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33 Consejos Prácticos para Hablar - Carmen Corral

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33 consejos prácticos para hablar en público es una guia de soluciones
prácticas, para realizar presentaciones eficaces y de impacto, ante cualquier
audiencia: reuniones de empresa, impartir una clase, conferencias, eventos
sociales, celebraciones... Encontrarás recursos, técnicas y herramientas
para conectar con el público y realizar presentaciones con éxito. Más de 33
soluciones prácticas, con ejemplos, para mejorar tu oratoria e impactar a la
audiencia. Contenido Qué decir: cómo preparar el contenido de tu
presentación y estructurar tu mensaje para captar la atención de público.
Cómo decirlo: técnicas y recursos para exponer tu discurso delante de la
audiencia. Técnicas para controlar tus nervios, superar el miedo a hablar en
público y hablar con confianza y seguridad. Una guía práctica para mejorar
tus habilidades de comunicación ante el público..
Carmen Corral
33 consejos prácticos para hablar en público
guru
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www.UniversidadDeMillonarios.com
Título original: 33 consejos prácticos para hablar en público
Carmen Corral, 2015.
Editor digital: Hiacynt
ePub base v2.1
Comunicar es compartir. Comunicar es un acto de generosidad en el que
compartimos nuestras ideas y opiniones con otras personas. Sería una pena que
dejásemos de comunicarnos porque el grupo de personas que nos escucha es
numeroso.
Cuando era niña, era de las que se escondía detrás del compañero de delante
para que la profesora no me preguntase y no era porque no supiese las respuestas, al
menos no siempre… Lo hacía por vergüenza a hablar delante de toda la clase. Por
miedo a que mis compañeros se riesen de mí, si decía algo mal.
Con el paso de los años, la vergüenza y el temor a que se riesen desapareció,
pero la ansiedad y el miedo a ser juzgada al hablar delante de un grupo de personas,
permanecía. He asistido a muchas conferencias donde me he quedado con las ganas
de hacer una pregunta al ponente. Y no lo hacía por miedo a hablar delante de tanta
gente. Me he quedado muchas veces con ganas de decir muchas cosas.
Hasta que un día me dije, “Ya está bien, no quiero callarme más las cosas, voy a
aprender a hablar en público”. En realidad, no fue tan espontáneo. Estaba envuelta
en un proyecto muy interesante, en la empresa en la que trabajaba, y llegando a la
fase de puesta en marcha del proyecto, mi jefe me dijo, “Tendrás que realizar
sesiones informativas para toda la empresa”. Podéis imaginaros mi reacción…me
entraron sudores fríos… Y en ese momento fue cuando decidí, quiero aprender a
hablar en público, si tengo que hacerlo quiero hacerlo bien.
Comencé a aprender técnicas y recursos para hablar en público y a practicar. Me
uní a Toastmasters (si todavía no lo conoces, es una organización internacional sin
ánimo de lucro, para mejorar las habilidades de comunicación y liderazgo) y poco a
poco, a medida que iba aprendiendo a comunicarme ante el público, el miedo se iba
convirtiendo en disfrute. Hoy hablar en público es un placer, para mí. Ya no me callo
lo que tengo ganas de decir, al menos no porque el grupo de personas sea numeroso,
sí por otras razones.
“Comunicar es compartir”
No dejes que el miedo o la falta de preparación te impidan compartir tus ideas.
No dejes que el número de personas determine si te comunicas o no.
En este libro encontrarás 33 consejos prácticos para mejorar tus habilidades
comunicativas ante el público. Es una guía práctica para hablar en público, aplicable
en todo tipo de situaciones en las que tengas que hablar ante una audiencia: reuniones
de empresa, conferencias, formación, eventos sociales, celebraciones…
No es un simple libro de técnicas para superar el miedo a hablar en público,
aunque encontrarás algunas. Porque creo que si aprendes cómo comunicarte delante
de un grupo de personas y practicas, la experiencia te ayudará a superar el miedo. 
“La forma de lograr confianza en ti mismo es hacer las cosas que temes hacer, y
reunir en este sentido una historia llena de experiencias felices” Dale Carnagie
Los 33 consejos prácticos, siguen un orden lógico, que puedes seguir para
preparar y exponer tu presentación. Aunque si lo deseas puedes leer los consejos en
el orden que tu prefieras.
Encontrarás consejos sobre qué decir, cómo decir lo que quieres decir y cómo
controlar los nervios.
1. Conoce a tu audiencia
Es más fácil hablar con las personas que conocemos que con desconocidos. Con
extraños, a veces, no sabemos ni de qué hablar, porque no sabemos cuáles son sus
intereses.
Antes de empezar a preparar tu presentación, debes conocer a tu audiencia. Por
supuesto que no a cada persona individualmente, sino al grupo: ¿quiénes son?,
¿cuántos son? ¿qué tienen en común entre ellos?, ¿cuáles son sus intereses? ¿qué les
gusta?, ¿qué tienes tú en común con ese grupo de personas?, ¿qué necesitan?, ¿para
qué quieren escucharte?, ¿Qué beneficios esperan obtener de tu presentación?
Tu discurso no es sobre ti, es sobre ellos. No quieren escuchar lo que a ti te
interesa, quieren escuchar lo que a ellos les interesa. Por eso es tan importante que
les conozcas y les entiendas.
“Trate primero de entender, luego, de ser entendido” Steven Covey
Si conoces a tu audiencia podrás adaptar tu presentación a sus necesidades y
expectativas. No es lo mismo realizar una presentación, por ejemplo, sobre atención
al cliente, para un grupo de 7 médicos, que para un grupo de 100 abogados. Sus
expectativas serán diferentes, porque sus clientes son diferentes, sus intereses son
diferentes… Si ya tienes una presentación sobre el tema, deberás adaptarla a cada
ocasión, teniendo en cuenta al público.
Además, si conoces a tu audiencia, te resultará más fácil hablarles con confianza
y seguridad, porque ya no son desconocidos: ahora sabes sus intereses.
Para conocer al público, investiga. Habla con conocidos que tengan las mismas
inquietudes que tu audiencia. Consigue toda la información que te pueda facilitar la
persona que organiza el evento. Bucea en internet: busca páginas web, comunidades,
foros en los que se reúnan personas similares a tu audiencia… y averigua qué temas
tratan. Ponte en sus zapatos, olvídate de tus intereses por un momento y piensa cómo
si fueses una persona de ese grupo.
Entender a tu audiencia es una clave fundamental para que te entiendan a ti y tu
mensaje.
2. Define el objetivo de la presentación
“Comienza con el fin en mente” Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.
Stephen Covey
Antes de comenzar a preparar el contenido de tu presentación es importante, que
definas cuál es el objetivo de la presentación. ¿Qué quieres conseguir con tu
exposición? No es lo mismo preparar una presentación para entretener a los
invitados de una ceremonia, que para informar sobre los últimos resultados de la
empresa.
Nuestra presentación se podría ajustar a uno de estos 4 objetivos generales:
Entretener. Cuando el único objetivo es mantener entretenido a nuestro público.
Puede incluir información o inspirar, pero nuestro objetivo último es entretener.
Por ejemplo, contar una historia a un grupo de amigos o hacer un brindis en una
celebración familiar. En el último caso, el objetivo también podría ser inspirar.
Tú decides cuál es tu objetivo principal.
Informar. Cuando presentamos información de cualquier tipo. Nuestra intención
es simplemente informar a la audiencia. Por ejemplo, presentaciones sobre los
resultados de la empresa o cuando estás impartiendo formación. Puedes incluir
elementos de persuasión o inspiración, pero el principal objetivo es informar.
Persuadir. Cuando lo que esperas con tu presentación es que tu audiencia haga
algo después de escucharte. Por ejemplo, en presentaciones comerciales, de
ventas, mítines políticos....
Inspirar. Cuando el principal objetivo es provocar que el público piense, tocar
sus emociones, provocar un cambio en su conciencia. Por ejemplo, los
discursos motivacionales. En muchas ocasiones incluyen elementos de los
discursos persuasivos y se pueden confundir. Ten presente cuál es tu objetivo
último, ¿persuadir o inspirar? Es diferente.¿Quieres provocar un cambio de
conciencia en tu audiencia? ¿O quieres que hagan lo que propones (por
ejemplo, comprar un producto, votar por tu propuesta…)?
Ten siempre presente el principal objetivo de tu presentación. Puedes utilizar
elementos de otros objetivos en tu exposición, pero nunca pierdas de vista cuál es tu
objetivo último.
Pongamos un ejemplo: presentar los objetivos de marketing de la compañía para
el año próximo. El objetivo principal de la presentación puede ser informar a la
audiencia, a los compañeros de otros departamentos. También incluiré una parte de
mi discurso para persuadir al público, para que apoye y colaboré en la consecución
de estos objetivos. Si el objetivo principal es informar, gran parte de la presentación
será la presentación de información y datos, y dedicaré sólo una pequeña parte a
persuadir buscando la colaboración.
