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Complejo de Electra – Parte 1 – 
 
marzo 10, 2021 marzo 11, 2021 
 
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Hyperion es una palabra antigua que significa ‘brillante’. Y ahora, era un termino que se 
utilizaba para referirse a Fiades Talim. Fiades, era el caballero más destacado en la historia 
del reino de Acadia, y al mismo tiempo, era el guardián de la familia real y el jefe de los 
caballeros. Como su destacada presencia militar, lideró la batalla contra los Casax hasta 
conseguir la victoria y luego se casó con la hija del rey, a quien le había jurado lealtad. 
 
Tenía 17 años en ese momento. 
 
En pocas palabras, era un ser superior. Con una destacada presencia y fuerza militar, un 
carácter noble y una privacidad impoluta y virgen. Además, era el hombre más hermoso de 
toda Acadia. Su largo y precioso cabello plateado era famoso en todo el continente, y sus 
ojos altamente cromáticos, eran llamados las joyas de Acadia. Un hombre noble, digno de 
una personalidad elegante y fría, que a menudo estalló en lágrimas mientras se casaba. 
 
Sin embargo, si hubo alguna desgracia en su vida, fue el matrimonio. 
 
Fiades se casó con Dalia, la princesa más bella del país, y aunque las apariencias de los dos 
coincidían, sus personalidades eran extremadamente inconsistentes. Fiades era lo 
suficientemente estricto con la disciplina hasta el punto de parecer coercitivo, mientras Dalia 
era de espíritu libre. Fiades permanecía en silencio, mientras Dalia estaba constantemente 
animada. Fiades era ascético y Dalia era sociable. 
 
Los dos habían estado peleando mucho entre sí, debido a sus personalidades incompatibles, 
lo que continuó incluso después del nacimiento de su hijo. 
 
Eliodone Talim, el hijo de Fiades y Dalia, se parecía físicamente más a su madre que a su 
padre, y Fiades trató de prevenir la ‘indulgencia’ del niño por adelantado con mano dura. Le 
preocupaba que Eliodone también se pareciera a su madre en ese aspecto. 
 
Bajo la estricta educación de Fiades, Eliodone había tenido que contener su personalidad. 
Estaba bien cuando Dalia todavía estaba viva, pero después de que murió por una 
enfermedad, Eliodone quedó completamente bajo el control de Fiades. 
 
Pero, ¿cómo podría ocultar su personalidad natural? 
 
A medida que crecía, a veces se comportaba como Dalia y Fiades reaccionaba con 
sensibilidad. Estaba traumatizado por su desafortunado matrimonio. Las huellas de Dalia que 
surgían con mayor vigor cada día en la personalidad de Eliodone, hicieron que Fiades, que 
estaba bajo un estrés extremo, comenzara a presionarlo mucho más. 
 
De esa manera, Eliodone creció hasta convertirse en un joven pasivo y sombrío. Cuando 
Dalia estaba viva, era un niño común y corriente al que le gustaba correr. Pero ahora, no 
intentaba salir de la habitación, ni aprender a manejar la espada, ni a montar a caballo. 
Tartamudeaba y se volvió reacio a expresar su opinión. 
 
Y todo se debió a la educación de Fiades. 
 
Eliodone tenía que informarle sobre todos sus movimientos a su padre. Cuando y donde 
conocía a quien, qué había comido durante el día, qué hizo. Tenía que contarle todo lo que 
había hecho a Fiades. Eliodone gradualmente también se volvió reacio a moverse. 
 
Lo aceptó hasta que se convirtió en un adulto. Sin embargo, después de cumplir dieciocho 
años, Eliodone se sintió insatisfecho con su situación de manera natural. 
 
¿Por qué mi padre controla todos los aspectos de mi vida? 
 
El control de Fiades se relajó un poco cuando se convirtió en un hombre. Por lo tanto, Eliodone 
pudo interactuar con aquellas personas que estaban fuera de la influencia de su padre y se 
dio cuenta de algo. Que Fiades era anormal. Que su disciplina no era de ninguna manera 
común. 
 
Por lo tanto, Eliodone fue acumulando la insatisfacción en su mente poco a poco. Y entonces, 
un día su descontento explotó. 
 
—¡Yo, yo, yo, no soy el esclavo de mi padre! 
 
Fiades le prohibió a Eliodone ir al baile de máscaras, y Eliodone enojado, salió corriendo de 
la mansión, resistiéndose a la presión de Fiades. 
 
—¡Eliodone! 
 
En su interior, se sintió incómodo por las frías palabras que escuchó a sus espaldas. 
 
—No hagas nada que no puedas manejar. 
 
Pero su insatisfacción fue más grande que el miedo. Eliodone se quedó despierto toda la 
noche, asistiendo a un baile de máscaras, por pura rebeldía. Después de romper el toque de 
queda por completo, pasó la noche fuera de su casa por primera vez. 
 
En la mañana, el tembló de miedo al pensar lo que le depararía el futuro, pero finalmente 
regresó a la mansión. 
 
Y ese día sucedió un incidente que se convirtió en un punto de inflexión en la vida de Eliodone. 
 
Eso cambió la relación entre Fiades y Eliodone a ciento ochenta grados. 
 
—Eliodone. 
 
—Ah, padre. 
 
Cuando Eliodone entró a trompicones en el porche, Fiades estaba sentado en las escaleras. 
—¿Se quedó despierto toda la noche así? —Había llegado el momento de que Eliodone, que 
estaba sorprendido, abriera mucho los ojos y revelara su vergüenza. 
 
Fiades levantó la cabeza y miró a Eliodone con frialdad. 
 
Eliodone tuvo la sensación de estar atrapado en medio de una ventisca de nieve. Se sintió 
ansioso. Y su previsión pronto se convirtió en realidad. 
 
—Oh, padre, ¡Ah! 
 
Fiades tiró del brazo de Eliodone. Al ser arrastrado por su mano, Eliodone apeló con voz 
llorosa y aterrorizada. 
 
—Pa, pa, padre, detente, ¡Por favor! ¡Ay! 
 
Sin embargo, Fiades no se detuvo. Solo lo arrastró a su habitación con una cara fría que 
enfermaba a la gente con solo mirarlo. Eliodone gritó, pero él no lo escuchó. Fiades ya había 
perdido los estribos ante el intenso olor alcohol que llegó a su nariz. El cabello de Eliodone, 
tan negro como las plumas de un cuervo, estaba empapado de alcohol y ondeaba como las 
algas. Su elegante atuendo que había llevado abrochado hasta el cuello, había desaparecido 
por completo. Eliodone, que bailó toda la noche, había dejado al descubierto su camisa hasta 
la clavícula. 
 
Eso alimentó la ira de Fiades. 
 
¿Cómo podía estar tranquilo? 
 
Eliodone era un joven muy hermoso. 
 
—¡Cállate! 
 
Lo que Eliodone no sabía, era que había mucha gente que lo deseaba. 
 
Eliodone había heredado toda la belleza de Dalia, piel blanca como la nieve, cabello negro 
como la obsidiana, en contraste con sus dulces ojos color esmeralda. Sus brazos y piernas 
eran tan largos como un ciervo, y su cintura tan exuberante como un junco. 
 
La gente sentía temor por Fiades, pero seguían admirando a Eliodone. 
 
Fiades, que se enteró de ese hecho hace mucho tiempo, lo protegía. 
 
—Ah, padre…¡Ay! 
 
¿Cómo podría volver su preciosa joya así? 
 
Fiades estaba casi fuera de control. Sentía una gran ansiedad porque Eliodone no escuchaba 
sus órdenes. No podía imaginarse qué tan lejos había llegado, así que se estaba volviendo 
loco. 
 
 Y así empezó todo. 
 
Fiades cometió un acto desquiciado para determinar la castidad de su hijo. 
 
En el momento en que se cerró la puerta, se escuchó su voz firme. 
 
—Quítate los pantalones. 
 
Al principio, Eliodone no entendió completamente lo que dijo, por lo que puso una expresión 
en blanco. 
 
—¿Per, perdón…? 
 
