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https://www.facebook.com/labibliotecadelpsicologo/ https://www.facebook.com/labibliotecadelpsicologo/ https://www.facebook.com/labibliotecadelpsicologo/ CRECER EN GRUPO Una aproximación desde el Enfoque Centrado en la Persona https://www.facebook.com/labibliotecadelpsicologo/ Tomeu Barceló 88 CRECER EN GRUPO Una aproximación desde el Enfoque Centrado en la Persona 2ª edición C r e c i m i e n t o p e r s o n a l C O L E C C I Ó N 1ª edición: octubre 2003 2ª edición: julio 2010 © Tomeu Barceló, 2003 © EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S. A., 2003 Henao, 6 - 48009 Bilbao www.edesclee.com info@edesclee.com Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autoriza- ción de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos –www.cedro.org–), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Impreso en España - Printed in Spain ISBN: 978-84-330-1820-5 Depósito Legal: Impresión: Publidisa, S.A. - Sevilla www.edesclee.com info@edesclee.com www.cedro.org Prólogo. Por Javier Ortigosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Introducción y gratitudes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 1. Un enfoque para crecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 2. Ser persona en crecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 3. El grupo, más que nunca un mar de vida. . . . . . . . . . . . 59 4. La senda del grupo: signos del acontecer. . . . . . . . . . . . 103 5. Estar presente: una manera de hacer . . . . . . . . . . . . . . . . 131 6. La relación con el sí mismo. Tentativas de focusing . . 151 7. Disponerse, enfocar y desenfocar. Hacia la operatividad del sistema . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 8. Dos destrezas para una acción eficaz . . . . . . . . . . . . . . . 187 9. Entre la espera y el contacto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 10. Temores, deseos y satisfacciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 11. De la experiencia al aprendizaje. Viajando hacia el "enfoque centrado en la persona" Por Jordi Juan Sastre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 12. Del descubrimiento significativo a la proyección significada. Un compromiso sentido con el "enfoque centrado en la persona". Por Ferran Juan Torrens. . . . . . . 245 ÍNDICE 13. Crecer facilitando.Una experiencia personal en la facilitación de grupos de encuentro. Por Victoria Picó i Aguiló . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267 14. Muecas para el entrenamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317 Referencias Bibliográficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319 8 Después de haber leído muy detenidamente el libro de Tomeu tengo que agradecer a Carlos Alemany la sugerencia de prologarlo. He disfrutado mucho con su lectura, por una parte, porque, con frase gráfica, me he sentido “como en ca- sa”. Después de mis treinta y dos años de terapeuta centra- do en la persona he visto cómo Tomeu recoge muy bien la esencia de esta orientación en su vertiente grupal de manera muy gráfica y expresiva. Por otra parte el libro me ha enri- quecido con aspectos y sugerencias, nuevos para mí. Al comienzo, Tomeu nos ofrece una visión de la esencia de la orientación centrada en la persona. Lo hace con gran profundidad y claridad y a la vez de una forma densa, como corresponde a una descripción de las actitudes fundamenta- les del facilitador de una manera vivencial y fenomenológi- ca. Recomiendo al lector una lectura tranquila y reposada de esta parte, pues su densidad no permite una lectura apresu- rada. A continuación Tomeu nos ofrece una rica visión de lo que es un grupo y las distintas concepciones de su proceso. PRÓLOGO Por Javier Ortigosa 9 En esta parte muestra un conocimiento profundo y una gran información del estado actual de la Dinámica de Grupos. Al final se decanta por una descripción personal de las fases o etapas por las que atraviesa un grupo en su camino hacia la madurez. Para mí ha resultado muy interesante cómo nos indica Tomeu con gran habilidad qué actitudes de la tríada roge- riana hay que desarrollar preferentemente en cada fase de la evolución del grupo. Me parece muy original y acertado su punto de vista. Especialmente interesante es la frase con la que describe emblemáticamente la tarea del facilitador: estar presente. Tarea que supone un contacto vivencial muy profundo con cada persona del grupo, que Tomeu describe de manera honda y precisa. Sus indicaciones sobre el Focusing, que se ve que conoce muy bien, enriquecen la visión del facilitador de grupo cen- trado en la persona. Aunque fundamentalmente preocupado y centrada su mirada en ese “estar presente” vivencial, no olvida que un grupo debe ser eficaz, y concreta con detalle cómo lograr esa eficacia, teniendo en cuenta los cuatro niveles del grupo, descritos con anterioridad. La parte final que llama “muecas”, extraña denominación a primera vista, pero que él explica, está dedicada a exponer algunos ejercicios para dinamizar el grupo, si su momento así lo requiere. Los terapeutas centrados en la persona no so- mos amigos de hacer ejercicios en grupo, pero admito, como el autor, que pueda haber algún momento en el que el grupo lo requiera. Aquí el criterio va a ser siempre el estado y si- tuación de las personas del grupo, criterio fundamental en la orientación centrada en la persona. CRECER EN GRUPO 10 Los tres capítulos dedicados a aportaciones de tres cola- boradores suyos, tienen un colorido vivencial que los tiñe de gran viveza y cercanía. Los dos primeros reflejan los avata- res y vivencias muy variadas de quienes empiezan la anda- dura de facilitar grupos. El último, el de Victoria Picó, reve- la en su autora una persona más adiestrada en esta preciosa aventura de la facilitación de los grupos. Resumiendo: nos encontramos ante una obra que revela una amplia experiencia de su autor en el trabajo con grupos. También un gran conocimiento, fruto sin duda de una pro- funda reflexión, de la orientación centrada en la persona y del Focusing. Además Tomeu refleja una gran erudición en el conocimiento de los grupos, resultado de muchas horas de trabajo y lectura. El tono vivencial que tiñe toda la obra ha- cen de su lectura un grato y ameno placer. Mi felicitación a Tomeu y mis deseos de que su escuela si- ga dando a conocer y facilitando grupos eficazmente. Javier Ortigosa Presidente de la Asociación de Psicoterapeutas “Laureano Cuesta" Profesor Colaborador de la Universidad Comillas PRÓLOGO 11 “Un enfoque centrado en la persona se basa en la premisa de que el ser humano es un organismo básicamente digno de confianza, ca- paz de evaluar la situación externa e interna, de comprenderse a sí mismo en su contexto, de hacer elecciones constructivas como los siguientes pasos en la vida y de actuar en base a esas elecciones. Una persona facilitadora puede ayudar a liberar estas capacida- des cuando se relaciona como una persona real con otra, recono- ciendo como suyos y expresando sus propios sentimientos; cuando experimenta un aprecio y un amor no posesivos por la otra. Cuando este enfoque es aplicado a un individuo o a un grupo se descubre, a lo largo del tiempo, que las elecciones hechas, las direcciones que se siguen y las acciones que se emprenden son personalmente cada vez más constructivas y tienden hacia una armonía social más realista con los demás”. (Carl Rogers) En realidad este libro fue concebido en Miraflores de la Sierra, un lugar alejado de los ruidos de la urbe en el que to- davía puedo contemplar con asombro la majestuosidad de los montes serranos, oler el perfume reconfortante que des- INTRODUCCIÓN Y GRATITUDES 13 prenden una multitud de árboles, flores y plantas; escuchar elsusurro del aire fresco y limpio mientras gozo de su roce por mi cuerpo y disfrutar de la musicalidad de las aguas que descienden por el riachuelo. Allí, en el paseo de la fuente del cura, desde hace algunos años, me percibo nuevamente en búsqueda de un caminar impreciso y sueño, en ocasiones, con un mundo imposible en un espacio incierto. En ese lugar, que me resulta siempre paradójico y a veces perplejo, me per- cato de nuevo en expansión y siento vivir serenamente, cuan- do acudo, la experiencia de crecer en grupo. Hace años que me siento atraído por las experiencias en grupo y los procesos que acontecen. He llegado a compilar muchos materiales apropiados para el estudio y la investiga- ción a los que me he dedicado con cierta pasión. Sin embar- go, cada nueva experiencia de grupo me sorprende y en mu- chas de ellas me siento de nuevo en crecimiento. Las noches de Miraflores me ayudan a darme cuenta de cuán importan- te es participar en grupos que me animan a crecer. Y es que las personas no existimos aisladamente en la faz de la tierra. Las mujeres y los hombres, como seres sociales y en relación unos con otros, convivimos en sociedad y confor- mamos grupos humanos de los que nos sentimos partícipes, a través de los cuales realizamos nuestros proyectos vitales. La familia, los equipos de trabajo, los cursos de formación a los que asistimos, las pandillas de compañeros y amigos, los encuentros; son situaciones de grupo. Los grupos huma- nos presentan pautas recurrentes de actitudes y conductas, y manifiestan tendencias de evolución en el curso de su trayec- to. Es plausible investigar y definir algunas leyes generales que expliquen las razones de las semejanzas y diferencias en- tre los distintos grupos humanos. Es posible suponer, con ba- ses relativamente sólidas, porqué unos grupos son eficaces y creativos, y otros se diluyen en un notable fracaso. CRECER EN GRUPO 14 Me parece que uno de los factores más decisivos para el despliegue del potencial creativo de un grupo y su desarrollo eficaz tiene que ver con el ejercicio del liderazgo instituciona- lizado. El líder de un grupo puede crear condiciones en virtud de las cuales un grupo se sienta inducido hacia su realización