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Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. 19 Marihuana y esquizofrenia MARIHUANA Y ESQUIZOFRENIA: ¿un diagnóstico dual inocuo y terapéutico? Jorge Mario Tamayo* Datos del Epidemiological Catchment Area Study (ECA) llevado a cabo en los Estados Unidos, permiten apreciar que un 47% de los sujetos esquizofrénicos es abusador o dependiente de algún tipo de sustancia y que 31% abusa de alcohol y marihuana. En nuestro medio no existen datos que puedan darnos una idea de la magnitud del problema, toda vez que los estudios epidemiológicos no evalúan la comorbilidad como tal. Lo que puede concluirse con la revisión de la literatura mundial y los datos epidemiológicos aislados de nuestro medio, es que el diagnóstico dual (esquizofrenia y marihuana) puede representar un serio problema para el curso, pronóstico y tratamiento de los pacientes, y que el consumo de marihuana como "actividad moduladora de síntomas negati- vos", "inocua" y poco frecuente, no es de ninguna manera justificable. Palabras claves: Palabras claves: Palabras claves: Palabras claves: Palabras claves: esquizofrenia, marihuana. Data of the Epidemiological Catchment Area Study (ECA) in the United States, permit to appreciate that 47% of schizophrenic subjects abuse or are dependent of psychoactive substances and that 31% are alcohol and cannabis abusers. In our country, there are no data abaut the magnitude of this problem. The review of world literature and isolated epidemiological data of our country, suggest that dual diagnosis (schizophrenia and cannabis) might represent a serious problem in the course, prognosis and treatment of these patients, and that consumption of cannabis as "negative symptoms modulator", innocuous it�s not at all justifiable. Key words: Key words: Key words: Key words: Key words: schizophrenia, cannabis. Esta revisión parte, en buena medida, del interés en profundizar sobre el impacto que el consumo de marihuana puede tener sobre el pronóstico y desarrollo de la esquizofrenia en un sujeto dado. Además pretende dar respuesta a la pregunta que nos hacemos regularmente sobre cual actitud asumir cuando estamos frente a un paciente que acepta el consumo de marihuana, quizás en respuesta a los efectos propios de la enfermedad y/o de las medicaciones prescritas y teniendo en cuenta las recientes publicaciones sobre dependencia y abstinencia después de la administración de cannabi- noides en animales de laboratorio (1). La asociación del uso de sustancias psicoactivas con la presentación de signos y síntomas psiquiátricos conduce frecuentemente a un dilema diag- * Residente de Psiquiatría, 3er. año. Universidad de Antioquia. Tamayo Jorge 20 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. nóstico. Existen varias posibles expli- caciones para la conexión entre el uso de drogas y el inicio de síntomas psiquiátricos : 1) Las manifestacio- nes psiquiátricas pueden ser atribui- das al consumo de la sustancia psi- coactiva, caso en el cual se hablaría de un trastorno psiquiátrico inducido por sustancias ; 2) El consumo de una sustancia psicoactiva puede de- velar un trastorno psiquiátrico para el cual el paciente está predispuesto ; 3) El consumo de una sustancia psi- coactiva puede exacerbar un trastor- no psiquiátrico preexistente y 4) La conexión puede ser coincidencial (2). En este artículo se hará referencia al diagnóstico dual propiamente dicho, en el que un sujeto con esquizofrenia presenta un abuso o dependencia concomitante a sustancias psicoacti- vas, y por otro lado, se revisará el concepto de psicosis inducida por marihuana. DIAGNÓSTICO DUAL (ESQUIZOFRENIA Y DEPENDENCIA A MARIHUANA) El concepto de diagnóstico dual está bien establecido en Norteamérica, (no así en otros lugares del mundo) y se refiere a la coexistencia de un tras- torno psiquiátrico