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Revista Argentina de Clínica Psicológica
ISSN: 0327-6716
racp@aigle.org.ar
Fundación Aiglé
Argentina
Araya-Véliz, Claudio; Porter Jalife, Bárbara
HABILIDADES DEL TERAPEUTA Y MINDFULNESS
Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXVI, núm. 2, agosto, 2017, pp. 232-240
Fundación Aiglé
Buenos Aires, Argentina
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281952112010
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Introducción
la investigación y evidencias sobre la impor-
tancia de los factores comunes en psicoterapia
abren un enorme desafío respecto al modo de en-
trenar estas habilidades, tanto en terapeutas no-
vatos, como en quienes ya poseen una vasta
experiencia clínica.
si bien son escasos y preliminares los informes
que describen el efecto de las intervenciones basa-
das en mindfulness sobre la formación de psicotera-
peutas, están abiertas las puertas para establecer
vínculos entre la formación del terapeuta y las prác-
ticas de atención plena, primero a un nivel reflexivo,
para posteriormente incluir esta práctica de un modo
adecuado en el ámbito práctico.
el siguiente artículo busca reflexionar y esta-
blecer un puente entre la formación de habilidades
terapéuticas claves y la práctica de mindfulness, a
partir de la evidencia de los efectos neurobiológi-
cos y psicológicos que ha demostrado producir
esta práctica. se reflexiona sobre el efecto que po-
dría tener esta práctica sobre los factores comunes
asociados al terapeuta, en especial en el desarro-
llo de habilidades terapéuticas tales como: la em-
patía, la escucha atenta, la presencia terapéutica,
la auto-observación y el autocuidado.
I. ¿Qué aspectos favorecen el cambio en
psicoterapia? Relevancia de las variables
del terapeuta y la alianza terapéutica.
el interés por los factores inespecíficos en psi-
coterapia surgió durante los años 50, momento en
el cual comenzó a ponerse en duda la efectividad
revista argentina de clínica psicológica
2017, Vol. XXVi, n°2, 232-240
dOi: 10.24205/03276716.2017.1014
232
HABILIDADES DEL TERAPEUTA Y MINDFULNESS
Claudio Araya-Véliz* y Bárbara Porter Jalife**
Resumen
En la investigación de factores comunes en psicoterapia resalta la importancia que tienen las variables
relacionadas a la persona del terapeuta. La actitud del terapeuta, específicamente su capacidad de generar
un clima acogedor, de respeto y aceptación, manifestando calidez, sintonía emocional y un interés genuino
con el consultante, además de su capacidad de autoobservación y autocuidado, han mostrado ser variables
muy relevantes para facilitar el cambio en psicoterapia. Considerando esta evidencia, resulta desafiante de-
sarrollar programas de formación que permitan a los terapeutas adquirir y/o desarrollar estas competencias.
A partir de la descripción de la evidencia neurobiológica y psicológica de los efectos de la práctica de
mindfulness, se fundamenta y desarrolla la tesis que esta práctica y su inclusión en los programas de for-
mación de habilidades clínicas podría ofrecer una alternativa novedosa, práctica y efectiva en el entre-
namiento de las habilidades terapéuticas claves para facilitar el cambio terapéutico, tales como las de
autoobservación y el autocuidado.
Palabras clave: Habilidades terapéuticas, mindfulness, factores comunes, autoobservación, au-
tocuidado.
Abstract
The research about common factors in psychotherapy emphasizes the importance of personal therapist
variables in psychotherapy change, particularly the influence of the therapist's attitude, his ability to create a
comfortable atmosphere of respect and acceptance, expressing warmth, emotional tune and a genuine interest
on the client, and his ability of self-observation and self-care. Considering this evidence, it is challenging to
develop training programs that allow therapists to acquire or develop these skills.
From neurobiological and psychological evidence of the effects of mindfulness practice, the present article
develops the thesis that this practice and its inclusion in some clinical skills training programs, could provide a
new, practical and effective alternative for training key therapeutic skills, such as self-observation and self-care.
Key word: Therapeutic skills, mindfulness, common factors, self-observation, self-care.
Recibido: 12-05-13 | Aceptado: 01-03-17
* Escuela de Psicología, Universidad Adolfo Ibáñez
E-Mail: carayav@gmail.com
** Universidad de Concepción E-Mail: barbaraporter@udec.cl
reVisTa arGenTina de clÍnica psicOlÓGica XXVi p.p. 232-240
© 2017 fundación aiGlÉ.
