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Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 21, Nº 2, 2013, pp. 321-340 TERAPIA DIALÉCTICA COMPORTAMENTAL EN EL TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD DEL GRUPO C Mª Vicenta Navarro Haro1, Azucena García Palacios2,3, Reyes Moliner4, Verónica Guillén1 y Cristina Botella2,3 1University of Washington (EE.UU.); 2Universitat Jaume I; 3CIBER Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROB); 4Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (España) Resumen La terapia dialéctica comportamental (TDC) ha sido propuesta como un tratamiento eficaz para un amplio rango de clientes con síntomas funcionalmente similares a los del trastorno límite de la personalidad (TLP) que tienen en común la desregulación emocional. El grupo C de los trastornos de la personalidad (DSM- IV-TR, APA, 2000) representa el opuesto dialéctico del TLP. Estos trastornos, entre los que se incluyen el trastorno de la personalidad por evitación y el trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad, están caracterizados también por problemas de regulación emocional que les llevan a ser emocionalmente inhibidos, excesivamente controladores, cognitivamente rígidos y evitativos. La TDC podría resultar una alternativa útil para tratar estos trastornos, pues su objetivo es trabajar las dificultades en regulación emocional. En este trabajo presentamos datos preliminares sobre la eficacia de un programa basado en la TDC para el tratamiento de cuatro casos con diagnósticos de trastornos de la personalidad del grupo C. Los resultados indicaron mejorías significativas en la sintomatología depresiva, la expresión patológica de la ira, el control de ansiedad percibido y el funcionamiento global. Palabras clave: trastornos de la personalidad, trastornos de la personalidad del grupo C, terapia dialéctica-comportamental. Abstract Dialectical Behavior Therapy (DBT) has been proposed as a useful treatment for a wide range of clients with symptoms functionally similar to those of Borderline Personality Disorder (BPD), having in common pervasive emotion dysregulation. There is a set of personality disorders belonging to cluster C (DSM- IV-TR, APA, 2000) that represent the dialectical opposite of BPD and related disorders. These disorders are characterized also by difficulties in emotion regulation: being emotionally constricted, overcontrolled, cognitively rigid, and behaviorally avoidant; and include obsessive-compulsive personality disorder Correspondencia: Azucena García Palacios, Universidad Jaume I, Dpto. de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología, Avda vicent Sois Baynat, s/n, 12006 Castellón (España). E-mail: azucena@uji.es 322 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA (OCPD) and avoidant personality disorder (APD). These features are opposite to the features of BPD (i.e., emotional constriction vs emotional dysregulation, overcontrolled behavior vs impulsive behavior, etc.). DBT could be a useful approach for the treatment of these disorders, given that its main target are emotion regulation difficulties. In this work we present preliminary findings of the efficacy of a six-month DBT-based program for the treatment of four patients with a diagnosis of cluster C personality disorder. Our findings showed a significant improvement in depression, anger, perceived anxiety control, and global functioning. Key words: personality disorders, cluster C personality disorders, dialectical behavior therapy. Introducción Los trastornos de la personalidad se caracterizan por un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto (DSM-IV-TR, APA, 2000). La inflexibilidad y la rigidez en el patrón de funcionamiento característico de estos trastornos hace muy complicado el cambio terapéutico (García Palacios, 2006). El DSM-IV-TR clasifica los trastornos de la personalidad en tres grupos o clusters en función de comportamientos y maneras de pensar característicos. Los individuos con un trastorno del grupo A se caracterizan por ser raros, excéntricos, solitarios y suspicaces. En los trastornos del grupo B, comportamientos característicos son ser dramático, emotivo, inestable o impulsivo y con poca capacidad de empatía. Y los individuos pertenecientes al grupo C se caracterizan por ser ansiosos, temerosos o perfeccionistas. Los trastornos del grupo C son los trastornos de la personalidad más prevalentes en la población general (uno de cada diez individuos) (Torgersen, Kringlen y Cramer, 2001) y en la población clínica ambulatoria con trastorno de la personalidad (entre el 48 y el 72%) (Alnaes y Torgersen, 1988). Además, el diagnóstico de estos trastornos está invariablemente asociado a pobres resultados en el tratamiento del trastorno de eje I que presentan como motivo principal de consulta (Hardy et al., 1995; Shea et al., 1990). Se ha visto que las personas con trastorno de la conducta alimentaria (TCA) con alta comorbilidad en el eje II requieren tratamientos más largos e intensos (Milos, Spindler, Buddeberg y Crameri, 2003). Sin embargo, en el caso de los trastornos de la personalidad de grupo C, un trabajo de revisión (Perry, Banon y Ianni, 1999) encontró que los tratamientos que duraron menos de un año fueron eficaces para los trastornos de personalidad del grupo C. Los demás grupos de trastornos requerían tratamientos a más largo plazo. A pesar de la alta prevalencia y la dificultad de tratamiento, hasta el momento, no existen tratamientos para estos trastornos que hayan contado con pruebas suficientes para demostrar su «eficacia». Además, la mayoría de las investigaciones de tratamiento sistemático en esta área incluyen una muestra heterogénea de personas con trastorno de personalidad del grupo C (Dixon- Gordon, Turner y Chapman, 2011). TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 323 Actualmente, existen algunos estudios (Barber et al., 1997; Bartak et al., 2010; Emmelkamp et al., 2006; Hardy et al., 1995; Muran et al., 2005; Shea et al., 1990; Svartberg, Stiles y Seltzer, 2004; Winston et al., 1994) que examinan la eficacia de la psicoterapia individual en los trastornos del grupo C. La mayoría de los estudios ponen a prueba la psicoterapia dinámica o la terapia cognitivo comportamental para tratar este grupo de trastornos o, en ocasiones, un trastorno en concreto que pertenece a este grupo de trastornos de la personalidad. A continuación, vamos a hacer una revisión de los principales trabajos que han puesto a prueba tratamientos para los trastornos de la personalidad del grupo C. En dos estudios controlados, los datos de los subgrupos de pacientes con trastornos de personalidad del grupo C fueron analizados separadamente dentro de estudios diseñados para