Sin embargo, si mi principal objetivo es persuadir a la audiencia para que
colaboren en la consecución de mis objetivos, la presentación será muy diferente. En
lugar de incluir tanta información apelaré a la importancia de su colaboración, a los
beneficios que obtendrán, etc.
Una vez definas cuál es el objetivo principal, define cuál es el objetivo
específico. Para ello debes responder a la pregunta: ¿concretamente qué es lo que
quieres conseguir con tu exposición?
En el ejemplo anterior, si el objetivo general es informar, el objetivo específico
podría ser “presentar los objetivos del departamento de marketing para el próximo
año”. Si optamos por un discurso persuasivo, el objetivo específico podría ser
“conseguir la colaboración de otros departamentos para la consecución de los
objetivos anuales de marketing”
Si preparamos un brindis para la boda de nuestro mejor amigo, nuestro objetivo
específico puede ser “divertir al público con anécdotas que nos han sucedido
juntos”, si el objetivo general es entretener a la audiencia. Si nuestro objetivo es
inspirar, el objetivo específico podría ser “provocar emociones positivas sobre lo
bonito que es el amor”. En este discurso también podríamos incluir anécdotas, pero
las orientaríamos a provocar esta emoción.
Si tienes que poner un título a tu exposición, no utilices el objetivo específico
como título. El título de una conferencia debe evocar cierto interés y curiosidad. El
objetivo específico es una frase para que tengas presente en todo momento cuál es tu
objetivo. Y en muchos casos revela y anticipa demasiado a nuestra audiencia sobre
lo que vamos a exponer.
Por último, pero no por ello menos importante, vamos a definir qué emociones
queremos provocar en el público (alegría, optimismo, amor, enfado, tristeza, miedo,
sorpresa, confianza…) Queramos o no, con nuestras palabras provocaremos
emociones en los que nos escuchan. Incluso aunque nuestro discurso sea informativo,
generará ciertas emociones en los oyentes. Por ejemplo, si estamos exponiendo los
resultados de la empresa, la audiencia puede sentir confianza, optimismo, sorpresa o
ira. Dependiendo de qué comuniquemos y de cómo lo comuniquemos.
Las personas somos seres emocionales. Las emociones influyen en lo que
interpretamos y en lo que recordamos. No dejes al azar la emoción que tu discurso
provocará en la audiencia. Parte con el fin en mente. Determina que emociones
quieres que sienta tu audiencia al escuchar tu discurso.
Podrás transmitir diferentes emociones a lo largo de tu discurso. En esta fase,
determina cuál es la emoción general que quieres transmitir a tu audiencia. La
emoción con la que quieres que recuerden tu mensaje.
Definir nuestros objetivos (objetivo global, objetivo específico y emociones que
queremos transmitir) antes de comenzar a preparar nuestro discurso, será nuestra
guía para orientarnos. Sabemos a dónde queremos llegar, fundamental para escoger
el camino.
-¿Podría decirme, por favor, qué camino debo tomar?
-Eso depende de a dónde quieras ir -respondió el Gato.
-Lo cierto es que no me importa demasiado a dónde... -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa demasiado en qué dirección vayas -contestó el Gato
Alicia en el Pais de las Maravillas. Lewis Carroll.
 
Los objetivos del discurso son el destino del viaje, en el que seremos los guías
de nuestra audiencia.
3. Intima con tu tema
Seguro que tienes muchas ideas sobre el tema del que vas a hablar. Si no es así
investiga: busca en internet, pregunta a personas que pueden conocer u opinar sobre
la materia. Incluso aunque conozcas bien sobre lo que vas a hablar, nunca está de
más investigar. Puede haber nuevas actualizaciones y podrás conocer otros puntos de
vista y opiniones. Ver cómo otros lo abordan y que ideas tratan, te servirá para tener
una visión más amplia a la hora de elaborar tu discurso.
Antes de decidir cómo vas a abordar el tema, utiliza alguna de las siguientes
técnicas, para generar y organizar tus ideas. Se trata de técnicas que te ayudarán a
liberar tu creatividad y tener perspectiva más amplia.
Tormenta de ideas: Toma una hoja en blanco y bolígrafo y comienza a escribir
todo lo que se te pase por la cabeza referente al tema. La clave para hacer una
buena tormenta de ideas es escribir todo, absolutamente todo, lo que se nos
pase por la cabeza. No juzgues si es adecuado o no. Tendremos tiempo más
tarde para escoger y descartar ideas. No trates de organizar las ideas en el
papel, durante la fase de tormenta de ideas. Escríbelas tal y como te vengan a la
cabeza, en el lugar de la hoja de papel al que tu mano te lleve.
Mapa mental: Para organizar tu tormenta de ideas puedes elaborar un mapa
mental. Escribe el tema en el centro de una hoja y añade las ideas,
conectándolas entre sí y categorizándolas.
Cubo: Consiste en ver tu tema desde 6 perspectivas:
1. Describe el tema. ¿Cómo es?
2. Compara el tema con otros temas parecidos, ¿en que se parece y en qué se
diferencia?
3. Asocia tu tema a otro tema. ¿Qué te sugiere? Se creativo.
4. Analiza las partes del tema. ¿Cómo se relacionan entre sí? ¿Son todas las
partes igual de importantes? 
5. Aplicación. ¿Qué puedes hacer con él? ¿Es útil? ¿Cómo puedo utilizarlo?
¿Quién puede utilizarlo?
6. Argumentos a favor y en contra de tu tema. ¿Cuáles son los beneficios? ¿En
qué algunas personas podrían estar en desacuerdo?
Entrevista a tu tema. Trata a tu tema como si de una persona se tratase y
entrevístale.
- ¿Cuál es tu nombre completo? ¿Algunas personas te llaman de forma diferente?
- ¿Cómo te define el diccionario y la enciclopedia?
- ¿Cuándo has nacido? ¿En qué circunstancias?
- ¿Estás todavía vivo? Si la respuesta es no, ¿cómo ha terminado tu existencia?
- ¿A qué grupo perteneces? ¿Eres igual que otros en tu grupo?
- ¿Te puedes dividir en partes? ¿Cómo?
- ¿Eras diferente en el pasado? ¿Cómo?
- ¿Serás diferente en el futuro? ¿Cómo?
- ¿Alguna vez has sentido que no te comprenden?
- ¿Cuál es tu propósito?
- ¿A qué te pareces? ¿Por qué?
- ¿En qué eres diferente? ¿Por qué?
- ¿Eres mejor que, qué o quién? ¿De qué forma?
- ¿Eres peor que, qué o quién? ¿De qué forma?
- Cuando la gente habla sobre ti, ¿Qué dicen?
- ¿Debería conocer algunos hechos o estadísticas sobre ti?
- ¿Hay alguien con el que debería hablar sobre ti, un experto, por ejemplo?
- ¿Hay algún famoso dicho o cita sobre ti?
- ¿Ha habido alguna noticia sobre ti?
- ¿Debería investigar más sobre ti?
Intimar con el tema, investigando y “sometiéndolo” a alguna de estas técnicas
creativas, nos servirá para conocerlo más en profundidad y desde diferentes
perspectivas.
4. Selecciona tus ideas, no puedes hablar de todo
Después de haber intimado con tu tema, ahora tienes una visión más amplia sobre
él y muchas ideas, demasiadas ideas. No podemos hablar de todo. Abrumaríamos a
nuestra audiencia con tanta información. Recuerda el dicho, “El que mucho abarca
poco aprieta”
Si queremos que nuestro mensaje llegue al público y lo recuerden, debemos de
seleccionar sólo 3 ideas principales. Sí, sólo tres.
Imagina que estoy preparando una presentación sobre reciclaje, y estas son
algunas de las ideas sobre el tema:
- Ventajas: medioambiente, menos,contaminación…
- Inconvenientes: coste…
- Dificultades: aprender cómo reciclar, resistencia al cambio, inversión…
- Tipos de reciclaje
- Países que más reciclan y resultados
- Quien participa en el proceso de reciclaje: personas, gobierno, empresas…
- Cómo reciclar: papel, cristal, plástico, metal, orgánicos, baterías…
El objetivo principal de mi discurso es persuadir y el objetivo concreto
“Convencer a mis vecinos para que reciclen la basura que generan en sus hogares”
Mi audiencia son mis vecinos, los conozco y he analizado sus intereses. Les interesa
que la comunidad de vecinos funcione bien, sin tener que realizar grandes esfuerzos.
Podría hablar sobre todos los puntos arriba mencionados, comprimiéndolos en el
tiempo que tengo para realizar mi presentación. Es posible, pero poco o nada eficaz.
Aturdiríamos a la audiencia con tanta información.
Sin embargo, si escogemos sólo 3 ideas, la audiencia captará mucho mejor
nuestro mensaje. Y voy a hacerlo teniendo en cuenta los intereses de la audiencia y el
objetivo de la presentación.