mayor asociado al abuso o dependencia a una sustan- cia (3). Se estima que entre 15.4% - 25% y un 50% - 64.7% de los pacientes con esquizofrenia abusan de alcohol o sustancias psicoactivas en algún momento de su enfermedad, consti- tuyéndose en la principal comorbili- dad del trastorno (4, 5). El Epidemiolo- gical Catchment Area Study (ECA) sugiere que las tasas de abuso de sustancia a lo largo de la vida en los pacientes con trastornos psiquiátri- cos puede ser tan alta como 87% para trastorno de personalidad anti- social, 56% para trastornos bipolares, 47% para esquizofrenia y 32% para trastornos depresivos (6). Las altas ta- sas de abuso de sustancias son par- ticularmente altas en hombres jóve- nes con enfermedades psiquiátricas crónicas que viven en áreas urbanas marginadas (7) y en pacientes con esquizofrenia de bajo nivel socioeco- nómico y una historia familiar de abu- so de drogas (4, 7, 8). Altas tasas de abuso o dependencia a sustancias ha sido encontrada en parientes de pa- cientes esquizofrénicos con diagnós- tico dual, no así en los parientes de sujetos esquizofrénicos que no con- sumen sustancias de abuso (9, 10). Curso Los individuos con esquizofrenia que abusan del alcohol o cannabis tienen un mejor ajuste premórbido, son más jóvenes y suelen ser de sexo mascu- lino, lo que les permite ser más socia- bles y tener más oportunidades de experimentar con sustancias de abu- so (3, 11). Sin embargo, la comorbilidad del uso de sustancias (en especial cannabis y alcohol) y enfermedades mentales severas como la esquizo- frenia suele acompañarse de serias complicaciones como aparición más temprana del primer episodio psicó- tico, incremento de las tasas de vio- lencia, suicidio, abandono del trata- miento, exacerbación de los sínto- mas psicóticos, refractariedad a los antipsicóticos, mayor uso de los ser- vicios de emergencia, mayores tasas de recaídas y hospitalización psiquiá- trica (3, 7, 12, 21). Se ha documentado también un consumo fuerte de alco- hol y otras sustancias de abuso en individuos que más tarde llegan a ser esquizofrénicos (22) y una conexión entre el uso de marihuana y el inicio de los síntomas psiquiátricos en el 50% de una muestra de 15 pacientes Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. 21 Marihuana y esquizofrenia adolescentes (2). El uso fuerte de can- nabis ha demostrado ser un factor capaz de conducir a la recaída a pacientes esquizofrénicos y en una muestra de 24 pacientes, el abuso de cannabis se presentó durante al me- nos un año antes de la aparición de los síntomas psicóticos (23). Andreas- son y colaboradores examinaron una cohorte de 45.570 conscriptos sue- cos, encontrando que el riesgo relati- vo de desarrollar esquizofrenia des- pués de 15 años de seguimiento fue de 6 veces mayor para los que repor- taron alto uso de cannabis (p < 0.05) (24). Por otro lado, la remisión de los trastornos por uso de sustancias pue- de reducir muchos de estos eventos adversos como es sugerido por estu- dios que muestran diferencias clíni- cas entre individuos severamente enfermos con un trastorno de inicio temprano por uso de sustancias y aquellos sin una historia de uso (25). Breakey y colaboradores (citados por Boutros & Bowers) encontraron que el inicio de esquizofrenia puede ser acelerado hasta 4 años por el consu- mo de psicoactivos (19 vs. 23 años de edad, p = 0.002) (26). Allebeck y cola- boradores proveen evidencia adicio- nal del uso de cannabis como un factor de riesgo para el desarrollo de esquizofrenia (27). Un estudio con 34 pacientes esquizo- frénicos con historia de abuso de sus- tancias mostró que no presentan un mayor número de síntomas o peor pronóstico al compararse 17 pacien- tes esquizofrénicos abstinentes. Los autores se habían planteado una hi- pótesis inversa y concluyen que la historia de consumo de sustancias no necesariamente