Fiades no dijo más. Solo miró a Eliodone con los ojos vacíos. En el interior de sus órbitas 
soplaba el viento del norte. Eran unos ojos que hacían que la gente se encogiera por sí misma. 
Fue cuando Eliodone se congeló. 
 
—Quítatelos. 
 
Al oír su voz seca, Eliodone aflojó su cinturón sin darse cuenta. 
 
—Quítate la ropa interior. 
 
—Eh, no…oh, padre… . 
 
—Quítatela. 
 
—Tú, tú, tú… . 
 
Eliodone culpó a su padre, pero finalmente siguió sus órdenes. Eliodone, que se bajó los 
pantalones y la ropa interior llorando, cruzó las piernas cubriendo sus partes íntimas. 
 
—Párate derecho. 
 
Fiades, por su puesto, no esperó verlo comportarse de esa manera. 
 
—Yo, yo, no soy un niño, no soy un bebé…. 
 
—¿Has tenido sexo? 
 
Eliodone no entendió lo que le dijo al principio. Cuando lo comprendió y abrió los ojos como 
platos, una voz suave continuó desde su oído. 
 
—¿Contaminaste tu cuerpo? 
 
Eliodone gritó horrorizado. 
 
—Ah, ah, ¡No…! 
 
—Dobla la espalda y abre tu culo. 
 
—¿Per…perdón…? 
 
Fiades se burló de Eliodone, quien parecía no poder creerlo. 
 
—Date la vuelta. 
 
Ni siquiera escuchó la protesta de Eliodone. 
 
‘Oh, ¿Por qué?’ 
 
Eliodone tembló y miró a su padre. El joven de aspecto dulce se enfrentó la frialdad de Fiades, 
que parecía un bloque de hielo. Eliodone sintió la fuerza del silencio en sus ojos y tuvo que 
inclinar la cabeza. Luego, sollozó y se dio la vuelta. 
 
Entonces Fiades vio el trasero redondo de Eliodone. 
 
Como era de esperarse, era algo por lo que los hombres podrían volverse locos. 
 
Al pensar en la apariencia borracha y desorganizada de Eliodone, su rostro se endureció. No 
pensaba que Eliodone hubiera hecho algo tan desagradable, pero Fiades estaba ansioso. No 
tenía idea de lo que había hecho Eliodone más allá de sus ojos. 
 
‘No creo que le haya permitido a ningún hombre hacer eso.’ 
 
La cara de Fiades estaba ligeramente arrugada. Mientras su rostro se contorsionaba de 
ansiedad, dijo con voz inquieta: 
 
—Inclínate. 
 
—Ugh, padre. Por favor… . 
 
—No hagas que lo repita, Eliodone. 
 
Por su tono de voz, sintió que su vida pendía de un hilo. Finalmente, Eliodone se inclinó 
sollozando como un alma en pena. Entonces, Eliodone expuso sus nalgas carnosas hacia él. 
 
Y fue una orden lo que finalmente escuchó. 
 
—Abre tus nalgas. 
 
¿Qué diablos se supone que significa eso? 
 
Eliodone negó con la cabeza llorando, pero se vio obligado a cumplir con sus órdenes. 
 
—¿Debería hacerlo yo mismo? 
 
De inmediato, Eliodone respondió aterrorizado. 
 
—¡No, yo lo haré! 
 
Conociendo la crueldad de Fiades, Eliodone decidió hacer el acto vergonzoso con sus propias 
manos. Las manos de Eliodone sostuvieron sus dos suaves montículos. La carne rechoncha 
sobresalía de sus dedos. Con manos temblorosas, Eliodone abrió sus nalgas para revelar su 
parte más vergonzosa. 
 
En el momento en que sus lágrimas cayeron al suelo, Fiades se inclinó entre los montículos 
de Eliodone. 
 
Eliodone tembló de asombro por el aliento que sintió sobre su piel. Al estar paralizado en una 
situación inesperada, pudo darse cuenta tardíamente de lo que había sucedido. 
 
‘Oh, mi padre…en mi trasero… .’ 
 
¡Fiades, el ‘brillante’ caballero de Hyperion, había puesto la cara en su trasero! 
 
—¡Ugh! 
 
¡El precio que tuvo que pagar por su autocomplacencia fue enorme! 
 
El cuerpo de Eliodone tembló. Sin pensar en el miedo de su hijo, Fiades miró su agujero. El 
diminuto orificio escondido entre sus deslumbrante nalgas blancas, era de color rosa pálido. 
Ante el lindo y pequeño agujero que no mostraba signos de uso, exhaló un suspiro de alivio. 
 
En el momento en que su respiración pasó por su agujero, el cuerpo de Eliodone se 
estremeció. 
 
Entonces, una mano feroz golpeó el trasero de Eliodone. —Ah! —Una voz fría llegó a los 
oídos de Eliodone, quien gritaba de dolor. 
 
—¡No cambies tu postura! Eliodone Talim. 
 
Eliodone rompió a llorar, pero todo lo que su padre le devolvió fue una orden llena de frialdad. 
 
—Abre más tus nalgas. 
 
Eliodone contuvo sus lágrimas y abrió más sus nalgas mientras se inclinaba. El agujero se 
reveló entre las tersas nalgas que estaban abiertas como una manzana. Fiades, que no se 
sintió aliviado por el agujero inocente, metió el pulgar en el orificio rosa y presionó la entrada. 
Mientras examinaba cuidadosamente la entrada, Fiades metió repentinamente su dedo índice 
a través del agujero. 
 
—¡Oh, no…¡Papá! ¡Oh, por qué, ah, ah! 
 
Eliodone sintió mucho dolor. Lloró porque no podía soportar la vergüenza ante la impactante 
situación de tener que mostrarle su lugar más sucio a su padre. Frunciendo el ceño ante el 
grito de Eliodone, Fiades suspiró, sacó su dedo índice, lo empapó de saliva y volvió a 
metérselo en el ano. 
 
La prueba fue ciertamente más fácil que antes, pero eso no significaba que no fuera dolorosa. 
Sin mencionar su vergüenza. 
 
Eliodone tuvo que recibir los dedos de Fiades, sosteniéndose apenas con sus piernas 
temblorosas. Al sentir el dedo índice que penetraba su ano rozando cada rincón de su pared 
interior, Eliodone finalmente dejó escapar un sonido patético. Fiades no tuvo más remedio 
que fruncir el ceño. 
 
Su hijo no era varonil en muchos aspectos, y era tan pródigo como Dalia. Pensó que hasta 
ahora había sido bueno reprimiendo su verdadera naturaleza. ¿Acaso fue demasiado? Fiades 
temió que Eliodone algún día decidiera desobedecer sus palabras y se marchara. 
 
‘Definitivamente se parece a su madre. Prefirió ser como Dalia. Este chico es el peor.’ 
 
Fiades, que escudriñaba el interior del ano de Eliodone, confirmó su inocencia y apartó la 
mano. Eliodone que estaba sacudiendo su trasero, vaciló ante la mirada de Fiades. Incluso 
en medio de esa situación, todavía mantenía sus nalgas abiertas. Fiades miró su culito 
regordete con ojos nublados. Era un hermoso montículo como la luna. Los nobles que decían 
que si podían meter el pene en el culo de su hijo, entregarían todo su estatus y dinero, no 
estaban tan desquiciados. 
 
—No te había dicho nada porque no eras lo suficientemente adulto, pero ahora que esto ha 
sucedido, no tengo más remedio que decirte la verdad. 
 
El día había llegado. 
 
—Naciste con un cuerpo obsceno, Eliodone. 
 
Escupiendo esas palabras, Fiades miró el rostro de su hijo por un momento. Sus ojos 
enrojecidos estaban irritados. Su piel de un blanco puro como la nieve, contrastaba con su 
cabello tan negro como la noche. A primera vista, el aparentemente inocente Eliodone, 
arrojaba un color indescriptible. 
 
Mientras miraba sus pequeños labios agitados, Fiades dijo lentamente. 
 
—Entonces, como tu padre, tengo el deber y la responsabilidad de cuidar tu privacidad. 
 
Y luego agregó con frialdad: 
 
—Conservaré el honor de Talim. 
 
