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Usos tecno políticos para la participación. Aproximación a los públicos internautas en la campaña 
electoral de 2008 en España. 
Sánchez Duarte, Blanco y Poletti. 
 
 
Objetivo 
A través del relevamiento de datos sobre el uso ciudadano de las nuevas tecnologías para la percepción, 
deliberación y movilización electorales se intenta definir el grado de participación de los públicos 
internautas en la campaña de 2008. 
 El objetivo era generar datos con suficiente validez interna y externa para dar cuenta de los usos 
y las percepciones “reales” de la ciudadanía sobre la ciberpolítica. Sólo de este modo podemos establecer 
la distancia existente entre la retórica dominante generada por el sistema político informativo y las 
prácticas sociales efectivas. Sólo así también podremos evaluar, replicando análisis sistemáticos en 
posteriores comicios y estableciendo comparaciones longitudinales, la progresiva implantación de las 
TIC, siempre sujeta a valoraciones interesadas. Por ello, nada mejor que preguntar a los ciudadanos (con 
encuestas) y escucharles (en grupos de discusión). 
 
Metodología 
Se realizaron dos encuestas on line y seis grupos de discusión sobre el público internauta. La encuesta 
estuvo más asentada sobre usos y consumos de medios de comunicación y con esos datos se pudo 
construir subgrupos/perfiles con rutinas tecno políticas diferenciadas. 
Hablan de públicos porque los perfiles son plurales y los usuarios de internet son autónomos. Se 
distinguen de las audiencias de los medios tradicionales, que tienen asignado un papel más pasivo, ya 
que sus categorías y perfiles se fijan según estudios de mercado con objetivo de lucro; en principio, 
distinto o antagónico al académico. Mientras el marketing identifica consumidores, la comunicación 
política estudia a la ciudadanía. 
 Las dos encuestas on line fueron en la semana posterior a las elecciones de 2008. Una era para 
los internautas en general (1205 casos) y la otra con los internautas intensivos, es decir, quienes se 
conectaban al menos 2 veces al día (1005 casos). Los resultados de las encuestas a los internautas 
generales e intensivos son similares entre sí (lo que permite confiar en la validez interna). Ambas 
siguieron un muestreo estructural por cuotas de sexo, edad, nivel de estudios y comunidad autónoma (el 
marco muestral era el de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación-Estudio 
General de Medios, institución de referencia en España sobre las audiencias y que fija el valor 
publicitario de los distintos medios. El universo no es, por tanto, el de la población sino el de las y los 
internautas, lo que explica diferencias significativas respecto a otros sondeos. 
 Los internautas (todos) se diferencian del resto de españoles en que son un colectivo más joven, 
con mayor nivel de estudios y mayor peso de varones que de mujeres. También destaca su localización 
geográfica (más catalanes y madrileños, y menos andaluces respecto a la población de estas 
comunidades), así como unos niveles de ingresos superiores a la media. Los porcentajes de internautas 
que se consideran de derechas y de centro no difieren de los de la población general. En cambio, sí 
aumenta significativamente el peso de quienes se consideran de izquierdas y disminuye el de quienes no 
responden (sentido de la intimidad menos pronunciado). 
 Realizaron seis grupos de discusión la semana posterior a las elecciones de 2008 intentando 
explorar la relación entre uso de las TIC y nivel de participación política. A través de esta herramienta 
metodológica exploraron cómo una amplia gama de participantes interactuaron con y reflexionaron sobre 
los usos tecnopolíticos en tiempo electoral. El moderador tenía una agenda oculta previamente definida 
que se centraba en los usos novedosos de las TIC y en el perfil de los ciberavtivistas. 
 Con la dimensión edad se formaron dos grupos: uno de generaciones jóvenes y otros de 
generaciones mayores. La frontera fue establecida en los 40 años. El grupo entre 18 y 40, debido a la 
escolarización, uso de tiempo libre o trabajo, estaban muy familiarizadas con los ordenadores e Internet, 
comparados con las generaciones de más edad (41 o +). 
 La segunda dimensión fue ideológica, para la cual seleccionamos votantes con diferentes 
ideologías: votantes de derecha y de izquierda. 
 Tercera dimensión: activismo. Se intenta mostrar una visión privilegiada de gente vinculada a 
organizaciones o movimientos sociales. El activista online es un usuario activo (en la producción de 
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contenido, reenvío de e-mails, etc.) de la Red con propósitos políticos y una conexión directa o indirecta 
con organizaciones sociopolíticas. Se formaron 2 grupos más: ciberactivistas partidarios entre los 
ciudadanos conectados con las dos opciones ideológicas partidarias principales, el PP y el PSOE: y los 
ciberactivistas sociales entre los ciudadanos conectados con las organizaciones de algún movimiento 
social en el nivel local o nacional. 
 