conduce a un curso más �maligno� o a una forma intrata- ble de la enfermedad (28). Sin embar- go, estos datos deben ser observa- dos con prudencia, ya que la dura- ción del estudio es de sólo 6 meses y no se precisa el tipo de sustancia consumida o la eventual poliadicción. Los pacientes esquizofrénicos que abusan de cocaína, por ejemplo, no tienen un mayor númerode síntomas o un peor pronóstico que aquellos que no lo hacen, quizás debido a que la cocaína produce efectos de corta duración (29). Hipótesis etiológicas Se ha sugerido que los individuos con esquizofrenia usan drogas de abuso en un intento por automedicar sus síntomas (18, 30). Lehman y colabora- dores han mencionado dos hipótesis sobre la automedicación (31). La pri- mera y más general hipótesis sugiere que las drogas psicoestimulantes pueden reducir los síntomas negati- vos, los trastornos cognitivos, la po- bre autoestima y los efectos extrapi- ramidales y la acatisia producida por los antipsicóticos; efectos debidos al incremento de la transmisión dopa- minérgica de las vías mesocorticales y nigroestriatales respectivamente (19, 29, 32, 33). En contraste, la otra y más específica hipótesis sugiere una rela- ción entre los efectos farmacológicos de las sustancias y el tipo de síntomas manifestados por los sujetos esqui- zofrénicos por incremento de la do- pamina en vías mesolímbicas. So- portando la primera hipótesis, están los hallazgos de una alteración pri- maria (hipoactividad) de vías dopa- minérgicas mesocorticales, desde el área tegmental ventral del mesencé- falo al cortex prefrontal dorsolateral y lóbulo temporal anteromedial del he- misferio dominante, responsable de los síntomas negativos, que a su vez llevan a una hiperactividad dopami- nérgica mesolímbica (aumento de receptores D2 y de su sensibilidad) responsable de los síntomas positi- Tamayo Jorge 22 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. vos delirante-alucinatorios (34 - 36). Es- tas alteraciones pueden ser visualiza- das a través de la tomografía por emisión de positrones (PET) como una hipofrontalidad metabólica corti- cal medial y dorsolateral, hipofunción de regiones límbicas y paralímbicas, aumento de la actividad del lóbulo temporal izquierdo y corteza occipi- tal, aumento del flujo sanguíneo en el globus pallidus izquierdo y aumento de los receptores dopaminérgicos en el núcleo caudado (34, 37, 38). Lieberman y colaboradores concluyen que los mecanismos implicados en las psi- cosis idiopáticas o por consumo de sustancias psicoactivas, son simila- res e involucran una alteración de las vías dopaminérgicas (39). Diagnóstico diferencial Alcohol, marihuana y los estimulan- tes son las sustancias de mayor abu- so por parte de los sujetos esquizofré- nicos, mientras los opiáceos o sedan- tes son infrecuentemente utilizados como drogas de primera elección (4, 30). Cuffel y colaboradores encontra- ron en 231 sujetos con esquizofrenia identificados en el estudio ECA un consumo cercano al 31% de alcohol y cannabis. Varios autores han adverti- do acerca del uso de marihuana en pacientes con trastornos psiquiátri- cos preexistentes (11). Treffert identifi- có a la marihuana como la variable independiente para psicosis en indi- viduos esquizofrénicos previamente bien controlados (12). El diagnóstico diferencial de psicosis por cannabis y esquizofrenia puede ser difícil, sin embargo, la evaluación de la historia personal, un test de orina y la breve duración de los síntomas de intoxica- ción por THC ayudan a hacer el diag- nóstico. Millman y Sbriglio sugieren que al atribuir sus síntomas al abuso de marihuana, algunos pacientes es- quizofrénicos pueden distanciarse de su enfermedad subyacente (40). Tratamiento El diagnóstico dual en esquizofrenia requiere la integración de dos para- digmas de tratamiento, un contexto para el control de los síntomas psicó- ticos