analizar el tratamiento del trastorno depresivo mayor (Hardy et al., 1995; Shea et al., 1990). En los dos estudios, los pacientes con trastornos de la personalidad respondieron igualmente bien a la psicoterapia interpersonal (Hardy et al., 1995) y la psicoterapia cognitivo comportamental (Shea et al., 1990). En otro estudio controlado (Winston et al., 1994) se evaluó la eficacia de dos modos de psicoterapia en una muestra de 81 pacientes con trastorno de personalidad (de grupo A, B y C) durante y después del tratamiento. Los participantes se asignaron aleatoriamente a tres condiciones experimentales: 1) psicoterapia adaptativa breve; 2) psicoterapia dinámica breve y 3) lista de espera. La mayoría (70%) mostró una mejoría significativa en medidas de ansiedad y funcionamiento social después de recibir 40 sesiones de psicoterapia adaptativa breve o psicoterapia dinámica breve. No existieron diferencias significativas entre ambas formas de psicoterapia dinámica. Además, los pacientes tratados mejoraron significativamente más que los del grupo de lista de espera y la mejoría se mantuvo después deun año y medio de seguimiento. Desafortunadamente, este estudio no permite sacar conclusiones extrapolables a la población con trastorno de personalidad del grupo C puesto que se seleccionaron personas con trastornos de personalidad de otros grupos (A y B). En otro ensayo clínico controlado posterior (Svartberg, Stiles y Seltzer, 2004) se comparó la terapia cognitiva y la terapia psicodinámica breve en pacientes ambulatorios. En ambas terapias 50 participantes recibieron 40 sesiones de tratamiento. Los resultados de este estudio no encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ambas terapias en las medidas de funcionamiento general e interpersonal. Tan sólo se produjo una mejoría superior en la sintomatología ansiosa en el grupo que recibió terapia psicodinámica. Svartberg et al. (2004) informaron de una reducción del 16% en la sintomatología relacionada con la personalidad patológica después del tratamiento que se redujo aún más en el seguimiento (22%). En un quinto estudio controlado (Muran et al., 2005) se comparó la psicoterapia dinámica breve, la terapia relacional breve y la terapia cognitivo comportamental en una muestra de 128 participantes. Los participantes recibieron 30 sesiones de terapia con periodicidad semanal. Los resultados de este estudio indicaron que ambos modos de tratamiento fueron igualmente eficaces para reducir las medidas de funcionamiento global y gravedad de los problemas 324 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA interpersonales, excepto en el caso del grupo que recibió terapia relacional breve que tuvo un menor número de abandonos (20%) comparados con los que fueron tratados con psicoterapia dinámica breve (46%). Por otro lado, los hallazgos de un metaanálisis reciente (Simon, 2009) que incluye 15 estudios mostraron que los pacientes con trastorno de personalidad del grupo C obtuvieron tamaños del efecto de medios a altos del pretratamiento al postratamiento y en los periodos de seguimiento (que oscilan entre 3 meses y 3 años). Respecto a los estudios controlados que ponen a prueba intervenciones para un solo trastorno que pertenece al grupo C, en un estudio realizado por el grupo de Emmelkamp (Emmelkamp et al., 2006) se comparó la terapia dinámica breve y la terapia cognitivo comportamental en una muestra de 72 participantes con diagnóstico de Trastorno de la Personalidad por Evitación. Los participantes recibieron uno de esos dos tratamientos ambulatorios durante 20 sesiones. Los resultados de este estudio mostraron que la terapia dinámica breve y la terapia cognitivo comportamental fueron superiores a la condición de lista de espera en la sintomatología del trastorno de personalidad por evitación (escala de evitación) y en la sintomatología de eje I (sintomatología de fobia social). Sin embargo, la terapia cognitivo comportamental obtuvo mejorías superiores (en comparación con la terapia dinámica breve) en la sintomatología de eje II (escalas de evitación) tanto en el postratamiento como en el seguimiento. Finalmente, respecto a los estudios no controlados, en uno de los primeros estudios (Barber, Morse, Krakauer, Chittams y Crits-Christoph, 1997) se seleccionaron a 38 participantes con trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad y trastorno de la personalidad por evitación. Estos participantes fueron tratados con la terapia de apoyo y expresión emocional (52 sesiones) y se consiguieron cambios significativos en las medidas diagnósticas, al final del tratamiento, el 39% de los participantes con trastorno de la personalidad por evitación mantenían su diagnóstico mientras que sólo el 15% de las personas con trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad cumplían criterios para el mismo. También se redujo la sintomatología de ansiedad y los problemas interpersonales y mejoró el nivel de funcionamiento global (Barber et al., 1997). En un segundo estudio, Rosenthal et al. (1999) examinaron la eficacia de un programa de 40 sesiones de psicoterapia de apoyo para disminuir los problemas interpersonales en una muestra de 20 participantes con trastorno de la personalidad del grupo C. Seis de los diez participantes que completaron el seguimiento de 6 meses mostraron mejorías significativas en la única medida evaluada, el funcionamiento interpersonal, medido con el “Inventario de problemas interpersonales” (Inventory of Interpersonal Problems, IIP; Horowitz, Rosenberg, Baer, Ureno y Villasenor, 1988). En otro ensayo clínico (Bartak et al., 2010), se asignaron 371 pacientes con trastorno de personalidad del grupo C para recibir cinco modalidades de tratamiento: a) tratamiento a largo plazo en régimen ambulatorio; b) tratamiento a largo plazo en hospital de día (más de seis meses); c) tratamiento a corto plazo en hospital de día (menos de seis meses); d) tratamiento a corto plazo en pacientes ingresados y e) tratamiento a largo plazo en pacientes ingresados. Los resultados TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 325 de este estudio indicaron que todos los pacientes mostraron mejorías en los síntomas psiquiátricos, medidos con el “Inventario breve de síntomas” (Brief Symptom Inventory; Derogatis y Melisaratos, 1983), el funcionamiento global y la calidad de vida. En concreto, los pacientes ingresados que recibieron tratamiento a corto plazo obtuvieron mejorías superiores a los otros modos de terapia. Sin embargo, este estudio fue limitado debido a la no aleatorización de la muestra. Como podemos observar, a pesar de la prevalencia de estos trastornos y pese a los resultados encontrados en los estudios que ponen a prueba la eficacia de los tratamientos psicológicos para