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Revista Argentina de Clínica Psicológica ISSN: 0327-6716 racp@aigle.org.ar Fundación Aiglé Argentina Estrada Aranda, Benito Correlaciones entre Estilo Personal del Terapeuta y Escalas Clínicas del MMPI-II Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXIII, núm. 2, agosto, 2014, pp. 153-162 Fundación Aiglé Buenos Aires, Argentina Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281943265006 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto http://www.redalyc.org/revista.oa?id=2819 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=2819 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281943265006 http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=281943265006 http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=2819&numero=43265 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281943265006 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=2819 http://www.redalyc.org 153 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 * Benito Estrada Aranda E-Mail:benito.estradaar@uanl.edu.mx REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICA XXIII © 2014 Fundación AIGLÉ. p.p. 153–162 correlaciones enTre esTilo Personal del TeraPeuTa y escalas clínicas del mmPi-ii Benito Estrada Aranda* Resumen El objetivo de este estudio es analizar la relación entre el Estilo Personal del Terapeuta y la Personalidad. Para lo cual se aplicaron el Cuestionario del Estilo Personal del Terapeuta (EPT-C; Fernández-Álvarez, García, Lo Bianco y Corbella, 2003) y el Inventario Multifacético de la Personali- dad de Minnesota-II (MMPI-II; Hathaway y Mckinley, 1995). La muestra del estudio estuvo compues- ta por 20 terapeutas en formación con una edad media de 23 años (DS=1,8). De estos, 10 son de último año de la licenciatura en Psicología y 10 psicólogos estudiantes de una Maestría en Terapia Breve. El análisis de los resultados mostró que los terapeutas de ambos niveles de estudio obtu- vieron puntajes elevados en la función expresiva del EPT-C, seguidos de la operativa., lo que indica un nivel alto de cercanía entre terapeuta y cliente. Los puntajes menos elevados fueron los de la función de involucración. Se presentan además resultados separando la muestra de terapeutas de Licenciatura y Maestría. La única correlación significativa y negativa fue entre la función atencional y la escala de Hipomanía (Ma) del MMPI. Palabras clave: Estilo personal del terapeuta, personalidad, formación de terapeutas, investi- gación en psicoterapia. Key words: Therapist’s personal style, personality, therapists in training, psychotherapy research. Introducción El Estilo Personal del Terapeuta (EPT) es un cons- tructo estudiado desde principios de la década de los años 90´s en la investigación en psicoterapia. Inicialmente la investigación en este campo estuvo más interesada en conocer cuáles aspectos técnicos y teóricos de la psicoterapia eran los decisivos para la promoción del cambio terapéutico en los pacien- tes. En las últimas décadas la investigación empíri- ca se ha ocupado de responder a la pregunta ¿por qué cambia la gente con la psicoterapia? Corbella, Fernández-Álvarez, Saúl, García y Botella (2008) ex- plican que en el transcurso de la última década, la investigación en psicoterapia se ha interesado cada vez más y de forma gradual en la figura del terapeu- ta como el principal promotor de este cambio en la terapia. Por otro lado, Rial, Castañeiras, García, Gó- mez y Fernández-Álvarez (2006) explican que luego de muchos años de investigación contamos con ha- llazgos significativos sobre las variables que partici- pan en el proceso y el resultado de la psicoterapia, a través de estudios centrados en las características del paciente, del terapeuta y en la relación terapéu- tica (Beutler, Malik, Alimohamed, Harwood, Talebi, y cols., 2004; Orlinsky y Howard, 1986; Orlinsky, Grawe y Parks, 1994; García y Fernández-Alvarez, 2007). Para Beutler, Consoli y Lane (2005), el bienestar del terapeuta, así como su personalidad juegan un importante papel en la medida en que es probable que medien de manera significativa en su capaci- dad para resonar enfáticamente con las fortalezas y logros de sus pacientes. Agregan además que el Estilo Personal del Terapeuta y su ajuste o desajuste con el paciente, es también una variable que puede influir significativamente en el resultado de la psico- terapia en base a la evidencia de estudios previos (Beutler, Moleiro y Talebi, 2002; Fernández-Álvarez, 2001). El EPT es definido el como el conjunto de con- diciones singulares que conducen a un terapeuta a operar de un modo particular en su tarea (Fernández- Álvarez, 1998; Fernández Álvarez, García y Sherb, 1998). Para Corbella y Fernández-Álvarez (2006) el EPT se refiere a las características habituales que cada terapeuta impone en su tarea como resultado bEnito Estrada aranda 154 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 de su peculiar manera de ser, más allá del enfoque de trabajo que utilice y de los requerimientos téc- nicos. En cuanto a la medición de este constructo en psicoterapia, Fernández Álvarez y García (1998) construyeron la primera versión del instrumento que evalúa el Estilo Personal del Terapeuta (EPT- C). Posteriormente los autores fueron revisando y perfeccionando el instrumento de evaluación del EPT alcanzando la versión más reciente (Fernández Álvarez y cols., 2003; Corbella y cols., 2008) repre- sentan cada función mediante una dimensión bipo- lar continua de la siguiente manera: 1) Instruccional: Instalación y ajuste del dispositivo terapéutico. Los terapeutas fluctúan entre flexibles y rígidos. 2) Ex- presiva: Manera de relacionarse afectivamente con el paciente. Los terapeutas fluctúan entre distantes y próximos. 3) Involucración: (compromiso). Modo en que el terapeuta se involucra con sus pacientes y con su tarea. Los terapeutas fluctúan entre menos y más comprometidos. 4) Atencional: Selección de los elementos necesarios para avanzar en el trabajo terapéutico. Los terapeutas fluctúan entre abiertos y focalizados. 5) Operativa: Modo de cumplimiento de las tareas. Los terapeutas fluctúan entre espon- táneos (intuitivos, no directivos) y pautados (regla- dos, directivos) Fernández-Álvarez (1998) propone algunas va- riables que participan en la construcción del Estilo Personal del Terapeuta: a) La posición socio-pro- fesional, b) La situación vital y la personalidad, la actitud y los posicionamientos, c) Los modos domi- nantes de comunicación que utiliza. En este trabajo estudiaremos si la personalidad se relaciona o no con algunas de las funciones del cuestionario EPT-C. Hoy en día algunos estudios han demostrado la asociación entre las características del terapeuta y la calidad de la relación terapéutica (Ackerman y Hil- senroth, 2001; Grete, 2004). Algunas evidencias que apoyan esta hipótesis han sido reunidas por McCon- naughy (1987). Los resultados de la investigación en psicoterapia de los últimos 40 años indican que no hay diferencias en cuanto a la efectividad entre los distintos enfoques de terapia para la mayoría de los problemas (Luborsky, Singer y Luborsky, 1975; Sloane, Staples, Cristol, Yorkston y Whipple, 1975; Smith, Glass y Miller, 1980). Para McConnaughy, son las variables del terapeuta, y en menor medida su formación teórica, la que determina la calidad y la eficacia de la terapia. En este sentido, McConnaughy (1987) afirma que las técnicas actuales empleadas por los terapeutas son de menor importancia que el carácter o la personalidad del terapeuta. Para este autor, los terapeutas seleccionan las técnicas y las teorías debido a lo que son como personas, en este sentido, concluye que las estrategias de la terapia son manifestaciones de la personalidad del terapeuta. Encuanto al uso del MMPI para exami- nar los perfiles de los terapeutas, Garfield y Bergin (1971) encontraron que los terapeutas que puntua- ron bajo en esta prueba en trastornos emocionales resultaron más efectivos en disminuir la depresión y la actitud defensiva en sus pacientes que aquellos terapeutas que resultaron tener un perfil de trastor- nos emocionales. Por otro lado, el estudio de Wogan (1970) encontró que el clima emocional general de la terapia es afectado por los tipos de personalidad (ej. “expresiva” o “represiva”) de los terapeutas. En este sentido, McConnaughy (1987) comenta que los terapeutas expresivos al caracterizarse por ser bien apreciados y sentirse menos a la defensiva en la ex- presión de disforia son más eficaces, mientras que los terapeutas que fueron menos eficaces fueron menos apreciados y tenían una tendencia a negar características de personalidad negativa (Wogan, 1970). Por otro lado, Grete (2004) menciona que algu- nos autores han encontrado que tanto las carac- terísticas del terapeuta como el uso que haga de distintas técnicas de exploración pueden impactar en el proceso y el resultado de la psicoterapia (Hen- ry, Schacht y Strupp, 1986). Por ejemplo, pacientes cuyos terapeutas tienen puntuaciones elevadas de hostilidad introyecta, no reportan cambio o bien, re- portan cambios negativos en psicoterapias de cor- ta duración (Henry, Schacht y Strupp, 1990; Henry, Schacht, Strupp, Butler y Binder, 1993; Henry, Strupp, Butler, Schacht y Binder, 1993). En esta línea, Grete (2004) habla sobre el Estilo Personal de Apego del Terapeuta (EPAT) como un factor que ejerce influencia en el proceso de la psi- coterapia y por lo mismo, en la relación terapeuta- paciente, en lo particular en el nivel de seguridad, lo cual tiene un impacto en la habilidad para responder terapéuticamente a las necesidades individuales de cada paciente. La evidencia que aporta sobre esto la autora, son los trabajos sobre el impacto del EPAT sobre la relación terapéutica (Dozier, Cue, y Barnett, 1994; Tyrrell, Dozier, Teague y Fallot, 1999) y sobre el Estilo de Apego de Ansiedad y su significativo efecto en la relación terapéutica en el curso de la terapia (Sauer, Lopez y Gormley, 2003). También encuentra que este Estilo de Apego de Ansiedad ha sido asociado con la búsqueda de seguridad en relaciones cercanas, mientras que personas con un Estilo de Apego Evitativo tienden a poner mayor én- fasis en ganar el control en la relación (Mikulincer, 1998). Por otro lado, un Estilo de Apego Preocupado ha sido asociado con mayor intensidad emocional y una mayor atención a la propia intensidad emo- cional del terapeuta en comparación con el Estilo de Apego Seguro (Dozier y Kobak, 1992). Por último, señala que el Estilo de Apego Seguro puede ayudar correlaciones enTre esTilo Personal del TeraPeuTa y escalas clínicas del mmPi-ii 155 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 a construir una experiencia de seguridad en la rela- ción terapéutica (Mallinckrodt, Gantt y Coble, 1995). El propio trabajo de Grete (2004) aporta datos sobre la personalidad del terapeuta y del paciente en psicoterapia dinámica, encontrando que tera- peutas que habían experimentado buen cuidado parental hacían menos interpretaciones, mientras que terapeutas que tuvieron más introyecciones ne- gativas usaron una proporción más alta de interpre- tación. El estudio concluye que la personalidad del terapeuta está asociada con la interpretación en la psicoterapia dinámica y que tiene un impacto como facilitador de interpretación. Por último, algunos estudios sobre la persona- lidad del terapeuta, han incluido el estudio de al- gunas variables del terapeuta, tales como el ajuste emocional, habilidades de relación, la habilidad de provocar la participación del paciente, credibilidad, actitud directiva y orientación teórica (Lafferty, Beut- ler y Crago, 1989). Las principales conclusiones del estudio de Lafferty, Beutler y Crago (1989) revelan que las variables de los terapeutas que son los me- jores indicadores de eficacia se relacionan con las experiencias de los participantes durante la terapia en contraste con los rasgos fuera de la terapia como el ajuste emocional del terapeuta, la credibilidad del terapeuta o su orientación teórica. Este resultado es consistente con una revisión teórica sobre el tema (Beutler, Crago y Arizmendi, 1986). Los resultados del estudio mencionado apoyan la importancia de la empatía del terapeuta para una psicoterapia efecti- va, ya que uno de los resultados es que los terapeu- tas menos efectivos fueron los que tuvieron meno- res niveles de comprensión empática. La investigación sobre el EPT y la personalidad del terapeuta, y sobre la influencia de la personali- dad del terapeuta en el proceso de la terapia y sus resultados, son temas que aún no están lo suficien- temente explorados (Thompson, Brossart, Carlozzi y Miville, 2002) y en particular en el marco de la psico- terapia en México, por lo cual, nos interesa conocer qué tipos de personalidad se relacionan con alguna de estas funciones terapéuticas en terapeutas en formación mexicanos. Después de la revisión de los antecedentes nos planteamos como objetivo en este trabajo estudiar la relación entre las funciones del EPT-C y la personalidad en una muestra de tera- peutas jóvenes en formación, tanto en licenciatura como en maestría. Metodología El diseño del estudio fue de corte no experimen- tal transversal. La muestra está integrada por 20 terapeutas en formación. 