en una constante de cuidados sin descanso. El enfermo sufre muchos miedos y puede ponerse demandante. El resto de la familia puede demandar cosas que en situación de normalidad sería posibles, pero que ante la presencia de un familiar enfermo resultan irracionales. El curso del ciclo vital se estanca y se centra en el cuidado del familiar enfermo. -Discapacidad: la discapacidad que llega en una etapa adulta puede ser fuente de ansiedad y depresión. La persona necesita realizar un duelo por su cuerpo perdido y adaptar al nuevo viendo haciendo un escaneo sobre sus nuevas capacidades y posibilidades de realización. -Economía: los cambios económicos que alteran la economía personal o del hogar son factores de riesgo. Incluso en materia de ideación suicida. - Factores existenciales: Atiende a las causas del sentido de la vida o la pérdida del mismo. No es patológica. La necesidad de sentido en la vida la tiene todo ser humano. Es aquella que proviene de la inquietud de la vida y nos pone frente a frente con nuestro destino, con la muerte y con el más allá. Pero la carencia de un propósito o perspectiva de futuro puede generar patología. La persona piensa que está invirtiendo tiempo y esfuerzos en cosas que no valen la pena. Se encuentra al límite de sus fuerzas: ¿qué sentido tiene padecer tanto por este trabajo? ¿A dónde me lleva todo este agotamiento y todos los recursos que he invertido? ¿Me servirá de algo todo lo que estoy haciendo? Algo recurrente en estos contextos de ansiedad existencial es sentirse atrapado por la angustia constante. La persona pone en duda todo lo que ha hecho y lo que le rodea. Desconfía del presente y del futuro. Se arrepiente de muchas cosas realizadas y a su vez percibe un estado de inquietud constante. Pocas cosas pueden ser más peligrosas para el equilibrio psicológico que percibir que la vida ha perdido su significado. Percibir que nada es como uno pensaba que sería, y que la sociedad le ha fallado. Esto sume a la persona en un estado de ansiedad que más tarde puede devenir en un trastorno depresivo.
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