plena de manera creativa y con resultados eficientes. Es más, estas condiciones pueden generar procesos comunicativos e interaccionales que tiendan al crecimiento personal y se perci- ban satisfactoriamente por parte de los miembros de un gru- po. El grupo puede ser un marco propicio para el crecimiento y el desarrollo personal, puede constituir un espacio de co- municación auténtica y sincera, puede impregnar de transfor- mación y encuentro nuestras relaciones interpersonales y puede estimular la incorporación de aprendizajes significati- vos y relevantes para nuestra tarea y nuestra vida. También puede configurarse como instrumento para la superación de los conflictos subyacentes y el aprovechamiento de la energía afectiva hacia una direccionalidad constructiva. De todo esto trata un poco este estudio que no es sino fru- to de largos períodos de experiencia e investigación sobre el funcionamiento de los grupos y la manera de ejercer el lide- razgo institucionalizado. En realidad existen múltiples y plurales publicaciones so- bre dinámica de grupos que intentan explicar las bases de funcionamiento de los grupos y los procesos que acontecen en experiencias intensivas grupales, y proponen ideas para mejorar la eficacia de la tarea en equipos de trabajo. Y toda- vía prolifera una mayor cantidad de libros que sugieren re- cursos y técnicas aplicadas de dinámica de grupos con la fi- nalidad de favorecer y acelerar estos procesos. Sin embargo, se encuentran pocas investigaciones que tra- tan del ejercicio del liderazgo, de la manera como se puede facilitar un grupo para que pueda expandir todo su potencial constructivo. Excepto algunas reflexiones ubicadas exclusi- INTRODUCCIÓN Y GRATITUDES 15 vamente en el ámbito de la psicoterapia, no conozco muchas indagaciones editadas sobre la facilitación de grupos, sobre las condiciones necesarias y deseables que ha de entablar un animador y sobre cómo debería ser la presencia de un facili- tador para intervenir eficazmente en el grupo. Si acaso, he podido observar algunos capítulos aislados que, a mi juicio, no conforman un sistema coherente de facilitación. Como sistema, un método de facilitación de grupos, tiene que poder ser aprovechado en distintos ámbitos sociales en donde existan situaciones que conformen grupo: en equipos de trabajo de departamentos empresariales y administrati- vos, equipos docentes y educativos, grupo-clase de alumnos en procesos formativos, grupos de voluntariado en campos socioculturales de intervención, cursos y grupos intensivos de aprendizaje y encuentro, y en otros muchos entornos. También tiene que contener elementos esenciales que permi- tan la formación y el entrenamiento de facilitadores que van a aplicar y adaptar el sistema en el ejercicio práctico de su li- derazgo como coordinadores o animadores de grupos. Es más, un sistema de facilitación de grupos no puede ser neutral ni imparcial, al contrario; el ejercicio del liderazgo institucionalizado en un grupo es sustantivamente intencio- nal. El animador de un grupo, con su presencia, su estar y su hacer en un grupo, transmite –quiérase o no–, un acopio de valores, actitudes y conductas que son expresión del sentido que otorga a su manera de facilitar. Y bien pudiera ser que la finalidad de su estar en un grupo fuera distribuir las funcio- nes de su propio liderazgo porque confía en la intrínseca ca- pacidad del grupo para autorrealizarse. Y este desarrollo en relación tiene que ver con el crecimiento personal de cada uno de los miembros del grupo, con la expresión sincera de sentimientos y opiniones, con la creatividad y la eficacia que se impregna a la tarea del grupo, con la celebración lúdica y con la proyección, en fin, de los aprendizajes significativos CRECER EN GRUPO 16 interiorizados desde un proceso experiencial que afecta a la totalidad de la persona como organismo. Ha sido este descubrimiento de la intencionalidad de la intervención para ayudar a crecer en grupo consecuencia de mi propia experiencia serendíptica. Fue, en su momento, ha- ce ya algunos años, un descubrimiento afortunado, inespera- do y casual. Mi asistencia a un curso sobre “proyecto educa- tivo” en el verano de 1980, del que me impresionó la meto- dología utilizada por los profesores, hizo sentirme impulsa- do y abierto hacia nuevas experiencias y aprendizajes. En la búsqueda, estos profesores me citaron a Carl Rogers y me su- girieron la lectura de algún libro suyo. El impacto de la lec- tura resultó, para mí, altamente relevante. Al cabo de unos años, en 1982, también por casualidad cuando salía de una clase de la que era alumno en la Universidad en Palma de Mallorca vislumbré, en un pequeño rincón de un tablón de anuncios, alejado del centro de los tablones centrales de in- formación a los estudiantes, un cartel en el que se anunciaba la presencia de Rogers en Barcelona para facilitar un Workshop intercultural de comunicación con participantes de distintos países europeos. Hice lo posible, sin resultar nada fácil, para que me admitieran a este encuentro. Y, a pesar de ser el participante más joven y casi el único estudiante (las demás personas eran psicólogos, psiquiatras, sociólogos, pro- fesores...), tuve la oportunidad y la suerte de conocer al ma- estro y participar de una experiencia única que me transfor- mó como persona y significó una proyección en mi trabajo futuro como animador de grupos y profesor. Desde entonces me he dedicado con pasión al estudio, la investigación y la experiencia de facilitar y educar desde el Enfoque Centrado en la Persona propuesto por Carl Rogers. En realidad, el Enfoque Centrado en la Persona es una orientación sencilla para la intervención en un marco relacio- nal: profesor-alumno, terapeuta-paciente, facilitador-grupo... INTRODUCCIÓN Y GRATITUDES 17 yen las mismas relaciones interpersonales. Basa su hipótesis básica en la existencia de una tendencia al crecimiento en los organismos que opera siempre, si existen condiciones que fa- vorezcan su despliegue actualizante. La direccionalidad de esta tendencia es constructiva. La determinación y la aplica- ción de estas condiciones necesarias y suficientes vienen con- figurando la investigación y la práctica de los que nos dedi- camos al Enfoque Centrado en la Persona desde distintos ámbitos profesionales. Este libro pretende ser una aportación, desde esta pers- pectiva, para aquellas personas cuya función sea la facilita- ción de grupos. Intenta sugerir dispositivos que puedan re- portar orientaciones y pautas que amparen el surgimiento del potencial que un grupo, sea del tipo que sea, posee in- trínsecamente; con la finalidad de impulsar el crecimiento personal, la interacción y las relaciones personales satisfacto- rias, el aprendizaje, la creatividad y la eficacia de la tarea del grupo. Como sistema de facilitación, el propuesto no apunta ex- clusivamente a situaciones intensivas de grupo, sino también a grupos de funcionamiento ordinario en circunstancias coti- dianas: una clase, un curso de formación o un equipo de tra- bajo. Y tampoco, como sistema global, no es una repetición mimética de los postulados ortodoxos del Enfoque Centrado en la Persona, sino que es fruto de la experiencia y la investi- gación, por lo que recoge algunas aportaciones que me pare- cen sugerentes de otras tendencias psicopedagógicas de inter- vención que he ido introduciendo en mi manera de facilitar. Los primeros capítulos intentan enmarcar el sistema des- de la intencionalidad y el sentido que, a partir del Enfoque Centrado en la Persona, contiene inherentemente y constitu- ye la base filosófica que orienta su finalidad. Hablamos pues de los valores que, a nuestro juicio, son semilla de crecimien- to y relación significativa. CRECER EN GRUPO 18 En los capítulos tercero y cuarto sugiero una descripción del funcionamiento de los grupos como organismos, apor- tando un esquema interpretativo que nos ayude a compren- der su estructura y sus procesos para permitirnos movernos con fluidez y acierto en nuestra presencia interventiva como facilitadores. Los siguientes capítulos, hasta el décimo, se refieren es- pecíficamente al sistema de facilitación propuesto. Tratan, pues, de la manera de estar del facilitador, de sus actitudes, de las intervenciones, de su presencia para generar condi- ciones que secunden el curso de la tendencia actualizante en el grupo. Al capítulo diez le tengo un especial cariño. Intento ex- presar mis temores, deseos y satisfacciones, además de algu- nos nuevos aprendizajes a partir de mi experiencia como fa- cilitador. Sin duda existen todavía interrogantes a los que só- lo nuevas experiencias e investigaciones podrán posibilitar una resolución más adecuada. Los tres siguientes capítulos constituyen aportaciones de otras personas, magníficos profesionales, a quienes solicité cooperación para exponer su experiencia y aprendizaje co- mo facilitadores de grupo que basan su intervención en las orientaciones del Enfoque Centrado en la Persona. Desde distintos ámbitos y con diversos niveles de experiencia apli- can este sistema de facilitación, no de una forma cerrada y mimética, sino con matizaciones y aristas nuevas que im- pregnan un estilo personal de ser y estar en grupo que me ha comportado significativos aprendizajes. Con los tres he teni- do actuaciones de cofacilitación y, en cada ocasión, me he sentido extraordinariamente satisfecho y gratificado tanto de compartir una tarea facilitadora como, y especialmente, de crecer personalmente merced a la relación personal que tengo la suerte de compartir con cada una de estas personas. INTRODUCCIÓN Y GRATITUDES 19 Les agradezco profundamente su colaboración, su presencia y su afecto. Por último, el capítulo catorce, trata de la disposición de algunos recursos para la dinamización de grupos y contiene algunos ejercicios de dinámica de grupos, a modo de mues- tra, que pueden ser utilizados en determinadas situaciones grupales. Quizá este trabajo no adolezca de