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Introducción Empezamos la planeación de este proyecto con objetivos ambiciosos en mente. Sobre todo, buscamos crear un manual que ayudara a los psicoterapeutas a tratar a sus pacientes de manera más efectiva. Al mismo tiempo, buscamos ser exhaustivos en envergadura y proveer una base de evidencia, en donde fuese posible, para guiar al lector. Estábamos conscientes de que la mayoría de los practicantes habitan una cultura de pluralismo psicoterapéutico, y queríamos crear un volumen en donde las principales voces psicoterapéuticas pudieran ser escuchadas y valoradas. También estábamos conscientes de una gran discrepancia entre lo que típicamente transcurre en centros académicos y de entrenamiento y lo que realmente se implementa en el mundo real de la práctica clínica. Formas puras de psicoterapia se enseñan y son probadas en estudios aleatorizados con control en muchas universidades alrededor de todo el mundo, pero la mayoría de los practicantes de la psicoterapia, ocupados en su práctica, terminan con el tiempo creando su propia amalgama de modelos puros y mixtos, dependiendo del contexto y las necesidades del paciente. Con esta realidad en mente, también quisimos crear un texto que fomentara un enfoque integrado hacia la psicoterapia en donde fuera apropiado. Como si estas agendas múltiples no fueran lo suficientemente ambiciosas, también queríamos atraer un mercado más amplio, incluyendo estudiantes y alumnos en psiquiatría, psicología, trabajo social, consejería psicoterapéutica, y enfermería psiquiátrica. Además de los alumnos, sin embargo, queríamos que el libro fuera útil como un manual de referencia para psicoterapeutas practicantes quienes pueden tener experiencia pero no obstante están en necesidad de una opinión experta sobre tipos particulares de psicoterapia o desafíos planteados por pacientes con problemas y cuestiones específicas. Finalmente, para poder evitar provincianismos, concebimos del libro como un esfuerzo internacional y buscamos contribuciones desde un panel de expertos multinacional. Estos principios de guía fueron fundamentales para la manera en que organizamos el texto. Decidimos sentar las bases en la Sección I con capítulos describiendo las formas principales de psicoterapia, cubriendo la historia, filosofía, y principios generales de cada una de las modalidades terapéuticas principales. La Sección II está dedicada a los trastornos psiquiátricos individuales. Cada capítulo cubre un trastorno específico, describiendo las teorías principales, base de pruebas, principios claves de la práctica, y guías para manejar desafíos difíciles. Un psicoterapeuta practicante que se encontró con un nuevo paciente con bulimia, por ejemplo, pudiera desear consultar nuestro libro para un repaso en el enfoque más actual para la psicoterapia de los trastornos de la alimentación desde una perspectiva cognitiva, psicodinámica, y sistémica. Para asegurarnos de que cada capítulo en la Sección II cubriera los principales enfoques teóricos y de tratamiento, tuvimos que idear formas innovadoras de colaboración. ¿En dónde, por ejemplo, podríamos encontrar a un experto quien pudiera escribir sobre terapia familiar, grupal, e individual para esquizofrenia tanto desde una perspectiva cognitivo-conductual como psicodinámica? Nos dimos cuenta de que tendríamos que recolectar a un grupo de colegas para que funcionaran como co-autores. Los psicoterapeutas muchas veces piensan y trabajan en espléndido aislamiento, respaldados por colegas de mentalidad similar, donde hay muy poco intercambio de ideas entre modalidades. Así que a veces tuvimos que facilitar una autoría a estilo "boda por escopeta" en donde tomamos a un número de compañeros improbables, juntándolos con el propósito de escribir un capítulo exhaustivo. Para evitar sesgo teórico, tratamos de asegurarnos de que las diversas estrategias psicoterapéuticas fueran representadas de una manera equilibrada en cada capítulo. Tuvimos la agradable sorpresa de que en muchas instancias este arreglo innovador tuvo resultados positivos, y los co-autores fueron admirablemente profesionales. En otros casos , sentimos que era preferible optar por dos capítulos diferentes para el mismo trastorno. Por ejemplo, tenemos un capítulo en terapia cognitiva-conductual para trastornos del humor y otro sobre terapia psicodinámica para el mismo grupo diagnóstico. Después reconocimos que el libro sería mejorado por una cuarta sección con capítulos que se enfocaran en poblaciones especiales de pacientes que no encajan perfectamente dentro de un capítulo diagnósticamente orientado. La psicoterapia varía a lo largo de la vida, así que incluimos en niños y adolescentes, adultos mayores, y los desafíos del desarrollo en las vidas reproductiva y laboral. También enlistamos autores para escribir capítulos en género, temas culturales, psicoterapia para pacientes médicos, y el rol que juega la orientación sexual en la psicoterapia. Nuestra meta por ser exhaustivos aun no estaba completa después de que organizamos la primera sección, así que decidimos añadir una sexta y última sección que cubriera tópicos especiales que son de gran relevancia para la mayoría de los psicoterapeutas en práctica. Estos incluyen integrar medicamento con psicoterapia, psicoterapia conducida con limitaciones de tiempo, psicoterapia forense, ética, la interfaz de la neurociencia y psicoterapia, y supervisión psicoterapéutica. Con persistencia, apoyo mutuo, y un sentido posiblemente exagerado de responsabilidad, nosotros los editores hemos conseguido mucho de lo que nos propusimos en las primeras etapas de planeamiento. Estamos satisfechos con el resultado y pensamos que una amplia audiencia se beneficiará de nuestro producto final. Le debemos una especial deuda de gratitud a Martin Baum y Carol Maxwell en la Oxford University Press por mantenernos en línea y proveer apoyo moral cuando los obstáculos parecían abrumadores. También queremos agradecer a Richard Marley por iniciar el proyecto y por creer en que podía lograrse. También queremos reconocer el arduo trabajo de cada uno de los autores y su disposición para colaborar con entusiasmo y una menta abierta, aun cuando estaban escribiendo con colegas que hablaban un lenguaje psicoterapéutico diferente. En suma, esperamos que este volumen, exhaustivo en envergadura, integrativo en espíritu, al mismo tiempo respetuoso de tradiciones psicoterapéuticas individuales, será una contribución útil para una nueva era de la psicoterapia, lista para los desafíos y oportunidades de la industria del cuidado en salud mental en el siglo XXI. Glen O. Gabbard Judith S. Beck Jeremy Holmes I Modalidades principales 1 Modalidades principales: psicoanalítica/psicodinámica Glen O. Gabbard 2 Terapias cognitivas y conductuales Paul Grant, Paula R. Young y Robert J. DeRubeis 3 Psicoterapia interpersonal Carlos Blanco y Myrna M. Weissman 4 Psicoterapia grupal Werner Knauss 5 Intervenciones cognitivo-conductuales de grupo David W. Coon, Gia Robinson Shurgot, Zoë Gillispie, Veronica Cardenas y Dolores Gallagher-Thompson 6 Terapia familiar Sidney Bloch y Edwin Harari 7 Terapia psicodinámica de pareja David E. Scharff y Jill Savege Scharff 8 Terapia cognitivo-conductual con parejas Frank M. Dattilio 9 Las terapias de arte Joy Schaverien y Helen Odell-Miller 10 Integración psicoterapéutica Rutger Willem Trijsburg, Sjoerd Colijn y Jeremy Holmes 1 Modalidades principales: psicoanalítica/psicodinámica Glen O. Gabbard Introducción Los términos psicoanalítico y psicodinámico se han estado usando cada vez más de forma sinónima en discusiones de psicoterapia. Ambos enfoques terapéuticos se derivan de una serie de principios centrales derivados del psicoanálisis.Entre estos principios están la transferencia, contratransferencia, resistencia, el inconsciente dinámico, una lente a través del desarrollo para ver la experiencia adulta, y el determinismo psíquico. Los orígines históricos de este enfoque se remontan al desarrollo del psicoanálisis por Sigmund Freud a finales de los 1890s y principio de los 1900s. Aunque Freud fue originalmente entrenado como neurólogo, bajo la influencia del neurólogo Jean-Martin Charcot, se intrigó con los misterios de la histeria. Después colaboró con Josef Breuer en el uso de la sugestión hipnótica en el tratamiento de pacientes que sufrían de histeria. Entre sus clásicas contribuciones al tema, Breuer y Freud argumentaron que los pacientes histéricos sufrían de “reminiscencias,” sugiriendo que una idea inaceptable o reprimida era responsable de los síntomas de la enfermedad. Este entendimiento llevó a un enfoque terapéutico que llegó a conocerse como abrreacción. Freud estaba inicialmente convencido que el traer una memoria reprimida de un evento traumático de vuelta a la conciencia del paciente a través de la sugestión hipnótica podía producir una catarsis que podría resultar en la remoción de los síntomas del paciente. En otras palabras, el paciente podría ser capaz de recobrar y verbalizar los sentimientos que estaban asociados con el trauma original. Freud pronto se volvió frustrado con el uso de la hipnosis y la abrreacción catártica ya que descubrió que este enfoque terapéutico muchas veces no era aceptable y reflejaba los deseos del paciente de complacer al doctor. También observó que algunos pacientes manifestaban resistencia a este enfoque terapéutico. Ya sea que no eran capaces de ser hipnotizados o incapaces de recuperar memorias que tuvieran una significancia etiológica. Además, Freud empezó a reconocer que se desarrollaba una fuerte relación entre el paciente y el doctor que tenía un fuerte componente erótico. Una de sus pacientes despertó de un trance hipnótico y se lanzó a abrazar a Freud. Esta experiencia y otras lo llevaron a desarrollar el