los trastornos de la personalidad del grupo C, no hemos encontrado ningún programa de tratamiento psicológico estructurado y sistematizado que sea específico para este tipo de población. Además, no hay suficiente cuerpo de investigación que apoye la validez empírica de los programas de tratamiento desarrollados. Este hecho es, cuanto menos, curioso, teniendo en cuenta que la prevalencia de estos trastornos en la clínica general es elevada. Lo cierto es que el trastorno de la personalidad que mayor atención ha recibido en cuanto al diseño de programas de tratamiento específicos y estructurados es el trastorno límite de la personalidad (TLP), perteneciente al grupo B. Pese a que la prevalencia de este trastorno es menor que la de los trastornos del grupo C, la gravedad y las consecuencias del mismo (entre ellas el suicidio) ha llevado a los investigadores al estudio de este trastorno desde distintas perspectivas, incluida la de su abordaje terapéutico. Uno de los programas con mayor apoyo empírico para el TLP es la terapia dialéctica comportamental (TDC; Linehan, 1993a,b). Esta terapia fue inicialmente diseñada para tratar el TLP; sin embargo, en los últimos años han surgido adaptaciones para otro tipo de patologías que tienen en común la desregulación emocional (Linehan, Bohus y Lynch, 2007; Lynch, Chapman, Rosenthal, Kuo y Linehan, 2006). La TDC estándar (Linehan, 1993a,b) es un tratamiento multicomponente, basado en el entrenamiento en habilidades y que combina las técnicas de aceptación y cambio para tratar la patología relacionada con la desregulación emocional (conductas impulsivas, problemas de inestabilidad emocional, conductas que interfieren en el curso de la terapia y en la calidad de vida). El éxito de la TDC se ha producido principalmente en la mejora de la psicopatología del TLP, de los trastornos de la conducta alimentaria y el abuso de sustancias (ver Lynch, Trost, Salsman y Linehan, 2007 para una revisión). Aunque esta terapia fue diseñada para trastornos del grupo B, podría ser también útil para pacientes con patrones de funcionamiento ansiosos, evitativos y obsesivos. Con respecto a los trastornos del grupo C, existen algunos resultados muy preliminares de la utilidad de la TDC para tratar este grupo de trastornos de la personalidad.En un estudio de caso diagnosticado de trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad (TOCP) y trastorno paranoide de la personalidad (Lynch y Cheavens, 2008), se realizó una modificación de la TDC para tratar la rigidez cognitivo comportamental y la inhibición emocional. El objetivo de este tratamiento fue maximizar la apertura a la experiencia y aumentar la flexibilidad cognitiva y reducir el pensamiento rígido y los comportamientos poco flexibles (p. ej., estar abierto a las críticas constructivas). Después de recibir nueve meses de un programa de tratamiento con TDC individual y grupal, se consiguieron mejorías 326 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA significativas en la sintomatología relacionada con el pensamiento crítico hacia los demás, sensibilidad interpersonal, agresión interpersonal, resentimiento y rumiación. Además, después del tratamiento se disminuyeron las puntuaciones en la sintomatología depresiva y este caso no mantuvo el diagnóstico del TOCP. Quizás, esta adaptación podría servir como guía para profesionales que se dedican al tratamiento de este tipo de población y abrir nuevas líneas de investigación de la aplicación de la TDC en este tipo de trastornos. En otro estudio de caso (Miller y Kraus, 2007) se incluyen algunas técnicas de la TDC y otras de la terapia de solución de problemas (D’Zurilla, 1986) para tratar un caso diagnosticado de TOCP. Al inicio de la terapia el paciente se sentía deprimido e incapaz de ser productivo en el trabajo. Parecía ser particularmente sensible a los cambios en las habilidades cognitivas que se iban produciendo de forma natural. Después de recibir este programa de tratamiento, el paciente experimentó una mejoría en la facilidad para manejar su condición clínica, específicamente se redujeron los síntomas obsesivos compulsivos que se daban en el ambiente de trabajo. Más concretamente, se produjeron mejorías en la percepción de autocontrol. También se redujo la psicopatología general (mayor percepción de autocontrol de su problema) y el nivel de adaptación en el ambiente de trabajo (mejoró su funcionamiento laboral y fue capaz de aplicar las habilidades de control de impulsos y solución de problemas aprendidas en terapia en el ámbito de trabajo). Teniendo en cuenta estos estudios, quizás, la utilidad de aplicar la TDC a los trastornos de la personalidad de grupo C podría centrarse en que este grupo de trastornos constituirían el opuesto dialéctico de los trastornos del grupo B (en concreto el TLP). Es decir, si atendemos a las características de los trastornos de los grupo B y C vemos que mientras que los trastornos del grupo B se caracterizan por un patrón de inestabilidad emocional y un comportamiento impulsivo, los del grupo C suelen utilizar estrategias contrarias, es decir, reprimen sus emociones y muestran un comportamiento evitativo como forma de manejar el malestar. Por este motivo, se podrían conceptualizar los trastornos del grupo C como el opuesto dialéctico al grupo B. Una de las características de la TDC es la búsqueda del equilibrio dialéctico. El modelo y el programa de tratamiento están basados en esta perspectiva, que tiene tres características principales: 1) el análisis de la realidad en sus partes es limitado si no se tiene en cuenta la relación de las partes con el todo; 2) la realidad se compone de tesis y antítesis y 3) la realidad es dinámica, las tensiones entre la tesis y la antítesis hacen que se produzcan cambios que llevan a la integración o síntesis. Así, los trastornos de la personalidad del grupo C podrían entenderse como un fracaso dialéctico, es decir, las personas que sufren estos trastornos suelen situarse en la tesis o la antítesis, manteniendo posiciones rígidas y siendo incapaces de integrarlas. Por tanto, esta sería la base del tratamiento, conseguir que los pacientes sean capaces de identificar esta polaridad y que adquieran la habilidad de flexibilizar y de integrar (síntesis). Nuestro grupo de investigación ha realizado un proyecto que se enmarca en la mejora de los tratamientos cognitivo comportamentales para poder ofrecer ayuda eficaz a aquellas personas que presentan una comorbilidad entre los TCA y los trastornos de la personalidad. Entendemos que tratar la patología alimentaria TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 327 resulta muy complicado en los casos en que existe un patrón de rigidez excesiva, comportamientos evitativos y excesivamente