oportunidad. Quisiera tener la seguridad que pueda ser útil para las personas que, de alguna forma, se dedican a la animación de grupos, al ejercicio del liderazgo institucionalizado o, simplemente, re- presente una lectura relativamente amena para aquellas per- sonas inquietas que, en situación de búsqueda, deseen com- prender y compartir algunos valores humanos para vivir de manera más satisfactoria porque se sienten en crecimiento. El Enfoque Centrado en la Persona puede indicarnos ele- mentos significativos que nos encaminen en esta indagación de sentido de la vida y la acción. Y en este estar permanentemente interrogándonos por un sentido, las sugerencias de Carl Rogers, del que acabamos de celebrar en 2002 el centenario de su nacimiento, pueden con- tribuir a nuestro propio crecimiento personal, a relacionar- nos de manera más auténtica con los demás y a ejercer nues- tra tarea desde una intención más altruista para proporcio- nar nuestro grano de arena en la visualización de una espe- ranza hacia un mundo mejor. Al final, los caminos de la re- volución silenciosa, siendo frágiles, nos permiten no dese- char la utopía que nos esboza el horizonte. El XI Encuentro Latinoamericano del Enfoque Centrado en la Persona celebrado en octubre de 2002 en Socorro (Brasil), al que he tenido la oportunidad de asistir, ha signi- ficado un nuevo avance en la práctica y la investigación de las condiciones necesarias y suficientes que generan creci- CRECER EN GRUPO 20 miento y aprendizaje, y ha reportado nuevos aspectos que me hacen intuir un desarrollo mayor y de más calidad de los estudios y técnicas de orientación humanista en las profesio- nes de ayuda. Este libro quiere ser una modesta contribución a la difusión del estilo que comporta el Enfoque Centrado en la Persona. Quiero agradecer el sugerente encargo que me transmitió Carlos Alemany, director de la colección Serendipity, maestro y amigo entrañable, para que me pusiera manos a la obra. Pero no hubiera sido posible este trabajo sin la ayuda de muchas personas que, directa o indirectamente, me han aportado su experiencia, su cooperación, su afecto y su áni- mo. Permítanme mencionar algunas. He aprendido, sobre todo de mi familia, de mi esposa Antònia y de mis hijos Maria del Mar y Joan Salvador. Con todos nuestros vaivenes procuramos convivir y comunicar- nos con un estilo centrado en la persona. Nuestro grupo fa- miliar significa para mí una experiencia intensa de relación y aprendizaje. Deseo agradecer las contribuciones de Victoria Picó, com- pañera y amiga; de Jordi Juan con un sentido afecto y de Ferran Juan por el que siento un aprecio muy especial. Su inestimable ayuda en la experiencia de facilitación y en el progreso de nuestra relación personal ha sido determinante para continuar por este camino. La colaboración de Francesc Miralles en el diseño de los esquemas que contiene este trabajo, me ha permitido, asi- mismo, ordenar y estructurar lo que, al principio, era sólo una masa deforme de ideas y sugerencias. Quiero mostrarle mi gratitud y mi afecto. Desearía expresar, por otra parte, un reconocimiento sin- cero a Claudio Rud, Matías Preindlsberg, Manuel Artiles, Elena Frezza, Osvaldo Cassoli, Lidia Fogliati y Viviana Rey INTRODUCCIÓN Y GRATITUDES 21 de Argentina; a Alberto Segrera, José Jesús de Anda y Dora Gómez de México; a Ivana Rizvi, Raquel Wrona, Jaime Roy, Elias Boainain Jr. y Alfonso Lisboa da Fonseca de Brasil; a Brauny Bogantes de Costa Rica; a Robert Lee de Estados Unidos y a tantas otras personas que me han hecho un lugar en la comunidad del Enfoque Centrado en la Persona. Al grupo español de focusing del The Focusing Institute les agradezco su apoyo sincero y tantos momentos de com- partir vivencias e inquietudes que me hacen sentir persona en crecimiento. A la “Escola de l’Esplai” y la Fundación“Esplai” de Mallorca, que me han facilitado espacios de formación y de experiencia, y me han aportado muchos recursos para la in- vestigación y la práctica de la dinámica de grupos, les debo haber podido disponer de un lugar para aplicar profesional- mente los postulados del Enfoque Centrado en la Persona. A los Centros de Formación Permanente del Profesorado de las Islas Baleares les agradezco su confianza en los cursos que impartimos con orientación humanista a partir de las aportaciones del Enfoque Centrado en la Persona. Al Instituto de Interacción y Dinámica Personal de Madrid, a Casabierta de Buenos Aires, al Center for Studies of the Person de La Jolla, al The Focusing Institute de Nueva York, quiero agradecerles la formación recibida y la disposi- ción de materiales para la investigación. Y agradezco –¿cómo no?– a todos los participantes y alumnos en los grupos y cursos de los que he sido facilitador o profesor, su presencia y su coraje, sin ellos hubiera sido im- posible avanzar por este camino. Por último permítanme una única dedicatoria, a Carl R. Rogers, in memoriam, por su calidez humana y su sustancial aportación. Siempre seguirá siendo mi maestro. CRECER EN GRUPO 22 “He descubierto una manera de trabajar con los individuos que parece tener una gran potencialidad constructiva”. (Carl R. Rogers) La enseñanza, la educación social, la animación sociocul- tural, el mismo trabajo de dirección de recursos humanos en las empresas y todos aquellos aspectos de la psicología so- cial que se refieren al trabajo en grupo como elemento signi- ficativo de eficacia productiva; están inmersos, en los albo- res del nuevo milenio, en una búsqueda incesante de nuevos métodos y nuevas orientaciones que les permita, en una si- tuación de perplejidad, ya no sólo sobrevivir, sino transfor- marse para influir con mayor fuerza y decisión al crecimien- to de las personas y a una mejor eficacia en aquellas inten- ciones que cada ámbito pretende. Todos estos ámbitos –llamémosles socioeducativos– se caracterizan por el carácter grupal de la intervención. Un au- la con un maestro, un grupo de profesores coordinados por su director, un grupo de educadores con su responsable o animador, un directivo con los trabajadores de un departa- 1 UN ENFOQUE PARA CRECER 23 mento; constituyen situaciones en las que se establece un de- terminado clima que pretendemos sea, al menos, productivo y eficaz. Éste es, ciertamente, uno de los mayores retos del trabajo socioeducativo: conseguir una mayor eficacia en los grupos, no tanto para evitar los vaivenes de un fracaso, como para impulsar unos mejores resultados de su acción. Se trata, en fin, de buscar un sistema de facilitación para hacerlo posible. Facilitar un grupo no es una tarea fácil. Mucho menos si en nuestra intencionalidad facilitadora deseamos el crecimiento de las personas y el desarrollo de la capacidad creativa del propio grupo. En mi experiencia como profesor y facilitador de grupos he podido aprender que sólo desde ahí, desde la motivación que promueve la autosatisfacción del estar en re- lación y en proceso de crecimiento, es posible la eficacia, una eficacia creativa que autogenera movimiento y acción. Desde que descubrí el “Enfoque Centrado en la Persona”, iniciado por Carl R. Rogers, he podido aprender y vivir que, a pesar de las incontrolables dificultades que entraña el tra- bajo grupal, es posible y gratificante participar en una expe- riencia relacional que promueva el crecimiento personal, ge- nere unas relaciones interpersonales más auténticas y satis- factorias, e impulse eficazmente una tarea más creativa. Y sin embargo no hay recetas mágicas. Ni siquiera el mis- mo Carl R. Rogers, desde una orientación psicoterapéutica, tuvo la oportunidad de adecuar su orientación y su método de manera operativa a la facilitación grupal –al margen de su aplicación a los denominados grupos de encuentro– y, tampoco, desde los distintos sectores de profesionales del “Enfoque Centrado en la Persona”, existe un acuerdo funda- mental, a modo de doctrina contrastada, que funcione como instrumento consensuado de intervención en el ámbito so- cioeducativo y de animación de grupos. CRECER EN GRUPO 24 No obstante, para mí, no se trata sólo de reconocer los fundamentos de un modelo de intervención basada en la perspectiva instituida por Rogers, sino de reivindicar su lu- gar, su eficiencia y su actualidad como orientación psicope- dagógica válida para facilitar los procesos y las tareas de los grupos, a pesar de la posibilidad poco ortodoxa de su confi- guración para ser considerado parte del panorama más bien desorganizado de las personas que conformamos –y con ello me incluyo a voluntad propia– el person-centered approach.1 Carl R. Rogers, el maestro. Un libro de Rogers, Psicoterapia centrada en el cliente 2, fue mi primera experiencia de contacto con el maestro. Me lo ha- bía aconsejado un médico vasco a principios de los ochenta, después de haber participado, como observador, en un T group. Todavía puedo notar en mi pecho, al recordar la ex- periencia que me produjo la lectura, un leve cosquilleo que me transporta a la enorme sensación de aprendizaje que vi- ví en aquellos momentos. Desde entonces he intentado co- nocer, investigar y aplicar la filosofía de Rogers en los cam- pos de acción a los que me dedico, a la animación de grupos y a la enseñanza y, sobre todo, a la dinámica de mi propia vi- da y a las relaciones interpersonales. UN ENFOQUE PARA CRECER 1. Esta denominación parece ser la designación más descriptiva de esta orientación basada en los postulados de Rogers a medida que ha sido aplicada a distintos campos distintos de la psicoterapia, de donde pro- viene. Ha sido traducida de maneras distintas; en Argentina, por ejem- plo, se denomina acercamiento centrado en la persona; en Brasil y Portu- gal, abordagem centrada na pessoa; en Italia, approccio centrato sulla perso- na; en España, México y otros países de lengua castellana hemos opta- do por denominarla enfoque centrado en la persona. 2. ROGERS, C. Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires: Paidós, 1977. 