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TherapeuTic skills and Mindfulness
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de la psicoterapia dados los cuestionamientos re-
alizados por eysenk (1952). si bien los estudios in-
dican que en general la psicoterapia funciona, los
esfuerzos para establecer la eficacia de un método
sobre otro han sido problemáticos, en tanto se ha
llegado a determinar una indiferenciación respecto
a la efectividad de los diversos sistemas terapéu-
ticos . según plantea krause (2005) la ayuda pro-
fesional aparentaba tener una especie de “efecto
homogéneo”. en base a lo anterior, y como lo se-
ñalan Germer, siegel y fulton (2005) el modelo de
la terapia simplemente no hace una mayor diferen-
cia respecto al resultado de la terapia. lo anterior
no significa que el modelo específico de trata-
miento sea irrelevante, sin embargo, ha puesto
sobre la mesa la realidad de que éste es solo una
de múltiples variables que intervienen en el cam-
bio terapéutico. 
según lambert y Ogles (2003) el 15% del cam-
bio terapéutico es originado por el modelo y méto-
dos del terapeuta. safran y segal (1994)
concluyeron que el 45% del cambio terapéutico se
atribuye a factores relacionados a la relación tera-
péutica. por su parte lambert y Ogles (2003) divi-
den los factores comunes de cambio en cuatro áreas
generales, a las que asignan un porcentaje en fun-
ción de su contribución a la mejoría de las personas
en psicoterapia: (1) factores del cliente y eventos
extra-terapéuticos con un 40%; (2) factores de la
relación terapéutica, con un 30%; (3) expectativas
y efectos placebo, 15% y (4) factores relacionados
con las técnicas y modelos teóricos con un 15%.
dados estos indicadores, vale la pena indagar
con mayor profundidad en las variables que tendrían
una alta incidencia en el cambio y que son posibles
de manejar y entrenar por parte del terapeuta.
1. Variables relacionadas al terapeuta
nos basaremos en la clasificación de variables
asociadas al terapeuta propuesta por Winkler, cáce-
res, fernández y sanhueza (1989), que considera
como aspectos relevantes la actitud, la personali-
dad, las habilidades, el nivel de experiencia y el bien-
estar emocional que posee el psicoterapeuta, las
que influirían de manera fundamental en la calidad
de la alianza terapéutica. 
1.1. Actitud
plantean que el psicoterapeuta debe tener una
actitud que favorezca un clima terapéutico facilita-
dor del cambio, que ha de incentivar la autoexplo-
ración del paciente y ha de estar basada en el
respeto, la aceptación, la comprensión, la calidez y
ayuda. lo anterior implica realizar esfuerzos delibe-
rados por no criticar, no juzgar ni reaccionar emo-
cionalmente frente a lo que podrían ser
provocaciones del paciente.esta capacidad de no
reaccionar automáticamente tiene como base la ca-
pacidad de autoobservación del terapeuta, en tanto
es fundamental que conozca sus patrones habitua-
les y reconozca cuando surge el impulso de reaccio-
nar automáticamente a partir de ellos. esta
capacidad es la base para discriminar cuando sus
emociones y reacciones son producto de sus pro-
pios conflictos y cuando estarían elicitadas por el
contenido brindado por el paciente.
por otro lado, Gondra (1984) plantea que la acti-
tud de respeto es fundamental, la cual se relaciona
con las posibilidades que el terapeuta tiene de ob-
tener fuentes de satisfacción y seguridad personal
extra-terapéuticas (santibáñez, roman, chenevard,
espinoza, irribarra y Muller, 2008). lo anterior, esta-
ría estrechamente vinculado con la salud mental del
terapeuta y sus habilidades de autocuidado, las que,
como veremos, son de radical importancia para el
cambio terapéutico. 
1.2. Habilidades 
las habilidades terapéuticas se comprenden
como distintas aptitudes que debe tener el tera-
peuta para dedicarse a la práctica clínica, indepen-
dientemente de su postura teórica (ruiz, 1998). las
habilidades mencionadas por este autor compren-
den: (1) el interés genuino por las personas y su
bienestar; (2) el conocimiento de uno mismo o auto-
conocimiento; (3) el compromiso ético; (4) las acti-
tudes que favorecen la relación terapéutica, como la
calidez, cordialidad, autenticidad, empatía y acepta-
ción positiva incondicional. 
para Brammer (1979) las habilidades necesarias
para el terapeuta comprenden la capacidad para en-
tender, escuchar, guiar, reflejar, confrontar, interpre-
tar, informar y resumir. así como que los
consultantes en la terapia se sientan “escuchados”
y “comprendidos” (krause, 2005). 
Vale la pena plantear aquí, que para poder real-
mente escuchar y comprender a otros resulta clave
la capacidad del propio terapeuta de escucharse y
comprenderse él mismo en tanto las reacciones y
asociaciones frente al material que trae el paciente
son información sumamente importante para la
comprensión de la dinámica del consultante.
1.3. Bienestar emocional: Autocuidado y Salud
Mental
según los terapeutas más conscientes de sus li-
mitaciones personales y de su propia responsabili-
dad emocional hacia los pacientes pueden ser más
sensitivos y capaces de responder terapéutica-
mente ante los problemas de los consultantes. por
otra parte santibáñez et al. (2008) plantea que el
ajuste emocional del terapeuta se relaciona direc-
tamente con el éxito terapéutico. un terapeuta per-
turbado no sólo puede impedir el cambio de su
paciente, sino además, puede ser iatrogénico para
éste. dado lo anterior, la responsabilidad del tera-
peuta respecto a su propia salud mental y autocui-
dado es fundamental. 
