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Lenguaje-hegemonía doc

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“La elipsis del discurso social: Hegemonía, Lenguaje y el Arte como martillopara
golpear la realidad desde los bordes” Manuel Esnaola Nicolás Garayalde (UCC) 1
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Hegemonía: el legado gramsciano en la teoría política modernaResulta imprescindible,
para emprender un recorrido teórico del concepto “hegemonía”, hacer una breve reseña
del pensamiento de Antonio Gramsci, aquel pensador Italiano que desde prisión se
aventuró a efectuar una reinterpretación del marxismo ortodoxo netamente economicista
rescatando la importancia de los aspectos superestructurales e ideológicos como factores
constituyentes de las relaciones sociales. La convergencia entre Marx y Gramsci reside
sin duda en que ambosprivilegian la sociedad civil sobre el Estado, esto es, que en ella
reside la fuerza capaz de impulsar una revolución y constituir una clase universal,
aunque Gramsci, en contraposición a Marx, considera que ese momento de
universalidad es un momento “político” y no una reconciliación de la sociedad con su
propia esencia. Es importante destacar que el pensador Italiano manifestaba un rechazo
explícito al economicismo, de manera tal que negaba la capacidad de la economía
(infraestructura) para explicar y “determinar” las relaciones sociales. Gramsci señaló
que el economicismo no solo era “incapazde explicar importantes acontecimientos
políticos como el ascenso del fascismo en Italia o la importancia cada vez mayor del
catolicismo sino que tampoco podía captar la complejidad misma de la lucha de
clases”1. La innovación de Gramsci estriba en la absoluta relevancia otorgada a la
recomposición política y a la hegemonía, a la vez que la teorización del vínculo
hegemónico que va mas allá de la “alianza de clases” leninista. Es preciso realizar aquí
una distinción fundamental entre dos conceptos de liderazgo: liderazgo político y
liderazgo intelectual y moral; el primero se da en la conocida “alianza de clases”
teorizada por Lenin, en donde la clase obrera no permanece encerrada en la defensa de
sus intereses corporativos, sino que se abre en la defensa de otros sectores. El segundo
constituye, quizás, la transición decisiva del concepto de “hegemonía” hacia un terreno
que va más allá de la alianza de clases, porque mientras que un liderazgo político puede
darse sobre la base de una coincidencia estructural de intereses que mantiene separada
la identidad de los sectores intervinientes, un liderazgo intelectual y moral implica que
1D. Marsh y G. Stoker (1995) 2
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existen un conjunto de “ideas” y “valores” que son compartidos por variossectores
convirtiendo a éstos en lo que Gramsci llama una “voluntad colectiva”que, a través de la
ideología, “pasa a ser el cemento orgánico unificador de un bloque histórico2”3.
Podemos dar cuenta en esta instancia cual es el desplazamiento teórico de Gramsci
respecto a la óptica leninista y, por ende, al economicismo, esto es,la materialización de
la ideología que ya no es tan solo un “sistema de ideas”sino que se encuentra encarnada
en aparatos e instituciones a través de lascuales suelda un bloque histórico. Con esta
concepción de la ideología como factor constitutivo y unificador de un bloque histórico
“se introduce una nueva categoría totalizante que supera la antigua distinción
base/superestructura”4. El concepto de “voluntades colectivas” complejas supone que
los sujetos políticos no son clases (en el sentido estricto del término), tampoco los
elementos articulatorios ideológicos de la clase hegemónica poseen una pertenencia de
clase necesaria. La voluntad colectiva depende de articulaciones ideológico políticas de
fuerzas históricas dispersas y fragmentadas. Veamos el siguiente pasaje: “Un acto
histórico solo puede ser llevado a cabo por el hombre colectivo,y esto presupone el
logro de una unidad cultural – social a través de la cuál una multiplicidad de voluntades
dispersas, con objetivos heterogéneos, son soldadas en torno a un único objetivo sobre
la base de una común e igual concepción del mundo”5Cuando Gramsci habla de “una
común e igual concepción del mundo” está refiriéndose a ese bloque histórico unificado
mediante la articulación ideológica que deviene de sectores dispersos y fragmentados, y
por ende, está descalificando la tradicional “categoría de clase” marxista de carácter
