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N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 eDITorIAL 3 La viña, la naturaleza, el mundo, siguen sus ciclos tanto anuales, como plurianuales. Lo mismo ocurre en la Fundación: se van sucediendo los ciclos, en este caso los de la Presidencia, y le toca a La Rioja Alta, SA, representada por mí, desempeñar esa res- ponsabilidad durante los próximos dos años. Suce- demos en el cargo a Luis Miguel Beneyto, de Mar- qués de Riscal, quien ha desplegado toda su ilusión, trabajo e incluso pasión con gran éxito. El listón lo ha puesto muy alto… ¡¡Espero que esta “cosecha” que ahora comienza mantenga la calidad de la an- terior!! Me acompaña como Vicepresidente Pablo Álvarez, de Vega-Sicilia, que en dos años tomará el relevo en la Presidencia. Nadie mejor que él para perseguir la excelencia en nuestra Fundación. Los Patronos de la Fundación representamos un importante sector de la enología nacional, con un total de 13 bodegas repartidas en Rioja, Ribera del Duero, Rías Baixas, Toro, Bierzo y Rueda. Entre todos elaboramos un conjunto de estilos muy re- presentativo de lo que es el panorama vitivinícola actual: hay vinos modernos y clásicos, biodinámicos, de terruño y de coupage, jóvenes y con largas crianzas, blancos, tintos, rosados, Cava… y a todos nos une la idea de elaborar las máximas calidades en cada estilo, en cada marca, en cada finca. Somos todos los que estamos, pero somos conscientes de que no estamos todos los que somos. Nos falta representación directa de algunas zonas emblemá- ticas y, aunque el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente es su voz en todas nuestras actividades, es una tarea inacabada que debemos completar. Con cada número de TERRUÑOS, y llevamos ya 27, pretendemos informar en pro-fundidad de algún tema de interés para nuestros amigos. Lo publica la Fundación, pero lo escriben primeras firmas en sus respectivos sectores. El tema de este número, Vino, Gastronomía, Nutrición y Salud, está especialmente de actualidad e incluye pensa- mientos sobre la gastronomía, la dieta, el comple- mento para las comidas, nuevas tendencias en el comer y beber… y desde luego, cómo influye ¡a favor! el vino en las relaciones sociales. Ha coinci- dido este tema con la publicación en el número de enero de National Geographic de un extenso e interesante artículo sobre la positiva influencia histórica y global del alcohol, incluyendo el vino, en la evolución humana tanto cultural, como gas- tronómica, sociológica, etc. Cuando acabe con este TERRUÑOS, le aconsejamos leerlo. En el capítulo de agradecimientos, déjenme que brevemente reconozca la extraordinaria labor de quienes hacen posible esta edición. Por supuesto, los colaboradores que desinteresadamente nos ofrecen su opinión y experiencia; los editores con Magic Circus, Rafael del Rey, Gerente de la Funda- ción, María Gasca y el personal de nuestra Funda- ción en estas y otras muchas tareas; y a usted, lector, que año tras año nos brinda su confianza y dedica un tiempo a conocer algo más sobre este mara- villoso producto que es el vino y la cultura que lo rodea. Entre todos, formamos una comunidad de aficionados y profesionales que esperamos vaya cobrando fuerza con la nueva iniciativa de la Fun- dación para crear el Club de Amigos de la Funda- ción para la Cultura del Vino, de la que también encontrará más detalles en esta revista. Y mientras leen, o cuando quieran, les recomen- damos llamar a un buen amigo, abrirse una botella de su vino favorito y disfrutarlo. Porque en el fondo, el único motivo por el que los bodegueros ha- cemos vino es, simplemente, darle placer. ¡¡Disfrútelo!! Guillermo de Aranzabal Presidente de la Fundación para la Cultura del Vino eL VINo eN LA GASTroNomÍA El vino en la gastronomía Por Rafael Ansón En todo caso, la mitad de lo que comemos es líquido y hay que saber escoger esa parte lí- quida para que armonice bien con la parte sólida. El vino no es una bebida alcohólica; es un alimento que tiene algo de alcohol. Hay que tomarlo con moderación, como todo en la vida. Pero al ser un alimento incluso saludable, es, sin duda alguna, el ingrediente más importante de una comida desde el punto de vista gastronó- mico. Es imposible comer bien si no se dispone del vino adecuado. Como presidente de la Real Academia de Gas- tronomía y también como apasionado del vino y propietario de una bien provista bodega, que ha ido creciendo a lo largo de los años, quiero transmitir unos breves mensajes sobre gastro- nomía y vinos, esas sugerentes armonías entre lo líquido y lo sólido, fuente de increíbles pla- ceres, que siempre es mucho mejor disfrutar in situ que ofrecer farragosos planteamientos teóricos. Intentaré evitarlos. Componente esencial de la Dieta Mediterránea Desde la aparición de la Ley del Vino en 2003, se terminó por reconocer su condi- ción de alimento y componente esencial de la Dieta Mediterránea, extraordinario patri- 5 N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 4 No existe el vino fuera de la gastronomía. El vino es la bebida que realza el sabor de los alimentos y de los platos y desde mi punto de vista es más difícil hacer un buen vino que un buen plato. monio común, además de la forma más sa- ludable de alimentarse que existe en todo el planeta, como corroboran los últimos descu- brimientos científicos. Al hablar del alimento enológico no me re- fiero, en este caso, a la vieja tradición de los tiempos de hambruna que existió en España y en otros muchos países de comer pan con vino para sobrellevar con energía, por ejemplo, las más duras tareas agrícolas, según el viejo dicho de que “con pan y vino, se anda el ca- mino”. Ni tampoco a que, mucho antes, los griegos clásicos ya presentaron la cultura del vino como característica de los pueblos agri- cultores civilizados. Como alimento, el vino tiene una complejidad peculiar, puesto que se trata de una bebida con alcohol que, además de otras sustancias inhe- rentes, contiene vitaminas, minerales, ácidos, aminoácidos, polifenoles antioxidantes y al- gunos otros nutrientes que el organismo ne- cesita para su correcto funcionamiento. El con- sumo de vino es un acto social y, por lo tanto, hace falta compartirlo para poder disfrutar de toda su complejidad. Su disfrute razonable y sensato siempre ha unido más que ha separado y ha contribuido mucho más a la cordura y la negociación que a acrecentar las tensiones. Un vino que se come No olvidemos tampoco que el vino no solo se bebe sino que se come, puesto que se con- vierte en ingrediente fundamental en multitud de recetas. Desde los orígenes de las grandes culturas, su relación con otros alimentos siempre ha sido de gran importancia, como nos enseña a descubrir la técnica de las armonías o combinaciones entre lo sólido y lo líquido, un arte muy subjetivo y especializado pero que contribuye a mejorar el consumo tanto del vino como de los propios platos o tapas. Porque el vino, en función de su producción y singularidad de elaboración, presenta una diversidad de sa- bores y, por lo tanto, toda una gama de posibili- dades para ser combinado. Como ya reconoce desde hace año la profesión médica, tomado en proporciones razonables, su aportación es plenamente saludable. Tan excelente alimento es el vino que está com- probado que consumiendo una cantidad diaria, fundamentalmente de tinto (de dos a cuatro copas los hombres, de una a dos las mujeres), se obtienen otros beneficios añadidos, como la prevención de problemas cardíacos, la reducción del colesterol malo y el aumento del bueno, el retraso en la demencia senil y hasta la adquisi- ción de polifenoles anticancerígenos en lo que es la gran batalla de nuestro tiempo. Decía Fredy Girardet, maestro suizo de los fo- gones mundiales, que la comida no es sino una armonización entre los platos y el vino: si se dispone de un gran vino hay que buscarle una gran compañía; si tenemos un gran plato, hay que encontrar el vinojusto. De esta interrelación re- sulta la excelencia. Porque, para el gastrónomo, el vino es el 50 por 100 de la comida y no solo por el “alimento” que pueda aportar sino por su imprescindible labor de acompañamiento de cada plato. Por eso, in- cluso se puede confeccionar un menú alrededor de un vino o unos vinos que lo merezcan. eL VINo eN LA GASTroNomÍA El vino, al ser un alimento incluso saludable, es, sin duda alguna, el ingrediente más importante de una comida desde el punto de vista gastronómico eL VINo eN LA GASTroNomÍA 7 N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 6 Sabores, aromas y matices. La gastronomía no puede entenderse sin el complemento y el refuerzo de la bebida; de hecho, uno de sus objetivos fundamentales es relacionar armónicamente los platos con los vinos que han de acompañarlos en fun- ción de unas cuantas leyes no escritas. Com- binando la naturaleza y las cualidades de los alimentos se pueden descubrir sabores, aromas y matices maravillosos tanto en los unos como en los otros. No existe prácticamente en la historia de la Hu- manidad una cocina que comporte solo comer, sino que todas demandan beber inmediata- mente antes, durante o después de su trans- curso. ¿Y bajo qué criterios? Todas estas com- binaciones resultan siempre subjetivas, pues verdaderamente son pocos los argumentos serios que justifiquen la imposición de una de- terminada regla en esta materia. Es preferible dejarse llevar por el gusto de cada uno a la hora de determinar los criterios a seguir, aunque hay algunos muy elementales que se han ido perfi- lando a lo largo de la historia. Armonías Renunciando a trasladar todo tipo de reglas fijas en esta materia, me limitaré a sugerir que cada vino debe preparar el gusto para el plato si- guiente, aunque hay quien, como Emile Peynaud, aconseja esperar