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2. Variables de la relación y alianza terapéutica
el concepto de alianza terapéutica ha sido utili-
zado para referirse a la relación existente entre tera-
peuta y consultante durante el proceso terapéutico
(hartley, 1985). según hovarth y luborsky (1993), la
alianza terapéutica es una relación de trabajo con-
junto, en armonía, entre paciente y terapeuta.
los aspectos centrales de la alianza terapéutica,
según santibáñez et al (2008), serían los sentimien-
tos y actitudes de los participantes y su conjugación
en el proceso terapéutico, la que estaría basada en
la confianza y compromiso del consultante y del te-
rapeuta hacia el proceso. 
respecto a la eficiencia del proceso, Opazo
(2001) afirma que una buena relación consultante-
terapeuta mejora la eficiencia terapéutica y a su vez,
una mayor eficiencia percibida por el consultante,
mejora la relación terapéutica. este círculo virtuoso
sería uno de los pilares del proceso terapéutico. de
esta manera, se ha llegado a determinar que la va-
riable más significativa que distingue a los terapeu-
tas que obtienen buenos resultados de los que no,
es la capacidad de formar una buena alianza tera-
péutica con los pacientes. 
desde la perspectiva del paciente, el logro de
una buena “sintonía” o ajuste emocional con el te-
rapeuta es fundamental para la mantención en la te-
rapia . lo anterior se entiende como un sentimiento
de simpatía y confianza hacia el terapeuta. el no lo-
grar este sentimiento, pondría en peligro el proceso
de cambio, llevando frecuentemente a la ruptura de
la relación terapéutica. 
existe cierto acuerdo respecto a que el trabajo
colaborativo entre paciente y terapeuta orientado a
aliviar el sufrimiento del paciente es central (Bordin,
1979). por otro lado, estudios han demostrado que
los terapeutas que logran alianzas terapéuticas po-
sitivas tienden a realizar menos conductas negati-
vas, como culpar, criticar, rechazar, ignorar, o forzar
al paciente a trabajar en base una agenda basada en
técnicas especificas cuando éste se encuentra resis-
tente . respecto a la relación entre alianza terapéu-
tica y cambio, Orlinsky, Grawe y parks (1994) luego
de un análisis de 132 investigaciones de proceso,
concluyeron que existe una fuerte relación entre la
calidad de la alianza terapéutica y el resultado de
proceso de la psicoterapia. por ello, las característi-
cas del terapeuta que facilitan el logro de la con-
fianza y sintonía con el paciente desde el primer
momento resultan cruciales a la hora de evaluar el
éxito de un proceso terapéutico, para lo cual la ca-
pacidad de autoobservación es fundamental.
por otro lado, karson y fox (2010) proponen una
serie de diez habilidades comunes a todos los tipos
de terapia, que serían subyacentes a los factores co-
munes y que tendrían directa relación con el éxito te-
rapéutico. dentro de las habilidades que ellos
proponen se menciona la capacidad del terapeuta
de prestar atención y comentar con regularidad lo
que sucede en la interacción entre terapeuta y pa-
ciente, considerando los pensamientos, emociones
y reacciones de ambos en la relación. según estos
autores, esta habilidad, que puede resultar inapro-
piada, intrusiva o irritante en un contexto social, es
una destreza altamente deseable en el terapeuta, lo
que requiere sensibilidad, honestidad y presencia
emocional y cognitiva. fernandez-liria, rodríguez-
Vega, Ortiz-sanchez, Baldor Tubet y Gonzalez-Juarez
(2010) por su parte entregan pruebas empíricas que
esta habilidad atencional es posible de ser entre-
nada, en un marco de formación formal.
por otro lado, la capacidad de responder a las ex-
presiones de rabia y desilusión con curiosidad, en
vez de tomarlas a nivel personal también se men-
ciona como una destreza deseable en el terapeuta.
en relación a esto, podríamos decir que la capacidad
del terapeuta de observar sus reacciones, inclu-
yendo sus pensamientos, emociones y sensaciones,
y no dejarse llevar automáticamente por ellas, es de
suma importancia.
la capacidad de prestar atención a la interacción
con el paciente y al mismo tiempo notar las reaccio-
nes personales ante ésta, se menciona como otra
habilidad deseable. esto se podría relacionar tam-
bién a la capacidad de prestar atención de manera
estable y sostenida tanto a la información prove-
niente de la interacción terapéutica, como de nues-
tras reacciones ante dicha interacción. lo anterior se
relaciona con otra habilidad mencionada por karson
y fox (2010), que apunta a minimizar las distraccio-
nes relacionadas a la vida personal del terapeuta.
según estos autores, la presencia cognitiva y la sin-
tonía emocional del terapeuta requiere la ausencia
de distracciones provenientes de aspectos persona-
les del terapeuta, no relacionados a la relación tera-
péutica. en base a esto, podríamos decir que el
poder darse cuenta cuando aparecen, y no dejarse
llevar por ellos automáticamente, refocalizando la
atención en el paciente y en la relación, resultaría
fundamental. 