controladores, como es el caso de los trastornos de la personalidad del grupo C. El objetivo de esta línea de investigación fue incluir elementos terapéuticos novedosos para mejorar el tratamiento de las características de personalidad patológicas que se dan en los TCA, de forma que, la mejoría de la personalidad patológica en los TCA, pudiera permitir un mejor abordaje de los trastornos de la conducta alimentaria. Los objetivos de este trabajo son por una parte, mejorar el abordaje de la personalidad patológica en los TCA y, por otra parte, presentar los resultados preliminares de la eficacia de la TDC (terapia individual y grupal) para el tratamiento de cuatro casos con trastorno de la personalidad del grupo C, dos con diagnóstico de trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad (TOCP) y dos casos con trastorno de la personalidad por evitación (TPE) aplicada durante 6 meses. Método Participantes Las cuatro pacientes de este estudio acudían a un centro clínico privado especializado en el tratamiento de TCA graves, que, en muchas ocasiones presentan comorbilidad con los trastornos de la personalidad. Todas las pacientes están solteras y tienen entre 14 y 31 años. Respecto a la ocupación dos eran estudiantes, una se encontraba de baja laboral y otra realizaba un trabajo no cualificado (tabla 1). La tabla 1 incluye también las características clínicas de las participantes. Respecto al diagnóstico en eje I (APA, 2000), dos casos recibieron el diagnóstico de anorexia nerviosa tipo restrictivo, uno de bulimia nerviosa tipo purgativo y otro caso de trastorno de la conducta alimentaria no especificado. En el eje II (APA, 2000) dos participantes recibieron el diagnóstico de trastorno de la personalidad por evitación y las dos restantes de trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad. Dos de las participantes habían sido ingresadas en dos ocasiones en la unidad de agudos de psiquiatría, una participante había sido ingresada una vez y la restante no había tenido ningún ingreso. La causa de los ingresos había estado motivada en todos los casos por conductas autolíticas. La duración del trastorno del eje I era de entre 3 y 16 años y en la escala de actividad global (Eje V del DSM-IV-TR, APA, 2000) la puntación media era de 45 (síntomas graves o cualquier alteración grave en la actividad social, laboral y escolar). Tres de las participantes estaban recibiendo tratamiento psicofarmacológico con antidepresivos. Durante la aplicación del programa de tratamiento psicológico descrito en este estudio no se realizaron cambios en la medicación. Aunque tres de las participantes consumían sustancias (principalmente alcohol y en menor medida, cannabis), ninguna de ellas cumplía criterios para trastorno por abuso de sustancias. 328 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 329 Instrumentos Entrevista clínica estructurada para los trastornos de la personalidad del Eje II del DSM-IV (Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis II Personality Disorders, SCID-II; First, Gibbon, Spitzer, Williams y Benjamin, 1999). Se trata de una entrevista semiestructurada que evalúa la presencia de trastornos de la personalidad siguiendo los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (APA, 2000) y que es una de las entrevistas más ampliamente utilizadas para el diagnóstico de los trastornos de la personalidad (Caballo, Salazar y Irurtia, 2011). “Entrevista clínica de los trastornos alimentarios” (Perpiñá, Botella y Baños, 2006). Esta entrevista permite al clínico realizar una valoración amplia de los aspectos más característicos en los trastornos de la conducta alimentaria facilitando así el diagnóstico clínico. Consta de cuatro áreas: peso, hábitos alimentarios, área social y autoestima. “Inventario de información clínica relevante”. Este instrumento fue diseñado por nuestro equipo para esta investigación con el fin de recabar información clínica relevante del estado clínico del paciente y fue completado por el terapeuta. En primer lugar, el clínico realiza un diagnóstico multiaxial (según el DSM-IV). El último apartado de la evaluación multiaxial es el eje V que se concreta en una “Escala de la evaluación de la actividad global del sujeto” (EEAG; APA, 2000). En segundo lugar, se detallan algunos aspectos del estado clínico del paciente: tratamientos psicológicos anteriores, tratamiento farmacológico actual; número de ingresos hospitalarios; número de intentos de suicidio; conductas parasuicidas; uso y frecuencia de tóxicos y conductas desadaptativas de control del afecto. Seguidamente, el clínico evalúa la gravedad del trastorno en una escala de 0 (sin síntomas) a 10 (muy grave). Por último existe un apartado de antecedentes familiares y observaciones. “Inventario para la depresión de Beck-II” (Beck Depression Inventory-II, BDI-II; Beck, Steer y Brown, 1996). En esta versión revisada se sistematizan cuatro alternativas de respuesta para cada ítem, que evalúan la gravedad/intensidad del síntoma depresivo y que se presentan igualmente ordenadas de menor a mayor gravedad. Este instrumento es de los más utilizados en Psicología Clínica y ofrece buenas propiedades psicométricas en su versión española (Sanz, Navarro y Vazquez, 2003). Con esta medida, pretendemos evaluar el nivel de gravedad de la sintomatología depresiva en estas cuatro participantes. “Cuestionario de ansiedad rasgo” (State Trait Anxiety Inventory, STAI; Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970) adaptada al español por Spielberger, Goursch y Lushene (1982). Este inventario contiene dos escalas con 20 ítems cada una, que se evalúan en escalas de intensidad de cuatro puntos. La Ansiedad rasgo se refiere a una tendencia relativamente estable a percibir las situaciones como amenazantes. La Ansiedad estado es la ansiedad experimentada en un momento concreto. En nuestro protocolo sólo se incluyó la escala de Ansiedad rasgo. Esta parte consta de 20 ítems, que fueron contestados por los participantes indicando cómo se sentían habitualmente según una escala de 0 a 3 (nada, algo, bastante, mucho). La fiabilidad test- 330 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA retest para esta escala en población española fue de 0,81 y la consistencia interna osciló entre 0,83 y 0,92. (Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970). Se utilizó este instrumento para medir el rasgo de ansiedad patológica en estas cuatro participantes. “Cuestionario de control de la ansiedad” (Anxiety Control Questionnaire, ACQ; Brown, White, Forsyth y Barlow, 2004; Rapee, Craske, Brown y Barlow, 1996). El cuestionario está formado por 15 ítems que describen determinadas creencias relacionadas con la percepción de control de ansiedad. La escala de respuesta es de 6 puntos y