netamente uniforme. Es precisamente esta superación de la perspectiva del
reduccionismo de clase (que identificaba al sujeto político revolucionario con la 2Por
Bloque Histórico Gramsci entiende “un espacio social y político relativamente uificado
a través dela institución de puntos nodales y de la constitución de identidades
tdencialmente relacionales”. 3Ernesto Laclau, Chantal Mouffe. “Hegemonía y estrategia
socialista. Hacia una radicalización de lademocracia”. (1985) 4Ibid. 5A. Gramsci,
Cuaderno de la cárcel, (1975). 3
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clase obrera) lo que distingue a Gramsci de sus coetáneos antieconomicistasquienes
también habían redimensionado el concepto de superestructura. La teoría gramsciana de
la hegemonía acepta la “complejidad social” como condición misma de la lucha
política, y con esto, devela el carácter contingentede la hegemonía, que no es una ley
necesaria ni una reconciliación con la verdadera esencia de la sociedad, sino una
articulación ideológica de carácterrelacional y sujeta a un contexto histórico
determinado. Cada época construye su propia hegemonía... Althusser, encuadrado
dentro de la corriente neomarxista, también expone una concepción de la sociedad como
un “conjunto estructurado complejo”, oponiéndose principalmente a la “totalidad”
Hegeliana como “desarrollo alienado de la idea, esto es, el autodespliegue de una
esencia en todas las manifestaciones que reduce lo real al concepto”6. La complejidad
social althusseriana reside en la complejidad inherente a un proceso de
“sobredeterminación”. Este concepto, proveniente de la lingüística y el psicoanálisis,
implica un tipo de fusión muy preciso que supone formas de reenvío simbólico y una
pluralidad de sentidos. “El concepto de sobredeterminación se constituye en el campo
de lo simbólico, y carece de toda significación al margen del mismo. Por consiguiente,
el sentido potencial más profundo que tiene la afirmación althusseriana de que no hay
nada en los social que no esté sobredeterminado, es la aserción de que lo social se
constituye como orden simbólico. El carácter simbólico, es decir, sobredeterminado de
las relaciones sociales implica, por tanto, que éstascarecen de una literalidad última que
las reduciría a momentos necesarios de una ley inmanente. No habría, pues, dos planos,
uno de las esencias y otro de las apariencias, dado que no habría la posibilidad de fijar
un sentido literal último, frente al cuál lo simbólico se constituiría como plano de
significación segunda y derivada”.7Habiendo revisado sucintamente el pensamiento de
Gramsci, nos ocuparemos de la teoría de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe sobre la
hegemonía y su relectura de los conceptos gramscianos. 6L. Althusser, “For Marx”,(1969).7Ernesto Laclau, Chantal Mouffe. “Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización de lademocracia”. (1985) 4
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La hegemonía, según los mencionados autores, emerge solo en el campo de las prácticas
articulatorias, implica relación y como tal, diferencias yvoluntades antagónicas entre
diversos fragmentos o grupos con interesesparticulares. “Para tener hegemonía
necesitamos que los objetivos sectorialesde un grupo actúen como el nombre de una
universalidad que los trascienda;ésta es la sinécdoque constitutiva del vínculo
hegemónico”8. La universalidad es un lugar vacío –un objeto imposible en términos de
los autores-, una falta que solo puede llenarse con lo particular, esto es, lo universal es
un significante vacío por el cual diferentes sectores pugnan por ocuparlo y de esta forma
presentar sus objetivos como aquellos que hacen posible la realización de los objetivos
universales de la comunidad. Toda expansión de esa dominación presupone el éxito de
la “articulación” entre universalidad y particularidad, esdecir, “una victoria
hegemónica”. En realidad lo único que existe son los gruposparticulares (la
partucularidad) que poseen intereses y objetivos y visiones del mundo y batallan dentro
del “campo general de la discursividad”9con el fin de ocupar con su “formación
discursiva”10aquel lugar vacío que se presenta como universal y que constituye
mediante las prácticas articulatorias la relación hegemónica. “Un sistema cerrado de
diferencias, que excluyera a todo significante vacío, no abriría el campo a ninguna
articulación; el principio de repetición dominaría toda práctica en el interior del mismo,