y otro para el control del abuso de sustancias. Un tratamiento efecti- vo necesita apuntar no sólo a los as- pectos médicos y psiquiátricos, sino también a los sociales y ocupaciona- les. Un estudio realizado en 47 pa- cientes hospitalizados con esquizo- frenia y uso de sustancias psicoacti- vas (cocaína, alcohol y/o marihuana) concomitante, encontró que de los 23 pacientes que fueron asignados a un tratamiento integrado para el abuso de sustancias y el episodio psicótico, el 69.6% permanecieron en tratamien- to y tuvieron una mejor evolución con- tra el 37.5% de los 24 pacientes que no recibieron el tratamiento integrado (41). La confidencialidad, normalmen- te importante en cualquier tratamien- to, es mucho más importante con sujetos esquizofrénicos con diagnós- tico dual por su tendencia a la suspi- cacia y temores justificables de ser castigado por su comportamiento ile- gal (42). Minkoff (citado por McGlashan & Krystal) recoge varias ideas pro- puestas por otros autores y menciona cuatro etapas en el tratamiento de estos pacientes: estabilización, ajus- te, estabilización prolongada y reha- bilitación. La etapa de estabilización aguda usualmente requiere una hos- pitalización breve y generalmente in- voluntaria para el control de los sínto- mas psicóticos por medio de antipsi- cóticos incisivos con pocos efectos secundarios que refuercen aquellos experimentados por el paciente con el consumo de sustancias como se- dación, hipotensión ortostática y fe- Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. 23 Marihuana y esquizofrenia nómenos anticolinérgicos. La fase de ajuste es necesaria para convencer al paciente de la necesidad de conti- nuar un proceso de tratamiento que apunte al control de su trastorno dual. Esta fase puede desarrollarse duran- te la hospitalización o a través de programas ambulatorios, con estra- tegias que incluyan una alianza tera- péutica interpersonal, psicoeduca- ción y organización de recursos ex- ternos como familia, amigos y siste- mas oficiales de apoyo, en una mo- dalidad que sea educativa, no crítica y no confrontativa. La fase de estabi- lización prolongada propende por el mantenimiento de la abstinencia y la participación en programas de auto- ayuda como alcohólicos o narcóticos anónimos, pero con énfasis en el manejo del trastorno psiquiátrico de base. La fase de rehabilitación involu- cra el redescubrimiento de viejas ha- bilidades y el desarrollo de nuevas habilidades para mantener la absti- nencia y la remisión, por medio de programas de rehabilitación voca- cional y social (43). TRASTORNO PSICÓTICO INDUCIDO POR MARIHUANA A dosis bajas la marihuana produce una embriaguez aguda con sensa- ción de bienestar, sedación leve, eu- foria o disforia, risa inapropiada, sen- sibilidad a los estímulos externos, apreciación de nuevos detalles y co- lores, distorsión del tiempo (enlente- cimiento) y sensación de aumento del apetito. También produce efectos desagradables como ansiedad, sus- picacia, aislamiento social, hipoter- mia, debilidad muscular, disminu- ción de la habilidad para realizar ta- reas motoras simples, trastornos del juicio, de la cognición, de la memoria (de consolidación) y de la atención (44). El uso crónico de esta sustancia con- duce a menudo a la presencia de síntomas depresivos, de ansiedad o irritabilidad o a la controvertida apari- ción de un síndrome amotivacional, particularmente descrito en adoles- centes y caracterizado por apatía, disminución de la atención, concen- tración pobre, juicio pobre, disminu- ción de la capacidad para conducir planes a largo plazo, abstinencia so- cial y pérdida de interés, debido qui- zás a una disminución generalizada del flujo sanguíneo cerebral (45 - 47). Psicosis aguda por cannabis Todas las drogas que facilitan la fun- ción dopaminérgica han sido impli- cadas en la inducción de alguna for- ma de