10 terapeutas estudiantes de último año de la Licenciatura en Psicología y 10 terapeutas psicólogos estudiantes de primer año de una maestría en terapia breve (bajo un enfoque integrativo entre la terapia sistémica y la cognitivo- conductual), ambas de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). En total son 14 terapeutas mujeres y 6 terapeutas varones. Todos los terapeutas son solteros, y la edad media de la muestra es de 23,10 años con una desviación estándar de 1,80. Con una edad mínima de 21 años y una máxima de 26 años. Instrumentos Cuestionario del Estilo Personal del Terapeuta (EPT-C; Fernández Álvarez y cols., 2003). El EPT-C es un instrumento de autoinforme de 36 ítems los cuales evalúan las distintas funciones (Ins- truccional, Expresiva, de Involucración, Atencional y Operativa, del Estilo Personal del Terapeuta. Las respuestas se registran en una escala tipo likert de 1 a 7 que puntúa el menor o mayor nivel de acuerdo con las afirmaciones de cada ítem. Se han reportado propiedades psicométricas satisfactorias, como una buena consistencia interna y adecuada validez fac- torial (Fernández Álvarez y cols., 2003). Cuestionario Multifacético de Personalidad Minessota-II (MMPI-II; Hathaway y Mckinley, 1995). El MMPI-2 es uno de los instrumentos más im- portantes y utilizados que existen para evaluar la personalidad, en particular esta es una versión ac- tualizada y revisada en profundidad adaptado al es- pañol y estandarizado para México. Su aplicación es para sujetos a partir de una edad de 19 años y hasta los 65 años. El cuestionario aporta información so- bre la estructura de la personalidad y sus posibles trastornos. Cuenta con escalas de validez, escalas clínicas (básicas), escalas de contenido, escalas su- plementarias y subescalas. Procedimiento Se invitó a participar a 10 estudiantes del último año de la licenciatura en Psicología y a 10 psicólogos titulados que cursan el primer año de una Maestría en Terapia Breve a los cuales se les suministró una carta de consentimiento informado en donde se les informó de la investigación y en la que firmaron au- torizando el uso de sus respuestas con fines acadé- micos en estricto apego a los principios éticos de la investigación en psicología. Se aplicaron las prue- bas de manera colectiva utilizando dos sesiones. Del MMPI-II (Hathaway y Mckinley, 1995) soloson consideradas las escalas clínicas para su posterior bEnito Estrada aranda 156 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 análisis de correlación (r de Pearson) con las funcio- nes del EPT-C (Fernández Álvarez y cols. 2003). Resultados La tabla 1 muestra que tanto en terapeutas de licenciatura como de maestría, se encontró que la función terapéutica del EPT-C que obtuvo un pun- taje más alto fue la función expresiva (M= 35,45), seguida de la función operativa (M= 27,25). La pri- mera de ellas, de acuerdo a los autores del instru- mento, remite a una manera de relacionarse afec- tivamente con el paciente, caracterizada por una mayor proximidad. (Corbella y cols., 2008). Por otro lado, la función que obtuvo un puntaje más bajo en los 20 terapeutas fue la función de involucración. Al hacer los análisis por separado, los estudian- tes de licenciatura obtuvieron un puntaje alto en la función instruccional, la cual habla acerca de la instalación y el ajuste del dispositivo terapéutico, siendo estos terapeutas más bien rígidos (Corbella y cols., 2008). En cambio, la función operativa fue la segunda más alta en los terapeutas de maestría, la cual de acuerdo a Corbella y cols. (2003) habla acer- ca del modo de cumplimiento de las tareas como terapeuta, y los muestra más bien pautados. Estos resultados pueden constatarse en la tabla 2. Se compararon cada uno de los estilos del te- rapeuta de acuerdo al grado de estudios mediante la prueba U de Mann Whitney y no se encontraron diferencias significativas (p >0,05), por lo que no se detectan diferencias en los estilos del terapeuta en los estudiantes de uno u otro grado académico. También se comparan los tipos de personalidad de acuerdo al grado de estudios mediante la prueba U de Mann Whitney y no se encuentran diferencias significativas (p >0,05), por lo que no se detectan diferencias en el tipo de personalidad en los estu- diantes de uno u otro grado académico. Debido a esto se procede a tratarlos como un solo grupo para identificar las correlaciones entre las variables. Cabe señalar que de la muestra de 20 alumnos, se elimi- naron los datos arrojados en la prueba de MMPI de un participante, ya que los índices de validez de la