a servir el vino entre plato y plato, una vez que se ha servido la comida. Pey- naud dice que los invitados comen así antes de probar el vino, por lo que tienen una mejor dis- posición para juzgarlo. No se deben dar estrictas recomendaciones sobre la armonía entre platos y vinos. Pero, si hay que citar a alguien, recordemos al más clá- sico entre los clásicos, Brillat-Savarin, quien, en su Aforismo XII, sentenció que “el orden de las bebidas debe ir de las más suaves y ligeras a las más espirituosas y aromáticas”. Si seguimos en busca de algunas generalidades y de una cierta ortodoxia en estas interrelaciones de lo sólido y lo líquido, otro criterio aceptado comúnmente indica que la asociación de colores predispone a la asociación de sabores. Según esta teoría, los vinos blancos armonizan mejor con los alimentos menos coloreados, que implican ge- neralmente sabores suaves. Están considerados, sobre todo, como los mejores acompañantes de los productos del mar, ya que su sabor borra lo salado y, al mismo tiempo, lo realza. Por su parte, la rica constitución de los vinos tintos y su complejidad de sabores los hace adecuados para acompañar platos mejores y más trabajados, in- cluso los más pesados y de sabores fuertes, mucho más “coloreados”, por lo tanto. Recordemos también que, según va avanzando la comida, se va atrofiando la sensibilidad de nuestros sentidos. Es la razón fundamental por la cual se debe comenzar por los más ligeros (para aprovechar el momento en que las papilas gus- tativas se encuentran más en forma, igual que el olfato o la vista), y terminar por los de más cuerpo, que siempre imponen su fuerte carácter. La compañía Hay que considerar a los vinos como seres vivos, personajes sobre los que trazar una biografía, que resulta ser, muchas veces, la de una familia, de un pueblo y de una comarca, puesto que de- trás de la etiqueta de muchas botellas, hay una saga familiar. Que nadie olvide, por lo tanto, que, al lado de los extraordinarios platos que integran nuestra tradición gastronómica, debe haber siempre un compañero inseparable que intenta elevarlos a la categoría de exquisitos y que, bien utilizado, completa y refuerza su sabor. Este complemento puede ser cualquiera de los buenos vinos que se reparten por nuestra geo- grafía, una de las más privilegiadas del mundo desde el punto de vista enológico. No olvi- demos que, como dijo Alejandro Dumas, “la comida es la parte material, pero el vino es la parte espiritual de nuestro alimento”. Y no solo se trata de alimentar el cuerpo sino el espíritu. Rafael Ansón es Presidente de la Real Academia de Gastronomía. Brillat-Savarin, sentenció que “el orden de las bebidas debe ir de las más suaves y ligeras a las más espirituosas y aromáticas”. eL VINo eN LA GASTroNomÍA Según va avanzando la comida, se va atrofiando la sensibilidad de nuestros sentidos. Es la razón fundamental por la cual se debe comenzar por los más ligeros, y terminar por los de más cuerpo, que siempre imponen su fuerte carácter. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 98 LA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINoLA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINo La Dieta Mediterránea es un estilo de vida, no solo un patrón alimentario que combina in- gredientes de la agricultura local, las recetas y formas de cocinar propias de cada lugar, las comidas compartidas, celebraciones y tra- diciones, que unido a la práctica de ejercicio físico moderado pero diario favorecido por un clima benigno completan ese estilo de vida que la ciencia moderna nos invita a adoptar en beneficio de nuestra salud, haciendo de ella un excelente modelo de vida saludable. La dieta mediterránea y el vino La antigua palabra griega diaita, de la que deriva dieta, significa estilo de vida equilibrada, y esto es exactamente lo que es la Dieta Mediterránea, mucho más que una pauta nutricional. La Dieta Mediterránea es una valiosa herencia cultural, que a partir de la simplicidad y la va- riedad ha dado lugar a una combinación equi- librada y completa de los alimentos, basada en productos frescos, locales y de temporada en la medida de lo posible. Abraza a todos los pueblos de la cuenca me- diterránea y que está constituido de paisajes, cultivos, y técnicas de cultivo, de mercados, de elaboraciones, de espacios y gestos culinarios, Por: Isabel Bertomeu de sabores y perfumes, de colores, de tertulias y celebraciones, de leyendas y devociones, de alegrías y tristezas, de innovación tanto como de tradiciones. Ha sido transmitida de generación en genera- ción desde hace muchos siglos, y está íntima- mente vinculada al estilo de vida de los pue- blos mediterráneos a lo largo de su historia. Ha ido evolucionando, acogiendo e incorpo- rando sabiamente, nuevos alimentos y técnicas fruto de la posición geográfica estratégica y de la capacidad de mestizaje e intercambio de los pueblos mediterráneos. La Dieta Mediterránea ha sido, y continua siendo, un patrimonio cul- tural evolutivo, dinámico y vital. Los alimentos no son, en el Mediterráneo, me- ramente nutrientes. Convocan. Las palabras de Plutarco en su obra Vidas Paralelas ilustran con una sencilla perfección esta realidad: “Los hombres se invitan no para comer y beber, sino para comer y beber juntos”. No hay duda que en el Mediterráneo, cuando hablamos de ingredientes de su dieta, a la tri- logía trigo, vid y olivo, a las legumbres, a las verduras, a las frutas, al pescado, a los quesos, a los frutos secos, hay que añadir un condi- mento esencial, quizás un ingrediente básico: la sociabilidad. La Dieta Mediterránea se caracteriza por la abundancia de alimentos vegetales, como pan, pasta, arroz, verduras, hortalizas, legumbres, frutas y frutos secos; el empleo de aceite de oliva como fuente principal de grasa; un con- sumo moderado de pescado, marisco, aves de corral, productos lácteos (yogur, quesos) y La Dieta Mediterránes ha sido transmitida de generación en generación desde hace muchos siglos, y está vinculada al estilo de vida de los pueblos mediterráneos a lo largo de su historia. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _201 7 1110 huevos; el consumo de pequeñas cantidades de carnes rojas y aportes diarios de vino con- sumido generalmente durante las comidas. Su importancia en la salud del individuo no se limita al hecho de que sea una dieta equi- librada, variada y con un aporte de macro- nutrientes adecuado. A los beneficios de su bajo contenido en ácidos grasos saturados y alto contenido en monoinsaturados, así como en carbohidratos complejos y fibra, hay que añadir los derivados de su riqueza en sustan- cias antioxidantes. La mítica trilogía mediterránea – trigo, vid y olivo – se mantiene vigente todavía, en un pai- saje, clásicamente de secano, que se adapta a estos cultivos y que estos cultivos, a su vez, caracterizan, instalándose y distribuyéndose inteligentemente en la accidentada orografía mediterránea, combinados con huertas, fru- tales y retales de bosque secundario. Juntos, conforman el típico mosaico agroforestal y pecuario mediterráneo, en el que destaca, como seña de identidad mediterránea, el cul- tivo en terrazas con muros de piedra seca, habilidad, inteligencia y esfuerzo combinados, para transformar en terrenos agrícolas hori- zontales, pendientes a menudo impracticables. El ingenio para gestionar el agua e irrigar este paisaje, es otro de sus capitales. El Mediterráneo relaciona a la perfección pai- saje, agricultura y cultura. Lo hace asimismo con conjunto y diversidad, con generalidad y peculiaridades. Jean Mayer afirma que “los accidentes geográficos, el clima y los aconte- cimientos históricos han propiciado que en la cuenca mediterránea se produjeran una selec- ción de alimentos y una manera de cocinar…” LA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINoLA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINo Desde la Antigüedad, el alimento y lo sagrado han ido de la mano, como la mesa y la lite- ratura o la actividad física. No es una simple casualidad que una máxima como mens sana in corpore sano, haya surgido en nuestro Me- diterráneo o que Deméter, diosa de la Agri- cultura, madre nutricia, hiciera a los hombres, a través del grano, diferentes de los animales. El cultivo de la tierra y el cultivo del alma, – el cultura animi – son hijas de una misma y antigua raíz griega, que expresa de forma sin- tética el estilo de vida, la diaita, nuestra Dieta Mediterránea. De una misma raíz, en ese caso latina, proceden también saber y sabor y ello no es casual y sí significativo. Tampoco es una casualidad que el olivo – como el laurel – co- ronara la gloria en los estadios o que hablar y comer tengan el mismo jeroglífico en la escri- tura egipcia. Las palabras de Plutarco ilustran con una sencilla perfección, esta relación: “No nos sentamos a la mesa para comer, sino para comer juntos”. Los alimentos no son, en el Me- diterráneo, meramente nutrientes. Convocan. Si bien cumplen una función nutritiva, satis- facen sobretodo placeres. Expresan. A lo largo de milenios los pueblos mediterrá- neos han sedimentado hábitos propios y re- conocibles que trasladan a la mesa culturas y paisajes diferenciados y singulares. Iberos, Celtas, Griegos, Romanos, Bárbaros y Árabes, todos han contribuido a establecer la actual “trilogía mediterránea” de pan, aceite y vino. Desde el Próximo y Medio Oriente llegaron al Mediterráneo los cereales, las le- gumbres, la zanahoria, la cebolla, los ajos, la ci- ruela, el melocotón, el cerezo, el albaricoque, el manzano, el peral, el nogal, el avellano y el A lo largo de milenios los pueblos mediterráneos han sedimentado hábitos propios y reconocibles que trasladan a la mesa culturas y paisajes diferenciados y singulares. Desde la Antigüedad, el alimento y lo sagrado han ido de la mano, como la mesa y la literatura o la actividad física. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 1312 LA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINoLA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINo castaño. De Europa provienen la remolacha, la achicoria, la col y los espárragos; de Lejano Oriente, los garbanzos, el sésamo, el pepino, la berenjena, la mostaza, la albahaca, los cí- tricos, el mijo de India; del Sudeste asiático y Oceanía el arroz, el romero, la pimienta, el sé- samo, el cardamomo, el jengibre, la albahaca, el pepino, la sidra, la caña de azúcar ; de África, el melón, la sandía, los dátiles; y de América, el maíz, la judía, la patata, el tomate, el pimiento, el calabacín, la calabaza. Pocas comidas medi- terráneas serían imaginables sin estas aporta- ciones. Gracias a estas aportaciones, se con- figuró uno de los modelos alimentarios más saludables del mundo. La ciencia moderna ha puesto de manifiesto en la segunda mitad del siglo XX el carácter excepcional del estilo de vida mediterráneo y su influencia en la salud de la población. Los beneficios para la salud de la DM fueron ini- cialmente descritos en los años 1950-60 por el Dr. Ancel Keys y colaboradores en el “Estudio de los siete países” donde relataba el papel de esta dieta en la enfermedad coronaria. Los hábitos alimentarios en el área mediterránea llamaron la atención como consecuencia de la constatación de que en los países mediterrá- neos la incidencia de enfermedades corona- rias era significativamente menor que en otros países del norte de Europa. El Dr. Keys puso la ciencia al servicio de un acervo milenario, confirmando científica- mente que el saber acumulado a lo largo de decenas de siglos, ese estilo de vida, esa dieta mediterránea, era buena para la salud, para un envejecimiento óptimo y para una mayor longevidad. Hipócrates, que practicaba ese estilo de vida, dos mil cuatrocientos años antes orientaba sus esfuerzos en la misma dirección: “Debemos procurar que la gente muera joven lo más tarde posible”. Sin embargo, el seguimiento y la monitoriza- ción del patrón tradicional Dieta Mediterránea revelan un progresivo abandono del mismo por la influencia de nuevos hábitos y costum- bres alimentarias poco saludables, que ya está teniendo repercusiones negativas en los países mediterráneos. La obesidad se considera la epidemia del siglo XXI, especialmente entre los niños, y las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de mortalidad. El síndrome metabólico y la diabetes mellitus son de envergadura global entre los países de- sarrollados. Estos hechos parecen correr en paralelo al abandono de los hábitos que si- tuaron al estilo de vida mediterráneo en el eje de la longevidad entre los países de la cuenca mediterránea. Evitar el paulatino abandono de la Dieta Mediterránea tendría una repercusión favorable tanto en cuanto a la regresión de las enfermedades descritas como en cuanto a la conservación de la agricultura y el paisaje tra- dicionales, en suma, del medio ambiente. El vino Aspectos históricos La historia del vino es tan antigua como la hu- manidad. Por ello el vino ha marcado un ca- rácter distintivo a las civilizaciones y a los pue- blos que han sabido elaborarlo y apreciarlo. El hombre prehistórico sabía con toda segu- ridad cómo elaborar vino, y los paleontólogos han encontrado fósiles que parecen vestigios de orujo o uvas prensadas. Los más antiguos escritos humanos, incluyendo las tablas de ar- cilla cuneiforme de Babilonia, o los papiros del antiguo Egipto, contienen numerosas referen- cias al fruto fermentado de la vid. Una de las cepas mejor conocidas en tiempos faraónicos fue la Kankomet que se cultivaba en los viñedos de Ramsés III (1198-1167 a. C.). El vino se menciona más de 200 veces en la Bíblia, y el hecho de ser elegido por Je- sucristo como parte importantísima del ritual fundamental del culto cristiano no hace sino reflejar con luz meridiana la importancia ex- traordinaria que para los judíos de aquella época tenía el vino. Hasta el siglo XIX, la mayoría de los vinos que se consumían eran siempre vinos del año debido a las dificultades de conservación. Con Pasteur puede decirse que nació la moderna Enología, que es en cierto modo la medicina del vino. Aspectos nutricionales El consumo moderadode vino es una característica más de la alimentación de los países de la cuenca del Mediterráneo. No sólo el tipo de alcohol consumido sino la ma- nera de consumirlo (muy diferente a como se con- El hombre prehistórico sabía con toda seguridad cómo elaborar vino, y los paleontólogos han encontrado fósiles que parecen vestigios de orujo o uvas prensadas El consumo moderado de vino es una característica más de la alimentación de los países de la cuenca del Mediterráneo. palmente en hombres mayores de 40 años y en mujeres posmenopaúsicas. Los bebedores moderados de vino tienen una tasa de mortalidad más baja que aquellos que se abstienen o beben excesivamente. Esta asociación ampliamente aceptada se conoce como la curva J. El riesgo relativo de morir es más bajo entre los bebedores ligeros a mo- derados y mayor entre los abstemios. Sin em- bargo, el riesgo aumenta con cada bebida por encima de la moderación. Por lo tanto, mien- tras que una o dos copas se puede considerar “bueno para la salud”, beber más no propor- cionará más beneficios. Recomendaciones Según el decálogo de la Dieta Mediterránea: El agua es la bebida por excelencia en el Me- diterráneo. El vino debe tomarse con modera- ción y durante las comidas. El agua es fundamental en nuestra dieta. El vino es un alimento tradicional en la Dieta Medite- rránea que puede tener efectos beneficiosos para la salud consumiéndolo con moderación y en el contexto de una dieta equilibrada. Según la pirámide de la Dieta Mediterránea, se recomienda un consumo moderado de vino durante las comidas (una copa al día para las mujeres y dos copas al día para los hombres, como referencia genérica), siempre respe- tando las creencias religiosas y sociales. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 1514 LA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINoLA DIeTA meDITerrÁNeA Y eL VINo sume en los países del Norte de Europa) puede actuar como protector de la enfer- medad coronaria. El vino está presente en la mesa de la familia de una manera habitual y no es extraño que se pruebe a edades tempranas. El patrón de consumo de alcohol en Europa no está tan ligado al entorno familiar y es más frecuente su consumo excesivo en el fin de semana. El papel del vino en la dieta Mediterránea se empezó a estudiar a partir de lo que se llamó la “paradoja francesa”. La mortalidad por en- fermedad coronaria no era la misma para un francés de Toulouse que para un nortea- mericano de Stanford (California). En el sur de Francia la tasa de mortalidad era mucho menor y se observó que el consumo de vino tenía algún papel en la relación. El consumo moderado regular de vino se ha asociado con varios beneficios para la salud. Sin embargo, el riesgo aumenta con cada bebida por encima de la moderación. Beber más de lo recomendado no proporcionará más beneficios. Los beneficios del consumo moderado de vino En todo el mundo, la enfermedad cardiovas- cular es la principal causa de muerte y re- presenta hasta el 50% de todas las muertes. Consistentemente, los estudios científicos muestran que consumir cantidades mode- radas de alcohol reduce la mortalidad por enfermedad coronaria y otras causas en un 25-30% en personas de mediana edad, princi- Isabel Bertomeu Nutrición & Comunicación Fundación Dieta Mediterránea Pirámide de la dieta mediterránea: Un estilo de vida actual Guía para la población adulta Medida de la ración basada en la frugalidad y hábitos sociales. Los bebedores moderados de vino tienen una tasa de mortalidad más baja que aquellos que se abstienen o beben excesivamente 16 VINo Y NuTrIcIóN eN LA eSpAñA DeL SIGLo XXI VINo Y NuTrIcIóN eN LA eSpAñA DeL SIGLo XXI N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 17 Vino y nutrición en la España del siglo XXI Por: Gregorio Varela Moreiras De forma paralela a la expansión del cultivo de la vid y en el consumo del vino, enten- dimos los humanos el placer que se lograba con su bebida, al permitirle convivir y dis- frutar con los más cercanos y acercarle a los hasta ese momento algo más lejanos. Y ese disfrute lo expresó en las ar tes: desde la poesía hasta la pintura, y casi no enten- deríamos la historia de la pintura sin poder observar cómo se ha ido plasmando la propia belleza de la planta, la vid, el racimo, la uva, el zarcillo, la viña, el ambiente del cultivo, y cómo no, las costumbres y las si- tuaciones festivas y rituales derivadas de su consumo. Ya en el IV Congreso Mundial de la Gastronomía y del Vino se afirmaba con gran acier to”: “El vino es una fuente de tra- diciones y costumbres que caracterizan a las sociedades locales, regionales, nacionales y, a veces, incluso internacionales. El vino ayuda a la convivencia y concede calor a la hospitalidad. El vino es cultura. Esta bebida noble ha inspi- rado a poetas, escultores, músicos y pintores, cuyas obras suponen un rico patrimonio cul- tural, muy especialmente en la llamada Europa del vino”. Recordemos en este sentido que las Pirámides Alimentarias actuales, en las que nos debemos fijar y adherir para tratar de cumplir con los principios de una alimen- tación saludable y satisfactoria, no sólo in- cluyen el consumo moderado y responsable de vino en el adulto, sino también insisten en los aspectos de la socialización, en los que sin duda el vino tiene un papel importante. Todo lo anterior no significa que el vino no sea un producto controvertido, sobre todo en lo que se refiere a su relación con la salud. Y