concepto de transferencia, la cual se refería al hecho de que los pacientes desplazan hacia el analista los sentimientos, pensamientos, y actitudes que estuvieron originalmente vinculados a otras figuras importantes de su pasado. Después modificó su técnica de tal manera que la hipnosis fue descartada y reemplazada con el método de asociación libre. Esta técnica, que involucra el pedir al paciente que diga cualquier cosa que le llegue a su mente, es aún la piedra angular de las técnicas usadas por los psicoanalistas de todo el mundo. Freud se metió de lleno en el estudio de los sueños, lo cual veía como el “camino real” para el entendimiento del inconsciente. Reconoció que aspectos sexualizados de la niñez aún persisten en el presente y tienen influencia sobre la conducta adulta. El enfoque psicoanalítico hacia la psicoterapia ha sufrido una profunda transformación desde la época de Freud. Sin embargo, cada uno de los principios centrales mantienen los vestigios del pensamiento Freudiano y mucho de lo que edificó Freud se mantiene relevante a nuestro entendimiento actual de los pacientes y de las estrategias terapéuticas utilizadas para compartir ese entendimiento con el paciente. Aunque Freud veía a la transferencia y resistencia como los rasgos esenciales de cualquier enfoque psicoanalítico, hoy en día nosotros podríamos expandir la serie de conceptos fundamentales para incluir contratransferencia, el inconsciente, determinismo psíquico, y la perspectiva del desarrollo. Estos principios básicos serán introducidos aquí y elaborados más adelante en el capítulo. Transferencia Los pacientes se relacionan inconscientemente con el psicoterapeuta como si este fuera alguien de su pasado. Aunque Freud consideraba la transferencia como un simple desplazamiento de una relación pasada hacia el presente, nosotros ahora reconocemos que las mismas características y conductas del terapeuta contribuyen continuamente hacia la naturaleza de la transferencia (Renik, 1993; Hoffman, 1998). Las características físicas, forma de relacionarse con el paciente, género y edad del terapeuta todas tienen influencia sobre la percepción del paciente acerca del terapeuta. Estos rasgos disparan redes neurales dentro del paciente que contienen representaciones de figuras pasadas y actualizan estos “fantasmas” del pasado hacia el presente (Westen y Gabbard, 2002a). Además de las dimensiones repetitivas de la transferencia, el paciente puede también guardar un deseo por una experiencia de sanación o corrección para compensar por los problemas que ocurrieron en sus relaciones de la niñez. Por lo tanto un deseo por una relación de tipo diferente puede ser inherente en la transferencia. Resistencia Los pacientes aún se resisten a la psicoterapia como lo hacían en los días de Freud. Uno de los grandes descubrimientos de Freud fue que los pacientes pueden ser ambivalentes sobre el mejorarse y de forma inconsciente (o consciente) se oponen a intentos de ayudarles. La resistencia puede manifestarse como silencio en las sesiones de terapia, como evasión de tópicos difíciles, o el olvidarse de las sesiones. En esencia, la resistencia se puede ver como cualquier manera en que los pacientes se defienden contra el cambio a favor de preservar su enfermedad tal como es. La resistencia ya no se ve como un obstáculo que debe ser removido por el terapeuta. Más bien, se ve como una revelación sobre cómo el pasado del paciente influye en la conducta actual en la relación con el terapeuta (Friedman, 1991). Si, por ejemplo, un paciente masculino experimenta a su terapeuta masculino como crítico, puede ser reacio a decir mucho. Esta reticencia puede revelar mucho sobre su relación con su padre y con otras figuras de autoridad masculinas. El ayudar a los pacientes a entender la resistencia es un rasgo central de la terapia psicodinámica. Contratransferencia Freud escribió muy poco sobre la contratransferencia. Originalmente la definió como la transferencia del analista hacia el paciente. La consideraba generalmente como una interferencia en el analista que paralelaba la transferencia en el paciente. En otras palabras, el analista vería inconscientemente al paciente como alguien del pasado y por lo tanto tendría dificultad al tratar al paciente. La contratransferencia se considera ahora como una herramienta terapéutica de enorme valor en la terapia psicoanalítica. Es una creación conjunta que nace en parte del pasado del terapeuta pero también en parte del mundo interno del paciente. En otras palabras, los pacientes inducen ciertos sentimientos en el terapeuta que proveen al terapeuta de un vistazo del mundo interno del paciente y qué tipo de sentimientos son evocados en otras relaciones fuera de la terapia (Gabbard, 1995). El inconsciente La premisa de Freud de que mucha de la vida mental es inconsciente ha sido validad de forma extensa por el estudio en el campo de la psicología experimental (Westen, 1999). Sin embargo, es más probable que los psicoterapeutas psicoanalíticos se refieran a representaciones inconscientes o funcionamiento mental inconsciente más que al inconsciente. La noción de “el inconsciente” como un lugar de almacenamiento o reserva ya no va a la par con el estudio neurocientífico contemporáneo. Ahora reconocemos que las memorias se guardan de forma diferente, dependiendo en el tipo de conocimiento que se está almacenando. Memoria declarativa se involucra con hechos y episodios de la vida propia, mientras que la memoria de procedimientos involucra habilidades y procedimientos. Los mecanismos de defensa, por ejemplo, son procedimientos inconscientes automáticos que regulan los estados afectivos. La memoria de tiempos difíciles en nuestra vida son aspectos de conocimiento declarativo que puede ser consciente y fácil de recordar o puedeser reprimida y por lo tanto inconsciente. El conocimiento declarativo es conocimiento de “que,” mientras que el conocimiento de procedimientos es conocimiento de “como” (Westen y Gabbard, 2002b). En el pensamiento actual que integra información psicodinámica y de neurociencia, tanto las memorias de procedimientos y declarativas pueden verse de forma tanto consciente como inconsciente (véase la Figura 1.1). Una distinción entre memoria explícita e implícita se relaciona con si el conocimiento es expresado y/o recuperado con o sin conciencia consciente. Por lo tanto la distinción explícito versus implícito puede entenderse como equivalente a consciente versus inconsciente (Westen y Gabbard, 2000a, b). Dentro de este modelo los mecanismos de defensa están principalmente en el campo de la memoria implícita de procedimientos. La supresión, sin embargo, uno de los pocos mecanismos de defensa conscientes, se encuentra en el reino de la memoria de procedimientos explícita ya que involucra el destierro consciente de ciertos pensamientos y/o sentimientos de la mente propia. El conocimiento declarativo implícito involucra ideas reprimidas y memorias reprimidas de eventos en la vida de uno mismo y conocimiento que involucra varios tipos de expectativas sobre cómo reaccionarán los demás en respuesta a lo que uno hace. Esta última categoría puede ser recuperable si uno cambia la atención hacia ello, una categoría que Freud llamaba preconsciente. El conocimiento declarativo explícito consiste de hechos y eventos que son completamente conscientes. Aspectos inconscientes del funcionamiento mental pueden revelarse como deslices en el habla, olvido, o sustituir nombres o palabras. La conducta no verbal es también un reflejo de formas de relacionarse con otros, conscientes e internalizadas. En otras palabras, como el paciente se relaciona con el terapeuta puede decir mucho sobre las representaciones inconscientes del yo y los otros dentro del paciente. Determinismo psíquico El principio de determinismo psíquico afirma que nuestra experiencia interna, nuestra conducta, nuestra elección de parejas románticas, nuestras decisiones de carrera, y hasta nuestros pasatiempos son moldeados por fuerzas inconscientes que están más allá de nuestra conciencia (Gabbard, 2000a). El terapeuta psicodinámico se aproxima al paciente con el entendimiento de que cualquier síntoma o problema puede servir múltiples funciones. Una variedad de conflictos de diferentes niveles del desarrollo pueden todos converger para formar el resultado final de una conducta o síntoma. Un terapeuta psicoanalítico reconoce que muchas de las razones para las dificultades del paciente se encuentran fuera de la conciencia del paciente, y tanto el terapeuta como el paciente deben estar dispuestos a explorar una variedad de causas convergentes. Fig. 1.1 Tipo de conocimiento versus modo de expresión. Reimpreso desde Gabbard, G. O. (2000). Psychodynamic psychiatry in clinical practice, 3ª ed. p. 8. Washington, DC: American Psychiatric Press. La perspectiva del desarrollo Todo el pensamiento psicoanalítico está basado en un modelo de conducta del desarrollo. Un supuesto fundamental es que los eventos de la niñez moldean a la persona adulta. Los patrones repetitivos de interacciones problemáticas con otros nacen de cuestiones instrapsíquicas que se han internalizado durante la niñez. En el pensamiento contemporáneo sobre la interface entre la genética y el ambiente, ahora sabemos que el temperamento basado genéticamente en el niño moldea mucha de la interacción con los padres. En otras palabras, características que son genéticamente determinadas evocan respuestas de los padres específicas, que a su vez moldean la personalidad del niño (Reiss et al., 1995). Los terapeutas psicoanalíticos no culpan a los padres por las dificultades de los pacientes. Ellos ven las dificultades de los pacientes como una compleja interacción entre las características del niño, las características de los padres, y el “ajuste” entre ellas (Gabbard, 