psicosis paranoide. La intoxi- cación aguda con psicoestimulantes, por ejemplo, puede asociarse a eufo- ria y activación comportamental. Con repetidos episodios de ingestión, los delirios de tipo paranoide pueden desarrollarse rápidamente y durar una semana aproximadamente, acom- pañados de alteraciones sensoriales como ilusiones o alucinaciones (for- micación por ejemplo) (43). Dos estados clínicos, ambos relativa- mente agudos, han sido asociados a la ingestión de cannabis, la psicosis por cannabis y el delirium tóxico por cannabis (48). Las alucinaciones son infrecuentes, aunque las alteraciones perceptuales suelen ser comunes. Thacore y Shukla encontraronque, comparada con la esquizofrenia pa- ranoide, la psicosis por cannabis se caracteriza por agitación, violencia, fuga de ideas, afecto ansioso con tendencia al pánico, comportamien- to bizarro, conservación del juicio y sólo a veces, trastornos del pensa- miento. Esta psicosis se resuelve es- pontáneamente con soporte inter- Tamayo Jorge 24 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. personal tras la suspensión del con- sumo y generalmente no requiere soporte farmacológico. Algunos ca- sos, sin embargo, pueden benefi- ciarse de la adición de dosis bajas de antipsicóticos (49). Rottanburg y cola- boradores comparan 20 pacientes con trastorno psicótico por consumo de marihuana con otros pacientes que presentan un trastorno psicótico de diferente origen, encontrando que el grupo positivo para cannabis pre- sentaba hallazgos más significativos de hipomanía, agitación, aplanamien- to afectivo, lenguaje incoherente y pocas alucinaciones auditivas (50). En algunos casos, la psicosis puede pre- sentarse súbitamente con delirios per- secutorios, síntomas schneiderianos de primer rango y alucinaciones vi- suales vívidas (49, 51). Psicosis persistente por cannabis La psicosis persistente por cannabis es rara, aunque el uso crónico puede mantener un estado psicótico (26, 52). En raras ocasiones el desarrollo de psicosis por el uso de cannabis dura más de un año. Sin embargo, las recaídas de episodios psicóticos por el uso continuado de cannabis son comunes (53). Episodios psicóticos prolongados pueden conducir a psi- copatología residual. El cannabis pue- de precipitar «flashbacks» o expe- riencias psicóticas inducidas en el pasado por psicodélicos o marihua- na (44). Delirium tóxico inducido por cannabis El delirium tóxico, que ha sido descri- to en usuarios de primera vez y en usuarios crónicos, puede presentar- se tras el consumo de grandes canti- dades de cannabis, y simula una psi- cosis por anticolinérgicos (trastornos de memoria, euforia, agitación, con- fusión y delirios). Este estado suele resolverse espontáneamente (48, 54, 55). En Norteamérica, al evaluar a un pa- ciente con psicosis inducida por can- nabis, tienen en cuenta la presencia de adulterantes químicos como la fenciclidina (PCP) («angel dust», �illy�). Esta combinación puede llevar a un síndrome cerebral agudo (con des- orientación, confusión, amnesia an- terógrada, agitación y lenguaje biza- rro), catatonía y hasta coma de varias horas de duración (43). DEPENDENCIA Y ABSTINENCIADEPENDENCIA Y ABSTINENCIADEPENDENCIA Y ABSTINENCIADEPENDENCIA Y ABSTINENCIADEPENDENCIA Y ABSTINENCIA A MARIHUANAA MARIHUANAA MARIHUANAA MARIHUANAA MARIHUANA Para la OMS (Organización Mundial de la Salud), sustancia psicoactiva es aquella, terapéutica o no, que intro- ducida en el cuerpo por cualquiera de los mecanismos clásicos (inhala- ción, ingestión) o modernos (veno- punción, inyección intramuscular) de administración de los medicamen- tos, es capaz de actuar sobre el SNC de un individuo hasta provocar en él una alteración física o intelectual, la experimentación de nuevas sensa- ciones o la modificación de su estado psíquico. Estos cambios predispo- nen a una reiteración continuada del uso