25 Tuve la oportunidad de conocer a Rogers en 1982 en un Workshop que tuvo lugar durante una semana en Barcelona. En el encuentro participamos unas doscientas personas de distintos países y para mí significó mucho más que la ad- quisición de aprendizajes psicológicos y pedagógicos. Tuve la sensación de hallarme inmerso en una experiencia trans- formativa que cambió mi modo de ser y actuar, mi manera de relacionarme y mi propio proyecto vital. El 8 de enero de 1902, en Oak Park, entonces un puebleci- llo de Illinois en EE.UU. nació Carl. Sus padres procedían de una familia de emigrantes ingleses llegados a Estados Unidos hacía unos cien años. Parece que, por los tiempos que corrían en aquel entonces, tuvieron la oportunidad y la suerte de poder estudiar y adquirir una sólida formación en educación superior. La infancia de Rogers, pues, se desarro- lló en un ambiente de clase media en el seno de una familia con profundas convicciones cristianas evangélicas de carác- ter practicante en un clima de religiosidad rigurosa. Sus pa- dres, como el mismo Rogers indica3, aun sin ser autoritarios, mantenían una estricta ética protestante en el trabajo y una disciplina educativa constante con amor y ternura. Carl era el cuarto de seis hermanos, era un adolescente más bien tímido y solitario, amante de la lectura y aficiona- do a los viajes. Cuando tenía doce años su padre compró una granja, en donde se trasladaron, por lo que el joven Rogers desarrolló mejores relaciones con sus hermanos pequeños y se interesó por la agricultura y la biología. Inicialmente Rogers se interesó por los estudios de agro- nomía ingresando en 1919 en la Universidad de Wisconsin. Su participación en grupos de jóvenes cristianos universita- CRECER EN GRUPO 3. En el libro de ROGERS, C. El proceso de convertirse en persona. Barcelona: Paidós, 1981, 17-26, se pueden encontrar unos bonitos apuntesauto- biográficos de Carl Rogers. 26 rios influyó en la modificación de su vocación. Parece ser que un viaje a China con motivo de la conferencia de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos en 1922 le im- pactó profundamente y le abrió nuevas perspectivas religio- sas, culturales y sociales. A la vuelta, un semestre más tarde, decidió matricularse en estudios teológicos para seguir su nueva vocación religiosa. Se casó en 1924 con Hellen Elliot, a pesar de la opinión contraria de sus familias, trasladándose a vivir a Nueva York en donde Carl se matriculó en la Union Theological Seminary que, en la época, constituía el seminario más liberal del país. Carl Rogers cuenta cómo en una experiencia en un grupo de aprendizaje autoorganizado pudo darse cuenta de la modi- ficación que sufrieron sus creencias religiosas: “La mayoría de aquel grupo, al buscar las respuestas a sus propias pre- guntas, las encontraron fuera del ámbito religioso, que final- mente abandonaron. Yo fui uno de ellos... Me parecía horri- ble tener que profesar una serie de creencias para poder per- manecer en una profesión. Quería encontrar un ámbito en el cual pudiera tener la seguridad de que nada limitaría mi li- bertad de pensamiento”.4 Decidió combinar sus estudios te- ológicos con estudios de psicología clínica en el Teachers’ College ubicado justo delante del seminario de Nueva York. Abandonó definitivamente los estudios teológicos en 1927 dedicándose exclusivamente a la psicología. Inicia su vida profesional como psicólogo en 1928, en el Departamento de Estudios Infantiles de la Sociedad para la Protección de la Infancia contra la crueldad de Rochester, siendo designado, en 1931, director de este centro. De su tra- bajo clínico en Rochester da constancia su publicación The clinical treatment of the problem child (1939). En estos años UN ENFOQUE PARA CRECER 4. ROGERS, C. El proceso de convertirse en persona. Barcelona: Paidós, 1981, 19. 27 Rogers ha combinado su trabajo profesional con el de padre de familia, tuvo dos hijos, un varón y una hembra. Como él mismo indica no cree haber sido un padre ejemplar en los primeros años de la infancia de sus hijos aunque se fue con- virtiendo progresivamente en un padre más comprensivo. A Carl Rogers le produjo una enorme satisfacción ser con- tratado en 1940 como profesor titular de la Universidad Estatal de Ohio. Tuvo la oportunidad de proponer nuevas ideas sobre la orientación y la psicoterapia y de investigar nuevos sistemas terapéuticos al margen de las corrientes conductistas y psicoanalíticas dominantes en aquellos tiem- pos. Se considera que la conferencia impartida por Rogers el 11 de diciembre de 1940 en la Universidad de Minesota so- bre algunos conceptos particulares de la psicoterapia, fue el inicio de lo que se denominó entonces la terapia no-directi- va.5 Hubo una gran reacción a esta conferencia por parte de los profesionales de la psicología y la psicoterapia. Rogers se convirtió en un centro de crítica a favor y en contra, lo cual le produjo desconcierto y perplejidad. Decidió, a partir de esta experiencia, plasmar por escrito sus aportaciones en un manuscrito que tituló Counseling and psychotherapy: Newer concepts in practice. 6 En esta obra expone los principios del estilo no-directivo en las relaciones de ayuda en contraposición a las maneras directivas de ayuda personal. Sustituye el término “pacien- te” por el de cliente, en referencia a la voluntariedad de asis- tencia a la consulta terapéutica y a la decisión inicial de soli- ticar asistencia en el proceso terapéutico; plantea condicio- CRECER EN GRUPO 5. RASKIN, N.J. “50º anniversary of the person-centered approach”. Person-Centered Review, 5 (1990), 8-12. 6. ROGERS, C. Orientación psicológica y psicoterapia. Madrid: Narcea, 1978. 28 nes facilitadoras en la creación del clima de seguridad psico- lógica adecuado por parte del orientador o terapeuta y otor- ga todo el protagonismo de la dirección del proceso al clien- te. Utiliza el término “no-directivo y centrado en el cliente” para referirse a su sistema terapéutico e incluye, por prime- ra vez, la publicación de una grabación del proceso terapéu- tico que, sin duda, constituyó una auténtica revolución en el método de investigación de este ámbito. Se traslada a la Universidad de Chicago en 1945 con al- guno de sus colaboradores. Combina, en este centro, el tra- bajo docente universitario con la práctica terapéutica, espe- cialmente facilitando sesiones a soldados provenientes de la segunda guerra mundial. La estancia de Rogers en Chicago representa una de las épocas más productivas del maestro en lo referente a la investigación y desarrollo sistemático de sus aportaciones. Elabora escritos sobre psicoterapia, traslada sus investigaciones al mismo desarrollo de las relaciones in- terpersonales, descubre las condiciones facilitadoras para promover el desarrollo de la personalidad y establece los principios básicos que enmarcarán el Enfoque Centrado en la Persona.7 Tras doce años en Chicago, Rogers se traslada, en 1957, a la Universidad de Wisconsin en donde combina su trabajo docente investigador en los departamentos de psicología y UN ENFOQUE PARA CRECER 7. En el libro de LAFARGA, J.; GÓMEZ DEL CAMPO, J. Desarrollo del po- tencial humano: aportaciones de una psicología humanista. Vol. I. México: Trillas, 1978, 77-92; se publican en castellano estas primeras aportacio- nes de Rogers de una forma sistemática. El capítulo se titula “Con- diciones necesarias y suficientes del cambio terapéutico de personali- dad”. En el Congreso sobre Psicoterapia Centrada en el Cliente y Expe- riencial celebrado en agosto de 1997 en Lisboa se definieron estas con- diciones como necesarias, suficientes y eficaces. Este paso significativo pudo ser posible a partir de las investigaciones de Leslie S. Greenberg en procesos terapéuticos de corta duración con personas en estado de depresión. 29 psiquiatría con la dirección de un programa de investigación sobre terapia con esquizofrénicos. Carl Rogers destaca algunos aprendizajes personales e in- ternos en su proceso vital durante estos años. El permitirse ser sí mismo en la relación con las personas sin ocultarse tras un disfraz psicológico le implicó no sólo tolerarse mejor a sí mismo sino ser más eficaz en sus propias relaciones y en la orientación psicológica. Apunta también su vivencia de que las relaciones no permanecen estáticas, sino que tienden a ser cambiantes. Descubre el valor profundo de la compren- sión real del otro y de la aceptación incondicional de la otra persona sin prejuicios ni evaluaciones. Aprende, en fin, a confiar en su propia experiencia: “Sólo puedo intentar vivir de acuerdo con mi interpretación del sentido de mi expe- riencia, y tratar de conceder a otros el permiso y la libertad de desarrollar su propia libertad interna, y en consecuencia, su propia interpretación de su experiencia personal”.8 En 1964 Rogers abandona la universidad y se traslada a La Jolla (California) en donde organiza, junto con algunos colaboradores, un centro de investigación, formación y prác- tica psicológica denominado Center for the Studies of the Person desde el que desarrolla nuevas investigaciones y ex- tiende su enfoque a diversos ámbitos, desde la misma prác- tica terapéutica, grupos de encuentro, Workshops o encuen- tros multiculturales con grandes grupos, orientación fami- liar, desarrollo organizacional, resolución de conflictos inter- grupales etc.9 Sobre todo en los últimos diez años de su vida Rogers re- alizó una importante tarea de difusión y aplicación de su en- foque en distintos lugares del mundo: Rusia, Brasil, México, CRECER EN GRUPO 8. ROGERS, C. El proceso de convertirse en persona. Barcelona: Paidós, 1981, 35. 