podríamos plantear que la capacidad de estar
presente cognitiva y emocionalmente, además de la
capacidad de auto observación seríanlos cimientos
para el desarrollo de todas las destrezas menciona-
das. en síntesis, podemos plantear que existen cla-
ras características del terapeuta y de la relación
terapéutica que se correlacionan positivamente con
el cambio terapéutico. 
podríamos decir que las actitudes del terapeuta
como la empatía, respeto, autenticidad, compren-
sión, calidez, aceptación incondicional, no juicio,
madurez y bienestar psicológico, así como también
habilidades clave como la capacidad de escucha pro-
funda, la tolerancia a la expresión de emociones ne-
gativas del paciente, la capacidad para no reaccionar
ante eventuales “provocaciones” del paciente y la
habilidad para facilitar la auto-exploración del con-
sultante serían fundamentales para facilitar el cam-
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DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXVi aGOsTO 20172
bio terapéutico. por otro lado, la capacidad de estar
presente cognitiva y emocionalmente aparece de
manera reiterada en relación a las habilidades co-
munes vinculadas a los factores comunes. la capa-
cidad de mantenerse atento a las propias reacciones
frente a la relación y de minimizar las distracciones
relacionadas a contenidos personales del terapeuta
aparecen como fundamentales. así también, las ca-
racterísticas anteriormente mencionadas serian fun-
damentales para la generación de un vinculo
emocional positivo entre el paciente y el terapeuta,
lo cual es clave para el logro de una alianza terapéu-
tica favorable al cambio, basada en la sintonía emo-
cional, la confianza, el compromiso y la colaboración
armónica entre los actores del proceso. 
de manera reiterada aparecen las capacidades
de autoobservación y de autocuidado como básicas
para el desarrollo de las demás actitudes y habili-
dades. dada su incidencia en el cambio terapéu-
tico, podríamos decir que es un deber ético para
todo psicoterapeuta trabajar conscientemente por
desarrollarlas.
reconocer la relevancia de la autoobservación y
del autocuidado del terapeuta en el cambio en psi-
coterapia implica un enorme desafío para la forma-
ción de psicoterapeutas. resalta la necesidad de un
entrenamiento práctico que permita ir desarrollando
la atención en el propio profesional, en sus emocio-
nes y cogniciones, que además le permita reconocer
los patrones habituales que podrían estar influyendo
en su capacidad terapéutica.
en consideración de lo anterior, resulta novedoso
indagar los efectos que podría tener un entrena-
miento en autoobservación y autocuidado basado
en mindfulness.
II. Mindfulness: Definición y evidencia
que respalda la práctica.
Mindfulness es la actitud y la práctica de volver
la atención al momento presente con una actitud de
aceptación y sin juicio, de acuerdo a hanh (1976)
Mindfulness es: “mantener viva la consciencia en la
realidad presente”. (p.11). Jon kabat Zinn pionero
del Mindfulness en el ámbito de la salud señala que
Mindfulness es la capacidad de prestar atención de
manera particular, como propósito en el momento
presente y sin juicios mentales. 
en los últimos quince años es considerable la evi-
dencia empírica que respalda la práctica de Mindful-
ness, a continuación se sintetizan algunos
principales efectos, tanto a nivel neurobiológicos
como psicológicos de la práctica de Mindfulness.
1. Evidencia Neurobiológica:
hoy en occidente se han realizado significativos
avances en el campo de la investigación en neurocien-
cias. Mediante técnicas como la neuroimagen y el pro-
cesamiento computarizado de señales
electroencefalográfícas, en los últimos diez años la
neurociencia ha ido desarrollándose como disciplina,
permitiendo comprender cuál es el correlato neurofi-
siológico de experiencias cada vez más sutiles, como
la experiencia de estar en un estado de alerta y aten-
ción sostenida y entrenada, como la que busca des-
arrollar la práctica de mindfulness.
siegel (2007) distingue entre procesos neuroló-
gicos de arriba-abajo y de abajo-arriba. los primeros
(arriba-abajo) se refieren a cuando el individuo filtra
la percepción de la realidad, mientras que el proceso
inverso (abajo-arriba) describe el ingreso de infor-
mación “fresca” desde los órganos sensoriales. los
procesos de arriba-abajo, si bien poseen un innega-
ble valor adaptativo y de supervivencia, crean pre-
dicciones y esclavizan la interpretación de la
experiencia, no permitiendo la novedad e interpre-
tando la realidad en base a patrones ya conocidos.
en cambio, los procesos de abajo-arriba amplían los
matices de la experiencia, ya que se tiene acceso con
más nitidez a la información proveniente de los sen-
tidos. la práctica de mindfulness facilita estos pro-
cesos de abajo-arriba, favoreciendo la llegada de
mayor riqueza informativa a instancias prefrontales,
posibilitando de esta manera una mayor flexibilidad
a la hora de dar una respuesta (siegel, 2007). 
richard davidson y sus colaboradores estudia-
ron la actividad cerebral de 25 sujetos experimenta-
les normales que fueron sometidos a un programa
de reducción de estrés basado en mindfulness
(MBsr) durante un periodo de 8 semanas. lo que el
equipo de davidson, kabat-Zinn, schumacher,
rosenkranz, Muller, santorelli y sheridan (2003)
encontraron que los meditadores, en comparación
con los no meditadores experimentaron un incre-
mento en la activación cerebral izquierda en las
zonas cerebrales anteriores y medias, un patrón
que se asocia a la presencia de una disposición
afectiva positiva.
estudios señalan también que la práctica de
mindfulness es capaz de provocar la lateralización a
la izquierda de la activación cerebral (simón, 2007). 
