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Stella Martini: La sociedad y sus imaginarios El tema desde un caso Martini sostiene que la consigna "que se vayan todos" es producto tanto de la opinión pública como de los imaginarios de país acuñados por la sociedad. La opinión pública es la voz que se expresa en los espacios públicos y que está basada en juicios compartidos, aunque no necesariamente constituyen teorías. El imaginario social opera en la construcción de la opinión pública. Los imaginarios insisten en la recuperación material y simbólica de la misma nación y su territorio, el cual está representado por sus espacios públicos, como por ejemplo las sedes concretas del poder público. En este sentido, el reclamo popular es un reclamo por absolutos. Es que las crisis activan de modo más fuerte el mecanismo de los imaginarios sociales. Castoriadis señala que los valores, como la igualdad y la justicia, "no son 'conceptos' que se podrían fundar o construir en y por la teoría. Son ideas/significados políticos relativos a la institución de la sociedad tal como ella podría ser y nosotros quisiéramos que fuera...". Constitución de los imaginarios Al concepto de imaginario que utiliza Martini contribuyeron las nociones de Durkheim, Saussure, Lévi-Strauss ("lo simbólico"), Lacan y Marx ("fetichismo de la mercancía"). Lacan había analizado la presencia simultánea de tres dimensiones: lo imaginario (inconsciente), lo real y lo simbólico (lenguaje). El imaginario refiere a lo no-real, pero en tanto producto de la imaginación es verosímil para el grupo que lo cristalizó como formas de deseo colectivo. Como sostiene Verón, la realidad social es producto de la articulación entre la experiencia de lo simbólico y lo imaginario. Estudio de las representaciones sociales El imaginario resulta una imagen cristalizada del pensamiento que se produce en una sociedad determinada en un momento dado de la historia. Si bien los imaginarios no son directamente aprehensibles ni cuantificables ni medibles (como sí lo es la opinión pública a través de encuestas), su presencia puede rastrearse en los discursos sociales. Ese rastreo exige una entrada oblicua, una identificación e interpretación exhaustiva de las diferentes capas de densidad significativa. Martini cita el ejemplo de la obra de teatro Gente bien, de Federico Mertens (1909). La obra pone en escena las aspiraciones de figuración social de ciertos sectores medios empobrecidos de la época, por ejemplo los valores que privilegiaban aparentar ser "gente decente", "gente bien". Estas categorías hacen emerger una cierta imagen de sociedad y de lugares sociales. En la memoria colectiva no importa tanto qué pasa realmente sino qué representación se construye de eso que pasa, es decir, qué interpretación se hace. Es por eso que los acontecimientos cuentan menos que las representaciones imaginarias. Es en estas imágenes que se interpone una frontera y se articula un "nosotros"/"ellos". A través de estos discursos se realiza una operatoria contextual de inclusión/exclusión y se naturalizan las identidades. La filosofía del conocimiento reconoce al imaginario como la posibilidad de que dispone la imaginación de crear un producto diferente de lo real, como una vía de sustitución del conocimiento científico o filosófico. Los estados de los imaginarios El imaginario de un grupo social actúa en las formas en que éste construye el sentido en un momento determinado. Así, por ejemplo, las consignas "Todos somos aerolíneas" o "Compre argentino" están expresando un estado en la imagen de país. Según Martini, estos reclamos recién tuvieron acogida en la sociedad cuando pudieron inscribirse en una línea histórica de dependencia, es decir, cuando cambiaron las categorías de lo ajeno y lo propio. Un aporte a los relatos de control social El dispositivo imaginario provoca la adhesión a un sistema de valores que marca la distribución de los papeles y las posiciones sociales, en definitiva, define lo que está bien y lo que está mal. El imaginario social resulta de este modo un dispositivo de control de la vida colectiva, un mecanismo para ejercitar el poder. En los períodos de crisis, según Martini, se intensifica la producción de imaginarios sociales competidores y de representaciones de una nueva legitimidad. El impacto de los imaginarios va a depender de su difusión. Los medios de comunicación emiten representaciones globales de la vida social. Desde diferentes centros de poder se instauran mitos. El periodismo y la publicidad contribuyen, de esta forma, a la construcción del imaginario colectivo.
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