no es algo nuevo, ya Hipócrates y Galeno expresaron opiniones prudentes y benevolentes acerca de los posibles beneficios que podrían derivarse de un consumo moderado de vino. Nos acer- camos al consumo del vino habitualmente in- vitados por el placer que supone su bebida, y siempre dentro de un marco de consumo mo- derado e inteligente. Ciertamente, no olvida- remos que estamos ante una bebida alcohólica, y que de su abuso indudablemente derivaran serios problemas, pero también conviene re- saltar que el vino no es sólo una simple mezcla de agua y alcohol en diferente proporción. Todo lo contrario, la compleja composición del vino es, también, resultado de su compleja pro- ducción y evolución, lo que en términos prác- ticos nutricionales significa la presencia de una amplia mezcla de micronutrientes y compo- nentes no nutritivos de interés nutricional. Ac- tualmente, la asociación de los conceptos vino y nutrición no despierta el rechazo que había en el pasado, por su contenido en alcohol. Y es que nos hemos acostumbrado a ver refle- jado en los medios de comunicación lo que la investigación ha ido comprobando, las men- ciones a los diversos beneficios del consumo moderado, mantenido e inteligente de vino, y siempre asociado a la comida (siguiendo los principios de la Dieta Mediterránea tradicional), lo que sin duda tranquiliza al productor, pero también al consumidor. Hoy todos tenemos la acertada idea de que este tipo de consumo de vino es una suculenta forma de protección natural frente a una serie de enfermedades que nos preocupan y tememos, desde las car- diovasculares y el cáncer, hasta las emergentes enfermedades neurodegenerativas como es el caso de la enfermedad de Alzheimer. Existen evidencias epidemiológicas que correlacionan la mayor supervivencia de algunas poblaciones, en particular la menor incidencia de patología cardiovascular arterioesclerótica, con el con- sumo moderado de vino, y también con el consumo elevado de frutas y verduras. Re- cordemos que el vino es un producto de la fermentación alcohólica de mosto de uva sana y madura. A veces, se discute su consideración como alimento, aunque reúne todos los requi- sitos para considerarlo como tal, de acuerdo con el Código Alimentario Español y la Ley de la Viña y el Vino del 2003. Y nuestro Código Alimentario Español lo define como fruitivo, es decir, que no se consume, sino que se degusta y se disfruta. Lo anterior no sólo tiene lógica, sino que se justifica cuandorecordamos lo que son los principios de la Dieta Mediterránea: el vino es un símbolo de nuestra alimentación y con el pan y el aceite de oliva forma la triaca base de nuestra Dieta Mediterránea. Cuando hablamos del vino, nos referimos a un producto muy antiguo que despierta un gran interés en la actualidad. Comencemos diciendo que resulta un placer comprobar para los que tenemos la fortuna de vivir en los PAíses Del ViNo esta vigencia hoy, aún con más fuerza si cabe. Casi no entenderíamos la historia de la pintura sin poder observar cómo se ha ido plasmando la propia belleza de la planta, la vid, el racimo, la uva... Ya Hipócrates y Galeno expresaron opiniones prudentes y benevolentes acerca de los posibles beneficios que podrían derivarse de un consumo moderado de vino. 18 N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 19 VINo Y NuTrIcIóN eN LA eSpAñA DeL SIGLo XXI VINo Y NuTrIcIóN eN LA eSpAñA DeL SIGLo XXI En los últimos años, numerosos estudios han demostrado que el consumo moderado de vino aporta propiedades beneficiosas para la salud, principalmente, debido a sus propie- dades antioxidantes y a sus efectos en la pre- vención de enfermedades cardiovasculares. Ya en 1990 los doctores Curtis Ellison y Serge Renaud revelaron un estudio realizado con datos de varios países, y que hacía referencia a una aparente discordancia entre el con- sumo de grandes cantidades de bases grasas y la baja incidencia de enfermedades cardio- vasculares entre los franceses, que dio lugar a la denominada Paradoja Francesa. En este país, el consumo de grasa saturada –aquella que favorece el depósito de colesterol en las ar terias- era similar al de otros países indus- trializados como Estados Unidos e Inglaterra y también eran similares los niveles de co- lesterol plasmático. Sin embargo, la tasa de mortalidad cardiovascular era notablemente más baja en Francia que en otros países anali- zados. La explicación de esta diferencia se ha buscado en la dieta propia y característica de los franceses, conocida como Dieta Medite- rránea, que incluye de forma regular pan, ver- duras, frutas, queso, aceite de oliva y vino, así como poca mantequilla. Particularmente, se atribuyó un papel clave al consumo de vino. Efectivamente, en Francia y otros países del área mediterránea (España, Portugal, Italia, Grecia, entre otros) el vino es consumido con las comidas y en situaciones en que el beber es una forma de interacción, no el objetivo de la actividad. El uso del vino está integrado en comportamiento habitual de estos pueblos, que lo consumen en las comidas y en oca- siones de celebrar, como matrimonios, cum- pleaños o aniversarios. En general, en estos países hay menos problemas de abuso de al- cohol. La cultura mediterránea es una cultura basada en la moderación, que recibe en su salud los beneficios de su dieta. ¿Y qué se entiende por moderación?. De- bemos significar que siendo muy difícil de definir en muchos ámbitos de nuestra vida diaria, aún lo es más en el terreno de la ali- mentación. Y es que la percepción de la mo- deración va a ser muy individual, dependiente del sexo, edad, etc. Sirva como referencia que en el caso de los hombres hablaríamos de un máximo de dos o tres copas de vino al día y de una copa y media al día en las mujeres. Esta diferencia en la recomendación se debe a que el metabolismo del alcohol en el organismo es diferente para hombres y mujeres. Y es im- portante también recordar que la adherencia a este patrón de consumo moderado podría ser responsable de hasta una cuarta parte de los beneficios para la salud asociados a la Dieta Mediterránea. Evidentemente, se puede practicar la misma sin vino, y es muy saludable, pero al añadir esta bebida, la epidemiología nos enseña que el efecto protector puede ser aún mayor. Además, en un momento en el que la Gastronomía está de plena actualidad, y nadie discute que debe entenderse con la Nutrición, para dar respuesta a la visión global de la alimentación, recordemos que el vino está hecho para acompañar las comidas, y una buena comida, para que la acompañe un vino. ¿y cuáles serían los beneficios de este patrón alimentario mediterráneo completo en la edad adulta?. Es importante señalar, en primer lugar, que tradicionalmente en los países productores de vino se observan hábitos más saludables y es más, se puede afirmar en la actualidad que los hábitos más saludables se detectan pre- cisamente en las regiones productoras. Des- afortunadamente, en España en los últimos años ha descendido el consumo de vino en beneficio de otras bebidas alcohólicas. Y pre- cisamente, coincide con un alejamiento de los patrones de la Dieta Mediterránea tradicional, y un incremento en problemas como la obe- sidad y factores de riesgo asociados a las en- fermedades crónicas degenerativas. El estudio científico ANIBES, representativo de la población española, y que hemos coordi- nado muy recientemente desde la Fundación Española de la Nutrición (FEN), proporciona un análisis del consumo de alimentos y be- bidas, así como su contribución a la ingesta de energía y nutrientes. ANIBES es, además, la primera encuesta de este tipo que incluye tanto la ingesta de bebidas como la variedad de bebidas consumidas en España. Además, es importante destacar que se tuvieron en cuenta los desperdicios, un factor clave en este caso, ya que las bebidas tradicionalmente se han medido en porciones completas (vaso, vaso de vino, lata, etc.). Así, teniendo en cuenta que la ingesta media de energía en el estudio científico ANIBES fue de 1.809 kcal/día, la contribución relativa por par te de las bebidas fue de 12 % (13 % en hombres y 12 % en mujeres). Además, el 68 % de la ingesta total de agua provenía de las bebidas, y el 32 % de los alimentos. Entre los hombres, las bebidas más consumidas (tras el agua y la leche) fueron, en orden decreciente, las bebidas alcohólicas, los re- frescos con azúcares y las bebidas calientes, con porcentajes similares (11 %, 11 % y 10 %, respectivamente). En lo que se refiere a las mujeres, las bebidas más consumidas tras agua y leche, fueron las bebidas ca- lientes (12 %), los refrescos con azúcares (8 %) y las bebidas alcohólicas (5 %). Los zumos de frutas y vegetales y los refrescos sin azúcares se consumieron en cantidades más bajas en ambos sexos. Según los datos del estudio ANIBES, las bebidas sin alcohol suponen 2,9 % del total de la ingesta de energía. En lo que se refiere a las bebidas alcohólicas, esta cifra es del 2,3 %, mos- trando en ambos casos una baja contribu- ción a la ingesta de energía, y las bebidas alcohólicas de baja graduación alcohólica representaban más del 90 % de la contri- bución a la energía dentro del grupo de las bebidas con alcohol. Es fácil deducir, aunque también complicado establecer asociaciones de causalidad, que no son precisamente las bebidas alcohólicas fer- mentadas de baja graduación alcohólica, en las que situaríamos al vino, como “respon- sable” o “culpable” de una ingesta excesiva de energía, y los problemas asociados que venimos observando en la población. Aún más, y aunque igualmente con dificultades metodológicas para establecer causalidad, lo cier to es que el alejamiento del estilo de vida mediterráneo, incluyendo un cambio en el patrón de consumo de bebidas alco- hólicas, tipología y momentos de