También se ha descubierto un efecto beneficioso
a nivel de sistema inmunitario. en el estudio de da-
vidson et al., (2003), todos los sujetos del estudio
(meditadores y no meditadores) recibieron una va-
cuna antigripal. entre la 4ª y la 8ª semana de la ad-
ministración de esta vacuna, se midieron los niveles
plasmáticos de anticuerpos de los sujetos y se en-
contró que aunque todos ellos experimentaban in-
crementos en dichos niveles, los sujetos
pertenecientes al grupo de meditadores tuvieron in-
crementos significativamente mayores que los suje-
tos del grupo control. la meditación potenciaba por
tanto la producción de anticuerpos. estos hallazgos
abren la posibilidad de poder estudiar con mayor de-
talle la influencia positiva que la práctica de mind-
fulness podría entregar al sistema inmunitario,
investigando por ejemplo, sobre los efectos en en-
HABILIDADES DEL TERAPEUTA Y MINDFULNESS
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fermedades autoinmunes, infecciones, procesos tu-
morales, etc. por lo anterior se podría decir que la
práctica de mindfulness influye positivamente en la
producción de anticuerpos.
finalmente, en trabajos desarrollados por lazar,
kerr, Wasserman, Gray, Greve, Treadway y fischl
(2005) demostraron la existencia de cambios estruc-
turales en el cerebro con la práctica de la meditación.
estudiaron los cerebros de 20 voluntarios occidenta-
les que poseían una amplia experiencia (unos 9 años
de promedio) en insight Meditation. el resultado más
destacado fue que en ciertas zonas del cerebro de los
meditadores existía un grosor mayor de la corteza ce-
rebral (comparado con los sujetos del grupo control).
las zonas ampliadas fueron la ínsula del hemisferio
derecho (asociada a la actividad interoceptiva y a la
consciencia de la respiración) y la corteza prefrontal
(áreas 9 y 10 de Brodmann) que se asocian clara-
mente a la atención sostenida. este trabajo de hölzel
carmody, Vangel, congleton, Yerramsetti, Gard y
lazar demostró que la experiencia de mindfulness,
no sólo provoca cambios funcionales transitorios,
sino que también deja huellas estructurales en el ce-
rebro. lo que significa que si la experiencia es sufi-
cientemente prolongada, produce cambios de rasgos
y no meramente de estado.
2. Evidencia psicológica:
a nivel psicológico, la evidencia indica que la
práctica sistemática de mindfulness genera múlti-
ples beneficios, los cuales se manifiestantanto a
nivel de auto percepción general del individuo
como en el desarrollo de habilidades específicas. a
continuación, se presenta un resumen de los prin-
cipales aportes a nivel psicológico reportados en re-
lación a la práctica de mindfulness (segal, Teasdale
y Williams 2002/2006):
- desarrollo de la habilidad para observar pensa-
mientos, emociones y sensaciones corporales tanto
negativas como positivas, sin dejarse llevar por las
reacciones automáticas que estas gatillan. esta ha-
bilidad abre la posibilidad de ampliar el repertorio
conductual explorando abordajes alternativos a las
situaciones cotidianas y por lo tanto, de relacionarse
con la experiencia de una manera nueva y más sana,
trascendiendo condicionamientos disfuncionales,
permitiendo así romper círculos viciosos que perpe-
tuán el stress.
- desarrollo de la capacidad de autorregulación
emocional. la autorregulación se define como el
proceso mediante el cual los seres humanos esta-
blecemos metas, objetivos y sub-objetivos y evalua-
mos el comportamiento propio en función de los
objetivos que nos hemos trazado, en un contexto de
retroalimentación constante. en este sentido,
Marsha linehan ha definido las características de
una deficiente regulación emocional como: 1) difi-
cultad para inhibir un comportamiento inapropiado
motivado por una emoción intensa; 2) dificultad
para organizarse uno mismo para lograr las metas
propuestas; 3) dificultad para regular la activación
fisiológica gatillada por el estado emocional in-
tenso; 4) dificultad para centrar la emoción cuando
el sujeto se encuentra emocionalmente estimulado.
esto se relaciona a lo que ekman (en Góleman,
2003) llama “periodo refractario”, o lo que david-
son (en Góleman, 2003) llama “función de recupe-
ración”, es decir, el tiempo que una persona queda
“a merced” de una emoción muy intensa, regre-
sando luego a un tono emocional “normal” o basal.
una pobre capacidad de autorregulación emocional,
tiene un sinnúmero de repercusiones desfavorables
en la vida de una persona, dificultando entre otras
cosas, el establecimiento de relaciones interperso-
nales maduras y un sentido estable de sí mismo
(self). la práctica sistemática de mindfulness ha de-
mostrado tener una particular efectividad en la me-
jora de la capacidad de autorregulación emocional,
pues disminuye el periodo refractario o de res-
puesta ante situaciones de adversidad y aumenta
tanto la frecuencia de las emociones positivas como
su expresión (Góleman, 2003).
en relación al stress, podríamos decir que la ca-
pacidad de autorregular las emociones se va debili-
tando debido al desgaste generalizado que se va
produciendo en el organismo a lo largo del tiempo,
por lo que eventos que antes eran inocuos para la
persona, pueden gatillar reacciones emocionales
desmedidas . la práctica del mindfulness podría
aportar en el manejo del stress en tanto permitiría al
individuo responder ante los eventos estresantes de
una manera más ajustada, tanto para él como para
su entorno.