2000a). Bases teóricas de la psicoterapia psicoanalítica/psicodinámica Psicología del yo Durante el tiempo en que Freud jugaba con la idea de la abrreacción catártica como su modelo preferido de sanación, fue influenciado por el modelo topográfico del psicoanálisis. La mente inconsciente albergaba memorias patogénicas reprimidas. A través del trabajo de psicoanálisis, estas memorias podrían volverse conscientes. Perderían su patogenicidad después de volverse disponibles para la conciencia consciente del paciente. El preconsciente residía entre el consciente y el inconsciente. Las memorias que residen en el preconsciente eran disponibles al cambiar el foco de atención y por lo tanto no eran verdaderamente reprimidas. Al fallarle a Freud el método de abrreacción, desarrolló el modelo estructural tripartito involucrando al yo, ello y superyó. El modelo estructural se presta a una teoría basada en conflicto que forma la base para la psicología del yo. El ello se considera como el asiento de poderosos impulsos instintivos, específicamente agresión y sexualidad/libido que luchan por emerger a la conciencia. El superyó, el cual tiene aspectos tanto conscientes como inconscientes, es el agente moral que resulta de la internalización de los padres y sus sistemas de valores. Los valores culturales o sociales también pueden ser internalizados como parte del superyó. El yo por sí mismo es parte consciente y parte inconsciente, como el superyó, y se le considera como el órgano ejecutivo de la psique. Aspectos conscientes del yo se involucran en la toma de decisiones, percepción, cálculo, y anticipación de consecuencias. Entre los muchos aspectos inconscientes del yo están la mayoría de los mecanismos de defensa. La psicología del yo se caracteriza por una visión del mundo intrapsíquico en el que las tres agencias están en un constante conflicto. El conflicto, a su vez, produce ansiedad, lo cual resulta en la activación de un mecanismo de defensa. Los síntomas se forman como resultado del conflicto. El resultado de la ansiedad y defensa es la formación de un compromiso. Los impulsos instintivos buscar surgir, pero el yo y/o superyó reúnen fuerzas defensivas para detener el surgimiento del impulso inaceptable a la superficie. La formación del compromiso resultante contiene tanto el deseo original surgiendo del ello y la defensa contra ese deseo. Por lo tanto el compromiso gratifica el deseo de forma disfrazada y atenuada. Tanto los síntomas neuróticos y rasgos del carácter pueden surgir de estos choques intrapsíquicos y se pueden referir como formaciones de compromiso. La psicología del yo le quita énfasis a la necesidad de lanzarse a las profundidades del inconsciente en busca de memorias enterradas. En su lugar, se enfoca en el hecho de que dentro de las operaciones defensivas típicas, uno encuentra los compromisos y conflictos que forman el carácter del paciente. Un análisis sistemático de las defensas, cuando entran dentro del tratamiento en la forma de resistencias, es la piedra angular de la técnica yo-psicológica. Algunas defensas comunes se listan en la Tabla 1.1 y se organizan jerárquicamente desde las defensas más inmaduras o patológicas hasta las más sanas o maduras. El modelo del desarrollo asociado con la psicología del yo involucra el esquema epigenético del desarrollo ligado a zonas libidinales orales, anales y fálicas. Erik Erikson (1959) describió las crisis psicosociales del niño que ocurrían en cada fase del desarrollo. En el primer mes de existencia, el infante lucha con la confianza básica versus desconfianza básica mientras negocia la fase oral del desarrollo. La autonomía versus culpa y duda es típica de la fase anal. Iniciativa versus culpa caracteriza la fase fálica-edípica. Alrededor de los 3 años de edad y terminando en algún momento entre los 6y 7 es la fase edípica del desarrollo donde los genitales son la principal fuente de placer. El niño desea ser el objeto de amor exclusivo del padre de sexo opuesto. Durante esta fase el niño se vuelve muy consciente del triángulo de madre, padre, e hijo, habiendo trascendido el marco de referencia diádico madre-hijo en las fases de desarrollo anteriores. El complejo de Edipo negativo se usa comúnmente para describir el deseo del niño por el padre del mismo sexo, mientras que el padre de sexo opuesto se ve como un rival. Tabla 1.1 Una jerarquía de los mecanismos de defensa Mecanismo de defensa Descripción Defensas primitivas Escisión Experiencias compartamentalizantes del self y otros tal que la integración no es posible. Cuando se confronta al individuo con las contradicciones en conducta, pensamiento o afecto, él/ella considera las diferencias con negación anodinia o indiferencia. Esta defensa previene el conflicto que nace de la incompatibilidad entre los dos aspectos polarizados del self u otros. Proyección Percibir y reaccionar a impulsos internos inaceptables y sus derivados como si estuvieran por fuera del self. Identificación proyectiva Tanto un mecanismo de defensa intrapsíquico como una comunicación interpersonal, este fenómeno involucra comportarse de tal manera que presión interpersonal sutil se deposita en otra persona para tomar las características de un aspecto del self o un objeto interno que se proyecta sobre esa persona. La persona quien es el blanco de la proyección entonces empieza a comportarse, pensar, y sentir de acuerdo a lo que se ha proyectado. Negación Evitar la conciencia de aspectos de la realidad externa que son difíciles de encarar al hacer caso omiso de información sensorial. Distorsión Alterar la realidad externa de manera significante para que esté de acuerdo al cumplimiento de necesidades fantasiosas internas. Disociación Perturbar el sentido propio de continuidad en las áreas de identidad, memoria, conciencia, o percepción como una manera de retener una ilusión de control psicológico en cara a la impotencia y pérdida de control. Mientras que es similar a la escisión, en casos extremos de disociación, existe alteración de la memoria de eventos debido a la desconexión del self a ese evento. Idealización Atribuir cualidades de perfección o casi perfección a otros como una manera de evitar ansiedad o sentimientos negativos, tales como desprecio, envidia, o coraje. Acting out Actuar un deseo o fantasía inconsciente de manera impulsiva como una manera para evitar afecto doloroso. Somatización Convertir dolor emocional u otro estado afectivo en síntomas físicos y enfocar la atención en preocupaciones somáticas (en lugar de intrapsíquicas). Regresión Regresar a una fase previa del desarrollo o funcionamiento para evitar conflictos y tensiones asociadas con el nivel de desarrollo propio actual. Defensas de nivel más alto (neuróticas) Introyección Interiorizar aspectos de una persona importante como manera de lidiar con la pérdida de esa persona. Uno también puede introyectar un objeto hostil o malo como manera de darse uno la ilusión de control sobre ese objeto. La introyección ocurre en formas no defensivas como una parte normal del desarrollo. Identificación Interiorizar las cualidades de otra persona al convertirse como la persona. Mientras que la introyección lleva a una representación interiorizada experimentada como un “otro,” la identificación se experimenta como parte del self. Esto, también, puede servir funciones no defensivas en el desarrollo normal. Desplazamiento Cambiar sentimientos asociados con una idea u objeto hacia otro que asemeja al de alguna manera original. Externalización Negar responsabilidad personal por una conducta al atribuir la responsabilidad a otro. Intelectualización Utilizar ideación abstracta excesiva para evitar sentimientos difíciles. Aislamiento del afecto Separar una idea de su estado afectivo asociado para evitar confusión emocional. Racionalización Justificación de actitudes inaceptables, creencias o conductas, para hacerlas tolerables a uno mismo. Sexualización Dotar a un objeto o conducta con significancia sexual para volver una experiencia negativa en una excitante o estimulante, o para desviar ansiedades asociadas con el objeto. Formación reactiva Transformar un deseo o impulso inaceptable en su opuesto. Represión Bloquear o expulsar ideas o impulsos inaceptables de entrar en la conciencia. Esta defensa se diferencia de negación en que esta se asocia con la información sensorial externa, mientras que la represión se asocia con estados internos. Deshacer Intentar negar implicaciones sexuales, agresivas o de culpa de un comentario anterior o conducta elaborando, clarificando o haciendo lo opuesto. Defensas maduras Humor Encontrar elementos cómicos y/o irónicos en situaciones difíciles para reduce el afecto desagradable y malestar personal. Este mecanismo también permite algo de distancia y objetividad de los eventos para que el individuo pueda reflexionar en lo que está sucediendo. Supresión Decidir conscientemente el no ponerle atención a un sentimiento particular, estado, o impulso. Esta defensa difiere de la represión y negación en que es consciente en lugar de inconsciente. Ascetismo Intentar eliminar aspectos placenteros de una experiencia por conflictos internos producidos por ese placer. Este mecanismo puede estar en el servicio de metas trascendentales o espirituales, como en el celibato. Altruismo Comprometerse a las necesidades de otros sobre y por arriba de las propias. La conducta altruista puede ser usada en el servicio de problemas narcisistas, pero también puede ser la fuente de grandes logros y contribuciones constructivas hacia la sociedad. Anticipación Retrasar la gratificación inmediata al planear y pensar sobre éxito y logros futuros. Sublimación Canalizar objetivos socialmente reprensibles o internamente inaceptables hacia socialmente aceptables. En el complejo de Edipo positivo, el niño desea