En este ejemplo podríamos escoger estas 3 ideas:
1. Ventajas de reciclar
2. Quien participa en el proceso de reciclaje
3. Cómo reciclar
Para que nuestro discurso sea más potente convirtamos cada una de las ideas en
un mensaje. Por ejemplo,
1. Reciclar nos beneficia a todos (Ventajas)
2. Reciclar es cosa de todos (Quién)
3. Reciclar es sencillo y está al alcance de todos (Cómo)
Ahora, nuestras ideas están organizadas y son claras. Sabemos lo que queremos
transmitir. Si nuestras ideas están organizadas, podremos transmitir el mensaje con
claridad y a la audiencia le resultará fácil de entender y recordar.
Podemos introducir alguna de las ideas que hemos dejado atrás, pero lo haremos
con el objetivo de apoyar alguna de las tres ideas principales. Por ejemplo,
podríamos hablar de los países que más reciclan para apoyar nuestro mensaje
“reciclar es cosa de todos”
Conoces a tu audiencia, los objetivos y el tema. En la intersección entre los 3 se
encuentra tu discurso.
Si tienes que realizar una presentación pero no tienes un tema concreto, para
escogerlo, empieza por conocer a la audiencia. Explora los temas sobre los que
puedes hablar. Para ello puedes hacer una tormenta de ideas. Une el círculo,
audiencia y tema. Si lo que tienes claro es el objetivo general: entretener, informar,
persuadir, inspirar. Une ese círculo con la audiencia y posteriormente el círculo
tema.
Recuerda seleccionar sólo 3 ideas, teniendo en cuenta los intereses de la
audiencia y el objetivo de la presentación. Convierte esas 3 ideas en mensajes que
quieres trasmitir, para apoyar al mensaje principal, el objetivo específico de tu
presentación.
5. Utiliza una estructura clara
Piensa en tu presentación como una historia, porque sea cual sea el objetivo de
tu presentación y tu audiencia, es una historia que va a ser contada. Y como historia
que es, debe tener introducción, desarrollo y conclusión.
Como regla general para cualquier tipo de discurso estos son los tiempos que
debes utilizar para cada una de las partes:
Introducción – entre el 5 y el 10 por ciento de tu tiempo.
Desarrollo- entre 80 y 90 %
Conclusión – entre 5 y 10 %
Utiliza estos tiempos sólo como guía, en algunos casos será necesario ampliarlos
o reducirlos, en función de las necesidades del discurso.
Es posible que tu discurso se ajuste a la estructura universal utilizada para contar
historias:
Había una vez un __________
Cada día, ________________
Hasta que un día _____________
Entonces, _________________
Hasta que finalmente ______________
Esta estructura es muy popular en cuentos de ficción y animación, como por
ejemplo, todas las películas y cortos de PIXAR. Y funciona muy bien, también para
discursos más formales. Muchas de las TED Talks siguen esta estructura.
Había una vez una empresa llamada “mi empresa”. Cada día (mes), invertía
mucho dinero en marketing. Hasta que un día decidió no invertir más en marketing.
Entonces, sus ventas descendieron considerablemente. Hasta que finalmente conoció
nuestros servicios de marketing y consiguió muchas ventas realizando una inversión
más reducida en marketing.
Esta estructura puede ser útil para toda tu exposición o para contar historias
dentro de la presentación.
6. Impacta con tu introducción
La introducción es la parte más importante. Si con ella captas la atención de tu
audiencia tendrás mucho ganado. Si por el contrario no consigues captar su atención,
te resultará más difícil hacerlo más tarde.
“Nunca tendrás una segunda oportunidad de causar una primera buena impresión”
Groucho Marx
Deslumbra con tus primeras palabras. La primera impresión cuenta y mucho.
Para que salga a la perfección, memoriza bien tu inicio. Debe durar entre el 5 y el 10
por ciento del tiempo de tu presentación. Si tu presentación es de 15 minutos, la
introducción no debería de durar más de minuto y medio, si es de una hora, entre 3 y
6 minutos.
En la introducción debes despertar la curiosidad de la audiencia para seguir
escuchándote. Para ello puedes utilizar distintos recursos:
Una historia o anécdota relacionada con el tema. Si es una historia personal que
te ha sucedido, todavía mejor. Al público le gusta saber sobre nosotros.
Empieza con una cita de algún autor celebre.
Utiliza una frase contundente sobre el tema. Por ejemplo si tu presentación fuese
sobre medioambiente podrías empezar con una frase así: Si nadie cargara su
teléfono por un día, se evitarían 15.000.000 kilogramos de gases invernadero.
Formula una pregunta retórica. (Encontrarás más información sobre preguntas
en el consejo práctico: Involucra al público)
Haz referencia a los acontecimientos. Si estás hablando en una ceremonia haz
referencia a ello. Si es un día especial o ha sucedido algo especial, haz
referencia a ello. Te servirá para conectar con la audiencia.
Si el objetivo de tu discurso es informar, en la introducción deberás incluir los
puntos que vas a tratar durante tu exposición. Haz un avance de los temas sobre los
que vas a hablar. Pero no des al público toda la información, en esta fase. Si lo haces
perderán el interés en seguir escuchándote porque ya han escuchado todo lo
importante. Dales lo imprescindible para incitar su curiosidad y para seguir la
estructura de la presentación. Solamente el índice de los temas a tratar.
Si, por el contrario, el objetivo de tu presentación es inspirar, no adelantes los
temas sobre los que vas a tratar. No presentes la estructura de tu discurso a la
audiencia durante la introducción. Tampoco lo hagas si tu discurso es para entretener.
La sorpresa es fundamental en este tipo de discursos.
Si tu discurso es persuasivo puedes optar por revelar la estructura de tu
presentación al inicio o no. Responder a estas preguntas te ayudará a valorarlo:
¿Es importante que la audiencia conozca la estructura de mi discurso para que
este sea efectivo?
¿Al tipo de audiencia ante la que voy a exponer le gusta conocer la estructura?
¿Mi presentación será difícil de seguir si no presento la estructura al inicio?
¿El efecto sorpresa no es importante en mi presentación?
Si la respuesta a la mayoría de estas preguntas es sí, introduce el índice de tu
presentación.
Memoriza bien la introducción. Puedes no escribir todo tu discurso palabra por
palabra y dejar lugar a la improvisación, en algunos momentos de tu presentación,
pero nunca la introducción. Recuerda que es importante para ganarnos la atención
del público. Además, con una buena introducción ganaremos confianza en nosotros
mismos.
7. Final memorable
Está comprobado que lo que mejor recordamos es lo último. No termines con
“esto es todo” “no tengo nada más que decir”, no querrás que eso sea lo que
recuerden de tu mensaje.
Si la introducción era importante porque prepara a la audiencia para escuchar, la
conclusión es tan importante como la introducción, porque es lo que la audiencia se
va a llevar de tu mensaje.
La conclusión, al igual que la introducción, debes memorizarla.
Para abordar la conclusión puedes utilizarfrases como: “en conclusión”, “me
gustaría terminar diciendo” “en resumen”…
En la conclusión debes generar un impacto positivo en la audiencia. Para ello
puedes utilizar distintos recursos:
Cita de un autor celebre.
Una historia o anécdota relacionada con el tema, pero este debe de ser corta y
sencilla.
Pregunta retórica: ¿Queremos seguir teniendo los mismos resultados?
Haz referencia al principio de tu presentación. Este final es muy potente porque
cierra tu presentación de forma circular y eso cómo público nos gusta. También
puede hacer referencia a alguna historia o idea que hayas contado en la mitad de
tu presentación. Por ejemplo, si has contado una historia sobre tu abuelo, puede
terminar diciendo, “como decía mi abuelo…” o “mi abuelo lo tenía muy
claro…”
Llamada a la acción. Este final es ideal si tu discurso es persuasivo. Dile a tu
audiencia lo que quieres que hagan, después de escucharte y el beneficio que
obtendrán.
La conclusión debe transmitir y reforzar el mensaje de tu presentación.
¿Quieres que recuerden tu mensaje?
“Las cosas terminan pero los recuerdos duran para siempre”
Dale a tu audiencia un motivo para que recuerden tu presentación.
8. No escribas tu discurso
Hablar es distinto a escribir. Escribir un discurso es muy diferente a escribir un
artículo, un relato o un email. No utilizamos los mismos recursos cuando hablamos
que cuando escribimos. Por eso cuando se escribe un discurso hay que tener en
cuenta que no se escribe para ser leído. Hay expertos que se dedican a escribir
discursos, pero nuestro objetivo no es ser uno de esos expertos, al menos no en este
libro. Nuestro objetivo es hablar, no escribir.
Si escribimos nuestro discurso palabra por palabra y lo exponemos tal cual, lo
más probable es que nuestra exposición no sea natural. Aunque nos sepamos de
memoria el contenido y no necesitemos leerlo, tienden a ser discursos artificiales.