9. Se puede conectar con el Center for the Studies of the Person, a través de internet, en http://www.centerfortheperson.org/ 30 http://www.centerfortheperson.org/ Europa, Sudáfrica etc. Participó en talleres de comunicación interpersonal con grupos muy numerosos,de hasta ocho- cientas personas, y adquirió mucha importancia su implica- ción en tareas de facilitación para la resolución de graves conflictos intergrupales o internacionales en América Central, Irlanda del Norte o África del Sur. Murió el 4 de febrero de 1987, un mes después de haber cumplido ochenta y cinco años. El día de su entierro el sa- cerdote que ofició la misa dijo: “Señor... si nos escuchas co- mo lo hacía nuestro amigo Carl, nos consideraremos bende- cidos”.10 Las obras de Carl R. Rogers han sido traducidas a múlti- ples idiomas. En castellano, además de muchísimos artículos publicados en diversas revistas especializadas, podemos en- contrar, además de las citadas Psicoterapia centrada en el clien- te, Orientación psicológica y psicoterapia y El proceso de conver- tirse en persona; otras obras como Psicoterapia y relaciones hu- manas: teoría y práctica de la terapia no directiva; Grupos de en- cuentro; Libertad y creatividad en la educación: el sistema no di- rectivo; El matrimonio y sus alternativas; Inventario de adapta- ción personal (para niños de 9 a 13 años, de ambos sexos); Terapia, personalidad y relaciones interpersonales; La educación y la perso- nalidad del niño; Persona a persona; El poder de la persona; La per- sona como centro; El camino del ser. La obra del maestro Rogers puede significar, sin lugar a dudas, una transformación radical en los sistemas de facili- tación de grupos de todo tipo. Para mí y para nuestro equi- po de dinamización grupal constituye una base coherente de la que emana todo nuestro trabajo en los últimos veinte años, y nos aporta un referente sólido, ya no sólo para nues- tro quehacer investigador y de acción socioeducativa, sino UN ENFOQUE PARA CRECER 10. Referencia abstraída de CASTANEDO, C. Grupos de encuentro en terapia gestalt. Barcelona: Herder, 1977, 303. 31 para nuestra propia vida personal. A Carl Rogers le debe- mos pues, aunque sea a modo de difusión, un merecido ho- menaje. El Enfoque Centrado en la Persona Parece plausible la existencia en las personas de una ten- dencia a la supervivencia, al crecimiento y a la autorrealiza- ción. El organismo humano es susceptible de autorregula- ción y de autodirección en sentido positivo si se facilitan las condiciones que favorezcan el despliegue de esta tendencia actualizante. Esta tendencia al crecimiento no forma parte exclusivamente del ámbito de la moral, más bien tiene que ver con el desarrollo biológico y con la capacidad de adap- tación en la satisfacción de las propias necesidades, con el impulso intrínseco de cada individuo al restablecimiento del equilibrio emocional y con el deseo interno de desarrollar las propias potencialidades. En realidad, pudiera ser que esta tendencia al crecimien- to y a la actualización, tuviera que ver con una tendencia di- reccional formativa que opera en todo el universo. Una ten- dencia evolutiva presente tanto en la vida orgánica, como en microorganismos, o materia inorgánica como la formación de cristales. Es sensato imaginar una corriente que opera en el universo a muchos niveles y hace posible que cada forma se origine, a su vez, de una forma más sencilla anterior. Si bien constituye una de sus hipótesis básicas, el postu- lado de la existencia de la tendencia actualizante no es ex- clusivo del Enfoque Centrado en la Persona. Otros psicólo- gos de la psicología humanista y de la corriente sistémica fundamentan sus métodos terapéuticos en la consideración de la capacidad de respuesta adaptativa del organismo ante situaciones emocionales y cognitivas en estado de desequili- CRECER EN GRUPO 32 brio de las que mana una cierta inclinación global de reor- denación. Así, por ejemplo, Fritz Perls (1893-1970) creador de la psi- coterapia gestalt, expresa: “Así llegamos al conflicto básico: cada individuo, cada planta, cada animal, tiene sólo una me- ta implícita –un solo objetivo innato–: el actualizarse tal co- mo es. Una rosa es una rosa; una rosa no intenta actualizar- se como un canguro, o un elefante no trata de actualizarse como un pájaro. En la naturaleza –con excepción del magní- fico ser humano–, constitución y salud, potencial y creci- miento, son un todo unificado... ¿Cuál sería entonces el pro- blema? Nos encontramos por un lado con individuos que quieren actualizarse; nos encontramos también incluidos en una sociedad, en nuestro caso, que puede hacer exigencias diferentes de los deseos individuales. Esta sociedad está re- presentada en nuestro desarrollo por nuestros padres, no- drizas, profesores y otros, quienes, en vez de facilitar el de- sarrollo del crecimiento auténtico, a menudo interfieren el desarrollo natural”.11 En realidad, en este pasaje de Perls, se vislumbra la tesis subyacente de los condicionamientos externos al organismo como limitadores de la actuación de la tendencia natural a la actualización y al crecimiento, por lo que la finalidad del pro- ceso terapéutico consistirá en favorecer la reactualización. Fue Abraham H. Maslow (1908-1970), impulsor de la de- nominada “tercera vía” en psicología, quién de manera más sistemática describió el funcionamiento de la tendencia a la autorrealización en el ser humano y aportó una investiga- ción exhaustiva con relación a los presupuestos básicos de una psicología del desarrollo y de la autorrealización. Para Maslow resulta fundamental comprender que la tarea auto- UN ENFOQUE PARA CRECER 11. PERLS, F., Sueños y existencia. Santiago de Chile: Cuatro Vientos, 1987, 43. 33 rrealizadora es un difícil camino para la mayoría de las per- sonas y exige mucho valor y esfuerzo prolongado; al mismo tiempo, sugiere que la terapia no es el único medio de ayu- da para simplificar este proceso sino que la educación, la vi- da familiar y la dirección de la propia existencia pueden pre- sentar marcos adecuados y eficaces para el despliegue de es- ta tendencia natural. Dice Maslow, con un inaudito carácter optimista: “Puesto que esta naturaleza interna es buena o neutral y no mala, es mucho más conveniente sacarla a la luz y cultivarla que in- tentar ahogarla. Si se le permite que actúe como principio rector de nuestra vida; nos desarrollaremos saludable, pro- vechosa y felizmente... Esta naturaleza no es fuerte, domi- nante e inequívoca como el instinto lo es en los animales. Es débil, delicada, sutil y fácilmente derrotada por los hábitos, presiones sociales y las actitudes erróneas a su respecto. Aún cuando es débil, raramente desaparece en las personas nor- males e incluso puede ser que tampoco desaparezca en las enfermas. Aún cuando se la niegue, perdura calladamente presionando de continuo por salir a la luz”.12 Las nuevas corrientes sistémicas de tratamiento terapéu- tico tienen también implícita la aseveración de una suerte de propensión autoorganizativa de la globalidad relacional y contextual de lo que se denomina un sistema, que incluye no solamente al organismo, sino también el ambiente y las inte- racciones entre todos los factores influyentes. En este senti- do, la conocida profesora de la Universidad de Venecia, Valeria Ugazio, manifestó en uno de sus artículos: “El obje- tivo de las terapias sistémicas no ha sido por tanto nunca el de promover, orientar y reconstruir un proceso de madura- ción sea de la naturaleza que sea, sino más bien el de infrin- CRECER EN GRUPO 12. MASLOW, A., El hombre autorrealizado. Barcelona: Kairós, 1983, 30. 34 gir ciertas reglas que impiden al sistema encontrar una solu- ción adaptativa diversa. Una vez que tales premisas se ha- yan removido, el sistema encontrará, autónomamente una solución al propio problema”.13 Lo más asombroso, para mí, lo representan las nuevas co- rrientes de la ciencia natural en relación a la posibilidad exis- tencial de una tendencia autoorganizadora global en el uni- verso. Los trabajos de Ilya Prigogine, físico belga, premio Nobel en 1977, parecen ir en esta dirección. Su teoría de las estructuras disipativas explica los procesos irreversibles que tienen lugar en la naturaleza, un movimiento haciaun orden vital cada vez más perfecto. Los seres vivos y algunos siste- mas sin vida orgánica son estructuras disipativas definibles como un todo que fluye altamente organizado en permanen- te proceso. Lo significativo de esta teoría es que lo organiza- do está en fluidez, es inestable; pero cuando una estructura se agita y se producen nuevas conexiones, las partes se reor- ganizan en una nueva estructura de un orden superior. Dice Prigogine: “De este modo, lejos del equilibrio los procesos irreversibles son fuente de coherencia. La aparición de esta actividad coherente de la materia –las estructuras disipati- vas– nos impone una nueva forma de mirar, una nueva ma- nera de situarnos respecto al sistema que definimos y mani- pulamos. Mientras que en el equilibrio y cerca del equilibrio el comportamiento del sistema está, para tiempos suficiente- mente largos, enteramente determinado por las condiciones de contorno, en lo sucesivo deberemos reconocerles una cier- ta autonomía que permite hablar de las estructuras lejos del equilibrio como de fenómenos de autoorganización”.14 UN ENFOQUE PARA CRECER 13. UGAZIO, V., “El modelo terapéutico sistémico: una perspectiva cons- tructivista”. en Revista de Psicoterapia. (Barcelona) núm 6-7. (1991) 14. PRIGOGINE, I., y STENGERS, I., Entre el tiempo y la eternidad. Madrid: Alianza Editorial, 1990, 66. 