consumo, se asocia sin duda con más problemas para seguir el modelo de alimentación saludable en la población española. La Dieta Mediterránea, que incluye de forma regular pan, verduras, frutas, queso, aceite de oliva y vino, así como poca mantequilla. Desafortunada- mente, en España en los últimos años ha descendido el consumo de vino en beneficio de otras bebidas alcohólicas N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 2120 En cuanto a los beneficios específicos y pro- bados del modelo alimentario mediterráneo en población adulta, merece la pena señalar :reduce hasta un 30 por ciento la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores, como son el infarto, la muerte por un evento cardiovascular o el ictus; hay menor riesgo de diabetes, mejora el perfil lipídico y disminuye la presión arterial;reduce los marcadores de estrés oxidativo, así como los biomarcadores de inflamación, de gran importancia en el pro- ceso de envejecimiento. En definitiva, resulta necesario conocer cómo la inclusión del vino moderadamente en nuestra alimentación se correlaciona con un patrón de dieta más saludable, con una mejor densidad de nutrientes. Y además propor- ciona, con seguridad, el otro gran componente para una dieta saludable: el placer, el disfrutar y compartir la comida, y además con alegría. En este sentido, las recién publicadas Guías Alimentarias para la Población Española 2016, que hemos desarrollado desde la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), se ocupan de las bebidas alcohólicas fermen- tadas, destacando: “Se debe moderar o evitar el consumo de bebidas alcohólicas. Puede asumirse el consumo mode- rado y responsable de bebidas fermentadas de baja graduación y buena calidad en cantidades que no superen las 2 copas de vino/día en hom- bres y 1 copa/día en mujeres siempre referido a la edad adulta. Existe un acuerdo mundial que los problemas derivados del consumo de alcohol como la violencia, los accidentes de trafico la desestructuración familiar y social y diversas im- portantes patologías, son un problema de primer orden para las sociedades desarrolladas. Sin em- bargo, a menudo estos impactos negativos del consumo de bebidas alcohólicas, mayormente asociado con el consumo excesivo de las mismas, eclipsan distintos efectos también sobre la salud, mayormente asociados con el consumo mode- rado o prudente del alcohol sobre la mortalidad cardiovascular fundamentalmente. Diversos estu- dios desde la década de 1970, han alcanzado una evidencia general: las personas que con- sumen de una a dos unidades de alcohol (una unidad se describe como la cantidad equivalente a 10 gramos de alcohol, p. ej., una cerveza, un vaso de vino, un combinado…) al día presentan un menor riesgo cardiovascular que las personas abstemias, una relación descrita en forma de J. Esta estimación de reducción del riesgo de los bebedores de una o dos bebidas alcohólicas al día se ha calculado en un 20-30% comparando con los abstemios. Estos hallazgos han sido am- pliamente criticados basándose, sobre todo, en dos argumentos: 1) la posibilidad de clasificación errónea del grupo de referencia (incluyendo en el mismo de forma natural las personas con al- gunas patologías y por ello con mayor riesgo de mortalidad) y 2) por la presencia de factores de confusión asociados al consumo moderado de al- cohol y relacionados con otros estilos de vida. Sin embargo, recientes metaanálisis sobre incidencia de ECV no sustentan la teoría de la clasificación errónea: se analizó el efecto separadamente en los abstemios de por vida y en aquellos más re- cientes y el efecto protector era superior cuando el consumo moderado se comparaba con los abstemios de por vida. Tampoco sustentan esta teoría los estudios realizados con pacientes con enfermedad cardiovascular establecida, que ex- perimentan también un efecto protector frente a ulteriores episodios”. Por otro lado, siguiendo lo que se recoge en las mencionadas Guías Alimentarias SENC 2016, se recomienda un “consumo moderado, responsable y opcional”. Así, la SENC recomienda en el contexto de una alimentación equilibrada mediterránea el consumo máximo de 1-1,5 ra- ciones/ día de bebidas alcohólicas en mujeres y de 2-2,5 raciones/día en varones adultos. Se ex- cluyen de las recomendaciones a los menores, las mujeres embarazadas y en general las personas adultas durante su horario laboral o que tengan que conducir un vehículo. También necesitan eva- luación individualizada los adultos con enferme- dades crónicas o que consuman determinados fármacos”. Estamos actualmente ante un auténtico desafío para los que nos dedicamos a la ciencia de la nutrición: reconozcamos valores propios de nuestra cultura, de nuestro estilo de vida y de la forma de alimentarnos. ¿Podemos decir que el esfuerzo productivo e innovador de nues- tras bodegas, junto a la naturaleza privilegiada del país, nos permiten contar con productos de la mejor calidad, que además han mostrado ser beneficiosos para la salud?. Podemos y de- bemos seguir estudiándolas, para así definirlas sistemáticamente y convencer al mundo en un momento en que la prioridad del tema salud y alimentación es cada vez mayor. Y finalizo con esta frase tan sabia y bella de Leonardo da Vinci, y al mismo tiempo tan actual, para se- guir creyendo que la nutrición es salud, pero también placer, convivencia, y felicidad, a lo que puede y debe contribuir nuestro vino: “Solo se puede ser feliz allá donde la vid produce los frutos necesarios para obtener un buen vino” (leonardo da Vinci) VINo Y NuTrIcIóN eN LA eSpAñA DeL SIGLo XXI VINo Y NuTrIcIóN eN LA eSpAñA DeL SIGLo XXI En definitiva, resulta necesario conocer cómo la inclusión del vino moderadamente en nuestra alimentación se correlaciona con un patrón de dieta más saludable, con una mejor densidad de nutrientes. Gregorio Varela Moreiras es, Catedrático de Nutrición y Bromatología en la Universidad CeU san Pablo. Director del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la salud, Facultad de Farmacia, Universidad CeU san Pablo y Presidente Fundación española de la Nutrición (FeN) 22 N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 23 VINo Y SALuD Y esta afirmación es especialmente cierta en la relativo a las bondades saludables del vino. Las redes sociales nos bombardean con info- grafías, fotografías y artículos pseudocientíficos alabando los beneficios del vino en la salud. El resveratrol ha pasado de los laboratorios a la sabiduría popular, viéndose en este polifenol (presente sobre todo en el vino tinto) el se- creto de la eterna juventud por sus supuestas propiedades “antiaging”. Se habla de neuroeno- logía, para explicar las connotaciones hedónicas del vino, y es cierto que el sabor no se elabora en la boca- en la lengua únicamente tenemos receptores para diferenciar los sabores básicos - sino que se hace real a nivel cerebral1. Sin embargo, todo este interés por la nutrición no es, ni mucho menos, nuevo. Ya Hipócrates de Cos, el “padre de la Medicina”, en el siglo V a.C decía “que el alimento sea tu medicina, y la me- dicina tu alimento”. Y es cierto que este mismo pensamiento se extendió al vino, sobre todo en los países del área mediterránea. A partir de Vino y salud Por: Dr. J. Arturo Almeida Estamos en la Era de la Información. Vivimos un momento en el que la preocupación por la salud y nutrición es máxima. Pero el enorme caudal de información disponible - y su facilidad de acceso - no conlleva, aunque parezca mentira, un aumento del conocimiento. Y además, no toda la información es veraz, dando lugar a numerosas situaciones de confusión. Me atrevo a decir que lo que más la abunda es la desinformación. aquí, el vino ha estado a lo largo de la historia asociado a la salud en el imaginario colectivo y la medicina popular2. Y actualmente hay. como ya he mencionado, un enorme interés a este respecto y, al mismo tiempo, un exceso de in- formación. ¿No es necesaria, quizás un poco de sensatez en este entorno? ¿Qué hay de cierto en la afir- mación de que “el vino es salud”? ¿Por qué el vino es salud? La evidencia científica en torno a los beneficios de la ingesta de vino en la salud es cada vez más amplia. Este aspecto beneficioso se debe no sólo al contenido en alcohol, sino a la existencia de polifenoles y sustancias antioxidantes que tienen un papel muy significativo en diversos procesos biológicos de nuestro cuerpo El gran médico francés, Louis Pasteur, que vivió de 1822 a 1895, definió al vinocomo “La más VINo Y SALuD La evidencia científica en torno a los beneficios de la ingesta de vino en la salud es cada vez más amplia. Fig. 1. la relación entre consumo de alcohol y mortalidad sigue esta gráfica, en la que a consumo moderado existe una disminución real de riesgo cardiovascular. Pero a partir de un determinado nivel de consumo, el riesgo aumenta de forma exponencial Riesgo Cardiovascular Consumo de alcohol sana e higiénica de las bebidas”, en un mo- mento en el que la población vivía temerosa de la enfermedad y la muerte, y con mucho recelo respecto a lo que comía y bebía. Y es que a lo largo de la historia de la Humanidad, son múltiples las referencias a los beneficios del vino en relación con la salud. Posteriormente llegó el Profesor Sergé Renaud con su “para- doja francesa”3 y a partir de este momento se multiplican los estudios sobre las supuestas cua- lidades saludables de esta bebida Típicamente, la curva que relaciona riesgo car- diovascular y consumo de alcohol tiene una forma de “U” o “J” invertida (Fig. 1). Lo cual se traduce en que a ingestas bajas de alcohol, el riesgo cardiovascular claramente disminuye, hasta un punto mínimo, a partir del cual, si se incrementa la ingesta de alcohol el riesgo car- diovascular aumenta de forma exponencial 4-6. Sin embargo, cuando