¿Cómo hacer entonces para recordar mi discurso si no lo escribo? Vamos a
escribirlo, pero para ser escuchado, no para ser leído. Para ello existen dos técnicas:
Define las ideas de las que vas a hablar. Ordénalas. Escribe un esquema con tus
ideas. Escribe la introducción y la conclusión. Ahora comienza a exponer el
tema en voz alta. Puedes grabarte o ir tomando notas de las frases importantes
que van saliendo de tu boca, según vas hablando. Aunque la introducción y la
conclusión ya las tengas escritas, revisa cómo suenan esas palabras cuando las
pronuncias.
La otra técnica consiste en escribir el discurso, de principio a fin. Pero no te
enamores todavía de tus elocuentes palabras y frases, porque el siguiente paso
es deshacer lo que has escrito. Comienza a ensayar en voz alta, siendo muy
flexible con todo lo que has escrito para modificarlo. Permítete introducir
nuevas palabras, frases, cambiar las que tienes por otras más apropiadas para
el lenguaje hablado. Al igual que en la técnica anterior puedes grabarte o ir
tomando notas sobre la marcha.
La diferencia entre estas dos técnicas es la base de la que partimos para
desarrollar nuestro discurso, sólo con un esquema o con el texto. Dependiendo de
cada persona o del tema, resultará más sencillo utilizar una u otra técnica. Cómo ves
la única diferencia está en cómo empezamos a preparar nuestro discurso. Después,
las dos técnicas se desarrollan de la misma manera: hablando en voz alta, ensayando
y escribiendo o reescribiendo nuestro discurso.
Durante la adaptación de nuestro discurso al lenguaje hablado, algunas personas
necesitarán escribir palabra por palabra todo el discurso, a otras les bastará con
escribir las frases claves.
Ten en cuenta un principio básico sobre las diferencias entre el lenguaje escrito y
hablado, o mejor deberíamos decir entre el lenguaje leído y escuchado. En la
escritura las repeticiones, cómo regla general, no están permitidas. No es correcto un
texto que incluya repeticiones constantes. Sin embargo en el lenguaje hablado
debemos repetir los conceptos básicos, palabras, frases importantes, como recurso
para que el público lo recuerde.
Cuando leemos lo hacemos a nuestro ritmo, lo estamos viendo y podemos volver
sobre lo escrito cuando queramos. Sin embargo, cuando escuchamos nos tenemos que
adaptar al ritmo del que habla. Si expone una idea y rápidamente pasa a otra es muy
probable que nos perdamos. Cuando hablamos necesitamos darle tiempo al público
para que digiera lo que estamos diciendo, por eso debemos de exponer una idea y
repetirla con otras palabras para facilitar la comprensión, explicarla en detalle y
cerrar esa idea volviendo a exponerla.
En el lenguaje hablado utilizamos frases más cortas, por el mismo principio, para
facilitar la comprensión.
Vas a hablar en público, no vas a escribir para el público. Por eso, prepara tu
discurso hablando, no escribiendo.
9. Adapta el lenguaje a tu público
Seguro que no es la primera vez que asistes a una conferencia y te pierdes
durante la exposición porque el ponente habla en un lenguaje demasiado técnico. Y
miras a tu alrededor y te das cuenta que no eres el único que no lo entiende, el resto
de la audiencia está tan perdida como tú.
También puede suceder lo contrario, que lo que expone el ponente sea demasiado
básico para la audiencia.
Repetimos lo importante que es conocer al público antes de realizar la
presentación. Tu presentación es para el público, no para ti. Debes tener en cuenta:
sus intereses y sus conocimientos previos sobre el tema.
No es lo mismo exponer el plan de marketing a tus compañeros de marketing, que
hacerlo para el resto de compañeros de otros departamentos de la empresa. Tus
compañeros de marketing conocen la terminología que utilizáis en marketing. Las
personas que no trabajan en esa área no tienen por qué conocer determinadas
palabras que para ti son muy comunes. Tampoco sería lo mismo hacer esa
presentación sobre marketing a personas externas a la empresa. Existe también
terminología específica dentro de cada empresa.
Si te resulta complicado hablar para audiencia que no tiene tus mismos
conocimientos, desde luego, no es una tarea sencilla, piensa en cómo se lo contarías
a tu abuela para que ella lo entendiese.
“No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu
abuela” Albert Einstein
Además del lenguaje que utilices, también es importante la profundidad con la
que tratas el tema, y como explicas los conceptos. Explicar cómo funcionan los
procesos de aprendizaje a un grupo de estudiantes universitarios en su primer año de
magisterio, no es lo mismo que explicárselo a profesores. Para estudiantes que es la
primera vez que escuchan hablar sobre el tema deberás centrarte en lo más básico.
Sin embargo para profesores, que conocen mucho sobre el tema, deberás profundizar
más sobre el tema y contarles algo que todavía no conozcan.
Debes tener en cuenta también los intereses de tu audiencia. Si, por ejemplo, vas
a exponer cómo funciona una nueva herramienta informática contable, a un grupo de
informáticos, estarán interesados en la parte técnica. Sin embargo, si se lo vas a
explicar a un grupo de contables, estos estarán interesados en la parte funcional de la
herramienta.
¿Y si el público es variado? Si tienen diferentes niveles de conocimientos e
intereses. ¿Es posible cumplir las expectativas de todos? Si lo es. Fíjate en las
películas de animación que gustan tanto a niños y adultos. Es un público muy
diferente, los intereses y conocimientos de los niños no tienen nada que ver con los
de los adultos. Y sin embargo hay películas que gustan tanto a niños como a mayores.
Introduce en tu discurso recursos, pensando en cada tipo de público, para que se
puedan sentir identificados y vean que está a su nivel.
10. Utiliza repeticiones
Quien no recuerda la famosa frase “Yes, we can” de Obama. Dos de los
discursos más famosos y más estudiados, de toda la historia de la oratoria, utilizan el
recurso de la repetición. El discurso de Obama y el de Martin Luther King “Tengo un
sueño”
Tengo un Sueño de Martín Luther King (1963)
Yo tengo un sueño,que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero
significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los
hombres son creados iguales.
Yo tengo un sueño, que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de
los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de
sentarse juntos en la mesa de la hermandad.
Yo tengo un sueño, que un día incluso el estado de Mississippi, un estado
desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un
oasis de libertad y justicia.
Yo tengo un sueño, que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación
donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.
¡Yo tengo un sueño hoy!
Yes, we can. Obama (2008)
Cuando escucho que nunca podremos superar la división racial en nuestra
política, pienso en la mujer republicana que trabajaba para Strom Thurmond, que se
dedica ahora a educar a chicos y chicas de barrios marginales y que se fue a las
calles de Carolina del Sur y estuvo llamando puerta a puerta en esta campaña. Que
no me digan que no podemos cambiar.
Sí se puede. Sí podemos cambiar. (Yes we can. Yes we can change)
Sí se puede curar a esta nación. (Yes we can heal this nation.)
Sí podemos apoderarnos de nuestro futuro. (Yes we can seize our future.)
Sí. Se. Puede (Yes. We. Can)
Este recurso se llama anáfora. Consiste en repetir una palabra o una frase.
Aporta sonoridad y ritmo al discurso. Y además, favorece el recuerdo.
No temas repetir los mensajes importantes, en el lenguaje hablado está permitido
y es más que recomendable para que la audiencia lo recuerde.
Dale a tu audiencia la oportunidad de recordar tu discurso, repitiendo lo que
consideres importante.
“Si tienes un buen argumento, no trates de ser sutil o ingenioso. Utiliza un
martillo pilón. Dale una vez. Luego vuelve y golpea de nuevo. Luego, una tercera
vez” Winston Churchill
11. No utilices la presentación audiovisual cómo tus
notas
Si apoyas tu exposición con un PowerPoint, prezzi, etc, no elabores esa
presentación como si fuesen tus notas. La tentación de realizar una presentación
audiovisual cómo un esquema, que nos sirva para orientarnos durante la presentación
es muy grande, con la excusa de que así también orientaremos a nuestro público.
Pero nada más lejos de la realidad. En lugar de orientar a nuestra audiencia la
desorientaremos porque no sabrán si atender a la presentación o a nuestra
exposición, no sabrán si leer o escuchar.
No confundas la presentación audiovisual con la presentación:
Nunca empieces a preparar una presentación, preparando la presentación
audiovisual (el PowerPoint).
La presentación audiovisual es una AYUDA, no es la presentación.
Presentación es el conjunto de lo que tu expones: contenido, audiovisuales,
exposición oral…
Las diapositivas están para apoyar tu mensaje, no al revés.
El público debe seguirte a ti, no la presentación audiovisual.
Tus notas, escríbelas en una hoja, sólo para tí, con toda la información que
necesites.