35 Así pues, aunque el postulado de la tendencia actualizan- te no es original, lo genuino del Enfoque Centrado en la Per- sona es que hace de esta idea consistente su hipótesis central y se preocupa en establecer las condiciones necesarias y su- ficientes para promover su despliegue en las personas. Estas condiciones son actitudinales y deben ser aportadas por la presencia del facilitador, terapeuta, educador; que las posee interna y realmente, y las desprende por su manera de estar presente creando el clima psicológico en el que es posible el crecimiento de la persona. El mismo Carl R. Rogers resume su tesis principal: “La hi- pótesis central de este enfoque puede ser fácilmente resumi- da. Los individuos tienen dentro de sí vastos recursos de au- tocomprensión y para la alteración de conceptos propios, ac- titudes básicas y conducta autodirigida. Estos recursos son susceptibles de ser alcanzados, si se logra crear un clima de- finible de actitudes psicológicas facilitativas”.15 La primera condición actitudinal tiene que ver con la au- tenticidad, la sinceridad y la congruencia. Cuando el profe- sor, el educador o el facilitador se muestra a sí mismo en la relación, sin esconderse detrás de una máscara psicológica y profesional existe una mayor posibilidad de que la persona facilitada crezca de manera constructiva y se muestre a sí misma más auténticamente. La segunda condición actitudinal para la creación del cli- ma psicológico adecuado para el crecimiento y la eficacia la constituye la aceptación, el aprecio o la consideración positi- va incondicional. Cuando el facilitador consigue sentir una actitud positiva y de aceptación hacia la persona facilitada es más probable el crecimiento y el cambio. Se trata de dispo- nernos a aceptar que la persona facilitada pueda experimen- CRECER EN GRUPO 15. ROGERS, C., El camino del ser. Barcelona: Kairós, 1987, 61. 36 tar y expresar sus propios sentimientos y que éstos no serán juzgados ni manipulados sino considerados como parte sig- nificativa del organismo. La tercera condición facilitadora de la relación es la com- prensión empática. Consiste en la percepción por parte del facilitador del mundo interno de la persona facilitada con una actitud de escucha profunda y activa para recoger con exactitud los significados personales que experimenta, en el momento, la persona ayudada; y comunicar esta compren- sión. Cuando una persona se siente escuchada empática- mente llega a comprender con más precisión el fluir de sus propias experiencias. Estas condiciones son válidas en cualquier tipo de rela- ción significativa y de ayuda: terapeuta-cliente, profesor- alumno, facilitador-grupo, padre-hijo. De hecho son condi- ciones válidas en cualquier situación en la que el desarrollo de la persona sea una finalidad. Se han realizado numerosas investigaciones que parecen confirmar el potencial de estas actitudes16 y se han aplicado en diferentes ámbitos relacionales con un elevado grado de éxito y satisfacción para promover el cambio y el desarrollo personal y social 17. UN ENFOQUE PARA CRECER 16. Especialmente es destacable la investigación de TAUSCH, R. Facilitative dimensions in interpersonal relations: verifying the teoretical assumptions of Carl Rogers, 1978. En el campo de la educación, diversos autores, como BILLS (1966), GROSS (1948), WILLIAMS (1930) o ZARET (1966), han realizado muchísimas investigaciones. En el mismo ámbito educativo, yo mismo junto con Victoria Picó presentamos una reciente investiga- ción en el X Encuentro Latinoamericano del Enfoque Centrado en la Persona que tuvo lugar en octubre de 2000 en Córdoba (Argentina), la titulamos Educación Centrada en la Persona: el paradigma emergente. 17. En la revista Psicoterapia, 32 (1998), 5-14, se publica un artículo muy in- teresante de SEGRERA, A.: “El enfoque centrado en la persona vigente y pujante”, sobre la aplicación de esta orientación en diversos ámbitos de la intervención educativa, social y organizativa y los retos de futuro. 37 CRECER EN GRUPO 38 Desde la muerte de Rogers se ha continuado la investiga- ción y la profundización en el Enfoque Centrado en la Per- sona. Así, el Center for Studies of the Person continúa apor- tando nuevos elementos de investigación y experimentación en psicoterapia, educación, grupos de encuentro y talleres de comunicación. En Brasil, Argentina, México, Estados Unidos, Italia, Francia, Portugal, Austria, Reino Unido y Japón entre otros países, existen asociaciones y centros des- tinados al estudio y a la práctica del Enfoque Centrado en la Persona (ECP). Se celebran congresos y encuentros naciona- les e internacionales en donde los distintos profesionales presentan los últimos hallazgos con relación a los distintos aspectos significativos del ECP y su aplicación a diversos ámbitos de la ciencia, la acción y la propia vida. Para mí, uno de los intercambios más interesantes lo constituyen los en- cuentros latinoamericanos del ECP que se celebran bianual- mente; el último celebrado acaba de tener lugar en octubre de 2002 en Socorro (Brasil). En la Universidad Iberoamerica- na de México, bajo la coordinación del profesor Alberto Se- grera, se han organizado los “Archivos Internacionales del Enfoque Centrado en la Persona” que cuentan con más de 20.000 volúmenes, libros y trabajos de investigación que hoy se pueden consultar a través de internet. El funcionamiento de la Red Iberoamericana del ECP (RED-e), o de la Red bra- sileira y el de la Client-Centered Theraphy/Person-Centered Approach Network (CCTPCA), en castellano, portugués e inglés respectivamente, permite el intercambio de ideas, re- flexiones e investigaciones entre los distintos profesionales. Nuevos elementos y aportaciones realizadas últimamen- te sobre el funcionamiento de la personalidad, las relaciones interpersonales y la relación de ayuda en psicoterapia y psi- cología clínica; el análisis de los procesos de aprendizaje y enseñanza y la integración posible de los binomios afectivi- dad/efectividad, libertad/disciplina, relación profesor alumno en educación; el impacto de la creatividad y la pro- ductividad o la cooperación en equipos de trabajo en psico- logía de las organizaciones; así como otros aspectos relacio- nados con la solución de conflictos sociales, desarrollo hu- mano y cooperación política e internacional; nos permiten un reconfortante optimismo en el proceso de investigación, desarrollo y difusión del Enfoque Centrado en la Persona. La práctica, la teoría y la investigación establecen que el Enfoque Centrado en la Persona se fundamenta en la con- fianza básica en el organismo. En cada organismo, en cual- quier nivel, existeun movimiento subyacente hacia el cum- plimiento positivo de sus posibilidades inherentes. En la persona también existe esta tendencia natural hacia un desa- rrollo más completo. Esta tendencia actualizante es una ten- dencia constructiva. Conocemos las condiciones necesarias y suficientes para el despliegue de esta tendencia. Estas condi- ciones son actitudinales y se pueden aplicar a cualquier tipo de relación significativa y de facilitación. Hemos aplicado este enfoque en la enseñanza, en la ani- mación sociocultural y educación en el tiempo libre, en la di- námica de grupos y en otros ámbitos organizacionales. Los resultados han sido admirables y satisfactorios. Quizá lo más importante para mí del ECP es que representa un estilo de vida profundo y revolucionario, no solamente un método para la intervención social y educativa. En cualquier caso, a partir de los postulados y la vivencia del Enfoque Centrado en la Persona, hemos ido perfeccio- nando, en los últimos veinte años, un modelo de facilitación de grupos y de intervención socioeducativa que nos permi- te, con operatividad, crear las condiciones para que el grupo despliegue su mayor potencial relacional, creativo y produc- tivo. La intervención del facilitador, su presencia en el gru- UN ENFOQUE PARA CRECER 39 po, su manera de relacionarse, es lo que hace posible la cre- ación del clima necesario y adecuado. Hemos aprendido, en fin, que lo más significativo para el despliegue del potencial del grupo no son los objetivos propuestos, ni los contenidos de la tarea de grupo, ni siquiera los recursos disponibles, si- no, sobre todo, el tipo de relación que establecemos con el grupo y con las personas que lo conforman; y esta relación está basada en las actitudes del facilitador para fomentar el crecimiento. La intención de este libro es, en este sentido, intentar mostrar este modelo de intervención y facilitación, y hacerlo operativo para su práctica y aplicación desde un estilo cen- trado en la persona. Ciertamente no hay recetas mágicas ni programas milagrosos de intervención grupal; sin embargo, puede ser posible acercarnos, desde diversas aristas, al co- nocimiento y la interiorización de una manera de estar en el grupo que proporcione la confluencia de factores que hacen viable desprender un potencial creativo y eficaz. Este es mi deseo y constituye un reto interesante y una aventura entra- ñable. CRECER EN GRUPO 40 “Cuando empecemos a confiar en nosotros mismos para intro- ducirnos en la corriente de nuestra experiencia organísmica, halla- remos la guía que necesitamos para renunciar a lo que no nos está ayudando y para movernos hacia un mayor desarrollo de todo nues- tro potencial”. (J.Amodeo y K. Wentworth) En un trabajo de difusión y aplicación del Enfoque Cen- trado en la Persona como orientación socioeducativa para la facilitación y animación de grupos me resulta imposible ob- viar los fundamentos en los que se basa nuestra concepción de la persona que, al fin y al cabo, es el centro de nuestra in- tervención. En realidad no es que sea difícil ignorar este sustrato con- ceptual; para mí constituye más bien un deseo intencional dedicar unas líneas al ser persona en crecimiento, no tanto para no caer en una contradicción intrínseca para con nues- tro Enfoque Centrado en la Persona como para establecer, en la coyuntura de esta investigación, la finalidad esencial de las pretensiones de un modelo de intervención socioeducativa. Y esta finalidad es, por sí misma, la mayor motivación para fa- 2 SER PERSONA EN CRECIMIENTO 41 cilitar un grupo: favorecer las condiciones para el crecimien- to de las personas, de cada persona participante en el grupo. Una persona no es un recurso humano como suelen pre- tender los modernos sistemas de promoción de la eficacia grupal. Tratar a la persona como recurso, es decir; como ob- jeto, me parece preocupante y abrumador, y temo que sea un precedente para justificar, sin explicitarlo ni tan siquiera pre- tenderlo, una cierta desconsideración hacia la dignidad inhe- rente a todo ser humano. Preguntarse por la persona es una cuestión filosófica, éti- ca para ser más exactos; implica, por tanto, plantearse una duda valorativa; abogar en todo caso por la promoción de unos valores. Y promocionar unos valores y no otros conlle- va, implícitamente, la función de la elección que, a su vez, es un ejercicio de libertad. Lo que pasa es que los valores que propugnamos no for- man parte de una ética exteriorizada que busca en un hori- zonte lejano a la persona, distinto a ella, el camino de su cre- cimiento vital. Más bien al contrario, nuestra ética, en cuanto proyecto de vida y de desarrollo, busca en lo personal, en el núcleo interno de cada persona, su propia afirmación y reali- zación. Y en este intento particular de búsqueda en lo perso- nal y en lo individual aparece una primera paradoja apasio- nante: lo más personal es lo más universal. En este sentido me gusta el resonar habitual de las pala- bras del psicólogo humanista Bill Schutz: “Busquen el dios que está dentro de ustedes. Allí está él, allí están ustedes tam- bién: entren en contacto. Sientan cómo fluye la energía del centro de su ser y se irradia hacia fuera: he ahí la fuerza que llevan en su interior. Dejen que esa fuerza se vierta al exterior y se una con la energía de los demás, y hagamos lo que está dentro de nosotros, solos o reunidos. Todos somos uno”.18 CRECER EN GRUPO 18, SCHUTZ, W. Todos somos uno. La cultura de los encuentros. Buenos Aires: Amorrortu, 1973, 285. 