prueba (Escalas L, F y K) lo ubicaban como un perfil no válido por sus puntajes T (L= 38 F=114 K=32). Por tal motivo, los análisis que implicaban resulta- Tabla 1. Medidas de tendencia central de las funciones del EPT-C ATENCIONAL EXPRESIVA INSTRUCCIONAL INVOLUCRACIÓN OPERATIVA N Válidos 20 20 20 20 20 Perdidos 0 0 0 0 0 Media 22,5000 35,4500 26,3000 19,9000 27,2500 Mediana 23,0000 37,0000 26,0000 20,000 28,0000 Desv. típ. 3,99342 6,5411 5,32225 5,9462 5,31012 ESCOLARIDAD ATENCIONAL EXPRESIVA INSTRUCCIONAL INVOLUCRACIÓN OPERATIVA Terapeutas de Licenciatura N Válidos Perdidos 10 0 10 0 10 0 10 0 10 0 Media 21,3000 32,4000 27,8000 19,5000 25,5000 Mediana 23,0000 32,5000 28,0000 20,5000 25,0000 Desv. tip 3,9762 6,50128 4,66190 4,74342 4,50309 Terapeutas de Maestría N Válidos Perdidos 10 0 10 0 10 0 10 0 10 0 Media 23,700 38,5000 24,8000 20,3000 29,0000 Mediana 23,00 38,0000 24,5000 20,0000 29,0000 Desv. tip 4,2700 5,23344 5,5036 7,19645 5,69600 Tabla 2. Medidas de tendencia central por nivel de estudios correlaciones enTre esTilo Personal del TeraPeuTa y escalas clínicas del mmPi-ii 157 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 dos con MMPI-II fueron considerados con un total de 19 participantes. La tabla 3 muestra que en cuanto al tipo de per- sonalidad, se encontró que las escalas con puntua- ciones medias más altas en la muestra en orden de mayor a menor fueron: la escala clínica de Histeria (Hi), Hipomanía (Ma), Desviación psicopática (Dp), Paranoia (Pa) y Psicastenia (Pt) y Depresión (D). Mientras que las escalas con puntuaciones medias bajas fueron: la escala de esquizofrenia (Es) y la es- cala clínica de Introversión Social (Is). Por otro lado, entre las funciones del EPT-C co- rrelacionaron significativamente, en primer lugar, a función expresiva con la operativa, es decir; cuanto más próximos sean los terapeutas tenderían a ser más pautados. También correlacionaron la función atencional con la función operativa, es decir; que cuanto más focalizados y activos sean los terapeu- tas tenderían a ser más pautados. Esto es compati- ble con trabajos anteriores (Corbella y cols., 2003) Tabla 3. Distribución de medidas de tendencia central de las escalas del MMPI-II N MÍNIMO MÁXIMO MEDIA DESV. TÍP. L_ToTc 19 34 63 48,58 9,185 F_ToTc 19 34 54 42,42 6,406 K_ToTc 19 38 65 54,47 8,356 Hs_ToTc 19 37 63 48,58 8,147 D_ToTc 19 31 71 49,1 9,073 Hi_ToTc 19 38 63 52,21 7,962 Dp_ToTc 19 38 63 50,89 7,047 Mf_ToTc 19 32 75 46,47 10,849 Pa_ToTc 19 36 67 50,00 7,047 Pt_ToTc 19 37 65 49,16 7,690 Es_ToTc 19 36 75 45,16 8,909 Ma_ToTc 19 32 77 51,42 11,077 Is_ToTc 19 30 53 41,79 6,382 N válido (según lista) 19 Tabla 4. Correlaciones entre las funciones del EPT * La correlación es significativa al nivel 0,05 (bilateral). ATENCIONAL EXPRESIVA INSTRUCCIONAL INVOLUCRACIÓN Atencional r p Expresiva r 0,420 p 0,065 Instruccional r 0,217 -0,020 p 0,359 0,934 Involucración r 0,239 0,159 -0,157 p 0,311 0,503 0,509 Operativa r 0,499* 0,535* 0,434 -0,175 p 0,025 0,15 0,056 0,461 bEnito Estrada aranda 158 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 La tabla 5 muestra las correlaciones significati- vas entre las escalas de validez y las escalas clínicas de tipos de personalidad Las correlaciones que se encontraron en las es- calas clínicas del MMPI fueron las siguientes: La es- cala de Hipocondriasis (Hs) correlaciona de manera positiva y significativa con las escalas de Depresión (D), Histeria (Hi), Desviación Psicopática (Dp), Para- noia (Pa) y Esquizofrenia (Es). La escala de D, a su vez, correlaciona de manera positiva y significativa con Hi, Pa y Es. Con lo que respecta a la escala de Hi se encontraron correlaciones positivas significativas con la Dp, Pa y Es. La escala clínica de Psicastenia (Pt) correlaciona de manera significativa y positiva con Pa y Es. Esta última a su vez correlaciona signi- ficativamente con las escalas de Dp, Masculinidad- Feminidad (Mf) y Pa. Al correlacionar las funciones del EPT con los ti- pos de personalidad del MMPI-II encontramos que la escala de Hs correlaciona de manera significati- va y negativa con el estilo instruccional (r=-0,501) (p >0,05), de manera que a mayor Hipocondriasis esperaríamos encontrar que la función instruccio- nal sea más bien flexible por parte del terapeuta. La función atencional, también correlacionó de ma- nera negativa y significativa en un nivel de p >0,05 con las escalas de Paranoia (Pa), Hipomanía (Ma), y la escala de validez F con puntajes r = (-0,646), r = (-0,506) y r = (-0,498). Con estos resultados po- demos comprender que mientras más focalizados sean los terapeutas en la función atencional; espe- raríamos encontrar menor paranoia, mayor energía psicológica y menores barreras y defensas persona- les. Por último, la función operativa, correlaciona de manera positiva y significativa con la escala de Psi- castenia (Pt) (r =0,460) (p>0,05); es decir, en un te- rapeuta pautado en lo operativo, esperamos encon- trar puntajes de moderados a elevados en la escala de psicastenia y obsesión. Las escalas clínicas del MMPI arrojan informa- ción amplia y considerada que exceden los límites de esta investigación; sin embargo, es importante señalar que cuatro participantes se situaron por en- cima del rango promedio en las escalas de Mf, D, Es, Ma y Pa. Tabla 5. Correlaciones entre escalas MMPI-II **La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).*La correlación es significativa al nivel 0,05 (bilateral). Hs_ToTc D_ToTc Hi_ToTc Pt_ToTc Dp_ToTc Mf_ToTc Pa_ToTc D_ToTc 0,582** Hi_ToTc 0,766** 0,510** Dp_ToTc 0,465* 0,512* Pa_ToTc 0,462** 0,467* 0,530** 0,488Es_ToTc 0,564* 0,566** 0,488* 0,653* 0,545* 0,497* 0,550** Tabla 6. Correlación entre funciones del EPT y Escalas MMPI-II *La correlación es significativa al nivel 0,05 (bilateral). ** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral). Hs_ToTc Pa_ToTc Pt_ToTc Ma_ToTc F_ToTc Atencional Correlación de Pearson -0,170 -0,646(**) -0,213 -0,506(*) -0,498(*) Sig. (bilateral) 0,486 0,003 0,381 0,027 0,030 N 19 19 19 19 19 Instruccional Correlación de Pearson -0,501(*) -0,405 -0,408 -0,146 -0,052 Sig. (bilateral) 0,029 0,086 0,083 0,551 0,833 N 19 19 19 19 19 Operativa Correlación de Pearson -0,314 -0,372 0,460(*) 0,216 -0,225 Sig. (bilateral) 0,190 0,116 0,048 0,374 0,353 N 19 19 19 19 19 correlaciones enTre esTilo Personal del TeraPeuTa y escalas clínicas del mmPi-ii 159 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 Discusión El objetivo principal de este trabajo fue el de estudiar la relación entre el Estilo Personal del Te- rapeuta y algunas escalas clínicas del MMPI-II. Los resultados indican que los terapeutas obtuvieron los puntaje más elevados en la función expresiva, es decir se mostraron próximos (tanto de licenciatura como de maestría). El segundo puntaje más elevado fue en la operativa. Mediante sus acciones los tera- peutas podrían lograr una comunicación emocional (empatía, regulación emocional), mostrando tole- rancia ante la exposición de sus propios estados de ánimo o ante las reacciones emocionales del pacien- te (Castañeiras, Ledesma, García y Fernández-Álva- rez, 2008). Observamos que este resultado es con- gruente con lo reportado en estudios previos con terapeutas en Guatemala (Vides, Grazioso y García de la Cadena, 2012). En cambio, la función con va- lores más bajos en el EPT-C fue la de involucración, lo que significa una menor involucración con sus pa- cientes y con su trabajo. Este resultado es similar a lo encontrado en estudios previos (Castañeiras y cols., 2008). Por otro lado, en la segunda función más próxi- ma en los terapeutas de la muestra si hay diferen- cias entre los terapeutas de licenciatura y los de maestría, este resultado quizás tenga que ver con el nivel de estudios, ya que los terapeutas de licen- ciatura fueron más rígidos en la dimensión instruc- cional, reglas y normas (encuadre de la terapia), y la prescripción de tareas a cumplirse en el curso de las sesiones. En cambio, a diferencia de los terapeutas de Licenciatura, los de Maestría, se mostraron más pautados en la dimensión operativa, probablemen- te al tener algo más de experiencia que los prime- ros, lo que les permitió ser más planeados, en tér- minos del grado de influencia o de directividad con que operan en la terapia y su preferencia por llevar a cabo las intervenciones y las técnicas de manera más pautada que espontánea (Castañeiras y cols., 2008). Al parecer, la característica de los terapeutas de licenciatura fue una “mayor rigidez” en la dimen- sión instruccional, mientras que en los de Maestría, una tendencia “más pautada” en la dimensión ope- rativa. La escala K en la muestra mostró una media de M= 53,35 y una desviación típica de DT= 9,6. Mien- tras que la escala F una media de M= 46,00 y una desviación típica de DT= 17,17. Hathaway y Mckin- ley (1995) explican que una puntuación por encima de la media en la escala K, puede reflejar una “forma sutil de aparentar