12. Utiliza un material de apoyo visual con sencillez
Para que el material audiovisual sirva de apoyo a tu presentación utiliza
imágenes, palabras clave... Cuanto más simple y sencillo más potencia tendrá. Evita
utilizas largas definiciones o textos. Si lo necesitas entrega al final un documento o
informe con los datos de la presentación e información por escrito.
Recuerda: Una imagen vale más que mil palabras.
No sobrecargues las diapositivas. Lo ideal es utilizar una idea por diapositiva.
Nunca utilices más de 3 ideas por diapositiva.
Si utilizas una pizarra o un rotafolios para escribir, escribe sólo las palabras
clave, no inviertas mucho tiempo escribiendo o perderás la atención de tu audiencia.
La presentación perderá ritmo y se hará lenta.
Procura no dar la espalda mientras escribes, hazlo de lado, para que sigan
viendo tu cara. No hables si no estás de frente a la audiencia, les costará seguirte.
Prepara con antelación todo el material y medios que vayas a necesitar:
proyector, ordenador, pizarra, objetos….
Ten en cuenta que los medios audiovisuales pueden fallar, no dependas en exceso
de ellos, no dejes que por problemas técnicos tu presentación se arruine. Prepara un
plan por si fallan. Piensa que harías si no dispusieses del apoyo audiovisual. ¿Qué
diapositivas son imprescindibles presentar? ¿De cuáles podrías prescindir? Si por
ejemplo es necesaria para tu presentación una gráfica y el proyector o el ordenador
fallan, como último recurso podrías hacer un dibujo aproximado en una pizarra, o si
la audiencia es pequeña mostrarles la gráfica impresa en un folio...Pero no abuses de
este recurso de emergencia, para rescatar todas las diapositivas. Hazlo sólo con las
imprescindibles, si no quieres que tu presentación se vuelva lenta y tediosa.
Escoge el material audiovisual adecuado para apoyar tu mensaje y preséntalo de
forma simple y sencilla.
13. Ensaya, ensaya y ensaya
No creerás que los grandes oradores no ensayan. ¿Creías que han nacido con el
don de la palabra y la habilidad de exponer en público y solamente con ponerse
delante de la audiencia y empezar a hablar, tienen asegurado el éxito?
¿Crees que es posible una obra de teatro exitosa sin ensayos? ¿Y un monologista
de comedia podría hacer reír al público sin haber ensayado antes? Entonces por qué
cualquier otra exposición en público no deberíamos ensayarla.
Hasta ahora sólo has preparado el contenido de tu exposición. Cómo expones es
tan importante como lo que expones. Y para preparar cómo exponer, necesitamos
ensayar.
Puedes hacerlo delante del espejo, ante una cámara, con tus amigos o
simplemente tú sólo. Pero ensaya y práctica. Y vuelve a ensayar. Ensayar es
importante para:
- Escucharnos a nosotros mismos y adaptar el tono y la variedad vocal a las
necesidades del mensaje.
- Adaptar nuestro lenguaje corporal al mensaje.
- Cambiar cosas que al hablar nos damos cuenta que no funcionan, porque no
escribimos de la misma forma que hablamos.
- Ganar confianza en nosotros mismos.
Debes dedicar más tiempo al ensayo que a la preparación del mensaje. El Cómo
es más importante que el Qué. Si el contenido de tu discurso no es potente, cómo lo
transmitas puede darle la fuerza necesaria para ser un buen discurso. Sin embargo, si
tienes un contenido muy bueno, pero lo expones con poca confianza y fuerza, perderá
toda credibilidad. Una mala exposición puede arruinar un mensaje potente.
“El noventa por ciento del éxito se basa simplemente en insistir” Woody Allen
14. Habla con el público, no para el público
Solemos ver una presentación como una actuación o representación. Y no lo es.
Es una conversación. Vamos a conversar CON el público. Es posible que la mayor
parte del tiempo hablemos nosotros y que el resto de las personas sólo lo hagan
durante un corto espacio de tiempo. Sin embargo, no deja de ser una conversación.
Verlo como una conversación nos ayudará a reducir la ansiedad que nos genera
una actuación. Somos buenos teniendo conversaciones. A lo largo del día es lo que
más hacemos. Nos comunicamos con otros en el trabajo, en familia, con los
amigos… Conversar no nos genera ansiedad. Y tenemos muchas habilidades que
hemos adquirido con nuestra experiencia.
Si mantenemos una conversación con el público, nos percibirán más cercanos y
el mensaje llegará mejor. Para ello habla en un lenguaje conversacional. Utiliza el
lenguaje que utilizarías si estuvieses conversando tú a tú con una de las personas del
público.
Siempre que sea posible, utiliza pronombres y palabras inclusivas, que te
incluyan dentro del grupo para el que estás hablando. Por ejemplo, “Nosotros somos
responsables del medio ambiente”, en lugar de “La humanidad es responsable del
medio ambiente”
No te preocupes por mantener tu autoridad, la autoridad sobre el tema no te la
dará el mantenerte lejano a la audiencia. Al contrario, ganarás autoridad porque
ganarás credibilidad con la cercanía. Te percibirán como parte implicada,
interesada,que conoce en profundidad el tema y cómo alguien que puede ayudarles
porque no es muy diferente a ellos.
15. No corras, no es una carrera
La velocidad con la que hablamos es muy importante para nuestra exposición. Si
hablamos muy deprisa, tenderemos a no vocalizar y no se nos entenderá claramente.
Además estresaremos a la audiencia. Si hablamos muy rápido el público que nos
escucha se contagiará del ritmo agitado que transmitimos.
Pero los extremos nunca son buenos, hablar demasiado despacio aburrirá a
nuestra audiencia.
Grábate en vídeo realizando la presentación para determinar cuál es tu tendencia
en cuanto a la velocidad con la que hablas. La mayoría de las personas tiende a
acelerar su discurso delante del público.
En muchas ocasiones no somos capaces de percibir objetivamente la velocidad
con la que estamos hablando durante nuestra presentación en directo. Suele ocurrir
que tenemos la sensación de que estamos hablando con una velocidad adecuada,
pero si más tarde nos vemos en vídeo nos damos cuenta que hemos ido bastante
deprisa, o despacio. Conocer cuál es tu tendencia, de antemano, te ayudará a ser
consciente durante la presentación del ritmo que estás llevando y modificarlo.
Cada persona tiene una determinada velocidad natural en su forma de hablar, que
empleamos habitualmente cuando hablamos en nuestra vida diaria, con nuestra
familia, en el trabajo, con amigos...en pequeños círculos con los que ya nos sentimos
cómodos. No se trata de cambiar radicalmente tu velocidad natural, salvo en casos
muy extremos. Si tu velocidad en círculos pequeños es muy lenta o rápida, deberás
adaptarla para el gran público, para que todo el mundo te pueda seguir.
Jugar con la velocidad durante la presentación nos ayudará a darle un mayor
ritmo y nos servirá para dar énfasis y emoción a nuestra presentación. Habla más
despacio o más deprisa en función del contenido que estés transmitiendo para
potenciar tu mensaje. Recuerda que una velocidad lenta relaja, tranquiliza y permite
al oyente retener todas las palabras de la frase. Hablando deprisa transmitirás
acción, agitación, euforia. Si combinas de forma adecuada la velocidad, junto con la
entonación, tu presentación ganará muchísimo.
16. Utiliza pausas y deja respirar al público
Respirar es una de las acciones más importantes para nuestra supervivencia. Es
algo que hacemos sin que tengamos que recordarlo. Parece obvio y sencillo. Sin
embargo, cuando estamos hablando en público debemos recordarlo.
No hables hasta que te quedes sin aire. Te agotarás y agotarás a tu audiencia.
Respira y deja que tu público pueda respirar.
Una presentación sin pausas genera estrés, ansiedad e incomodidad entre la
audiencia. Sería el equivalente a leer un texto sin signos de puntuación. Prueba a leer
el siguiente texto:
Arrastraba el pobre Anastasio una existencia lamentable sin estímulo ni objetivo
para el vivir y cien veces se habría suicidado si no aguardase con una oscura
esperanza a prueba de un continuo desengaño que también a él le llegase alguna vez
a visitar el Amor y viajaba en su busca por si cuando menos lo pensase le acometía
de pronto en una encrucijada del camino ni sentía codicia de dinero disponiendo de
una modesta pero para él más que suficiente fortuna ni sentía ambición de gloria o de
honores ni anhelo de mando y poderío ninguno de los móviles que llevan a los
hombres al esfuerzo le parecía digno de esforzarse por él y no encontraba tampoco el
más leve consuelo a su tedio mortal ni en la ciencia ni en el arte ni en la acción
pública. Extracto adaptado (sin signos de puntuación) del cuento “El amor que
asalta” de Unamuno.
Realiza una pausa corta al finalizar cada frase, y respira. Haz una pausa larga,
para marcar las transiciones, cada vez que terminas con una idea y pasas a otra idea
diferente.
“Ninguna palabra fue nunca tan efectiva como un silencio correctamente
administrado” Mark Twain
Utiliza pausas para:
Dar énfasis.