y no habría nada que hegemonizar”.11Esto es porque la hegemonía supone el carácter
incompleto yabierto de los social, que solo puede constituirse en un campo dominado
porprácticas articulatorias. El sujeto hegemónico, como el sujeto de toda
prácticaarticulatoria, debe ser parcialmente exterior a lo que articula (pues de lo
contrario no existiría articulación). Pero esa exterioridad no puede ser cncebida como
existente en dos planos ontológicos distintos. Los autores proponen que la solución
consistiría en introducir la distinción mencionada entre discurso ycampo general de la
discursividad: de este modo, la fuerza hegemonizante como el conjunto de los
elementos hegemonizados se constituirían en un 8Lalcau, Ernesto. S. Zizek. Judit
Butler. Contingencia, hegemonía y universalidad.9Se entiende por campo general de la
discursividad el lugar donde antagonizan y pugnan los sectoresparticulares. 10Se
entiende por formaciones discursivas a los discursos producidos por los grupos
particulares. 11Ernesto Laclau, Chantal Mouffe. “Hegemonía y estrategia socialista.
Hacia una radicalización de lademocracia”. (1985) 5
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mismo plano (el campo general de la discursividad), en tanto que la exterioridad sería la
correspondiente a formaciones discursivas diversas. Una cuestión importante refiere a
que para hablar de hegemonía no essuficiente el momento articulatorio; es preciso,
además, “que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con prácticas
articulatorias antagónicas,es decir, que la hegemonía se constituye en un campo surcado
por antagonismos” (12, y supone efectos de frontera. Con esto podríamos decir que
existen dos condiciones de una articulación hegemónica: la “presencia de fuerzas
antagónicas” y la “inestabilidad de las fronteras que las separan”. Ocupar un
significante vacío, esto es, articular una práctica hegemónica,supone “significar” ese
universal, dar nombre a nuestros objetivos y lograr consolidarlos como si fueran los
objetivos generales. Mientras más difusa seencuentre la frontera entre significante y
significado, mayor será la posibilidad de que exista una práctica articulatoria
hegemónica, porque de este modo, con un significante vacío difuso respecto a lo que
precisamente representa o significa, se logra articular y captar mejor todas las demandas
de una sociedad. El bloque histórico (concepto que ya hemos definido anteriormente)
puede ser definido, en la medida en que lo consideremos como campo antagónico, como
“formación hegemónica”. Consiguientemente, es en tanto que la formación hegemónica
implica un fenómeno de fronteras, que adquiere toda su significación el concepto de
“guerra de posición” (por este entendemosla división social en dos campos, que
presenta la articulación hegemónica como una lógica de movilidad de la frontera que los
separa). Laclau y Mouffe asienten que la “guerra de posición” gramsciana supone el
tipo de división del espacio político caracterizado como propio de las identidades
populares, poresto proponen dos tipos de luchas: las “luchas populares” (aquellos casos
en que ciertos discursos construyen tendencialmente la división de un único espacio
político en dos campos opuestos, y las “luchas democráticas” (aquelloscasos en que
éstas supongan una pluralidad de espacios políticos). Finalizando esta primera parte, los
autores concluyen que existen discursos contrahegemónicos o voluntades antagónicas
que son, sin lugar a 12Ernesto Laclau, Chantal Mouffe. “Hegemonía y estrategia
socialista. Hacia una radicalización de lademocracia”. (1985) 6
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dudas, el camino hacia la articulación de propuestas políticas y discursivas que rivalizan
con el statu quo ofrecido por el discurso hegemónico. Estos caminospersonifican el
espíritu de la “democracia radical”, entendida ésta como aquel concepto de democracia
que permite la existencia de verdaderos canales de expresión del disenso por parte de la
sociedad civil organizada en nuevos movimientos sociales. 7
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La hegemonía como construcción significanteSigno y construcción de realidad“El
hombre camina días ente árboles y piedras. Raramente el ojo se detiene en una cosa, y
es cuando la ha reconocido como un signo de otra: una huella en la arena indica el paso
del tigre, un pantano anuncia una veta de agua, la flor del hibisco el fin del invierno.