Algunos resultados 
Comparando las dos encuestas realizadas hay escasas diferencias entre ambos grupos: un mayor uso de 
Internet no incrementa la frecuencia ni la intensidad de las prácticas tecnopolíticas. Además, estas 
prácticas revisten aún un carácter pasivo, predominando la consulta de información o los reenvíos de 
mensajes. 
 En cuanto al consumo de información digital durante las elecciones y pese a resultar escaso entre 
la población en general, es intenso y con una clara orientación política entre los cibernautas. Sin 
embargo, ahondando en el carácter pasivo de los usuarios, estos despliegan un patrón clásico: priman el 
consumo de información sobre la elaboración de contenidos propios y el reenvío de mensajes. Este 
predominio de usos pasivos reproduce en el campo político los porcentajes señalados para la Red en su 
conjunto, donde un 90% es mero consumidor de mensajes, un 9% interactuaría con ellos y tan sólo 1% 
participaría en su creación. 
 Los internautas españoles se mostraron como policonsumidores de una gran pluralidad de 
medios. 
 Apenas el 10% de los electores, empleó la Red en 2008 para informarse o influir en las 
elecciones. 
Apenas un 2,5% de los electores habría visitado alguna vez las páginas de los partidos. Algo más 
de un 19% de los internautas que encuestamos declara haberlo hecho. 
El 18% de los visitantes de los medios digitales accedieron a los blogs. 
Menos de un 1% de los internautas se decantó de forma espontánea por un medio o recurso 
digital. 
La respuesta más frecuente a la pregunta abierta que formulamos sobre el medio digital preferido 
para seguir las elecciones fue “ninguno” (18%). 
 
Estos resultados cuestionan la aplicación del término cibercampaña y ciberperiodismo en 2008. La 
ciberdemocracia sería el resultado de sumar los dos conceptos precedentes y una administración-
Gobierno electrónicos; es decir, en constante comunicación y contacto telemáticos con la ciudadanía. La 
ciudadanía, a través de las TIC, no puede tomar un papel activo en una propuesta, debate, decisión e 
implementación de las políticas públicas y la comunicación política. Hay una desarticulación entre 
expectativas de los internautas y la oferta que encuentran en la Red. La escasez de usos 
tecnopolíticos y, más aún, de las prácticas interactivas se deben, sobre todo, a las limitaciones de los 
recursos y contenidos electorales disponibles en Internet. 
 
Se logró conformar una tipología de usuarios tecnopolíticos 
Las etiquetas se desprenden de los rasgos cuantitativos detectados en las encuestas y de los discursos 
enunciados en los grupos de discusión. Así, las categorías analíticas a priori, integradas en los 
cuestionarios de las dos encuestas, se complementan con las narrativas de los cibernautas. 
 
Cibernautas según el uso político de la red a través de las organizaciones y procesos en los que se 
involucran: 
• Cibernautas Partidarios: onsultade webs de candidaturas electorales. 
 
• Cibernautas Sociales: consulta de webs cívicas o de movimientos sociales. 
 