Para que le público pueda pensar o retener lo que acabas de decir.
El silencio es un recurso muy poderoso.
17. Vo-ca-li-za
Vocalizar no tiene que ver con hablar rápido o despacio, sino con marcar la
pronunciación de las sílabas. No importa cuál sea tu acento al hablar y que tu
público no este acostumbrado a escucharlo. Si vocalizas bien te entenderán.
Realiza el siguiente ejercicio para entrenar tu vocalización y, también, antes de tu
presentación. Te ayudará a calentar la voz y a vocalizar mejor. Toma un bolígrafo y
mételo en la boca, horizontalmente, atravesándolo y sujetándolo con los dientes.
Comienza a hablar, lo más claramente que puedas, sin soltar el bolígrafo. Realiza el
ejercicio durante unos minutos. Fíjate cómo hablas cuando sacas el bolígrafo de tu
boca. Notarás que vocalizas mucho mejor.
Aunque creas que tu vocalización es buena, siempre se puede mejorar. Tu
mensaje llegará con mayor claridad.
18. Enfatiza las palabras claves y frases importantes
Enfatizar las palabras y las frases importantes de nuestro discurso sirve para dos
cosas:
Para que el público perciba que es importante, que estamos hablando de una
idea clave.
Para evitar la monotonía del discurso.
¿Cómo podemos enfatizar palabras y frases?
La clave es cambiar la forma en que estamos hablando, en cualquiera de las
formas posibles. Si estamos hablando deprisa, hablar más despacio, si estamos
hablando despacio, incrementar el ritmo. Si estamos utilizando un volumen elevado,
hablar con un volumen más bajo, si estamos hablando con un volumen bajo, elevar el
volumen…
Podemos hacerlo con una palabra dentro de una frase o con una frase entera.
Decide que palabras son las palabras y frases claves de tu discurso. No es lo
mismo enfatizar unas palabras que otras, el sentido que le darás será diferente. Por
ejemplo, en la siguiente frase:
Los buenos resultados obtenidos por nuestra empresa, durante el año pasado, se
deben a nuestros esfuerzos por ser más originales, que nuestra competencia.
Puedes enfatizar palabras claves o parte de la frase. ¿A qué quieres darle
importancia? ¿A los buenos resultados obtenidos? ¿A lo que habéis hecho para
conseguirlos? ¿Al espíritu corporativo?...
Los BUENOS RESULTADOS obtenidos por nuestra empresa, durante el año
pasado, se deben a nuestros esfuerzos por ser más originales, que nuestra
competencia.
Los buenos resultados obtenidos por NUESTRA EMPRESA, durante el año
pasado, se deben a nuestros esfuerzos, por ser más originales, que nuestra
competencia.
Los buenos resultados obtenidos por nuestra empresa, durante el año pasado, se
deben a NUESTROS ESFUERZOS por ser más originales, que nuestra competencia.
Los buenos resultados obtenidos por nuestra empresa, durante el año pasado, se
deben a nuestros esfuerzos por SER MÁS ORIGINALES, que nuestra competencia.
LOS BUENOS RESULTADOS OBTENIDOS POR NUESTRA EMPRESA,
durante el año pasado, se deben a nuestros esfuerzos por ser más originales, que
nuestra competencia.
Los buenos resultados obtenidos por nuestra empresa, durante el año pasado, SE
DEBEN A NUESTROS ESFUERZOS POR SER MÁS ORIGINALES, QUE
NUESTRA COMPETENCIA.
La frase completa podría ser enfatizada como frase importante dentro del
discurso.
19. Evita las muletillas
Las muletillas son esas palabras o sonidos que introducimos cuando hablamos
pero que no aportan nada al discurso: eh, ah, y demás… No sólo no aportan nada al
discurso sino que restan.
Si, eh, buscas resultados distintos, esto, no hagas siempre, eh, lo mismo, no? Esta
contundente frase de Einstein (Si buscas resultados diferentes no hagas siempre lo
mismo) al introducir muletillas, distrae la atención de los que te escuchan y pierde
toda su potencia.
En ocasiones utilizamos las muletillas por costumbre, son como un tic y están
presentes en casi todos los momentos en los que nos comunicamos. Para eliminarlas
deberás primero reconocerlas y notar cuando las está utilizando. Pide ayuda a alguna
persona de confianza para que se fije en que muletillas utilizas.
Otras veces aparecen por falta de seguridad o para darnos tiempo a pensarque
vamos a decir después, en este caso sustitúyelas por un silencio.
Estas son algunas de las muletillas que deberían desaparecer de nuestro
discurso:
Palabras que repites constantemente para empezar, terminar o cambiar de ideas.
Por ejemplo: y demás…
Sonidos entre palabras: Eh, ah, mmm
Sonidos alargando palabras y repetición de palabras, que no aportan nada al
discurso: “deeeesde” “y, y”
20. Mira a tu público
Mientras estás realizando la presentación es importante que mantengas el
contacto visual con tu público, te ayudará a conectar con él.
Si necesitas utilizar tus notas nunca las pongas delante de tu cara, míralas el
mínimo tiempo posible o intercala miradas entre las notas y los espectadores. Si
utilizas material audiovisual, trata de no mirar a tu material, sigue mirando a tu
público para seguir captando su atención hacia tus palabras.
Intenta distribuir tu mirada entre toda la audiencia, no te olvides de los de atrás,
ni de los de delante, ni de los que están a la izquierda y a la derecha. Si tu audiencia
es pequeña, mira en algún momento a cada una de las personas. No te excedas más
de unos 20 segundos, mirando al mismo lugar.
Evita mirar al techo o al suelo o perder tu mirada en cualquier lugar donde no
haya nadie. Evita dar la espalda al público y sobre todo evita hablar si estas de
espaldas, no se te oirá con claridad.
21. Muévete con naturalidad
El lenguaje corporal es tan importante como el lenguaje verbal. A través de
nuestro cuerpo transmitimos, aun sin darnos cuenta. Para que nuestro discurso sea
creíble nuestro lenguaje verbal y no verbal deben estar alineados.
Cuando nos comunicamos en nuestro entorno más cercano, nos movemos con
naturalidad. La naturalidad se adquiere con la práctica. Mientras ensayas tu discurso,
fíjate en tu lenguaje corporal y modifícalo de forma que apoye tu mensaje. La
práctica y la repetición convertirán tus gestos forzados en gestos naturales.
Empieza la presentación con una posición relajada que transmita seguridad. Te
servirá para transmitir seguridad al público, pero también para ganar seguridad en ti.
Sitúate en el centro, con los dos pies firmes en el suelo, ligeramente separados y un
poco abiertos. Tu torso debe tener su centro de gravedad en el centro. Suelta tus
brazos, relajados a ambos lados. Puedes mover tus manos para apoyar tus palabras.
Ensaya esta postura, verás que muy pronto te resulta una postura natural.
Si nos paseamos sin rumbo de un lado para otro mientras hablamos, distraeremos
al público. Si eres de los que hablando por teléfono no para de moverse, ten en
cuenta este consejo. Muévete por el espacio del que dispones, pero no lo hagas de
forma constante. Muévete, por ejemplo hacia el público, párate en ese lugar durante
un tiempo adoptando la postura anterior. Muévete a otro lugar del escenario, párate
en ese lugar y adopta una vez más postura anterior…
Debes evitar:
Cruzar los brazos y las manos
Meter la manos en los bolsillos
Mover la manos en exceso
Pasear de un lado para otro sin rumbo y agitadamente
Dar la espalda al público
Jugar con objetos, cómo bolígrafos…
Ensaya, ensaya y ensaya para conseguir naturalidad.
22. Habla con pasión
Si quieres que tu público se apasione, habla con pasión. Para demostrar tu
pasión:
Expresa tus emociones.
Utiliza adjetivos: extraordinario, muy, increíble...
El tono de tu voz, si el tema te apasiona, transmitirá esa pasión.
¿Y si el tema no te entusiasma, pero aun así tienes que hablar de ello? Es posible
que hablar, por ejemplo, de la nueva legislación, no sea el tema más apasionante del
mundo. Y quizás ni a ti, ni a tu público os resulta interesante. En ese caso te enfrentas
a un importante reto. Busca lo interesante del tema sobre el que tienes que hablar,
todos los temas tienen alguna parte interesante. Nada es o blanco o negro, existe una
gran escala de grises. Quizás una aplicación práctica del tema sea interesante.
Hablando con pasión conectarás con el público y transmitirás emociones.
23. Sonríe
Salvo que vayas a hablar en un funeral, sonríe. La sonrisa es el arma más
poderosa que tenemos para empatizar con el público. Nos sentimos muchos más
cercanos a las personas que sonríen que hacia las personas serias. Incluso si el tema
es serio no hay motivo para no sonreír. Se trata de una sonrisa de entusiasmo, de
pasión por lo que estamos hablando.
