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786 P A T O G E N I C I D A D E I N M U N O L O G Í A MINIRREVISIÓN Describa en qué consiste la especificidad tisular de los patógenos. Indique las principales barreras físicas y químicas a los patógenos. ¿Cómo podrían debilitarse estas barreras? 23.12 Factores de riesgo para la infección Además de las barreras frente a la infección descritas en la sec- ción anterior, una serie de factores innatos contribuyen a la susceptibilidad del hospedador frente a la infección y la enfer- medad. Concluimos nuestro estudio de las interacciones micro- bianas con el hospedador considerando cómo estos factores pueden facilitar la invasión de los patógenos y conducir a la enfermedad infecciosa. Edad, estrés y dieta La edad del hospedador es un factor importante para deter- minar la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas. En general, estas enfermedades son más comunes en los indivi- duos muy jóvenes y en los muy ancianos. En la primera infan- cia, por ejemplo, aunque una microbiota intestinal aparece rápidamente, no es igual que la de un adulto. Antes del desa- rrollo de la microbiota adulta, especialmente en los días inme- diatamente posteriores al nacimiento, los patógenos tienen una mayor oportunidad de establecerse y producir la enfermedad. Por ello, los niños menores de un año a menudo sufren diarreas causadas por cepas enteropatógenas de Escherichia coli o por virus, como los rotavirus. En los adultos de más de 65 años, las enfermedades infeccio- sas son mucho más frecuentes que en los jóvenes. Por ejemplo, las personas mayores son mucho más susceptibles a infeccio- nes respiratorias como la gripe, probablemente debido a una dis- minución progresiva de la capacidad de generar una respuesta inmunitaria eficaz frente a patógenos respiratorios. Los cambios anatómicos asociados con la edad pueden también favorecer la infección. Así, la hipertrofia de la próstata, común en los hom- bres mayores de 50 años, normalmente disminuye la velocidad de flujo de la orina, lo que permite a los patógenos infectar el aparato genitourinario masculino más fácilmente (Figura 23.8). El estrés puede predisponer a un individuo sano a la enfer- medad. En estudios con animales, factores de estrés fisiológi- cos tales como la fatiga, el esfuerzo, la mala alimentación, la deshidratación o cambios climáticos muy acusados, aumen- tan la incidencia y la gravedad de las enfermedades infeccio- sas. Por ejemplo, las ratas sometidas a una intensa actividad f ísica durante períodos largos muestran una mayor mortalidad por infecciones experimentales de Salmonella que los animales control no sometidos a estrés. Las hormonas que se producen bajo estrés inhiben la respuesta inmunitaria y pueden desempe- ñar un papel en la enfermedad mediada por el estrés. Así, el cor- tisol, una hormona que el cuerpo produce en mayor cantidad en momentos de estrés, es un agente antiinflamatorio que inhibe la activación de los fagocitos y de la respuesta inmunitaria. La dieta también es importante en la susceptibilidad del hos- pedador a la infección. Dietas inadecuadas, bajas en proteínas de los tejidos, y luego han de crecer en estos sitios antes de viajar a cualquier otro lugar del cuerpo. Sin embargo, las superficies mucosas están revestidas de moco y las células epiteliales tie- nen cilios que expulsan a los patógenos en suspensión y evitan que se adhieran a los tejidos. Además de la acción de la micro- biota normal que vive en los posibles sitios de infección, la resis- tencia a la infección y la invasión se ve reforzada por péptidos antibacterianos llamados defensinas, producidos en la piel, los pulmones y el intestino. Las glándulas sebáceas de la piel secretan ácidos grasos y ácido láctico, que disminuyen la acidez de la piel hasta un pH 5 e inhiben así la colonización por muchas bacterias patógenas (en cambio, la sangre y los órganos internos están aproximada- mente a un pH 7,4). Los microorganismos inhalados a través de la nariz o de la boca son eliminados por las células epitelia- les ciliadas de las superficies mucosas de la nasofaringe y de la tráquea. Los posibles patógenos ingeridos con la comida o el agua deben sobrevivir a la fuerte acidez (pH 2) y a las enzimas digestivas del estómago, como la pepsina. El pH cambia rápida- mente en el intestino y, si los patógenos sobreviven, entonces deben competir con la abundante microbiota residente presente en el intestino delgado y grueso (Figura 23.5). El lumen tubular del riñón, el ojo, el sistema respiratorio y la mucosa del cuello uterino están constantemente bañados por secreciones como las lágrimas o mucosidad que contienen lisozima, una enzima que puede matar las bacterias mediante la digestión de la pared celular. En conjunto, el cuerpo está protegido por numerosas estructuras f ísicas, productos químicos, y secreciones, todos ello con la finalidad de suprimir la invasión por los patógenos y la infección. Tabla 23.7 Especificidad tisular de enfermedades infecciosas Enfermedad Tejido infectado Organismo Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) Linfocitos T colaboradores (T-helper) Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) Botulismo Placa motriz Clostridium botulinum Cólera Epitelio del intestino delgado Vibrio cholerae Caries dental Epitelio bucal Streptococcus mutans, S. sobrinus, S. mitis Difteria Epitelio faríngeo Corynebacterium diphtheriae Gonorrea Epitelio urogenital Neisseria gonorrhoeae Gripe Epitelio respiratorio Virus Influenza A y B Malaria Sangre (eritrocitos) Plasmodium spp. Pielonefritis Médula renal Proteus spp. Aborto espontáneo (ganado vacuno) Placenta Brucella abortus Tétanos Inhibición interneuronal Clostridium tetani https://booksmedicos.org booksmedicos.org Botón1:
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