Todo el resto es mudo e intercambiable. Finalmente, el viaje conduce a la ciudad de
Tamara. Uno se adentra en ella por las calles llenas de enseñas que sobresalen en las
paredes. El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras cosas: las
tenazasindican la casa del sacamuelas, el jarro la taberna, las alabardas el cuerpo de
guardia, la balanza la verdulería. Estatuas y escudos representan leones delfines torres
estrellas: signo de algo – quién sabe qué – tiene por signo un león o delfín o torre o
estrella [...] Hasta la mercancías que los comerciantesexhiben en los mostradores valen
no por sí mismas sino como signo de otrascosas. La mirada recorre las calles como
páginas escritas: la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso, y
mientras crees que visitas a Tamara, no haces sino registrar los nombres con los cuales
se define a sí misma y a todas sus partes. Cómo es verdaderamente la ciudad bajo esta
apretada envoltura de signos, qué contiene o esconde, el hombre sale de Tamara sin
haberlo sabido. Afuera se extiende la tierra vacía hasta el horizonte, se abre el cielo
donde corren las nubes. En la forma que el azar y el viento dan a las nubes el hombre ya
está entregado a reconocer figuras: un velero, una mano, un elefante”13, una verdad...
¿En dónde encontramos la verdad en su estado puro? ¿En dónde encontramos la
realidad objetiva? ¿Cómo relacionarnos con ella sin la intervención de un medium? La
pregunta, de aparente tono filosófico, haya su respuesta en la conocida expresión de
Charles Pierce: “Todo es signo”. Aquí, la noción de una realidad, una verdad única y
absoluta, completamente objetiva, se torna difusa, poco plausible, inaceptable. Puesto
que todo es signo, aquello que ésterepresenta ha dejado de existir de manera directa
para nosotros. Sólo 13Calvino, Ítalo. “Las ciudades y los signos”. El subrayado es
nuestro. 8
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nos queda el signo, aquella huella de la verdad, con la cual nos
relacionamos,interpretamos y comprendemos. Sólo la huella del tigre, la página escrita,
el código estatuido. La validez del conocimiento de la realidad social depende
fundamentalmente de su pertinencia. Se entiende que la identidad bajo la cual un sujeto
conoce un objeto material no encuentra su fundamento en el objeto mismo sino que
depende de la manera en que él lo concibe. Se define así un proceso ideológico, una
manera de conocer “significativa”. Pero entonces comienza a develarse una nueva
pregunta: ¿de qué manera reconstruimos aquella verdad a través del signo? Y si éste es
un proceso de reconstrucción de realidad: ¿de qué manera aquella re-construcción
infinitamente variada llega a consensuar en un único sentido de verdad? ¿De qué
manera se produce la negociación? Y claro: ¿cómo se logra la legitimidad de aquella
verdad? ¿Cómo comienza a existir y dominarnos,someternos, en su autoritarismo, en su
fascismo, en su evidente insistencia de decir “todo lo que debemos pensar”? Realidad,
hegemonía y discurso socialLa realidad, o más bien el modo de percibir la realidad, se
sujeta y esconstruida continuamente en la reproducción del discurso social, donde el
signo es el átomo último. Quizás sea apropiado reparar aquí en la definición que el
investigadorbelga Marc Angenot propone de discurso social, entendiéndolo como “todo
aquello que se dice y se escribe en un estado de sociedad, todo aquello que seimprime,
todo lo que se habla y se representa hoy en los medio electrónicos, todo lo que se narra
y argumenta, si se plantea que narrar y argumentar son losdos grandes modos de puesta
en discurso, aquella totalidad de la producción ideológica-semiótica propia de una
sociedad”14. Debe subrayarse que en todo estado de sociedad se producen infinidades
de discursos que negocian y discuten en una relación intediscursiva, en una
dialogización, como plantea Bajtin, en la que se relacionan a la vez que constituyen una
red interdiscursiva, 14Angenot, Marc. Interdiscursividades, de hegemonías y
disidencias.9
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donde podemos “identificar una resultante sintética, maneras de conocer y de significar