• Cibernautas Deliberantes: consulta de blogs y participación en chats y foros. 
 
Cibernautas según el grado de implicación y participación política en la Red: 
o Cibernautas: consulta o búsqueda de información política. Más pasivos. 
 
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o Ciberactivistas: participación en foros, chats, blogs, envío de mails a candidatos. Prácticas más 
proactivas como firmar peticiones. 
 
o Cibernautas Electorales: uso de la red (chats, foros, etc.), de manera intensiva en campaña 
electoral. Uso más intensivo. 
 
o Cibernautas no electorales o Inactivos (grupo más amplio): sin uso tecnopolítico durante la 
campaña. 
 
Cibernautas según implicación y motivaciones para realizar prácticas: 
➢ Ciberactivistas sin fundamento: automáticamente reenvían correos a sus amigos, a veces sin 
conocer ni comprobar el contenido. Muestran la posible banalización que podría acarrear la 
ciberpolítica. 
 
➢ Ciberactivistas lúdicos: Gente joven que graba y edita vídeos para entretenerse, a veces “por 
aburrimiento”. Realizan parodias de los mensajes y personas de los candidatos, participan 
reenviando mensajes divertidos y originales sobre temas o propuestas partidarias, a gentes con 
afinidad ideológica. 
 
➢ Ciberactivistas molestones: envían mensajes a los votantes de otros partidos para reírse de ellos 
o como mera provocación. 
 
➢ Ciberactivistas expresivos: sólo quieren manifestar su opinión en un blog o en un foro. Estos 
usuarios no están (necesariamente) conectados a los partidos, actúan de modo independiente 
movidos por el afán de expresarse. 
 
➢ Ciberactivistas implicados: votantes con fe en un determinado partido, que promueven esta 
afinidad o fidelidad con otra gente sin vinculación organizativa alguna. Reenvian mensajes 
serios o crean vídeos que expresan afinidad partidaria y electoral. Estos usuarios no se integran 
en ninguna maquinaria electoral, ni en un movimiento social. 
 
 
Frente al mito de “la revolución digital”, todo apunta a la “tesis de la normalización”. La política seguirá 
desarrollándose más o menos como siempre: la Red no hará de las campañas su temática preferente, 
siquiera en tiempo electoral. 
 Las TIC en general ofrecen la posibilidad de cambiar las estructuras previas de la competición 
política democratizándolas: más recursos cognitivos, más capacidad de autoorganización y autonomía de 
grupos sociales ahora marginados. 
 Enfoque optimista: identifica la Red como un espacio sin control de las elites y que produce 
alternativas a las agendas de los medios convencionales. Enfoque pesimista: señala una Internet 
colonizada por intereses comerciales. Planteamiento pragmático de Dahlberg: es cierto que la Red 
reproduce los discursos dominantes, pero también podría ser el motor de una democracia radical. 
 
Hallazgos (según la profesora) 
Mayor peligro reviste descalificar al resto de usuarios tecnopolíticos, desde una nostalgia que añora la 
“verdadera militancia”. El desmantelamiento de la cultura de la protesta se ha basado, precisamente, en 
criticar la falta de fundamento, la banalidad lúdica y el afán de incordio o notoriedad de sus protagonistas 
(no por casualidad) más destacados. Antes el ciudadano se expresaba de otra forma en la arena política, 
se les decía expertos o especialistas y eran quienes podían intervenir. Debe intervenir cualquier 
ciudadano. 
 También se han deslegitimados las generaciones politizadas y militantes de antaño. Los 
cibernautas más implicados en la cibercampaña declaran, sin asomo de duda, la enorme importancia que 
para ellos aún conservan los grupos secundarios, las reuniones físicas y las movilizaciones presenciales. 
No sustituyen, sino que complementan el activismo digital con el offline. Estos ciudadanos son 
excelentes amplificadores de los mensajes electorales, en la Red y fuera de ella. Precisamente porque no 
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viven enclaustrados en sus pantallas, los ciberactivistas conviven con las generaciones militantes 
precedentes y sus lazos resultaron ser más estrechos de lo que preveíamos antes de comenzar esta 
investigación. 
 Cualquier movilización no lo es sólo de los que “tienen fundamento”. Toda militancia ofrece 
planos lúdicos, molestos y expresivos. La cibercampaña que se pretenda exitosa tendrá que retribuir con 
incentivos hedonistas y expresivos a los nativos digitales que quiera incorporar como voluntarios y 
activistas. Esta parece haber sido una de las claves de la campaña de Barak Obama. 
 