estar bien y de resistencia a apa- recer incompetente, mal adaptado o sin control so- bre su propia vida” (p.36). En cuanto al resultado de la escala F, podemos decir que al estar por debajo de la media, implica que las respuestas de los tera- peutas no fueron hechas al azar o bajo simulación, sino más bien de forma honesta, salvo el caso par- ticular de uno de los participantes cuya puntuación en F invalidó su prueba. En cuanto al tipo de personalidad, la generalidad de los perfiles de los participantes mostró puntua- ciones promedio, es decir, no exceden los rangos establecidos para hablar de psicopatía en ninguno de ellos; no obstante se presenta un análisis de sus rasgos de personalidad y el estilo de terapia con puntuación elevada o bien puntuaciones bajas. Es importante señalar que los participantes 3, 4, 5 y 19 son los que se situaron por encima del rango prome- dio. Por otro lado, al descubrir en la muestra que Hs correlaciona de manera significativa y negativamen- te con el estilo instruccional (r = -0,501) (p >0,05) y al observar que la puntuación media de la esca- la Hs en la muestra fue de 48,58 podemos analizar que mientras los terapeutas sean más equilibrados y abiertos emocionalmente (es decir, dentro de un nivel de puntuación T medio), así como realistas y con capacidad de insight, serán más flexibles en la instalación y ajuste del dispositivo terapéutico. Po- siblemente esto les permitirá establecer con flexibi- lidad el encuadre terapéutico. En cuanto a la función atencional, correlacionó también de manera negativa y significativa (p >0,05) con las escalas de Pa, Hi, y la escala de validez F con puntajes r = (-0,646), r = (-0,506) y r = (-0,498). La dimensión atencional es una función básica de los terapeutas relacionada con la búsqueda de informa- ción necesaria para operar terapéuticamente (Cas- tañeiras y cols., 2008), se relaciona con la capacidad receptiva frente a lo que manifiesta el paciente. Esta función mide en qué medida cada terapeuta movi- liza los mecanismos atencionales en la sesión. Los terapeutas de este estudio mostraron puntajes me- nores en esta función, con lo cual se caracterizaron por la apertura, indicando que abren su atención a todo lo que pasa en la sesión, en lugar de focalizarla hacia algo en particular. El hecho de que esta fun- ción haya correlacionado de forma negativa con Pa, podría tener significado en esta muestra, ya que se trata de terapeutas en formación, sobre todo para los terapeutas de maestría. Realizan supervisión en vivo en cámara Gesell, siendo observados por el equipo terapéutico (otros terapeutas en formación y su supervisor) y esto puede resultar ansiógeno para algunos terapeutas jóvenes. No obstante, el hecho de mostrar un estilo atencional más abierto en el EPT-C, parecería favorecer la formación, ya que al correlacionar negativamente también con la escala F, habla de menores defensas personales. La función operativa, correlaciona de manera positiva y significativa con la escala de Psicastenia bEnito Estrada aranda 160 REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICAVol. XXIII 2 AGOSTO 2014 (Pt) (r =0,460) (p >0,05); es decir, en un terapeuta más bien pautado y menos espontáneo (como los terapeutas de este estudio), esperamos encontrar puntajes de moderados a elevados en la escala de psicastenia y obsesión. Podemos interpretar a partir de las correlaciones significativas en las escalas clínicas que la escala de Hipocondriasis al correlacionar de manera positiva y significativa con las escalas de Depresión, Histe- ria, Desviación Psicopática, Paranoia y Esquizofre- nia, implican mayor desgaste psicológico y a su vez menor estabilidad emocional; las dificultades per- cibidas en su entorno (social, académico, familiar) precisan de una inversión emocional que podría tra- ducirse en episodios depresivos, o bien tensión psí- quica y explosiones emocionales, considerar al me- dio como amenazante y recurrir al aislamiento como un modo de afrontamiento a la demanda emocional (Graham, 2000). La escala de Depresión, a su vez, correlaciona de manera positiva y significativa con Histeria, Para- noia y Esquizofrenia. Cuando las circunstancias son adversas y hay malestar y sensación de abatimiento y tristeza, es común que se presenten ambivalen- cias y desbordamiento emocional característicos de la histeria (Butcher y Williams, 1992). Por otro lado, una persona que tiene pensamientos negativos y percibe al mundo como hostil o