poseer exclusivamente al padre de sexo puesto y puede guardar deseos asesinos hacia el padre del mismo sexo. El superyó se ve como el resultado de una resignación renuente de que es mejor identificarse con el padre del mismo sexo más que arriesgarse a la represalia de ese padre en respuesta a sus deseos incestuosos. El niño puede temer que el padre tome represalia en forma de castración, creando la ansiedad de castración. Entonces el muchacho se identifica con el agresor (padre) al decidir buscar a una mujer como su propia madre ya que no puede competir con su padre. Freud utilizó el modelo de desarrollo del varón para entender la psicología femenina. Imaginó que una niña pequeña se sentía como un niño hasta que descubría la existencia del pene. En ese momento ella se sentía inferior y sufría de “envidia del pene.” La falta de apoyo empírico para este modelo de desarrollo ha llevado a un replanteamiento significante de la experiencia del desarrollo femenino (Benjamin, 1990; Chodorow, 1996). El pensamiento actual sobre la construcción del género se enfoca en la influencia de la cultura, identificación con los padres, y relaciones objetales internas más que en suposiciones rígidas sobre diferencias anatómicas (véase el Capítulo 34, Cuestiones sobre el género en la psicoterapia). Melanie Klein y la teoría de relaciones objetales La teoría de relaciones objetales se ha convertido quizás en el modelo teórico predominante en la terapia psicoanalítica contemporánea. Los orígenes de la teoría pueden ligarse al trabajo de Melanie Klein en Londres en los 1930s y 1940s. Basándose en su tratamiento psicoanalítico en niños, desarrolló una teoría que enfatizaba la fantasía intrapsíquica inconsciente y el desarrollo pre-edípico. Klein teorizó que la vida infantil iniciaba con una ansiedad primitiva sobre la aniquilación. Postuló que para lidiar con este terror,el yo sufría un proceso de escisión en el que la “maldad” o agresión asociada con el instinto de muerte era proyectada hacia los pechos de la madre. El niño desarrollaba entonces ansiedades paranoides sobre la posibilidad de que la madre pudiera atacar al infante. Esta preocupación es la ansiedad primaria de la posición paranoide-esquizoide, un modo temprano de organizar la experiencia que involucra la escisión y proyección. Los buenos aspectos de la madre se separan y mantienen separados de los aspectos malos o persecutorios para que no sean contaminados con odio o agresión. En otras palabras, los aspectos amorosos de la madre y del self se mantienen puros de la contaminación de la furia asesina y odio. La posición paranoide-esquizoide se propuso como la manera predominante en que los infantes organizaban sus experiencias durante los primeros 6 meses. El objeto malo es proyectado y después re-introyectado a través de todo este periodo. El objeto bueno también puede ser proyectado para mantenerlo a salvo de la “maldad” dentro del niño. Después de los 6 meses, el niño empieza a integrar la madre “mala” con la madre “buena.” El niño se da cuenta que la madre tiene tanto buenas como malas cualidades y empieza a integrar las dos en una sola representación objetal a diferencia como parte de un objeto o cualidades de tipo “toda mala” o “toda buena.” Esta fase del desarrollo se conoce como la posición depresiva. Como parte de esta época del desarrollo, el niño tiene ansiedad depresiva relacionada con la preocupación de que el niño cause daño a la madre que él o ella ama. El niño puede intentar resolver esta ansiedad depresiva a través de la reparación. De hecho, Klein re-conceptualizó el complejo de Edipo como algo que involucra el esfuerzo del niño para tratar las ansiedades depresivas y culpa a través de hacer reparaciones hacia aquellos que se percibía como dañados (Segal, 1964). Un niño puede escoger volverse médico, por ejemplo, como una manera de sanar a otros y reparar el daño que imagina causó a sus padres. Otro componente clave de la teoría de Klein es el rol de la envidia como un derivado del instinto de muerte. La envidia es una forma de odio dirigido hacia el objeto bueno en lugar del objeto malo. La envidia es en parte responsable por la percepción del niño de que él o ella ha causado daño a la “madre buena” (Klein, 1957). Mientras que los celos involucran a tres personas, la envidia ocurre en un contexto de dos personas. Los teóricos del desarrollo critican la manera de pensar de Klein por atribuir formas complicadas de cognición y percepción a los infantes en sus primeros meses de vida. El pensamiento de ella también ha sido retado por su énfasis en el instinto de muerte, una teoría que no está aprobada por ninguna otra escuela de pensamiento psicoanalítico y por su tendencia de minimizar el trauma real mientras que enfatiza la vida fantasiosa intrapsíquica del niño. Wilford Bion, un analizando de Klein, fue instrumental en mover la teoría de Kleiniana lejos de los impulsos y hacia las relaciones (Bateman y Holmes, 1995). Se enfocó en como la madre sirve como contenedor para los afectos intensos del infante y los “detoxifica” a través de sus cuidados para que puedan ser tomados de vuelta por el infante de una manera más fácil de negociar. Este componente interaccional es considerado vital en el modelo de Bion. Mientras que los puntos de vista de Klein estaban estrechamente ligados a la teoría de impulsos de Freud, la tradición Británica de independencia estresaba que los impulsos del infante se desarrollaban en el contexto de la relación madre-infante y por lo tanto debían verse en ese contexto. Fairbairn (1952) hasta argumentó que los impulsos son primariamente buscadores de objeto en naturaleza más que reductores de tensión en el sentido de la teoría de impulsos. Un principio clave es que las relaciones son internalizadas en los primeros años de vida. Los cimientos de la vida de relaciones objetales involucran una representación del self, una representación del objeto, y un afecto que liga a ambos. La escisión e identificación proyectiva son dos de los mecanismos de defensa más asociados con la teoría de relaciones objetales (véase Tabla 1.1). La escisión involucra la tendencia de dividir a todos en grupos de “todo malo” o “todo bueno.” Esta polarización de los objetos involucra una escisión correspondiente del self. Por lo tanto presentaciones contradictorias del self pueden alternar unas con otras, resultando en una imagen confusa tanto para el paciente como para aquellos cercanos al paciente. En un sentido del desarrollo, la escisión es una defensa que ocurre antes del conflicto. Como resultado, los pacientes que dependen de la escisión pueden reaccionar con indiferencia o negación anodina cuando se les confronta con las contradicciones en su conducta (Kernberg, 1975). La identificación proyectiva trabaja en tándem con la escisión en forma de que los objetos o representaciones del self que están divididas pueden acomodarse en otros como una manera de repudiarlos. En la identificación proyectiva dentro del contexto psicoterapéutico, el paciente proyecta inconscientemente el self o la representación objetal en quien lo está tratando, quien después inconscientemente se identifica con lo que le ha sido proyectado. A través de presión interpersonal, el paciente coacciona una respuesta de quien lo está tratando que corresponde a lo que se ha proyectado. Por ejemplo, una paciente de 26 años con trastorno de la personalidad limítrofe quien ha sido víctima de abuso físico a manos de su madre. Cuando ella estaba con su terapeuta femenina, acusó a su terapeuta de no escuchar con atención a lo que le decía. También acusó a su terapeuta de ser insensible hacia ella. Le dijo a su terapeuta que estaba convencida de que no le agradaba a su terapeuta y que no quería verla. Esta conducta continuó en las sesiones sin parar durante semanas. Finalmente, las acusaciones de ella escalaron hasta el punto en donde la terapeuta se molestó con la constante descarga de acusaciones, y le dijo a su paciente que se estaba cansando con las muchas distorsiones que la paciente traía a la terapia. También levantó la voz a su paciente y exclamó, “¡Ya no aguanto tu actitud!” Por lo tanto a través de la presión interpersonal de su conducta, el paciente influyó en su terapeuta para conformarse al objeto malo proyectado. En efecto, el terapeuta se volvió una versión atenuada de la madre abusiva de la paciente. En la situación ideal terapéutica, el material proyectado es transformado por el terapeuta antes de que sea re-introyectado por el paciente. Este procesamiento generalmente no ocurre en la vida cotidiana cuando los pacientes proyectan ciertos aspectos de sí mismos hacia otros en el curso de su contacto usual. La teoría de relaciones objetales encaja bien con la neurociencia cognitiva, en que las representaciones tempranas del self y objeto se graban en redes neurales específicas como resultado de experiencias repetitivas con figuras en el ambiente. Un principio central de la teoría de relaciones objetales es que las representaciones internas pueden no ser exactamente las mismas de la figura externa en la cual se basa la representación. Por ejemplo, los niños pueden exagerar tendencias en los padres por sus fantasías acerca de los padres. Las representaciones más tempranas tienden a ser más polarizadas y muchas veces se refieren como parte de los objetos. De la edad de 3 hasta 6 aproximadamente, los objetos parciales y representaciones parciales del self son integradas en objetos completos y representaciones del self completas e involucran cualidades tanto buenas como malas. Cuando ocurre que falla la integración, los pacientes adultos pueden ir a través de sus vidas escindiéndose a sí mismos y otros así como repitiendo relaciones objetales pasadasa través del mecanismo de identificación proyectiva. La perspectiva independiente