se compara el vino con otras bebidas alcohólicas, la balanza se inclina claramente a favor del vino. Uno de los más representativos el denominado “Estudio de Copenhague”7, en el que se analizó una población de más de 13.000 personas con un seguimiento de 10-12 años. Se observó que el riesgo global de fallecimiento fue la mitad en aquellas personas que ingerían de forma habitual de 3 a 5 copas de vino frente a aquellas que no tomaban alcohol. Pero este efecto no se observó en consumidores de cerveza o bebidas espirituosas, e incluso, el riesgo aumentaba clara- mente en los consumidores de éste último grupo. Por tanto, tenía que haber otro tipo de sustancias en el vino responsables de esta diferencia. Efectivamente, el vino contiene más de 500 sus- tancias no alcohólicas, y de éstas, las que resultan más interesantes para explicar estos fenómenos son los polifenoles. Dentro de los polifenoles, hay que distinguir entre ácidos fenólicos, flavonoides y estilbenes. Entre estos últimos, el más popular y posiblemente el más estudiado es el Resveratrol, pero no es ni mucho menos el único importante. Cada vez se descubren nuevos compuestos polife- nólicos, y en particular, quercetina, ácido cafeico y ácido gálico están siendo de interesantes estudios en la actualidad. Estos compuestos fenólicos se en- cuentran en las semillas y los hollejos de las uvas, siendo esta la razón por la cual las concentraciones de polifenoles son mayores en el vino tinto - que se elabora poniendo en contacto el mosto con los hollejos y las semillas - que en el vino blanco. Aunque a diferencia de lo que se pensaba antes, los polifenoles sí están presentes en el blanco, y además algunos con propiedades muy atractivas. 24 N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 25 VINo Y SALuD Inicialmente se pensaba que el efecto protector de todos estos componentes bioactivos del vino se debía a sus propiedades antioxidantes, pero actualmente se sabe que ejercen un poderoso efecto antiinflamatorio, sobre todo en la deno- minada inflamación de bajo grado o “síndrome metabólico” 9-12. Aunque escapa a los objetivos de este artículo, simplemente mencionar que el síndrome metabólico es la causa de un número muy importante de patologías de la sociedad ac- tual, vinculándose a diabetes mellitus tipo 2 (que está aumentando de forma muy alarmante en el mundo), y de la obesidad. ¿Cuanto vino es saludable? La Organización Mundial de la Salud recomienda una ingesta diaria de alcohol de 30g/L en varones y 20 g/L en mujeres. Esta no deja de ser una distin- ción arbitraria, basada en la menor masa corporal de la mujer (lo cual no siempre se cumple) y la his- tórica mayor “tolerancia” al alcohol de los varones. La realidad es que la tolerancia viene determinada, de forma predominante, en la disponibilidad de un enzima hepático, la alcohol deshidrogenasa, que es responsable de la metabolización del etanol (el alcohol presente de forma mayoritaria en el vino). Sin entrar en excesivos detalles cien- Fig. 2. la “Unidad de Bebida” es el nuevo patrón que se quiere establecer para calcular la cantidad de bebida alcohólica que se aconseja consumir. sin embargo, la estandarización es complicada, dado que el contenido de alcohol en esta unidad varía de unos países a otros (Fuente: Wine in Moderation -http://www.wineinmoderation.eu/es/articles/Qu-es-una-unidad-de-bebida.155/ ) Inicialmente se pensaba que el efecto protector de todos estos componentes bioactivos del vino se debía a sus propiedades antioxidantes, pero actualmente se sabe que ejercen un poderoso efecto antiinflamatorio tíficos, si mencionaré que este enzima se expresa habitualmente más en hombres que en mujeres y su expresión varía entre diferentes grupos de po- blación siendo ésta más presente en la población europea que, por ejemplo, en la asiática13. La pregunta que más frecuentemente me hacen es cuantas copas de vino al día son recomenda- bles desde el punto de vista médico. No tengo orígenes gallegos - a pesar de mi apellido, de origen portugués - pero la respuesta que más suelo dar es “depende”. Y es que no es lo mismo el volumen de líquido que contiene una copa de vino en Estados Unidos - la sirven a veces casi a ras - en Francia o España - normalmente unos 100 cc - o la que usamos durante el proceso de cata. También depende de los antecedentes médicos de la persona - obviamente no será lo mismo para alguien con enfermedad hepática o bajo la ingesta de determinados medicamentos - o de la situación en la que se toma. En un esfuerzo por buscar un patrón de medida estándar, se habla ahora de la “Unidad de Bebida”. Esta unidad indica el contenido promedio de etanol expresado en las unidades de consumo más habituales. Sin embargo. esta unidad de be- bida varía entre 8 y 14 gramos de alcohol según VINo Y SALuD Dr. J. Arturo Almeida Médico especialista en Cirugía y aparato digestivo. Consultor y comunicador en salud y nutrición. Miembro de la AePeV ReFeReNCiAs 1. shepherd, GM. Neuroenology: how the brain creates the taste of wine. Flavour 2015; 4: 19 2. Castro, X. el vino sano, portador de virtudes terapúeticas, en el imaginario colectivo, el discurso médico y la medicina popular. Cuadernos de estudios Gallegos, Tomo XliX, fasciculo 115. santiago de Compostela 2002 3. Renaud s, De lorgeril M. Wine, alcohol, platelets, and the French Paradox for coronary artery disease. The lancet Vol 339 (8808), june 1992, pages 1523-1526 4. Kozararevic D et al. Frequency of alcohol consumption and morbidity and mortality. The lancet 1980, i:613-6 5. Marmot MG et al. Alcohol and mortality. A U-shaped curve. The lancet 1980, pages 580-3 6. Boffeta P et al. Alcohol drinking and mortality among men enrolled in an American Cancer society prospective study. epidemiology 1190;1: 337-339 7. Grombaek M et al. Mortality associated with moderate intakes of wine, beer or spirits. BMJ 1195;310: 1165 8. Caldú P, Mínguez s et al. 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En la Fig. 2 podemos ver una info- grafía que explica lo que es. Las dosis recomen- dadas son 3 unidades de bebida en hombres y 2 unidades en mujeres14 Una llamada de atencion La investigación continúa y cada día salen nuevos hallazgos acerca de los efectos positivos de la in- gesta de vino. Pero quisiera hacer aquí una impor- tante llamada de atención. No hay que olvidar que el vino contiene alcohol. Y que el alcohol, cuando no se consume de forma moderada, tiene claros y demostrados efectos perjudiciales para nuestra salud. De hecho, el alcoholismo representa un problema social de gran magnitud en nuestra so- ciedad. y sigue siendo una importante causa - di- recta o indirecta - de mortalidad. Por tanto, desde nuestra posición de conocedores del vino y como profesionales de la salud, tenemos que fomentar dos cosas: consumo, sí, pero con MODERACION. En este sentido es alabable la iniciativa del sector vitivinícola europeo llamada “Wine in Modera- tion” (www.wineinmoderation.eu) , abanderada en nuestro país por la Federación Española del Vino. Esta iniciativa promueve la moderación y la responsabilidad en el consumo del vino, al tiempo que busca transmitir el conocimiento de los va- lores y beneficios del vino, que debe estar aso- ciado a un disfrute pausado y moderado. Como conclusión, se puede afirmar, sin miedo a equívocos, que el vino es salud, y que existen be- neficios probados para nuestro bienestar con un consumo moderado. Hay mucho por investigar aún, pero mientras tanto, disfrutemos de este re- galo que nos ofrece esta bebida milenaria. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 BeBer Y comer eN eSpAñABeBer Y comer eN eSpAñA 2726 En la actualidad, sabemos que esto ya no ocurre en prácticamente ningún caso, en primer lugar, porque las propias madres están trabajando fuera del domicilio. En segundo lugar, porque las distancias del trabajo o estudio a los ho- gares han aumentado considerablemente, lo que determina que cada miembro de la fa- milia tenga que comer fuera de su casa. Al- guien pensará que, al regreso al hogar, la cena en familia regulariza los posibles desajustes nutricionales del resto del día, pero, en la ma- yoría de los casos, no es así. Hoy, incluso la cena en familia es, en muchas ocasiones, pura utopía. Los niños aprovechan alguna hora de asueto para ver la televisión con un bocadillo o un trozo de pizza. Los padres llegan después La nueva revolución en el beber y comer en España La alimentación actual atraviesa una auténtica revolución al cambiar el modelo de alimentación doméstica por el de la alimentación fuera de casa, y esto afecta al 80 por ciento de la población. La sociedad actual en que nos ha tocado vivir ha experimentado unos cambios que hay que asumir: no hace tanto que las comidas de los días laborables se realizaban en los hogares; los hijos hacían una pausa en su jornada, acudían a su domicilio para comer y regresaban a la escuela. Los padres hacían otro tanto y las madres eran las encargadas de preparar los menús para toda la familia, adaptándolo a los gustos y necesidades de sus integrantes. Por: Dra. Ana Luzón y José Peñin cansados del trabajo, recurriendo con más frecuencia de la deseable a los precocinados congelados o al take away. Las “nuevas madres” En la Asociación Española de Gastronomía y Nutrición tenemos el objetivo de concienciar a los responsables de la cocina pública de la importancia de su trabajo en estos tiempos. El propio nombre de la Asociación confirma que la nutrición y la gastronomía son absolu- tamente conciliables. La nutrición no está a es- paldas de los sabores y del placer. Sin embargo, tanto en los comedores de los centros educa- tivos como en la “restauración laborable”, la de enfrente del trabajo la de las casas de comidas, cafeterías y bares, no siempre tienen presente