Eliodone tartamudeó, sintiendo que sus corazón se aceleraba en un instante. 
 
—Ah, ah, padre. 
 
—Cada vez que salgas y regreses, tendré que comprobar tu pureza. 
 
Eliodone abrió mucho los ojos. 
 
—¡Oh, oh, padre…! 
 
¿Qué diablos significa eso? 
 
No era un animal, ni ganado, entonces, ¿por qué debería enfrentar tales insultos todos los 
días? 
 
Eliodone protestó, pero fue inútil. Fiades estaba decidido, y Eliodone cedió ante sus palabras 
porque no había otra opción, si quería seguir asistiendo a la academia. 
 
Y de ese modo, se agregó un horario especial a su rutina cotidiana. 
 
Tan pronto como regresaba de la escuela, debía desnudarse para ser examinado por Fiades. 
Eliodone tenía que quitarse los pantalones, inclinar sus caderas y abrir sus nalgas para que 
Fiades pudiera mirar bien su agujero. Entonces Fiades, le echaba un vistazo a la entrada y 
revisaba el agujero con su dedo índice hasta sus profundidades. Los dedos del caballero eran 
ásperos y gruesos, y al principio, Eliodone tuvo que gemir de dolor. Y luego, se mordía los 
labios para tragarse la humillación. 
 
Posteriormente, tuvo que apretar los dientes para contener el extraño sonido nasal. 
 
‘Ah, ¿por qué estoy…?’ 
 
Era cierto. A partir de algún momento, Eliodone comenzó a sentir un placer vergonzoso cada 
vez que era sometido a esa humillante prueba. El toque de Fiades era áspero y audaz. Cada 
vez que su dedo índice revoloteaba alrededor de su pared interior, Eliodone sentía como si 
todo su cuerpo se derritiera como crema. Eliodone no tuvo más remedio que admitirlo. Las 
palabras de Fiades no estaban completamente equivocadas. De alguna manera era cierto 
que tenía un lado muy obsceno. Se excitaba con los dedos de su padre. Ante ese hecho, 
Eliodone se despreció a sí mismo con desesperación.‘Soy realmente una basura…¿Cómo podría excitarme con mi padre?’ 
 
Fiades mantenía una cara fría durante el examen. Abría y tocaba el agujero de Eliodone con 
un rostro que no mostraba ningún deseo sexual. Fiades realmente estaba haciendo eso con 
un sentido del deber y la responsabilidad. Por lo tanto, Eliodone no pudo evitar sentir mayor 
desprecio hacia sí mismo. 
 
Se sintió avergonzado hasta morir. Ya no se comprendía a sí mismo. 
 
Pero parecía estar realmente loco. Eliodone lo disfrutaba día a día. Entonces, desde algún 
punto, Eliodone comenzó a disfrutar abrir sus nalgas frente a su padre y mostrarle su agujero. 
Cuando los dedos gruesos se abrían paso a través de su pared interior, sentía un placer 
indescriptible. 
 
Cuando Fiades le dijo con una voz de alta presión, que abriera aún más su agujero, Eliodone 
sintió que el corazón le latía con fuerza. Cuando finalmente él le lamió el agujero con la 
lengua, Eliodone no pudo contener el extraño gemido que salió de sus labios. Eliodone, que 
estaba temblando, finalmente aflojó sus caderas, echó su cuerpo hacia adelante y cubrió el 
agujero con su mano. A cambio del acto que enfureció a Fiades, Eliodone tuvo que acostarse 
en su regazo. Luego, él lo golpeó con la mano hasta que su culo regordete se puso rojo como 
una rosa. Sintió dolor con las manos del duro caballero, pero Eliodone estaba aún más 
avergonzado cuando Fiades descubrió su pene hinchado. 
 
—Ahora…¿sentiste placer cuando te golpeó tu padre? 
 
Ante el objeto que estaba erecto entre los muslos de Eliodone, Fiades pronunció un discurso 
que parecía ridículo. 
 
—¡No te importa quien sea ni la situación! Tu cuerpo es realmente vulgar, Eliodone Talim. 
 
Al escuchar sus palabras de desprecio, Eliodone rompió a llorar y admitió para sí mismo. 
 
Fiades no estaba equivocado. 
 
Había nacido con una naturaleza realmente lasciva. 
 
Fiades, que miró a su hijo sollozando ante su desprecio, de repente sonrió. 
 
—No creo que esto sea suficiente para controlar tu lascivia. 
 
Eliodone pudo darse cuenta del significado de sus palabras al día siguiente. Fiades lo obligó 
a llevar un cinturón de castidad. Eliodone sentía sentimientos encontrados mientras portaba 
el cinturón de castidad. 
 
‘No se si me gusta o lo odio.’ 
 
Se dio cuenta de eso un poco más tarde. 
 
De hecho, él no odiaba el castigo corporal que Fiades le infligía. 
 
Y tan pronto como se dio cuenta de eso, Eliodone sintió que su corazón aceleraba sus latidos. 
Estaba enfrentando sus pensamientos con retraso. 
 
¡Me gusta el castigo corporal que me inflige! 
 
La sensación de ser despreciado por Fiades tampoco era mala. Al reconocerlo, Eliodone 
sintió que su mundo se expandía. Quizás, el cinturón de castidad sería una buena 
oportunidad. 
 
Por consiguiente, Eliodone usó el cinturón de castidad sin dudarlo. Y a partir de ese día, pasó 
la noche fuera de su casa. Cuando dormía en la casa de uno de sus amigos y regresaba al 
amanecer, Fiades lo enfrentaba con una cara fría y enojada, y le quitaba los pantalones. 
Cuando descubría el bullicioso semen enterrado en su cinturón de castidad, fruto de sus 
pensamientos sobre Fiades apoyado en una almohada, Fiades se enfurecía y golpeaba las 
suaves nalgas de Eliodone. Fiades, que pensaba que el castigo corporal era insuficiente, 
finalmente elevó el nivel de su castigo. Eliodone tuvo que abrir sus nalgas y permanecer en 
esa posición para ser golpeado en el ano, como lo hacía durante el examen. 
 
—¡Ah! ¡Ugh! ¡Ah! 
 
Eliodone tuvo que luchar para no colapsar. Fiades miró a Eliodone, quien apretó sus muslos 
y torció su cuerpo como si necesitara orinar, con una cara patética. La mirada en sus ojos lo 
hizo sentir aún más emocionado. 
 
Poco a poco fue conociendo el placer del masoquismo. 
 
Y en algún momento, Eliodone comenzó a sentir deseo. 
 
La disciplina de Fiades, que pensó que era muy dura, era tentadora. 
 
Antes de darse cuenta, había aceptado a Fiades como su maestro ideal. 
 
‘¡Ah, padre!’ 
 
Fiades era el mejor hombre de Acadia. La belleza de Fiades era similar a la de Eliodone, con 
una naturaleza limpia y neutral, pero al mismo tiempo era diferente. Tenía una apariencia 
sagrada, que parecía trascender a los humanos. También poseía un carácter desalmado, 
digno de su apariencia fría. 
 
‘¿Cómo puede ser tan cruel y despiadado? Oh, ese carisma… .’ 
 
‘Él es por así decirlo, un hombre perfecto.’ 
 
‘Mi padre sería el objeto… .’ 
 
A partir de un momento, Eliodone cayó en una ilusión. Era la ilusión de ser severamente 
disciplinado por la mano de Fiades. El nivel de su imaginación era un poco más fuerte y más 
sexual que la realidad. En su mente, Fiades agarraba su cabello y le penetraba el ano con su 
dedo. No era una prueba. Juntaba los dedos índice y medio y lo penetraba con ellos. Eliodone 
alcanzaba el clímax en su regazo, y Fiades regañaba y castigaba a su torpe hijo. 
 
Usando el arma que tenía en su ingle. 
 
¿Cómo se sentiría tener sexo con él? 
 
Así es. 
 
Eliodone sentía un deseo impuro hacia su padre. 
 
‘Ah, ¡Por qué tiene que ser mi padre…!’ 
 