lo conocido que son, en todas partes, lo propio de una sociedad:aquello que, desde
Antonio Gramsci, se llama hegemonía”15. La hegemonía, tal como la hemos definido
anteriormente desde la revisión de Laclau de la teoría gramsciana, es comprendida
como un proceso de negociación discursiva. Supondremos aquí, a la hegemonía como
una elipsis en la cual se encuentran todos los discursos de una sociedad en negociación,
y en donde aquella resultante sintética es lo que llamaremosdiscurso
hegemónico.Resulta inevitable tomar a Pierre Bourdieu para plantear las instanciasde
construcción de un modo de percibir la realidad, una hegemonía. Se puede proponer, en
este sentido, que dentro del espacio social distintas faccionessocio-culturales llevan a
cabo un juego de relaciones en la que una pretende imponer sobre los demás un modo
de percibir la realidad. Aquello que podría definirse en términos laclauneanos como una
lucha por la imposición de un significado al significante universal. Es en esta lucha, es
donde el discurso hegemónico se devela como verdad única, como entidad metonímica,
en tanto que pretende representar, en la ambigüedad de la significación como plantea
Laclau, la infinita producción semiótica-simbólica que antagonizan y dialogan en un
estado de sociedad como un todo unificado. Resulta imprescindible mencionar la
importancia del lenguaje en la construcción de la hegemonía. En esta línea, el lenguaje
debe ser entendido como el soporte material del discurso, donde este último se enreda y
fusiona hasta el punto en que discurso y lenguaje se retroalimentan en una relación de
naturaleza dialéctica, donde uno y otro se autoperpetuan en un cronotopo determinado, e
incluso lo trascienden en su poder, en su legitimidad de la metonimia construida, del
engaño, de la falsa representación. Martinet, prestigioso lingüista francés, nos obsequia
una concepción bastante clara en cuanto respecta a la importancia del lenguaje, cuando
afirma que éste es el soporte del pensamiento. Sólo aquí el pensamiento es posible, sin
él no existiría. Ergo, la producción discursiva sólo es posible en el lenguaje. Y bajo este
silogismo es donde Angenot nos dice que todo lenguaje es15Ibid. 10
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ideológico: “todo lo que se analiza como signo, lenguaje y discurso esideológico”16. El
mismo Bajtin explica que “el campo de la ideología coincide con el de los signos: se
corresponde mutuamente; allí donde encontramos el signo, encontramos también la
ideología”17. “There is no escape”18Cuando Winston – personaje de la novela 1984 de
George Orwell -comprende la naturaleza del partido que lo gobierna se recita a sí
mismo: “No hay escapatoria”. Imagen por demás ilustrativa para mencionar la
naturaleza de la hegemonía sustentada en el lenguaje: en cuanto el lenguaje se convierte
en lenguaje de un discurso hegemónico, todo lo que se puede localizar allí, como tipos
de enunciados, modos de estructuración o composición de temas,gnoseología
subyacente a una forma significante, todo esto, lleva la marca de maneras de conocer y
de re-presentar lo conocido que no es evidente, que expresan, indirectamente, intereses
sociales hegemónicos. La naturaleza del poder hegemónico encuentra aquí su apoteosis:
el pensamiento sólo puede lograrse a través del lenguaje. El lenguaje esta surcado por
pautas, maneras de conocer y percibir propias de una ideología, de un discurso
hegemónico, de una metonimia dominante. El análisis conduce a la drástica conclusión
de lo inevitable: todo pensamiento, en tanto utiliza el lenguaje, está teñido, allí donde el
enunciador ni siquiera es consciente de lo hegemónico. “No hay escapatoria” dice
Winston. El lenguaje, aquel instrumento con arreglo al cual se analiza la realidad, es
fascista: establece lo decible y lo no decible; obliga a decir y no permite decir. ¿Cómo
romper la omnipotencia de semejante poder? El orden del discursoNo quisiéramos caer
en el grave error de no reparar, al hablar del discurso, en los fantásticos aportes que el
francés Michel Foucault ha realizado a lo largo de su producción teórica. 16Ibid.