va desde 0 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). La estructura del ACQ está compuesta por tres dimensiones de orden inferior: control emocional, control del miedo y control del estrés, y una dimensión más amplia de orden superior: percepción de control. El cuestionario ha demostrado tener buenas cualidades de fiabilidad para la escala completa (r= 0,85). Este cuestionario es una adaptación del cuestionario original de Rapee et al. (1996). Las puntuaciones reflejan el grado de control que la persona percibe, puntuaciones altas indican mayores niveles de percepción de control. El cuestionario original obtuvo una buena consistencia interna (rango de 0,80 a 0,87) y buena fiabilidad test-retest a la semana (r= 0,88) y al mes (r= 0,82) (Rapee et al., 1996). Este cuestionario fue seleccionado porque evalúa, a nuestro juicio, un aspecto importante en los trastornos de la personalidad del grupo C, la capacidad de regulación de la ansiedad. “Inventario de expresión de la ira estado-rasgo” (State-Trait Anger Expresssion Inventory-2, STAXI-2; Miguel-Tobal, Casado, Cano-Vindel y Spielberger, 1999). Este instrumento mide la experiencia, la expresión y la regulación de la ira en tres subescalas. La escala Rasgo de la ira (R) mide la frecuencia con la que el sujeto experimenta sentimientos de ira a lo largo del tiempo. La escala Estado de la ira (E), mide la intensidad de los sentimientos de ira y el grado en que el sujeto siente que está expresando su ira en un momento determinado. Contiene además cuatro subescalas de expresión y control de la ira. Por último, el Índice de expresión de la ira (IEI) es un índice general a partir de los elementos de estas subescalas. Las subescalas de este instrumento poseen buena consistencia interna (rango de 0,74 a 0,95) y han sido validadas a través de varios índices de ira relacionados con actividad fisiológica y otras medidas de autoinforme de ira y hostilidad (Spielberger, 1999). Este instrumento pretende evaluar la expresión y regulación de la ira, una emoción muy común en problemas de regulación emocional. “Escala de resiliencia de 15 ítems” (Resilience Scale 15, RS15; Wagnild y Young, 1993). Este instrumento mide la resiliencia psicológica referida como la capacidad para sobrevivir a estresores vitales, crecer y dar significado a los retos. Esta escala mide el grado de la resiliencia individual, considerada una característica positiva para aumentar la adaptación individual. Los ítems se puntúan en una escala de 7 puntos (de 1= “en total desacuerdo” a 7= “totalmente de acuerdo”) con respecto a las afirmaciones de dos factores: competencia personal (17 ítems) y aceptación de sí mismo y de su vida (8 ítems). Varios autores señalan una alta consistencia interna para esta escala, TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 331 con un alpha de Cronbach aproximada para toda la escala de 0,9 y de entre 0.9 y 0,8 para cada uno de los factores respectivamente (Iglesias, Míguez, Vázquez y Lorenzo, 2006). Procedimiento Se estableció el diagnóstico de trastorno de personalidad mediante la SCID-II y para delimitar el diagnóstico de TCA se utilizó la entrevista clínica de trastornos alimentarios (Perpiñá et al., 2006) y los criterios diagnósticos del DSM-IV. Estas entrevistas se realizaron antes de comenzar el tratamiento y fueron administradas en dos sesiones de alrededor de una hora de duración. Antes del tratamiento las participantes cumplimentaron un protocolo de evaluación (evaluación pretratamiento) compuesto de las medidas de autoinforme descritas en el apartado de instrumentos y los terapeutas se encargaron de completar un inventario de información clínica relevante donde se detallaban algunas variables cualitativas relacionadas con la historia clínica de cada participante en ese momento. Las participantes fueron valoradas y seleccionadas para recibir un programa de tratamiento centrado en la patología de la personalidad, en concreto, la TDC y recibieron el tratamiento durante 6 meses. En este periodo las pacientes recibieron una sesión semanal de terapia individual y una sesión de terapia grupal semanal (24 sesiones individuales y 24 grupales). El tratamiento individual consistió en una sesión de 60-90 minutos por semana con un terapeuta especializado en trastornos de la personalidad con formación en TDC. Para la terapia de entrenamiento de habilidades en grupo se realizó una sesión de 2 horas con periodicidad semanal. Durante la sesión, se realizaba una pausa de 10 minutos en mitad de la sesión. El grupo constaba de 8 pacientes. Las cuatro compañeras de grupo de lasparticipantes de este estudio no tenían el diagnóstico de trastorno de la personalidad, aunque sufrían TCA y presentaban rasgos de personalidad evitativa, dependiente u obsesivo compulsiva. Las sesiones fueron dirigidas por dos terapeutas. Además se incluyó la participación de un observador participante. El escenario donde se llevó a cabo el tratamiento fue en una sala del centro clínico, debidamente acondicionada para tratamientos de este tipo. Todas las sesiones fueron grabadas en video para su posterior utilización en las sesiones clínicas. Al final del tratamiento con TDC, las participantes cumplimentaron, una vez más, el mismo protocolo (evaluación postratamiento) y los terapeutas rellenaron, por segunda vez, el “Inventario de información clínica relevante”. Los resultados de las medidas de autoinforme antes y después del tratamiento fueron comparados con el fin de identificar mejorías en la psicopatología del trastorno de la personalidad. El inventario de información clínica relevante fue también comparado antes y después del tratamiento con el objetivo de observar mejorías en el estado clínico de las participantes. Por último, se llevaron a cabo los análisis estadísticos y se presentaron los resultados. 