Pero la sonrisa debe ser natural, no forzada. Si estamos nerviosos los músculos
de la cara tenderán a estar tensos. Y nuestros gestos faciales pueden resultar forzados
y poco naturales. Para que nuestra sonrisa sea auténtica y natural, incluso aunque
estemos nerviosos, debemos ensayar y calentar previamente.
Cuando ensayes tu discurso, ensaya con una sonrisa. No hay motivo para estar
serio mientras ensayas. Regálate una sonrisa. Practica con una sonrisa en la boca.
Durante los ensayos tu sonrisa se volverá cada vez más natural.
Antes de tu presentación relaja los músculos de tu cuerpo y sobre todo los de tu
cara. Para ello, haz gestos forzados con tu cara, abriendo y cerrando tu boca
exageradamente, poniendo caras, cuanto más absurdo, extremos más músculos
estarás moviendo y relajando. Masajea los músculos con tus dedos. Estás preparado
para ofrecer una sonrisa sincera, de pasión y entusiasmo.
24. Involucra al público
Involucrar al público y hacerlo partícipe de tu presentación te servirá para que
presten mayor atención y el mensaje cale más profundamente.
El recurso más utilizado son las preguntas.
Puedes utilizar preguntas retóricas. Son preguntas que se formulan sin esperar
respuesta, con la finalidad de reforzar o reafirmar el propio punto de vista, dando
por hecho que el interlocutor está de acuerdo. Por ejemplo, ¿Podemos permitirnos
quedarnos de brazos cruzados ante esta situación?
En lugar de facilitar la información directamente, introduce una pregunta.
Generarás curiosidad, el público siente la necesidad de conocer la respuesta. Por
ejemplo, ¿Cuántos años tarda en crecer un árbol de navidad? Una vez que la pregunta
se ha formulado, queremos conocer la respuesta, no nos gustan las preguntas sin
respuesta. Genera curiosidad. Al conocer la respuesta el impacto será mayor, que si
ofrecemos la respuesta sin antes hacer la pregunta. Un árbol de navidad tarda entre 7
y 10 años en crecer.
Si todavía quieres más participación, haz preguntas para que sean respondidas
por el público. ¿Quién tiene mascota? Pide que levanten la mano o acompáñales
levantando tu mano. Utiliza este recurso para que el público se sienta parte de la
presentación. Percibirán que forma parte de un grupo. Además percibirá que se va a
hablar de algo que le interesa, para resolver un problema o situación...
Utiliza el recurso de las preguntas, al igual que todos los recursos, con
moderación. No abuses. Si lo haces perderán todo el efecto y tu presentación se
convertirá en monótona.
Pide al público que haga cosas. Dependiendo de las condiciones del lugar, la
audiencia y el tema, podrás utilizar este recurso de diferentes maneras. Por ejemplo,
si estás impartiendo una clase sobre historia del arte, para un grupo de 30 alumnos,
en un aula con mesas y sillas, podrás pedir que analicen una obra de arte en grupos
de dos. Si estas impartiendo una conferencia para 100 personas sobre hablar en
público, mientras presentas ejercicios para calentar la voz, haciendo una
demostración, puedes pedir al público que los haga contigo. Este recurso es muy útil,
para que el público “no se duerma”.
Otro recurso que puedes utilizar para involucrar al público es pedir voluntarios
que te ayuden para realizar una demostración. Pide voluntarios y anima a la
participación. Evita, en la medida de lo posible, escoger tú mismo a alguien del
público. Si lo haces procura escoger a alguien que no tenga inconveniente en
exponerse delante del público para el que estás hablando. Si la persona que escoges
lo pasa mal delante del público, el público empatizará y lo pasará mal también.
Mantener al público activo ayudará en momentos en los que sea complicado
mantener la atención,por ejemplo, después de comer.
25. Prepara la improvisación
“Me he pasado toda la noche preparando la improvisación de mañana” Winston
Churchill
Prepara la improvisación. Sí, la improvisación también se prepara y se entrena.
Es posible que tengas que improvisar en exposiciones donde el público participa
durante toda la exposición o cuando pueden realizar preguntas al finalizar la
conferencia. Esto se puede preparar, piensa en las posibles preguntas que pueden
surgir, escribe una lista de preguntas frecuentes y su respuesta. Y si alguna pregunta
que te realicen no está en esa lista, no temas, si conoces bien el tema, si has
preparado bien tu exposición sabrás que responder. Y si no es así, porque somos
humanos y no todo lo sabemos, puedes responder sinceramente diciendo que en estos
momento no cuentas con esa información e incluso puedes comprometerte a buscarla
y ofrecérsela más tarde. 
“Las improvisaciones son mejores cuando se preparan” Shakespeare
Si has preparado a conciencia tu presentación, sabrás como resolver posibles los
imprevistos. Porque tendrás confianza en tu exposición y sabrás que tendrá éxito.
26. No imites a otros
Asiste a conferencias, escucha a otros oradores, TED talks…aprende de los
mejores, pero no los imites. ¿Por qué no, si son los mejores? Porque cada uno tiene
su propio estilo. Imitando lo que otros corres el riesgo de no mostrarte con
naturalidad ante el público, porque no estás siendo tú mismo. El público aprecia las
personas auténticas y que se muestras con naturalidad. Imitar no te ayudará a
encontrar tu propio estilo.
Aprende las técnicas que utilizan los conferenciantes que te gustan y adáptalas a
ti, a tu estilo.
Para encontrar tu propio estilo debes valorar cuáles son tus fortalezas. Todos
tenemos puntos fuertes con los que partimos a la hora de comunicarnos ante el
público. Si los desconoces porque nunca has hablado ante una audiencia, piensa en
cuando te comunicas con otras personas en el ámbito personal o profesional. Ellos
también son público. Todos, repito, todos tenemos fortalezas, habilidades que ya
hemos adquirido para comunicarnos con eficacia. Al fin y al cabo no vivimos
aislados del mundo, lo que hacemos la mayor parte de nuestro tiempo es
comunicarnos con otros seres humanos, así que algo sobre comunicación ya
sabemos.
Tus fortalezas o puntos fuertes, no son cosas que haces a la perfección, siempre
hay espacio para la mejora. Fortalezas es aquello por lo que destacas cuando te
comunicas. Por ejemplo, variedad vocal, tono, volumen, expresividad, lenguaje
corporal, exposición de ideas de forma organizada… Analiza cuales son las tuyas.
Puedes preguntar a alguna persona cercana cuales considera que son tus mayores
fortalezas cuando te comunicas con otros. Analiza también cuáles son tus puntos de
mejora.
Estamos acostumbrados a centrarnos en mejorar nuestros puntos débiles.
Hagámoslo, aprendamos nuevas técnicas y prestemos atención a mejorar nuestros
puntos débiles. Pero no perdamos de vista nuestras fortalezas. Mejoremos nuestras
fortalezas. Es algo en lo que ya somos buenos, potenciémoslo. Si, por ejemplo, uno
de tus puntos fuertes es el lenguaje corporal, trabaja para mejorar todavía más tus
movimientos, cómo acompañan tu mensaje, cómo moverte para enfatizar lo que
cuentas… Nos resultará sencillo mejorar nuestras fortalezas y captar a nuestro
público a través de ellas, porque no partimos de cero, ya partimos con un buen nivel.
En ellas encontraremos nuestro estilo.
No podemos ser perfectos, pero podemos ser mejores.
27. Enfréntate al miedo a hablar en público
El miedo a hablar en público es el miedo más extendido. Las estadísticas dicen
que tememos incluso más a hablar en público que a la muerte. El humorista
norteamericano Jerry Seinfeld dice, "Esto significa que si tienes que asistir a un
funeral, te sientes más cómodo estando en el ataúd que teniendo que hablar en
público sobre el fallecido" Absurdo, ¿verdad?
El miedo a hablar en público se debe en la mayoría de los casos a múltiples
factores:
miedo a lo desconocido, a algo que nunca hemos hecho
miedo a ser evaluado y juzgados por otros
miedo a meter la pata delante de la gente
miedo a exponernos
falta de experiencia y práctica
miedo a hacer el ridículo
La buena noticia es que el miedo se puede paliar, reducir, e incluso se puede
aprender a disfrutar hablando en público. ¡Sí, se puede disfrutar de hablar en
público! Mucha gente disfruta haciéndolo y cualquiera puede conseguir disfrutar de
esta actividad, al igual que disfrutas charlando con tus amigos. Porque a todos nos
agrada ser escuchados.
"El valor no es la ausencia de Miedo, sino la habilidad de enfrentarse a él" John
Putnam
En la mayoría de los casos, el miedo a hablar en público, es un miedo irracional:
"Tengo miedo a quedarme en blanco" ¿Cuántas veces te ha sucedido? ¿A cuántas
personas conoces que les haya sucedido eso? Y si sucediese ¿Qué es lo peor que
podría pasar? Te cuento lo que pasaría si te quedases en blanco. Tu audiencia
empatizaría contigo, entendería que es algo natural, porque a ellos también les
podría pasar en tu situación.