Tenía un deseo prohibido por su padre. Anhelaba su pene. Esperaba tener en su vientre la 
semilla de su hombre, y acoger a sus hermanos. Quería olvidar el hecho de que eran padre 
e hijo. Quería enterrarse en el amplio pecho de Fiades. Quería ser su amante. Cada vez que 
veía su hermoso rostro, Eliodone se tragaba los latidos de su corazón y tenía que inclinar la 
cabeza, para no revelar su deseo inmundo. Ante su inalcanzable deseo, lloraba bajo la manta 
a escondidas por la noche. Trató de olvidar sus pensamientos inmorales. 
 
Pero en lugar de desaparecer, sus sentimientos se hicieron más fuertes con el paso del 
tiempo. 
 
Una vez que reconoció a Fiades como hombre, perdió el control de su mente. La piel clara 
como el hielo de Fiades era preciosa. Sus pestañas que proyectaban sombras espesas eran 
hermosas. Sus elegantes gestos eran encantadores. 
 
Quería poseer a Fiades. 
 
Eliodone parecía un loco. A partir de algún momento, no pudo soportarlo más. Los 
sentimientos que no sabía si eran deseo o amor se mezclaron y se convirtieron en una llama 
ardiente. 
 
Por lo tanto, Eliodone tomó una decisión. 
 
‘Está bien si me muero.’ 
 
Arriesgaré mi vida por Fiades Talim…voy a poseer a mi padre. 
 
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marzo 10, 2021 marzo 12, 2021 
 
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Esa noche, Eliodone regresó de la academia y visitó la habitación de Fiades. Cuando abrió 
la puerta se escuchó un chasquido, pero Fiades ni siquiera lo miró. Eliodone vaciló y entró en 
la habitación. Fiades estaba leyendo el periódico. Eliodone se acercó lentamente a él, y dijo 
en voz baja. 
 
—Pa, pa, padre. Estoy aquí. —tartamudeó Eliodone. 
 
De hecho, su tartamudeo no era tan terrible cuando estaba con otras personas, pero frente a 
Fiades, era particularmente severo. Era debido a la tormenta de emociones intensas que lo 
embargaban, que incluían la timidez. Fiades dobló el periódico y miró a Eliodone. La barbilla 
de Eliodone tembló, luego vaciló y se subió a la mesa donde Fiades estaba sentado y se puso 
frente a él. 
 
Cuando se quitó los pantalones, se reveló su cinturón de castidad de cuero. Su pene fue 
confinado en una jaula para evitar la erección y su orificio trasero estaba cubierto con una 
placa de acero. Eliodone siempre desocupaba su ano con reactivos antes de ir a la academia. 
Era solo después de recibir la confirmación de Fiades por la mañana, que podía ir a la 
academia con el cinturón de castidad. 
 
Poniendo el periódico sobre su trasero redondo y tembloroso, Fiades soltó lentamente el 
cinturón de castidad de Eliodone. El artilugio de cuero, ligeramente mojado por el sudor, cayó 
y dejó al descubierto el agujero rosa herméticamente cerrado. Fiades ya no usaba sus dedos. 
Con el ano bien abiertocon la ayuda de una lupa, Fiades acercaba los ojos al agujero y lo 
miraba. 
 
Podía ver la carne roja contrayéndose. Después de barrer la pared interior con los dedos, 
Fiades, que terminó el examen, se secó las manos con un pañuelo y habló en voz baja. 
 
—¿Qué está pasando? 
 
Le preguntó Eliodone un poco sorprendido. 
 
—Eh, ¿Perdón? 
 
Fiades lo miró con ojos fríos por un momento, y luego abrió lentamente los labios. 
 
—Has sido obediente últimamente. 
 
En ese momento, Eliodone tuvo que tragarse los nervios. Mientras estaba ocupado 
preparándose para ‘el trabajo’, no se rebeló contra las órdenes de Fiades. Eliodone, que se 
quedaba durmiendo afuera o se masturbaba para recibir más castigos corporales, estaba 
obedeciendo las palabras de su padre en los últimos días. 
 
No sabía que eso podría despertar las dudas de Fiades. 
 
—Yo, yo, también soy un adulto. 
 
Eliodone se inventó una excusa apresurada. 
 
—Oh, yo no quiero ser golpeado en el trasero por mi padre… . 
 
Mientras alargaba su discurso, Eliodone miró a Fiades. Su rostro era inexpresivo y no podía 
notar lo que estaba pensando. Por lo tanto, Eliodone, que estaba angustiado, pudo sentirse 
aliviado por las palabras que Fiades pronunció a continuación. 
 
Fiades habló con calma mientras tomaba el periódico que estaba colocado cerca de la cintura 
y las nalgas de Eliodone. 
 
—Has madurado. 
 
Dicho eso, desvió la mirada de su hijo. Eliodone, que miraba los inexpresivos ojos de su 
padre, recuperó tardíamente el sentido y pudo salir a hurtadillas del lugar. 
 
Con el corazón en la mano, se apresuró a ir a su habitación. 
 
‘Ah, no me descubrió.’ 
 
¡Obviamente él no había madurado en absoluto! Al menos no en el sentido estricto de la 
palabra. Porque al menos, había decidido actuar, en lugar de seguir sufriendo por amor. 
 
‘Si…mi padre lo descubre, me matará.’ 
 
De hecho, lo que Eliodone había planeado, era realmente devastador. 
 
‘Oh, no, incluso aunque no me descubra…mi padre no me lo perdonará.’ 
 
Esa noche, Eliodone aprovechó que Fiades se estaba bañando y se dirigió a su habitación. 
 
Eliodone tragó en seco mientras rociaba un polvo blanco en una botella. Realmente tuvo 
muchos problemas para conseguir eso. Si no hubiera sido por un estudiante de último año 
que vino de intercambio desde un país vecino, el plan de Eliodone habría fallado. 
 
El polvo era una mezcla de supresores de fuerza, pastillas para dormir y afrodisíacos. 
Después de agarrar el frasco de la bebida que Fiades siempre tomaba antes de irse a dormir, 
Eliodone lo puso en la barra. Solo esperaba que Fiades se quedara dormido. 
 
Y el deseo de Eliodone se hizo realidad. 
 
Esa noche, Fiades colapsó después de beber, y Eliodone saltó, sintiendo alegría y miedo al 
mismo tiempo. 
 
Subió a Fiades a la carreta que había preparado con anticipación y se dirigió a la villa. 
 
Después de trasladar a Fiades a la habitación secreta de la villa, Eliodone ató sus 
extremidades a la cama. Ese fue el plan que había preparado durante mucho tiempo. Al ver 
que había tenido éxito, no pudo soportar los latidos acelerados de su corazón y se sonrojó. 
Su padre era tan hermoso. Eliodone tragó en seco, mirando atentamente su piel suave y sin 
imperfecciones. Quedó impresionado, mientras jugaba con el largo y suave cabello plateado 
que era famoso en toda Acadia. Después de juguetear repetidamente con su nariz respingada 
de Fiades, Eliodone sonrió y finalmente tocó su ingle. 
 
Y entonces, se quedó sin palabras. 
 
‘Ah… .’ 
 
En el momento en que soltó su cinturón, su pene se reveló. Se hizo un silencio. Eliodone miró 
el enorme miembro que colgaba sobre sus gruesos muslos, con ojos asombrados. 
 
‘Esto…¿no está erecto?’ 
 
Se dedicó a medir el tamaño del pene de Fiades. Calculó que tan resistente sería, que tan 
grueso y que tan grande sería. Pero todo fue inútil. Su rostro palideció ante Fiades. Su pene 
era mucho más grande que el de Eliodone, incluso sin una erección. No era bonito. Eliodone, 
que anticipó un pene digno de la hermosa apariencias de Fiades, quedó fascinado al 
descubrir un pene rojizo, con unas venas azuladas, que crecían como una telaraña. 
 
Era más bien como un dispositivo sexual. Un pene tan ideal, que probablemente los adictos 
al sexo usarían. 
 
La situación era realmente vergonzosa. 
 
Eliodone, que lo miró sin comprender, de repente tragó en seco. 
 
‘Pero…¿acaso no es perfecto?’ 
 