17Volosinov, V. N. Marxism and the Philosophy of Language. Subrayado
nuestro.18Orwell, George. 1984. 11
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Aquí nos interesará esencialmente aquello que hace referencia a los controles del
discurso, como otro mecanismo de perpetuación de la hegemonía. Foucault entiende por
discurso social a la “conjunción de lo visible y lo enunciable en una época, en una
sociedad determina”. La producción del discurso está, según Foucault, controlada,
seleccionada y distribuida por un cierto número de procedimientos que “tienen por
función conjurar los poderes ypeligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar
su temible materialidad”19. Pueden establecerse, desde un punto de vista foucaultiano
tres mecanismos principales a través de los cuales se llevaría a cabo este severo control
del discurso: Por un lado encontramos aquello que Foucault llama “procedimientos de
exclusión” ejercido desde el exterior del discurso. Se hace referencia aquí a tres modos
de exclusión: lo prohibido, la separación y rechazo, y la oposición entre verdadero y
falso. El primer procedimiento hace referencia al hecho de que no se tiene derecho a
decirlo todo - sexualidad y política son los clásicos ejemplos de Foucault. El segundo
procedimiento se refiere sobre todo a la oposición clásica entre la locura y la razón,donde se distingue que el discurso del loco – locura como definición a través de la
normalidad – sufre una separación y un rechazo. Por último, el tercer procedimiento se
refiere a una disociación históricamente constituida, en donde se comprende que en
cada segmento sincrónico, en cada época determinada de una sociedad, existe una
verdad. Cada nuevo discurso o enunciado debe encuadrarse dentro del horizonte de esta
verdad, para ser considerado como verdad. Por otro lado, encontramos lo que Foucault
entiende como losprocedimientos de “dominación de utilización del discurso”, lo que
podría denominarse procedimientos de sumisión del discurso. Aquí se plantea que nadie
entrará en el orden del discurso si no está calificado para hacerlo y si no satisface ciertas
exigencias. Se puede hablar en este sentido, de una monopolización del saber y del
discurso. Encontramos aquí tres procedimientosde sumisión: los que Foucault llama “el
ritual, las sociedades de discursos y la adecuación social del discurso”. El primero de
ellos se refiere a la cualificación 19Foucault, Michel. Conferencia sobre el orden del
discurso. 12
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que deben poseer los individuos que hablan; define los gestos,comportamientos que
deben acompañar al discurso. El segundo procedimiento se refiere a las sociedad que
buscan conservar o producir discursos dentro de un círculo cerrado. Lo que
comprendería, por ejemplo, los sistemas de edición,el personaje del autor. El último de
los procedimientos se refiere a la concepción de que todo sistema de educación es una
forma política de mantener o modificar la adecuación de los discursos, con saberes y
poderesque implican. Por último, hallamos los procedimientos internos, puesto que “son
losdiscursos mismos los que ejercen control”: El comentario es el gran mecanismo de
limitación, y el que más nos interesará aquí. Foucault plantea que los relatos que existen
en las sociedad se cuentan y se repiten. Son fórmulas que serecitan. “Discursos dichos,
que permanecen dichos y que están por decirse. Son reconstruidos, lo que permite
construir nuevos discursos, pero siempre vuelven a decir lo que estaba articulado allá
lejos”20. De este modo, el discurso va demarcando silenciosamente los límites de
aquello sobre a lo que nadie se le ocurriría hablar. No sólo el qué y el cómo
esdeterminado, sino también el quién. Quien mejor que resumir esto que Eliseo Verón:
“estamos condenados,en nuestro propio discurso, a expresar el poder mismo que nos
domina”. Intertextualidad e interdiscursividadHasta aquí se entendió al discurso
hegemónico como una resultante sintética de una cadena dialógica de discursos en un
estado de sociedad. En este punto, los fenómenos de intertextualidad e intediscursividad
adquieren una importancia crucial para la comprensión de la “negociación discursiva”.