-disminución de la tendencia a la rumiación de
pensamientos. se ha demostrado que la rumiación
de pensamientos es una de las causas de recaídas en
depresión (segal, Teasdale y Williams, 2002/2006).
esta tendencia, también observada en estados de an-
siedad y stress, incrementa los niveles de malestar,
aumentando la vulnerabilidad de la persona a croni-
ficar respuestas disfuncionales ante situaciones co-
tidianas. Mediante la práctica de la atención plena el
"canal" de la conciencia se entrena para ser "lle-
nado" con datos provenientes del momento pre-
sente, lo que ha demostrado tener un efecto positivo
en la disminución de patrones automáticos vincula-
dos a la depresión, ansiedad y stress.
respecto a la validación empírica, diversos estu-
dios sugieren que las intervenciones basadas en
mindfulness pueden ayudar al tratamiento de distin-
tos desórdenes, por ejemplo: trastornos psicosomá-
ticos, ansiosos y de la conducta alimentaria, entre
otros (Baer, 2003). esta práctica ayudaría a reducir
las puntuaciones de ansiedad y depresión en perso-
nas con trastornos de ansiedad (kabat Zinn, Massion,
kristeller, peterson, fletcher, y pbert, 1992) resulta-
dos que se han mantenido luego de 3 años de reali-
zados la intervención . los tratamientos basados en
CLAUDIO ARAYA-VÉLIZ Y BÁRBARA PORTER JALIFE
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DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXVi aGOsTO 20172
mindfulness han sido eficaces también en la dismi-
nución de la depresión y ansiedad (ramel, Goldin,
carmona y McQuaid, 2004), así como en la disminu-
ción del malestar psicológico, aumentando el grado
de bienestar subjetivo en que los pacientes conside-
ran haber alcanzado sus objetivos terapéuticos
(Weiss nordlie y siegel, 2005).
en la Tabla nº1, se presenta una síntesis de las
principales evidencias neurobiológicas y psicológica
de la práctica de Mindfulness.
Tabla 1: Síntesis de la evidencia empírica de beneficios de la práctica de Mindfulness presentada
neurOBiOlÓGicOs psicOlÓGicOs
- favorece procesos de abajo-arriba. - responder en vez de reaccionar.
- Beneficios sistema inmunitario. - se facilita la observación señales tempranas.
- Mayor activación hemisferio izquierdo (incremento emociones
positivas, mayor manejo emociones negativas).
- alta regulación emocional. 
- escasa rumiación mental.
- cambio en la morfología del cerebro.
- percepción basada en información fresca facilita flexibilidad
en la respuesta.
Basado en los efectos comprobados de la prác-
tica de mindfulness revisados, resulta interesante
preguntarse por el impacto que podría tener esta
práctica en el entrenamiento de habilidades terapéu-
ticas como la autoobservación y el autocuidado.
III. Mindfulness en el entrenamiento de
habilidades psicoterapéuticas.
1. Mindfulness y Autoobservación
la habilidad básica para poder observar un ob-
jeto es la atención. si no se presta atención o se hace
de una manera interrumpida y superficial, escasa-
mente se podrá observar y comprender realmente
aquello que se quiere observar. la práctica de mind-
fulness o atención plena, de acuerdo a hanh (1976)
tiene como componentes centrales la observación
de lo que ocurre en el momento presente (samadhi
en sánscrito) y una comprensión profunda (prajña en
sánscrito). no es una atención en un sentido pura-
mente cognitivo. se refiere más bien a la puesta en
práctica de una presencia plena en la experiencia, tal
cual esta se despliega en el momento presente,
francisco Varela (Varela, Thompson y rosch, 1997)
la denominó presencia plena-consciencia abierta.
esta capacidad de prestar atención de manera
sostenida en el tiempo es relevante en el terapeuta,
no solo para prestar atención a los consultantes,
sino que también para atender a la propia experien-
cia, que comprende pensamientos, sensaciones y
emociones durante la sesión. 