del producto (sumados a la es- tructura social y al psiquismo propios del sujeto) (56). La «bondad o peligrosidad» de cada droga depende no sólo de sus efec- tos, sino también de factores econó- micos, políticos e ideológicos, del éxito en la masificación que cada una haya tenido en el presente siglo, de las crisis sociales, familiares o presiones comerciales (57). La utilización ritual de ciertas sustancias no ha supuesto siempre problemas de drogodepen- dencia y éstos dependen más de los intereses políticos y comerciales que de los aspectos culturales que invis- ten a esas sustancias. Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. 25 Marihuana y esquizofrenia La mayoría de los autores estima que la marihuana es la sustancia de uso ilícito más comúnmente usada en el mundo, con unos 200 a 300 millones de usuarios regulares (44). Entre ado- lescentes, el cannabis es la sustancia de abuso más frecuentemente utili- zada, con una prevalencia de consu- mo diario del 4.6% según datos de colegios norteamericanos (58). Cerca del 4% de la población norteamerica- na ha tenido abuso o dependencia a los derivados cannabinoides en al- gún momento de su vida (59). En Me- dellín la prevalencia de consumo en el último año (1996) alcanzó la cifra de 13.7%, duplicando la cifra obtenida en 1992 del 7.1% (60). La resina extractada de la planta con- tiene más de 60 sustancias llamadas cannabinoides, de las cuales el 9- delta-tetrahidrocannabinol (9-D-THC) es la responsable por la mayoría de los efectos psicoactivos. En general un cigarrillo de marihuana puede lle- var a efectos sobre el SNC desde el primer minuto y a concentraciones plasmáticas máximas de 9-D-THC en sólo 30 minutos, cayendo rápida- mente sus niveles en sólo 3 a 4 horas, pero con una vida media de 3 días debido a su marcada liposolubilidad y por ende a la capacidad de deposi- tarse en los tejidos. El 9-D-THC es metabolizado completamente a 11- hidroxi THC (metabolito activo con una vida media de 50 horas) y a 9- carboxi THC (inactivo) y es eliminado en dos terceras partes por la vía ente- rohepática y el tercio restante por riñón (44). Dependencia Ahora existe evidencia sustancial que las neuronas dopaminérgicas meso- límbicas como se muestra en la figu- ra, median las características de re- fuerzo de distintas sustancias de abu- so, por medio de alteraciones en mecanismos intraneuronales (61). La marihuana tiene leves a modera- dos efectos de refuerzo debido al efecto placentero que produce y a la creencia que dicho efecto no va acom- pañado de significativos riesgos de abuso o dependencia. Pero, contra- rio a la creencia popular que el mayor riesgo de la marihuana es su poten- cial para llevar al consumidor al con- Figura 1. Figura 1. Figura 1. Figura 1. Figura 1. Representación esquemática del tracto mesolímbico, sustrato anatómico de la dependencia a sustancias (�craving�), y de la amígdala, implicada en la liberación de CRF en el síndrome de abstinencia. Tamayo Jorge 26 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. sumo de drogas supuestamente más potentes y adictivas, nueva evidencia sugiere que algunos adolescentes con uso crónico de cannabis pueden presentar dificultad para detener el consumo. Esto fue atribuido a un marcado �craving� más que a la ne- cesidad de disminuir los síntomas displacenteros de la abstinencia (58). Adicionalmente se ha demostrado que la marihuana tiene efectos cere- brales en los sistemas de recompen- sa y estrés similares a los de las dro- gas �duras� como la heroína, la co- caína y el alcohol (1). La dependencia a cannabis en humanos ha sido difícil de evaluar, en parte por la presencia de variables como la potencia (con- centración de THC) de la sustancia disponible en la calle, la ruta de admi- nistración, la experiencia anterior con la sustancia, la expectativa del usua- rio y la vulnerabilidad