Debe prestarse una especial atención a estos procesos porque es en ellos donde
encontramos la naturaleza totalizante21del discurso hegemónico. Angenot es quien
mejor nos introduce en las nociones de intertextualidad e interdiscursividad cuando
plantea que el “discurso social debe 20Ibid. 21Por naturaleza totalizante del discurso
hegemónico entendemos que éste abarca todo los aspectos y campos de la sociedad. Sin
embargo esto no excluye la resistencia, esto es, la coexistencia de voluntades
antagónicas. 13
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verse como una yuxtaposición de campos discursivos con respecto a lenguasmarcadas y
a las finalidades establecidas y reconocidas, donde un tráfico pone en circulación los
paradigmas mayores de una hegemonía dada. Aquí vemossurgir las nociones de
intertextualidad (como circulación y transformaciones de ideologemas, es decir, de
pequeñas unidades significantes dotadas de una aceptación difusa en una doxa dada) y
una interdiscursividad (como interacción e influencias axiomáticas de discursos
contiguos)”22. Se pretende abordar esta noción bajo el supuesto a priori de que todos
los discursos en un estado de sociedad dialogan entre sí; dialogización que,con Bajtin,
se plantea como doble: por un lado, en tanto que encuentra al otro en el objeto, en
aquello de lo que se habla, pues todo hablante cuenta con la presencia de enunciados
anteriores, suyos o ajenos, con los cuales suenunciado establece toda suerte de
relaciones (se apoya en ellos, polemiza con ellos, o simplemente los supone conocidos
por el oyente). Esto podría entenderse como dimensión intertextual del dialogismo. Por
otro lado, el segundo aspecto de la dualidad se entiende en tanto que está dirigido hacia
una respuesta y no puede escapar a la influencia del discurso-réplica previsto,es decir,
una dimensión interactiva. En esta cualidad dual del dialogismo discursivo se tienden
las redes de la interdiscursividad y la intertextualidad. Red que todo lo atrapa, no
permite generar producciones desligadas del discurso hegemónico, en tanto que siempre
habrá huellas de él en nuestra producción. La consecuencia inmediata es que todo lo
nuevo puede no ser percibido como tal. Lo nuevo se reduce a la repetición de lo ya
dicho. Las posibilidades de una crítica al discurso sereducen draconianamente cuanto
menos perceptible se hace lo nuevo. El principal obstáculo es traspasar los límites del
discurso, allí donde eldiscurso encuentra sus mayores deficiencias en el control. Una
posible periferia en donde una práctica de tipo metadiscursiva sea posible. Pero,
inevitablemente, el poder coercitivo, la cualidad absorbente, de la interdiscursividad no
permite escaparse del discurso. Puesto que allí donde no nos referimos al discurso, no
hablamos de él y no dialogamos con él, la producción semiótica-discursiva se hace
ininteligible y, por lo tanto, no existe. 22Angenot, Marc. Interdiscursividades, de
hegemonías y disidencias. 14
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Hegemonía y contrahegemonía¿Es posible la contrahegemonía, aquello que desde
Angenot se entiende como heteronimia? Quizás sea este el problema que requiera
mayor cuidado en el momento de su abordaje: cuidado por el hecho de que todo aquello
que puede ser como contrahegemónico, contradiscursivo, es muchas veces aquello que
puede entenderse como falsa ruptura. Será necesario hablar aquí de fenómenos como el
de la industrialización cultural como planteara Adorno y Horkheimer. En el arte, el
fenómeno encuentra un especial despliegue. La reproducción de la pintura, la
fetichización de la obra de arte y la imposición de su valor económico desvirtualiza la
esencia artística del objeto estético para convertirlo en un bien económico. El folletín, el
best-seller, el autor comercializado en el mercado son absorciones del sistema. La