La mano de Eliodone agarró el pene. Sus mejillas blancas estaban cubiertas de rubor y sus 
ojos se enrojecieron mientras frotaba el pene caliente. 
 
Aunque estaba un poco intimidado, Eliodone no pensó que el enorme pene estuviera mal. 
 
—Oh, esto va a doler. 
 
Murmurando para sí mismo, Eliodone miró el pene que crecía en su mano, como si estuviera 
poseído. El miembro se desbordó del agarre de Eliodone cuando tuvo una erección. Se veía 
espantoso. Parecía aterrador, no se asemejaba en nada a su hermoso padre. Pero de alguna 
manera, Eliodone pensó que era mejor que una bonita mirada. 
 
Eliodone tragó en seco e inclinó la cabeza. Después de colocar cuidadosamente sus labios 
alrededor del glande lloroso, se detuvo y miró el rostro de Fiades. Estaba durmiendo, con el 
rostro despejado. Era un rostro sagrado y bello. Mirándolo como si estuviera poseído, 
Eliodone sacó la lengua y lamió el pesado pene. 
 
El agua clara que brotaba del pene, estaba pegajosa y sin sabor. El acto de lamerlo con su 
lengua no tenía ningún sentido. Eliodone, que había estado lamiendo el pene 
imprudentemente, no pudo ocultar su incomodidad al principio. 
 
‘¿Acaso es esto lo que pretendía?’ 
 
En medio de una situación que no era demasiado erótica, la decepción estaba floreciendo en 
la mente de Eliodone. Sin embargo, poco después de esa fase, se produjo un cambio. Cuando 
Eliodone lamió las venas azules en medio del pene, el cuerpo de Fiades se estremeció. 
Eliodone se preguntaba qué debía hacer para obtener placer de ese pene. 
 
Mientras tanto, se escuchó el sonido de una cadena tintineando. 
 
—¡Agh! 
 
Al principio, Eliodone estaba tan horrorizado que golpeó su trasero en la cama. Fiades, que 
recobró el sentido, se lanzó hacia él. Sin darse cuenta, Eliodone, que intentó alejarse de él y 
correr hacia la esquina de la cama, pudo reaccionar al escuchar el chillido de su padre. Fiades 
fruncía el ceño, mientras la cadena alrededor de su cuello le bloqueaba la respiración. 
 
—Ah, padre… . 
 
Su padre estaba en sus manos ahora. Eliodone, que volvió a pensar en eso, se le acercó con 
una gran sonrisa en los labios. Fiades lo estaba mirando sin comprender. —¿Qué diablos 
está pasando ahora mismo?—El no parecía tener una idea. 
 
—Qué estás haciendo… . —susurró Eliodone. 
 
—Bueno, si te mueves así…tu cabeza y los huesos de tu cuello pueden hincharse y romperse. 
 
Eliodone se acercó de nuevo a Fiades, lo miró fijamente y volvió a hundir el rostro en su ingle. 
Fiades, que miró a Eliodone lamiendo su pene empapado de saliva con su lengua de gatito, 
se quedó atónito pero pronto, recobró el sentido. 
 
—Oye, ¿qué demonios estás haciendo? 
 
¿Qué rayos está sucediendo? 
 
—¡Eliodone! ¿Qué estás haciendo? —gritó Fiades con ira. 
 
Sin embargo, no reveló su dignidad habitual. Cuando su hijo enterró el rostro en su ingle, 
Fiades se sintió muy avergonzado y no sabía qué hacer. 
 
¿Qué diablos está pasando aquí…? 
 
Había una sensación pegajosa transmitida desde la punta de su miembro. El gran Fiades 
vaciló en ese momento, con una sensación de placer que golpeó todo su cuerpo. Cuando 
recuperó sus sentidos y trató de enojarse, Eliodone chasqueó sus suaves labios, sosteniendo 
el pene parecido a un arma de Fiades en su mano. 
 
—Todo es culpa tuya, padre… . 
 
—¿Qué…? 
 
—Porque eres tan sexy… . 
 
‘¿Cómo debería reaccionar ante esto?’ 
 
‘¿Qué?’ 
 
Con los labios ligeramente abiertos, Fiades dejó ir su alma.Se quedó callado sin decir nada. 
Eliodone hizo una expresión de éxtasis, mientras frotaba sus labios como pétalos, contra el 
líquido preseminal. 
 
—Es porque me tocaste así…no tiene sentido que no te toque también. 
 
—Ah, sí. —Eliodone apretó su lengua con fuerza y lamió la uretra de Fiades. Fiades pudo 
reaccionar en ese momento. Y en ese instante, su rostro se endureció terriblemente. Al final, 
se sintió derrotado con Eliodone . No pudo controlar su lujuria. ¡Estaba intentando cometer 
incesto…! 
 
Las pupilas enojadas de Fiades brillaron. Entonces gritó, mirando al joven apuesto e inocente 
que lamía sus genitales . 
 
—Eres una deshonra para mí y para Talim…¡Eliodone! 
 
Pero en realidad, ¡estaba asombrado! 
 
—Tú… . 
 
Fiades abrió mucho los ojos. Eliodone estaba empujando el pene en su boca. Abriendo sus 
pequeños labios al máximo, Eliodone tomó con avidez su enorme pene y lo introdujo hasta 
su garganta. 
 
Una sensación caliente y húmeda rozó el extremo de su pene. Fiades gimió ante el toque 
firme de la persona que le lamía los genitales, mientras sacudía su espalda. En medio del 
acto, el pene que se había incrustado en la garganta de Eliodone, le provocó náuseas, pero 
al inclinar su cabeza temblorosa, él evitó morderle el pene. Eliodone, que estaba derramando 
lágrimas, se rió en voz baja. 
 
Ante esa risa, Fiades sintió como si una campana golpeara su cabeza y contuvo el aliento. 
 
Eliodone lamió la superficie de su pene con la lengua. Su cabeza se movía hacia adelante y 
hacia atrás, y los sonidos húmedos continuaban sin cesar. El sonido lujurioso provenía de la 
saliva y la mucosidad en la garganta que estimulaba el pene. Fiades se dio cuenta de que las 
pulcras pestañas de Eliodone temblaban. Estaba sufriendo. Se estaba asfixiando y rascaba 
la cama en cuclillas. 
 
Entonces, ¿por qué ese niño no detiene su egocéntrico acto? 
 
¿Por qué la extraña sonrisa de Eliodone no se borra de sus labios? 
 
Su rostro sonrojado estaba lleno de alegría. 
 
Fiades gimió. El joven de cabello negro sonreía con la cara sucia y su barbilla goteaba con 
saliva de alta viscosidad. 
 
Se escuchó un crujido indescriptible, y Fiades vio a Eliodone escupir el gran trozo de carne 
de sus labios. Un chorro de líquido pegajoso fluyó en consecuencia. Con sus ojos 
desenfocados, Eliodone agitó el pene de Fiades con su mano y tocó la punta con sus labios. 
 
Fiades apretó los dientes y gimió. Trató de contenerse. Trató de detener el acto incestuoso, 
evitando escupir su semilla en la boca de su hijo. Sin embargo, Fiades tuvo que eyacular sin 
poder superar los fascinantes ojos sonrojados que lo miraban, el rostro sucio y lujurioso 
manchado de una mucosidad pegajosa, y el suave estímulo que sentía en el pene. 
 
Eliodone se lo comió todo con la boca bien abierta. El semen fue rociado sobre la lengua roja 
de Eliodone, sus labios calientes, su nariz y sus ojos. 
 
Después del acto escandaloso, Fiades sintió una sensación de debilidad y agotamiento. 
Eliodone saboreó su sabor con una expresión exultante, luego se limpió el semen de la cara 
con los dedos y los chupó. 
 
‘Sabe raro.’ 
 
Fiades jadeó y dijo: —Eliodone Talim. 
 
Era una voz que lo hacía desfallecer. Por lo general, Eliodone derramaba lágrimas cada vez 
que la escuchaba. Debería estar temblando de miedo ante la ira de Fiades. 
 
Sin embargo, Eliodone, que estaba muy emocionado, no le tenía miedo. 
 