332 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA TRATAMIENTO El programa de tratamiento aplicado en este trabajo fue una adaptación de la TDC (Linehan, 1993ab) que consistió en una combinación de terapia individual y grupal. Para tratar a estas cuatro participantes con trastorno de la personalidad de grupo C y TCA, se utilizó el mismo formato de la TDC desarrollado para tratar el TLP, puesto que fue el trastorno para el que se diseñó originalmente esta terapia. El aspecto que tienen en común estos trastornos es la patología de desregulación emocional, por lo que pensamos que podría constituir un buen tratamiento para estas participantes. Si nos fijamos en las caracteristicas de los trastornos de la personalidad del grupo B y C, vemos que mientras que el grupo B se caracteriza por un patrón de inestabilidad emocional y un comportamiento impulsivo, los trastornos del grupo C suelen utilizar estrategias contrarias, reprimen sus emociones y muestran un comportamiento evitativo o excesivamente controlador en respuesta a estresores. Por tanto, mientras que en los trastornos del grupo B a nivel emocional el objetivo sería reducir la intensidad e inestabilidad emocional, en esta serie de casos con trastorno de personalidad del grupo C se pretendía reducir la supresión emocional y fomentar la expresión de los afectos. A nivel cognitivo, el objetivo, tanto en los pacientes del grupo B y C sería reducir la rigidez cognitiva. Por último, con respecto a la conducta, mientras que en el grupo B el objetivo sería reducir las conducta impulsivas dependientes del estado de ánimo, en el grupo C se pretende que la persona sea capaz de dejar de controlar excesivamente sus conductas. Por tanto, en esta serie de casos el objetivo del tratamiento fue disminuir las conductas de evitación, la inhibición emocional y el pensamiento rígido y aumentar las habilidades de conciencia plena, de regulación emocional, de tolerancia al malestar y eficacia interpersonal. Como vemos, aunque los trastornos del grupo B y C presentan una psicopatología distinta, consideramos que ambos pueden ser buenos candidatos para recibir el programa TDC, ya que las mismas estrategias podrían utilizarse hacia un polo u otro de la dialéctica. La adaptación de la TDC que se aplicó en este trabajo consistió en una combinación de varias formas de intervención durante seis meses de tratamiento. Durante este periodo, se establecieron las metas principales del tratamiento utilizando cuatro modos de intervención: terapia individual, terapia de grupo (entrenamiento en habilidades), consultas telefónicas y supervisión clínica de los terapeutas. En la terapia individual se conservó el formato estándar de la TDC (Linehan, 1993a) y se incluyeron técnicas cognitivo comportamentales para tratar el trastorno de la conducta alimentaria de eje I. Se aplicaron 24 sesiones individuales en seis meses. En el entrenamiento en grupo, se aplicó un programa de 24 sesiones que se diseñó a partir de las indicaciones del manual para el módulo de entrenamiento en habilidades de Linehan (2003). Asimismo se llevaron a cabo consultas telefónicas entre sesiones en momentos en que se requirió con el objetivo fundamental de generalizar las habilidades y de llevar a cabo las tareas terapéuticas en el ambiente natural. TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 333 Por último, se realizaron sesiones clínicas semanales en las que se supervisaba el seguimiento de los casos y la adherencia a los principios y técnicas de la TDC. El diseño de las metas de tratamiento se centró en disminuir la psicopatología más dañina de estos casos, tanto del trastorno de la personalidad como del TCA (p. ej., evitación comportamental, atracones y vómitos). Para ello, se estableció una sesión individual y una sesión de grupo semanalmente. Las consultas telefónicas se realizaron entre sesiones, principalmente para ayudar a las pacientes a generalizar las habilidades y estrategias aprendidas en el contexto terapéutico a su vida cotidiana. TRATAMIENTO INDIVIDUAL El contenido de las sesiones de terapia individual se focalizó en realizar análisis funcionales de los eventos que conducían a conductas problemáticas para las pacientes. En el caso del trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad estas conductas desadaptativas en muchas ocasiones continúan debido a que proporcionan algún tipo de refuerzo. Por ejemplo, si el paciente se presenta distante y poco comunicativo hacia sus compañeros de trabajo, la consecuencia negativa es que sus compañeros se mantendrán también distantes e incluso evitarán trabajar con él. Esto, que en principio puede aparecer como algo negativo, puede resultar reforzante para estos pacientes (a él le gusta trabajar sólo, quizás así habrá mayor probabilidad de recibir elogios por parte de su jefe por ser competente y no necesitar ayuda). Algo muy importante a considerar son los factores ambientales que propician el evento, la descripción de la conducta problemática y las consecuencias de esta conducta. La base del tratamiento sería conseguir que los pacientes sean capaces de identificar esta polaridad y que adquieran la habilidad de ver que ambas posibilidades son posibles e integrarlas (síntesis). Es decir, es posible tener un trabajo competente, recibir elogios por parte de tus supervisores y mantener buena relación con tus compañeros. Este tratamiento tuvo como objetivos fundamentales: Reducir las conductas de evitación (aislamiento): tener nuevas experiencias y visitar lugares nuevos. Reducir el rencor, resentimiento, resignación y desconfianza. Reducir la inhibición emocional (suprimir o bloquear la expresión emocional). Disminución del pensamiento rígido, el perfeccionismo, el pensamiento polarizado y las distorsiones cognitivas del tipo “debería”. Disminuir las conductas aparentemente poco importantes: conductas que exacerban la rigidez (p. ej. atender sólo a la información confirmatoria, minimizar las relaciones interpersonales, conductas de comprobación, controlar). Aumentar las habilidades comportamentales: conciencia plena o mindfulness, regulación emocional, tolerancia al malestar y eficacia interpersonal. Los objetivos terapéuticos específicos para cada paciente se organizan en función de estas metas. Del mismo modo, los temas a tratar en las sesiones de terapia individual se estructuran a partir de la información que el paciente recoge en un diario. Se confeccionó el diario TDC para cada paciente como base para el 334 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA contenido de las sesiones individuales. La paciente rellenaba el diario durante la semana (si no lo hacía entre sesiones se hacía al principiode la sesión). El aspecto que había sido más problemático durante la semana (teniendo en cuenta la jerarquía de objetivos terapéuticos) se analizaba mediante un análisis funcional, se relacionaba con el patrón evitativo u obsesivo compulsivo de funcionamiento y a partir de ahí se trabajaba. Las principales estrategias que se utilizaron en el tratamiento individual para reducir las conductas disfuncionales fueron las siguientes: a) revisión de las tareas para casa (en este caso el diario TDC) y retroalimentación sobre los comportamientos desadaptativos en cada sesión; b) análisis conductual de las situaciones desadaptativas asociadas a la jerarquía de objetivos o metas de tratamiento; c) solución de problemas: entrenamiento/aplicación de técnicas cognitivo comportamentales y técnicas aprendidas en terapia grupal; d) asignación de tareas para casa dirigidas a practicar técnicas aprendidas en terapia (se incluían las consultas telefónicas entre sesiones cuando era necesario para poner en práctica