también fue influenciada por el pensamiento de D. W. Winnicott. El enfatizó la tendencia innata de crecer hacia la auto-realización. El sentía que había un verdadero self cuyo crecimiento no podía ser impedido o facilitado por las respuestas maternales (Winnicott, 1965). Si la madre u otra figura cuidadora, no podía afinarse al self auténtico del niño, el niño podría desarrollar un self falso designado a complacer o apaciguar la figura maternal. Psicología del self La psicología del self se desarrolló del estudio por Heinz Kohut en pacientes narcisísticamente perturbados quienes buscaban análisis (Kohut, 1971, 1977, 1984). Los pacientes adultos de Kohut se caracterizaban por tener una autoestima altamente vulnerable que los hacía sentir fácilmente heridos por amigos, colegas, y parejas románticas. El no los veía sufriendo de un conflicto intrapsíquico o neurótico. Kohut sugirió que a estos individuos les faltaba una empatía desarrollada apropiadamente con sus madres, creando una situación de déficit. Individuos con este déficit transcurrían sus vidas intentando obtener respuestas de los demás que compensaran por las funciones faltantes dentro de sí mismos. Kohut llamó a estas funciones self-objetales, en que los demás deberían de llevar a cabo funciones para el self del paciente más que ser permitidos a conducirse autónomamente. Las funciones self-objetales tienden a caer dentro de tres categorías, las cuales Kohut veía como tres tipos de transferencias self-objetales. La transferencia en espejo es un intento de capturar el “brillo en los ojos de la madre” en respuesta a despliegues de exhibicionismo apropiados a la fase que nos recuerda a la niñez, cuando el niño sentía que las respuestas empáticas no se daban desde la madre. Estas respuestas aprobadoras o en espejo las veía Kohut como esenciales en el desarrollo de un sentido cohesivo de self del niño. La segunda forma de transferencia self-objetal es la transferencia idealizante, en donde el paciente mantiene su autoestima siendo una sombra de algún terapeuta idealizado. Deleitándose en la gloria reflejada del terapeuta hace que el paciente se sienta completo y digno. La tercera transferencia se llama la transferencia de gemelo o álter ego. Este aspecto del self aparece como una necesidad de ser igual al terapeuta. El origen del desarrollo es un deseo de fusión que gradualmente se transforma en conducta imitativa. Inherente en el punto de vista de la psicología del self está la noción de que el desarrollo y mantenimiento de la autoestima es igualmente importante como la sexualidad y agresión como un factor motivacional en la interacción humana. Además, Kohut (1984) sentía que la separación es un mito que no refleja nuestra necesidad real por afirmar respuestas empáticas de los demás para tener una sensación de totalidad a través de la vida. Eventualmente Kohut vio la conexión self-selfobjetal como responsable de todas las formas de psicopatología. Vio los conflictos edípicos que involucraban sexualidad y agresión como solo “productos de desecho” de fallas en el desarrollo previas que involucraban falta de respuestas del self o del objeto. Kohut no fue claro en los tiempos del desarrollo para las dificultades en el sector del self. Sin embargo, sugirió que el self empieza como un núcleos fragmentados y solo alcanza la cohesión en respuesta a respuestas empáticas de los padres. En ausencia de esas respuestas empáticas, sucede la fragmentación del self, y niño intenta capturar un sentido del self a través de buscar respuestas self-objetales de los demás. La perspectiva de la psicología del self es consonante con el trabajo de observación del infante de Daniel Stern (1985, 1989). Las respuestas afirmantes y de validez de la figura materna parecen ser cruciales para el sentido del self en desarrollo del infante. El niño tiene un sentido del self- con-otro en respuesta a la consonancia del cuidador desde la infancia temprana. Stern describió cinco sentidos discretos del self, empezando con el desarrollo de un self predominantemente corporal desde el nacimiento hasta los 2 meses de edad. Un sentido nuclear del self emerge entre los 2 y 6 meses. Entre los 7 y 9 meses, el infante empieza a tener un mayor sentido del self subjetivo mientras los estados intrapsíquicos entre el infante y la madre empiezan a hacer juego. Cuando el niño se aproxima a la mitad del segundo año de vida, él o ella tienen la capacidad de pensar simbólicamente y de comunicar verbalmente así que un sentido categórico o verbal del self emerge finalmente. Un self con continuidad histórica, el sentido narrativo del self, llega entre los 3 y 5 años de vida. Teoría del apego John Bowlby fue responsable por el desarrollo de la teoría del apego, en mayor parte en oposición a las teorías psicoanalíticas de su tiempo. Sin embargo en años recientes la teoría del apego ha empezado a integrarse con el edificio pluralista del psicoanálisis. Bowlby (1988) enfatizó de forma repetida la experiencia real del niño y la importancia del mundo externo en el desarrollo sano del niño. Tomando prestado de la etología, las conductas de apego eran vistas por Bowlby como no reducibles a otro impulso. Un sistema completo de conducta por parte del niño sirve para optimizar la proximidad con la madre u otro cuidador (Fonagy, 2001). En contraste con el pensamiento de las relaciones objetales, la motivación del niño no es buscadora de objeto. En su lugar, la meta del niño es lograr un estado psicofisiológico relacionado con el estar en proximidad cercana con la madre o cuidador. Holmes (2001) sugiere que lo mismo en cierto de los adultos, quienes, cuando están estresados o amenazados, pueden, si están apegados de manera insegura, recurrir a un “fenómeno patológico de base segura,” como el abuso de sustancias, hacerse daño a sí mismo de forma deliberada, o comer en atracones. Esta conducta puede recrear un atajo hacia el estado fisiológico de la base segura sin sus componentes relacionales o psicológicos. El trabajo de Ainsworth et al. (1978) fue críticamente importante en refinar el concepto de apego al estudiar la respuesta del infante a lo que se le denominó la Situación Extraña. En esta prueba de laboratorio de 20 minutos, el niño es expuesto a breves separaciones de su madre. La reacción a estas separaciones llevó a una clasificación de los niños como apegado de forma segura, apegado de manera ansiosa-evasiva, ansioso-ambivalente o que se resiste en su estilo de apego, o desorganizado/desorientado. Aunque no existe necesariamente una correlación a la par entre las categorías del apego en los niños con las de los adultos, los teóricos del apego han encontrado que es de utilidad clínica el pensar de los individuos adultos en cuatro categorías más o menos análogas de apego: (1) individuos seguros/autónomos quienes valoran las relaciones de apego; (2) individuos inseguros/desdeñosos quienes niegan, desvalorizan, idealizan, o denigrar los apegos tanto actuales como pasados; (3) adultos preocupados quienes están abrumados o confundidos por relaciones actuales o pasadas; e (4) individuos desorganizados o no resueltos quienes muchas veces han sufrido abandono o trauma. Comparada con otras escuelas de pensamiento psicoanalítico, hay mucha más investigación empírica rigurosa detrás de la teoría de apego. Algo de esta investigación demuestra que los modelos mentales de apego expectantes de los padres predicen los patrones subsecuentes de apego entre la madre y el infante (Fonagy, 2001). Un concepto clave en la teoría del apego es la mentalización, la capacidad de entender que la conducta propia y la de otros es motivada por estados internos, como los pensamientos y emociones (Fonagy, 1998). Además, parte de la mentalización es un entendimiento de que laspercepciones propias de otros son representaciones más que la manera en que la realidad es en verdad. La capacidad de la madre u observador para observar el estado intencional y mundo interno del infante parece influenciar el desarrollo de un apego seguro en el niño. El apego seguro en el niño hacia el cuidador es de gran influencia en el desarrollo de la capacidad de mentalizar en el niño. Escuelas postmodernistas En años recientes han surgido un número de modelos teóricos que enfatizan la naturaleza de dos personas del tratamiento psicoanalítico. Estos enfoques variados, con etiquetas tales como inter-subjetividad, teoría relacional, constructivismo, o psicoanálisis interpersonal, todas aprueban escepticismo cualquier verdad fundamental radicando en el paciente o el analista. La verdad es co- construida en la interacción entre el terapeuta y el paciente. Todas son postmodernistas en perspectiva en que dudan de la existencia de un objeto de realidad “allá fuera” (Holland, 1983; Leary, 1994; Aron, 1996). Renik (1993), por ejemplo, estresa la subjetividad irreducible del analista en la manera en que el analista se enfoca al escuchar y formular intervenciones. La situación de tratamiento es inter-subjetiva en que el terapeuta psicoanalítico nunca puede trascender por completo sus motivaciones inconscientes para intentar ayudar al paciente. En una línea similar, la perspectiva postmodernista reconoce que la apariencia de la patología del paciente está muy influenciada por la cultura, género, y prejuicios personales del terapeuta. El punto de vista constructivista estresa que uno debe ser reacio sobre tomar la transferencia del paciente como una “distorsión,” en que puede ser un constructo verosímil basado en el reconocimiento por el paciente de aspectos reales de la conducta del analista (Hoffman, 1983, 1991). Principios del tratamiento Los principios de la técnica en la psicoterapia psicoanalítica han evolucionado considerablemente a través de los años. El estereotipo de una “pantalla en blanco” del terapeuta quien