—Es delicioso… . —dijo Eliodone como si estuviera poseído, mientras se chupaba el dedo 
índice con sus labios color cereza. El rostro de Fiades se derrumbó. 
 
—Tú… . 
 
Estaba mirando a Eliodone con un rostro terriblemente rígido, pero en su interior, se sentía 
muy avergonzado. Excepto por algunos pequeños detalles, estaba impactado por el 
comportamiento repentino de su hijo, quien generalmente era muy obediente. 
 
¿Qué diablos se supone que debo hacer con esta situación? 
 
Fiades giró la cabeza como un loco, pero todo fue inútil. 
 
—Oh, padre, ¿no te gusta la boca de Ellie? 
 
En esa situación, solo Eliodone podría determinar su destino. 
 
Con una voz patética, Fiades apretó los dientes y habló. 
 
—Yo soy tu padre. 
 
Eliodone lo miró fijamente con ojos sombríos y dijo: 
 
—Huh, ¿qué clase de padre…pone la cara en el culo de su hijo, y empuja sus dedos 
adentro…? 
 
Ante eso, Fiades le respondió sin vacilar. 
 
—¿Acaso no te lo dije? Eres diferente a los demás. 
 
Eliodone se arrastró por la cama. Tras la eyaculación, Eliodone tragó en seco, mientras 
tocaba el pene de Fiades con las manos, como si tocara arcilla. Era una cara obscena que 
parecía querer llevárselo a la boca, y que lo penetraran de inmediato. Fiades murmuró sin 
aliento. 
 
—Naciste con un cuerpo lujurioso, Eliodone. 
 
Sus ojos se volvieron más sombríos. 
 
—Eres como tu madre. Haces que la gente se reúna a tu alrededor. Después de estar 
poseído, me quedé atrapado en la situación que yo mismo creé. 
 
Luego se mordió los labios y guardó silencio durante un rato. Eliodone no pudo comprender 
todas sus palabras. Era comprensible. Fiades había estado ocultando el hecho de que Dalia 
tuvo una aventura. 
 
A diferencia de Fiades, que mantuvo su deber sagrado del matrimonio a pesar de que no 
estaba en buenos términos con Dalia, ella no lo hizo. Nacida con un espíritu libre, tuvo varios 
amantes. Entonces, un día, cayó en el pantano profundo del amor. 
 
Dalia, que sufría de la fiebre del amor, le exigió el divorcio, pero Fiades no lo aceptó. Como 
un hombre conservador, estaba ciegamente convencido de que sus hijos necesitaban una 
familia completa. De esa manera, Dalia perdió las ganas de vivir, y murió mientras sufría de 
ansiedad. 
 
Fiades tomó aliento. Y añadió con voz ronca:—Detén esto ahora mismo. —y luego dijo, 
apretando los dientes con fuerza: —Por alguna razón, yo siempre te he amado. 
 
Ante sus conmovedoras palabras, Eliodone vaciló por un momento. El escuchar que su padre 
lo amaba despertó la conciencia escondida de aquellos quienes violan los tabúes. Eliodone 
vaciló. —¿Qué debo hacer ante eso? —Eliodone que estaba preocupado, levantó la cabeza 
y miró el rostro de Fiades. 
 
La emoción de la eyaculación no había desaparecido del rostro de Fiades, cuyas mejillas 
permanecían enrojecidas. 
 
Cuando vio esa cara, Eliodone mantuvo en firme sus deseos. 
 
—Hah, pero…quiero hacerlo. 
 
—¿Qué? 
 
Eliodone sacudió el miembro de Fiades hacia arriba y hacia abajo, con el rostro sonrojado. 
Entonces murmuró, frotando sus mejillas contra el pene erguido. 
 
—Te quiero dentro de mí. 
 
Eliodone se quitó la ropa pieza por pieza, frente a Fiades, quien estaba paralizado. 
 
Al revelarse su deslumbrante cuerpo desnudo, el rostro de Fiades se distorsionó. 
 
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—Ah, ugh… . 
 
Fiades se tragó la sensación de mareo y apretó los dientes. 
 
Eliodone estaba sentado sobre su pecho y jugueteando con sus manos. 
 
¿Qué quiso decir? 
 
¡Estaba claro que sus palabras contenían implicaciones sexuales! 
 
‘Dios mío, está loco… .’ 
 
Entre tanto, a Fiades le resultaba difícil ver el lugar que había visto innumerables veces 
durante las pruebas de pureza. Fue por la situación en la que se encontraba ahora. Eliodone, 
que estaba recostado sobre su pecho con el culo hacia atrás, inclinó la cabeza y le chupó el 
pene. En medio de esa situación, abrió sus redondas nalgas y aplicó lubricante en su pequeño 
orificio rosado. Desde el agujero ligeramente abierto, fluía el aroma único del lubricante 
sexual. Fiades tuvo que cerrar los ojos con fuerza, al mirar el sucio agujero. 
 
Y en ese momento, su pene se levantó y llenó la garganta de Eliodone. 
 
—¡Ugh! 
 
Fiades masculló una maldición. Casi pierde la razón y podría haber estrangulado a Eliodone 
si sus extremidades atadas fueranliberadas. Sin embargo, contrario a sus esperanzas, sus 
extremidades atadas no se aflojaron y se vio obligado a mirar a Eliodone chupándole el pene. 
 
Incluso durante su acto perverso, sus dedos inquietos no se detuvieron, por lo que Eliodone 
juntó sus dedos índice y medio para abrir sus nalgas con familiaridad. 
 
Ante la carne roja que se reveló frente a él, Fiades fijó brevemente la mirada. 
 
Y en ese momento. 
 
—Oh, padre…¿te gusta…?—murmuró Eliodone, sacando el pene de sus labios. 
 
Fiades, que sintió que su pregunta parecía una burla, distorsionó su rostro y respondió 
gritando. 
 
—¡Cállate! 
 
Pero Eliodone no se calló. Después que hizo una pausa, él negó con la cabeza y lentamente 
levantó su cuerpo, sacando los dedos de su mano que jugueteaban con su agujero trasero. 
 
Eliodone movió su cuerpo a través de la ingle de Fiades, arrastrándose a cuatro patas sobre 
la cama. Fiades, al darse cuenta de la acción que seguiría, habló con voz ronca. 
 
—No cruces la línea. 
 
Ante eso, Eliodone le respondió. 
 
—El que cruzó la línea…fuiste tú, padre. 
 
Después de decir eso, Eliodone sonrió seductoramente. 
 
Luego se movió y colocó su culo sobre el pene de Fiades. Entonces, agarró el pene gigante 
con la mano y lo puso en posición de inserción, mirando fijamente los ojos de Fiades. 
 
En el momento en que sus miradas se encontraron, los ojos de Fiades se abrieron de par en 
par. Fue el momento en el que el cuerpo de Eliodone se hundió. 
 
—Ah. 
 
Eliodone gimió como un gato triste, en el momento en que su glande le rozó la entrada. Fue 
porque era demasiado grande y pesado. Eliodone jadeó y movió la cintura. El glande estaba 
atrapado en la entrada y no podía entrar. Fiades miró a Eliodone, entonces volvió la mirada y 
se quedó sin palabras. Su hijo era tan lascivo. 
 
—Oh, padre…es muy grande, muy grande. —gimió Eliodone, mientras frotaba su agujero 
contra el glande y trataba de continuar con la inserción. Sus esfuerzos dieron sus frutos. El 
glande, que abrió a la fuerza el agujero estrecho, fue absorbido repentinamente. Cuando la 
parte más gruesa entró, el pene se hundió con mayor facilidad en el interior de Eliodone. 
 
Eliodone, que temblaba y gemía, perdió sus fuerzas y dejó caer sus caderas. 
 
El pene perforó su agujero. 
 
Un ruido sordo se escuchó con fuerza. Era el sonido de la carne chocando entre sí. 
 
—¡Ahhh! 
 
Al mismo tiempo, el cuerpo de Eliodone se arqueó hacia atrás. Influido por la ráfaga de 
emociones, tembló como si estuviera convulsionando. 
 
—¡Ugh! 
 