las habilidades aprendidas). TRATAMIENTO GRUPAL El programa de tratamiento grupal consistió en un entrenamiento de habilidades que consistía en un módulo inicial de orientación al tratamiento (una sesión) y cuatro módulos de entrenamiento en habilidades: 1) atención plena (3 sesiones); 2) regulación emocional (14 sesiones); 3) tolerancia al malestar (2 sesiones) y 4) eficacia interpersonal (4 sesiones). Este programa fue adaptado por nuestro equipo a 24 sesiones, siguiendo las indicaciones del manual propuesto por la creadora de esta terapia (Linehan, 2003). Las metas principales del entrenamiento en habilidades en grupo fueron, por una parte, reducir el desequilibrio emocional, cognitivo e interpersonal, la impulsividad y las alteraciones de la identidad y, por otra parte, aumentar: 1) las habilidades de aceptación: atención plena o mindfulness y habilidades de tolerancia al malestar y 2) las habilidades de cambio: habilidades de eficacia interpersonal y habilidades de regulación emocional. En el módulo de habilidades de toma de conciencia (mindfulness), la meta fundamental es que los pacientes aprendan a tomar conciencia de sus experiencias emocionales, cognitivas y conductuales. El entrenamiento persigue enseñar a los pacientes a focalizar la atención en el momento presente, en vez de huir de las experiencias con el fin de identificarlas, conocerlas y aceptarlas. Esta actitud de contemplación facilita, por una parte, poder identificar experiencias adecuadas y adaptativas y, por otra, identificar lo desadaptativo (p. ej., conductas de evitación) para, de esta forma poder cambiarlo. El módulo de habilidades de regulación emocional tiene como objetivos: a) identificar y etiquetar las emociones, es decir, aprender a observar y describir las emociones y los contextos en los que se dan; b) identificar obstáculos para el cambio emocional, analizando mediante análisis conductual las contingencias que refuerzan las emociones problemáticas; c) reducir la vulnerabilidad emocional, mediante el cambio de hábitos disfuncionales y la puesta en práctica de hábitos TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 335 saludables; d) incrementar la ocurrencia de acontecimientos emocionales positivos mediante la programación y realización de actividades placenteras. En el módulo de habilidades de eficacia interpersonal el objetivo es retar y cambiar las expectativas erróneas que los pacientes tienen sobre el ámbito de interacción social. Se trata de aprender a ser capaz de equilibrar prioridades y demandas, poner en equilibrio los deseos y las obligaciones y construir competencia y dignidad personal. El entrenamiento se realiza fundamentalmente utilizando ensayos de conducta y tácticas de solución de problemas. Por último, en el módulo de habilidades de tolerancia al malestar la meta de las técnicas es aprender cómo afrontar una situación negativa sin realizar conductas que puedan empeorar la situación. Para ello se entrena a los pacientes en cuatro tipos de tácticas: confortarse a sí mismo, tácticas de distracción, analizar los pros y contras y mejorar el momento. TERAPEUTAS La terapia individual se llevó a cabo por tres terapeutas del centro clínico, todos ellos con formación y amplia experiencia en terapia cognitivo comportamental en diversos trastornos psicológicos y con el grado de doctor. La terapia grupal fue dirigida por una terapeuta que ha recibido formación específica en TDC en la Universidad de Washington, en Seattle, EEUU y por una de las terapeutas del centro clínico. Los terapeutas del centro también recibieron formación específica en TDC por parte de quien se formó en Seattle. Resultados En este apartado presentamos los resultados más relevantes del estado clínico de las participantes evaluado mediante el “Inventario de información clínica relevante”, rellenado por el terapeuta antes y después del tratamiento y los resultados en las medidas de autoinforme para cada una de las participantes. Respecto a los estadísticos descriptivos (tabla 2), observamos una tendencia a la mejoría en todas las medidas. Las mejorías más significativas se produjeron en el aumento de las puntuaciones de la “Escala de evaluación de la actividad global” (EEAG) y el decremento de las puntuaciones en la sintomatología depresiva (BDI-II) y de la expresión patológica de la ira (STAXI-IEI). El efecto del tratamiento después de seis meses (tabla 3) lo medimos a través del cálculo de la d de Cohen. El tamaño del efecto de la intervención del pretratamiento al postratamiento fue moderado en la disminución de la sintomatología depresiva (BDI-II) y en el control de ansiedad percibido (ACQ Control Miedo). Sin embargo, el tamaño del efecto del tratamiento fue grande en la disminución de la expresión patológica de la ira (STAXI-IEI) y el nivel de funcionamiento global medido por la escala de evaluación de la actividad global del eje V. 336 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA Tabla 2 Puntuaciones directas pre y post para cada participante Escalas Paciente 1 Paciente 2 Paciente 3 Paciente 4 Pre Pos Pre Pos Pre Pos Pre Pos EEAG (EJEV) 50 65 50 62 40 50 40 60 Nº conductas desadaptativas de regulación del afecto (última semana) 3 1 1 1 3 3 3 3 BDI-II 38 27 0 0 59 23 19 15 STAI-Rasgo 51 44 21 7 50 43 41 45 ACQ Control emocional 6 5 20 20 5 11 8 5 ACQ Control miedo 11 6 29 26 5 30 18 23 ACQ Control estrés 4 9 20 17 6 14 5 5 STAXI-IEI 45 34 22 17 61 15 41 44 RS-15 44 33 99 101 38 71 61 59 Nota: EEAG (EJE V)= Escala de Evaluación de la Actividad Global; BDI-II= Inventario Depresión Beck-II; STAI-Rasgo= Cuestionario ansiedad rasgo; ACQ Control emocional= Inventario de control de ansiedad subescala Control emocional; ACQ Control miedo= Inventario de control de ansiedad subescala Control miedo; ACQ Control estrés= Inventario control de ansiedad subescala Control del estrés; STAXI-IEI= Inventario de Expresión de la ira estado rasgo (Indice expresión y control de la ira); RS15= Cuestionario de resilencia; Pre= evaluación antes del tratamiento; Pos= evaluación después del tratamiento. Tabla 3 Tamaño del efecto de los resultados (N= 4) Escalas Medidas pretratamiento Medidas postratamiento d de Cohen M DT M DT EEAG (EJEV) 45 5,77 59,25 6,50 -2,31 Nº conductas desadaptativas de regulación del afecto (última semana) 2,5 1 2 1,15 0,46 BDI-II 29 25,31 16,25 11,92 0,64 STAI-Rasgo 40,75 13,91 34,75 18,75 0,36 ACQ Control emocional 9,75 6,94 10,25 7,08 -0,07 ACQ Control miedo 15,75 10,30 21,25 10,56 -0,52 ACQ Control estrés 8,75 7,54 7,54 5,31 -0,38 STAXI-IEI 42,25 16,02 27,50 13,91 0,98 RS-15 60,50 27,45 66,00 28,21 -0,21 Nota: EEAG (EJE V)= Escala de Evaluación de la Actividad Global; BDI-II= Inventario Depresión Beck-II; STAI-Rasgo= Cuestionario ansiedad rasgo; ACQ Control