42 La convicción profunda en la capacidad de las personas nos incita a cambiar muchos sistemas de motivación en nues- tro trabajo de facilitación de grupos. Se trata, si cabe, de fo- mentar y ayudar a que cada persona resuelva sus propios problemas en lugar de aportar soluciones externas o respues- tas de ánimo y compasión, favorecer más espacios y recursos para generar condiciones motivacionales, de interés y de par- ticipación; o permitir simplemente el funcionamiento de la tendencia actualizante sin entorpecer su dinámica, dejándola actuar por sí misma y contemplar los cambios profundos que acontecen. La vida, entendida así, es un proceso activo y dinámico, fluyente, que actúa en el organismo siguiendo la dirección de su mantenimiento y crecimiento. Esta tendencia, que siempre opera, es en realidad la que nos permite afirmar si un orga- nismo está vivo o no. Esta tendencia podrá desviarse o con- trarrestarse, pero sólo se puede destruir si se destruye al or- ganismo. Y es el funcionamiento de esta tendencia direccional al crecimiento lo que nos permite afirmar una segunda parado- ja: siempre y nunca se es persona. Siempre se es persona por- que inherentemente el individuo contiene la realidad de su núcleo interno y la posibilidad de desplegarse en crecimien- to. Nunca se es porque la persona no es estática ni está para- lizada sino que su propio ser persona constituye un devenir, un acercarse al horizonte interior a medida que despliega su potencial que, al fin y al cabo, representa un ir y venir en el proceso inestable del fluir de la vida que puede impulsar, in- cluso, una profunda transformación como proveniente de un golpe de experiencia que genera mutación y cambio en la propia línea del proyecto vital. El devenir de la vida del ser humano, como ser en proce- so, es precisamente lo que permite al individuo decidir autó- SER PERSONA EN CRECIMIENTO 43 nomamente el curso de su propio existir y, por consiguiente, elegir el cambio y la transformación. “El ser humano existe en los tres tiempos, pero básicamente es proyecto. El proyec- to implica cambio. El cambio sólo se da por medio de deci- siones, de sortear encrucijadas y darse oportunidades, es de- cir; en todo cambio hay crisis”.19 Con todo, la vida es también azar. Del azar nacen los con- dicionantes de la experiencia; sólo que, ante la experiencia, la persona puede disponerse de maneras distintas. Es desde la actitud frente a la experiencia desde donde se ejercita la li- bertad. Lacapacidad de elección que ostenta la persona se da por la valoración que otorga a sus propias experiencias vividas y percibidas por ella misma y, por supuesto, también por los demás cuya valoración repercute sobre la propia. En la inte- racción que establece entre estas distintas percepciones y va- loraciones elige los aspectos de su experiencia que intuye más satisfactorios. Y en el intuir global de la propia experien- cia la persona trasciende ambas paradojas y ejerce la libertad. Esta probabilidad real de ejercer la libertad significa, para nuestra orientación centrada en la persona, el compromiso de otorgar al individuo posibilidades y condiciones para que pueda encauzar su propio proceso de crecimiento y acción; sabiendo que la direccionalidad de sus decisiones será cons- tructiva porque el núcleo más interno de la persona es, fun- damentalmente, positivo. Se tratará, en suma, de crear un cli- ma adecuado favoreciendo las condiciones necesarias para permitir el desarrollo de esta tendencia direccionalmente constructiva. CRECER EN GRUPO 19. SANCHEZ BODAS, A. Estar presente. Desde Carl Rogers al Enfoque Holístico Centrado en la Persona. Buenos Aires: Holos, 1997, 105. 44 Vivir la experiencia y percatarse 20 Las investigaciones y la práctica educativa y terapéutica parecen indicarnos que las personas en conexión con su nú- cleo interno y su tendencia constructiva experimentan una creciente apertura a su propia experiencia. Sienten un mayor espacio ampliado en el campo perceptivo de su conciencia como si vivenciaran una constante ampliación de las fronte- ras y límites de la misma capacidad de percepción. Descubren que, constantemente, experimentan sentimien- tos y actitudes que no eran capaces, hasta ahora, de advertir. Estos sentimientos y actitudes forman parte también de uno mismo. Esta corriente continua de emociones, sentimientos y percepciones que fluyen constantemente en el campo feno- ménico del individuo puede ser abordada, en parte, por la conciencia de tal manera que la persona la percibe como no necesariamente amenazadora para el organismo. Estar abiertos a la experiencia significa querer vivir nue- vas situaciones y realidades, estar atentos a las comunicacio- nes de las demás personas, a las sensaciones del entorno y a las experiencias de sí mismo. Todo forma parte de la propia experiencia subjetiva. En realidad se trata de ser amigos de nuestra propia experiencia: “Cuando valoremos nuestra ex- periencia organísmica como un proceso progresivo que pue- de convertirse en amigo, aprenderemos a traducir sus múlti- SER PERSONA EN CRECIMIENTO 20. El término “percatarse” es utilizado por Claudio Naranjo, uno de los psicólogos más representativos de la terapia gestalt, para designar el concepto de “darse cuenta” de la experiencia. Es una traducción del significado inglés de awareness utilizado por Fritz Perls en su orienta- ción gestáltica para expresar la necesidad y la capacidad de la persona, en su totalidad, de percibir y hacer aflorar en la conciencia las sensa- ciones internas y externas. Se puede encontrar una exposición de los principios de esta orientación en el libro de PEÑARRUBIA, F. Terapia gestalt. La vía del vacío fértil. Madrid: Alianza Editorial, 1998. 45 ples mensajes en forma de sentimientos, emociones e intui- ciones sentidas vagamente a fin de acoger mejor nuestras verdaderas necesidades. Hacernos así amigos de nuestra ex- periencia puede ser facilitado por la voluntad valiente de permanecer vulnerables y presentes a sentimientos descono- cidos y situaciones impredecibles”.21 La actitud de estar abiertos a la experiencia implica, nece- sariamente, otorgar a la experiencia un significado, es decir; llevar la experiencia a la conciencia, mantener activado el proceso de darse cuenta, de estar atento o alerta, como de es- tar despierto. Se trata de tomar conciencia de mi mundo interior, de lo que me sucede en un instante preciso, en mi cuerpo, en mi respiración; del sentimiento que me produce un contacto con una persona o situación; dejando que aflore en mi conciencia, no reprimiendo la experiencia perceptiva. La decisión de co- municación o no de la sensación es posterior. En cualquier ca- so, si la comunicación se produce, será una comunicación au- téntica porque proviene de mi propio referente interno. El mismo fenómeno de ser consciente, de darse cuenta de lo que surge en el interior de uno mismo y de lo que percibi- mos de los estímulos exteriores genera movimiento vital y cambio. Este cambio es más transformador y seguramente menos cognitivo y requiere, por tanto, menos esfuerzo y pro- gramación. En palabras de John O. Stevens: “Es muchísimo más útil sencillamente tomar más conciencia –dándose cuen- ta de cómo está ahora uno mismo– que tratar de cambiar, o detener, o incluso evitar, algo que hay en mí que no me gus- ta... Cuando uno de verdad se pone en contacto con su pro- pia vivencia, descubre que el cambio se produce por sí solo, sin esfuerzo ni planificación”.22 CRECER EN GRUPO 21. AMODEO, J. y WENTWORTH, K. Crecer en intimidad. Bilbao: Desclée De Brouwer. 1999, 62. 22. STEVENS, J. El darse cuenta. Santiago de Chile: Cuatro Vientos, 1976, 18. 