Fiades también perdió la razón. La suave pared interior acariciaba su pene como si quisiera 
derretírselo, y el estrecho agujero lo apretaba como si fuera a rompérselo. Fue en ese instante 
que comenzó a jadear inconscientemente. 
 
Su atención se centró en los ojos de Eliodone. Él contuvo la respiración y levantó la mano. Y 
luego, comenzó a gemir mientras se apoyaba en su abdomen plano. 
 
—Oh, padre. 
 
Fiades lo miró con los ojos inyectados en sangre. 
 
—Mi, mi estómago, se siente raro. 
 
Eliodone presionó su mano contra su abultado estómago, que mostraba el contorno de su 
pene. Una vena estalló en los ojos de Fiades. La presión que pasaba por su piel lo estaba 
estimulando. Lo mismo le ocurría a Eliodone. La sensación de su pene frotándose contra su 
pared interna lo hizo derramar lágrimas. 
 
—¡Oh, padre…Oh, padre…! 
 
Eliodone movió su cuerpo con lágrimas en los ojos. Fiades apretó los dientes. 
 
—Oye, desátame. 
 
Pero no lo escuchó. 
 
Se escuchó un crujido. Y luego, tuvo una visión extraña. Un pene parecido a un monstruo 
fue sacado del pequeño trasero de Eliodone. El pene infinitamente largo extendía parte de 
los órganos de Eliodone en línea recta. 
 
Eliodone jadeó y palpó con las manos el ancho pecho de Fiades. Lenta, muy lentamente, 
Eliodone volvió a tomar el pene una y otra vez. 
 
—¡Ugh! 
 
Luego volvió a perder las fuerzas y sus piernas temblorosas se dieron por vencidas. Su 
trasero rechoncho se golpeó contra sus muslos. Eliodone perdió la concentración y se 
desmayó durante un rato. Con el pene de Fiades en su trasero, sus labios abiertos y 
babeando, se desplomó sobre el cuerpo de Fiades. 
 
Eso enloqueció a Fiades. 
 
—¡Eliodone…Talim! 
 
Su voz enojada sacudió las pestañas de Eliodone. Fiades miraba a Eliodone sin compasión, 
como si estuviera mirando a un enemigo. Pero era solo su suposición, en realidad Fiades no 
estaba pensando en él de esa manera. Él gritaba y le golpeaba las mejillas. 
 
El deseo sexual lo invadió como un enjambre de hormigas. Eliodone era realmente lascivo, y 
Fiades comenzó a desear desde algún punto, que Eliodone moviera su cuerpo rápidamente. 
 
¿Pero qué podía hacer si tenía las extremidades atadas? 
 
Además, ¡Eliodone se había desmayado! 
 
—Ahora mismo…levántate y suéltame. 
 
Fiades habló con voz gruñona, sin pensar profundamente en lo que haría después de eso. 
Fiades gritó su nombre con violencia unas cuantas veces más, y Eliodone volvió a contener 
la respiración, mostrando un poco de claridad en sus oscurecidos ojos, que habían perdido 
el foco. 
 
Cuando Eliodone recobró el sentido, se incorporó con una esporádica mirada miserable. 
 
—Oye, suéltame de una buena vez… . 
 
—Oh, papá… . 
 
—Eliodone Talim. 
 
—También, también soy tu Ellie…lo sientes. 
 
Fiades dejó de respirar. Fue porque se sintió atraído por Eliodone, quien sonrió levemente. 
¿Por qué se veía atractiva una cara sucia manchada de fluidos corporales? Fiades se quedó 
sin palabras, y encima de él, Eliodone comenzó a moverse lentamente. 
 
—Ah… . 
 
Cuando el pene estaba a mitad de camino, Eliodone agarró sus voluminosas nalgas y las 
separó. En el momento en que tocó la punta del glande, Eliodone se movió lentamente hacia 
abajo. Esta vez, pudo introducir completamente el pene sin alterar su postura. Tan pronto 
como sus nalgas tomaron el pene hasta la raíz, Eliodone sonrió y tocó el pecho de Fiades 
con sus nalgas bien abiertas. Luego frotó su trasero contra su vello púbico. 
 
Un gemido salió de los labios de Fiades. Con los ojos inyectados en sangre, apretó los dientes 
con fuerza. 
 
—Desátame. 
 
En ese momento, su mente estaba decidida. Si Fiades hubiera sido liberados de sus ataduras, 
habría violado el culo de Eliodone. Lo habría aplastado con el pecho, y lo habría partido en 
dos pedazos con su pene. Y luego, habría escuchado los chillidos a través de los 
encantadores labios de Eliodone, mientras movía su cintura como un loco. 
 
—Ah, sí. 
 
Sin embargo, Eliodone no sabía como se sentía, y simplemente continuó conectándose con 
su amado Fiades. 
 
—Ah, padre… . 
 
Eliodone levantó la mano y trazó el contorno que sobresalía de su vientre. 
 
—Te quiero. 
 
Fiades lo miró fijamente con los ojos inyectados en sangre y su respiración bloqueada. 
Eliodone murmuró con una sonrisa somnolienta. 
 
—Pero, si te disgusta… . 
 
El pene rojizo con venas sanguinolentas se escapó de sus nalgas. 
 
Eliodone le abrió su corazón de par en par. Su expresión de derrota tembló frente a los ojos 
de Fiades. Eliodone no pudo evitar ponerse a llorar. Su mano, que tanteaba su vientre, subió 
y pellizcó sus pequeños pezones. Eliodone gimió, jugando con sus pechos. Luego murmuró. 
 
—Mi, mi cara…escúpela, Fiades. 
 
Fiades estaba emocionado por la forma en la que Eliodone miraba su rostro. Entonces, 
masculló una maldición y dijo: 
 
—Desátame. 
 
Por favor…¡Entonces podré moverme con libertad! 
 
Sin embargo, Fiades no pudo decirle eso, porque no podía cortar el último hilo de conciencia 
que le quedaba, y Eliodone tampoco lo soltó. Sus nalgas cayeron sobre sus gruesos muslos. 
 
—Ah, Ugh, ah… . 
 
Eliodone pellizcó su pecho, lo retorció, jugó con él y se dio la vuelta. 
 
—Ah, Fiades, ah…¡Me voy a correr! 
 
En el momento en que la cintura de Eliodone se inclinó hacia atrás, los ojos de Fiadesbrillaron. El semen brotó de la punta del pene rosado de Eliodone. Salpicó los labios de 
Fiades, y él lo lamió sin darse cuenta. Las piernas de Eliodone se aflojaron por completo y 
volvió a caer sobre Fiades. 
 
Y no se movió. Con la lengua afuera, jadeaba completamente exhausto. 
 
‘Esto es…’ 
 
Satisfecho, Eliodone sonrió ampliamente, se acarició el estómago y miró a Fiades. Al hacer 
contacto visual con él, Fiades no pudo soportarlo más. 
 
‘¿Este es el fin?’ 
 
¿Crees que simplemente llenarás tu líbido y dejarás que todo termine así? 
 
Y en ese momento. La unión de las cadenas hizo un ruido sordo. Eliodone estaba 
completamente envuelto en la somnolencia como si estuviera sumergido en el agua y no pudo 
reaccionar. No pudo darse cuenta cuando Fiades rompió las cadenas y lo atacó con un rostro 
feroz. 
 
Entonces, Eliodone gritó cuando el pene de Fiades le atravesó las entrañas. Cuando recobró 
el sentido y abrió mucho los ojos, Fiades estaba encima de él con los ojos inyectados en 
sangre. 
 
—¡Oye! 
 
Fiades movió su cintura y sacudió la cadena alrededor de su cuello. Fue un acto que 
sorprendió mucho a Eliodone. El pene fue succionado por su suave trasero como pan recién 
horneado. Pensó que todo había terminado. Eliodone sacudió su cuerpo y derramó saliva por 
sus labios, mientras Fiades lo agarraba por los hombros y lo oprimía con una sonrisa lúgubre. 
 
—Tú empezaste. 
 
Entonces Fiades aplastó a Eliodone con su peso y violó su trasero. 
 