es distante y silencioso mientras que el paciente lucha ha engañado a muchos para asumir que la pasividad es el sello distintivo del terapeuta psicodinámico. Ahora practicamos en una época post pantalla en blanco en la que el terapeuta está involucrado en el proceso y reconoce el rol de la contratransferencia tanto como la transferencia. Los principios de la técnica varían un poco de acuerdo con la escuela de pensamiento del terapeuta, pero ciertos temas son universales. Los terapeutas psicodinámicos permiten a sus pacientes que traten de articular la naturaleza de su problema y ponerse metas para lo que piensan que debería tratarse en el curso del tratamiento. Después invitan a sus pacientes a decir lo que venga a la mente al reflexionar sobre el problema. Inevitablemente los pacientes se encuentran con dificultades para decir cualquier cosa que venga a la mente con su terapeuta, y por lo tanto las resistencias al proceso se vuelven el pan de cada día del trabajo del terapeuta dinámico. Desde 1912, Freud hizo la observación de que “la resistencia acompaña al tratamiento paso a paso. Cada asociación, cada acto de la persona bajo tratamiento tiene que considerarse con la resistencia que representa un compromiso entre fuerzas que se esfuerzan por la recuperación y las que se oponen” (p. 103). Un terapeuta dinámico no intenta vencer las resistencias insistiendo que el paciente debe decir lo que le venga a la mente. En su lugar, ellos se esfuerzan para entender el significado de que el paciente guarde silencio o que se sienta avergonzado. En esta exploración, los terapeutas dinámicos muchas veces descubren que ciertos sentimientos sobre el terapeuta son los responsables por esta resistencia. Efectivamente, fantasías de transferencia sobre el terapeuta son la mayor fuente de resistencia. Los pacientes pueden preguntarse si su terapeuta será prejuicioso acerca de ellos si hablan libremente. También puede ser que se preocupen de lastimar los sentimientos del terapeuta al decir algo negativo sobre la terapia. Puede que se cierren por preocupaciones de que los motivos del terapeuta no sean “puros”, ¿qué tal si el terapeuta secretamente quiere ridiculizarlos por ser débiles? Mientras pasa el tiempo en la terapia, más y más de estas preocupaciones inconscientes son hechas conscientes con ayuda del terapeuta, quien hace observaciones de lo que para el paciente puede que no sea consciente. La manera en que el paciente se resiste al proceso revela mucho sobre el mundo interior del paciente. En 1914, Freud notó que los pacientes repiten en acción lo que no pueden recordar o verbalizar. Por lo tanto la manera en que el paciente se relaciona con el terapeuta “como el paciente entra al cuarto, se sienta en la silla, rompe contacto visual con el terapeuta, y la forma en que decide llamar al terapeuta” todo revela aspectos de las relaciones objetales internas del paciente y las actitudes inconscientes hacia el terapeuta. Mientras un terapeuta dinámico empieza a entender a sus pacientes, trata de enrolarlos en la búsqueda colaborativa de metas terapéuticas en común. Esta formación de una alianza terapéutica que gira alrededor del entendimiento puede ser crucial para el éxito de la terapia. Los terapeutas deben ayudar a sus pacientes a aliarse con las tareas del terapeuta de reflexión y entendimiento. En una situación óptima, los pacientes pueden observar por si mismos mientras que también participan de lleno emocionalmente en la experiencia inmediata de la situación terapéutica. Muchos de los mismos principios que se aplican a la actitud óptima del paciente también se aplican al terapeuta. Igual que los pacientes tienen sentimientos de transferencia los cuales son una mezcla de la relación real con el terapeuta y de viejas relaciones del pasado, los terapeutas experimentan contratransferencia que involucra la misma combinación. La opinión estrecha, o Freudiana, de la contratransferencia era que los conflictos inconscientes del terapeuta sobre figuras del pasado son desplazados hacia el paciente en el presente. Esta opinión ha sido reemplazada por un entendimiento más amplio de la contratransferencia. Los psicoterapeutas dinámicos piensan de sí mismos como contenedores que reciben una gran variedad de proyecciones de su paciente. El paciente induce ciertos sentimientos en el terapeuta que reflejan las relaciones internalizadas del paciente. Al estudiar cómo se sienten en respuesta a las proyecciones del paciente, los terapeutas empiezan a obtener un entendimiento de cómo se sienten las demás personas en sus relaciones con el paciente. Los terapeutas deben permitirse ser lo suficientemente flexibles para que puedan experimentar los esfuerzos del paciente de introducirlos en patrones familiares de relaciones objetales. Al hacerlo tienen una experiencia en primera persona de las dificultades características del paciente con los demás y pueden ayudar al paciente entender como están repitiendo en el presente patrones característicos de su pasado que también son típicos de relaciones actuales. Términos como neutralidad, abstinencia, y anonimato pueden ser engañosos en que pueden ser malinterpretados como promoviendo distancia o frialdad. Estos principios de la técnica han sufrido una transformación considerable, y los tres deberían ser aplicados solamente en un sentido relativo. En otras palabras, los terapeutas son neutros hasta el punto de que tratan de no ser sentenciosos sobre los sentimientos, deseos y conductas de los pacientes en servicio a su entendimiento de ellos. Los terapeutas se abstienen en el sentido de que no gratifican todo deseo de transferencia de los pacientes porque quieren entenderlo más que simplemente darle gusto. Los terapeutas ciertamente proveen de mucha gratificación en su calidez y humanidad, su risa en respuestaa un chiste, la creación de un ambiente abrazador, y su escuchar empático (Gabbard, 2000a, b). El anonimato en especial, ha sufrido transformación en el sentido en que los psicoterapeutas psicodinámicos modernos interpretan el término. Los terapeutas están revelando cosas sobre sí mismos todo el tiempo, por la forma en que está dispuesta su oficina, la forma en que reaccionan a lo que dice el paciente, a través de comunicación no verbal como en las expresiones faciales, y por la decisión de cuando hablar versus cuando mantenerse en silencio. Puede que revelen ciertos sentimientos de contratransferencia que están notando dentro de la sesión en el servicio de ayudar a los pacientes entender lo que evocan en el terapeuta y en otros. Hoy en día el anonimato se entiende mejor como una forma de restricción basada en la asimetría de la relación terapéutica. Los terapeutas no hablan de sus problemas personales o sus vidas privadas con sus familias porque se les paga una cuota o salario para enfocarse en los temas del paciente. Mucha apertura personal puede ser una carga para el paciente. La manera tradicional de ver el anonimato era que el terapeuta tenía que ser como una “pantalla en blanco” para que las características reales del terapeuta no llegaran a “contaminar” la transferencia del paciente. Todo lo que hace el terapeuta si tiene un impacto continuo en la transferencia del paciente ya que es imposible para el terapeuta evitar influenciar la transferencia del paciente. Un acceso espontáneo, natural, cálido hacia el paciente es mucho más probable de facilitar una buena alianza terapéutica que una postura remota, silente, distante. También sabemos que las relaciones objetales internas y conflictos intrapsíquicos del paciente emergerán hasta cierto grado, sin importar la conducta del terapeuta. Ciertamente la espontaneidad es un factor clave en la actitud óptima del terapeuta. Los terapeutas psicodinámicos se permiten ser “jalados” al mundo interno del paciente al entrar en la “danza” que el paciente evoca en el consultorio. Un ejemplo ilustrará una variación de este fenómeno. Un hombre de 30 años de edad vino a ver a su terapeuta por primera vez, y empezó por preguntarle cuantos pacientes había tratado. El terapeuta respondió que no sabía el número exacto pero que le daba curiosidad porque el paciente le había preguntado. En respuesta a este comentario, el paciente dijo, “Oh ya veo, usted es uno de esos terapeutas que le voltean la pregunta al paciente para que nunca tengan que responder nada.” El terapeuta respondió, “Bueno yo no iría tan lejos. A veces si respondo preguntas si pienso que será útil.” Entonces el paciente comentó, “Ahora suena como que se está poniendo defensivo.” El terapeuta respondió, “No, no pienso que estoy siendo defensivo. Simplemente estoy tratando de clarificar mi posición.” En este momento el terapeuta se encontró siendo irritado por la manera en que estaba siendo retado por el paciente y reconoció que había sido jalado a esta danza particular que era típica de este paciente, quien se quejaba de que muchos de sus amigos y colegas lo encontraban irritante. En este ejemplo el terapeuta no se mantiene distante de la influencia del paciente pero en su lugar sirve como un contenedor para poder experimentar por completo lo que el paciente induce en el, mientras que al mismo tiempo mantiene la capacidad de reflexionar en lo que está sucediendo entre ellos. Como Gabbard y Wilkinson (1994) notaron: “El estado mental óptimo para los terapeutas es cuando se permiten ser “jalados” al mundo del paciente mientras que mantienen la habilidad de observar lo que está pasando frente a sus ojos. En tal estado, los terapeutas están verdaderamente pensando sus propios pensamientos, aunque estén bajo la influencia del paciente hasta cierto grado” (p. 82). Este proceso involucra el entrar en representaciones de contratransferencia menores, en las que el terapeuta puede sentirse ser el objeto de representaciones del yo dentro del mundo