individual a los efectos psicoactivos (58). Aunque previamente no había sido presentada evidencia directa alguna de dependencia física al 9-D-THC en modelos animales, un efecto de tole- rancia marcado al 9-D-THC medido comportamentalmente y por �down- regulation� de los receptores de can- nabinoides si había sido descrito (48, 62). Recientemente, un estudio con ratas comparó el efecto de la heroína y el 9-D-THC en la transmisión in vivo de dopamina a nivel del núcleo ac- cumbens (tracto mesolímbico). Am- bas sustancias incrementaron las concentraciones de dopamina en la cápsula del núcleo accumbens. La Naloxona y la Naloxonazina (antago- nista opioide de receptores m 1 ) in- yectados a nivel del tegmento ventral mesencefálico, previenen la acción de la heroína y de los cannabinoides en la transmisión dopaminérgica (63). Los cannabinoides inhiben la adenil- ciclasa en una manera estereoes- pecífica, potente, reversible y rápida por medio de la unión a receptoresde cannabinoides metabotrópicos [CB1] (unidos a proteína G) los cuales se encuentran a nivel del sistema límbi- co, striatum, cerebelo, corteza cere- bral, sustancia nigra y núcleos cere- brales implicados en respuestas de estrés (eje hipotálamo-hipófiso-adre- nal). La unión de 9-D-THC a CB1 promueve la liberación de péptidos opioides endógenos en el área teg- mental ventral, los cuales se unen a receptores m1 y conducen a un incre- mento en la transmisión dopaminér- gica (63, 64). La administración de un antagonista de los receptores centra- les de cannabinoides (SR141716A) previene los efectos de la 9-D-THC sobre los niveles de dopamina en el núcleo accumbens. Dado que la cor- teza del núcleo accumbens estable- ce numerosas conexiones con áreas cerebrales límbicas involucradas en la emoción, la activación de la trans- misión dopaminérgica en dicho nú- cleo puede estar involucrada en las propiedades afectivas y emocionales del 9-D-THC, en forma similar a lo producido por otras sustancias de abuso (63). Abstinencia: Los síntomas producidos por el sín- drome de abstinencia semejan una respuesta emocional al estrés. Estu- dios de abstinencia a cocaína y opiá- ceos demuestran la liberación de CRF a nivel de la amígdala (factor libera- dor de corticotropina) evidenciable también en las respuestas de estrés, y por ende la elevación en los niveles séricos de cortisol. Koob y colabora- dores demostraron la elevación de CRF a nivel de las amígdalas de ratas dependientes al alcohol durante el pico de abstinencia al alcohol, y en- contraron que la inyección de quími- Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. 27 Marihuana y esquizofrenia cos que bloquean la liberación de CRF en las amígdalas de esas ratas, reduce los síntomas de ansiedad (1). Aunque se ha descrito un síndrome de abstinencia leve en usadores cró- nicos de altas dosis de marihuana cuando suspenden abruptamente el consumo, lo usual es encontrar au- sencia de dicho síndrome debido a la eliminación lenta del THC del orga- nismo. Los síntomas de abstinencia se presentan en las primeras ocho horas de la suspensión y persisten por dos a tres días. Se caracteriza por la presencia de irritabilidad, ansie- dad, disturbios del sueño (insomnio inicial), náuseas, vómito, anorexia, pérdida de peso, temblores, sudora- ción, dolores musculares, incremen- to de la temperatura corporal y bús- queda de la sustancia (�craving�). Son usualmente leves y no requieren un tratamiento en particular (40, 47). Ratas tratadas durante 2 semanas con un cannabinoide sintético poten- te (HU-210), presentan un síndrome de abstinencia tras la administración de un antagonista del receptor de cannabinoides (SR14716A), con una marcada liberación en la concentra- ción de CRF y un patrón de expresión de Fos diferente a nivel del núcleo central de la amígdala y sus sitios de proyección (corteza del núcleo ac- cumbens, núcleo