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Complejo de Electra – Epílogo – 
 
marzo 10, 2021 marzo 12, 2021 
 
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Fiades era el mejor caballero de Acadia. Eliodone pudo darse cuenta de ello en persona. 
 
‘Bes, bestia.’ 
 
‘Ah, ah, ah.’ 
 
Con la lengua colgando de sus labios abiertos, Eliodone miró hacia arriba con los ojos en 
blanco. Pudo ver los labios torcidos de un hombre con su visión borrosa. Algo sobresalía de 
su vientre y luego este volvía a su estado original. Cuando los ojos de Eliodone se volvieron 
hacia atrás, Fiades lo agarró de la barbilla con fuerza y le abrió los labios. Luego escupió 
entre ellos. Eliodone tomó su saliva inconscientemente. 
 
Glu. 
 
Sintiéndose satisfecho al ver su cuello en movimiento, Fiades sonrió. Eliodone estaba 
completamente arruinado. Su hijo lascivo tenía una forma que se adaptaba a su carácter. 
 
Fiades extendió la mano y agarró a Eliodone del brazo. Y puso su cuerpo boca abajo. 
 
—¡¿…?! ¡Ugh! 
 
Su cuerpo fue volteado repentinamente con el pene conectado a su agujero. Eliodone gimió, 
temblando suavemente cuando sintió que sus intestinos se retorcían. Rascó con las uñas el 
espaldar de la cama, gimiendo lastimosamente. 
 
El cuerpo de Eliodone, que se había derrumbado por completo, fue agarrado por sus nalgas 
regordetas. Cuando abrió los voluminosos montículos a ambos lados, pudo ver el semen 
burbujeante en el agujero estrecho. Fiades exhaló un aliento caliente y le brillaron los ojos. 
 
Su mano se balanceó en el aire. 
 
—¡Ah! 
 
Las nalgas blancas se enrojecieron como una manzana. Eliodone, a quien le golpearon el 
trasero repentinamente, movió sus nalgas levantadas en el aire y lloró. 
 
—Duele, ah, duele…¡Padre! 
 
Fingiendo no escucharlo, Fiades tiró del cabello fino y largo de Eliodone y puso sus labios 
sobre los suyos. Los ojos de Eliodone se abrieron de par en par, ante el objeto caliente que 
salió de sus labios, y pronto abrió su garganta con la cara sonrojada. 
 
‘Ah, mi padre me está besando… .’ 
 
A Eliodone ya no le importó más el dolor. Se frotó contra el cuerpo de Fiades con un sutil 
sonido nasal. Mientras Fiades apretaba y retorcía sus carnosas nalgas, Eliodone gemía y las 
lágrimas brotaban de sus ojos. 
 
—Ugh. 
 
En el momento en sus labios se apartaron, un hilo de saliva se formó entre ellos. Eliodone 
miró a Fiades con una expresión atónita, como si estuviera asombrado. Fiades se vio obligado 
a reírse de la lascivia de su hijo. 
 
—Toda mi educación fue inútil. 
 
Pero había encontrado una nueva manera. 
 
Llenando la lascivia de su hijo, encontró una manera de controlarlo. 
 
Fiades estaba aplastando a Eliodone con su peso. Su espalda y su pecho estaban chocando 
entre sí. Con el cuerpo completamente atrapado, Eliodone pronunció una maldición, pero no 
se dio la vuelta. Entonces sollozó mientras frotaba sus nalgas contra el pene de Fiades. 
 
—Está bien, está bien…¡Ugh! ¡Ah! 
 
Mordiendo el cuello de Eliodone, Fiades puso su brazo debajo de sus piernas. Puso su mano 
abajo y levantó su cuerpo en el aire. De pie, a medio camino de la cama, Fiades lo abrazó 
con las piernas completamente abiertas. Eliodone sacudió su cuerpo con asombro, pero eso 
solo hizo que aceptara profundamente el pene de Fiades hasta sus raíces. 
 
—¡Ah, ah! ¡Ahhh! 
 
El deslumbrante cuerpo desnudo de Eliodone se agitó en el aire. El pene lo estaba perforando 
en una posición impresionante. 
 
Sintiendo un destello de luz frente a sus ojos, Eliodone perdió el conocimiento durante varios 
segundos y luego regresó de nuevo. Cuando sacudió sus piernas de dolor, el pene atravesó 
a Eliodone como un pincho. 
 
—¡Ahhh! 
 
En el momento en que la mano de Fiades cayó sobre su cuerpo, Eliodone lloró y eyaculó. —
—Ah. Fiades. —Eliodone que lloró y resopló en medio del clímax, gritó con la cara llorosa y 
se desmayó de nuevo, asegurándose de que su cuerpo cayera en manos de Fiades. 
 
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Cuando se despertó de nuevo estaba en el carruaje. 
 
—¿Huh, eh? 
 
Eliodone, que parpadeó sin comprender en donde se encontraba, reaccionó tardíamente y se 
dio cuenta de que estaba recostado sobre las rodillas de Fiades. Con los ojos bien abiertos, 
miró fijamente a su padre. Con su largo cabello plateado azulado, Fiades miraba por la 
ventana en silencio y luego volvió la cabeza para mirarlo. 
 
—¿Fiades? 
 
Eliodone que habló sin darse cuenta, se sorprendió y se tapó los labios con las manos. Fiades 
lo miró a los ojos y arqueó las cejas. Luego pronunció unas palabras. 
 
—¿Cómo hiciste eso si me tienes tanto miedo? 
 
Ante las palabras que pronunció como en burla, Eliodone lo miró aturdido y murmuró. 
 
—Ah, pa, padre…te amo tanto. 
 
Ante sus palabras, Fiades se detuvo. Eliodone se sintió avergonzado tardíamente y bajó la 
cabeza. En medio de eso, notó que su cuerpo estaba limpio y ordenado. Al verlo parpadear 
con desconcierto, Fiades lo miró con una expresión casual y de repente abrió los labios. 
 
—¿Entonces ahora soy tu padre? ¿Ya no soy Fiades? 
 
Eliodone se sorprendió por su comentario y abrió mucho los ojos. Después de quedarse en 
blanco por un momento porque no podía comprender completamente el significado de sus 
palabras, se enfrentó a la sonrisa torcida de Fiades y dijo suspirando: —Ah. 
 
Eliodone dijo apresuradamente. 
 
—¡Las, las dos cosas! 
 
Fiades entrecerró las cejas y le dijo que le aclarara lo que era, como si no pudiera creerlo. Sin 
embargo, terminó sonriendo ante el rostro alegre de Eliodone. Fiades le acarició la cabeza y 
pensó para sí mismo. 
 
‘He vivido la mitad de mi vida por este niño.’ 
 
Era el único que estaba al lado de Fiades, quien siempre había vivido solo. Su desafortunado 
matrimonio fue terrible, y la obsesión de Fiades se volvió más seria. Por lo tanto, se sentía 
extremadamente estresado por las relaciones y mantenía a la gente alejada. 
 
La única persona para él era Eliodone. 
 
Él era su único amor. 
 
Así que se aferró a Eliodone. Al cuidarlo como una joya, evitaba que lo tocaran para que no 
lo contaminaran. Aunque sabía que su amor era retorcido, no podía controlarse. 
 
Y luego…¡Finalmente, todo había sucedido! 
 
Mientras Eliodone dormía y lo trasladaba en el carruaje, Fiades estaba en conflicto. —Sé que 
es un juego sucio. Sé que es terrible —. 
 
Sin embargo, su deseo era poseer a Eliodone. 
 
Solo quería que él se quedara a su lado para que nadie lo dañara.Lo deseaba aunque sabía que no podía. 
 
‘Pero ahora puedo hacerlo.’ 
 
Fiades extendió la mano, acarició el suave cabello negro de Eliodone y sonrió en silencio. —
Jeje—. Eliodone, su lindo Eliodone, que sonrió y frotó la cabeza contra su mano, miró su 
rostro con una ola de alegría, y Fiades habló en voz baja. 
 
—Entonces, Eliodone. ¿Te atreves a recibir el castigo por secuestrarme? 
 
«Complejo de Electra. – Fin.» 
 
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