emocional= Inventario de control de ansiedad subescala Control emocional; ACQ Control miedo=Inventario de control de ansiedad subescala Control miedo; ACQ Control estrés= Inventario control de ansiedad subescala Control del estrés; STAXI-IEI= Inventario de Expresión de la ira estado rasgo (Indice expresión y control de la ira); RS15= Cuestionario de resilencia. TDC para trastornos de la personalidad del grupo C 337 Las conductas desadaptativas de regulación del afecto (restricción alimentaria, atracones, conductas de evitación, etc.) se redujeron también considerablemente a pesar de que el tamaño del efecto del tratamiento fue relativamente pequeño. Discusión La TDC es una intervención que combina técnicas cognitivo comportamentales y técnicas basadas en la aceptación. En la opinión de la autora de la terapia (Marsha Linehan), la TDC es una aproximación que es útil para tratar el TLP y que tiene aplicaciones para otros trastornos de la personalidad incluidos los trastornos de la personalidad del grupo C. Aunque los conceptos para entender la TDC no son nuevos, es un protocolo de tratamiento bien estructurado y que proporciona apoyo a los terapeutas a través de las sesiones clínicas. El objetivo de este trabajo era presentar los resultados preliminares de la eficacia de un programa basado en la TDC (terapia individual y grupal) para el tratamiento de cuatro casos con diagnóstico de TOCP y TPE, aplicado durante 6 meses. Los datos después de seis meses de terapia TDC indicaron mejorías significativas en la disminución de sintomatología depresiva, la expresión patológica de la ira y en el aumento del control de ansiedad percibido y el funcionamiento global de cuatro personas con trastorno de la personalidad del grupo C. Estos resultados preliminares apoyan la posible utilidad y eficacia de la TDC en el tratamiento de los trastornos de la personalidad del grupo C. Nos gustaría señalar el hecho de que los efectos del tratamiento fueron sobre todo relevantes en la regulación de una de las emociones con la que los pacientes con trastornos de la personalidad tienen mayores problemas, como es la ira. Esta emoción es, en muchas ocasiones la emoción más predominante en estos pacientes ya que, por un lado, tienen muchos sentimientos de “no encajar” en el mundo ni con los demás y esto se refleja con ira y amargura y, por otro, porque la ira en bastantes ocasiones aparece como una emoción secundaria a otras que el paciente “no se permite” sentir como la tristeza o el miedo. Pensamos que esta última característica abunda entre los pacientes que sufren un TPE o TOCP. El otro efecto del tratamiento que nos gustaría enfatizar es la mejoría obtenida en el nivel de funcionamiento general, objetivo fundamental en el tratamiento de los trastornos de la personalidad. Consideramos que conseguir que los pacientes estén mejor adaptados en diferentes áreas vitales como la vida social, familiar y laboral es un logro importante. Estos resultados coinciden con los resultados de otros estudios que han evaluado la TDC en estudios de caso con esta patología (Lynch y Cheavens, 2008; Miller y Kraus, 2007). Respecto a otros estudios de investigación en el tratamiento de los trastornos de la personalidad del grupo C, vemos como, a pesar de que inicialmente la psicoterapia se basó en la aplicación de técnicas psicodinámicas, más recientemente se ha comenzado a poner a prueba intervenciones cognitivo comportamentales. Un estudio muy interesante realizado por Thompson-Brenner y Westen (2005) en mujeres con bulimia nerviosa sugiere que los pacientes con perfiles de personalidad evitativos y perfeccionistas tienden a ser tratados más con técnicas cognitivo comportamentales que con técnicas psicodinámicas. En este 338 NAVARRO, GARCÍA, REYES, GUILLÉN Y BOTELLA estudio, los pacientes con perfiles de personalidad desinhibidos prefirieron las técnicas psicodinámicas. Esto podría estar más relacionado con el compromiso con la terapia, un prerrequisito necesario para el éxito de las técnicas comportamentales y que es algo difícil de asegurar en pacientes con mayor desregulación emocional e impulsividad (grupo B). Los pacientes con trastornos de la personalidad de grupo C podrían ser buenos candidatos a un tratamiento cognitivo comportamental como es la TDC. Por otro lado, nuestros resultados coinciden con los estudios que se han interesado en analizar las relaciones entre los grupos de trastornos de la personalidad y los trastornos de la conducta alimentaria. Los hallazgos de estos estudios sugieren que los trastornos de la personalidad del grupo C están asociados con todos los diagnósticos de los TCA y que el TOCP y el TPE constituyen los trastornos más representados dentro de los diagnósticos del grupo C (Godt, 2008; Marañon, Echeburua y Grijalvo, 2004). Nuestros resultados coinciden con los estudios que apoyan el hecho de que las personas que padecen anorexia o bulimia nerviosa que presentan trastornos de personalidad poseen una mayor frecuencia de atracones, vómitos y síntomas ansioso-depresivos y mayores dificultades de integración social (p. ej., Braun et al., 1994; Matsunaga, et al., 1998; Steiger Stotland, 1996). Pese a estos resultados prometedores, nos gustaría destacar que este trabajo presenta la limitación de que se ha utilizado una metodología de estudio de caso. Pese a las ventajas del estudio de caso, las conclusiones que obtenemos con esta metodología son limitadas. Como conclusión a esta discusión, nuestros resultados confirman la eficacia preliminar de la TDC en cuatro pacientes, dos con trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad y dos con trastorno de la personalidad por evitación con comorbilidad con trastornos del eje I en población española. Estos datos nos animan a pensar que esta aproximación podría servir para tratar los trastornos de la personalidad del grupo C. Referencias Alnaes, R. y Torgersen, S. (1988). DSM-III symptom disorder (Axis I) and personality disorders (Axis II) in an outpatient population. Acta Psychiatrica Scandinava, 78, 348-355. American Psychiatic Association (2000). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 4ª edición, texto revisado (DSM-IV-TR). Barcelona: Masson. Bartak, A., Spreeuwenberg, M. D., Andrea, H., Holleman, L., Rijnierse, P., Rossum, B.V., Hamers, E. F., Meerman, A. M., Aerts, J., Busschbach, J. J., Verheul, R., Stijnen, T. y Emmelkamp, P. M. (2010). Effectiveness of different modalities of psychotherapeutic treatment for patients with Cluster C personality disorders: results of a large prospective multicentre study. Psychotherapy and Psychosomatics, 79, 20-30. Barber, J. P., Morse, J. Q., Krakauer, I., Chittams, J. y Crits-Christoph, K. (1997). 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