si bien, la atención es una capacidad natural, la
capacidad de focalizarla a voluntad y de mantenerla
de manera sostenida solo puede lograrse con entre-
namiento (Germer, siegel y fulton 2005). en pala-
bras de Germer, siegel y fulton (2005): “la práctica
del mindfulness es el antídoto para esta mente que
divaga (…) mindfulness es el ejercicio de traer de
vuelta la mente al presente, hasta cientos de veces,
durante una sesión” (p.59). es así como el terapeuta
entrenado en mindfulness puede desarrollar su ca-
pacidad para “estar presente” independientemente
de la cualidad del momento, sean estas experien-
cias agradables, desagradables o neutras. el tera-
peuta entrenado puede prestar atención y observar
sus pensamientos, emociones y sensaciones en el
momento en que éstas surgen, siendo una fuente
valiosísima de información para el proceso de la te-
rapia. sin una atención entrenada, lo más probable
es que la mente divagará y será capturada una y
otra vez por pensamientos, emociones o sensacio-
nes no necesariamente relacionadas a lo más inme-
diato y vivo del proceso terapéutico, sino más bien
referentes a los recuerdos y expectativas del tera-
peuta, “perdiéndose” así muchainformación del
momento presente. es así como la capacidad para
poder atender de manera sostenida es fundamental
para la autoobservación. 
la práctica sostenida de mindfulness permite
aprender a observar la emoción que surge en el mismo
momento en que emerge, así como también observar
las atribuciones y tendencias a actuar de manera au-
tomática (Germer, siegel y fulton 2005). la tolerancia
que brinda la práctica de mindfulness se caracteriza
por la capacidad de relacionarse con la experiencia
presente aun cuando ésta sea desagradable o dolo-
rosa. en este proceso la emoción intensa pierde su ca-
pacidad para intimidar (Germer, siegel y fulton 2005)
ya que podemos aprender a reconocerla, acogerla y
aceptarla sin resistirnos a ella, y por otro lado, a no de-
jarnos llevar automáticamente por el impulso que de
ella surge. lo anterior abre la posibilidad de ser cons-
cientes de lo que nos sucede sin ser “tomados” por la
emoción. esta es la capacidad que elizabeth Zetzel
HABILIDADES DEL TERAPEUTA Y MINDFULNESS
238
reVisTa arGenTina
DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXVi aGOsTO 20172
(1970) llamó “tolerancia a los afectos”, o bien, “volun-
tad para darle la cara a nuestras emociones”.
la tolerancia a los afectos es tremendamente im-
portante para los terapeutas. si un terapeuta es in-
capaz de tolerar sus propios afectos, puede
resultarle tremendamente difícil observar y tolerar
los afectos de sus pacientes. una baja capacidad
para tolerar afectos negativos puede facilitar que el
terapeuta se distancie de lo que necesita su paciente
al no entrar en ciertos aspectos de su experiencia o
excluir del proceso determinados ámbitos de la vida
frente a los que se siente incómodo o temeroso. de
esta manera, el terapeuta puede cerrar la posibilidad
de brindar un contexto seguro y cuidado para la ex-
ploración de emociones intensas y difíciles. la into-
lerancia a los afectos del terapeuta puede cerrar
prematuramente un proceso exploratorio necesario
y potente, volviendo la terapia un proceso árido y es-
téril, lo que puede ocurrir sin que este se dé cuenta
(Germer, siegel y fulton 2005).
2. Mindfulness y Autocuidado
uno de los factores mencionados dentro de las
características del terapeuta que favorece el cambio
terapéutico, es su propio bienestar. es reconocido el
impacto negativo del burnout y del estrés en la vida
cotidiana y en el trabajo. santibáñez et al. (2008) se-
ñala que el ajuste emocional del terapeuta se rela-
ciona directamente con el éxito terapéutico,
afirmando que un terapeuta perturbado no solo
puede impedir el cambio de su paciente, sino que
además puede ser iatrogénico. en este sentido, la
práctica de mindfulness, con sus componentes de re-
gulación emocional y mayor perspectiva de los pro-
pios pensamientos y sentimientos podría impactar
positivamente en el autocuidado, y por ende en la
efectividad terapéutica. Basados en la evidencia neu-
robiológica antes presentada (davidson et al., 2003;
Baer, 2003; siegel, 2007; simón, 2007) el cerebro del
practicante de mindfulness se va moldeando, facili-
tando una mayor apertura a vivenciar emociones po-
sitivas y también a autorregular emociones, sin caer
presos de ellas (Góleman, 2003). esto permite que el
tono emocional de base de la persona sea más posi-
tivo y estable, lo que, sin duda, predispone a esta-
blecer encuentros con otros de manera más abierta
y serena. lo anterior podría plantearse como un as-
pecto clave para facilitar una alianza terapéutica
fuerte, favorecedora del cambio terapéutico.
la crítica y el enjuiciamiento hacia sí mismo
puede ser una conducta en la cual el terapeuta
puede caer . desde la práctica de mindfulness se
puede entrenar la habilidad de autoobservación de
este mecanismo. se puede observar la tendencia a
autocriticarse, reconociéndose como un pensa-
miento y no como “la realidad”. según Germer, sie-
gel y fulton (2005) cuando esto ocurre, es posible
atestiguar la auto-critica como un pensamiento más.
el juicio comienza a perder su poder cuando se ob-
serva desde esta perspectiva. nos identificamos
menos con el mensaje y no nos perdemos en la ten-
tación de creerlo cierto. 