Conclusiones 
• Los usuarios de la ciberpolítica arrojan un nítido perfil prodemocrático. 
• Los usos detectados en las encuestas y los juicios expresados en los grupos señalan una clara 
insatisfacción con la oferta y una crítica generalizada a la infrautilización y devaluación de los 
mecanismos participativos e interactivos. 
• Se percibe un alto grado de reflexividad, manifiesto a medida que avanzamos en niveles de 
capacitación y usos tecnológicos. 
• Las variables edad, educación y clase son importantes a la hora de identificar a los cibernautas 
más intensivos y con mayor perfil político en las encuestas. 
• Las prácticas, valores y juicios prodemocráticos respecto a las TIC insuficiencia y escasa 
apertura de los mecanismos tecnopolíticos existentes, así como la estandarización de las 
prácticas sociales vinculadas a toda nueva forma de comunicación. Este rasgo está presente, 
sobre todo, en las herramientas digitales partidarias, que siguen primando la transmisión y no la 
elaboración colectiva de información electoral (promoviendo receptores pasivos). Aplican, por 
tanto, un modelo comunicativo que aún se concibe como publicitario, jerárquico y 
unidireccional. 
• En 2008 en España hubo estrategias de dudosa o nula legitimidad democrática que involucró a 
los internautas (cibervoluntarios fueron empleados por ambos partidos para participar en foros 
de manera encubierta y para manipular las encuestas online sobre el vencedor de los debates 
electorales que fueron televisados). 
• Pese a que como hemos señalado, internet fue muy poco utilizada con fines políticos por la 
ciudadanía en su conjunto durante la campaña, aquellos que la empleaban con asiduidad la 
usaron de un modo más intensivo en periodo electoral. Cuando comparamos nuestros datos de 
los cibernautas con otras encuestas realizadas a la población en general, encontramos que los 
primeros mostraban mayor interés por la campaña. El doble de los internautas consultaron las 
webs partidarias, los blogs o las plataformas deliberativas de foros y chats. Y los cibernautas 
atentos a las webs sociales o cívicas multiplicaron por ocho al resto de la población. En 
definitiva, aquellos movilizados previamente, aumentaron su participación electoral en la red. 
• Políticos y periodistas sufren una crisis de legitimidad innegable, hasta el punto de que las 
encuestas señalan a los primeros como un problema para el país y los segundos, suspenden en 
profesionalidad. 
• Los políticos y periodistas profesionales parecen desconocer o desechan de forma intencionada 
el potencial cognitivo y deliberativo de la Red. Las TIC ofrecen enormes posibilidades en 
términos de eficacia e influencia. Porque el perfil y los tipos de usuarios tecnopolíticos que 
hemos identificado avalan su enorme relevancia para captar el voto de determinados segmentos 
poblacionales o para integrarlos en innovadoras estrategias de campaña. 
• La pobreza de los recursos tecnopolíticos (y no tanto las barreras de acceso, el desinterés o la 
incompetencia tecnológica de los votantes españoles) explican la infrautilización que los 
ciudadanos hicieron de la Red en periodo electoral. 
• Tanto en el campo partidario como en el del periodismo digital, los políticos y los 
comunicadores parecen anclados en prácticas obsoletas, dictadas por inercias e intereses 
cortoplacistas; y que podrían acabar jugandoen su contra.

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