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Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 
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se enfrenta el desafío de traducir el análisis conceptual de las diferencias que sustentan ambos 
paradigmas, en una propuesta práctica, en forma de hoja de ruta, para la sustentación de 
políticas públicas desde la óptica de la seguridad humana. 
En el capítulo se evidencian con precisión los contrastes entre una visión restringida 
de la seguridad ciudadana, subordinada a la defensa del Estado, de enemigos internos y 
externos, a una visión más integral de la seguridad centrada en la persona en todas sus 
dimensiones. Esta visión se vincula la seguridad con el desarrollo a un nivel global y se 
desdobla en siete dimensiones de la seguridad: económica, alimentaria, salud, 
medioambiental, personal, comunitaria y política. 
Trasladar la lógica integral del desarrollo humano a la política pública es uno de los 
principales desafíos de los Estados, especialmente en relación con las migraciones, a pesar 
de que sus grandes contribuciones acompañan la evolución de la humanidad. El concepto 
de seguridad, conforme se evidencia, centrado en las personas y estrechamente vinculado 
al proceso de desarrollo, se aplica al fenómeno de las migraciones tratándolas como 
procesos de movilidad humana, lo que implica cambios en el lenguaje, así como en la 
comprensión y el tratamiento de estas. 
Resulta de gran utilidad para estos debates el contrapunto conceptual que se realiza 
entre migración y movilidad, cuya comprensión da una idea más precisa de los desafíos que 
implica incorporar la visión de la seguridad humana, en las políticas migratorias. En 
palabras del autor, la gran diferencia es que el ser migrante es una calificación producto de 
una relación entre el Estado y una persona y se puede acomodar a una narrativa de amenaza 
potencial al Estado. Sin embargo, la movilidad es un flujo de personas horizontal, entre 
iguales, que representa dimensiones sociales, históricas y culturales. 
En el concepto de movilidad humana los análisis se centran en las relaciones entre 
personas, familias y comunidades en sus procesos de salida, los lugares por los que transitan 
y aquellos adonde llegan y se quedan, o de donde son expulsados de regreso y a donde 
buscan reinsertarse. En la propuesta de hoja de ruta relacionada con la movilidad y 
seguridad humana como política pública que se hace en este capítulo, se utiliza un abordaje 
territorial. Hay una gran unanimidad respecto a esta aproximación como la más adecuada 
para el empoderamiento de personas, familias y comunidades, uno de los componentes 
fundamentales de las estrategias de la seguridad humana. 
Los desafíos del diseño de políticas públicas desde el enfoque de la seguridad 
humana son enormes y deben ser vistos en perspectiva de mediano y largo plazo. Por una 
parte, se debe internalizar el concepto mismo en sociedades tan desiguales y con una alta 
proporción de su población en la pobreza y en los últimos lugares de la escala social. Y por 
otra parte, se debe subsanar la debilidad institucional de los Estados, su pérdida de 
legitimidad y su captura por intereses corporativos o del crimen organizado. Ambos 
desafíos se enfrentan en un ámbito geopolítico en el que la migración es vista con una visión 
de la seguridad nacional. Finalmente, destaca el valioso esfuerzo desarrollado en este 
capítulo para dar el salto entre el análisis conceptual del paradigma de la seguridad y la

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