la conveniencia de crear un menú donde im- pere el equilibrio nutricional. A nosotros nos gusta llamarlos de manera muy gráfica “las nuevas madres”, pero desgraciadamente en muchos casos carecen del sentido afectivo (ló- gicamente) y nutricional de la mesa hogareña y les sobran los intereses lucrativos del negocio hostelero. Esta realidad alcanza también, salvo raras excepciones, a la alta cocina clásica, la creativa e, incluso, a la vanguardista, en donde imperan los factores hedonistas sobre los nu- tricionales. Por otro lado ¿Quién les va a pedir a los del “menú de pizarra“ que sean capaces de velar por la nutrición equilibrada cuando sus márgenes de beneficio son tan nimios? En los menús del día de los restaurantes popu- lares priman la cantidad sobre la variedad y el equilibrio, lo que condiciona al comensal a comer más de lo necesario de determinados nutrientes, como son las grasas o los glúcidos simples (pan, pasta, arroz, etc.) La gastronomia sin criterios alimentarios Ha habido intentos de franquicias de restau- rantes dietéticos con predominio del mundo vegetal que no han funcionado. Queremos que la restauración diaria asuma que la salud de la población está en sus manos y que deben elaborar sus menús pensando en el modo ade- cuado de alimentarnos sin tener que renunciar al aspecto placentero del comer. Somos cons- cientes de que los márgenes de ganancia que manejan en este tipo de menús son bastante limitados y de que el hecho de incorporar hortalizas y vegetales en cantidad adecuada En los menús del día de los restaurantes populares priman la cantidad sobre la variedad y el equilibrio Los niños aprovechan alguna hora de asueto para ver la televisión con un bocadillo o un trozo de pizza N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 2928 exige hacer “encaje de bolillos” para que sea atractivo y a la vez rentable. Por otra parte, muchos cocineros esgrimen como justificación que al cliente no le gustan estos alimentos. Ahí es donde se plantea el reto: del mismo modo que nuestras madres se devanaban los sesos para crear platos vegetales aceptados por la fa- milia, los cocineros tienen el deber de hacerlo. Al fin y al cabo, nuestra salud depende de ello. Es cierto que en el mundo de la restauración empieza a haber un movimiento en favor de la “cocina saludable”, pero aún queda mucho ca- mino por recorrer. En el caso de los cocineros de la “haute cuisine” argumentan que, como a su restaurante se acude esporádicamente, no deben preocuparse más que de realizar una exhibición de todas sus creaciones porque no va a representar el modo habitual de in- gesta del cliente. Sería interesante hacer una reflexión de lo que supone para el organismo una comida de este tipo, desde los aperitivos, pasando por el menú degustación, terminando con los “petits fours” y todo ello acompañado de los vinos correspondientes. Comer a todas horas Sin embargo, no solo ha cambiado el esce- nario, sino también la oferta. Las cocinas de la hostelería están funcionando desde las nueve de la mañana hasta la madrugada. Antes, por la mañana solo se servían desayunos y la cocina estaba cerrada hasta mediodía. Hasta la hora de comer, en los mostradores de los bares y cafeterías aparecía toda una suerte de bollería como única oferta. Hoy, desde primeras horas de la mañana uno se puede atiborrar de pin- chos y tapas. Que no sería ningún problema hacer un desayuno contundente si después el “café de media mañana” no consistiera en otro tanto o casi, para rematar con el menú del que ya hemos hablado. La vista también es cómplice de este problema favoreciendo la patología de “comer con los ojos”. La estética ornamental de las tapas y pin- chos y el atractivo interiorismo de la hostelería actual y el furor de lasatractivas terrazas cli- matizadas facilitan la curiosidad de “picar” más allá del apetito. ¿Esta oferta realmente colma nuestro deseo o solamente la curiosidad aun careciendo de apetito? El capricho y la curio- sidad se imponen sobre nuestras ganas de comer. Importado por la sociedad americana, se ha perdido el pudor de beber y comer en la calle, incluso andando y, para colmo, la nueva irrupción de los food truks o camiones gas- trobar. Esa libertad de horario del comer ¿no puede crear ciertos desequilibrios alimentarios al faltar la rutina que tanto agradecerían nues- tros estómagos? Sin duda, en la actualidad hay que ejercitar mucho más el autocontrol para mantener la disciplina de los horarios y las pro- porciones adecuadas en el modo de comer. El boom de la gastronomía en españa En los últimos 40 años, y nunca como ahora, nacen más restaurantes que mueren. En el año 2016 la hostelería es el sector con más auge en la economía española y que más puestos de trabajo genera. Según la revista Capital, du- rante 2015, el español gasta más en alimen- tación, bares y hoteles, sin olvidar los viajes. Viajes donde la gastronomía es uno de los principales atractivos. La irrupción de la cocina fusión está llegando incluso a la oferta de los restaurantes de co- cina española. ¿Nuestro aparato digestivo está preparado para el batiburrillo de la cocina fusión? Incluso nuestro paladar ¿es capaz de procesar correctamente la multitud de sa- bores de un menú degustación de 15 o 20 bocados? El auge de la gastronomía ha creado un monstruo de competitividad en los coci- neros, incorporando muchos de ellos nuevos productos sin ningún criterio alimentario. Hoy no hay día en que no se celebre un concurso de pinchos, cocineros y platos, incluso, ha irrumpido también en la televisión con pro- gramas de gran audiencia. Este apogeo afecta también a las capas medias de la sociedad: ahora es corriente ver personas de todas las edades en cualquier restaurante fotografiando los platos, cosa excepcional hace unos años. El sobrepeso No estamos seguros de que el sobrepeso y la obesidad sean fruto sólo de comer mucho como comer mal. El sobrepeso ha dejado de ser un retrato ais- lado para convertirse en una epidemia. Esto pese a que ahora los gimnasios son más ren- tables que hace tan solo 20 años. Es cierto que la población va tomando conciencia de que el sedentarismo está generando graves repercusiones en la salud, pero aún queda mucho trabajo por hacer para mentalizar de que, además, hay que tener en cuenta no sólo la cantidad de comida que se ingiere, sino tam- bién las proporciones correctas de nutrientes. Desgraciadamente, las comidas con un im- pacto calórico importante suelen ser las más BeBer Y comer eN eSpAñABeBer Y comer eN eSpAñA Importado por la sociedad americana, se ha perdido el pudor de beber y comer en la calle, incluso andando y, para colmo, la nueva irrupción de los food truks o camiones gastrobar. El sobrepeso ha dejado de ser un retrato aislado para convertirse en una epidemia. Esto pese a que ahora los gimnasios son más rentables que hace tan solo 20 años. 30 N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 31 rápidas de preparar o no exigen ninguna ela- boración y, en esta sociedad de las prisas, son el recurso fácil. Eso por no mencionar la ca- lidad de las grasas que contienen, que ocasio- narán serios problemas añadidos a la obesidad. ¿El vino es alimento? Todos conocemos las últimas estadísticas del bajo consumo del vino en España. Esta noticia ha recalado en la sociedad como algo negativo, cuando, en realidad, se trata de un cambio de ciclo. El vino ha dejado de ser un elemento de la dieta diaria para convertirse en una bebida más hedonista y ocasional. La paradoja que se plantea es la sospecha de que, desde hace una década, hay más gente que bebe vino que antes, ocasionalmente claro está, frente a la caída del número de bebedores de mesa dia- rios. Las viejas estadísticas daban la cantidad de litros por habitante, pero no cuántos ha- bitantes bebían vino. Hoy, sin duda, existe una mayor cultura vinícola, el vino por copas en la pizarra en los bares, concursos de catadores, foros y blogueros, hay más interés en asistir a cursos de cata, así como también el enoturismo está logrando que el conocimiento del origen y producción, induzca a beber en el ámbito de lo ocasional. Es posible que el gasto en euros “per cápita” del vino sea mayor que el de nuestros abuelos, que usaban más el gaznate que el paladar. En tiempos pasados, los elevados porcentajes de consumo estaban concentrados en un menor número de bebedores que hoy, lo que podía dar la razón a los que antaño incluían al vino como uno de los culpables del alcoholismo; aquellas “borracheras del pobre”. Hoy, gracias al auge del consumo ocasional, el vino no está vinculado al alcoholismo del destilado. ¿Cuáles son los límites para beber el vino? Ante este paisaje de cultura, curiosidad y placer que nos toca contemplar en la actua- lidad en torno a esta milenaria bebida, solo nos queda tratar su aspecto nutricional que, como un producto de origen agrícola, su in- gesta solo queda limitado por su componente alcohólico. Sabemos sus valores nutricionales con la estadística de que su uso moderado es beneficioso para la salud. Multitud de estu- dios demuestran que los polifenoles del vino, siendo el más conocido el Resveratrol tienen efectos beneficiosos sobre la salud cardiovas- cular. El Pterostilbeno, otro polifenol presente en el vino tinto, favorece aún más la salud del corazón, los niveles de glucosa en el organismo y la función cognitiva que el propio Resvera- trol. También se ha observado que protegen la piel de los efectos tóxicos de la radiote- rapia y que a las mujeres en tratamiento qui- mioterápico de cáncer de mama les mitiga las náuseas. Podríamos seguir enumerando otros efectos beneficiosos que se han advertido con el consumo moderado de vino, como el au- mento del colesterol unido a proteínas de alta densidad (el bueno), sin embargo, ¿Con qué límites? Todos