esencia crítica de ciertos productosartísticos se desvanece en cuanto son convertidos en
productos de consumo. El cine, clásicamente holiwoodense, quizás sea el ejemplo más
alarmante. El hecho es evidente: la hegemonía los absorbe de tal manera que
suscualidades contrahegemónicas pierden sentido. La vanguardia, en esta línea,puede
esclarecer los conceptos. En cuanto sufren la crisis de vanguardia y son absorbidas por
el sistema, su naturaleza de “bichos raros”, de “el rey está desnudo”, se desvanece. Sin
embargo, hay algo que es evidente: la hegemonía debe entenderse en connivencia o
resistencia con focos recesivos o disruptores. Un hecho fundamental comprueba esta
afirmación: la dialéctica del discurso social. El discurso no es estable, sino más bien
contingente, y en un orden diacrónico, en un sistema en continuo dinamismo, en
continuo cambio. Ipso facto, la hegemonía también lo es. Allí donde veíamos el diálogo
interdiscursivo como mecanismo de autoperpetuación hegemónica-discursiva, vemos
también un mecanismo de diálogo dialéctico entre discursos formalmente 15
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contradictorios, que llevan al inevitablecambio del discurso, en su acepción singular23.
El arte puede ser planteada como una posibilidad contradiscursiva. La literatura dentro
del arte debe ser tomada con especial atención. Aquí esnecesario retomar las nociones
del lenguaje, como soporte material del discurso. Allí donde hablábamos del lenguaje
hegemónico, hablábamos del lenguaje del cual no se puede salir. En tanto queremos
comunicarnos debemosutilizarlo lo que refuerza su poder. Sin embargo, hay una forma
de hacerle trampas a la lengua. Desde Roland Barthes se concibe a la lengua, como una
entidad fascista, que establece lo decible y lo no decible de una sociedad. Escaparse de
las pautas normativas de este lenguaje es imposible, puesto que nadie nosentendería si
se nos ocurriera modificar las normas del lenguaje. En este sentido Barthes nos propone
que la “invención” de un nuevo lenguaje carecería de sentido, pues su naturaleza
individual no colectiva no le permitiría trascendencia en el tiempo. ¿Cómo lograr el
escape? Según Angenot, lo heterónomo debe buscarse en la periferia, “donde
encuentran cauce los antagonismos que se debaten y baten contra los sectorescentrales,
cuya legitimidad ha sido consagrada por el discurso social. La literatura, en tanto
producción discursiva, posee capacidades que le permiten en cierta medida salvar la
coerción del lenguaje. Con Barthes entendemos, que sólo en la literatura se puede llevar
a cabo un juego sucio del lenguaje; “sólo allí la pornografía, el lenguaje vulgar y sucio
es permitido”. Pero hay más: el lenguaje literario, como producción simbólica, cuanta
con numerosos instrumentos para escaparse del lenguaje hegemónico. Barthes mismo
nosdice, que “la literatura es un modo de hacerle trampas a la lengua”. Desde Francine
Massiello, vemos como la metáfora en Piglia permite esquivar ellenguaje hegemónico
allí por la década del `70. La problemática no termina aquí. Debemos repreguntarnos
acerca de la naturaleza contrahegemónica del arte. Debemos plantearnos la posibilidad
de espacios de contrahegemonía que crea la misma hegemonía. De espacios de 23Para
comprender esta aparente contradicción veáse por analogía los desarrollos de las
características de la lengua propuesto por Saussure, donde se concebía a la lengua
inmutable a la vez que mutable, en una división entre diacronía y sincronía. 16
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falsa contrahegemonía. Debemos preguntarnos una y otra vez, ¿en qué medida quien se
opone al poder, al discurso hegemónico, no contribuye a su perpetuación, aun siquiera
sin ser consciente de ello? 17

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