Existen técnicas que podemos aplicar para reducir nuestra ansiedad y
nerviosismo.
"No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles
porque no nos atrevemos a hacerlas" Séneca
28. Visualízate teniendo éxito
Si solamente el pensamiento de tener que exponer delante de otras personas te
genera ansiedad, esta técnica te ayudará. Consiste en visualizarte hablando en
público con éxito. Deberás de realizarla días antes de la presentación. Cada día
tomate unos momentos para visualizarte hablando ante tu audiencia.
Busca un lugar cómodo, donde te puedas sentar o tumbar. Poner música relajante
te puede ayudar. Cierra los ojos y relájate. Tomate unos segundos para percibir cómo
los músculos de tu cuerpo se van relajando. Realiza respiraciones profundas: toma
aire, mantenlo en tus pulmones por unos segundos y exhala lentamente. Imagínate en
un lugar que te provoque relajación y tranquilidad. Puede ser real o imaginario.
Percibe todo lo que te rodea, colores, olores, sonidos… y percibe también las
sensaciones que te produce ese entorno. Permanece ahí hasta que hayas percibido
todo lo que te rodea. Poco a poco a lo lejos empezarás a visualizar el sitio donde
vas a realizar tu presentación. Todavía te encuentras en ese lugar de tranquilidad y
relajación, y poco a poco te acercas hacia el sitio de la presentación. Comienzas a
percibir cómo es, desde tu estado de relajación y tranquilidad. Imagínate en el
escenario o lugar donde hablarás. Durante unos minutos deja que tu mente recorra
toda la sala, conecta con tu audiencia y visualízate a ti mismo hablando con pasión y
energía para tú público. Imagina las caras atentas y los aplausos finales. Si en algún
momento te viene algún pensamiento negativo sobre tu exposición, descártalo,
elimínalo y sustitúyelo por algo agradable.
Visualizarnos teniendo éxito es una técnica muy efectiva y ampliamente utilizada
en distintos ámbitos, por ejemplo, por grandes atletas. Puedes utilizar esta técnica no
sólo para hablar en público, también para cualquier otra situación en la que quieras
tener éxito.
Realizar esta visualización durante varios días, previos a tu presentación, te
ayudará a relajarte y a cambiar tus sensaciones ante la presentación.
Nos sentiremos más tranquilos y relajados porque nuestra mente percibirá la
situación como algo familiar. No es algo nuevo para nosotros, porque ya lo hemos
imaginado.
29. Tomate unos momentos para relajarte, antes de la
presentación
Antes de comenzar tu presentación realiza ejercicios de respiración. Respira
profundamente varias veces desde el abdomen. Inspira aire por la nariz, hasta que se
hinche tu barriga, mantenlo durante unos segundos y después expira lentamente,
echando el aire por la boca. Este ejercicio tranquiliza tu cerebro y, además, hará que
tu voz se proyecte con más claridad y tranquilidad.
Incluso justo antes de comenzar tu presentación, enfrente al público, antesde
empezar a hablar, puedes realizar una respiración profunda. Liberarás tu tensión y la
tensión del público. Tu público conectará contigo, con tu respiración. Tu voz saldrá
con más fuerza y confianza.
30. Bebe agua
Antes de la presentación bebe agua. Por dos razones principales:
Para hidratarte, para que tu voz sea clara necesitas hidratar tu garganta. Además
de beber antes, deberías tener siempre un vaso de agua a mano, es posible que a
medida que vas hablando tu garganta se vaya secando y necesites beber más
agua.
Cuando bebemos nos tranquilizamos. Nos ponemos nerviosos porque nuestro
cerebro interpreta que estamos en peligro. Ante una situación real de peligro, no
nos paramos a beber agua. Por lo tanto, al beber agua cuando estamos
nerviosos, le estamos enviando al cerebro información de que no estamos ante
un peligro.
Pero no bebas en grandes cantidades, si no es posible que tengas que interrumpir
tu presentación inesperadamente. Dosifica la cantidad en función de tus necesidades.
31. Durante la presentación, no te juzgues
"La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito" Ralph Waldo Emerson
Durante tu exposición no te juzgues por lo que has dicho, lo que no has dicho, lo
que has hecho… Autoevaluarte durante la exposición, no te ayudará a continuar con
energía. Tendemos a fijarnos en los aspectos que consideramos más negativos para
castigarnos por ellos y esto nos llevará a ponernos más nerviosos y a perder la
confianza en nosotros mismo.
Deja la autoevaluación para el final, cuando hayas terminado. En esos momentos
podrás verlo con mayor perspectiva, evaluar en conjunto toda tu presentación y de
una forma más objetiva. Durante la exposición céntrate en el tema y en el público.
Nunca digas que estás nervioso, la mayoría de las veces aunque nosotros nos
notemos nerviosos, el resto del público no lo percibe así. Si lo comentamos, lo
único que conseguiremos es atraer la atención del público para captar nuestros
síntomas de nerviosismo. Además, decirlo no ayudará a reducir el nerviosismo que
sentimos.
32. Felicítate por la presentación
¡Enhorabuena!
Cuando termines tu exposición, lo primero que debes hacer es felicitarte, por
haber realizado la presentación.
Hazlo sin excusas, sin “y si hubiera…”, “tendría que haber…””podría haberlo
hecho mejor” Siempre se puede hacer mejor, siempre hay espacio para la mejora.
Antes de analizar la exposición, y ver qué cosas podremos mejorar para la
siguiente vez que hablemos en público, felicítate, porque lo que has hecho es 
importante y es un paso más y necesario en tu proceso de aprendizaje. Cuando
aprendemos a montar en bici, cada vez que montamos estamos practicando y cada
práctica es importante para que nuestra técnica sea cada vez mejor. Lo mismo sucede
cuando hablamos en público. Cada vez que lo hacemos, estamos practicando y
mejorando nuestra técnica.
Y una vez más repítelo ¡Enhorabuena!
33. Autoevalua tu discurso
Después de felicitarte, es el momento de analizar cómo ha ido la presentación.
Comienza por revisar todo lo que has hecho bien. Después analiza, que cosas te
gustaría hacer de forma diferente la próxima vez. Valora también lo que has
aprendido y cómo te has sentido durante la exposición.
Descarga gratis la guía para la autoevaluación en este link
www.hablarenpublicocurso.com/autoevaluacion-presentacion
Si hay personas de confianza entre la audiencia puedes preguntarles qué les ha
parecido tu exposición. Así tendrás la visión de alguien del público.
Si tienes que volver a realizar la misma presentación, la autoevaluación es muy
importante para mejorar tu discurso. Si no vas a hablar sobre lo mismo, la
autoevaluación es importante como proceso de aprendizaje para siguientes ocasiones
en las que tengas que exponer para el público.
Conocer tus puntos fuertes y áreas de mejora es el punto de partida para
progresar y mejorar tus habilidades de comunicación. No olvides los puntos fuertes.
Son tus fortalezas, ya cuentas con esas cualidades y siempre puedes explotarlas más.
El más importante de todos los consejos, atrévete a comunicarte, con la
experiencia ganarás confianza. Aprovecha cualquier oportunidad para practicar.
Puedes comenzar ante círculos reducidos y de confianza, como familia o amigos, o
en un entorno tan íntimo como tú y una cámara grabándote.
Prueba estos 33 consejos y otras técnicas y recursos que conozcas. Adáptalos a
tus necesidades, toma lo que te funciona y encuentra tu propio estilo.
Comunícate y comparte con el mundo tus ideas.
	33 consejos prácticos para hablar en público
	1. Conoce a tu audiencia
	2. Define el objetivo de la presentación
	3. Intima con tu tema
	4. Selecciona tus ideas, no puedes hablar de todo
	5. Utiliza una estructura clara
	6. Impacta con tu introducción
	7. Final memorable
	8. No escribas tu discurso
	9. Adapta el lenguaje a tu público
	10. Utiliza repeticiones
	11. No utilices la presentación audiovisual cómo tus notas
	12. Utiliza un material de apoyo visual con sencillez
	13. Ensaya, ensaya y ensaya
	14. Habla con el público, no para el público
	15. No corras, no es una carrera
	16. Utiliza pausas y deja respirar al público
	17. Vo-ca-li-za
	18. Enfatiza las palabras claves y frases importantes
	19. Evita las muletillas
	20. Mira a tu público
	21. Muévete con naturalidad
	22. Habla con pasión
	23. Sonríe
	24. Involucra al público
	25. Prepara la improvisación
	26. No imites a otros
	27. Enfréntate al miedo a hablar en público
	28. Visualízate teniendo éxito
	29. Tomate unos momentos para relajarte, antes de la presentación
	30. Bebe agua
	31. Durante la presentación, no te juzgues
	32. Felicítate por la presentación
	33. Autoevalua tu discurso

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