de la estría termi- nalis, núcleo paraventricular del hipo- tálamo y el núcleo del tracto solitario en el tallo cerebral) y la corteza pirifor- me (involucrada en las convulsiones tipo kindling), sugiriendo una vulnera- bilidad a la dependencia a la droga. Los sistemas CRF cerebrales, princi- palmente a nivel de la amígdala, par- ticipan en las propiedades euforizan- tes de los estimulantes y en la sensi- bilización comportamental, jugando un rol en las reacciones de ansiedad observadas con la abstinencia a va- rias drogas. Un antagonista de CRF (CRF a-helicoidal) puede atenuar los efectos ansiogénicos de la abstinen- cia a cannabinoides (65). CONCLUSIONES Como se ha mencionado, la mari- huana es la droga ilícita más común- mente usada en el mundo, y a pesar de los informes clínicos sobre el efec- to de ésta en el comportamiento, en la evolución de patología psiquiátrica comórbida y de los hallazgos de la- boratorio sobre su efecto en las áreas cerebrales responsables del la bús- queda de sustancias (�craving areas�), permanece la percepción entre la población general que la sustancia es relativamente inocua en compara- ción con otras drogas de abuso, per- cepción particularmente importante entre adolescentes y adultos jóvenes. Puede conducir a la aparición más temprana de trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia en los suscep- tibles. Clark en su artículo sobre el impacto de la marihuana en el inicio del primer episodio de enfermedad psiquiátrica, cita un artículo del New York Times (marzo de 1993) que hace referencia a los panfletos repartidos por jóvenes miembros del Cannabis Action Network (CAN), en los que mencionan las supuestas virtudes de la cannabis sativa y propugnan por su legalización en todos los estados de la unión (2). Quizá contribuye a dicha percepción el uso de la marihuana en algunos centros médicos de los EE.UU., don- de por sus propiedades antieméticas es prescrita a pacientes que reciben quimioterapia para el cáncer o el VIH. Cannabinoides sintéticos como nabi- nole y levonantradol han sido utiliza- dos con fines similares, pues poseen un efecto euforizante menor que el Tamayo Jorge 28 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998. del THC (44). Esta práctica, sin em- bargo, no puede ser extrapolada a la población general o la población psi- quiátrica, pues estamos hablando de pacientes terminales en los que se busca controlar efectos adversos de la quimioterapia, no logrado por otros medios. Pero lo más preocupante es observar la aseveración empírica de algunos clínicos sobre los supuestos benefi- cios y/o inocuidad de la marihuana en los pacientes esquizofrénicos que la consumen, afirmando que las vías neurológicas que subyacen el tras- torno psiquiátrico de base pueden modularse con los efectos del 9-D- THC. Este tipo de afirmaciones o creencias no puede ser aceptado. Las complicaciones que la marihua- na trae en los pacientes esquizofréni- cos, tanto en su pronóstico como en su respuesta a los antipsicóticos, y los efectos agudos o crónicos que pro- duce en los consumidores, nos de- ben llevar a una reflexión responsable y a la adopción de una actitud de rechazo al consumo, que se transmi- ta no sólo a nuestros pacientes y a sus familiares, sino a toda la sociedad en general. REFERENCIAS 1. Wickelgren I. Marijuana:¿harder than thought? Science 1997; 276: 1967-1968. 2. Clark RR. Marijuana use associated with first episode of psychiatric illness in an adolescent population. Am J Addictions 1994; 3: 67-71. 3. Smith J, Hucker S. Schizophrenia and substance abuse. Br J Psychiatry 1994; 165: 13-21. 4. Mueser KT, Yarnold PR, Levinson DF et al. Prevalence of substance abuse in schizophrenia: demographic and clinical correlates. Schizophr Bull 1990; 16: 31-56. 5. Buckley PF, Way L Meltzer HY. 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