los estudios que han compro- bado beneficios para la salud del vino se han realizado administrando 200 ml diarios para un varón de complexión normal, mientras que en las mujeres esta cantidad se reduce un poco, es decir dos copas semejantes a las de los restaurantes cuyo nivel del vino no sobre- pase la mitad del balón. Por otra parte, para el hígado no es lo mismo tomar las dos copas seguidas que repartidas en dos comidas, ob- viamente, el último caso es mejor. Estas limita- ciones eran imposibles llevar a la práctica para los bebedores de antaño. Hoy, el consumo ocasional supone menor “sufrimiento” para los aficionados. Cómo beber poco para disfrutar mucho Los educadores del vino intentamos convencer a los aficionados de que, con un conocimiento de los recursos sensoriales de las personas, no es necesario sobrepasar los límites nocivos del vino para disfrutar de él. No nos cansamos de insistir en que para degustar, es decir, disfrutar con la riqueza de matices, diferencias y armo- nías de un vino, basta una pequeña cantidad. A esta buena práctica hay que añadir la curio- sidad, sobre todo de la juventud, por probar más zonas y estilos de vinos a través de la cata. En general, cuando los neófitos comienzan a catar, suelen ingerir más cantidad de vino que los grandes aficionados y profesionales. Con solo un 20 por ciento del trago es suficiente para colmar el paladar de sensaciones. El resto va al estómago como resultado del gesto ins- tintivo de beber que el ser humano, desde el inicio de su existencia, realiza para calmar la sed. Por ello es importante la educación de los sentidos que, cuando se logra, puede incluso alcanzar la saciedad con unas cantidades de alcohol saludables. Dra. Ana Luzón es, médico especialista en Nutrición y estética. Vicepresidenta de la AeGN y consultora nutricional de la restauración José Peñín es,escritor. Presidente de la AeGN y consultor vitivinícola. BeBer Y comer eN eSpAñABeBer Y comer eN eSpAñA El vino ha dejado de ser un elemento de la dieta diaria para convertirse en una bebida más hedonista y ocasional. En general, cuando los neófitos comienzan a catar, suelen ingerir más cantidad de vino que los grandes aficionados y profesionales. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 33 ¡cómo eS LA ALImeNTAcIóN! 32 ¡cómo eS LA ALImeNTAcIóN! La ciencia se ha vuelto loca, o cuerda que casi es lo mismo. Hoy la ciencia casi es má- gica, comunicar, ver, oír, visitar los astros, alargar la vida…parece que la ciencia y la magia se han dado la mano. Claro, todo depende de las zonas. Los países desarrollados liberan las costumbres, la ciencia y la medicina las reem- plazan. Ya no hay 150 días de abstinencia por año, pero el medico exige un régimen equili- brado, vigilar el colesterol, evitar las materias grasas, al fin, cuidar la línea. En el fondo la fru- galidad conserva sus virtudes morales, ya no por religión sino por necesidad científica. ¡Cómo es la alimentación! Reflexiones en torno a la alimentación Hoy frecuentemente caemos en la tentación de condenar un alimento, la carne, la grasa, el azúcar… o ensalzar otros, el aceite, el pescado azul, la naranja… idealizamos o mitificamos dietas, por ejemplo, la dieta mediterránea (que poco hablamos de la dieta cantábrica). Hoy en la abundancia alimentaria que caracteriza al mundo desarrollado nos encontramos con un problema inédito: escoger el alimento. Entre consejos alertas y preinscripciones. Pero más importante todavía, entre la tentación y la cul- pabilidad de la abundancia. Antes todo eran há- bitos y tradiciones. Lo que está claro es que no Por: Mikel Zeberio Hoy en la abundancia alimentaria que caracteriza al mundo desarrollado nos encontramos con un problema inédito: escoger el alimento. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 3534 ¡cómo eS LA ALImeNTAcIóN!¡cómo eS LA ALImeNTAcIóN! basta con creer en la ciencia y que una fe ciega en ella constituye la peor de las supersticiones, lo cual hace difícil separar lo comestible y lo no comestible, porque hoy la alimentación no es para hoy, sino es para calcular los efectos a largo plazo de nuestra alimentación. Comer es un acto de intimidad fundamental, la boca es la frontera entre el mundo de fuera y el de dentro y sin duda una de las zonas con mayor repercusión psicológica y más carga afectiva de nuestro cuerpo. Los salvajes comían el cerebro y el corazón de enemigo para heredar su valentía y su in- teligencia. Los civilizados del siglo XXI comen yogurt para mejorar la flora intestinal etc. Hoy lo que más pesa sobre nuestra alimentación es su influencia en nuestra salud. Hemos entrado en ese mundo de la medicalización de la nutri- ción. Nadie discute aquí la ciencia, sino lo que la ciencia es verdaderamente, otra de las grandes dudas, nuestra preocupación constante por el colesterol, los nuevos alimentos dietéticos, los suplementos de vitaminas químicas etc. ¿todo esto nos protege de caer enfermos? ¿o es una ilusión que nos ayuda a vivir más tranquilos? El régimen alimentario de las clases medias y educadas no tiene carencias nutricionales, sin embargo, en esa clase es donde triunfan vita- minas, minerales, y otros complementos. Otro punto de influencia son las estrategas de co- mercialización que manipulan a los consumi- dores. Otro de los factores de motivación es la publicidad, todo pensando en retrasar el en- vejecimiento, en males futuros (y unos cuantos, bastantes, compuestos para ir al baño) y al fin, lo más duro, todo para intentar atrasar la fecha de mudanza al otro barrio. Vivimos bajo el influjo de la palabra dieta. Dieta es una palabra importada de los Estados Unidos, y su definición es muy precisa: disminuir el con- sumo de colesterol por debajo de los 300mg/ día, el de lípidos al 30% de las calorías totales, el de ácidos grasos a menos de la tercera parte de los ácidos grasos. El objetivo de todo esto, dismi- nuir la tasa de colesterol sanguíneo y aumentar la esperanza de vida. ¿en el fondo de que se trata? En olvidar embutidos, mantequilla, leche y muchos más. Para demostrar lo contrario hace poco se ha publicado un estudio donde las mu- jeres con más baja tasa de colesterol sufren so- bremortaildad por aumento de cáncer y otras causas no médicas. Al final confundimos entre moral y alimentación. Hoy vamos un paso más hacia delante, cuando tomamos un vino bebemos su terruño, cuando tomamos un tomate de Almería el sol del me- diterráneo, etc. ¿A donde vamos a llegar? Los carnívoros acusan a los vegetarianos de vete a saber qué y viceversa. Hasta incluso Grande Covián preguntaba hace años a una periodista bilbaína, allá por el 82, en mi taberna el Bor- datxo, en Deusto, sobre si sabía para que eran los colmillos que tenía en la boca. Nadie tiene la razón, pero si hay que buscarla. No hay porque temer a un alimento. Hace no muchos años el comer era una ne- cesidad para la mayoría de nosotros. Merendá- bamos quesos de leche cruda en los pueblos y chocolate en las ciudades. No sabíamos los tantos por cierto del cacao en el chocolate, por ejemplo, pero tampoco nos preocupaba, y la leche era leche. Merendábamos y punto. Hoy, en cambio, la leche se toma con calcio añadido y supervitaminada. Y me pregunto yo: ¿tomaremos leche con añadidos o añadidos con leche? Pero esto es sólo un ejemplo, porque basta con ir a cualquier supermercado y comprobar que multitud de productos aparecen con vita- minas, calcio y minerales, entre otros añadidos. Así que con todos esos alimentos me haría la misma pregunta que con la leche. Visto todo esto, la verdad es que no sé si los alimentos que comíamos antes estaban incompletos o si les sobra algo a los de ahora. Es una pregunta de difícil respuesta. Otro ejemplo: los helados. Entre sus ingre- dientes, incluidos los de las grandes marcas, no aparecen los huevos de gallina, la leche entera, la mantequilla de vaca, pero sí los mono y digli- céridos de ácidos grasos alimenticios, harina de garrofín, guar y carragenatos, términos que los consumidores no sabemos ni lo que significan. Y con el chocolate ocurre algo parecido, ya que la normativa europea permite llamar cacao a cualquier sucedáneo. Ahora que me doy cuenta, el chocolate que comí anoche, ¿estaba elabo- rado con cacao o con un sucedáneo? ¡Coño, qué tiempos aquellos en los que la leche era leche y el chocolate era chocolate! Pero bueno, dejemos de ser nostálgicos. Lo que sí está claro (y es grave a mi juicio) es que en esto de la alimentación también vivimos de estereotipos. Por ejemplo, vemos un pollo amarillo y lo identificamos con un pollo de co- rral, y así podríamos seguir con multitud de ali- mentos, marcas... y algo parecido ocurre con las normas sanitarias, que basan la calidad exclusi- vamente en el registro sanitario. Y otra pregunta que me hago (¡qué preguntón estoy hoy!): ¿qué ocurre con los niños que están todo el día co- miendo bollos (industriales) y golosinas? Conocemos, o mejor dicho, nos suenan muchas palabrejas nuevas por leerlas una y otra vez en las etiquetas de los productos, pero realmente sólo se nos ha enseñado a leer fechas de cadu- El régimen alimentario de las clases medias y educadas no tiene carencias nutricionales, sin embargo, en esa clase es donde triunfan vitaminas, minerales, y otros complementos. N ú m e r o 2 7_ m ar zo _2 01 7 ¡cómo eS LA ALImeNTAcIóN! 3736 ¡cómo eS LA ALImeNTAcIóN! cidad. Parece que sólo nos preocupe la legalidad vigente y nada lo organoléptico. Es cierto que últimamente nos preocupa la nu- trición. Antes no sabíamos nada de proteínas, lípidos, vitaminas y minerales, nos desarrollá- bamos y punto; ahora las “conocemos” y tam- bién estamos conociendo de primera mano las consecuencias de la civilización moderna: obe- sidad, deficiencias hepáticas, problemas renales
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