la práctica de la auto-aceptación implica enton-
ces volver una y otra vez hacia todo lo que surge en
la conciencia, incluyendo el prestar atención a los
patrones habituales de auto-criticismo, sin enjuiciar-
nos. en palabras del autor mencionado, “como todo
lo que se practica, la auto-aceptación se vuelve más
fuerte con el tiempo” (p. 62).
la práctica del mindfulness facilitaría el desarro-
llo de la auto-aceptación y la auto-compasión, ya
que ayudaría a que el terapeuta reconozca sus pa-
trones habituales de auto enjuiciamiento y crítica sin
dejarse llevar por ellos bajo la premisa de que son
“la realidad” y desarrollando una actitud compren-
siva hacia su propia experiencia (araya y Moncada,
2016; neff 2012). en la medida en que el terapeuta
se sienta más conforme consigo mismo, esta habili-
dad se trasladará naturalmente a sus pacientes.
Germer, siegel y fulton (2005) refiriéndose a la ca-
pacidad de auto-aceptación del terapeuta, señalan
que esta se extenderá espontáneamente hacia los
propios pacientes, proveyendo, para algunos de
ellos, la primera experiencia de una relación verda-
deramente digna de confianza, basada en la acepta-
ción incondicional y el respeto.
finalmente, Germer, siegel y fulton (2005) plan-
tean que la práctica del mindfulness permite al tera-
peuta darse cuenta de la manera en que construye
su mundo, permitiéndole “soltar” el aferramiento a
dichos constructos. la práctica de Mindfulness per-
mitiría que el terapeuta observe la arbitrariedad de
dicha construcción, por lo que puede reconocerla
como auto-creada, notando la forma en que le lleva
a sesgar la percepción de realidad. el terapeuta tiene
la posibilidad de reconocer que sus pensamientos
no son los hechos, sino simplemente una forma de
percibir la realidad en un determinado momento . al
aprender a observar el pensamiento discursivo y los
productos cognitivos como eventos y no necesaria-
mente como la realidad. en la medida en que el te-
rapeuta se vuelve más hábil en ver sus propias
maneras de interpretar, puede también mejorar su
capacidad de observar con más claridad las inquie-
tudes y recursos del consultante.
IV. Discusión
en vista de lo revisado, se podrían establecer vín-
culos entre los efectos de la práctica de mindfulness
y su influencia en la persona del terapeuta. podría
emerger a partir de ello el perfil de un terapeuta que,
basado en una práctica encarnada en su vida coti-
diana y en su trabajo, pueda desarrollar las habili-
dades de autoobservación y autocuidado, que
tienen un impacto significativo en el cambio terapéu-
tico. en detalle de cómo podría darse esta relación
en la tabla nº2.
CLAUDIO ARAYA-VÉLIZ Y BÁRBARA PORTER JALIFE
239
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DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXVi aGOsTO 20172
aún cuando no es posible establecer vínculos de
causalidad, sí sería posible establecer cierta relación
positiva entre la práctica de mindfulness y el surgi-
miento y/o desarrollo de determinadas habilidades y
actitudes en la persona del terapeuta relevantes para
el cambio terapéutico, lo que nos lleva a plantear la
relevancia de este entrenamiento en la formación de
cualquier psicoterapeuta, independientemente de su
marco teórico de base.
Queda aún el desafío de investigar empírica-
mente los mecanismos de influencia de la práctica
de mindfulness en la persona del terapeuta y en el
proceso terapéutico, de modo tal que se pueda afi-
nar, enriquecer y contrastar las reflexiones plantea-
das, se vuelve por tanto necesario realizar
investigaciones empíricas que permitan ir develando
el efecto de los programas de entrenamiento de
mindfulness en los psicoterapeutas.
 
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Tabla 2. Efectos de la práctica de Mindfulness en las habilidades del terapeuta
efecTOs de la prácTica de Mindfulness haBilidades en el TerapeuTa
- Mayor regulación emocional.
- Mejor manejo de emociones difíciles
- Mejora capacidad de empatizar con el consultante
- disminución rumiación mental.
- aumento escucha atenta
- aumento presencia terapéutica
- Mayor bienestar psicológico.
- aumenta capacidad de promover bienestar en consultante
- incremento capacidad de ofrecer alternativas ante dificultades.
- responder en vez de reaccionar
- aumenta tolerancia a las emociones difíciles
- Mayor tiempo para buscar posibilidades
- disminución del actuar impulsivo del terapeuta, posible acción del modeling
- alta observación ante señales tempranas
- Mayor asertividad al momento de actuar por parte del terapeuta.
- disminuye posibilidad de cometer errores o entrar en momentos difíciles.
- Mayor capacidad de detectar señales de stress antes de llegar al burnout
y realizar acciones de autocuidado oportunamente.
- percepción información fresca (proceso abajo-arriba)
- aumento capacidad de observar lenguaje corporal del consultante.
- Mayor claridad de diagnóstico fenomenológico y relacional, ajustado a la
evidencia del consultante.
- Mayor capacidad de comprender situación presente del consultante y la
relación terapéutica.
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