agresivo puede ma- nifestarlo con autoagresiones características de la depresión, a manera de afrontamientoy evitando confrontar al medio, bien sea por su sentimiento de incapacidad y abatimiento o por agresiones veladas a los que le rodean (Katz, 1974). La escala clínica de Esquizofrenia correlaciona significativamente con la de Paranoia, Desviación Psicopática y la escala de Masculinidad-Feminidad. Esta es una escala muy heterogénea y la interpre- tación puede variar dependiendo de la situación cotidiana. Sin embargo, está presente la extrañe- za social o enajenación y/o alienación, aunque no necesariamente se interprete como una patología (Gómez-Maqueo y León Guzmán, 2003). Cabe seña- lar que aunque hay elevaciones significativas en los perfiles de cuatro participantes no necesariamente se determinan como patológicos, ya que la combi- nación de la relación en las escalas refleja sus ajus- tes sociales y el afrontamiento y utilización de sus recursos. No obstante, bajo ciertas condiciones ad- versas, probablemente reaccionarán con acentua- ciones de estos rasgos (depresión, mala adaptación de rol de género, episodios hipo-maniacos, extrañe- za social, y paranoia). Una limitación de nuestro estudio es el tamaño de la muestra. No obstante, los resultados han sido interesantes aunque pueden considerarse de carác- ter preliminar ya que es necesario continuar el estu- dio del Estilo Personal del Terapeuta y su relación con la personalidad. Conclusiones Encontramos que la relación entre las escalas clí- nicas es lo que en general reporta la literatura sobre personalidad medida a través del MMPI. Las escalas de esta prueba fueron concebidas como dimensio- nes cuantificables que reflejan características psi- cológicas de personalidad (Gómez-Maqueo y León Guzmán, 2003). Dentro del factor I de la prueba se encuentran las escalas de Hipocondriasis, Depresión, Histeria, Desviación Psicopática, Masculinidad-Femineidad, Paranoia y Esquizofrenia; los resultados de correla- ción de estas escalas en la presente investigación se ajustan a este factor. De manera que las perturba- ciones y expresiones emocionales de estas escalas se espera estén relacionadas con malestar y des- ajuste ante las demandas cotidianas y constituyen un agravante a la adaptación social. Es necesario precisar que estos resultados son rasgos de perso- nalidad cuya interpretación siempre será limitada, a pesar de los estudios de validez y confiabilidad de la prueba (Lucio y cols., 1997). Además, para fines del estudio de la relación entre personalidad y Estilos terapéuticos es posible que sea necesario valorar otras variables tales como situación vital, comuni- cación y ahondar en ellas a manera de caso-clínico en futuras investigaciones. Por último, sería interesante continuar con la investigación del EPT usando el EPT-C (Fernán- dez- Álvarez y cols., 2003) para estudiar su ajuste o desajuste tanto con la personalidad del paciente así como la del terapeuta en muestras de mayor ta- maño, con el objetivo de observar su impacto en los resultados de la psicoterapia (quizás bajo un diseño longitudinal), y similar a la línea de estudio de Larry Beutler, sobre el trabajo realizado con la Selección Sistemática del Tratamiento (Beutler y Clarkin, 1990; Beutler, Consoli y Lane, 2005) en donde también se ha usado el MMPI para la evaluación de la persona- lidad, aunque en este caso, del paciente. BIBLIOGRAFÍA Ackerman S.J. y Hilsenroth, M.J. (2001). 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The measurement used were the Therapist’s Personal Style questionnaire (PST-Q; Fernández-Álvarez, García, Lo Bianco y Corbella, 2003) and the Minnesota Multiphasic Personality Inventory-II (MMPI-II; Hathaway & McKinley, 1995). The study sample consists of 20 therapists in training with a mean age of 23 years (SD = 1,8). 10 Therapists are under graduated on Psychology and 10 psychologist’s students of a Master on Brief Therapy. The analysis of the results indicates that therapists of both levels of studies were emotionally near first with the expressive function of PST-Q, followed by operational function. indicating a high level of closeness between therapist and client. While near were less involvement function. It also presents sample results separating the undergraduate and Master degree students. The only significant negative correlation was between attentional function and scale of Hypomania (Ma).
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