interno del paciente, seguido por un proceso de trabajar para regresar a pensar nuestros propios pensamientos y entender la representación en el contexto de la situación terapéutica. El terapeuta dinámico también rastrea los afectos del paciente. ¿Emerge la ansiedad o tristeza cuando se discute sobre el padre del paciente? ¿Hay un instante de coraje cuando el paciente habla de las demandas asociadas con la enfermedad de un hermano? Un conflicto intrapsíquico específico puede ser anunciado por la emergencia de afecto. Los terapeutas dinámicos están de igual forma interesados en las defensas que surgen para lidiar con estados de afecto o derivados de impulsos. Por ejemplo, cuando una expresión de enojo se contiene con una fuga defensiva lejos del sujeto que evocó el enojo, el terapeuta puede llamar la atención hacia el conflicto del paciente y la estrategia defensiva usada para lidiar con ello (Gray, 1990). Un principio básico de la terapia psicoanalítica es el trabajar a través. Llamar la atención hacia estados de afecto, defensas, y resistencias y entender su significado todo toma tiempo. Freud (1914) notó, “Uno debe permitirle tiempo al paciente para conversar más con su resistencia de la cual está ahora enterado, a trabajar a través de ella, vencerla, continuando, a pesar de ella, el trabajo analítico” (p. 155). El terapeuta debe estar preparado para tratar los mismos conflictos, las mismas resistencias, y las mismas transferencias cuando surgen en una variedad de diferentes situaciones, tanto dentro de la relación terapéutica y fuera del consultorio. Solo a través de la interpretación repetitiva, observación, y confrontación el paciente finalmente obtendrá un sentido de dominio sobre una gran cantidad de conflictos internos y los “fantasmas” responsables por ellos. Freud (1914) estresó que este proceso de trabajar a través es lo que distingue al enfoque psicoanalítico de las terapias basadas en la sugestión. Es también una de las razones por las que la terapia dinámica es usualmente a largo plazo o de final abierto. Una excepción significante es la terapia dinámica breve, pero esa modalidad se cubre en otra parte de este volumen. La psicoterapia psicodinámica ocurre en el contexto de un marco que asegura la conducta ética por parte del terapeuta. Al mantenerse fiel al marco, las representaciones ocurren de una manera atenuada que no amenaza con dañar o explotar al paciente. El marco está constituido por una serie de fronteras profesionales que definen los límites de una relación profesional y la diferencia de una amistad, una relación romántica, o relación padre-hijo. Incluidas en estas fronteras están la oficina del terapeuta, el límite de tiempo de 45 ó 50 minutos, porte y vestido profesional, auto-revelación limitada por parte del terapeuta, la aprobación de un pago por servicio (o salario, si está públicamente financiado), confidencialidad, y sin contacto físico. El punto central de esta relación asimétrica es que el enfoque completo del terapeuta está en ayudar al paciente con los problemas que el paciente trae a la terapia. Las fronteras no deberían estar erigidas rígidamente. Muchas variantes de transgresiones de las fronteras ocurren, algunas de ellas benignas y hasta útiles. Si el paciente resbala y cae al entrar la oficina, un terapeuta puede ayudar al paciente a levantarse. En algunos casos, los terapeutas pueden responder preguntas personales o extender la sesión. Estas transgresiones menores se les refieren como cruce de fronteras (Gutheil y Gabbard, 1998) ya que ocurren de forma aislada, son atenuadas de tal manera que no causan daño, y muchas veces se exploran en la misma terapia. Las transgresiones de fronteras más graves, como la conducta sexual inapropiada, se refieren como violaciones de las fronteras ya que explotan la vulnerabilidad del paciente, pueden dañar al paciente,o destruir la viabilidad de la terapia. El continuo expresión-apoyo Muchas veces a la psicoterapia psicodinámica se le refiere como psicoterapia expresiva-de apoyo. Esta designación refleja el hecho de que con cualquier paciente, el terapeuta puede ser más expresivo o exploratorio en veces mientras que cambia a un estilo más de apoyo o reprimir en otras, dependiendo de las necesidades del paciente. La psicoterapia dinámica que es predominantemente exploratoria o expresiva está orientada a analizar defensas, transferencia, y conflictos intrapsíquicos y hacer que más del inconsciente del paciente sea disponible para su consciencia. La psicoterapia de apoyo o represión tiene como meta el aumentar o reforzar las defensas y suprimir el conflicto inconsciente. Aunque la psicoterapia psicodinámica como tratamiento generalmente connota un énfasis expresivo o exploratorio, las intervenciones de apoyo se usan regularmente en dichos tratamientos. Los tipos de intervenciones que predominan en la terapia dinámica altamente expresiva son la interpretación, observación, y confrontación. Las interpretaciones son afirmaciones hechas por el terapeuta que intentan explicar los pensamientos, sentimientos, conductas, o síntomas del paciente. Ellos ligan estos fenómenos a fantasías inconscientes, significados, u orígenes de la niñez. Una experiencia que ocurre en la terapia que se relaciona al terapeuta puede ligarse a situaciones paralelas fuera del consultorio y situaciones pasadas de hace mucho tiempo. Un terapeuta puede usar la siguiente interpretación de transferencia para ayudar al paciente a que haga que las motivaciones inconscientes se vuelvan disponibles a la consciencia: “Me pregunto si usted encuentra necesario el no estar de acuerdo con cualquier observación que hago como una manera de derrotar la terapia y por implicación, triunfar sobre su padre también.” Los deseos y las defensas contra esos deseos muchas veces son el sujeto de interpretación, y estos conflictos pueden ser interpretados al aparecer en la transferencia, memorias de la niñez, y relaciones actuales (Malan, 1976; Gabbard, 2000a). Las observaciones llaman la atención hacia una conducta, la secuencia de un comentario, una ráfaga de emoción, un patrón dentro de la terapia, o fenómenos similares (Gabbard, 2004). A diferencia de la interpretación, la observación no intenta explicar o identificar motivos. El terapeuta espera que la observación lo lleve a una exploración colaborativa de los significados. Un terapeuta puede decir, por ejemplo, “Creo que no está consciente de esto, pero muchas veces usted hace muecas cuando le pregunto sobre su madre.” La confrontación involucra un intento de hacer que el paciente encare algo que él o ella está evadiendo. Mientras que la confrontación puede tener una connotación agresiva, este tipo de intervención puede hacerse de manera gentil también. Después de que la madre de un paciente murió, el terapeuta notó que el paciente evitaba por completo el tópico de la muerte de su madre. El terapeuta escogió un buen momento para hacer esto notar: “Se que es un tema difícil para usted, pero creo que no hemos hablado sobre su madre ni una sola vez desde su funeral.” Mientras que la observación se enfoca en comunicaciones no verbales o patrones que están por fuera de la consciencia del paciente, las confrontaciones generalmente tienen como blanco conductas o tópicos que son conscientes pero evitados (Gabbard, 2004). En el extremo del apoyo en el continuo, el terapeuta puede dar consejos específicos a los pacientes de cómo deberían de vivir sus vidas, como deberían de decidir conducirse en una situación específica, o si deberían dejar una relación en la que están involucrados. El dar consejos es inusual en la terapia exploratoria y distingue de manera aguda la terapia de apoyo de la expresiva. El elogio también se usa en la terapia de apoyo o represiva para reforzar ciertas conductas o pensamientos al aprobarlos. La afirmación es otra intervención asociada con las terapias que son predominantemente de apoyo. En tales tratamientos, los terapeutas hacen comentarios como, “No le culpo para nada por sentirse en la manera que lo hace,” o “Tiene toda la razón en estar molesto.” Las defensas pueden reforzarse por comentarios tales como: “Pienso que debería seguir siendo amable con su madre aunque secretamente este enojado con ella.” En este ejemplo el terapeuta refuerza la formación reactiva del paciente porque ha tenido un historial de salirse de control cuando expresa enojo. Entre las intervenciones más expresivas y las de apoyo se encuentra un número de comentarios del terapeuta que se usan en todas las terapias dinámicas. La validación empática, particularmente asociada con terapeutas de la psicología del self, involucra el ponerse en los zapatos del paciente y ponerse en consonancia con el estado interno del paciente. Esta inmersión empática en el mundo interno del paciente le ayuda a uno a entender sentimientos, pensamientos, o conductas desde la perspectiva del paciente. Un ejemplo de un comentario que valida empáticamente es el siguiente: “Realmente puedo apreciar el porqué se sentiría herido por la conducta de su jefe hacia usted, porque ha trabajado duro en el proyecto y esperaba algo de reconocimiento.” Mucho de la psicoterapia involucra el facilitar la exploración del paciente de un tema particular. Por lo tanto los terapeutas probablemente usan el estímulo para elaborar más que cualquier otra intervención. Ejemplos incluyen, “Por favor dígame más de eso; estoy muy interesado en ello.” Otros comentarios pueden ser más específicos: “¿En que punto de su adolescencia sintió que realmente necesitaba salir de su hogar?” Algunas veces el animar para elaborar se necesita ya que la comunicación del paciente es confusa: “¿Podría explicarme por favor porque usted y su terapeuta previo decidieron que ya no podían trabajar juntos?” Clarificación es la tercera intervención que reside