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Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 23 se enfrenta el desafío de traducir el análisis conceptual de las diferencias que sustentan ambos paradigmas, en una propuesta práctica, en forma de hoja de ruta, para la sustentación de políticas públicas desde la óptica de la seguridad humana. En el capítulo se evidencian con precisión los contrastes entre una visión restringida de la seguridad ciudadana, subordinada a la defensa del Estado, de enemigos internos y externos, a una visión más integral de la seguridad centrada en la persona en todas sus dimensiones. Esta visión se vincula la seguridad con el desarrollo a un nivel global y se desdobla en siete dimensiones de la seguridad: económica, alimentaria, salud, medioambiental, personal, comunitaria y política. Trasladar la lógica integral del desarrollo humano a la política pública es uno de los principales desafíos de los Estados, especialmente en relación con las migraciones, a pesar de que sus grandes contribuciones acompañan la evolución de la humanidad. El concepto de seguridad, conforme se evidencia, centrado en las personas y estrechamente vinculado al proceso de desarrollo, se aplica al fenómeno de las migraciones tratándolas como procesos de movilidad humana, lo que implica cambios en el lenguaje, así como en la comprensión y el tratamiento de estas. Resulta de gran utilidad para estos debates el contrapunto conceptual que se realiza entre migración y movilidad, cuya comprensión da una idea más precisa de los desafíos que implica incorporar la visión de la seguridad humana, en las políticas migratorias. En palabras del autor, la gran diferencia es que el ser migrante es una calificación producto de una relación entre el Estado y una persona y se puede acomodar a una narrativa de amenaza potencial al Estado. Sin embargo, la movilidad es un flujo de personas horizontal, entre iguales, que representa dimensiones sociales, históricas y culturales. En el concepto de movilidad humana los análisis se centran en las relaciones entre personas, familias y comunidades en sus procesos de salida, los lugares por los que transitan y aquellos adonde llegan y se quedan, o de donde son expulsados de regreso y a donde buscan reinsertarse. En la propuesta de hoja de ruta relacionada con la movilidad y seguridad humana como política pública que se hace en este capítulo, se utiliza un abordaje territorial. Hay una gran unanimidad respecto a esta aproximación como la más adecuada para el empoderamiento de personas, familias y comunidades, uno de los componentes fundamentales de las estrategias de la seguridad humana. Los desafíos del diseño de políticas públicas desde el enfoque de la seguridad humana son enormes y deben ser vistos en perspectiva de mediano y largo plazo. Por una parte, se debe internalizar el concepto mismo en sociedades tan desiguales y con una alta proporción de su población en la pobreza y en los últimos lugares de la escala social. Y por otra parte, se debe subsanar la debilidad institucional de los Estados, su pérdida de legitimidad y su captura por intereses corporativos o del crimen organizado. Ambos desafíos se enfrentan en un ámbito geopolítico en el que la migración es vista con una visión de la seguridad nacional. Finalmente, destaca el valioso esfuerzo desarrollado en este capítulo para dar el salto entre el análisis conceptual del paradigma de la seguridad y la
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