46 Gendlin23 denomina experiencing a este fluir constante de las experiencias que ocurren en el momento en el campo fe- noménico del individuo y que, si uno lo desea, puede aten- der internamente. Es la corriente de sentimientos que tene- mos en cada momento. El experienciar, como proceso, será pues este aspecto del vivir constante, presente, interior, que genera en la conciencia material psicológico implícito poten- cialmente significativo. El darse cuenta, percatarse de este cúmulo de sentimien- tos y emociones que fluyen en el interior, es el mecanismo que nos permite otorgar significado a la experiencia. Es como pararnos un momento, atender el centro de nuestro cuerpo y mirar a ver qué ocurre. La experiencia de escucharme a mí mismo me resulta siempre sorprendente y relevante y me ayuda a menudo a descubrir aspectos de mí mismo descono- cidos hasta el momento y a dar nombre a sensaciones que se estaban diluyendo en el umbral de lo preconsciente. Sin embargo, el proceso de percatarse es un proceso selec- tivo. No podemos darnos cuenta de todo lo que en un ins- tante ocurre en nuestro interior, proceda de donde proceda, de nosotros mismos o de estímulos externos. Es preciso se- leccionar, de acuerdo también con la experiencia e incluso con nuestros propios valores, aquellos aspectos experiencia- les que deseamos hacer perceptivos a la conciencia. La selec- ción se realiza en el ámbito de la experiencia no en el de los sentimientos. Podemos seleccionar las experiencias y las vi- SER PERSONA EN CRECIMIENTO 23. Eugene Gendlin es un filósofo de la experiencia iniciador del Enfoque Corporal denominado focusing, fue colaborador de Rogers durante 11 años con el que finalmente discutió, creó su propio modelo experiencial de terapia. Actualmente este modelo terapéutico y el propio modelo de focusing está inmerso en un interesante proceso de investigación y de difusión en distintos países impulsado por el The Focusing Institute de New York. Tengo el honor de ser miembro de este instituto como Trainer in Training. En uno de los capítulos de este libro intento expli- car más detalladamente el “arte del focusing”. 47 vencias que deseamos sean percibidas por nuestra concien- cia, pero no podemos seleccionar los sentimientos que nos provoca esta misma vivencia o esta misma experiencia. Este mecanismo de selección nos permite enfocar una de- terminada sensación, hacerla más presente en nuestra con- ciencia, vivenciarla de forma más profunda, dejar que brote para conocer cómo es y qué desea. El focusing 24 es un instru- mento magnífico para ayudarnos a enfocar y facilitar este proceso en uno mismo y como facilitadores de grupo a las personas que lo conforman. Estoy aprendiendo que el proceso de percatarse es tam- bién direccional. El propio organismo, cuando vive en esta dinámica de darse cuenta, tiendea dirigir su enfocar hacia aquellas experiencias que le resultan satisfactorias o que le representan una amenaza de desequilibrio. Hacia aquellas, en fin, que presiente con necesidad de ser atendidas para re- equilibrar la propia estructura organísmica o para disfrutar más profundamente de una experiencia gratificante. Quizá sea una sutil manifestación de la tendencia actualizante. Vivir existencialmente y focalizar el presente Si nos sentimos abiertos a la experiencia y estamos atentos a nuestro percatarnos parece producirse una tendencia al vi- vir existencial, a vivir íntegramente cada momento de nues- tra existencia, a vivir y sentir más, de manera más intensa, ca- da instante de nuestro experienciar. Es como si, para la persona, cada momento de la vida fue- ra nuevo, y la misma persona sea en cada momento concreto. CRECER EN GRUPO 24. Se puede encontrar una exhaustiva información sobre el proceso y la técnica de focusing en el libro de GENDLIN, E. Focusing. Proceso y técni- ca del enfoque corporal. Bilbao: Mensajero, 1988. 48 El vivir existencial significa ser receptor de las experien- cias, fluir en la experiencia, involucrarse intensamente en la acción que se ejecuta en el instante y que emerge de la misma experiencia vital en un momento determinado. Es una sensa- ción interna de sentirse protagonista de la propia acción, co- mo si se desprendiera del propio ser interior en el aquí y aho- ra del tiempo vital. Vivir el presente, el aquí y ahora, significa enfocar plena- mente lo que sentimos y hacemos en este instante. Sugiere una vivencia profunda de adaptabilidad, un descubrimiento constante de nuevas sensaciones, una estructura personal lí- quida en movimiento. Consiste en una especie de “vivir vi- viendo”, abriendo nuestro interior a lo que sucede en este preciso instante. A veces, este vivir en el presente, ha sido malinterpretado buscando una autojustificación más ilusoria que real a modo de permiso personal para sucumbir a impulsos y deseos aje- nos al control de la estructura de la autoimagen de la perso- nalidad. Focalizar el presente no consiste en un “carpe diem” justificativo ni en entregarse a los impulsos e instintos sin preocuparse de las consecuencias totales en el organismo en un intento de ocultar una falta de responsabilidad personal. El famoso psicólogo sudafricano afincado en Canadá, Leslie Greenberg, distingue con acierto el vivir en el presen- te, del vivir para el presente: “Vivir en el presente es saluda- ble y es un proceso de tipo meditativo. En este estado, eres consciente de tus reacciones emocionales inmediatas al en- torno... Puedes sentirte en paz existiendo en el momento pre- sente. Sin embargo, vivir para el momento es el equivalente a una impulsividad temeraria, es hacer algo que resulta agra- dable, sin considerar las consecuencias... Esta ética ha lleva- do a muchos a considerar la emoción como el enemigo del lo- gro y la aplicación, y a la creencia de que la emoción debe ser SER PERSONA EN CRECIMIENTO 49 controlada. Sin embargo, vivir en el presente emocional pro- porciona orientación y energía”.25 Vivir en el presente nos favorece la percepción de todo aquello que nos sucede, mejora nuestra observación e inte- riorización seleccionada del mundo exterior, aviva nuestra experiencia de existir fluyendo y nos permite una mayor ca- pacidad adaptativa a nuevas situaciones. La persona que vive de esta manera existencial percibe ca- da momento como novedoso, nota en su organismo una au- sencia de rigidez para experimentar puntualmente la viven- cia presente y tiene la conciencia de hallarse más dinámica- mente en un proceso constante. Esta persona es ella misma en cada instante y, por ello, está abierta al cambio y a la trans- formación. Confiar en el propio organismo El proceso de vivir existencialmente promueve una mayor confianza en el organismo para comportarnos de la manera más satisfactoria en cada situación existencial. La persona que vive existencialmente encuentra en su propio organismo un medio de confianza para llegar a la conducta más grata en cada estado vital. Hace lo que siente que es correcto; y perci- be este fenómeno de hacer lo sentido como correcto como una orientación eficaz y adecuada para su conducta. Esta persona es un individuo creativo que confía en su reacción organísmica total y vive el momento presente confiando en sí mismo sin actitudes defensivas ni conductas preestablecidas por pautas exteriores ajenas a la persona. La confianza en las propias reacciones es una experiencia motivadora para esta persona abierta a la experiencia porque CRECER EN GRUPO 25. GRENBERG, L. Emociones: una guía interna. Bilbao: Desclée De Brouwer, 2000, 58. 50 ha descubierto que ésta es la orientación más útil para su con- ducta. Actúa de acuerdo con lo que le parece bien en cada mo- mento. Este “parecerle bien” no implica improvisación ni fal- ta de valores; al contrario, presupone una interiorización de los valores humanos, un componente asertivo imprescindible, una autoestima importante y una confianza en uno mismo. Esta persona mantiene un centro de evaluación interno de su conducta. No actúa en función de lo que dicen los demás, ni somete sus manifestaciones a un criterio evaluador exter- no; en el propio organismo reside el centro de valoración y, por ello, se hace plenamente responsable de sus decisiones y actuaciones. Este proceso de valoración, de acuerdo con la experiencia, es siempre flexible. Si la persona se otorga libertad interior para elegir lo que valora profundamente, tiende a optar por aquellas experiencias que contribuyen a su propio crecimien- to y desarrollo. La actitud de abrirse a la experiencia se con- vierte en el recurso más apreciado por estas personas diná- micas y psicológicamente libres. Rogers denomina también a este proceso “la experiencia de aprender a ser libre”: “Hablamos de una libertad que exis- te en la persona subjetiva, que la utiliza valientemente para vivir sus potencialidades. Hablamos de una libertad en la cual el individuo elige realizarse en plenitud desempeñando un papel responsable y voluntario en la materialización de los acontecimientos predestinados de este mundo. Para mis clientes, esta experiencia de libertad constituye un progreso pleno de significado que les ayuda a llegar a ser humanos, a relacionarse con los demás, a ser personas”.26 Se trata, en realidad, de descubrir un significado interno nuevo, organísmico, de la propia conducta y actitudes pro- SER PERSONA EN CRECIMIENTO 51 26. ROGERS, C. y STEVENS, B. Persona a persona. Buenos Aires: Amorrortu, 1980, 53. veniente del ser más consciente de las múltiples pinceladas que conforman la experiencia propiamente vivida, siendo responsable de lo que uno elige ser en un proceso dinámico y flexible del crecer y desarrollarse. Y el núcleo de este pro- ceso, como el fuego emergente que impulsa el dinamismo del sentir y del actuar personal, es interno y es, de nuevo, direc- cionalmente constructivo. Transformar las relaciones interpersonales El espacio donde resulta más accesible favorecer un marco de crecimiento personal es el de las relaciones interpersonales. Al mismo tiempo, en un marco relacional cuyos elementos bá- sicos están constituidos por dos personas en crecimiento, ca- da una a su ritmo y manera; la relación deviene un generador potencialmente poderoso de desarrollo y transformación. Las relaciones interpersonales son, pues, el lugar psicoló- gico más acertado para el proceso de crecimiento y transfor- mación de la persona. En este lugar, sin embargo, parece más fácil que aparezcan aspectos de retroceso y paralización de la tendencia actualizante. Por ello es, precisamente, por lo que resulta muy necesaria una presencia facilitadora que contri- buya a crear el clima propicio para las condiciones que pro- muevan el despliegue del potencial constructivo. Generalmente, en nuestras relaciones ordinarias, estable- cemos interacciones en las que predomina un aspecto rela- cional frente a la totalidad comunicativa