en el medio del continuo expresivo-de apoyo y puede tomar una variedad de formas. En la terapia psicodinámica una clarificación muchas veces se diseña para re-empaquetar algo que el paciente ha dicho como una manera de resumir puntos clave que el paciente está haciendo (Gabbard, 2000a). La clarificación puede ser una manera de checar con el paciente si el entendimiento del terapeuta es correcto. También puede ser una manera de ayudar al paciente a reconocer patrones: “Entre más lo escucho hablar, más me doy cuenta que usted está básicamente enojado con su madre, su hermana, y con su novia.” También puede ser una manera de ayudar al paciente a estar en contacto con sentimientos específicos que está evitando: “Cuando habla sobre la pérdida de su novio, puedo ver que lo extraña y que se siente triste por eso aunque usted prefiere enfocarse en el enojo.” La frecuencia y el enfoque de la transferencia también son una función del continuo expresivo-de apoyo. Pacientes que son apropiados para el tratamiento altamente expresivo pueden tener mayor progreso con más de una sesión por semana y mayor énfasis en temas de transferencia. Los pacientes que necesitan un enfoque de apoyo pueden beneficiarse de sesiones que sean menos de una vez por semana y que eviten el tocar temas de transferencia. Las metas de la psicoterapia psicodinámica son múltiples. Una meta básica es expandir la consciencia del paciente sobre conflictos inconscientes, sentimientos, deseos, fantasías y motivaciones. Los terapeutas psicodinámicos buscan patrones en el trabajo, la escuela y en relaciones. ¿Cómo es que los patrones de relacionarse se repiten en el presente, tanto con el terapeuta y en la vida fuera del consultorio? ¿Qué conflictos recurrentes habitan al paciente en el entorno del trabajo o escuela? Los terapeutas buscan formular interpretaciones de estos patrones inconscientes. Otra meta es aumentarla consciencia del paciente de patrones de apego problemáticos para que nuevos y diferentes modos de apego a otros sea posible. Una de las metas globales de la psicoterapia dinámica es ayudar a los pacientes a “vivir en su propia piel” (Gabbard, 1996). Los terapeutas tratan de ayudar a los pacientes a entender cómo se mienten a sí mismos, se esconden de sí mismos, y tratan de proyectar sus conflictos y sentimientos propios a los demás. Desde una perspectiva Kleiniana y de relaciones objetales, los terapeutas interpretan como ciertos aspectos del self han sido repudiados y proyectados hacia los otros para que el paciente pueda en última instancia tomar aquello que ha sido externalizado. Los terapeutas de la psicología del self tratan de reforzar la autoestima del paciente para que estos pacientes sean capaces de soportar desaires y heridas narcisistas con mayor ecuanimidad. Mientras que la mayoría de estas metas están más orientadas hacia el extremo expresivo del continuo, pacientes quienes tienen mayores déficits pueden requerir más estrategias de apoyo con metas más limitadas. Los pacientes con trastorno de la personalidad límite, por ejemplo, pueden necesitar de comentarios de apoyo y validación para tolerar la interpretación (Gabbard, 2000a). También pueden necesitar apoyo explícito de su terapeuta para mejorar ciertos déficits del yo, como la capacidad de juicio. Los terapeutas pueden ayudar de forma sistemática a tales pacientes a pensar sobre las consecuencias de sus acciones para evitar tomar malas decisiones. También pueden ayudarlos a retardar acciones impulsivas al señalar los sentimientos que disparan las acciones. Otra meta puede ser el ayudar al paciente a lidiar con déficits internos al proveer relajación activa o consuelo para reemplazar los que falta en el mundo interno del paciente. Los terapeutas psicodinámicos evalúan cuidadosamente a cada paciente para determinar si el énfasis debería ser predominantemente expresivo, predominantemente de apoyo, o una mezcla de ambos. Varias características sugieren que el paciente responderá a enfoques más exploratorios. Aquellos pacientes quienes están fuertemente motivados a entenderse a sí mismos ya que están sufriendo son más aptos a un enfoque exploratorio. Otras fuerzas del ego tienen buen pronóstico para el tratamiento expresivo: prueba de realidad intacta, buen control de impulsos, una alta tolerancia para la frustración, y una reflexión general o atención psicológica que lleva al paciente a pensar sobre motivaciones internas para las conductas. Relaciones interpersonales significativas y duraderas, inteligencia por arriba del promedio, y una capacidad para ver paralelos entre situaciones en diferentes contextos también son indicaciones para una terapia dinámica con énfasis expresivo. Los pacientes a quienes les faltan estas características pueden requerir de un enfoque más de apoyo. En general, una persona que está en la agonía de una crisis de vida severa necesitará de apoyo aun cuando ordinariamente la persona sea apropiada para un enfoque más dinámico. Una disfunción cognitiva de origen cerebral puede prevenir a la persona de ser capaz de usar terapia exploratoria. Sin embargo, aún pacientes quienes están alterados de manera significativa pueden beneficiarse de una terapia altamente expresiva si el terapeuta es suficientemente hábil para proveer apoyo, cuando sea necesario, en las áreas de déficit del paciente. Múltiples modos de acción terapéutica ¿Cómo funciona la terapia psicodinámica? Mientras que hubo un tiempo en que el enfoque completo estaba en la interpretación de conflictos inconscientes, casi todos los terapeutas psicoanalíticos ahora reconocen que hay múltiples modos de acción terapéutica que varían de paciente a paciente (Gabbard y Westen, 2003). Fomentar el insight y la relación terapéutica en si son probablemente los modos primarios por medio de los cuales arriba el cambio en la terapia psicoanalítica. Históricamente, una de más maneras en que se ha fomentado el insight es el alentar la libre asociación. Al hacer que el paciente diga lo primero que les viene a la mente, el terapeuta puede demostrarle al paciente como las ideas están ligadas inconscientemente a través de una red de asociaciones. La interpretación es otra manera de hacer que los deseos, miedos, o fantasías inconscientes se vuelvan más conscientemente disponibles. El terapeuta dinámico espera el poder inculcar una manera de pensar en la mente de los pacientes para que una vez que termine el proceso, el paciente continúe haciendo un trabajo “auto-analítico” o “auto-terapéutico” para entender la ansiedad, depresión o conflicto cuando emerge en el periodo después de terminado el proceso. Freud (1915) notó que el analista busca un camino “para el cual no hay un modelo en la vida real” (p. 166). Sin duda hay un efecto correctivo al experimentar un nuevo y diferente tipo de relación para el paciente. Cuando los terapeutas se comportan de una manera diferente de lo que el paciente espera, los pacientes deben de aceptar la manera en que han estado imponiendo ciertas expectativas internas sobre figuras externas. Con el tiempo el paciente internaliza la relación con el terapeuta. Pronto el proceso de internalización modifica representaciones que han estado presentes desde la niñez. Nuestras representaciones de self y otro están grabadas en redes neurales basadas en experiencias de la niñez (Westen y Gabbard, 2000a, b). Estas representaciones son potenciales que son activadas por situaciones en la realidad externa que son similares de alguna forma a estas representaciones de self y objeto internalizadas. Por ejemplo, un niño que creo siendo maltratado por su padre esperará que un terapeuta masculino mayor que sea violento o crítico. Cuando el terapeuta es calmado y comprensivo, la red neural asociada con el padre abusivo y el hijo abusado será gradualmente modificada en su intensidad. Mientras que la red neural no desaparecerá por completo, se debilita porque ahora está siendo superada por una nueva red neural que involucra una representación de un objeto que entiende y es paciente y un self que se siente entendido. En conformidad con la alteración de representaciones, el paciente también internaliza actitudes emocionales del terapeuta para que las ligas afectivas entre representaciones puedan tener una diferente unión emocional. Blatt y Auerbach (2001) usaron la Escala de Diferenciación-Relación para estudiar a 40 adultos jóvenes y adolescentes seriamente trastornados y resistentes al tratamiento. Estos pacientes fueron evaluados al inicio y final de tratamiento hospitalario con orientación psicoanalítica que duró más de 1 año. Durante el curso del tratamiento, las representaciones internas de self y objeto sufrieron cambios significantes. Antes del tratamiento, estas representaciones eran dominadas por escisión y polarización, mientras que después del tratamiento, en concierto con mejoramiento del funcionamiento clínico, había descripciones más integradas del self y otro, reflejando un movimiento en dirección hacia la consolidación de la constancia del objeto. Por lo tanto el nivel de desarrollo de las representaciones mentales cambió significantemente con el tratamiento psicoanalítico intensivo en un marco hospitalario. Una forma más en que la relación terapéutica puede catalizar el cambio es a través de la internalización de la capacidad del terapeuta para mentalizar como se mide por la mejoría en el funcionamiento de reflexión (Fonagy y Target, 1996). Pacientes a quienes les faltaba la capacidad de mentalización se relacionados con problemas tempranos de apego tienen dificultad en entender la idea de que estados mentales motivan la conducta. De forma similar, tienen dificultad en entender cómo funcionan las mentes de otros. A través de la relación psicoterapéutica, los pacientes pueden
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